
2 minute read
Los primeros hombres

En tanto, Manuel Villalobos, apenas viene incursionando en la adultez cuando arriba a Coloso, su historia se escribe en el litoral, siempre recorriendo el borde costero, oriundo de Los Vilos, Manuel empezó su vida en el mar, desde la infancia sus recuerdos tienen como telón de fondo alguna caleta y su tendencia al relato en tercera persona plural, bien deja entrever su visión de comunidad: “De niños íbamos a trabajar, a ayudar en esos años, acarrear todo lo que era material de buceo, nos bañábamos en la misma caleta, aprendimos a nadar, a zambullirnos, y después trabajábamos sacando caracoles, no usábamos trajes, nos llamábamos pelados”.
Advertisement
“Sólo usábamos una fogata, en esos años no se compraba el huiro, entonces el huiro se secaba, lo amontonábamos, le prendíamos fuego y nos abrigábamos un poco, después nos metíamos al agua nuevamente, a bucear para sacar caracoles, que era lo que más se vendía en esa parte. Ya como a los 14 o 15 años, empezamos a trabajar como asistentes de buzo, ahí ya nosotros comenzamos, nos mandaban a desempozar los locos para venderlos, nos pasaban trajes, el regulador y la manguera para trabajar con aire, ahí nosotros comenzamos aprender a usar el aire y trabajar desempozando estos locos y erizos. Así fue como yo comencé aprender el oficio de buceo”.
Eran otros tiempos, una pobreza dura arreciaba el país, y como tantos otros, Manuel con 16 años partió “a buscarse la vida”, inició su periplo el año 1968, estuvo un tiempo en Punta de Choros, tal como relata: “Ahí ya aprendí a bucear y a sacar el marisco igual que los demás buzos, y después que llegué acá, al Norte, me especialicé. Comenzamos a venir para acá porque en la IV Región en esos años estaba malo, no se sacaban más de 150 locos, había escasez. En esta área, ya había gente de Los Vilos explotando el erizo. Se trabajaba en el relleno, en la bomba, que le llamábamos nosotros”.
Corría el año 1971 cuando Manuel al fin recala en las cercanías de Coloso, contaba con 19 años, cuando empieza a enraizar sin apenas darse cuenta.
Nace Coloso

Coloso, eres el fin de mi búsqueda, mi libertad, mi calma, mi último andén, mi cobijo y mi puerto al fin. La mixtura de tu silencio y de tu oleaje ha capturado mi alma errante.
Pamela Ramírez Figueroa, 2016.