Revista LaMUY 12

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REVI STA GR ATUI TA



I. R.

CARTA DEL DIRECTOR

HISPATALENTOS

Julia Uceda

04 Cm3 de deseo

30 Ensoñaciones de un pintor sevillano

66 La vuelta al mundo

EN 1.000 CARACTERES

Fernando Gabardón

06 Murillo versus Murillo Manuel Grosso OPINIÓN

08 Enrique González Tagua, “El Zíngaro” Rancio OPINIÓN

10 De la garra charrúa a la biblioteca Celeste Jorge Miglionico REPORTAJE

14 Que los robots paguen impuestos Juan Luis Manfredi OPINIÓN

16 El futuro del trabajo: robots, knowmads y microworkers

34 Julia Llerena

69 A pinceladas EROTISMO

36 Desde el interior de la botella. El Equipo 57

70 Funeral poético a una Virgen en llamas

Peter Abbad

REPORTAJE

40 Transformación digital y moda

72 Michael Portillo

Lourdes Rodríguez

HEREJES DEL SUR

42 Remed

76 Esto sí que es una chirigota

THE WALL

44 Far West SEVINTAGE

Alejandro López

EDUCACIÓN

24 El Torres. Creativos Inda Rodríguez HISPATALENTOS

26 José María Térres. I+D I. R. HISPATALENTOS

La Olivetti Mellada

MODA

20 La fórmula del amor eterno (en 21 minutos al año)

Javier Gotor

José María Rondón

DISEÑO

50 Israel Galván

22 Un modelo educativo de excelencia

Beatriz C. Bravo

ARTE

CIENCIA

ANÁLISIS

Eva Díaz Pérez OPINIÓN

José Moisés Martín

Óscar Gómez

POESÍA

AÑO MURILLO

Javier Gotor

ES MUY

58 Cualquier tiempo pasado Amaro Sánchez de Moya OPINIÓN

60 Juan Miguel Sánchez La Olivetti Mellada FUE MUY

62 El restaurante Pilar Rodríguez OPINIÓN

SUMARIO

65 Tiempo

Paco Brida OUTSIDERS

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Javier Gotor

28 Glassing Monkey. Empresas

78 Más alla de la capital. Un paseo por la gastronomía sevillana (V) David Pareja MANDUCA

80 Manuel Imán Javier Gotor MÚSICA

84 El Nota cumple veinte años Tali Carreto CINE

88 El planeta de los simios José Luis Castro Lombilla PLUMAS DE CABALLO

64 A dildo muerto Taite Cortés OPINIÓN

NÚMERO 12

03 Industrias adictivas


SOMOS MUY

COLABORADORES MANUEL GROSSO. Profesor universitario, escritor y promotor cultural. JULIO MUÑOZ, RANCIO. Periodista y escritor.

S TA F F

KRISTINA FENDER. Fotógrafa.

JAVIER GOTOR. Director

JUAN LUIS MANFREDI. Periodista y profesor universitario.

JOSÉ MOISÉS MARTÍN. Economista, comentarista económico y activista español.

ÓSCAR GÓMEZ. Periodista, especializado en ciencia.

JORGE MIGLIONICO. Periodista uruguayo.

LOURDES RODRÍGUEZ. CEO, Coolhunting community.

SARA BLANES. Artista e ilustradora.

PETER ABBAD. Diseñador.

FERNANDO GABARDÓN. Doctor en Derecho y en Historia del Arte, conferenciante y autor de numerosos libros.

AMARO SÁNCHEZ DE MOYA. Arquitecto, decorador y pintor muralista. PILAR RODRÍGUEZ. Periodista. TAITE CORTÉS. Periodista y directora de comunicación. JOSÉ MARÍA RONDÓN. Periodista y escritor.

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COLABORAN EN ESTE NÚMERO

EVA DÍAZ PÉREZ. Periodista y escritora. DAVID PAREJA. Gestor cultural, guionista, realizador y empresario de hostelería. TALI CARRETO. Gestor cultural y promotor. JOSÉ LUIS CASTRO ‘LOMBILLA’. Humorista gráfico y escritor. LITTLE. Artista autodidacta, licenciado en Comunicación Audiovisual y gestor cultural. BEATRIZ C. BRAVO Historiadora del Arte y escritora erótica.

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MARINA NOSEQUÉ. Ilustradora.

ALEJANDRO LÓPEZ. Redactor Jefe INDALECIO RODRÍGUEZ. Marketing MARCOS FERNÁNDEZ.. Publicidad JACOBO CARMONA. Diseño y Maquetación.

E D I TA GLOZ Comunicación Integral S.L. C/ San Isidoro, 19 41004 Sevilla Tlf.: +34 666 912 073

JULIA UCEDA. Poeta. Premio Nacional de Poesía 2003 y Premio de la Crítica de Poesía Castellana 2006. Hija predilecta de Andalucía, miembro de la Real Academia de las Buenas Letras de Sevillana. Su obra se ha traducido a varios idiomas, entre ellos el inglés, el chino y el hebreo.

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AGRADECIMIENTOS

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Juan José Téllez, Bernarda Benítez, Espacio Turina, Pedro G. Romero, Rafael Seleka y Laura Calvarro.

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INDUSTRIAS ADICTIVAS -

CARTA DEL DIRECTOR

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S

uena el despertador a las siete. Pulsas la pantalla de tu iPhone para posponer unos minutos el ring ring que hace despertar antes a la persona con la que compartes cama. Tras ocho minutos vuelve a sonar pero tienes la habilidad de pararlo antes de que aumente el volumen y sin sacar el brazo del microclima cuasi húmedo de debajo del edredón. Ducha y a trabajar. Se te pasa la mañana volando. Comes. Vuelves al trabajo. En un par de cafés está la jornada vespertina liquidada y te piras sin decir ni adiós. Llegas a casa. Hola, hola. Dos ea ea al niño y se queda dormido. Justo lo que andabas buscando. Antes de apoltronarte en el sofá y sin necesidad de mirar el mando, porque has memorizado la secuencia de botones que tienes que pulsar para que tu maravillosa caja tonta de decenas de pulgadas, salta el tercer capítulo de la segunda temporada de tu serie. Soy seriéfilo (aún no está registrado por la RAE pero de seguir así, poco quedará), desde hace muy poco. El tiempo justo para haber experimentado algunos comportamientos en mí mismo que no conocía. Y es que tengo la sospecha de que estamos inmersos en una vorágine subversiva cuyo pilar fundamental son las plataformas digitales de televisión. Hace apenas unos años las grandes series de televisión generaban la necesidad de esperar al día y hora concretos, pero poco a poco el ‘a la carta’ ha acabado con nuestra noble capacidad de la paciencia. También es aplicable a los largometrajes. No es que sea ni me considere un herético pero nos encontramos en un momento tecno-digi-televisivo (o algo así) que ha quebrantado todas las barreras espacio temporales. No sé si de manera meramente casual o por una intencionalidad largoplacista de la industria, nos estamos convirtiendo en devoraseries sin control. ¿Y qué tiene de malo? No voy a entrar a valorar la adicción de la que hablan algunos académicos ni del sedentarismo del que tachan a lo que llaman seriefilia. Pero a veces tengo la impresión de

que nos aturrullan las cabezas de series cuyas mentes no son capaces de digerir antes de que pasemos a la siguiente que te aconseja la plataforma. Y así parece que vamos a echar el año. Cargándonos temporada tras temporada durante madrugadas interminables. La industria no para de producir cagajones para las moscas, pero como dicen, un millón de moscas no pueden estar equivocadas. Sin embargo hay algo curioso en todo esto y sobre lo que escuché a un director de marketing de un importante grupo multimedia hablar hace unas semanas. Hace apenas dos o tres años en España la piratería era deporte nacional. Mentía aquél que negaba descargarse películas para grabarlas en DVD y más tarde para pincharlas en la tele con el pendrive. Los tiempos cambian rápido y ahora es casi de troglodita el que no contrata un paquete mensual de televisión digital. Conclusión: la industria no sólo ha dado la vuelta a tortilla, sino que ha logrado generar una industria alrededor que ha salvado a directores, actores y demás trabajadores del mundillo de las salas de cine languidecientes. Y con la música ha pasado exactamente lo mismo y ahora todos disfrutamos de “todas tus canciones por solo 9,99 euros al mes.” No corren buenos tiempos para el top manta. Ahora toca pagar, menos, pero de manera constante. Suma de minorías que llegan a ser mayorías, si hablásemos de personas y no de cuotas. Cuando pasas por el aro y ni siquiera eres consciente de que lo haces, es que lo han hecho bien. Siempre he creído que el buen periodismo siempre será un buen negocio. Quizá las empresas periodísticas deberíamos… bueno, ahí lo dejo que empieza la cuenta atrás de mi serie de cabecera desde hace unas horas y Pablito aún duerme. -

Un capítulo: Black Museum - 4ª temporada de Black Mirror, Ep. 6

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T e x t o : J AV I E R G O T O R


EN 1.000 caracteres

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Cm3 de deseo -

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FOTOGRAFÍA: KRISTINA FENDER

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Q

ue te miren el culo cabrea. Que te lo fotografíen jode. Ver por el retrovisor cómo una panda de tíos -y una tíaadmira tu trasero con sonrisas bobas acelera tus revoluciones. La gasolina te hierve en las venas, y solo deseas abrir gas y largarte quemando neumáticos. Lanzarles un escupitajo de humo como despedida, eso te pide el chasis. Pero nadie te ha obligado, has acudido como macho cabrío de quinientos centímetros cúbicos a tu aquelarre sensual. Has cabalgado kilómetros para concelebrar tu ceremonia de adoración lujuriosa. No te engañes más, sabías a lo que volvías. Bastaría con un leve giro del puño para desaparecer, dejando como recuerdo a esa jauría rijosa una foto movida. Y sin embargo sigues ahí, amenazando con acelerones a quienes te desean. Sabes que no te irás, te gusta ser objeto del deseo. Dejarías de rugir sin miradas lascivas, morirías si no quisieran fotografiarte. Maldecirías a quien te monta si ahora girara su muñeca derecha para salir cagando leches de ahí...



OPINIÓN

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MURILLO VERSUS MURILLO Texto: MANUEL GROSSO

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ste año Sevilla se convierte en un catálogo abierto sobre la obra de Murillo. Exposiciones varias, recorridos urbanos y mil cosas más van a centrar la vida cultural de esta ciudad durante este 400 aniversario de su nacimiento. Dejando atrás un análisis de las muestras pictóricas que se van a poder contemplar, creo que su interés radica en ver casi, o todos, los Murillos que quedan en la ciudad, que no son pocos, y algunos cuadros que habitan en la actualidad en diversos museos del mundo, algo que para cualquier amante del arte es de indudable interés. En el fondo, el acontecimiento tiene su origen en ese sentido tan sevillano de recuperar el valor de mercado que Murillo tenía en el pasado. Para muchos, persiste la idea de que su devaluación radica en el abuso populista de sus imágenes, algo indudable, y también por qué no decirlo, en su populismo en la idea misma de su creador: de este modo muchas de sus obras pertenecen por derecho propio a nuestra imaginería sentimental. ¿Quién no ha visto sus Inmaculadas o Sagradas Familias, Natividades u otros cuadros convertidos en almanaques, estampas de primera comunión o en latas de carne de membrillo? Es nuestra memoria indeleble de tiempos pasados. Ciertamente hubo un tiempo en el que Murillo era uno de los grandes, lo sigue siendo, pero hoy en día las figuras de Ribera, Velázquez o de Zurbarán están mejor valoradas, o dicho de otra forma, conectan más con el aficionado a la pintura barroca que Murillo. Esto es un hecho indiscutible y habría que preguntarse el porqué de esta situación. ¿Hubo un interés desmesurado en el pasado, estaba sobrevalorado? No lo creo, el problema es otro bien distinto; en mi opinión, la razón fundamental es que su mensaje actualmente, tanto pictórica como espiritualmente, se ha quedado obsoleto, y con esto no quiero desvalorizar su obra o su persona sino poner el tema en el punto de mira de la realidad actual. Murillo fue habitante de una Sevilla convulsa, víctima de enfermedades, del inicio del deterioro económico y de mil problemas más,

y el pintor quiso huir de esa sensación de una ciudad en declive y lo hizo edulcorando, o si lo prefieren, idealizando el oscurantismo de esa realidad con una luz y una bondad que inundaba su obra. Hasta la serie más realista de los niños en la calle en la más dura miseria estaba plena de ese buenismo indeleble en las caras de sus personajes. No es casualidad que fuera tras los momentos más tristes de nuestra historia -ocupación francesa, guerras carlistas o en nuestra postguerra- donde su obra se hizo de nuevo popular. Ante tanta España negra el público pide dulzura y calor familiar, algo que es inherente a la obra de Murillo. Desgraciadamente vivimos de nuevo tiempos convulsos donde no parece haber sitio para esa teología de lo simple y bondadoso que pintaba tan a menudo. Sevilla nunca lo olvidó y forma parte de nuestro ADN, como lo son las yemas de San Leandro, olvidadas también por su excesiva dulzura, o la excesiva producción de una iconografía de la Inmaculada como niña púber repleta de nubes de algodón y encantadores angelitos rollizos y felices. La sensibilidad de hoy está mucho más cercana a Caravaggio, a su violencia interna o a la perversión que emana de sus obras. El mayor enemigo de Murillo es el propio Murillo, su mundo, su universo idílico, su maravillosa facilidad pictórica, su técnica cercana a la perfección y esa sencilla y clara espiritualidad que poco o nada tiene que hacer en el mundo de hoy. En mi opinión, esta operación de revalorización de la obra de Murillo desgraciadamente va a resultar inútil, entre otras cosas porque no hay nada que descubrir, sino al contrario, de confirmar que su mensaje no tiene cabida en la sensibilidad actual. Pero sí pondrá en evidencia que su obra está viva a su modo y que siempre podrá volver a ser lo que fue, si las circunstancias varían. Larga vida a Bartolomé Esteban Murillo y a su dulce teología de lo cercano. -



OPINIÓN

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ENRIQUE GONZÁLEZ TAGUA, “EL ZINGARO” Texto: RANCIO

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antaba Lole “No te enamores, no te enamores, que las caricias soñadas son las mejores”. La imaginación es el motor del amor, y también de la escritura. Escribir es una trampa que vive de eso, lo que se lee siempre es mejor que lo que se escribe. Las frases se mejoran en cada uno, así que normalmente es mejor no enseñar mucho.

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Pero hay veces que uno consigue unicornios blancos y debe echarse a un lado. Eso es lo que me pide el cuerpo hoy. Hace un tiempo pregunté en redes sociales qué sabía la gente sobre la lucha libre que se practicaba en los cines de verano de la Sevilla de los 50 y 60. Conocí la historia de Benito Galán, que conté en la anterior La Muy, pero todos me hablaban de un nombre, Tagua. Una de sus nietas -mil gracias, Nuria- me mandó estas fotos que son almíbar para dibujar aquella época. Me niego a aportar nada mío en este texto a partir de ahora. Mucho mejor ver las fotos y leer declaraciones que he ido encontrando después de rebuscar mucho. A sus esquinas. Comienza el combate. “Entrenábamos en la calle Viriato, número 10, en la casa de Navarro, un luchador que descargaba plátanos en el muelle”. Joaquín Toro, ex luchador y hoy dueño del bar Toro. Diario de Sevilla.

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“TRINIDAD (Cubierto y totalmente acondicionado) 10’30 noche. Sensacional velada lucha libre. Tagua – Benjumea, Gran Maña – Márquez, Capi – Álvarez, Benito Galán – Catarecha, Gran Amenaza – Navarro. Autorizado”. Anuncio en el ABC del 9 de noviembre de 1957. “A veces, cuando te quedabas grogui al borde del ring, había espectadores que te quemaban con un puro para comprobar si era de verdad o un montaje. Y las mujeres que acudían a las veladas eran todavía peores; una vez una, que no te puedes imaginar lo que soltaba por esa boquita, me tenía tan harto, que le dije a Tagua, que era mi contrincante esa noche, que me tirara fuera del ring, para caerle encima a ver si se callaba; pero


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no dio tiempo, porque me pegó en la cabeza con una botella de Coca-Cola y por poco me mata”. Alberto Gallardo, ex luchador y capataz de la Hermandad de los Gitanos durante 20 años en ABC. “Tagua, con su característica melena larga y su batín hecho con un mantón de Manila, era uno de los llamados “luchadores broncos”, es decir, “de los malos de la película””. Manuel Conradi en ABC. “Tagua era un hombre no muy alto, con cierta barriga, seguramente fruto de numerosas cervezas y con una agilidad impropia de su aspecto; pero lo que más llamaba la atención era su melena; una larga cabellera que le caía por debajo de los hombros. Su gran popularidad le venía por el hecho de que constantemente se encaraba con el público, que le silbaba y abucheaba, para que él, fingiendo gran enfado, bajara del ring y con cara de pocos amigos se diera su vuelta por la sala mirando con cara amenazadora a los que le increpaban”. Francisco Acosta en el blog Sevilla y mis cosas.

“Fíjate cómo sería la cosa, que en un combate a cuatro entre Carlos Moll, Navarro, Tagua y yo, nos quitaron la licencia, de la que se formó, y menos mal que luego nos la devolvieron por un indulto que hubo con motivo de los 25 años de Paz”. Alberto Gallardo, exluchador y capataz de la Hermandad de los Gitanos durante 20 años en ABC. “Ahora que las televisiones privadas nos inundan con los pressing catch americanos, no está de más homenajear a un deportista sevillano que muchos años antes fue todo un ídolo en la ciudad”. ABC del 26 de mayo de 1993, días después del fallecimiento de Enrique González Tagua. -

“CINE ANDALUCÍA (Ronda Capuchinos) 11 noche, Gran velada lucha libre. Cinco emocionantes combates: Benito Galán – Morón, Navas Urrutia, Lejido – Navarro, Hoyos – Calvo y Sajudes (el tigre español, triunfador en América) – Jim Morian (aspirante oficial al título de España). Localidades, desde 8 pesetas”. Anuncio en el ABC del 23 de agosto de 1952. Una canción: Cuore Zíngaro de Junco.


REPORTAJE

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De la garra charrúa a la biblioteca Celeste -

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Texto: JORGE MIGLIONICO

Con el impulso del entrenador de la selección nacional, Óscar Tabárez, el aporte de Editorial Santillana y la ejecución del ex futbolista y escritor Daniel Baldi, se creó hace más de siete años un espacio de lectura dentro del Complejo de Alto Rendimiento Uruguay Celeste, lo que supone aún hoy un hecho inédito. En un principio fueron algo más de medio centenar de ejemplares. Con la inercia propia del entusiasmo, el proyecto fue creciendo en cantidad, pero también en dinámica. A estos ejemplares se le sumaron otros que diferentes autores fueron haciendo llegar. Escritores, algunos apasionados por el fútbol y otros no tanto, se fueron acercando y generando charlas con los futbolistas juveniles conformando una rutina de intercambio.

E

nclavado entre Argentina y Brasil, Uruguay, con apenas algo más tres millones de habitantes, construyó una suerte de identidad como sociedad, basada definitivamente en la épica futbolera.

El título mundial obtenido en Brasil, en el estadio de Maracaná en 1950, sea quizá el estandarte de una país que ya no es. Los torneos olímpicos ganados (1924 en Colombes y 1928 en Ámsterdam) daban inicio entonces a una época de construcción social y económica que, junto con la gesta de 1950, situarían a Uruguay en un lugar de privilegio. Así se instalaron frases y conceptos que el tiempo fue diluyendo. “La Suiza de América”, “como el Uruguay no hay” o “la tacita de plata”, fueron algunas de la frases acuñadas por décadas para concluir, aún hoy, en la controversial “garra charrúa”. Sea éste quizá el más controvertido de los conceptos. Definición que alude a la pasión, el empeño y la rebeldía mostrada en los campos de juego y que la asocia a los habitantes indígenas originarios de este territorio. Un país que creció mirando a Europa y que se construyó a partir de aquellos que por miles llegaban en los barcos. Pero “El mundo ha cambiado mucho con respecto a cuando éramos los mejores”, expresión por demás categórica del entrenador de la selección uruguaya, Óscar Tabaréz al ser consultado aquí sobre las necesidades que hacen que los futbolistas accedan a una formación cultural. Uruguay es hoy, y desde hace varias décadas, fabricante y exportador de futbolistas, de los cuales algunos llegan a sitiales de élite y otros, la mayoría, logran apenas una carrera sin mayores relevancias. Según datos oficiales, elaborados por la Secretaría Nacional de Deportes, en Uruguay más de 3.500 jóvenes deportistas de los clubes afiliados a la Asociación Uruguaya de Fútbol aspiran a ser profesionales. De los 700 adolescentes que se incorporan año tras año, sólo el 5% jugará en primera división y menos del 1% llegará a ser un jugador de nivel internacional.

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Esta realidad generó en las últimas décadas una problemática social que excede los ámbitos estrictamente del fútbol. Estas condicionantes derivaron en la visualización del fútbol como un elemento de “salvación económica”, cuando no una manera de trascender socialmente, dejando de lado el interés por la formación cultural, además de plantear permanentemente atípicas y contradictorias situaciones. Fabián Coito, integrante del grupo de entrenadores de selecciones nacionales y actualmente director técnico de la selección sub 20, luego de haber pasado por sub 15 y sub 17, es contundente cuando sostiene “cómo un padre hace para ponerle límites a un chico de diecisiete años, cuando éste es el que sostiene la casa, compra el auto o financia las vacaciones familiares”. La reformulación de una cultura arraigada

A partir del año 2006, el fútbol uruguayo se embarca en un proyecto


A estos criterios no está ajeno el seguimiento que se hace del rendimiento de los jugadores juveniles en los estudios curriculares. Como parte de este concepto general, y seguramente obedeciendo a su condición de docente, Tabárez impulsó la posibilidad de generar en el Complejo Uruguay Celeste –lugar de entrenamiento y concentración de las selecciones nacionales– un espacio de lectura. La idea era que esto supusiera una alternativa más para el esparcimiento en las prolongadas jornadas de trabajo, donde también hay muchas horas de ocio. Para impulsar esta iniciativa, el entrenador se cruzó en el camino con la otra parte necesaria para la concreción del proyecto: Daniel Baldi, exfutbolista profesional con una exitosa carrera desarrollada en Uruguay y varios países de América y Europa. Hijo de madre maestra y padre bancario, sostiene que, contrariamente al común, sus padres lo prepararon para “fracasar” en el fútbol. Dicho a la inversa, lo prepararon para que tuviera herramientas si el éxito del fútbol era esquivo. Iniciado en los juveniles del Club Atlético Peñarol, Baldi alternó el deporte con el placer por escribir desde adolescente. Siendo ya jugador profesional, edita en el año

2006 su primer libro La Botella F. C. (Editorial Fin de Siglo). Posteriormente continúa con la producción literaria, que le fue quitando espacio al fútbol, puesto que a los veintinueve años y con posibilidades de contratos en el exterior, Baldi, deja la práctica de este deporte y continúa con una intensa producción literaria. En junio de 2017 es llevado al cine Mi mundial, uno de los libros más exitosos y que muestra, según sus palabras, “una visión pesimista del fútbol”. Es así que, durante un partido de entrenamiento entre el Club Atlético Cerro, equipo donde militaba Baldi, y el seleccionado nacional que se preparaba para el Mundial de Sudáfrica 2010, el entrenador se apersonó al jugador: “¿Cómo van los libros, Baldi?”, ese fue el primer contacto, recuerda el jugador, a lo que Tabárez continuó “está muy bien lo que está haciendo”. Tiempo después, el escritor recibe una llamada: “cuando me dijo que era Tabárez, no le creí, pensé que era una broma. Después no sabía cómo disculparme”. Rememora con un poco de rubor. Allí nace definitivamente la biblioteca de hoy, y lo que fue apenas un espacio de lectura en el origen. “Inmediatamente nos pusimos a trabajar en eso”, recuerda Baldi, y continúa “Hablamos con la Editorial Santillana tratando de que nos apoyaran con una donación de libros, y enseguida encontramos respuesta”. El primer impulso fueron un poco menos de un centenar de ejemplares, donde se trató que hubiera los menos posibles relacionados con el fútbol. Fue así que de común acuerdo con la editorial se nutrió el espacio de libros de la más diversas temáticas y autores, donde no se excluyeron los clásicos de la literatura universal, pero tampoco la temática del fútbol. La sub 20 y la historia del tango en Uruguay

Para Viviana Echevarría, editora de Santillana Uruguay, participar en la implementación de la biblioteca del Complejo

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de selecciones nacionales, inédito hasta entonces. Liderado por Óscar Tabárez, maestro de profesión y ex futbolista de escasa relevancia, comienza allí una etapa de reformulación del fútbol uruguayo en todos sus órdenes. “El fútbol no es lo más importante, pero es el medio para lograr cosas importantes”, reafirma el entrenador al ser consultado sobre el lugar que ocupa o debe ocupar este deporte en estos tiempos y países. Para el entrenador, el eje del proceso que viene llevando adelante está en el respeto como valor principal. “Cuando los chiquilines entran al proceso de selección a los trece años se les impone que tienen que saludar con quien se crucen, aunque no lo conozcan. Y agradecer, agradecer siempre: al utillero que le da la ropa, al mozo que le retira el plato…”. “Respetar y agradecer”, como pilares de una formación integral.


REPORTAJE PÁGINA 12

Celeste “es una forma de trabajar para la promoción del libro y la lectura. Entendemos que es muy importante que los jugadores de fútbol lean y se interesen por su educación y formación. La biblioteca permite el acceso a los libros en sus momentos de descanso, además de funcionar con préstamo. A esto se suma todo el trabajo que hace el equipo de entrenadores que los rodea para estimularlos a leer e incentivarlos a seguir estudiando”.

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Luego de instaurado el espacio de lectura, fue interesante, según recuerda Daniel Baldi, conocer cómo reaccionaron los deportistas, tanto los jugadores profesionales de élite como los cientos de juveniles que pasan por allí. El capitán de entonces y permanente referente del seleccionado nacional, Diego Lugano, recordó cómo fueron los primeros contactos de los deportistas con los libros. “Enseguida se generó al menos una curiosidad”, advierte Lugano. “Todos pasaban por allí y tomaban un libro. Algunos lo leían por arriba y lo dejaban. Otros se sentaban y leían un poco, y hubo otros que se lo llevaron para la habitación” . Conforme el espacio es abierto a todas las categorías que trabajan en el Complejo, parece estar fuera de discusión que la llegada a los futbolistas juveniles es uno de los objetivos principales. Gustavo Ferreira es ayudante técnico de Fabián Coito en la selección sub 20 y convive largos períodos con los deportistas más jóvenes. “Las concentraciones para los futbolistas no suelen ser fáciles, y menos para los jóvenes. Generalmente, el tiempo que pasan allí lo transcurren jugando a los naipes, videojuegos o celulares”, y reafirma la importancia de incluir en la vida de los chicos el hábito de la lectura. “Si bien nosotros no lo exigimos, por supuesto que se lo sugerimos a los futbolistas y la mayoría de ellos accede a la lectura”. Ferreira reafirma el criterio en cuanto a la diversidad de obras con que cuenta la biblioteca: “hay de todo, pero ellos leen novelas, cuentos, libros de historia del fútbol y del Uruguay. La colección de los libros de Daniel

Baldi son de los más elegidos por los jóvenes ya que están relacionados con historias de fútbol y los atrapa mucho”. “Pero los gustos no son los mismos para todos, es muy variado”, aclara Ferreira y recuerda que en un viaje de la delegación “uno de los futbolistas eligió un libro sobre la historia del tango en Uruguay”. Luego de algo más de siete años de la puesta en marcha de esta iniciativa, “la evaluación es muy positiva. Los jóvenes no solo han leído los libros sino que también han disfrutado de las charlas de escritores que los han visitado y han realizado actividades vinculadas a la importancia de la lectura”, según Echevarría, editora de Editorial Santillana Uruguay. Por otra parte, recordó que la elección de los libros se hizo pensando en diferentes temáticas y géneros recomendados para jóvenes, seleccionando “una propuesta amplia y variada”. Para la empresa editorial, la participación en este proyecto podría suponer un acto referido a la responsabilidad social porque se trata de una donación “pero creemos que es más certero decir que se enmarca en la actividad de promoción del libro y la lectura que hace la empresa en forma permanente desde que se instaló en Uruguay”. La lectura de libros en tiempos de 280 caracteres

Cuenta Fabián Coito que Gustavo Ferreira, integrante del cuerpo técnico, “es quien se encarga de darles libros a los jugadores y les pedimos que después extraigan algo que les haya gustado y que lo comenten”. Además “en los espacios de viaje apuntamos al conocimiento del país que nos toca visitar. A recorrer, a hablar de ese país. En el Mundial de Emiratos Árabes 2013, el embajador uruguayo Nelson Chabénon nos dio una charla sobre el país, su cultura, por qué era una potencia en el mundo. Hacemos mucho hincapié


Horas de vida perdidas

Con apenas dieciséis años Daniel Baldi llegó desde Colonia, departamento al suroeste de Montevideo, para jugar en las divisiones menores del Club Atlético Peñarol. “Vivíamos en la casa que tiene Peñarol para los chicos que llegan del interior. Recuerdo que de todos los que vivíamos allí, solo tres íbamos al liceo. Entrenábamos de mañana y quedaba todo el día sin hacer nada. Algunos pasaban con el play. Para mí, era larguísimo el día y me atraía leer y ahí ya empecé a pensar en la necesidad de tener espacios para leer. Eran horas y horas perdidas de vida. Yo pensaba “¡Qué cuesta tener en una pared estantes con libro!” con el aburrimiento que teníamos todos, en algún momento íbamos a agarrar un libro”. Las experiencias vinculadas al ocio que padecen los futbolistas continuó a lo largo de su carrera. Tomándose la cabeza al tiempo que acomoda el pelo, Baldi gesticula para recordar en un mismo acto cuando “una vez nos tuvieron quince días concentrados en el Trocoli -estadio del Club Atlético Cerro ubicado cerca del límite de Montevideo-. Fue terrible, sin nada para hacer”.

propio autor, “es una historia pesimista que muestra un lado a veces trágico del fútbol, que no es el que más se ve, pero que es muy frecuente”. Este libro vendió más de 25.000 ejemplares, lo que supone para un mercado como el uruguayo una cifra récord. Premiado en diferentes partes, esta historia fue llevada al cine en junio de 2017. Mi Mundial narra la historia de Fernando “Tito” Torres, un niño que vive en el barrio Los Nogales de Colonia del Sacramento, junto a sus padres y sus cuatro hermanos. A Tito no hay cosa que le guste más que jugar al fútbol. Se pasa todo el día detrás de su amada pelota. No solo adora jugar, también es un gran jugador, con grandes condiciones deportivas. Cierto día, un hombre con traje y un auto lujoso llega a su casa. En un abrir y cerrar de ojos, se encuentra jugando para el equipo de Peñarol de Montevideo. Empieza a tener éxito, pero también empieza a descuidar su vida personal y sus estudios. En el momento en que está en la cima y con promesas de ir a jugar al Milán de Italia, Tito sufre un accidente y se trunca su carrera. Tito vuelve a vivir en condiciones precarias y se encuentra que no está preparado para enfrentar la vida, puesto que toda la energía estuvieron siempre puesta en su carrera como futbolista. -

Mi Mundial

Dentro una serie de acciones que se toman cada vez que adolescentes ingresan al proceso de selecciones nacionales y a las que refirió anteriormente Tabarez, está que a cada jugador se le propone leer el libro Mi Mundial. Según su

Un tango uruguayo: La Cumparsita de Gerardo Matos.

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en ese tipo de cosas, les damos un espacio muy grande. A la lectura también, porque es algo que se ha perdido: en las redes sociales, en pocos caracteres hay que transmitir un contenido. Entonces empieza a ser todo extracto y no le damos lugar a un libro que, lógicamente, requiere tiempo y calma para llegar al verdadero sentido, porque hay que transitar una introducción para después llegar al contenido”.


OPINIÓN

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QUE LOS ROBOTS NO PAGUEN IMPUESTOS Texto: J uan L u i s Man f r e d i

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que no nos cierren el bar de la esquina. Sí, los dos versos sueltos están relacionados en la medida en que ambos nos hablan de funciones sociales de primer orden. La primera es el empleo, que nos permite desarrollarnos como personas y abordar desafíos profesionales e intelectuales. El segundo, quizás sí más terrenal, tiene que ver con la socialización, el ocio y el entretenimiento. Nunca faltará trabajo para quienes estén dispuestos a pasar el tiempo en compañía. El desembarco masivo de los robots a las industrias manufactureras, los servicios de transporte de personas y mercancías, así como otras cadenas mecanizadas de trabajo ha abierto el debate sobre el futuro del empleo. Hay cierta inquietud, cuando en realidad, muchas hipótesis son contrafácticas. Leídos los actuales estudios empíricos, observamos que el progreso técnico durante el siglo XX no ha destruido empleo a nivel agregado, si bien lo ha transformado de forma radical. Esto sucede en Estados Unidos, Reino Unido, Alemania o España, países dispares. Han desaparecido empleos de baja cualificación y ocupaciones manuales, pero se han multiplicado las opciones para quienes tienen mejores capacidades y conocimientos.

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Sea como fuere, algunos autores piensan que es necesario crear un impuesto específico por el empleo de los robots, cuando éstos sustituyan una tarea antes desempeñada por un humano. El propio Parlamento Europeo ha elaborado un documento que plantea que la robotización del empleo incrementará la desigualdad y que tanto robots como ingenios de la inteligencia artificial deberían contribuir a la seguridad social y la sostenibilidad financiera del sistema. Otros pensamos que dicha carga impositiva ralentizará la difusión de la innovación entre las pequeñas y las medianas empresas, de modo que se ampliará la brecha tecnológica que ya existe. Si añadimos costes laborales a la adquisición de tecnologías, la innovación se convierte en un privilegio de los que ya están en mejor posición. Las empresas intensivas en rutinas pueden apalancarse en los robots y laminar las iniciativas de los nuevos competidores. Una segunda

variación consiste en que abrirá la brecha salarial entre quienes sí mantienen su empleo y quienes lo perderán de todos modos, reduciendo la posibilidad de establecer una renta básica, un complemento salarial mínimo o una redistribución vía impuestos. Sí, hay luchadores por la anticompetencia. Más de los que imaginamos. Para mí, la defensa de los impuestos robóticos es regresiva. En el capitalismo creativo, en afortunada expresión de Roger Martin, los empleos automatizables carecen de valor neto. En cambio, aquellos puestos de trabajo que viven de la aplicación práctica de las ideas, la ejecución de proyectos, la creatividad, la reputación, la confianza o la innovación presentan menos riesgos. Si a este sector creativo le añadimos cargas, al final acabaremos todos al servicio de cuatro multinacionales de corte oligopólico. La innovación no es como nos han contado. No se puede planificar ni meter en una agenda con fechas, hitos y previsiones. La innovación y la creatividad no pueden predefinirse con cargo a la fiscalidad. Numerosas start-ups podrán competir con los oligopolios precisamente porque las tareas de escaso valor añadido serán mecanizadas y podrán dedicarse a la actividad social de naturaleza creativa. Aquí, por cierto, las mujeres presentan mejores competencias y habilidades adaptativas: no se puede sustituir la vocación social por un bot falsificado. Por este motivo, la búsqueda de soluciones a la explotación de nuevos yacimientos de empleo –que sí que es un problema– no puede pasar por nuevos mecanismos impositivos. La robotización es un desafío para las políticas públicas. Y no habrá una solución única ante la gran diversidad que existe entre países, incluso dentro de la zona euro. No hay dos iguales en cuanto a la estructura del mercado laboral, la adaptación al cambio digital o el grado de competitividad exterior. Evitemos la creación de nuevos tipos impositivos, pero defendamos a las personas para que tengan un trabajo y salario digno. Hay oportunidades claras en los sectores intensivos en presencia personal: los cuidados personales a una sociedad envejecida, las actividades lúdicas o artísticas, la educación o trabajadores sociales. No hay otra. La transición hacia la sociedad robotizada será desigual. Pensemos en proteger a las personas y no a sus empleos actuales, a la manera de Jean Tirole, Premio Nobel de Economía 2014 y autor del muy recomendable libro La economía del bien común. Piénselo dos veces a la hora de gravar la innovación y ralentizar el reparto de la nueva riqueza creada. Piense en su futuro en comunidad. Y piense en mi Thermomix. -



CIENCIA

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El futuro del trabajo: robots, knowmads y microworkers -

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Texto: José Moisés Martín

No faltan proyecciones sobre el futuro inmediato, la irrupción de la economía digital, y su impacto en el empleo, incluyendo entre ellas las previsiones de automatización, con las que los medios de comunicación suelen atormentarnos cada cierto tiempo. Así, un estudio de Osborne y Frey de 2013, realizado en la universidad de Oxford, se hizo mundialmente famoso por predecir que el 47% de los empleos norteamericanos estaban en alto riesgo de automatización. Otros estudios posteriores, como el desarrollado por por Arntz, Gregory y Zierahn para la OCDE, barajaban cifras diferentes en función de la cualificación laboral, situando el porcentaje para España en un 12% de la población activa. Por su parte, el instituto Mckinsey señalaba que el ritmo de incorporación de la automatización es la clave, y que la automatización supondría un proceso que llevaría entre 20 y 40 años, situando el escenario más temprano en el año 2035 para una automatización del 50% de las horas de trabajo. Finalmente, el Foro Económico Mundial alertó a la opinión pública sobre la destrucción de manera inmediata de cinco millones de empleos. Cifra que deberíamos considerar alarmante si no fuera porque lo hizo sobre una masa laboral de mil quinientos millones de personas, esto es, que la reducción de puestos de trabajo afectaría al 0,3% de la población activa estudiada.

E

n este proceso, el horizonte temporal lo es todo: a largo plazo, y si las previsiones del desarrollo tecnológico se cumplen, nos encontraremos en una sociedad donde cualquier trabajo de carácter rutinario, ya sea intelectual o físico, podrá ser resuelto fácilmente por ordenadores dotados de inteligencia artificial. El reconocimiento de patrones, la identificación de soluciones basadas en el big data, y la prescripción de actuaciones sin salir de la caja del ordenador –o incluso, de la pantalla del móvil o de unas gafas o cualquier otro wearable- será la manera cotidiana de resolución de problemas, incluso de los más complejos. El factor humano, que primero fue fuerza bruta y posteriormente capacidad intelectual, dejará de ser imprescindible para muchos de los procesos productivos en los que nos vemos envueltos. Esta opinión nos retrotrae al libro que Jeremy Rifkin escribió hace más de 20 años con un título profético: El fin del trabajo. ¿Es esto cierto? ¿Estamos realmente ante el fin del trabajo? Estamos ante el fin del trabajo tal y como lo conocemos. La experiencia histórica demuestra que las grandes olas de cambio tecnológico han traído consigo la destrucción de algunos empleos… y la creación de nuevos empleos. El saldo neto es evidentemente favorable. Habrá profesiones que en el medio plazo desaparecerán completamente, como otras desaparecieron en el pasado. Otras profesiones han visto mermadas sus “plantillas”: hoy hay menos operadores de banca comercial, menos obreros metalúrgicos, o menos taquilleros en las salas de espectáculos. Históricamente no hay evidencia alguna de que el proceso de destrucción de empleos sea superior al proceso de creación de empleos en momentos de cambio tecnológico. Los incrementos de productividad y el crecimiento económico permiten incrementar la demanda de los nuevos puestos y de las nuevas profesiones. Por lo tanto, perdamos el miedo a los robots. Pero tomemos consciencia. Porque en el proceso de transformación laboral que estamos experimentando, lo cierto es que los nuevos puestos de trabajo que se crean –o para los cuales hay mayor demanda- requieren de cualificaciones y competencias profesionales distintas a los puestos eliminados. El cambio es precisamente ése: los nuevos empleos y nuevos puestos de trabajo requerirán unas cualificaciones diferentes a las que tienen los trabajadores y trabajadoras amenazadas. La “migración laboral” que iniciamos hace doscientos cincuenta años en la primera Revolución Industrial nos lleva desde el trabajo físico rutinario –recolector, tejedorhacia el trabajo intelectual creativo, flexible y desestructurado.

Porque más que abocarnos hacia el “fin del trabajo”, avanzamos a marchas forzadas hacia una nueva conceptualización de lo que significa trabajar. Nuestros mercados de trabajo se están dualizando entre knowmads (personas creativas y de alta cualificación) y microworkers (personas que realizan trabajos poco cualificados). Avanzamos hacia mercados de trabajo fragmentados, con una lucha global por el “talento” en las zonas de máxima productividad intelectual, donde las empresas van a seguir apostando por generar, cuidar y retener a sus trabajadores más cualificados, mientras en los puestos más bajos de la escala organizativa el propio concepto de trabajo se devaluará hasta convertirse en una commodity más. Recientes estudios, como el desarrollado por la economista Raquel Sebastián en la universidad de Amsterdam, indican que el impacto de la polarización se concentra en un incremento de los puestos de trabajo en los tramos salariales bajos (servicios personales, personal de limpieza) y altos


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(directivos, profesionales de la ingeniería), y un descenso de los puestos con tramos salariales medios (personal administrativo, trabajadores industriales). La clase media, como explicó Tyler Cowen, tiende a diluirse. Pero antes que temer la incorporación de los robots a nuestros puestos de trabajo, debemos atender otras amenazas, no surgidas directamente de la robotización, pero sí de los efectos de la digitalización. Porque el verdadero elemento disruptor no es la automatización per se, sino la aparición de nuevos modelos de negocio que están modificando los modos de consumo y de producción de buena parte de nuestros servicios. Hace unos 40 años, la empresa japonesa de automóviles Toyota revolucionó el modelo de negocio de la producción de automóviles a través de un concepto sencillo, pero muy eficaz en materia de producción: el just in time, o ‘justo a tiempo’. El concepto de producción suponía que Toyota solo realizaría modelos bajo demanda, es decir, produciría los coches que vendía bajo encargo, reduciendo al mínimo la tenencia de stocks, eliminando el riesgo de almacenar productos que no vendía y reduciendo sustancialmente el coste de producción. El conocimiento inmediato de la demanda es lo que define los niveles de producción. La economía digital ha magnificado ese proceso, de manera que la previsión, basada en big data, de la demanda en tiempo real es lo que define los niveles de producción. Las empresas de software ya no producen físicamente sus programas, sino que los mantienen en internet esperando a ser descargados por los usuarios que han comprado por una clave: el coste de almacenaje se ha reducido al mínimo. Mientras que editar y producir un libro físico se enfrenta al riesgo de no ser vendido, un libro digital puede ser infinitamente descargado del mismo portal de internet, eliminando costes no solo de papel, sino de almacenaje, distribución o exposición. Se produce cuando se necesita y

solo cuando se necesita. En un mundo donde la respuesta debe ser en tiempo real, la flexibilidad organizativa gana adeptos y se generalizan los métodos habituales de gestión basados en conceptos ágiles, como Scrum o Lean, que tendentes a eliminar los recursos organizativos que “no generan valor”, como los tiempos muertos, o los trabajos considerados improductivos. El culmen de este proceso de “eliminación de capacidades durmientes” es la extensión de la economía bajo demanda, o gig economy: los recursos necesarios para la producción se contratan cuando son necesarios y solo cuando son necesarios. Y de entre esos recursos, por su propia naturaleza, donde más impacto se está experimentando es en los recursos humanos. La contratación de autónomos individuales solo durante el tiempo necesario para la producción está eliminando costes empresariales tales como las bajas, las vacaciones, los tiempos muertos o la hora de la comida: se paga solo por el tiempo real de producción. Contratos de horas o de servicios determinados, empresas que mantienen una relación fragmentada con sus trabajadores como si fueran unos proveedores más, desvinculación y conversión de la relación laboral en mera relación mercantil. El impacto sobre la productividad y los costes empresariales es brutal, superior al provocado por el toyotismo. Cuando solo se paga por el tiempo de producción, el coste laboral se reduce drásticamente. Nadie ha calculado exactamente cuál es el impacto macroeconómico de estos nuevos modelos de negocio, pero ya podemos hacernos una idea del impacto que tendrán en términos laborales: la gig economy erosiona gravemente algunos de los pactos sobre los que se han construido nuestras sociedades: atomización del mercado laboral, desvinculación de los trabajadores de sus empresas, precariedad e inseguridad permanente, traslado de parte del riesgo de la actividad empresarial al trabajador, hipercompetitividad para conseguir

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El verdadero elemento disruptor no es la automatización per se, sino la aparición de nuevos modelos de negocio que están modificando los modos de consumo y de producción de buena parte de nuestros servicios.


CIENCIA

El proceso de individualización del empleo, sea para los microworkers, sea para los knowmads, está esculpiendo un nuevo modelo de trabajador, tan bien descrito en Up in the Air por George Clooney.

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el próximo encargo, difuminación del tiempo de trabajo y el tiempo de descanso debido a la necesidad de “estar disponible”… todo ello en un contexto, además, que sitúa la responsabilidad de la empleabilidad de las personas en su capacidad de “generar valor” a través de una formación permanente y una actitud constructiva y proactiva que, como explicó hace años Richard Sennet, puede terminar en la corrosión del carácter de los trabajadores, o en disonancias cognitivas como las que tan acertadamente describe Remedios Zafra en El Entusiasmo, premio Anagrama de 2017, en el que describe cómo pese a la precariedad y a la inseguridad los trabajadores se ven compelidos a mostrar una actitud individual positiva y proactiva, “reinventándose” en busca de “nuevos retos”. El proceso de individualización del empleo, sea para los microworkers, sea para los knowmads, está esculpiendo un nuevo modelo de trabajador, tan bien descrito en Up in the Air por George Clooney: sin ataduras, ultraflexible, sin contexto y sin más proyecto que acumular millas en su tarjeta de cliente de la compañía aérea. Una persona vacía, detrás de una taza de café con una frase motivadora, sentado en un coworking con pizarras y post its en las paredes. No estamos ni cognitiva, ni socialmente preparados para este cambio. La nueva organización del trabajo lleva, en última instancia, a la necesidad de empoderar a los trabajadores en competencias de carácter transversal, como la capacidad de gestionar adecuadamente su tiempo, la flexibilidad cognitiva, las habilidades interpersonales y de resolución de problemas complejos, etc. Esta serie de competencias soft, muy relacionadas con el comportamiento y las actitudes, suponen un reto para la recualificación dado que su incorporación a las cualificaciones profesionales requiere de un proceso más complejo que en el caso de los conocimientos técnicos. Es mucho más difícil aprender a ser proactivo, creativo y a tener una resiliencia a prueba de bomba que aprender matemáticas o ciencia. Y si estás sobreviviendo con un empleo de microworker, mucho más. Prohibir categóricamente este modelo de producción no servirá de nada. La transformación del trabajo es consecuencia lógica de los modelos productivos de la economía digital. Podemos seguir soñando con que recuperaremos empleos estables de por vida y pensando que nuestro sistema de protección social basta. Pero en economía es muy difícil poner puertas al campo. Deberíamos, mejor, afrontar los hechos tal y como están ocurriendo y replantear nuestro modelo social para hacer frente a los nuevos retos. Ha llegado la hora de afrontar la nueva realidad productiva y actuar en consecuencia, no de mirar hacia otro lado, manteniendo la ilusión de que algún día volveremos a las viejas relaciones laborales, basadas en un modelo productivo que se está evaporando ante nuestros ojos. Una película: Cortocircuito de John Badham.


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ANÁLISIS

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La fórmula del amor eterno (en 21 minutos al año) Texto: ÓSCAR GÓMEZ

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La propia transformación de las sociedades ha hecho que la estabilidad de las parejas esté sometida a nuevas y crecientes amenazas. Compatibilizar proyectos de familia y de realización profesional es una tarea indudablemente compleja, pero a través del estudio de las motivaciones que nos llevan a unirnos en pareja y de las causas por las que se rompen los lazos, la ciencia ya establece una fórmula para hacer perdurar el amor. Y basta con dedicarle 21 minutos al año.

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ada vez tiene más mérito celebrar unas bodas de plata. Perdurar en una relación de pareja es cada vez más complicado, porque la relación en sí se ha ido complicando con el tiempo.

Eli Finkel es psicólogo en la NorthWestern University, en Illinois, y establece tres edades del matrimonio en la edad moderna: hasta 1850, cuando dos personas se casaban para satisfacer necesidades básicas de alimentación, hogar y reproducción. Una posterior, hasta 1965, en la que empezaron a importar los sentimientos y la gente ya solo se casaba si amaba a la persona con la que estaba dispuesto a compartir su vida, y la actual, en la que, además, también entran en juego las necesidades de realización personal y profesional de cada miembro de la pareja, con lo que todo se complica mucho más, cuando son incompatibles entre sí. Desde el análisis de las motivaciones por las que las personas establecen relaciones duraderas y de las causas por las que se rompen, la psicología establece también fórmulas para evitar los fracasos y, sobre todo, las consecuencias que suelen acarrear en el ámbito de las emociones. “No tiene que ver solo con el concepto formal de matrimonio, sino con cualquier relación amorosa larga. Y lo que hago en concreto es investigar sobre nuevos procedimientos que pueden ayudar a sostener una relación de alta calidad durante más tiempo”, explica el propio Finkel. Cambio de paradigma

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Lo cierto es que en las sociedades modernas ya no es necesario tener pareja estable para contar con seguridad económica o con un techo bajo el que vivir. Ni siquiera para tener cubiertas las necesidades sexuales o atender el instinto paternal o maternal, algo que habría sido impensable hace solo unos decenios en la mayoría de lugares del mundo. Por ello, la primera pregunta que los psicólogos se hacen trata de identificar los verdaderos motivos por los que las personas deciden unirse entre sí para formar parejas. Los recursos y las habilidades con los que cuenta cada uno de los miembros, en relación con las metas que se establecen y con las frustraciones que la falta de coincidencia puede crear en la pareja, son también aspectos a analizar, pero ¿qué ocurre cuando las discusiones comienzan a abrir brechas cada vez más amplias, hasta que se convierten en insalvables? Finkel lo tiene claro: “Nuestra misión es la de tratar de convencer a la gente de que dedicar solo 21 minutos al año a seguir un sencillo procedimiento puede ser probablemente la mejor inversión que hayan hecho nunca por su calidad de vida”. Así de contundente. Solo 21 minutos al año para hacer perdurar el amor en la pareja. Esa es la fórmula mágica, desarrollada por la ciencia, y, por supuesto, tiene explicación: 21 minutos es lo que se debe tardar en pensar y en escribir las respuestas a tres preguntas sobre la última gran pelea que ha tenido la pareja. Siete minutos por pregunta, una vez al año.


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Fotograma de la película Kramer vs. Kramer de Robert Benton.

La última gran pelea

Aprender a discutir

Lo que plantean los psicólogos es que cada miembro de la pareja, por separado, trate de recordar todos los detalles posibles de esa discusión que creó una atmósfera de tristeza y frustración, seguramente durante varios días. A partir de ese momento, piensan y escriben las respuestas a las tres cuestiones durante siete minutos por respuesta (y de ahí los 21 minutos).

Lo dice una fórmula psicológica: reflexión y empatía durante 21 minutos cada año es igual a amor para toda la vida. Y para llegar a esa conclusión, y al sencillo ejercicio en el que se traduce la fórmula, ha sido necesario contar con varias premisas: la primera de ellas es la de que la satisfacción con la pareja cae indefectiblemente con el tiempo, y la de que cuando alguien se preocupa por su relación es porque ya está deteriorada en mayor o menor medida. También subrayan los especialistas que no se trata de evitar que se produzcan discusiones, porque forman parte de la convivencia, sino de transformarlas en “buenas discusiones”, en la medida en la que contribuyan a construir aspectos positivos mediante el aprendizaje, y no a destruir la relación en sí misma.

La primera de las cuestiones sería “¿Cómo describiría esa pelea un observador neutral que quiere lo mejor para los dos?”; la segunda, “¿Qué obstáculos has encontrado para adoptar esa posición neutral?”; y la última de ellas, “¿Qué has hecho para superar esos obstáculos?”. Como consecuencia directa e inmediata de la reflexión, apoyada por la sensación de liberación que normalmente produce la expresión de los sentimientos sobre el papel, quienes hacen el ejercicio adquieren una visión cómica de la pelea y de sí mismos, e inmediatamente se detiene el deterioro de la pareja. Se inicia en ese momento un proceso por el que se vuelven menos agresivos en las peleas, se enfadan menos y desarrollan una mayor capacidad para ponerse en el lugar del otro.

Aprender a discutir correctamente, tratando de ponerse en el lugar del otro, es lo que mantiene a las parejas unidas, es la meta que persiguen los consejos que provienen del ámbito de la psicología, en conclusión. Una película: Her de Spike Jonze.


EDUCACIÓN

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UN MODELO EDUCATIVO DE EXCELENCIA. JOSEPH HADJADJ. DIRECTOR DEL LICEO FRANCÉS DE SEVILLA. T e x t o : J. G .

¿Qué es el Liceo Francés?

El Liceo francés de Sevilla es un centro educativo privado internacional que acoge a niños de todas las nacionalidades, desde Infantil (3 años) hasta Bachillerato (18 años). Una pedagogía diferenciada según las necesidades, una organización de la escolaridad en 5 ciclos de 3 años y una evaluación positiva permiten acompañar a todos los alumnos hacia el mayor éxito posible.

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¿Cuáles son sus valores?

La educación científica y humanística que reciben nuestros alumnos desarrolla en ellos el espíritu crítico y capacidad para argumentar. Favorece la excelencia y el gusto por el esfuerzo, para que cada uno dé lo mejor de sí. Transmite los valores universales del humanismo: el respeto a los demás, la aceptación de las diferencias, el compromiso, la solidaridad y la laicidad. ¿Cuál es el proyecto pedagógico?

El proyecto pedagógico del Liceo Francés de Sevilla se define siguiendo las orientaciones del Ministerio de Educación Nacional de Francia y del plan estratégico de la Misión Laica francesa. Se articula en torno al aprendizaje de 3 idiomas: francés, español el inglés, cuyos niveles son acreditados por certificaciones oficiales europeas (CECRL). Los alumnos desarrollan competencias plurilingües y adquieren un bagaje multicultural y científico que les prepara para una exitosa movilidad. ¿Y cómo les preparan para esa movilidad exitosa?

Homologado por Francia y reconocido por España, el Liceo ofrece a sus alumnos un diploma doble de fin de curso que les habilita para continuar sus estudios superiores donde lo deseen. Un programa internacional de intercambio estudiantil con otros Liceos de Francia o del mundo consolidan el aprendizaje de idiomas y contribuye a que los alumnos adquieran aún más autonomía.

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¿Qué significa su lema “Dos culturas, tres idiomas”?

Francés, español e inglés. El Liceo Francés de Sevilla es un centro autorizado para las certificaciones Cambridge, todos los alumnos pasan una certificación en inglés. En función de su nacionalidad, los alumnos se presentan a los exámenes DELF (francés) o DELE (español). Los niños están relacionados con una variedad de culturas que les permite, de manera natural, manejar las lenguas. Pertenece a una red con 110 centros en 41 países.

Así es, nuestro centro pertenece a la red de los Liceos France-

ses en el mundo. La enseñanza francesa en el extranjero encarna el concepto de red, conjugando los principios de circulación y de solidaridad entre los elementos que lo componen. El sistema educativo francés se proyecta en el mundo entero: 494 centros escolares en 136 países, que acogen a 340 millones de alumnos. Facilita el traslado de los alumnos de un centro a otro y de un país al otro. ¿Qué es la Mission Laïque Française?

Es una asociación que tiene como fin la difusión de la lengua y la cultura francesas por medio de la escolarización en el extranjero. En su red de centros educativos acoge alumnos de todos los orígenes y culturas. En torno a la laicidad, desarrolla una pedagogía que propone un encuentro entre dos culturas, reforzada por el aprendizaje de tres idiomas. Escolarizados en francés, los alumnos aprenden el idioma de su país de acogida desde Infantil y un tercer idioma, en general el inglés. Más allá del éxito académico y del desarrollo individual del alumnado, promueve el pensamiento crítico, el respeto a los demás, la comprensión de los legados de la historia y la apertura al mundo en su diversidad. La Mission está en 39 países y sus 105 escuelas acogen a más de 55.000 estudiantes, de los que el 71% son extranjeros. ¿Qué pueden encontrar los padres en las tres jornadas de puertas abiertas del Liceo?

El 24 de febrero, 16 de marzo y 8 de junio el equipo educativo del Liceo estará disponible para presentar las características del centro, nuestro proyecto pedagógico y acciones. Alumnos y padres de alumnos también estarán presentes para testimoniar su experiencia en nuestro centro. Son una jornadas muy recomendables. Dígame por qué debería matricular a mi hijo en el Liceo.

Primero, porque desarrolla las capacidades lingüísticas de un niño en el respeto y el conocimiento de ambas culturas; y eso es una ventaja hoy. Segundo: la escolaridad desde los 2 a los 18 años en el mismo lugar con seguimiento y apoyo personalizados. Y por último, a partir de 3º de ESO, el intercambio con el Liceo en Francia permite a nuestros alumnos continuar su educación estando inmersos en una familia francesa. Y además consigue certificaciones oficiales de los tres idiomas: DELF, Cambridge y Cervantes. -



HISPATALENTOS

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El Torres CREATIVOS Texto: INDALECIO RODRÍGUEZ

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En el mundo de las artes, la escritura y la pintura son dos de su indiscutibles pilares. Nuestra talento de este número ha desarrollado en su carrera ambas disciplinas, que le han hecho alcanzar hoy en día cotas más altas de las que quizás, en un principio, esperaba. Es Juan Torres, conocido en el mundo del cómic como El Torres. Este malagueño comenzó como dibujante aunque actualmente es guionista de cómics, ha montado su propia editorial y está publicando sus obras en Estados Unidos.

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omo decíamos, sus comienzos fueron de dibujante en fanzines como Sneeze Gang y Pintamonas Asociados. Años más tarde se convierte en directivo de MegaMultimedia y empieza a publicar una línea de cómics más específica, tratando géneros como el erótico, el terror o la fantasía. Tras pasar por varias editoriales e importantes sellos del cómic, decide montar Amigo Comics con la intención en firme de publicar sus obras en Estados Unidos. Plaza difícil la americana por su gran tradición de cómic, pero ha conseguido hacerse un hueco y sobrevivir en tan complicado mercado, donde pelea con historias de superhéroes y sagas de renombre.

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Muchas de sus obras han obtenido importantes reconocimientos y premios, pero hay dos especialmente relevantes y que le han aupado en el escalafón de dibujantes hasta situarlo en uno de los mejores a nivel nacional e internacional: The Veil y El bosque de los suicidas. Su obra El Bosque de los suicidas ha recibido tres premios Haxtur.​En 2015, recibe el premio Expocomic al mejor guionista nacional por El Fantasma de Gaudí, que también fue galardonado en el Salón del Cómic de Barcelona como mejor obra. A día de hoy sigue recibiendo galardones. En más de una ocasión lo han llamado friki, pero no es algo que le preocupe demasiado. Nos cuenta que cuando era joven, no existía ese término, pero sí el significado, el inadaptado, el rarito con aficiones e intereses fuera de lo común. Pero los tiempos han cambiado. Ahora, en la búsqueda de la individualidad, todo el mundo se proclama friki de algo: de las series de televisión, de coleccionar mecheros o de escuchar música electrónica. La sociedad evoluciona, y los llamados aficionados han pasado de ser la excepción a ser la norma, y se

hace gala de ello. El Torres se encuentra en este último punto, además de ser un verdadero crack en su arte. Su receta para alcanzar el éxito es “no dejar de trabajar, no rendirse y un amor loco por este medio”. Le preguntamos si el cómic le permitía vivir holgadamente, y nos asegura que ”el mercado editorial del cómic está como cualquier otro medio editorial y cultural, ni más ni menos. Con los avatares con los que se presentan estos tiempos de adaptación digital y del desprecio institucional a todo a lo que huela a cultura y medios populares. Y sí, el cómic da de comer, y muy bien. Solo que para llegar a ese estadio, has de pasar por un período muy largo de trabajo durísimo, constante y de pasar bastantes privaciones”. Actualmente en España se lee muy poco cómic; en países como Francia, Italia, Estados Unidos y Japón existen las industrias del cómic más prósperas del mundo. Industrias multimillonarias basadas en las viñetas. El Torres se siente un poco apenado por esto y lamenta que por esta falta de lectores miles de artistas tengan sus bocetos guardados en un cajón y, muy probablemente, nunca sean conocidos por el público. El Torres se siente más cómodo en determinados géneros aunque reconoce que está en deuda con el infantil. Disfruta mucho con el género de terror y el de fantasía. El terror es un género magnífico, porque le permite tratar diversos temas usando metáforas, “puedes hablar del suicidio en una historia de fantasmas, de política en una de asesinatos, de crisis económica en una de zombis. Y cada lector verá lo que quiera ver ahí”. Además del cómic, confiesa que en su ordenador hay una carpeta con alguna que otra obra destinada a guiones de cine o novelas. Cabe destacar que el dibujo, según él mismo, no es su fuerte, aunque también ha hecho sus pinitos; Juan prefiere contar con el inmenso talento de los grandes dibujantes que tenemos en España. Nos desvela que anda inmerso en un nuevo proyecto desde hace más de dos años y que saldrá a la luz en 2018. Una novela gráfica sobre Goya. No se trata de una biografía como tal, sino de una historieta de terror. Además tiene en cartera para este año dos series más de terror y su habitual serie de fantasía Bribones. Un tipo distinto este Juan Torres, que nunca fue llamado friki, aunque sí aficionado, y que se ha convertido en uno de los guionistas de cómic más importantes de nuestro país. En su mesilla de noche sigue habiendo libros y tebeos que su apretada agenda solo le permite ir leyendo de vez en cuando.


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Antes de despedirnos, le preguntamos por su personaje de cómic preferido. “Es complicado elegir uno, porque existen conexiones emocionales dependiendo del momento con este o con aquel personaje. Además, un personaje suele pasar por distintas manos dependiendo de la editorial. Pero si me tuviera que quedar con un personaje de cómic americano, sería Spiderman. Con uno patrio, nuestro inmejorable Mortadelo. Con uno japonés, por eso de la infancia, Mazinger Z”. Una película: Scott Pilgrim vs. the World de Edgar Wright.


HISPATALENTOS

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José María Terrés I+D -

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Texto: I. R.

Almeriense formado en la Universidad de Granada como ingeniero de caminos, canales y puertos. En 1999 se le concedió una beca de la Fundación la Caixa para especialización en Canadá. Realizó un máster en Ingeniería del Viento por la Universidad canadiense de Western y posteriormente un doctorado en el marco de un programa de colaboración entre la Universidad de Granada y la Universidad de Western. Investigador contratado del CSIC y coautor del cálculo de la respuesta al viento de numerosos proyectos singulares como el puente de Storebaelt (1.624 metros, Dinamarca), el Tsing Lung (1.500 metros, Hong Kong) o el Puente del Tercer Milenio (Expo 2008, Zaragoza), además de realizar diversas publicaciones y ponencias; y desde octubre de 2006 es colaborador tecnológico del Desafío Español de la Copa América. Es José María Terrés, cuya carrera parece impulsada por ese viento al que tantas horas de estudio y trabajo dedica.

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errés es un “profesional del viento”, que dedica sus conocimientos y formación al estudio del comportamiento de éste en construcciones, maquinaria, túneles e incluso en la vela, una de sus pasiones. Su día a día es apasionante, y duro. Cada jornada de trabajo le sorprende con nuevos retos tecnológicos y, principalmente, humanos: cada proyecto es único y requiere una solución y metodología distintas. Y es que el trabajo de Terrés requiere un alto grado de especialización, lo que le obliga a visitar los centros de formación e investigación en el mundo especialistas en la materia. Estudió en la Universidad de Western, uno de los tres centros que imparten formación en ingeniería del viento en todo el mundo. Allí se formó para desarrollar un trabajo que consiste, principalmente, en planificar los estudios pertinentes, diseñar la mejor solución a implementar y supervisar la actividad para adaptar todo tipo de elementos a la influencia del viento. Además del trabajo, desde 2003 se dedica a la docencia impartiendo cursos de ingeniería del viento y de dinámica de estructuras en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Granada. Es profesor de la Universidad de Granada adscrito al departamento de Mecánica de Estructuras. Igualmente da clases específicas en programas de máster y doctorado en otras Universidades en España y Canadá. A Terrés le gusta compaginar el mundo de

la enseñanza con el ejercicio profesional ya que considera esta doble faceta muy enriquecedora. Por su trayectoria y méritos profesionales, ha recibido algunos reconocimientos como el Premio a la Innovación Tecnológica y Medioambiental Hacemos lo Imposible, presidido por Eduardo Punset y patrocinado por el Grupo Sacyr, o el Premio Aje 2011 a la Iniciativa Emprendedora de Andalucía (Local, Provincial), entre otros. Tiene claro que “el mejor premio es la confianza día a día de nuestros clientes y de mi equipo”, ese galardón “es el que verdaderamente me motiva a seguir creciendo”. No pudimos reprimir la curiosidad y le preguntamos qué significa para alguien como él el viento. “Para mí, el viento es algo natural, pero de una complejidad tan brutal que resulta de un interés enorme y genera una tecnología muy atractiva. Es fuente de energía, es fuerza, elemento clave en el deporte de la vela, que me apasiona. Es un elemento que condiciona el tiempo meteorológico y el diseño de un puente o rascacielos de gran longitud. De ahí que el nombre de Oritia & Boreas, el nombre de mi empresa, se deba a dos dioses del viento, no tan populares como Eolo”. Nos interesamos por conocer desde cuándo el hombre se interesa por el estudio de la acción del viento sobre sus construcciones. Terrés nos explica que “la acción del viento ha sido determinante en el estudio de puentes y edificaciones desde segunda mitad del siglo XX, a raíz de sonados colapsos como el del Puente de Tacoma en EE. UU. o las chimeneas en la central nuclear de Ferrybridge en Reino Unido. Normalmente se da la circunstancia de que las construcciones antiguas fueron realizadas con materiales que, no siendo óptimos en su coste, resultan pesados y, por tanto, menos vulnerables a la acción del viento. Esta circunstancia hacía que no se tuviera tan en cuenta el viento hasta tan tarde”. A la pregunta de cuál es la construcción más resistente al viento que conoce, Terrés lo tiene claro: “Cualquier construcción antigua resulta muy resistente, pero no es óptima porque se ha hecho con materiales muy pesados y, por tanto, no vulnerables a la acción del viento. Destacaría el diseño en los que sí gobierna la acción del viento, pero que se han estudiado de forma concienzuda, resultando estructuras optimizadas como el puente de Storebaelt en Dinamarca o aquí, en España, el recientemente inaugurado puente ampliado sobre la Ría de Rande”. La geografía y la concurrencia de varios factores es otra de las claves que maneja este ingeniero. “Indudablemente hay


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zonas que son más propensas a sufrir daños por la influencia eólica, zonas en las que confluyen sistemas vulnerables como la edificación en altura, formas arquitectónicas complejas o con fachadas ligeras, puentes de media y gran longitud con una marcada exposición a vientos de alta intensidad como un ciclón o un tornado”. Las imágenes de tornados y huracanes que arrasan ciudades completas abundan en los informativos. Pedimos su opinión sobre estas fuerzas que naturales que parecen imbatibles. “A día de hoy, con el estudio correspondiente en la fase de diseño, es posible diseñar cualquier tipo de estructura que sea ejecutable actualmente en tecnología y material para cualquier tipo de viento. Resulta muy importante que se aborde en su fase de diseño”.

Para terminar, nos interesamos por la Torre Sevilla, para que le pedimos una calificación del uno al diez en cuanto a su adaptación a la influencia eólica. “Un nueve puesto que se ha estudiado de forma detallada con metodologías como modelos de sección en edificación poco habituales y que aseguran un diseño óptimo, su integridad estructural y el confort y seguridad de las personas”. -

Una canción: Busindre Reel de Hevia.


HISPATALENTOS

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Glassing Monkey EMPRESAS -

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Texto: I. R. / FOTOGRAFÍAS: MARCO MORA

Es curioso que en Sevilla tenga su sede una de las más importantes factorías de tablas de surf personalizadas de toda Europa. Sin un solo kilómetro de costa, hace ya algunos años dos socios consiguieron montar lo que para ellos era un sueño, su propia empresa de tablas de surf. Hoy en día están consolidados como líderes en este sector y marcas de todas las nacionalidades vienen hasta sus talleres para requerir sus servicios. Además de fabricar para marcas como Rip Curl o Emery, cuentan con un distinguido equipo de diseñadores que con sus bocetos cubren las necesidades y gustos de más de un surfista. Hablamos con Jesús Ruiz, uno de los chicos de Glassing Monkey, que nos cuenta el arduo camino para alcanzar cifras cercanas al millón de euros de facturación anual y para convertirse en el único fabricante de Rip Curl en Europa.

H

ace algo más de 30 años, en la playa de Matalascañas surge lo que unos años más tarde se conocería como. Unos amigos, amantes del surf, decidieron montar un taller donde poder reparar y crear tablas. En Andalucía existía una importante demanda de este servicio así como de productos relacionados con el surf. Y así echa a andar este taller, importando foam de Francia, con el que fabricaban sus tablas. Con el paso del tiempo dejan atrás su etapa amateur y montan el primer taller profesional en El Puerto de Santa Maria, y al poco tiempo deciden instalarse en Sevilla.

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Actualmente cuentan con unas instalaciones de más de 1.000 metros cuadrados en Sevilla capital, lugar que, según los técnicos y expertos, es el ideal para montar la factoría por la localización y el clima. La plantilla está compuesta por una decena de trabajadores fijos, que se reparten tareas de diseño, producción y administración. Entre las personas que trabajan en Glassing Monkey hay que destacar la figura del shaper, el constructor de tablas. Aunque el diseño se hace con la ayuda de ordenadores, es necesaria la dirección humana para marcar las directrices en el proceso de elaboración de las tablas. Matt Barrow es el shaper de Glassing Monkey, su incorporación al equipo fue “un punto de inflexión”, reconoce Jesús Ruiz. Decidieron apostar por uno de los mejores en su campo: desde que Matt se incorporó, los resultados son óptimos ya que ofertan la posibilidad de diseñar un modelo de tabla idóneo para cada cliente.

Actualmente fabrican en torno a 3.000 tablas al año, repartidas entre su propia marca SOUL Surf Boards y otras de gigantes del surf. Venden tablas en todo el mundo, pero su principal radio de acción es Europa, incluyendo Inglaterra e Irlanda. Tienen dos líneas de construcción: la primera, y la más popular hasta ahora, se realiza con un núcleo de poliuretano y se lamina con fibra de vidrio y resina de poliéster. La segunda, que se está implantando ahora con muy buenos resultados, se realiza con un núcleo de EPS (poliestireno expandido) de alta fusión y se lamina con fibra de vidrio, carbono y resina de epoxy. El proceso para fabricar comienza con el shape de la tabla, la creación del núcleo de la misma. Después viene la laminación para conseguir endurecer la tabla e impermeabilizarla; más adelante se le instala el sistema de quillas, que hacen que la tabla funcione. Por último, la customización de la misma. Es un proceso artesanal, por eso una de las ventajas competitivas de Glassing Monkey es su mano de obra: “Al no existir escuelas donde poder formarte en la producción de tablas de surf, los profesionales de nuestro taller son muy valorados en el sector, ya que tienen la formación requerida para esta manufactura. En una buena tabla es tan importante o más que los materiales, los profesionales que participen en su proceso productivo”. Ahora mismo son los únicos fabricantes de Rip Curl en toda Europa, algo que no ha sido fácil. El gigante americano tiene unos exhaustivos controles de calidad que han sido superados por esta empresa sevillana. Han tenido que competir con fabricantes con casi 30 años de experiencia, pero el buen hacer de este taller ha conseguido convencer a los estadounidenses. Una de las claves del éxito, afirma Jesús, es “conseguir hacer tablas a medida capaces de responder a las sensaciones que desea experimentar el surfista”. Existe competencia, pero la consideran “sana”. Estamos en un negocio que podemos denominar a medida, sus clientes buscan tablas personalizadas y únicas. La intrusión de las tablas chinas desde el año 2010 no ha hecho todo el daño que pretendían puesto que los materiales y procesos son de baja calidad. “El surf no es un deporte caro -nos comentan- pero sí tiene un punto de exclusivo”, y es aquí donde Glassing Monkey se lleva el gato al agua. Les preguntamos por sus nuevos proyectos. “La cabeza nunca para, además de trabajar para mejorar aún más nuestros productos, queremos traer nuevas y mejores marcas”, señala Ruiz. Una de las cosas que más les motiva es el desarrollo de nuevos materiales para la construcción, que aporten mayores prestaciones a las tablas; en este sentido, acaban de presentar un novedoso sistema de construcción llamado CR-FLEX. Otro objetivo es consolidar Glassing Monkey a nivel internacional e ir ganando mayor cuota de mercado en otros países.


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Glassing Monkey es uno de los principales fabricantes de tablas de surf de toda Europa, pero a pesar de ello no creen que estén en la cresta de la ola; les queda aún recorrido, pretenden seguir creciendo paso a paso. Las prisas no están hechas para esta empresa sevillana. Una canción: Surfin USA de Beach Boys.


AÑO MURILLO

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Ensoñaciones de un pintor sevillano -

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Texto: FERNANDO GABARDÓN

Atardecía. Era una de esas tardes vespertinas, de neblina invernal, que convertía a la ciudad de Sevilla en un verdadero témpano. Sus habitantes, poco acostumbrados al frío que invadía sus cuerpos, lo combatían con una buena dosis de calentitos con chocolates, una copa de anís, o bien comiendo castañas que vendían en pequeñas tiendecitas ambulantes, que recordaban aquellos tiempos de posguerra que, afortunadamente, se habían superado. Se presagiaban ya los días más familiares del año, la Navidad, con tiendas y cafeterías abarrotadas, en la búsqueda de aquellos manjares y objetos que le dotara de alegría a sus seres más queridos. En la Campana, uno de los centros vitales de este micromundo del consumo, lugar antaño de encrucijadas de palacios y conventos, se agolpaban ya los primeros grupos familiares que, procedentes de los barrios exteriores de la ciudad, venían al descubrimiento de una ciudad que permanecía oculta en su retina a lo largo del año. Iban buscando los efectos lumínicos de los escaparates y decoraciones urbanas que llenaban las calles en una vía que proseguía por la calle Sierpes, Tetuán, la Plaza de San Francisco y la Avenida de la Constitución.

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n uno de mis frecuentes recorridos que todos los días hacía por la calles céntricas, memorial de un pasado histórico que me evocaba tanto episodios de la ciudad que fue la más importante de las urbes comerciales del siglo XVI, y después centro artístico de primer nivel en el siglo XVII, descubrí que de uno de los autobuses urbanos que continuamente llegaban a la Campana, bajaba un hombre de alto porte, de mediana edad, vestido de negro, con una mirada enigmática, que percibía todo lo que circundaba alrededor. No sé si era producto de mis ensoñaciones, del aburrimiento que me producía estas fiestas o de la misma curiosidad, que decidí seguirle. Había algo en ese hombre que me era familiar, tenía claro que en algún momento lo había visto, aunque no lo recordaba. En mi interior había brotado una curiosidad innata por conocer aquel personaje que ya se adentraba por la calle Sierpes, en ese primer tramo en el que todavía aguantan el paso del tiempo algunos establecimientos como la confitería La Campana. Aprecié desde el primer momento la innata percepción que tenía mi enigmático personaje, dirigiendo su mirada con asombro a lo que ocurría alrededor, todo el mundo que le rodeaba, sin haberme dado cuenta de que en una de sus manos llevaba un cuadernito de aquellos que usan los dibujantes y artistas que se ubicaban dibujantes y pintores en los alrededores del Museo de Bellas Artes, verdadera delicia de aficionados a la pintura. Debido a la acumulación de gente que iba de un lugar a otro, en múltiples direcciones, me tuve que parar, perdiendo el rastro de aquel enigmático personaje que me había sucumbido la curiosidad. Al fin lo encontré, se había parado en el portal del Círculo Mercantil, leyendo la inscripción de la leyenda de una de las escenas de Rinconete y Cortadillo, que había descrito siglos antes Miguel de Cervantes Saavedra. No di créditos a los ojos, pero se sentó en el suelo, abriendo su cuaderno de dibujo, comenzando a dibujar todo lo que veía a su alrededor. La cabeza me daba tumbos, no podía concebir lo que estaba viendo, pero pude acercarme y contemplar uno de los dibujos más excepcionales que jamás había visto. Se trataba de una cesta de mimbre, de los que se utilizaba para recoger ropas, que pude apreciar cuando mi abuela tendía las sábanas, y que en los albores de los tiempos, utilizaban los propios mudéjares de la ciudad medieval. Se estaba recreando en algunas de estas cestas que todavía se conservan en las tiendecitas de la calle Sierpes. La textura del material, su peculiar colorido terráceo, contrastado con las blancuras de los tejidos que contenía, le daba un acento peculiar, de un contenido realista excepcional. No se trataba de un mero principiante ni de un alumno retardado de la Facultad de Bellas Artes, ni siquiera de un mero aficionado al dibujo. La facilidad de su traza, la delineación de las formas, rozaba la genialidad. Mi curioso artista recogió su cuaderno y su lápiz y volvió a internarse por el río humano que en este momento llenaba la calle. Giró hacia la calle Sagasta, donde la gente se agolpaba para la compra de la lotería de Navidad, aquella suerte que en estos tiempos añoraban muchas gentes. Se paró a contemplar a un niño que lloraba desesperadamente,


Caí en la tentación de sacar mi móvil, quería compartir la experiencia que me estaba ocurriendo con mi amigo Cesar Ramírez, un joven pintor que se estaba abriendo camino en la dura carrera de un artista, tanto en la cartelería cofrade como en los retratos de niño, habiendo ganado el diseño de la portada de la Feria de este año. Su taller no quedaba lejos, en una de las bocacalles de la calle Sagasta, por lo que después de contarle el descubrimiento que había hecho, acudió rápidamente. Nuestro pintor se había adentrado por la antigua vía de los catalanes, hasta llegar a la portezuela del hospital de San Juan de Dios. Se había quedado extasiado ante singular construcción, que había propiciado el santo de Granada a finales del siglo XVI. Pudimos ver como entraba en el zaguán del patio, y nos quedamos extasiado cuando en el propio claustro del hospital volvió a sacar su lápiz y se puso a dibujar un anciano sentado, que miraba hacia el cielo, extasiado, a modo de los portes de aquellos santos místicos que los pintores barrocos pusieron de moda entre los devotos y creyentes de conventos y cofradías. Cada vez que veía la creatividad del artista más me quedaba más ensimismado del genio del dibujante. Sus pasos les llevaron a la plaza del Salvador, el espacio más italiano de la ciudad, la Piazza Navonna sevillana, cuyas

fachadas barrocas de la colegiata y del hospital de San Juan de Dios, se entrecruzan sus miradas, con un lenguaje armónico que ya diseñara a fines del siglo XVII Leonardo de Figueroa. Las fuentes barrocas berninesca de la plaza italiana ha sido sustituida por la colosal escultura de Martínez Montañés, el gran genio de la imaginería sevillana. Su mirada recorrió la plaza, apreciaba todo lo que veía, en este momento en que se acercaba la hora del ágape sevillano, donde grupos de amigos en torno a las altas mesas buscan sus cervecitas entre las columnas que flanquean a un lado de la plaza. Allí fluían verdaderos debates donde se entremezclaban la diversidad temática del derby futbolero, las novedades de la próxima Semana Santa y las escasas lluvias que intensifican el cielo azul de Sevilla sobre la vida cotidiana de la ciudad. Todo tipo de rostros se moldean en este lugar, todo tipo de expresiones, en la que la alegría de los rostros se convierte en un denominador común que se configura en esa magia de lo sevillano que prevalece en nuestra conciencia colectiva. Mi amigo César y yo, acostumbrados a esta peculiar ágora, vimos que al cabo de unas horas, casi ya al mediodía, el pintor se había levantado y había estado todo el tiempo tomando apuntes del natural. Las escalinatas del Salvador han sido el palcillo desde donde ha captado este peculiar teatro diario que es el ágora de Sevilla. No se ha dado cuenta pero de sus cuadernos se han caído unas láminas sobre los peldaños del Salvador. Presurosos fuimos a recogerlas, siendo tal la sorpresa que nos encontrarnos ante una de las escenas urbanas más excepcionales jamás vista de la ciudad. No se trataba de una mirada hiperrealista como lo hubiera realizado Antonio López, ni la mirada de los pintores costumbristas, ni la visión de aquellos pintores holandeses y flamencos del siglo XVII. Se trataba por el contrario, de la plasmación de una realidad que podíamos palpar, sentir como propio, había captado la esencia de la ciudad, su propia alma, la esencia que había sobrevivido a lo largo del tiempo, su verdadera identidad. La alegría de los niños, las líneas clasicistas de las fachadas, el gentío, incluso la percepción del sonido del vendedor de cartuchitos de patatas fritas o el propio camarero portando cervezas o el ritmo de las propias bicicletas que cruzan la plaza, en un momento en que un rayo de Sol, probablemente el primero de la mañana ha iluminado el espacio.

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parecía perdido, con sus manos entrelazadas entre sollozos y gemidos, lo que despertó la mirada curiosa de los transeúntes. Instantes después, una joven mujer morena, desesperada, abría sus brazos para recoger a su hijo que se le había soltado entre el gentío. Nuevamente observé como volvía a abrir su cuaderno de dibujos, para esta vez dejar plasmado el rostro de una mujer que no era ni más ni menos que la madre que había perdido a su Hijo. Instantes después, el Niño quería desembarazarse de sus manos, volcando su cuerpo hacia el espectador. Seguía sin dar crédito a mis ojos, pero esta escena lo había visto, no solamente en las fotografías que veíamos todos los días en la familia de emigrantes o desposeídos. Se trataba de una preciosa Maternidad que evocaba a las composiciones pictóricas que había estudiado durante mi periodo de estudiante de Historia del Arte. El dibujo femenino de la Mujer me recordaba aquellas Madonnas rafaelescas, de belleza idealizada y suave caballera que caía en sus hombros.


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Tal fue nuestra expectación que no nos dimos cuentas de que el pintor había desaparecido, se había esfumado, aunque por fin lo percibimos subiendo esa pequeña colina conocida como entrecárceles, flanqueando la famosa Cárcel Real, que todavía funcionaba en los tiempos del Barroco, donde se hacinaba todo tipo de presos, y donde todavía se oía en la lejanía del tiempo las plásticas del jesuita Padre León, en busca del arrepentimiento y la salvación. De pronto apareció ante su vista la plaza más bonita de España, la que había sido escenario tantas veces de los hechos más significativos de la ciudad, la plaza de San Francisco. Cuando llegamos, pudimos distinguir la extrañeza de su mirada, era evidente que no reconocía nada de lo que veía, aunque pudimos distinguir como admirado contemplaba la torre más famosa del mundo renacentista, la Giralda, la que había sido el faro lumínico de nuestra ciudad durante gran parte de su historia. De pronto le llamó la atención una joven mujer morena que asomada en la ventana, probablemente junto a su madre, contemplaba la preciosa luz invernal que triunfante al mediodía del día, llenaba el espacio. La cabeza apoyada en una de las manos, el peinado a raya a uno de los lados, los hombros desnudos con una camisa blanca sería trazada una vez más por el pintor. No quisimos importunarlo, sentíamos curiosidad por ver adonde se dirigía nuestro pintor y cuál sería la dirección que tomaría. Nuevamente se paró extrañado cuando surgió ante su mirada la plaza Nueva, aquel espacio urbano presidido por el retrato ecuestre de San Fernando, que sustituyó lo que en su día fue el amplio convento de San Francisco, el convento más importante de Andalucía. Le llamó la atención cómo en la opulencia de la plaza pública de la ciudad, hubiera grupo de mendigos repartido por sus bancos, algunos tendidos, otros gritando, para los que el paso del tiempo se había convertido en una verdadera ilusión. Quedamos perplejo en cómo se puso a conversar con ellos, y como incluso los comenzó a retratar, dotándoles de una dignidad que carecía en la propia sociedad donde vivían. Avejentados, con rostros marcados con surcos de arrugas, más por el desamparo de su abandono social que por su propia edad, oliendo a tabaco de colillas recogido por el suelo o algún ingrediente excesivo de un alcohol contenido en esas botellas de mal vino ingeridos por litros que se estaban convirtiendo en verdadera materia prima para el artista.

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Lo vimos partir ya al anochecer, en que la luz solar va perdiendo fuerza a final de la tarde, con unas dosis de humedad que comienzan a impregnar el cuerpo, quedándose la plaza vacía, antes ocupadas por niños que juguetean con una pelota en ese campo de futbol que convierten diariamente la propia plaza. Algunas luces del Hotel Inglaterra y los bares de copas de la esquina se convierten en los nuevos escenarios que cambian la fisonomía social de la plaza. No le presta mucha atención el pintor, incluso lo rehúye, perdiéndose por las callejuelas que le llevan a la Plaza de la Magdalena. Mira el escenario, lo observa, se queda perplejo, como si añorara alguna casa que ya no existe, o la propia iglesia que ocupaba la plaza. Ni siquiera encuentra la antigua casa del que fue el más insigne escultor de su tiempo, Juan Martínez Montañés. En su corretear llegaría a la espalda del Hotel Colón, sigue buscando, y tropieza con una estampa que no esperaba, en una de las mesas está sentada una mujer de cabello largo, que mira una taza, su expresión denota ansiedad, preocupación, pero no por ello rebaja las dosis de belleza de su rostro. Sin

dudarlo empieza a dibujarla con una actitud dinámica, impulsiva, acentuando los trazos. Poco a poco va surgiendo de su pulso creativo una belleza singular, que respira hilos de ese porte armónico que dotaba los antiguos maestros de la pintura a la representación femenina. El maestro nos ha dado una lección del quehacer artístico, nos ha llenado nuestras emociones con este retrato cuya identidad desconocemos quien es. No puedo responder a las preguntas que el lector me hará, no cabe explicación racional de lo que me había ocurrido, no cabe interrogaciones, especulaciones, ni demostraciones, no tengo rastro que lo que he contado ocurrió, ni siquiera puede atestiguarlo mi amigo César, porque nunca estuvo conmigo. Lo único que sé, sin saberlo, es que en mi cama apareció ese dibujo del retrato de aquella joven sentada con una taza con las inscripciones B.E.M. (Bartolomé Esteban Murillo), dedicada por detrás a mi amiga María José Villalba. Lo que sé con certeza es que el enigmático hombre que había seguido, me había enseñado la ciudad que había conocido en los años de su plenitud, y me había mostrado los personajes singulares de la ciudad que engrandeció con su pintura. No cabe duda de que era el gran pintor Bartolomé Esteban Murillo y que este año celebramos el cuarto centenario de su nacimiento. Os dejo amigo lector, hoy voy al Ayuntamiento a admirar una gran exposición que un grupo de pintores han realizado en memoria de Murillo. Por cierto, no os perdáis la preciosa composición que César ha bautizado con el nombre de Eva, evocación de una joven amiga que falleció hace unos días, simboliza la esperanza, la vida y el amor, quien sabe si inspirada en aquella Maternidad que vimos en la calle Sagasta dibujada por el insigne pintor.

Este relato es una reflexión sobre la búsqueda del tiempo donde el presente y el pasado se unen, donde un pintor del siglo XVII como Bartolomé Esteban Murillo, se sumerge en el mundo urbano sevillano del siglo XXI. He querido rescatar algunos de los puntos de referencias que pudieron ser vitales en el marco geocultural de la Sevilla de Murillo, así como aquellos personajes de la vida cotidiana que plasmó en sus composiciones. A lo largo de la narración se hace referencia de algunos de los espacios que recorrió a lo largo de su vida, como fueron la calle de las Sierpes, la plaza del Salvador, la Cárcel Real, la Plaza de San Francisco, escenarios muy transformados en el mundo de hoy. Sin embargo, no pudo contemplar el convento de San Francisco, ya que había desaparecido en 1855, convirtiéndose en la actual plaza Nueva, ni su propia casa que estaba ubicada en los aledaños del antiguo convento de San Pablo, hoy iglesia de la Magdalena. Entre los personajes imaginarios que se fueron encontrados podemos encontrar la madre con el Niño que la identificamos con la Virgen de la Servilleta; el anciano del Hospital de San Juan de Dios con las representaciones de Santos, como el de San Pedro arrepentido; la mujer en la ventana correspondería a la obra titulada la Joven y su Dueña realizada en 1665 conservada en la National Gallery of Art, Washington DC; los indigentes de la Plaza Nueva a todos los mendigos que realizó a lo largo de su producción artística. -



ARTE

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JULIA LLERENA T e x t o : J AV I E R G O T O R

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stá considerada por varios agentes especializados como una de las diez artistas emergentes a tener en cuenta. Sus instalaciones plantean al espectador enigmas referidos con la relación espacio temporal del ser humano a través de objetos desechados. Su virtuosismo le invita a crear sobre la relación entre lo macro y lo micro, transmitiendo el concepto de cercanía de la lejanía. Pero no se queda ahí. La última exposición nos muestra una nueva forma de lenguaje mediante la materia. Entramos en el home de Julia Llerena (Sevilla, 1985).

¿Qué dibujabas de niña?

Eran dibujos en miniatura. Casas y objetos. Nunca he querido copiar nada. Mi madre quiso hacer Bellas Artes pero no logró acceder. Siempre he tenido el runrún en casa de que mi madre quiso y no pudo. ¿Cómo te das cuenta de que quieres generar un nuevo lenguaje?

Llevo mucho tiempo elaborando un discurso. Todo viene de que en la escuela de Bellas Artes de Sevilla la formación es fundamentalmente pictórica y clásica. Interpreté que la manera de entrar en la escena artística era pintando pero no era mi medio. Me di cuenta de que si yo no disfrutaba, me agotaría. De casualidad me tropecé con un objeto y entendí que tenía que trabajar con todo lo que me rodeaba de manera cercana. Quería tener una relación directa con el medio.

Tornillos, cristales rotos, baldosas… todos elementos son susceptibles de ser utilizados.

Me hablas de forma, no de fondo.

¿En qué consiste el proceso de creación de una de tus obras?

Sí, porque en Andalucía se trabaja más la forma. El cómo lo haces no el qué haces. Ahora estoy en la segunda de las cuestiones. Y ahí empieza todo.

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Sevilla en la sala de exposiciones de Santa Inés (Sevilla), he compuesto la palabra home con meteoritos del Museo de Ciencias Naturales de Madrid. Al fin y al cabo lo que quiero transmitir es mi idea de que esos objetos lejanos, del cosmos, sirven para explicar nuestro hogar, nuestro mundo. Nos dan información de lo que somos. Lo que ocurre fuera es lo mismo que lo que ocurre dentro.

Sí, ahí empecé a atesorar numerosos objetos que sabía que me estaban enseñando un lenguaje nuevo para mí. A medida que los iba usando para contar las ideas que quería transmitir iba adentrándome en el mundo en el que hoy me encuentro.

los

Son objetos insignificantes a simple vista que tienen en común que son resistentes al tiempo. Con estos objetos en algunos casos verbalizo ideas o textos que me interesan. Concretamente algunos hablan sobre el pensamiento arquitectónico y la deconstrucción del lenguaje. Son grafías.

Recolecto objetos sin saber muy bien para qué. Una vez que decido hacer grafías, como es el caso, empecé a darles significado al verlos apoyados en listones de madera. Posteriormente, y me pasa siempre, creo conexiones con libros que estoy leyendo o con cosas que me suceden. Los objetos son los ingredientes. Se dilata bastante en el tiempo, imagino.

Claro. Es algo tedioso que en muchas ocasiones me agota.

En tu pequeño mundo.

¿Tienes referentes?

Todo son capas de cebolla. En la exposición Home de

Me han influido muchísimos. Actualmente me acompañan


rasgos característicos en los artistas andaluces y la pintura es uno de ellos. .Hubo una expo en el CAAC en la que se os reunía a

¿Qué te importa más: llegar a los demás o sentirte autorrealizada?

¿Y qué viste?

Son dos cosas que van de la mano. Normalmente cuando te sientes a gusto y eres honesto con lo que has hecho, trasmites. Nos interesa mucho la opinión de nuestro sector, los artistas, los agentes nuestro ámbito. ¿Te da miedo que ese mensaje no se entienda?

No. Me han llegado a decir que si esta obra es un pentagrama, por ejemplo. Estos objetos una vez organizados conforman un archivo. Desorganizados son solo materia. ¿La estética es algo secundario para ti?

Lo primero es la idea. La belleza es tan subjetiva… Evidentemente es importante el ritmo, la marca visual que te ayuda a entrar en la pieza. Nos seducen los colores, las formas, el equilibrio. ¿Hacia dónde evoluciona tu trabajo?

No lo sé. Sé a dónde no quiero ir. ¿De qué salud goza el arte contemporáneo andaluz?

Ocurre una cosa muy bonita y es que las generaciones dialogan entre sí muy bien. Los artistas de media carrera conviven bien con los emergentes y estos con los de dilatada trayectoria. Hay

emergentes menores de treinta y cinco años.

Exacto. Mucha diversidad. Javier Artero, Cristina Mejías, José Jurado, Gloria Martín. ¿De qué escapas?

Soy una persona inquieta. Intento buscar nuevas formas de sentirme bien y si eso me obliga a irme a un sitio o hacer otra cosa, pues lo hago. Escapo de la monotonía y la comodidad. De hecho últimamente pienso que estoy algo acomodaba. ¿Dónde se te va a poder ver próximamente?

Tengo un proyecto con la BlueProject Foundation de Barcelona, en FACBA 2018 en colaboración con la Universidad de Granada, luego tengo otra expo colectiva para los premios Ciutat de Palma 2018 y en algún que otro sitio me veréis. -

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y siempre tengo presentes a Jorge Barbi, B. Wurtz y Willian Kentridge. Cuando acabas la carrera, los referentes están tatuados. Hay una inocencia tremenda y quieres ser como tal o cual artista, además pensando de manera incrédula que nadie se dará cuenta. Es el miedo a despegar.


DISEÑO

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DESDE EL INTERIOR DE LA BOTELLA. EL EQUIPO 57 -

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Texto: PETER ABBAD

Cuando uno piensa en diseño y Andalucía, se viene a la cabeza la imagen de una botella con un mensaje enrollado en su interior flotando en el mar, rodeada por un mundo hostil, a la deriva sobre la corriente. Orgullosa de portar en su interior un secreto que nos hará mejores. Su mera existencia es un pequeño milagro que permanecerá en secreto hasta que alguien la encuentre y lea el mensaje. Un relato que nos habla de aventura, voluntad y desafío al destino. Una lucha contra lo predecible y la todopoderosa realidad de las cosas normales.

L

a crónica del diseño en Andalucía en la primera mitad del siglo XX tiene más que ver con la historia de los diseñadores locales que con la evolución de la disciplina en sí misma. No existen factores reconocibles que permitan definir una identidad que podamos denominar como “Diseño Andaluz”. Con el objetivo de alejarse del flamenquismo y lo tradicional, estos pioneros intentaron acercarse de manera individual a las corrientes europeas del momento, pero sin establecer ninguna conexión entre ellos, sin pensar en las necesidades del mercado, el gran público o la industria. Tanto durante la segunda República como durante el franquismo, el diseño en Andalucía quedó confinado dentro del mundo de la arquitectura, un panteón sagrado donde aún podían circular libremente las ideas. Un pequeño grupo de arquitectos, tomando como referencia el diseño nórdico y norteamericano, produciría diferentes tipos de objetos para complementar sus propias obras, sin salir nunca del nivel de prototipo. La inadecuada infraestructura empresarial e industrial, la escasa formación de la burguesía


Los primeros ecos del diseño de corte europeo llegan de la mano de la Escuela Racionalista de Arquitectura, también denominada Movimiento Moderno (1926-1942), entre cuyos máximos exponentes figura Gabriel Lupiáñez que junto a Gómez Millán realiza el Mercado de la Puerta de la Carne (1927) y con Rafael Arévalo Carrasco el edificio Cabo Persianas en la calle San Pablo (1940), ambos en Sevilla. Otros ejemplos del movimiento son José Luis Sert con su casa Duclós en la calle Cean de Bermúdez (1930) y Antonio Delgado Roig y Juan Talavera Heredia con su casa Lastrucci en plena calle Álvarez Quintero (1934). Hay que destacar también la labor como interioristas de los arquitectos José Galnares Sagastizábal con su cervecería Tomás en la calle Sierpes 102, publicada en la revista Nuevas Formas, y Joaquín Díaz Langa, gran especialista en diseño de interiores, con su café Gran Britz en la calle Sierpes. Otro ejemplo del Movimiento Moderno racionalista de mediados de los cincuenta, ya en pleno franquismo, es la obra de los arquitectos Rafael de la Hoz Arderius y José María García Paredes. Su ópera prima fue la Cámara de Comercio de Córdoba (1955). Pretendiendo una perfecta integración entre arquitectura y mobiliario, se puede observar un contagio organicista cargado de influencias nórdicas y de referencias a los modelos americanos del momento (De la Hoz venía de estudiar en el Massachusetts Institute of Technology). Todo el diseño del mobiliario estuvo enfocado al aprovechamiento máximo del espacio, empleando sobre todo la madera, con formas dinámicas y angulosas. Se creó un programa de muebles específicos para cada estancia, mostradores para la recepción, estanterías en voladizo, mesas para los diferentes despachos y la biblioteca. Tras ellos, Córdoba alumbrará a finales de los años cincuenta uno de los grupos más potentes del panorama artístico español del siglo XX, el brillante Equipo 57, que supone un punto de inflexión e internacionalización de los conceptos artísticos nacionales. Formado por los pintores José y Ángel Duarte, Agustín Ibarrola y los arquitectos

Juan Cuenca y Juan Serrano, el grupo publica su manifiesto en 1957, en el que establecen sus propósitos artísticos. Contrarios a la individualidad y la diferenciación artística, proponen como solución el trabajo en equipo. Entienden las artes plásticas como medio de investigación para llegar a soluciones prácticas aplicables a los objetos de uso diario y a la urbanización, en una identificación del arte con el diseño. El Equipo 57 mantuvo un discurso utópico, con gran carga ética e ideológica, y claras influencias del Constructivismo soviético, la Bauhaus y la abstracción geométrica. Defendía que el arte debe ir más allá del lenguaje plástico y las consideraciones estéticas para cumplir una función social y constituirse en un idioma universal fácil de identificar por cualquier ser humano. Estaba en contra de cualquier aspecto mercantil del arte o de aquello que lo constituyera en elitista: “¡Contra los marchantes, las capillas, los premios, los críticos venales!”. Su enfoque constructivista del arte no pretendía explorar el mundo físico, sino alcanzar su esencia. Repudiaba en esta búsqueda el uso del individualismo, el concepto de genialidad, la intuición o la inspiración; ideas sobre las que se edificaba el arte burgués convencional. Para los miembros del grupo, el arte debía ser algo didáctico y global, un punto de comienzo para un orden nuevo. Es ahí donde nace la importancia del trabajo en equipo, del análisis racionalista y el trabajo en serie. Dos fueron las sedes de la actividad del Equipo 57. Por un lado París, que representa el espacio de su liberación personal y evolución como artistas. Allí, al estar en contacto con las tendencias internacionales, se les brindaría la oportunidad de difundir su obra y realizar exposiciones por toda Europa. Córdoba, por otro lado, será la ciudad donde generen y muestren de manera más íntima su obra, y eso les aportará una gran identidad emocional. Es allí donde realizan sus conocidas exposiciones: la famosa Sala Negra en la calle Ravé, y Urbis en la casa vieja del paseo de la Rivera. Silla, 1959 y Butaca, 1962 de Equipo 57.

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y el nulo interés de las instituciones colaboraron a que dicho esfuerzo creativo nunca fraguara en algo más serio.


DISEÑO

Serrano y los Duarte (que no son hermanos) viajaron a París en el verano de 1954, donde conocieron a Ibarrola de la mano de Jorge Oteiza. Ya en su primeros contactos se plantearon seriamente que “rechazaban el arte reducido a mercancía de las galerías”, y pretendieron crear un frente contra las corrientes artísticas más influyentes del momento, como el informalismo español, el tacherismo en Europa y el expresionismo abstracto norteamericano. Estas tendencias no sólo querían representar la libertad individual, sino que exaltaban el triunfo de la ideología del mundo libre Occidental frente a los países del ámbito soviético.

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En sus idas y venidas por París conectaron con las corrientes estéticas más trascendentes del momento, conocieron al marchante de arte alemán Kahnweiler, al todopoderoso Picasso y a otros muchos. Tomarían como base para sus tertulias el café Rond Point, donde de una forma inevitable se acabó gestando el nacimiento del Equipo 57. Oteiza, su padrino, les recomendó estudiar la obra de los daneses Mogensen y Jacobsen, abanderados del diseño escandinavo más racionalista. Mientras, y con el fin de subsistir, realizaban todo tipo de trabajos de jornal, como pintores de brocha gorda, siempre de manera ilegal y repartiéndose las ganancias entre todos ellos. Esto forjó un gran espíritu de equipo y generó una intensa necesidad de modificar la forma de concebir el arte, produciendo un movimiento general que fuera capaz de cuestionar el sistema, que era injusto en su totalidad. Como reconocerían años más tarde, “el fruto de la permanente discusión y el análisis de los hechos en común, estableció un lenguaje que les permitió objetivar los conceptos. La actividad y el estudio en grupo les liberó y despejó cualquier supuesto miedo al conocimiento”. El Equipo 57 comenzó a considerar el arte como un medio de conocimiento más que como un medio de expresión. Se impuso con claridad la idea de que “el subjetivismo no era el mejor camino para conocer una realidad que es necesario cambiar”.

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Para José Duarte, el paso del tiempo juzgaría con más benevolencia el dogmatismo y osadía del Equipo 57, pero lo que era incuestionable es que fue un momento de la historia propicio para el radicalismo ideológico y artístico, donde no servían los paños templados. Según él, la herencia más importante de su paso por el Equipo 57 no fue solamente el poso conceptual que dejó en su obra posterior, sino la presencia de un componente más importante que cualquier otra cosa: la auténtica amistad que los unió a todos en sus comienzos y el deseo de mantenerla con el paso de los años. Ángel Duarte definió su experiencia de esos años dentro del Equipo 57 como la más apasionante de su vida: “vivir, por un momento, y creer en la fraternidad, ese sueño por el que tantos murieron”. El Equipo 57, según Agustín Ibarrola, conformaba “la vanguardia del arte español, sospechosa de ser malos artistas y de refugiarse en tendencias que a los ojos de la gente resultaban muy simples y fáciles de realizar. Hacíamos investigaciones muy complejas que no se entendían entonces”. Sin duda, una de sus desventajas

Banco, sillones, litera y sofá de Equipo 57, 1961.


fue que se les considerara como un solo individuo al exponer y no como un colectivo, con lo que la polémica y la necesidad de explicarse les acompañaron hasta el final. En España tendían a resumirlos e identificarlos como materialistas y comunistas. Llegaron a plantearse realizar y ofrecer todas sus obras, carentes de contenido metafísico y poético. Incluso tuvieron que considerar que el valor económico de dichas obras fuera el de los costes de producción, quedando así ajenos a cualquier especulación del sistema sobre su obra.

La historia del Equipo 57, al igual que la del resto del diseño andaluz en los dos primeros tercios del siglo XX, es una sucesión de historias a contra corriente. Personalidades brillantes, plenas de un espíritu libre e indómito, en conflicto con una sociedad gris y mediocre, tanto cultural como económicamente. El diseño contemporáneo nunca calaría en nuestra cultura empresarial, política o popular; siempre se vería como algo ajeno y extraño. Por eso, hoy hacemos tanto énfasis en el significado de la obra de estos artistas, que dedicaron su vida y esfuerzo a contribuir a que nuestra sociedad fuera más culta, moderna y plural. Ecos de un mensaje desde el interior de la botella.

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La disolución del grupo comienza en 1962, en parte provocada por la detención de Agustín Ibarrola, que mantenía una intensa actividad política y social como miembro del partido comunista. Su obra posterior se dirigió a la denuncia de la mísera realidad del proletariado y el campesinado español de la época, encuadrándose en la denominada pintura social. También influyó la marcha de Ángel Duarte a Suiza, donde se integraría en el Grupo Y, que más tarde generaría el movimiento Nouvelle Tendance. Mientras tanto, en Córdoba, los juanes (Cuenca y Serrano) se dedicarían a la arquitectura, ampliando con sus proyectos y diseños la filosofía del Equipo 57. Por último, José Duarte se uniría al grupo de grabadores Estampa Popular, donde su obra evolucionaría hacia una figuración expresionista de marcado carácter reivindicativo y social.

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Exposiciones:

Esculturas y dibujos. 31 de enero - 20 de mayo. Galería Rafael Ortiz, Madrid. ARCO MADRID. 21 - 15 de febrero. Galería Rafael Ortiz.

Lámparas por Equipo 57, 1962. Escultura por Equipo 57, 1960.

Un libro: La CIA y la guerra fría de Frances Stonor Suanders.


MODA

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TRANSFORMACIÓN DIGITAL Y MODA Texto: LOURDES RODRÍGUEZ

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El mundo de la moda está inmerso en plena transformación digital. Los avances tecnológicos, la influencia del nuevo consumidor y el boom del emprendimiento innovador están construyendo un escenario sin precedentes, donde ya no hay barreras online y offline, sino que todo está integrado en un mismo universo de nuevas oportunidades y amenazas que hay que anticipar y analizar. Desde innovaciones en textil más allá de la impresión 3D, hasta el retail híbrido, pasando por la normalización de la moda sostenible o la moda aumentada, sin olvidar los ecosistemas de empresas donde los gigantes tecnológicos comienzan a integrarse con el sector de la moda.

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n concreto, estos últimos, los ecosistemas de empresas son una tendencia emergente presente en diversos sectores, entre ellos el de la moda. Consiste en agrupaciones o colaboraciones de marcas para conseguir un fin común, el de conectar y acercarse aún más a las necesidades cambiantes de los consumidores. Las marcas de moda tradicionales se están asociando a empresas tecnológicas y digitales, uniendo sus fuerzas para poder competir mejor en un contexto que cambia y avanza a gran velocidad. Algunos ejemplos destacados son:

MANGO + SHAZAM.

Gracias a Mood Media han desarrollado un proyecto que permite a los usuarios vivir experiencias únicas en el punto de venta. Se trata de Marketing Móvil Shazam in Store ya disponible en 20 puntos de venta en España, y que ofrece la oportunidad a los clientes de conectarse a través de Shazam para acceder a las listas de reproducción de Mango y elegir las canciones que quieren escuchar en la tienda. Shazam In-Store está customizada por la firma e incluye contenidos multimedia, ofertas especiales y sus últimas novedades de la temporada.

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H&M + GOOGLE.

Un vestido a medida es lo que nos propone una alianza de lujo: Google y H&M. Todos esos datos que acumula el gran buscador Google se materializan en el vestido ideal y personalizado. Funciona a través de una app llamada Coded Couture, que hace uso de datos como la localización


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para diseñar un vestido basado en los lugares visitados o las actividades que realiza el usuario. El proceso es muy sencillo, primero tienes que elegir el tipo de vestido que estás buscando, lo siguiente será definir tu estilo y las medidas. A partir de ahí la app se encargará de analizar tus actividades, el tiempo de tu ciudad y los locales que visitas, para diseñar el vestido perfecto. BVLGARI VAULT.

Bvlgari es una de las marcas de lujo que más está despuntando en el área digital. Si en marzo de 2017 presentaban un reloj con el que poder pagar, la última novedad de la joyería italiana es una app que promete ser un búnker seguro para la información digital y los métodos de pago de sus clientes. Bvlgari Vault nace de la alianza de Bvlgari y Mastercad a través de WISeKey, una aplicación que facilita las transacciones digitales y almacena información bancaria y contraseñas, así como información personal, videos e imágenes personales. La idea surge por la reciente preocupación de los usuarios a la hora de realizar compras online y por la huella digital que dejan. FLATIRON SCHOOL Y KARLIE KLOSS.

La conocida modelo de Victoria’s Secret, Karlie Kloss se ha convertido en una abanderada del aprendizaje del código para las niñas de todo el mundo, un indicio más de cómo el mundo de la moda y el tecnológico se acercan cada vez más. Recientemente ha lanzado en colaboración con el Flatiron School una academia para enseñar a programar. MIROSLAVA DUMA TECH LAB.

incubadora de startups tecnológicas relacionadas con el mundo de la moda. Miroslava Duma, conocida por las webs de streetstyle, se ha lanzado al mundo tecnológico inaugurando recientemente un laboratorio tecnológico que hará las veces de empresa de inversión y aceleradora de empresas. Estos son solo algunos ejemplos de cómo la transformación digital está inmersa en el mundo de la moda. Los consumidores, tanto jóvenes como adultos, están integrando cada vez más los avances tecnológicos en su día a día y por ello demandan a las empresas que les ofrezcan soluciones adaptadas a su estilo de vida, personalizadas, fáciles y convenientes. Las generaciones Millennials y Z están liderando el cambio hacia un sector de la moda sin barreras, donde lo digital y el punto de venta se diluyen, y el móvil se convierte en una extensión más con la que relacionarse, informarse y adquirir bienes y servicios. -

Una conocida bloguera de moda acaba de lanzar una En esta pag. arriba izq. Reloj Bulgari Vault. Arriba dcha. Flatiron School de Karlie Kross. Abajo dcha. Miroslava Duma Tech Lab.

Una canción: Enamorada de la moda juvenil de Radio Futura.


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ENERO - FEBRERO

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THE WALL

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REMED -


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emed es el alter ego de Guillaume Alby, un artista plástico parisino cuyo sino es el de encontrar la armonía vital, que logra transmitir en cada una de sus obras. “La armonía es alcanzable”, dice. Comenzó jugándose la libertad pintando grandes murales en la calle para más tarde cruzarse a las galerías con la intención de enseñar su trabajo en pequeño formato. El color y la sinuosidad de la geometría caracterizan la obra de ese artista afincado en Madrid pero con impulsos escapistas a Marruecos, país que le ofrece un oasis de luz y templanza. Describe el arte de manera casi terapéutica: una forma de sanar el alma, de lidiar con el amor y el odio, la luz y la oscuridad.

Ser. Entre Semilla y Ceniza de Remed, desde el 18 de enero en DELIMBO Gallery


SEVINTAGE

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FAR WEST

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FOTOGRAFÍAS: FEDE DURÁN

T

odo está inventado, todo lleva mucho tiempo ya inventado. La humanidad sobrevive como especie a fuerza de repetir comportamientos de manera distinta en cada época y lugar. A eso muchos lo llaman progreso; otros, instinto; y algunos, hastío. Humanos, en fin… Los vaqueros arriban al pueblo tras bregar con el ganado y con los cuatreros, y dejan sus caballos amarrados a la puerta del saloon donde beberán mal bourbon. También los terratenientes acuden, solos y altivos, y dejan su cabalgadura ante el casino donde conspirarán por el poder. Las correosas mujeres llegan desde sus pequeñas propiedades en carros de mulas, que dejan aparcados al pie de la única tienda para cargarlos de aprovisionamientos. Los fugitivos aprovechan el caos de media mañana para pasar desapercibidos y dejar sus jamelgos en la parte trasera del burdel, vienen en busca de amor sin amor. Los asnos de los cazarecompensas rebuznan frente las barberías donde sus jinetes preguntan por los fugitivos. El tiro de caballería de la diligencia sestea a la espera de cabalgar millas… Fue el Far West. Prueben a cambiar el pueblo del Oeste por la ciudad del Sur, los caminos polvorientos por los verdes carriles bici, las diligencias por Sevici, los carros por los triciclos con bolsas de Mercadona, las mulas por las bicicletas de trial y las mountains bikes, los caballos por las Fixies y las yeguas por las bicicletas vintage. Hagan este ejercicio de imaginación, comprobarán que todo es repetición. Entonces ya podrán cambiar el pretérito perfecto por el presente, y decir que el Far West es Sevilla.


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ISRAEL G A LVÁN

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T e x to : AL E JAN D RO LÓ PE Z F OTO G R A F Í AS : AL B E R T O ROJA S MA Z A


A

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parece al fondo de la calle negando la imagen tópica del bailaor. Enjuto, chándal verde, zapatillas de trekking y una mochila al hombro, de la que saca sus inconfundibles botas blancas y negras. Dos colores, dos realidades, dos Israeles, el ciudadano inadaptado y poco sociable y el bailaor libérrimo y genial. Blanco y negro; de aspecto apacible, interior que bulle. Habita en la frontera entre la cordura y la locura, y guarda un secreto en sus adentros que no puede ser transmitido más que bailando. Quizás por eso se pelee con las palabras y, ya exhausto de tanto buscar sin encontrar en el habla la misma capacidad expresiva que en su cuerpo, haga breves pausas de descanso a las que los adictos a las etiquetas llamarán tartamudez. Hemos respetado en esta entrevista las pausas y frases inacabadas, ese morse de la lucidez con el que este flaco men se defiende la incomunicación. Es Israel Galván.

Nace en una familia bailaora, y desde pequeño baila, ¿se sentía un niño raro?

Sí, digamos que recuerdo que quería ser un niño como con los que jugaba. Sabía que tenía como un secreto guar-dado. En la época mía que uno bailara era como un poquito mariquita (sonríe). Entonces quería pertenecer a ese mundo, pero sabía que yo no estaba dentro de esa normalidad. Sí, me sentía como in-cómodo y aunque estuviera en el mundo no era parte de él. ¿En qué era diferente su mundo con respecto al del resto de niños?

El hecho de bailar de chico y que no llevaba una vida normal de un niño… Mis padres me llevaban bailando. Quieras que no, el es-tar bailando, que tu padre te lleve y no puedas jugar porque te dice “Nos tenemos que ir pa bailar”, eso ya cambia totalmente la la la formación de un niño nor-mal. ¿Sufría por esa contradicción entre lo que sentía y lo que tenía que aparentar?

Sí, creo que es un toma y daca. Al final yo sufría porque no sabía por qué, pero no entraba en ese gru-po de niños. Y ahora lo veo y digo bueno, se ha construido como otra dualidad mía, que si no llega a ser por eso el personaje imaginario mío, el que se llama Israel Gal-ván, que baila, no hubiera existido. Es bueno tener ahora como una especie de una vida fuera de la vi-da, tengo dos vidas… también te quita porque hoy en día me cuesta ser una persona normal de la so-ciedad, pero con la

edad lo afronto y digo “Bueno, que no se te note que estás un po-quito lo-co” (risas). Hay dos figuras esenciales en el Israel Galván bailaor, su padre, José Galván, y Mario Maya. ¿Cómo le han influido?

Yo pondría también a Manuel Soler, que es quien me dio la confianza cuando decidí hacer una obra porque no quería bailar ya para los críticos ni para el… (permanece en silencio varios segundos ensimismado). Encontrar un estilo, este es el mío, te puede gustar o no, pero encontrar un lenguaje que fuera mí-o; y él fue el único que me decía eso está muy bien, los demás (risas) me decían dónde vas con eso. Fue una persona que vivió muy en la van-guar-dia. Mi padre ha sido el primero… Me encuentro que nazco y entro en una familia de baile. Al final, si sigo bailando, es porque algo me ha hecho bien. Le tengo que a-gradecer eso. Y Mario fue un poco el que me profesionalizó. Estar con mi padre bailando no deja de ser la familia, una cosa más íntima; el hecho de una compañía de una persona que no es de mi fami-lia pues me hizo tener una dis-ciplina. Mario también creó su propio lenguaje, yo viví con Mario esa rebel-día que tenía. Este triángulo son los bailaores de mi vida. ¿Qué le queda por hacer a un bailaor que con treinta dos años ya tenía el Premio Nacional de Danza?

La verdad, los los los premios cuando te llegan, te van llegando, pero al final siempre vuelvo como al punto ce-ro.


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A mí me genera angustia no encontrar al bailaor nuevo; el matar no me preocupa en absoluto. Yo me mato bien matao.

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Siempre tengo la ilusión de empezar de nuevo. Con la edad, con la mente, con la vida que se refleja en tu arte, yo no me considero un bailaor que ha empezado y termina siendo el mis-mo. Yo me veo en los vídeos y fotos, veo cómo me gustan los cambios de ciclo, eso de matar al bailaor que había antes para que renazca uno nuevo. Si no, sería muy aburrido y llegaría el momento en que el público se cansaría de mí.

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¿Genera angustia eso de tener que matar al bailaor de antes y crear uno nuevo continuamente?

A mí me genera angustia no encontrar al bailaor nuevo; el matar no me preocupa en ab-soluto. Yo me mato bien matao. Lo que sí me genera angustia es ver qué bailaor sale ahora, pero es una angustia bonita. Al final no soy el típico bailaor que dice esta es mi escuela, yo soy yo, yo me profano a mí mismo, digamos que no tengo es-cuela. Siempre se me quedan síntomas de todas las épocas que he pesado, a lo mejor se queda un gesto de aquí (gesticula con su mano derecha). Yo creo que sigo bailando y me va bien por esta regeneración que hago; ven bailar a Israel Galván pero a ver qué bailaor se encuentran… A a a mí me gus-ta tener varias vidas.

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Gestionar varias vidas exige madurez mental ¿no?

baile mínimo, pero según cómo haga eso, ahí… ese… Yo, pa dejarlo más simplificado, llamaría duende la forma de estar en el es-cenario. ¿Y qué sería de su carrera si hubiera hecho caso de los consejos?

(Sonríe) Pues no sería la misma, ¿no? Yo estoy aquí por escuchar consejos, pero también por no… A lo mejor no hubiera seguido bailando porque no soy una persona de bailar para ganar di-nero… es porque me muero, gano dinero porque gano dinero, es secundario, pero yo yo lo que necesito es filtrar un poco esa inquietud artística que tengo, y mi mi herramienta es el baile. Habla de filtrar su inquietud artística, ¿cómo lo hace?

Se me vienen y quiero hacer todas las películas que veo, los libros que le-o… No sé por qué, pero el arte en general que veía lo quería meter bai-lando, pero no, digamos, por fuera, sino en mí; no en una escenografía, en una música, sino que todo lo que veía como que se me metía dentro y a ver luego cómo sa-le. El choque visual o musical impacta en el cuerpo, y a ver cómo eso se desarrolla y cómo transforma la mente y el cuer-po. Eso es complicado de aplicar en el flamenco, ¿no?

No sé si maduro o in-ma-duro. En esto yo creo que va bien el des-equilibrio… El equilibrio a mí me da un poquito de miedo porque mata, mata al arte. Esa lo-cura… Cuando hago algo nuevo, que no se sabe qué es, ni nosotros mismos sabemos qué es, siempre hay un temblor, una chispa, pero luego como que nacen cosas y… Al principio siempre hay una pequeña crisis de a ver si esto va p´atrás o p´alante, pero el tiempo me ha dado la razón. No me ha ido mal ser valiente. Siempre es “¿Lo hago?, hazlo”. Como que el Is-rael Galván de esta segunda vida desequilibra muy bien. En la persona de la calle me gusta ser nor-mal, y dejo el bai-laor fuera, porque vivir la vida normal te enriquece mucho para luego irte al mundo irreal de hacer lo que te… Hay como un-a constante búsqueda en contacto con la realidad y, en cierto modo, me gusta decir que no so-y pro-fesional total. Creo que mata un poco ser tan profesional.

Tú sabes que en el fla-menco puedes salirte de las normas. Yo, cuando gané todos los concursos fla—mencos, me dijeron “¿Ahora qué haces?”. Ahí es cuando no tenía ganas de bailar, bailar toda mi vida en un concurso, ya está, bailé para el jurado, me die-ron el pre-mio y a partir de ahí tuve la casualidad de encontrarme con Pedro G. Romero (sigue siendo hoy el director artístico de sus obras). Yo tenía como una cosa innata que veía películas y leía libros que no sabía que eran de autores muy así, tenía vistas las películas de Kubrick, con la música me quedaba como hipnótico, leía pero no sabía que eran de autores importantes… y con Pedro fue la casualidad. Me cogió la época en que me puse un poco más gordo porque na más que estábamos de tapas por Sevilla, y yo sentí que hice un curso de arte en general. De ahí digamos nació un poco mi mi mi verdadera vocación que es el baile, pero que es el arte en general.

¿Eso que describe es el escurridizo duende flamenco?

Tras apostar por ese camino, ¿tuvo que escuchar muchas críticas?

Cada uno te lo puede explicar de u-na manera, pero duende me suena a mí a una palabra mágica. Por ejemplo, yo lo cojo desde las energías de las per-sonas, necesito para bailar… eh… emociones nuevas porque si no no brilla. Para mí es muy importante la manera de estar (remarca el verbo con el tono de su voz y con su gesto) en el escenario, ya puede ser con un

Luego, ya vienen los consejos de tu familia, de los amigos o del en-torno, pero había una cosa dentro de mí, la sigue habiendo, porque todavía pasan los años y me critican igual. Siguen las mismas dudas, y estos es un de-sastre, y en los teatros la mitad dice que sí y la otra mitad que no… Es un eterno debate, pero todo el mundo se espera que voy a hacer esto y es otra cosa,


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El equilibrio a mí me da un poquito de miedo porque mata, mata al arte.

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y digo “Pues lo siento, no voy a ser siempre el mismo para ti”.

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¿El baile le ha salvado de la incomunicación?

Total. Yo yo yo si no fuera por el baile, pues no sería… De momento soy antiso-cial, bueno no antisocial, no soy muy sociable, voy por la calle y tengo siempre ultrasensibilidad. La única co-munión que tengo yo verdadera con las per-sonas es el baile. Veo que en el teatro o en cualquier espacio que baile yo y haya público es como esto es una cosa religiosa, como una comunión de personas que se reúnen para verme bailar, y yo cojo y ellos me dan. Salgo de ahí y no tengo la facilidad esa de de de… bueno tampoco hablo muy fluido, claro… En la vida, el baile, cuando me encontraba mal, me ha dicho vente p´acá que yo te cuido. Tengo como un ángel de la guarda que es el otro yo´, y que es un gigante, pero me viene muy bien desconectar de ese. Sí que me doy cuenta cuando es el mundo real, y hay hay una gran diferencia con ese otro mundo, es como un videojuego. ¿Se considera un genio del baile?

No puedo decirlo, no. Pero muchas veces cuando ensayo mucho, y piensas mucho, y de vez en cuando empiezas a hacer cosas que te gus-tan… en esos momentos dices qué suerte tengo, las cosas que es-toy haciendo. No es genial, pero es como un poquito droga, trabajo tanto porque sé que cuando voy a bailar me va a… lle-var eso a otro sitio. Sí, me considero con suerte de cuando bailo viajar con la men-te y hacer cosas que que que en la vida real no pue-do… y es verdad que me desconecto de la la la realidad. No sé lo que pasa, pero me enchufo y en escena y donde bailo sí que veo como universos nuevos, y eso para mí es genial, eso, pero no sé para los demás (risas).

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¿Qué tipo de espectador es Israel Galván?

Yo valoro a to-da la gente que se pone en el escenario y siempre le busco el punto bueno, pero la verdad que son pocos los que me sacan de… Y cuando me gusta mucho, jaleo mucho, aunque no sean fla-mencos empiezo en el público a gritar y decir olé. Me da rabia encontrar también (tono travieso) a gente que yo diga por qué esto no se me ha ocurrido a… mí, y en el fondo lo admiro. Un poco de miedo de decir joder… Yo leí una frase de no sé quién de lo de robar, y es verdad que me encanta robar, porque luego en tu cuerpo se transforma; yo creo que robas no para copiar sino robas porque ne-cesitas. Estás pendiente de todo para cogerlo. El baile y tu hambre es un bicho que no para, y necesita co-mida y que estés bien, cuerdo, loco… Necesita mucho porque luego se lo das y luego él te te te lo da, es un poco esquizofrénico, pero bueno… el arte es un poquito… hay algo de duen-de, ese es el duende, todas esas cosas que se mezclan… creo.

Trabajó con Enrique Morente, ¿se siente identificado con su trayectoria?

En-rique… la trayectoria en cada disco sí que era una constante bús-queda, y con la edad y el tiempo u-saba su voz, no era el cantaor que se lamentaba por no cantar como cuando joven sino que se… a-moldaba. Todas las cosas que le criticaban a Enrique eso lo transformaba… en algo. Es un superviviente total; en el cante y en la época que vivió, totalmente es un ejemplo. ¿Y por qué siempre se ataca a quien se arriesga y no a quien se limita a repetir?

Les a-susta un poco que les cambien las normas. Bueno, deben de en-tender que los clá-sicos, Carmen Amaya, Paco de Lucía, Fa-rruco… que ellos rompieron con lo que había. Esto es una cosa ya que por hechos tiene que tener una lógica de de decir “Oye ,esto va en evo-lución”. El debate de siempre flamenco y no fla-menco, se critica a los que estamos haciendo cosas nuevas porque no es fla-menco, pero es la época que nos ha to-cado vivir… para qué repetir lo que ya han hecho y no les va salir igual, es imposible, es la raíz, pero para que sea verdadera se tiene que transformar en otra co-sa. Lo critican como una pérdida de la iden… identidad, pero es que no nos queda o-tra que demostrar la verdad de nuestra época. ¿Y cuál es esa verdad?

La época que viene creo yo que es más mental, no es tan rítmica, no es tan ar-mónica, es como más… eh… eh… digamos, a lo mejor el futuro del flamenco son gente que no son fla-mencos, son los que verdaderamente entienden el flamenco como ra-íz, y saben que no pueden copiarlo, entonces lo transforman en otra cosa. ¿Qué cree que cambiará en el baile después de Israel Galván?

Creo que antes de mí siempre ha habido e-voluciones. Hemos hablado de Amaya, Farruco, Mario, y yo creo que lo que aporto un poco es la libertad de mo-vimiento y la libertad de idea. Por-que seas flamenco no tienes que hacer una cosa típica fla-menca, sino que tú eres flamenco ya de por sí, no te tienes que disfrazar de flamenco, no tienes que hacer un gesto más flamenco porque eso sería exagerar lo que ya tienes. Yo soy flamenco ya, tengo el gesto flamenco, pues la idea es que se puede pedir un ta-xi, y con ese gesto (levanta su mano derecha como para parar un taxi) ya es flamenco. Aporto que no hay esta postura es flamenca y esta no, no, son todas, lo que pasa es que la energía, cómo lo hagas, la manera estar en el es-cenario, es lo que es… Esta música no es flamenco, da igual, puedes poner una música de Ligeti, de momento no es una fusión, pero hay un encuentro


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al final de ra-íces, te das cuenta de que venimos del mismo origen. Ahí aporto el baile en libertad, y no hay que forzar el to-no fla-menco, ya está ahí. ¿Sus pasiones además del baile?

La fa-milia… Yo soy sen-cillo, vamos… Yo que sé, leer, el Betis… Al final la pasión mía es vivir la vi-da, la misma vida en sí es una pa-sión, ya puede ser un día solo, lo veo todo como a ver qué va a pasar… El estar en la vida así para mí es la pasión. ¿Y sus miedos?

Vienen un poco del cambio de la vi-da, cómo los años pasan y el miedo es intentar lle-varlo bien. No hay miedo, sí como una alerta. Yo no no soy persona que ten-ga miedo, pero en alerta sí. Estoy en alerta tanto en el baile como en la vida. En el baile, la alerta de oye que vas cumpliendo años, que no se qué va a pasar… Los niños se hacen gran-des y los ciclos de la vi-da son mis miedos, pero hay que vivirlos. ¿En qué cree?

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Creo en… el universo, un poco. No me quiero poner místico, pero cuando te pasan cosas buenas o malas, al final hay algo, una fuerza que se conjunta… Por decirte algo, en el universo, y ahí nos metemos to-dos. ¿Qué cosas le indignan a esta alturas de la vida?

Está uno acostumbrado a que haya cosas malas, lo veo con nor-malidad. No no me in-digno. Es verdad que las personas, cuando nos hacemos daño los unos a los otros… Los políticos, las guerras, los gobiernos y los bancos, esos los doy por perdido, eso no está en mis ma-nos. Pero me indigno cuando las personas nos hacemos daño… y las cosas chiquititas de las casas, las cosas feas de asesinatos y de cosas caseras son las que me dejan… me in-dignan. Tía Anica la Piriñaca decía que la boca le sabía sangra al cantar por siguiriyas, ¿ha sentido algo parecido?

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Cuando bailo, digamos como que pierdes un poquito de vida bai-lando. Cada vez que bailas, creo que ganas también, porque el baile te puede dar vida, se-guro… cuando bailo, he aprendido el bai-le te re-genera: estás resfriado y las defensas te suben y se te quita; estás cansado y podías estar bailando… Veo que el baile es una medicina. En el tema de romperse, de la sangre, yo creo que te tienes que dejar un poquito de alma, un poquito de tu vida, te tienes que entregar, tienes que hacer un pacto… No puedes ser tan pro-fesional, y eso te lleva romperte coas, pequeños músculos, li-gamentos, a hacerte distensiones… y hay que romperse para bailar. Considero que el flamenco es, en cuanto al baile, muy rítmico, somos percusionistas, bailamos con los brazos, con los pies, pero también hay una cosa emocional muy fuerte… por eso el flamenco está ahí en el mundo. Cuando dicen baila muy bien, pero es muy frío, hay que romperse un poco para transmitir. Yo me dejo un poquito de vida… siendo yo… eso… (deja suspendido en el aire el adjetivo demostrativo y se levanta de la silla). Un canción: Shudder to think de Sylvie Courvoisier.

La única comunión que tengo yo verdadera con las personas es el baile.

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OPINIÓN

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CUALQUIER TIEMPO PASADO T e x t o : A m a r o S á n c h e z d e M o ya

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o sé si es por encontrarme en esa edad en que ya no se es joven, pero en que tampoco se es viejo, que empatizo de manera irracional con ambas edades, pero no siempre al mismo tiempo. Observo pues, que de manera casi arbitraria, aparecen en mí, actitudes “carcas” que identificaba en mis mayores y que otro habría criticado como ajenas a mi ser y veo también cómo me abandonan otros ademanes enérgicos e idealistas que me recuerdan a la vehemencia que impregna nuestra juventud y que muta en otra cosa, a veces menos romántica pero igualmente necesaria para la humanidad. Esa dualidad entre lo maduro y lo nuevo y, sobre todo, la dicotomía existente en la visión que sobre el uno tiene el otro, me hace pensar que, pese la larga experiencia del ser humano, éste no ha sabido acortar las distancias entre ambas realidades; y que el choque frontal intergeneracional se repita inexorablemente una y otra vez, siendo lo más curioso de este hecho que el mismo joven que entra en conflicto con los adultos de su presente será en el futuro el adulto que colisione culturalmente con la generación que le coja el relevo.

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Esta actitud de desconfianza entre lo nuevo y lo viejo ha existido siempre, y no son pocos los testimonios antiguos que describen a la sazón: el ocaso de la sociedad por culpa de una incipiente juventud perezosa e inútil; el fin del arte, porque ya no se hace nada nuevo y todo es una copia de lo anterior; o la inevitable muerte de una civilización, porque ya se han perdido todos los valores que se han construido desde antaño. El caso es que el eco pernicioso resuena siglo tras siglo y, a pesar de él, la tierra sigue dando vueltas sobre sí misma: sigue habiendo civilización, arte y una juventud que cosecha sus éxitos nutriendo con ellos el entramado de una sociedad que no es la de antes, pero que tampoco es peor. El quid de la cuestión es, sin duda, la falta de memoria. Somos el joven que fue, pero lo que recordamos es otra cosa diferente a la que vivió ese joven. Según Hermann Hebinghauss, cuyos estudios sobre la memoria se mantienen vigentes, cualquier cosa aprendida, se comienza a olvidar progresivamente hasta el punto que, pasados treinta días, conservaremos sólo un veinte por

ciento de la información adquirida. Imaginemos qué detalles podríamos recordar pasados los años. Por su lado, otro estudioso de la memoria, Baddeley, sostiene que las características importantes de lo recordado son filtradas, mientras los detalles son directamente destruidos o almacenados de tal forma que nos es fácilmente accesible en su forma original. Pensar pues que el pasado siempre fue mejor, que los jóvenes de antes eran más competentes, que el sol brillaba más y que había más estrellas en el firmamento, tiene más que ver con lo mal que lo recordamos, y con el romanticismo (y esto no es malo) con el que lo recordamos, que con la realidad misma. Ha caído en mis manos hace pocos días un artículo muy optimista en el que con diez gráficos nada subjetivos se nos ilustra cómo vivimos el mejor momento de nuestra historia en cuestiones de desnutrición, sanidad y acceso al agua, esperanza de vida, tasa de pobreza, disminución de la violencia, tasa de analfabetismo, tasa mundial de esclavitud, igualdades sociales y protección al menor. Ante la razón, queridos amigos, no cabe la memoria, y, recordemos lo que recordemos, los hechos son los que son. Así pues, ¡feliz dos mil dieciocho! -

Una melodia: 2º movimiento andantino semplice Concierto nº1 para piano de Tchaikosky.



FUE MUY

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Juan Miguel Sánchez Texto: L A OLIVET TI MELL ADA

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La fama juega a la ruleta rusa con el azar. Pasar a la posteridad como un artista sobresaliente depende de algo tan fortuito como la geografía. Donde naces, pero sobre todo, donde desarrollas tu carrera artística, graban o borran tu nombre en la historia del arte. “El destino es caprichoso”, alegan algunos para salvar a la sociedad en la que están insertos del delito de lesa sensibilidad artística. “El tiempo pone a cada uno en su sitio”, es otro lugar común utilizado para tapar las vergüenzas colectivas de las injusticias cometidas con uno de los nuestros. El destino y el tiempo, esos dos tahures malcriados, siguen jugando en contra de este artista que decidió trabajar en el mismo lugar donde nació y murió, en el sur. Es Juan Miguel Sánchez, el escapista del tópico.

E

l 17 de agosto de 1899 nace en El Puerto de Santa María, mostrándose como un artista precoz: con solo ocho años es matriculado por sus padres en la Academia de Bellas Artes Santa Cecilia de su localidad natal. Él mismo lo atestigua: “La vocación por la pintura se despierta en mí desde muy pequeño. Una caja de colores fue siempre mi juguete favorito”. Además del dibujo y la pintura, Juan Miguel también estudia música, destacando como alumno aventajado con las mejores notas de su promoción y algunos premios.

en una posición que evoca a las Inmacualdas de Murillo, mientras la ciudad, nocturna y estrellada, sirve de fondo. Este cartel obtuvo numerosos galardones, entre ellos el primer premio en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1926. Sánchez participó en esta exposición por primera vez con dos obras, el cartel premiado y otra titulada Aurora sevillana, galardonada con una medalla de tercera clase en Arte Decorativo y adquirido por el Estado. Posteriormente volvió a participar en esta Exposición Nacional en 1932, 1934 y 1936 en la sección de Pintura con distintas obras pictóricas. En 1938 pintó unos murales destinados a la capilla de la barriada cordobesa de la Electromecánica y un año después organizó su primera gran exposición individual en San Sebastián. El pintor de El Puerto se adentra en la década de los cuarenta con numerosos encargos. Así, en 1941 pinta los murales del vestíbulo de la antigua estación de autobuses de Sevilla, en los que plasma escenas costumbristas dotadas de una singular modernidad. En 1942 expone en la Sala Gaspar de Barcelona treinta y cuatro cuadros y en el 43 participa con una obra en la Exposición Nacional de Bellas Artes. En este mismo año obtiene por oposición la Cátedra de Procedimientos y Técnicas de la Pintura de la Escuela de Bellas Artes de Sevilla, siendo nombrado dos años más tarde académico numerario de la Academia de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría de Sevilla, para cuyo ingreso preparó un discurso sobre la pintura al fresco.

Con esta formación se traslada a Sevilla en 1918 para estudiar por libre en la Escuela de Artes y Oficios, donde tiene como maestros a Virgilio Mattoni, Gonzalo Bilbao y Manuel González Santos. Más tarde, se propone formarse en la sección de Bellas Artes del Ateneo sevillano, y lo consigue gracias a un brillante ejercicio de ingreso. Durante su etapa de clases nocturnas en el Ateneo conoce a Gustavo Bacarisas, un pintor ya consagrado que influirá de manera determinante en el joven artista portuense.

Continúa concurriendo a las Exposiciones Nacionales con obras que obtienen galardones menores hasta que logra en la de 1948 la medalla de primera clase con La lección de los seises. Desarrolla sus facetas de muralista y pintor sin abandonar la de cartelista, consiguiendo varios premios en los concursos de carteles de las fiestas de primavera de Sevilla (1925, 1929, 1931, 1942 y 1944) y en el de la Semana Santa de 1948. Sánchez se muestra como un artista completo y con capacidad creativa para otros géneros como la cerámica, el dibujo, la acuarela, el diseño y la decoración.

La década de los veinte del siglo pasado es la edad de oro del cartelismo en una ciudad volcada en la Exposición Iberoamericana y esperanzada en recibir a miles de visitantes foráneos. Juan Miguel trabaja durante un tiempo en un taller de cerámica de Triana, pero pronto se interesa por el mundo del cartel, en el que introduce novedades técnicas y supera las estereotipadas imágenes costumbristas mil veces repetidas hasta entonces. En esta época se dedica con enorme entusiasmo a la creación de carteles, destacando el de las Fiestas de Primavera de Sevilla de 1925, donde asombra con un estilo propio, con una sensual mujer vestida de flamenca y con mantilla negra

Es en el campo del diseño y la decoración donde el artista portuense quizás muestre de manera más clara sus influencias modernistas pasadas por el tamiz oriental y costumbrista; un estilo propio, sin igual en el sur de España, que tuvo el valor de llevar a un terreno tan conservador y reiterativo como el de los pasos de la Semana Santa de Sevilla: la originalidad y el atrevimiento del diseño de los bordados del paso de palio de la Hermandad de Los Negritos aún siguen asombrando a los espectadores. Lamentablemente todos los locales comerciales decorados por Juan Miguel Sánchez se han destruido o desfigurado, siendo el último de ellos el famosos café Laredo de Sevilla.


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En 1970 Juan Miguel Sánchez se jubila y su salud comienza a deteriorarse hasta su muerte en Sevilla en 1973. La temática de su obra le empujaba a convertirse en un artista tópico y absolutamente prescindible. Sin embargo, su apuesta por la ruptura del tópico desde dentro y su influencia modernista convierten a Juan Miguel Sánchez es una excepción y un hito en la vanguardia artística andaluza de aquella época. Su pintura, de raíz realista, integra rasgos técnicos de modernidad y ciertas connotaciones impresionistas en el tratamiento de la luz y las formas provenientes de su etapa de aprendizaje al lado de Bacarisas. Entre su amplia obra, destacan los carteles de las Fiestas de Primavera, Semana Santa y Feria de 1925 y el de 1944, expuesto en el Museo de Artes y Costumbres Populares de Sevilla. Como muralista, además de la decoración de la capilla de la barriada cordobesa y los frescos del vestíbulo de la Estación de Autobuses de Sevilla, sobresale su trabajo en

el coro de la Iglesia de San Luis de los Franceses (Sevilla), la decoración del vestíbulo del Edificio Portugal (C/ Marqués de Paradas, Sevilla) y un fresco donado a la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría. En su faceta de pintor destacan, además del premiado Lección de los seises, los óleos La Novia (Museo de Bellas Artes de Huelva) y el retrato de su esposa en el Bellas Artes sevillano. El tiempo suele ser lento en hacer justicia y el destino terco en sambenitar. Solo las almas libres y creadoras se atraven a escapar del cautiverio de tan férreos carceleros, y Juan Miguel Sánchez, por lo menos, lo intentó. Ahora nos toca a nosotros decidir si lo logró. -

Una canción: IV. Parque Guell de Luis Naon y Philippe Limoge.


OPINIÓN

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EL RESTAURANTE Texto: PILAR RODRÍGUEZ

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ILUSTRACIÓN: LIT TLE

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e me escapó un tren a los diecisiete. Ha comentado ella mientras ponía más vino en las dos copas. No vamos a esperar a que venga el camarero, ¿verdad? Sigo pensando que aquel tren era el tren. Tú no lo vas a entender pero, por aquella cobardía personal, ahora sólo busco a valientes, para aprender de ellos. Estás igual. El mismo color de camisa cuando la última vez que nos vimos. Las canas asomándose, pero tú nunca dejaste que se instalaran. ¡Ja! Ahora sí puedes disimular, como siempre, con tu edad. Te costó entender el paso del tiempo. Intuyo en tu mirada que sigues sin comprender que nos vamos, y lo más probable es que ese día nos llegue con la cocina desordenada y la cama deshecha. Te lo advierto. O saliendo del restaurante en el que hoy nos encontramos. Es increíble pero los camareros siguen conservando el uniforme blanco con esas horribles pajaritas negras. Me acuerdo cuando veníamos y nos recostábamos en el piano de cola, para luego acabar bailando al lado del cuadro que se mantenía torcido durante toda la noche. Como si formara parte de la función. Como si también quisiera bailar con nosotros. Luego siempre terminaban echándonos y tú y yo encontrándonos en la salida. Está bien que ahora lo hayan convertido en un lugar de obligada visita para gourmets. Ellos entretenidos en sus cuentas de Instagram, preocupados por hacer la foto antes de probar el plato. Tú y yo nunca nos aguantamos tanto las ganas.

Le he dicho a mis hijos que no hagan planes a largo plazo, pero no creo que me hayan escuchado. Tampoco estoy segura de que necesitaran el consejo. Han viajado más que tú y que yo, pero tienen sueños distintos a los nuestros. Todo les ha pasado antes, pero lo han tenido que vivir después. Tú y yo teníamos referencias. Ellos han tenido que creárselas. Buscar otros libros y otros autores. Buscarse y creer mucho en sí mismos. La generación de la melancolía de la que hablan todos los periódicos. Tampoco saben los que escriben esas cosas que ellos son la única generación que puede ayudarnos a dar el paso hacia adelante definitivo. ¿Con el dedo pulgar en sus teléfonos inteligentes? ¿Más preocupados por la iluminación de cada uno de sus selfies? Ya sé que te lo estás preguntando. Pero sí, están abocados a cambiar el mundo, y a hacernos mejores, aunque ellos aún no lo sepan. Volvamos a ti y a tu cicatriz. La de la barbilla. Y al dolor en el esternón. Si aprieto, ¿aún duele? Sonríes. Se te siguen pronunciando los hoyuelos que heredaste de tu padre. Mis hijos han sacado los míos y el prontito de él. No hace falta que te lo nombre, lo sé. Cuesta creer que tú y yo un día tuviéramos un proyecto. Juntos. Y risas hasta el amanecer en lugares comunes. Me dejaste las canciones y tus pinturas abstractas. Volví muchas veces a esos museos buscando a tus autores. Y te dejé escapar, por eso ahora tengo un hijo apasionado por el arte. Hay errores que te persiguen durante toda la vida, incluso más que los aciertos. “Me mentiste. Y ya no vamos a recuperar el tiempo perdido, ni siquiera esta noche. Pero sí podemos seguir bebiendo más vino. ¡Camarero!”. Por fin hablaste. -



OPINIÓN

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A DILDO MUERTO T e x t o : TA I T E C O R T É S ILUSTRACIÓN: MARINA NOSEQUÉ

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l día en que me vi mirando atónita el averiado dildo sin saber en qué cubo depositarlo, entendí que lo de reciclar se me había ido de las manos. Mi conciencia social y la imagen de una tortuga atacada por un objeto fálico flotante me podía. Esos pobres reptiles torturados ya provocaron que me dedicara a cortar en pedacitos las redes -parece que asesinas- que aglutinan las latas. Así que ahí estaba yo, evocando la fauna marina y descartando opciones para facilitar la decisión. “Vale, no es papel, ni orgánico (aunque cada vez las texturas estén mejor conseguidas)”; de manera que la disyuntiva se quedó en si debía catalogarlo como plástico y se derivaba al bidón amarillo; o si era electrónico y tenía que descartarlo como a una radio. Radio y dildo juntos, promotores de mis mayores placeres, no era mala opción. Menos mal que la dicotomía orilló cierta melancolía. Al fin y al cabo, fue el primero: el que ordenó orgasmos, izó autoestima, completó juegos compartidos, conjugó algún insomnio. Y, sobre todo, me guió en el descubrimiento de un mapa íntimo y desconocido, que me permitió ser primero (auto)exploradora para luego pasar a ser sherpa y guiar a aquellos que se acercan siendo generosos, aquellos que “no pierden si ven que ganamos”, que canta Antílopez.

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Y qué jodienda, pensaba con el aparato en mano. También a éstos les llega su hora sin que medien soluciones azules, remiendos químicos. Obsolescencia programada en látex, fin nada prostático y sin apenas trauma. Y a dildo muerto, dildo puesto. Que queda tanto por explorar… Iba de idea en idea, pero no despejaba la duda: en cualquiera de los bidones en los que acabara el juguete resultaba ectópico. Deberían poner en los puntos limpios un sector de “no sabe/ no contesta”; o sector gorrigüeña -ni gorrión ni cigüeña- para aquellos residuos que pueden enmarcarse en varias etiquetas. Y ahí dejas tú el marrón de la indefinición, previo encogimiento de hombros, para que decida otro. Que a mi esto me está llevando más rato y neuronas de las que pensaba cuando me encontré en la disyuntiva de cómo deshacerme de mi primer dildo.

Igual, la mejor opción era darle cristiana sepultura y que se fuera con la misma discreción con la que llegó -un amigo me lo regaló con mucho secretismo-. Porque seguimos tiñendo de tabú lo que atañe a nuestra sexualidad, especialmente en femenino. Mujeres condenadas por siglos a no sentir, a no disfrutar, a no conjugar el reflexivo de satisfacer, porque el placer siempre caía del mismo lado. Y proyectarme dejando en el contenedor amarillo dos tetrabricks, seis latas de Cocacola y un vibrador estándar ante la mirada de la concurrencia me daba la risa. Porque aunque después llegaron diseños más modernos y menos evidentes, éste era de los realistas, qué digo realista, hiperrealista, como un Antonio López del muestrario de juguetes. Lo del diseño en estas cosas ha evolucionado mucho, tanto que las bolas chinas de una amiga acabaron encasquetadas en el árbol de navidad, confundidas por su hijo con un adorno para la ocasión. También barajaba si no debería preceder a su eliminación, fuera cual fuera, un reconocimiento por los servicios prestados, un “fue bonito mientras duró”, un “tú sí que me conoces profundamente”; y es que después de tantos años de conexión, dejarlo ya me parecía carente de tacto, frío. A amantes que me han dado menos les he hecho más alharacas a la hora de plantarlos. Qué menos, ¿no? Total, que sigo sin saber qué hacer, ni dónde depositarlo, ni cómo desecharlo, y anda en un armario guardado esperando a tomar la decisión que no pude alcanzar en su momento y en la que sigo atorada. Esperando, tal vez, a que saquen un plan renove que me permita evolucionar el equipamiento con mejores prestaciones y servicios. Una canción: Con mis manos de Bebe.


POESÍA

TIE M P O I

Durante años solo vi una espalda, una nuca, sombrío el cabello que ya no lo será. La luna me ocultaba a quien mostrarse no quería.

Pero la lluvia, el musgo y los ponientes, lo que opera en la ropa desechada, tuerce zapatos y columnas, progresa en sombras y en ceniza mostró un mirar entristecido y amistoso, un día giró en silencio un rostro sin recuerdos. Preservado del huracán del tiempo detenido en un día olvidado, si el tiempo no las hiere quién puede detener el dolor de las horas que resbalan que van cayendo al suelo. (Poema inédito)

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TEXTO: JULIA UCEDA


OPINIÓN

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LA VUELTA AL MUNDO T e x t o : E VA D Í A Z P É R E Z

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ENERO - FEBRERO

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o comparto el rechazo a viajar que manifiesta Pessoa en Libro del desasosiego. “La idea de viajar me provoca náuseas”, llega a decir el gran escritor portugués transmutado en Bernardo Soares, su heterónimo más escéptico. Yo creo que los viajes tienen algo de ofrenda, de extravagante inmolación y que viajar esconde siempre tenues promesas de aventura. Y reivindico además los viajes con cierto sabor fetichista que me llevan a Lisboa para sólo pasear por las calles por las que anduvo Pessoa, visitar la ciudad Baixa, peregrinar hasta la Plaza de San Carlos y hasta tomar un café junto a su estatua en el barrio del Chiado.

lance con tanta codicia que ahora no he tenido más remedio que iniciar otra temeraria incursión en el intrincado follaje de libros que voy amontonando de la misma forma que Michel de Montaigne amontonaba sus fantasías a medida que iban haciendo acto de presencia; ora apelotonándolos en masa, ora poniéndolos en fila.

A pesar de todo, aunque disiento de la desasosegante afirmación pessoana de que sólo la debilidad extrema de la imaginación justifica que haya que desplazarse para sentir, coincido sin embargo con el poeta polimorfo en pensar que no hace falta moverse de la propia casa para emprender grandes viajes. Un día intentando imponer cierto orden en el caos de mi biblioteca puede convertirse en un apasionante viaje alrededor del mundo no sólo geográfico sino moral, intelectual: un fascinante viaje alrededor del mundo de las ideas.

Decía Plinio que las almas inmortales hablan en las bibliotecas, pero el desorden de la mía provoca tal barahúnda que hace imposible la charla sosegada. Es más, la promiscuidad literaria desencadena no pocas veces una reinterpretación casera del debate clásico en la República europea de las Letras entre los Antiguos y los Modernos. La biblioteca se convierte entonces en un campo de agramante donde baten sus armas escritores de todas las épocas. Bravos poetas jóvenes de hoy, por ejemplo, como Braulio Ortiz Poole, Carmen Camacho o Joaquín Pérez Azaústre, en una implacable lucha por colocarse en un estante de privilegio le hacen burlas al mismísimo Góngora ante la susceptible mirada de Federico García Lorca, Dámaso Alonso, Rafael Alberti, Jorge Guillén, José Bergamín y todo el contingente poético de la Generación del 27 que no admite bromas con su monstruo sagrado, y mucho menos estando tan reciente la celebración del 90 aniversario de su acto fundacional en Sevilla dedicado a reivindicar al ilustre poeta barroco.

Sin necesidad de sufrir las incomodidades de los viajes, agravadas en estos tiempos de terrores embozados por una seguridad asfixiante, mientras intento domeñar mis anaqueles, emulando a Cortázar soy capaz de dar la vuelta al día en ochenta mundos librescos. Así, pues, como aquellos valientes exploradores del siglo XIX que se adentraban en selvas ignotas, cada cierto tiempo cojo mi salacot y, dejando por supuesto una nota a mis allegados por si me pierdo en el intento, dejándome llevar por el olor intenso y amargo de la tinta me adentro en el laberinto de mis libros con la utópica intención de ordenarlos. Sin embargo, la anarquía bibliotecaria que llega a causar mi condición de letraherida crónica me proporciona curiosos hallazgos y reencuentros que siempre me distraen del empeño ordenador. Y es que, en los momentos del brote agudo de mi enfermedad, cuando el ánimo lector roza la esquizofrenia compradora, la casa entera se llena de nuevos libros que vienen a engrosar peligrosamente la lista de ejemplares pendientes de ubicación. Con ocasión de la última Feria del Libro Antiguo y de Ocasión de Sevilla, para celebrar su 40 edición recorrí las más de veinte librerías anticuarias y de

Infructuosa como todas, en esta ocasión nada más empezar me he encontrado con un ejemplar de Libro del desasosiego que estaba perdido (misterios de la entropía que domina mis estanterías) en una balda con pregones de la Semana Santa sevillana. Y así ha sido cómo, antes de dejarlo finalmente junto a la obra poética de Pessoa, me he sumergido en sus páginas para recordar esas frases en contra de los viajes y otras que desde luego me reconcilian con este genial divagador ayudante de contable: “Escribo para distraerme de vivir”, “Leo y soy liberado”…

Como en su esfuerzo por abandonar el envilecedor amontonamiento del suelo y dignificar sus obras haciéndose hueco en alguna noble estantería, los libros me rodearon amenazadoramente, cuando dejé de leer a Pessoa me acordé de Jonathan Swift y su Batalla de los libros, pero al buscar el ejemplar para continuar evadiéndome como suelo de mi pretensión inicial, no lo encontré. Sí encontré, sin embargo, su divertida sátira Una modesta proposición y pensé que quizás la propuesta que él hace para evitar que los niños pobres de Irlanda sean una carga para sus padres y para su país sea también la solución más adecuada para ordenar de una vez mi biblioteca: comerme los libros. Sé que en alguna parte hay libros intonsos, valiosos ejemplares con las páginas aún pegadas que son como esos niños pobres de Irlanda a los que nadie quiere. Y pienso que quizás debería empezar por ellos, como me instruye Jonathan Swift, para evitar su sufrimiento y, de paso, para hacer algo de sitio. Para valorar convenientemente la estrategia “librófaga”, he desistido una vez más de intentar ordenar este universo de papel y me he sentado a leer al padre de Gulliver confirmando la sentencia de Pessoa: Leo y soy liberada. Ya habrá tiempo de ordenar el caos. -




A pinceladas

EROTISMO

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T e x t o : B E A T R I Z C . B R AV O / I L U S T R A C I Ó N : S A R A B L A N E S

Moja el pincel para conseguir esa textura pastosa que dice “no es imagen, es carne” a todo el que contempla su pintura. Se aparta un poco del lienzo para observarla. Está sentada sobre el sillón, iluminada por la luz natural que entra por la ventana, totalmente desnuda pero parcialmente tapada por su postura, casi detenida en el tiempo. Conoce el tacto de esa piel bajo sus manos y el sabor de su sexo en su boca, pero aún no diferencia sus tipos de gemidos y por qué un mordisco en la nuca le hace temblar las piernas. Sólo quiere dejar los pinceles y aprenderla de memoria. Comerla. Poseerla. Traspasar el lienzo. “No vas a tocarme”. Le lee el pensamiento, o la postura. Por un momento había olvidado que él también es observado.

“Oh, claro que voy a tocarte”. Se esconde detrás del lienzo, su mano guía el pincel. “Te toco ahora, en tu pecho izquierdo, con tonos rosas y blancos, me deslizo por tu hombro y tu cintura y me detengo en tu ombligo”. Su voz se vuelve un poco ronca: “te toco con verde oscuro por donde no se atreve a llegar la luz, bajo el vientre, en la única penumbra que no me importaría perderme”, aparta su mirada del lienzo y vuelve a dirigirla a ella. Nota un latigazo en la entrepierna, jadea. Ha cambiado de postura ligeramente y los contraluces casi han desaparecido. Su sexo brilla con la luz de la ventana y se roza con la mano, expuesta. Como un acto reflejo él también lo hace. - ¿Y si te toco ahora? Ella sonríe. - ¿Con qué color? Una canción: I Try de Macy Gray.

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Q

ué pena no poder dibujar el sabor de sus pechos, plasmar ese punto adictivo de sus aureolas y esa capacidad saciante de sus pezones. La parte salada y oscura en la que va de uno a otro perdiéndose en ellos y el punto dulce cuando encuentra el camino a la cima. Qué pena que la pintura solamente pueda evocar sentidos y no plasmarlos puramente.


REPORTAJE

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Funeral poético a una Virgen en llamas Texto: JOSÉ MARÍA RONDÓN

El incendio que hace 45 años redujo a cenizas la antigua talla de la Virgen del Patrocinio inspiró a Alfonso Canales, José Luis Ortiz de Lanzagorta y Rafael Pérez Estrada un poemario delirante, transgresor y vanguardista que llegó a ser aplaudido en su día por José María Pemán: “El fuego se ha vuelto teológico para siempre”.

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“Ayer, sobre las tres y media de la tarde, se descubrió un fuego en la capilla del Patrocinio, iniciado en el altar mayor, que estaba dispuesto para la celebración del quinario. La bellísima imagen de Nuestra Señora del Patrocinio quedó reducida a cenizas” “La pérdida más sensible ha sido la imagen de Nuestra Señora del Patrocinio, atribuida a Cristóbal Ramos, notable autor del siglo XVIII. Ha desaparecido totalmente, pasto de las llamas. El fuego ha afectado sólo el talón del Cristo”. “María Santísima del Patrocinio, la bendita madre de ‘El Cachorro’, era ayer tarde un montón de carbonilla que la gente pisaba sin saber que poco antes sobre aquellos restos calcinados se alzaba la gentileza de la grácil talla de la Dolorosa sevillana”. De diversos periódicos sevillanos. 27 de febrero de 1973.

“V

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írgenes sevillanas de altos hornos se hacinan a las ascuas,/ mística antropofagia de trascender en Cristo por la llama/ y enviudar en Cristos por braseros”. Huele a cenizas de lirios, a calderas de maderas sagradas, a tarde calcinada. Corre el mes de febrero y una chispa rebelde, quizás de una vela, ha prendido en el terciopelo del altar de cultos. La iglesia arde y sucumbe la Virgen del Patrocinio. Con ella, su corona procesional, la saya de tisú y parte del respiradero del paso de palio. Un ángel atribuido a La Roldana y dos tallas del siglo XVI de san Isidoro y san Leandro también son arrasadas por el fuego. El Cachorro se salva. Las brasas han llegado hasta sus talones. Los poetas Alfonso Canales, José Luis Ortiz de Lanzagorta y Rafael Pérez Estrada realizaron un soberbio ejercicio literario sobre los restos de la imagen de la Virgen del Patrocinio, devastada por las llamas tras el incendio de su iglesia el 26 de febrero de 1973. Funerales para una Virgen (Propuesta

de texto a tres voces), título del delirante libro que recoge las impresiones de los tres escritores andaluces, es una insólita y genial propuesta de poesía barroca y vanguardista que atrapa toda la tragedia del acontecimiento entre narraciones apocalípticas e imágenes surrealistas. “Era un olor a guerra/ civil, a delirante/ pira de odios…”. El libro se escribió en unos días y se publicó al mes siguiente. Los poemas y las prosas parecen escritos cerca de las llamas, con la leña carbonizada a modo de tinta de vértigo y prisas. Al poco tiempo, la obra –que no llega al medio centenar de páginas- recibe el aplauso de José María Pemán. “El fuego se ha puesto serio y se ha vuelto teológico para siempre”, anota el escritor, quien llena los trágicos hechos ocurridos en el barrio de Triana de nuevas invenciones: “Las mujeres se arrodillan a la vera del círculo de ceniza que ha quedado en el suelo y la besan con unción. La liturgia ya tiene un nuevo trámite: ‘el besaceniza’”. Funerales para una Virgen (Propuesta de texto a tres voces) es hoy una obra de difícil acceso, una joya bibliográfica, una sinfonía rara y única sobre el alma de Sevilla. Y la Virgen del Patrocinio que ahora recorre las calles es otra inspirada en aquella macabra y humeante que contemplaron los tres poetas conjurados en este libro colectivo. “¿Qué te han hecho, querida niñita?”, escribe Ortiz de Lanzagorta (Sevilla, 19331998), un vanguardista vocacional, crítico literario, poeta y periodista, animador cultural, conferenciante y tornado de la nueva narrativa andaluza que algunos se inventaron en la década de los setenta. “Son los niños quienes encienden los fuegos y gritan delante de las llamas”. Es la potente sentencia de Jorge Seferis que encabeza la propuesta poética de Ortiz de Lanzagorta, el único sevillano de los tres autores, quien deja huella en este Funeral para una Virgen de su incomprendido vanguardismo que tan bien entronca con la tradición barroca. Este volteo de los registros también quedaría plasmado en el insólito libro Discurso de las postrimerías de don Miguel Mañara en su fantástica pasión y muerte, que remató en un subtítulo desmesurado y con cierta gracia: Con la historia que Valdés Leal contara al visitante de la Ciudad de los Locos, seguido de la Danza de las Antorchas. Lanzagorta titula su poema dramático Rigor Mortis, en el que incluye pequeñas acotaciones como Material para un collage por una Virgen en la hoguera: “Patio de los condenados por antiguos servicios. Material para chantres que cantan confortadoras salmodias. Ceremonial y culto. Réquiem por la crueldad. Y un título raveliano: Pavanepour une Infante Defunte. Pero no. (...) Las caras y los cuerpos quemados no


madrugada claváramos de oídos/ la imperturbable puerta, tal vez sonara, al cabo/ de los siglos, el grande/ alarido que falta, el hondo trueno/ fraguado en esa boca/ única”.

En estas páginas aparece una iglesia del Patrocinio, convertida en un infierno por las llamas, con personajes como Trajano, Dante, Nicolás Guillén, Antonio Núñez Chocolate, el cadáver de Ofelia, el espectro de La Roldana, la mandíbula de Belmonte, las manos cortadas de Justa y Rufina. También los óleos de Valdés Leal y las postrimerías de Mañara. “Ojo/ gesto y hoguera/ nube de cal y agua los íconos buscando/ Cachorro el cielo brota ángeles calcinados/ Primer y único círculo hueco o rastro del cuerpo/ aquí líneas que marcan (Huellas que guardan)/ Madona jovencísima con un mirlo subiendo/ la arcada de su cuello/ su recuerdo”.

Finalmente, desde la sala De Profundis, hace su entrada Rafael Pérez Estrada (Málaga, 1934-2000), poeta subversivo y elegante, de libros mágicos como El ladrón de atardeceres o el Libro de los espejos y las sombras, que se presenta para su Apócrifo Introito. Hay olor a “cera asesinada de un golpe”. Y, sugestionado quizás por los humores de la madera exudada, divaga deliciosamente entre el imaginario sagrado. “De alguna manera, lépori, vergüenza ajena o propia: bandeja teñida al caracol en baba de ágata (la santa), a dos (que más no hay) pechos cercenados: claxonante bocina de pezón y areola”.

Lanzagorta concluye con una amalgama de personajes invitados a esa iglesia convertida en patio de tragedias y la desolación de lo que ya era sólo un recuerdo: “¿Qué es lo que buscan, pues, nuestros ojos viajando así por el fondo de la noche, por el recuerdo de las pálidas mujeres hacinadas que lloran, como si mil o dos mil, y luego ochenta mil latigazos de plomo fustigaran a sus chiquillos, expulsándolos a un abismo de habitaciones cerradas?”. Y remata: “No queda más que una superficie cuadrada. El panel humilde del arte más humilde: la ventana interior de la memoria fija en fotografía. Érase una vez una virgen mirándose en un río...”. Por su parte, Alfonso Canales (Málaga, 1923-2010), autor de obras como Sonetos para pocos o Tres oraciones fúnebres, se detiene en esa Triana convertida en infierno. Y la visión apocalíptica le sirve para recordar tiempos antiguos: “Era un olor a guerra/ civil, a delirante/ pira de odios. (Fuera postulan por un fénix/ tal vez posible.) Acaso, si una vena de frío/ irrumpe en las cenizas, huela a cartas quemadas,/ a episodio marchito, a fe que se corrompe,/ a sábanas manchadas por un quehacer infame”. El poeta pasea por la Triana de todos los tiempos, de todos los siglos, como si la pesadilla de fuego hubiera despertado a todos sus fantasmas. Del mismo modo que Ortiz de Lanzagorta despierta el espectro de La Roldana y a los flamencos antiguos, Canales invoca a Belmonte, hermano del Cachorro: “Una cornada/ de aire guadalquivir traspasa el pecho/ de Juan, que nada sabe/ todavía. / Si regresáramos/ a la capilla ardiente, si en la quieta/

El poeta describe la escena del Guadalquivir silente y espectral. Se citan pañuelillos de incienso, redobles y sepelios, ceniza amarilla y memento. Pérez Estrada da entrada también a Mañara y su leyenda de la Calle del Ataúd cuando contempla su propio entierro, las rosas de abril del caballero a sí mismo llamado el peor hombre del mundo. Así, se van sucediendo escenas de la Sevilla nunca escrita, apenas entrevista y sugerida. Suena un martinete de dolor. “Torre, Breva, Caracol y Chacón/ entonan misereres peteneras,/ a la par que empabilan la rosa/ Jericó asesinada, y se oculta/ a puertas ya selladas, de fuera/ adentro, el agua./ Exuda el leño,/ manantial de mangueras anegadas”. -

Una canción: Llama de amor viva de Amancio Prada canta a San Juan de la Cruz

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estuvieron hechos de materia de pensamiento, sino de vida. Orden dentro, al fin. Ahora ya sé que la prueba del misterio siempre se hace con la sangre de las víctimas”.


HEREJES DEL SUR

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MICHAEL PORTILLO T e x to : AL E JAN D RO LÓ PE Z

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a noche es fría en Carmona. Los invitados van llegando a la casa palacio embozados en ropas de abrigo. Esperan en el zaguán la hora del concierto mientras entran en calor a base de fino y champán. El pianista inglés de pelos alborotados bebe té y calienta sus dedos en una estufa de seta. El organizador llega el último. Todos le saludan. Su trato aún conserva cierto aroma a candidato del partido conservador británico, porque nuestro hereje fue parlamentario, ministro y posible candidato a primer ministro del Reino Unido. Seguramente no encajen su cara en la política, pero sí en los reportajes televisivos en los que recorre el mundo en tren con ropa de colores imposibles. Es Michael Portillo, el hombre que cambió la Cámara de los Comunes por hacerse común ante las cámaras.

¿Quién es Michael Portillo?

Soy británico y español, tengo los dos pasaportes. Mi padre era Luis Gabriel Portillo, español, de la provincia de Ávila, catedrático en la universidad de Salamanca. Mi madre, escocesa, Cora Blyth. Mi padre se exilió en enero del 39 después de la guerra civil. Mi madre estaba en Oxford estudiando y mi padre al llegar fue a Oxford. Mi madre estaba cuidando a unos niños vascos refugiados de la guerra y mi padre también fue a cuidarlos, y así se conocieron.

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ENERO - FEBRERO

¿Y luego?

Se casaron en 1940, tuvieron cinco niños; yo soy el menor. Estudié en Cambridge, me metí en la política, fui diputado conservador entre 1984 y 2005, con una pequeña pausa. Ministro durante once años. En el 97 perdimos las elecciones y yo el escaño. Volví en 2000. Después de 2005 me dediqué a la televisión, y ahora tengo más fama por los documentales de viajes e historia, sobre todo los del ferrocarril. Habré hecho 300 programas de viajes e historia, en 33 países distintos. ¿Qué le contaba su padre de España?

Hablaba constantemente de España. Mi madre hablaba muy bien castellano y se empeñó en que sus hijos conocieran España. Yo me vine con mi madre y un hermano en el 55 con dos años; mi padre no volvió hasta el 59. Fui conociendo España desde pequeño. Me mandaron con ocho años por un mes a vivir con una rama de la familia donde no se hablaba nada de inglés, y no tuve más remedio que aprender castellano. Era difícil para un niño estar fuera de casa y que la gente no le entendiera, pero les estoy enormemente agradecido porque me defiendo en castellano. Los dos me

transmitieron un gran cariño por España. ¿Cómo estaba esa España de posguerra?

Mis hermanos y yo formábamos parte de un grupo de treinta y dos primos carnales. La familia había estado muy dividida por la guerra civil y creo que el hecho de que nosotros fuéramos conociendo a nuestros primos, incluso en las ramas del otro bando, ayudaba a que la familia se reuniera. Siendo hijo de padre republicano, ¿cómo acaba en el partido conservador?

(Risas) Mi padre era republicano, y creo que socialista, desde luego no fue comunista, ni anarquista, ni estalinista. Era muy católico además. No era lo que se llama un “rojo”. A él sobre todo le importaban dos cosas. Primero, la abolición de la pena de muerte: era muy idealista y durante la guerra no llevaba pistola ni fusil porque no quería matar a nadie; tenía un respeto por la vida tremendo, no solo humana, sino de los animales también. Segundo, la democracia. Yo reconocía de niño que, aunque la guerra le había roto la vida completamente -ya no podía ser catedrático de Derecho Civil y tenía que hacer trabajos bastante humildes-, él tenía una cierta consolación por vivir en una democracia. Eso fue una influencia muy importante en mí. Además mi padre pensaba que todas las divisiones se podían solucionar a través del debate. Otra influencia muy importante. Creo que mi padre estaba satisfecho de que yo tomara parte en una democracia histórica e importante. Yo era de derechas, pero no franquista… no era igual (se ríe). ¿Usted admiraba a Margaret Thatcher?

La conocí muchísimo. Tenía unos principios muy claros. Ella era muy joven durante la guerra, pero fue consciente de que el Reino Unido se había quedado solo, la única democracia luchando contra las tiranías de los nazis, fascistas y comunistas, y eso formaba parte de su mentalidad. Su padre tenía una tienda de comestibles y ella conocía a la clase obrera, el coste de la vida y de los precios. Además su padre le daba ejemplo de servicio público. Con esos tres principios siempre sabía lo que opinaba en todo. He conocido a muchos primeros ministros, y ella era la única que sabía lo que quería hacer con el poder; los demás gastaron toda la energía en llegar al puesto de primer ministro, y ya no tenían para otra cosa. Ella llegó a ser primera ministra porque sabía lo que quería: hacer fuerte a su país de nuevo, motivar a los empresarios y empresas, y permitir que la gente pudiera comprar sus casas para que todo el mundo tuviera una inversión en la sociedad. O sea, unos principios muy claros. Pudo llegar a ser primer ministro…

Era perfectamente posible, lo importante es que yo celebro que no lo haya sido, porque creo que no sirvo para ser primer ministro porque hay que tener rhinoceros skin. No te


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Creo que no sirvo para ser primer ministro porque hay que tener rhinoceros skin. No te puede importar nada.

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puede importar nada, es importante que no hagas esfuerzos para ser muy popular porque tendrás que hacer cosas muy impopulares. He conocido a Cameron, Thatcher y Blair, y eran muy capaces de ser primeros ministros, no les afectaba nada, seguían con su trabajo como si nada y disfrutaban mucho de él. Mientras que otros, como Major, Brown, quizás May, no tienen esa capacidad y sufren muchísimo porque todo les duele. Creo que a mí todo me habría dolido.

nacionalidades, los idiomas, las regiones, que se aprobara en referéndum… fue un milagro. Es como una lista de derechos, y los derechos son de todos los españoles, catalanes y no catalanes. Los derechos de los españoles no independentistas catalanes importan mucho, y esos derechos están garantizados por la constitución. Nosotros no tenemos constitución, entonces no hay comparación posible.

¿Desengañado de la política?

Fue curioso. Nos habíamos hospedado con una familia inglesa en Sevilla y el dueño del hotel, que se hizo amigo nuestro, tenía casa en Carmona. Nos dios la idea de comprar una casa aquí. Había muchas razones prácticas: nuestra tierra es Ávila y Salamanca, pero están muy lejos de un aeropuerto; aquí estamos al lado del aeropuerto y hay tres vuelos diarios a Londres. Además Ávila y Salamanca son estupendas, pero en invierno sufres mucho con el frío. Aquí sufres con el calor, pero el invierno es magnífico. Por esas razones prácticas buscamos casa, restauramos una y, como ves, hemos hecho amistades aquí.

No. Estuve muchos años, entre una cosa y otra treinta. Ya son suficientes. Me harté un poco de ello, son muchos años que tienes que tener una gran disciplina en no decir lo que piensas sino lo que has concertado con otra gente. Es muy importante que el gabinete, por ejemplo, esté de acuerdo, entonces todos los días tú no dices lo que piensas sino lo que has concertado con otras personas que vas a decir. Y eso, a lo largo de los años, cansa mucho, porque conscientemente estás diciendo quiero decir esto pero tengo que decir lo otro. Ahora tengo el lujo de decir lo que me da la gana, pero más importante todavía es que disfruto muchísimo lo que hago ahora. Tengo ahora el mejor trabajo que puede haber, todo el mundo me tiene envidia, paso todo el tiempo viajando, conociendo a gente muy interesante, probando un poco de todo de los sitios que visito. El trabajo que tengo es fantástico, y además bien pagado (risas).

¿Cómo llega a Andalucía?

¿Se considera heredero de los viajeros románticos ingleses que vinieron a conocer España?

No. Hay que ser un poco más humilde. Creo que soy presentador de documentales de televisión y no lo hago mal, nada más.

Euroescéptico convencido, ¿qué opina del Brexit?

¿Qué le falta a Andalucía?

Yo no quería que hubiera referéndum, lo creía innecesario. Pero cuando Cameron lo decidió, creo que imprudentemente, voté Brexit, y creo que va a salir bien. Ha habido siempre una tensión entre la visión continental y la del Reino Unido, que atribuyo a que en el continente todos los países perdieron la democracia por el fascismo, el comunismo, el nazismo, la invasión… Y en el continente los países quieren agarrarse a instituciones a nivel europeo para garantizarse la democracia, los derechos humanos y las libertades, mientras que el Reino Unido sobrevivió a la II Guerra Mundial, no perdimos la democracia, ese fue nuestro gran momento. Los británicos no quieren agarrarse a instituciones europeas, les importan un bledo; peor aún, se ven amenazados por esas instituciones. Creo que estábamos bastante unidos en esa opinión, ahora el referéndum nos ha dividido y por eso creo que Cameron se equivocó. Sin embargo la visión que tenéis en los otros países no es nuestra visión, y en este sentido es un divorcio feliz porque vosotros podéis hacer lo que queráis y nosotros no os lo impedimos más.

Terminar las palabras (risas). Mi pobre mujer está aprendiendo castellano y es muy difícil: la gente dice má o meno y ella se queda... (pone cara de sorpresa).

¿Es comparable el Brexit con la situación en Cataluña?

Supongo que no. Creo que la Constitución Española es una especie de milagro. Después de cuarenta años de tiranía del franquismo formar una constitución, reconocer las

Ha recorrido el mundo, ¿hay algo que nos iguale a todos los seres humanos?

No a todos, pero normalmente la gente es buena y quiere dar la bienvenida. Y el privilegio, también la obligación, del viajero es descubrir lo que tiene cada pueblo. ¿Qué significa el tren en su vida?

Francamente, es un vehículo que me conduce a la historia. Me gusta viajar y contar la historia y la vida diaria de cada sitio a donde voy. ¿Sus pasiones… las confesables?

(Ríe). Ahora una pasión es Carmona, pasamos no sé si setenta días al año aquí. Poder invitar a amigos a este concierto es una pasión. También viajamos por todo el mundo oyendo ópera. Pero francamente tengo pocas pasiones porque me encanta trabajar. Una canción: On te road again de Willy Nelson.



MANDUCA

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MÁS ALLA DE LA CAPITAL UN PASEO POR LA GASTRONOMÍA SEVILLANA (V) T e x t o : D AV I D PA R E J A

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eniendo en cuenta el leitmotiv que utiliza esta sección de la revista, era menester salir de la ciudad para descubrir aquellos locales que guardan los mejores secretos culinarios de la comarca. En el artículo anterior ya hablamos de Alhucemas, templo ecuménico del pescaíto frito (algo que no podía faltar en esta lista). La región de Sevilla es una comarca rica en diversidad, desde la famosa Sierra Norte, con ese triángulo mágico formado por Cazalla, San Nicolás del Puerto y Alanís, hasta los arrozales de las marismas del Guadalquivir, que navegan desde Isla Mayor hasta Lebrija, donde se pueden degustar portentosos arroces guisados con el mejor producto local: el pato salvaje, el camarón e incluso las angulas. Nos adentramos en una pequeña guía de los mejores espacios gastronómicos de la provincia. Que disfruten la escapada.

Venta El Carrito Alcalá de Guadaira. Barrio el Cercado.

Me reconozco como un fan acérrimo del chuletón. Degustar un buen chuletón es toda una ciencia, que abarca la calidad de la crianza del animal, la edad de su muerte, el corte de las piezas, la maduración de la carne y, por supuesto, el punto de cocción previo al servicio. Alcanza su excelencia braseado por fuera y sonrojado –casi crudo- por dentro. Un manjar para quien guste de los placeres carnívoros. Pocos sitios existen en Sevilla que sepan alcanzar este nivel de exigencia, pero El Carrito es uno de ellos. Una buena selección de carnes, maduradas en cámaras idóneas y con unas brasas siempre al punto, operadas con poleas, para modificar la exposición al fuego. No dejen de probar el chuletón de vaca vieja, que aunque vale todo lo que cuesta, es un manjar que hace que el viaje merezca la pena. Un steakhouse de provincia que no desmerece en el resto de la carta, desde la ensaladilla de gambas a las croquetas, pasando por unas estupendas chuletillas de cordero. Primera parada obligada.

Besana Tapas

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Utrera. Calle Niño Perdido, 1.

Cocineros de renombre como Paco Morales (Noor, Córdoba) lo han calificado como el mejor bar de tapas de Andalucía. Ahí es nada como carta de presentación. Se encuentra ubicado en una antigua sinagoga de la judería, un espacio idílico en pleno corazón de Utrera. Aúna modernidad y tradición, y tiene


y la dorada. Este maravilloso producto local es la carta de presentación del restaurante Estero: magníficas colas de cangrejo fritas, paté de hígado de mujol, camarones fritos con pimientos asados, arroz con cola de cangrejo rojo y la estrella de la carta, arroz con pato salvaje (caldoso, sabroso y contundente). Hay en la zona un hermanamiento con la albufera valenciana, otra zona de peregrinación para los amantes del arroz, porque muchos valencianos emigraron hasta Isla Mayor para el cultivo de este cereal y hay descendientes valencianos entre los propietarios del restaurante. Además, y por si no estuvieran convencidos para realizar una visita, un atardecer a la marisma justifica cualquier escapada de fin de semana. Visita obligada.

Manolo Mayo

Agustina

Los Palacios. Av. de Sevilla, 29.

Cazalla de la Sierra. Plaza del Concejo.

Un restaurante de tradición familiar, que lleva cincuenta y cinco años conquistando el apetito de los comensales de Los Palacios y Villafranca. Especializados en arroces, incluso presumen de servirlo como plato individual, sin necesidad de tener un mínimo de dos comensales ni de encargos previos. Es muy famoso su arroz con perdiz, oscuro y con una perdiz que deshace su carne para prestar lo mejor de sus jugos; o el arroz meloso con bogavante (o carabinero). Y es que sus arroces pasan entre los mejores de la provincia, pero no hay que desdeñar las milhojas de salazón y ahumados, los raviolis de carpaccio de gambas y crema de boletus o sus croquetas de rape envueltas en kikos y miel de caña. Una carta amplia, que apuesta por la tradición y la cocina andaluza, en un restaurante que ya ha pasado por las manos de tres generaciones familiares. Por todo ello, un clásico.

La Guía Michelín tiene una categoría llamada Bib Gourmand donde se incluyen todos aquellos restaurantes que ofrecen alta cocina, gran calidad y buen precio. En el año 2016 decidió incluir en esta categoría a un restaurante de la Sierra Norte de Sevilla, regentado por una pareja con cariño y creatividad. Elaboran una cocina tradicional, con un pie en la cocina rural, pero con el otro en una cocina personal y muy actual. Se atreven con las carnes que dan prestigio a la zona: el cerdo ibérico (una carrillada primorosa), caldereta de venao o canelones de rabo de toro destacan entre los platos de carne. Pero también arriesgan con pescado, como el lomo de sardina ahumado, los canelones de bacalao, el taco de atún sobre salmorejo o el pulpo a la brasa. Entre las exquisiteces se cuenta el champiñón tres estrellas, con foie, cebolla caramelizada y huevo de codorniz. El restaurante se encuentra en una preciosa plaza de pueblo, rodeado de casas viejas, cubiertas de cal y gobernadas por una agraciada fuente. No se lo pierdan. -

Estero Isla Mayor. Av. Rafael Beca.

El arroz con pato salvaje es un must de la provincia. En el corazón de las marismas del Guadalquivir se da un producto muy poco trabajado en la capital: cangrejos de río, angulas, anguilas, patos salvajes o camarones de río. También los pescados de esteros, que dan nombre al establecimiento, como el mujol, la lubina

Una canción: Arroz con habichuelas de El Gran Combo de Puerto Rico.

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un objetivo claro: llevar la tapa a su máxima expresión. Van algunos ejemplos para ir abriendo boca: pionono de cordero gratinado con jugo de tomate al palo cortao, timbal de habitas con papada ibérica, migas y menta o cochinito con emulsión de ajos y membrillo. El formato de tapa no supera los cinco euros y se acompaña la comida con una generosa carta de vinos donde se apuesta fuerte por los caldos andaluces. Todo en Besana Tapas es una apuesta por el kilómetro cero y el producto local, que se crece en los fogones de este pequeño santuario de la tapa sevillana.


OUTSIDERS

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Esto sí que es una chirigota T e x t o : PA C O B R I D A

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Atención a lo último que me han contado. Yo tenía alguna idea del tema pero me lo han explicado con pelos y señales... y la verdad que es un mangazo, de los de antes. No sé si calificarlo como “vaya tío con arte” o “vaya pedazo de chorizo”. Os pongo en situación, Juegos Olímpicos de Sidney 2000, España, baloncesto, medalla de oro. Menudo plan.

E

n las paralimpiadas de aquel año la selección española de baloncesto masculino pegó un repaso a todos sus rivales y logró la medalla de oro. Ganaban los partidos prácticamente sin bajarse del autobús. Teníamos la mejor selección del momento, unos chicos fuertes, altos, rápidos, con técnica y sin ninguna disminución física. Sí señores, fuimos a los Juegos Paraolímpicos con un grupo de doce jugadores, de los cuales solo dos tenían reconocida una minusvalía. Imaginaos la trama, directivos compinchados... y trincando dinero, médicos haciendo la vista gorda... y trincando dinero, jugadores despistados… y pegándose un viajazo y dos chicos que ganaron un oro y, al fin y al cabo, todo hay que decirlo, se pegaron unas Olimpiadas de aúpa. Todo comenzó en Portugal. En un partido amistoso que jugamos contra los vecinos sufrimos una derrota de las que hacen pensar, y tanto pensaron los responsables de nuestra selección que descubrieron el pastel. Está claro que tenemos un ramalazo de mupocavergüenza, y los portugueses también. Ojo por ojo, en el continente todas las selecciones tenían en sus filas a jugadores profesionales de escalafones inferiores que fingían ser disminuidos para jugar a baloncesto contra rivales más torpones. Las pobres criaturas españolas que viajaron a Portugal con la selección se trajeron una camiseta con el gallo, dos toallas, un juego de sábanas y una derrota que supondría su fin de ciclo en el combinado español. Nuestros directivos decidieron seguir con el rollito que se llevaba en otros países y empezaron a captar nuevos perfiles de jugadores. Ya me entendéis.

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Estuve hace poco en un torneo que organiza mi cuñao en el colegio de los niños, un 3x3 de toda la vida. Traen a jugadores antiguos, eternas promesas, imaginaos el percal. Y claro está, ¿quién cubre el evento? Pues un servidor, que le voy a hacer el favor de escribirle una crónica para los padres y un tío que viene del Club Nacional del Podenco Andaluz. Este compañero, por lo visto, estaba allí porque está parado y tenía al niño en el colegio. Entre los asistentes, uno de los dos minusválidos de marras que fue a Sidney, que iba a lanzar el balón al aire en el salto inicial. Me conocéis ya, yo ante un bicharraco así no puedo quedarme quieto, me fui para él y me lo llevé al chiringuito. “Paco, lo que allí pasaba… eso no era normal, llegaban los compañeros a las cuatro de la mañana con la camisa por fuera y con el cigarrito en la oreja. Allí se ponía el personal como a nadie le importa. Nosotros, los jugadores paraolímpicos nos conocemos de vista, de otros campeonatos, charlas, eventos y demás, y es que eso se ve, Paco, no me sonaba ni uno. Tú, cuando ves a un tío minusválido, te das cuenta, y allí todo el mundo sabía que los españoles no eran trigo


“Otro ejemplo claro, Paco, fue la llegada al hotel de concentración. Era tarde y traíamos hambre, doce tíos de dos metros, se comían lo más grande. Nos dieron las fichas para rellenarlas y tuvieron que decirle al personal que las escribieran más despacio porque se estaba notando que no eran disminuidos. Y menos mal, ¿sabe usted?, porque yo ya me veía comiendo una lata de sardinas y un pero. Se ponían de comer hasta las manillas”. “Fíjate como es la cosa Paco, que un partido de aquellos Juegos contra Japón nos dijo el míster que bajásemos el nivel porque se iban a dar cuenta de la estafa. Aquello era de vergüenza, por supuesto a mí no me ponía el míster ni para perder tiempo. Lo peor de todo esto es que no solo nosotros éramos los cutres, allí todo el mundo tenía sus jugadores competi... Imagínate cómo fue aquello. Mucha gente estaba metida en el ajo, médicos, directivos, jugadores, seleccionadores, las fiestas, las comilonas, los despistes por Sidney eran constantes”. “Una vez ya ganada la medalla de oro, que se disputó en una final entre Rusia y España, y ya de vuelta a casa, uno de los jugadores infiltrados resultó ser periodista y destapó todo el cotarro. Carlos Ribagorda se llamaba el gachó. Contaba que a él lo llamaron sin saber que era periodista porque lo vieron jugar un competición de distrito. Carlos aprovechó el tirón y se apuntó para Sidney”.

“Por lo visto, se alegó que el dinero conseguido se quería destinar para acciones sociales y eventos de promoción del deporte para minusválidos. Eso fue lo que dijeron cuando les cogieron con el carrito del helado, a saber para qué querrían la manteca esta gente. Conociendo al presidente de la época, lo metería en un pisito en la playa para los veranos, porque aquel presi era un disfrutón”. No se callaba el tío, creo que en su casa no le dejan expresarse. En fin, entre eso y que yo tenía tiempo y que los 3x3 eran francamente aburridos... Así que pedimos otras dos birras y seguimos dándole al palique. Cuentan que, cuando llegó el avión, los jugadores tenían unas pintas propias de haberse pegado un homenaje la noche anterior -malas caras, ojeras, barba desaliñada- y se les facilitaron gorras y gafas para tapar sus rostros antes de ser recibidos por la afición allí concentrada. Si es que no son normales. Vaya plan. Por lo menos, si quieres que no te pillen, asegúrate de que no se te cuele ningún periodista, que andan todo el día investigando. Y sobre todo dale a los chavales una charlita y explícales el peligro de ser descubiertos. En fin… Me confesó mi nuevo amigo que, a pesar de todo, nunca olvidará aquellos días en Sidney. Me imagino que lo pondrían todas las noches fino de pirriaque y se acostaría como unas castañuelas, por eso no se le olvidarán nunca aquellas Olimpiadas. Ah, me dijo también que el ibuprofeno por las mañanas le ayudó bastante...

Una banda sonora: Makinavaja, el último chorizo, VV.AA.

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limpio. Empezaron a olerse la trama porque el personal alquilaba coches para ver la ciudad y no aparcaba en zona reservadas para minusválidos. Me acuerdo como bajaban a los vestuarios en los descansos y nos invitaban a ralentizar movimientos y distorsionar nuestro habla, que hiciéramos el idiota, Paco. Sabían lo que estaban haciendo, aquello era un mangazo de ley, orquestado por el presidente de la federación y alguno que otro más”.


MÚSICA

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MANUEL IMÁN T e x t o : J AV I E R G O T O R / F O T O : L A M U Y

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Manuel Rodríguez es uno de los guitarristas más completos y versátiles de Andalucía. Es un compendio de todo lo que ha escuchado y ha sentido en su vida. Algo así como el líquido resultante de una coctelera musical. Ha trabajado con Lole y Manuel, Pata Negra, Kiko Veneno, Los del Río o Emilio Aragón. Después de un largo periplo en California vuelve a España y sorprende con su nuevo trabajo: Sevilla Infinita. De joven le llamaban Manolito Underground. Ahora es Manuel Imán.

¿Cuándo cogiste una guitarra por primera vez?

No fue demasiado pronto. Tendría catorce o quince años. Una guitarra de palo a la que le dediqué muchas horas. ¿Por qué quisiste una guitarra y no otro instrumento?

Siempre me llamó la atención. Mi música favorita tenía como protagonista la guitarra. Posteriormente me entusiasmé con el teclado. Yo soy el más pequeño de mis hermanos y nací escuchando la radio. Tenía una familia muy melómana. Con dos años cantaba Campanera de Joselito pero al mismo tiempo escuchaba Discomanía y me acuerdo escuchar Oh Diana, de Polanka. A mi madre le gustaba mucho la música española pero también oía Los Tres Machucambos y Frank Sinatra. Mi padre cuando llegaba de trabajar ponía zarzuela. Era todo muy variopinto. Me imagino que el ambiente musical de Sevilla te pudo influir.

Así es. Era toda una amalgama interesantísima. ¿Eras un niño atípico?

Seguramente. Nací con un nistagmo, quizá aquello me condicionó. Era muy sensible y vivía todo con una cierta intensidad. ¿Cuándo dejaste de sentir la guitarra como un hobby para profesionalizarte?

Desde el primer momento aunque ni me lo planteé. Pasé por el conservatorio durante un breve espacio de tiempo pero el sistema era muy tedioso y no me divertía. Además tenía amigos que tocaban Jimmy Hendrix y me interesaba mucho más. Tuve que ser autodidacta. ¿Talento o determinación?

Las dos cosas. Hay que tener determinación para poder utilizar eficazmente el talento.

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Cuéntame cómo se fraguó el grupo Chicle, Caramelo y Pipa.

Portada de Sevilla Infinita, una colección de músicas de primavera de Manuel Imán.

Fue una etapa muy fructífera. Estaban ocurriendo muchas historias musicales en Sevilla. El grupo se creó en la plaza Mariana de Pineda en el 71, que fue donde se organizó el primer festival musical al aire libre de dos días. Por ahí pasaron muchísimos grupos. Por un lado cantaba con los hermanos Trujillo (Tony y Willy); por otro lado estaba con Hans y Alberto Toribio tocando el piano y por allí apareció también Marcos Mantero. Fue entonces cuando tuvimos un flechazo musical y creamos Chicle, Caramelo y Pipa. Alberto tocaba el piano y Marcos y yo a las guitarras. Pasaron grandes músicos por el grupo.


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Todo está tan comercializado que más que arte de la música hay industria desechable de productos musicales.

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¿Tú quién eras?

No sé. Decían que era caramelo. En el 74 nace Goma pero fue algo fugaz de un año. ¿Por qué?

En ese momento se juntaron músicos de diferentes mundos y cada uno tenía su punto de vista. Teníamos una especie de mecenazgo de la Galería M11 en la que se cocían muchas cosas. Preparamos un disco producido por Gonzalo García Pelayo muy interesante. ¿Por qué decides largarte a Madrid en el 76?

musical. Había programas de radio con música que no podías escuchar en otras partes del país. Tuvo mucho que ver con la base de Rota. Los dj’s tenían acceso a una música americana desconocida aquí. Predominaba el buen gusto musical tanto en rock como en soul, blues, pop, flamenco… cuando en otras ciudades se escuchaba música chicle, pachanguera y comercial. Eso marcaba una diferencia por eso había una escuela sevillana muy importante y de eso nos hemos beneficiado todos los músicos sevillanos. Había un poso con ingredientes que se podían utilizar y añadir a la música que se hacía.

Estaba en contacto con algunos músicos y surgió la oportunidad de juntarnos. Tenía en mente desde hacía tiempo el nombre de Imán que en aquel momento sonaba muy bien.

Háblame de los inicios de ‘la movida’.

En los 70, ¿qué momento musical vivía Andalucía?

¿Qué es el rock andaluz?

Puedo hablar de Sevilla. Tenía mucha riqueza e información

Madrid era el crisol de todo lo comercial, pero el eje que realmente estaba creando una corriente era Sevilla y Barcelona. Después vino Madrid. Es algo muy difícil de explicar. Cada uno entiende una cosa


MÚSICA

Si estoy en Sevilla, la disfruto y la sufro, y si estoy fuera, me acuerdo con cariño pero no la echo de menos.

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diferente. En aquel momento no me sentía de esa corriente. En el 95 te fuiste a California, ¿qué buscaba allí?

Estaba en contacto con una productora y estaban interesados en mí. Me pareció que era el momento de cambiar de aires y de conocer una cultura distinta. Tengo recuerdos inolvidables allí. ¿Eres flamenco o rockero? ¿O es lo mismo?

Yo vengo del rock aunque me gusta mucho el flamenco. Lo que no soporto es el flamenquito y algo peor: el reggaeton mal hecho.

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¿Lo que se escucha ahora es una mierda?

Vivimos en un periodo en el que más todo está tan comercializado que más que arte de la música hay industria desechable de productos musicales, es decir, la mayoría de los temas que se hacen no van a perdurar. No es cuestión de nostalgia, es cuestión de tocar la sensibilidad. Por eso The Beatles siguen estando vigentes hoy. ¿Por qué la fusión?

Me gusta fusionar todo lo posible. Me gusta picotear de los estilos. Mientras más abramos el abanico de la capacidad de disfrute, mucho mejor. ¿Qué pretendes cuando tocas frente al público?

Pretendo comunicar. Creo que soy un comunicador. Para mí el sentimiento y la técnica deben ir de la mano, si no es así, no deja de ser un número de circo. ¿De qué guitarristas has bebido?

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De muchísimos. Me han marcado Django Reinhardt, Jimmy Hendrix, Paco de Lucía, Robert Johnson, cómo estiraba las cuerdas sin desafinar Eric Clapton... Lo que no tengo es un guitarrista favorito y de todos he bebido. Sevilla infinita. Así es. Es como volver a los recuerdos desde casi antes de nacer. Escuchas marchas desde el bombo de tu madre. A mí las marchas de Semana Santa me han parecido, algunas, excelsas. No solo sirven para el desfile estético de la súper producción que es la Semana Santa. La música creada en torno a esta fiesta crea un recuerdo imborrable y creo que era digno de hacer una adaptación. Evocar desde otra dimensión algo que es entendible para todo el mundo. ¿Sevilla es infinita?

A Sevilla le cabe todo. Tiene muchas caras y facetas. Si estoy

en Sevilla, la disfruto y la sufro, y si estoy fuera, me acuerdo con cariño pero no la echo de menos. César Rina dice que la Semana Santa es algo muy moderno ya que se renueva año a año.

No es como ver Casablanca veintiocho veces. Es ver algo que va cambiando por las circunstancias, el tiempo y, sobre todo, el estado de ánimo. ¿Eres religioso?

No. Yo respeto todas las religiones pero no me creo ninguna. Religión es unión y sí creo con entrar en contacto con nuestra fuente de energía. No se trata de creer sino de sentir. ¿La música puede ser un agente transformador de la sociedad?

Ayuda a transformar. No creo que sea agente definitivo pero crea pautas. La música amansa a las fieras, reconforta. Desde luego la música no es la panacea. ¿Qué momento musical de su carrera consideras que ha sido más fructífera en cuanto a creatividad se refiere?

En los inicios tenía la fuerza y las ganas. Con Chicle, Caramelo y Pipa experimenté esa ilusión y emoción, con Goma y con Imán. Más tarde, en Madrid con músicos de estudio intenté disfrutar la música hortera y comercial que hacía. Más tarde cuando volví a mi carrera en solitario en EE.UU. y de vuelta, siempre he intentado disfrutar de lo que hago. Siempre he pretendido que mis discos le gusten a alguien más que a mí mismo. Háblame de sus próximos trabajos.

Tengo en mente hacer un disco de sicodelia y otro de canciones. Tengo ganas de cantar. -


PRIMER SEMESTRE 2018

15 de febrero

26 de abril

Por derecho

Lo que yo quería (Estreno)

ANTONIO REYES Y PEDRO “EL GRANAÍNO”

JEROMO SEGURA

Concierto de cante, con Diego Amaya y Patrocinio hijo, guitarras. Manuel Vinaza y Tate Núñez, palmas y compás.

Su último disco en directo, con Leonor Leal, colaboración especial al baile. Salvador Gutiérrez y Manuel de la Luz, guitarras. Los Mellis, palmas y coros. Raúl Botella, percusiones.

22 de febrero

Trazos (Estreno)

MARÍA JOSÉ PÉREZ Su último disco en directo, con José Quevedo “Bolita”, guitarra. Paquito González, percusión. José Manuel Posada “Popo”, bajo. José Carra, piano. Víctor Carrasco y Laura Marchena, coros y palmas. Quinteto de cuerda dirigido por José Vélez.

17 de mayo

Al compás con su gente

MANUELA CARPIO con Diego de la Margara, artista invitado al baile. Enrique el Extremeño, Manuel Tañé, Juanillorro y El Kini, cante. Juan Diego Mateo y Antonio Santiago “Ñoño”, guitarras. Israel de Juanillorro e Iván de la Manuela, palmas y compás.

8 de marzo

A Galeano (Estreno)

24 de mayo

RYCARDO MORENO

En la memoria

Guitarra y creación, con Lela Soto, cante. Tony Romero, teclas. Manuel Valencia, percusión. Dani Bonilla, 2ª guitarra, palmas y coros. 22 de marzo

Próxima parada, Sevilla

AMADOR ROJAS Y CARMEN LEDESMA con Eugenio Iglesias, guitarra. Antonio Campos y María Vizárraga, cante. Ramón Santiago, piano. Luis Amador, percusión.

ÁNGELES GABALDÓN GEMA CABALLERO MARTA ROBLES 14 de junio

En Concierto

JESÚS MÉNDEZ con El Farru, colaboración especial al baile. Diego del Morao guitarra. Diego Montoya y Manuel Salado, palmas y compás.

12 de abril

28 de junio

Mi baile

Emovere

EL CHORO

LUCÍA “LA PIÑONA”

con Gema Moneo, colaboración especial al baile. Jesús Corbacho y Jonathan Reyes, cante. Manuel de la Luz y Juan Campallo, guitarras. Paco Vega, percusiones.

con Francisco Vinuesa, guitarra. Eva Ruiz "La Lebri", Jonathan Reyes y Moi de Morón, cante. Paco Vega, percusión. Dirección artística: José Maldonado.

Nota.- Esta programación, dada su extensión en el tiempo, es susceptible de algún pequeño cambio en artistas acompañantes. Si llegara a producirse alguno sería hecho público oportunamente

Teatro Cajasol. Conciertos a las 21.00 h. Plaza de San Francisco (entrada por c/ Chicarreros) Venta de entradas y abonos: Taquilla Plaza San Francisco 95 450 82 00 www.fundacioncajasol.com


CINE

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EL NOTA CUMPLE 20 AÑOS T e x t o : TA L I CA R R E T O

Considerada “la primera película de culto en la era de internet”, admirada por críticos tan eminentes como Roger Ebert y seleccionada por la prestigiosa revista Premiere como una de las 50 mejores comedias de todos los tiempos, El gran Lebowski de los hermanos Coen celebra este 2018 su vigésimo aniversario. Estrenada en EE. UU. en marzo de 1998 con escasa respuesta en taquilla, el tiempo –y un desmedido fandom nacido con el video doméstico y sesiones de medianoche- han conseguido revalorizar su importancia como obra maestra. Cuatro lustros después del nacimiento de algunos de los personajes más emblemáticos del cine reciente –no solo The Dude (o El Nota, en su doblaje al español), también el iracundo Walter Sobchak, el desorientado Donny, el deslenguado Jesús Quintana, ¡esos nihilistas!- desde La Muy nos sumamos a tan señalada efemérides compartiendo con nuestros queridos

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“A

llá en el Oeste, había un tipo del que quiero contarles…”. Así comenzaba una de esas historias característicamente coenianas a las que los culpables de delicias como Fargo, Muerte entre las flores o A propósito de Llewyn Davis nos tienen tan acostumbrados. Corría el año 1998 y la taciturna voz de un bigotudo Sam Elliott ejercía de introducción a una curiosa galería de personajes y a una no menos extravagante historia cuyos ecos, aún hoy, resuenan en nuestros oídos al ritmo de Dylan, Kenny Rogers, los Rolling Stones (su mánager, el durísimo Allen Klein, pidió inicialmente 150.000 dólares a la productora por el uso de Dead Flowers, pero finalmente se la dejó gratis a los Coen porque adoraba la escena en la que El Nota decía odiar a “los jodidos Eagles”)… y, sí, también los Gipsy Kings.

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Esperemos que a El Extraño, que así se llamaba ese narrador interpretado por Elliott con su habitual porte vaquero, no le importe que retomemos su relato y recordemos, ahora que sopla veinte velas desde su nacimiento y a la manera de su diálogo con los espectadores, algunas de las singulares anécdotas de El gran Lebowski, una película que haciendo honor a su nombre, sigue hoy siendo bigger than life. Según los hermanos Coen, guionistas y directores del filme, su intención desde el primer borrador del libreto era seguir la estructura habitual de las novelas de detectives de Raymond Chandler, autor de El sueño eterno y La dama del lago, entre otros clásicos del género negro, y guionista en películas como Perdición o Extraños en un tren. De Chandler los Coen tomaron la estructura episódica que avanza (aparentemente) sin sentido, sus personajes mundanos envueltos en un misterio que parece escapar a su capacidad de resolución, su mordaz visión de la sociedad –y en particular, de la alta sociedad californiana-, su brillante uso de los diálogos y un sentido del humor tan irónico como cínico. Quizás el cineasta que mejor trasladó en imágenes la prosa de Chandler fue Robert Altman en la naturalista, encantadora y muy setentera El largo adiós con la que no pocos puntos en común tiene precisamente El gran Lebowski.

Los Coen afirman que, desde un primer momento, escribieron el guión (en la mismas fechas que rodaron Barton Fink, allá por 1991) con muchos de los actores en la cabeza: Jeff Bridges como El Nota, John Goodman como Walter Sobchak, Steve Buscemi como Donny y John Turturro –justo tras verle interpretando a otro pederasta en el montaje teatral Mi puta vida (en español el original) ¡en 1988!- como Jesús Quintana eran sus bazas desde un principio. Y no dudaron en retrasar el rodaje de la película porque tanto Goodman, atrapado en la serie Roseanne, como Bridges –en plena filmación de Wild Bill- estaban ocupados. En ese lapso de espera, los Coen realizaron Fargo, como el que no quiere la cosa. Ejem. En cambio, los Coen no tuvieron nada claro qué actor debía encarnar al otro Lebowski, el que da título al filme –en contra de la creencia habitual, que considera que a El Nota como El gran Lebowski- y para el que barajaron (bastantes) más de un nombre. Concretamente, tres estrellas fueron tanteadas de inicio y dieron calabazas a los hermanísimos: Robert Duvall, al que no gustó el guion; Anthony Hopkins, que dijo no estar interesado en interpretar “a un americano”; y Gene Hackman, que en esos momentos se estaba tomando un merecido descanso en su carrera. Ante estas negativas, los Coen elaboraron una segunda lista que incluyó nombres tan variados como los de Norman Mailer, George C. Scott, Gore Vidal o Ernest Bornigne, entre otros. Aunque su sueño siempre fue, según ellos mismos han confesado en más de una ocasión, haber contado con Marlon Brando. Finalmente el papel fue a parar a manos de David Huddleston, veteranísimo actor que atesoraba una abultada carrera televisiva (Bonanza, Colombo, Kung Fu…), habitual en la troupe de Gene Wilder (Sillas de montar calientes, El mejor amante del mundo) y popular en EE. UU. por su papel de Papa Noel en Santa Claus: The Movie, comedia navideña con un Dudley Moore ¡como elfo! en el apogeo de su carrera. Dato para los cazadores de curiosidades: los dos Lebowskis, Huddleston y Bridges, ya habían coincidido en otro filme, el wéstern también de culto Bad Company, aquí estrenado como Pistoleros en el infierno. En el más que equilibrado reparto del filme destaca también una Julianne Moore pre Oscar en un personaje inspirado por


Fotograma de la película El gran Lebowski, Jeff Bridges (The Dude) y Walter Sobchak (John Goodman).

Ruso Blanco 5 partes de vodka 3 partes de nata líquida o crema de leche 2 partes de licor de café Hielo picado


CINE

igual en la polémica artista Carolee Schneemann, conocida no solo por sus ejercicios de action painting con su cuerpo desnudo sino también por la no menos polémica performance realizada en 1975 en la que extraía de su propia vagina un largo manuscrito cuyo texto declamaba a continuación, y cómo no, la inefable Yoko Ono.

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Roles principales aparte, llaman la atención algunos cameos de relumbrón. Asia Carrera, conocida actriz porno, aparece en el filme del mismo género en el que El Nota descubre a Maud Lebowski y uno de los nihilistas, un cachondo Peter Stomare aquí como Karl, El Desatascador. También tiene su momento de gloria la cantante Aimee Man, en una brevísima aparición como la mujer -con nueve dedos en sus pies- que acompaña a sus camaradas nihilistas a la mesa de un dinner. Hay quien sostiene también que nada más y nada menos que Charlie Kaufman, el peculiar cineasta, aparece fugazmente en una de las escenas del filme un año antes de su primer éxito, el boom Cómo ser John Malkovich… pero hasta el momento, él no se ha pronunciado al respecto y hay otras voces que apuntan a que en realidad es un cameo no acreditado de Jon Glaser, cómico conocido entonces por sus apariciones en el programa de Conan O’Brien y ahora por sus papeles en series como Girls. Hay otros rostros curiosos en el filme, como el de Flea, bajista de Red Hot Chili Peppers y actor ocasional (Mi Idaho privado, Miedo y asco en Las Vegas), y su participación en las filas de los nihilistas y como miembro de la banda ficticia Autobahn. Como es fácil de detectar, ésta no es sino un homenaje ¿o parodia? a la banda alemana Kraftwerk: su nombre no solo procede de una conocida canción suya, sino que la portada del disco de Autobahn que aparece en el filme, Nagelbett, es más que similar al LP The Man-Machine de los citados Kraftwerk, con sus camisas rojas, corbatas negras y cabelleras engominadas. En un alarde de meticulosidad, los Coen hasta se permitieron inventar los títulos de todas las canciones de Nagelbett, bautizadas como si hubieran surgido de las mentes de los mismísimos Ralf Hütter y Florian Schneider: Saturation, Faking It, Hit and Run, No Way Out, Violate U-Blue, Beg Me, Take It In, y Edelweiss (Club Mix). Hurra por los hermanos. Claro que los Coen suelen basar muchos de sus personajes e historias en personas y anécdotas reales, algo de sobras conocido. Sin ir más lejos, el mismísimo Nota está inspirado en Jeff Dowd, un tipo de lo más peculiar, amigo de los Coen desde que participó en la distribución de su primer filme, el celebrado Sangre fácil, y conocido por haber sido miembro del grupo radical antibelicista Seattle Seven, hasta el punto de ser encarcelado por sus protestas contra la Guerra del Vietnam. De hecho, El Nota menciona durante el filme haber sido uno de esos Seattle Seven. Y el propio Dowd aparece en una de las escenas en la bolera. Asimismo, para ese fantástico personaje llamado Walter Sobchak encarnado con rotundidad por John Goodman, los Coen incorporaron detalles extraídos directamente de la personalidad de John Milius, el afamado guionista de Apocalypse Now y director de joyas como El gran miércoles, Conan el bárbaro o El viento y el león, entre otras. Del beligerante Milius, amigo personal de la pareja, los Coen tomaron prestado no solo el aspecto físico, sino también su pasión por las armas de fuego, su facilidad para la grandilocuencia (suya es una de las más recordadas frases brutas de la historia del cine, aquel “me encanta el

olor del napalm por la mañana”) o su constante afición a la conspiranoia. Dispuestos a explotar esa vena realista en sus personajes, los Coen dieron libertad a los actores para añadir al guion aportes personales. Así, Jeff Bridges no dudó en prestar a su personaje gran parte de su vestuario directamente de su armario, incluyendo esas inseparables sandalias o una camiseta de béisbol que ya vestía en El rey pescador siete años antes. Por su parte, el histriónico John Turturro, a pesar de que una vez el libreto llegó a sus manos se sorprendió por la brevedad de su rol, no paró de lanzar ideas en su caracterización: ideas suyas son, por ejemplo, esa ridícula redecilla en la cabeza en pleno ejercicio de su maestría a los bolos, el falso paquete en su pantalón ajustado en el flashback donde vemos sus visitas obligadas al vecindario, o su forma de bailar hacia atrás, que dice le inspiró Muhammad Ali. Menudo genio (y figura). Desconocemos, eso sí, si el guion original contenía la repetición sistemática de algunas palabras, o si esto fue fruto de la improvisación. Porque atentos: el término dude aparece 161 veces en la pantalla: 160 hablado y uno incluso escrito, en los créditos de Gutterballs, durante la secuencia del segundo sueño del protagonista. El Nota, a su vez, suelta la palabra man la friolera de 147 veces durante todo el metraje, lo que implica usarla ¡una vez y media cada minuto! Pero es la palabra fuck –o variables de la misma- la que no se queda atrás en apariciones estelares: nada más y nada menos que 292 veces campa a sus anchas por la película. Quizás tanta verborrea en plan letanía sea la culpable de que exista –y no es broma- una religión en torno a El Nota, el Dudeismo (también conocida como La Iglesia del Nota de los Últimos Días), fundada en 2005 y que ya lleva la friolera de más de 450.000 sacerdotes dudeistas en todo el mundo. Si no se lo creen visiten dudeism.com y flipen. O que hayan proliferado las fiestas anuales con proyecciones del filme, conciertos con artistas de la BSO, encuentros con los actores o –cómo no- competiciones de bolos, tales como el Lebowski Fest en EE. UU. o The Dude Abides en Inglaterra. Hasta en una ciudad como Reikiavik, la capital de Islandia, uno puede visitar el Lebowski Bar: su carta ofrece una increíble variedad de rusos blancos –la bebida preferida del prota, que llega a tomarse nueve en pantalla- y platos inspirados en personajes y frases de la película, y su interior ¡oh sí! está decorado con temática bolera y multitud de alfombras como la de El Nota. ¿Quieren alucinar por última vez sin necesidad de marihuana como nuestro querido protagonista? Pues ahí va una última anécdota, y ríanse del poder vaticinador de Los Simpson: el cheque que El Nota expende al principio del filme tiene fecha del 11 de septiembre de 1991, justo diez años antes del triste 11-S. Mientras escribe el cheque, puede escucharse en la tele del fondo a George Bush lanzando un discurso contra Saddam Hussein. Y sí, la excusa de este artículo es que El gran Lebowski fue estrenada en 1998. Tres años y medio antes de los atentados. -

Una bebida: Ruso Blanco.


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PLUMAS DE CABALLO




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