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de América”.

Y de Euskal Herria norte, debiéramos añadir nosotros. Fue el pelotari que logró la carta de ciudadanía para la pelota de trinquete, y la modalidad se hizo con los credenciales que documentaban su mayoría de edad. Goñi-Porteño logró limar las diferencias en relación con el juego de los frontones de mano y chistera. El pelotari chivilcoyano pasó a ser referente máximo en las canchas de trinquete.

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Disputó sus últimos partidos, no demasiados, en 1906. Llevaba dos años jugados con los mejores, pero, ya no era el temido pelotari con el que soñaban enfrentarse muchos de los jugadores de la época. Las consecuencias, parece, de una vida en ocasiones disipada y, en general, poco acorde con las exigencias de un deporte de máximo nivel avivaron el ritmo de su decadencia y de su ocaso. Dicen que el alcohol fue la causa de su deterioro…Sabemos hoy, y de buena tinta lo sabemos, que la sífilis fue la causa de su declive deportivo y personal a los infiernos, y la razón definitiva de su internamiento en una casa de salud llamada Hospital de las Mercedes (hoy Instituto Borda). La relación de personalidades de primer orden y que sucumbieron a esa enfermedad es amplia: Nietszch, Stendhal, Byron, Baudelaire, Tolstoi, Verlaine, Baudelaire en el campo del pensamiento y la literatura; en la música Schubert, Liszt y Donizetti; en la pintura, Van Gogh, Gauguin…En la pelota, nuestro Goñi El Porteño. En su caso, fueron los últimos veintitrés años de su existencia los castigados por la enfermedad con más sombras que luces en su mente adormilada. Un pelotari no alcanza la categoría de leyenda hasta que comienzan los aficionados a colgarle toda suerte de historias en su perchero personal. Del Porteño se ha venido diciendo erróneamente que no tenía un documento como lo era en aquel tiempo la partida bautismal. Sí, existe ese documento y deja claro que José Goñi Erostarbe, hijo de Martín y Telesfora nació en Chivilcoy (Argentina), en 1873, el 1 de agosto. Después de innumerables gestiones hemos podido conocer la procedencia de su padre, Martín Goñi, nacido en el valle de Odieta, en Navarra; su madre, Telesfora Erostarbe Elorza, era nacida en Oñati (Gipuzkoa). Se ha escrito sin fundamento alguno que José Goñi-Porteño murió en 1949. Otro error. No, su muerte ocurrió en 1930; fue enterrado en el cementerio de la Chacarita, en Buenos Aires, y sus restos reposan hoy en día en el panteón de la familia Goñi en Chivilcoy.

Este año se cumplen ciento cincuenta años del nacimiento del pelotari argentino. Lo más seguro es que esta efeméride pasa desapercibida para la mayoría, porque su biografía es materia de olvido. En cualquier caso, este escrito es nuestro pequeño homenaje al pelotari que brilló con las mayores estrellas en el firmamento de la pelota y que, una vez apagado el fulgor de sus días de gloria, cayó en el más doloroso de los olvidos.

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