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ARTÍCULO DOS ACLARACIONES EN TORNO A MI LIBRO RAQUETISTAS

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Recientemente he publicado un libro que reconstruye la historia de la modalidad de raqueta jugada por mujeres. Esta modalidad se desarrolló entre los años 10 y el año 80 del siglo pasado y alcanzó cotas de éxito -en número de profesionales y frontones- equiparables e incluso superiores a las modalidades masculinas.

Titulado Raquetistas. Gloria, represión y olvido de las pelotaris profesionales, el libro tiene como objetivo revertir los discursos y contrarrestar los tópicos que se han construido en torno a esta modalidad, sobre todo aquellos que la consideran un juego menor o un juego que no tuvo arraigo en el País Vasco. Me atrevo a afirmar que, durante los años 30, 40 y parte de los 50, la raqueta dominó el panorama deportivo de la pelota y, si no tuvo continuidad en Euskadi, se debió principalmente a que las mujeres preferían jugar allí donde obtenían mayor reconocimiento, libertad y les pagaban mejor. Muchos frontones tuvieron que cerrar a causa de la dificultad para conseguir pelotaris, entre ellos el Gros de Donostia. La persecución y las prohibiciones que pesaron sobre ella hicieron que la raqueta se concentrara en Madrid y Barcelona, donde llegó a haber más de 10 frontones dedicados a la modalidad, y más tarde en México D.F., con dos.

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En este texto quiero dar respuesta a dos apreciaciones o críticas que se me han hecho a raíz del libro y que, por su valor, creo que merecen una respuesta por mi parte. Son dos apreciaciones que abren interesantes debates y que podrían constituir investigaciones futuras para la pelota y el deporte en general. Ambas provienen de ex-pelotaris, ambos muy implicados hoy en el estudio de la pelota, y, aunque merecen como digo una investigación más a fondo, voy a formular mi opinión en las siguientes líneas.

La primera de las apreciaciones tiene que ver con el número de profesionales y con el papel de la raqueta durante la guerra civil española. Como sabemos por una estadística realizada en 1943, año en que se prohíbe la emisión de nuevas licencias profesionales a las mujeres, en aquel año había 1.432 pelotaris profesionales en activo: “92 a mano, 106 a remonte, 185 a pala, 265 a cesta-punta, 734 a raqueta y 50 de modalidad indefinida”. Es decir, había más pelotaris profesionales mujeres que hombres. Superaban al resto de modalidad juntas y triplicaban a los puntistas, auténticos iconos de la emigración deportiva vasca.

Soy consciente de que es una cifra que sorprende y que, desde los parámetros actuales

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