Revista El Caldero Número 2

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REY DEL ACEBO

nerviosismo y de amor.

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Es preciosa, su belleza ilumina al mismísimo Sol, y en su brillo su presencia es capaz de dar luz a la muerte... es la Doncella, es mi esperanza. A su lado está la que me cantaba cuando estaba en su vientre, la que me acariciaba en un baile de ternura... mi Madre. Mi consejera, la Anciana, solo me mira, sabe mejor que yo por lo que tengo que pasar, ha visto la batalla durante eones de tiempo y sus ojos reflejan el latido de la vida y el suspiro de la muerte. Me situó en mi sitio. Y con mis ojos llenos de tristeza, pero con orgullo ante ese honor, saludo a mi hermano:

La gente espera que vuelva a reinar porque así ha sido desde que el recuerdo se mezcla con las nieblas de la creación. Durante el reinado de mi gemelo he estado descansando en la cuna de las estrellas... y ahora regreso. Tengo miedo. Para que la naturaleza descanse y vuelva con mayor fuerza tengo que sacrificar a mi hermano… tengo que sacrificarme. El dolor se entremezcla con el honor de ser el elegido. Solo sé que durante mi reinado tengo que proteger y alimentar con mi cuerpo a mi pueblo. ¿Pero cómo? Un mar de dudas recorren mi mente pues me entristece saber que mi mejor consejero morirá en mis brazos.

“He venido a buscarte hermano, te llevare de vuelta al vientre de la creación, a través de la antigua batalla renovadora de vida. Descansarás en la Rueda de Plata de Arhianrod, donde la Anciana te ayudará en tu recuperación. Volverás a mí en tu renacimiento e iniciaremos de nuevo esta danza eterna... por la muerte, por la vida.”

“Soy joven y no conozco el dolor, pero mis ojos lloran”

Me mira y sus ojos expresan que mis palabras no son nuevas para él, mis palabras solo ponen sonido a lo que él ya sabe… a lo que el tiempo ya conoce.

Al derrotar a mi hermano en la batalla seré el próximo Rey, Señor de la época oscura... no conozco la oscuridad como tampoco conozco la luz pero seré un buen Rey… lo sé.

Me habla con sabiduría y ternura. Ahora sé que debo recorrer mi camino solo en la oscuridad con los únicos consejos del silencio y la protección de la anciana.

También sé que con el giro de La Rueda del Año, mi hermano volverá a mí como yo he vuelto a él y cuando lo haga, será el momento en que tenga que partir de vuelta a los brazos de nuestra madre.

“Yo también te amo, hermano” La lucha comienza con las únicas armas permitidas: Amor, respeto y honor. Cada golpe, cada caída que le provoco abre una herida en mi pecho, Cada golpe que recibo, me demuestra su fortaleza y tesón. La batalla termina en paz, su cuerpo está inerte en mis brazos, pero la sonrisa en sus labios hace que el rostro de mi hermano se ilumine con el sol del amanecer.

Es la hora... ya veo el campo de batalla, ya le veo a él… y me veo. Voy desnudo, marcado por los tatuajes de la vida y la esperanza. Antes de entrar miro el camino que he dejado atrás, el camino que deberá recorrer mi hermano para volver en el Solsticio de Invierno: y en este mismo campo... le estaré esperando. El pueblo observa expectante mi llegada, y él, mi hermano, mi reflejo... me sonríe con un gesto tranquilizador, pero eso no ayuda a que mis lágrimas cesen.

Ahora sé que a cada paso que daba en la batalla, la naturaleza descansaba en un placentero sueño. Como también sé que la vida volverá después del descanso como viene a mí la Doncella para que nos unamos en una nueva danza de amor y esperanza. En este…. mi tiempo. Y sonrío, porque como él, en su último aliento, también... HUELO LAS FLORES QUE NACERÁN DE LAS LAGRIMAS DERRAMADAS. Orden Druida Mogor

Sé que con mi abrazo llegará el descanso, la vida y eso me enorgullece, es un sagrado deber que debo cumplir. Entro y el pueblo me mira con silencioso respeto. De pronto la veo y en mí se despierta el recuerdo, mis piernas avanzan sin parar en un movimiento de

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