Coapan. Revista de Literatura y Otras Reflexiones (Tercer número)

Abril 2021 año 1 núm. 3

Los insaciables verdugos Aurora González Velázquez

Los barberos “Ya no me lo puedes devolver”

Carlos González

Jimena Guadalupe Delgado Suasnávar

Martina

Alejandra Delgado Díaz

Cuestionemos nuestra violencia Coapan 1

SECCIONES

Número 3, abril 2021 UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO Rector Enrique Graue Wiechers ENP PLANTEL 5 JOSÉ VASCONCELOS Dirección Velia Carrillo García COAPAN REVISTA DE LITERATURA Y OTRAS REFLEXIONES Dirección general: Hernández Sánchez Érika Comité editorial: Delgado Díaz Alejandra Hernández Sánchez Érika Ibáñez González Alejandra Mayté Rosete Olvera Leonila Hortensia Toledo Cortés Anahí Vargas Jiménez Edith Corrección de estilo: Delgado Díaz Alejandra Hernández Sánchez Érika Vargas Jiménez Edith Diseño: Delgado Díaz Alejandra

1. FACULTAD DE COAPA (EDITORIAL) Pensada como la sección editorial, este apartado estará a cargo de la directora y/o editores de la revista (docentes pertenecientes al Colegio de Literatura de P5). Lleva el nombre de “Facultad de Coapa” debido a la porra de la preparatoria y a que es un nombre representativo tanto académica como institucionalmente; es decir, refleja que quienes escriben son los docentes o representantes de la institución.

2. DESDE LAS TUMBAS (FICCIÓN) Este apartado está pensado para reunir los trabajos de creación literaria, tanto de alumnos como de trabajadores y docentes.

Lleva este nombre por las jardineras que son llamadas así por los preparatorianos, debido a que “van a matar” el tiempo en ellas.

Este nombre se antoja menos formal y refleja un aire familiar para la comunidad de prepa 5. Los contenidos propuestos para albergar son: poesía, cuento y minificción.

3. JOSÉ VASCONCELOS (ERUDICIÓN) Esta sección lleva el mismo nombre que la preparatoria. Debido a que este apartado contendrá trabajos más tendientes a lo académico, se le dio el nombre de José Vasconcelos, en la medida en que refleja justamente el trabajo intelectual más riguroso y representativo de la UNAM. Los contenidos propuestos para albergar son: ensayo, artículo y crónica.

4. ALFALFA (ICONOGRAFÍA) Este apartado está pensado para toda la producción gráfica de la revista. El nombre se deriva también de la porra de la preparatoria y remonta a los orígenes de ésta, cuando era una hacienda.

Se propone como la sección visual y los contenidos propuestos para albergar son: fotografía, pintura, caricatura y cómic.

5.VAQUEROS PREPA 5 (RECOMENDACIONES) Finalmente, se propone una sección de recomendaciones de libros, películas, cómics, autores, etcétera. El título del apartado se deriva del nombre del equipo del fútbol de la preparatoria, además de que hace alusión también a los tiempos en que vacas y alumnos convivían en los primeros años de creación del plantel.

Formación y Edición: Hernández Sánchez Érika

PORTADA “Ya no me lo puedes devolver” AÑo: 2021 Jimena G. Delgado Suasnávar

Coapan es una publicación fundada en 2020, editada por docentes el Colegio de Literatura de la ENP 5, José Vasconcelos, de la UNAM. Calz. del Hueso sn, Coapa, Tlalpan, 14300 Ciudad de México, CDMX.

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BLOG https://revistadeliteratur.wixsite.com/prepa5unam Colegio de Literatura P5 UNAM Colaboraciones y correspondencia: revistacoapanenp5@gmail.com

ÍNDICE

Facultad de Coapa Editorial

La violencia, un rasgo de la cultura humana

Desde las tumbas Ficción

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Mi pintura Odeth T. Vieytez Valadez

Leonila H. Rosete Olvera

José Vasconcelos Erudición

Migración y violencia: un análisis de El viaje de los cantores, de Hugo Salcedo

“No soy suficientemente fuerte” Edith Vargas Jiménez Ariadna B. Ramírez Guerrero

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La compasión Ladrón microscópico Gibrán Flores González

Rosa M. Rangel Mondragón

Linda niña Violencia Ximena Contreras Gutiérrez María F. Balderas Rodríguez

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18 19 20

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Vaqueros Prepa 5

Martina Alejandra Delgado Díaz El otro lado Pável M. González Lambarry Las últimas horas de Clara Rosa Mendoza Valencia Ausentes silencios Érika Hernández Sánchez

Dai Sijie y la distopía china María S. Hernández Guevara

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Alfalfa

Iconografía

Ya no me lo puedes devolver Jimena G. Delgado Suasnávar

La culpa fue tuya Andrea Poblano Zepeda

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Los insaciables verdugos Aurora A. González Velázquez Recomendaciones

No, estoy en paz Quédate aquí y Frida A. Jasso Morales

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05

9 17

¿Por qué?

Yizeg P. Requena Martínez Los barberos Carlos González

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Facultad de Coapa Editorial

Editorial Mtra. Leonila H. Rosete Olvera

La violencia, un rasgo de la cultura humana Múltiples son las aristas, las miradas y las perspectivas para abordar un tema tan complejo como el de la violencia. Definirla también resulta difícil, porque usamos la palabra de forma coloquial para nombrar diversas situaciones. Las Naciones Unidas (2002) precisan el concepto como: “El uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que provoque o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones”.

Una de las interrogantes que este fenómeno detona, es saber si la violencia puede entenderse como una característica innata de la humanidad, es decir, aceptar que las personas son violentas por naturaleza. Hay estudiosos del tema que plantean una diferencia entre la agresividad y la violencia, señalando que la primera responde a una necesidad adaptativa de sobrevivencia y, por tanto, es innata, biológica e inevitable, sin embargo, la cultura puede inhibirla. Esta explicación nos remite ineludiblemente al mundo animal. Por otro lado, está la violencia que es resultado de la cultura y por tanto es humana, no es biológica y es evitable y a diferencia de la agresividad puede emplear instrumentos para dañar a los otros, y además puede ser gratuita, esto es, dañar por dañar sin otra motivación Si aceptamos la anterior explicación, podríamos decir que la humanidad es agresiva por nuestra naturaleza biológica, pero somos violentos o pacíficos por la cultura en la que nos desarrollamos.

Las manifestaciones de la violencia surgen en diversos espacios. Hay violencia estructural (injusticia social, racismo, homofobia, etc.), violencia laboral (acoso físico, moral, explotación, etc.), violencia política (regímenes dictatoriales, conflictos armados, terrorismo, etc.), violencia en los medios de comunicación (videojuegos, cine, televisión, internet, etc.), bullying a nivel escolar, violencia familiar, violencia de género, y podríamos seguir enumerando las áreas de la cultura en donde la violencia está presente. Esto ocurre porque no podemos negar una perturbadora realidad: formamos parte de una cultura teñida por la violencia.

Coapan. Revista de Literatura y Otras Reflexiones ha considerado imprescindible dedicar el presente número a este lacerante fenómeno de la sociedad. Tenemos la certeza del importante papel que juega la educación para combatirla y para generar en nuestras alumnas y alumnos y en la comunidad universitaria una cultura de la tolerancia, de la equidad, de la justicia, del respeto a la dignidad y a los derechos humanos.

Nuestras lectoras y lectores, en las diferentes secciones de la Revista, encontrarán trabajos críticos y creativos de estudiantes y docentes, quienes desde diferentes perspectivas y a través de distintos medios han reflexionado sensiblemente sobre la violencia en el mundo que les tocó vivir. Las minificciones, los poemas, las fotografías, las pinturas, las reflexiones ensayísticas, entre otras expresiones, pretenden transformar una realidad cultural violenta en la que todos estamos implicados.

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Desde las tumbas Ficción / Cuento

Desde LAS Tumbas FICCIÓN 6 Coapan 6 Coapan

Desde las tumbas Ficción / Cuento

POESÍA CUENTO PROSA POÉTICA

MINIFICCIÓN Coapan

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Desde las tumbas Ficción / Poesía

Mi pintura Por Odeth Tamara Vieytez Valadez*

Gotas de pintura amarilla caían en mí, antes, hasta que colocaste tu brocha en mi lienzo y se cuarteó la obra de arte.

Me pinto para no ver las manchas, para no ver tu rostro.

He tomado mi godete y se empieza a terminar la pintura.

No compraré más, lo restauraré con lo que queda, pues la exhibición es esta noche.

No podré cubrir la grieta, el tiempo no me es suficiente.

Aunque tampoco está en mis intenciones hacerlo.

Quiero que observen que todas esas grietas hicieron de mi lienzo la fortaleza que habito.

* Hola, tengo 15 años y curso el 4to año de preparatoria. Soy una apasionada del arte en todos sus estilos y formas. Me gusta transmitir mi esencia a través de mis pinceles. En este caso, quise reflejar la violencia que sufren algunas mujeres al quedarse en casa en tiempos de Covid-19.

Foto de Polina Kovaleva en Pexels

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Alfalfa

Iconografía / Pintura

“Ya no me lo puedes devolver” Por Jimena Guadalupe Delgado Suasnávar*

FICHA TÉCNICA: TÍTULO: “Ya no me lo puedes devolver” AUTORA: Jimena Guadalupe Delgado Suasnávar TEMA: La violencia sexual FECHA: 1ero de febrero 2021 DIMENSIONES: 40 x 30 cm TÉCNICA: Acrílico

* Mi nombre es Jimena Suasnavar y voy en el grupo 438. Me gustan mucho los colores y pintar, a la hora de juntar las ideas con los materiales me encanta el resultado, me gusta representar mensajes fuertes.

En este cuadro el zarape representa al macho, la vulva se encuentra encapsulada, rota, apagada e infeliz; afuera los colores siguen intactos y vibrantes, nada ha pasado, al parecer.

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Desde las tumbas Ficción / Cuento

“NO SOY SUFICIENTEMENTE FUERTE” Por Ariadna B. Ramírez Guerrero.

Estoy en el grupo 557, segundo año de preparatoria. Me gustan mucho los deportes, en especial la gimnasia artística y bailar, cuando realizo estas actividades me siento en otro mundo, todo desaparece y tan solo queda la gimnasia, el baile y yo. Soy de carácter fuerte, el baile y la gimnasia me ayudan a expresarme.

Todo comenzó hace un año, desde que las cosas en mi vida no han resultado como a mí me gustaría, situaciones que he vivido hasta esta edad, mis 17 años, me han ido cambiando y, siendo sincera ,estoy en un punto en el cual ya no sé quién soy. Yo sé que puedo ser fuerte, porque antes así lo era, pero ahora me cuesta trabajo volver a ser yo misma o volver a ser la chica de hace un año, sé que no siempre tendré días buenos, que no siempre las cosas me saldrán como yo quiero o espero y que tengo que aprender a vivir con mis días buenos y malos, pero ya no soy tan fuerte como muchos piensan. Muchas personas con las cuales hablo de problemas que tengo o de situaciones que me hacen sentir impotente, triste, enojada, etc., la mayoría me dice lo mismo: “Tú eres una persona muy fuerte, solo es cuestión de que lo creas”.

Vaya, de verdad trato de ser como antes, pero parece que el mundo está en contra mío, trato de ver las cosas de manera positiva, pero cómo ser positiva si todas las noches mi papá llega ebrio a la casa y mi mamá le pega de golpes, le grita y la insulta con palabras hirientes. Vivir noche tras noche con esto es un tormento. Además, trato de distraer a mi hermanito de 4 años, cuando llega la noche, y le digo que solo están jugando o que son peleas de grandes, pero nada serio, no quiero que se preocupe o que este triste por esta situación, trato de protegerlo. Y así han pasaron los días, con peleas y ya no solo era mi mamá contra papá, sino que también mi mamá empezó a pegarme cada que se enojaba, como si yo tuviera la culpa, incluso ya no me dejaba ir a mis actividades, en conclusión, se desquitaba conmigo.

Un viernes para amanecer sábado, mi papá desapareció… ese sábado yo desperté a las 9 am, fui a hacer el desayuno como de costumbre, le hablé a mi hermano y a mis papás, en la mesa se sentó mi

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hermano, al lado de mi mamá, pero faltaba papá, le pregunté a mi madre: ¿en dónde está papá?, a lo que ella contestó: “no lo sé, pero espero y no vuelva, ya no lo aguanto más”. Empecé a discutir con ella, no llegamos a una solución, así duramos todo el fin de semana hasta que llegó el lunes, en el desayuno discutimos de nuevo, la pelea duró mucho tiempo y hubiera durado más, pero de repente se escuchó que alguien tocó la puerta, yo pensé, ¿será papá?, cuando me aproximaba a abrir emocionada, mi mamá me agarró del cabello y me tiró al suelo. Ella abrió la puerta, era un hombre alto, como de 1.85, de tez canela, con un cuerpo musculoso, con un muy mal gusto de ropa y traía en la mano un porro de marihuana, pensé: “¡mi mamá lo correrá de la casa de inmediato!, si no soportaba que mi papá tomara, no aguantará que alguien extraño este en la puerta de la casa y menos con marihuana, eso pensé yo, y me hubiera encantado que eso pasara, pero no, mi mamá se abalanzó sobre él, dándole un abrazo y lo invitó a pasar, cuando entró vi que detrás de él habían maletas, de inmediato mi mamá dijo: “Niños, él vivirá con nosotros”, me sentí muy enojada y pasaron muchas suposiciones por mi cabeza, eran muchas cosas qué asimilar, esa noche fue el inicio de una nueva vida, quién hubiera pensado que de un día a otro cambiaría tu vida de manera drástica.

Hoy es 20 de mayo (mi cumpleaños), ya es un año de que no sabemos nada de mi papá, sigue desaparecido y mi mamá no nos dejaba investigar.

Estos últimos meses no han sido nada buenos, dejé la escuela y mis actividades, ya no he sentido la luz del sol en mi rostro, ya que Rodrigo, el nuevo novio de mi mamá, le dijo que eso sería lo mejor, porque según ellos me porto “muy mal”, pero eso no es todo, este nuevo sujeto se la pasa en la casa, mientras que mi mamá trabaja y sustenta los gastos del hogar. Lo

Desde las tumbas Ficción / Cuento

que ella no sabe es que todas las tardes a la misma hora (6:00 pm), él entra a mi cuarto y me toca de una manera extraña, yo le quito las manos de encima, pero él tiene mucha más fuerza...

Jamás olvidaré lo que ocurrió ese día, Rodrigo, ese señor asqueroso, entró a mi cuarto, traté de salir de ahí, pero él me puso contra la pared y empezó a tocarme los senos, le solté un golpe, pero no fue suficiente, así que él me lo regresó, quedé mareada, más no inconsciente, pero ya no podía levantarme, no sabía qué hacer, solo vi que me colocó en la cama y se bajó los pantalones... Me dolió demasiado, pero del mismo golpe no podía moverme, solo gritaba y lloraba, ¡estaba aterrada!, me sentí asqueada. Después de una hora ya podía moverme bien, me quedé llorando, gritando de asco por lo que había sucedido, ese día odié a mi mamá y a su estúpido novio como jamás imaginé que odiaría a alguien, a partir de ese momento yo ya estaba perdida, si ya no sabía quién era, ahora menos. No podía dormir por todo lo que sentía, así que hice algo que jamás pensé llegar a hacer, por eso digo, que este ¡maldito día! cambio mi vida para siempre, agarré un cúter que tenía en mi lapicera y comencé a cortarme, pero en eso entró mi hermano y me preguntó, ¿qué haces?, yo no supe qué contestar y solo lo jalé hacia mí dándole un abrazo y comencé a llorar.

Al día siguiente, mientras me duchaba, oí un golpe muy fuerte, como si alguien quisiera tirar una pared, segundos después se escucharon llantos, salí enseguida del baño y lo primero que vi fue a Rodrigo encima de mi hermanito pegándole despiadadamente, no sabía cómo actuar, me quedé congelada viendo como salía sangre de la cara de mi hermano, viendo como algunas partes de su pequeño cuerpo ya no estaban del todo bien, era una imagen horrorosa, también escuché un llanto de desesperación, un llanto de ¡horror!, algo que jamás, ni en películas, había escuchado, instantes después logré moverme y actué por impulso, tomé un cuchillo que vi en la mesa y se lo enterré a Rodrigo, no solo fue una vez, no dejé de apuñalarlo, me sentí tan bien al hacerlo porque en ese momento solo pensé en todo el daño que había ocasionado él con su llegada, dejé de apuñalarlo hasta que vi que ya no se movía.

Llamé a una ambulancia, llegaron de inmediato, al mismo tiempo que mi mamá; se llevaron a mi hermanito al hospital, mi mamá al ver la escena se quedó en shock, yo estaba hablando con los policías contándoles lo ocurrido, que actué en defensa propia, en eso mi mamá se acercó y comenzó a gritarme, no pudo más con todo lo que estaba cargando, ya que por su culpa mi hermano estaba muy grave y quedo loca, así que la llevaron a un psiquiatra, pero antes mencionó algo de papá, solo logré entender : “Yo sé que paso con tú papá”(lo dijo en forma burlona y maléfica), quise sacarle más información, pero no lo logré. Después de todo, fui al hospital en donde se encontraba mi hermanito lo vi muy mal…

Comencé a hablar con él contándole cosas lindas, le dije lo mucho que lo quería, qué era lo más importante para mí en esta vida, que me perdonara si lo llegué a lastimar, él solo me miró con esos ojitos transparentes de niño, que no dice ninguna mentira, con su mirada me pudo demostrar cuanto me amaba, mientras me veía colocó su mano en mi mejilla, ese fue el último momento en el que tuve interacción con mi hermano, porque a los instantes murió en mis brazos.

Regresé a casa, estaba devastada, no dejaban de salir lágrimas de mis ojos por la muerte de mi hermanito, solo pensaba en él y en lo que mi madre dijo : “Yo sé que paso con tu papá”, cuando llegué los policías aún estaban tomando evidencias y muestras de los hechos e investigando más sobre este caso, así pasaron varios días, hasta que todo volvió a la “normalidad”. Yo aún tengo esperanzas de encontrarte papá, sé que estás vivo, estoy segura.

Estos meses fueron muy duros y la verdad ya no puedo más, una tristeza abarca cada rincón de mi cuerpo, ya no soy la misma de antes, he perdido la fe en muchas cosas, incluso en encontrarte papá, tiene mucho que no sonrío y esto que siento no se puede explicar con palabras, papá, tú eras la persona que más me decía “tú eres fuerte, solo es cuestión de que te lo creas” y siento que te fallé, no fui lo suficientemente fuerte o valiente para superar todo esto, así que si estás leyendo esto significa que mis emociones, sentimientos e impulsos terminaron ganando y terminé rindiéndome ante la vida.

Está carta la encontraron los policías junto al cadáver.

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Desde las tumbas Ficción / Poesía

Ladrón microscópico Por Gibrán Flores González*

Ser pequeño, de dudosa procedencia, que el tiempo has detenido y a la vez transcurre, del mundo entero has terminado su paciencia, de mis pensamientos soy prisionero, no sé qué ocurre.

Ladrón de los sueños y esperanzas, nos has metido a todos en jaulas, sean mentales, del alma o nuestras casas, corre, corre, a ver si me alcanzas.

A la distancia te vimos llegar, despreocupados, vivíamos sin pensar, y en un momento, no dejaste de atacar, insensible, no permites descansar.

Robaste vidas inocentes, por culpa de los inconscientes, con el corazón en la mano nos dejas frustrados, por negarnos a despedirnos de los seres amados.

Nos arrebataste la vida, nos acercaste a la muerte, has dejado una herida, que permanecerá por siempre.

En la violencia no pensaste, infiernos y tormentas agudizaste, pobres indefensos, en un callejón dejaste, su agonía y asfixia, ¿las consideraste?

Fotos de CDC en Pexels

* Mi nombre es Gibran Flores González, he dado 17 vueltas al sol en la Ciudad de México. Me encuentro en la búsqueda de mi propósito y en el camino me gusta expresar, mediante el arte, lo que las palabras no pueden decir. La ENP 5 no es mi escuela, es mi segundo hogar.

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Alfalfa

Iconografía / Pintura

Por Gibrán Flores González

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Desde las tumbas Ficción / Minificción Cuento

Linda niña

Por Ximena Contreras Gutiérrez*

Cuando era pequeña, soñaba con un monstruo que me atrapaba y me hería de miles de formas diferentes. A veces me tiraba al suelo y me pateaba, otras veces me decía lo fea que yo era, pero siempre que despertaba mi madre me afirmaba que esos monstruos no existían, y yo siendo solo una niña inocente le creía. Mientras crecía todos me decían que tenía que ser una niña buena, una linda niña, pero mientras tanto, mi padre decía que era su princesa, y que por eso merecía una vida muy linda. Mis tías me señalaban que tenía que ser una dama. Creo que toda mi vida hice lo que me decían y lo que tendría que ser, para que siempre fuera una linda niña, sin pensar un minuto en lo que yo sentía, y en lo que pronto me pasaría. Así viví hasta que encontré a ese príncipe azul que tanto me contaban en los cuentos. Tan alto, tan guapo, tan trabajador. Lo que no sabía es que no le debí hacer caso a mi madre, ya que los monstruos sí existen.

* Mi nombre es Ximena Contreras Gutiérrez, tengo 18 años. Siempre he creído que cada perso-

na puede formar sus mundos para poder escapar un momento de los malos ratos que esté pasando. Desde que tengo memoria me ha gustado escribir. Este gusto por la literatura me lo fomentó mi madre Leticia Gutiérrez, ya que ella me regaló mis primeros libros y mis primeros diarios, así que todos mis cuentos y logros que alcance con ellos será gracias a mi mamá por su inmenso apoyo.

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Alfalfa

Iconografía / Pintura Autora: Jimena Guadalupe Delgado Suasnávar Título: “Ya no me lo puedes devolver” Técnica: acríclico. Año: 2021.

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Desde las tumbas Ficción / Prosa poética

Los insaciables verdugos Por Aurora González Velázquez

Nací en agosto de 2003. Soy muy sensible al arte dramático y disfruto mucho el teatro. Estoy orgullosa de pertenecer a la Escuela Nacional Preparatoria No. 5 y vivo profundamente agradecida por la calidad de enseñanza que demuestran mis profesores y su compromiso a mi formación como a mi persona.

Aquí, en este mismo instante me estoy violentando, me sitúo en un sitio del que no puedo salir, en que los golpes son constantes y la sangre recorre mi cuerpo. Me encuentro constantemente escuchando todo tipo de palabras que recorren cada hueso que me conforma y quedan impregnadas en mi ser.

Todos los días hacen su aparición para reclamarme por qué soy una persona tan incapaz y cada día me comparan con aquel del que sus logros fueron dignos de reconocimiento, aquel del que su talento innato sobresalió y a mí me dejó en un oscuro hueco de sombras, en el que se encuentran las personas que tuvieron todo el corazón para hacer algo y no tuvieron lo que su hermano le exigía para incorporarse al mundo. Fui opacada por aquel que, sin intención, sólo por su timidez vencida, sacó adelante cada situación y su intuición lo llevó a lugares desconocidos.

Soy violentada por palabras que me repiten que soy muy poco, que soy mucho de lo mismo y poca innovación, que no soy bella como mi hermano sigue exigiéndomelo, que no cuento con luz para iluminar y que mi odio se ha nutrido gracias a la inconformidad que tengo conmigo misma, ¿ya qué puedo dar de bueno si lo único que hay dentro de mí es rencor? Rencor hacia lo que hemos construido como mundo, a las diferencias que establecimos entre hermanos para establecer jerarquías, todo ello me causa vómito, escándalo y repudio a mí misma por pertenecer a esto y no contribuir a la extinción de aquellas actitudes.

Y poco a poco, golpe tras golpe, pequeñas

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gotas de sangre surgen de las articulaciones más profundas de mi cuerpo, inundándome a lo largo de mis extremidades, pasando por la totalidad de mi esqueleto, dibujándome de color sangre, símbolo de consecuencia, huella de la vida violenta, llena de tortura con un verdugo que lleva por nombre el mismo que yo y que se encuentra muy dentro de mí.

La violencia soy yo, porque en lugar de tomar lo que el espacio me brinda para mejorar, tomo forma de un verdugo que se encarga de sembrar culpa dentro de mí para que no actúe, sólo me autoflagele cada día más. El verdugo que vive dentro de mí se alimenta de la sangre que me recorre e inunda mi cuerpo, por ello sigue usando aquel látigo que lanza letras que luego se convierten en palabras que terminan por destruirme.

Cada nota la tomo como si me atacara y aquello forma parte de la destrucción a mí misma, las notas se convierten en una niebla espesa que no me permite ver claro, ni siquiera a aquello que existe fuera de mí.

Llevamos un verdugo dentro, tal vez con fuerzas distintas, pero al final vive y se proyecta al mundo. Como ser individual, podemos decidir entre escuchar al mundo y comprenderlo, y a través de ello actuar de acuerdo con su propuesta, o escuchar sólo aquello que nos dice el verdugo que vive dentro de nosotros y seguir contribuyendo a la violencia que nos ahoga y estanca en un enorme charco de sangre.

Alfalfa

Iconografía / Pintura

“Quédate aquí” Técnica usada: Acuarela Autora: Andrea Poblano Zepeda

“La culpa fue tuya”

¡Hola! Mi nombre es Andrea y tengo 16 años. Nací el 4 de octubre del 2004 en la Ciudad de México.

Pintar, sobre todo con acuarela, es uno de los tantos pasatiempos que tengo. Me relaja, lo disfruto y ha sido una herramienta útil para poder dar vida o todo lo que imagino. Cada dibujo que finalizo, lo firmo. Firmarlo, provoca en mí un sentimiento de satisfacción y agrado por la obra que concluí.

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Desde las tumbas Ficción / Poesía

Martina Por Alejandra Delgado Díaz* Martina canta; su rumor espeso inunda la avenida; vaivén de hueso y piel, su última espera es voz, memoria, grito…

Maternidad perdida.

No volverán las niñas, sus risas se confunden con el horror, en la tierra voraz, que todo lo asimila; hablan en sus entrañas, germinando la carne entre flores que brotan como dádivas vivas.

Son cuerpo entre otros cuerpos, semillas de una piel fragmentada.

Los rastros que dejaron responden al clamor: ¡Hija, por favor, grita!

Vida me va a hacer falta para peinar la tierra que te esconde y abriga.

Todo lo cubre el pacto, impunidad sellada sobre piel de mujer: un código inviolable de lealtad para la cofradía.

Miedo a ser ese cuerpo-lienzo en el que se escribe el mensaje que interpela Martina.

Lo voy a quemar todo.

Las lágrimas se acaban, pero la rabia no: sube por la garganta y se agolpa en los dientes, la voz, la lengua, las encías...

Crece entre la maraña de irregularidades, evidencia velada y pruebas omitidas.

Martina canta, su rumor espeso inunda la avenida... *Alejandra Delgado Díaz Docente, fotógrafa y artista visual. Estudió la licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras y la maestría en Artes Visuales en la Facultad de Artes y Diseño, ambas de la UNAM. Es profesora de Literatura asignatura A en la Escuela Nacional Preparatoria, planteles 5 y 2.

Foto de Evie Shaffer en Pexels

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Desde las tumbas Ficción / Minificción

El otro lado Por Pável Mario González Lambarry Desde arriba contemplé que vinieron por una vida mejor buscando una oportunidad para crecer. Salieron de sus hogares, ahogando el llanto del adiós. Su objetivo era llegar a la frontera de Texas, para cruzar rumbo a San Antonio. Al llegar a Nuevo Laredo se entrevistaron con Johnny, el pollero que los llevaría del otro lado.

La madrugada de ese jueves en una vieja estación, gente inocente fue pagando su cuota para abordar el vagón. A todos los introdujeron dentro de una pipa de agua vacía, hasta que sesenta pasajeros abordaron por completo.

El tráiler arrancó dos horas después y avanzó durante toda la noche. Ya habían pasado la aduana y burlado a la migra, pero el camión tomó otra ruta. Nadie se dio cuenta hasta que al final se detuvo el camión y escucharon el ruido de un vehículo alejándose. Pasaron las horas y la desesperación comenzó a reinar dentro. La puerta no quiso ceder y nadie pudo escuchar los gritos de socorro en medio del desierto. Pronto el oxígeno hizo falta y poco a poco uno a uno comenzó a caer, y así fue como en poco tiempo todos fallecieron y jamás se supo nada de ellos.

Todos cruzaron al cielo donde por fin encontrarían una vida digna. Ya no sufrirán en el infierno que les tocó; ahora están arriba conmigo.

*Soy Pável Mario González Lambarry, nací en 2004 en la Ciudad de México. Tengo gran interés por la literatura desde que me introduje en las novelas fantásticas y ciencia ficción. Quiero agradecer a la UNAM y a todas las personas que me apoyan e inspiran para seguir adelante.

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Desde las tumbas Ficción / Cuento

Las últimas horas de Clara

Por Rosa Mendoza Valencia*

Extiende la mano frente a la cara y se esfuerza por ver algo distinto a ese gris denso que la envuelve.

Oscuridad. Oscuridad infinita. Y silencio…Cuerpo entumecido, acalambrado. Incapacidad de movimiento. Sólo la mano que intenta abrir un hueco en las tinieblas. Palpa el suelo liso, lo recorre con las yemas, golpetea con la punta de las uñas tratando de llevar el ritmo de la canción que ayer cantaban en el bar, hace caminos con los dedos y mide la distancia. Índice, medio, anular, meñique. Índice, medio, anular, meñique. Este lindo puerquito tiene hambre…Una hebra cierra el paso. Tallándola en la superficie forma con ella una voluta y la empuja imaginando un peñasco que desciende por una cañada.

Un dolor ajeno, impersonal, se le clava en el seno. Olvida la hebra y se lleva la mano a la herida y una masa helada, húmeda, la recibe. El lugar es una extensión de su persona. El piso es frío, tan frío como sus piernas, como sus brazos, como su frente. Está desnuda en contacto con el suelo de cemento. Un hilo de saliva escapa de su boca. Una capa de saliva que llega hasta la oreja media entre su mejilla y la superficie donde se apoya. Aprieta los labios. Están gruesos y llenos de costras. También la mejilla y la oreja. Con la uña comienza a arrancar las postillas.

Sabor a sangre fresca.

Siente que algo le falta en esa oscuridad.

Algo que la desnuda aún más. Tienen que transcurrir varios segundos para que su mano sienta la ausencia de cabello. Apenas unas cuantas puntas ásperas sobresalen del cráneo y, mecánicamente, frota con la palma de abajo hacia arriba. “Ahora que vamos despacio, ahora que vamos despacio, vamos a contar mentiras tralará, vamos a contar mentiras tralará, vamos a contar mentiras…” Atrás de la oreja descubre un mechón, largo en comparación con el resto.

Lo enreda entre los dedos, lo jala, lo alisa.

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¿Cuánto medirá? ¿Tres centímetros? Cinco cuando mucho. Aquí está la cicatriz. Me había olvidado de ella. Parece una flecha con una bolita de carne en la punta. Si no hubiera brincado el charco no la tendría.

Si no los hubiera seguido... Está bien. Tenían razón. ¡Qué fea al tacto! ¿Será roja o negra? Por su culpa no puedo traer el pelo corto. ¿No puedo? Tengo el pelo corto… La cicatriz debe notarse a leguas. ¿Quién me lo cortó? ¿Dónde están todos? Y comienza a llamar en voz baja y su voz es un estallido. Resuena blanca como las bengalas, resuena a música, a entrechocar de copas, a gritos histéricos, a balazos… ¿Pero yo qué hago aquí? Sólo salí a divertirme un rato luego de una semana de trabajo y escuela. ¿Dónde están los demás?

Una hora que se convierte en muchas. Silencio. La oscuridad y la luz aquí son lo mismo. Despertar para que esta pesadilla quede enredada en las tinieblas de la noche. Despertar en mi casa como cualquier sábado. Papá y mamá en el patio beben café y leen el periódico. Martín, en pijama, frente al televisor con sus juegos de video. Abro la ventana y recibo el cálido abrazo del sol. Mamá grita que bajemos, que ya es hora de desayunar. Y tengo hambre… Y me duele la cabeza, y el brazo…

Clara está sola. Tantea el piso en busca de la hebra. La herida dejó de sangrar hace mucho tiempo, pero aún duele, y para olvidar el dolor, mientras recorre el suelo con la yema de los dedos, canta a media voz su vieja canción “…por el mar corre la liebre, por el mar corre la liebre; por el monte, las sardinas tralará, por el monte las sardinas, tralará, por el monte las sardinas”. A ratos dormita, pero el sonido de pasos, de candados, de puertas que se abren, la despierta. Vuelve a cantar y a dormir y a buscar la hebra hasta que se siente descansada, relajada. No hay ventanas pero descubre una rendija en la puerta y se pega a ella, espiando hacia lo que parece un patio.

Desde las tumbas Ficción / Cuento

Foto de Alexadro David en Pexels

Barriles de petróleo y botes de manteca se hacinan al fondo y, sobre las baldosas, resquebrajadas y sucias, caen los últimos rayos del sol. ¿O son los primeros? Al fondo pasa una anciana envuelta en un rebozo azul oscuro con diminutas pintas blancas.

La llama a gritos. Nadie contesta. Sigue espiando.

Ve pasar a varios hombres. De regreso flanquean a un grupo de jóvenes. Horas después los mismos hombres regresan a dos, a rastras, sostenidos por los brazos. Cuando pasan frente a ella, se escucha una descarga de fusiles y los hombres quedan en suspenso unos segundos.

Ya no se mueve. Es un fardo que no satisface a nadie.

Uno de ellos la vuelve de espaldas mientras otros la sostienen de rodillas y ponen su cabeza en el suelo.

Extiende la mano y tantea el suelo. “Me encontré con un ciruelo, me encontré con un ciruelo, cargadito de avellanas tralará, cargadito de avellanas tralará, cargadito de avellanas…”.

—Ya se los echaron.

—¿Cuántos van?

—Como diez

La noche siguiente, a las tres de la mañana, una camioneta pickup transitaba por un camino de terracería flanqueado de huizaches. Nave fantasma envuelta en una aura de polvo y luz navegando en el mar de la noche. Poco más adelante se desvió hacia lo que parecía un depósito chatarra, luego se cambió de dirección hacia el poniente. Coyotes de ojos brillantes y alguna serpiente se atravesaban al paso.

Al final del camino, un vigilante hizo señales con una lámpara y el chofer descargó el contenido en una hondonada. Quejidos apagados, luego otra vez el silencio interrumpido apenas por el ruido del motor que se alejaba. La luz de la lámpara se fue haciendo cada vez más pequeña hasta que desapareció. Otros motores acallaron los sonidos de la noche y Clara sintió una leve vibración. Orugas, pensó. Nos van a enterrar. Abrió los ojos y vio por última vez la noche inmensa, la noche que lo abarcaba todo.

A ella no la llaman y sigue ahí, hora tras hora, durmiendo a ratos, cantando, apretándose con una sola mano el seno para mitigar el dolor. El otro brazo pende insensible, inerte. Mejor así. Un dolor menos que sentir. No tiene idea del tiempo transcurrido desde el levantón, ni si es de día o de noche. Todo es oscuridad. Sólo la rendija la conecta con el mundo y espiar por ella se convierte en hábito.

Finalmente se abre su puerta y entran cuatro hombres, bajitos, morenos. Uno de ellos se pone en cuclillas: —¿Tienes hambre? Si te portas bien, te doy de comer —y mete la mano callosa entre sus piernas.

Trata de alejarse y los otros la aprisionan. Entonces grita, grita hasta que su grito se vuelve silencio, grita y odia y trata de morder, de patear, de arañar a esos hombres que, uno tras otro, la besan, la muerden, la penetran…

—¡Muévete, pendeja, no me gusta cogerme a los muertos!

—¡Ésta ya peló gallo, tendrás que levantar otra!

Clara ya no escucha cuando se van.

*Rosa Mendoza Valencia. Maestra en Letras (Literatura Mexicana). Profesora de Carrera de Tiempo Completo del Plantel 5 de la ENP-UNAM. Forma parte del Comité Editorial de la revista electrónica Cultura ENPalabras. Ha publicado diversos cuentos y artículos en periódicos y revistas del país, entre ellos La Jornada, El Regional del Sur y El Sol de Morelos. Es autora de libros de texto, de antologías literarias y del blog Parapasarlite: http://parapasarlite.blogspot.com.

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Desde las tumbas Ficción / Poesía

Ausentes silencios Por Érika Hernández Sánchez*

Desde el comienzo lo perdimos todo, la mirada, la música, la palabra.

Un arpa de tristeza acompaña a quien busca a su desaparecida, a su ausente.

Ecos…

ecos…

Ecos de voces que ya no son cavan las huellas del camino.

Somos fantasmas, ecos de lo que podríamos ser, nuestra verdad también está desaparecida.

En la mirada que recorre el día, solo la ausencia… solo las preguntas. ¿En dónde están? ¿En dónde estamos?

Solo mudo dolor, la palabra no dada, silente.

Quien no se indigna ni grita también está ausente.

Padece más la piedra.

* Érika Hernández Sánchez estudió la carrera de Lengua y Literaturas Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM. Actualmente cursa la Maestría en la Enseñanza de la Educación Media Superior en la misma casa de estudios y es profesora de Literatura en la ENP Plantel 5 “José Vasconcelos”. Ha cursado diplomados y talleres de cine. Le gusta escribir poesía, cuento y guiones cinematográficos.

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Alfalfa

Iconografía / Pintura

Técnica usada: Acuarela Autora: Andrea Poblano Zepeda

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Desde las tumbas Ficción / Cuento

N o, estoy en paz

Por Frida Angélica Jasso Morales*

Una sórdida madrugada, el aliento del océano se internaba en mis pulmones, lentamente, como una suave seda que apaciguaba mi dolor. Sentía tanto dolor. Mis ojos estaban embotados de lágrimas que flotaban ya en el mar y un tajo atravesaba mi vientre; no sabía si seguir llamándome un hombre.

Buscaban masacrarnos a todos; el aullido de sus espadas era la canción de cuna de mi niñez. Nos trataban como a viles criminales, el eslabón más putrefacto de la sociedad, pero la única verdad era que su presunta humanidad era la única escoria de esta tierra.

Nací en la miseria, crecí en la miseria y moriré en la miseria. Jamás he sentido la calidez abrasadora del hombre. Viví mi vida como un paria, hijo de criminales y gente olvidada. Caminé sin rumbo, con los pies cubiertos de ampollas, cargando un olor insufrible por no haberme bañado en meses. Una noche, finalmente llegué a un puerto, y entre sus callejones corruptos y la podredumbre de la ciudad me sentí acogido. Decidí permanecer en aquellos tumultuosos lares aunque fuera durante una fugaz temporada.

Para protegerme, me vi obligado a unirme a un vulgar grupo de piratas, que se consideraban a sí mismos los Robín Hoods de su gente. A pesar de su carácter áspero y zafio, que me resultaba altamente irritante, no puedo negar que cuando veía mi reflejo podía verlos a ellos. Éramos iguales, vulgares y hostiles, no sabíamos hacer negocios sin una daga en nuestras manos.

Pasábamos nuestros días asaltando navíos de los hombres adinerados que vivían en la cima de la colina. Siempre querían matarnos, pero éramos hábiles y huíamos rápido. En tierra nos buscaban sin cesar, pero éramos listos y nos ocultábamos ante

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sus ojos atónitos. El caos alimentaba mi alma famélica, me sentía cual bebé siendo amamantado por su madre. Entre ellos sentía paz; jamás había sentido una paz como aquella, entre ellos tenía fuego y tenía vino, tenía un hogar. Pero la vida es indiferente y todo lo quiebra en un parpadeo que huele a muerte y desasosiego.

La vida es un eterno ciclo de sórdida indiferencia; no se detiene ni preocupa por la calma de los seres, benditos de poder respirar; solo continúa y continúa tétricamente hacia adelante, hasta su propio fin. Ese, ese es mi mayor temor, pero mi madre me dijo que nunca debía llorar, porque al llorar mis enemigos creerían que soy débil y yo no soy débil.

El comienzo del final le llegó primero al más joven de nosotros. El manso muchacho cedió ante el sentimiento más gastado y ordinario que uno puede llegar a experimentar en este plano tan hostil.

Ella era una joven rica de lo alto de la colina, hija de aquellos que nos querían asesinar. Vivieron envueltos en un melodrama ridículo y falso, pero claro, ellos pensaban que la vida sería benévola con ellos por sus bondadosos y honestos corazones.

La honestidad y la bondad no existen entre la gente miserable, tampoco entre la gente rica; son un puñado de ilusiones que juegan con crueldad frente a tus ojos llenos de inocencia. Fueron descubiertos juntos una noche cálida del verano. Él huyó tan rápido como sus pies se lo permitieron, pero no sirvió de nada, los peleles del padre adinerado lo capturaron y con sus espadas lo atravesaron sin titubeos; flotando en el mar yació su cuerpo sin vida.

Poco tiempo después, la vida de la fémina se extinguió también, la verdadera razón no la supi-

Desde las tumbas Ficción / Cuento

mos, pero en su muerte hallaron la excusa perfecta para eliminarnos de una vez por todas. De sus lenguas largas y venenosas surgió un rumor que infectó a toda la ciudad: decían que nosotros, insalubres piratas, portábamos una infecciosa enfermedad, la cual había matado a la chica, y la única forma de erradicar dicho mal era matarnos a todos nosotros.

Varios de los nuestros cayeron a manos del propio pueblo, mientras transitaban a la sombra de las calles. En los ojos de la gente había tanto terror y paranoia que parecía que ya no tuvieran vida. Pero la masacre real no llegó hasta la media noche de un domingo melancólico; los hombres ricos de la colina gastaron gran parte de su fortuna contratando desesperadamente a un ejército de hábiles mercenarios que nos atacaron por la espalda. El llanto de sus espadas me despertó en la fresca madrugada, muchos fueron asesinados cobardemente mientras dormían, debieron haberles pagado mucho para dejar su honor a un lado de un modo tan indiferente.

sol, pero en aquel muelle, sobre el río carmesí, bajo la carne sin vida y la sangre, no pude evitar llorar, llorar del asco que sentí al verlo nacer en el horizonte.

*Cursa el último año en la ENP 5, le gusta la animación, la fantasía y el trip hop.

Huimos hacia el muelle, donde los enfrentamos en una batalla en la que nuestra única motivación era la terquedad, que tan profundamente teníamos arraigada, pero en el ambiente se percibía un sentimiento que emanaba de nuestros rostros: era la certidumbre de que no viviríamos hasta el amanecer.

Juramos en silencio mientras peleábamos como perros rabiosos, de pronto, del suelo emergió un río, un río de sangre, la sangre de mis hermanos que yacía corriendo bajo mis pies, un río cálido. Estupefacto me distraje y uno de esos pedazos de carne corrupta me hizo un tajo en el vientre. Terminé mal herido bajo un montón de cuerpos muertos, jamás había prestado atención a los arrulladores golpeteos de las olas, sentía tanta paz.

Foto de Lachlan Ross en Pexels

Pero no morí aquel día. Durante gran parte de mi vida he temido por la última vez que veré el

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Desde las tumbas Ficción / Poesía

¿Por qué?

Por Yizeg Pamela Requena Martínez*

Cada día, al amanecer, pienso en nosotros; cada madrugada sueño con nuestros momentos.

Y me pregunto, con lágrimas en los ojos: ¿por qué siempre te he de extrañar?

En mi interior siempre está esa voz que me recuerda: que solo lastimarme sabes. ¿Por qué tus gritos hirientes resuenan en mi mente? ¿Por qué no puedo superar tus manos golpeando mi piel? ¿Por qué no olvido mi nariz escurriendo de rojo carmesí? ¿Por qué te amo a ti, más que a mí misma?

Sé que un acto así no tiene justificación; solo deseo que tu nueva musa de palizas no ceda ante tu manipulación.

Y que sin dificultad ignore a los crueles jueces que se dicen sus amigos, y a veces, su propia familia; que no la culpen y que se perdone por amarte a ti, más que a ella misma.

Foto de Olya Kobruseva en Pexels-

Hola, soy Pamela Requena y en mi tiempo libre, además de cantar, me gusta escribir acerca de mis sentimientos y también de situaciones ajenas de la vida cotidiana, para externar mis pensamientos y sentimientos al respecto. En este poema me inspiré en todas las historias que he escuchado de mujeres que han sufrido violencia por parte de sus parejas.

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Alfalfa

Iconografía / Pintura

Técnica usada: Acuarela Autora: Andrea Poblano Zepeda Imagen: VisionPic .net

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Desde las tumbas Ficción / Cuento

Los Barberos

Por Carlos González*

La abarrotería de don Severino generaba suficientes ganancias como para mantener a una familia de tres: él, su esposa Carmela y su hijo Saúl, sin embargo no les alcanzaba. La banda del barrio los visitaba al menos dos veces por mes y tomaban mercancía o se llevaban dinero de la caja. Las ganancias de don Severino se veían disminuidas considerablemente.

Pero hubo un mes en el que simplemente dejaron de existir.

En la peluquería de la esquina de Mendizábal con Henríquez, que quedó abandonada tras la muerte de doña Lola, se reunía la banda. No hacía más de un mes que habían reclutado a Saúl. La banda era mejor conocida como “Los Barberos”. Eran diez y se manejaban por apodos, todos relacionados con una barbería: Rastrillo, Barba, Espejo, Tijeras … y el líder, Navaja.

Saúl conoció a Navaja dando la ronda por la colonia y, tras varias semanas de relación, este le ofreció un trato: — Entonces así quedamos, si le entras, ya no tocamos a tus jefes. Harás lo que te digamos. Sé que tienes conocidos en la siguiente colonia, queremos que nos metas allá, hay buenos carros.

— Necesito pensarlo.

— Es ahora o nada.

Saúl aceptó.

En la escuela pasaba desapercibido con casi todos los maestros, excepto con el de historia, con quien había hecho buenas migas y a quien le contaban todo. El profesor decía que Saúl tenía un futuro prometedor, el problema estaba en su barrio; en otra época había sido bueno, pero fue decayendo considerablemente con el paso de los años, tanto que ahora cada grafiti y cada hoyo en las paredes y calles tenía su historia. El profesor, luego de que Saúl le contara sobre su trato con la banda de Los Barberos intentó persuadirlo de retractarse, pero Saúl contra argumentaba que ya no era posible, además, le parecía que el

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Saúl contraargumentaba que ya no era posible, además, le parecía que el beneficio era mayor, aun considerando los grandes riesgos.

— Es para que dejen en paz a mi familia.

— ¿Tus padres lo saben?

— Sí, ya hasta le dije a mi papá que se comprara sin miedo el bocho usado que quería, le dije que no se robarían el estéreo.

El profesor desconfió, pero terminó aceptando con muchas reservas.

Navaja ya llevaba un buen tiempo adiestrando a los chicos de la colonia de al lado sobre cómo sacar estéreos y quitar rines. Saúl reclutó a algunos para cumplir con su parte del acuerdo. Luego de un tiempo de estar operando en la colonia, apareció una banda local, formada recientemente con la intención de no dejar que los extranjeros se aprovecharan de su gente.

Un día cualquiera que se le ocurrió a Navaja ir junto con Saúl a ver cómo iban las cosas por allá, un joven que lideraba un pequeño grupo se le acercó.

— ¿Y ustedes qué están haciendo? ¿Qué quieren?

Porque aquí ya no van a entrar a hacer sus mamadas.

O se largan de aquí y no vuelven o la cosa se pondrá fea.

A Navaja no le gustó la provocación, pero no pudo pelear; eran dos contra diez. Ambos lados sabían que eso no era irse con la cola entre las patas, tarde o temprano se volverían a encontrar.

Dos semanas después, cuando tocaba otra inspección, Navaja se aseguró de ir con la mitad de la banda (entre ellos Saúl) para que lo respaldaran en caso de que las cosas se pusieran bravas. Ordenó

Desde las tumbas Ficción / Cuento

que los demás se quedaran atrás, un poco escondidos para disimular; si llegaban a molestar, saldrían.

El líder de la nueva banda dobló la esquina junto con siete de los suyos, Saúl solo sintió cómo un escalofrío recorría su cuerpo, parecía que el tiempo se detenía y el único sonido que escuchaba era el palpitar de su corazón. Fue hasta ese momento que se dio cuenta de lo que había hecho. Recordaba las palabras que le había dicho el Navaja una de las tantas veces que habían salido a dar el rondín: “Yo solo aspiro a acabar de dos formas: muerto o en el bote”, ese conjunto de palabras, que en un principio no habían cobrado sentido, ahora se volvían verdad.

Hasta ese momento solo eran puras amagadas entre el líder local y el Navaja. Fue un movimiento en falso de los locales el que ocasionó la pelea.

Todos se agarraron a uno, menos Saúl, se quedó inmóvil, aterrado. Antes de siquiera poder pensar, un local le soltó un gancho, cayó al suelo y lo golpeó intercalando entre el rostro y el abdomen con una furia indescriptible. Navaja tomó por la espalda al que golpeaba a Saúl, lo tiró y ahora fue él quien comenzó a golpearlo. Invitó a Saúl a acompañarlo.

No pudo. Su única reacción fue correr. Navaja dejó de golpear al chico y se fue sobre él: “¿a dónde vas, cabrón?”, gritó. Corrió hacia él y lo alcanzó; lo tomó de la camisa ensangrentada con la mano izquierda mientras con la derecha lo golpeaba en diferentes partes del abdomen. Saúl solo daba pasos hacia atrás al recibir los golpes hasta que terminó cayendo al piso y se desmayó.

Despertó en el Hospital Rubén Leñero. No sentía las piernas. Por más que intentó que le dijeran qué sucedía lo único que le respondieron fue que estaban esperando a sus padres. Llegó don Severino junto con doña Carmela y, a petición de Saúl, llamaron al profesor. Una vez que estuvieron todos reunidos, Saúl les dijo a sus padres que fue gracias a él que Los Barberos habían dejado de ir a la abarrotería. Entonces don Severino obtuvo la respuesta a sus cuestionamientos sobre el por qué los habían

dejado de molestar. El profesor salió de la habitación con un sentimiento extraño, mezcla de furia, decepción y tristeza. Regresó a los dos minutos y escuchó al doctor: Saúl tenía dos costillas fisuradas, se había fracturado la columna y eso había dañado la médula, era necesario operar. El profesor se soltó a llorar.

Saúl pensó que con la cirugía sería suficiente. Pasó la operación. Salió del hospital. Pasó una, dos, tres semanas; luego cuatro, cinco y seis meses de terapia física y seguía igual. El doctor decía que la médula tarda entre tres y seis meses en desinflamarse. No fue sino hasta el séptimo mes que Saúl aceptó la posibilidad de que no volvería a caminar; se deprimió y tardó más de un año en recuperar el ánimo. Fue en ese tiempo que tuvo que hacerse a la idea de muchas cosas: que sus padres tuvieran que aprender un poco de terapia física para hacerle sus ejercicios en las piernas todas las mañanas y evitar que se formaran úlceras, que necesitaría ayuda para hacer ciertas cosas; pero, sobre todo, debía acostumbrarse a la silla, acostumbrarse a no odiarla.

Mientras estuvo hospitalizado, el profesor consiguió que no se le levantaran cargos en el Ministerio Público, en cambio, Los Barberos pasaron cinco días en la cárcel.

Al salir del hospital, luego de que el profesor, don Severino, Doña Carmela y Saúl hablaran de la situación, la familia se tuvo que mudar al otro extremo de la ciudad, con los hermanos de don Severino, para evitar alguna especie de represalia. El profesor se aseguró de que la preparatoria adaptara rampas para la silla y prácticamente se convirtió en su tercer tutor. Logró que terminara el bachillerato y entrara a la universidad.

Los Barberos ya no hicieron nada por buscarlo, sin embargo, no salían de la mente de Saúl, cada cierto tiempo recordaba el mantra de Navaja: “o cárcel o muerto”, pensaba que esa frase estaba incompleta y la reescribía cada vez: “o cárcel o muerto o lisiado”.

*Soy Carlos González y voy en sexto año. Mis sueños están en las estrellas y los números, pero a veces me gusta dejarlos a un lado, echar a volar mi imaginación y desafiar mis habilidades escribiendo historias.

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Desde las tumbas Ficción / Cuento

José José

Vasconcelos

Vasconcelos ERUDICIÓN ERUDICIÓN Imagen: Zoe Rodríguez Aragón 30 Coapan 30 Coapan

Desde las tumbas Ficción / Cuento

ENSAYO CR´ÓNICA ARTÍCULO Coapan 31 Coapan 31

Vaqueros José Vasconcelos Prepa 5 Recomendaciones Erudición / Ensayo

Migración y violencia: un análisis de El viaje de los cantores, de Hugo Salcedo Por Edith Vargas Jiménez*

Hugo Octavio Salcedo nació en Jalisco en 1964 y es uno de los dramaturgos de la llamada “Generación del Tercer Milenio” (Ita, 1991). Una constante en su teatro es la denuncia de la realidad violenta por la que ha transitado México; por lo tanto, acerca al espectador a la realidad de una de las zonas de mayor tensión en el país: la línea fronteriza del Norte de México. Lejos de abstracciones, su dramaturgia se vuelve una pieza importante para entender la realidad mexicana y las consecuencias trágicas de un país que económicamente no termina de ser independiente y que políticamente no garantiza la seguridad de los ciudadanos. El arte teatral de Salcedo, además de ser literatura, es enfrentamiento y encuentro. Por eso, en este análisis se aborda una de sus obras cumbre: El viaje de los cantores, obra de fácil acceso y lectura atrayente, contemporánea y novedosa, que nos permite reflexionar acerca de la violencia sistémica que permea en nuestro país, a partir, sobre todo, de la búsqueda del american dream.

El viaje de los cantores fue escrita en 1989 y obtuvo inmediatamente el “Premio Tirso de Molina”.

Un año después fue puesta en escena por la Compañía Nacional de Teatro del INBA. Se trata de una obra que aborda los problemas del sistema migratorio más grande del mundo: México-Estados Unidos, al que miles de personas se integran año con año sin ningún tipo de garantía social. A partir de una nota de La Jornada de 1987 titulada “Tráfico humano. 18

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mexicanos muertos al intentar pasar a E.U.”, donde se detalla la muerte por asfixia de dieciocho personas en un vagón de ferrocarril, Salcedo elabora su texto dramático que, aclara, puede seguir tres caminos, tanto para la puesta en escena como para su lectura: a) siguiendo el libreto, b) en orden cronológico y c) sorteando las escenas para producir combinaciones diferentes. Esto da como resultado una obra fragmentaria, múltiple, dinámica y que ofrece la posibilidad de integrar al público/lector y dejar que éste elija el orden de la historia.

La obra tiene un inicio “in extrema res”, pues el nudo dramático se presenta en las primeras líneas y el espectador conoce el desenlace (la muerte de los dieciocho hombres) desde el inicio. Por lo tanto, el eje de la obra está puesto en la anécdota de esas dieciocho muertes, que preparan y explican los demás acontecimientos. El guion inicia con la escena titulada “Varios meses después” y muestra a un nuevo grupo de migrantes intentando cruzar la frontera, aun cuando se ha especificado (y los mismos personajes lo saben) la tragedia acaecida a los dieciocho compatriotas asfixiados. Entonces, se trata de una obra cíclica, donde el tiempo engañosamente avanza, pues la trampa se repite. El país es una vía sin retorno, por donde transitan los personajes (los que murieron y los nuevos), lo cual significa una primera denuncia por parte del autor. Uno de los personajes reflexiona acerca de la imposibilidad de escapar: “Trenes van, trenes vienen, y yo aquí contando los

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los trenes que pasan de largo y los que se detienen” (Salcedo, 2014: 54).

La violencia del desarraigo es uno de los temas más importantes en esta obra: la violencia que significa salir por obligación, que implica abandonar a la familia quizá para siempre. En la obra, el sacerdote lo expresa muy bien, pues frente a los féretros exclama: “Ellos, señores, queridos hermanos, han ido a trabajar por todos nosotros. Han dejado aquí todo: casa, amigos, familia, para internarse como ilegales” (Salcedo, 2014: 63). Convertirse en el sustento de la comunidad es una de las razones para la migración indocumentada: la pobreza, el desempleo y las políticas neoliberales obligan a los sectores, principalmente masculinos, a abandonar sus poblaciones de origen e integrarse a un fenómeno que parece contradecir los conceptos de “ciudades sin frontera” y “ciudadanía universal”, utopías de la globalización, ya que los límites entre naciones se han recrudecido (García, 2013: s/p).

El viaje de los cantores refleja cómo el espejismo del progreso se convierte en violencia y en un intento por sobrevivir, ya que las políticas para los migrantes son tardías, parciales y reactivas: se toman medidas hasta que acontecen fenómenos como el de “los cantores”. Los migrantes indocumentados son usados por las autoridades, por los núcleos de

la mafia, por los “polleros” y por los “coyotes” que se aprovechan de la vulnerabilidad de ese sector que, ni en su propio país ni el extranjero, tienen garantías.

En cuanto a los personajes, son significativos los nombres que utiliza Salcedo: las mujeres se identifican con un número (Mujer 1, Mujer 2, Mujer 3) y los hombres no tienen derecho a un nombre propio (El Miqui, El Desconocido, El Chayo). Esto nos da a entender que las historias no son individuales, sino colectivas y, por lo tanto, la Mujer 1 puede ser cualquier mujer del país; pero también nos recuerda a las comunidades fantasmas, aquellas que se van quedando sin voz, sin nombres, sin existencia; aquellas donde el índice de natalidad es bajo o nulo debido a la migración: de 20 a 30 familias sostenidas por un anhelo de volver a encontrarse que muchas veces no se concreta en la realidad (Ríos, 2013: s/p): “Nos veremos pronto. vas a ver”, le dice El Chayo a la Mujer 5, quien le pregunta: “¿Cuándo?”, mientras la indicación en el libreto es No hay respuesta (Salcedo, 2014: 40).

Este desarraigo se ratifica en palabras de La Abuela: “Pero ellas están más [ciegas], porque despiden a sus hijos con la esperanza de volvernos a ver, cuando ellos ya no van a regresar nunca” (Salcedo, 2014: 55).

Los personajes de la obra están muertos desde el principio, por eso deambulan en un estado de

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realidad: “A lo mejor ya hasta me enterraron allá en Aguascalientes y yo aquí, creyéndomela que todavía estoy vivo” (Salcedo, 2014: 34). Los vivos ocupan el lugar de los muertos. Estas reflexiones se corresponden con el estado de incertidumbre que se vive a lo largo de la frontera: “¿Por qué no me dicen algo, que estoy vivo? [pregunta Rigo] Díganmelo. Una sola vez.

Necesito saberlo” (Salcedo, 2014: 45).

Acerca del lenguaje de los personajes, éste es dinámico: los diálogos son cortos y sucesivos, hay escasas acotaciones y se reproduce la jerga de algunas regiones y grupos sociales (como la del maquinista, en donde se observa la alternancia entre el código inglés y el español). Esto le otorga mayor verosimilitud a la pieza dramática. Salcedo también hace uso del monólogo, principalmente en las escenas donde se interroga al único sobreviviente del vagón y donde la abuela recuerda el pasado, lo que produce un efecto de soledad, ya que a ninguno de los dos personajes le responde ninguna persona.

Estos individuos están destinados al aislamiento, a la pérdida del sentido de comunidad y, a veces, a la propia identidad, como se aprecia en esta secuencia de la obra: “Hoy enterraremos seis cuerpos. Cinco de ellos los conocemos, sabemos sus nombres. Pero del sexto nada sabemos. Nadie lo reconoció. Nadie lo identificó. Nadie lo reclamó” (Salcedo, 2014: 63).

En la parte final se utiliza un tercer tipo de diálogo, a manera de coro del antiguo teatro griego, cuando las mujeres cantan la pérdida de los varones: “¡Pobres de nosotras, tan viejas, / pobres de nosotras, tan solas, / tan solas y tan viejas!” (Salcedo, 2014: 65).

Este coro, que reproduce la leyenda de la mujer que llora por la muerte de sus hijos (“¡Ay, mis hijos!”), es el que sostiene la verdad de la comunidad: frente al discurso del progreso, la fatalidad es lo único que conlleva cada nuevo viaje de estos hijos, mártires de una situación económica y social endeble. Son los nuevos Cristos y las madres representan a esas Marías dolorosas que gimen ante ellos: “Ahora pue-

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do ir que un nuevo Jesús, un nuevo Jesucristo vino a este mundo y ha sido asesinado. Cristo ha muerto nuevamente, víctima de la miseria de la humanidad.

Cristo ha muerto en un vagón de ferrocarril” (Salcedo, 2014: 25).

Este vagón representa un cerco, una trampa mortal. Pero este espacio no es el único que contiene esta connotación: el pueblo también significa una reclusión para las mujeres que se quedan en espera de los que no han de volver: “Mujeres... puras mujeres solas por todos lados. / Mujeres… mujeres corriendo a la estación del ferrocarril. / Mujeres corriendo la oficina del correo. / Mujeres durmiendo solas” (Salcedo, 2014: 38). Los espacios en los que se desarrolla la obra, el vagón y el pueblo, se convierten en espacios de soledad y supervivencia. El aislamiento es lo que emparenta estos personajes. Una vez más, la era de la comunicación global es una falacia.

Las comunidades transnacionales se mantienen apenas en contacto mediante las remesas, que se convierten, más que en valores comerciales, en actos simbólicos de arraigo (García, 2013: s/p).

Por ello, a través de un vagón herméticamente sellado, Hugo Salcedo ofrece la metáfora de un destino ya vivido anteriormente por otros y que se repetirá por nuevas generaciones: la desvinculación, la soledad, el aislamiento, la salida sin regreso… la violencia. La realidad migrante que plasma Hugo Salcedo a través de su obra significa también un acto de denuncia, por ello la obra termina con las siguientes palabras: “Señores, este acontecimiento debe ser de reflexión para todos nosotros. Debemos abrigar la justicia y la esperanza que llegará muy pronto y que debemos esperar no con los brazos cruzados, no sentados en actitud contemplativa, sino luchando y defendiendo nuestros derechos” (Salcedo, 2014: 63).

El viaje de los cantores representa, por lo tanto, una lectura reflexiva y contemporánea, que nos

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ayuda a entender la realidad de nuestro país, pero que también toca un tema universal, como lo es la violencia sistémica que obliga al desplazamiento forzado (de ahí el éxito de su puesta en escena en países como España, Francia, Holanda, Bielorrusia, entre otros). Una obra excelentemente escrita, innovadora e impactante, que nos invita a reflexionar acerca de esos “cantores” que todos los días exponen su vida en búsqueda de una promesa que, en ocasiones, nunca llega.

*Edith Vargas Jiménez es licenciada en Lengua y Literaturas Hispánicas por la UNAM, cuenta con una maestría en Estudios Latinoamericanos por la misma casa de estudios y es especialista en Literatura Mexicana, la cual cursó en la UAM. Ha realizado estancias de investigación en la Universidad de Chile y actualmente se desempeña como docente de la Escuela Nacional Preparatoria.

REFERENCIAS Ita, Fernando de. (1991). Teatro contemporáneo mexicano.

Antología. México: Fondo de Cultura Económica.

García, R. (sep 2013). “Remesas indígenas: ¿ilusión o estrategia integral de desarrollo?”. Simposio Remesas, Migración y Desarrollo en las Comunidades Indígenas del México Actual. México, Ciudad Universitaria, UNAM. Ríos, M. (sep 2013). “Migración y remesas en las regiones indígenas de Oaxaca”. Simposio Remesas, Migración y Desarrollo en las Comunidades Indígenas del México Actual.

México, Ciudad Universitaria, UNAM. Salcedo, H. (2014.). El viaje de los cantores. Toluca: Universidad Autónoma de México. Disponible en http://ri.uaemex.mx/bitstream/handle/20.500.11799/21602/El%20 Viaje%20de%20los%20cantores.pdf?sequence=1

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La compasión Por Rosa María Rangel Mondragón*

Paseando por una calle de Rusia durante la hambruna que acompañó a la guerra, León Tolstoi se topó con un mendigo. El escritor hurgó en sus bolsillos para buscar algo que darle al necesitado, pero ya no encontró nada dentro de ellos. En su camino había ido dando todo lo que traía a los menesterosos que encontraba a su paso, pues estaban enfermos, muriendo de hambre, o ambas cosas. Entonces, tomando consciencia de que no le quedaba nada más para dar, recurrió a lo último que tenía: miró con gran ternura a los ojos hundidos del hombre que le suplicaba una limosna, lo abrazó con empatía y le dijo: —No te enfades conmigo, hermano, no tengo nada más que darte. El rostro del hombre, que antes del abrazo estaba con el semblante demacrado, se iluminó en ese instante y brillaron las lágrimas en sus ojos mientras le decía: —¡Pero me llamaste hermano y eso es un gran regalo!

La compasión es un sentimiento de tristeza que se produce al ver padecer a otro y que impulsa a aliviar su dolor o sufrimiento, a remediarlo o a evitarlo. Se diferencia de la lástima en que ésta es un sentimiento pasivo que alguien tiene por el que sufre pero que no lo impulsa a actuar para ayudarlo; en cambio, cuando una persona actúa por compasión, se obtiene, además del bien para el otro, una satisfacción y paz profunda que hace crecer espiritual y moralmente a quien la practica.

La pandemia que estamos viviendo es de coronavirus. Lo digo porque veo que no solamente parece que este año nos continúa afectando este virus sino que, en muchos lugares y situaciones, me doy cuenta cómo hay personas que no sólo están

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sufriendo los efectos de la pandemia, sino que también están padeciendo los efectos del egoísmo, de la maldad, de no ser bondadosos con los demás, del maltrato físico y verbal. Frente a esto, ¿saben que nos hace falta? Nos falta ser más compasivos y amables. Hagamos consciencia de que no somos los únicos que la estamos pasando mal. En el mundo hay numerosísimas personas que, al igual que nosotros o aún más, han sido terriblemente afectados y no solamente por el coronavirus, que ya es, en sí, mucho.

Es verdad que, desde hace tiempo, en la historia del hombre no había habido algo que afectara tanto a la humanidad, sin importar la raza, la educación o el nivel económico, como esta enfermedad, pero debemos tener muy claro que el coronavirus debe afectar sólo la salud física, pero no nuestra salud interior, porque cuando no somos amables y compasivos con los que sufren, no sólo les causamos estrés y dolor, sino también hacemos brotar lo peor de ellos.

Seguramente les ha tocado ver videos que circulan en las redes sociales donde hay sujetos que insultan y, a veces, hasta golpean a otros solamente porque les piden que se pongan el cubreboca para entrar a algún sitio, sin razonar que estas personas sólo están cumpliendo con su deber, pues son las medidas sanitarias que se requieren como protocolo para protección de todos, no es que se le haya ocurrido al trabajador que está laborando en la puerta de entrada de algún establecimiento. A pesar de esto, hay personas que se enojan, que son descorteses, rudas y llegan hasta el extremo de ser groseras

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y violentas- Ellas son las que captan las cámaras y se publica este comportamiento en las redes sociales, pero hay muchas otras que hacen lo mismo en el trabajo, en la escuela, en los hogares y hasta es posible que nosotros mismos seamos de ese tipo de personas que sacan, no solamente lo peor de sí mismos, sino que, con frecuencia, orillan a los otros a que muestren lo más negativo que llevan dentro de ellos.

A veces, por personalidad o temperamento, hay individuos un poco más resistentes a las situaciones extremas, pero también hay algunos que son más frágiles que otros, sin decir por ello que unos sean mejor que otros, sino que simplemente son distintas sus reacciones, pero, en este tiempo, por muchas circunstancias aparejadas a la pandemia, ha habido un quiebre emocional de gente que en otras circunstancias había sido muy fuerte y esta situación la ha orillado a experimentar la debilidad y desquitar el coraje de descubrir su vulnerabilidad con quienes menos se lo merecen: a veces con los más débiles o con quien ha estado al lado de ellos manifestándoles cariño y sincero interés. Esto no es válido, pues debemos tomar conciencia de que no somos los únicos que estamos sufriendo; algunas personas pueden tal vez disimular más su dolor y otras no pueden hacerlo y aquí la cuestión es por qué hacer sufrir a los que nos rodean, siendo con ellos majaderos, prepotentes, rudos. Creo que la amabilidad es una clave para romper este círculo vicioso y, si no ayuda al otro a calmarse, por lo menos auxiliará a uno mismo para estar mejor emocionalmente.

Recuerdo mucho a un profesor que, cuando llegaba un estudiante, tal vez un poco enojado, a reclamarle por el resultado de un examen o trabajo él le solía decir: ”baje la voz y refuerce sus argumentos”.

Pues esta vez podríamos decir: ”Baje la voz y sea más amable y compasivo.”

Siempre es bueno preguntarse: ¿cómo me gustaría ser tratado? ¿A gritos y agresividad o con amabilidad y compasión? Pues seguramente lo segundo, a menos que se sea violento patológicamen-

te y vaya por el mundo violentando a todo aquél que se encuentra en el camino. Yo creo que ésa no puede ser la vocación de nadie en esta vida; en cambio, la misión de todo ser humano es ser compasivo.

El Sagrado Corazón de Jesús se ilustra con una imagen que lleva la siguiente frase: “aprended de mí que soy manso y humilde de corazón.” La mansedumbre es una virtud que está muy cerca de la amabilidad y que no significa otra cosa que el esfuerzo virtuoso de ser amable, cortés y bondadoso con el prójimo (el próximo) y, curiosamente, esto es lo que nosotros experimentamos en nuestra relación con la mayoría de las personas: nos tratan bien, nos tienden la mano cuando lo necesitamos, entonces, ¿por qué no somos también amables con los demás? Una posible razón es que filtramos nuestra conducta a través de nuestra frustración y nuestro dolor de ese día para, a través de él, desquitarnos con las otras personas cuando no tienen la culpa de lo que nos pasa. Esto es totalmente equivocado e indebido, pues la verdadera justicia no es la basada en la ley del talión, sino en no tratar mal ni groseramente a los demás. Pagar el mal con el bien, para hacer del círculo negativo de la agresividad un círculo virtuoso de ayuda y compasión.

Ser amable y compasivo con las personas es un regalo doble, pues no sólo se beneficia grandemente a quien lo necesita, también se lo hace a sí misma la persona que las procura, porque, al hacerlo igualmente se apacigua y pacífica, su espíritu consigue una satisfacción por hacer un acto bueno y su autoimagen se fortifica positivamente. En este contexto actual, donde hay tantas personas que realmente la están pasando igual de mal o peor que tú, estamos en el tiempo de la amabilidad. Sé amable con los que te rodean, porque casi nadie la está pasando bien y, si lo haces frecuentemente y con esfuerzo sincero, querrá decir que lo estás convirtiendo en un acto virtuoso (que así es como se cultivan las virtudes, a fuerza de repetir los valores, con trabajo y mucho esfuerzo, hasta hacerlos una forma natural de actuar). La virtud viene cuando el hábito se hace

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costumbre. Yo sé que no es fácil al principio, pero ¿y si lo intentamos? Vayamos pues a ser amables con todos y también amables con nosotros mismos.

Establezcamos una pandemia paralela: la pandemia del amor, de la compasión, de la amabilidad.

veras, no podrá descartar a las personas jamás, ni por debilidad, enfermedad o fracaso. Aunque haya que pasar por noches oscuras, siempre se necesita poner los medios para salir adelante en la fidelidad y el amor creativamente.

Cuando nos hacemos conscientes de la compasión que desde siempre han tenido los demás con nosotros de diferentes maneras y en variados ámbitos de nuestra vida, podemos irradiarla a los que la necesitan con diferentes perspectivas. Ya desde la casa podemos transmitirla con los pequeños y los ancianos, con quien nos tiene la comida hecha, nos cede la computadora para que trabajemos haciendo a un lado sus propias necesidades, para que ellos se sientan aceptados así como son y también apoyados. De esa manera podrán mejorar paulatinamente su autoestima, seguridad y la visión que tienen sobre sí mismos; de la misma forma, como de rebote, sucederá con nosotros, pues nos daremos cuenta de que somos capaces de cambiar el mundo que nos rodea al dejar a un lado nuestro egocentrismo y dolor.

Recordemos que el amor no debe tener límites. Por eso, Santo Tomás de Aquino, en el Tratado sobre la caridad escribió: ”El verdadero amor crece con las dificultades; el falso, se apaga. Por experiencia sabemos que, cuando soportamos pruebas difíciles por alguien a quien queremos, no se derrumba el amor, sino que crece aún más.”1 Y así, los que soportan por amor grandes contrariedades se afianzan en su sentimiento con ello. Es como un artista que se encariña por la obra que más trabajo le cuesta. El amor compasivo se debe ejercitar en todo momento, pero más especialmente cuando la otra persona se equivocó o está atravesando una gran dificultad, que es lo que el libro de El Cantar de los Cantares menciona como ”las aguas que no pudieron apagar el amor.”2 Este sentimiento, si de veras es sincero, tiene que fortalecerse en medio de las pruebas. Lo vemos en el matrimonio cuando los novios prometen amarse en la prosperidad y en la adversidad, en la salud y la enfermedad. Lo vemos en los padres que aceptan a sus hijos sin importar sus debilidades o igualmente es palpable en los hijos pequeños que aman a sus mayores sin importarles su profesión, economía o educación. Por eso, cuando uno ama de

En la vida diaria, recordemos que el amor compasivo se expresa en la sonrisa, dando gracias, diciendo a los otros sus cualidades, saludando amablemente, escuchando, deteniéndonos ante cada persona, levantando el ánimo, obsequiando objetos materiales a quien los necesita, exhortando con amor, ayudando a superar obstáculos y en tantos otros detalles que requieran el ejercicio de la compasión.

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Referencias 1 Tomás de Aquino, “Sobre la caridad”, 1. C., p. 212.

2 Aquino, Tomás de (2014). Tratado sobre la fe. Tratado sobre la caridad. Tratado sobre la esperanza. Summa Teológica. Vol. VII. , Madrid, Biblioteca de autores cristianos.

(2000). “Cantar de cantares” en Biblia de Jerusalén. Revisada y aumentada. Bilbao, Desclée De Brouwer.

*Rosa María Rangel Mondragón. Maestra en Letras Hispánicas que labora en la ENP-5 desde hace 32 años en el Colegio de Literatura, turno vespertino.

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Violencia Por María Francisca Balderas Rodríguez *

Hoy en día la palabra violencia generalmente puede referir a un acto dirigido contra mujeres ; pero también es algo que puede llevarse a cabo por cualquier ser humano, más allá del género, la edad, clase social, raza, educación, religión o cualquier otro factor que pudiera parecer propicio para la violencia.

Se puede generalizar la idea de que el espacio en el cual sucede la violencia es el espacio público, la calle, el trabajo, la escuela, y que los sujetos que la cometen son los otros; sin embargo, ésta no tiene un espacio privativo para su existencia, puede ser público o privado, tan privado como lo es el hogar.

Al mismo tiempo, los sujetos ejercedores de violencia no sólo son aquellos ajenos a las víctimas, sino que ésta puede ser cometida por parte de los seres más cercanos a ellas, pueden estar entre la familia, los amigos, la pareja sentimental, compañeros de trabajo, etc. Además , no necesariamente la violencia debe manifestarse en los otros, el sujeto mismo puede expresarla.

Es decir, la violencia es un acto que puede manifestarse en cualquier persona, bajo cualquier circunstancia, tiempo, lugar e incluso cultura, puesto que la violencia no es privativa de algo en específico; sino que es algo latente que puede manifestarse en cualquier momento.

Basta hacer una breve y superficial revisión histórica de las diversas sociedades humanas para encontrar momentos de violencia expresa en lo individual y en lo colectivo, momentos como las grandes guerras. No necesitamos retroceder demasiado, bastaría con revisar el siglo XX: las dos G uerras Mundiales son ejemplos suficientes de cómo la humanidad puede ser capaz de cometer actos

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de violencia en cualquiera de sus manifestaciones y hacia cualquier ser vivo.

Podemos mirar también la historia de México, específicamente podemos revisar la historia de las dos últimas décadas, que está plasmada de violencia entre los hijos de una misma nación. Basta una mirada para ver el ataque violento contra las hijas de la patria en su existir como madres, hijas, esposas, trabajadoras e, incluso, en la búsqueda por ser ellas mismas.

Pero, también, en esa mirada histórica mundial y nacional podemos encontrar situaciones de mayor exaltación de los grandes actos de beneficio y bienestar en la humanidad que han llevado a su evolución como especie; momentos en los cuales la humanidad ha sido guiada por la razón, la educación, la ley, por el trabajo, el arte o el deporte, guiados por las emociones o sentimientos, incluso por la propia fe que da el pensamiento mágico o religioso y ha sido capaz de crear una existencia social sin manifestaciones de violencia.

Así, la violencia es un acto que está latente, como la muerte, siempre de la mano de la vida. El ser humano puede ser expresión de muchos actos y situaciones, pues es un ser creador; es innegable que puede manifestar la violencia, como medio o como fin, como acción o reacción, como causa o como efecto; de igual manera es innegable que el ser humano puede ser manifestación de amor, de amistad o de cualquier otra expresión benéfica para su existencia.

Quiero asociar a esta reflexión sobre la violencia, una palabra de igual importancia en la vida del ser humano, que sirve en la antelación de sus actos, incluso en las circunstancias más adversas

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que pudiéramos pensar: elección. Además, también quiero traer a dos grandes figuras de la historia contemporánea, a Mahatma Gandhi y a Viktor Frankl.

A lo largo de la historia, el ser humano como creador ha sido constructor de una inmensidad de sociedades, con situaciones de diversa índole, tanto en lo político, económico, social como en lo cultural.

Hay situaciones que incluso permiten observar aparentemente actos de destrucción, pero más allá de la destrucción, en realidad está la creación de otras formas, de otras realidades, de otras sociedades e historias; es la creación-destrucción a partir de la elección.

Elegir es algo que nos permite crear a partir de escoger y de renunciar posiblemente a muchas otras formas de existir. En las sociedades hay toda una extensa gama de recursos para crear historias, situaciones y relaciones que permiten al ser humano desarrollar vida de manera individual y colectiva.

Histórica y estructuralmente se puede observar que, cuando una sociedad ofrece a sus integrantes toda clase de recursos para la existencia social, el ser humano está en mayores y mejores circunstancias para elegir el bienestar.

Incluso cuando hay sujetos que eligen hacer uso de manifestaciones de violencia como formas de desviación social respecto a las pautas de conducta,

y de los medios y fines establecidos socialmente, ellos hacen uso de los recursos que la sociedad ofrece al ser humano para su existencia social, en su búsqueda o lucha por existir en la sociedad, ya sea en formas de reproducción, transgresión o de transformación; en ese proceso de creación-destrucción a partir de la elecció.

Ejemplos que podríamos llamar negativos o adversos hay muchos (comparativamente hablando con respecto a la violencia y la paz como acciones puestas en extremos de la acción humana), que, por su ocurrencia constante y exaltada por los medios masivos de comunicación en la vida contemporánea, parece no necesario traerlos a la mención.

Pero también hay ejemplos positivos o de prosperidad en los actos humanos que conlleven estados de evolución o mejora en la sociedad, a partir de la decisión de un sujeto en un contexto de adversidad como puede ser la lucha por la independencia de un país, como fue el caso de la India con Mahatma Gandhi y su elección de favorecer una dura batalla enarbolada por la paz, por la no violencia.

Incluso en contextos de tragedias tan terribles como lo fueron los campos de concentración de la Alemania Nazi; Viktor Frankl, a partir de su Coapan 41

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experiencia de vida nos habla de la importancia del significado en los actos humanos, el cual permea de sentido de vida a las personas, asimismo, exalta la posibilidad de la libertad al elegir el significado y de ahí construir el sentido de la vida.

Paz, significado y sentido de vida, son tres grandes componentes principales que pueden acompañar al ser humano hoy en día, en su capacidad y poder de elegir; desde luego hacen falta muchos más componentes sociales, pero, sin duda, el conocimiento y la práctica al respecto de los tres componentes señalados son fundamentales también para la elección de la no violencia.

Puesto que con el conocimiento de que existe la paz como acción humana, y de que el significado y sentido de vida si bien son construcciones sociales, finalmente el sujeto tiene la posibilidad de elegir de qué significados se apropia y cuál es el sentido y poder que les concede en su vida, con ese conocimiento el ser humano está en mejores condiciones de elegir.

* Mi nombre es María Francisca Balderas Rodríguez, soy profesora en la ENP 5, me gusta conocer las diferentes formas en las que el ser humano se puede relacionar en grupo. Además, me gusta el cine y la lectura de cuentos.

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Autora: Jimena Guadalupe Delgado Suasnávar Título: “Ya no me lo puedes devolver” Técnica: acríclico. Año: 2021.

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Dai Si jie y la distopía China Foto de Lian Rodriguez en Pexels

Por María Sofía Hernández Guevara Grupo 509

“Me quedé en la cama hasta que cayó la noche, sin comer, sin hacer otra cosa que permanecer sumido en aquella historia francesa de amor y milagros.” Es esta una de las frases con las que inicia Balzac y la joven costurera china, obra en la que nuestro protagonista muestra el deleite de salir de una realidad en la que el respeto por el ser humano no existe, para encontrar otra totalmente diferente plasmada en los libros, una realidad que nunca se imaginó que pudiera existir.

sus casas con sus padres, pues ellos fueron acusados de burgueses, lo que reduce las oportunidades de volver a verlos.

Dai Sijie, en un intento de relatar lo vivido durante la llamada “reeducación”, nos ubica en China a principios de los setenta, cuando el presidente Mao Zedong pretendía erradicar cualquier vestigio de ideología burguesa, usando como herramienta la Revolución Cultural, lo que cambió la vida de miles de jóvenes.

La historia continúa y se encuentran con una maravilla, ahí, en el medio de la nada, en la época en la que todo lo que no tuviera alguna relación con adorar al presidente Mao estaba prohibido, hay una maleta llena de libros: las grandes obras de autores occidentales. Una chispa de curiosidad nace en ellos después de que su amigo, el dueño de la maleta, les presta una novela de Honoré de Balzac. Leerlo significa el descubrimiento de otro mundo y otras posibilidades de vida fuera de su realidad marcada por la denigración y la vulgaridad; en las hojas de papel discurre un mundo fastuoso, magnífico, en el que el ser humano tiene libertad de elección. Ese descubrimiento los marca profundamente y quieren conocer más y más, pero al verse limitados por su amigo, deciden tomar otro camino. ¿Qué serán capaces de hacer para apropiarse de esa maleta?

Dai Sijie comienza la novela presentándonos a un narrador autobiográfico, protagonista de la obra, quien, con su amigo Luo, llega a una aldea perdida en las montañas, donde antiguos contrabandistas y ladrones se encargarán de reeducarlo.

Los dos adolescentes se enfrentan a mundo que, hasta ese momento, les era ajeno, pues les enseñaan a labrar la tierra, a hacer fertilizantes naturales y, en general, a utilizar las manos para realizar el trabajo de campo, sin ninguna oportunidad de regresar a

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Después de varios días el jefe de la aldea se da cuenta de que son muy buenos narrando cuentos, así que les permite ir a la ciudad más cercana a ver películas para, luego, contarlas en la aldea, de esta manera, logran salir y conocer a más jóvenes de las aldeas vecinas.

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La novela Balzac y la joven costurera china es una narración amena, pero profunda en su análisis de la política china del momento, sin acercarse a la propaganda o al panfleto anticomunista; con una historia fluida en la que se suceden eventos crudos y fuertes relacionados con una realidad que pareciera existir solo encerrada en un libro pero que fue una verdad para una gran cantidad de jóvenes chinos. Además de ese trasfondo, Sijie presenta los altibajos propios del gran salto de la adolescencia a la edad adulta en un mundo de prohibiciones: amor, sexo, responsabilidad.

Dai Sijie, cineasta y novelista chino, revela una cara de la historia pocas veces narrada, pero de suma importancia para el mundo, una historia que contiene amistad, pasiones, esperanza, enojo, pero, sobre todo, mucha fuerza emocional y física. Al terminarlo de leer, no se puede evitar la pregunta: ¿cómo sobrevivir en esa cárcel?

Sijie, D. (2005). Balzac y la joven costurera china. (Trad. M. Serrat) 12ª ed.

Barcelona: Salamandra.

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Coapan es una publicación fundada en 2020, editada por el Colegio de Literatura de la ENP 5, José Vasconcelos, de la UNAM. Calz. del Hueso sn, Coapa, Tlalpan, 14300 Ciudad de México, CDMX. Colaboraciones y correspondencia: revistacoapanenp5@gmail.com

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