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GUION Y RAYAS: TEXTOS HABLADOS O SIGNOS EN UN DIÁLOGO - un acercamiento a compartir sin comillas. Un intento de vincular o de alguna forma ser un signo auxiliar, Michy Marxuach

Guion y rayas:

textos hablados o signos en un diálogo — un acercamiento a compartir sin comillas. Un intento de vincular o de alguna forma ser un signo auxiliar.

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Huye de los se-debe imperativos. No te creas el no-sepuede. Creo que algunas de estas palabras se las escuché a Waly Salamao. Arma, desarma, intenta, teje y desteje desde los encuentros y las teorías aquí presentadas, desde las conversaciones convocadas por la Escuela de Oficios. Habita la geometría del propio espacio, que es otro espacio ya en construcción mediante tu uso. Recorre el espacio donde el lenguaje del encuentro desborda el alfabeto o la racionalización utilitaria, dilatando las limitaciones de comprensión y potenciando la posibilidad de soñar. Expande con narrativas individuales o colectivas la percepción de la experiencia misma al habitar el espacio del encuentro.

Deforma los materiales. Preguntémonos qué materiales son accesibles, cuáles subyacen subterráneos, y qué herramientas necesitamos para acceder a ellos y poder construir relaciones de acompañamiento.

Yo sigo preguntándome: ¿De qué manera y cuándo debemos proponer relaciones? ¿Cuáles debemos abandonar?

Este espacio/publicación se ha resbalado intencionalmente para no ser secuestrado por el consumo y su exigencia de responder a una medición y una utilidad. Se ha resbalado de un tiempo y se ha adaptado a otro. Hemos sido conscientes de las intenciones de captura, colonización y neocolonización que se dan cuando respondemos con unas formas que no necesariamente son acordes al material que se trata. Hemos sido conscientes cuando las mismas formas producen esas nuevas colonizaciones. Me sigo preguntando de qué maneras y quiénes continúan rompiendo conexiones y procesos necesarios para la emancipación. Qué formas construimos que dejan en la sombra a participantes inabordables, irresolutos, indomables, y que en cambio acomodan a aquellos que hacen planteamientos traducibles y cómodos. Me hago eco de Lina Bo Bardi cuando dice: “qué significación tiene una pieza aislada, aunque se exponga con la más perfecta técnica museográfica [...] aislada en el tiempo y el espacio, sin ningún vínculo con el presente y sin continuidad histórica”.

Un acompañamiento que me ha ayudado a no boicotear los procesos que habitamos, sino a engrasarlos para que resbalen, han sido las metodologías de Harun Farocki. Nunca lo conocí, siempre soñé con conocerlo. Tres técnicas que me apropio de él:

1. Cuando narra lo siguiente: “Antes de colocar un adoquín, los trabajadores lo tiran hacia arriba y lo vuelven a atrapar. Cada piedra es diferente y así, en el vuelo, deciden dónde colocarla”. [PAUSA] Me hace ver el espacio/tiempo/contexto que co-existe en el gesto presente del trabajador y en el ladrillo. Me hace entusiasmarme con la capacidad que tiene el lenguaje de crear imagen así como acción.

2. Durante el montaje, recuerda: “Quizás se pueda pensar que el plano-contraplano es como caminar: siempre colocamos un pie delante del otro. Primero el izquierdo, luego el derecho. Repetimos tanto esta acción que después ya no sabemos cuál pusimos primero. Si nos detenemos a mirar o a pensar al respecto podemos desesperar. Si no miramos ni pensamos al respecto, alcanzamos un ritmo que permite que algo avance”. [PAUSA] Me hace presenciar la idea misma de recorrido continuo, el “ongoing”, y pensar sobre la distinción que hacen los indios tewa entre la vida en ceremonia y una ceremonia en sí.

3. Al editar, resiste: “Editar es una tarea repetitiva. Cada corte exige un esfuerzo especial, un esfuerzo que hace que algo sea visible. El tiempo pasa rápido. La película avanza y retrocede en la mesa de edición y un fragmento se relaciona con el siguiente. Para encontrar una escena que fue vista diez minutos antes, se debe esperar nuevamente dos minutos y medio”. [PAUSA] Me recuerda las herramientas de apoyo que sirven para enfocar el potencial de lo disperso, que es lo que ha ocurrido con esta publicación.

El espacio dejado al olvido, el espacio en deterioro junto a las personas que continúan ocultadas por un sistema que silencia no es un ensamblaje sino pistas a perseguir, junto a objetos que todavía provocan nuevas narrativas. La alerta y preocupación por las constantes fracturas que provocan ausencias deliberadas han sonado constantemente en este espacio de 359 días en 19 meses (un calendario replanteado, un espacio literal que ha abordado Escuela de Oficios y a un enigma todavía por resolver o quizás fue/es un andamio/estructura de apoyo que yace en el subsuelo de nuestra experiencia). Y aunque tenemos presente el peligro que hay cuando se intenta tejer sabiendo que algunos de los nudos pueden ocasionar obstrucciones, dejar destejido por distanciamiento e inercia no es una opción, ya que estas ausencias son, al igual que los objetos, parte de nuestra construcción social y por ende, nuestro paisaje.

Pensemos en un espacio y tiempo (sin cronología), en la energía y el mito (sin romanticismo), en la acción y el proceso, pues es ahí donde existe, donde se da el potencial de la re-narración. Es ahí donde quizás podamos habitar junto a los territorios que subyacen ocultos en la representación. El terreno es una conversación a muchas voces (término que robo a Ramón Salas) que no se traduce ni se explica por la lógica racional que muchas veces pacifica los sentidos. Los invito entonces a habitar este espacio, pensando tanto en la materia inerte como en la viva, ya que cada narración que de aquí se desprende es una ecuación no contemplada, una perspectiva que se desplaza y posibilita múltiples montajes.

La producción -y todas sus contradicciones- es uno de los elementos de esta publicación. Navega entre la imaginación y la realidad con la intención de ampliar y acercarse a lo no dicho: el proceso, el pre-pensamiento, lo poco conocido, lo que se pasa por alto, lo oculto, lo olvidado, lo no remunerado, lo invisible, lo inmaterial, lo desaparecido, y lo que nunca podremos conocer.

Quisiera especificar que el proceso no está aquí de fetiche sino que se piensa como forma e intención. Se convierte

en herramienta para construir, para buscar la empatía con quien decide ensimismarse en él, para acompañar (en lo posible) al individuo en comunidad que decide re-pensar la otredad, y acompañar también a esos otros seres inertes (los objetos) que construyen espacios a corto o largo plazo. Al final, se acumula energía en la ausencia de la presencia o en la presencia de una ausencia que participa en la vida en ceremonia. Una introducción a la publicación Tratamientos para evitar la erradicación: objeto enigmático debería ser simultáneamente objeto y proceso de los múltiples ángulos e intersecciones posibles desde las que preservar, por un momento, la construcción y mitología, el registro y el material de experimentación del objeto. Tarea difícil. Pero cómo imaginársela de una forma práctica… [PAUSA] pienso aterrizar algunas ideas habitando la geometría de este espacio, siguiendo las relaciones de afecto. Recibir los obsequios que se desprenden de las relaciones afectivas, aún en la incertidumbre y con el riesgo que destapa los puntos ciegos de este proceso.

Entonces, disectar, usar, practicar e introducir algunos de los tejidos que aquí se lanzan es parte de la geometría que proponemos. Un juego arriesgado, repleto de líneas operativas en la estructura que construye y nos construye. Un apoyo para desviar o reiterar. Una alerta frente a la ruptura, para evitar la erradicación. Entonces, re-tejer con guiones y rayas, con textos hablados y signos para un diálogo colectivo (pero sin comillas) es una forma auxiliar al cruce, trazo y angulación de líneas y contenidos.

Me rindo ante la incomprensión que pueda causar este andamiaje y me apoyo cómodamente en el reconocimiento y conocimiento que contienen los diálogos, que muchas veces no guardan relación con el presente. Me rindo ante el compartir sin comillas a sabiendas que nosotros mismos encomillamos. Esta incomprensión temporal deja de ser la narrativa que obedece al “orden natural de las cosas” y nos permite construir desde la denuncia, el uso y la propuesta. Regresando al elemento de estudio, Tratamientos para evitar la erradicación: objeto enigmático, y a la geometría del espacio, me pregunto sobre la morfología que hemos creado. Qué otra geometría podemos establecer, cuando los ejes nos interceptan. Hablaba con Sofía Olascoaga, colega que nos ha acompañado desde que comenzamos Herramienta Generosa Vol.1, de que constantemente estamos respondiendo y traduciendo procesos sin darle tiempo a la experiencia de ser por sí misma. Las traducciones, en muchos casos, concretan y reducen lo desconocido, y en el camino de verbalizar pasan por alto los puntos ciegos que tanto peso tienen. ¿Cómo no narrar, no evocar y no documentar, sino acompañar y actualizar los gestos que el objeto mismo nos plantea? Hace unos años compartí la siguiente frase en un encuentro: “Los encuentros no son imparciales: implican cercanía y definen negociaciones previas y posteriores que al tratar de comprenderlas, suscitan nuevas sensaciones y múltiples preguntas, nos permiten imaginar diversos escenarios. Son formas de habitabilidad y crean configuraciones temporales. Son en sí movimiento y acción en formación.”

Por lo pronto, aquí compartimos algunos datos que nos relacionan y nos permiten revisitar historias, mitologías o pedazos de ellas desde la mesa de trabajo. También algunos de los participantes han generado espacios para sacar a flote nuestros propios demonios (aquí refiriéndonos a la fuerza espiritual, daimon, y no a la definición cristiana). Los que hemos participado en este recorrido hemos aceptado

la invitación a convivir con el material, los objetos y las personas a quienes la historia y mitología corresponden; nos dimos el tiempo para recorrer junto a ellos. Esta es una iteración, y una de las muchas morfologías que se desprenden de una ecuación subjetiva que a la vez es objeto y proceso de emancipación.

La construcción de los siguientes 4 párrafos la titulo: resistencia incitante sin sonambulismo estético. Utiliza párrafos y frases reorganizadas del prólogo del libro Yerba Bruja, de Juan Antonio Corretjer, de la edición anotada de Joserramón Melendes:

Bryophylum pinnatum (Lam) Kurtz. - Bruja, yerba bruja. El nombre vulgar de bruja hace referencia a su resistencia a los tratos más crueles que puedan dársele. Este yerbajo, típico de las regiones cafetaleras sobrevive casi todos los tratamientos de erradicación, desde el desyerbo a mano hasta concentraciones altas del yerbicida 2,4-D. Bruja, yerba bruja [resistente] a los tratos más crueles que puedan dársele” es fenómeno que ha de asombrar a los futuros botánicos y fitotaxónomos. Esta yerba no posee elementos narcóticos que pudieran convertirla en fuerza de alteración imaginaria de la realidad. Su prospecto botánico no me capacita, pues, para usar su nombre como símbolo de la transformación imaginativa de materiales puertorriqueños en poesía. Bruja, yerba bruja [sentido mágico - incitante].

Aún guardadas en libros o suspendidas en clavos, las hojas suelen retoñar. Si la raíz de lo puertorriqueño ha logrado sobrevivir casi “todos los tratamientos de erradicación”, desde “el desyerbo a mano” de la conquista española y la lava ardiente de la forzosa inmigración africana, “hasta concentraciones altas de yerbicida 2,4-D” del sistema deformador entronizado con la invasión yanqui, entonces la yerba bruja es el mejor símbolo de la admirable y mágica capacidad de lo puertorriqueño para sobrevivir todas las adversidades.

Hay en Puerto Rico una yerba llamada bruja. Sería ridículo que lo anteriormente expresado me haga aparecer confundido sobre lo que Puerto Rico es. Nuestra patria es una nación hispanoamericana. Somos los descendientes de indios, españoles y negros. Y en la transculturación de estos elementos que nos completó nación, nuestro común denominador es lo hispánico. ¿A qué, entonces, nuestra constante evocación literaria del indio y del indígena? ¿Resonancias a secas del romanticismo? No. Es que secretamente nos conmueve el sacrificio de los que fueron nuestros últimos paisanos realmente libres. Nuestra añoranza indiana es nostalgia de libertad.

He encontrado, desde hace años, en el Popol-Vuh, libro sacro de los mayas, inspirada fuente de orientación artística. No es en lo mío, sin embargo, emigración imaginativa, sino punto de referencia. Lo que de mí sale me vino de mi tierra. Me entró por las raíces. ¡Yo creo en mi América, en mi Caribe, en mi Borínquen! ¡Aunque sólo de mi Borínquen soy en cuerpo y alma! (No creo en el sonambulismo estético). No narro. No evoco. Intento actualizar. Aplico al tema un tratamiento casi reminiscente, en el sentido platónico del vocablo. No he pretendido desenterrar una momia. He deseado hacer visible el resplandor de la imaginación india presente en la nuestra - en la mía, por lo menos. Y he querido hacerlo en una forma viva. Como vive en ciertas ancestrales intuiciones y en determinados reflejos subconscientes del alma patria. Como vive en nuestra toponimia y zoonimia, en nuestra fitonimia y ornitología. Pues bien. Riego, contra la mano intrusa y el cultivo extraño, esta sementera de bruja. Y, como aún guardadas en libros sus hojas suelen retoñar, acariciándome quedo con la esperanza.

Me pregunto todavía, ¿Cómo podemos publicar una experiencia? En el intento, sigo pensando en aquellas definiciones y palabras que usamos, que queremos descartar o apropiar. Estas van traduciendo y construyendo las propias mitologías y experiencias, trazando vínculos con otros y con múltiples tiempos.

“Denunciar: elevar el propio pensamiento hasta el nivel del enojo. Protestar. Separar, voltear las cosas que parecen caer del suyo. Pero también establecer, en un nivel, una relación entre cosas que, en otro nivel, parecen completamente antagónicas. Esto es … un acto de montaje.” 1 Los indios tewa hablan sobre el “stepping in” como un término que desarticula la idea del tiempo moderno, en donde no hay un punto de partida ni un final. La palabra que utilizan suena así: ahdtugeh. Esta palabra corresponde a un peregrinaje, un acompañamiento que existe constantemente, un “ongoing” y es contraria a la palabra angst (o desesperación existencial). Por lo pronto, me suscribo a pensar (justificada sólo por una sospecha salvaje) que no fue la palabra angst la que permitió que estos sujetos, objetos e historias todavía no tengan publicado su espacio en la historia. Más bien, pienso que fue un andamiaje de ausencias deliberadas propias de la construcción discriminatoria colonial, academicista, de género y de raza.

La ausencia de alguna ave en una ambiente es una evidencia más fuerte que la presencia de una ave en un ambiente, según me cuenta un buen amigo. En otras palabras esta relación (de la presencia y la ausencia) dicta una clave importante sobre algo que está ocurriendo.

Si ha sido posible con la tecnología actual rescatar capas escondidas en los palimpsestos del siglo VII, me pregunto: nos servirá alguna de estas herramienta para adentrarnos en los agujeros negros que hemos creado en nuestra propia historia.

1 Didi-Huberman, Georges. “Cómo abrir los ojos” en el Prólogo de Farocki, Harun. Desconfiar de las imágenes. Buenos Aires: La Caja Negra, 2013.

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