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OBJETO#4: La Pintadera

Durante la primera conversación con Elsa Escabí sobre sus investigaciones junto a su hermano Pedro, nos menciona con suspicacia que deberíamos buscar dónde se encuentra la pieza arqueológica que Pedro donó a la Universidad de Puerto Rico que apoya la teoría del calendario arauco. Posteriormente, averiguamos que la pieza se encuentra en el Centro de Investigaciones Arqueológicas de la UPR, cuya entrada se encuentra sin identificar en un costado del Anexo Economía Doméstica en el campus riopedrense. El 10 de junio de 2016, la arqueóloga Ivonne Narganes nos dio acceso para consultar una pintadera, o sello de barro cocido. De presumido origen prehistórico taíno, fue interpretada por Pedro Escabí en “Pintadera calendárica antillana,” artículo publicado en la Revista de Ciencias Sociales de 1985, como un calendario mnemónico de efemérides solares en la faja latitudinal 18oN que atraviesa Puerto Rico, La Española y Jamaica. Obtenida a través del comercio dominicano de artefactos saqueados de huacas, su contexto arqueológico es indeterminado. En aquella ocasión tuvimos la oportunidad de reunirnos con Luis Chanlatte-Baik y discutimos la vigencia de la teoría de Escabí.

Desde el primer intercambio con Elsa, ella nos confió que un recurso básico para la interpretación de Pedro es el libro The Roots of Civilization: the Cognitive Beginning of Man’s First Art, Symbol and Notation de Alexander Marshack, quien propuso la polémica teoría de que las líneas talladas en ciertos huesos del Paleolítico Superior eran sistemas de notación, específicamente calendarios lunares que daban cuenta del paso del tiempo. Marshack establece un precedente sobre la evolución y el desarrollo prehistórico del hombre, que alteró radicalmente el pensamiento de antropólogos y arqueólogos examinando artefactos y dibujos de cuevas de la edad de hielo. Sobre esta base, apoyado en esto Pedro Escabí, desde otra disciplina (el folklore), propone la teoría de la importancia de regirse desde nuestra posición geográfica. Al realizar una búsqueda por internet, Jorge encuentra un libro de Ahmad Birashk titulado A comparative calendar of the Iranian, Muslim lunar, and Christian eras for three thousand years : 1260 B.H.-2000 A.H./639 B.C.-2621 A.D.. Un error en la escucha y la búsqueda del nombre del antropólogo lo llevó a compartir con Elsa este otro libro hermoso que compara los calendarios de varias civilizaciones, todos organizados alrededor de los ciclos lunares.

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Esta pieza insignificante, la pintadera a la cual alude Escabí, para el estudio arqueológico no tiene origen. El lugar en el que se recolectó es un elemento importante para entender la importancia de la pieza, ya que sin él no se puede establecer relaciones con el objeto. Es un objeto sin procedencia. La pieza fue donada por Pedro Escabí al Centro de Estudios Arqueológicos. La donación se consideró como el regalo de un aficionado que se apasiona por un tema.

Uno de los intereses principales de Jorge González con el calendario es la relación y escala respecto al cuerpo. En octubre 2016, Jorge convoca a un taller de alfarería a través de la Escuela de Oficios en el Taller Cabachuelas de Alice Chéveres en el barrio Barahona, Morovis. Durante la jornada, los participantes Francisco González y Miguel Marxuach junto con Jorge y Alice, realizaron interpretaciones y copias del calendario antillano ejemplificado en la pintadera de Escabí.

En la reunión con Chanlatte-Baik, identificamos esta misma publicación en su oficina y, junto al calendario antillano de Escabí, ambos libros nos acompañaron. Estas publicaciones se refieren a distintos sistemas calendáricos que se organizan desde su geografía. El lugar desde el que nuestros ancestros miraron es el mismo desde el que estamos mirando nosotros.

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