Por qué. Número 116

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A FONDO

Historias de mujeres, sueños de mujeres POR EL AULA DE FILOSOFÍA ADELINA, GLORIA, PILAR Y MARI QUIZÁ PARA ALGUNOS esto resulte incomprensible, pero es verdad. Las mujeres que ya pasamos de los sesenta hemos tenido muy pocas posibilidades de escoger una profesión, de soñar qué queríamos ser. A nuestros hermanos y primos les preguntaban desde casi que comenzaban a hablar qué querían ser. Nosotras ya lo teníamos predestinado. Había una canción que se cantaba saltando a la cuerda que decía: Quisiera saber mi vocación: soltera, casada, viuda o monja. Y así era, por eso como homenaje a todas esas mujeres que en su día nadie les preguntó qué querían ser, vaya esta pequeña manifestación de esos sueños desde el aula de Filosofía

Ilusión cumplida

Nací en los años cuarenta y a pesar de las estrecheces que pasábamos, eran años malos, tuve una infancia feliz. Me encantaba ir a la escuela, pese a las matemáticas. El tiempo se me hacía siempre corto. Yo era curiosa por naturaleza, los jueves que no habia escuela por la tarde, yo soñaba con merodear por la plaza y las calles del pueblo para descubrir cosa, pero me tocaba llevar las vacas a pastar y los sueños

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POR QUÉ

se trocaban en algo que no deseaba. Mi verdadera pasión estaba en los libros, cuentos o novelas, tanto me daba. A causa de eso me llevé más de una bronca de mi madre. Cuando tenía que ayudar en algo yo iba con el libro debajo del brazo y me entretenía leyendo más de lo debido. De esa pasión nació una vocación. Tenía mucha imaginación y pensé que no sería dificil plasmar en un libro todos mis sentimientos, alegrías, ilusiones, tristezas. Pero en aquel entonces era muy difícil estudiar así que no me hice muchas ilusiones. Pero el destino, la suerte se puso de mi lado y fui a parar a la ciudad para trabajar, no fui sola, fui con una amiga que me sirvió para paliar un poco el susto que llevábamos al ser la primera vez que salíamos del pueblo. Y me vi trabajando y la ilusión de ser escritora me vol-

vió a renacer. Pude empezar a estudiar en los ratos libres. A pesar de los años transcurridos todavía recuerdo la emoción que sentí al terminar mi primer libro. Después hubo muchos más. Por fin era escritora el objetivo de mi vida estaba cumplido. Lo mejor de esta profesión fue la creación de personajes. A veces estaba tan metida en ellos que dudaba si eran reales o no; en los personajes mezclaba detalles reales y ficticios muchos de ellos de mi propia vida. Ahora estoy jubilada y aunque no he dejado de escribir si lo he hecho de una manera profesional. Ahora mis escritos son más personales, recordando, analizando aquellos momentos felices. A veces me emociono pensando en cuantas casas está mi firma, mi dedicatoria plasmada en aquella primera página... recuerdo aquellos días inter-


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