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Charly Bermejo

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Daniel Seletti

Daniel Seletti

Pasión por el espectáculo

El popular Charly Bermejo hace un repaso de su vida en los medios de la ciudad, sus anécdotas con las fguras de la farándula, cómo nacieron los Premios Magazine hace 25 años y confesa que la radio es su gran amor: «es el lugar donde realmente soy yo».

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En Rosario, Carlos Bermejo, es sinónimo de espectáculo. Siempre con una sonrisa, amable, el hombre que lleva casi 50 años en los medios locales, ya está pensando en los premios Magazine del año próximo. A pesar de haber ingresado en los hogares rosarinos por la televisión, el periodista distinguido por el Concejo Municipal confesa: «Yo soy yo en la radio, con mis virtudes y falencias». Bermejo instaló en la escena nacional que hace 25 años de manera consecutiva, la colonia artística acuda a los Magazine, como una marca que lo identifca. Después de dos décadas en el elenco del clásico de Canal 3, De 12 a 14, hoy conduce su espacio semanal en Canal 5, produce otro programa de Viajes y Turismo y está al frente de dos emisiones radiales diarios, en LT3 y Fisherton CNN. Este año a su incansable producción le suma un ciclo de entrevistas de su archivo personal para el canal público de la provincia 5RTV.

La trayectoria de Charly Bermejo es tan rica y vasta que cualquier cobertura tendrá que recortar segmentos si quiere llegar al punto fnal. Hacedor de sus programas, supervisa y controla cada una de sus producciones y se ocupa de convocar a las estrellas, locales y nacionales, que asisten a la entrega de los Magazine. En medio de tanto ajetreo, no escatima tiempo para disfrutar con su nieto, a quien le muestra un mundo de celuloide con dedicación afectiva.

Durante la entrevista se enhebra una larga y rica cadena de anécdotas, sobresale la amistad con personajes destacados, coberturas de festivales de cine y el Oscar de la Academia, viajes que le permitieron conocer rincones entrañables de Manhattan, Perú o París. El hombre que ha pasado las seis décadas codeándose con un universo de luminarias se reconoce tímido y no le gusta pararse ante la gente: «Soy muy tímido, creo que me familiaricé con la tele ahora que estoy casi por el retiro.Por ejemplo, no me siento seguro si no tengo un monitor. En verdad donde me siento seguro es en la radio, tal vez porque no dimensiono la cantidad de gente que escucha, o porque enfrente tenemos un micrófono y los compañeros de trabajo. La radio no me expone. En cambio en la tele yo siento que nadie es auténtico —a menos que seas Norma Aleandro , Alfredo Alcón o Julio Chávez—. Se prende la luz roja y no podés ser natural, estás en una situación que te impone mostrarte de determinada manera».

¿Ahí es cuando se debe crear un personaje?

Creo que sí. Soy yo en la radio, con mis virtudes y mis falencias.

¿La radio vino un poco a acomodar tantos años de exposición televisiva?

Es que al revés, yo me sentí mucho más desprotegido en la tele. Empecé hace 47 años en la radio y haciendo un micro en la tele. Pero era un micro en un programa donde tenía un segmento muy cortito. En la radio recuerdo que desde el primer día sentí que era mi lugar. Mucho tiene que ver la química que se genera con la persona con la que uno comparte micrófono y tiempo.

Si bien hay pasión cuando se realiza la tarea que más nos gusta, se nota en tu caso un agregado que va más allá, que es compartir con el que te ve o escucha aquellos hechos artísticos que te emocionaron, podemos decir que es la pasión de darlos a conocer.

La pasión hizo, por ejemplo, que aprovechara el hecho de haber estudiado abogacía. Porque recuerdo que, cuando terminé el colegio secundario me pregunté: «¿Cómo hago para canalizar lo que debería estudiar?». Hice un test vocacional y resultó que tenía que buscar una carrera humanística o creativa, como abogacía, diseño o arquitectura, pero jamás hubiera estado haciendo matemáticas porque a mí 2+2 siempre me dio con decimales. Decidí estudiar abogacía y me parece que me aportó un background para encarar la profesión. En aquellos años no existía la escuela de periodismo; comunicación social no era una carrera universitaria. Me formé en cursos que dieron; por ejemplo, Mario Sofcci, sobre cómo analizar una crítica de cine. Homero Alsina Thevenet, el famoso uruguayo, que vino para decirnos cómo se analizaba un enfoque cinematográfco. Eran seminarios que se daban acá a fnales de los 60, con gente como Daniel Tinayre, Leopoldo Torres Nilson y Leonardo Favio. Entonces, comienzo en los 70 a trabajar en la radio. Había hecho ya una orientación a la crítica de cine, con estos tipos que después dimensioné quiénes eran.

Ahí habrás tenido de colegas a los que durante mucho tiempo estuvieron haciendo espectáculos y cine… ¿Estamos hablando antes de la dictadura?

Sí, y mucha gente que lo hacía por un enriquecimiento personal. La dictadura irrumpe en nuestra vida después. Recuerdo el 24 de marzo, estábamos con Angelita Moreno, mítica locutora y conductora de LT8, esperando para comenzar el programa nocturno Los habitantes del Silencio, donde escribía los guiones y Lalo de Los Santos cantaba el gingle del programa. Al día siguiente tenía que rendir un examen en la Facultad y me había llevado todos los apuntes… Ese día, de pronto entra un señor y militares que se apostaron en el control. Se hicieron cargo de la radio. Dijeron «no se puede hablar más nada». Emitieron el comunicado Nº 1 de la Junta Militar y nosotros no pudimos salir de la radio hasta las 2 de la mañana. No hubo ningún destrato ni nada por el estilo. Nos quedamos ahí esperando, salimos y allí nos desayunamos con lo que fue la noche negra y larga de la dictadura.

¿El cine fue tu nexo con los medios?

El cine fue la pasión que permitió abrirme. Soy de una generación donde el entretenimiento de una familia era el cine, la televisión no existía. Irrumpe recién en nuestras vidas en los años 60 en forma comercial, en un solo canal y era para un estrato social importante. Era hijo de un la-

burante ferroviario de clase media. En mi casa tuvimos televisor el día que se pudo comprar al contado, en mi cuadra fue el último televisor. En cuanto al cine, creo que era el vehículo cultural masivo en ese momento. Mi papá tenía un primo vinculado al cine Odeón y un hermano que era inspector que trabajaba para Twenty Century Fox, Universal y Metro Goldwyn Mayer, en la época que estos sellos tenían en Rosario representaciones y distribuidoras. Gracias a eso teníamos entradas para ir a todos los cines a ver las películas. Mi papá también era familiar de los dueños de La Comedia, entonces íbamos al teatro. Mi abuelo era fanático de la opera y allá íbamos. Recuerdo haber visto en el teatro al mago Fu Manchú, que me impresionó mucho. Cuando estaba en la secundaria pudimos ver en La Comedia una compañía dramática española que trajo un repertorio de teatro clásico con puestas de Doña Rosita, la soltera y La Celestina. Eran obras que las tenía que estudiar en la escuela y las estaba viendo en el teatro, habladas en castellano antiguo. Claro que a los 13 años me pareció un plomo, como El Quijote o El Mio Cid, que luego se hicieron películas y fueron más llevaderas.

Desde corta edad fuiste apasionado del cine. ¿Nunca se te ocurrió el cine desde adentro?

No. Nunca me vi dentro de la industria. Fui anárquico… en la época del proceso había un director artístico que decía que hasta el buen día tenía que estar guionado. Le dije que nunca iba a guionar nada porque no me gustaba escribir. Debo haber sido uno de los pocos francotiradores que hizo radio en la época del proceso sin guión, porque antes de salir al aire te tenían que aprobar los guiones. Discutí con un interventor porque me dijo que no iba a poder hacer más radio. Y le dije: «bueno, usted se lo pierde», y seguí haciendo notas. Llegué a hacerles notas a tipos como Víctor Heredia. Me parecía una brutalidad que no se pudiera entrevistarlos porque estaban prohibidos. Pensar que no se podía difundir Tinta Roja por el color que cita el tango. Ese tipo de arbitrariedades las viví, no me las contó nadie.

¿Podés citar algunas escenas de cine que consideres sumamente pasionales?

Por una cuestión de edad lo primero que me impresionó fue el cine italiano, el neorrealismo italiano. Era muy chico cuando vi Ladrón de Bicicletas, y otra película que me marcó fue Roma Citta Aperta, me pareció tremenda, ese rostro de Anna Magnani me marcó por trágica. En Argentina creo que su equivalente fue Tita Merello. Estando en Los Ángeles para una entrega del Oscar, venían caminando Dino De Laurentis —que fue uno de los de los dueños de Cinecittà junto con Vittorio de Sica—, con Roberto Rosellini y Carlo Ponti. Cuando entrevisté a De Laurentiis me dijo que Argentina había tenido una gran actriz que había visto en un festival en Moscú. Deduje que era Tita Merello (ella había ido por Los Evadidos, de Enrique Carrera). Decía que si hubiera estado en Italia hubiera sido la sucesora de Anna Magnani.

Además del cine italiano, ¿tenés referentes en el cine francés, inglés y norteamericano?

El cine británico me gusta. Cuando veo el cine contundente que flmaba Richard Attenborough, me parece que tiene que ver con la pasión que le imprime cada director. Soy un tipo visceral, a mí me gusta el cine que modifca, que perturba. Respecto del cine italiano, Vittorio De Sica me conmueve. Ahora vuelvo a ver Dos mujeres, con Sophia Loren, y me perturba lo mismo que la primera vez. Un Luchino Visconti, de La caída de los Dioses, modifca tu eje. Pier Paolo Pasolini lo mismo. Por otro lado, un cine francés como el de François Truffaut me marcó como nadie, pero me gusta también el cine más superfcial y edulcorado de Claude Lelouch que tiene también sus toques profundos para contarte una historia de amor, como por ejemplo Un hombre y una mujer. También tiene pequeñas perlitas como Vivir por Vivir. Recuerdo grandes secuencias de Un hombre y una mujer con Jean Louis Trintignant y Anouk Aimée (que dicho sea de paso vivió en

Rosario y fue al Normal 1, su madre fue amante de Héctor Astengo, y cuando se mudaron a Fisherton ella fue a la escuela bilingüe para no perder la escolaridad). Ese cine francés me parece fabuloso, sin olvidar a Jean Luc Godard. En cuanto al cine norteamericano, cómo no rescatar a un John Ford, Hitchcock y grandes maestros como Francis Ford Coppola y Orson Wells.

¿Alguna vez presentaste películas en tele?

Durante años presenté El Mundo del Espectáculo, pero eran flmes que me bajaba el canal donde trabajaba. La televisión te obliga a hacer lo que la gente compra, yo elegiría otras. Por ejemplo, De 12 a 14, en Canal 3 era masivo y te pedían hablar de chismes… y a mí no me interesa la vida de nadie, como no le interesa a nadie la mía. Lo hacía porque me bajaban una línea y era empleado. Entonces le propuse un trueque al dueño del canal: algunos días hacía chismes y otros recomendaba el cine que me interesaba. Y tuvimos un buen matrimonio hasta que un día decidí irme del canal. Duró 25 años mi relación con Canal 3 y fue de mutuo respeto. La gente compraba lo que uno vendía. Quizás alguno pensó que mi formación pasaba por la revista Caras o Gente, pero eso no tiene nada que ver conmigo.

De todas maneras te mantuviste en un medio con exigencias comerciales.

Sí, yo creo que también en eso hay una gran falla y se los dije a los gerentes de los canales (porque ya no hay dueños). Les dije que los canales de Rosario son repetidoras y vendedores de espacios. En mi caso, para hacer un programa de tele me convertí en vendedor de publicidad, de otra manera no podría hacer el programa. A ese espacio trato de ponerle un plus que no suele verse en la televisión abierta. Pongo shows que no ven en otros programas, porque me doy el gusto de compartir algo que vi… Por ejemplo, no suele verse un concierto de Barbra Streisand con “Il Divo”, o Sarah Brightman en el Covent Garden, o el Royal Albert Hall. Ahora puse el último show del Cirque du Soleil, Paramour, y quienes lo vieron se maravillaron. Con lo pasional que soy, cada vez que veo un espectáculo o una película que me moviliza, digo: «Cuánto daría para que esto lo viera la mayor cantidad de gente posible».

¿La autogestión fue compensada con más libertad de trabajo? Ya no te dicen que tenés que hacer farándula.

Sí, yo creo que también en eso hay una gran falla y se los dije el otro día a los gerentes de los canales (porque ya no hay dueños). Les decía que los canales de Rosario son repetidoras y vendedores de espacios. Yo para hacer un programa de tele me convertí en vendedor de publicidad, pero sino no podría hacer el programa. A ese espacio trato de ponerle un plus que no suele verse en la televisión abierta. Pongo shows que no ven en otro programa, porque me doy el gusto de compartir algo que vi… Por ejemplo, no suele verse un concierto de Barbra Streisand con “Il Divo”, o Sarah Brightman en el Covent Garden, o el Royal Albert Hall. Ahora puse el último show del Cirque du Soleil, “Paramour”, y quienes lo vieron se maravillaron. Con lo pasional que soy, cada vez que veo un espectáculo o una película que me cambia el eje digo: “Cuánto daría para que esto lo viera la mayor cantidad de gente posible”.

¿La autogestión fue compensada con más libertad de trabajo? Ya no te dicen que tenés que hacer farándula.

Exacto. Pero nunca hice chismes en 47 años en el mundo del espectáculo. Tengo muchos amigos y fui confdente de cosas que si alguna vez escribiera un libro (y se editara post mortem), no sé si las revelaría, hablo de cosas muy personales. Por ejemplo, un verano iba a cubrir la temporada de Mar del Plata para LT8, paraba en un hotelito con los viáticos y comía lo que podía. Entonces

China Zorrilla, que era muy generosa y decía que el noviazgo nuestro databa de la primera vez que vino a Rosario en el 70 (se ríe), había alquilado una casa de cinco dormitorios en el barrio Los Troncos y me invitó. Me acuerdo que a esa casa fue un fn de semana una gran fgura del espectáculo con la que tenían un apasionado romance. Y esa fgura (con la que terminamos muy amigos) me comentó que ella no era soltera, que tenía un divorcio muy complicado, pero en Argentina siempre creyeron que era soltera. En otra oportunidad, me llamó una mega fgura para avisarme que venía a Rosario a ver a una mujer que tiraba las cartas, le dijeron que era la mejor. Se vino camufada de tal manera que los que nos vieron bajar del auto decían: «Mirá, el de De 12 a 14… la que va al lado está disfrazada». Jamás se me hubiera ocurrido decir nada, son códigos. A lo mejor por esa razón tengo una relación diferente.

Hay amistades con personalidades del espectáculo a las que les imprimís afecto y pasión, como por ejemplo, Graciela Borges.

Con Graciela empezó la relación con una discusión muy fuerte. Ella hizo una película y la defenestré al aire porque me pareció un desastre. Dije: «Está tan desaprovechada». Graciela iba en un remise al aeropuerto escuchando la radio y me llamó desde Buenos Aires. Lo mío hasta había sido casi falto de educación. De hecho, se ofendió mucho, después nos encontramos en un estreno y me dijo: «Usted habla de nosotros como la farándula, y la farándula es estigmatizante». Después de eso fumamos la pipa de la paz y hoy en día casi ocupa el lugar de una hermana. Siempre le digo que la gente conoce su envase pero no el contenido. Graciela es lo más cercano y terrenal que hay. Vos vas a la casa y está en verano descalza, a cara lavada, hace la nota de esa manera aunque sea para tele. Muy pocas fguras estelares hacen eso. Cuando el director de El Tulipán Negro la vio en el Festival de Cannes, le dijo que quería que fuera la coprotagonista junto con Alain Delon. En ese momento la convocó en Argentina Leopoldo Torre Nilsson (era casi su actriz fetiche) y rechazó la oferta del francés, y fnalmente debutó en el cine en ese rol Virna Lisi. De esa edición de Cannes tiene fotos en su casa cenando junto con Giulietta Masina y Federico Fellini. Tiene fotos con Manuel Alberti, Alain Delon, Jean Paul Belmondo, Catherine Deneuve y hasta Picasso, que le regaló una paloma dibujada en una servilleta.

¿Y con Mirtha Legrand?

No soy amigo de Mirtha, pero tenemos una relación muy respetuosa. Ella es una mega fgura, nadie está desde los 15 años, durante 65 años en el candelero si no tiene algo. Si no lo querés llamar talento podés citar magnetismo o estelaridad. La verdad es que amigos dentro del espectáculo tengo contados con los dedos de la mano, algunos ya se fueron como China Zorrilla, Alicia Brusso, Mabel Manzotti.

¿Esas amistades también se alimentaron durante La Noche de los Magazine, no? Un reconocimiento que cumplió 25 años.

En el 92 nos juntamos en Paco Tío con Fernando Chao (que era el jefe de espectáculos del diario La Capital), Abel Rodríguez, Héctor Barreiros y Silvio Mario Valli. Se había dejado de entregar el Monumento de Cristal, que se daban en Rosario, aunque en realidad se vendían. Entonces propuse que la ciudad tenía que seguir teniendo un reconocimiento. Para mi sorpresa mis compañeros no quisieron embarcarse y lo hice como la festa de fn de año de Los Magazine. Fue un 13 de diciembre en el Jockey Club. Invité 25 fguras entre las que estaban María Luisa Bemberg, Roberto Goyeneche, Juan Baglietto, Valeria Lynch, Mercedes Sosa, Ricky Martin (estaba de gira por el país), María Rosa Gallo y Mirtha Legrand. De 280 invitados, 160 no vinieron porque pen-

saron que no iba a ir nadie y fue un éxito. Se flmó y pasó al aire en diferido. Al año siguiente, Alberto Gollán me preguntó si me animaba hacerlo nuevamente. Volví a convocar y vinieron todos menos uno, que estaba en el exterior y perdió el vuelo. Llegamos a la edición 25 ininterrumpida. Sobrevivimos a todas las malarias. En 2001 dejamos de hacer cena porque no nos parecía atinado cuando el país era un polvorín. Fue el año que más gente vino. Recuerdo a Eladia Blázquez cantando Argentina primer mundo en El Círculo en una versión casi recitada porque era como una oración en ese momento.

Se convocaba a los artistas desde Rosario en un país que no mira demasiado lo que pasa en el interior.

La ciudad tiene un peso cultural que no sé si le damos la entidad que tiene. Sergio Renán decía que debíamos potenciar la ciudad porque es la Meca. Tener la aprobación en Rosario es la base de lanzamiento. Les Luthiers estrena sus espectáculos acá por algo; lo mismo pasaba con Sandro. Sin tener nunca un peso, llamo a Mirtha o a Susana y ellas vienen sabiendo que nadie puede cobrar nada porque se trata de un homenaje. Y fundamentalmente es un gancho para que gracias a esas fguras la gente mire a los rosarinos. Jamás participé de ningún premio, dondee haya que pagar para candidatear un programa. En cuanto a los Magazine, mucha gente debe creer que después me compro un piso en el centro… y la verdad es que hubo años que mi mujer y yo fuimos a sacar un crédito para terminar de pagar lo que había quedado. Porque se paga con la publicidad que vendemos. Estoy por cumplir 68 años, me levantó 6.30 y vuelvo a mi casa a las 21 luego de estar todo el día caminando. Hago el programa de los sábados, dos espacios en radio y un programa de viajes...

¿Hay un resguardo detrás de tanta actividad? Se dice que sos muy familiero y te quedás mucho en casa con los tuyos.

Sí, soy familiero. No viajo solo porque no disfruto el viaje. Mi mujer es mi alter ego. Nos casamos en el 85, como la ley y la religión mandan, son 32 años de matrimonio. Toda una vida. Además ella ama lo que hago, ve y sabe más de cine que yo; mi hija también es fanática y tiene un ojo clínico impresionante. De hecho, es editora de mis programas. Mi nieto, que tiene 5 años vió conmigo Amadeus y yo creí que se iba a dormir a los diez minutos… El otro día en el auto me dice: «¿Esto no es Mozart?».

Hace unos años hubo cierto giro en tus programas… ¿está la mirada más puesta en lo social y político?

Me duele todo lo que pasa. A los 68 años tuve una utopía, tuve un sueño, casi parafraseando a Luther King. Pensé que iba a vivir en un país soñado, ordenado, no te digo el país del futuro que pintaba Julio Verne, pero que no haya gente pidiendo comida, cuando somos un país que tiene capacidad de alimentar a 400 millones de personas. Salgo de la radio y veo todos los días la cara de una mujer con una chiquita dormida en brazos a las 2 de la tarde, son cosas de las que no puedo ser indiferente.

¿Alguna vez te ofrecieron ser candidato en política?

No, porque deben haber escuchado que en la radio siempre hablo de que no podría transar. Tengo amigos políticos que los respeto, me parecen honestos, pero no sirvo para mentir. Para salir hoy besar a un chico, un viejo; y después que a ese mismo chico no le llegue una copa de leche y que el viejo tenga que mendigar para comprar un medicamento... Eso me pone loco. No transo con la injusticia, por eso no podría ser abogado, porque estaría siempre del lado de los que pierden. En eso soy muy pasional… Me duele escuchar la radio, o las redes sociales, hay gente con tanto resentimiento, no entiendo… Se muere alguien en un accidente y terminan haciendo escarmiento con el muerto. ¿Qué nos pasó en el medio? ¿Cuándo se nos saltó la cadena? Ni siquiera respetamos a alguien que no se puede defender… Siempre digo que de cualquier manera lo que tenemos que seguir haciendo es militando para recuperar el país que nos merecemos. No nos podemos permitir que haya gente pidiendo laburo, que haya familias dependiendo del asistencialismo, pidiendo comida, un país donde tirás una semilla y crece la vida. Este es el país de la vida. Soy demasiado pasional en eso. g

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