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La denuncia de violencias en la ruta institucional, recurso al que se acude en situaciones de extrema vulnerabilidad

La denuncia de violencias en la ruta institucional, recurso al que se acude en situaciones de extrema vulnerabilidad

Pese a la existencia de una ruta institucional para atender situaciones específicas de riesgo de violencias contra las mujeres, el confinamiento impuesto como medida preventiva frente al avance de la COVID-19 trajo consigo una disminución en las acciones de los gobiernos locales para garantizar la protección de los derechos de las mujeres, lo que acentuó las dificultades para denunciar las violencias y fortaleció los silencios. Por eso, el tapabocas, dispositivo médico vital en el contexto de la pandemia, se convirtió también en una representación simbólica del impedimento para nombrar las violencias.

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El gobierno nacional adoptó medidas para la prevención de las violencias de género, que incluyeron servicios de telemedicina, teleorientación, telesalud y un kit de herramientas para el fortalecimiento de las relaciones positivas en el hogar y en el ámbito comunitario, con el fin de identificar y hacer seguimiento a situaciones de riesgo, informar los canales de ayuda y comprender la situación de las comunidades.

También dispuso de la línea 192 en el componente de salud mental que, al 10 de julio de 2020, había recibido 7292 llamadas, en las cuales la mayor consulta fue por síndrome de ansiedad, estrés y síntomas depresivos28, sin que se especifiquen las causas detonantes de los mismos.

28 COLOMBIA. MINISTERIO DE SALUD. Boletín de Prensa No. 544 de 2020. Minsalud destacó acciones en atención a la violencia contra la mujer. 30 de julio de 2020. [En línea]. Disponible en: https://www.minsalud.gov.co/Paginas/Minsalud-destaco-acciones-en-atencion-a-la-violencia-contra-la-mujer.aspx

En los casos de violencia física y/o violencia sexual, pese a que en clínicas y hospitales los protocolos indican que estos deben ser atendidos como una urgencia, las entidades de salud se encontraban colapsadas por el alto número de pacientes atendidos por COVID-19, lo que pudo influir en que las mujeres no siempre se acercaran en búsqueda de atención médica.

La denuncia está en el núcleo de la ruta de atención, es requisito obligado para acceder a medidas de protección, hogares de acogida y, muchas veces, a activación de redes de apoyo e incluso a acciones de acompañamiento por parte de algunas organizaciones de la sociedad civil. No obstante, el camino hacia la misma es complejo y puede ser más largo y tortuoso de lo imaginado.

En el proceso de construcción de este informe se indagó con varias mujeres sobre las motivaciones para denunciar o no situaciones de violencia. Estas fueron algunas de sus respuestas con respecto a las motivaciones para la denuncia: …el agotamiento. Dicen que cuando una mujer va y denuncia fue que aguantó mucha madera, mucho juete, mucho, mucho maltrato, porque ya no soporta más, porque siempre va a haber una gota que derrame el vaso y lo rebosa, ¡siempre!29

“La gota que rebosó el vaso”, reza el refrán popular, refiriéndose a no aguantar más. No aguantar más parece ser una razón de peso para que una mujer se enfrente al proceso de denuncia, lo que deriva por lo menos en dos interrogantes: ¿Qué lleva a una mujer a aguantar situaciones de maltrato y violencia? ¿Qué idea o experiencia tiene sobre la denuncia, que prefiere aguantar la situación violenta hasta rebosar el vaso?.

29 Grupo focal, Oriente antioqueño, realizado en julio de 2021.

Otra mujer entrevistada refirió la toma de conciencia como motivación para denunciar. Gracias a personas cercanas a la víctima, se adquiere apoyo para darse cuenta de la necesidad de dejar atrás una vida de violencias y se hace posible, en determinado momento, denunciar la situación: …entran en conciencia, ya que en su círculo cercano pueden tener amistades que les empiezan a hacer notar que realmente ese modo de vida no es el mejor y hay que empezar a transformar esa vida para poder empezar a transformar también el entorno en el cual se desenvuelven. Además, conocen que hay leyes que las protegen30 . El testimonio anterior da cuenta de la necesidad e importancia de las redes de apoyo para que una mujer tome conciencia sobre la situación de violencia y, tal vez, decida emprender un camino para transformarla, dentro del cual estaría la denuncia y el conocimiento sobre leyes que la protegen.

Lo que más sale a relucir en las conversaciones con las mujeres es la persistencia de las dificultades para activar la ruta y recibir una atención adecuada, con o sin pandemia. En diferentes encuentros, relataron que aquellas que se arriesgaron a salir para denunciar, lo hicieron porque se encontraban en una situación de extrema vulnerabilidad. Así se refirieron a ello: Denunciamos como último recurso: nos sentimos tan agobiadas, acorraladas, encerradas, que la salida es denunciar. Se denuncia cuando la violencia es repetida o se ha llegado a un límite. Pero pocas veces se denuncia en los primeros casos de violencias31 .

30 Grupo focal, Suroeste antioqueño, realizado el 5 de agosto de 2021 31 Grupo focal, Suroeste antioqueño y Valle de Aburrá, realizados en agosto de 2021

Denunciar o no denunciar es sin duda un dilema que enfrentan las mujeres ante situaciones de violencias, y esto se fortaleció en la pandemia. En el testimonio anterior, por ejemplo, llaman la atención dos aspectos: uno según el cual la denuncia es el último recurso al que se acude para salir de la violencia. El otro aspecto se refiere a “llegar a un límite producto de la repetición de la violencia”. Cabe preguntar: ¿Cuál es el límite al que se llega en situaciones de violencia, que lleva a tomar la decisión de denunciar? El mismo testimonio permite señalar el agobio y acorralamiento como estados subjetivos que llevan a ello. No obstante, es importante interrogarse por el hecho de que la denuncia sea el último recurso al que se acude.

La administración de justicia contempla la denuncia como recurso para preservar la vida e integridad de las víctimas, pero al parecer no es lo que las mujeres están considerando. Cuando una mujer se acerca a denunciar, ha traspasado el límite del acorralamiento para buscar ayuda y lo hace bajo efectos de agobio, lo que exige una respuesta adecuada, oportuna y comprensiva por parte de quienes le brindan atención en el marco de la ruta, es decir, implica ser capaz de ponerse en posición de escuchar lo que está viviendo y que la llevó, por fin, a denunciar.

Denunciar tiene un reverso, la no denuncia. No denunciar situaciones de violencias está amparado en múltiples motivaciones, según se desprende de la palabra de diferentes mujeres en entrevistas individuales o grupos focales:

No se denuncia porque eso es normal y tenemos que aguantarlo, ¿cierto? Hay una naturalización de las violencias impresionante en el municipio, bueno, y en general pues en este país32 .

32 Entrevista, Nordeste antioqueño, realizada en julio de 2021.

De las palabras de esta mujer entrevistada se desprende la naturalización de las violencias como argumento para no denunciar, en tanto no se problematiza aquello que se considera normal.

Otra razón expresada en uno de los grupos focales está dada por el temor que genera la presencia y control de actores armados en el territorio: Por los actores armados, porque intimidan. No denuncian por temor a que las maten, se naturaliza la idea de que las personas estén armadas. No son grupos al margen de la ley, sino civiles armados33 .

El control que diversos actores armados ilegales ejercen en los territorios afecta la dinámica individual, familiar y social y, con frecuencia, termina siendo legitimado por la comunidad.

Así mismo, el desconocimiento sobre la ruta de atención es una razón fundamental para no denunciar. En un grupo focal lo señalaron así: Hay desconocimiento de las rutas de atención. A mí me llaman mucho y me preguntan mujeres, o por las redes sociales: “¡Ayúdeme! Dígame dónde tengo que ir, dígame dónde tengo que denunciar”34 .

La dificultad para denunciar se acentuó durante la pandemia, no solo por el confinamiento, sino también por el desconocimiento de las rutas de atención, poniendo en cuestionamiento el impacto de campañas de difusión, sensibilización y prevención de violencias, adelantadas tanto por entidades gubernamentales como por ONG.

33 Ibid. 34 Grupo focal, Oriente antioqueño, realizado en agosto de 2021.

Se destaca la presencia de mujeres formadas y dispuestas a acompañar a otras, lo que resulta ser un apoyo fundamental para aquellas que viven y se encuentran en situaciones y contextos de violencias, dando cuenta de la fuerza de la solidaridad y la importancia de comprender lo que se juega en situaciones de violencias para poder ser apoyo para otras.

Como correlato de lo anterior, ninguna de las mujeres entrevistadas o que participaron de los grupos focales referenció a instituciones del Estado como los lugares de apoyo en el proceso de denuncia. Por el contrario, señalaron a familiares, amigos, amigas como soporte para dar a conocer la situación y encontrar acompañamiento. Incluso, algunas señalaron la denuncia como un camino hacia la revictimización. Así lo expresaron en uno de los grupos focales:

Yo lo llamo una revictimización, porque así sean mujeres que atienden, también revictimizan, porque a veces son violentas, hacen repetir, como que les gusta escuchar eso (…) uno está contando pero no está mejorando, no como cuando nosotras contamos entre las compañeras algo y vamos rebajando esa carga, pero es que no es lo mismo (…), esa es una cosa que fuera de que le causa a una dolor, rabia y uno estarla contando cuantas veces, y si va allá y es un hombre, muchas veces es peor, porque dice “Ay, pero ¿buena caricia?”, o “¿usted cómo estaba vestida?”, “¿usted por qué lo provocó?”35 .

Se destaca la persistencia de obstáculos que enfrentan muchas mujeres en los procesos de denuncia, que no solo tienen que ver con la dificultad para acceder a la ruta de manera oportuna, sino también con respuestas de servidoras y servidores que, como expresaron en el grupo focal, con frecuencia “revictimizan, violentan, obligan a la repetición de los hechos, no ayudan a mejorar o rebajar la carga, producen dolor y rabia”.

35 Grupo focal, Valle de Aburrá, realizado en agosto de 2021.

Lo señalado hasta ahora acentúa una percepción de poca credibilidad frente a la conveniencia y efectividad de la denuncia: “¿Para qué denuncio si no pasa nada?”, como en una suerte de desesperanza aprehendida, donde lo que se fortalece es la impunidad. Así fue hilado a partir de la conversación en los grupos focales:

La credibilidad o no en la institucionalidad, sin duda es un asunto que también se considera… yo para qué denuncio si finalmente no pasa nada, ¿cierto? Entonces la impunidad es un asunto que también pone en consideración esa denuncia de las mujeres36 .

De la palabra de las mujeres que han hecho posible el tejido investigativo para este informe, se infiere la necesidad de fortalecer la formación género-sensitiva de servidoras y servidores públicos involucrados en la ruta de atención a las violencias. Así lo describieron en grupos focales en dos subregiones:

Hay funcionarias que dicen: “¡Ay!, pero es que también eso les pasa por perras, es que es muy jodida, a ella le gusta que le peguen”. Hay una compañera funcionaria que, en su fuero personal, en su vida privada, vive situaciones de maltrato y de violencia y aun así no trata bien a las mujeres que atiende en su misma condición. Yo a eso lo llamo falta de sensibilidad de género y de sensibilidad social37 .

Es vital la cualificación y sensibilización de funcionaria y funcionarios sensibles a los temas de violencias basadas en género, para que no revictimicen, y denunciarlos cuando ello ocurre es importante38 .

36 Ibid. 37 Grupo focal, Suroeste antioqueño, realizado en agosto de 2021. 38 Grupo focal, Valle de Aburrá, realizado en agosto de 2021.

De los aportes en los grupos focales se han ido tejiendo relatos sobre respuestas de servidoras y servidores públicos en los procesos de recepción y atención a mujeres víctimas de violencias donde se revictimiza, y también respuestas actitudinales relacionadas con concepciones sobre las mujeres que afloran en la atención, por ejemplo, al considerar a las mujeres como “perras”, así como la valoración según la cual “a las mujeres les gusta que les peguen”, ideas que están asociadas tanto a prejuicios de quien realiza la atención, como a la naturalización de las violencias y la desresponsabilización del agresor.

Finalmente, es del interés de las instituciones encargadas de este informe señalar otro aspecto necesario de abordar, con el propósito de lograr una vida libre de violencias para las mujeres. Tiene que ver con la posición de la mujer agredida y su relación con el agresor. En uno de los grupos focales surgió como un asunto a comprender y que no debe conducir a desproteger a la mujer agredida. Así lo plantearon:

…la mujer siguió con el hombre y a lo último ya no la atendían, a mí me tocó, ella tiene un niño pequeño, ella fue a buscarme a mi casa temblando y el muchachito en shock. Me tocó llamar a la Policía y fueron, porque ella estaba en mi casa, cuando la vieron: “Ay, ¿otra vez?”, entonces es complejo. El día de hoy esa mujer vive con ese hombre que la maltrata, pero el hecho de que siga viviendo con él no quiere decir que no tengamos la responsabilidad social de acompañarla y de ayudarla cada que necesite, pero eso es muy difícil39 .

39 Grupo focal, Suroeste antioqueño, realizado en agosto de 2021.

Aunque este aspecto no se desarrolla en este informe, es importante señalar las implicaciones que se derivan de la posición de la mujer frente a su relación con el agresor y los actos violentos. En el testimonio se lee que “al día de hoy esa mujer vive con ese hombre que la maltrata”. No se conocen las motivaciones que llevan a esta mujer a mantener una convivencia con un hombre que la maltrata, así con frecuencia se escuche decir a las mujeres que se mantienen en relaciones donde son violentadas porque aman al compañero, porque creen que lo ocurrido no fue tan grave y ellas lo provocaron, porque “él va a cambiar”. Otras razones apuntan a la dependencia económica, a no saber cómo “sacar adelante a los hijos solas”, articulado a expresiones, según las cuales, “no saben hacer nada”. Es oportuno poner la lente en estas variables que articulan dependencia económica con posición subjetiva, en tanto terminan justificando y perpetuando las violencias.

Recapitulando algunas razones esgrimidas por las mujeres para que la denuncia sea el último recurso al que acuden en situaciones de violencia o para no denunciar, encontramos la falta de credibilidad en la institucionalidad, la revictimización a la que se enfrentan en diferentes instancias de la ruta de atención, la poca formación génerosensitiva en servidoras y servidores públicos y la impunidad ante los hechos de violencia.

Todos estos factores ponen en cuestión el reconocimiento de las mujeres como sujetas de derechos, sus posibilidades para el ejercicio pleno de su ciudadanía y la garantía de su derecho a una vida libre de violencias, pese a vivir en un Estado que dice llamarse social de derecho, y en un departamento que se precia de impulsar como mayor propósito la unión por la vida.

Cabe preguntarse entonces ¿cómo forjar una agenda que consolide al departamento de Antioquia como un territorio saludable, seguro, en paz y con equidad40? Con la coexistencia de situaciones como las descritas en este informe, se desprenden varios retos para lograrlo:

● Persistencia de múltiples violencias contra las mujeres, pese al amplio marco jurídico, nacional e internacional para su prevención y sanción.

● Una cultura que al parecer es inamovible de cara a las representaciones de subvaloración sobre las mujeres y lo femenino.

● Naturalización sociocultural de las violencias, instaurada de tal manera que parece indeleble.

● Insistencia en la consideración de los asesinatos de mujeres como hechos desencadenados por relaciones sentimentales que las justifican.

● Prevalencia de silencios (de las víctimas y de la ciudadanía en general) frente a las violencias y la vulneración de los derechos humanos de las mujeres.

● Fragmentación y/o poca rigurosidad en la lectura de los contextos territoriales a la hora de recoger y transmitir datos e información sobre hechos de violencias.

40 Propósito plasmado en el Plan de Desarrollo 2020-2023 Juntos Por la Vida, de la Gobernación de Antioquia.

● Instituciones administradoras de justicia y medios de comunicación que continúan haciendo un tratamiento inadecuado de los datos e información sobre los hechos de violencias y vulneración a los derechos humanos y, en consecuencia, de la dignidad de las mujeres.

● Dificultades de apropiación e implementación de mecanismos nacionales y locales para el registro de hechos de violencias en el país y el departamento, por parte de las diferentes entidades encargadas de acopiar, registrar y condensar información.

● Limitaciones de múltiples órdenes: estructurales, institucionales, geográficas, de información y formación, culturales y subjetivas para acceder a las rutas institucionales y lograr una atención adecuada, oportuna y respetuosa de la dignidad de las mujeres.

● Fortalecimiento de una ciudadanía incrédula y desesperanzada con respecto a la presencia y actuación de las entidades gubernamentales.

Estas son solo algunas consideraciones a tener en cuenta a la hora de formular políticas, programas, proyectos y acciones orientadas a la prevención y sanción de las violencias contra las mujeres y las dinámicas territoriales que las agencian, máxime en contextos de crisis humanitaria como la vivida en el país a causa de la COVID-19.