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Enseñando en paréntesis, Michy Marxuach
Enseñando entre paréntesis
Michy Marxuach
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Las descripciones de Ana Roqué de Duprey destacan por su ademán brioso, pero también por algo insólito, que casi nadie acertaba a comprender: cómo alguien enseñaba entre paréntesis, desviando la atención de los estudiantes del material de estudio para hablar en 1920 sobre la mujer, su porvenir y su situación en Puerto Rico. Ella nos reclamaba “sacudid de una vez la apatía inveterada de una vida sin objeto, de una vida insustancial.” Y decía a sus mujeres estudiantes de la escuela elemental: “Suyo será el porvenir, si saben prepararse para ese futuro que ya nadie podrá detener.” De sus textos se desprenden tejidos sobre lo que somos, lo que se potencia y lo que acontece, intercalados desde la transdisciplinariedad de una vida. La construcción del siguiente párrafo surge a partir de frases encontradas en sus textos: La sabia naturaleza casi siempre coloca el remedio junto a la enfermedad de cada país. Nosotras estamos rodeadas de veintiuna repúblicas latinas, y aún somos colonia: una colonia que sufre, pobre e infeliz, bajo la bandera estrellada de la nación más grande de la Tierra que permite nuestra explotación y no nos da libertad bastante ni nos deja casi desarrollar nuestras iniciativas para buscar nuestra felicidad. Los caprichosos y espléndidos panoramas, de matices variados, que se desarrollan ante su vista, se destacan frente a aquel capaz de comprenderla. La nación americana, la primera en el mundo en el actual momento histórico por la voluntad indomable de sus hijos, posee un jirón de tierra, en uno de estos jardines del mar, saturado de los ardientes efluvios de nuestro sol de fuego que aviva la savia en los troncos, y hace florecer y fructificar los árboles en todo tiempo en las condiciones más anormales. Y esta colonia, jirón de tierra americana desprendida de los Andes, es la primera tierra americana que proclama la reivindicación de la mujer de este continente. Nuestro esencial deber es unir voluntades. Mientras nuestro pueblo esté desunido, mientras cada puertorriqueño, atendiendo a su propia conveniencia, piense a su manera, nada conseguiremos, nada somos y nada seremos. Soy la más firme defensora de los derechos de la mujer hollados por las leyes y sociedades formadas por los hombres, los que se han dejado dominar por un inhumano egoísmo — quizás por costumbre, y no por maldad de corazón — fundando su exclusiva preponderancia, en la ley de la fuerza, como en las épocas de la barbarie. Más todos los hombres no son hoy inhumanos, ni albergan ese egoísmo injusto en su corazón. Sacudid de una vez la apatía inveterada de una vida sin objeto, de una vida insustancial. Las dificultades que envuelve su naturaleza inagotable nos hace necesario adornar una obra para que pueda ser aceptada por las multitudes profanas, vulgarizando así los conocimientos útiles entre el pueblo, aunque sean amenidades profanas a la ciencia. Al día de hoy, los manuscritos de Flora Puertorriqueña y Antillana que Ana Roqué de Duprey escribió no se han publicado, ni la versión del 1908 ni la del 1925. La primera fue devuelta a petición de la Academia para que aquellos términos que no eran acordes con las terminologías “universales” de la botánica fuesen corregidos. La segunda edición es la versión corregida y cuenta con 33 libretas que según Eliván Martínez, del Centro de Periodismo Investigativo, es la última versión y la más completa. Ambas publicaciones están traducidas por ella misma al inglés.






Nota tras el ensayo “Nuestro Objeto” del libro Flora Puertorriqueña y Antillana
En este manuscrito, Ana Roqué de Duprey escribe en la página 16: “Pero como el objeto de este trabajo es principalmente la vulgarización del conocimiento común y científico de nuestra rica y no bien conocida flora, hemos omitido muchos detalles.” Y en la siguiente página escribe: “Estas hermosas hijas de la naturaleza fueron los primeros seres organizados que aparecieron en la Tierra, mucho tiempo antes que el hombre viniera a la vida. Las primeras plantas vinieron con la organización más sencilla. Las criptógamas reinaron solas en aquellas oscuras edades, en las cuales la costra terrestre se estaba formando, y los helechos arborescentes alcanzaron un gigantesco tamaño. Sumergidos después estos extensos bosques en las profundidades de la Tierra, quizás por cataclismos naturales, sus troncos petrificados nos proveen hoy con el carbón de hierro y otras sustancias muy necesarias para el progreso de nuestras modernas industrias.” Ella misma establece por qué eliminó clasificaciones, e intercala en el escrito lo poético cuando alude a los primeros seres organizados (las plantas), hecho que se repite a través del libro donde se entremezclan versos de colegas entre páginas de botánica. En un sinnúmero de ocasiones sale a relucir su inquietud por el país y sus comentarios sobre la economía que podría devengar esta publicación y ser recurso para Puerto Rico. Un ejemplo concreto es cuando habla del valor de venta de una usnea plicata en Europa.
Estas inserciones que atraviesan la publicación arrojan pistas de su voluntad transdisciplinar y la multiplicidad de sus intereses. Las imágenes de las páginas 14-19 fueron tomadas el 14 de julio del 2016, en el archivo del Centro de Investigaciones Históricas (CIH) de la Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras. Dicho centro es el depositario de las libretas originales de la versión del manuscrito Flora Puertorriqueña y Antillana de 1908, por Ana Roqué de Duprey.
Ana Roqué de Duprey fue escritora, educadora, activista por los derechos de las mujeres y una de las fundadoras de la Universidad de Puerto Rico (2, 3, 4). Además, es considerada como una de las precursoras del feminismo en Puerto Rico, y fundó en 1917 la Liga Femínea Puertorriqueña, la primera organización adscrita a este movimiento en dicho país. En 1884, tomó un puesto como profesora en Arecibo y además, se inscribió en el Instituto Provincial donde obtuvo la licenciatura de filosofía y ciencias. En 1894 fundó la revista La Mujer, que fue la primera publicación editada por una mujer puertorriqueña, Asunción García Gaona (8). En 1924, fundó la Asociación Puertorriqueña de Mujeres Sufragistas, que se transformó en una de las organizaciones más poderosas en la lucha por establecer el derecho de las mujeres al voto (12, 13), un objetivo que se hizo realidad en 1932 y que entró en vigor para todas las mujeres en 1935.
Los textos de las páginas 22-29 son una selección y transcripción de algunos de los textos publicados en la Revista Trimestral publicada por la Asociación de Mujeres Graduadas de la Universidad de Puerto Rico. Octubre 1941 dedicada a la memoria de Doña Ana Roqué de Duprey. En este volumen Doña Ana Roqué de Duprey habla y de ella se habla.