3 minute read

El origen etimológico

El origen etimológico de la pasión

La palabra pasión extiende un dejo de extrema curiosidad ya que, en términos etimológicos, en su origen, quiere decir sufrimiento. Esto se circunscribe al ámbito del latín passio y ésta, a su vez, del verbo pati. Patior: sufrir, padecer.

Advertisement

Por su parte, se enhebra al griego pathos, con un sentido de sufrido, desgracia, enfermedad, todos en rangos de pasividad; sin perder de vista la importante delimitación que la escena del pathos o pasión de Cristo estableció para la remarcación argumentativa del término y además, no debe perderse de vista que, en griego moderno, signifca enfermedad.

Pasión quiere decir «recibir el ímpetu de una presión, quedar sometido a dicho ímpetu» .

Dado que la modernidad no otorga a la pasión, exclusivamente, este lado o área sombría, debemos remontarnos a un término previo a pathos; a aquél que da lugar y del cual proviene, cuyo eje interno de direccionamiento nos dará la clave a lo que denominamos pasión: se trata de la palabra griega «pasjo» y sus derivados. Es este vocablo el que expone posteriormente el decir de la pasionalidad. Pasjo quiere decir «recibir una impresión», donde el receptor se expone a un acto pasivo, inevitablemente intenso. A su vez, ese mismo esquema intenso toma una dirección ajena a cualquier decisión. Sin dudar, la pasión no se produce, se encuentra hecha.

La pasión no se produce, se encuentra hecha.

Pasión, originalmente, quiere decir «recibir una impresión». Teniendo en cuenta que impresión quiere decir «entrar presionando», aquello que se recibe es algo que presiona, algo que ingresa con violencia. Pasión quiere decir «recibir el ímpetu de una presión». Lo pasivo, la pasividad sin pies, da lugar a la afectación completa del receptor quien, queda a merced, lo que da lugar a otro sentido que se le otorga, originalmente, a la pasión: «someterse». La pasión somete.

La pasión es una maquinaria poderosa, somete completamente al receptor en su telaraña íntima y externa.

Pasión quiere decir «recibir el ímpetu de una presión, quedar sometido a dicho ímpetu». Hasta aquí, no se trata ni se defne la palabra por algo delimitado fundado en lo sombrío o lo no sombrío.

De allí que podamos hablar de la pasión de Klimt o de Van Gogh, de Rimbaud o Pascal Quignard, de Janis Joplin o Jim Morrison, de tal o cual deportista, de tal o cual catador de una buena uva bonarda o de lo que sea. El ser viscerado de lo que sea, incluso se puede hablar de la pasión de Leopold von Sacher-Masoch (de donde el masoquismo) o la de Elizabeth Báthory (la condesa asesina serial).

Pero, si pasjo y sus derivadas además de querer decir: recibir una impresión y someterse (en sentido único de la motorización del ímpetu), quieren decir: ser castigado; luto, lamentación, llorar; es decir, señalamientos que expresan dolor; ¿De dónde sale lo doloroso? Es necesario ir por la escena del dolor de la palabra, ya que, como hemos dicho anteriormente, el enmarcamiento de la pasión de Cristo, con su remarcante dolorosa, roba para sí, por varios siglos, el sentido del término.

Pasión, se trata del sometimiento a una fuerza indomable, que nos arrastra en la dirección cuyo mapa no trazamos, que traza su propia voluntad basada en algo que, tal vez, sin saberlo, trazamos o nos ha sido trazado, pero desconocemos.

Sí, pasión quiere decir: «recibir el ímpetu de una presión, quedar sometido a la misma y ser afectado, perturbado, para tomar una dirección determinada a través de su fuerza indomable». g

This article is from: