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Acordes Moraos

“Es mi Jesús”

Todos apreciamos y recordamos con cariño a nuestro queridísimo hermano Antonio Ruiz Cabrera, un hombre humilde, sencillo y campechano que convertía en arte todo aquello que pasaba por sus manos.

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Mucho se ha hablado sobre él, pero hoy me gustaría centrarme en el legado que dejó a nuestra cofradía, la marcha “ Es mi Jesús ”. Después de escucharla varias veces pensé: “¡Cómo me gustaría que Antonio estuviese aquí para poder explicarme qué quería expresar en cada uno de los pasajes ” Y me puse a imaginar... No sé si realmente sería esto lo que quería transmitirnos, pero voy a contaros, desde mi humilde opinión, el simbolismo que yo encuentro en esta pieza.

En la oscuridad de la noche, se escucha el sonido de las trompetas, anunciándonos lo que está por llegar: El Mesías ha sido condenado a muerte y es cargado con su cruz.

Pronto nos adentramos en una melodía suave, grave y oscura, que me hace evocar ese inicio del camino hacia el Monte Calvario. Con los primeros rayos de sol, pero aún en las tinieblas de la noche, Jesús se desliza lentamente por las calles de Jerusalén, con su cruz a cuestas. Las trompetas, con sus breves intervenciones, se incrustan en la melodía de la misma manera que las espinas de la corona lo hacían en su frente.

Vuelve a sonar la misma melodía, pero esta vez más aguda. El día se ha abierto paso, y la luz inunda las calles. Poco a poco la música va creciendo. La gente comienza a llegar y se agolpa en las calles. Todo va cobrando fuerza y luminosidad, pero el destino sigue siendo el mismo.

Y llegamos al forte. Un forte potente y doloroso, cargado de intensidad. La intensidad del encuentro con su madre. La música combina la emotividad de este momento con el fuerte dolor de María al ver a su hijo maltrecho, ensangrentado y sentenciado a muerte. Por un momento puedo sentir como ambos se funden en un abrazo cargado miles de sentimientos contradictorios. Emoción. Fuerza. Amargura. Desesperación. Amor. El amor de una madre rota en pedazos.

Las trompetas vuelven a hacer su anuncio: Jesús debe continuar su Vía Crucis.

Es el momento del trío. Aquí la melodía, sin perder su tono oscuro, se torna un poco más ágil y esto me hace pensar en cómo el Cirineo ayudó a Jesús con su pesada carga. Por otro lado, los sonidos agudos de los clarinetes me hacen evocar a aquellas mujeres de Jerusalén cuyos llantos emocionaron a Jesús y cómo esa gran mujer, la Verónica, da un paso al frente, sin importar el riesgo y enjuga su rostro.

Vuelve a repetirse el mismo motivo, cada vez más fuerte. Suenan golpes de plato, que para mí podrían representar esos latigazos y empujones que Jesús recibía por parte de sus verdugos e incluso me hace pensar como en uno de esos momentos pudo caer, representando aquí el punto cúlmen de nuestra cofradía, a Nuestro Padre Jesús Nazareno, caído y derrotado.

Pero este no es el final, ya que los últimos acordes nos muestran un rayo de esperanza. Jesús ha recorrido todo este camino con una sola misión, la de salvarnos a todos. No sé si estarán de acuerdo conmigo, pero yo, desde aquí solamente puedo decir: “Gracias Antonio por este maravilloso regalo”.

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