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Las emociones y su efecto sobre la salud

La salud depende de la interacción de varios factores. Están los factores biológicos: genética, alteraciones del organismo, trastornos y síndromes; los factores psicológicos: emociones, pensamientos, conducta, estilo de vida, comportamientos aprendidos; y los factores sociales: el apoyo social que recibimos, las relaciones familiares, las amistades, el trabajo y el entorno.

La evidencia muestra que el estrés y las emociones negativas afectan gravemente a la salud. Pueden promover la adquisición de hábitos no saludables o devenir en problemas de salud, como se demuestra en este cuadro que te invito a analizar con detenimiento.

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La relación entre las emociones y los alimentos

Las emociones afectan a nuestras preferencias alimentarias. La comida no solo tiene una función nutritiva, sino que el acto de comer tiene un efecto placentero y “desestresante”. Por eso, cuando estamos cansados, podemos ir en busca de comida para sentirnos mejor. El cuerpo está adaptado genéticamente para escoger los nutrientes más concentrados en energía: las grasas. Cuando comemos para calmar las emociones, escogemos más alimentos grasos, lo cual puede desencadenar un desequilibrio o elevar el riesgo de adquirir enfermedades.

Cuando estamos tristes o angustiados, no nos cabe un bocado. Cuando comemos por nervios, la comida nos cae mal. En casos extremos las emociones pueden afectar a la digestión, provocando, por ejemplo, el síndrome del intestino irritable que condiciona la calidad de la dieta y afecta a la salud.

En el lado positivo, nuestra historia emocional nos permite asociar la comida a un vínculo emocional. Podemos preferir determinada comida, porque nos recuerda gratos momentos. La neurociencia aporta evidencia científica y empírica en este sentido.

La relación fisiológica entre los alimentos y el estado de ánimo

Muchos alimentos contienen componentes que son facilitadores o inhibidores en la expresión de una emoción; esa es la razón por la que muchas personas con problemas emocionales buscan cierto tipo de alimentos para sentirse mejor.

Para profundizar en este tema, te invito a explorar el mundo de los neurotransmisores. Recuerda que percibimos las emociones mediante sensaciones físicas de diversa índole y magnitud en nuestro cuerpo: los cosquilleos, la tensión muscular, la sudoración, el temblor o el cambio de frecuencia cardíaca o respiratoria. Los neurotransmisores responsables de las emociones básicas son la serotonina, la dopamina, la noradrenalina y el GABA o ácido gamma-aminobutírico. Muchos alimentos ayudan a sintetizar estos neurotransmisores.

El triptófano, que provoca una elevación en los niveles de serotonina, está presente en las frutas, los cereales, la calabaza, el salmón, la

sardina, la carne magra, los huevos y el queso. Los alimentos ricos en este aminoácido, antidepresivo natural, contribuyen a regular las emociones. Su consumo frecuente favorece la disminución de la ansiedad y mejora la actitud frente a los problemas.

En el caso del chocolate, además de triptófano, tiene otras propiedades: eleva las endorfinas y aumenta la tolerancia al dolor y al malestar, pues posee feniletilamina, que genera excitación y nos ayuda a sentirnos mejor. Este componente también está presente en otros alimentos, como los cereales, las grasas y el dulce que, por su alto contenido calórico, son de consumo moderado.

El neurotransmisor GABA se asocia con la ira. En este caso, hay alimentos que tienen un efecto sedante y calmante. La leche, por ejemplo, produce un efecto hipnótico y ayuda a conciliar el sueño. La noradrenalina influye en el nivel de energía. Puede elevarse a través del consumo de proteínas de alta calidad.

La evidencia científica y empírica en mindful eating indica que el consumo de estos alimentos puede ayudar a mejorar el estado de ánimo y disponer a una mayor percepción de la felicidad.

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