Revista Marzo 2013

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CELEBRACIÓN

ECOLLANERO

Marzo 2013

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Gracias Papa Benedicto XVI

A

nte la renuncia del Papa Benedicto XVI no queda más que dar gracias a Dios por el servicio ofrecido por este hombre lleno de Dios a la Iglesia. Reflexionemos sobre lo siguiente. SITUACIONES ¡Cuántos comentarios ha suscitado la ejemplar renuncia del Papa! Unos lo admiramos por esta decisión evangélica y prudente, que lo confirma como un hombre muy inteligente, libre, sensato, sacrificado por la Iglesia, fiel a Jesucristo. Otros lo malinterpretan, diciendo que es una huida ante la gran responsabilidad del papado, o señal de no poder soportar las intrigas de la Curia Romana. Hacen sus cábalas sobre el futuro Papa, elucubrando si debe ser europeo, africano o de nuestra América. Algunos califican esta decisión como una infidelidad a Dios y un mal ejemplo para los sacerdotes y también para los casados, como si fuera una invitación a no ser fieles hasta el final en sus compromisos. Unos, desde lejos, dicen que debería hacer lo mismo que Juan Pablo II, quien ya muy anciano y enfermo, expresó no estar dispuesto a bajarse de la cruz. ILUMINACIÓN Benedicto XVI no se baja de la cruz ni rehúye al trabajo. Su decisión es para asumir otra forma de cruz; es dejar los reflectores y el primado universal, para dedicarse a la soledad, al silencio y a la oración, sólo por amor y respeto a la Iglesia. No es cobardía, sino profunda madurez humana y cristiana. No se siente indispensable; sino que con toda humildad se hace a un lado, para que otros crezcan y vayan con más salud por todo el mundo, predicando el Evangelio, que es lo que Jesús nos ordenó y lo que más importa,

más allá de las personas, pues todos somos transitorios. Jesucristo la fundó y puso a alguien en su lugar, a Pedro y sus sucesores, como cabeza suprema de la Iglesia. No dejó a ángeles, sino a seres humanos, limitados y temporales. Siempre ha cumplido su promesa de no abandonar a su Iglesia en ninguna circunstancia. Es su obra, su Cuerpo, que perdura a través de los tiempos y las personas. La guía, de forma invisible pero real, por el Espí-

sobre su persona, no conocen su bondad, su sencillez, su humildad, su profundidad y al mismo tiempo su amabilidad con quienes de alguna forma lo hemos tratado. En sus palabras hay una gran espiritualidad bíblica, teológica, antropológica, litúrgica e incluso pedagógica. La iluminación que nos ha ofrecido es un aporte muy actual, que no todos comprenden ni valoran. Algunos, ignorantes de lo que es nuestra fe, esperarían que el Papa y la Iglesia se modernizaran, entendiendo por eso amoldarse a los criterios de este mundo. Eso ni lo esperen. Esa es una tentación que siempre debemos rechazar, sea elegido el Papa que sea. Nuestros criterios se fincan en el Evangelio, no en dar gusto a este mundo hedonista, relativista, consumista. Ser cristiano es saber ir contra corriente y ser fieles sólo a Jesús. COMPROMISOS

ritu Santo. Esta es nuestra fe; esta es la fe de la Iglesia, que nos gloriamos de profesar. Quien no tiene esta fe, nunca comprenderá esta realidad. El Papa no es Jesucristo, ni dueño de la Iglesia. Es sólo su representante, su Vicario, su Siervo, con la única misión de llevarnos a Jesús y que siga su obra de salvación. Esta realidad mistérica no es apropiación arbitraria, ni ambición de dominio. Es un servicio; somos “siervos inútiles”, que sólo tratamos de cumplir lo que se nos encomienda, no como dominadores, sino simples servidores. Benedicto XVI ha sido un gran regalo para la Iglesia y para el mundo. Quienes siguen manejando clichés negativos

Los medios de información y comunicación quieren impresionarnos con opiniones sin fundamento. La fe nos asegura que Jesús es el Supremo Pastor y que el Espíritu Santo asiste a su Iglesia. El mismo Papa Benedicto XVI nos dice cuál será su misión en el rezo del ángelus el domingo 24 de febrero. “Queridos hermanos y hermanas, esta Palabra de Dios la siento de modo especial dirigida a mí, en este momento de mi vida. El Señor me llama a “subir al monte”, a dedicarme aún más a la oración y a la meditación. Pero esto no significa abandonar a la Iglesia, al contrario, si Dios me pide esto es justamente para que yo pueda seguir sirviéndola con la misma dedicación y el mismo amor con el que lo he hecho hasta ahora, pero en un modo más adecuado a mi edad y mis fuerzas. Invoquemos la intercesión de la Virgen María: Ella nos ayude a todos a seguir siempre al Señor Jesús, en la oración y en la caridad activa.”


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