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Daniel Seletti

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Nora Lezano

Nora Lezano

El sueño del pibe. Una profesión de película

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Daniel Seletti y Pablo Spurchisi están a cargo de la empresa de animación digital Draftoon Animation Studio, quienes fueron parte de la animación digital en la película Metegol, El Arca, Patoruzito y en Los Pintín junto a la productora PolKa. Los emprendedores dan trabajo a dibujantes rosarinos y hacen trabajos para producciones internacionales.

Memorias de un wing derecho es uno de los tantos cuentos futboleros del Negro Fontanarrosa, que el director Juan José Campanella llevó al cine en 2013 con el nombre de Metegol. Éxito de taquilla, la primera película animada argentina en 3D, tuvo el aporte en la creación de cada cuadro desde la empresa de animación digital Draftoon Animation Studio, que realiza productos audiovisuales, publicidades, películas y series animadas, en 3D o 2D, pedidos en muchos casos por estudios internacionales. Sus mentores, Daniel Seletti y Pablo Spurchisi, son jóvenes inquietos, apasionados por crear arte desde la tecnología se reivindican autodidacticas: «somos más un estudio de series o películas que de animación en sí», se defnen. Desde su luminosa ofcina donde calle San Luis cae hacia Alem, ellos giran en sus cómodas sillas, dejan el mouse por un instante y comentan cómo fue trabajar en aquel ambicioso proyecto Metegol.

¿Cuál fue trabajo que hicieron para la película Metegol?

DANIEL: Trabajamos en la animación de los personajes secundarios, es decir, el relleno de las escenas. Sucedió algo curioso: estábamos trabajando en otro proyecto mientras Metegol se estaba haciendo, y al terminar nuestro trabajo nos fuimos a Buenos Aires con un demo de cosas que hacíamos para mostrárselas a los productores y les gustó. Tuvimos la suerte de hacer nuestro trabajo desde Rosario y cada 15 días les llevamos el trabajo que nos encargaban.

¿Metegol les abrió puertas?

PABLO: Después de esa experiencia hicimos una coproducción con España que se llama Baleuko, también Blacky & Company, fueron 26 capítulos en 3D de 11 minutos en coproducción con TVE, la productora vasca Baleuko y Draftoon. Pero Metegol nos permitió que se conociera la productora al tiempo que nos dio confanza. Veníamos de hacer animación tradicional y esa película en 3D afanzó nuestra evolución, porque hasta ahí no veníamos trabajando en esa tecnología. Podemos decir que Metegol nos permitió encarar la parte más técnica e informática de la animación, que ahora ya lo hemos incorporado.

También existe un mercado interesante en la animación videojuegos. ¿Incursionaron en ellos?

D: Sí, en parte para nosotros es lo mismo porque no hacemos la integración. Sería como animar para una serie, sólo que se hace con otras características, porque modelás personajes con más acción. El estudio participó en la animación de videojuegos para una empresa de Córdoba que produce para el mercado norteamericano.

En estos 20 años, se puede decir que ustedes pudieron aprovechar una nueva escena en la animación que resultó casi revolucionaria…

D: Es que conocemos otras experiencias, por ejemplo mi suegro es un animador de la vieja escuela que llegó a dibujar para García Ferré, y sabemos de muchos colegas de esa época que se quedaron en el camino por no poder pasar de sistema. En 1999, cuando se estaba flmando la segunda parte de Toy Story, el 2D ya estaba quedando un poco viejo, si bien ahora vuelve con otras tecnologías que lo modernizan. Podemos decir que antes era una fortuna hacer una película en 2D mientras el 3D era más económico, pero hoy se han igualado.

P: Nos referimos a la animación en 2D que se hacía en papel y tablero, en un proceso que era caro y engorroso porque requería mucha gente trabajando. En parte el 3D facilita las cosas. Ahora se retoma el 2D pero digitalizado, y hasta llegaron a igualar costos, por lo que se vuelve viable nuevamente. El 3D exige mucha maquinaria y de buena calidad. La parte complicada es contar con personal capacitado para resolver los problemas técnicos.

D: Hace poco estábamos reformulando una publicidad de la lotería ofcial. Cuando ya teníamos todo armado en 3D hicimos un render de cada fotograma, donde se ven las texturas fnales, pero un corte de luz nos arruinó el trabajo. Si hubiese sido en 2D se podían hacer pasos más simples porque es dibujar y pintar, pero en tecnología 3D es mucho más complejo, tenés que poder solucionar esos inconvenientes técnicos para que no alteren el tiempo de producción y de rendimiento.

¿Qué les gusta más: realizar publicidades o producciones artísticas o cinematográfcas?

D: Sin dudas hacer cine. En la publicidad sólo nos encargan la animación o la parte del arte, somos más un estudio de series o películas que de animación en sí.

P: Cuando trabajás en publicidad se hacen pocos minutos, que deben ser de gran impacto y efecto, tenés que dibujar para dos segundos y es poco lo que se puede mostrar en ese tiempo. Es diferente en producción cinematográfca porque contás con más tiempo de producción. Además, cuando trabajás en una publicidad lo resolvés en uno o dos meses, mientras que en cine son varios meses trabajando en ese proyecto, lo que brinda una seguridad laboral.

A propósito, pensaban en los niños que van a disfrutar de estas películas?, ¿imaginaban que a la animación?

D: Siempre me incliné por el dibujo, sabía que iba a estar por ahí, porque nunca pensé en estudiar bellas artes y cuando crecí fui por el lado de la informática, el arte y sobre todo el dibujo. P: En mi caso, siempre fui inquieto y lo único que me tranquilizaba era hacer algo manual, sobre todo dibujar. Me pasa todavía hoy que cuando me tranquilizo es porque estoy con la compu o haciendo algo artístico.

¿Cuáles eran sus personajes preferidos?

D: Somos del año 79, cuando éramos chicos no había mucho. Veíamos He Man, Dragon Ball Z… aunque en mi infancia prefería los dibujos de Disney a personajes como Batman o Superman.

P: Como no había canales como ahora, las opciones eran pocas. En mi caso prefería historietas de Condorito o producciones de Disney.

¿Cuándo comenzaron a dibujar de manera profesional?

D: En 1997 mientras cursaba 5° año de la secundaria empecé con algunas cosas de animación y desde ese momento no paré. Mi primer trabajo pago fueron Los Pintín, animados de Polka Producciones que eran unos cortos que pasaban en la tele y después se convirtieron en película. Después vino Patoruzito, que como apuesta de película resultó un poco fallida.

P: Empecé a estudiar psicología hasta que encontré un lugar donde podía formarme a nivel artístico y dejé todo para dedicarme a esto. El primer trabajo fue una serie para Italia Tommy & Oscar que me sirvió como plataforma de formación mientras hacía algo parecido a una pasantía.

D: Hay que tener en cuenta que en este rubro se maneja mucho a producción, o sea de acuerdo a lo que producís mensualmente, y en verdad hay artistas que son más rápidos que otros. Si trabajás en un estudio en Buenos Aires se puede acceder a un sueldo, pero en Rosario es más por trabajo, por proyectos. Eso implica que a fn de mes mostrás un reporter de lo que de lo trabajado y con un estándar de producción se cobra de acuerdo a tu nivel de conocimiento: junior percibís menos y senior, cobrás más.

En este recorrido de dos décadas de producciones, ¿cuáles son las más destacadas?

D: En cuanto a nivel de reconocimiento fue Metegol. Justo formamos el estudio cuando terminamos de hacer esa película, que fue hace cuatro años. Antes trabajábamos juntos pero de manera independiente. Realizamos mucho para el exterior y por ahí son películas que no llegan a Sudamérica. También dibujamos en El Arca; para Filmax de España hicimos El Cid, The Legend y Gisaku, que son dos animaciones conocidas en ese país, pero no en Argentina. Metegol es la que nos dio reconocimiento en nuestro país.

¿Se consigue una continuidad laboral cuando se trabaja para estudios del exterior?

P: Somos una productora independiente de servicios audiovisuales; y en el mundo, en este rubro, no existe continuidad. Sucede que los animadores van migrando de proyecto en proyecto y rotando por diferentes países. Los grandes estudios incorporan un grupo de animadores y el resto migra de ciudad en ciudad. Nosotros elegimos quedarnos acá y hacer desde acá. Quizás nos estemos animando los mejores proyectos, desde tu lugar a veces muchas veces son de menor calidad y más económicos. Por ejemplo, en Metegol participaron 150 dibujantes que al terminar la película se fueron a otro lugar del mundo a seguir con otra producción. Ya es una elección de vida. Claro que los grandes estudios tienen un staff estable , pero es difícil mantenerte en un mismo lugar. Nosotros todos los días pensamos qué vamos a hacer mañana, por eso aprovechamos para aprender cosas nuevas, al tiempo que diagramamos un proyecto propio, por eso tenemos un grupo de chicos dibujando para el estudio. Queremos mantenerlo porque no hay tanta gente en Rosario que se dedique a hacer esto.

Precisamente, ustedes se formaron en Rosario, ¿Cómo llegaron a capacitarse?

D: Digamos que es medio autodidacta lo que hacemos. Pablo hizo un master de animación on line, todo pasa por estudiar y capacitarse y en internet está todo lo necesario. Te formas haciendo prueba y error, buscás lo que te conviene, te involucrás y siempre se aprende trabajando.

P: Al ser autodidacta no hay disciplina externa, pero recién cuando trabajás tenés una guía que te baja los estándares o regímenes de una escuela. Los cursos on line son una buena oportunidad porque al ser artístico uno trabaja en lo que más le gusta y cree que está bien, aunque sea subjetivo.

D: Cuando se trabaja en una producción grande, como los animadores que hicieron los personajes principales de Metegol, la exigencia de tiempo de animación que te piden es poco, 15 o 20 segundos mensuales. En cambio, cuando nosotros hicimos Blacky & Company entre los dos tuvimos que animar cuatro minutos al mes. Entonces, al hacer cantidad o volumen siempre se deja de lado calidad. O sea que estás haciendo un estilo de animación que no llega ser el óptimo, pero por una exigencia laboral hay que sacar producción.

Esa serie tenía capítulos de 11 minutos, ¿cuánto tiempo lleva hacerlos?

D: ¡Un montón! Hay que aclarar que diez minutos de Metegol o de esa serie son distintos en tiempo, es relativo.

P: Por ejemplo, una película hollywoodense de animación te puede estar pidiendo 3 segundos de producción por semana. Lo hacen teniendo atrás directores y supervisores que van a corregir hasta tener el producto que ellos quieren. En cine las condiciones de corrección son mucho más estrictas que en una serie, lo principal tiene que funcionar y el espectador tiene que creer lo que está viendo. Por eso el tiempo que lleva animar depende de los presupuestos, la fecha de estreno y la cantidad de personas que animan en el estudio. Todo trabajo tiene que estar estandarizado y de ahí para arriba.

D: También nosotros tenemos la dinámica de ir cambiando de proyecto para no estar un año haciendo lo mismo y no cansarte, aunque muchas veces no se logra, basta con el ejemplo de Metegol, que desde el guión inicial al estreno pasaron cinco años.

¿Existe demanda regional de trabajo?

D: Hicimos algunas presentaciones institucionales para 5RTV, el canal de televisión de la provincia de Santa Fe, y algunas campañas ofciales. Pero hace cuatro años que estamos como estudio y recién ahora sentimos que se está moviendo. Nos consultan por nuevos proyectos aunque trabajamos más para estudios de Buenos Aires. Por eso están buenas las campañas locales como la del Quini 6, en la que estamos trabajando ahora.

Rosario tiene un movimiento sólido de animadores que lograron una importante producción de cortos y largometrajes. ¿Participan de esa corriente?

D: Estamos al margen porque nos dedicamos más a la parte industrial o comercial. Hay un montón de gente del palo de dibujos, pero nosotros intentamos vivir de la animación comercial.

P: La animación independiente tiene otra libertad, sería como la diferencia entre los cortos de Caloi y las producciones de Disney Channel, a las que estamos más cercanos nosotros. Quizás se trabaja más con proyectos propios subvencionados por el Estado, ya sea el INCAA o Señal Santa Fe, con otro circuito comercial. En el estudio a veces necesitamos que se sume más gente y no encontramos animadores capacitados para 2D y 3 D. De contar con más dibujantes uno puede tomar más segundos de las producciones que nos encargan, nos pasa que llegan currículum de gente de afuera, pero sería excelente tener animadores de Rosario.

¿Contamos con centros de formación en animación 3D en Rosario?

P: Algunos hay pero todavía falta para llegar a lo que se requiere para estas producciones. Acá es más autodidacta y al que realmente le gusta va a aprender de esa manera.

D: Sería bueno tener una buena escuela que se dedique a dar un año o dos como mínimo, formando animadores en 3D y 2D. Participamos entrenando gente, grupo de doce, pero como es una animación que presenta ciertas difcultades terminaron muy pocos esa capacitación. En Buenos Aires hay más cursos porque hay muchos más interesados en hacerlos. Hay cursos on line, que son caros pero se estudia con instituciones de España o Estados Unidos.

P: Tuve la oportunidad de hacer un curso que tenía tutores que trabajaban en DreamWorks, Sony Picture o Blue Sky, o sea gente que sabe mucho, y hay que tener recursos para pagar esas clases. Vi personas que no sabían hacer nada y evolucionaron; hoy trabajan para estudios desde su casa.

¿Las remuneraciones en el mercado de la animación 3D son las mismas en Argentina y en el exterior?

P: Las producciones nacionales tienen presupuestos más bajos y te piden menos, pero quienes trabajan en esto lo hacen como freelance también para producciones internacionales y no trabajan por menos dinero.

D: Los precios son internacionales, muchas veces pasa que te pasan un precio de afuera y creen que pueden pagar menos. La realidad es que Argentina es cara, un colega español con el que hablábamos del tema, no podía creer los precios de acá.

P: El tema de la competencia tiene que ver con la capacidad que uno pueda dar. Si tenés un conocimiento adquirido con mucha experiencia pedís lo que pensás que vale tu trabajo y el cliente sabe que cuenta con la calidad y el tiempo necesarios para cumplir con la exigencia. Los animadores tenemos gran competencia de dibujantes de India o China, pero no son más baratos, ellos hacen una película en ocho meses con mil personas, que trabajan 24 horas logrando gran velocidad. Y nosotros no podemos competir con esa capacidad de producción. Sin embargo, nos pasa con España, que por una cuestión de comunicación y de cultura preferen trabajar con un argentino. Pagan un poco más pero tienen más calidad.

¿Draftoon proyecta generar contenido propio?

P: ¡Claro! Siempre pensamos en eso. Tenemos ganas de armar un par de cortometrajes, siempre uno quiere hacer lo que le gusta hacer, que nos guste ver en la pantalla.

D: En realidad la serie Blacky & Company es un 45 por ciento nuestra y se está empezando a comercializar en algunos países. Sucedió que nos propusieron ser coproductores aportando trabajo e inversores y llegamos así a nuestro primer proyecto propio. En Argentina estuvimos en negociaciones para incluirlo en Paka Paka pero por una reestructuración del canal no se pudo concretar. De todos modos la serie participó en festivales y se difundió en varios países, como China, Ucrania y Estados Unidos. También se trasformó en una película, llegando a distribuirse por sistema on deman en Estados Unidos. Hacer algo propio es un deseo que surge cuando se termina un trabajo y se espera el próximo… Esa es la diferencia con los grupos de animadores independientes, que hacen sus propias producciones con un presupuesto más bajo y algunos subsidios que les permitan desarrollar sus proyectos. Están creando desde cero, en cambio a nosotros nos dan la idea y la desarrollamos.

El deseo siempre está y tenemos algunas ideas dando vuelta que veremos cómo se van a ir dibujando en el futuro. g

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