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Badarán
dad de ocupaciones del sector primario con espacios extensos dedicadas al aprovechamiento del monte (ahora residual), de los pastos, especialmente para la ganadería ovina y, en su tiempo, vacuna, y, sobre todo, la agricultura. La tierra de Badarán ha estado y está dedicada a los cereales (trigo, cebada y, antes también avena y centeno), los cultivos irrigados, por el Cárdenas y el arroyo de Aventines, tanto leñosos, hoy con presencia testimonial, como la tradicional huerta riojana tan variada y colorida. Al presente hay un casi total abandono del cultivo de la patata y la remolacha azucarera, antes abundantes, por el contrario, se da una incipiente dedicación a la colza. Puesto que el municipio, de clima mediterráneo de interior (veranos calurosos e inviernos fríos con elevada amplitud térmica, de unos quince grados centígrados), tiene influencia oceánica y además cuenta con el agua de diversos arroyos, francamente en desaparición como dijimos, pero que aportan humedad, han permitido, especialmente en años con primaveras sin accidentes meteorológicos serios, cosechas abundantes en tierras tradicionalmente consideradas de secano. Y, por supuesto, el otro gran cultivo de Badarán ha sido la viña, acompañado de la posterior elaboración de vinos. La relación de los vecinos de Badarán con la vid y el vino no siempre ha sido asunto en el cuál pudieran decidir. La vid llegó al tiempo que en el resto de la comarca ligadas al mundo romano y se han encontrado variedades silvestres autóctonas, su cultivo evolucionó parejo a lo largo de los siglos al del resto de municipios de la región pero cambió significativamente cuando el monasterio de San Millán de la Cogolla se fundó y dominó buena parte del norte peninsular y nuestro valle del Cárdenas. Entonces la vid quedó reducida a un corto espacio del terrazgo cultivado y se debió esperar a mediados del siglo XIX a que se dedicasen grandes superficies a la viña y proliferasen edificaciones definidas como bodegas y calados para la conservación de los vinos. El municipio destaca hoy por la importante presencia de viñas históricas, anteriores a la Guerra Civil y a la destacada producción de uva y vinos de calidad.
Todos estos recursos han permitido que Badarán haya contado siempre con un volumen de población superior a casi todos los municipios colindantes y a la presencia de servicios y oficios que ni en tipología ni en volumen se ha contado en el valle del Cárdenas ni en su entorno, aunque siempre ha sido necesario acudir a Nájera y, ahora, a Logroño, para poder satisfacer todas las necesidades. Badarán, aun notando el generalizado descenso demográfico del mundo rural, cuenta en la actualidad con escuelas públicas (sede del Centro Rural Agrupado “Entrevalles”, que engloba a los municipios de San Millán de la Cogolla, Anguiano y Viniegra de Abajo), Centro de Día para personas mayores, dos carnicerías (Carnicería Lidia y Carnicería Joaquina), varias tiendas de alimentación (Amorcito, la Pegasa), droguería-mercería (Casa Manuel), peluquería (Susana), talleres metálicos (Rodolfo Alcalde y Ramón Alcalde “Chispas”) taller mecánico (Javier Olarte), estudio de diseño interior (La Proyectual), carpintería (Santiago Pérez), servicios de hostelería y entretenimiento (Cantinflas II, Bar Restaurante Comercio, La Taberna, Mesón Conde de Badarán y Bar Bala), servicios de alojamiento (Hotel Conde de Badarán y casas rurales: Badarán Divino, La Perla del Valle, Hostal Rural La Ribera y alojamientos turísticos Casa Alfredo), una almazara (Villasante) y destacadas bodegas y elaboradores de vino (David Moreno, Pedro Martínez Alesanco, Rivalia, García Uruñuela, del territorio del alto Ebro en el avance de los reinos cristianos hacia el sur. El monasterio va adquiriendo innumerables tierras a particulares y villas, afianzando privilegios sobre pastos, montes, derechos jurisdiccionales, dispensas eclesiásticas, poniendo bajo la vara del abad a ministros de justicia o la propiedad de inmuebles esenciales (molinos harineros), en definitiva, convierte a todos los habitantes en siervos, cuando antes no conocían señor y eran libres.
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Rulei, Muga, Jairo Morga Manzanares y Haro Gómez Cruzado).
La presencia humana por las tierras que hoy componen el municipio de Badarán es segura hace más de 200 000 años, que algunos alargan a los 300 000 y que otros vinculan con los mismos pobladores de Atapuerca y amplían a los 800 000. Conforme a los hallazgos en superficie de gran variedad de utensilios empleados en la Prehistoria en las tierras de Badarán y en los de los municipios colindantes hacia el noroeste, en este área se desarrolló de forma destacada las culturas Achelense y Musteriense con reconocidas piezas de hendedores, bifaces, raederas, azagayas, propulsores, etc. de las que hay una buena muestra en el Museo situado en el edificio del ayuntamiento de Badarán y que también se pueden ver en el Museo Histórico Arqueológico Najerillense (Nájera) y en el Museo de La Rioja (Logroño). Aunque con ausencias temporales, en el municipio o sus alrededores, se constata la presencia humana en el Mesolítico, el Neolítico y la Edad de los Metales, acercándonos ya a hace unos 3000 años. En el milenio anterior a la presencia de Roma hubo asentamientos celtas en el valle del Cárdenas y en la jurisdicción de Badarán, como lo prueban los vestigios en superficie (Villorquito), algunas monedas, las pesas de telar beronas o el indigenismo de un ara votiva romana.
La presencia de enclaves poblados romanos en todo el valle del Cárdenas es manifiesta en el siglo I de nuestra era. En Badarán los había, por lo menos, en Sobrevilla, Viaprados y Villadolquite, junto a numerosos centros alfareros como en Viavacas o Aventines.


Lo cierto es que el destacado centro alfarero de Tricio provocará la proliferación de pequeños talleres a lo largo de toda la cuenca del río Cárdenas que le abastecían de alimentos y cerámica de terra sigillata que acabó en la misma Roma. Muchos de estos enclaves, tanto como poblamientos o meros centros productores, pervivirán a lo largo de los siglos constatándose en ellos la transformación de los cultos romanos, algunos con claro origen indígena y otros incluso orientalizados como la jarra con dioses egipcios paganos de entre los siglos I y II, hacia la imposición del cristianismo como quedó plasmado en piezas de cerámica tardorromana.
La inseguridad de los tiempos provocará la despoblación y desaparición de algunos de los enclaves del valle del Cárdenas y al fortalecimiento de otros, ahora vicos o aldeas, como el de Villagonzalo en tierras de Badarán cuyo nombre parece vinculado al germánico de Gundisalvo, también se desarrollará el eremitismo, destacando entre ellos el anacoreta Aemilianus (Millán) que vive en el siglo VI y que dará lugar al santo y al monasterio de San Millán de la Cogolla. La población repartida por el valle era limitada y desperdigada en diversos caseríos dedicados a la agricultura y la ganadería que más adelante sufrirán la presencia de los musulmanes y los efectos de la frontera de estos con leoneses, y luego leoneses y castellanos y de estos con los navarros. Los reyes, especialmente desde la corte de Nájera, llenarán de privilegios y bienes al cenobio emilianense, clave en la repoblación y el dominio
Es tan grande el poder del monasterio de San Millán de la Cogolla y tan claro su dominio sobre el valle que logran un privilegio de Alfonso XI de Castilla fechado en 15 de mayo de 1326 por el que los lugares de Terrero, Villagonzalo, Villadolquit y Badarán son obligados a componer un único núcleo de población, con pastos y aprovechamientos comunes, dando lugar al Badarán que conocemos. Todos son antiguos caseríos ya existentes y bien documentados, uno de los que menos el primitivo Badarán, más un lugar que un núcleo de población. En todo caso, el nuevo municipio es denominado Badarán, resultado de unir la palabra “valle” en latín (Vallem, val) y su grafía en euskera (harán), dando como resultado “valle del valle”. El lugar elegido fue el promontorio situado en la parte más oriental del actual caserío de Badarán, un espacio que en algunos momentos se defenderá con cercas. El monasterio alegó que reunía a personas y bienes porque sobre todos ellos tenía los mismos fueros, que con ello hacía frente al despoblamiento de sus tierras y lograba defender a sus vasallos de la constante e incómoda presencia de infanzones sin señor, cierto, pero también agrandaba su señorío jurisdiccional y racionalizaba a su favor la explotación agropecuaria de la zona a la par que silenciaba derechos civiles y eclesiásticos particulares que aún mantenían los antiguos poblados.

Desde 1326 hasta finales del siglo XVI el cenobio emilianense mantendrá sobre Badarán el señorío pleno y agrandará su poder económico convirtiendo el municipio en un enclave muy importante en su economía monasterial. En tiempos de Carlos I y Felipe II el abad del monasterio San Millán tuvo que ir suavizando los derechos sobre Badarán, primero los vergonzantes y penosos (ir sin jornal a trabajar las tierras del monasterio) y luego los señoriales (martiniega, castillería, yantar, etc.) para después limitar el uso de la caza, la pesca y el monte. Es entonces cuando los vecinos de Badarán logran disponer de alcalde propio y constituirse como ayuntamiento lo que redondean con el compromiso del monasterio de que los sirvientes de la parroquia local sean hijos bautizados, por tanto, sirvan curas y no frailes. Finalmente, el señorío de Badarán es apartado del abad y monasterio de San Millán y tras pasar por distintos señores, ser comprado por sus propios vecinos. Badarán se hizo de realengo en 1602 pero sin lograr quitarse de encima muchos de los antiguos derechos señoriales del cenobio y sufriendo su completo dominio económico. Sin duda, Badarán ha contribuido a lo largo de su historia notablemente a la grandeza del monasterio de San Millán.

Si hasta entonces el personaje más destacado en la historia de Badarán fue el peón de Villagonzalo que logró en el siglo XII por medio de ordalía ciertas tierras en disputa con la cercana villa de Madriz, en el siglo XVII lo serán los Torrecilla. Esta familia, estrechamente vinculada con los Manso de Zúñiga (Señores de Canillas) y presentes en la corte de Felipe III, lograron encumbrarse a través de la carrera eclesiástica alcanzando Esteban Torrecilla Martínez el puesto de presidente del Consejo de Castilla y su sobrino Juan Torrecilla Briones ocupar la silla de arzobispo en Monreal (Sicilia, Italia) e incluso, en un escaso tiempo, Virrey de Sicilia. Los Torrecilla serán durante el siglo XVII los oligarcas de Badarán y nada se hará sin su consentimiento, forzando a un feroz enfrentamiento de la villa contra el abad y monasterio de San Millán. La primera casa con escudo del municipio fue la suya, lograron que se abandonase la antigua parroquia del pueblo y se construyese la actual, se hicieron con la única capilla con mausoleo existente en el templo, digna de ser visitada, y tomaron el ayuntamiento como propio mientras el caserío del municipio se extendía hacia el oeste. Tras cierto esplendor se ruralizaron, mientras el monasterio de San Millán que ya era una pequeña parte de todo lo que fue, consolidó su posición económica concentrando su explotación monasterial en unos pocos municipios riojanos, uno de los más importantes, Badarán, donde su explotación agraria condicionó el espacio de la tierra cultivada, de pastos y monte y también los cultivos. El monasterio mantuvo el cultivo del cereal por encima de cualquier otro, dejando la propiedad de la viña a los vecinos par- ticulares, ahora colonos, quienes mantuvieron una escasa extensión de tierra dedicada a la vid, destacando dos áreas, el Camino a Nájera, próximo a la linde con ese municipio, y la zona del camino de Valdemahave, alejada del caserío y cerca de las jurisdicciones limítrofes. Así fue hasta la exclaustración de los monjes (1835) y a las desamortizaciones. Antes de seguir, conviene señalar que a comienzos del siglo XIX se construyó la segunda casa blasonada del municipio, también por una familia que hizo carrera eclesiástica y cuyos miembros más destacados fueron Venancio y José Ruiz de Gopegui González, uno canónigo en la catedral de Santo Domingo de la Calzada, el otro abogado de los Reales Consejos y de la Real Audiencia de Sevilla y de las Juntas constituidas para la defensa contra los franceses en la Guerra de la Independencia.
Fue desaparecer el dominio del monasterio de San Millán de la Cogolla y Badarán explotar demográfica y económicamente, evidente tras la mitad del siglo XIX cuando se obtuvieron los mejores rendimientos de la tierra antes de mecanizarse el campo y los vecinos plantaron innumerables fanegas de viña, multiplicándose los oficios y dedicaciones artesanales o industriales (aserraderos, utillaje del hierro, cárnicas, molinos harineros, panaderías). El número de habitantes creció y así lo hizo hasta la década de 1950 cuando se alcanzó una cifra nunca superada, cerca de 1500 habitantes; hoy tan solo son algo más de la tercera parte de aquellos. El reparto de la tierra del XIX dio lugar a la aparición de terratenientes y a la multiplicación de jornaleros que tras la llegada de la filoxera tuvieron que emigrar, muchos hacia América. Mientras, el control del ayuntamiento quedó en manos de unos pocos, el municipio crecía en caserío y se construía el actual edificio del ayuntamiento, conservando en su fachada una hornacina con san Roque en recuerdo del primitivo lugar donde se juntaban los vecinos y que también fue ermita. Santo que en agosto y junto a la Virgen concentran los días de fiestas principales del municipio y que, por cierto, antes de llegar el siglo XX sustituyó como patrón principal a san Andrés; mientras, los vecinos de Badarán ayudaban de forma directa y significativa en la reconstrucción del monasterio de Valvanera. Lejos, en Madrid, Alfonso XIII designaba como senador al obispo de Osma, José María García Escudero y Ubago (1847-1909), nacido en Badarán y cuyo apellido era heredero del primitivo mayorazgo y gloria de los Torrecilla del siglo XVI. Poco después Badarán, que tanto luchó contra sus ataduras frente a señor, de nuevo quedaba en manos de otro aunque ahora solo fuera de forma honorífica, en 1926 Pío García Escudero y Ubago, gobernador del Banco de España, fue nombrado conde de Badarán, título que aún mantienen sus herederos. También vinculado con el Banco de España, y por sus destacados estudios en matemática y estadística, debe ser nombrado Olegario Fernández Baños (1886-1946).

Especialmente dolorosa, por el alcance y saña con la que se llevó a cabo, fue la represión en la retaguardia de la Guerra Civil: veintidós muertos, muchos de ellos señalados por el cura párroco. Un número menor murió en la contienda en el bando de los vencedores. Ya quedaba lejos el primer alcalde constitucional, Andrés Baños, nombrado en 1821, y los que luego le siguieron durante los siglos XIX y XX, ahora se imponía el silencio y el control desde el ayuntamiento, el púlpito y la guardia civil. Aunque ya existían en el pueblo al menos tres fuentes para agua de boca desde el siglo XIX y las mujeres debían acudir al río chiquito a lavar la ropa, en 1945 se hizo una acometida general por las calles (después saneada varias veces e incorporando dos grandes depósitos en el alto de Santiago); el Servicio Nacional de Cereales construyó voluminosos depósitos para granos (hoy desparecidos); la enseñanza básica, que ya se desarrollaba por lo menos desde mediados del XIX, se afianzó utilizando los locales del ayuntamiento y en 1965 se inauguró el actual edificio de escuelas acompañado de viviendas para los maestros y de un frontón de pelota a mano, dejándose de usar para tal fin las paredes exteriores del transepto de la iglesia parroquial, el frontón acabaría cubriéndose en 1976 y llamándose Elola.
La llegada de la democracia trajo en Badarán una explosión en cultura, fiesta y deporte. El cine parroquial esencial durante toda la dictadura, con origen en 1932 y cuyo edificio contenía muchas piedras de la antigua granja emilianense de San Martín, ahora se convirtió en el escenario de numerosas obras de teatro de la mano de sus vecinos bajo la compañía “Agua de mayo”; comenzaron a despuntar diversos pintores y escultores, logrando algunos consagrase (Mª Nela Escalera Manzanares, Juan José García-Escudero Larrea o Jesús Andrés Díez Rodríguez); lo mejor de diversas peñas festivas se aunaron bajo el nombre de “Sopas de Ajo” y el frontón se llenaba a rebosar en los campeonatos “interpueblos” para deleitarse con el mejor juego de pelota, fundamentalmente a mano, logrando muchos campeonatos en La Rioja y el País Vasco, llegando algunos de sus integrantes a ser profesionales (Eduardo García, “El Rubio”, Carlos Gabarri y Vicente Ibáñez) o, desde el campo amateur, ser campeones de España (Vicente Ibáñez en 1982 y 1983 en mano individual). Todos los fines de semana Badarán era un bullicio, se desarrolló el sector servicios y sus fiestas patronales fueron ejemplo y reclamo regional atrayendo a tan gran número de personas que muchas calles bien podrían decirse quedaban impracticables. Pero todo eso pasó, aunque lo esencial ha quedado sin tanta alaraca: siguen las fiestas y los partidos de pelota, la compañía de teatro se mantiene y parte de quienes fueron actores aficionados este año organizan ya la VIII edición BQH (Badarán que hablar) de renombre nacional, se mima la ruta a pie “Camino Real”, el municipio se ha preocupado por los niños que estudiaron en los bajos del ayuntamiento y ahora se entretienen en el Centro de Día (desde 2017). Varias bodegas locales, recuerdo de los pequeños calados particulares, ahora son grandes empresas vitivinícolas con una merecida gloria nacional e internacional y Badarán lucha por encontrar una voz particular dentro del desarrollo del Valle de la Lengua.

