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EL IMPACTO DE LOS INCENDIOS FORESALES EN LA CALIDAD DEL AGUA EN HONDURAS

Mirna Noemy Arguetta – Presidente AIDIS-Honduras

Latinoamérica es altamente vulnerable a fenómenos climáticos extremos (IPCC, 2014). Entre los aspectos más relevantes de esta problemática podemos mencionar que:

Para el período 1998-2017, seis de los diez países con mayores pérdidas económicas promedio anual por desastres pertenecen a América Latina (UNISDR/CRED, 2018).

En ese mismo período, en las Américas se concentró el 53% de las pérdidas económicas globales totales por desastres vinculados al clima.

Un tercio de la población vive en zonas altamente expuestas a riesgos geológicos e hidro-meteorológicos extremos, agravado por la degradación de los recursos naturales y usos no apropiados del suelo.

EIncendio forestal en el departamento de Francisco Morazan. Honduras el 15 de abril de 2024

Carl Axel Soderberg – ExPresidente AIDIS l cambio climático afecta la calidad del agua a través de un complejo conjunto de mecanismos naturales y antropogénicos que trabajan simultáneamente en paralelo y en serie. El aumento de la temperatura provoca olas de calor, deshielo de glaciares y nieve, lo que incide en el suministro de agua para consumo humano, provocando entre otros daños a la infraestructura de los sistemas de agua potable y saneamiento, aumento de los patógenos en el agua que dan lugar a un mayor riesgo de enfermedades, estacionalidad de los caudales fluviales afectados, que provoca reducción de la disponibilidad de agua en verano.

El cambio climático es causa (y consecuencia) de los incendios forestales de acuerdo con Oriol Villalta- director general de la Fundación Pau Costa y exbombero. Indica que el aumento de las temperaturas es un factor de riesgo para la ocurrencia de incendios forestales sumado a la poca humedad del suelo, a la presencia de árboles y arbustos entre otros; ya que el cambio climático hace que la materia orgánica se seque con más facilidad, aumentando así el potencial de propagación de los incendios forestales.

Según la Sección de Protección de Cuencas Hidrográficas (Watershed Protection), de la Oficina de Calidad del Agua Superficial (Surface Water Quality Bureau Home (SWQB)); dependiente del Departamento de Medio Ambiente de Nuevo México (New Mexico Enviroment Department (NMDE)), los incendios forestales pueden producir cambios significativos en la calidad del agua que pueden afectar a los peces y otros organismos acuáticos, a los suministros de agua potable y a los sistemas de tratamiento de aguas residuales. Estos impactos son acumulativos como resultado de los contaminantes movilizados por el incendio, los productos químicos utilizados para luchar contra el fuego y la respuesta del paisaje tras el incendio.

Uno de los primeros y mayores impactos de los incendios forestales es el aumento significativo de la escorrentía en las cuencas hidrográficas, que puede provocar considerables inundaciones aguas abajo. La escorrentía se magnifica debido a la pérdida de vegetación y al desarrollo de suelos hidrofóbicos durante los incendios forestales intensos.

La lluvia que cae en una cuenca afectada por un incendio forestal no puede infiltrarse fácilmente en el suelo porque:

La pérdida de vegetación y de mantillo no frena la precipitación una vez que llega al paisaje.

Los suelos hidrofóbicos que pueden desarrollarse durante un incendio forestal repelen físicamente el agua.

El aumento del caudal de los cuerpos de agua que son utilizados como fuente de abastecimiento, tras un incendio, puede tener efectos en su calidad física, química y biológica. La escorrentía concentrada puede combinarse con el suelo, los fragmentos de roca, los sedimentos, las cenizas y los restos de madera para formar flujos de escombros que pueden ser físicamente destructivos y degradar gravemente el hábitat acuático a causa de una sedimentación excesiva. La magnitud de estos efectos depende en gran medida del tamaño, la intensidad y la gravedad del incendio, de la inclinación de las pendientes y del estado de la cuenca (por ejemplo, zonas ribereñas sanas o degradadas) en el momento de la quema. El aumento de la escorrentía proporciona la vía para el transporte de sedimentos cargados de sustancias químicas a las aguas superficiales, lo que puede tener impactos sustanciales en la calidad del agua.

La ausencia de vegetación también propicia otro impacto significativo: el arrastre de grandes cantidades de sedimentos. Dependiendo del área desprovista de vegetación y la intensidad de la lluvia, la cantidad de sedimento arrastrado y la turbiedad asociada podrían anular la planta potabilizadora. Las principales preocupaciones sobre la calidad del agua después de un incendio forestal son:

1. La capacidad de remoción de las plantas potabilizadoras que en muchos casos cuentan con tratamiento convencional y no pueden hacer frente a nuevos contaminantes para los que no fueron diseñadas:

Introducción de escombros y sedimentos, incluidas las cenizas negras, procedentes de la vegetación quemada y residencias, si existen en el área quemada. En el período inmediatamente posterior al incendio, esta escorrentía puede provocar la muerte de los peces al robarles el oxígeno a través de la descomposición y al dañar físicamente las branquias de los peces. Puede ser perjudicial para otras formas de vida acuática al asfixiar el hábitat del que dependen estos organismos. Además, el aumento de la carga de sedimentos puede afectar drásticamente a la capacidad de retención de los lagos y embalses, así como a la funcionalidad de las obras de desagüe, al llenar el sistema de sedimentos y desechos.

El aumento de carbono orgánico disuelto, nitrato, fósforo y otros nutrientes de las plantas. La quema de la vegetación libera los nutrientes que contienen las plantas, como el nitrato, el amoníaco y el fosfato. En concentraciones elevadas, el amoníaco puede ser tóxico para los peces y otras especies acuáticas. Las concentraciones elevadas de nutrientes, especialmente de nitrato, pueden ser motivo de preocupación si los usos aguas abajo incluyen un suministro público de agua potable. Los aumentos de las concentraciones de nitrógeno y fósforo también pueden dar lugar a la proliferación de algas, lo que provoca fluctuaciones diarias extremas de oxígeno o el agotamiento del mismo a medida que se intensifican la fotosíntesis, la respiración y la descomposición de las plantas. Las condiciones anaeróbicas (es decir, la falta de oxígeno) estresan a los organismos acuáticos y pueden alterar una amplia gama de equilibrios químicos, que pueden movilizar ciertos contaminantes tóxicos.

La introducción de radionúclidos y metales pesados procedentes de cenizas, suelos y fuentes geológicas dentro de la zona quemada. Los aumentos de la actividad alfa bruta en la escorrentía de las aguas pluviales están fuertemente correlacionados con la cantidad de sedimento suspendido que llevan las aguas pluviales. Las inundaciones repentinas posteriores a los incendios contienen niveles extremadamente altos de sedimentos suspendidos y, por lo tanto, tienen niveles muy altos de actividad alfa bruta. Tras el incendio de Cerro Grande, Los Alamos (New Mexico) en el año 2000, las concentraciones de varios metales (por ejemplo, cobre, aluminio, bario, manganeso y zinc) aumentaron y en algunos casos superaron los criterios estatales de calidad del agua. A medida que el bosque y los suelos se recuperaron, estas concentraciones disminuyeron y en 2010 estas aguas ya no superaban los criterios estatales de calidad del agua.

Metales como arsénico, plomo, mercurio y aluminio procedente de estructuras afectadas por el fuego.

2. Los insumos utilizados para apagar los fuegos contaminan el agua: La introducción de productos químicos ignífugos en las masas de agua pueden alcanzar niveles tóxicos para los organismos acuáticos. Además, los productos químicos con toda probabilidad contienen altas concentraciones de sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS, por sus siglas en inglés), tóxicos perennes. Los retardantes de incendios suelen contener grandes cantidades de nitrógeno en forma de amoníaco, y pueden causar problemas de calidad del agua cuando las gotas de supresión de incendios se realizan cerca de los arroyos que son utilizados como fuente de abastecimiento.

3. A nivel de la red de distribución: si hay hogares en la zona del incendio se pueden dañar las tuberías de cloruro de polivinilo (PVC), al ser afectadas por altas temperaturas. En California se ha comprobado que los fuegos forestales provocan que compuestos orgánicos volátiles, como el benceno, emerjan de la tubería de PVC y se incorporan al agua en el sistema de distribución. Peor aún, siempre en California han comprobado que luego de la limpieza de las líneas de PVC, los compuestos órganicos continúan lixiviando de juntas y otros accesorios en el sistema de distribución. Esta situación ha forzado a las autoridades a suplir agua embotellada hasta por nueve meses a los habitantes de casas en áreas afectadas por fuegos forestales. La magnitud de los efectos de los incendios sobre la calidad del agua depende principalmente de la gravedad del incendio (la cantidad de combustible consumido) y de la intensidad del mismo (la temperatura a la que ardió), junto con los fenómenos meteorológicos estacionales posteriores. En otras palabras, cuanto más grave sea el incendio, mayor será la cantidad de combustible consumido, más nutrientes se liberarán y más susceptible será la cuenca a la erosión del suelo, a la pérdida de agua y de los nutrientes en el arroyo, lo que podría afectar negativamente a la calidad del agua.

El deterioro de las fuentes de abastecimiento de agua a causa de los incendios forestales podrá incrementar los costos de potabilización, al requerirse alternativas que no sean económicamente viables en la mayoría de nuestros países latinoamericanos, por lo que las respuestas a esta problemática incluyen tanto acciones inmediatas / a corto plazo como impactos a más largo plazo (una década o más) y requieren una coordinación entre todos los sectores involucrados.

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