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La Columna Vertebral
Biden anuncia nuevas medidas sobre las “armas fantasma” Biden anunció un relanzamiento de la campaña para un mayor control de las armas, ocurre un dramático incidente violento en el metro de Nueva York que resulta en decenas de personas heridas. Aunque aun no son claros los motivos, al parecer no se trata de un acto terrorista, sin embargo, la violencia de las armas ha cobrado una normalidad espeluznante en este país. Se estima que existen más de 400 millones de Por José López Zamorano armas de circulación en los Estados Unidos, no solaPara La Red Hispana mente entre las corporacioMenos de 24 horas des- nes policiales y militares, pués de que el presidente sino también entre civiles. La abrumadora mayoría,
Caricatura Editorial por Grosso Tambaleante
New/Nueva Opinión Publicado cada dos semanas, sirviendo a las comunidades de BATTLE CREEK-KALAMAZOO-PORTAGE-LAWRENCE-PAW PAWHARTFORD-BENTON HARBOR-STURGIS-BRONSON-COLDWATER Y A SUS ALREDEDORES.
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un 98% de las armas, se encuentran en posesión de personas que no están relacionadas con el mantenimiento de la ley y el orden. Ejercer el derecho que les otorga la Constitución a los ciudadanos estadounidenses para poseer armas es una cosa, pero lo que vemos es algo preocupante. El estadounidense que posee armas tiene en promedio cinco armas de fuego. Esto lleva a una estadística todavía más preocupante: existen 120 armas de fuego por cada 100 ciudadanos de los Estados Unidos. Lamentablemente, los temas de control de armas de fuego han avanzado a paso de tortuga a nivel federal. No ocurre lo mismo en muchas comunidades a lo largo del país, que han decidido actuar por su propia cuenta para establecer sus propias estrategias ante la inexistencia de soluciones integrales por parte de Washington D.C. Por eso, es una noticia refrescante que el presidente Biden haya decidido lanzar una ofensiva frontal contra las llamadas armas fantasma y se haya pronunciado por ampliar el proceso de verificación de antecedentes criminales, derogar las protecciones a la responsabilidad de los fabricantes de armas, y restablecer la prohibición federal a las armas de asalto, que se encuentra expirada desde 2004. Aquellos que vivimos en Washington D.C. sabemos que el control de las armas es uno de los temas más difíciles de resolver, especialmente en el clima de polarización y división que existe en la capital de Estados Unidos en este momento, complicado aún más por el hecho de que estamos en un año electoral, donde se pone en juego el control de la cámara de representantes y del Senado en el mes de noviembre. Pero se tiene que hacer algo, toda vez que el apetito por las armas de fuego es insaciable en Estados Unidos. De acuerdo con las estadísticas del FBI, en plena pandemia se compraron alrededor de 40 millones de armas de manera legal en 2020. Se trata de la mayor cantidad de adquisición de armas de fuego de la historia. En 2019 se compraron 28 millones de armas. La violencia de las armas ha diezmado muchas comunidades, especialmente en zonas urbanas de Estados Unidos. La disponibilidad generalizada de las armas de fuego también es un factor significativo en los suicidios en este país. Es hora de hacer algo, y está claro que, sin la presión de la sociedad civil, la aguja política en Washington D.C. difícilmente se moverá en la dirección correcta.
ABRIL 14-27 /2022
Colaboradores de la serie “ContribucioPor: Maribel Hastings son los mismos que durante nes y Retos de la pandemia han criticado and David Torres todos los mecanismos de la ComuniColaboradores control de la misma, desde La Voz de América el simple uso de mascarillas dad Latinx de hasta las vacunas. Sin embargo, parece que cuando Kalamazoo” El debate en torno a la se trata de migrantes que
La tragicomedia del debate migratorio
eliminación del Título 42, una ley sanitaria que expulsa migrantes que intentan solicitar asilo, salvo ciertas excepciones, es un capítulo más de la triste saga de la discusión migratoria en este país, que no se basa en soluciones, sino en explotar el tema con fines políticopartidistas. Es más, es un libreto desgastado y predecible en una obra donde únicamente cambian los actores. La única constante sigue siendo el cúmulo de eternos protagonistas: los millones de indocumentados que continúan en el limbo. Sí, esos indocumentados que día con día, son su arduo esfuerzo, siguen manteniendo a flote las economías locales; los que con su fuerza de trabajo cubren con creces las plazas vacantes; los que resucitan empresas, o bien no dejan morir a las que están quebrando; los que pagan millones de dólares en impuestos, a sabiendas de que a la postre corren el riesgo de no recibir nada a cambio después de toda una vida de trabajo mal pagado; los que compran casas, autos, crean pequeñas empresas, cuidan a otros durante crisis de salud pública y se preparan académicamente, como parte de un largo etcétera que, por sí mismo, los acredita como estadounidenses en todo, excepto en el papel. Así, a los republicanos, que acusan a los demócratas de promover “caos” con “fronteras abiertas”, les ha venido al dedillo el plan del presidente Biden de eliminar el Título 42, el que Donald Trump implementó utilizando la pandemia como excusa; aunque esta, en realidad, era otra manera de frenar la migración y, en este caso específico, diezmar el programa de asilo. Ahora, un paquete de ayuda para el Covid ha sido tomado como rehén por los republicanos del Senado y un puñado de demócratas, argumentando que el Título 42 debe permanecer. En ese sentido, no es gratuito que el expresidente Donald Trump haya tomado nuevamente el megáfono público para insistir en su retórica antiinmigrante, pregonando sin bases ni pruebas que si se elimina el Título 42 sobrevendrá una “invasión” de inmigrantes nunca antes vista que se contabilizaría en “millones”, como lo afirmó irresponsablemente hace poco en sendos mítines realizados ante sus simpatizantes en Michigan y Carolina del Norte. Pero solamente pensemos que esos republicanos
solicitan asilo, entonces las restricciones deben permanecer. Para quienes hemos seguido el debate migratorio durante décadas, más específicamente desde la amnistía de 1986, es decir, casi 36 años, resulta exasperante presenciar una vez más este debate estéril y vacuo que le sirve a los políticos en cada ciclo electoral y en el que las soluciones reales se quedan solo en el papel. Durante esas casi cuatro décadas, millones de seres humanos se han tenido que adaptar a las circunstancias, casi siempre negativas, tanto de las leyes migratorias como de la economía misma para seguir coexistiendo en una sociedad llena de contradicciones y dobles discursos y que no ha sabido apreciar el impulso que esas familias indocumentadas también han dado a esta nación de inmigrantes, incluso en situaciones de guerra, como lo atestigua su participación en esos más de diez conflictos bélicos en los que se ha visto involucrado el país durante todo este tiempo sin reforma migratoria. No reconocerlo es no aceptar el significado más sublime de Estados Unidos. Y aunque los republicanos llevan la mayor culpa en este proceso, los demócratas también tienen cola que le pisen. La suma de sus acciones, o más bien la falta de ellas, son responsables también del estancamiento. El obstruccionismo en bloque de los republicanos, así como su capacidad de matar avances con las palabras mágicas de “frontera descontrolada” o “invasión”; y la incapacidad de los demócratas para apechar las críticas y en muchos casos uniéndose al coro republicano (como suelen hacer los demócratas moderados en temporada electoral), contribuyen a que nos encontremos en la situación actual: sin reforma migratoria y con la remota posibilidad de conseguirla a corto plazo. De tal modo que, entre esas dos irresponsables actitudes políticas que a nada bueno han conducido en el ámbito migratorio, la comunidad inmigrante que aspira a una mayor aceptación e inclusión ha tenido que sobrellevar ninguneos, rechazos y señalamientos de “culpa” por todos los males que aquejan a esta nación. Y aun así, permanece invisible. Pero seamos claros, el papel de los republicanos es
Michelle Herrera estudia Cine/Medios de Comunicación y Publicidad/Promoción en la WMU.
Juan Martín Vélez es tudia Cultural Studies, U3, en la universidad McGill, Montreal, Québec, Canadá y es residente del condado Kalamazoo.
Maggie Drew Maggie estudia periodismo en la WMU.
Juan Carlos Ibarra es un estudiante de antropología/sociología y francés en Kalamazoo College.
Francesco es un estudiante de último año de Inglés y Antropología / Sociología en el Kalamazooo (Sigue p.8) College.