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Movida Estudiantil

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Experiencia

Experiencia

Del valor de un abrazo y otros asuntos importantes

“Siempre junto al recuerdo de la Iglesia de St. Paul’s estará el recuerdo familiar de ese pequeño rincón en Essex que conquistó, y aún tiene, mi corazón”.

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Susy Esther Porras Polo

Licenciatura en Lenguas Modernas e Historia

Me había costado mucho llegar hasta ahí. Para mí, haber superado las mil preguntas del agente migratorio, haber subido sola en tren con dos maletas gigantes y haber conseguido una Sim Card británica fueron grandes victorias. Desde que llegué a Inglaterra no sólo estaba superando muchas cosas, sino que también me sentía feliz y madura. Era capaz de quedarme sola en Londres y tomar buses para cruzar el océano y ahora estaba ahí, con Zamira y Santiago en videollamada haciendo planes para ir a París, ciudad que siento mía aún sin conocerla. Por otra parte, soy de las personas que, por miedo a una decepción, prefi ere solo permitir la emoción cuando ve que la probabilidad de que todo salga bien es alta. En esta ocasión, sentía que había pocos riesgos, así que me permití soñar y me visualicé frente a la reconstrucción de Notre-Dame. Tenía una lista con todos los lugares a los que tenía que ir en solo 3 días: pensaba ir a conferencias, caminar hasta que no sintiera mis pies y obviamente, hablar francés con un nativo en Francia.

De pronto, sonó mi celular con una alerta de emergencia: ¡La Unión Europea acababa de cerrar sus fronteras para evitar la propagación del Covid-19! En unos días, mis fl atmates europeos se devolvieron a sus países y me quedé en la residencia con solo 1 de mis 13 compañeros. Aun así, me considero una persona positiva, así que aproveché las pequeñas cosas que aún podía hacer como tomar té con Zamira o ir a la iglesia. Sin embargo, todo se vendría abajo el día que Boris Johnson anunció que cualquier actividad social estaba prohibida. Ese día lloré y cada lágrima representaba algo importante. Realmente no podía creer que había cruzado el Atlántico para quedarme encerrada en mi habitación.

Intenté lo mismo que todos en cuarentena: recetas, peinados, ejercicio, series, etc.; pero la diferencia de horario me estaba matando. Mis papás y amigos se despertaban cuando para mí eran las 2:00 de la tarde, así que las mañanas eran muy difíciles. Un día comencé a hacer mis ensayos fi nales, pero mi mirada encontró la lista de lugares en París y simplemente me puse a llorar, aparentemente de la nada. Tenía tantas cosas en mi corazón; quería reclamarle a todo el mundo, a mí misma y al COVID; quería encontrar un responsable. Ese día me di cuenta de que necesitaba un abrazo y no había nadie que pudiera dármelo. Gracias a Dios, y no es muletilla, por los servicios de salud mental que tienen en Warwick porque mi psicóloga, Sophie, me llamaba semanalmente, aunque solo fuera para escucharme llorar. Me convencí de que era la mejor forma de practicar inglés porque no pensaba; solo sentía y me expresaba.

Ya que volver a Colombia no era una opción por el cierre de fronteras, no se justifi caba seguir pagando el alojamiento en el que estaba. Fue allí cuando apareció mi gran milagro, mi familia colombo-española-británica. Tomé otro tren con mis dos maletas, hice una escala en Londres y fi nalmente, llegué a Witham, Essex, en el día más soleado que recuerdo. Me recogieron en la estación, me dieron un cuarto y almorcé tan delicioso como hace mucho no lo hacía. En realidad, la cocina no es mi fuerte.

“Cada lágrima representaba algo importante, realmente no podía creer que había cruzado el Atlántico para quedarme encerrada en mi habitación”.

“Sé que podré ir a todas las conferencias que quiera, que veré Notre-Dame reconstruida y, ¿por qué no?, subiré a la torre Eiffel, aunque siempre me ha parecido un cliché”.

Después de eso, no recuerdo ni un solo momento triste, excepto cuando supe que debía regresar. Sobra decir que recibí ese abrazo. Oscar y Eddy tienen a los nietos más lindos del mundo. Solo conocí a tres de ellos que tenían 5, 3 y 1 año. Los niños fueron mis tutores para aprender el acento británico, cosa que no fue del todo posible. Además, me enseñaron lo que se ve en la televisión británica infantil, desde Peter Rabbit hasta la inexplicablemente favorita, Peppa Pig. Aprendí muchísimo vocabulario y perfeccioné mis listening skills porque, como todo los niños de 3 años, Joel se enredaba y se estresaba si no lo entendíamos. Adicionalmente, Oscar y Eddy se volvieron mis amigos y mis “padres británico-españoles”, pues veíamos series hasta las 2 de la mañana y salíamos a pasear. Con ellos, recordé el valor y la importancia de los pequeños momentos. Recordé lo bonito que es tener a alguien con quien ir al supermercado y también contar con alguien para practicar la conducción, en este caso, por la izquierda. En un par de semanas, había olvidado totalmente la tristeza y me sentí parte de una familia a tal punto que, sinceramente, no cambiaría por nada mi tiempo con ellos. Ellos fueron mi intercambio. No tengo dudas de que iré a París y que me sentaré en los jardines de Luxemburgo imaginando a Jean Valjean y a Cosette caminando por esas calles del siglo XIX. Sé que podré ir a todas las conferencias que quiera, que veré

Notre-Dame reconstruida y, ¿por qué no?, subiré a la torre

Eiff el, aunque siempre me ha parecido un cliché. Además, veré Marseille desde el Château d’If y hablaré mucho en francés. Ahora entiendo que no crucé el Atlántico para quedarme encerrada en mi cuarto; lo crucé para vivir la experiencia que necesitaba y la más linda que he tenido. Me fui buscando viajes, pero encontré una familia, sonrisas, alegría, cariño y un lugar al que regresar. Además, no estuve del todo encerrada. Tuve Londres para mí sola, pues no había nadie en las calles y pude caminar sin miedo a multitudes, pude tomar fotos y disfrutar la ciudad de Sherlock Holmes hasta su máxima expresión.

Me di cuenta de que el mayor valor no está en lo que el hombre produce: maravillosas edificaciones, significativos museos y poemas encantadores; sino en el hombre en sí, en su esencia, en el cariño y amor que puede brindar a otros. Eso es lo que nos hace humanos: nuestra empatía y apoyo entre nosotros que es visible en cosas sencillas, como un abrazo. Es por esto mismo que, al recordar mi intercambio, siempre junto al recuerdo de la Iglesia de St. Paul’s estará el recuerdo familiar de ese pequeño rincón en Essex que conquistó, y aún tiene, mi corazón.

Mi último día en Warwick University. Fotografía tomada por la autora.

Carta a Lizi Castillo de su texto “Le chant: électricité, liberté, raison d’être” publicado en la edición 10 de Rosetta

«Un texto que plasma en preguntas cortas y bien pensadas lo que a todos, en alguna ocasión, nos pasa por la cabeza cuando queremos y debemos hablar en una lengua extranjera».

Julián Santiago Gómez Rodríguez

Licenciatura en Lenguas Modernas y Relaciones Internacionales

En este espacio quiero aprovechar para agradecer el mensaje que Lizi Castillo nos dejó con su texto sobre el canto y el aprendizaje de lenguas en la edición número 10 de Rosetta. Es un texto que resume en palabras y experiencias para mí ajenas, un sentimiento propio de incomprensión ante el castigo del error y la inseguridad al hablar en lengua extranjera. Es un texto que trasmite una motivación genuina a ir más allá de los prejuiciosos y encontrar la razón de ser de la elección de nuestra carrera de lenguas y de la elección que el universo hizo por nosotros de amar los idiomas.

En este texto, que recomiendo revisitar o leer en caso de no conocerlo, nuestra compañera Lizi hace una comparación maravillosa entre la necesidad de cantar, a pesar de vejámenes racistas, dictadores o violentos, y la necesidad que nosotros como estudiantes de esta licenciatura en lenguas tenemos de decir algo. No creo personalmente que estemos interesados en hablar otros idiomas si no es porque nuestra necesidad de comunicar plenamente abunda en nosotros. Es en este espíritu de inevitabilidad de expresarnos que encuentro pertinente el planteamiento de este texto. Este nos invita a dejar hablar nuestras voces, como otros dejan hablar sus instrumentos musicales, no importa la lengua, como tampoco importan las fallas o quebrantos que, de vez en cuando, nuestro propio instrumento fonador o lingüístico pueda sufrir.

Es en este punto en el que me animo a escribir esta carta al lector sobre este texto. El mismo punto en el que entiendo la intención de Lizi y, si me equivoco, espero que en otra carta al lector ella me pueda corregir. Como las cantoras que sobreponen el acto de expresarse a paralizarse por el miedo, nuestra necesidad de interactuar en francés o inglés debe superar la timidez o inseguridad que a todos nos invade alguna vez. También que, al comparar nuestro uso de la lengua con un instrumento musical, estamos invitados a poner en un segundo plano inconsistencias naturales que todos estos instrumentos pueden experimentar de vez en cuando, pues lo importante es hacerlos sonar. Es importante recordar esto sobre todo en el momento de iniciar cualquier proceso de aprendizaje de lenguas. Por ejemplo, cuando no sonamos como un nativo y equivocadamente pensamos que eso está mal.

Retomando el agradecimiento con el que inicié este texto, quiero reiterar mi emoción al encontrar un escrito como este, exponente de parte de mis más íntimas refl exiones por medio de analogías tan apropiadas como el canto en tiempos desesperados. Un texto que plasma en preguntas cortas y bien pensadas lo que, a todos, en alguna ocasión, nos pasa por la cabeza cuando queremos y debemos hablar en una lengua extranjera. Es por lo anterior que termino citando las primeras líneas de su texto “¿Qué hago aquí? ¿Qué es esta sensación de vacío? ¿Estos nervios? Quiero correr, pero quiero quedarme”.

Musique et langues traités diff éremment. Tomada de shorturl.at/tuDR2

Convocatoria Permanente La lengua dice…

¿Sabes qué es la tilde diacrítica?

How do you say that? A game to put in practice your translation abilities

La tilde diacrítica es la que permite distinguir palabras que se escriben igual, pero que tienen signi cados distintos y presen-

tan diferente pronunciación.

Pay attention! Look at the examples. Can you nd the patters to translate these words? Try to decode the unknown words.

Tomado de fundeu.es, s.f.

Georgian Countries

ere are names of some countries in South America, written in the Georgian language, together with their translations to English:

What are the names in English of the two untranslated countries?

Adapted from Problem by Bruno L’Astorina for the Brazilian Linguistics Olympiad (2016).

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