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Diálogos nocturnos
from Nemea | Número 4
by revistanemea
Estarde, el sol se ha escondido tras el horizonte y sus colores han dado paso a la oscuridad que se ha apoderado de este lugar… sólo la luz de la luna se refleja en un espejo de agua sobre las calles dando así un aspecto sereno a la noche mientras que, al mismo tiempo, las manecillas de ese viejo reloj cobrizo parecen detenerse…cierro los ojos…
Hay una voz que me nombra, miro a mi alrededor y no hay nadie ¿será acaso solo mi imaginación? Absorto en mis pensamientos vuelvo a escuchar esa misma voz, giro mi cabeza y noto sólo la presencia de sombras, entre ellas la mía que parece observarme, ha notado también mi presencia, escucho su voz… ¡Qué rara sensación! ¿Me estaré volviendo loco? Me da igual, comienzo a conversar con mi ¿nueva? Compañera
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- Te he estado observando – me dice con frialdad.
- ¿Quién eres?, ¿dónde estás?
- ¡Yo!, ¡aquí, siempre atada a ti! ¿Es que acaso no me distingues?
- ¡No te veo, te estás moviendo?
- Depende de ti… yo dependo de ti… Sólo la observo mientras ella sigue hablando,
- No me molestes – la interrumpo por un instante – no por ahora, no tengo ánimos de nada… ni de pensar, ¡tengo un fuerte dolor de cabeza!
- Lo siento – me contesta – es sólo que últimamente te he visto tan callado y con deseos de hablar con alguien…
- ¿Qué es lo que quieres?
- ¡Háblame de los colores!

- ¿De los colores?
- ¡Sí, descríbelos!
… - ¡Eres egoísta, tal como lo pensé!
- ¡No es verdad!
- ¡Claro que sí! Todo siempre depende ti, yo dependo de ti, nada puedo hacer por mí mismo, no puedo saber qué hace tan especial los atardeceres, por qué la fruta de invierno sabe así, cuál es la diferencia entre una suave brisa de verano y el viento gélido de esta época… nada si no es por ti… y digámoslo… me dejas sólo las sobras…
- Lo siento… no lo había pensado…
…
Tengo la mirada perdida, como si buscase algo; ya el sol empieza a cobijarme con sus primeros rayos del alba y siento la suave brisa empapar mi rostro mientras que respiro este frío viento del sur, me siento libre, como si pudiera volar… Sombra, ¿dónde te metiste?
Imagen: Isela Guadalupe Garcés Loera