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Traducir un texto al alemán sin saber alemán

Michy Marxuach

Durante la primera visita que hicimos a su casa, Elsa Escabí nos obsequió la confianza de dejarnos divagar por su espacio. Una casa de urbanización de tres habitaciones (postvernacular, post-guerra) de los años ’60/’70, que ha sido habitada por los tres hermanos Escabí. Hoy ocupada por Elsa y compartida con Milagros Rincón, a quien también conocimos. Ambas se hacen compañía. La casa completa es una biblioteca organizada en secciones dedicadas a distintas áreas de estudio. El rincón nacionalista es un cuarto-estudio empapelado, ubicado dentro de uno de los cuartos que contiene colecciones de afiches y platos conmemorativos. La sala oficina y la sala de música. El cuarto de ella, el lugar donde descansa, es el que contiene la mayor cantidad de libros. En la casa se encuentran además afiches de aves, paisajes y fiestas populares. En la intimidad de su cuarto, Elsa nos regala dos libros. A Jorge le da el libro de Elbert L. Little, Jr. y Frank H. Wadsworth Common Trees of Puerto Rico and the Virgin Islands; a mi La Rebelión de los Santos de Marta Traba. Hoy, tras conocerla mejor y leer su descripción de su hermano y compañero de trabajo e investigación de toda una vida, Pedro Escabí, entiendo el por qué de la inmediata sinergía y entusiasmo frente a un grupo como el nuestro, que se embarcó en la misión de conocerla al encontrar sus libretas en los archivos encontrados en el Edificio José M. Lázaro, 2do piso, Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras. En 1980, Elsa escribió sobre Pedro: “Sus grandes aficiones han sido la enseñanza, la música y el testimonio vivencial. Compartió a nivel personal y comunitario a través de la transmisión de sus conocimientos con empeño, alegría y en constante crecimiento. Es además un estudioso serio e innovador en el campo de la investigación folklórica, y un inspirado compositor. Elaboró un nuevo concepto de cancelación de los salmos que consta de la creación de ocho tonos para el uso de lo que llamó “salmodia antillana” en la celebración de la liturgia vernacular. Asimismo, abrió brecha en la composición de la música para el canto del ordinario y el propio de la misa en español, al utilizar o incorporar los temas del rico folklore musical caribeño.” Por su lado, en una de las conversaciones sale a relucir que todos los hermanos tenían una relación con la música: “en nuestro ambiente la práctica del piano era diaria y luego nuestras investigaciones de alguna manera enlazaban la música como parte integral.” La música era una perspectiva particular desde donde generar lazos y teorías. También el rigor y la pasión por el trabajo salen a relucir cuando ella misma nos narra cómo se dedicó durante meses a traducir la misa del latín a la lengua vernácula. En otras palabras un texto del alemán al español sin saber alemán, trabajando día y noche con un diccionario, ofrece una imagen clara de la voluntad de Elsa. Demuestra su ímpetu para conseguir algo que para ella era importante y que no existía, de su esfuerzo de aprender para poder hacerlo. De forma orgánica, nuestras conversaciones divagaban en torno a las 3,000 páginas que Elsa y Pedro redujeron a unas 200 páginas en la investigación inédita de El Rosario: Vista parcial del folklore de Puerto Rico. Esta investigación fue entregada al Centro de Investigaciones Sociales (CIS) de la Universidad de Puerto Rico para su publicación a finales de la década de los ’70. Pedro Escabí presenta una ponencia sobre ésta el 6 de marzo de 1981 en el Centro Cultural del Folklore en Ponce. Dicha investigación contiene documentos de cientos de entrevistas con artesanos,

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testimonios vivenciales y teorías trazadas. Entre ellas se encuentra la raíz desde la que los Escabí organizan el canto del rosario y desatan una serie de relaciones con el ciclo lunar, junto a la teoría del Calendario Indígena o Calendario—Antillano—Arauco. Elsa nos cuenta cómo cuando ella y Pedro estaban rastreando el origen del rosario y su relación con el ábaco para profundizar en la conexión con los sistemas calendáricos, se sumergen en el libro Roots of Civilization de Alexander Marshack.

Una sospecha de por qué no se publicó Vista Parcial del Folklore de Puerto Rico es la alusión que hacen los Escabí a cómo trazar la conexión entre La Pintadera, el calendario Arauco y el rosario como estructuras de calendario lunar. La suma de 2 meses lunares es de 59 días, los días equivalentes del rosario. Las posibles discrepancias o temores que existen con el aspecto religioso y académico, en concreto en el Centro de Investigaciones Sociales, es algo que no debe pasarse por alto.

Hoy sólo existe publicado un pequeño panfleto bajo el nombre Vista parcial del Folklore de Puerto Rico de Pedro Escabí Agostini junto a Casa Paoli del Centro de Investigaciones Folklóricas de Puerto Rico, donde se detallan alguna de las ideas del estudio. En el mismo texto de Pedro Escabí se menciona “lo que estamos tratando de decir”, que me hace inmediatamente pensar en esas ausencias deliberadas... Una ausencia deliberada doble, ya que este estudio nunca se publicó, y ha sido conservado bajo la autoría única de Pedro Escabí, obviando la colaboración entre Elsa y él.

Retomando de nuevo el tema, la música es un punto de

vista particular desde el que generar lazos y teorías: la investigación dedica un capítulo entero a este campo, y es ahí que se crea la teoría del canto del rosario y el correr de las cuentas. Las relaciones y las variables en las referencias a las matemáticas cuando hablan de “correr las cuentas” en el canto del rosario y el verbo contar, denotan el lugar en el que se sitúa el estudio como eminentemente transdisciplinar. Dicen: “Al rezar el rosario se corren tantas cuentas como días hay en el calendario lunar; por lo tanto, es un ábaco, una máquina de contar. Cuando el pueblo le llama al proceso de correr el ritual de “llevar las cuentas” está haciendo una traslación en la memoria colectiva del acto científico del calendario, aunque la mente colectiva del presente no vea relación directa entre el instrumento ritual y el calendario.” Y cuando hablan del verbo contar, dicen: “El verbo contar tiene dos acepciones: la matemática que es la que hemos usado aquí, la literaria que tiene como significado sinónimo de narrar. ¿Qué se narra? Es un mito cosmogónico, mito de creación y de recreación. El tiempo mítico es siempre el tiempo presente, siempre y cuando con el mito se corra el ritual: contar las cuentas y meditar la leyenda.” ¿Cuál es la leyenda o mito ? La parte más importante de la historia está en la recreación. El vencer la muerte; la capacidad para resolver o vencer el problema más grande del hombre: ¿a dónde voy? En consonancia con lo que hemos ido aprendiendo al escucharla, y tomándome la libertad de experimentar con las teorías (tema que hemos discutido en estos encuentros), inserto aquí algunas frases para presentar el punto de vista alentador de Elsa sobre la belleza que existe en pensar desde lo vivencial: “El folklore es todo el hacer y quehacer de un pueblo. Sus tres categorías (lo material, lo social y lo espiritual) son los utensilios que fabrica y usa el hombre, son lo que tiene que ver con las relaciones del hombre con sus semejantes y lo que tiene que ver con todo lo que produce el hombre gracias a su inteligencia. Aunque el sector se llama espiritual, hay que aclarar que no tiene que ver solamente con el folklore religioso; muy al contrario, este último es parte del folklore espiritual al igual que lo son los conceptos científicos o filosóficos, entre otros.” En el estudio se hace muy palpable el sincretismo que da pie a las conversiones cuando el pueblo adopta formas y las modifica para que le sean de utilidad. La forma de crónica que usan en el lenguaje va desde lo técnico que hay en una entrevista hasta las comparaciones que existen al describir rituales religiosos con formatos de organización social y la realidad del país: “Por siglos no hubo las facilidades de transporte y por ende de comunicación entre la iglesia formal y el devoto. Por tanto, el ritual del rosario se convierte en la única expresión oficial religiosa en manos del pueblo. Éste la hace suya, la modifica y la

aplica como cree conveniente y necesario. De ahí esta actividad religiosa del Rosario de Promesa se convierte en una fuente de fortalecimiento religioso y refuerzo social, rompiendo la monotonía de la vida diaria en un intercambio (trueque donde una persona que no ha podido resolver los problemas con sus propios medios le pide y promete que si se concede la ayuda rezará tantas veces o toda la vida; pero también según la familia que paga la promesa se esmera en preparar para ella los mejores obsequios, los participantes se esmeran en presentarse en sus mejores galas).” En el rosario participa toda la comunidad: “Los que no tienen la habilidad para cantar o improvisar se deleitan con aquellos que la poseen. Otros se reúnen y hacen chistes, se hacen juegos, se come, se bebe, etc. No hay un momento muerto, todo es acción e interacción. Una actividad que se supone que es religiosa y lo es, es también la actividad social cumbre: la unión entre creencia y vivencia es total. El rosario, pues, es el instrumento para disfrutar la vida. Sirve como agente socializador, de fé. Es el propiciador de solución de problemas que no la tienen con nuestros recursos materiales.” Cada momento de escucha con Elsa es un momento de obsequio, un momento de aprendizaje, un momento de sorpresa gozosa sentida en el vínculo y la puesta en práctica inmediata. Un ejemplo que no quiero dejar de compartir es la dedicatoria del libro de Wadsworth que le hizo Elsa a Jorge: “Con admiración, gracias por comprender mi metida de pata y por suavizar la situación tan gentilmente. Te reitero lo ya dicho, que sea estímulo para llegar a donde vas, Elsa.” Su sinceridad, su jocosidad en enfrentar una situación, y a la vez su tesón de usarla inmediatamente para un momento de gozo que podría haber terminado en crisis, es una gran lección. La historia de ese momento es la siguiente: Carmen, vecina y amiga de Elsa, que en varias ocasiones se había unido a la conversación en el balcón, y que posteriormente se unió a una de las secciones de lectura en voz alta de Escuela de Oficios, era persona identificada como recipiente del libro de Wadsworth. Aparentemente, Elsa se lo había ofrecido hace un tiempo. En la emoción del encuentro y la conversación, Elsa identificó la importancia de este libro para Jorge y en un gesto de generosidad y espontaneidad absoluta, regaló a Jorge el libro. Carmen entró más tarde y cuando entre conversación y conversación surge el tema del libro, le recuerda a Elsa que ya se lo había regalado a ella. Y Jorge de inmediato le dijo: “lo compartimos.” El asunto se resolvió por Elsa, El tomo 1 se lo dio a Jorge y el 2 se lo dio a Carmen. Dos dedicatorias —una pre llegada de Carmen y una post metedura de pata — conviven y constituyen un registro que guarda la clave de lo que es Elsa.

Más tarde, en otra ocasión que compartimos con Carmen en la que Elsa no estaba, oigo la siguiente descripción: “La capacidad de síntesis y generosidad de espíritu que tiene Elsa es un tesoro que tiene que compartirse.”

Luego en otra ocasión, Elsa articuló el mejor comentario sobre el sentimiento mutuo que ella y nosotros teniamos sobre el proceso cuando dijo: “como no tratábamos de desplazar lo que otras personas, generaciones o disciplinas plantearon, pero sí tener cada cual un motor y un recorrido que perseguimos con pasión y con respeto, nosotros dirigimos muchas de nuestras investigaciones y teorías desde el eje de la música. Y ustedes, porque partieron del

eje del arte, llegaron a algo como el Calendario Arauco y a nuestra conversación. Por esa necesidad de integración y transdisciplinariedad que en el arte se potencia, y sobre todo por el tesón de perseguir una teoría propia acompañada del descubrimiento emocionado de elementos diversos que te pueden dar pistas para seguir una investigación: así es que fue posible que, desde diferentes ópticas, se trate hoy un tema como el folklore entre Elsa Escabí y la Escuela de Oficios. Con Elsa hablamos sobre la

estética de la conversación, y ella lo resumió en un nodesplazamiento de uno o el otro, imbricado en una forma de trabajar que es a la vez una forma de hacer comunidad.

Pero si tuviera que decir cuál fue el obsequio más grande que nos dio, fue el comentario emocionado sobre cómo nos distanciamos del investigador académico, que parte de una arqueología o historia que desplaza las teorías de los demás. Recalcar e identificar cómo se sentía a gusto y entusiasmada porque no teníamos ese afán por imponer un conocimiento y desplazar otro, porque nuestra ambición se centraba más en el compartir saber, y porque esta generosidad a su vez destapa múltiples teorías posibles. Una anotación que nos aclaró fue el uso del poder por parte de las autoridades intelectuales que establecen discursos oficiales que son y pueden ser ficción, al igual que otras que ellos mismos pretenden despreciar.

Pensar narrativas no sólo desde sus cualidades cuantitativas sino también desde las afectivas, y mirar desde la mirada propia, es parte de lo que Elsa y nosotros compartimos. Esteban Valdés lo resumió de las siguiente manera en una conversación reciente: “Qué luces tiramos,

qué colores le ponemos y de qué lado miramos.” Qué pistas seguimos para preguntarnos por qué todavía no está publicada la investigación El Rosario: Vista parcial del folklore de Puerto Rico que en sinnúmero de ocasiones se presentó para publicación al departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico.

LA VIDA SOCIAL DEL OBJETO

359 días en 19 meses: tejiendo la textura que completa la oración

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