LaMUY 13

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Javier Gotor

32 Miki Leal J. G.

CARTA DEL DIRECTOR

ARTE

04 Elefantiasis

34 Terciopelo, vanidad y una camilla de ruedas

66 Cien sonetos para derribar a un tirano

SUMARIO

03 Cultureta postureta

José María Rondón CULTURA

06 Estación Poesía Manuel Grosso OPINIÓN

08 Ecos del antipregón Rancio OPINIÓN

10 Sociedad simple, realidad compleja: el paradigma de la complejidad como explicación de lo que pasa Ramón Reig ANÁLISIS

Peter Abbad

Juan Luis Manfredi OPINIÓN

16 Hacia un horizonte laboral más humano Juan M. Zafra REPORTAJE

20 Donantes de voz Óscar Gómez ANÁLISIS

22 Música, poesía y tabernas Marta G. Navarro CREATIVOS - HISPATALENTOS

EROTISMO

38 Moda One-Line

70 Desde el mirador de la guerra

Lourdes Rodríguez

Fátima Ramírez I+D - HISPATALENTOS

Pedro G. Romero

MODA

OPINIÓN

40 Jeroen Erosie

72 José Luis Ortiz Nuevo

La MUY

J. G.

THE WALL

HEREJES DEL SUR

42 El rito y la regla

76 Entre flores y el fuego

Antonio Pérez

48 Jorge Cadaval Alejandro López

Julio León Rocha MANDUCA

78 En la puerta del colegio Paco Brida

ES MUY

OUTSIDERS

56 Cultura versus civilización

80 Bronquio. Échale un galgo

Amaro Sánchez de Moya

Vidal Romero

OPINIÓN

MÚSICA

58 Manolo Summers, el genio rebelde

84 Y ahora… algo completamente diferente

Miguel Olid

Tali Carreto

FUE MUY

CINE

60 Lo vamos a conseguir

88 Into the way

Pilar Rodríguez OPINIÓN

24 Legado 11.578

Beatriz C. Bravo

DISEÑO

SEVINTAGE

14 Economía de la participación

69 Baiser

Página 01

EN 1.000 CARACTERES

Adelaxd VIÑETA

62 Tutorial de seducción Taite Cortés OPINIÓN

26 Galgus, superlativo de “veloz” Andrés Segura EMPRESAS - HISPATALENTOS

63 Mitología Joaquín Calderón

Joaquín Arbide ESCENA

64 El final está cerca (I) Eduardo Cruz Acillona MICRORRELATOS

Número 13

POESÍA

28 La Cuadra y yo


SOMOS MUY

COLABORADORES MANUEL GROSSO. Profesor universitario, escritor y promotor cultural. JULIO MUÑOZ, RANCIO. Periodista y escritor. JUAN LUIS MANFREDI. Periodista y profesor universitario. ÓSCAR GÓMEZ. Periodista, especializado en ciencia. LOURDES RODRÍGUEZ. CEO, Coolhunting community. PETER ABBAD. Diseñador.

FÁTIMA RAMÍREZ. Periodista multimedia, especializada en radio, televisión y redes sociales.

AMARO SÁNCHEZ DE MOYA. Arquitecto, decorador y pintor muralista. PILAR RODRÍGUEZ. Periodista.

JOAQUÍN ARBIDE. Escritor.

MARINA NOSEQUÉ. Ilustradora. Página 02

MARTA G. NAVARRO. Periodista, comunicadora 2.0., locutora profesional y redactora creativa. Directora y presentadora de El Desguace Radio.

ANDRÉS SEGURA. Responsable de Qwerty Comunicación y apasionado de la ciencia.

TAITE CORTÉS. Periodista y directora de comunicación.

JOSÉ MARÍA RONDÓN. Periodista y escritor. VIDAL ROMERO. Arquitecto y crítico musical. TALI CARRETO. Gestor cultural y promotor. LITTLE. Artista autodidacta, licenciado en Comunicación Audiovisual y gestor cultural. PEDRO G. ROMERO. Artista y miembro de la plataforma de reflexión de políticas culturales. BEATRIZ C. BRAVO. Historiadora del Arte y escritora erótica.

COLABORAN EN ESTE NÚMERO MARÍA PLA. Fotógrafa. RAMÓN REIG. Catedrático de Estructura de la Información de la Universidad de Sevilla. Periodista, escritor e investigador. Número 13

Telefónica. Ha trabajado en El País, RNE, entro otros, y fundí el diario digital bez.es. Ha sido asesor en la secretaría de Estado de Comunicación del Gobierno de España y responsable de comunicación del Plan Avanza para el impulso de la sociedad de la información. Premio Victory Award a la Publicación Política del año 2014.

JUAN M. ZAFRA. Profesor de Periodismo y Comunicación Audiovisual en la Universidad Carlos III. Director de la revista Telos de Pensamiento, Sociedad y Tecnología de la Fundación

ANTONIO PÉREZ. Fotógrafo. ALBERTO ROJAS MAZA. Fotógrafo. MIGUEL OLID. Doctor en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Sevilla y articulista de cine en El País, Babelia, El País Semanal, Cinemanía y en ABC de Sevilla, entre otros medios. Autor de varios libros de cine. JOAQUÍN CALDERÓN. Músico, cantautor y poeta.

S TA F F JAVIER GOTOR Director ALEJANDRO LÓPEZ Redactor Jefe INDALECIO RODRÍGUEZ Marketing MARCOS FERNÁNDEZ. Publicidad JACOBO CARMONA Diseño y Maquetación.

E D I TA GLOZ Comunicación Integral S.L. C/ San Isidoro, 19 41004 Sevilla Tlf.: +34 666 912 073 Publicidad comercial@lamuy.es Contacto hola@lamuy.es Impresión Gráficas Andalusí DEPÓSITO LEGAL SE 1355-2015 Todos los derechos reservados. Prohibido la reproducción total o parcial de lo artículos, ilustraciones, fotografías y demás contenidos publicados. La dirección no se hace responsable de las fotos, textos y opiniones en La Muy, ya que son responsabilidad de las fuentes firmantes.

EDUARDO CRUZ ACILLONA. Periodista y escritor. MARÍA JESÚS CASERMEIRO. Artista y responsable de diseño de la editorial Point de Lunettes. Vanitas es su última exposición. JULIE DE ABREU. Ilustradora y artista. JULIO LEÓN ROCHA. Guionista, dramaturgo, redactor de televisión, director escénico. ADELA SANZ. Ilustradora.

AGRADECIMIENTOS Mané Navarro, Rafael Seleka y Laura Calvarro.

DISTRIBUCIÓN SEVILLA: CaixaForum, Cicus, Fnac, Espacio Caótica.

MÁLAGA: Fnac.

GRANADA: Fnac.


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Javier Gotor

i algo tienen de bueno las putas redes sociales (entiéndase putas como adjetivo ponderador), es que ese comentario de sobremesa tras la cena que moría al recoger y sacudir el mantel ahora se publica. Se comenta en la sobremesa que conforman miles de usuarios para que lo recoja el que quiera.

S

incluye una serie de valores deportivos, comportamientos, que genera unos sentimientos y acciones que, en definitiva, hacen que el fútbol sea capaz de articular la sociedad desde el punto de vista temporal, por ejemplo, si hablamos de calendario electoral. Y digo el fútbol en España, Brasil o Argentina, como podríamos hablar del baloncesto en EE.UU. o el rugby en Escocia.

Todo esto viene porque hace algunas semanas publicamos en la red una viñeta titulada El planeta de los simios, en la que aparecía un caricaturizado don Quijote enterrado de cintura para abajo, perplejo ante el bote de un balón de fútbol. La lectura de la viñeta de carácter humorístico era blanco y en botella, sin embargo hubo un lector que nos dio un bofetada dialéctica de repente y gracias a la cual llevo pensando más de la cuenta desde entonces. El comentario del lector venía a decir lo siguiente: “Un día tendremos que empezar a hablar sobre la posibilidad de que la gente a la que nos gusta el fútbol también tengamos cultura y se rompan los estereotipos”. Tras ese comentario se sucedieron otros tantos que venían a defender la postura del primero y ratificarla añadiendo “hay mucho cultureta postureta”.

El fútbol no es más que una novela eterna en la que hay buenos y malos, que además generan un género literario épico en muchos casos con crónicas periodísticas de nivel. Para Lázaro Carreter, “el fútbol ha sustituido el fervor de la guerra”. Incluso se ha generado un lenguaje propio que no hace más que enriquecer la lengua española en cualquier caso.

Cuando leí todo aquello pensé que me sentía muy representado con esos lectores que en un primer momento me dieron una buena sacudida. Durante unos días he estado haciéndome una pregunta: ¿el fútbol es cultura? Desde pequeño he sido educado, entre otras cuestiones y valores, en el deporte del fútbol. No recuerdo el primer balón que tuve pero sí los pelotazos que daba en el muro que separaba el patio de vecinos de la calle Arrayán donde me crié del palacio de los Marqueses de la Algaba. (Un palacio, por cierto, que a finales de los ochenta y principios de los noventa no era más que un nido de drogadictos.) Pero no sólo eso. Se me vienen a la memoria mis visitas al estadio Sánchez Pizjuán, de cuyo equipo es mi padre y era mi abuelo. Y toda una infancia y adolescencia de colección de botas de fútbol, cromos y fotografías firmadas de Maradona, Zamorano, Suker, etc. Volviendo a la pregunta que me suscitaba el lector, tengo mis dudas porque considero que habría que, como diría Luis María Ansón, “llegar a una definición cabal de cultura”. Algo que creo que sería como responder a la eterna pregunta del huevo o la gallina. Del deporte rey diré a su favor diré que, además de haberse convertido en un espectáculo de masas, algo que por otra parte no está reñido con la cultura, cultura de masas,

Expresión o manifestación cultural como puede ser la literatura, la arquitectura, el teatro, la pintura, la escultura, la filosofía… ¿Por qué no? Hace un puñado de años los arquitectos diseñaban grandes obras que han sido incluidas en libros y guías como lugares susceptibles de visita. Ahora algunos de los más importantes arquitectos del siglo XXI como Jacques Herzog, Frei Otto, Albert Speer Jr., Cruz y Ortiz o Archibald Letich son los encargados de diseñar los coliseos futboleros del presente y futuro. ¿Acaso no puede considerarse cultura el Sevilla-Betis y todo lo que se genera alrededor, antes y después? Como era cultura el coliseo romano y sus gladiadores y carreras de cuadrigas, o como son cultura las corridas de toros. Define la RAE la cultura como el conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial en una época, grupo social… Cuestión aparte sería si nos sentimos identificados con la cultura del fútbol. Todo esto me recuerda la conversación que tuve con un amigo, y también denominado agente cultural, con el que discutía sobre la propiedad de la cultura. Defiendo que la cultura es de todos y de nadie y que me causa estupor pensar que haya un segmento de población que se considera culturalmente superior por simplemente tener unos gustos socialmente o familiarmente adquiridos como el fútbol frente al teatro cuando lo interesante es que somos legión los que amamos el fútbol y participamos de la vida cultural de nuestras ciudades. Le doy la razón a aquel lector. Hay mucho cultureta postureta. Una película: Pelé, el nacimiento de una leyenda de Jeff y Michael Zimbalist.

Número 13

TEXTO:

CARTA DEL DIRECTOR

CULTURETA POSTURETA

Página 03

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ELEFANTIASIS FOTOGRAFÍA:

María Pla

Página 04

EN 1.000 CARACTERES

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Número 13

M

irada y luz sobre la vida cotidiana. El gran censor juzga impasible y grisáceo desde su altura de piedra. El Gran Hermano se ha colocado el monóculo para vigilarnos mejor, ha situado entre él y nosotros el flexo de los interrogatorios. Espejo opaco que refleja en vertical los vicios y virtudes de la sociedad, eco mudo que nos devuelve las aspiraciones y frustraciones de nuestra época. Estos muros atrapan en sus poros nuestras pequeñas historias con la sucia esperanza de que se pierdan para siempre bajo una mano de pintura blanca o de que padezcan el alzhéimer de la piqueta. Si fuera posible exprimir este cemento, su zumo estaría repleto de pulpa de la miseria y la grandeza humanas, de pequeños tiranos y de héroes sin fama. La calle, los coches, chuchos y gatos, el ajetreo de los comercios, los camiones de basura, y los hombres y mujeres entretienen las horas muertas de este rostro sin nombre al que, de repente, se le pasan por la mente ideas tan descabelladas como… un elefante. -



OPINIÓN

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ESTACIÓN POESÍA TEXTO:

Manuel Grosso

Página 06

S

oy de los que piensa que unos de los marcadores más evidentes de la salud cultural de un pueblo, de una nación y, por supuesto, de una ciudad es la poesía. Por eso me congratulo de que Sevilla, donde la poesía ha sido siempre una referencia, haya logrado mantener desde 2014 una revista de exquisita poesía sin otra razón que dar a conocer a los poetas actuales, no solo locales, sino de ámbito internacional, con especial atención al mundo hispano parlante. Estación Poesía, que así se llama la publicación, saca este cuatrimestre su número 13, curiosamente el mismo número que La Muy, lo que indica que, por una vez y sin que sirva de ejemplo, poco a poco, se está logrando en esta ciudad, reina de lo efímero, que algunos proyectos se consoliden en el tiempo.

Número 13

El CICUS (Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla) acogió esta revista de la mano tanto de Concha Fernández, su anterior directora, como por el actual, Luis Méndez, de una manera encomiable; así como también ha mantenido al director de la revista desde sus inicios, Antonio Rivero Taravillo. Seguramente sea uno de los proyectos más estables de la cultura sevillana, y sorprende por su rigor y, por qué no decirlo, por su edición, siempre pulcra y exquisita. Sé que es minoritaria, como debe ser esa clase de proyectos que, junto a la Casa de los Poetas y las Letras del ICAS del Ayuntamiento de Sevilla -dirigido por otro outsider esencial en la cultura sevillana, José Daniel M. Serrallé-, están consiguiendo preservar el legado poético serio de una ciudad que siempre se ha destacado más por la poesía que por la prosa. Sé por experiencia propia que en el ámbito público sus responsables buscan más el efecto inmediato que la influencia a largo plazo, craso error, por eso me alegra que estos proyectos resistan a la vulgaridad de los tiempos actuales. La cultura, la verdadera cultura, siempre ha de mirar a lo lejos, a la distancia que da el paso del tiempo: como el buen vino, existe un proceso de maduración, de reflexión, que va unido a la misma. ¿Quién hubiera creído que La Muy iba a llegar al número 13? Creo que nadie , yo el primero, pero mire usted por donde aquí lo tienen entre las manos. Lo mismo me

ocurrió cuando asistí a la presentación del primer número de Estación Poesía en la primavera de 2014, de ahí que me alegre poder contar con este nuevo número esta primavera de 2018. La poesía en este país es algo olvidado, aunque curiosamente muchos de nuestros poetas, ya fallecidos, son una marca de calidad incuestionable. Sin embargo, las publicaciones periódicas de la poesía actual casi se pueden contar con los dedos de una mano, y las que sobreviven en el tiempo… casi ninguna. He dicho al principio que la repercusión de la poesía en la sociedad es un índice incuestionable de su nivel cultural, de ahí que estos instrumentos sean necesarios más allá de su rentabilidad política inmediata. Estamos muy lejos de la veneración que determinados países de otro ámbito cultural, véase Japón o Irán, tienen por sus poetas, pero es bueno que no lo olvidemos en el baúl de la historia y que sepamos que hay muchos y excelentes poetas vivos y cercanos. La poesía es, y ha sido, siempre la modernidad de la expresión escrita, aún aquella que se apuntala en viejas tradiciones orales; aquí la forma es tan importante como el fondo. Es cierto que necesita de un lector muy específico, pero también con el tiempo cala en las capas más populares. Lo difícil es darse a conocer y que haya un criterio cierto a la hora de darla a conocer. No todo vale, o no debería valer. Hay que tener cuidado porque nuestra ciudad es muy dada a los rapsodas costumbristas que nada tienen que ver con la auténtica poesía, pero que aquí se les equipara con excesiva facilidad. Son los manipuladores de las emociones más superfluas, que utilizan sus ripios para lograr una aceptación inmediata, por ello es imprescindible que publicaciones como la que nos ocupa, existan. Es una labor oscura pero necesaria. La poesía de verdad deja una marca indeleble en nuestra memoria, nos instala en nuestro yo más verdadero, crean imágenes que se convierten en significados ocultos que nos estigmatizan en nuestro yo más profundo. Como decía Juan en el primer versículo de su Evangelio, “En el principio era el Verbo…”, y yo añadiría “El verbo es la poesía”. -



OPINIÓN

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ECOS DEL ANTIPREGÓN TEXTO:

Rancio Jacobo Carmona

ILUSTRACIÓN:

H

ace tiempo grabé para televisión un reportaje de investigación sobre drogas. Me costó conseguir que la gente hablara a una cámara, aunque fuera con la cara tapada. Fue hace años y casi ni lo recordaba, así que cuando me llegó un whatsapp el otro día de un contacto llamado “Traficante 2”, no lo recordaba y me quedé blanco. Al final del artículo os contaré cuál fue su mensaje, pero fue una de las muchas personas que han querido decirme que les gustó aquella locura del pregón heterodoxo, y no tanto por el pregón en sí, sino por ese canto de amor raro a la Semana Santa que montaron los de La Muy, David González de la editorial El Paseo y José María Rondón.

Página 08

Atención a la variedad. Al salir del Teatro Quintero, alguien que se me presentó como “ultraortodoxo” me dio la mano y me dijo que se había emocionado. “Yo venía con las pistolas cargadas para darte fuerte con eso que dijiste de antipregón, y fíjate, al final se me han saltado las lágrimas y todo, coño”. El bajista de un grupo de música me escribió desde su gira y me dijo “Me lo he tragado entero del tirón, y lo he disfrutado como un enano. Has hecho que me sienta orgulloso de ser sevillano. Se agradecen cosas así”. Un compañero de trabajo de Móstoles, me mandó un whatsapp: “He venido escuchando tu pregón en el coche. Soy madrileño, me encanta Madrid y vivir en Móstoles. No soporto el calor ni entiendo la Semana Santa, pero he escuchado lo que has contado y me ha dado envidia no ser sevillano”.

Número 13

En Twitter, hubo gente que me dijo que tampoco había visto un paso en su vida, pero que había escuchado el pregón y quizá tenía razón en eso de que “hay dos tipos de personas en Sevilla, a los que les gusta la Semana Santa, y los que no saben que les gusta”, porque, sin ser capillita, es verdad que guardaba recuerdos preciosos que habían ocurrido alrededor de esa semana. Hay quien me mandó gloriosas fotos de pañuelos de papel arrugados como muestra de los mocos que había soltado llorando. Hay quien me cogió camino de la cerveza que tomamos después del antipregón y me dijo que “la Semana Santa de la que has hablado no es la heterodoxa, es la de la gente, la de verdad”. Hay quien me dijo que nunca le había pasado estar llorando de emoción, empezar a partirse de risa y no saber si las lágrimas eran de una cosa o de otra.

Repaso todo esto no como una reivindicación a lo bien o mal que quedó, sino para resaltar dos cosas que pensé. La primera es que el pregón llegó a gente a la que el prejuicio nos aleja de pensarlos cercanos la Semana Santa: un traficante, un mostoleño, un rockero… La segunda es que no me dijo nadie que le hubiera incomodado. Y entonces pensé que quizá me equivoqué en una cosa: igual miramos a una ortodoxia intransigente y castradora que no existe. Quizá la creamos con nuestra mirada, quizá no hay heterodoxia y ortodoxia y estamos todos en el mismo lado, más para adelante o más para atrás, a la sombrita que refresca o al solito que da gustito, pero todos en el mismo país. Si resulta que es un enemigo ficticio y sirve para unirnos, bienvenido sea, pero que no nos haga pensar que la mejor ciudad del mundo está más dividida que cualquier otra del mundo. Porque estoy seguro de que el de la sombra se reirá del del solito, pero también estoy seguro que mataría por él. Ojalá sea así, porque con el tiempo he aprendido que los que dividen, siempre traman algo, y el mundo cambia y no está quieto nunca. Si no que se lo digan a “Traficante 2”, que en su whatsapp, me dijo “Killo, mortal tu pregón. Me ha alegrado verte. Yo me he quitado de todo, me he casado, tengo trabajo y ahora me ha dado por correr. ¿Quién nos iba a decir aquel día que estábamos hablando un pregonero y un maratoniano?”. Una canción: El río de mi Sevilla de Lole y Manuel.



ANÁLISIS

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Sociedad simple, realidad compleja: el paradigma de la complejidad como explicación de lo que pasa TEXTO:

A través de su Historia, la especie humana va creando estructuras de poder que están ligadas a las estructuras mediáticas, de las cuales brotan contenidos que pueden influir en las mentes y los comportamientos de los sujetos. Es algo que he demostrado en diversos trabajos aunque sigo aportando datos sobre ello.

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N

o obstante, esta tesis queda muy incompleta si únicamente se le aplica lo que llamo Enfoque Estructural Simple (EES). Hay que pasar a la siguiente fase de investigación. He demostrado un hecho que salta a la vista entre quienes tenemos formación como historiadores, antropólogos, comunicadores y periodistas. Pero, ¿por qué sucede esto? Y, es más, ¿por qué el hecho conlleva que, en numerosas ocasiones, esas estructuras de empoderamiento supongan el dominio de una minoría sobre o contra una mayoría, incluso en estos tiempos de self media –como los llamó, proféticamente, Jean Cloutier en los años setenta y ochenta del siglo XX- donde el receptor es emisor y tiene ante sí numerosas herramientas para formarse e informarse?

Número 13

El Enfoque Estructural Complejo (EEC)

Intentar responder a esta interrogante –en todo o en parteprecisa ya del Enfoque Estructural Complejo (EEC) en el que vengo trabajando desde la segunda mitad de los años 80 del siglo XX. Es ahora cuando más centrado estoy en la cuestión, una vez que he demostrado que el mundo mediático mercantilizado no es un contra-poder sino un elemento más de un poder llamado mercado que –con sus virtudes y sus defectos- nos envuelve. Como ejemplo, constato que el Grupo Carso, perteneciente al magnate mexicano Carlos Slim, es una estructura de poder, articulada con otras estructuras internacionales (Inbursa, una de sus filiales, forma parte del organigrama de Caixabank, a su vez accionista de Prisa, por citar un caso). En el imperio Carso también está integrado The New York Times que, por tanto, no es un contra-poder, no está frente y menos contra ese poder –Carso- derivado de la macro-estructura mercantil. The New York Times es un destacado elemento más del poder que es nuestra propia cultura. ¿Por qué entonces tanto The New York Times como The Washington Post –propiedad de Amazon- sacaron a la luz los papeles del Pentágono o el caso Watergate?

Ramón Reig

Entre otros motivos, porque la prensa ha perdido poder paulatinamente ante el Poder que ha ido aprendiendo de sus errores, ha ido absorbiéndola más y más hasta que, de hecho, ambos rotativos no dudaron –en un primer momento- en afirmar que Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva. La libertad del periodista se ha ido acortando desde la guerra de Vietnam hasta la actualidad. En las guerras de decenios anteriores los periodistas poseían gran libertad de movimientos pero desde la guerra de Las Malvinas se agrupan en pool de medios que actúan con el visto bueno del poder y hasta se les reservan hoteles desde los que trabajar -como el Hotel Palestina, en Bagdad- en los que ni siquiera están a salvo porque en el Palestina murieron en 2003 José Couso y el periodista de Reuters Taras Protsyuk a causa de un disparo de un tanque norteamericano. Poco antes, el ejército de Estados Unidos destruyó la sede de la cadena Al Jazeera y terminó con la vida de su enviado especial, Tarek Ayub. El EEC va mucho más allá

Por repulsivo que nos pueda resultar lo anterior, no es más que un hecho derivado de otro: el Poder se defiende de quienes cree enemigos o rivales, Saddam Hussein se enfrentó al orden mundial que se ha formado con los siglos y fue eliminado, al igual que, desde otras estrategias, ha sucedido y está sucediendo con la llamada nueva izquierda latinoamericana. Y en toda esta dinámica, la prensa –creada por el mismo poder- sufre bajas entre sus trabajadores que, al igual que otros actos, son daños colaterales, según sentenciaron los Bush en su momento. El pensamiento crítico -una derivación contemporánea del pensamiento marxista a través de la Escuela de Frankfurt-, desarrolla un discurso moral, emocional, simplista y hasta místico-religioso, acerca de tales actos y de otros. Esto provoca un interminable bucle de debates que terminan por ser parte del propio sistema de poder mercantil y, por tanto, un fenómeno más de su cultura que no aclara nada, sólo da vueltas sobre sí mismo, autoalimentándose, e incluso sirviendo de terapia ocupacional grupal o de mentes distinguidas. El Enfoque Estructural Complejo (EEC) va mucho más allá en su intento de comprender lo que pasa en un mundo que se ha vuelto tan enrevesado. La complejidad exige una metodología que rompa los moldes ciencias-letras (Morin), exige acudir


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ANÁLISIS

a una epistemología comparada (Lorenz). En España, este camino epistemológico lo dejó bien claro Rafael Rodríguez Delgado (1912-1997) en una obra que publicó poco antes de morir con un título que es toda una metodología: Del Universo al Ser Humano. Hacia una concepción planetaria para el siglo XXI. Se trata de una metodología similar a la que en nuestros días siguen desarrollando cerebros como Gell-Mann, desde la Física, o Wilson, desde la Sociobiología. Mi metodología parte de una de las preguntas clave de la entradilla de una noticia periodística: why?, ¿por qué? Es la pregunta también del filósofo y del científico, incluso la pregunta que el ser humano se plantea desde pequeño. El por qué puede llevarte a un lugar próximo o lejano, al periodista lo conduce, por regla general, a parajes inmediatos pero al que llamo periodista académico lo conecta con el filósofo y con el científico. Entonces surge la cuestión central o hipótesis a demostrar, que ya me planteé en mi libro Todo Mercado (2011), donde empecé a desmontar mi propio pensamiento, demasiado ligado a las utopías e imaginarios históricos.

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Karl Popper afirmó que lo primero que impulsa al ser humano pensante a actuar es el problema. Entonces, resumí mi aspiración de no conformarme con lo que hasta ahora había demostrado bajo la metodología del Enfoque Estructural Simple (EES) con una hipótesis formulada en un lenguaje muy común pero a la vez retador al máximo, creo yo. Está muy extendida la queja entre los humanos: el mundo va mal, el acontecimiento al que antes me referí sobre la muerte de los periodistas en Bagdad se nos presenta como algo repugnante. Sin embargo, simboliza una forma de actuar ancestral en la especie. Por tanto, lo que yo formulé como hipótesis -simple y vulgar- es lo siguiente: El problema no es que el mundo vaya mal, el problema es saber si tiene arreglo.

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Para demostrar el auténtico problema y así lograr una Filosofía de la Historia y de la Comunicación que también sea lo que llaman investigación aplicada, no es suficiente con estudiar alternativas desde lo más inmediato y proyectarlas en forma de buenas intenciones. Ahora es necesario saber distinguir entre lo que llamo cerebro deseante y cerebro realizante. Si el humano desea saber por qué no suele ser coherente lo que desea y lo que logra, si anhela ser, “en el buen sentido de la palabra, bueno” (Antonio Machado), y no lo consigue, si lo educan para ser solidario pero más tarde o no lo es o lo es por presiones culturales, ¿qué está subyaciendo ahí?, ¿qué significado tiene su historia? Pero no ya su historia metodológicamente estructurada desde la prehistoria, eso es algo superado por la razón. La Historia de la Humanidad – desde el paradigma del EEC- no comienza en la prehistoria sino en el Big Bang que es lo que se acepta comúnmente como origen de nuestro universo. En los primeros años del siglo XXI, El País y Abc vendían conjuntamente con el diario una historia de la humanidad diferente. La de Abc comenzaba de forma simple: Prehistoria y Protohistoria. Pero la de El País se había apuntado ya al paradigma de la complejidad. Su primer tomo se titulaba Los orígenes y abarcaba desde el Big Bang hasta el origen de la vida.

El ser humano es el producto final de una enorme evolución –la conocida por nosotros aunque muy parcialmente- que encierra una idea clara: desde los inicios –si es que esta palabra es procedente mencionarla- de la dinámica de partículas elementales, “el enlace entre los elementos supuestamente separados es la comunicación-información, que une y transforma los seres. Luego, el concepto de organización cierra el círculo” (Rodríguez Delgado). El humano es el efecto complejo de aquella inicial sopa de partículas. En Youtube se puede localizar fácilmente un documental llamado La Historia del Mundo en 2 horas que comienza con estas palabras: “Todo está conectado y el sendero llega hasta ustedes”. Se inicia con el Big Bang. Por tanto, el humano no es el centro ni el comienzo de nada sino –más bien- el final, por ahora. Autores clásicos –como Jacques Monod- afirman que esta óptica nos conduce al animismo pero es todo lo contrario. No hay texto sin contexto, dice Van Dijk, y mientras más amplio sea el contexto mejor se puede aprehender una situación (Schrödinger). En Periodística, diríamos que hay dos factores sin los cuales no se puede entender un acontecimiento: perspectiva histórica y contexto. En el EEC, el contexto se amplía todo lo posible para llevar a cabo una filosofía práctica que sea de utilidad al ser humano en general y a sus elementos hegemónicos en particular, con vistas a la preservación material y espiritual de la especie en las mejores condiciones posibles. Para lograr el propósito anterior mediante una amplificación máxima del zoom de nuestra Historia, la complejidad precisa de otros saberes, lo cual conduce a áreas de conocimiento que van desde la física de partículas al propio ser humano, pasando por la genética, sociobiología, psicología, etología… Basamentos desde el EEC para interpretar lo que pasa

Sólo puedo ofrecer un breve esbozo sobre un tema que yo mismo mantengo en constante revisión. Sí se pueden afirmar algunos extremos hipotéticos como avances para una nueva forma de intentar explicarse lo que pasa en el mundo. Las hermenéuticas dominantes actuales –muchas de ellas derivadas del pensamiento postmoderno- sostienen errores de base que hay que ir desterrando aunque ello nos lleve fuera de nuestra zona de confort intelectual y psicológica. He aquí algunos de los basamentos sobre los que debe pensarse el mundo: · El humano no es social sino individual, de lo contrario no habría problema y yo no estaría escribiendo estas líneas. Todo lo que se desenvuelve en la evolución busca la supervivencia individual y la prolongación en el tiempo, incluso lo que consideramos filantrópico. · Derivado de lo anterior, en su esencia, no son posibles las sociedades llamadas socialistas ni comunistas, como tampoco imaginarios filosóficos orientales -si así fuera, las


tras la muerte de Dios. Representan los nuevos sentidos y significados con los que contrarrestar el principio psicológico de incertidumbre (Pastor Ramos), el instinto de muerte (Freud) y el saber que se sabe (Boulding).

culturas asiáticas no hubieran virado hacia lo mercantilimportados por la postmodernidad a Occidente para el ocio de los asentados en el sistema. · El humano, en un principio, suele atender las ideas místicas de Rousseau y otros autores, hasta que su razón y su experiencia le dictan lo contrario. En esta evolución intervienen factores cerebrales que son competencia de la neurociencia. Parecen ser factores de conservación o administración de energía, una combinación por tanto de cultura y fisiología.

En síntesis, ahora, Marx debería seguir interpretando la existencia en lugar de transformarla porque, en efecto, ha sido la vida la que ha controlado a la conciencia y no al revés. La libertad empieza por la comprensión de este hecho pero son lógicas las resistencias contra el poder derivadas de los enfoques estructurales simples porque no sólo el mercado es el resultado de una evolución sino que también lo sería su superación. El problema está en conocer hasta dónde llega lo real y lo que se desea pero la lucha entre el humano va a seguir, debe seguir, aunque sea para no acceder adonde se anhela.

· El humano se ve obligado a colaborar para sobrevivir (Manfred), por eso su historia es total, no parcial, y hay culturas que se van imponiendo unas sobre otras o que se van sincretizando. La cultura de mercado es, a la vez, impuesta y aceptada como derivación de la propia naturaleza yoísta del humano. El mercado es el humano.

· El humano –sobre todo el común- vive sobre la base de imaginarios individuales o colectivos, sobre sus deseos, no sobre la realidad. Los imaginarios le sirven también para prolongarse en el tiempo a través del autoengaño espiritual. · Para que cualquier estructura llegue a su condición, precisa del orden pero ese orden –sobre todo al encerrarse sobre sí mismo- puede devenir en entropía, he ahí la causa de los fracasos de los imaginarios comunista y cristiano, entre otros. · El orden es el desorden. En nuestros días, mientras más aumenta la entropía digital entre la sociedad, más aumenta el orden, el dominio y el inmovilismo sustancial del hecho Poder. Es una aparente paradoja: el ciberactivismo refuerza al sistema que lo ha originado y que le facilita las herramientas para que actúe contra él, ante lo cual debe defenderse. Como el humano es individual y tiende por tanto a la dispersión –sobre todo cuando no tiene intereses comunales materiales- la sociedad digital es la máxima manifestación del individualismo o, si se prefiere, del individualismo gregario, al que la infoxicación puede anularle el conocimiento. · Además, las herramientas derivadas de las revoluciones tecnológicas son los nuevos dioses que han aparecido

El miedo a abandonar una zona de confort intelectual ancestral puede originar el rechazo de los puntos anteriores y del planteamiento que los ha originado. El político, pensador orgánico o receptor -llamados progresistas- no se diferencian, en esencia, de los conservadores: todos desean, en mayor o menor medida, que su cerebro siga tendiendo a la comodidad (Cordelia Fine), no hasta el extremo al que llegan los ciudadanos más comunes pero sí vale para ellos la realidad de la comodidad de un cerebro que fabrica estereotipos para sobrevivir con los menos sobresaltos posibles. -

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· Tanto la solución cristiana, primero, como la marxista, después (que no su método histórico), son simples imaginarios, producto del cerebro deseante. En efecto, la tendencia a la igualdad conduce a la mediocridad porque se está falseando el concepto de equidad-igualdad: “Cualidad que consiste en dar a cada uno lo que se merece en función de sus méritos o condiciones”.

Conclusión


OPINIÓN

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ECONOMÍA DE LA PARTICIPACIÓN TEXTO:

Juan Luis Manfredi

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a industrialización supone la transformación de los modos económicos, de los hábitos sociales y de la capacidad productiva de las sociedades. Porque la capacidad de producir en serie un producto o un servicio convirtió los entornos urbanos en centros de consumo y los dejó sin capacidad de fabricación real. Éstas se trasladaron a las afueras que, cuando llegó la globalización, se convirtieron en los países asiáticos o en cualquier otro destino lejos de Londres, Washington o París. La disociación de producción y consumo fue posible porque la propiedad era el valor determinante. Así tenemos un coche, un piso, un libro o una taza de café. La sociedad de propietarios pone el énfasis en la adquisición y la acumulación de riqueza en forma de productos o servicios. Durante los próximos años, convivirán dos modelos productivos muy diferentes, porque ya se adivina la gran transformación de una economía digital asentada sobre nuevos modelo productivo, las formas de consumo y el ritmo de distribución y almacenamiento. La fuerza del capitalismo reside en su capacidad adaptativa a la necesidades sociales y la creación de otras nuevas. De la titularidad de la propiedad nos conducimos a la titularidad del acceso y disfrute de los bienes y servicios, de modo que hacemos uso de ellos, los cambios, los adaptamos y los personalizamos, pero no los poseemos para su almacenamiento. Las plataformas, sobre todo las que llevamos con nosotros en el móvil o la tableta, han multiplicado las opciones y están ya en todas las actividades económicas.

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Cuando ampliamos el enfoque, esto ha sucedido a menudo en otras industrias: uno disfruta del museo o de la exposición, pero no dispone de un cuadro de Murillo para celebrar el cuarto centenario; uno viaja en avión, pero pocos tienen uno aparcado en el garaje; o bien uno escuchaba a Silvio y Sacramento en directo, pero no se lo llevaba a casa... Son servicios, no propiedades, y su caracterización económica es evidente. Ahora hemos avanzado aún más. El acceso ha creado un tipo económico novedoso, que es la economía de la participación, la cooperación y la contribución. José Manuel Noguera la define como aquella en la que el producto o el servicio no puede ser mejorado o –más radical aún- no existe sin la colaboración activa de los usuarios o audiencias. En ámbito del consumo simbólico, se entiende a la primera: no solo nos gustan las series, sino que necesitamos compartir sus contenidos, recomendarla, viralizar sus expresiones y extender

el producto hacia otras economías de alcance. La marca y el símbolo constituyen un distintivo de recomendación en el capitalismo de las emociones. De Narcos a La Peste, pasando por Cuéntame, los contenidos audiovisuales han explotado la participación hasta introducirse en el metalenguajes del espectador. Sin duda, los usuarios nos conocemos bien entre nosotros y –de momento- mejor que los algoritmos. En segundo lugar, se ha disparado el valor de la red y las conexiones. Compartir devuelve el poder a las personas y lo sustrae de las instituciones y las organizaciones. Solo se fideliza la marca y el nicho, pero no la cadena de televisión, el coche o el transporte. Pensemos en los competidores del taxi, el transporte urbano de mercancías o el comercio minorista. No se trata de audiencias masivas, comparadas con el negocio tradicional, sino del cambio de tendencia: en red, puedo alquilar una plaza de mi coche cuando viajo, crear mi propio programa de televisión en Youtube o generar una petición política en una plataforma para que “los políticos” nos escuchen. El tercer elemento es la experiencia de comunidad. No tiene sentido estar aislado en el consumo, sino que su valor se acrecienta cuando podemos compartir las sensaciones alrededor del mismo. La motivación del usuario no es económica, esto es, no obtiene un rendimiento directo por su acceso a la comunidad. Pensemos en el fenómeno de los fans en la industria musical y, en su máxima expresión, en Operación Triunfo ¡O los resultados electorales! No serían tan divertidos o excitantes, si no pudiéramos conversar en tiempo real con otros usuarios tan entregados como nosotros. La novedad reside en que la participación forma parte del producto en sí mismo, no se puede disociar, aunque cueste ver la forma de monetizar dicho entusiasmo. Por estos motivos, la economía de la participación ofrecerá nuevas oportunidades de negocio a quienes sepan converger con los usuarios. A medio plazo, veremos decrecer las industrias que gestión stock y certificaremos la muerte de las rebajas, porque serán los flujos de participación quienes determinen la oferta y la demanda. Bien estará la propiedad, pero mejor aún estará hacerlo con amigos, conocidos o desconocidos en una plataforma digital o en la red social que es el bar y la familia. -



REPORTAJE

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HACIA UN HORIZONTE LABORAL MÁS HUMANO El futuro del trabajo y el empleo depende de la inteligencia humana

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TEXTO:

Juan M. Zafra

Linares (provincia de Jaén) es hoy la población española de más de 50.000 habitantes con mayor porcentaje de paro. El 44,5% de la población activa no tiene trabajo, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Parecía impensable que el desempleo llegara a devastar la ciudad cuando a mediados de los años setenta vivía en el epicentro de la industria mundial del automóvil. Hoy, cuando el portavoz de la plataforma Todos a una por Linares, José Alberto Utrera, describe la situación en la localidad el cuadro es apocalíptico; lo más parecido al futuro que dibujan los más agoreros para el trabajo en un mundo globalizado, automatizado y dominado por las fuerzas tecnológicas dominantes como la robotización, el big data y la inteligencia artificial.

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a historia demuestra, sin embargo, que todas las revoluciones vividas hasta ahora han contribuido a mejorar las condiciones de vida del conjunto de la ciudadanía, el clima laboral y, en general, el bienestar social. Los ciudadanos de Linares deben afrontar una revolución, empoderarse y encontrar los líderes que con las medidas oportunas pongan a la ciudad en la línea de salida de la revolución industrial 4.0. En la sociedad del siglo XXI -digital, líquida, inteligente…- solo cabe el movimiento, la proactividad y la mirada larga para levantar el vuelo. La primera revolución industrial llegó con la máquina de vapor, cuya aplicación a la imprenta contribuyó a la explosión de la prensa, la expansión del conocimiento y de las ideas que empujaban hacia una mejora urgente de las condiciones de vida en los centros de producción y en las ciudades que con las fábricas comenzaban a masificarse. La segunda revolución está vinculada al petróleo, el automóvil y la organización del trabajo a partir de las ideas de Henry Ford; las fábricas ya habían incorporado la electricidad pero la exigencia de producir masivamente con la máxima eficiencia fue lo que condujo a la aplicación de nuevas formas de organizar el trabajo, a importantes cambios en las relaciones laborales y en el reparto de tareas en el hogar, la escolarización y la protección social.

La tercera vino de la mano de las telecomunicaciones y de la capacidad de proceso de información; su consecuencia más inmediata ha sido la globalización, la constitución de mercados de alcance mundial y la deslocalización. Ahora se abre ante nosotros la era de la singularidad, caracterizada por la convergencia del progreso tecnológico –que ha permitido multiplicar la capacidad de proceso, la velocidad de transmisión del conocimiento y la miniaturización de los componentes- con los avances científicos asociados a la nanotecnología, el estudio del cerebro y la prolongación de la vida, principalmente. En esa confluencia es en la que se aceleran los cambios y la aparición constante de avances que modifican sustancialmente el entorno en el que vivimos, todos los ámbitos sin excepción, desde lo más íntimo –las relaciones personales y la comprensión de nuestra realidad más cercana- al sistema de gobernanza o, de nuevo, la organización del trabajo y las oportunidades de empleo. Avanzamos hacia un entorno en el que los datos son la materia prima más deseada; la información –entendida como capacidad para procesarlos- es el pilar sobre el que mejorar la productividad ya que determina la capacidad de personalizar y poner en el mercado los productos más demandados en el momento preciso; el conocimiento, el valor diferencial, ya que significa innovación, capacidad para entender lo que necesitan los consumidores y talento para idearlo, producirlo y comercializarlo; y, por último, la inteligencia, la capacidad de emprender, de poner en marcha iniciativas que ayuden a mejorar las situaciones que vivimos es una cualidad que en tiempos de inestabilidad e incertidumbre se hace imprescindible para competir. La cuarta revolución industrial, en cuyos inicios nos encontramos, volverá a modificar todos los órdenes de nuestra vida, pero a diferencia de los procesos anteriores, ocurrirá de forma exponencial, a mayor velocidad y de forma más extensa, en todo el mundo, provocando cambios a los que quienes no sean capaces de adaptarse sucumbirán. “En su escala, alcance


· La dimensión geoestratégica, como la competencia global; la constitución de una nueva clase media universal fruto del crecimiento y la expansión de países emergentes que imponen agenda y prioridades, disponen de recursos o hacen lo necesario para conseguirlos o desarrollarlos en la sociedad del conocimiento y la economía de los datos; y la evidencia de que existen países sumergentes, incapaces de atisbar un futuro mejor y orientar sus políticas hacia él, víctimas de la retrotopía a la que se refería Bauman y de la esclerosis de sus dirigentes convencidos de que el futuro solo representa una amenaza para sus privilegios y sus parcelas de poder consolidadas.

La reflexión atañe, por supuesto, a los gobernantes, responsables de idear un futuro deseable –contrario a las distopías dominantes- y adoptar las medidas necesarias para garantizar el bienestar común y generalizado, eliminar el riesgo de desigualdad creciente y la implantación de nuevos poderes que tratan de imponer el interés individual por encima de la colectividad. Pero ha de comenzar necesariamente desde la individualidad, desde la reflexión personal, sobre la base del conocimiento y de la capacitación no solo para adecuarnos al nuevo entorno sino para construir el futuro que queremos compartir con nuestros semejantes.

· La dimensión tecnocientífica, caracterizada por la velocidad, la conectividad y la prolongación de la vida.

El contexto en el que se desarrolla nuestra identidad personal, profesional y colectiva está condicionada por factores que tienen que ver con:

· La dimensional ambiental, la relación con el entorno natural y social, que hace imprescindible una revisión de los modelos energético y urbano como prioridad; la configuración de un modelo de relación basado en la descentralización; el desarrollo del principio de ciudadanía que es a la vez consumidor y productor de recursos; el despliegue de tecnologías que permiten una mejor, más eficiente y confiable asignación de recursos en un entorno ético y respetuoso con el planeta, con y entre quienes lo habitamos (la tecnología blockchain, por ejemplo)

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y complejidad, la transformación será distinta a cualquier cosa que el género humano haya experimentado antes”, afirma Klaus Schwab, autor del libro La cuarta revolución industrial. La biotecnología y los avances en el campo de la genética van a modificar desde nuestro aspecto físico y transformar nuestras condiciones y expectativas de vida con un efecto inmediato en el sistema de salud o las pensiones, entre otros ámbitos. El progreso de la inteligencia artificial y la generalización del uso de máquinas conectadas entre sí (el conocido como Internet de las Cosas), la automatización y la robotización van a alterar de tal forma el mundo del trabajo, del consumo y de la logística que habremos de plantearnos muy seriamente de qué forma queremos vivir en el inmediato futuro, de qué y cómo.


REPORTAJE

· Y, por último, la dimensión cultural. Porque no puede haber una revolución tecnológica sin una dimensión humanista y es imposible que se produzca esa revolución social sin formación, sin educación. Esa nueva cultura tiene que ver con principios como compartir, interactuar, preguntar, monitorizar, filtrar, combinar, fluir, comenzar … En definitiva, todo aquello que nos hace más humanos en un entorno en el que las máquinas son capaces de realizar tareas con mayor precisión que con la que venían desempeñándolas los seres humanos.

que pongan en pie proyectos emprendedores. La combinación de factores -a los que cabría añadir, por ejemplo, la necesidad de incorporar con celeridad a los jóvenes al reconvertido mercado laboral para evitar bolsas de excluidos que acaben poniendo en entredicho el sostenimiento de la democracia misma o de la pazes tan compleja que hacen necesaria una reflexión que conduzca a un proyecto estratégico de país a corto, medio y largo plazo y que tenga en cuenta las estructuras supranacionales necesarias para abordar los debates globales que se abren.

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La nueva era parece definida por un cambio en el que el trabajo dejará de ocupar la centralidad de nuestras vidas y recobran relevancia los datos, la información, el conocimiento y la inteligencia. Cuanto más valor se extraiga en cada uno de los escalones y más se escale en la pirámide informacional que definió Ponjuán , mayor bienestar individual y colectivo obtendremos como individuos y como sociedad. Para conseguirlo se requiere un replanteamiento general y prioritario en áreas como:

· La regulación de la competencia y del acceso a los mercados. Es inadmisible el mantenimiento de estructuras oligopolísticas, reglas y reglamentos que se corresponden con modelos de crecimiento propios de la primera revolución industrial, de la segunda o de la tercera. La aparición de nuevos agentes en el mercado no puede verse cercenada por regulaciones obsoletas ni éstos pueden beneficiarse de la incapacidad de los reguladores para adecuar las leyes en aspectos fiscales o laborales a la nueva realidad.

· El sistema educativo y la formación de los trabajadores en activo. La memorización de los contenidos carece de sentido en el universo del big data. Es la capacidad de obtención de datos, análisis y toma de decisiones lo que abre un océano de posibilidades en la nueva sociedad inteligente; la programación neurolingüística (PNL) es en el ámbito del español un mercado en desarrollo, como lo son la ciberseguridad o el desarrollo de aplicaciones basadas en blockchain para los sectores de seguros, finanzas o abogacía por citar algunos ejemplos de actividades que van a requerir nuevas capacitaciones y, sobre todo, una nueva forma de comprender el mundo y la utilidad de las tecnologías a nuestro alcance.

· Las condiciones de trabajo, la retribución y la protección social. Los puestos de trabajo en riesgo de extinción son aquellos en los que la tecnología es sustitutiva de la función humana, aquellos vinculados a tareas rutinarias que podrán ser desempeñadas por máquinas con mayor eficiencia y menores costes. Parece claro, además, que serán los trabajadores más cualificados los que mejor se adaptarán a los cambios y que la aplicación de la tecnología aumentará la productividad y liberará tiempo en el desempeño de las tareas. Es preciso, por tanto, un ejercicio enorme de adaptación de los trabajadores y de la sociedad en su conjunto para evitar la desigualdad y la exclusión de quienes se vean expulsados del mercado de trabajo. Con máquinas produciendo a menor coste y con la posibilidad de reducir el tiempo de los humanos al trabajo, los recursos que se liberan bien pudieran destinarse a la estabilidad social, la eliminación de desigualdades y el mantenimiento del sistema de protección social. Ante ese horizonte se abre el debate de la renta básica, con incentivos, por ejemplo, para aquellos

· El papel de los Estados, las competencias territoriales y los organismos supranacionales. El dominio de gigantes tecnológicos como Google, Apple, Amazon o Facebook en la sociedad de la información ha dejado en evidencia las carencias de flexibilidad, planificación y control de las administraciones públicas y la necesidad de abordar las reformas necesarias con una visión supranacional de los cambios que se avecinan. Todo está cambiando a nuestro alrededor y frente a la inestabilidad solo cabe tomar la iniciativa, abrir bien los ojos, escuchar y abrirnos al conocimiento. Los robots, la inteligencia artificial y el big data son solo inventos del ser humano. A nosotros nos corresponde preparar, tomar las decisiones y construir el futuro que queremos. El camino no está exento de riesgos, empieza por la formación y continúa con el reciclaje permanente de nuestras convicciones y la adquisición constante de experiencias. Lo peor es quedarse parado en el mismo sitio. -



ANÁLISIS

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DONANTES DE VOZ TEXTO:

Óscar Gómez

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Más de diez millones de personas viven en el planeta sin capacidad para expresarse vocalmente. Muchas de ellas utilizan dispositivos que permiten recrear artificialmente sus voces, sin haber conseguido dotarlas de una identidad, de un sello personal. Para lograrlo, tal y como la tecnología ya permite, solo es necesario componer esos registros únicos tomando como patrones los sonidos grabados por donantes de todas las edades y procedencias geográficas en los bancos de voz que han puesto en marcha iniciativas como VocalID.

E

l profesor llega a clase acompañado de un invitado. Ninguno de los alumnos le reconoce, pero cuando comienza a hablar, muchos de ellos saben que han escuchado antes esa voz, aunque no sepan relacionarla con un contexto concreto. Es actor de doblaje, explica el docente. Y si les suena es porque pone voz a anuncios publicitarios, a personajes de series o incluso de algún videojuego. Comienza un procedimiento mental en el que los chicos tratan de reconocer la voz que les habla; vestirla con la apariencia de un personaje digital, o con el producto que vende en alguno de esos molestos anuncios que hay que esperar para saltar antes de reproducir el vídeo que quieren ver en internet. El actor pide que alguien le facilite un texto, de cualquier libro que lleven en sus mochilas. Da igual si es un libro de texto de matemáticas o una novela de espías. Uno de los alumnos le entrega un manual de física, y lo abre por una página en la que se explica la fuerza centrífuga. El profesional de la voz comienza a leerlo en voz alta, con matices que recuerdan a una historia de miedo: el tono, el volumen, la intensidad, el timbre, las pausas… Luego, como una retransmisión deportiva, como un relato erótico, como un cuento infantil, como un discurso político… Los chicos ríen con cada cambio de registro, y se sorprenden no solo de la capacidad del actor, sino también de que las distintas maneras en las que han escuchado las mismas palabras han sido capaces de producir reacciones diferentes en ellos, y un baile químico en sus cerebros, entrenados para reaccionar de una u otra manera ante distintas formas de hablar. Así de importante es la comunicación verbal pura, aislada del contenido, de las palabras. El simple bla-bla-bla aislado del mensaje, del significado. Queda demostrado en la clase que recoge este texto y que forma parte de una experiencia real.

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La voz perdida

Pero ¿qué ocurre cuando se pierde esa capacidad prosódica? Cuando una afección física sobrevenida por un accidente o por una enfermedad hace que una persona pierda la capacidad de hablar existen dispositivos electrónicos que permiten que siga haciéndolo, después de un entrenamiento. El científico Stephen Hawking fue, hasta su reciente desaparición, el más


Las cosas han cambiado: hasta ahora, para sintetizar una voz artificial, una legión de ingenieros y lingüistas trabajaba con la colección de fonemas que había grabado un actor profesional, como el que aparece en la historia del comienzo de este artículo, pero las limitaciones han hecho que, finalmente, las distintas variantes que nos ofrece el GPS se parezcan tanto a las del buscador del sistema operativo en el smartphone o a la de la lavadora, que también ha empezado a hablarnos.

Se calcula que en el mundo viven más de diez millones de personas que han perdido la capacidad de hablar, y que se ayudan de artilugios parecidos al que utilizaba Hawking. La mayoría suenan parecidos, con independencia de que quienes los usen sean ancianos o jóvenes, personas tímidas o extrovertidas, con distintas procedencias, acentos, condiciones físicas, inquietudes, actitudes ante la vida cotidiana… Todas suenan igual, aunque esa circunstancia está llamada a desaparecer: VocalID es una iniciativa definida por sus propios promotores como “una compañía de voz que da vida a las máquinas de hablar”.

En la nueva era de la sintetización vocal, en cambio, los metadatos que los propios donantes introducen en el sistema al registrar sus voces (edad, lugar de residencia, formación, condicionantes culturales…) hacen que el sistema los archive y asocie para ser posteriormente ensamblados con algoritmos que logran construir una voz natural, con matices casi únicos. Una auténtica identidad vocal.

Con sede en Massachusetts, la empresa nació en torno a la idea de que la identidad vocal es un rasgo de personalidad tan único como la huella dactilar, y por ello trabaja en la restauración de la prosodia de las personas que han perdido la capacidad de hablar, construyendo voces a medida de sus características físicas, de origen, e incluso culturales. Y no solo de las personas. En la medida en la que se trata de una compañía comercial, con aspiraciones de ganar dinero con su actividad, VocalID trabaja también en el diseño de identidades vocales únicas para asistentes virtuales, sistemas operativos y para los mensajes hablados que cada vez con mayor frecuencia nos lanzan dispositivos como el navegador del coche o los electrodomésticos. Un banco de sonidos vocales

El proyecto gestiona un fondo que ya cuenta con más de 20.000 donantes de voz de 110 países, que han registrado desde sus propias casas y oficinas más de seis millones de palabras, fonemas o frases completas que conforman un exhaustivo banco de voz, que crece cada día y con el que ya se pueden componer los matices de cualquier identidad del planeta.

Además de las máquinas, de la inteligencia artificial que incorpora funciones de voz para parecerse cada vez más, peligrosamente, al humano, los destinatarios de este servicio son aquellas personas a las que una parálisis cerebral, el Parkinson, el ELA, un cáncer de garganta o un accidente cerebrovascular o neuronal han dejado sin capacidad de comunicarse oralmente. “No tienes que sonar como un locutor de radio; queremos registrar la diversidad y la naturalidad de la voz humana”. Es uno de los mensajes que VocalID lanza a los donantes cuando inician el proceso de grabar sus voces siguiendo las instrucciones del sistema. Uno de los lemas que ha utilizado la compañía para movilizar a los miles de donantes de voz que ya han colaborado con la iniciativa es el de que “la donación de sangre salva vidas, y la donación de voz puede cambiar vidas”. No en vano, y como dejó dicho con su propia prosodia el poeta H. W. Longfellow, “la voz es el órgano del alma”. -

Un disco: No mercy in this land de Ben Harper.

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gráfico ejemplo de ello. Pero si la ciencia y la electrónica nos permitieron seguir disfrutando de las palabras nacidas de la prodigiosa mente de Hawking, no consiguieron sin embargo trasladarnos todos los matices vocales que hubieran convertido su discurso sobre el universo en algo aún más emocionante, y sus célebres bromas lacónicas en algo aún más divertido. A la voz metálica, mecánica y monocorde le faltaba un sello personal, una identidad única.


HISPATALENTOS

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MÚSICA, POESÍA Y TABERNAS

CREATIVOS

TEXTO:

Marta G. Navarro

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En 1914, G. K. Chesterton publicó The Flying Inn, una novela en la que dos personajes huían de la policía porque el gobierno había prohibido las tabernas. En su huida componen canciones satíricas, que adornan e ilustran la narración. El proyecto de dos sevillanos -The Flying Inn- lleva al escenario esas canciones, con un espectáculo de música y poesía en el que violín, banjo y buzuki ponen la atmósfera irlandesa. Un canto a la libertad y al gozo de vivir.

P

ocas cosas combinan tan bien como el vino y el queso. Parecen hechos el uno para el otro, estimulan nuestros sentidos con una fiesta de matices, olores y sabores. Lo mismo ocurre con el violín y la guitarra, con The Flying Inn, con Fátima Caballero y Jesús Beades. Un dúo que se gestó en Sevilla, al olor de la pinta irlandesa y al calor de una animada conversación, elementos ambos que les identifican. Folk, de influencia tradicional irlandesa y también norteamericana. Esa es la esencia de su estilo musical tanto en directo como en su potente primer disco: The Songs of the Old Ship.

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Ella, Fátima Caballero, tiene una mirada dulce y penetrante. Una de esas que te atraviesa y te escudriña, pero sin pretenderlo. De un virtuosismo que hace parecer fácil lo difícil, se podría decir que no toca el violín sino que lo baila, que lo acaricia con manos expertas. Artista polifacética interesada en el audiovisual y en estilos musicales tan dispares como el barroco o el metal. Sus rizos característicos se han convertido en seña de identidad en el panorama musical sevillano. Si Fátima toca muchos palos, su compañero no se queda atrás. De Jesús Beades podemos decir que es poeta, cómico, músico y maestro, y no erraríamos. Apasionado de Iron Maiden, Los Beatles o G. K. Chesterton mezcla con acierto en cada proyecto que emprende elementos de estas y muchas otras pasiones. De una presencia escénica contundente y una voz intensa y profunda, Jesús es capaz de meterse a cualquier público en el bolsillo haciendo uso de su talento para la palabra.

Ni carne ni alcohol

Pero este dúo musical tiene un tercer protagonista, G. K. Chesterton. Hay en su obra un pequeño gran libro, casi un cuento musical que retrata con mucho acierto y desparpajo las luces y sombras de la sociedad británica de primeros del siglo XX. En español se tradujo como La Taberna Errante pero su nombre original es, lo han adivinado, The Flying Inn. Cuenta la historia de un capitán, Patrick Dalroy, y su amigo el tabernero Humphrey Pump. Sus andanzas son también un viaje por la sinrazón que reina en la Gran Bretaña imaginaria que propone Chesterton. Se ha prohibido el consumo de alcohol y se ha impuesto a los ciudadanos el vegetarianismo. De modo que Dalroy y Pump huyen de la taberna llevando consigo un barril de ron y un queso a modo de peligroso botín con el que se enfrentan al sistema establecido provocando todo tipo de situaciones cómicas. Por el camino cantan al gozo de vivir, con un conjunto de canciones que el autor deja escritas a lo largo del libro. Inspirándose en todos esos elementos, Jesús Beades acometió la traducción de dichas canciones para musicarlas después aunque en su versión original inglesa. Aunque las traducciones permanecen inéditas, llegados a ese punto tenía sentido soñar con trasladar a un escenario la esencia aventurera y poética que rezuma el libro. Con violín, armónica, guitarra, buzuki y banjo en ristre, The Flying Inn recorren los más variopintos lugares de nuestra geografía con un espectáculo que mezcla la música y la literatura con unas inevitables gotas de humor. Inevitables


Música y circunloquios

Fátima Caballero lleva 24 años tocando el violín clásico, primero en el conservatorio y después ahondando en otros estilos musicales debido a su inagotable curiosidad y su pasión por el rock, el blues, el country… y el folk. Ha tocado con formaciones de estilo muy diverso. Forma parte de Ottava Rima, con los que mantiene vivo su contacto con la música más clásica, renacentista y en definitiva de un corte más academicista. Su primer encuentro con Jesús Beades fue hará cosa de unos cuatro años, en una taberna irlandesa. Con paciencia e interés, dado el gusto de su compañero por los circunloquios y las conversaciones prolongadas, Fátima iba formando en su mente una idea clara de lo que tenía que ser The Flying Inn. Cuenta la violinista que jamás le habían propuesto algo parecido, ni siquiera le constaba que existiera otro proyecto igual. Pero, curiosamente, las piezas le encajaban. Puede que por su notable erudición, dice, Beades había sido capaz de armar un prodigioso puzle creando algo nuevo al enlazar sus

conocimientos transversales de literatura, música e historia entre otras disciplinas. Del rock a la comedia

No en vano la carrera musical de Jesús Beades parte de los estudios de conservatorio, pero con la mirada siempre puesta en el blues y el rock clásicos. La comedia es otro elemento que ha integrado a lo largo de toda su trayectoria, tanto en bandas de rock como en The Flying Inn, por su vocación y afición a los monólogos al estilo stand-up comedy. Poeta de talento y reconocimiento precoces, su primer libro, Tierra Firme, obtuvo el premio Gerardo Diego en el año 99. Centinelas, su segunda obra, vio la luz en 2003 y en 2004 logra el accésit del premio Adonais con su último poemario publicado hasta la fecha, La Ciudad Dormida. Su cuarto libro, inédito, será próximamente publicado por una editorial sevillana. Jesús y Fátima preparan ya nuevas canciones con textos de Rudyard Kipling, W. B. Yeats o Edgar Allan Poe. El siguiente paso, cuentan, será sacar a la luz las traducciones al español de las canciones de Chesterton y temas del mismo autor con los que no se han atrevido hasta el momento. Con The Flying Inn hacen realidad un sueño, convertir la poesía en la música que ellos mismos querrían escuchar y ofrecérsela a las generaciones pasadas, presentes y futuras. -

Un juego de mesa: Azul de Asmodee.

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y muy pertinentes, tanto por aquello de que uno de los componentes del grupo sea además cómico como por la atmósfera de cercanía que se respira en sus actuaciones. Una librería, un pub irlandés o una sala de conciertos cualquiera, el más recóndito lugar se convierte en una taberna chestertoniana al paso de The Flying Inn. Las primeras notas de violín de Fátima hacen que comience la magia y la consecución de temas musicales, con explicaciones y anécdotas con las que Jesús deleita al público entre canción y canción.


HISPATALENTOS

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LEGAJO 11.578 La transformación de una nave en un símbolo de su tiempo

I+D

TEXTO:

Fátima Ramírez

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La presencia en el Puerto de Sevilla de la nave capitana de la Batalla de Lepanto, construida en Barcelona y decorada por los más renombrados artistas de la capital hispalense, hizo que durante cerca de dos años, personajes mitológicos como Marte, Neptuno, Venus o Atenea aparecieran en el imaginario colectivo como ocurría en la Italia del Renacimiento. Artistas como Bartolomé Morel, Villegas y Marmolejo o Juan Bautista Vázquez ‘el Viejo’ participaron en la decoración simbólica del barco de guerra.

“A

ño de 1571, Legajo 11.578”. Cuando Emma Camarero, estudiante del doctorado en Historia del Arte en la Universidad de Sevilla, solicitó al personal del Archivo de Protocolos Notariales de Sevilla este documento, no tenía ni idea de a qué se enfrentaba. “Cuando abrí la caja en la que se custodiaba apareció ante mis ojos una serie de hojas carcomidas que se caían a pedazos, atadas con una cinta, llenas de manchas de humedad y parcialmente quemadas” explica veinte años después la investigadora. La doctora Camarero recuerda el episodio como un momento de inflexión en su vida, porque tomó la decisión correcta. “Podía haber decidido que aquello era una empresa imposible. Pero decidí seguir adelante e intentar descifrar ese lenguaje incomprensible. Un día tras otro me sentaba delante del legajo buscando un sentido a aquellos garabatos. Al cabo de un par de meses era capaz de leer de corrido lo que antes me parecían jeroglíficos”. Fueron apareciendo ante sus ojos, entonces, los nombres de todos aquellos artistas, comerciantes y artesanos que hicieron posible una nave tan extraordinaria y única como la Galera Real de don Juan de Austria.

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La fuga del galeote

Esa investigación vio la luz en forma de una tesis doctoral que obtuvo el premio Extraordinario de Doctorado de la Universidad de Sevilla. Más de mil páginas –en su versión completa— en las que se relacionan y se explican con rigor, pero también de forma amena, todas las escenas paganas que adornaban la Real, su proceso creativo, los artistas que la hicieron posible y las anécdotas que se sucedieron en los meses en los que la nave estuvo en los astilleros sevillanos. Una de ellas, recogida en los documentos consultados por la investigadora, es el juicio por la fuga de un galeote que

aprovechaba la complicidad de las sombras de la noche para abandonar el barco y alegrar su triste existencia en los burdeles cercanos al puerto. La Galera Real debía ser una obra extraordinaria, porque a bordo de este buque de guerra, don Juan de Austria, capitán general de la Santa Liga y hermano bastardo del Rey Felipe II, se enfrentaría en octubre de 1571 en Lepanto a la armada turca. La Real, decorada con el más amplio y complicado programa ornamental de tema pagano hasta la fecha, desapareció poco tiempo después de la batalla, herida de muerte tras la más alta ocasión que vieron los siglos, como diría Cervantes de la histórica hazaña naval. Los últimos testimonios que hablan de la nave decían que “asemejaba a un puercoespín” debido a la cantidad de flechas que llevaba clavadas. Sin embargo, de ella quedó memoria gracias principalmente a la labor literaria del erudito sevillano Juan de Mal-Lara, uno de los creadores de su programa decorativo. Alejándose de la iconografía religiosa

Cuando la licenciada en Geografía e Historia decidió iniciar su investigación para la tesis doctoral, su primera intención fue la de huir de los temas vinculados con la iconografía religiosa, con el objetivo de distinguirse de la mayor parte de las que se hacía en la época en el departamento de Historia del Arte de la Hispalense. Fue por ello por lo que se decidió a indagar sobre obras artísticas de tema mitológico que se hubieran hecho en Sevilla. “Salvo contadas y más que documentadas excepciones como el techo de uno de los salones del palacio de Pilatos o el de la casa del poeta Arguijo, no parecía que en Sevilla abundaran este tipo de temas. Hasta que leí una referencia muy breve que hacía de la Galera Real el historiador Vicente Lleó Cañal en su libro Nueva Roma. Mitología y humanismo


Las dificultades para llevar a buen puerto esta investigación fueron muchas. Por una parte, existía una total falta de estudios rigurosos en lo referente a los aspectos simbólicos y estéticos de la ornamentación de la Real. Por otra parte, casi nada se sabía de quiénes fueron los artífices de las decoraciones de la Real. Resultaba ciertamente difícil conjeturar sobre los creadores materiales de su decoración. A la vez que tiraba de los cordeles que ataban los legajos del archivo de protocolos, la investigadora fue desvelando los nombres de los artistas que trabajaron en la Real. Se sabía que el escultor Juan Bautista Vázquez el Viejo y el fundidor Bartolomé Morel, autores del Giraldillo, habían sido contratados para llevar a cabo las tallas mitológicas de la carroza de popa. Los documentos encontrados certificaron que pintores sevillanos tan destacados como Pedro Villegas y Marmolejo, Antonio de Arfián o Luis de Valdivieso habían realizado los cuadros que adornaban la Real o el cielo de constelaciones pintados en el tendal de brocado azul que cubría el camarote de Don Juan de las inclemencias del tiempo. Junto a ellos, descubrió un plantel de más de 50 artistas, muchos de ellos desconocidos, entre los que se encontraban doradores, entalladores, orfebres, bordadores o plateros. Barcelona, Sevilla, Messina.

Lo curioso es que la Galera Real se construyó en las atarazanas de Barcelona y que posteriormente se decidió su traslado hasta Sevilla para acometer su proceso ornamental. Desde el punto de vista operativo, se trataba de algo absurdo, en la medida en la que la nave debía unirse al resto de las naves

de la Santa Liga en el puerto siciliano de Mesina, mucho más cercano a la capital catalana que a la andaluza. Pero, como explica la doctora Camarero, “Felipe II quería que la Real fuera una especie de libro abierto lleno de alegorías y hazañas mitológicas que fueran ejemplo para su hermano sobre cómo debía comportarse en su papel de Capitán General de la Santa Liga”. El Rey, gran amante del arte, sabía que los mejores artistas de todo el reino se encontraban en Sevilla y por eso, a pesar del gasto que supuso, decidió que fuera Sevilla el lugar en el que la nave adquiriera su sentido simbólico. En 1971 y con motivo del cuarto centenario de la Batalla de Lepanto, el Museo Marítimo de Barcelona reprodujo con fidelidad la Galera de don Juan a escala real, y gracias a ello hoy podemos hacernos una idea de cómo fue esta formidable nave. La fascinación por la Real sigue tan viva que Emma Camarero, profesora en el grado de Comunicación de la Universidad Loyola Andalucía, colabora actualmente como asesora para la construcción de una maqueta de dos metros de la Real, encargada por un coleccionista de reproducciones de naves históricas. Para la investigadora, “la Batalla de Lepanto tuvo una trascendencia histórica en su tiempo comparable a la de la caída de las Torres Gemelas en el nuestro. Fue una fractura, un cambio de ciclo, el comienzo de una nueva realidad geopolítica”. Y la Galera Real, por encima de una máquina de guerra, aunque solo fuera para morir prematuramente en aguas de Lepanto. -

Un lienzo: La Batalla de Lepanto de Lucas Valdés en la Parroquia de la Magdalena.

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en el Renacimiento sevillano. Ese fue el punto de partida que alimentó mi curiosidad por saber más de esta nave”.


HISPATALENTOS

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GALGUS: SUPERLATIVO DE “VELOZ”

EMPRESAS

TEXTO:

Andrés Segura

Número 13

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En la localidad de Camas (Sevilla) se encuentra la sede de la start up tecnológica que está revolucionando la conectividad inalámbrica en aviones, trenes y hoteles, y que aspira a hacerlo también en grandes centros urbanos. Las soluciones imaginativas de dos ingenieros de telecomunicaciones, aplicando algoritmos basados en la inteligencia artificial, consigue quintuplicar la velocidad de las redes, reduciendo además el consumo de electricidad y las radiaciones electromagnéticas de los puntos de acceso.

E

n el mundo hiperconectado, la velocidad se ha convertido en una obsesión. Se supone que la capacidad de trabajar más rápido, de resolver las tareas en periodos más cortos, debería concedernos más tiempo libre, pero es más bien al contrario. Y en el tiempo libre también entra en juego la velocidad, en la medida en la que la conectividad digital juega un papel fundamental en el tiempo de descanso, de relajación. El asunto, además, gana en complejidad: impresoras sin cables, pulseras para medir la actividad física. Todo conectado, y lo que está por venir cuando el llamado “internet de las cosas” comience a ser una realidad extendida por cada hogar y cada oficina, con decenas de dispositivos conectados en cada escenario. En ese contexto de importancia de las conexiones en todos los ámbitos de la vida cotidiana —al menos en el primer mundo tecnológico—, lanzar una compañía que se dedicara a optimizar las redes de datos en lugares en los que se concentra un elevado número de usuarios era una apuesta segura. Aunque no fácil de ejecutar. Aún así, José González y José Antonio Delgado, dos ingenieros de telecomunicaciones andaluces (Sevilla y Cádiz como lugares de nacimiento), y que habían coincidido trabajando en Irlanda, decidieron fundar una empresa para intentarlo. “Hacia 2012 ya parecía claro que el peso de este tipo de conectividad sería cada vez mayor en este tipo de entornos”, asegura González, CEO de Galgus. “Sin duda, inicialmente fue el desarrollo de una tecnología novedosa de donde surgió la idea, pero ayudó también una temprana validación de mercado, este es un factor de gran importancia, sin ella, ¿quién sabe dónde estaríamos ahora?”. Inicialmente la empresa se denominó Aoifes en honor a una diosa guerrera celta. La batalla iba a ser dura, y algo de inspiración divina no iba a irles mal.

La clave, como dice el propio vídeo divulgativo de la tecnología desarrollada por la firma Galgus, como se llama ahora, es reducir las limitaciones en la experiencia de los usuarios (un mantra en el sector). Los dos ingenieros dieron con ella: aplicar la inteligencia artificial para establecer una coordinación entre los puntos de acceso a las redes que permitiera multiplicar la velocidad de acceso. Siempre la velocidad. Era una buena idea, con importantes efectos colaterales, también beneficiosos, como el de la reducción del consumo eléctrico o del nivel de radiación. Pero tampoco era fácil de ejecutar. Desde el enfoque tecnológico de la cuestión, se hacía necesario trabajar en algoritmos que lograran esa pretendida comunicación entre los distintos dispositivos de las redes de datos. En lo relativo a los aspectos comerciales, el proyecto requería una puerta de entrada al mercado, que encontraron en las líneas aéreas. La cifra de aviones que cuentan con la tecnología de la firma radicada en la localidad sevillana de Camas para optimizar sus redes de conexión ronda ya los ochocientos, y la cifra adquiere mayor relevancia al contextualizarla en el mercado: la mitad de los aparatos comerciales que cuentan con wifi ya llevan tecnología de Galgus. Pero el sector del transporte aéreo de pasajeros no ha sido más que la pista de despegue del negocio, que donde realmente puede alcanzar un volumen considerable en el contexto global es en centros educativos, edificios residenciales, hoteles, hospitales o infraestructuras de las grandes ciudades en todo el planeta. Fast. Faster. Galgus

Es uno de los lemas de la empresa (“Rápido, más rápido, Galgus”, en su traducción literal). En concreto el utilizado en el World Mobile Congress de Barcelona por la compañía que se encuentra inmersa en un proceso de búsqueda de socios que permitan su llegada al siguiente nivel, y no con la pretensión de captar la atención de posibles compradores de la compañía, sino de desarrollarla como negocio en el largo plazo. “Galgus atraviesa un momento ilusionante y de gran dinamismo. Las recientes aperturas de oficinas en Madrid y Norteamérica, el respaldo de los premios obtenidos y la consecución de un producto cada vez más completo nos está llevando a una mayor especialización para afrontar con garantías nuestro desarrollo en mercados como el aéreo, ferroviario o de empresa”, explica González, pensando en el futuro inmediato. Para ello, uno de los principales retos es aquel al que tienen que enfrentarse la mayoría de start ups de base tecnológica:


Galgus cuenta probablemente con el más avanzado laboratorio de conectividad inalámbrica que existe en el sur de Europa y realiza importantes esfuerzos en dar a conocer la compañía a través de una apuesta decidida por el marketing. La presencia con un estand propio en la última edición del World Mobile Congress, o premios como el de la Wireless Broadband Alliance, en Nueva York, dan buena prueba de ello. Sus cartas credenciales se plasman en una ecuación sin significado matemático, sino simbólico: CHT=5x. CHT son las siglas en inglés para “tecnología de puntos de acceso cognitivos” (o más bien, inteligentes), que consigue quintuplicar la velocidad de las conexiones wifi. De ahí la cifra que acompaña a la “x” en el segundo término de la ecuación, y que en este caso no señala a una incógnita, sino un factor multiplicador, que pulveriza los límites de la “experiencia de usuario”. Porque Galgus no fabrica dispositivo alguno, sino que se dedica exclusivamente a desarrollar software que es posteriormente implantado en los routers que conforman los sistemas inalámbricos de comunicación de datos. Medir, compartir y optimizar

Uno de los elementos que hace posible la efectividad de ese software es la reasignación de los dispositivos móviles de los usuarios a los puntos de conexión que les ofrezcan mejores

condiciones. En el caso de un avión, el pasajero que entra por la puerta delantera del aparato se conecta automáticamente al primero de los routers de la cabina, y tiende a permanecer conectado al mismo aunque ocupe un asiento en la cola del avión, siempre que la conexión tenga alcance. Con la aplicación de la tecnología desarrollada por Galgus, la reasignación deriva al dispositivo del pasajero al router más cercano, evitando así los cuellos de botella que ralentizan las conexiones. Un enfoque sencillo, de nuevo con una ejecución compleja, que requería de talento e imaginación. Otra de las claves radica en alternar las frecuencias de radio de los distintos puntos de acceso para minimizar las posibles interferencias externas. Y también internas, porque el sistema reduce la potencia de los dispositivos de conexión hasta el límite en el que entra en el radio de acción del siguiente, con lo que minimiza también su consumo eléctrico y sus emisiones electromagnéticas. La conexión inteligente entre los distintos routers permite además que se pueda distribuir el número de accesos que tiene cada uno, para hacer un reparto equitativo que hace que cada punto de conexión ofrezca sus mayores prestaciones. En su argumentario comercial, Galgus habla también de la facilidad de despliegue de la tecnología —al estar basada en un software y no en sistemas electrónicos—; de la flexibilidad y de un retorno de la inversión garantizado, en la medida en la que ahorra costes. -

Un podcast: Mixx.io, sobre tecnología y negocios de Álex Barredo.

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la atracción de talento; hacer la compañía atractiva para los jóvenes ingenieros con formación específica, frescura e ideas. Como la frescura, las ideas y la formación que llevaron a dos ingenieros andaluces a poner en marcha una iniciativa que ya da trabajo a otras treinta personas y que ronda el millón de euros de facturación anual.


ESCENA

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LA CUADRA Y YO TEXTO:

Joaquín Arbide

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Estoy seguro de que Juan Ramón Jiménez nunca se hubiese opuesto a que yo utilizara este título para hablar de flamenco y dramaturgia en Andalucía. Paco Lira parió tres cuadras. Las tres las conocí. La primera junto al río Guadaíra, frente al campo del Betis. Otra en la Gran Plaza, en el espacio que luego ocuparía una alta torre de pisos y el bar La Ponderosa. Y la tercera, la certera, en Santo Domingo, justo en el espacio que ahora ocupa la piscina del Hotel Los Lebreros.

L

as tres recoletas, espacios pintados de blanco, especie de refugios contra la que estaba “cayendo” fuera. Muchos grafitis pintados en los techos con el humo de las velas, algo así como breves rasgos de libertad. La de Santo Domingo fue la mía, a la que asistíamos tanta gente de aquella contracultura de los años 70. Y Paco Lira paría cultura. Si era teatro, allí estaba él. Si era música, allí estaba él. Si era flamenco, se desbordaba. No tenía nada más que recibir una idea o una propuesta y ya estaba tirando un tabique de su casa para que cupiese más gente. Nunca cabreado. Siempre con su sonrisa corta, mirada baja, palillito a los dientes y sus dosis de buen humor soterrado y mala leche a discreción… Quería a sus amigos, a su familia, a la gente que trabajaba con él, a los artistas que actuaban en su casa… Amaba el arte. Nos quería a todos. Y la vida nos fue juntando. Alfonso Jiménez estudiaba conmigo en la Facultad de Filosofía y Letras de la calle San Fernando. Era de Morón de la Frontera. Conocí a toda su familia. Su padre, su madre, una hermana con farmacia en el pueblo y otra que estudiaba en la Facultad. Alfonso se apellidaba Jiménez Jiménez… Y no se quedaba del todo tranquilo. Por eso decidió quitar uno de los Jiménez -con uno solo honraba al padre y a la madre- sustituyendo el segundo por Romero, ese arbolillo de flores aromáticas de color azul. Fue un rotundo creador del teatro andaluz. En 1963 le monté, como director del Teatro Universitario, su primera obra, La jaula, que estrenamos en el teatro Cervantes. Fue su entrada en el mundo de la dramaturgia y del espectáculo. Luego la llevamos al teatro de su pueblo. ¡Qué día! Alfonso estrenando en Morón, con el “gallo”, su familia y sus amigos…

Número 13

Más tarde monté Vida y Muerte Severina, un auto sacramental pernanbucano de Joao Cabral de Melo Neto, a la sazón cónsul de Brasil en Barcelona. Los distintos pasajes y escenas de la obra había que hilvanarlos para su mejor entendimiento. Se me ocurrió encargarle este trabajo a Alfonso. Escribir unos textos para ser cantados por una narradora. Alfonso, en el transcurso de este trabajo, descubrió el teatro ritual, se enamoró de aquellas formas y, como consecuencia, decidió escribir Oratorio, que montó el Teatro Estudio Lebrijano, en 1971, dirigido por nuestro común amigo, Juan Bernabé, que abandonó el seminario de San Telmo, como tantos otros que aspiraban a ser curas, sin grandes


Este éxodo se produjo como consecuencia, en la mayoría de los casos, por las obras en el Teatro Universitario que les había llevado al salón de actos del Palacio de San Telmo, lo que les produjo una reflexión y el descubrimiento de lo mucho que había que hacer en el mundo, en sus pueblos, en las calles, con sus gentes, cosas que difícilmente iban a poder hacer desde aquel caserón. En el Oratorio del Teatro Lebrijano, aparece Salvador Távora. Cantaba entre bastidores, pero veía, sentía y apreciaba, como si estuviera en el patio de butacas. Fueron al Festival de Nancy en 1971, donde alcanzaron un gran éxito. Salvador descubría, como Alfonso un poco antes, el teatro ritual, su teatro, y conoció sus entresijos. Dejó atrás la canción y los toros y se dedicó absolutamente al teatro. El fenómeno había nacido y la cadena se estaba cerrando. Mi montaje de Vida y Muerte Severina habría de impulsar a Alfonso. Creyó en otra manera de llegar al público. Oratorio impulsó a Salvador y pensó que el cante jondo podría ser el medio de comunicación. Estábamos descubriéndolo todo en los años del tardo-franquismo. Y luego vendría La Cuadra y Quejío, donde terminarían confluyendo Alfonso y Salvador. Se han dicho muchas cosas, algunas inexactas, respecto al nacimiento de este fenómeno de principios de los años 70.

Unos dijeron que la autoría del espectáculo perteneció a Paco Lira, Salvador Távora y Alfonso Jiménez. Vamos por partes. Paco Lira pensaba, ejecutaba, pero nunca escribió. Salvador era artista, pero tampoco escribió. Alfonso era de escribir, pero se resistió al principio. “Quejío no necesita texto”, llegó a decirle a Salvador en un encuentro que mantuvieron en El Arahal, cuando Alfonso daba clases allí, y donde montó, naturalmente, un grupo de teatro con sus alumnos. Luego cambiarían algunas cosas. Al final me atrevo a decir que el espectáculo nació gracias a los tres. Paco facilitando medios materiales, Salvador su voz y sus cantes y Alfonso textos para esos cantes, algunos de los cuales los habían creado juntos para Oratorio. Muchos progres de la época atacaron a Salvador como ese personaje obrero, de barrio, luchador, torero, cantaor o cantante, que nunca había pisado el aula de una Universidad y que así no podía ser ni un intelectual ni un creativo… Algunos obtusos aupados en la cultura institucionalizada, pensaban así. Pero sabía flamenco y sabía cantar. Y tenía cosas que decir. Ahí estaba el germen del artista creativo. Del pueblo, del Cerro del Águila, y mejor sin Universidad. Salvador tenía que romper por algún sitio. ¿Cómo se iba a llamar el grupo? ¿Quejío? No. La Cuadra, porque deseaba que ese nombre perdurara sobre el tiempo de existencia del tablao. Y en La Cuadra empezaron los ensayos. Era finales de 1971. Una sala pintada de blanco. Una chimenea. Unas tapas de garbanzos en los descansos de los ensayos. Y aparece un viejo bidón en el Cerro del Águila. Para mí, el protagonista absoluto de Quejío. Lo llenaron de piedras y le ataron unas maromas traídas desde el puerto de Sevilla.

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convencimientos, y que se dedicaron al teatro o a otras cosas: Juan, director de teatro; Pedro Álvarez Osorio, algo en la misma línea; Roberto Quintana, gran actor; Justo Ruiz Frutos, profesor serio de teatro; Diamantino García, cura obrero o Antonio Torres García, alcalde de Lebrija.


ESCENA

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¡Había que tirar de él hasta moverlo! Uno solo no podía. Hasta que no se unían todos no se podía mover aquel bidón con un peso real en su interior. La idea de la unión para conseguir la fuerza. Cuentan que en algunas representaciones acudían espectadores para ayudarles a tirar del bidón. A eso se llamaba en el teatro “romper la cuarta pared”. Conseguir la identificación del público con la acción dramática. Y nada más. Unas bombillas como las candilejas de los viejos teatros puestas en el suelo, una guitarra, los cantes y el baile. El salón donde se ensayaba en La Cuadra ponía lo demás. Paredes y techo blancos, recibían las sombras alargadas de los intérpretes, dotándolas de unas imágenes en cierto modo fantasmagóricas. El ámbito perfumado con olor a alhucema.

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Los actores no tenían que memorizar ningún texto. Tenían que cantar, bailar y tirar de las cuerdas. Por allí estaban la guitarra de Joaquín Campos, la oportuna voz de Pepe Suero, el baile de Juan Romero y su mujer Angelines, que aparecía sentada en un rincón, quieta, en silencio, representando el papel de la mujer en Andalucía. El espectáculo iba tomando cuerpo y decidieron hacer un ensayo general allí mismo, con algo de público para medir las reacciones. A José Monleón, crítico teatral y fundador de la revista Primer Acto, el nexo que nos unía a todos los que intentábamos hacer un teatro nuevo en los años 60 y 70, le encantaba venir por Sevilla para ver, enterarse, participar y seguirle los pasos a los movimientos que iban naciendo por el sur. En más de una ocasión lo traje a dar charlas, mesas redondas, presentar espectáculos… Ya en su momento se había interesado vivamente por Oratorio, a la que impulsó en la medida de sus posibilidades, y por el trabajo de Juan Bernabé y todo el TEL (Teatro Estudio Lebrijano), por los pueblos y los campos de la zona de Lebrija. Pepe Monleón asistió a aquel ensayo general y se quedó

tremendamente impactado por el espectáculo que se abría ante sus ojos y que lo machacó con una fuerza brutal. El Cabrero, entonces en sus comienzos, vio también el ensayo y rápidamente le pidió a Salvador trabajar en la obra. Otra voz más y otras dos manos para mover el bidón. Lo que más me impresionó siempre de aquel espectáculo fue lo que tenía de verdad. Los intervinientes no eran actores. Eran ellos mismos que estaban en ese momento en el escenario. Un rato antes habían llegado de sus casas, del pueblo, del campo, con sus ropas de diario. No hacían falta camerinos, ni nadie había estudiado un texto, ni ensayado un truco. Guitarra, cante y baile. Nada más. Sobraban los doctores del teatro teórico, de los análisis de textos, de los trabajos de mesa. Si al tirar del bidón alguno resbalaba, era verdad. Si se hacía una herida o un moretón, eran verdad. Y cuando, por fin, se conseguía mover el bidón, algo así como una sensación de alivio y liberación, inundaba el ámbito que ocupaban los espectadores. Las sogas eran ofrecidas a esos espectadores, invitándoles a sumarse al movimiento de liberación de un pueblo oprimido e injustamente tratado. Como ya he dicho, algunos se agarraban y tiraban también, mientras sonaban las seguiriyas que coronaban el tramo final de la obra. Quejío inició su andadura en Madrid, en la sala del TEI (Teatro Experimental Independiente). Fui a ver aquella función. Allí estaba Alfonso, siempre impecable. Nos dimos un fuerte abrazo, recordando nuestros años de los comienzos. La obra, debutó en Europa en la Universidad de la Sorbona, en el marco del Festival de las Naciones, que dirigía Jean Louis Barrault y dentro del sugestivo apartado de Teatro Político y Minorías Culturales, que llevaba Jack Lang, que luego habría de ser Ministro de Cultura francés. A partir de aquí se sucedieron los contratos para actuaciones por Europa y por América.


Cuando los miembros del grupo procedían a cargar las piedras con sus trajes de faena, con los que actuaban, Alfonso alegaba que él era autor, escritor y se inhibía de la función del transporte pesado. Esto le molestaba a los compañeros. Otros me han dicho que Távora fue quedándose poco a poco con la autoría de la obra, hasta hacer desaparecer del todo a Alfonso. Sinceramente no sabría por qué versión inclinarme, no he contrastado estos hechos, aunque podría llegar a obtener una conclusión por haber conocido tan de cerca a todos sus protagonistas. Y sobre otro final, el de La Cuadra, el tablao de Santo Domingo, también se han dicho muchas cosas. Que era un lugar donde se reunían, a comienzos de los 70, los intelectuales, los progres y los de la oposición. Sí. Que cerraba muy tarde. Sí. Que veníamos unos periodistas golfos que jugábamos con lo divino y con lo humano. Sí. Que venían gentes que funcionaban en sindicatos clandestinos y en los gérmenes de posibles partidos políticos. Sí. Y creo que alguna que otra noche llegué a ver por allí al “diablo con su tenedor”. Lo que sí me consta es que, también, alguna que otra noche, después de haber cerrado el establecimiento, me quedaba con Paco a tomarme la última copa, cuando la policía de entonces llamaba violentamente a la puerta para ver si, de verdad, el local estaba vacío. En más de una ocasión tuve que aguantar la respiración en el

almacén que estaba detrás del bar para no ser descubierto. Se ha dicho que La Cuadra la cerraron por estos motivos citados. No. Indudablemente, esos motivos ayudaron e influyeron para el cierre, pero ese no fue el motivo fundamental (y yo era de los rojillos de entonces, aunque algunos no lo acepten, vaya por delante). Pero vamos a aclararnos. Rumasa estaba comprando terrenos para construir el Hotel Los Lebreros y necesitaba aquella superficie. Arreciaron las multas, los apercibimientos, las amenazas… Paco Lira se hizo rogar y aguantó la persecución de una policía que estaba a las órdenes de Rumasa. Tenían que aburrirlo y echarlo de allí. Paco no se fue porque lo echaran. Paco no se fue hasta que consiguió los objetivos económicos que le pudo sacar a Rumasa, y que le venían bien para él, para su familia y para montar después El Farol Azul en la calle Amor de Dios, muy cerquita de donde estaba la emisora de radio La Voz del Guadalquivir, donde yo trabajaba y traía a actuar a todos los artistas flamencos de La Cuadra, y cuando terminábamos, nos íbamos al Farol… Coincidencias de la vida. Paco era un lince… Luego vino lo de La Carbonería. Pero esa ya es otra historia. Y las historias y los personajes se fueron dispersando. Alfonso murió y Paco nos dejó cuando ya estaba en La Carbonería. Y tras muchos montajes de muchas obras y, quizás, cansado de recorrer el mundo, Salvador volvió a su Cerro del Águila natal, como perrillo ansioso de reencontrarse con su viejo hogar, aquel lugar donde aprendió a ser torero, cantaor, donde ejerció como soldador eléctrico, para crear su sala de espectáculos y allí mostrar, en su cuna, todos sus últimos inventos. Dos palabras muy bonitas: “cerro” y “águila”. -

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De la misma manera que tengo un tanto desdibujados cómo fueron los comienzos de la colaboración Távora-Jiménez, igual tengo de difuminados los motivos por los cuales Alfonso desapareció de Quejío. Alguien me contó que se plantearon algunos problemas entre los miembros del grupo cuando había que transportar el famoso bidón lleno de piedras, desde la furgoneta al escenario del teatro o viceversa. Alfonso se caracterizaba por ir siempre impecablemente vestido, chaqueta y corbata, con una pequeña boquilla dorada en la que introducía un cigarro rubio Marlboro, de los buenos, que conseguía en la base de Morón, donde trabaja de traductor. Dominaba el inglés perfectamente.


ARTE

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MIKI LEAL -

TEXTO:

Javier Gotor

FOTOGRAFÍA:

Galería Rafael Ortiz

D

uda de la veracidad de los tópicos en torno a la influencia de lo sureño. Ha mamado del biberón del arte desde pequeño en Sevilla, no solo por el caldo de cultivo social, del que afirma tener algo que ver, sino también por las profesiones familiares en torno a bellas artes y la arquitectura. Anárquico, ensoñador y algo improvisador, este artista tiene un background cultural envidiable. Apasionado del jazz, guitarrista y aficionado al tenis, a Miki Leal no le gusta demasiado el suelo firme, prefiere el alambre. En 2016 ganó el premio internacional BMW de pintura.

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Tu obra ha estado y está relacionada con tus gustos musicales, ¿qué te aporta la música?

No sé si busco extremos. Lo que sí es cierto es que me gusta estar siempre en la cuerda floja por no saber muy bien dónde estoy. Eso me permite llegar a sitios a los cuales no sabía que podía llegar. Desde la normalidad intento buscar la singularidad de las cosas.

Siempre he tocado la guitarra y de hecho quiero hacer más cosas con la música pero lo cierto es que no sé qué. La música me sirve como terapia cuando estoy en el estudio, y probablemente eso que escucho me lleva a pintar de una manera diferente a si no escuchara nada. También he estado liado con un proyecto llamado 1959, que fue el año en que cambia la música del jazz, el rock. Cambió la forma de escuchar música y en ocasiones me he puesto a escribir sobre ello, pero francamente utilizo la música como algo conmovedor.

¿Qué intentas contar con tus obras?

¿Qué instrumentos tocas?

¿Qué buscas en lo extremo?

A priori no intento contar nada a nadie. Solo a mí. No es una terapia pero casi. Forma parte de mi vida. Pinto lo que veo y hago lo que pinto. No tengo claras referencias a la hora de pintar. ¿Cuál es la sicología de un cuadro?

No la tengo muy clara. Mis cuadros suelen ser muy universales, abiertos y siempre hay alguna pista perdida sobre la cual el espectador puede apoyarse para verse como en su casa y tirar de ese hilo para buscar su propia sicología. Ese punto universal es lo que más me gusta de mí. Te sientes atraído por la improvisación. ¿Cuándo sabes que una obra ha acabado?

Me atrae la improvisación por mi aprendizaje musical, sobre todo del jazz. Siempre he intentado hacer algunos experimentos con todo ello. Ponerme por ponerme a pintar. A la hora de finalizar una pieza, la verdad es que, de la misma manera que soy bastante anárquico, soy muy sistemático a la hora de trabajar. En el estudio trabajo en varias piezas a la vez, al menos cuatro o cinco. Hay un momento en que noto que una pieza me pide que la deje ya en paz. ¿Buscas la belleza? Número 13

pintura ligera y alocada con una impronta casi facilona. Frente a eso que siempre es el comienzo de la obra, la geometría me sirve para calmar, para nivelar y componer. Cada vez estoy más lejos, por la oleada de geométricos por el mundo, de utilizar ese recurso. Sin embargo me atrae porque me sirve mucho para destacar un lado al que quiero llevar la mirada del espectador. Lo utilizo como forma de lenguaje, no como moda.

Más que otra cosa. Lo que no sé si es mi única búsqueda. ¿En qué te ayuda la geometría?

Por ese matiz de improvisador, siempre me ha gustado una

Toco la guitarra. He tonteado con muchos instrumentos pero he tocado la guitarra y sus armonías. ¿El arte debe ser popular?

(Resopla). Por un lado sí, es fundamental que no sea tan elitista como históricamente ha sido. Es cierto que ha habido intentos que no han cuajado. Políticamente correcto sería decir que sí. Eres políticamente correcto.

Si te soy franco, tampoco me preocupa mucho. Nadie te pide que te dediques a esto ni tampoco pido que me entienda todo el mundo. Y eso que yo soy de los comprendidos porque mi arte es amable. ¿Y el precio debería ser popular?

Es una dinámica en la que el artista ha tenido muy poco que decir y eso ha llegado hasta hoy. El artista termina diciéndole al galerista: “lo que tú digas”. Y te habla alguien que vendía sus cuadros a tres mil euros desde que empezó hasta hace tres días. El problema es que en España hemos estado acostumbrados a vender mogollón para poder subsistir porque el precio siempre ha sido bajo con respecto a otros países del mundo. Si quieres empezar a darte a conocer en el mercado internacional, tienes que saber que lo primero que miran es el precio, y por otro lado, lo que hayas vendido. El problema es que aquí no hay lo que tiene que haber.


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¿Y qué es lo que tiene que haber?

Instituciones que nos apoyen, coleccionismo en condiciones y no de estampitas. Al fin y al cabo casi una especie de mecenazgo. Pero bueno como nos dedicamos a lo que queremos no nos podemos quejar demasiado. Cuéntame cómo formasteis el estudio de la Macarena.

Fue de los primeros estudios. Éramos siete u ocho. Fue la primera agrupación que yo recuerde y la formábamos más o menos los que despuntábamos en la facultad en ese momento: Norberto Gil, Manolo Bautista, Javier Parrilla, Fernando Clemente, Luis Moreno… Los profesores y algunos artistas iban a corregirnos al estudio cuando no era lo normal. Trabajábamos casi como profesionales. ¿Qué caldo de cultivo tiene el sur para que muchos de los mejores artistas contemporáneos salgan de aquí?

Cuando hablamos del sur hablamos de tópicos pero, ¿y si va a ser verdad? Clima, la comida, lo mediterráneo, o puede ser la influencia del pasado. Si hablamos de pintura, nos hemos criado con Murillo, Velázquez, Zurbarán, desde la estampita de la comunión lo hemos mamado. Hemos estado educados en el arte. Dicen que cabalgas en el arte onírico.

Me influyen mucho pero sobre todo a nivel anímico y eso a su vez a nivel pictórico. Me influye a mí como persona, no a la obra, lo cual la haría más premeditada. ¿Se te ha quedado el lienzo corto?

Por eso dibujo sobre papel porque quiero que la pintura sea una extensión más del muro. ¿Qué queda en ti de aquel niño de Coria del Río?

Aunque no soy coriano, sí pasé mucho tiempo allí y me trae muchos recuerdos, sobre todo los relacionados con el río. En 2016 conseguiste el premio BMW de pintura. ¿Qué supone un premio así para ti?

Económicamente viene muy bien. Al fin y al cabo en este mundo se está de una manera más o menos precaria aunque vendas. El premio BMW ha sido un poco residual anteriormente y en 2016 me dicen que ha cambiado la directiva y que estaban haciendo una colección más seria. Es entonces cuando decido presentarme. ¿Eres consumidor de arte contemporáneo?

Sí. Bastante. Suelo comprar cuando viajo. ¿Hacia dónde vas?

Nunca tengo claro lo que voy a hacer. Sueño despierto e intento llevarme la obra a algún sitio que no existe. No copio nada. En ese sentido me gusta la pintura sensorial, no solo narrativa. Quizá por eso dicen eso de mi obra.

Ahora mismo me estoy encontrando a mí mismo. Estoy retomando en tela. Soy bastante quisquilloso e intento no encasillarme. Quiero estar a gusto conmigo mismo. Ahora estoy moviéndome mucho por EE.UU. y Méjico.

No se conoce a la persona sin conocer su contexto. ¿Te influyen los problemas sociales actuales?

Una canción: Waltz for debby de Bill Evans.

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“Echo de menos en España un buen coleccionismo, no un coleccionismo de estampitas”


DISEÑO

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TERCIOPELO, VANIDAD Y UNA CAMILLA DE RUEDAS Conexiones entre el clubbing y el diseño en el New York de finales de los 70

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TEXTO:

Peter Abbad

Las sucesivas oleadas migratorias recibidas desde los años cincuenta habían contribuido a aumentar el ya complejo puzle de razas, culturas y religiones que constituía la identidad de La Gran Manzana. Una tensión vital que, unida al paro producido por la crisis y el abandono institucional hacia las minorías, produjo una huida hacia adelante de los jóvenes de los barrios desfavorecidos. Jóvenes en su mayoría italianos, afroamericanos o hispanos, que decidieron adoptar el hedonismo y el individualismo como bandera ante una nueva realidad, que era salvaje y hostil, pero también se presentaba llena de oportunidades.


Página 35 Arriba, vista de entreplanta y pista de baile. Abajo izquierda, hall de entrada. Derecha, bar planta baja.

A

principios de los años setenta, la cultura Disco alumbró un nuevo movimiento, al que se llamaría clubbing, que consistía literalmente en salir de discoteca en discoteca los fines de semana para bailar y relacionarse socialmente. Una reivindicación de la nocturnidad en la que no tenía tanto valor la procedencia social como las habilidades para ser divertido, ingenioso y sorprendente. Las fronteras se disipaban, los rasgos en común se acentuaban, vestir, bailar o escuchar una música diferente resaltaba la individualidad y mejoraba las posibilidades de ascender en la escala social. Esta evolución estaba sostenida por la aparición en el mercado musical de los maxi-singles, discos de vinilo en doce pulgadas y a 45 rpm, que servían de soporte para temas elaborados con ritmos sincopados y pensados para bailar, que inundaban las tiendas especializadas todos los meses. Una multitud de cadenas locales de radio promocionaban este constante flujo de novedades musicales, mientras avances tecnológicos en los

sistemas de fabricación y reproducción del sonido, como los sintetizadores, los tocadiscos con control de pitch, las mesas de sonido o los walkman contribuían al disfrute de la música, tanto en fiestas privadas como en locales públicos. Todo esto configuró una nueva estética que afectó a todas las áreas artísticas posibles. A partir de aquel momento las discotecas o clubes se diseñarían en torno a los cuatro pilares fundamentales de la nueva cultura: el promotor de fiestas, el DJ, el relaciones públicas y el portero. Cualquier club que aspirase a estar de moda tendría que contar con elementos diferenciales: una decoración novedosa y tecnológica, en la que el sonido y la iluminación resultaban especialmente importantes; un centro gravitatorio constituido por la cabina del DJ y la pista de baile; diversos espacios de asiento para favorecer las relaciones sociales con diferentes grados de privacidad, y una entrada dirigida por profesionales de la noche, que convertían estos espacios en entornos exclusivos y protegidos.


DISEÑO

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El 26 de abril de 1977, en la confluencia de la 254 West y la 54th Street, abría sus puertas Studio 54, un club llamado así porque ocupaba un antiguo estudio de televisión. Sus propietarios, Ian Schrager y Steve Rubell, alquilaron por dieciséis mil dólares de renta un gigantesco local de 100 metros de largo por 80 de ancho, dotado con una estructura de teatro desarrollada en tres niveles, incluyendo un gran anfiteatro y un escenario. Después de un año de obras, y tras invertir más de setecientos mil dólares de la época, la discoteca diseñada por Ron Doud estaba lista para convertirse en un icono y paradigma de su tiempo.

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Studio 54 se estableció como el reino de la vanidad, la superficialidad social y la excentricidad más radical. El espacio estaba dividido en cuatro niveles diferentes, pensados para alcanzar ese fin. El primero era la espectacular entrada con marquesina, protegida con cintas de terciopelo y gestionada por el portero Marc Benecke y la mánager de relaciones públicas Carmen D´Alessio, dos personas que se contaban entre los personajes más influyentes de la ciudad, porque decidían quién pasaba y quién no entre la multitud que se agolpaba ansiosa por entrar cada noche. Como dijo Truman Capote, “las celebridades frotaban sus lentejuelas con los debutantes y los delincuentes”. En el interior de la planta baja, tras pagar religiosamente los doce dólares del ticket de la entrada, se accedía a una enorme pista de baile con piso de parqué, rodeada por zonas de asiento y una barra en forma de diamante, que estaba coronada por el famoso logotipo del “Hombre luna inhalando cocaína”,

una obra del diseñador Gilbert Lesser, que también era el autor del logotipo principal. Allí se apiñaba una multitud de gente “hermosa y anónima”, que constituía un gigantesco “menú de carne fresca” para las celebridades. Esta masa estaba compuesta tanto por heterosexuales como por gays, en general de raza blanca, a los que les gustaba bailar mezclados, generando un espíritu hedonista que nunca se había visto en la ciudad. Todo este ambiente lo envolvía una iluminación muy psicodélica, cuyo diseño estuvo a cargo de Brian Thompson, que resolvió el problema de la altura y de la escala de aquel espacio descomunal mediante un sistema de enormes paneles de espejos con neones y unas columnas iluminadas por luz estroboscópica, que descendían del techo, y que servían a la vez de escenografía y de iluminación espectacular. En el primer nivel había una balconada que colgaba sobre la pista de baile, un lugar desde el que se podía ver y ser visto. Estaba conectada con la cabina del DJ, que quedaba esquinada en una ubicación preferente, como si se tratara de otro escenario más. En el segundo nivel, ocupando la galería del antiguo teatro, se ubicaban las zonas de asiento, con mesa y servicio privado a modo de reservados. En un tercer nivel, el antiguo gallinero, se localizaba la infame Rubber Room, una zona de estética futurista, revestida con goma gruesa en las paredes, barra y asientos, para que pudiera lavarse con facilidad después de todos los excesos de sexo y drogas que se producían cada noche. Algunas personas se referían


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De izquerda a derecha: pista de baile, Rubber Room, cabina de Dj y anfiteatro con reservados.

a la Rubber Room como “Arriba”, pero en realidad había más espacios secretos por encima de la misma, en los que se realizaban fiestas orgiásticas donde corría la cocaína y se practicaba sexo en grupo de forma privada. Esas áreas eran el verdadero “Arriba” para los iniciados. Sin embargo, la máxima muestra de la excentricidad reinante de Studio 54 se localizaba en el sótano, un zona en la que el acceso era realmente restringido, una auténtica sala vip donde se podía encontrar al hijo del presidente Jimmy Carter jugando al ping-pong con las mesas que habían hecho instalar para una fiesta de Elton John. La finalidad de todo este conjunto de espacios quedó definida de manera magistral por uno sus propietarios, el excesivo Steve Rubell, que repetía constantemente el mismo mantra: “el camino del exceso conduce al palacio de la sabiduría”. El diseño del sonido corrió a cargo de la prestigiosa RLA (Richard Long & Associates), que configuró un sistema compuesto por seis cajas acústicas de tres vías Waldorf con bass reflex, seis altavoces de graves Bertha/Levan, cuatro arrays de agudos Z y dos cajas de 3 vías full range Ultima. A los mandos de la cabina del DJ, que incluía el famoso crossover RLA X-3000 DJ, estaban Nicki Siano y Richie Kaczor, que utilizaban los tocadiscos como principal elemento reproductor, controlando las mezclas de los temas a través de unas mesas de mezcla pioneras con potenciómetros giratorios. El sonido que se concentraba en la pista de baile, potente y masivo, contribuyó de manera decisiva al éxito del club.

Como no podía ser de otra forma, la vida de Studio 54 fue corta. En 1981 murió de éxito, debido en gran medida a sus continuados excesos. Ian Schrager cuenta que su socio Steve Rubell, durante una entrevista sobre el éxito de Studio 54 con el New York Magazine, tuvo la gran idea de contarle al periodista: “Nos va genial. Sólo la mafia lo hace mejor, aunque no puedo hablar de esto, ja ja ja. Lo que no sepa Hacienda no les duele, ja ja ja”. Esa navidades la policía irrumpió en el club encontrando cerca de un millón de dólares en billetes escondidos dentro de bolsas de basura, cocaína a raudales y montones de facturas falsas ocultas en el falso techo de la oficina. “Su crimen”, les dijo el juez, “es de una arrogancia tremenda”, antes de enviarlos de vacaciones durante quince meses a una prisión de Alabama. Studio 54 pasó a la historia como el modelo de club comercial, donde la música y el baile servían de pretexto para las relaciones sociales entre las élites y lo mejor de las clases populares. Todo el mundo se igualaba, compitiendo en vanidad y extravagancia, en un desenfreno que parecía no tener fin. Como diría el fotógrafo Hasse Persson algunos años más tarde, “Victor Hugo, novio del diseñador Halston, que solía llegar en una ambulancia con todas las luces encendidas, ya no volvería a cruzar nunca más la cintas de terciopelo de la entrada para llegar ovacionado por sus amigos a la pista de baile sobre una camilla”. -

Una libro: La historia secreta del disco: Sexualidad e intregión racial en la pista de baile de Peter Shapiro.


MODA

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MODA ONE-LINE -

TEXTO:

Lourdes Rodríguez

Estamos inmersos en una era de avances científicos, digitales y tecnológicos constantes, donde se evoluciona de manera exponencial y los cambios e impactos en la sociedad y la industria son cada vez más rápidos.

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os avances tecnológicos, la normalización del e-commerce y el cada vez mayor uso del móvil como herramienta de consulta y compra han hecho que tanto los consumidores como las empresas se encuentren cada vez más cómodos con las iniciativas de comercio híbrido o ONE-LINE (integración de online y offline), dejando claro que el futuro del comercio es la fusión de lo físico y lo digital. La digitalización ayuda a conseguir mayor simplicidad en los procesos tanto de compra como de entrega o atención al cliente. Así, las empresas, que están cada vez más interesadas en ofrecer a sus clientes facilidad y conveniencia en el consumo, optan por conectar lo digital con lo offline, surgiendo así nuevas e interesantes propuestas. Uno de los mayores problemas con las compras online es que puede ser difícil determinar cómo se verán esos productos digitales en la vida real. Sin embargo, soluciones como la realidad aumentada ayudan a los consumidores a eludir ese problema, permitiéndoles experimentar exactamente cómo se verá un determinado producto en su hogar o en su persona, utilizando poco más que la cámara de su teléfono inteligente. Igualmente, la realidad virtual resulta ser la mejor manera de dar a los clientes lo que quieren, cuando lo deseen. Tener la oportunidad de probar productos tocando un botón en un entorno que se siente como real, es lo que puede hacer que la experiencia de compra sea más completa.

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Por otro lado, son ya numerosas las startups que operan en China, tiendas de conveniencia totalmente automatizadas y libres de personal y cajeros. Al más puro estilo Amazon Go, estas tiendas permiten que los clientes puedan acceder a la tienda y pagar simplemente utilizando una aplicación móvil. Las expectativas de los clientes están aumentando, por lo que, ahora, además de los productos altamente personalizados y especializados, esperan tener conectividad y un rico contenido digital en las tiendas físicas. A medida

que el comercio online y offline convergen en un canal único e integral, las experiencias impulsadas por inteligencia artificial se volverán esenciales para que los minoristas satisfagan las necesidades de sus clientes, sin importar cuándo, dónde y cómo decidan comprar. Asimismo, el social commerce (s-commerce) abre todo un nuevo espectro de posibilidades, presentando una nueva forma de comunicarse y de realizar el proceso de compraventa entre el consumidor y la marca. Así, Instagram es el canal de s-commerce por excelencia para el público más joven y también para productos con valores de marca cool o relacionados con el estilo de vida. Mediante la implementación de determinadas herramientas, el s-commerce permite al usuario pasar directamente de una foto de producto a la página de compra de ese artículo. Y todo ello sin necesidad de visitar la home del e-commerce, con lo que se consigue acelerar el proceso de compra.


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Algunos ejemplos interesantes de la tendencia ONE-LINE en moda son:

Dangle by FaceCake, una plataforma de realidad aumentada de compra de joyas. Dangle hace posible que los consumidores prueben instantáneamente una variedad de pendientes a través de realidad aumentada contando con una tecnología realista y que responde a los movimientos del consumidor. Además de poder buscar joyas por estilo y color, los consumidores también pueden usar el sistema para recibir recomendaciones basadas en la forma de su cara, tono de piel, color de cabello y otros atributos personales. En colaboración con Samsung, la compañía de cosméticos NYX creó el tutorial de realidad virtual Impossibly NYX Professional Makeup, que brinda la oportunidad de participar en una experiencia inmersiva, inspiradora y educativa. En las tiendas de maquillaje seleccionadas de NYX, los consumidores podrán probar el tutorial de maquillaje de realidad virtual al colocar unos auriculares Samsung Gear VR. Dentro de la experiencia, se mostrará cómo crear una variedad de looks de belleza con los productos de la marca. La herramienta web móvil Macy’s on Call ofrece a los compradores de las tiendas Macy la capacidad de encontrar de manera rápida y eficiente los artículos que están buscando,

sin necesidad de ayuda del personal. Con una función de búsqueda inteligente que reconoce el lenguaje natural, responde de manera adecuada a las preguntas de los clientes. Estos, y muchos otros ejemplos, nos indican que estamos ante un movimiento imparable de transformación digital en el comercio y la moda, una transformación que no deja de lado el comercio físico, pero que sí demanda experiencias originales y memorables en el punto de venta. Si bien muchos consumidores todavía carecen de acceso a la tecnología de realidad virtual y aumentada, está claro que la misma tiene un enorme potencial, especialmente para aquellos que viven lejos del objeto que esperan comprar. Entre tanto, la función de los dispositivos móviles en la integración de los mundos online y offline sigue creciendo a medida que se convierte en un dispositivo transaccional con el aumento del pago móvil. Los teléfonos inteligentes se han convertido en una parte integral del viaje de compra de los consumidores ya que satisfacen una necesidad innata de acceder a la información y tomar mejores decisiones de compra con un mínimo esfuerzo y sin complicaciones. -


THE WALL

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JEROEN EROSIE TEXTO:

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La Muy

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s uno de los máximos exponentes del street art de todo el mundo. Algunos incluso lo sitúan como uno de los impulsores del movimiento post grafiti. Este artista holandés de cuarenta y dos años se graduó en la Willem de Kooning Academy de Roterdam y comenzó una carrera heterogénea marcada por su interés por conocer casi todas las disciplinas artísticas como la ilustración, tipografía o abstracción conceptual. Este artista contemporáneo no solo tiene obras expuestas en museos e instituciones de todo el mundo como el Palais de Tokyo en París, Somerset House en Londres, o la bienal de arte urbano de Moscú, sino que aún se pueden observar sus frescos en diversas ciudades. Además, es director de arte del sello discográfico 3024.


Pรกgina 41 Desde el 26 de abril de 2018 en Delimbo Gallery, Sevilla.


SEVINTAGE

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EL RITO Y LA REGLA FOTOGRAFÍAS:

Antonio Pérez

Despojarlas de tanta gravedad resulta Jhigiénico y permite amarlas de forma

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ugar a las tradiciones es divertido.

tangencial o espontánea, jamás impuesta. La niñez siempre es subversiva y reclama espacios para la libertad. El rito asumido como orientativo, no absoluto; la regla cumplida como indicativa, no unívoca; el rito y la regla cristalizados en un vivir las costumbres con relatividad y goce, que es la mejor manera de perpetuarlas. Soportar todo el peso de la tradición sobre el costal de la candidez es humanizarla, desaislarla dotándola de un lenguaje amable con el que comunicarse con la realidad actual. La responsabilidad de estos niños es enorme: seguir siéndolo cuando ya no lo sean, y evitar que les agrien el júbilo de vivir el rito y la regla de su ciudad como cuando jugaban a las tradiciones.


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SEVINTAGE


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ES MUY

J ORGE CA D AVAL TEXTO:

Alejandro López Alberto Rojas Maza

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FOTOGRAFÍAS:


Familia numerosa y barrio humilde, ¿cómo marcó su infancia?

Lo que ha marcado mi infancia es la familia tan estupenda que me ha tocado. No he pasado fatigas en la vida, hemos vivido en El Tardón, pero mi padre se ha preocupado de que tuviéramos tres meses de veraneo, de pagarnos muy buenos colegios, de hecho yo estudié en Los Maristas. No me puedo quejar, creo que soy lo que soy a causa de mi infancia, de lo bien que he vivido y de lo feliz que hemos sido en mi casa. ¿Cuántos personajes ha sacado de esa infancia en El Tardón?

No creas que me han influido mucho. En mi barrio me he criado con gente muy cariñosa, pero no hay un reflejo exacto de ningún personaje. Eso sí, en casa de mi abuela el jamón estaba en una carrucha porque con mi padre eran dieciséis hermanos… ¿Cómo llevaba eso de que su padre trabajara con artistas?

Mi padre fue representante de Antonio Machín, apoderado de Rafael Peralta, mozo de espadas de Carlos Arruza… siempre ha estado vinculado al mundo taurino y de la farándula. Lo asumíamos como algo natural. Muchas compañías venían al teatro San Fernando de Sevilla y pasaban por mi casa: mi padre le decía a mi madre “Mari, esta gente viene un poquito agobiada, a ver si le podemos hacer…”, y mi madre hacía comida para toda la compañía. ¿Estaba mal visto eso que peyorativamente el artisteo?

algunos

llamaban

Jamás se ha hablado de esta manera en mi casa. La gente que lo hace así es gente que habla así sin conocer, y aún conociendo hay que ser prudente a la hora de decir las cosas; mi padre y mi madre nos lo han enseñado. He visto mucha tolerancia en mi casa, con todo, porque he visto de todo, y nunca ha habido comentarios ni mis padres se han metido en nada. Mis padres se conocieron en el teatro, mi tía tenía el ambigú del Teatro Romea en Barcelona y allí se conocieron. Yo he visto muchas cosas en casa, pero de muy buen rollo. ¿Cómo nace su vocación artística?

Mi madre nos ha enseñado a amar la música, ella cantaba

con una voz afinadísima. Cantaba el Ave María de Schubert, y encima lo hacía bien. Mi padre cantaba también y mi abuela. En mi casa siempre ha habido mucha pasión por la música. A mi madre le gustaba el piano una barbaridad y los instrumentos, mis hermanos saben tocar la guitarra, el piano; yo por pereza no lo he aprendido, y encima mis sobrinos han continuado con ello. Nos gusta la música y el flamenco; somos muy jartibles del flamenco. Yo era un enamorado de los musicales de Broadway, me encantaba desde pequeño un actor cómico, Danny Kaye. Nos ha gustado el cine, a mi abuela le apasionaba y nos llevaba. Y de todo eso creo que nacen estas ganas de faranduleo. ¿Y cómo llega al humor?

Un día un amigo me dice “Jorge, tu hermano está actuando en Panecitos, un pub de la calle Calatrava”. Él había hecho en fiestas sus cositas: se presentó en la Hermandad de Los Javieres como El Rubichi de Triana para cantar flamenco y luego hizo una parodia con su amigo Curro, con quien empezó en Los Morancos, y gustó más la parodia que el cante. Llego al humor de casualidad en el 79, en Panecitos. Hice una apuesta con Domingo, uno de los dueños: yo entraba a interrumpir a mi hermano de imprevisto por quinientas pesetas. Entré, funcionó y me dijo “Si vienes todos los días a hacer esto, te doy quinientas”. Y empezamos así mi hermano César, Curro Ruz Medina y yo. ¿El humor es una cosa muy seria?

(Risas) Te lo tienes que tomar en serio porque es una profesión en la que nadie te toma en serio. En nuestra familia hay mucho sentido del humor y nos gusta reírnos de todo, de cualquier situación hacemos guasa. Mi padre y mi madre decían que hay que saber reírse. Y para saber reírte hay que saber reírse de uno mismo, si no, no hay sentido del humor que valga. ¿Cuál es la frontera entre el humor y el mal gusto?

Yo nunca atacaría ni haría nada que pudiera herir a cualquier persona con maldad. Jamás he hecho parodia con el fin de hacerle daño a alguien, nunca. ¿De todo se puede hacer humor?

Menos de las fatigas de la gente. Yo no haría humor del hambre de nadie. Hay cosas que no se pueden tocar, pero hasta de la muerte se puede hacer humor. En los entierros de mi padre, mi madre y de mis dos hermanos siempre ha habido guasa: “Mira, esta cara no la tenía Carlos”, y enseñábamos la foto para comparar; o “Qué frío está” (risas). ¿Sevilla es una ciudad con sentido del humor?

A mi hermano César le digo que hasta la Semana Santa tiene una parodia preciosa: un paso de palio, un San Juan y una Virgen comentando desde arriba la vida de esa cofradía andando por la calle, viendo los balcones, la gente, lo que pasa alrededor… Ahí hay una parodia maravillosa, pero no la hacemos porque aquí creo que la gente no lo entendería y le tengo un poquito de respeto. Y eso que somos de Sevilla, porque si eres de Sevilla vale, uno de Madrid o Barcelona hace una cosa de estas y lo machacan. Tener sentido del humor es lo más importante en la vida, y saber reírte de ti mismo.

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e presenta sin más aditivos que una camisa blanca, símbolo de la persona por descubrir tras la amalgama de sus personajes. Sorprende su hablar pausado y susurrante, como si no fuera propio de un cuerpo de atleta mormón enamorado de la ornitología y con la pasión del vuelo cabalgándole en sueños desde niño. Serio en las respuestas, administra con medida algunas gotas de humor durante la charla. Reivindica la justicia, la sinceridad -aunque duela-, saberse reír de uno mismo y la naturalidad en todo. Resuelto a subir al Everest con los pies en El Tardón. Su filosofía vital es tan transparente como los atardeceres sanluqueños de su infancia: no hace falta tanto para ser feliz. No entrevistamos a uno de Los Morancos, sino a Jorge Cadaval.


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Para saber reírte hay que saber reírse de uno mismo, si no, no hay sentido del humor que valga.

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¿Se puede improvisar en el humor?

¿La banalidad reina en la sociedad?

Claro. Mi hermano César es un tío que tiene una capacidad de improvisación que he visto en poca gente. Yo estoy en el escenario y se me ocurren mil cosas distintas. Ahora estamos en Madrid haciendo Antónimos y es una obra muy graciosa porque vamos incorporando cosas. A mí eso es lo que me gusta.

Hay muchos problemas muy grandes en el mundo: las guerras, el hambre, una patera donde se meten veinte personas pagando un dinero sin saber si van a llegar, eso sí me parece fuerte. … y no que la reina Letizia se ponga de espaldas delante de Sofía o que nos preocupemos porque no haya un máster, me parecen cosas tan banales... Y todo el mundo se da golpes de pecho. ¿Y no es igual una bomba cuando es aquí, allí o en el otro lado? Parece que aquí duele más, pero son las mismas personas con diferente color, ¿eh?

En el flamenco lo llaman duende, ¿también en el humor?

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Hoy hay muchos monologuistas, maravillosos, que se aprenden un guion estupendo pero (chasquea dedos)… el duende, el hacer así e irte por lo cerros de Úbeda y saber llegar otra vez a Cartagena, no lo veo hoy como antes. El duende escasea hoy en día. ¿Sus maestros en el humor?

Muchos. Coluche era un personaje francés que me encantaba; Totò, un humorista napolitano maravilloso. En España, Tony Leblanc, fantástico; Gila, al que le conté que al empezar la gente nos tiraba chinitas y me decía “En México había un tiroteo y yo sorteaba las balas” (risas). ¿Existe el humor sevillano o del sur?

A la gente le gusta clasificar. A nosotros nos clasifican mucho, pero no voy a entrar en eso… Le noto molesto con esas “clasificaciones”.

Cuando nos atacan, y dicen que hacemos un humor pasado, yo digo que hay que estar ahí, subirse a un escenario y llevar cuarenta años y seguir llenando un teatro de mil cien personas diariamente. Tú criticas que mi humor no te gusta, perfecto, yo no le quiero gustar a todo el mundo, sería horroroso, tiene que haber diversidad de opinión, pero llegar a esa crítica para ser mejor que tú o decir “Mira qué guay soy”, eso no. Me parece estupendo, pero debes demostrarlo en el camino y para nosotros no ha sido fácil. Ahí estamos, y el que quiera ahí nos tiene.

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¿El secreto para mantenerse?

Ahí estamos, ni mejor ni peor, sé hacer lo que sé hacer. Nunca he dicho que sea buen imitador, pero sé que lo que hago y dónde me muevo me gusta, y no voy a engañar a nadie: somos lo que somos y punto, no busques más, puedes decir a mí me gusta o no me gusta esto, perfecto, pero de ahí a pasar al desprecio… Hacemos un humor de la calle, de lo que hemos mamado en nuestro barrio y de age; de Despeñaperros para arriba, el ángel… Me gusta decir el age, soy muy andaluz en ese sentido, en la forma de expresarnos y sentir, y lo pasionales que somos para todo, hasta para meternos en una bañera.

¿Se sobreactúa la pena?

En seis años se me han muerto dos hermanos y mi madre, pero he aprendido en mi casa que la culpa no la tienes tú de lo que me pasa a mí; no te tengo por qué transmitirte mi pena, ni trabajarme mi pena contigo. Puedo estar ahí bailando por bulerías y sintiéndome morir. A la gente le gusta trabajarse mucho la pena (pone cara de tristeza sobreactuada); es tu pena, te entiendo, pero es una cosa tuya. Yo no te voy a dar pena. Antonia, su personaje, ¿es una reivindicación de la dignidad de lo ordinario?

No, Antonia es una persona que no tiene complejos, que dice las cosas como las siente. Es un personaje tan potente, yo soy fan de la Antonia. Además tengo un cincuenta por ciento de Antonia: a mí me gusta la exquisitez, pero me encanta cuando dice esto no me gusta, pues no me gusta. Es que nos llevamos muchas veces dándole vueltas a una cosa para decir al final que no. Eso se aprende con la edad, a partir de los cincuenta aprendes a decir que no a muchas cosas. ¿Ya sabe decir no?

Después de vivir el alzhéimer de mi madre, que no es una enfermedad sino la putada más grande que le puede pasar a una persona, ir perdiendo la memoria… Con la enfermedad me encantó que estaba desinhibida: alguien le hablaba así “Hija, ¿cómo estás?” (imita la manera atiplada y ridícula de hablar a los niños) y mi madre decía “¿Qué eres gilipollas o qué te pasa?”. Me parecía maravilloso la lección tan buena que me estaba dando por culpa de esta puta enfermedad. ¿Cómo ha vivido la evolución de la sociedad con respecto a la homosexualidad?

Yo creo que no hay cambio, si no habláramos de la homosexualidad estaríamos fuera de esta historia. La naturalidad está en no hablar porque yo a ti no te pregunto por tu heterosexualidad. Tu sexualidad es tuya, igual que tu pena. Es que no debería haber habido ese proceso. Yo soy homosexual desde que nací, jamás me he ocultado de mi


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Yo soy homosexual desde que nací, jamás me he ocultado de mi homosexualidad, no, qué coño, yo soy Jorge, para lo bueno y para lo malo.

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homosexualidad, no, qué coño, yo soy Jorge, para lo bueno y para lo malo, y si me tienes que querer, me quieres, y si no es que no me quieres. Pero no es tan sencillo, ¿no?.

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Lo que tú llamas natural era para mí lo natural. Cuando me decían “No, es que esto”, bueno eso es para ti, para mí no. A mis amigos les decía “Jamás te he preguntado nada, ¿por qué me cuestionas tú a mí?”. La naturalidad está en no preguntar. Que ha habido un proceso y ahora parace que somos más guays… pero las cosas son como son, no tengo por qué entrar en determinadas cosas. Ni quiero hablar de eso porque es tu vida, es tu historia, tu privacidad. Como es tuya, yo ahí tengo la puerta cerrada; no, es que no hay ni llave para entrar. ¿Qué opina del Orgullo Gay?

No está mal, igual que hay un día de la Hispanidad por qué no puede haberlo del Orgullo Gay. Celebrar las cosas es bueno en todos los sentidos. En todos los estratos sociales hay exotismo, que cada uno exponga lo que siente. Yo siento de una forma y no voy a reprimirte tu forma de sentir, pero creo que el respeto está por encima de todo. Tú puedes ponerte ahí con un tanga dando botes y tener todo el respeto del mundo. Otra cosa es la moralidad con la que tú veas las cosas. Estamos en un país católico, me he criado en un colegio católico y, bueno, hay muchas cosas que nos han metido a base de machaque durante muchos años, pero en este país hay otro tipo de familias. Lo diferente se suele rechazar...

Hay madres solteras que crían a sus hijos maravillosamente, hay padre y padres, madres y madres… Tu hijo se va a criar igual teniendo un padre con un padre que una madre con una madre, que un padre con una madre, seguro. Si le das el cariño, la educación y el respeto, se va criar igual; lo malo es lo que tú piensas de papá y papá y se lo estás diciendo a tu hijo en casa “Mira esos dos son…”; son padres y no tengo que hablar de ellos. Otra cosa es que nuestras ideas sean distintas y lleguemos a un punto en el que no haya confrontación.

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¿El chismorreo hace daño?

A la hora de criar a tus hijos en casa vean esto con toda la naturalidad del mundo. Y si un hombre y un hombre se besan es porque se quieren. Parto de la base de una familia de hombre y mujer, yo jamás he cuestionado a mis padres por ello. Tengo una tía soltera que se ha criado con su hija soltera y jamás he necesitado un tío en mi tía ni mi prima ha necesitado a su padre. Creo que es más definitorio lo que hay de puertas para adentro en cada familia que de puertas para

afuera. Yo he pasado por la calle y he oído el típico comentario del padre al hijo “Mira, ese es maricón”, como si fuera ganado herrado. Muchas veces cuando me dicen (baja el tono) “Oye, tú sabes que esa es lesbiana y está liada con…”, yo le respondo “Ah, y tú sabes que ese es heterosexual (susurrando)”. Vayamos a una de sus pasiones. Viajar.

Me encanta. Es my higiénico, y es bueno aunque sea a Chipiona. A todo el mundo le viene bien viajar. Yo soy un sevillano atípico porque no soy fan de ninguna Hermandad pero me gusta la Semana Santa, aunque no soy nada pro Iglesia, porque no me identifico. Es que Sevilla es mucha Sevilla, puf, para tocar Sevilla tienes… Si no eres lo que la gente quiere, no eres socio de una caseta, no vas al Rocío… hay muchos sevillanos que no hacemos eso y somos igual de sevillanos. ¿Qué le ha enseñado viajar?

Que en todas partes la gente hace lo mismo, intentar vivir, sea donde sea. En países verdaderamente pobres no te digo que la gente sea ni más ni menos feliz, pero es feliz porque se han criado en lo que tienen. Y que el mayor tesoro que tiene la humanidad es la voluntad; teniendo voluntad, eres capaz de llegar al Everest y no marearte porque vas con tus ganas de hacer. ¿Usted ha llegado al Everest?

Me gusta sentarme en mi casa, ver lo que tengo y compartirlo con la gente que me gusta. No hay que me haga más feliz. Valoro mucho lo que tengo, lo que soy y poder darle a mi familia y generar buen ambiente a mi alrededor. ¿Eso es el éxito?

La vida al final es más fácil y simple, la complicamos una barbaridad. Yo conozco bien América, y allí todo es tener un buen coche, una buena casa, una buena tele y vivir bien… pero ¿qué es vivir bien? Yo vivía en un piso de cincuenta metros cuadrados y mi padre luchaba para darnos de todo, trabajaba de botones en el banco, luego de director de cartera, y por la tarde representante. Mi padre llegaba a las tres, se echaba una siesta de diez minutos y se iba hasta las ocho de la tarde; jamás lo vi decirme que estaba cansado, ni un mal gesto, no nos ha puesto la mano encima. Siempre nos ha enseñado a estar en el sitio y a no alzar la voz, siempre hemos hablado muy bajito en casa, pero los Cadaval tenemos fama de poner la tele muy alta (risas). “La tele ponla alta -decía mi padre- así se creen que hay gente”, y yo le decía “Pero ¿qué te van a robar?”. “Es por el destrozo”, contestaba (más risas). Para mí, eso era vivir bien…


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No te tienes que ir a África, hay gente aquí que no ha puesto la calefacción en todo el invierno.

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¿Es creyente?

Si te digo la verdad, no. Nunca he sido una persona religiosa. He sido religioso por que mis padres, que no han sido religiosos extremos, se sintieran… He intentado hacer feliz a los demás y, si crees que tengo que rezar un padrenuestro contigo, lo rezo, pero el hecho de que haya una cosa mejor y que tengo que labrarme aquí la parcelita en el cielo… no.

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¿A qué tiene miedo?

Al dolor físico, porque cuando me duele una muela me cago en su puta madre. Cuando he visto a mi hermano Diego padecer del cáncer, lo que pretendíamos siempre es que no sufriera. A mi madre le vi el proceso completo de deterioro, y si hay un dios tan justo para todo, creo que es injusto en este momento, y lleva siendo injusto mucho tiempo. Siempre comparo a dios con mi padre y con mi madre: cuando estaba con un resfriado, que me tocara mi madre me ponía mejor que una aspirina, me bajaba hasta la fiebre, porque me sentía mejor. Y si este dios, sea el de cualquier religión, que dicen que es tan bueno, lo es, debería estar un poco más con todos los que están aquí, que muchos estamos fuera de cobertura. ¿Qué le rebela?

Hay muchas cosas que me sacan de mis casillas. Sobre todo, los golpes de pecho que nos damos, creyendo que somos mejores, cuando la gente no lo está pasando bien. No te tienes que ir a África, hay gente aquí que no ha puesto la calefacción en todo el invierno. Soy un suertudo, llego a mi casa y tengo el lujo de poner la calefacción y gastar el agua que me da la gana, pero hay gente con la edad de nuestros padres que cobran una pensión de mierda y tienen a hijos sin trabajar y los están manteniendo... ¿Cómo se define ideológicamente?

No me defino. Estoy un poco de la política… es el arte de engañar al pueblo. Tengo mis ideas pero… Me gusta que la gente sea justa, que vea los problemas, que salga a la calle. Nuestros políticos deben ver más de cerca los problemas, mamarlos un poquito.

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¿Qué significa en su vida Ken?

Es la persona que quiero, con quien comparto mi vida, a quien le cuento todas mis historias, buenas y malas. La que cuando estoy bajo con una mirada o una apretón de manos, o simplemente el hecho de estar a mi lado, me reconforta, al que no le exijo nada… Estoy muy a gusto con Ken, ahora hago trece años de casado y diecisiete de relación. Pero no es por los años, porque parece que tienes que decir que llevas todos estos años, es porque me siento bien. Nos hemos dicho

que en el momento en que no nos demos lo que cada uno necesita del otro, nos lo digamos y no estemos aguantando por aguantar ni por pena. ¿Sinceridad aunque cause dolor?

Estás con una persona a la que amas, estás encantado, le hueles la mierda y te huele a gloria. Cuando pasan los años, coges manía a esa persona con la que has vivido momentos maravillosos y, en lugar de ser leal y poner las cosas claras, sigues adelante. Prefiero que seas leal aunque duela y se sufra, pero no entiendo a la gente que engaña, no lo entiendo. Es algo que no puedo soportar. Soy pasional para lo bueno y lo malo, con mis cinco sentidos. ¿Se ha planteado la paternidad?

No. Un niño me parece una cosa tan bestial… He visto a mis hermanos con sus hijos, las fatigas con ellos, como todos los padres. Tener un hijo es facilísimo, lo importante es saber educarlo y que vea en ti los valores que puedes enseñarle, que se sienta orgulloso de su padre. ¿Teme cumplir años?

Nunca pensé que iba a llegar a los treinta, cuando tenía quince me parecía tremendo. Cuando llegué a los cincuenta ya solo cumplo enta y empiezas a ver que todo es lo mismo: eres tú pero con enta. No tengo miedo a cumplir años, lo que no quiero es ser un estorbo para nadie. Me gustaría ser un tío abuelo mirando a mis sobrinos y sobrinos nietos y disfrutarlos teniendo posibilidades de hacerlo. Cierre los ojos y dígame qué olores vienen a su memoria.

La flor del paraíso, que crece en la avenida Juan Díaz de Solís en El Tardón, porque cuando florecía, denotaba que era abril, la Feria, que yo no soy feriante, pero me encantaba. El olor de las bodegas de Sanlúcar de Barrameda de mi niñez, aunque soy abstemio total. La dama de noche con mi gente, mi casa en los veranos. El olor de la ropa limpia… ¿Proyectos?

Ahora estoy liado para entrar en la Universidad, me gustaría hacer dietista o fisioterapia. Con mi hermano estoy en el proceso de una película que va a sorprender. Y estamos preparando el cuarenta aniversario de Los Morancos en 2019. Un deseo.

Que nos llevemos mejor. Una canción: La plazuela y El Tardón de Lole y Manuel.


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OPINIÓN

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CULTURA VERSUS CIVILIZACIÓN TEXTO:

Amaro Sánchez de Moya

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uele ocurrir que los términos cultura y civilización se usan erróneamente como sinónimos. El concepto de civilización comenzó a usarse en la Ilustración como contraposición al de barbarie y salvajismo. Mientras que el de cultura forma parte de un ideario más moderno. Ambos van de la mano, y uno es deficitario del otro, pero no son la misma cosa. Mientras la cultura se refiere a todo lo adquirido en contraposición a lo innato, la civilización, aunque tenga varias acepciones, tiene más que ver con el estado o etapa por el que pasa una cultura o un conjunto de culturas que con el contenido propio de la misma. Así pues, una civilización no se mide de manera literal en base a la cultura o culturas que forman parte de ella. Sería más justo hablar de la evolución de una determinada cultura dentro de un contexto espacio temporal para poder hablar de una civilización, y también hablar de un grado de evolución intrínseco a la propia cultura de una civilización para poder hablar de un grado de civilización. Aferrarse a la cultura conocida es aferrarse a un nivel conocido de civilización, pero no por ello mejor. Históricamente el hombre siempre ha vivido con temor los cambios de pensamiento, quizás por esa naturaleza humana de secundar ciegamente lo conocido, aceptado y asumido, que no tambalea los pilares de la propia cultura aprendida, y, por lo tanto, los cimientos de la propia civilización, para así moverse en las aguas de un mar familiar, que controla y le da la apacible seguridad de lo conocido. Pero la propia Historia nos enseña que cuando se asienta el polvo que levanta la destrucción de determinados muros que limitan la cultura de una época, hemos llegado a crear un grado de civilización más alto y superior.

Número 13

Cuando miro a nuestro alrededor y analizo manifestaciones, elementos o fenómenos de nuestra cultura, asentados en nuestro día a día gracias a la costumbre, me pregunto si no son ecos de una civilización pasada, que aún resuena en nuestra realidad actual, a los que nos agarramos porque son, y no por lo que son. Quizás deberíamos tener menos fe ciega en la cultura y pensar en la naturaleza de la misma, no ya para formar simplemente parte de una civilización, sino para aspirar a ser más civilizados. Un pasodoble: España cañí.



FUE MUY

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MANOLO SUMMERS, EL GENIO REBELDE -

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TEXTO:

Hace 25 años, el 12 de junio de 1993, falleció en Sevilla Manolo Summers, cuando aún no había llegado a los 60 (nació en la misma ciudad en 1935). Poseedor de un gran sentido del humor, generoso y fiel con sus amigos, era rebelde como él solo. Tal como afirmó en más de una ocasión, le gustaba ir a contracorriente, como lo corrobora el hecho de denunciar el reparto de ayudas al cine durante el franquismo o en los años ochenta. Dos décadas antes, a mediados de los sesenta, no dudaba en criticar con denuedo la feroz censura en cuanto tenía oportunidad, ya fuera en una entrevista de Jesús Hermida en el diario Pueblo o en cualquier foro. Y es que sufrió con extrema dureza los rigores de la censura a la que combatió con bastante ingenio. Como señaló el prestigioso crítico de cine José Luis Guarner, Summers “fue el primero en rebelarse de forma pública y sonada contra la censura”. Basilio Martín Patino era de la misma opinión: “Soy testigo de su valentía, nadie llegó aún más lejos, para enfrentarse a la peste de los censores”. Similar actitud crítica mantuvo durante el mandato de Felipe González y Alfonso Guerra, a los que puso en solfa, junto a Santiago Carrillo, desde las páginas de ABC y la revista Época, cuyas ilustraciones (especialmente las semanales del suplemento de ABC, Blanco y negro) son todavía recordadas.

P

Número 13

Miguel Olid

ero por encima de todo esto, Manolo Summers fue uno de los más destacados cineastas de su generación y del denominado “Nuevo Cine Español”, que surgió a principios de los años 60. Formado en el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas, precursor de la Escuela Oficial de Cinematografía, quizás fue el que más sorprendió en su debut: tras concluir sus estudios con el cortometraje El viejecito en 1959, decidió debutar con una tierna historia en Del rosa al amarillo, aclamada por la crítica y premiada en el Festival de cine de San Sebastián con la Concha de Plata, entre otros premios. El Círculo de Escritores Cinematográficos también premió la labor de Summers como director y guionista de esta doble historia de amor (infantil y de la tercera edad) que muchos consideran su mejor película.

Con su siguiente trabajo, La niña de luto, galardonado con una Mención Especial del Jurado en el Festival de Cine de Cannes, se confirmaba su talento y que la buena acogida del anterior título no había sido fruto del azar. Esta película permitió, además, dar un nuevo registro a Alfredo Landa, a quien, landismo al margen, muchos recuerdan por este filme. Como recuerda el propio Landa en sus memorias, logró el papel gracias a la fidelidad de Summers, porque José Luis López Vázquez, más popular entonces que Landa, insistió al cineasta sevillano para que le concediera este personaje. Summers también apostó por el documental, un género casi testimonial en su época, exceptuando el nodo, y al que dignificó notablemente con la excelente Juguetes rotos, su visión de los ídolos caídos en el olvido. Esta película, con la que se arruinó su autor, surgió como una búsqueda personal de Summers por Gorostiza, destacado goleador en el Athletic de Bilbao, el Valencia y la selección nacional, al que idolatró durante su infancia. Consiguió localizarlo en un sanatorio poco antes de morir, cuando aún no había cumplido 60 años y estaba completamente olvidado. Tras un periodo de gran fertilidad, Summers logró un gran éxito con Adiós cigüeña, adiós, vista por 3.500.000 personas en España; fuera de nuestro país también logró unas cifras espectaculares: en Francia estuvo más de 15 semanas en cartel, en Venezuela más de 20 y en Colombia su recaudación superó a la de La naranja mecánica y El Padrino. Asimismo, se estrenó en Japón, Hong Kong y Taiwán, entre otros muchos países. A principios de la década de los 80 partió a Nueva York para rodar Ángeles gordos. Continuaba, por tanto, con historias románticas no convencionales, pero su aventura norteamericana no tuvo un final feliz al estrenarse en España poco después del 23-F, en un momento en el que los espectadores no demostraron estar precisamente por la labor


Fotograma de la película El juego de la oca (1965) de Manolo Summers.

Tras este fracaso, rompió por completo con su trayectoria anterior y conoció de nuevo las mieles del éxito gracias a su trilogía de To er mundo é... Eran producciones de un menor coste y filmadas con cámara oculta y actores no profesionales o desconocidos, que conectaron con el público del momento. Entre las dos primeras entregas de To er mundo y la tercera, rodó una parodia de los textos bíblicos; sin embargo, La Biblia en pasta no cumplió con las expectativas. Tampoco tuvo un buen resultado en taquilla Me hace falta un bigote, con evidentes guiños a su pasado y al cine que lo encumbró; se trataba de una de sus películas más personales, en las que de nuevo da muestras de su talento para contar una historia con mucha ternura, pero el hecho de rodarla en blanco y negro no contribuyó a atraer los espectadores a las salas. Firmemente consciente de que el cine debe de buscar siempre el respaldo del público, en las dos últimas películas contó con el grupo de moda de la época, Hombres G, liderado por su hijo David. Ambos títulos, Sufre, mamón y Suéltate el pelo lograron un gran éxito, no sólo en España sino también en algunos países de América del Sur. Fue su despedida de la gran pantalla; su obra continuó en televisión gracias a la serie de TVE, Cine por un tubo, en la que parodió diversos géneros como el terror, el wéstern o el cine negro. Estrenada un año antes de morir, esta serie supuso un buen broche final a una trayectoria en la que no faltaron los merecidos elogios, las más severas críticas, los incontestables éxitos y los dolorosos fracasos. Como se ha visto, Summers conoció el amargo sabor del fracaso con películas como el documental Juguetes rotos o Me hace falta un bigote, pero

de los veinte largometrajes que dirigió, la mitad superó los 900.000 espectadores. Además, sus películas lograron traspasar las fronteras y llegar a mercados poco transitados por el cine español como Escandinavia, Europa del Este, Canadá, el lejano Oriente y Sudáfrica. Fue un hombre polifacético: además de director y guionista, coprodujo varias de sus películas y las de otros directores; actuó y escribió para varios cineastas como Julio Diamante o Fernando Fernán Gómez y participó en una distribuidora. En paralelo a su actividad cinematográfica siguió con su pasión por la pintura y el dibujo: comenzó publicando viñetas en el diario Pueblo, fue una firma destacada de Hermano Lobo, que llegó a dirigir, y siguió colaborando en ABC hasta poco antes de morir; muchas de estas viñetas las realizó en el propio set de rodaje. Su pasión por el mundo artístico le llevó a involucrarse personalmente en la creación de una galería de arte en Madrid. Manolo Summers no dejaba indiferente a nadie y nadie, ni el más acérrimo crítico, podrá negar su talento y su fino instinto para el humor y para contar con tanta ternura historias de amor. A mediados de los años 60, Francisco Umbral llegó a escribir de él que “algún día se sabrá que sólo Summers ha filmado con veracidad y detalle la realidad actual de la vida española”. Muchos años después Basilio Martín Patino, en la necrológica que publicó en el diario El País, destacó que había conocido “a pocos hombres de su genio, con una humanidad más generosamente noble, más bueno, desde su sonrosado aire de colegial díscolo y sentimental”. -

Una plan: Pasear por la playa de La Antilla (Lepe, Huelva).

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de disfrutar de esta comedia de falsas identidades.


OPINIÓN

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LO VAMOS A CONSEGUIR TEXTO:

Pilar Rodríguez Little

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ILUSTRACIÓN:

T

odos los temas de los que había pensado escribir son desgarros. Algunos protagonizados por la crueldad humana. Otros, por la resignación de, como mujer, seguir sin conquistar territorios anhelados. Esa sensación de lucha perpetua. De lo que aún tenemos pendiente y que ya puede que algunas generaciones no lo veamos. Voy a continuar aquí, en este grito.

Número 13

Hace justo un año escribía en esta misma revista los retos a los que se enfrentaría mi sobrina Berta, recién nacida en marzo de 2017, encomendándome a un “ojalá que cuando seas capaz de entender esto, mis sueños de ahora ya tú los hayas podido hacer realidad”. A Berta le hablaba de la desigualdad salarial, de los techos que aún tenemos que romper. De las mujeres que son asesinadas sólo por eso, por ser mujer. De nosotras como mercancía, como objeto, como un triunfo más. A Berta no le hablé de los miedos al volver a casa, de la dificultad que sigue teniendo la sociedad para creer a una mujer. Del además de ser violadas, también tenemos que parecerlo. Y nos señalan si decidimos continuar con nuestras vidas, para intentar olvidar, si es que se puede. Nos preguntan por nuestros planes de futuro cuando tratamos de conseguir una oportunidad laboral. No estamos en la página principal de las historias que el cine nos cuenta y, si estamos, son contadas por hombres. Ellos, aquí, también siguen ganando más. No estamos en las mesas donde se toman las grandes decisiones. Tampoco somos mayoría en las tertulias de medios de comunicación. También somos maltratadas en el lenguaje, pues si no tenemos protagonismo en el ámbito público, es normal que el discurso y la entrelínea los dominen otros.

“¿Qué tal eres como madre?”, le preguntaban a una conocida actriz en la alfombra roja de la última edición de los premios Goya, mientras a su pareja, al lado, le interpelaban sólo por sus próximos proyectos profesionales. Un ejemplo más de lo difícil que sigue resultado en este país, y en gran parte del mundo, dar un paso hacia adelante definitivo. El pasado 8 de marzo, España paró. Paró porque su principal motor, las mujeres, dijimos basta ya. Y allí también estaban los hombres. Hombres comprometidos con esta batalla, conscientes de sus privilegios por ser sólo eso: hombres. Hombres que luchan contra el machismo en la barra del bar, en sus casas. Que reclaman las mismas oportunidades para todos. Hombres a los que necesitamos, cada vez más y multiplicados, peleando a nuestro lado, gritando con nosotras. Hombres que nos den la mano, que no se vayan. Sí sobran los políticos que se suben rápidamente al carro. Los del “feminismo es una etiqueta”, los del no estoy completamente a favor de lo que se reclama, pero al día siguiente se proponen para liderar la lucha. Basta de declaraciones descafeinadas. De ambigüedades, de mirar para otro lado. Nos quedan muchas cosas por conseguir pero, lo que sí está claro es que el futuro jamás podrá ser sin contar con las mujeres. A Berta hoy, un año después, le puedo decir que algo está cambiando y, además, una certeza: que lo vamos a conseguir y que ella va a poder contarlo. -


JAZZ y CINE

Auditorio CICUS 20h (entrada libre hasta completar aforo)

JAZZ&STREET 7 de mayo BIG BAND Conservatorio de Música Francisco Guerrero DIRECTOR Javier Ortí

BIG BAND Assejazz DIRECTORES Javier Ortí / Antonio Olivo Parque, Torre de los Perdigones (Resolana) 20h

8 de mayo

2 de mayo Low Down, una vida al límite

3 de mayo Las Señoritas de Rochefort

4 de mayo Swing

4 de mayo Presentación de BIG BAND CICUS

(Jeff Preiss 2014, EE.UU., 114 min, V.O.S.E. )

(Jacques Demy, 1967, Francia, 125 min, V.O.S.E.)

(Tony Gatlif. 2002, Francia, 90 min, V.O.S.E.)

Dtor. Nacho Botonero 22:00h

9 de mayo

10 de mayo

Pepa Niebla / Voz Toni Mora / Guitarra ElÉctrica Alex Gilson / CONTRABAJO Maxime JeanFrançois G. Moyaerts / Piano Daniel Jonkers / batería

“BOOM TIC BOOM”

PEPA NIEBLA QUINTET

ALLISON MILLER

Allison Miller / batería Myra Melford / piano Jenny Scheinman / violín Kirk KnuffkE / corneta Ben Goldberg / clarinete Tony Scherr / contrabajo

11 de mayo

12 de mayo

PRESENTACIÓN DE “OUTLINES”

AND THIS AGAINST THAT

Bruno Calvo / trompeta y composiciones Ben van Gelder / saxo alto Giuseppe Romagnoli / contrabajo Iago Fernández / batería

Ralph Alessi / trOMPETA Ravi Coltrane / saxo Andy Milne / piano John Hébert / contrabajo Mark Ferber / batería

BRUNO CALVO QUARTET

RALPH ALESSI

Combos Taller de Jazz CICUS PZa. de la Puerta Jerez / Jardines de Cristina 13.30h Y 20h PZa. de la Encarnación 21h

13 de mayo

Andalucía Big Band DIRECTOR / Miguel Blanco

SALA TURINA (C/ LARAÑA nº 4)

TEATRO ALAMEDA (C/ Crédito nº 13) 21.30H

21.30H

actividades del festival Masterclass & voz CICUS C/ MADE DE DIOS 1 2 de mayo MAYTE ALGUACIL 17.30 a 20.30h 8 de mayo PEPA NIEBLA 17.30 a 20.30h Masterclass SAXO CICUS C/ MADE DE DIOS 1 12 de mayo BEN VAN GELDER 11.30 a 13.30h

PRECIOS: SOCI@S ASOCIACIONES DE JAZZ Y COMUNIDAD UNIVERSITARIA: 30€€ 2 masterclasses DE VOZ / 20€€ masterclass suelta. MASTERCLASS SAXO 20€€ NO SOCI@S: 50€€ (2 masterclasses) / 30€€ (masterclass suelta) inscripciones: tallerjazzvocal@assejazz.com

JAM SESSIONS 9 -12 de mayo Restaurante los Perdigones (Resolana). A partir de las 22.30h una vez concluidos los conciertos en el teatro Entradas/ Venta anticipada en la taquilla del Teatro Lope de Vega (Av. de María Luisa s/n), de martes a sábado de 11 a 14 y de 17:30 a 20:30 h., y en www.teatroalamedasevilla.org y www.icas-sevilla.org y una hora antes de cada concierto en la propia sala (en caso de no estar agotadas las localidades) Precio: 12€ General y 6€ Comunidad universitaria y socios Assejazz

+INFO www.cicus.us.es


OPINIÓN

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TUTORIAL DE SEDUCCIÓN TEXTO:

Taite Cortés Marina Nosequé

ILUSTRACIÓN:

-¡Qué ojos más verdes!

Página 62

-Es por el maquillaje: desde que una maquilladora me dijo que aplicándome sombra violeta destacaban… Sólo cuando llegué a casa, caí en la cuenta de que igual no estaba alabando mi maquillaje sino que, lo mismo, estaba insinuándome algo. Esto de la tardanza de reflejos no ayuda. Sigo sin despejar la duda porque, si hubo interés, el muchacho desistió. Y no le culpo, eso sólo es achacable a mi habitual incapacidad para detectar el flirteo. Recordaba este episodio mientras leía en Facebook, por donde suelen llegar todas estas cosas peregrinas (y por donde salen los datos más importantes de nuestra vida que venden al mejor postor) que hay unos cursos para esto de advertir si te están tirando los trastos. Coach al rescate de las que andamos desnortadas, ayuda y autoayuda de todas hechuras, orientación continua ante la incapacidad de hacer nada por nosotros mismos. Ni siquiera ligar. O ser ligada.

Número 13

Seguro que si me pongo, encuentro un tutorial de Youtube con nociones básicas de primero de radar de ligoteo, como encontré en su día los que me sacaron de aprietos varios con el coche (cambié una bujía), la pérdida de llaves (lo intenté con las radiografías), el peinado para Feria (ondas al agua que lucí) o incluso la aplicación de inyecciones (sí, me llegué a poner unas intramusculares). Primera lección: ¿cómo saber si me están seduciendo? Mal enfocado, criatura. La primera lección debería ser “hay gente que incluso puede querer algo contigo”. Porque lo que se esconde detrás de esta ineptitud para la detección es una convicción profunda y ancestral de que nadie que se acerque a ti puede querer algo más que amistad. Como si que quisieran ligar fuera lo más remoto que pudiera pasarte esa noche, con esa persona, nunca, con nadie. He sido la eterna mejor amiga de todos los chicos que se me han acercado (y conste que lo celebro porque aún hoy están); me han bañado de “es que eres tan interesante”... cuando lo que yo quería era que me

vieran sexy por eso de tener algo de sexo y no hablar de la Ley D’hont. Y eso marca. Así que lo primero que hay que hacer es tomar consciencia de que aunque tú hayas desistido de toda opción, puede que haya alguien que, además de interesante, te vea sexy, o que te vea sexy precisamente por interesante. Segunda lección: ¿es eso flirteo? Dicen algunas teorías que cuando se mantiene la mirada durante ocho segundos es que el interlocutor está enamorado. Así que ahora vas por todos los bares, cafeterías, discotecas y parques intentando cazar miradas sostenidas y ardientes con el riesgo de no pestañear y que parezcas la psicópata de una película de Antena 3 el sábado por la tarde. Leí además en el artículo que “si se acerca y posa su mano en partes de su cuerpo interiores (como el antebrazo interior), es que está interesado”. Menos mal que era en “partes de su cuerpo”, que si llega a ser en partes de la mía le cae un mascazo. ¿Y cómo de interiores, criatura? Nunca habría pensado que rascarse era señal inequívoca de interés. Igual lo de morderse un labio, tocarse el pelo… y no sé cuántos indicios que aprendimos en un Superpop (sí, así soy de antigua). Pero es que las señales son a veces demasiado sutiles, demasiado revisables, interpretables, y una no está para andar adivinando si eso en verdad quería decir… Muchas veces he pensado que, visto lo visto, igual un muchacho con chaleco amarillo fluorescente y dos pirindolos en las manos haciéndome señales como si fuera un boeing aparcando en San Pablo sería una opción buena para darme por interpelada. Ya sé que perdería la magia de lo sutil, del tonteo, del flirteo si fueran por ahí abarcándolo tan directamente, ¿pero no es más triste que se pierdan oportunidades mutuas porque no me entero cuando me entran? -

Una canción: Esa cobardía de Chiquetete.


Joaquín Calderón

Aguantan hasta las 7:30 de la mañana con una cerveza caliente. No suelen ser de drogas duras ya, a estas alturas. Ni copitas. Tiran bien con porrillos compartidos. Con una media sonrisa fuera de contexto y como diciendo all the time que qué buen rollo todo y que al carajo el mundo y el lunes próximo. Bowie, los Smith, el borracho de But y hace mucho, al principio, los clásicos revolucionarios de Silvio Rodríguez. Toda la indumentaria permanece. Cierta intención y esa falsa victoria de la resistencia y de “los últimos de Filipinas”.

Página 63

AUTOR:

POESÍA

MITOL O G ÍA

El Capital, Nietzche y por supuesto los Simpson. El humor inteligente y según el momento y como pille, todo lo naíf. Intentos de músico, pintor y Filosofía y Letras, abandonos en tercero de carrera y cada día un enreo, un plan. Y los años robándote a los amigos que lo dejaron a tiempo.

(Poema inédito)

Número 13 :

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ABRIL - MAYO

En fin, mitologías con las que todos, más o menos, hemos coqueteado. Después están las oposiciones de la Junta, los “a dedo” y los favores. Los “por los viejos tiempos” y algún que otro brillo en los ojos, en el amago de revolución de la última junta de vecinos.


MICRORRELATOS

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EL FINAL ESTÁ CERCA (I) TEXTOS:

Eduardo Cruz Acillona

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“¡Carguen!... ¡Apunten!... ¡Fogueo!...” La guerra duró mucho tiempo, pero todos vivieron para contarlo.

Cuando despertó, el dinosaurio ya se había marchado. Dejó una nota diciendo que motivos imponderables le obligaban a ausentarse aun a riesgo de no pasar a la Historia de la Literatura Universal.

Me puse sus gafas por equivocación. Al mirarme al espejo, me vi con cierta desconfianza...

Abandonó el grupo defraudado. Sostenía que “The Beatles” no era un buen nombre para un quinteto.

Al poco de conocerse, el haiku le propuso al sudoku tener descendencia y traer al mundo un bello crucigrama. Nunca supieron qué falló, pero acabaron cogiéndole cariño a la pequeña sopa de letras.

Número 13

Las tres y media de la madrugada. Arrastro mi insomnio por el salón cuando suena el timbre de la puerta... “Soy la mujer que va a aparecer en tus sueños. Vuelve a la cama. Verás como deseas que no suene el despertador”...

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Fui a la panadería a comprar una Viena. Me equivoqué y entré en la agencia de viajes. Ahora no sé qué hago junto al monumento a Johann Strauss... Y sin pan.

Un Vargas Llosa le dijo a un Savater: — ¡Esto es intolerable! Estamos hacinados, vejados, maltratados, aplastados, desordenados... — Somos libros. Esto es un Vip’s. ¿Qué esperabas?

Desde la ventana, el psicólogo disfrutó de los colores del atardecer y de la música de los estorninos volviendo a sus nidos…

Desde la ventana, el psicólogo disfrutó de la vista de los niños jugando en el parque y de la vecina de enfrente cambiándose de ropa…

Desde la cornisa de la ventana, alguien le interrumpió: “¿Tú has venido a ayudarme o me tiro ya?”.

El Rey se enrocó con la Torre. Cuando la Reina se enteró, inventó las Damas…

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CULTURA

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CIEN SONETOS PARA DERRIBAR A UN TIRANO TEXTO:

José María Rondón María Jesús Casermeiro

ILUSTRACIÓN:

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El diputado republicano José Antonio Balbontín transitó por la escritura como un espacio más de su compromiso político, que llegó a su cumbre con la publicación del libro Por el amor de España y de la Idea, cuyos poemas se leyeron de forma clandestina en la España de Franco.

A

Número 13

penas queda hoy rastro de aquel escritor en crudo que fue José Antonio Balbontín (Madrid, 1893-1978), quien remató por el lado de la abogacía y la política en diputado por Sevilla en las Cortes Constituyentes de 1931, magistrado del Tribunal Supremo durante la Guerra Civil y ministro consejero en Londres del gobierno de la República en el exilio. “Yo soy un modesto intelectual que no tuvo ocasión, ni acaso facultades, para realizar una obra consistente, pero que dedicó, desde luego, las mejores horas de su vida al pensamiento puro y desinteresado”, se lee en sus memorias La España de mi experiencia (1952; reeditadas en 2007 por el Centro de Estudios Andaluces). A él, sin embargo, le debemos un libro extraño, y hoy casi olvidado, que circuló clandestinamente en los años más duros de la dictadura. Su título, Por el amor de España y de la Idea. Cien sonetos de combate contra Franco y sus huestes, acompañado por la leyenda: “Se autoriza la difusión de estos versos, dentro y fuera de España”. El volumen llegó a la imprenta en México en 1956, pero, al parecer, ya desde un par de años antes, sus versos se leían por Madrid y Barcelona con el seudónimo de Juan de la Luz. “Y ahora quisiera, antes de hundirme muerto, / sólo una gracia dolorosa y grave: / ver a mi patria, eliminar a Franco”, dice el poema titulado Mi aspiración.

En este libro “late el espíritu combativo de un joven republicano de 63 años”, sostiene Aitor Larrabide, quien lo puso de nuevo en órbita en la revista literaria Los papeles mojados de Río Seco tras descubrir su rastro en el epistolario de Balbontín, hijo de un ilustre letrado que heredó la industria de anisados Ideal del Punto, con despacho en la sevillana Puerta Osario. “Le entregué a un amigo de Madrid que me visitó en Londres una colección de sonetos antifranquistas, que yo escribí en mis ratos de ocio y que, al parecer, están circulando bastante”, informa por carta el 24 de septiembre de 1954 a Félix Gordón Ordás, presidente del Consejo de Ministros de la República en el exilio. Sorprende José Antonio Balbontín en Por el amor de España y de la Idea. Cien sonetos de combate contra Franco y sus huestes por su dominio de la sátira política, como en el poema que dispara contra el yerno de Franco, Cristóbal Martínez-Bordiú, marqués de Villaverde: “Ahora has dado a tu jefe un nieto macho / –quiero decir varón– y el populacho/ de Falange le aclama en su bautismo / como a un bizarro príncipe franquista”. En esta línea, en la composición titulada Marianista, anima incluso a que se lleve a cabo un tiranicidio: “Si no hay un hombre que te parta el pecho, / es que se ha muerto el corazón de España”. La poesía propagandística no es un desahogo puntual en la carrera literaria de Balbontín. En La España de mi experiencia evoca, por ejemplo, cómo en la noche del 8 de noviembre de 1936, “con los cañones alemanes vomitando su rabia sobre Madrid, y las tropas moras arrastrándose por las cercanías de la Cárcel Modelo, tuve el honor de recitar personalmente, desde la estación de radio que operaba en la Casa de Correos, creo que bajo un control sindicalista, un romance de título inequívoco, A Franco el pirata, que se publicó por entonces en algunas hojas populares: Y en nombre del pueblo heroico/ que manchaste con tu baba, / te estruje en tu madriguera, / como a un reptil, la garganta”. Pero acaso el antecedente más salvaje de los poemas de Por el amor de España y de la Idea está en el episodio protagonizado por Balbontín contra Miguel Primo de Rivera. Bajo el pseudónimo de María Luz de Valdecilla, “una linda moza de quince años”, el escritor consiguió publicar el 15 de abril de 1929 en el periódico La Nación, órgano oficial de la dictadura, un soneto acróstico en apariencia elogioso, pero que escondía en las primeras letras de cada uno de los versos el lema: “Primo es borracho”. Tal fue el escándalo que los ejemplares fueron retirados de inmediato por orden gubernamental y se ofreció una recompensa por alguna revelación que condujera al verdadero autor. “La policía hizo intensas investigaciones en los círculos literarios de Madrid. Se sospechaba de Valle-Inclán y de Luis de Tapia (ambos ya fallecidos) y se ofrecieron premios al que apuntase una pista segura –recuerda en el libro de memorias La España de mi experiencia-. Yo guardé cautamente mi secreto, pero no estaba dispuesto a consentir que sufriese nadie por mi culpa. Afortunadamente, no me vi precisado a ostentar mi paternidad del soneto, porque Primo de Rivera tuvo en aquella rara ocasión –no sé si por propia iniciativa o por consejo autorizado- la atinada prudencia de ahogar este incidente en el silencio”.


Pero a la mirada corrosiva le da relevo la ternura en los poemas de Por el amor de España y de la Idea. Ocurre así cuando se refiere a los republicanos caídos o a la resistencia de Madrid, como en La castañera: “Viejecita madrileña castañera. / Murió por disparo moro. / Y se quedó dormida, ya sin pena, / acariciando sus castañas de oro / con un reír de niña loca y buena”. Rosalía de Castro, Lorca y Machado, y el héroe de la insurrección de Jaca, Fermín Galán, también aparecen en el libro, junto con poemas nostálgicos. “Brindo estos versos a la eterna gloria / de la España leal. A la memoria/ de un millón de héroes...”, se lee en el titulado Dedicatoria. La molécula de desafío de estos poemas es la de alguien convencido del poder de agitación de la Literatura. Porque, a su manera, Balbontín –incrustado en las Cortes Constituyentes de 1931 en el grupo de “los jabalíes”, denominación que Ortega y Gasset propinó a un grupo de diputados con ánimo agitador y formas abruptas- fijó en su escritura otro modo de vivir. Para él, no era una osadía pública, sino una ambición íntima que se disfrazaba de golpe o de caricia. Con seguridad, lo suyo no está entre lo mejor dicho de su tiempo, pero sí contiene una lección a tener en cuenta: conviene ser auténtico hasta la destrucción.

Sobre su debut literario, Enrique Roldán Cañizares, investigador de Historia del Derecho de la Universidad de Sevilla, sostiene en el libro Activistas, militantes y propagandistas. Biografías en los márgenes de la cultura republicana (1868-1978), publicado por el sello Athenaica, que “el censor eclesiástico no sólo no encontró ningún ataque a la fe en el libro, como era obvio, sino que se vanagloriaba de “ver resueltos en sus hermosos versos los problemas más altos de la teología moral”; ni Luis Montoto , quien se encargó de realizar el prólogo de la obra, ni la Iglesia católica, se plantearon por un segundo que con el paso del tiempo, el niño poeta sustituiría a Jesucristo por Lenin, y la Biblia por el Manifiesto Comunista”. Porque, con el paso de los años, él dará la espalda a estos títulos a raíz de abandonar la fe católica, desengaño provocado por el catálogo de atrocidades de la Primera Guerra Mundial y el silencio de la Iglesia ante las desigualdades en el campo andaluz, tal como también ha apuntado su biógrafo Javier Rubiales. A medida que va forjando su ideario político, esa deriva social desemboca en el poemario Inquietudes (1925), acaso el más logrado de todos los suyos. Rafael CansinosAssens lo celebra así en la reseña que firma en el periódico

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Al margen de esa deriva combatiente, Balbontín, cuya biografía se entrelaza con Blas Infante, Unamuno, ValleInclán y La Pasionaria, hará parada, tras un primer libro casi adolescente (Albores, 1910, dedicado a la Virgen y a su madre fallecida), en la poesía de tintes regionalistas (De la tierruca, 1912) y religiosa (La risa de la esperanza, 1914). Todos estos títulos fueron “objeto de numerosas reseñas y bien acogidos por algunos críticos”, apunta Leandro Álvarez Rey en el diccionario biográfico Los diputados por Andalucía en la Segunda República (1931-1939). “De hecho –añade el historiador-, Balbontín llegó a recibir la Flor Natural en uno de los Juegos Florales del Ateneo de Sevilla, cultivando en aquellos años la amistad de José María Izquierdo, alma de esta institución”.

La Libertad: “Balbontín ha sabido fundir novela y drama con admirable acierto y recoger la acción y la pasión o el asombro de nuestros días”. El abogado, político y escritor, cuya vida atesora episodios verdaderamente novelescos como su huida a Francia tras la derrota republicana en la Guerra Civil, también transitó los terrenos del teatro –con escasa fortuna, eso sí, pese a los sonados estrenos en Madrid- y la narrativa. Explorará, por ejemplo, la novela social en El suicidio del príncipe Ariel (1929), pero ninguna tan extraña, por sus aires heterodoxos, como Una pedrada a la Virgen (1932). Inspirada en una entrada del paso de la Macarena, Balbontín recrea la vida de un niño de barrio pobre que arroja una piedra al rostro de la Virgen como venganza por la muerte de su padre a manos de la Guardia Civil. Una canción: De qué se ríe de Quintín Cabrera.


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EROTISMO

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BAISER TEXTO:

Beatriz C. Bravo Julie de Abreu

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ILUSTRACIÓN:

Esa clase de beso con el que no besas, demandas. Lo quieres ya, cerca de ti, pegado a ti, dentro de ti. Ese beso que no sabes cómo empieza y que cuando acaba es como si aún te estuvieses besando. Los sentidos en la otra persona, la saliva mezclada. Un poco más primitiva, más húmeda, un poco menos cabal. Te fundes, por la fuerza, por la pasión, por el calor. Te marea. Hay labios y hay lengua y hay manos. Y hay ese apetito incontrolado por sentir el deseo físico del otro. Dime cómo te estás quemando, dime cuánto te estás quemando, porque yo puedo sentir el fuego en mi piel y no quiero abrasarme sola. Y hay fricción. Y te restriegas. Y te destrozas la ropa donde quisieras que no hubiese tela. Porque dejaste de distinguir lo cierto de lo incierto hace mucho y porque lo único que quieres es usar tu boca para morder sus hombros, para paladear los lugares salados y oscuros de su cuello, para abarcarle entero con la boca, joder. Hacia abajo, donde fluye la sangre y se yerguen los músculos.

Materializas todos esos actos sucios y morbosos con los que a veces te sonrojas y niegas haber hecho o deseado cuando tus sentidos están moderados por la razón. Pero no razonas ahora. Y métemela hasta el fondo. Y arráncame las bragas. Y ojalá tuviese más manos para envolver tu cuerpo entero. Y aumenta la fricción. Y el caos se hace visible, tangible, te marca y te alborota el pelo y lo que no es pelo. Y paras. Te separas. Respiras. Un momento, un segundo, algo que parece toda una vida. Le miras y aún en la distancia puedes sentir sus labios. Fue ese beso. Repito. Esa clase de beso. -

Número 13

F

ue ese beso. Repito. Ese tipo de beso. Ese que te hace sentir calor por todo el cuerpo, que te deja jadeando y con el que sientes cosquilleos hasta en la punta de los pies, que lo abarca todo, que marea.

Una canción: La llamada de Leiva.


Número 13

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DESDE EL MIRADOR DE LA GUERRA

TEXTO E IMÁGENES:

Pedro G. Romero


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HEREJES DEL SUR

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JOSÉ LUIS ORTIZ NUEVO TEXTO:

Javier Gotor La Muy

FOTOGRAFÍA:

N

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os encontramos media hora más tarde de la hora taurina en el barrio de la Macarena. “Este sol me hace comer más tarde y retrasarme”. Le pregunto sobre su Semana Santa y me responde muy preocupado por el estado policial que ha observado y por cómo éste ha calado en el pueblo. De ahí saltamos al origen de la saeta flamenca y procuro reconducir la conversación para preguntarle directamente sobre su biografía. No le entusiasma y se recuesta en el respaldo de la silla de madera del bar Plata. Prefiere hablar de amor, concretamente del que siente por la fiesta y por el flamenco.

¿Cómo era el José Luis niño?

Era un niño con ciertos problemas. Me daba por pensar. Yo sufrí más de lo debido por aprensiones, por miedos. El primer infarto me dio con catorce o quince años (no fue propiamente un infarto pero sufrí todas las dolencias propias). Ese infarto me hizo perder el interés por las matemáticas y comencé a interesarme por las humanidades. Recuerdo la sensación remota, amarga y desoladora. Hay una anécdota que me marcó durante mucho tiempo y es que consideraba que había hecho la comunión en pecado mortal. Robé un lápiz a un amigo. Eso me produjo mucha desazón y el supuesto día más feliz de mi vida fue terrorífico. Pensé que iba a ser una maldición para siempre. ¿Era un chico con inquietudes?

Fundamos un periódico en el colegio que se llamaba Inquietud y en el que empecé a escribir. En él hablábamos de cuestiones que nos preocupaban como por ejemplo de por qué los ricos depositaban dinero en los bancos y no apostaban por invertir en los campos andaluces, por qué los funcionarios trabajaban tan poco… ¿Cómo llega a Madrid para estudiar Ciencias Políticas?

No tenía real interés en estudiar eso. Llego a Madrid siendo falangista, jefe de centuria de la OJE. Nos vestíamos con camisa azul. Allí descubrí la libertad, el miedo, la represión y también el conocimiento. ¿Cuál fue su primer acercamiento al flamenco?

En Madrid en el verano/otoño del sesenta y ocho. Tenía mucha relación con el colegio mayor San Juan Evangelista y allí conocí a Andrés Raya, que daba un curso sobre flamenco. Ahí me engancho. Poco después me llamó para presentar un recital de Morente. Concretamente fue el día que murió Pastora Pavón. Fue un flechazo que aún continúa.

Número 13

En Madrid estaba el flamenco.

Ya había estado desde mucho antes. En Madrid había tablaos muy importantes como Torres Bermeja, donde inició su carrera pública Camarón; estaba el histórico Zambra donde cantaba Morente… Tocaba la guitarra Perico el de Lunarijo y cantaba también Pepe El Culata. Luego estaba Caracol con Los Canasteros. En fin, que yo no quería salir de allí nunca. En Madrid vivía Pepe el de La Matrona, el Pericón de Cádiz, Bernardo el de Los Lobitos. Madrid era muy flamenca.


“Camarón no fue un transformador, fue un intérprete colosal”

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De momento sí. El ciclo cambia cuando la Bienal de Sevilla toma vuelo. Muchos artistas deciden instalarse a vivir por aquí, como Poveda o Arcángel. Además las grandes grabaciones de estudio se han hecho en Madrid, la de Pavón, la de Caracol… Sevilla tiene una labor residual al igual que el resto de Andalucía hasta la Bienal.

Enrique El Mellizo y el guitarrista Ramón Montoya, que son maravillosos compositores. El flamenco no es un árbol que se ramifica, sino es un enorme campo del que surgen muchas plantas que pueden entrelazarse o no. La base del flamenco no es la pena ni la alegría, es la vida misma. En la vida hay dos fiestas: una es la fiesta nacional con la seguiriya, el tres por cuatro, la sevillana, la bulería y por otro lado el compás del tango que es la negritud, las caderas y el pecado.

¿Camarón sigue siendo el buque insignia del flamenco?

Cuba.

¿Ha hecho más Madrid por universalizar el flamenco que Andalucía?

El buque insignia del flamenco es el flamenco en sí mismo. Para mí, Camarón no ha sido un transformador sino que ha tenido una virtud compartida con su etnia. Hay una regla en el flamenco que dice que los compositores son gachós y los gitanos son reproductores. Con Camarón se cumple de manera brillante. El reproductor reproduce de manera única, pero la música que él canta no es suya. No es Morente. Cualquier cosa que cantaba Camarón la elevaba a una dimensión maravillosa. Realmente creo que en cuanto a la renovación musical y de técnica, él será siempre un intérprete colosal. Hay dos gitanos, sin embargo, que rompen con esa regla que te comentaba antes y son

[Canturrea] Tú no eres ná, tu no eres ná, no eres ni chicha ni limoná. Es el primer estribillo del canto de negros que luego se canta aquí en los teatros de Sevilla y de Cádiz. Lo que se llamó el tango americano. ¿Falta creatividad en el flamenco?

Muchísima. Está ensimismado en el pasado. Es penoso. Tiene una capacidad enorme de manifestarse. Si el flamenco no tuviera un poco de música, razón estética, belleza, estremecimiento… Hay una gacetilla de un periódico de mil ochocientos y pico que dice “¿qué tendrá esto del flamenco que tanto gusta a los extranjeros?”.

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HEREJES DEL SUR

“Andalucía es una comunidad que tiende a autodestruirse”

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En el Estatuto de Autonomía viene a decir que el flamenco es competencia de la Junta de Andalucía.

Eso es una barbaridad. Si llegásemos a un extremo en el que se perdiera, pero… Además eso a cambio de qué, de que le den la Llave de Oro del Cante a Camarón porque la pide el presidente de la Diputación de Cádiz y otra vez a Fosforito porque lo pide el de Málaga. La manipulación por parte de la política hacia el flamenco es bochornosa e inaceptable.

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¿Cómo de necesaria es la fiesta?

Existen de otra forma. Si la fiesta muere, el flamenco también, igual que la Semana Santa. Aparte de la belleza y la calidad, lo que a esto da autenticidad es la fiesta y el que no haya una preocupación por agradar o no, sino por disfrutar. Ahí está la clave. La fiesta es una vía de escape, ¿no?

Es una vía de vida. Cuando Morente descubre a Miguel Hernández, que era un analfabeto en ese momento, descubre que el poeta no escribe sobre vulgaridades sino que tiene otro sentido. Lo más trascendente es que Morente consideró que a los poemas de Hernández tenía que ponerle otra música. Enrique decide dar un paso más allá. ¿Esa es la línea que el flamenco debe tomar?

Mi teoría es que el flamenco no se ha deshecho de la matemática del baile. Lo que se ha hecho es ralentizar el cante para que se pueda bailar. Mientras el cante no sea capaz de mandar los tempos a la mierda y de inventarse solo estaremos copiando el siglo XIX. Lo más fuerte que ha habido es Omega de Morente. ¿Israel Galván?

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Israel me parece valiosísimo. La categoría se establece con el cante. El problema está en que no se ha modificado la estructura desde el siglo XIX. De las últimas cosas que he visto, lo más valioso fue en la Bienal anterior el concierto de Dani de Morón con muchos artistas como Arcángel, El Méndez… No solo fue una exhibición de un guitarrista sino que fue la forma de demostrar que la guitarra no está supeditada al cante ni al baile. Se demostró que los tres vectores pueden estar a la misma altura.

¿Cuál es el principal defecto del flamenco?

La vulnerabilidad de lo natural. El flamenco duele aunque sea el dolor de alegría o de placer. Ese dolor está porque es auténtico. A partir de ahí si el que sea es capaz de hacer un poema sinfónico, ese es el arte. ¿Sevilla ha sido muy cruel con usted?

La ciudad es maravillosa y malvada a la vez. Y onanista. Amo Sevilla. Yo le debo todo. Puede haberme pegado algún que otro coscorrón pero nada más. Sevilla es uno de los pocos lugares del mundo donde merece la pena vivir para disfrutar de la vida en comunidad. Hay son y ritmo en la gente de la calle. ¿Ha sido un escrito maldito?

No soy quién para decirlo aunque es cierto que muchas de mis obras han pasado desapercibidas. Me veo como Demófilo. ¿Está dolido?

Lo estuve. Ahora soy feliz. Estoy en un momento creativo bastante notable y es producto de la generosidad y no del odio ni de la amargura. Tuve una etapa que me enseñó que mientras que tengas algún sentimiento de pesadumbre no vas a ningún lado. Ahora golpe que recibo, sonrisa con la que respondo. ¿Cuáles son sus próximos proyectos?

Me gustaría este año hacer un libro que trate sobre la Bienal, no con resquemor, sino explicando cómo me gustaría que fuera en un futuro y algunos detalles de lo que pudo haber sido ésta que al final no será. Por otro lado, tengo pendiente la segunda parte del libro de saetas desde finales del siglo XIX hasta final del año treinta y seis. Por supuesto antes debo terminar el libro de Enrique Morente que se va a llamar Con la raíz del querer. Por otro lado, estoy con la biblioteca flamenca en Archidona que me da mucho trabajo e ilusiones. -

¿Puede haber cobardía?

Somos una comunidad autónoma que tiende a autodestruirse en muchos sentidos. Una canción: La bella cubana de José White.


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MANDUCA

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ENTRE FLORES Y EL FUEGO -

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TEXTO:

Julio León Rocha

Es inevitable. Cuando vives fuera de Sevilla, la nostalgia de la primavera llega en forma de aroma o, mejor dicho, de ausencia del mismo. No hay nada peor que estar en otra ciudad sabiendo que los naranjos ya han florecido y que allí, en el lugar en el que te encuentras, en la ciudad que ahora llamas “casa”, no huele a azahar por mucho que inspires de noche. Éste es un olor que anuncia otro: el olor a fuego en las calles que llegará pronto y se mantendrá hasta bien entrado septiembre. Pero entre estos dos aromas hay otro inconfundible, igual de importante (que me perdonen las flores) en la ciudad. Cuando llega mayo, Sevilla huele a caracoles.

Y

este olor es el del peligro, porque la pócima mágica a base de laurel, pimienta, comino, cilantro, guindilla y demás especias, nos arrastra a las calles (casi) cada noche con la excusa de que tempus fugit y en nada vendrá el olor a fuego que se llevará a los caracoles hasta el año próximo. Los caracoles no son sólo una tapa, los caracoles son una manera de relacionarnos, un motor para vernos, una razón para movernos a otros barrios que normalmente no pisamos para probar nuestros favoritos o los favoritos de nuestros amigos. Los caracoles son los culpables de tantas noches canallas cuando empezamos a quitarnos el jersey. Que nadie nos culpe por estas noches, no las podemos evitar, las llevamos en la sangre: tartesios, fenicios y romanos ya se prepararon para la llegada del verano tomando caracoles en esta tierra desde hace más de tres mil años. La versión más extendida dice que los caracoles están buenos cuando acaban los meses con erre. Otros, más exigentes, les echan la culpa a las lunas de primavera para asegurar que los buenos de verdad llegan cuando vuelven las carretas del Rocío. Sea como sea, los dos meses escasos al año que dura esta tradición culinaria son insuficientes para probar todos los que se preparan en la ciudad.

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Es imprescindible pasar en primavera por la plaza del Pumarejo para tomar los caracoles de Mariano Camacho y, si el hambre aprieta demasiado, acompañarlos de unas papas aliñás. Las apariencias no engañan: bodega de toda la vida alicatada a media altura, camareros también de los de toda la vida con su tiza en la mano y calendarios cofrades colgando de las paredes. Suele ser una estética de la que están acompañados los buenos caracoles. Por eso no es de extrañar que, también en el centro, más cerca del Salvador, tengamos que hacer una parada en La Mina, esa bodega que resiste al asedio de los turistas en el barrio. Aunque cada sitio tiene su receta, la base suele ser parecida. Sin embargo, los caracoles de La Mina son fáciles de distinguir por el ajo picado y el color amarillento del caldo que les da el azafrán. Los que pasamos noches de caracoles en la Cuesta del Rosario somos fáciles de reconocer: volvemos a casa con los dedos amarillos. Más cerca del Guadalquivir, en la plaza de San Antonio de Padua, nos espera la terraza del Bar Rodríguez. No hay barrio de la ciudad que no tenga su propio templo de los caracoles, pero no se puede hablar de ellos sin cruzar el río hasta Triana. Los trianeros defienden a muerte lo suyo,


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pero aquí es complicado quitarles la razón. Entre los favoritos de cada año siempre está Casa Diego. Mis recuerdos más antiguos tomando caracoles (y dibujando en una servilleta de papel) son en las mesas plegables de madera que tenía en los 80 el Casa Diego de Santa Cecilia. Tampoco puede faltar el Remesal, junto a Santa Ana, o casa Ruperto, ese bar de barrio en callejón con veladores sobre albero. Además de sus codornices, aquí son también famosas sus cabrillas. Sin cambiar de orilla, merece la pena la visita el bar Santa María, el Santa, en el barrio de Los Remedios. Taberna de tapas clásicas, de máquina tragaperras, de cerveza en mano en la calle, bar de la esquina que está lleno las mañanas de sol y las noches de fresco. Aquí, en su momento, se mezclaba el olor de los caracoles con el aroma dulzón a hoja de tabaco que desprendía la cercana tabacalera. Hoy, buscando otros aromas, podemos acompañar los caracoles con unos boquerones en adobo. Las noches de primavera en la Macarena llenan a rebosar la calle Previsión, y hay que tener paciencia para encontrar un hueco en El Tremendo. No faltan razones: los caracoles, la cerveza helada y el resto de su carta con tapas como la rosada con gulas. En la misma zona, a sólo un paseo, se encuentra el cine Pío XII. Lo que empezó siendo el ambigú de un cine

de verano en 1961 es hoy un bar de barrio que ofrece cocina casera y combina los caracoles con ortiguillas, gambas fritas o menudo. En la calle Cardenal Rodrigo de Castro en Ciudad Jardín, en la unión de cuatro manzanas ordenadas como el eixample barcelonés, con patios interiores y esquinas achaflanadas, se encuentra Casa Protasio. En su barra de caoba o su terraza junto a los naranjos de la calle, se pueden tomar sus caracoles, un tomate aliñado, pescaíto frito o cualquiera de sus platos de la cocina tradicional sevillana. La lista podría ser interminable y nos llevaría de vuelta al centro a la bodega Umbrete o hasta el Menta en Sevilla Este pasando por el Kiki, el Uno de San Román o tantos otros. Hay una canción, que canta Rocío Márquez, que se llama Si yo me duelo y que, en realidad, no tiene nada que ver con este tema, pero cuando llega la primavera, yo no puedo evitar escucharla en mi cabeza cantando los primeros versos: “Caracoles, caracoles, que aquí se junten los corazones”. -

Una canción: Alameda’s blues de Smash


OUTSIDERS

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EN LA PUERTA DEL COLEGIO TEXTO:

Paco Brida

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Todavía me acuerdo de cuando éramos unos zagales y nos quedábamos los miércoles por la tarde jugando al futbito en el colegio. Siempre había algún pique entre algunos de los miembros de la pachanga, y más de un día se pactaban peleítas callejeras a las dos del mediodía, a la salida del colegio los viernes. Como si del combate del siglo se tratase, los dos energúmenos dispuestos a pelear tomaban esos días actitudes propias de Floyd Mayweather y Manny Pacquiao.

¿P

or qué os cuento esto? Veréis, es que creo que me crucé el Lunes Santo con un nota de los que casi nunca faltaba a las peleítas de los viernes. Si no recuerdo mal, no era ni de mi colegio, se colaba para jugar allí al fútbol y siempre entraba en bronca. Pues lo dicho, nos cruzamos, me miró, lo miré, y me soltó… “Que Dios te bendiga”. Y llevo un tiempo dándole vueltas y pensando en el tipo este: con lo garrulo que era, el tío está orientado, casado, con dos niños y trabajando en un banco. De verdad que me quedo helado con los cambios del personal. No os podéis ni imaginar los tinglaos que se formaban en la puerta del colegio. Además, los combates más señalados eran los que no terminaban ese día, sino que pasaban del viernes al lunes y seguían con la misma emoción desde el principio. Siempre tenían el mismo timming, como dicen ahora los expertos empresarios: llegaba uno de los individuos, preguntaba por su contrincante y se enzarzaban… y, por supuesto, estaba el clásico que decía “Dejarlos solos que lo tienen que arreglar”. Pues lo dicho, esa misma noche de Semana Santa, después de ver al púgil colegial, me quedé cavilando y me puse a investigar sobre las mayores peleas de la historia. El boxeo ha sido un deporte que me ha llamado la atención siempre. No sé si lo sabréis pero ha habido peleas de lo más rocambolescas a lo largo de la historia; lo de Rocky Balboa se queda en pañales.

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Actualmente el boxeo masculino está limitado a doce asaltos, que ya está bien, doce asaltos recibiendo guantás tiene tela. Pues la pelea más larga de la historia tuvo ¡110 asaltos! y duró la friolera de 7 horas y 19 minutos y este año se han cumplido 125 de aquel histórico enfrentamiento. Nueva Orleans, corría el año 1893, era un 6 de abril, y se citaban en el cuadrilátero dos boxeadores estadounidenses, Andy Bowen y Jack Burke, dos chavalitos que sin saberlo pasarían a la historia. Se celebró en el club de la citada ciudad, allí se encontraba lo mejor de cada casa, literalmente hablando, sus puestos de comida y bebida, algún vendedor de periódicos, dos muchachos que limpiaban el ring, los taquilleros, la autoridad competente y los encargados de recoger y administrar las apuestas. Todo ese elenco de personajes no se podía hacer una idea, cuando les dijeron a


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sus mujeres que llegarían para cenar, que estos dos chavales estarían dándose tortas más de siete horas. Pensadlo, yo le tengo que dar una colleja a alguien y ya me da pereza… Resulta que empezaron los tíos a darse mascás y, como antiguamente los combates de boxeo se ganaban por KO, pues resulta que estuvieron toda la tarde liados buscando el knock out. Por lo visto, el árbitro tuvo que detener el combate y darlo por nulo porque, además de que el público ya estaba algo calentito -imaginaos siete horas (como ver dos veces Ben Hur) sentados tomando güisqui, que eso no hay quien lo aguante-, había quedado esa noche en ir a cenar a casa de sus suegros. Dicen las crónicas que los dos púgiles estaban en sus respectivas esquinas y no podían ni moverse. El caso es que el juez del combate tuvo que decir “Señores, vamos a recoger y pa casa, que ya no estáis pa ná”, en inglés, claro. Bowen aguantó algo mejor el enfrentamiento, pero Burke… Burke acabó con las dos muñecas rotas aunque seguía de pie dando golpes, igualito que los futbolistas de ahora. Después de ese combate ambos púgiles decidieron retirarse, si bien Bowen no cumplió su palabra, se ve que le iba el mambo; falleció años más tarde como consecuencia de una caída en un ring tras un golpe. Burke dijo basta, y así lo cumplió:

se recuperó de sus muñecas y se apuntó a clases de compás por bulerías, no veas cómo tocaba las palmas, cuentan. Pero como todo enamorado de algo, volvió a los cuadriláteros un tiempo más tarde. El problema de todo esto no fue declarar nulo el combate, fue el parné. Por mucho que el público asistente fuera gente de bien, cuando a uno le tocan la cartera, ahí no responde uno de sus actos. Y es que todo el dinero recaudado se lo llevó el de la empresa de apuestas, no aparecía por allí hasta que lo vieron soltando la cadena de la bici y metiendo una bolsa con el dinero en la cesta del ciclo. Quería hacer un Dioni. Hasta que un espectador que lo vio gritó como David Civera “Que lo detengan” y ya empezaron a escucharse frases como “Te vamos a poner la cara como a Bowen”. La gente empezó a ponerse violenta y el muchacho de las apuestas acabó con algún que otro hueso quebrado. Desde luego, a quién se le ocurre darse a la fuga en una bicicleta atada con un candado gordo de la época, que para abrirlo había que hacer unas oposiciones... -

Una banda sonora: Rocky de Bill Conti.


MÚSICA

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BRONQUIO. ÉCHALE UN GALGO TEXTO:

Vidal Romero

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Más allá del circuito habitual de salas de conciertos y clubes, existe una escena en Andalucía con jóvenes que se reúnen en las calles a escuchar y bailar canciones de hip hop, trap y reguetón. Jóvenes que ya no buscan su inspiración en las radios y las revistas, sino que prefieren comunicarse a través de Youtube y las redes sociales; que fabrican una música nueva y rompedora, en la que algunos ven el futuro y otros una tomadura de pelo. Bronquio, el proyecto de Santiago Gonzalo, bebe de esa fuente y de muchas otras (en sus canciones hay también pop, rock, techno y mucho sentido del humor), y con canciones como la reciente Galgo está dispuesto a demostrar que en lo suyo hay, sobre todo, visión de futuro.

S

antiago Gonzalo nació en Jerez, en 1991, y eso significa que forma parte de la primera generación nativa de internet. Una generación que asume el consumo y la creación de música desde puntos de vista poco convencionales, al menos según la óptica tradicional de la industria discográfica. En contra de la clásica idea de cimentar una carrera mediante la grabación de discos prensados en algún soporte físico, objetos capaces de dejar una huella en el entorno cultural, ellos prefieren la inmediatez de herramientas como Youtube. Prefieren crear píldoras centelleantes, que funcionan como un golpe en la mesa dentro de ese continuo de estímulos audiovisuales en el que se ha transformado internet. Una evolución ideológica que también afecta al contenido de lo que suena: frente a la habitual presencia del pop, el rock, el techno o el house, su dieta incluye generosas raciones de estilos como el trap o el reguetón, relacionados con la música urbana y la diáspora latina. Algo que, por supuesto, también está íntimamente relacionado con la edad. “Cuando apareció el reguetón teníamos once o doce años, así que se trata de un estilo que ha crecido a la vez que nosotros”, explica Gonzalo, sentado en una terraza de la Alameda de Hércules. “Lo que hacemos es utilizar esas referencias de la primera adolescencia y darles un enfoque distinto, y eso ha llevado a mucha gente hacia el rap y el trap, que es la tendencia que manda ahora mismo, el carro al que todo el mundo se quiere subir”.

Número 13

¿Cuál fue tu primer contacto con la música?

Mi madre tenía un piano en casa y se esforzó en darme una educación musical, porque siempre había estado rodeada de gente con esa sensibilidad. Así que estudié lenguaje y teoría musical, también piano, pero la verdad es que me interesaba mucho más lo que hacían mis amigos, jugar al fútbol o salir


O sea, que tus primeros pasos se produjeron lejos de la música electrónica.

Empecé tocando la guitarra en bandas de rock. La más conocida fue Gipsy Aliens, que a nivel de sonido hacía un garaje bastante clásico. Sin embargo, la música electrónica siempre había formado parte de mi vida por influencia de mi hermano, así que fui introduciendo poco a poco elementos dentro de la banda, sobre todo cercanos al synth pop, hasta que llegó el momento en el que abandoné las guitarras para quedarme sólo con la parte electrónica. ¿Cuándo sucedió esto?

Gipsy Aliens fue la primera banda seria y con cierto recorrido en la que estuve. Empezamos con diecisiete años y estuvimos otros cinco juntos. Incluso nos fuimos a vivir a Barcelona, con idea de grabar un disco. Pero al convivir entramos en planos nuevos de conocimiento y comunicación que no funcionaban tan bien como el musical. Además, yo sentía la necesidad de tirar hacia la electrónica, porque me brindaba la posibilidad de trabajar en solitario, cuando quisiera y sin depender de nadie. ¿Te influyó la ciudad Barcelona a la hora de dar ese salto?

Mucho. En aquella época pasé por una fiebre del vinilo; quería sentir como propias las cosas que escuchaba. Y había tiendas, como Discos Paradiso, que me ayudaron a ensanchar la mente. Además, como existe mucha oferta de festivales, sesiones y conciertos, comencé a salir y a intentar reproducir lo que veía. Con Gipsy Aliens ya había intentado hacer algo potente, evolucionado, más orientado hacia el lado izquierdo del cerebro, pero descubrí que resultaba mucho más sencillo conseguir lo que buscaba con la música electrónica. Al final, el rock tiene una conexión más física con el oyente. Imagino que aparte de esa formación, que es bastante experimental, irías también a clubes de baile.

Hopkins o Modeselektor me descubrieron un nuevo concepto de espectáculo poli-sensorial. ¿Te refieres al hecho de añadir componentes visuales al espectáculo o solo a la potencia de sonido?

Fue una combinación de las dos cosas. La música siempre será protagonista, pero si dispones de otra pieza que la acentúa y la retroalimenta, el espectáculo se convierte en algo más completo y más potente. En 2014 vuelves a Andalucía. ¿No es un paso a la inversa, teniendo en cuenta que la mayoría de la gente que quiere dedicarse a la música electrónica hace exactamente lo opuesto, irse de aquí?

Sabía que Barcelona era el sitio donde estar, y de hecho estuve alargando mi estancia allí. Pero al final pesaron mucho más los factores terrenales: el trabajo, las amistades, mi propio estado de ánimo. Barcelona es una ciudad muy bestia, y al final terminé por detestarla, así que parecía lógico dar un paso atrás y empezar de cero en el sur; siempre habrá tiempo de regresar, si es necesario. En Sevilla tengo mucha más capacidad de concentración porque el contexto es más tranquilo, no tengo que volverme loco para buscar trabajo y pagar un alquiler inhumano. Imagino que, después de volver al sur, te darías cuenta de que aquí también sucedían cosas.

Cuando empecé a descubrir las cosas que se hacían en Andalucía, y sobre todo en Sevilla (este lugar al que los periodistas llamáis “la periferia”), me pareció que el discurso local era mucho más coherente, auténtico y potente que otras cosas más reconocidas. Por ejemplo, lo que hacen Los Voluble, un auténtico referente para mí, y algo que sería muy difícil de encontrar en otro lugar, tanto por la raíz flamenca como por las colaboraciones que manejan. También me refería a la generación más joven, a la escena surgida alrededor del trap o del reguetón.

Pero en el trap la música sirve de apoyo para la voz, que es de verdad protagonista.

Iba mucho a la sala Moog y también a Razzmatazz, un lugar donde cambió mi percepción sobre la diversión nocturna: estar en un lugar en el que hay un montón de DJs buenos pinchando y entrar en trance con un montón de gente a tu alrededor es algo mágico. Quería formar parte de esa escena, y aunque todavía no dominaba las herramientas que necesitaba para producir música electrónica, tenía claro que ese era el camino a seguir.

Me refiero a que un proyecto como Los Voluble está articulado alrededor de la sampledelia que se hacía en los noventa. Pero tu música tiene un punto de modernidad diferente, relacionado con las maneras de construir los ritmos y con el entendimiento de la música urbana. Está más cerca de esta escena efervescente, compuesta por gente de veintitantos años, que han salido de la nada y no tienen padrinos.

¿A qué clase de herramientas te refieres?

Es cierto que mis referentes son diferentes y que pesco de otros lados. Como te decía antes, el reguetón es algo que tenemos dentro, y que ahora se está trasldando hacia el trap, que es la nueva tendencia.

Todavía no me había dado cuenta, pero mis limitaciones tenían que ver con las herramientas propias del rock: la guitarra, el bajo, la batería. Son instrumentos poderosos, pero no ofrecen la libertad que da un software como el Ableton Live, con el que puedes hacer prácticamente todo lo que imagines, llegar a sensaciones, sonidos y ritmos que con una banda son imposibles de conseguir. ¿Y en qué momento se produjo esa epifanía?

Sucedió de una manera progresiva, pero el acontecimiento definitivo fue el Sonar de 2014. Conciertos como los de Jon

¿Tiene más que ver entonces con un tema de modas que con una sensibilidad generacional?

Esa es una duda que me planteo y que me afecta. De una manera consciente intento desmarcarme de esta marea de propuestas que son tan parecidas entre sí, sobre todo en lo que se refiere al trap, que parece que se ha comido todolo demás. Intento que mi discurso sea auténtico y diferenciado,

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a la calle. En la adolescencia, cuando de repente estar en una banda de rock era lo que más molaba en el mundo, me di cuenta de que toda esa educación era importante y que me daba una cierta ventaja sobre los compañeros que tenía alrededor.


MÚSICA

pero al final tengo que reconocer que también quiero estar ahí y formar parte de esa escena. No te voy a mentir: quiero jugar en esa liga, y para eso utilizo los elementos que me interesan, sonidos, ritmos y actitudes que me permiten acortar el camino y facilitar la carrera musical. Creo que la clave está en observar las tendencias y asumirlas en un cierto porcentaje, así que yo tomo cosas del reguetón y el trap, en parte porque le veo su interés musical, y en parte porque utiliza mucho el sentido del humor, que para mí es algo fundamental y constante en todas las cosas que hago.

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También te lo decía porque, escuchando la música de artistas andaluces como Space Surimi, Beauty Brain o Ms Nina, todos comparten un deje que tiene que ver con la cultura propia del sur, con el flamenco y todo lo que conlleva. El reguetón, después de todo, está mucho más cerca del flamenco que del techno.

Ahí también influyen el contexto en el que se escucha esta música y la actitud general del público. En Andalucía, los espacios en los que se escucha la música son distintos, e influyen de manera decisiva. Por ejemplo, la cultura de club no está tan extendida y hay pocos lugares en los que se pueda escuchar. El cuatro por cuatro está pensado para que el cerebro entre en un estado de trance, de presente continuo, y para eso se necesita un espacio acorde: oscuro, en el que la gente se pueda despersonalizar. En Andalucía los espacios son más humanos, más carnales, muchas veces al aire libre, y eso produce otro tipo de baile al que le pegan más los ritmos en triadas del reguetón o de la salsa. Y hay que tener en cuenta que estas músicas empiezan a tener presencia cuando trascienden la esfera íntima y se escuchan en colectividad. En ese sentido, ayuda mucho que no se utilice el formato tradicional del disco, sino canales alternativos como Youtube. ¿Ha dejado de tener sentido el concepto de álbum, sobre todo entre las nuevas generaciones?

Nadie se para a escuchar discos, esto es una realidad. Hay tal cantidad de propuestas nuevas que no existen ni el tiempo ni la paciencia para poder asumirlas todas. Estamos en una búsqueda continua de estímulos, y en esa locura es imposible prestar atención a todo un álbum. La música se ha convertido en algo circunstancial: es posible que escuches a Pink Floyd en casa, pero a MS Nina la escuchas en la calle o en una reunión con amigos. De hecho, la música ya no se escucha, sino que se ve en el móvil, la gente busca una sola canción, la exprime y se olvida pronto de ella. Ante esa realidad, la mejor opción es convertirte en una marca que tenga presencia de manera continua, para que no se olviden de ti. Así que, en vez de publicar un disco es mucho mejor coger las canciones que compondrían ese disco y distribuirlas a lo largo de un año. Como todo es tan efímero, es la mejor manera de no quedar diluido en la vorágine de la actualidad.

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Como has dicho, también ha cambiado la manera de escuchar música: se escucha con el móvil, con una tableta. No sé si eso te afecta a la hora de producir canciones.

Por supuesto. Mis canciones duran entre dos y tres minutos y medio, pero las primeras versiones son mucho más largas, se van a los siete u ocho minutos. Yo provengo del techno, y todas las cosas que hacía antes de Bronquio iban en esa línea, pero he tenido que adaptarme a esta nueva idiosincrasia. El

público quiere algo y lo quiere ya, necesita que el clímax llegue muy pronto. Se ha perdido la cultura del trance, esa idea de descubrir a dónde te puede llevar una canción. En el techno, una canción es una película sonora que te transporta, hay una sensación de deriva que tiene que ver con las progresiones y los tiempos. Pero ahora ya no hay paciencia para enfrentarse a algo de ese calado: se busca una propuesta musical clara y con un extra visual, y como los dispositivos que se utilizan son los móviles, esa propuesta tiene que venir presentada en una píldora pequeña. Es así es como se divulgan todas las propuestas nuevas: pensando en el colega que está sentado en un bar, y que ve un vídeo que otro le muestra, aunque a lo mejor ni siquiera le interesa. Así que es necesario ser muy directo y llamar la atención con rapidez. Las maneras de mezclar y masterizar también se han modificado para adaptarse a estos tiempos nuevos. Si antes se hacía pensando en un equipo de sonido perfecto, ahora se da protagonismo al rango de frecuencias que pueden reproducir el móvil o la tableta, que es mucho más reducido. Está cambiando la física del sonido en general. La famosa guerra del volumen tiene que ver con lo que cuentas, pero también influye que mucha gente se haya acostumbrado a plataformas como Spotify, donde la música es isótropa: es decir, donde se elimina toda información adicional y solo quedan el nombre del artista y de la canción. No sé si la emergencia de Youtube, un programa que permite añadir contenido visual, tiene que ver con esto.

Youtube te da la personificación de lo que estás escuchando, algo que tiene muchas virtudes, pero también es peligroso, porque al final el “rollo” que demuestra tal grupo o aquel trapero justifican cualquier tipo de propuesta musical en cuanto al sonido. Youtube expone mucho más la imagen, que es lo que quiere el público: un estilo, un escaparate, un avatar de la propia música, antes que una música que sea buena por sí misma. Este uso de Youtube se veía al principio como una herramienta para establecer una comunicación directa entre artista y público, una manera de saltarse todos los filtros de censura y de eludir a los medios de comunicación tradicionales. De saltarse el status quo. Pero rápidamente se ha convertido en una versión local del concepto de video anglosajón, pensado para promocionar al artista, una herramienta de mercadotecnia.

Esa desvinculación entre artistas y compañías de discos sucede en todos los géneros. Y no tengo claro de que sea siempre un discurso sincero, porque todos los artistas del trap que han despuntado han terminado entrando en ese circuito tradicional. Han grabado sus discos, aunque algunos se hayan ido después de ver con sus propios ojos cómo funciona la maquinaria. Es una crítica habitual, la que afirma que el trap y el reguetón consisten en imagen sin discurso musical detrás.

A mí no me lo parece. Pero tampoco creo que sea necesario que exista un discurso detrás de una propuesta musical. Un discurso añade valores, es cierto, pero hay mucha gente que ve la música como un consumible que hay que disfrutar aquí


Fotograma del videoclip Galgo de Bronquio feat. Pablo Peña. Happy Place (2018).

La última canción que has publicado, Galgo, incluye una colaboración vocal con Pablo Peña, de Pony Bravo y Fiera. ¿Es algo puntual, o estás empezando a trabajar en un sentido clásico de productor?

La próxima canción que saldrá, Niño, será instrumental, pero hay más colaboraciones grabadas con diferentes cantantes. Con Pablo sólo he hecho esa, no sé si en el futuro haremos más. ¿Y cómo piensas llevar eso al directo?

Pues llevo las voces grabadas y juego con ellas, y no pasa nada. Antes hemos hablado de esa filosofía de sacar canciones y huir del formato físico, pero has fichado por Happy Place, que es un sello muy tradicional, con artistas como Pájaro o All La Glory. ¿Cómo se concilia esa contradicción?

Fiché por Happy Place sobre todo por una cuestión de cercanía. Mi mánager trabaja mucho con ellos y me convenció de la importancia de tener el respaldo de un sello a la hora de editar. Si me presento como Bronquio a los medios de comunicación, muchos no me harán caso, pero si llego de la mano de Happy Place todo es mucho más sencillo, existe una confianza preestablecida. Pero en un sello tradicional, como Happy Place, su objetivo final es la producción de un objeto físico, algo que de momento no te planteas.

Al principio íbamos a publicar un EP, pero ellos mismos me convencieron de cambiar de estrategia y lanzar singles. Tienen su historia recorrida con un formato diferente al mío, pero no están tan alejados de mi realidad como puede parecer desde fuera. Otra presencia importante en tu carrera es la de Monkey Week. ¿Cómo ha repercutido esa relación?

Les debo la vida. Ya apadrinaron a Gipsy Aliens, pero mucho

de lo que ha sucedido con Bronquio se debe al festival, y en particular a la sensibilidad freak de uno de los directores, Jesús Guisado, que recorre Youtube todos los días y me encontró allí. En Monkey Weekend hice mi primer directo, y a partir de ahí han empezado a salir muchas cosas. ¿Tocas mucho en directo?

Ahora voy a Galicia, a La Melona, un festival en el que están metidos Esteban y Manuel. Ves el cartel y no conoces a nadie, pero empiezas a investigar y está lleno de artistas apasionantes. Luego iré al País Vasco, al Primavera Trompetera, a Madrid… muchos conciertos me salen gracias a la colaboración con Pablo y al vídeo que hemos grabado. Como te decía, importa mucho más lo que percibimos a través de los ojos que con los oídos. La Melona pertenece a un circuito paralelo al de los grandes festivales. Mucha gente de tu edad está evitando el circuito tradicional de los grandes festivales en favor de otros de este tipo. Me da la impresión de que ya no les interesa, que están un poco hartos, tanto del modelo típico de festival como de escuchar a artistas que posiblemente están demasiado alejadas de su generación.

Claro: vas al Primavera Sound y están Shellac tocando por enésima vez. Ese hartazgo es real, porque las nuevas propuestas o no caben allí o se tratan casi con desprecio. Además, los jóvenes no se sienten identificados con las viejas glorias: a mí me encanta New Order, pero no tengo interés por verlos en directo. Prefiero descubrir cosas nuevas que pueda hacer mías, que crezcan a la vez que yo. Por otro lado, los festivales grandes son una lata. La mayoría no los puedes disfrutar con comodidad. El Sónar sí, porque está muy bien pensado, pero los demás son un escaparate absurdo de bandas, en el que puedes ver a muy pocas y en el que todo es engorroso. Hay quien va por obligación, quien siente la necesidad de poder decir que ha visto a tal o cual banda por una cuestión de pose. Pero la verdad es que, si acudes a esos festivales, te pierdes otros más interesantes, como Monkey Week o La Melona. Una libro: Lo raro y lo espeluznante de Mark Fisher.

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y ahora. Con Bronquio podría elaborar un discurso, pero está tan relacionado con el absurdo y el sentido del humor que sería como intentar construir un castillo de naipes. Mi propuesta es un chiste bien hecho.


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Y AHORA... ALGO COMPLETAMENTE DIFERENTE La delirante historia de la génesis de los Monty Python

TEXTO:

Tali Carreto

Número 13

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¡Estamos de enhorabuena! Netflix, ese gigante, nos ha dibujado a todos la sonrisa en las bocas anunciando que, a partir de este próximo abril, las desquiciadas series y películas de los Monty Python, ese grupo de chalados geniales, podrán disfrutarse en su plataforma. Incluso, avisan, se plantean proponerles una nueva producción a pesar de su retiro. Qué mejor momento para recordar la génesis de una formación que cambió el humor en la pequeña y gran pantalla para siempre. ¿Nos acompañas a dar una vuelta por el lado brillante de la vida?

E

l domingo 5 de octubre de 1969, a eso de las 22:45, las familias inglesas se encontraron de bruces con seis desalmados que asaltaban sus pantallas y la intimidad de sus hogares, armados hasta los dientes de un humor irreverente, sangrante y valerosamente… moderno. Si de algo se puede culpar a aquel primer capítulo de la serie Monty Python´s Flying Circus no es sólo de haber reunido para la posteridad un grupo cómico inimitable, sino también por haber sentado las bases de una comicidad absurda y cáustica que pervive hoy día. Y a la que no paran de aparecerle, con los años, adeptos. Si no que le pregunten a los citados programadores de Netflix. Pero vayamos por partes…

trabajando y The Rise and the Rise of Michael Rimmer), donde si no firmaban todos sí que se pedían consejos unos a otros, los de la BBC se dieron cuenta que tenían un filón a explotar. Lo que no imaginaban es cuánto de cerca explotaría el mismo. Justo en sus narices. Algún afortunado lumbreras de la cadena británica tuvo la genial idea de darle luz verde a un magazín de humor sustituyendo en la parrilla de entonces a ¡un programa religioso! Los ilusionados integrantes de los Monty Python (nombre que escogieron porque sonaba, según ellos, a un agente teatral de baja estofa) se lanzaron febrilmente a la redacción de gags, sin imponerse limitaciones de ningún tipo. Escribían por equipos: Cleese y Chapman, que se conocían de sus años en Cambridge, y Jones y Palin, que compartieron aulas en Oxford, se devanaban los sesos de dos en dos para los platos fuertos. Idle, aunque también pasó por Cambridge, prefería hacerlo por su cuenta. Eso sí, componía la mayoría de las canciones. Gilliam se limitaba a dar ideas, realizar las animaciones y ser el conejillo de Indias con el que el resto del grupo probaban la eficacia de los sketches. Tan sólo escribían juntos los momentos de transición, los nexos entre un gag y otro. Pero como el mismo Chapman diría más tarde, “hay algo extraño en los Monty Python, y es que la combinación de las seis partes individuales equivale a mucho más que la suma de sus miembros“. Hasta para explicar su forma de trabajar, los Python recurrían al absurdo.

Apunten bien estos nombres: Eric Idle, John Cleese, Graham Chapman, Michael Palin, Terry Gilliam y Terry Jones. Son los protagonistas de nuestra historia. Chapman, Idle y Cleese se conocían mucho antes de que a un ejecutivo de la BBC le diera por reunir a tantos talentosos: formaban parte del Cambridge Footlights Revue, una compañía de teatro en sus años estudiantiles, y ya junto a Palin y Jones entraron a engrosar más tarde la lista de guionistas de The Frost Report, cuna y escuela del humor británico. Allí también despuntaría otro genio, Marty Feldman, Igor para los amigos desde su descacharrante aparición en El jovencito Frankenstein.

Ante tal avalancha de genialidad simultánea, los brainstormings -pueden imaginárselo- eran brutales: sólo para bautizar la serie, barajaron una treintena de nombres. Entre algunos tan sugerentes como El tiempo prolongado de la lechuza, tan absurdos como Un caballo, un cubo y una cuchara o tan explícitos como Sexo & violencia, fue finalmente Flying Circus el que se llevó el gato al agua. La BBC les imponía que en el título del programa tuviera la palabra “circus” y como ellos se sentían ajenos a los habituales y rutinarios trabajadores de la cadena y además siempre estaban revoloteando de aquí para allá, antepusieron el adjetivo “flying”. Y pondrían aquello de Monty Python para darle un empaque teatral al asunto.

Tras un inteligente –sí, amigos, no tiene por qué estar reñido- programa infantil de televisión, Do Not Adjust Your Set, firmado por Palin, Jones, Idle y el animador Gilliam, recién llegado del otro lado del charco, y un par de guiones para el cine (Si quieres ser millonario, no malgastes el tiempo

La tonadilla central tan circense, un tema de John Philip Sousa llamado Liberty Bell March y que utilizaron porque estaba libre de derechos y no tenían que soltar una libra, se convirtió en el remate final de una jugada perfecta. La fanfarria inicial, por cierto, fue utilizada años más tarde en


universal, tan ininteligible como pegadizo. Y ponían patas arriba todo un país.

A lo largo de cinco exitosas temporadas, los seis cómicos arremetieron contra todo lo establecido (y por establecer): la burocracia, las instituciones, los políticos… y la flema británica, con una vena autoparódica encomiable. Nadie estaba a salvo de sus aguijones. En las 625 líneas por semana ideadas por los Python todo era posible: los presentadores de talk shows ponían en aprietos a sus invitados mostrando fotos de los mismos en situaciones sexualmente comprometidas, los vendedores de mascotas se negaban a reconocer que las habían vendido muertas, los agentes de prensa intentaban colar entre sus colegas manuales de expresiones guarras en húngaro y todos, absolutamente todos los australianos se llamaban Bruce y bebían cerveza sin parar.

Y en una casa como la BBC y una nación con tanto apego a las formas, la educación y las tradiciones, aquel galimatías no tardaría en levantar ampollas. En uno de los sketches previstos para la tercera temporada, el concursante de un ficticio concurso de televisión comentaba sin tapujos que sus pasatiempos preferidos eran “estrangular animales, el golf y la masturbación“. Los gerifaltes de la emisora se negaron en rotundo a que apareciera tan ignominiosa palabra. Se ve que lo del maltrato a los animales, en cambio, les traía al fresco. En una de las negociaciones entre el equipo creativo y los mandamases, Eric Idle se extrañó de la sinrazón de éstos y le espetó al gran jefe: “Todo el mundo se masturba. ¿Usted no?“. Obvia decir que aunque no obtuviera respuesta alguna por parte del director de la BBC, las relaciones entre los Python y sus mecenas se enfriaron un tanto desde entonces…

Con situaciones tan incongruentes como disparatadas, los Python daban un paso adelante en su particular concepción del humor, a medio camino entre la astracanada y la denuncia social. La huella de aquel inconmensurable caudal de ingenio llega hasta nuestro días. El spam, tal como hoy lo conocemos, debe su nombre a un gag de la serie, aquél en que una camarera recitaba todos los platos de la carta y en todos se podía encontrar el ingrediente spam, que aludía a una comida precocinada muy popular durante la II Guerra Mundial y que, por supuesto, era rechazado sistemáticamente por el cliente. Incluso el lenguaje de programación informática python se llama así como homenaje al grupo, y no por unas serpientes tan cariñosas… Splunge, aquel programa de nuestra televisión que tanto debía al Flying Circus, también hurtó el nombre de la misma; carente de sentido alguno, sus artífices decían que servía para alegar “ni sí, ni no, sino todo lo contrario“. Y qué decir de Muchachada Nuí, los Chanantes o eso que llamamos posthumor. Muchísimo antes –eones diríase- de que internet gobernara nuestras vidas y nos habituáramos a tantos palabros, los Python creaban un idioma

Pero por aquel entonces, 1971, los Python ya habían metido la cabeza en el cine: la recopilación de sketches And now for something completely different, aunque algo desangelada en conjunto, aumentó la fama del sexteto más allá de la caja catódica y de las fronteras de la Reina Madre. El nombre de la película aludía a una frase mítica: la que soltaba, semana tras semana, un John Cleese disfrazado de presentador de la BBC, sentado siempre frente a la misma mesa escritorio pero siempre también con un fondo distinto, fuera éste una playa nudista, un estadio abarrotado o una autopista en obras. La frase, por cierto, se la hurtaron los Python a los informativos de la cadena, inmortalizándola para goce y regocijo de sus legiones de fans. Para los pythonianos acérrimos, es casi un saludo trekkie. Desgraciadamente, el mismo Cleese decidió abandonar la serie antes de tiempo por culpa de un fan: una carta en la que un espectador manifestaba odiar la presencia del espigado

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Octopussy, otra comedia. Aunque en este caso, tal vez no era ésa la intención de los productores de James Bond…


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actor, lo que desató la pasión por las bromas del grupo al completo. Ni cortos ni perezosos, lanzaron una nota de prensa a los medios en la que alegaban que Cleese había sido asesinado. Mientras la opinión pública intentaba dilucidar si era o no otro gag surrealista obra de la mente desquiciada de los cómicos, el bueno de John se largó a involucrarse en otros proyectos y nos dejó sin su excelsa dicción en los seis últimos capítulos. Para entonces, antes de dejar la pequeña pantalla huérfana de sus genialidades, los Python ya soñaban con marcharse a Escocia a rodar un ansiado proyecto, Monty Python & The Holy Grial, que aquí se llamaría -en otro alarde de ingenio surrealista por parte de los distribuidores españoles- Los caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores. Pero eso, amigos, es otra historia… completamente diferente.

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¿Quién es quién? Terry Gilliam, el amigo americano Nació en Minneapolis, pero no tardó en hacer las maletas a Nueva York. Colaboró en revistas como Mad o Help!, donde conocería a John Cleese, quien le convenció para que diera el salto a las Islas. Sus dotes como dibujante y animador, a caballo entre Doréy Svankmajer, le abrieron las puertas de la BBC. Y allí hizo migas con el resto de los futuros Python. Si le buscan en alguna peli del grupo, es Patsy, el escudero fiel -y feo- del Rey Arturo en Los Caballeros… Gilliam actuaba poco, pero dibujaba mucho. Y también dirigía, hasta nuestros días. o Miedo y asco en Las Vegas dan buena prueba de su personalísimo estilo. Tiene a punto de estreno, por fin, The Man Who Killed Don Quixote, su infinitamente pospuesta película –lleva desde 1998 dando tumbos- sobre el personaje cervantino y cuyo primer intento frustrado de rodaje dio pie al más que recomendable documental Lost in La Mancha.

Número 13

John Cleese, el veterano de la clase Su padre era un vendedor de seguros que cambió su apellido real, Cheese, porque provocaba la risa entre los posibles clientes. Coincidió en Cambridge con Idley Chapman, y aunque les llevaba unos años no tardaron en congeniar. Se casó con Connie Booth, una habitual del Flying Circus que la acompañaría en una sitcom mítica en la tele británica, Fawlty Towers, aquí ninguneada en las autonómicas. Con fama de ser el cómico más belicoso, sus roles siempre cuestionaban la autoridad, fuera como especialista en discusiones, Ministro de Andares Tontos o Sir Lancelot. Fuera de los Python, fue rector de la Universidad de St. Andrews y disfruta de una longeva carrera como actor: del juez reprimido de Un pez llamado Wanda al Q de la saga Bond, pasando por poner voz al padre de Fiona, la esposa de ese ogro rompetaquillas llamado Shrek. Terry Jones, un galés en la corte de Arturo Junto a Gilliam, el pequeño Jonesy era el extranjero del grupo. Nació en la Bahía de Colwyn, Gales, pero se marchó a Oxford a estudiar Historia Moderna. Además de codirigir Los Caballeros… y dirigir La vida de Brian, se especializó en papeles de mujeres con voz chillona. En el Flying Circus era el pianista desnudo que aparecía infinidad de veces, aunque siempre fugazmente. Continúa como director (Erik El

Vikingo, El viento en los sauces, incluso algún episodio de El joven Indiana Jones), aunque se prodiga bien poco. Como su compañero Cleese es un fan confeso de los Teleñecos, lo que le llevó a colaborar de buen grado con el añorado Jim Hensonen Dentro del laberinto. Una curiosidad: tiene problemas para pronunciar la “r”. Muchas de los gags ideados al respecto por los Pythoneran en realidad chistes privados… ¡cabgones! Graham Chapman, rebelde con causa Hijo de un policía, se licenció en Medicina en Cambridge pero cambió la consulta por los escenarios. Hizo bien: en 1964, ya aparecía en El show de Ed Sullivan como un cotizado comediante. Alcohólico, fiestero y fumador empedernido, tuvo el honor de vivir su homosexualidad abiertamente, en una época en la que salir del armario no era aún un deporte nacional. Adoptó incluso a un hijo, al que apartó de los suburbios londinenses. Pero sus curdas eran monumentales: en la escena del Puente de la Muerte de Los Caballeros… iba tan pedo que tuvieron que sustituirlo por el primer ayudante de dirección. Aun así, se las arreglaba para protagonizarlo todo: fue Brian, Arturo y el coronel que interrumpía los sketches televisivos. Murió a los 48 años, antes de poder entrar a formar parte del reparto de otra genial comedia, El enano rojo. Eric Idle, el lado brillante de la vida Estudió Literatura Inglesa en Cambridge. Y sí, ¿adivinan a quiénes conoció allí, verdad? Eficaz guitarrista, era también por aquel entonces compañero de correrías del bestia de Keith Moon. Sin ir más lejos, el guión de La vida de Brian se escribió en la casa que el malogrado batería de los Who tenía en el Caribe. Ya que habitualmente sus colegas no aceptaban sus sugerencias como escritor, se dedicó a componer las canciones del grupo. Como cómico, frecuentaba los personajes exasperantes (hombre invisible, crucificado cantante o Sir Robin) y tenía querencia a las pelucas ridículas, tanto que incluso seguía con ellas en la cabeza una vez acabado el día de rodaje. Amigo del añorado Robin Williams, en los últimos años se le ha podido disfrutar de gira con su espectáculo cómico y en los libros sobre el mismo, como The Greedy Bastard Boy, a comic tour of America. Michael Palin, entre pythones y cocodrilos ¿Oxford o Cambridge? Palin se decidió por Oxford, se licenció en Historia y se embarcó en la farándula junto a Jones. Dentro de los Python fue quizá el actor más recurrido (sólo en Los Caballeros… desempeñó diez papeles), dejándonos para el recuerdo personajes hilarantes: Bevis, el barbero travestido que quería ser leñador, Sir Galahad, Poncio Pilato o el náufrago que salía al principio de los Flying Circus. Más tarde, explotaría los recuerdos de su infancia en el cine: su paso por la selecta y carísima escuela privada Shrewsburg le sirvió para parodiar la educación estricta en El sentido de la vida y homenajeó a su tartamudo padre con su personaje en Un pez llamado Wanda. Desde que en el rodaje de una película ayudó en el parto de un cocodrilo, descubrió su amor por los animales y se enroló en documentales para la BBC. -



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ILUSTRACIÓN:

Adelaxd

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INTO THE WAY




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