El 4 de julio regresó Javier Marín a Zacatecas. Participar en el “Jubileo de los artistas y la cultura” fue el motivo y las actividades que se llevaron a cabo tuvieron que ver con la intención de la Iglesia Católica de acercarse a la comunidad de creadores en el Estado. Desde hace unos meses, el presbítero Juan Diego Chávez, encargado de la Pastoral Educativa de la Diócesis de Zacatecas, se coordinó con el Clúster Turístico y Cultural de Zacatecas para organizar un evento en el que la fe y el arte se unieran en la Catedral, ese espacio en donde la belleza del retablo resulta por demás inspiradora.
[“Javier Marín se reencuentra con su retablo en Zacatecas”, en esta edición]
Javier Marín en Zacatecas
Editorial
La Gualdra No.
No ha dejado de llover en Zacatecas desde hace días y la gente, sobre todo en el campo, lo celebra; se espera que haya buena cosecha este año y los paisajes empiezan a reverdecer. Hay muchas creencias populares que hacen referencia a la “temporada de aguas” que se extiende hasta el mes de septiembre, como la relacionada con San Isidro Labrador, al que se le pide el 15 de mayo que haya buen temporal; o la de pedir a la Virgen del Refugio -cuya celebración es el 4 de julio- que proteja las cosechas. También hay quien dice que el mejor mes para que inicie la lluvia y beneficie los sembradíos es junio, de ahí que también se diga en algunos lugares que “agua de mayo ni pa´l caballo”, de acuerdo con la tradición popular. A propósito de la Virgen del Refugio van dos datos que me parecen muy interesantes: en el altar izquierdo del crucero del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, se conserva desde 1821 una imagen de esta virgen, la pintura de caballete del Convento Franciscano de Nuestra Señora de Guadalupe, Zacatecas, “fue restaurada y devuelta a su comunidad religiosa por la Secretaría de Cultura federal, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en el umbral de la celebración de la Semana Santa”, en abril de 2024; es una obra hermosa que puede ver en su próxima visita al Pueblo Mágico de Guadalupe. El segundo dato es que el 4 de julio de 1845 una imagen de esta virgen fue llevada a Acámbaro, Guanajuato, por cinco franciscanos desde Zacatecas y desde entonces es la patrona de los acambarenses; lo que demuestra el fervor que los franciscanos le tienen a esta virgen en particular. La lluvia, también ha sido un tema al que han recurrido poetas como Jorge Luis Borges, Federico García Lorca y Octavio Paz, entre muchos otros; de este último, comparto con ustedes “Como quien oye llover” para iniciar bien la semana:
Óyeme como quien oye llover, ni atenta ni distraída, pasos leves, llovizna, agua que es aire, aire que es tiempo, el día no acaba de irse, la noche no llega todavía, figuraciones de la niebla al doblar la esquina,
figuraciones del tiempo en el recodo de esta pausa, óyeme como quien oye llover, sin oírme, oyendo lo que digo con los ojos abiertos hacia adentro, dormida con los cinco sentidos despiertos, llueve, pasos leves, rumor de sílabas, aire y agua, palabras que no pesan: lo que fuimos y somos, los días y los años, este instante, tiempo sin peso, pesadumbre enorme, óyeme como quien oye llover, relumbra el asfalto húmedo, el vaho se levanta y camina, la noche se abre y me mira, eres tú y tu talle de vaho, tú y tu cara de noche, tú y tu pelo, lento relámpago, cruzas la calle y entras en mi frente, pasos de agua sobre mis párpados, óyeme como quien oye llover, el asfalto relumbra, tú cruzas la calle, es la niebla errante en la noche, como quien oye llover es la noche dormida en tu cama, es el oleaje de tu respiración, tus dedos de agua mojan mi frente, tus dedos de llama queman mis ojos, tus dedos de aire abren los párpados del tiempo, manar de apariciones y resurrecciones, óyeme como quien oye llover, pasan los años, regresan los instantes, ¿oyes tus pasos en el cuarto vecino? no aquí ni allá: los oyes en otro tiempo que es ahora mismo, oye los pasos del tiempo inventor de lugares sin peso ni sitio, oye la lluvia correr por la terraza, la noche ya es más noche en la arboleda, en los follajes ha anidado el rayo, vago jardín a la deriva entra, tu sombra cubre esta página.
Ojalá la lluvia entonces nos traiga buenas noticias esta segunda mitad del año que recién inicia.
Recuerdo de Maricruz Patiño Por Mario Alberto Medrano
Javier Marín se reencuentra con su retablo en Zacatecas [en el Jubileo de los artistas y la cultura en la Catedral Basílica] Por Jánea Estrada Lazarín
Y, entonces, ¡coléricos…! [Sobre Balún-Canán, de Rosario Castellanos] Por Miguel Cansino Assens
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Recuerdo de Maricruz Patiño
6Por Mario Alberto Medrano
El pasado 1 de julio, se dio la noticia del fallecimiento de la poeta Maricruz Patiño. La conocí entrado a mis 24 años y fue determinante su enseñanza de la poesía. Siempre aguerrida, directa y con profunda sensibilidad para guiar los primeros poemas de quienes comenzábamos a escribir.
Si bien mi primer encuentro con ella fue en las instalaciones de Héroes del 47 en Sogem, la viví y aprendí en su casa de Valle de Bravo. Fue un viernes de fiesta con un grupo de amigos que decidimos viajar a su casa para tener un fin de semana de tallereo. Maricruz nos recibió con el gusto de quien ve a sus nietos de nuevo: con cierto tono de ternura. Aquella ocasión éramos 4: Joana, Daniel, Alejandro y yo.
Todos teníamos la idea fija de ser poetas y de escribir poesía. Por mi parte, por aquel entonces escribía un libro que quería titular “Navegar es necesario”, y que intentaba ser un diálogo con Pessoa -quien, bien se sabe, decía que navegar es preciso-. Y si alguien conocía por su nombre interno al mar, ella era Maricruz.
También por ese tiempo estaba leyendo Árati, su libro de poesía ganador del Premio Efraín Huerta. Las imágenes que me ofreció el vasto mar de Maricruz me animaron, aunque también tuve la sensación de que no lograría escribir versos tan pulidos, tan limpios y hechos de luz como los de ella. Por ejemplo, el fragmento IV de “Visiones del mar”, donde hay un preámbulo de esa “piel oscura del océano”:
El desbordamiento del río arrastra piedras con suave furia y los verdes del follaje hablan del amor profundo de la tierra Raíces hojas del plátano sudando cristalinos países gotas tibias que se derraman en la epidermis del fango
susurros delirantes del trópico zumban insectos que buscan nuestra sangre las serpientes ku-kus atraviesan el arroyo entre troncos remolinos ritmo de metales y el fagot de las burbujas que anida entre las rocas
En los poemas de Maricruz se advierte su gusto por el ritmo, por la musicalidad, apuesta mucho al sonido y suele tejer imágenes claras y muy entendibles. Gran lectora de Bachelard, Maricruz encontró en la ensoñación y el agua (cuyas todas las imágenes son de pureza, decía el mismo Bachelard) dos pilares para su propia creación. Me voy a unir a lo que decía Alejandro Espinosa: a ella le debo la lectura de La prosa del transiberiano, de Blaise Cendrars, pero también La nube en pantalones, de Mayakovski, el análisis del Cementerio Marino, de Valéry, la relectura de Paz y la dimensión justa de un poema en particular: Canto a un dios mineral, poema que me deslumbró en una lectura en voz alta hecha por ella. Maricruz solía decir “cómo no nos van a decir a los latinoamericanos que somos barrocos, si nos toca describir un mango”, palabras más, palabras menos. Y en ella hallé, acaso, lo contrario: una
“Cómo no nos van a decir a los latinoamericanos que somos barrocos, si nos toca describir un mango”. Maricruz Patiño
poesía muy clara y acendrada. Entendí que ella puso el acento en la música, pero no abandonó las imágenes:
He aquí la noche con sus sombras cansadas silencio de grillos saltando entre la hierba…
Eduardo Casar atinó a decir que la poesía de Maricruz “tiene una enunciación rítmica, nunca se cae, si se puede asociar a música está bien, pero también al baile, porque el poema se sostiene sobre sus dos pies y ésos se deslizan desde los primeros versos hasta los últimos”. Recuerdo que después de los tallereos, le envié mi libro de poesía “Navegar es necesario” y me leyó con paciencia y mucho tino. Me ofreció palabras de aliento y reconoció versos bien logrados y esencia poética. Me emocionó, y lo agradecí.
Tiempo después, no coincidí más con Maricruz, pero nunca le perdí la pista. Supe de ese gran trabajo editorial que fue la Trilogía poética de las mujeres en Hispanoamérica; estuve en su homenaje en Bellas Artes, pero no atiné a saludarla. La leía a la distancia.
Maricruz fue fiel a sí misma, transparente y frontal. Incomodó. Emprendió excelentes proyectos culturales, especialmente en Valle de Bravo, y fue maestra de varias generaciones de poetas y de poemas.
No intento hacer una biografía suya, pues ya habrá quien se encargue de ellos, los premios y libros de poesía, la gestión cultural y las clases en escuelas. La recuerdo a la distancia y bajo la sombra del inmarcesible privilegio de la memoria.
Descansa en paz, Maricruz.
Una farsa es la mañana.
Maricruz Patiño, foto tomada del Facebook. Foto de Fernando Uribe.
Javier Marín se reencuentra con su retablo en Zacatecas [en el Jubileo de los artistas y la cultura en la Catedral Basílica]
6 Por Jánea Estrada Lazarín
El 4 de julio regresó Javier Marín a Zacatecas. Participar en el “Jubileo de los artistas y la cultura” fue el motivo y las actividades que se llevaron a cabo tuvieron que ver con la intención de la Iglesia Católica de acercarse a la comunidad de creadores en el Estado. Desde hace unos meses, el presbítero Juan Diego Chávez, encargado de la Pastoral Educativa de la Diócesis de Zacatecas, se coordinó con el Clúster Turístico y Cultural de Zacatecas para organizar un evento en el que la fe y el arte se unieran en la Catedral, ese espacio en donde la belleza del retablo resulta por demás inspiradora. Fue en 2010 cuando el retablo de su autoría finalmente fue develado en esta ciudad, pero el proceso había iniciado dos años antes, cuando la Lic. Amalia García Medina, en aquel entonces gobernadora de Zacatecas, habló con el artista para motivarlo a la realización de esta obra monumental que contó con el patrocinio de Gobierno del Estado de
Zacatecas y de empresas mineras que donaron el oro que recubre el retablo al que la poeta Elsa Cross se refiriera de esta manera en su texto “Retablo”, publicado por Terreno Baldío Arte:
“La línea en ascensión multiplicada rompe su movimiento rectilíneo en volutas y giros, sus tersos pliegues en furia arrebatada, su silencio simétrico en pasión.
Cada figura emerge como un grito, con gesto incontenible; cada imagen se yergue distendiendo del pie a la cabeza una visión de fuego, una añoranza que se agota en la presencia pura que la invade, la cubre, la sostiene.
Cada línea se abstiene de perderse.
De la tierra materna se levanta a la paterna gloria—o discurre al revés y es luz que baja.
Son rayos paralelos que descienden o vértices basálticos creciendo hacia la inmensidad.
Son cactos verticales en la faz del
desierto, o los tubos de un órgano en fuga que trastoca sus tersos argumentos, sus limpias notas en materia ferviente, con la irrupción de un cuerpo, de un peso y un volumen, con sus proclamaciones exaltadas: el ceño altivo, la fuerza del mentón, el ademán que invoca o que conmina al ángel o al demonio.
En colmena recóndita selladas las figuras irradian el fuego que contienen. Son paradigmas claros o enigmas que se cierran. Son alveolos purísimos de luz como el santo Francisco, o agazapada sombra como el dominicano manto negro con su estela de horrores y su tea ensangrentada.
Son sólo un claroscuro.
Cada figura emerge del silencio, de la quietud geométrica, para encarnar las formas de la fe. Cada figura santa es vulnerada por un golpe de gracia, un toque del espíritu, una punta de lanza en el costado, un aguijón de fuego empujando sin tre-
gua a la tarea escueta y sobrehumana, o al dolor inhumano, o a la grave oración penitencial.
La voz en el desierto—ay, sequedad del viento entre los labios.
Los estigmas abiertos—ay, carne traspasada sin piedad.
El mandato brutal—la cruz que ha de empuñarse como espada.
Y la gracia sin fin en el Niño que enciende la sonrisa, al abrigo del santo, cuando mira en el mundo que sostiene su propio suave rostro; en la Virgen que asciende, toda llena de gracia, con el vuelo y revuelo de su manto, la faz transfigurada.
Y en el fondo las líneas verticales. Son el plano infinito, el fondo primordial que en las formas finitas se desdobla, los hilos de la trama que da orden y fin al universo.
Son el Verbo divino del que se configuran las criaturas, toman su nombre y forma, existen en el tiempo y se disuelven cuando irrumpe lo eterno”.1
Retablo mayor y presbiterio en la Catedral Basílica de Zacatecas. De Javier Marín. Jubileo de los Artistas y la Cultura, con Javier Marín en la Catedral Basílica de Zacatecas.
Javier Marín en la Catedral Basílica de Zacatecas.
15 años pasaron para que Marín regresara a reencontrarse con esta obra que fue decisiva para ser considerado para realizar un proyecto para la fachada de la iglesia de la Sagrada Familia de Barcelona; él, junto con los artistas Miquel Barceló y Cristina Iglesias se encuentran actualmente generando la propuesta artística para la fachada de la Gloria de este templo que iniciara el arquitecto español Antoni Gaudí (1852-1926) y que ha sido considerado como una obra maestra -la parte construida por Gaudí fue declarada en 2005 patrimonio de la humanidad por la Unesco-. El Patronato de la Junta Constructora eligió a estos artistas para que propusieran el diseño del principal acceso a la iglesia, y a finales de este año decidirá quién o quiénes de ellos finalmente harán este trabajo durante los próximos 10 años.
Javier Marín llegó a medio día del 4 de julio a la catedral acompañado de Eduardo Mier y Terán -su representante-, quien es director de Terreno Baldío Arte en la Ciudad de México, con la intención de verificar en dónde se instalará una cédula informativa del retablo. Por esa misma razón, estuvo acompañado de personal del Instituto Nacional de Antropología e Historia que supervisó el material de la placa, sus dimensiones y determinó en qué espacio finalmente quedaría instalada.
La cédula contiene el nombre del autor Javier Marín; la fecha de creación: 2010; el nombre de quienes hicieron el proyecto arquitectónico -Claudio Gantous y Christian Gantous-; las dimensiones: altura 16.5 m. / ancho 9.75 m. / fondo 1.70 m. También, que la obra está conformada por 514 prismas modulares de abedul finlandés, acabados con hoja de oro de 24 quilates, bruñido a mano; que las esculturas son de medidas variables y realizadas en bronce a la cera perdida; en cuanto a los sitiales para canónigos, que están hechos en duela de ingeniería de roble europeo y bronce a la cera perdida (medidas variables); que la mesa del altar está realizada en bronce a la cera perdida y mármol rojo Alicante (310 x 100 x 10 cm.); y que para el presbiterio se utilizó duela de ingeniería de roble europeo con un espesor de 2 cm., y ancho de 30 cm. con largos variables.
Ese medio día del viernes, Javier Marín mencionó que ese reencuentro con su retablo lo sorprendió, que aunque tenía claro cómo era, algo había cambiado en su percepción, pues ahora lo veía de una manera distinta a cuando quedó instalado hace tres lustros, que iba “envejeciendo bien” y que el paso del los años le había favorecido. En la catedral, fue muy emocionante ver cómo la gente que se encontraba ahí lo reconocía y se acercaba a platicar con él y nos hizo recordar cómo, cuando Manuel Felguérez vivía, era igualmente abordado por la gente para saludarlo a su paso cuando visitaba la ciudad.
Por la noche, a las 19:00 horas, el Obispo de Zacatecas, Monseñor Sigifredo Noriega Barceló ofreció una misa en la que estuvieron presentes varios artis-
tas entre los que identificamos a pintores, grabadores, fotógrafos, escritores, actores y directores de teatro, músicos, así como a galeristas, directores de museos y gestores culturales. El Obispo habló de la importancia de los artistas y de cómo colaboran en la sensibilización y cohesión de la comunidad, y recordó a los artistas que han fallecido recientemente, entre otras cosas, durante la celebración en la que también participó un coro diocesano.
Al finalizar la celebración eucarística, tanto el Obispo como el presbítero Guillermo Cabrera Bautista participaron en el encuentro sobre el retablo y su valor artístico y litúrgico. La intervención del padre Cabrera estuvo enfocada a describir de manera detallada cómo está conformado el retablo y quiénes son los personajes representados en las esculturas que lo integran; y también compartió datos sobre la simbología que puede uno identificar en cada uno de los detalles desde el piso del presbiterio hasta la parte más alta del retablo.
Al finalizar la intervención del padre Guillermo Cabrera, inició una sesión de
preguntas y respuestas; eso dio pie para que el público entablara un diálogo con Javier Marín, quien al responder a algunos cuestionamientos, habló sobre el impacto barroco que hay en el retablo, sobre el movimiento que parecieran tener ciertas piezas escultóricas, y sobre cómo los prismas fueron concebidos así porque quería que “tuvieran un juego importante con la luz; desde el momento en que los prismas están en esta colocación en diagonal se produce un juego con la luz que es cambiante todo el tiempo; a mí me interesaba que en este sentido el retablo cobrara vida y ese juego está relacionado con la luz que cambia y da esos reflejos; tiene que ver también con el movimiento ascendente”, dijo el artista, quien también hizo referencia a las estrías de las columnas de catedral, pues tuvo presente desde el inicio que su intervención “tuviera un buen diálogo con lo preexistente, todo esto lo tomé en cuenta al momento de diseñar los elementos de composición que iban a sostener a las imágenes escultóricas”.
En cuanto al reflejo de los prismas y el
juego que hacen con la luz de día, Javier Marín apuntó que “este reflejo, la parte que hace una especie de resplandor alrededor de la virgen sucedió y lo vimos cuando ya estaba terminado; se calculó el retablo como un elemento exento del muro de atrás y se tomó en cuenta la luz que entra por la ventana”. Esto nos motiva a ver con nuevos ojos el retablo, la idea es que ahora podamos observarlo, en diferentes momentos del día, para ver cómo ese resplandor cambia conforme la luz del sol aumenta o disminuye su intensidad.
En la sesión de diálogo también hubo una pregunta relacionada con si había un documento técnico que especificará qué hacer en un futuro en caso de que el retablo requiera restauración o mantenimiento; fue muy esclarecedor saber que al finalizar la instalación del retablo se entregaron los documentos e informes técnicos tanto a la Diócesis como a Gobierno del Estado en donde está esa información que debe tomarse en cuenta cuando se requiera.
Al terminar ese encuentro que se extendió hasta pasadas las 10 de la noche, nos trasladamos a la Galería Episcopal en donde se llevó a cabo un brindis y donde pudimos seguir conversando con Javier Marín, con los sacerdotes y los artistas que lo acompañaron. Una tormenta cayó con fuerza y eso propició que hubiera un espectáculo de danza bajo la lluvia en la rinconada de Catedral. Fue una velada memorable.
Al día siguiente, y antes de regresar a la Ciudad de México, el padre Juan Diego Chávez fue el guía en el Santuario de Plateros, pues les hizo un recorrido tanto al artista como a Eduardo por la iglesia y ese espacio en donde cientos de exvotos en honor al Santo Niño de Atocha son exhibidos.
La visita de Marín a Zacatecas generó ideas para nuevos proyectos que, en coordinación con el Clúster Turístico y Cultural de Zacatecas y con más aliados que puedan irse sumando, se llevarán a cabo en próximas fechas.
Arte
La mesa del altar está realizada en bronce a la cera perdida y mármol rojo Alicante.
Eduardo Mier y Terán, Juan Diego Chávez, Javie Marín, Jánea Estrada y Miriam Pineda, en la sacristía de la Catedral Basílica de Zacatecas.
Y, entonces, ¡coléricos…!
[Sobre Balún-Canán, de Rosario Castellanos]
6 Por Miguel Cansino Assens
Literatura
Leer Balún-Canán de Rosario Castellanos es un privilegio excepcional. Primero, porque esta novela es cumbre en su narrativa y accesible en la edición de las Obras, o en su versión individual, se reedita y llega a sus lectores, después de que se publicó por primera vez en 1957. Su circulación editorial, para nuestra fortuna, no se ha interrumpido; salió hace 68 años. Estos años tiene que se publicó en el primer centenario del nacimiento de su autora.
El discurso que encierra, lo analiza además de otras puntualizaciones con acierto, su estudiosa Adriana Pacheco: “La belleza de la narrativa, la descripción de la naturaleza y el paisaje, las tradiciones y costumbres milenarias”; los entremezcla recordando la niña de 7 años creciendo en un lugar como Comitán, Chiapas. Se impone como ejemplo de fidelidad la ciudad y la que encierra esa posible universalidad literaria.
Para esta exploración de sus páginas, quiero participar, tengo en mis manos la edición del Fondo de Cultura Económica de 1957; un privilegio que ante un año como éste la considero una lectura excepcional. Hay que encontrar su esencia inmediata para oír con fuerza un eco perdurable que sucede desde la entrada inicial. Se vuelve un clarinete, un recordatorio, un ejercicio de exploración del lenguaje. Sucede la indagación del lenguaje como ejemplo de la historia de aquel pueblo. Es una profundidad por su idioma y sentir viva la palabra, su hablar y esa huella filosófica. Hay que ir al párrafo de la primera entrada y sentir al unísono se vuelve memorable: “-… Y entonces, coléricos, nos desposeyeron, nos arrebataron lo que habíamos atesorado: la palabra, que es el arca de la memoria. Desde aquel día, arden y se consumen con el leño en la hoguera. Sube el humo en el viento y se deshace. Queda la ceniza sin rostro. Para que puedas venir tú y el que es menor que tú y les baste un soplo, solamente un soplo…”. He aquí esta síntesis para la invitación a la lectura, conocer las páginas de una novela que es cumbre en su realidad y su confirmación literaria desde la narrativa. Se vuelve ejemplar esta novela dentro de la obra de Rosario Castellanos. La segunda parte tiene una entrada equidistante, la fugacidad de imágenes reiteran un estilo, pero deslumbrante. Antes de ir a ese párrafo por supuesto se puede hacer un alto y se vuelve una fuente maravillosa cuando la entrada señala que, esto es lo que se recuerda de aquellos días. La invitación a conocer su fuente por medio del Chilam-Balam y es como ingresamos
al recuerdo y al tiempo aquél que ha quedado atrás. Quizás, lejano a nuestros ojos nos lleva a la cultura de los pueblos prehispánicos del México antiguo (y nos recuerda la revisión de
Clavijero y otros).
Por sus páginas hay que seguir su huella, su fuente de inspiración y nombrar por su plenitud la narrativa de esta escritora que no nació en
Chiapas sino en la Ciudad de México, pero es eso sí, es la escritora más universal y cosmopolita de Comitán. “El viento del amanecer desgarra la neblina del llano. Suben, se dispersan los jirones rotos mientras, silenciosamente, va desnudándose la gran extensión que avanza en hierba húmeda, en árboles retorcidos y solos, hasta donde se yergue el torso de la montaña, hasta donde espejea el río Jataté”. Con esa fuerza sucede a la vista la realidad desde la casa grande y familiar que se sitúa en el centro del llano y sus muros encierran la fuerza y resisten el asalto del tiempo. La tercera entrada: “Llegamos a Palo María en pocas horas. Pues hoy, los caminos están secos y todos viajamos a caballo. Mi padre ha espoleado el suyo hasta que le sangran los ijares. En la majada de la finca hozan los cerdos. Sobre el ocotero se acumula la ceniza de innumerables noches. ¡Desde qué distancia viene la aguda voz de los gallos, el rumor con el que trabajo se cumple en los jacales, en el campo! Todas las puertas, todas las ventanas de la casa grande están cerradas. Desmontamos frente al corredor y nos estamos allí, llamando, sin que nadie advierta nuestra presencia. Hasta que al cabo de un rato aparece un indio y se acerca a preguntarnos qué se nos ofrece”. Son plenos poderes aéreos su diálogo, su exploración y se vuelve un reflejo, un autorretrato de su infancia temprana, la definición de su acción poética. La interrogante: ¿Polo María es qué…? Un pueblo alejado de la zona urbana, o sugiere: es la ciudad inventada en su narrativa.
Rosario Alicia Castellanos Figueroa (1975-1974)
Balún-Canán, de Rosario Castellanos
Soledad, infancia y amor Mi madre me crió junto con mi tía Porfiria Yolanda Solano Corona, su hermana más cercana. Fui a vivir a casa de mis abuelos tras la separación de mis padres, tendría casi dos años cuando decidieron terminar su relación. No conozco a mi padre, a pesar de que cuando escribo esto (agosto 2024) comencé a crear una relación con sus hermanas.
Tras la muerte de mi abuela, descubrimos que mi abuelo tenía otra relación y él comenzó a vivir en otro lado y a visitarnos esporádicamente para llevarnos elotes o calabazas que seguía cosechando. Graciela trabajó por un tiempo de auxiliar administrativo en el Ayuntamiento Municipal, mientras Yolanda se encargaba de las actividades en casa, alimentarme y cuidarme. Mi madre trabajaba jornada completa y aún tenía energías para jugar conmigo o acompañarme a realizar mis tareas. Asistí al Jardín de Niños “Evangelina Ozuna Pérez”, ubicado en el centro de Tultepec, donde mi madre en los años 70 fue profesora. Conservo una fotografía de 1977 en donde se le ve con su grupo. Siempre me contaba lo feliz que le hacía enseñar, aunque no pudo continuar ejerciendo esa profesión, ya que las circunstancias económicas e ideológicas no le permitieron su formación en la rama de la pedagogía o la docencia. Nunca dejó de instruir, siempre fue mi mejor maestra, hasta el último día de nuestra vida juntos. Tras la separación de mi padre, Graciela emprendió una lucha constante, primero familiar y luego social. Fue cuestionada por su decisión al “convertirse” en madre soltera, término que en los años ochenta contenía un simbolismo negativo. Posterior a la muerte de mi abuela, la nueva vida de mi abuelo y el despido repentino de mi madre de su trabajo en la oficina, las cosas en casa fueron en picada. Mi padre nunca volvió a aparecer y jamás aportó recursos económicos o emocionales para mi crecimiento. Mi tía y mi madre se dedicaban a realizar diversos trabajos: elaboración de paloma, artefacto pirotécnico de trueno con forma triangular construido de periódico pintado de colores brillantes o de papel engomado. Fabricación de luz de bengala, estructura alargada con soporte metálico y pasta con aluminio que a la combustión emite destellos a ritmos lento y constante. Recuerdo parte de mi infancia tras salir de mis clases, ya en la escuela primaria Ignacio Manuel Altamirano, en medio de las formas rectangulares con cera que llamaban moldes. Elementos que se extendían por el patio para que
Dos veces fue otoño
[Parte 3]
Por Ángel Solano
el sol ablandara su consistencia y así, mi madre y tía, pudieran “clavar” con ayuda de un palo guía, cientos de alambres delgados y no mayores a diez centímetros de largo como parte de su trabajo. La paga era precaria, debían entregar un determinado número de moldes terminados para recibir la raquítica cantidad de uno o dos pesos e irlos sumando en la semana para poder lograr un cúmulo de cientos, monto que no era suficiente para dos adultos y un niño en edad escolar. Trabajaron también en el servicio doméstico, limpiando las casas de familiares con más recursos económicos que ellas. Mi tía tejía, realizaba manteles, carpetas y diversidad de objetos con gancho e hilo, cosas impresionantes que aún recuerdo como objetos paradigmáticos de la abstracción y que brindaban otro ingreso a la familia. Mi madre me ocultaba nuestra pobreza y tengo en mi memoria la imagen de dos acontecimientos que me la mostraron cruelmente. En una ocasión mi tía y mi madre me compraron dos piezas de pollo y me hicieron sopa de fideo yo comí contento, mientras ellas únicamente se alimentaron de tortillas con salsa. En otro momento, tras una cena, yo quería comer otro pan; mi madre no accedió, supongo que tenía
destinadas las piezas para otro instante, mi abuelo acababa de llegar y entró en un estado iracundo, le reclamó a mi madre y la terminó golpeado y pateando en el suelo, por no darme otro pan. Poco a poco comprendí que mi vida era distinta, que estábamos solos y debíamos cuidarnos con amor para sobrevivir.
Familia, diferencias y dibujo Mi madre me llevaba al psicólogo, pensaba que era un niño afeminado y debería ser corregido, mis vecinos se burlaban, me gritaban ofensas constantemente y llegaron a golpearme. Graciela se peleó con casi toda la cuadra por defenderme, eso ocasionó que no nos hablaran. Mis visitas al psicólogo eran molestas, me sentía agredido y violentado. Lo único que disfrutaba era que me ponían a dibujar, eso me daba alegría. En una sesión, recuerdo bien, le comentaron a mi madre que la falta de mi padre estaba generando conductas extrañas en mí. Ese día, en la terapia, me desnudaron y observaron detenidamente, el “psicólogo” después de tocar mis testículos salió a decirle a mi madre que uno de ellos estaba más alto y que también, mi “comportamiento femenino” se debía a eso. Jamás quise volver.
El día de mi nueva sesión yo me opuse a la orden de mi madre, ella me golpeó fuertemente con un cinturón en la cara, cuando se percató de la gran línea de azules-violetas que atravesaba mi rostro en forma diagonal, volvió en sí. Me obligó a mentir y me instruyó en la historia que debía contar -estaba corriendo y me tropecé, pegándome en el filo del sillón- no sé si lo conté con gran acierto, pero nadie nos cuestionó. Después descubrí que tenía el tabique nasal desviado como secuela por mi negativa de seguir en terapia. Mi madre no insistió más, sólo incrementó su represión y violencia contra mí.
Como ya no tenía tantos amigos cerca de casa y nuestros familiares también estaban alejados emocionalmente de nosotros, siempre me dedicaba a jugar solo y construir cosas con cajas de cartón.
Apilaba muchas en el patio donde me gustaba permanecer escondido, imaginando que eran parte de otro mundo o que habitaba en cuevas o tumbas de las cuales salía sin previo aviso convertido en zombi. Y es que una de mis actividades predilectas era ver las películas transmitidas en televisión abierta con mi madre. Los dos nos sentábamos en un mismo sillón pequeño, así no tenía miedo al ver los títulos de terror que me parecían fascinantes. “Pesadilla en la calle del infierno”, “El exorcista”, “Chucky el muñeco diabólico”, “Rambo” y “Terminator” eran algunos de los títulos que devorábamos juntos. Acción que se volvería un ritual que siempre deseaba repetir.
A los 9 años comencé a dibujar constantemente, siempre pedía libretas o cuadernos de hojas blancas y llevaba mis dibujos al salón de clases. Empecé a tener muchos problemas con mis maestros de primaria porque consideraban que el dibujar distraía a mis compañeros y era una actividad ociosa. Terrible pensamiento para la educación de un niño con tantas capacidades. Mi madre estaba constantemente asistiendo a los llamados de los docentes y me encontraba siempre en el pasillo o fuera de mi salón de clases por la misma situación, hasta que me prohibieron llevar mis dibujos. Como venganza y acto terrorista, realicé caricaturas de mis maestros, las cuales comenzaron a aparecer en los pizarrones de diversos salones, así alimentaba mi creatividad, así conocí una de las formas en que podía expresar mi enojo y frustración ante la prohibición de algo que me alegraba los días. Nadie supo quién los dibujaba. Así me fui a la secundaria, con deseos creativos reprimidos, que se transformarían en más rebeldía y provocación.
[Continuará]
Ver la Parte 1 y 2 de este artículo en: https://ljz.mx/18/05/2025/dos-veces-fue-otono/ https://ljz.mx/18/06/2025/dos-veces-fue-otono-2/
Río de palabras
Foto de Ángel Solano
Desayuno en Tiffany’s, mon ku Dos procuradores (Two prosecutors), de Sergei Loznitsa [Festival de Cannes 2025]
6 Por Carlos Belmonte Grey
En raras ocasiones viendo una película dejo de ver el teléfono y la hora, en más de una ocasión los minutos se hacen largos. Pero me acaba de pasar, haber visto el reloj cuando ya pasaba más de una hora de la película, el tiempo pasó volando mientras veía Two prosecutors (Dos procuradores) de Sergei Loznitsa.
El director, nacido en la Unión Soviética -ahora Ucrania- filma una austera, pero increíble historia del período estalinista. En 1930, en plenas purgas estalinistas, un joven procurador -miembro del partido y ferviente leal bolchevique- de justicia de un pueblo provincial se entera, por medio de un mensaje filtrado, de los excesos de los carceleros y agentes de la NKVD (Comisariado del Pueblo de Asuntos Interiores) quienes obligan, por medio de la tortura, a los presos a declararse opositores al gobierno de Stalin y contrarrevolucionarios; con esto ellos pretenden dar muestras de solidez y estabilidad política.
El joven procurador se pondrá la misión de ir a Moscú para entrevistarse con el Procurador General y terminar con las torturas injustificadas. La historia, tal cual venimos de resumir, parecería tratarse de una simple historia política de la dictadura de Stalin.
Cinco huis clos Lo increíble es que Loznitsa usa un austérrimo dispositivo narrativo: cinco huis clos de diálogos entre dos o
tres personajes con sus transiciones a manera de pequeños gags: uno con los carceleros, otro con el detenido, otro con un veterano de guerra, otro con el procurador, y otro con dos pasajeros del tren. En dos horas Loznitsa consigue hacernos ver el terror de la dictadura.
En 1940 Ernst Lubitsch filmó The shop around the corner, una cinta con una tienda que sirve de set de la historia, y se le reconoció la vitalidad de los diálogos y el dinamismo de los movimientos de cámara en un entorno que podría haber sido asfixiante. Loznitsa consigue volver esos
espacios, asfixiantes y represivos, en lugares verdaderamente agobiantes pero dinamizados por sus eficaces diálogos. La historia no deja de avanzar. El espectador no tiene tiempo de perderse la información y la mímica de los personajes porque se puede quedar rezagado en el continuar de los acontecimientos.
Una obra censurada por 40 años La película está basada en la obra homónima escrita por Georgy Demidov en 1969. Demidov fue arrestado en 1938 en Kharkiv (Ucrania) en donde él trabajaba como físico experimental del Instituto Técnico de esa ciudad. Estuvo 14 años detenido en los campos de concentración que él describe como un “Auschwitz sin hornos”. Ese periodo de su vida es el relatado en la novela. Ésta fue escrita en 1969, en esa época no se podía publicar este tipo de textos, ni leerlos a los amigos (era un riesgo de muerte). En 1980, todos los manuscritos de Demidov fueron requisicionados por la KGB hasta que, en 1988, un año después de su muerte, le fueron restituidos a su hija. La novela fue publicada en el 2009 tras 40 años de censura.
Bien que Loznitsa trató de respetar el texto original, le dio un tono mucho más amplio apoyándose en la estructura de Gogol y de Kafka, para crear una evidente tragedia, con lugar para lo grotesco y, por tanto, una farsa. Dos procuradores formó parte de la Selección Oficial de Cannes en competencia por la Palma de Oro.