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LOS NIÑOS PERDIDOS

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Claudia Ferrer

Claudia Ferrer

Jafet R. Cortés

El enfoque amigable y bondadoso de Peter Pan se rompe en 2019 con la publicación del manuscrito original del novelista escocés, James Matthew Barrie, que refleja un lado oscuro, maligno y perturbador, pues en ciertos pasajes narra que Peter Pan se deshacía de los niños perdidos que crecían, porque crecer iba en contra de las reglas.

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A diferencia del relato de Disney y toda la mística alrededor de Peter Pan, algunas teorías interpretan esta historia con un enfoque bastante útil para describir la problemática que se vive en México, donde niñas y niños pierden su infancia sin que nadie se dé cuenta, aparentemente.

Dicha versión coloca a Peter Pan, oculto bajo las sombras de la noche, esperando el momento predilecto para secuestrar niños y llevarlos a “Nunca Jamás”, lugar del que nunca jamás regresarían. Su estrategia era clara, venderles la idea de que serían niños por siempre y podrían jugar con libertad, pero en realidad robaba su infancia, manipulando sus vidas, sometiéndoles a placer y deshaciéndose de ellos en cuanto dejaban de servirle. Una de sus víctimas fue el Capitán Garfio.

Lo anterior podría llegar a actualizarse en el ahora, desde una realidad que acepta –directa o indirectamente- el abuso sexual, la explotación y corrupción de niñas y niños; una realidad donde las voces que deberían exigir acciones contundentes contra estos terribles actos, terminan callando por miedo, ahogándose en la indignación, tropezando consigo mismos en complicidad.

Los niños perdidos caminan por el mundo sin que nadie realmente les escuche, orbitan en una sociedad que les corrompe; una sociedad repleta de muñecos de cera -seres muertos-, cundida de abusadores, depredadores sexuales y asesinos. Esto debería causar alerta, porque ellos –sin poderse defender-, de un momento a otro son desprendidos de su invaluable niñez, misma que no podrán recuperar jamás.

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