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Silvia Querede
«Cada clienta usa la prenda de manera diferente y eso es identidad»
Las emprendedoras Silvia Querede y Noelí Gómez tuvieron la original idea de «generar un textil con pedazos de otro textil» y así nació Quier, diseño textil sustentable hecho en Rosario para el mundo.
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Todo comenzó hace ocho años, en el bar de la Escuela Superior de Diseño Rosario. Docente y alumna decidieron unir la pasión que ambas comparten. Con una servilleta, Silvia le mostró a Noe varias posibilidades para transformar esa tela en otras cosas. Así nació Quier, la marca de diseño textil que Silvia Querede y Noelí Gómez desarrollan mediante un proceso de diseño sostenible, que aprovecha al máximo las capacidades de los materiales, mediante una moldería que se ajusta al Residuo Cero. Esta idea de la producción sin deshechos de material las llevó a investigar el cruzamiento de telas que terminó en el desarrollo de una Tela Quier compuesta por la superposición o tejido de otras piezas.
A la vez les permitió el rescate de antiguos géneros que ellas explican como «diseño textil en base a deshechos textiles». Siguiendo la línea sustentable, generaron modelos reversibles, es decir, ropa que se puede usar de varias maneras, adaptándose a la personalidad e identidad de quien la lleva. El planteo sustentable de Quier fue presentado en ruedas de negocios en el exterior, dejando como consecuencia nuevos desafíos que trascienden el mundo de la moda y lo posicionan como un estudio de servicios. En los altos de una casona ubicada en Mendoza al 1800 las diseñadoras explican los nuevos proyectos, hablan sobre un piloto que se vende en todo el mundo, y la conquista de mercados desde el diseño de indumentaria y la transmisión de la experiencia Quier a ámbitos académicos. Su nombre remite a la palabra Quiero sin la «O» y las mujeres explican que «remite a algo en proceso, incompleto, pero siempre en proceso. Es una palabra abierta a la espera de que otros la completen. Y esa es también para nosotras una forma de trabajo. Además no nos nombra a ninguna de las dos, trasciende el trabajo de la persona. En tiempos de branding personal como estos, nosotras no estamos por ahí. Vamos por los bordes, por otro lado».


NOELÍ: Después de 8 años, ahora nos empezamos a defnir como un estudio de diseño. Hacemos bienes y servicios, tenemos muchas ofertas y esto nos hace pensar que estamos en algo más grande que diseñar ropa y venderla, que es el diseño.
SILVIA: Básicamente empezó como una experiencia pequeña para ver si funcionaba, sobre todo entre nosotras dos que nos conocíamos de otra instancia pero el trabajo y el fragor de cada día te arma otro mapa. Entonces no sabíamos si nos íbamos a llevar bien en este otro ejercicio de trabajo. Y sí, ya hace mucho tiempo que estamos trabajando, investigando y creciendo, nos fuimos dando cuenta que podíamos tener otras perspectivas y otros destinos a nuestro trabajo y nuestra investigación. Y eso implicó esa transformación, evolucionar embarcadas en hacer con gran pasión los que nos gusta.
¿Qué es una «ropa saludable»?
N: En realidad hablamos de moda ética, aunque se puede decir saludable también. Si nos cuidamos el cuerpo, por qué no vamos a cuidar la ropa que tenemos puesta sobre él. Esto implica pensar qué material voy a poner sobre mi piel, en cómo está hecha esa prenda, quién la hizo y en qué condiciones esa otra persona estuvo produciendo mi ropa. Es bastante amplio. Incluso cuánto desecho se generó para hacer esa ropa que llevo puesta y lo que va a implicar en mi vida; porque por ejemplo, el agua que contaminé ya no la voy a poder tomar. Cuestiones más amplias que está bueno pensarlas porque tienen que ver con los vínculos, las personas y el trabajo.
S: También en las condiciones de los trabajadores que están en este sistema, que es enorme, multitudinario y muchas veces utiliza trabajo esclavo, con talleres clandestinos, en algunos casos, con niños. Nos enteramos que sucede en Bangladesh o en India, que son lugares que parecen remotos. Es ahí donde se ve más porque el volumen de producción es mucho mayor, pero acá a la vuelta también pasa.
Una manera de generar conciencia por parte de los consumidores de esas prendas y, además, el Estado que debería controlar…
S: Es un compromiso de los dos lados. Se trata de políticas de Estado y con el compromiso de las naciones en bajar los gases que generan. Que controlen a las empresas para que si hay desechos sean tratados de forma que no sean tan perjudiciales, o que se controle de verdad cuál es la calidad laboral que se utiliza.
Ustedes impulsan el «residuo cero». ¿De qué se trata? N: Trabajamos con una técnica que lo que hace es optimizar el material que estamos usando para que el residuo de corte que se produce de esa prenda sea cero. Es una técnica que denominábamos envolvente y después nos dimos cuenta que lo que hacíamos era optimizar mucho la tela. En el taller hay días que no se produce residuo usando esas telas. Ahora tenemos una línea que es Residuo Cero. Para que se entienda, es una técnica que tiene que ver con el corte. Implica un proceso que comienza antes de cortar. Cortás el molde sobre la tela, y depende cómo esté cortada la tela, se genera un residuo. El espacio negativo es ese que no tiene forma de nada y es lo que queda en lo huequitos de los moldes, que de por sí tienen curvas y formas. La técnica Residuo Cero es tratar de reducir ese espacio negativo aprovechando al máximo las posibilidades del género. Eso empieza en la idea, desde el concepto. En el diseño, cuando empezás a pensar el objeto, lo hacés ya con toda esta carga.


Además del Residuo Cero hay un atractivo en sus diseños en las distintas maneras en que se puede usar una prenda…
S: Exacto, esa multifunción, las distintas maneras de usar una prenda, tiene que ver con un criterio sustentable. Porque signifca que una misma prenda se puede poner de un lado o del otro, la reversibilidad. Y también como enroscada en el cuello, o como poncho o como saco… y eso también implica tener tres prendas en una y evitar tener que comprar tres prendas distintas. Entonces implica menos corte, menos tela, menos plata circulando en función de algo que fnalmente después va a ser un desecho textil. Incluso cada clienta lo usa diferente y eso nos parece que está bueno porque da identidad. Cada uno lo adapta a su estilo y a su cuerpo. Está bueno respetarse cada una y usarlo como quiera. Y aparte de eso no tener un saco, un chaleco y un poncho, sino tener una prenda que pueda cumplir con todas esas tipologías juntas.
¿Cómo se reutilizan las telas antiguas?
S: La recuperación de tela está muy ligada a mi familia… Nos encontramos un día con las ganas de trabajar juntas y nos encontramos con una montaña de objetos, de telas y de cosas que había en la fábrica de mi familia en Pergamino. Era una fábrica de confecciones de ropa de más de 50 años. Hay residuos de los años 70 hasta hoy y mi madre los sigue cuidando. Como ella conservó todo, ese cúmulo de cosas fue creciendo. Por eso este edifcio es grande… toda la planta alta está atiborrada de objetos textiles. Cuando empezamos, decidimos ponernos en movimiento con esa montaña de telas, nuestras cabezas y lo que sabemos. A partir de ahí armamos la idea de cómo generar un textil con pedazos de otro textil, y ahí comenzó Quier. Podemos decir que la fundación fue en una servilleta en el bar de la escuela.
El ámbito donde comenzaron a pensar en Quier fue en la escuela, como docente y alumna, cada una con recorridos diferentes; ¿en algún momento sintieron la diferencia generacional?
N: Siempre. Era mi primer proyecto y para Silvia era otra experiencia. A mí en muchos sentidos me faltaban un montón de herramientas que ella tenía de sobra.
S: En el diálogo nos igualamos. Cuando nos ponemos a diseñar, me siento de 18… hay algo de la pasión, de eso que te lleva de la nariz, que no se puede explicar y que hace que no recuerdes que te pasaron un montón de años, que hace un montón que estás cansada… Eso pasa cuando nos ponemos a diseñar o proyectar; nos pasa ahora que es un momento de muchos proyectos con gran entusiasmo, con mucha ilusión… Diseñamos sin edad, nuestras clientas tienen de 18 a 79 años, nos entendemos con las distintas generaciones, como nosotras.
N: En general el momento de sentarnos a diseñar es el que más disfrutamos. Incluso el de buscar por dónde, qué nos inspira, que nos gusta esta vez....
Buscan disparadores en sus temporadas, como el proyecto inspirado en Werner Herzog, director de la película Fitzcarraldo. S: Encontramos identidad trabajando desde el concepto. El diseño empieza por el concepto y seguimos caminos de laburo. Lo de Herzog es interesante por esta cuestión de lo generacional. Werner Herzog estrenó su película Fitzcarraldo en 1982. En nuestras conversaciones aparecían situaciones que yo defnía con la película. Hasta que dos años después, Noe me dice que la vio y que le encantó y le generó curiosidad que yo tomara Fitzcarraldo como un adjetivo, porque para mí signifca el esfuerzo, el barco por encima de la montaña, y a veces es muy


cuesta arriba el laburo que emprendemos. Cuando ella le dio lugar, cuando ella lo enfocó, ahí trabajamos entre las dos con el concepto Fitzcarraldo. Primero era una cosa que yo decía, hasta que ella le hizo lugar y ahí empezamos a trabajar y le dimos la vuelta a la colección.
¿Cuáles fueron las temáticas más signifcativas de las colecciones?
S: Siempre la identidad como tema nos convoca y nos interpela. Primero porque creemos en la identidad de marca, pero no en el sentido del emprendedorismo y toda esta cuestión que suena mucho ahora, sino como un criterio y un capital de innovación. Entonces empezamos a buscar ese rasgo, fortaleciéndolo con temas que a veces son recurrentes, no son tantos, sólo que los vislumbramos, los comunicamos, los expresamos de distinta forma. Hay cuestiones que tienen que ver con el territorio, con Rosario, con el “de dónde somos”, con la cultura familiar.
N: Decidimos que Quier nació en Rosario. La gente que trabaja y produce es de nuestra ciudad. Eso nos parece interesante, es reconocer que es nuestro lugar y que estamos acá con nuestras características, muy distintas a otras ciudades. Lo reconocemos como un valor y lo damos a conocer. Incluso muchas veces las cuestiones más cercanas, como los vecinos, también nos parece que son una pequeña muestra de lo que somos, y nos defne como país y como ciudad. Usamos para una campaña el frente del supermercado chino que está frente a nuestro estudio, como una muestra pequeña de esa mezcla de identidades que somos. También trabajamos con la pared de chapas que está ubicada al lado del casino. Hicimos una estampa en telas con eso, que usamos en una colección. La estampa es divina, pero estamos mostrando un paisaje de la ciudad, que podría suponerse que no es ni bello ni estilizado, porque es un lugar que duele ver. Y sin embargo lo pusimos ahí porque ese contraste es parte de esta ciudad.
Además de Residuo Cero, también es muy interesante cómo experimentan con los materiales disponibles.
S: En Quier intentamos resignifcar los materiales, primero porque es serio el problema de disponibilidad de materiales en este rubro donde escasea la variedad. Segundo porque hay altos costos y en muchos casos afrontan problemas aduaneros. Desde cierres especiales hasta telas es difícil diferenciarse, porque todos contamos con los mismos materiales, por eso el diferencial lo pone el trabajo que se haga con ese material. Muchos implementos para trabajar son chinos. No lo resaltamos por prejuicio ni por mala calidad, sino porque no son de acá. Nosotras trabajamos con un producto que proviene de China, que es una tela rota, rasgada, de tal manera que va armando la fbra que después se teje y arma una trama más autóctona. Finalmente es un tejido semiindustrial, porque está tejido en un telar por un artesano de acá. Lo que decimos es que usamos ese material chino y lo intervenimos. La idea está craneada y trabajada desde nuestro lugar. Hay muchos ejemplos. La tela inicial que comenzó con la servilleta del bar cuando decidimos embarcarnos en Quier también es un ejercicio de trabajar un material en muchos distintos. Trabajamos una tela que es un paño hecho con tres telas distintas, que son puntas de pieza, o sea que está confeccionada con residuos textiles que están generando otra pieza y están volviendo a la vida útil.
N: Incluso con el tiempo, fuimos evolucionando la forma de armar la tela Quier. Ahora tenemos una mejor forma de hacerlo en calidad y resolución. Para nosotras desde lo constructivo es importante mejorar los procesos.


Quier ha evolucionado en el proceso de experimentación con el diseño y los materiales. ¿Existe un acompañamiento de las clientas que eligen estas prendas?
S: Sí, sin ninguna duda. Hemos generado un grupo que no sólo viene y se prueba ropa, compra y se va. Se arman conversaciones, diálogos y encuentros, y de paso pasan por el perchero para ver. Es lo que se produce cuando abrimos el showroom al que vienen mujeres y hombres que acuerdan con nuestro concepto.
¿Cómo lograron llegar a ciudades del exterior con el proyecto Quier?
S: Fuimos a Londres, Berlín, Colombia, Chile y Turín. En general esos viajes están relacionados con programas estatales en los que aplicamos por distintas razones. Porque estamos generando siempre un concepto que está por fuera de la moda, en el sentido del shopping y toda esa línea de signifcantes. Y después por esta cosa de la identidad, que en realidad no es el poncho típico, ni la llama que llama, ni el guante guanaco porque eso no tiene que ver con nuestro lugar. Es decir que desde una identidad más urbana igual podemos llegar a esos lugares. Incluso la investigación sobre el textil y toda esta parte que Quier tiene como base también hace diferencia. Podemos decir que comprendieron lo que hacemos y estamos en plena expansión de negocios con personas que no están en Argentina.
El proceso de trabajo de Quier es un concepto ideológico nacido en un país atravesado por crisis económicas. ¿Cómo desarrollan este concepto en esos mercados?
S: Precisamente hicimos un trabajo con Scan Fu, una empresa española con base en Bilbao, que tienen 40 tiendas en todo el mundo. Nos compraron el prototipo de un piloto e hicieron una investigación textil respecto a una estampación particular. Ellos lo producen en serie y nosotras también podemos seguir haciéndolo, porque no les vendimos la autoría. A esto nos referimos cuando nos defnimos como un estudio de diseño textil, porque vendemos servicios en ese sentido, no vamos a vender un contenedor de remeras…
N: Incluso hoy es más complejo mover objetos que mandar una idea. Es más sencillo para ellos introducirlos en su cadena de producción que venir a comprar a Argentina. Y este artículo que vendimos, el piloto, está armado en base a la técnica de Residuo Cero, que a ellos les resultó muy interesante, conveniente y barato producir. Incluso en España cuentan con otra tecnología de producción, así que hicimos algunas indicaciones para que puedan mejorar el producto. Digamos que estas instancias están pensadas y armadas.
S: Acá no producimos en el sentido repetitivo o seriado, sino que lo hacen ellos en base a una idea que les vendimos, sin el sentido de exclusividad. Porque incluso ese piloto que vendimos en Bilbao, nosotras veníamos haciendo un montón. No era de la colección nueva, y lo seguimos haciendo.


¿Y ellos cuántos pilotos fabricaron?
S: Vendieron millones, tienen 40 sucursales y hasta abrieron local en China. Tienen un mercado inmenso. Nosotras no contamos con la posibilidad de confeccionar semejante cantidad.
¿Ese diálogo continúa, sigue abierto con esta empresa?
S: Además de ese contacto con España, fuimos a Colombia y generamos nuevas conversaciones, es un aprendizaje que mejoró nuestra manera de negociar. En el primer contacto con los españoles no nos fue bien, pero al tiempo entendimos cómo plantear esta nueva forma de negocio. Finalmente dio frutos un año y medio después. Esa experiencia se fue multiplicando con más contactos porque defnitivamente habíamos aprendido mucho más.
N: Fuimos a muchas rondas de negocio y cuando llegamos a la de Colombia estábamos más afladas: «Qué ofrezco y a quién». No se pueden perder los diez minutos de diálogo para convencer a alguien desconocido. Hay que aprender a comunicar lo correcto. A los colombianos les ofrecimos una línea láser y servicios académicos. Después nos dimos cuenta, tras hacer un ejercicio de consultoría para repensar nuestros potenciales, que somos más que dos personas que hacen ropa, porque tenemos una instancia de comunicar lo que hacemos y hay mucho por decir, sobre todo la parte de investigación de Quier. No existe una fórmula sobre cómo se hace en esta empresa, pero sabemos que existe mucha gente que se benefcia con Quier. Eso se formateó al punto de que hay un know how que sí se puede enseñar y replicar en algunas universidades del mundo que están interesadas. Ahora estamos cerrando un acuerdo con México, por ejemplo… Es una forma de trabajo. Silvia piensa las cosas así: trabajar, experimentar y recapitular sobre lo hecho, revisar para optimizar. Es un mecanismo sencillo que se puede transmitir, repensar cómo se puede mejorar. Digamos que para llegar al producto fnal se realizó toda una experimentación importante. Ahora diagramamos los servicios de Quier también contando el proceso que hacemos, porque el producto que vendemos no dice todo lo que hicimos en el camino. Esa cantidad de pasos que hacemos y cómo los vamos ajustando es nuestro potencial, que nosotras consideramos que se puede transformar en un servicio a ofrecer.
Esta idea tiene que ver con la experimentación, con la conclusión de un proceso, pero también hace referencia a la labor docente de ustedes.
S: La transmisión y el compartir, eso que sabemos porque fuimos mil veces y muchas nos golpeamos contra la pared. Desde la empírica más pura. Esto tiene un valor hoy porque dispusimos que es un material comercializable, por lo que armamos esta nueva área de trabajo que es la del servicio académico. Además de la docencia tenemos interés en escribir sobre el tema, al punto haber presentado ponencias en congresos donde queremos hablar sobre estas cosas que a veces tienen escasas palabras. Se habla mucho de diseño pero es muy difícil defnirlo. Diseño de muchas cosas que no es sólo ropa. Entonces estamos diversifcando, abriendo cosas siempre en relación a lo que pasa acá dentro. Puede ser en formato escrito, como workshop, o en formato ropa o showroom, pero siempre en relación a esta conversación que entablamos con Noe hace muchos años y que no para.


¿Ustedes proponen que la gente se pregunte qué es lo que se pone y cómo lo usa?
S: Estamos planteando una opción, una alternativa. Hay alguna gente que prefere no preguntarse muchas cosas sobre la ropa que se pone.
N: El fenómeno de la moda y todo lo que se plantea es muy grande y nos incluye como consumidores. Es muy difícil de quebrar… sucede… todos estamos atravesados por eso. Proponemos una mirada diferente. Cada vez hay más conciencia sobre lo que se compra.
¿Les ha pasado de tener que replantear un diseño, recalcularlo porque no llega la idea que quieren transmitir?
S: Muchas veces. Primero la empresa tiene que ser sustentable en todos los sentidos, también económicamente. Lo que no signifca que tengamos que vender el alma al diablo por eso. Un ejemplo que ocurrió hace mucho, cuando empezamos a vender la primera colección en «Si supieras vida mía», un lugar precioso donde había un montón de diseñadores reconocidos. Era el primer invierno, era la debacle mundial de 2008/2009, acá pasaban cosas y volvía a verse gente en la calle juntando cartones y papel. Elegimos trabajar una vidriera con diarios…
N: Habíamos confeccionado unos abrigos divinos con unas telas que producíamos con lanas. Hicimos la vidriera con pilas de cartones y de diarios, volados por un ventilador escondido, en una puesta casi teatral. Pero no funcionó. Nos dijeron que algunas personas no querían ver eso porque les resultaba desprolijo y feo. Entonces debimos refnar el concepto. Armamos capas de papel vegetal, que colgaban de arriba abajo y tenían huellas en dorado y plateado, como si un auto las hubiese pisado. Era una cosa más estilizada, con algo de color, pero la ropa era la misma. El mismo concepto armado de forma interpuesta, que decía lo mismo pero de una manera no tan cruda. Tuvimos que ir corriendo a llevar más ropa porque querían todo lo que estaba en vidriera.
S: La moda es eso, es fascinación, y eso es también lo que se quiere ver y se banca ver. Cuando se muestra un poquito más de la cuenta, se corren riesgos, pero esa medida la vas armando de a poco. g








