El pasado sábado 28 de junio, se inauguró en la Galería Vetagrande la exposición Una farsa es la mañana, de Óscar Édgar López, integrante del Rey Chanate, un espacio cultural independiente de Zacatecas. Dos centros culturales independientes establecieron una alianza estratégica de apoyo mutuo para este evento en el que se presentó una carpeta de grabados, se exhibió una serie de piezas en pintura y otra más de acuarelas sobre papel arroz. Todo estuvo a la venta y lo que fue recaudado será destinado a imprimir más ejemplares de la nueva novela de Oscar Édgar, Un oso amoroso es un ser monstruoso, que será publicada próximamente.
Óscar Édgar López. Susana y los viejos. De la exposición Una farsa es la mañana.
Editorial
La Gualdra No.
Medusa Editores es “una editorial independiente orientada a la publicación de textos capaces de resultar memorables tanto para la mente como el alma de nuestros lectores”, lo anterior se puede leer en su sitio web y quise compartir esa frase porque justo acabo de terminar la lectura de un libro publicado por ellos y cumple a cabalidad con la promesa citada. Se trata de Palabras del hombre que vendrá ayer, de Sigifredo Esquivel Marín, originario de Pinos, Zacatecas, escritor, filósofo, profesor en la Universidad Autónoma de Zacatecas, y colaborador de este espacio gualdreño que ha sido alimentado con sus palabras en diferentes momentos. El autor nos comenta que este libro es “el más personal” que ha escrito; terminó de editarse “el mes de junio de 2025, en un limpio y fresco lunes tras una tormenta de arena”, consta de 109 páginas y tiene en la portada The Fazer Bar, una magnífica obra de Henry Ericsson. Antiprólogo con advertencia; Advertencia; Uno: Hijo; Dos: Padre; Tres: Espíritu; Autorretrato hablado en tercera, segunda y primera persona; y un colofón, son las partes que lo integran; y cuando uno lee el índice a simple vista puede pensarse que se trata de un texto filosófico con reflexiones religiosas; luego, en el Antiprólogo nos sentencia: “Mi maestro Jaime Augusto Shelley se estaría retorciendo en su tumba. Diría que no he aprendido nada: que poesía y filosofía son agua y aceite que no se mezclan”,1 pero Sigifredo logra hacer esta mezcla alquímica de poesía en prosa con filosofía y no sólo eso, sino que logra un resultado muy disfrutable, a pesar de lo doloroso que resulte por momentos vernos reflejados en esta especie de espejo reflexivo.
En la parte “Uno: Hijo”, el autor discurre sobre distintos episodios que ha vivido con su hijo y nos presenta una serie de imágenes como la siguiente: “A veces de reojo, apenas de soslayo, reconozco en el espejo algún rictus o mueca que me revela la impostura del padre que soy y el duro fardo de seguir con la rutina como si fuera lo mejor o acaso lo único; quedo horrorizado y no me reconozco en esa otra persona; finjo no darme cuenta para que la normalidad espectral prosiga. Me gustaría
preguntarle a otros cómo le hacen para seguir con el teatro de una paternidad feliz”,2 Sigifredo analiza su rol de padre y cómo su hijo es capaz de sacudirlo con una pregunta sencilla o una petición inocente, y al verlo dormir en el regazo de su madre surge la siguiente idea: “Uno aprende a ser hijo cuando tiene uno, antes no sabe serlo. Quizá nunca se sepa del todo ser padre; quizá sea una tarea imposible, como decía el viejo Freud”,3 aquí lo que prevalece es la incertidumbre y surge entonces una duda, si eso fuera cierto ¿entonces quienes no tenemos hijos no sabemos serlo?
En “Dos: Padre”, reflexiona ahora sobre su rol de hijo en relación con su padre enfermo, y, es, quizá la parte más dolorosa porque comparte su experiencia de ver cómo las facultades físicas de su progenitor se han visto disminuidas paulatinamente a causa de una enfermedad autoinmune. Esta parte toca el corazón sobre todo a quienes vemos cómo nuestros padres envejecen y con la edad su salud decae: “Una enfermedad incurable es una sentencia de muerte. Quizá haya algo peor: saber que uno va a morir y que dependerá cada vez más de los otros, es verdaderamente angustiante”.4
Pensar en lo que pasará resulta aflictivo, y como decía Pascal, el miedo existencial emerge en la conciencia de nuestra fragilidad. Hasta aquí les cuento, por razones de espacio, sólo la mitad de este libro que recomiendo ampliamente.5 Este libro nos confronta de una manera muy peculiar porque habla de cosas que nos atañen como seres humanos, y nos deja con la idea de trabajar más en nuestro presente; Sigifredo ha estructurado su texto a dos voces, una que sentencia y la otra que complementa; al leerlo imaginé a dos personajes representados por el mismo actor, sentados en un sillón en el escenario de un teatro, iluminados con luz cenital; pero me gustaría más que lo leyeran ustedes y nos compartan también sus opiniones. Enhorabuena, Sigifredo. Que disfrute su lectura.
Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com
1 Esquivel Marín, Sigifredo, Palabras del hombre que vendrá ayer, Medusa Editores, Chihuahua, junio de 2025, p. 19.
2 Ibidem, p. 33.
3 Ibidem, p. 41.
4 Ibidem, p. 53.
5 Puede comprar el libro en la siguiente dirección: https://www.medusaeditores.com/product-page/palabras-del-hombre-que-vendrá-ayer
Contenido 3
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Andrade Diseño Editorial Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com
Una farsa es la mañana, de Óscar Édgar López Por Jánea Estrada Lazarín
La ráfaga roja de Liliana Blum Por Mario Alberto Medrano
Lo que usted ignora sobre la burocracia del Ego, en Don Quijote de la Mancha, Segunda parte, de Miguel Cervantes Saavedra [4] Por Daniel Sibaja
Acerca de Arqueología del paraíso, de Julia Melissa Rivas Por Manuel Parra Aguilar
28 years later, de Danny Boyle Por Adolfo Nuñez J.
LGBTQ+ Por Marco Antonio Flores Zavala
Herencia y creación de Maritza M. Buendía Por Víctor Cedeño
Una farsa es la mañana, de Óscar Édgar López
6Por Jánea Estrada Lazarín
El pasado sábado 28 de junio, se inauguró en la Galería Vetagrande la exposición Una farsa es la mañana, de Óscar Édgar López, integrante del Rey Chanate, un espacio cultural independiente de Zacatecas. Dos centros culturales independientes establecieron una alianza estratégica de apoyo mutuo para este evento en el que se presentó una carpeta de grabados, se exhibió una serie de piezas en pintura y otra más de acuarelas sobre papel arroz. Todo estuvo a la venta y lo que fue recaudado será destinado a imprimir más ejemplares de la nueva novela de Oscar Édgar, Un oso amoroso es un ser monstruoso, que será publicada próximamente.
Platicamos con Óscar Édgar ese día y nos contó que esta exposición surgió con la idea de exhibir sólo las 50 piezas que hizo durante varias mañanas y a las que concibió como un ejercicio constante, “despertaba y antes de hacer cualquier cosa, de ir al celular sobre todo, hacía este ejercicio de pintura, en vez de hacer yoga pues yo hacía esto… esta exposición fue rechazada en otro lugar que ya había pactado, con el argumento de que eran muchas y temían que se fueran a maltratar, pese a que yo les dije que no importaba porque son efímeras y no me preocupaba si se mojan, se arrugan o se las lleva el aire o un canijo”.
Fue entonces que Alberto Ordaz le ofreció el espacio de la galería-cantina situada en la calle Ameca de Vetagrande, un lugar en el que cada vez es más frecuente que se inauguren exposiciones y se programen eventos culturales con la anfitrionía de Nidia Saucedo también, “le dije sí, cómo no; soy muy argüendero, siempre me muevo en parvada y tengo la fortuna de tener grandes amigos, le propuse que no solamente traería la exposición sino que había que hacer una serie de cosas para compartir y gestionar fondos para poder hacer más ejemplares de la novela porque queremos llegar a más lectores”, nos dice este artista multidisciplinario que además de pintar escribe, imparte clases en educación media superior y hace una gestión cultural constante.
Óscar Édgar tiene la facultad de combinar muy bien la literatura con las artes plásticas y él afirma que esto se debe a que se complementan “yo siempre he hecho una y la otra; cuando era un adolescente me interesaba irme a estudiar a San Carlos o a la Esmeralda, pero no fue posible y entré a la facultad de letras. Entonces ya tenía dos libros publicados, yo sabía que la facultad de letras no hace escritores, que hace críticos”.
Este artista, además, ha escrito en diferentes medios de comunicación, primero tuvo una columna llamada “La trinidad del bikini” en El Sol de Zacatecas, con Yolanda Alonso, y en la que hablaba de arte y música; en el suplemento El Mechero tiene una nueva columna actualmente
y en este espacio gualdreño también ha colaborado en diferentes momentos; sin embargo, considera que lo que él hace no es crítica: “lo que yo hago no es crítica porque no soy objetivo, porque primordialmente hablo de los pintores y libros que me gustan; además me permito hacerlo como un juego también, puedo hablar de un recuerdo muy personal, de una lectura, de obras específicas… A mí me gusta mucho lo que se está produciendo ahora, hay artistas maravillosos en todos lados, me gusta su obra y en la medida de lo posible yo compro, porque pienso que los artistas tenemos que generar una industria del arte aquí en Zacatecas y nadie lo va a hacer por nosotros. Es un poco un deber moral consumir la obra de los amigos, de los compañeros, yo no voy a esperar que me compren si yo no compro;
no voy a esperar que vengan a mi evento si yo no voy a los suyos; pero, sobre todo, hay que hacer comunidad. Cuando tú sabes que un colega tuyo está exponiendo pues vas a apoyar, si te gusta algo lo compras, si no te gusta pues no lo compras… y ya”. Lo anterior me llevó a preguntarle sobre el proyecto del Rey Chanate al que no considera sólo una galería sino como un proyecto social, “porque sí fungimos como un centro social donde se reúne la gente, donde compartimos, hay intercambios y donde si alguien vende tamales y no tiene dónde venderlos lo puede hacer acá; ahí aceptamos a todos”, nos comparte además que nunca ha surgido la idea de poner un filtro porque “siempre hemos sido muy libres; claro que eso nos ha traído problemas, por supuesto, porque hemos recibido a personas problemáticas y hemos lidiado
Grabado de Óscar Édgar López
con conflictos, pero tenemos ya más de 10 años operando siendo totalmente abiertos e incluyentes sin cerrarle la puerta a nadie; y bueno, quienes lo integramos somos muy buenos amigos, nos entendemos muy bien y hemos podido delegar las actividades según nuestros nuestras capacidades y nuestras virtudes”.
El Rey Chanate es, por convicción, un proyecto totalmente independiente “nunca hemos tenido ningún apoyo gubernamental, si algo también nos caracteriza es pensar que debemos dejar atrás el paternalismo; debemos de hacer las cosas nosotros, nadie va a barrer mi calle, yo tengo que barrerla; ni se lo pedimos ni se lo reprochamos, no tenemos ningún problema con el gobierno, simplemente hemos decidido hacer nuestras cosas a nuestra manera y así ha salido muy bien”. Óscar Édgar no para de trabajar, es un apasionado de la historia del arte y, a la par de participar en su colectivo, imparte clases en el municipio de Tabasco, Zacatecas, en donde también tiene planes de realizar proyectos que contribuyan a la divulgación de la historia y la cultura del pueblo, como en la edición de un catálogo de poetas del municipio de principios del siglo XX hasta principios del siglo XXI. “Yo digo, ve a Francisco Toledo, a Emilio Carrasco, a Gilberto Aceves Navarro, a los maestros: la labor del artista no termina en el lienzo o en la placa; es obligación del artista también crear comunidad y aportar a la comunidad. No me eximo de nuestras fallas, hemos tenido también que aprender de los errores”, nos dice con humildad, antes de la inauguración de su exposición, en la que hizo lectura de algunos de sus textos, y en la que también hubo música a cargo de Centro Norte, la participación de Martín Galván y la compañía de muchos amigos. Enhorabuena, Óscar Édgar.
Óscar Édgar López en la inauguración de Una farsa es la mañana.
La ráfaga roja de Liliana Blum
6 Por Mario Alberto Medrano
Libros
Dentro de las novelas que tratan el conflicto de la Segunda Guerra Mundial o ambientadas en ella mis favoritas son las escritas por Primo Levi, en especial Si esto es un hombre. Agregaría dos: Noche, de Elie Wiesel, y La familia Moskat, de Isaac Bashevis Singer.
En el imaginario colectivo hay una obra en especial que vive fija en la memoria (incluso es referente y forma parte de la bibliografía en educación básica): El diario de Ana Frank, aquel conjunto de cuadernos de una niña holandesa que vivió oculta en su casa mientras ocurría la ocupación alemana.
Recientemente, apareció Ráfaga roja (Seix Barral, 2025), de Liliana Blum, novela que se encarga de mostrar la vida de Hannie Schaft, quien fue espía, mensajera y francotiradora hasta que fue asesinada, con tan solo 24 años.
Para mí, Liliana Blum es una de las narradoras mexicanas más poderosas de la actualidad. En especial, hay dos obras suyas que me resultaron asombrosas: El monstruo pentápodo y Tristeza de los cítricos: por un lado, una novela con una vuelta de tuerca maravillosa; por otro, un libro de cuentos sobre la violencia, con personajes devastados, llevados al límite. Además, Pandora y Cara de liebre son, a su manera, una muestra de la obsesión por el cuerpo del otro, por la naturaleza corrompida que causa una erosión en el deseo. En esta novela, desde el inicio hay un entramado muy evidente: el me-
Ráfaga roja, de Liliana Blum
morioso. La protagonista, encarcelada, decide hablar con su hermana menor muerta, a quien utiliza como interlocutora en un monólogo entre las rejas. Hay, como en algunas de las novelas de Faulkner, saltos temporales y el flujo de conciencia. Lo que narra esta protagonista es el horror. Al parecer, no hay nada que nos pueda (y por el contrario, siempre hay algo nuevo que conocer) sorprender, que la historia misma, los archivos no nos hayan mostrado sobre Auschwitz, sobre el Holocausto o sobre la lucha bélica en Europa. Considero que entre los grandes aportes de esta novela es darnos una protagonista neerlandesa de la Segunda Guerra Mundial. Anna Frank fue por años el rostro de esa trage-
dia, pero con Ráfaga roja se suma Hannie, una mujer singular, valiente y quien todo el tiempo está probando su fe, quien se asume como una agente activa en todo esto. Este libro es raro entre los de Blum. Parece que se sale del universo de la autora, quien había centrado sus historias en este país, incluso en algunos cuentos habla sobre el narcotráfico. Uno pensaría que la escritora se salió de su zona de confort, sobre todo al escribir una novela histórica, pues lo que se cuenta aquí está documentado y está en el territorio de la no ficción, aunque, claro, hay mucho de inventiva en la novela. Y es justo, por ser una novela, que se aleja de ser diario o una biografía. En este entramado narrativo se
cuenta con la oralidad de quien está en un delirio justo antes de morir, con detalles, pues quien narra tiene tiempo de hurgar por cada recuerdo. Hannie es una mujer que cava su propia tumba al recordar desde el inicio y cómo se sumó a la confrontación.
“Annie, hoy no me han traído nada de comer. Creo que es el día. No querrán desperdiciar comida con alguien que va a morir en unas horas. Tengo alivio y terror. Estoy cansada. Gracias por haberme escuchado todos estos días. Si es cierto lo que dicen, te veré pronto, a ti o a Jan”. Creo que si este personaje no es tan conmovedor como Ana Frank es justamente porque es lo contrario a ella. Esta chica, que no vivió más de 25 años, es una revolucionaria, una mujer que no esperó la muerte bajo la sombra de un hombre. Es cierto que aquellas novelas que cuentan el Holocausto impactan por su cercanía a la podredumbre y la vileza, por la tragedia misma. Ráfaga roja no siempre alcanza esos tonos tan potentes, pues su entramado suena muy pensado, como un artefacto literario y no como la confesión misma.
Liliana se convierte en la verdadera interlocutora de la combatiente holandesa, y por ello mismo no supura una herida abierta, sino que más bien es la cicatriz. Esta novela se une a un puñado de obras donde las mujeres se convierten en el personaje central de una historia que nunca había sido contada, como si hubieran sido borradas de la historia misma.
Acerca de Arqueología del paraíso, de Julia Melissa Rivas
6 Por Manuel Parra Aguilar
Con Arqueología del paraíso, Julia Melissa Rivas ganó el Concurso del Libro Sonorense en la categoría de poesía. Esto es algo significativo dentro de la historia del certamen, al ser la segunda ocasión en que una mujer obtiene el galardón en este género (la primera en lograrlo fue Armida de la Vara en 1947, con Canto rodado).
A través de la metáfora de la fermentación de la masa para la elaboración de pan (oficio en el cual Julia Melissa cuenta con una amplia experiencia), la autora reflexiona sobre las relaciones humanas, tanto en el ámbito de pareja como en el marco de una sociedad que, aunque percibida como cada vez más impositiva, resulta imprescindible.
La obra establece un análisis de las actitudes y conductas que condicionan las interacciones humanas, tanto en el núcleo familiar (asociado al hogar) como en el contexto social (fuera de este). En este sentido, destaca la relevancia de la comunicación como eje articulador de las experiencias humanas, lo cual incluye emociones como la desazón que emerge en estos escenarios relacionales:
¿Recuerdas? no dijimos nada por días enteros; decidimos callar y masticar en silencio nuestro sigilo.
[…]
En los pasillos internos de la hogaza tengo ordenados mis libros, los borradores de la historia de mi vida, nuestras horas de sopor y de ternura remojadas en una taza de café.
Desde los primeros poemas se percibe una sensación de sinsabor que se relaciona con la inacción. En este contexto, el silencio se presenta como un espacio necesario para organizar las ideas, reflexionar y considerar posibles alternativas frente a las circunstancias.
La metáfora de las burbujas como pasillos en el pan introduce un ámbito simbólico en el que las experiencias se materializan; ofrecen un espacio de identidad y memoria. Esto resalta la importancia del hogar como un lugar que no sólo alberga a quienes habitan en él, sino que también preserva y organiza las vivencias compartidas. La hogaza de pan, por otro lado, se constituye como un refugio que guarda las emociones y las interacciones humanas.
El libro inicia en un espacio íntimo y esencial: el hogar. Este espacio funciona como un punto de partida para la voz poética, permitiéndole enfrentarse tanto
a sí misma como al otro con quien comparte este ámbito. Este enfrentamiento muestra la tensión emocional que surge al habitar un espacio físico limitado, definido por paredes, pasillos y ventanas, centrándose en el calor que ofrece la cocina y, específicamente, el proceso que implica hacer pan; es decir, el alimento. La metáfora de la hogaza de pan amplifica esta percepción, simbolizando la delimitación: pasillos, paredes, habitaciones; y el flujo emocional del espacio. En este sentido, en el hogar cada elemento adquiere una dimensión que trasciende su funcionalidad. Anteriormente esta idea había sido explorada por la autora. Si en Habitaciones, por ejemplo, la voz poética reflexiona sobre la relación del hogar con la memoria y los objetos: “Alguien se pregunta por el paradero de las cosas / en esta casa ancha y escasa de secretos”; y en Imperio, enunciando desde la perspectiva de Clarice Lispector, señala: “Donde la distancia y el hollín corrompen, he necesitado una casa, un lugar, una silla en el denso y sólido extremo de la vigilia”; en Arqueología del paraíso ese hogar se re-
afirma como un espacio afectivo, un lugar desde el cual la voz que enuncia toma decisiones y reflexiona sobre su sentir.
Gaston Bachelard asocia la imagen primordial del hogar con el nido, un símbolo profundamente arraigado en las uniones afectivas y, al mismo tiempo, en las tensiones disruptivas que pueden emerger en estas relaciones. Julia Melissa Rivas, en Arqueología del paraíso, presenta una casa como un espacio que, si bien parece privado, revela una permeabilidad que conecta el interior con el exterior de las personas que la habitan. Por ello las ventanas, como elementos arquitectónicos, actúan como miradas que dejan ver lo externo y a su vez reflejan los movimientos internos y emocionales. Así, el hogar se posiciona como un espacio dialógico, capaz de contener y reflejar tanto la intimidad como la interacción con el mundo exterior:
Hay una voz —como moneda que cae al piso— que me dice —como quien acaricia la envidia— que la sabiduría y el juicio me pertenecen.
Acomodo mis ropas con brusquedad
frente a cualquier espejo de la casa y trato de salir.
¿A dónde vas sin anticipar destino alguno?
¿Sin medir la mesura en tus bolsillos?
Desde el título, Julia Melissa Rivas interroga la noción de hogar y su relación con la identidad individual y colectiva. La autora invita a reflexionar sobre los restos y vestigios que el hogar deja tras de sí, simbolizados en la imagen de las migajas que configuran un rastro hacia un paraíso perdido: “Mas el horno y la cocina tibia tuvieron su olor de migas y cenizas, y eso es lo que queda”. Esta metáfora, a la vez que remite a una concepción nostálgica del pasado, también apuesta por un análisis de lo que la sociedad y las relaciones humanas han dejado atrás en su búsqueda de nuevas formas de interacción.
Así, Arqueología del paraíso es la disolución del individuo en el núcleo familiar tradicional; propone, en su lugar, un ser que se afirma desde la multiplicidad de perspectivas. La harina, la masa, el leudado y el pan, como símbolo central, adquieren una dimensión significativa: como producto de un proceso complejo que implica trabajo, es el sustento material, transformación y comunión. Recordemos que en Génesis el pan se convierte en el símbolo del esfuerzo humano tras la expulsión del paraíso; la autora toma esta idea, trasladándola al contexto de su poesía: el pan es el resultado de un ciclo de vida que comienza con los granos fecundados, transformados a través del trabajo y la paciencia en alimento y significado:
Esto es lo que sé:
De la harina se hace el pan.
De la semilla de trigo en un trigal.
Arqueología del paraíso es un libro de reconstrucción simbólica. La inquietud en torno al pan, como sustento material y espiritual, resuena en la obra al relacionar las nociones de trabajo, transformación y memoria con el acto poético. El libro resignifica lo vivido, como señala María Antonieta Mendívil en la cuarta de forros, ofrece un registro emocional que interpela tanto al pasado como al presente; se manifiesta como un espejo de las inquietudes humanas, donde el lenguaje poético se convierte en una herramienta para explorar los vestigios del paraíso, así como para proponer nuevos significados en la construcción de la experiencia humana.
*Manuel Parra Aguilar. Hermosillo, Sonora. Maestro en Estudios de Arte y Literatura por la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Ha ganado el Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines; los Juegos Florales Iberoamericanos Ciudad del Carmen; el Premio Internacional de Poesía Oliverio Girondo, organizado por la Sociedad Argentina de Escritores, SADE; el Premio Nacional de Poesía Amado Nervo; el Premio Nacional de Poesía Alonso Vidal, entre otros. Libros: Los muchachos del Guinness Book, Permanencias, Pertenencias, entre otros. Instagram: https://www.instagram.com/manuel_parra_aguilar/?hl=es Facebook: https://www.facebook.com/manuel.parraaguilar
Arqueología del paraíso, de Julia Melissa Rivas Hernández
Lo que usted ignora sobre la burocracia del Ego, en Don Quijote de la Mancha, Segunda parte, de Miguel Cervantes Saavedra [4]
6 Por Daniel Sibaja
MC [Y una mañana, saliendo don Quijote a pasearse por la playa armado de todas sus armas […] vio venir hacia él un caballero, armado asimismo de punta en blanco, que en el escudo traía pintada una luna resplandeciente, […] encaminado a sus razones a don Quijote, dijo: / —Insigne caballero y jamás como se debe alabado don Quijote de la Mancha, yo soy el Caballero de la Blanca Luna […] Vengo a contender contigo y a probar la fuerza de tus brazos.]
DS [Y una noche, encerrado Daniel en la lectura por las avenidas cargado de libros […] vio venir hacia él a un autor, cargado asimismo de ediciones en pasta blanca, que en el maletín traía dibujado un sol cubierto, […] acostado en sus locuras a Daniel, dijo: / —Insignificante autor y siempre como se debe ignorado Daniel Sibaja, yo soy el Último Alumno de los Infrarrealistas […] Vengo a darte la mano y a probar que tus debilidades sólo te hacen más fuerte.]
Aquellos días la Emérita era un embrollo, la ciudad seguía creciendo. Aquí las personas admiradas se vuelven tus enemigos. El trabajo y el orgullo nunca se encontraron en buen sendero, no tuvieron ninguna relación estrecha. Mi trabajo y el orgullo fueron un péndulo siempre hacia la noche. Entonces, la batalla del Quijote y el Caballero de la Blanca Luna en la playa fue un golpe real para mí. No quiero estar aquí. Quiero olvidarme de la gente, tal vez, más ahora que nunca. La última parte de El Quijote de la Mancha llegó a mis manos este junio, cuando, por las fechas o el calor, mis emociones comenzaron a revolverse. ¿Quiénes eran mis enemigos ahora? No lo sé, pero la ciudad se había convertido en una sensación amarga del ego.
Adquirí una biblioteca entera este mes. Llegó a mi segundo piso en una camioneta a punto de reventar, cuando los del colegio privado ignoraron mis propuestas para construir unos cuantos libreritos con ruedas. Porque en su idea: …una escuela tecnológica no necesita de un sitio arrumbado de libros, nunca fueron bien vistos los estantes, pues no deseaban convertirse en una “bodega” (qué mala imagen, qué vergüenza…). Aquí estábamos, subiéndolos. Sabiendo valorar lo que pocos distinguen en muchas cajas de autores perdidos.
—Daniel, ¿qué vas a hacer con tantos
El Caballero de la Blanca Luna
libros? —me preguntaron, los tres abogados de bienes raíces de la Emérita.
—Puedo hacer muchas cosas con ellos —contesté.
—Hoy vas a dormir entre libros, es el sueño hecho realidad.
Quizá este texto moleste a los admiradores de Ulises Carrión. Pero más allá de perder la vista todos los días, de jugarme el oficio y la comida, como quien tiene un último deseo antes de la silla eléctrica, ahora voy compensando mis errores con horas frente a las letras, imaginando libros. Así es, la vida pudo ser mejor, pero escribo y qué le vamos a hacer.
El Caballero de la Blanca Luna es un policía de la verdad. Lo veo por el pe-
Fabregat, José Joaquín (1748-1807).
a Don Quijote en las afueras de Barcelona
hacia nosotros. Concluyo, todos los meses estoy a punto de perderme en el vacío.
MC [—Señores —dijo don Quijote—. (…) Yo fui loco y ya soy cuerdo; fui don Quijote de la Mancha y soy ahora, como he dicho, Alonso Quijano el Bueno. Pueda con vuestras mercedes mi arrepentimiento y mi verdad volverme a la estimación que de mí se tenía. / (…) si la buena suerte les trujere a conocer al autor que dicen que compuso una historia que anda por ahí (…), de mi parte le pidan, cuan encarecidamente ser pueda, perdone la ocasión que sin yo pensarlo le di de haber escrito tantos y tan grandes disparates como en ella escribe, porque parto de esta vida con escrúpulo de haberle dado motivo para escribirlos.]
DS [—Compañeros —dijo Daniel—. (…) Yo fui cuerdo y ya soy loco; fui Daniel Sibaja y soy ahora, como he silenciado, Daniel Alejandro el Malo. Pueda con ustedes maestros mi rebeldía y mis mentiras llevarme al desprecio que de mi personalidad pasaban a chisme. / (…) si por mala suerte les regalaran algo de mi autoría que dicen haber publicado por ahí (…), de mi parte escuchen, cuan empobrecedor deshacerme, chínguense por esta ocasión que cada vez que lo pienso reflexiono acerca de su perfección y tan grandes valores humanos como en su slogan presumen, porque hoy parto de esta clase de vida con mucha elegancia de haberles dado una razón para despedirme.]
riférico en las mañanas, alrededor de la Emérita. La tarea del caballero fue sencilla, traer de vuelta al Quijote a casa. A veces me pregunto, ¿quién será la persona que me llevará de nuevo a mi hogar? Después de este silencio, ¿se lo han preguntado? El ego viene cuando podemos cambiar, tenemos todas las lecciones aprendidas, vivimos con píldoras, ejercicios, tratamientos, soledad, las manos ocupadas. Pero seguimos tropezando. Y escuchamos el “eso no te sirve para nada”, “has perdido el tiempo”, “nadie quiere estar contigo”. El infinito se guarda entre las aberturas del cerebro. El odio crece por ¿impulso?, ¿o por ceguera? Una falta de visión y comunicación de nosotros
No sería la primera vez. No quiero dar explicaciones: …me voy al carajo. Esta edición conmemorativa, publicada por Alfaguara para los maestros, yace completamente desbaratada; sin portada ni lomo, con papeles rasgados; las grandes líneas de diálogos, rayadas, coloreadas; y algunas páginas hechas añicos. Así estoy cursando mis veintisiete años, en el desequilibrio total de mis emociones, tecleando para salir de este precipicio. Quisiera compartirles este coraje que tengo por vivir. Que las personas de altas expectativas se acaben. Que yo pueda sostenerme por mí mismo y contarles las mejores historias de mi vida. Que así sea, y que vengan los que tengan que venir; que se vayan los que no soporten, que voy hacia ese preciso momento, no importa con qué o con quién. Váyanse al demonio. Vayan con Dios. Con quien ustedes más quieran. Yo me quedo, y escribiré. Vale.
* Mérida, Yucatán, 1997.
derrota
Era el año 1996 cuando el cineasta británico Danny Boyle dirigía Trainspotting, uno de los retratos más enérgicos y viscerales del mundo de las drogas y sus múltiples adicciones, así como una piedra angular del cine realizado durante esa década. Este periodo fílmico estuvo marcado por el desencanto, la desilusión y el hartazgo; sentimientos que fueron el producto de un ambiente que anticipaba, a la vuelta de la esquina, el fin de los tiempos ante la llegada del nuevo milenio. El fin del mundo nunca ocurrió, al menos no de la manera cataclísmica y cinematográfica que se había previsto. Esto no evitó que Boyle recreara y filmara ese escenario postapocalíptico, en la que es considerada, por muchos, una de las obras fundamentales dentro del cine de horror del nuevo siglo, así como una cinta que reinventa el subgénero de zombis. 28 days later (2002), protagonizada por un en aquel entonces desconocido Cillian Murphy y escrita por Alex Garland (Ex Machina, 2015), es una cinta atípica e inquietante, repleta de momentos perturbadores, pero también extrañamente conmovedora. La rareza en sus temáticas y tonos sólo es reforzada por la técnica con la que fue filmada, con cámaras digitales que capturaban imágenes borrosas, sin nitidez y que crean una atmósfera opresiva y angustiante. Al final, el filme de Boyle es un retrato de lo me-
28 years later, de Danny Boyle
6 Por Adolfo Nuñez J.
jor y lo peor que la humanidad tiene para ofrecer, ante las circunstancias más adversas y frente a la incapacidad de establecer una comunicación de manera clara y civilizada.
Pasarían más de veinte años para que Boyle, una vez más en colaboración con Garland, decidiera contar un capítulo más de esta historia. 28 years later (2025), retoma el universo establecido en la película original, al mismo tiempo que funciona como la primera entrega de la que promete ser una nueva trilogía.
Alejado de las grandes urbes, el filme transcurre en una isla fortificada y aislada, que se conecta con el resto del continente por un puente que
El acrónimo va creciendo, el actual es LGBTTTIQAP+ -Lesbianas, Gais, Bisexuales, Transgéneros, Transexuales, Travestis, Intersexuales, Queer, Asexuales, Pansexuales, Plus. Corresponde a las varias identidades y orientaciones sexuales de las personas. Esto indica que la bandera del arcoíris incluirá otros colores.
Antes de las palabras homosexual y gay, eran utilizados insultos: afeminado, marquita, joto, maricón, puto... La prensa y las tradiciones orales dan cuenta de ello. Es posible que usted recuerde que la revista Alarma -la cual sostenía económicamente el semanario Impactodaba vuelo al señalamiento tipo Salem a través de “reportajes” y fotografías sobre las sociabilidades gais, sus lugares y prácticas; también relataba con sorna las represiones y violaciones a los derechos de las personas, se focalizaban en Guadalajara, Monterrey y la Ciudad de México.
28 years later
solo puede cruzarse si la marea baja lo permite. El Reino Unido ha sido arrasado por completo y se ha vuelto el hábitat de seres infectados de todos tamaños y formas, desde unos más lentos y torpes, hasta otros más veloces e inteligentes.
A pesar de esto, la comunidad de la isla vive de manera armónica y autosuficiente, con ciertas reglas, creencias y tradiciones que se deben respetar. Entre ellas existe un rito de iniciación hacia los varones en su paso a la adultez, que consiste en cruzar al continente y regresar luego de haber afrontado todo tipo de desafíos y riesgos. Dicha prueba debe ser superada por Spike (Alfie
Antes, en las décadas de los 70, 80 y 90, en Zacatecas las revistas de autores o temáticas lésbico gay -no necesariamente de predominante contenido gráfico o porno- eran ofertadas en las estaciones de autobuses, en estanquillos donde debían adquirir, además de las publicaciones de interés, otros impresos para envolver la compra “pecaminosa, inmoral, exclusiva para ciertos adultos”. En el mercado de la cultura impresa eran objetos clandestinos, onerosos y destinados para públicos restringidos, el vendedor autorizaba al comprador.
El aumento de títulos de revistas gais, provenientes de la capital del país, hizo comprender a los vendedores que la mercancía tenía lectores, por tanto, debieron separar del estante de Alarma, a un anaquel especial las clandestinas Hermes, Macho Tips y Atractivo, aunque el lugar todavía estuvo alejado de la mirada cotidiana. Otro detalle, los libros de
Williams), un chico de 12 años que es acompañado por su padre Jamie (Aaron Taylor-Johnson). Todo mientras Isla (Jodie Comer), la madre del pequeño, padece una extraña enfermedad que la hace quedarse postrada en cama durante largos periodos de tiempo.
Boyle parte de este inesperado coming of age postapocalíptico para retomar sus experimentaciones visuales y su enérgico montaje, que incluyen el uso de múltiples iPhone 15 Pro Max, cámaras tradicionales y drones. Todos estos elementos consiguen una expresividad visual única y una narrativa de ritmo trepidante y vertiginoso.
Esta estilización no impide que la cinta logre generar un efecto emotivo en el espectador, dentro de una historia que reflexiona sobre temáticas ligadas a la inevitabilidad de la muerte. Al igual que en la cinta original, Boyle y Garland centran su atención en las relaciones humanas, y postulan que negar la muerte como parte natural de la existencia es restarle valor a la vida misma. También es negar a los que ya no están y que merecen ser recordados. En un momento de la historia donde los seres humanos se han mostrado cada vez más indiferentes ante la pérdida y el dolor propio y ajeno, 28 years later resulta ser una cinta de una relevancia inesperada y de un valor innegable.
Genet (Diario de un Ladrón), Zapata (En jirones y El vampiro de la colonia Roma) y Caminha (Buen criollo) también ocuparon un lugar entre los libros; el hecho ocurrió cuando profesores y profesionistas los compraron como lo que eran: literatura, no pornografía. Cuánta libertad cultural y económica hizo Uriel Martínez, en comercio ambulante ofrecía en abonos o pago completo su poemario Lubricantes. En fin, cada lector y vendedor tiene su secuencia con la cultura impresa de la diversidad sexual. Insistiré, las publicaciones no eran pornografía, a lo sumo eran páginas con imágenes con desnudos bla. Respecto de los lugares de sociabilidades de la comunidad, los relativamente abiertos, fuese en Tacuba o las instalaciones de la feria, tienen como antecedentes los salones de tal concurrencia en la zona de tolerancia y uno, muy de los ochenta, estuvo en los bajos del quiosco del parque Enrique Estrada.
La apertura comercial y las libertades contribuyeron a la diversificación de espectáculos, música para baile y otras prácticas lúdicas.
Las marchas, este año en la edición 23, tienen como precedentes los discretos concursos de belleza, la participación de travestis en fiestas patronales de localidades o de ferias de cabeceras municipales. En todo ello hubo y hay insultos e intolerancias, pero también se van manifestando compresiones, reconocimiento y respeto.
Como historiador he comenzado a estudiar las sociabilidades que, a golpe de insulto, intolerancia y desprecio, han tomado conciencia de su existencia, sus derechos y el ejercicio de su libertad. Recupero una historia de lo gay en Zacatecas, que existe y se construye cotidianamente (libertarismo, conciencia de clase, perspectiva de género, nuevas masculinidades).
6 Por Marco Antonio Flores Zavala
Herencia y creación de Maritza M. Buendía
6 Por Víctor Cedeño
Literatura
Hoy, es apresurado y riesgoso utilizar etiquetas, o a modo de un prestidigitador, describir y guiar a los escritores a lo que llamaremos El Canon. Los nuevos momentos estelares de nuestra literatura quedan ensombrecidos por la incertidumbre misma de nuestra contemporaneidad: nuestra modernidad deshecha no sabe si son meros atisbos efímeros de genialidad que entre la marea de novedades sólo quedarán registrados en las antologías, las enciclopedias o los catálogos editoriales perdidos en una página web que no se actualizó o simplemente no se pagó, o si no, la indecisión del mérito único y exclusivo por las ventas masivas que no equidistan con la calidad del texto; sea como sea, el texto corre el peligro del olvido o el peligro del hartazgo popular. Hoy vivimos con libros publicados para cubrir una cuota de producción y de consumo, sin saber la intención de los autores, no se percibe culturalmente un intento de preservarlos hacia el futuro. Por eso mismo, es tan refrescante y necesario encontrar autores de grandes palabras resilientes a esta abrumante posmodernidad, un trabajo de polígrafos, de mucha suerte, pues el gran texto no siempre compagina con la gran publicación, el gran prestigio, tristemente compagina con el gran descubrimiento, pero, en este caso, con la gran sorpresa de saber que una gran autora,
Maritza M. Buendía, queda consagrada en una de las editoriales que más distribuye, mejor recaba y aglomera a los autores que mejor construyen la educación sentimental de nuestra literatura.
Para hablar de Maritza es necesario hablar de dos tradiciones. La primera: una donde se inscribe en las letras hispánicas como una autora que recupera elementos característicos de las generaciones precedentes —en particular del siglo XX— y los reformula con un aire nuevo, rejuvenecedor, adaptado a nuestro tiempo. A mi gusto, se trata de una gran tradición barroca: la de reescribir, sin cesar, nuestra historia literaria. La segunda: una tradición que ella misma construye. Al modo de Borges, de Garro o del mismísimo Paz, Maritza repite sus propios tópicos, los reescribe como un palimpsesto, haciendo de su obra un territorio libre donde se construye su propia genealogía literaria.
Claro que, sus primeras obras sufren esta necesidad de actualizarnos y no mirar atrás, quedan en ediciones de tirajes considerables, pero muy difíciles de conseguir. Gracias a las bibliotecas públicas y los libros prestados, pude hacerme de cinco lecturas que sustentan este ensayo: La memoria del agua publicada en 2002 por Fondo Editorial Tierra Adentro, En el jardín de los cautivos publicada en 2005 por la misma editorial, Tangos para Barbie y
Ken publicada en 2016 por la editorial Textofilia, Jugaré contigo y Cielo cruel publicadas respectivamente en 2018 y 2023 por Penguin Random House Alfaguara.
En estos libros de novela, cuentos y relatos los tópicos se repiten, podemos enumerarlos, pero es más divertido saber que cada repetición de los tópicos, al mejor estilo sarduyiano, son una reconceptualización, nuevos términos, olvidar y volver a conocer, reconocer las distintas estructuras que nos son dadas, reconsiderar lo que conocemos.
En su narrativa el tema del erotismo lleva un tratamiento mucho más profundo, es el punto en el cual se articulan demás inquietudes, a modo borgesco, obsesiones que plagan sus textos de una manera siempre positiva. Son el recurso ideal para explorar su mismo tópico desde muchas ópticas, como un Diagrama de Venn en el que conjunta sus permanentes obsesiones. A grosso modo se puede separar en dos categorías que se intercalan entre sí, una de ellas es el juego entre una voz personal, generalmente en primera persona o focalizando un personaje específico, y el juego perverso de las muñecas, una relación que lleva al lector a lugares distintos, mucho menos digeribles, pero más emocionantes (La memoria del agua, Tangos para Barbie y Ken y Jugaré contigo); mientras que, en otra categoría estaría el relato desde una perspectiva más generacional que reinventa el sexo a distintas edades, ciertamente esta perspectiva es mucho más crítica, expone contundente distintas formas de tener sexo y sus implicaciones tanto emotivas como de dominación (El jardín de los cautivos y Cielo cruel). El ejemplo más comparable como palimpsesto de sí, sin dudas sería Borges, podría decirse Elena Garro u Octavio Paz, pero estos últimos parecen, a veces, negar parte de su pasado literario, cada escrito nuevo es una reconstrucción que despoja las impurezas del anterior y pretende inútilmente perfeccionarse. De otra manera, Borges concebía cada texto como un espacio donde había realizado una parte de sí, volvía a escribir la misma historia, con otros finales, con otros significados que no pretendían negar el original, todos de cierta manera son el original. Leer la narrativa de Maritza se siente como leer al ciego Borges que en su imaginación veía todas las posiciones del kamasutra inacabable que escribe Maritza M. Buendía. Y para hablar y concluir con la segunda, o más bien primera, véase de donde se vea, la tradición en la que se
instala. El lugar de las letras hispánicas que, dicho antes, lee y reescribe, rejuvenece, adaptaciones a nuestro tiempo, como un live action de Disney, pero bien hecho, un verdadero riesgo creativo que nunca se establece. Después de mucho tiempo, al menos personalmente, vuelvo a ver las grandes características del Boom, ese periodo que el Crack juró destruir y parecía más que muerto, renació. El juego intertextual directo, a veces oculto, en Maritza es evidente con su cuento Catgut o el retorno, referencia directa a Farabeuf o la crónica de un instante de Salvador Elizondo, o, el regreso de los espacios ficticios tan verdaderos, tan relacionables e inconfundibles con la realidad, fragmentos de la experiencia del autor, una reverberación a Comala, a Ixtepec, a Santa María o a Macondo, este nuevo nombre es Cielo Cruel y parece tener el mismo tratamiento generacional que Rulfo, Garro, Onetti o García Márquez le hicieron a sus pueblos, el antes y el después.
Y esto último me lleva a una divergencia, una actualización fundamental al tratamiento de estas historias. Y para ello, tengo que citar o al menos parafrasear a Lezama Lima cuando dice que después de Proust estamos condenados a esta eterna búsqueda del tiempo perdido, tenemos la maldición de no dejar de ver hacia atrás y pensar en la vida buena, Lyotard se ríe y nos dice, la vida de mierda, Maritza nos mira y nos dice, podemos aprender de ella. Ya no es el Cien años de soledad que implosiona, se regurgita en sí mismo, consumido por su tiempo que se repite y jamás se supera, es el momento de superar la condena proustiana, el viaje del eterno retorno. Es momento de aprender del pasado, por ello no es de sorprender que la matriarca Belén de este Cielo Cruel sea una profesora, por eso, este Cielo Cruel no se queda en pueblo, sino que al final vemos ciudad. Vemos después de mucho tiempo, desde las novelas fundacionales, mucho optimismo.
La obra de Maritza M. Buendía nos recuerda que aún es posible escribir con memoria, con deseo y con pensamiento. Leerla es regresar a los grandes artificios de la tradición sin renunciar a la urgencia del presente. Su narrativa, tejida con las prendas de Eros, si es que tiene, configura un espacio que no teme repetir ni revisitar, porque en cada repetición hay una reescritura crítica del mundo. Más que una heredera de nuestras letras, es ya una creadora de su propia tradición.