SUPLEMENTO CULTURAL
Ramón López Velarde a los 23 años (1911). Imagen tomada de Elisa García Barragán y Luis Mario Schneider, Ramón López Velarde. Álbum, México, UNAM, 1988, p. 35.
Para junio de 1911, Ramón López Velarde realizó un viaje a la Ciudad de México y regresó casi de inmediato a San Luis Potosí; dos meses antes de que terminara el año se tituló como abogado. De esta época es la fotografía que hoy compartimos con ustedes. El miércoles 19 de junio se entregará en Jerez, Zacatecas el Premio Iberomericano Ramón López Velarde a Luis de Tavira y a Arturo Beristáin por su contribución a la difusión, mediante el teatro, de la obra del poeta jerezano quien falleciera el 19 de junio de 1921; ese día inician, además, las Jornadas Lopezvelardeanas.
NO.
626 / 17 DE JUNIO DE 2024 / AÑO 14
DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN
La Gualdra No.
Este 19 de junio se conmemoran 103 años del fallecimiento de poeta jerezano Ramón
López Velarde y justo en ese marco se entregará el Premio Iberoamericano Ramón
López Velarde a dos artistas dedicados al teatro: Luis de Tavira (CDMX, 1948) y Arturo Beristáin (CDMX, 1952), por la difusión que ambos han hecho a la obra del poeta con las puestas en escena "Novedad de la Patria" y "Retrato Hablado"; con lo que se consideran a partir de ahora más disciplinas artísticas, además de la literatura.
El miércoles 19 inicia también la edición 27 de las Jornadas Lopezvelardeanas organizadas por Gobierno del Estado de Zacatecas a través del Instituto Zacatecano de Cultura, en cuyo programa está incluida la participación de De Tavira y Beristáin con una conferencia magistral ese día, a las 19 horas, en el Museo Zacatecano (sede de las jornadas). El jueves 20 se presenta “Ahora caigo”, de Javier Acosta, a las 18:00 horas; y Carlos Ulises Mata impartirá la conferencia magistral “La obra de Ramón López Velarde, un libro en el porvenir”, a las 19:00. El viernes 21 de junio, se llevará a cabo el conversatorio “Guadalupe Appendini, un rostro conocido”, por Sofía Ramírez y Zoar Román a las 18:00 horas; y cierra el poeta Marco Antonio Campos con la conferencia magistral “Dos maneras de ver a Ramón López Velarde: Alfonso Reyes y José Juan Tablada”, a las 19:00 horas. La entrada es libre.
En Zacatecas nos sentimos muy orgullosos de los logros de nuestros artistas y Ramón López Velarde, particularmente, es quizá el escritor que más actividades ha tenido en su honor durante los últimos 100 años. Prácticamente desde que falleció se ha celebrado una serie de homenajes, como aquél llevado a cabo en 1926 en el Cerro de la Bufa; pero también existen varias publicaciones realizadas en sus aniversarios luctuosos y hoy mencionaré dos de ellas.
En 1941, la Escuela Normal para Maestros de Zacatecas realizó una edición para recordar a López Velarde en el marco del vigésimo aniversario de su muerte. Se trata de una plaquette de 16 páginas tamaño media oficio que abre con un retrato del poeta y una breve nota biográfica a cargo de R.A. Sosa Ferreiro y nueve poemas del poeta jerezano. Se imprimió en junio de 1941 y en la contraportada aparecen los créditos del gobernador Pánfilo Natera García y de Caleb Sierra Ramos, director de la Normal.
En 1971 se conformó un Patronato Nacional para conmemorar “el cincuentenario de la muerte de Ramón López Velarde”, integrado por el presidente de la república Luis Echeverría Álvarez, Víctor Bravo Ahuja, Gonzalo Aguirre Beltrán, María del Carmen Millán, Fedro Guillén, Pedro Ruiz González y Ramón Félix de la Torre; estos dos últimos fungieron como presidente del patronato estatal y representante del estado de Zacatecas. En el área de recopilación aparecen Alí Chumacero y Fedro Guillén; y en la edición Huberto Batis y Gustavo Sainz. El patronato nacional publicó, a través de la Secretaría de Educación Pública una serie de cuadernos con periodicidad mensual, llamada Calendario de Ramón López Velarde. Para darse una idea más clara, conviene consultar, por lo menos, el índice de la colección completa en la página del Fondo Digital Ramón López Velarde, del Colegio de San Luis, que, dicho sea de paso, es un fondo perfectamente estructurado y contiene una información valiosísima.i
El doctor Andrés Reyes Rodríguez me hizo el favor de obsequiarme dos de esos cuadernos impresos, correspondientes a los meses de abril y mayo de 1971, y son uno de mis tesoros más preciados. En ellos aparece la siguiente leyenda: “Con la publicación de este Calendario, el Gobierno de México honra la memoria el gran poeta zacatecano […] Estos cuadernos reúnen, al lado de los principales textos de Ramón López Velarde, las más notables páginas que la crítica ha consagrado al estudio de su admirable obra”. 53 años después de haber salido esa colección de cuadernos, me pregunto por qué no se le ha dado continuidad a ese proyecto. Imagine usted lo que sería tener un nuevo Calendario, con textos recientes de los académicos y escritores que han contribuido al estudio de la vida y obra de Ramón López Velarde. Ojalá pueda retomarse; lanzo desde aquí “una botella al mar” en espera de que Israel Ramírez, por ejemplo, reciba el mensaje, y se entusiasme tanto como yo con esta idea. Que disfrute su lectura.
i https://fdrlv.colsan.edu.mx/calendario-de-ramon-lopez-velarde-1971/
Directorio
Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com
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LA GUALDRA NO. 626 /// 17 DE JUNIO DE 2024 /// AÑO 14 La Gualdra es una coproducción de Jánea Estrada Lazarín y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores. Carmen
Raymundo
Lira Saade Dir. General
Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Sandra Andrade Diseño Editorial Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com
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Siguiendo el manual [Capítulo 2 de la novela Un lugar en el apocalipsis] Por Jorge Tadeo Vargas
Desayuno en Tiffany’s, mon ku Cinco puntos sobre Emilia Pérez de Jacques Audiard [Premio del jurado y Mejor interpretación femenina en Cannes] Por Sergi Ramos
Desayuno en Tiffany’s, mon ku Emilia Pérez y las costuras de una película Por Carlos Belmonte Grey
La imposibilidad del amor Por Carlos Martín Briceño
Furiosa: A Mad Max saga, de George Miller Por Adolfo Núñez J.
El arte de tomar café [Parte 1] Por Sigifredo Esquivel Marin
Los papeles amarillos, un libro que involucra y desafía a sus lectores Por Tanya García
Contenido Editorial
Alberto Enríquez Perea, ganador del Premio Internacional Alfonso Reyes 2024 Por Marcos Daniel Aguilar
Los papeles amarillos, un libro que involucra y desafía a sus lectores
6 Por Tanya García*
Los papeles amarillos, del escritor sonorense Hugo Medina, es un compendio de seis cuentos que pertenecen al género de la ficción, pero que, de alguna extraña manera, a medida que avanzan las tramas, nos hacen sentir familiarizados. Medina salpica la realidad que conocemos con tintes de ironía y situaciones absurdas que orillan a la reflexión, nos cuestionamos cómo vivimos en sociedad y por qué a estas alturas de la historia, cuando la ciencia ha cobrado tanta relevancia, aún intentamos llenar los vacíos con teorías de seres extraterrestres o misteriosos viajeros en el tiempo.
El autor nos propone un juego literario, plantea situaciones extraordinarias dentro de contextos que todos conocemos, de hecho, muchas veces los ambientes se asemejan a México. Tal es el caso de “El vigilante”, cuento en el que la solución y la esperanza que el gobierno mexicano propone se centra en la figura de un superhéroe, que lejos de ser el Superman incorruptible que vemos en las películas, es un hombre de rasgos indígenas que, si bien tiene algunos poderes, eso no lo excluye de ser un subordinado de las autoridades y víctima de la burocracia del seguro social. A través de cuentos ingeniosos, el autor inserta críticas sociales agudas, dejando en evidencia la violencia, la impunidad y la doble moral de una sociedad que se escandaliza más por una representación artística sobre los feminicidios que por las alarmantes cifras de víctimas reales. Con una narrativa impactante, en “Pasión de una artista inconveniente” Medina confronta a los lectores con una cruda realidad que incomoda y que muchos prefieren ignorar. Los personajes de este libro son el resultado de una observación muy cuidadosa y una mirada crítica a nuestra realidad, nos resultan familiares porque hemos visto pinceladas de ellos en nuestra vida diaria, en los medios de comunicación, incluso lo hemos sido nosotros mismos. Hemos mentido por
obtener un beneficio como el personaje del periodista con sus teorías inciertas del fin del mundo, hemos sido testigos de los vicios que caracterizan a los humanos a través del personaje de “Mano Quemada”, un viajero en el tiempo disfrazado, y hemos pensado una y otra vez en las catástrofes naturales (provocadas por el humano) que pudieran ponerle fin a la vida en la Tierra, sin embargo, rara vez consideramos que esta crisis ambiental pudiera manifestarse como una epidemia orgiástica, tal como se presenta en el cuento “Ara macao”. Con Los papeles amarillos, Hugo Medina obtuvo en 2022 el premio del Concurso de Libro Sonorense en la categoría de cuento y fue publicado por la editorial jalisciense Typotaller en 2023. En esta obra, el autor logra entretejer el humor
y la ironía en relatos que nos conducen a una profunda reflexión sobre la humanidad. Al finalizar cada cuento, como lectores sentimos la necesidad de plantearnos el cuestionamiento: ¿qué habrá pasado después?, evidenciando así el poder de la narrativa de Medina para involucrarnos.
Cada cuento en Los papeles amarillos refleja nuestras contradicciones y paradojas. La maestría de Medina radica en su capacidad para combinar lo extraordinario con lo cotidiano, creando un tapiz narrativo que es a la vez fantástico y profundamente humano. Este volumen de cuentos no sólo entretiene con sus ingeniosas historias, sino que también provoca una introspección necesaria sobre quiénes somos y hacia dónde vamos como humanidad.
*Content Manager en la editorial Typotaller.
Alberto Enríquez Perea, ganador del Premio Internacional Alfonso Reyes 2024
6 Por Marcos Daniel Aguilar
Alberto Enríquez Perea es un pensador de nuestro tiempo. Pero es un pensador muy particular, pues sus ideas parten de sus estudios de la historia de México del siglo XX, para traer ese aprendizaje y ponerlo en la mesa de discusión en este siglo XXI. Como buen politólogo e historiador que es, Enríquez ha sabido entender que no se pueden construir los caminos de las ideas si no se sabe de dónde vienen éstas, de dónde viene el lenguaje, de dónde los usos y costumbres. Esto lo aprendió de una tradición humanista que es muy nuestra y que los mexicanos e hispanoamericanos hemos sabido cultivar a lo largo del tiempo, que es la indagación sobre nuestra historia, sobre nuestra identidad para poder construir desde allí. Y Alberto ha realizado esto a lo largo de los últimos 30 años al estudiar a los liberales y republicanos mexicanos del siglo XIX; los forjadores intelectuales de la Revolución, a los Constituyentes de 1916-1917, a los escritores, artistas y funcionarios de la posrevolución mexicana del siglo XX; los exiliados de
América Latina y Europa que han sentido a México como un segundo hogar.
A Enríquez Perea, en sus investigaciones, le ha inquietado saber qué ideales tuvieron estos personajes, de dónde vienen esas ideas, qué valores políticos y sociales aportaron a sus comunidades, cómo ayudaron a forjar instituciones y una forma de ser democrática para todos. Es decir, Enríquez es un historiador de la ideas o explorador de lo mejor del legado intelectual y artístico que hombres y mujeres han dejado por su tránsito en esta sociedad.
Por eso, es más que merecido que Alberto Enríquez Perea haya recibido el Premio Internacional Alfonso Reyes 2024, ya que él es uno de los grandes estudiosos de la vida y obra de este humanista. Por medio de sus estudios y ensayos, Alberto ha encontrado que Alfonso Reyes no sólo fue un escritor, sino todo un pensador, un filósofo; a través de los libros de Enríquez, como Monterrey: Ciudad de sol. Alfonso Reyes la inteligencia neoleonesa, 1900-1938, Tomo I (UANL, 2024), por el que fue condecorado, los lectores pueden conocer que
Reyes fue un agudo intelectual y actor político, que pensaba los sistemas gubernamentales, de partidos, así como las fibras más pequeñas con que se han construido las democracias o los regímenes totalitarios.
Alberto también ha demolido la figura de bronce que han querido montar sobre el regiomontano, para presentar un Alfonso de carne y hueso que sentía y pensaba acorde a su contexto cultural. Enríquez Perea nos ha ofrecido estudios sobre la labor diplomática de Reyes, sobre sus gestiones políticas durante la Revolución brasileña o la Guerra civil española o en torno a su estrategia cultural y diplomática al usar los medios de comunicación como instrumento político e intelectual.
Enríquez nos ha revelado a un Reyes que no sólo escribió, sino que actuó en consecuencia a sus ideas humanistas: es decir, del pasado al presente. Así, nos ha permitido saber en más de 30 libros cómo se ha construido la estructura institucional política, cultural y económica de México por medio de la historia de sus creadoras y creadores. Nos ha permitido conocer con
sus investigaciones académicas y sus ensayos literarios parte del camino artístico y cultural mexicano e hispanoamericano. Y lo ha hecho para que nosotros, los lectores de a pie en este 2024, sepamos de dónde venimos y para que podamos reflexionar hacia dónde queremos ir como comunidad y como sociedad.
Libros
Premios
17 DE JUNIO DE 2024 3
13 pintores
Hugo Medina. Imagen de Carlos Mal.
Alberto Enríquez Perea. Foto INBAL
Siguiendo el manual
[Capítulo 2 de la novela Un lugar en el apocalipsis ]
Adelanto editorial
Cecilia sale de la tienda cargando una pesada mochila. Se detiene en la puerta y escucha hasta que siente que no hay peligro. No hay ningún ruido que le indique lo contrario. Al salir se agacha a un lado de la puerta. Su impermeable la cubre por completo y por unos minutos se queda en silencio. En una mano lleva un machete, en la otra una pequeña hacha. Guarda silencio unos minutos. Los ve pasar a unos metros de ella. Ninguno se queda cerca, pero ella aprieta sus manos sobre los mangos de sus armas.
Cuando siente que es el momento se levanta lentamente y comienza a caminar en dirección contraria a donde se dirigen. Ellos siguen el ruido, se guían por el sonido. Lo aprendió de Alejandro que desde que comenzó toda la epidemia le leía Zombi: la guía de supervivencia, ese libro que escribió Matt Brooks a modo de broma hace varios años y que ahora se ha convertido en un verdadero manual para sobrevivir en este apocalipsis que pocos pensaban que podía convertirse en una realidad.
—Pon mucha atención Ceci, esta lectura es la que te ayudará a sobrevivir cuando todo se descontrole— le decía mientras le enseñaba el libro con la portada blanca y el título en letras rojas simulando sangre en la palabra zombi.
Ella trataba de no darle tanta importancia, siempre que comenzaba con sus teorías le mencionaba los campos de concentración que los gobiernos de todo el mundo estaban poniendo en marcha para evitar un contagio mayor que se saliera de sus manos.
—No te fíes de eso —le decía Alejandro—. Siempre encuentran como propagar su condición. Es parte de la naturaleza. Tenemos que estar preparados para lo que se viene. Estamos ante el apocalipsis. Ya lo verás. —Así terminaba sus lecciones sobre cómo sobrevivir a las nuevas condiciones. Camina lentamente minimizando lo más que puede el ruido que hace al caminar. Siempre alerta. Los brazos pegados a las piernas listas para reaccionar. Camina contando los pasos desde la tienda en la que hizo su búsqueda el día de hoy hasta el edificio donde se esconde.
Cerca de la puerta están dos zombis. Se queda quieta alejada los metros que la guía dice que tiene que dejar de distancia entre ella y ellos. Observa a los lados y sólo ve a esos dos. Piensa que deben de haberse quedado atrás de la manada que vio pasar hace un rato. Siempre viajan en manada, no entiende la razón, tal vez es el instinto humano, que los lleva a formar grupos a pesar de su condición de no muertos.
Se acerca lentamente sin hacer ruido y, siguiendo las indicaciones del manual, de un solo golpe
deja el hacha en la cabeza del primero, mientras que al segundo le entierra el machete justo entre los ojos hasta el bulbo atravesándole hasta la nuca. Se acerca al que tiene el hacha clavada se la quita, no hay sangre. Sólo brota ese líquido negro característico de los contagiados. Limpia con un trapo manchado de ese líquido negro el hacha y el machete mientras continua su camino. Aún le quedan algunos pasos para llegar a su escondite. Camina tranquila, el silencio de la calle es el que le avisa que está fuera de peligro. Sin prisa poniendo atención a todo lo que ve hasta llegar al edificio donde ha estado viviendo las últimas dos semanas. No tiene que entrar en él, decidió quedarse en el departamento que está justo en el sótano, es pequeño y fácil de vigilar. Baja las escaleras. Son diez escalones. Todo parece estar en orden, los candados que pone cuando sale están justo como los dejó. No hay nada que indique peligro. Hace un sonido llamando a Mona, la gata negra con blanco que ya estaba dentro del
departamento cuando ella llegó y le funciona como la mejor alarma. La escucha maullar y quita los candados para entrar. No es un espacio muy grande, el manual dice explícitamente que mientras menos territorio para vigilar en las zonas donde se resguarda es mejor. Tiene más control tanto para quedarse un tiempo, como en caso de un ataque zombi. Además de la pequeña cocina que aún funciona, tiene una sala/comedor y una recámara donde están las dos únicas ventanas que dan justo a la banqueta. Desde ahí puede vigilar los pasos torpes de los contagiados. Algunos días se sienta a contar cuántos pasan por ese lugar y los anota en un cuaderno. Cada vez son menos. Se está acercando el frío, por lo que están migrando. Al menos eso es lo que dice la guía; ese libro que religiosamente leía Alejandro antes de que iniciara todo esto y el cual no pensarían que al final sería su salvación. Al menos la de ella. Él terminó suicidándose hace dos semanas después de un ataque donde ella perdió el control y terminaron mordiéndolo por salvarla. Aún tiene pesadillas con ese día. Alejandro gritándole que tienen que estar espalda con espalda, que no suelte los machetes. Cecilia nunca había visto tantos zombis, está asustada, no sabe cómo reaccionar. Trata de obedecer a todo lo que le dice, pero de pronto se ve rebasada, se mueve un poco y cae al piso. Él voltea para levantarla olvidando todo lo que aprendió de la guía: “primero ponte a salvo tú y después ayuda a los demás”. Cuando la levanta uno de los zombis logra morderle la espalda. Aun así, logran escapar. Escondidos dentro de un carro, Cecilia llora tratando de curarle la herida.
—No hay más —le dice Alejandro—, soy un caso perdido. Me tienes que dejar aquí y ponerte a salvo antes de que me convierta. Lo siento ya no puedo hacer nada más.
Toma su mochila mientras la besa y saca una pistola. Ella le dice que no quiere irse, que se quedará con él, que prefiere ser una contagiada junto a él. Las mochilas están fuera del carro. Alejandro no le dice nada, no le lleva la contraria. Le da un beso y abre la puerta mientras le dice “tienes que sobrevivir, no se te olvide el manual”. La avienta fuera del carro y cierra rápidamente la puerta para ahogar el sonido de la bala que va directo a su sien.
Cecilia llora, no sabe qué hacer. Pasa alrededor de quince minutos llorando en silencio cuando los escucha. Son estos sonámbulos sin vida, esos caminantes que acaban de matar a Alejandro. Se levanta rápidamente, toma las mochilas y sale corriendo. Unos días después del suicidio de Alejandro encuentra el departamento donde ahora pasa las
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6 Por Jorge Tadeo Vargas
horas esperando, soñando con él, teniendo pesadillas sin él, leyendo día a día la guía, sin entender de qué sirve seguir viva. Lo bueno es que siempre consigue alcohol en las tiendas a las que entra y se puede embriagar hasta dormir. Son dos cosas que no le faltan en estos días. Alcohol y comida para la gata. Lo demás no importa. Ni ella importa, sólo sigue viva porque él se lo pidió, sigue resistiendo mientras lee la guía y la cumple hasta donde le es posible.
Cecilia suele dormir en la recámara. Justo ahí tiene la mochila de escape, la ventana está lista para salir por ella. Alejandro y su obsesiva guía la han preparado. Esta vez no. Decidió quedarse en la sala aprovechando que aún queda un poco de energía eléctrica y escucha música. Pasó de sus gustos musicales a los de Alejandro, tal como lo hacían antes del apocalipsis. Él escogía una canción casi siempre de rap de finales del siglo pasado, ella ponía otra, siempre Grunge o algo de aquella movida llamada alternativa.
Pasó la noche así. Escuchando música, tomando vino, sabía que le quedaba poco para tener que partir de nuevo. Buscaría una bicicleta (como lo dice la guía) y comenzaría a moverse hacia el norte. Los zombis se mueven más lentos con el frío, es más fácil matarlos.
—Siempre hacia el norte —decía Alejandro —, es más fácil continuar con vida si nos movemos al norte.
Ella lo escuchaba en silencio.
Cuando inició el contagio, tanto su mamá como su papá fueron recluidos en los primeros campos de concentración una vez que se hicieron los análisis obligatorios. Tenían el virus y había que recluirlos. Así fue como se quedó sola hasta que conoció a Alejandro en aquellas reuniones a las que el gobierno la obligaba a ir para superar la pérdida de su familia. Él era el trabajador social que coordinaba las reuniones del grupo.
Primero fue su apoyo, luego su amigo y al final comenzaron una relación amorosa. Alejandro era una persona muy interesante, inteligente, agradable, su único defecto, decía Cecilia, era que estaba muy metido en teorías de la conspiración. Cecilia no, ella pensaba que todo se solucionaría, que los gobiernos encontrarían una cura para el virus que estaba contagiando todo el mundo, era tan optimista que hasta pensaba que sus padres regresarían en algún momento. Ahora se daba cuenta que no. Que el mundo se había ido al carajo y como decía la guía, ya no era cuestión de ganar, de que los vivos volvieran a ser la raza dominante. Ya lo eran los contagiados. Sólo quedaba resistir, seguir sobreviviendo, aunque no entendiera muy bien por qué. Lo que ella tenía claro es que primero se suicidaría antes de convertirse en uno de ellos. Un sueño:
Alejandro siempre la visita en sueños. Por eso Cecilia trataba de dormir lo más posible. Él siempre llega en cuanto se duerme. A veces sólo la visita y se acuesta a su lado mientras la abraza. Otras (como el día de hoy) la llevaba al pasado, recordando algunos momentos.
Fue más fácil que en las películas que el contagio se camuflara y no lo notáramos. La falta de comunicación frente a frente y la insensibilidad de las personas con lo que ocurría alrededor nuestro fueron los culpables de eso. En los momentos previos a convertirse en zombis, la gente cambia, pero no lo notábamos, estábamos, estamos tan ensimismados que cuando lo vimos era demasiado tarde. Los campos de reclusión no eran suficientes. Nos comenzaron a ganar en número y ahora ya están en todas partes. Esto le decía Alejandro mientras están acostados, abrazados, desnudos, después de hacer el amor. Era el momento en que más le gustaba escucharlo. El único momento en que lo sentía vul-
nerable, menos alerta con el mundo y más cercano a ella. Cecilia se acerca y lo besa tiernamente en la boca, mientras lo escucha decirle: —Alerta, chica, que el apocalipsis no te alcance. Despierta, sin entender muy bien en dónde está, pero sin sobresaltos. Abre los ojos y poco a poco va reconociendo en dónde se encuentra. Voltea a la cocina, ve las bolsas con las latas que sustrajo de la tienda en su última expedición. Observa a la gata que desde el piso la ve fijamente. Se levanta lentamente y se dirige al baño, tiene unas ganas enormes de orinar. Entra al baño. Agradece que aún funcione el agua corriente. Observa por la ventana, ve muchos pies que se arrastran. En dos semanas no había visto tantos. Sale del baño y se acerca a la ventana, se asoma de a poco y los cuenta. Al menos hay quince contagiados fuera del edificio. Revisa la guía. Capítulo 25 “Ante la situación de verte cercado por una horda de gules, tienes que esperar y no salir a atacarlos. Si son mayoría tus porcentajes de supervivencia son pocas. Ten paciencia, espera, evalúa lo que tienes y cuánto puedes esperar”. Es lo que hace, tiene comida al menos para una semana más. Para Mona tiene comida incluso para un mes. De alcohol sólo tiene para un par de días. Eso sí es un problema. Trata de no desesperarse. Paciencia, diría Alejandro. Ésa es la clave. Lo dice Brooks en el inicio de la guía. Ahora lo importante es no hacer ruido, es la parte estratégica de todo su plan de supervivencia. Lo que sigue es hacer una lista: Primero: revisar la mochila de escape. Que tenga lo que necesita. Listo.
Segundo: revisar y darles mantenimiento a sus armas. Machetes, hachas, cuchillos. Que tengan el filo suficiente para cuando los necesite. Listo.
Tercero: Preparar la mochila de viaje de Mona. No piensa dejarla por más que la guía diga que debe de hacerlo. “Lo siento Alejandro —piensa Cecilia— Mona se va conmigo”.
Cuarto: Buscar la mejor ruta de escape. Pasar por una bicicleta. Algo que tuvo que haber hecho hace días. Pero sin quejas. Lo hará saliendo. No vale preocuparse de más, sino ocuparse lo más pronto posible de ello.
Quinto: No mirar atrás. Alejarse lo más rápido posible sin mirar atrás.
Hace ya una semana desde que decidió dejar el departamento. Los pies de los contagiados han disminuido en estos días. Tal vez la lluvia los alejó, aunque no encuentra nada en la guía que hable sobre esto.
Los ruidos en la puerta le hacen pensar que alguno se cayó por las escaleras y está ahí, atrapa-
do, sin poder salir. Tiene que prepararse. Ha tratado de ver un par de veces por la mirilla, pero no ve nada. Tal vez está en el suelo. Tiene que armar un plan. La guía no llega a tanto.
Decide que saldrá por la noche. Se toma la última botella de vino, escucha música sin audífonos. Ha decidido que mandará la guía al carajo y hará lo que le dé la gana. Duerme un par de horas, se despierta con algunos gemidos en la puerta. Ya es hora de salir.
Toma su mochila de escape, alista sus armas, pone a Mona en su mochila de viaje. Le ronronea cuando se la acomoda. Cecilia le acaricia la cabeza, mientras le pregunta si está lista. La gata se amodorra en su pecho, como si le dijera con este gesto que está lista.
Abre la puerta y la ve. Es una niña de no más de siete años, su ropa está rota, desgarrada pero no parece contagiada. Está acurrucada en la puerta, dormida, se despierta asustada y grita llorando. Está confundida, Cecilia también lo está.
Toma el machete y por un momento piensa en clavárselo en la nuca, lo rechaza cuando la niña dice: “Ayuda”. La toma rápidamente y regresa al departamento. Justo cuando un par de zombis se acercan. Antes de cerrar se acerca a ellos. A uno le corta la cabeza. Era una mujer con mechones de cabello largo en algunas partes, sin cabello en otras. Cuando cae la cabeza con el mango del hacha la aplasta. Al segundo, un adolescente varón, le clava un cuchillo en el ojo.
Los saca de la entrada y regresa al departamento. La niña está asustada. Sigue llorando. Baja a Mona que se acerca a la niña ronroneando, lentamente se va calmando con el ronroneo de la gata. Cecilia le habla, le da comida, la niña la devora.
La lleva a la cama, se duerme de inmediato.
Busca en la guía que hacer, nunca ha leído nada al respecto. Piensa en Alejandro, no, no recuerda que él le haya dicho nada más allá de que siempre tiene que pensar en su propia supervivencia. Revisa a la niña tratando de no despertarle, a simple vista no parece tener mordidas, se ve físicamente sana.
Hoy no la visitó Alejandro. Durmió profundamente. Se despertó cuando la niña comenzó a acariciarle la cara. La vio y la niña sonrió y así tomó la decisión. Acomodó las mochilas de nuevo, se acercó a la puerta y tomó a la niña de la mano y salió del departamento.
Comenzó a caminar por la calle, en una mano llevaba a la niña, en la otra el machete. En la cama destendida se había quedado la guía de supervivencia. Era momento de tomar el control. Dejar atrás a Alejandro y comenzar a vivir.
Adelanto editorial
Jorge Tadeo Vargas: escritor, ensayista, anarquista, a veces activista, pero sobre todo panadero casero y padre de Ximena. Está construyendo su caja de herramientas para la supervivencia. Sobreviviente de Ankh-Morpork ha escrito los libros de cuentos: Relaciones Familiares (2015), El tipo que se parecía a Jarvis Cocker (2022), la novela El sonido de la sangre (2014) y el libro de ensayos La tiranía de la urgencia (2023) y Asylum: una revisión al cómic de superhéroes (2024). Escribe de forma (i)regular en Libera Radio, Neotraba, Revista Sputnik, Revenge of the Nerds y Antihistoria.
*Capítulo 2 de la novela, Un lugar en el apocalipsis (2024), Astillero Ediciones. Está disponible para su lectura y descarga libre en https://mega.nz/file/dr0BELgJ#plC2gl7-NGDFiKeWejBYIwqLXWB70yQDf9ihUZUZvrI
5 17 DE JUNIO DE 2024
Jorge Tadeo Vargas
Libros
La imposibilidad del amor
6 Por Carlos Martín Briceño
Es fácil enamorarse de Cristina Velasco, la protagonista de Tonada de un viejo amor (Planeta 2023), una joven de diecinueve años, de cuerpo prodigioso, pechos y nalgas redondos, pelo rubio y rizado y cintura reducida. Cristina, además, es diferente al resto de las mujeres de su familia. No está dispuesta a respetar los convencionalismos sociales de su época. Su belleza y arrojo, por consiguiente, despiertan envidia entre las mujeres y deseo entre los hombres de San Lorenzo, un pueblo ficticio ubicado en el norte de México, en los años cuarenta y en el que los Velasco, miembros de una rancia burguesía que se resiste a subirse al carro de la modernidad, son los productores más importantes de vino.
Por ello, no resulta extraño que el tío Carlos, hermano menor del padre de Cristina, un atractivo soltero de treinta y tantos años, se enamore de ella, estableciendo una relación que se consuma las tardes de los jueves en el cuarto de las herramientas, junto a las caballerizas de la hacienda.
“Una vieja silla de palo era el lugar donde Carlos se sentaba después que uno a otro se desnudaban con furia y Cristina a horcajadas se ensartaba aquel pene lustroso, el único que ella conocía, el único que ella deseaba, porque deseo y amor era lo mismo. Carlos que había probado mujeres a capricho, nunca antes había sentido un placer tan acusado, una erección tan prolongada, una secreción tan abundante como la que le sobrevenía mientras las nalgas blancas y redondas de Cristina se apoyaban en sus ingles”.
Con ese tono natural y desinhibido, que por momentos recuerda el que usaba D. H Lawrence en algunos pasajes de El Amante de Lady Chatterley, Mónica Lavín nos regala una de las mejores novelas eróticas publicadas en México en los últimos años.
La música también juega un papel importante en Tonada de un viejo amor. Son varias las escenas que permanecen largo tiempo en la mente de los lectores gracias a las melodías que flotan en el ambiente. “Bésame mucho”, “Solamente una vez” y “Ain´t mishbehavin”, sólo por mencionar algunas, forman parte de la banda sonora de esta novela altamente cinematográfica que alguna vez me encantaría ver adaptada para la televisión o el cine.
Dividida en dos, Tonada de un viejo amor juega a crear un clima inhóspito para Cristina, sobre todo en la segunda parte, cuando regresa a San Lorenzo acompañada de Doug, un jazzista que le exorciza el recuerdo de Carlos y al que se liga una noche de juerga en un bar bohemio de Texas.
“Fue todo un silencioso arrebato, un sofocarse los gemidos, un beber-
se las bocas, un tragarse la saliva, un desvestirse frenético. Doug le mordía los hombros y el cuello, perfilando el contorno de esa blancura tersa; Cristina temblaba, excitada, mientras sentía el sexo erguido de Doug sobre su vientre”.
Tonada de un viejo amor es la novela con la que Mónica Lavín, como diría Agustín Monsreal, “le fue por primera vez infiel al cuento”, género en el que la autora había cosechado ya numerosos reconocimientos. Quizás por eso en algunos momentos, todavía tiene el aliento preciso y tenso del cuento y varios capítulos se disfrutan y recuerdan por separado con tanta emoción. La escena del encuentro sexual de Carlos y Cristina en el baño, las conversaciones sanadoras de Cristina con su tía Beatriz en sus visitas a la Ciudad de México y el capítulo que se refiere al accidente de Carlos, bien podrían aparecer por separado en un libro de relatos sin que el lector echara de menos el resto del argumento.
Novela sobre la imposibilidad de la pareja Tonada de un viejo amor está hoy más vigente que nunca. Como Marguerite Duras o Almudena Grandes en su momento, Mónica Lavín lanzó al mundo hace cinco lustros esta historia que lleva implícita la emancipación de la mujer y el derecho a defender su amor por encima de las reglas establecidas por la sociedad. Y aunque el final es desesperanzador, es una novela que cala, desborda sensualidad y reivindica la figura femenina a través del erotismo: una metáfora del amor en todas sus dimensiones.
“Me encanta la fuerza de lo amoroso, también entiendo que el amor es un torrente que está bien que llegue al agua profunda, pero hay que haberlo saboreado antes para llegar a esa conclusión”, dice la autora en una entrevista al hablar de este libro que, a veinticinco años de su primera edición, como los buenos vinos que beben sus protagonistas, se lee cada vez mejor.
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https://www.planetadelibros.com.mx/libro-tonada-de-un-viejo-amor/379839
Mónica Lavín, Tonada de un viejo amor, Planeta, México, 2023.
Mónica Lavín. Foto de su muro de FB
Desayuno en Tiffany’s, mon ku
Cinco puntos sobre Emilia Pérez de Jacques Audiard
[Premio del jurado y Mejor interpretación femenina en Cannes]
6 Por Sergi Ramos
Desde estas páginas, el equipo de Desayuno en Tiffany’s, mon ku hemos intentado siempre ofrecerles nuestra opinión planteándonos ante todo cómo las películas se inscriben en este arte maravilloso y complejo que es el cine. Por ello, siempre hemos rehuido la idea, cada vez más extendida, de que una película es sólo un medio para expresar ciertos temas, acordes con las ideologías y tendencias culturales de una época concreta.
Sin embargo, durante el visionado de Emilia Pérez en el reciente Festival de Cannes un creciente malestar me llevó a plantearme que más allá del cuestionable espectáculo cinematográfico al que estaba asistiendo, era necesario considerar la película desde un punto de vista ético.
Esta impresión se acrecentó cuando la misma prensa, que el curso pasado había esgrimido un arsenal de referencias teóricas para evaluar si la representación del Holocausto en La zona de interés, de Jonathan Glazer, era tolerable o no, obviaba mayoritariamente que el filme de Jacques Audiard estaba tratando con otro tema espinoso, el de la violencia del narco.
Les propongo pues, queriendo evitar a toda costa entrar en la llamada “cultura de la cancelación”, una serie de interrogantes acerca de Emilia Pérez, doblemente premiada en el Festival de Cannes (premio del jurado y mejor interpretación femenina). Atención, con spoilers.
1. Un director francés elige un tema y un país: el narco en México. Para rodar su película, monta un estudio gigante en algún lugar de Francia y pone en el podio de su casting a una puertorriqueña, una española y una estadounidense exestrella Disney, justificando más o menos en su guion que ningún papel importante en la película sea interpretado por locales. Otro francés, Olivier Assayas, hizo hace unos años algo parecido en el “latin american pudding” La red avispa. En este mismo festival, se han oído a rusos interpretando a rusos que hablan en inglés con acento ruso, o a portugueses interpretando a ingleses hablando en portugués. ¿Se trata de un efecto de la globalización y de las coproducciones cinematográficas, o una falta de interés en querer apegarse a la realidad de un país?
2. El director francés elige tratar el tema del narco a través del filtro de la
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Emilia Pérez
comedia musical, convirtiéndola en un estallido de luz, colores y coreografías, que acaban desrealizando todo lo que ocurre. Ésta es la magia de la comedia musical. Aunque… ¿no consiguió por ejemplo Lars von Trier convertir el género en un arma de doble filo, en Dancer in the dark? ¿Comedia musical significa necesariamente edulcoración?
3. El director francés decide que un sangriento narco, responsable de centenares de desapariciones, inicie una salvadora redención al emprender una transición de sexo y reconciliarse consigo mismo. De Emilia Pérez se desprende cierta concepción esencialista y binaria del ser humano, que empaña su aparente mirada progresista ¿el hombre es cruel y la mujer salvadora? Esperemos que no ¿una atribución equivocada de género justifica cometer actos imperdonables? ¿La reasignación de género conduce a la salvación personal y colectiva?
4. El director francés decide que como el gobierno no mueve un dedo para encontrar a los desaparecidos, será el antiguo narco como mujer quien se redima, financiando la búsqueda de las víctimas que él mismo hizo asesinar como hombre. Como
y las costuras de una película
6 Por Carlos Belmonte Grey
Vimos la película de Audiard el día de su premier en el Festival de Cannes. Sergi Ramos y yo salimos de la proyección sin saber qué pensar. Unos colegas periodistas de la Televisión Nacional de Brasil que habían tenido acceso al pre-estreno unas horas más temprano me habían dicho, durante la entrevista al cineasta Rithy Panh: “Carlos, no te decimos nada, porque no sabemos qué pensar y no queremos adelantarnos. Al final, tú eres mexicano y eres más legítimo a una opinión directa”.
Los colegas periodistas mexicanos, en su gran mayoría, quedaron fascinados. Pero Sergi y yo, no quedamos tan convencidos. Le dije a Sergi que no sabía qué decir, que el musical me encanta porque es un género que facilita la digestión de todos los temas, y eso me incomodaba.
Más tarde, ya en la noche, Sergi soltó otra reflexión: “Sería interesante hacer el mismo ejercicio con el dictador, Franco, volverlo trans para que él se vuelva un arrepentido y se ponga a buscar a sus propias víctimas. Seguro que a los españoles no les haría mucha gracia”.
Los días que siguieron nos seguíamos mostrando dubitativos, pero cada vez nos gustaba menos y nos incomodaba más. Porque la situación es muy delicada en México como para edulcorar.
Y entonces nos dirán que se trata de una obra artística hecha por un francés, con producción francesa, sobre un tema mexicano, el narco, y mundial, la transexualidad. Pero, aquí la reflexión final, hasta dónde debemos de abrir las costuras de una obra artística y un producto cultural, hacia con la realidad exterior a esa obra; cuánto nos debe de influenciar lo
en las campañas de greenwashing emprendidas por las grandes multinacionales ¿un árbol plantado compensa otro árbol talado en la otra punta del planeta? ¿Un desaparecido encontrado redime un homicidio cometido?
5. El director francés decide que la resolución de la película, y su moraleja, no tienen nada que ver con la cuestión de la violencia de los narcos, sino con un asunto de cuernos que acaba en balacera. ¿Se trata de ampliar el horizonte de la violencia para abarcar también la doméstica? ¿O de una cortina de humo para que olvidemos el meollo? Vean la película y juzguen por ustedes mismos.
que pasa afuera de la obra para que emitamos un juicio sobre ella. Nos parece evidente que las obras quedan calificadas, valoradas y asimiladas por el contexto y es difícil cerrar las costuras de una película para que la valoremos sólo por ella.
Si no, preguntarnos por qué debemos de censurar la proyección o la producción de un tal autor porque éste es acusado de acoso, por ejemplo. Y en el caso de Emilia Pérez es una película sobre una realidad muy complicada vista desde la mirada complaciente de un autor.
17 DE JUNIO DE 2024 7
Cine
Emilia Pérez en el Festival de Cannes
Furiosa: A Mad Max saga , de George Miller
Hace más de cuarenta años, el cineasta australiano George Miller introdujo por primera vez a Max Rockatansky, el guerrero de la carretera, al resto del mundo. Protagonizada por Mel Gibson, Mad Max (1979) resultaba una curiosa propuesta, a medio camino entre el distópico, el thriller de venganza y el cine de persecuciones. Como con The Texas chainsaw massacre (1974), de Tobe Hooper y The evil dead (1981), de Sam Raimi, Miller lograba que lo ínfimo de su presupuesto no fuera un impedi-
mento para evidenciar una desbordante creatividad y admirable técnica en la dirección, así como una profunda imaginación en el universo de su autoría. Durante la década de los 80, Miller filmaría otras dos películas del personaje: Mad Max 2: The road warrior (1981) y Mad Max beyond thunderdome (1985). Ambas cintas consolidarían a Miller como uno de los principales referentes en el cine de acción. Este legado continuaría treinta años después, con Mad Max: Fury road (2015), uno de los blockbusters más importantes del último siglo; el rol
de Max corría a cargo de Tom Hardy, y se presentaba a la inolvidable Furiosa, con una maravillosa interpretación de Charlize Theron.
Casi una década después, el australiano vuelve a este universo con Furiosa: A Mad Max saga (2024); se trata de una precuela de Fury Road, la cual ahonda en la psicología del enigmático personaje encarnado por Theron. Aquí el papel corre a cargo de Anya Taylor Joy, en una versión más joven de Furiosa y con un registro cercano al del cine silente, con menos de treinta líneas de diálogo en todo el filme. En un largo de dos horas y media de duración, la cinta se estructura alrededor de cinco capítulos que abarcan veinte años en la vida de la protagonista, partiendo desde el momento en el que Furiosa, siendo una niña, es arrebatada de su hogar por el tiránico Dementus (Chris Hemsworth). La película se enfoca en los incontables esfuerzos de Furiosa para volver a su hogar, que convergen de manera espectacular hacia los eventos mostrados en Fury Road.
Evitando cualquier esbozo de fan service, Furiosa es la extensión de una historia previamente conocida y venerada, una epopeya que, conforme avanza, va llenando sus espacios vacíos, al mismo tiempo que resignifica
sus símbolos y les otorga mayor profundidad; todo con un intenso sentimiento de desolación y además encontrando una identidad propia. Sus ecos con Fury Road, lejos de ser simplemente referenciales, son el cuadro más amplio y elaborado de una tragedia que concluye en venganza.
Si bien Furiosa tiene un ritmo más pausado que el del filme anterior, eso no evita que Miller elabore, en cada oportunidad que tenga, set pieces de una energía alucinante, visceral y frenética (en esta ocasión con un CGI por momentos demasiado evidente). Con reparos mínimos, el director filma, a sus 79 años, coreografías de adrenalina pura, con planos deslumbrantes y toda la parafernalia visual que se puede desplegar en el cine contemporáneo. Además de enriquecer el mythos alrededor de su protagonista, con Furiosa: A Mad Max saga, Miller reafirma su excepcional oficio en la dirección, haciendo uso de un sinfín de recursos y demostrando el control absoluto de todos los elementos de su obra. En lo que a cine de acción se refiere, está él, y luego están todos los demás. El australiano se encuentra ahí arriba, junto a veteranos como Spielberg y Scorsese, como una pieza clave para entender el engranaje en la historia del cine hecho en Hollywood.
El arte de tomar café [Parte 1]
En el principio fue una taza de café, luego vino la discusión del mundo Si los chinos, mucho antes de nuestra era, ya habían hecho del acto de tomar infusiones una experiencia de meditación contemplativa y luego, en plena modernidad, los ingleses concibieron el acto de tomar té como un ceremonial de refinada etiqueta y buen gusto, diversos pueblos latinoamericanos han hecho del acto de tomar café toda una tradición heredada de generación en generación hasta llegar a nuestros días. Como en otras rancherías, en casa de mi abuela materna se tomaba café de olla mañana y tarde, ya en la noche se tomaba café con leche y buñuelos y se conversaba. Era una costumbre familiar que se ha perdido. La gente ya no habla sino a través de sus dispositivos electrónicos. En este ensayo me propongo divagar en torno al café, no soy especialista en la materia;
en realidad no soy especialista en nada, aunque me considero aprendiz de todo. Imagino que el arte de tomar café es la apertura de muchas conversaciones, soliloquios y circunloquios. Si la ceremonia oriental del té engloba toda una sabiduría ancestral, y el vino prepara las fiestas del aquelarre dionisíaco, el café nos dispone a pensar en voz alta bajo su efecto de ensoñación sosegada y camaradería fraterna. Tomar café es un arte, el arte de tomar café es una celebración de los sentidos. El goce de los sentidos encarna el sentido del goce; lo intelectual fue en principio sensitivo. Hay un sinnúmero de leyendas y mitos en torno al surgimiento del café. Al parecer fue en el centro de África, en Etiopía, donde se descubrió su planta. No hay acuerdo, son diversos y divergentes los relatos en torno al café. Cuenta cierta historia que un pastor observó que sus cabras se ponían más locas al comer
ciertos frutos oscuros y amargos: los granos del café. Se creía que era el fruto de las lágrimas de los dioses. Tribus nómadas lo consumían en extraños rituales mezclado y molido con manteca y cereales; hasta la fecha se preserva dicha tradición. Se consideraba un brebaje del diablo. Luego al tostarse se descubrió un sabor exquisito. Al ser cultivado por los árabes, fue visto con cierto recelo por los cristianos, hasta que el papa Clemente VIII, debido a su afición, dio su santa bendición. En un apartado sobre “bebidas y excitantes”, en su magna obra Civilización material, economía y capitalismo, consigna el gran historiador Fernand Braudel, quien gustaba tomar una bebida caliente y un panecillo cada mañana, que la historia del café puede inducirnos a error, pues lo anecdótico, pintoresco, inseguro e inesperado llenan los vacíos de la historia. Quizá todo en realidad haya comenzado con una buena taza de café.
8 LA GUALDRA NO. 626 / 17 DE JUNIO DE 2024 Cine Río de palabras
6 Por Adolfo Núñez J.
6 Por Sigifredo Esquivel Marin
Papa Clemente VIII Aldobrandini –Giuseppe Cesari (cropped). 1598.
Furiosa. A Mad Max saga, de George Miller