La Gualdra 655

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Del 5 al 9 de febrero se llevó a cabo, en Ciudad de México, Z SONAMACO, la plataforma internacional de arte, diseño, foto y antigüedades más grande e influyente de América Latina, fundada por Zélika García. Este año se reunieron más de 200 galerías de más de 30 países y se llevó a cabo una serie de actividades que incluyeron un programa de arte contemporáneo, diseño, fotografía y antigüedades con la coordinación de su fundadora y bajo la dirección artística de Direlia Lazo.

[Más de esta edición de ZSONAMACO en páginas centrales]

Jean Charlot. Mother and Child. 27.5 x 29.5 in. Óleo sobre tela. 1930. Galería Louis Stern Fine Arts. ZSONAMACO ARTE MODERNO, Online, 2025.

La Gualdra No.

Editorial

Pocas cosas me han dado tanta curiosidad en los últimos tiempos que tratar de entender el porqué de las reacciones en redes sociales, sobre todo cuando se trata de noticias sin comprobar, que, con un mínimo de esfuerzo podría saberse si son falsas o no, pero se asumen como verdaderas por el hecho de que fueron publicadas.

Porque parece mentira la verdad nunca se sabe es el nombre de una gran novela del escritor Daniel Sada, y hoy viene a mi memoria porque, en el caso de la obra de Rafael Coronel, “La mortaja”, bien podría aplicarse también “Porque parece verdad la mentira nunca se sabe” y es que al parecer la mayoría no quiere saber, sino replicar lo que ya se afirmó -e incluso se distorsionó- y para hacer la falacia todavía más “atractiva” se le van sumando datos inexactos que se asumen como verdaderos.

Supongo que la noticia sobre la obra de Rafael Coronel respondió en una primera instancia a un interés genuino por saber dónde se encuentra ahora dado que desde el 2021 dejó de estar en el museo. Después de hacer pública la noticia, se dio a conocer que el hijo del artista zacatecano la retiró de ahí en febrero hace 4 años, pues como heredero universal de los bienes de su padre, puede disponer de ellos sin que medie explicación pública alguna, pues se trata de una pieza de su colección privada. No lo hizo de madrugada como se ha afirmado, y hay documentos que comprueban que la operación se hizo con el rigor que se exige.

La obra “La mortaja” fue terminada y firmada en 1996; efectivamente tiene una frase manuscrita en la parte posterior del cuadro en la que se especifica que la pintura está dedicada -eso no implica que le pertenezca- a Federico Sescosse; supongo que fue así porque Rafael Coronel le tenía gran estima a don Federico y le reconocía de esta manera las labores realizadas para que, de 1987 a 1990, el edificio que hoy alberga el museo que lleva el nombre del artista fuera restaurado y acondicionado para recibir las piezas de su colección.

El día que Rafael Coronel falleció, el 7 de mayo de 2019, llegó a la oficina del entonces gobernador Alejandro Tello, un oficio del Notario Público No. 9 del estado, en el que se

remite la escritura “que contiene el contrato de donación para a título gratuito mediante el cual el señor Rafael Coronel Arroyo donó a el Gobierno del Estado Libre y Soberano de Zacatecas diversas obras con valor artístico”; se trata de la escritura pública número 16005, con fecha del 29 de mayo del 2002 en la que se especifica que la donación es de “la mayoría de las obras artísticas que se encuentran en el museo”, no la totalidad. En los anexos donde se describe a qué obras se refiere la donación no está incluida “La mortaja”; y tampoco se encuentra en el primer documento de donación realizado en 1989, por la sencilla razón de que esa pintura fue realizada 7 años después.

Donde sí se encuentra “La mortaja” es en el catálogo de obras que desde finales del 2018 Rafael Coronel decidió que vendería y por supuesto que el lote se ofreció primero a Gobierno del Estado de Zacatecas. En 2019 sobrevino la muerte del artista y después la crisis por la pandemia del Covid-19, por lo que la adquisición no se pudo concretar pese al interés por realizarla. Todo esto está en documentos que seguramente el Instituto Zacatecano de Cultura posee; darlos a conocer o no depende de las instituciones, no del hijo del artista.

La pregunta ahora es quiénes resultan beneficiados de que la noticia de una supuesta “sustracción ilegal” de la obra se siga tomando como verdadera. Ojalá fuera un legítimo interés por nuestros museos, que, por cierto, no tienen los visitantes ni locales ni foráneos que uno desearía. Los museos de Zacatecas requieren muchos recursos financieros, pero sobre todo voluntad humana y política para mejorar sus condiciones actuales, entre otras, la falta del personal mínimo necesario para que operen eficientemente. Ojalá que toda esta polémica suscitada sirva para propiciar que los museos y sus acervos tengan condiciones más dignas. Por lo pronto, lo invito a que los visite.

Que disfrute su lectura.

Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com

Para tener una copia, si es que se requiere, hay procedimientos legales ante las unidades de transparencia a los que cualquier ciudadano puede recurrir.

Contenido

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Sobre el docente contratado y su experiencia Por Saúl D. Kuri
ZSONAMACO 2025 Por La Gualdra
La Tesis de la soledad de Rodrigo Ramírez del Ángel Por Beatriz Pérez Pereda
The Brutalist, de Brady Corbet Por Adolfo Núñez J.

Sobre el docente contratado y su experiencia

I. Inseguridad laboral y normalización

A cada rato recuerdo que soy profesor contratado. Esto sucede con más viveza y ansiedad cada que se aproxima el fin de semestre. Mi seguridad laboral dura cinco meses veintinueve días, y no puede durar un día más porque después de ello sería acreedor a ciertos derechos que, por cierto, tal vez, no convengan a las cuentas. Para garantizar el cumplimiento de los cursos, que duran algo más de cinco meses veintinueve días, si todo marcha bien, cada docente será acreedor a una prórroga de extensión de un mes y quince días, tiempo que se supone será suficiente para finalizar el semestre. Al término de cada contrato, siguen al menos tres quincenas sin pago, y éstas pueden variar dependiendo la eficiencia del burocrático e impersonal departamento de pagos. En el nivel educativo en que trabajo, si todo marcha bien, el tiempo sin cobrar al finalizar los contratos será de mes y medio, luego de lo cual se pagará dicha prórroga para nuevamente quedar en suspenso otro mes y medio. Todo lo dicho puede variar en el caso de los docentes de recién ingreso, quienes con pesar o sin él habrán de esperar tantos meses como sea necesario. El total de tiempo anual mínimo sin co-

brar oscila en torno a los tres meses y puede extenderse.1

No tener seguridad laboral ni contar con un pago seguro cada fin de semestre, o tener que esperar y confiar en la eficacia de los intermediarios encargados de gestionar todo lo requerido para que los docentes reciban su pago, son sólo algunas de las cosas que experimenta el docente contratado. A la incertidumbre laboral y del pago inseguro, se suma el campo abierto de la experiencia singular de los diversos profesores en situación similar: la duda o la certeza frente a la que cada quien imagina lo que podría significar la estabilidad laboral (acerca de lo que podría o no garantizar); el discernimiento sobre el comportamiento diario y semestral (recuento de arrebatos y conductas “debidas” o “indebidas”); la puesta en perspectiva de nuestros modos de ser y de obrar; es decir, la trifulca personal por cómo uno debe de actuar y esperar: disponiéndose al servicio y a la entrega sin más, a la alienación continua y asumida como algo normal y, claro está, la “conciencia del deber” al que cada quien ha de inclinarse ya por interés, necesidad y conveniencia o, de acuerdo a las autoridades, por “el bien de todas y de todos”.

A lo largo de cada semestre, pues, cada docente de contrato experimenta y asume de diversas maneras su condición y, si ponemos atención,

como puede también inferirse desde el párrafo anterior, el influjo del medio social ante el que cada uno responde y se justifica.

El profesor de contrato está en un lugar asignado tanto por el sistema educativo –y su normatividad– como por la cultura escolar, tanto por el lugar en el que nace y se desenvuelve como por la historia personal que lo sitúa o lo empuja a donde está. Está a merced de su ubicación en el universo jerárquico al que se integra, de la región en la que nace y se sostiene, de los lugares a los que llega a trabajar y, por supuesto, de su propia historia y necesidad, de su carácter y drama personal. Así, adecua y modela su comportamiento obrando a conveniencia o aun peleando consigo mismo, reproduciendo la cultura predominante gustosamente, parcialmente o sin quererlo.

Para los docentes que experimentan la condición de contratados, este estado se revela, más tarde que temprano, como un estado normalizado; diluido en la vida personal y las necesidades prácticas, en el trajín cotidiano y el barullo de las cosas humanas y mundanas. En el vaivén de la vida individual y familiar, de los deseos y las ganas, de las dudas o razones utópicas y revolucionarias: la costumbre y la rutina se imponen volviendo en habitual y en algo en apariencia sin problema

la falta de certezas.

Los diversos modos como los profesores experimentan la condición referida podrían agruparse o tratarse separadamente, admitir elucubraciones filosóficas, teorías psicológicas, sociológicas o nacidas de la opinión pública que se inspira en su cultura, convicción y creencia. En cualquier caso, no cabe dudar de que el contexto, la andanza personal e incluso las herencias “genéticas” son determinantes en la recepción o la opinión que nos forjamos sobre nosotros mismos frente a dicha falta de certeza.

Tal vez sea preferible controlarse y no desesperar, procurar ver siempre las cosas amablemente: innecesario e incómodo andar por la vida comportándose como seres frustrados o malhumorados por no tener asegurado el trabajo y el salario. Salud mental, presión social, preferencia o carácter personal: costumbre, edad, pesimismo, ironía o hilaridad, etcétera; se contrastan y combinan, y en el equilibrio o el desequilibrio germinan forjando y variando la opinión y el sentido que la damos a la condición de ser contratados. Soterradamente, dándonos cuenta, conviviendo con otros o sin hacerlo, la inseguridad se convierte en parte de la vida cotidiana, difuminándose o desapareciendo frente a los otros y, en menor medida, en la soledad de cada uno.

Educación

Oswaldo Guayasamín . El Grito II. 1983.

ZSONAMACO 2025

Del 5 al 9 de febrero se llevó a cabo, en Ciudad de México, ZSONAMACO, la plataforma internacional de arte, diseño, foto y antigüedades más grande e influyente de América Latina, fundada por Zélika García. Este año se reunieron más de 200 galerías de más de 30 países y se llevó a cabo una serie de actividades que incluyeron un programa de arte contemporáneo, diseño, fotografía y antigüedades con la coordinación de su fundadora y bajo la dirección artística de Direlia Lazo.

La edición 21 presentó las secciones de Arte contemporáneo: Sección General, SUR, Arte Moderno y Ejes; ZSONAMACO Diseño y Emergente; Salón del Anticuario; y la sección de Foto; siempre con el objetivo de brindar espacio a voces establecidas y emergentes, y promover el descubrimiento y el diálogo a través de diversas prácticas artísticas.

En la Sección General participaron 132 galerías de 27 países y la selección estuvo a cargo del comité internacional integrado por Teófilo Cohen, Karen Huber, Lauren Kelly, Ben Loveless y Guilherme Simões de Assis. ZSONAMACO SUR fue curada por Manuela Moscoso, con la intención de profundizar en las prácticas artísticas del Sur Global. La sección de Arte moderno fue curada por Esteban King, el objetivo de esta sección fue redescubrir obras icónicas del siglo XX, principalmente, los movimientos avant-garde y

su impacto cultural. Ejes estuvo curada por Bernardo Mosqueira (Río de Janeiro, 1988), para explorar el concepto de libertad desde perspectivas críticas y poéticas.

Diseño, Fotografía y antigüedades en crecimiento: La Sección Diseño fue dirigida por Cecilia León de la Barra (Ciudad de México,1975). Diseño Emergente contó con la co-curaduría de Cecilia León de la Barra, Joel Escalona y Jorge Diego Etienne con la intención de destacar la innovación y el trabajo de jóvenes diseñadores.

ZSONAMACO Salón de Anticuario fue curada por Alfonso Miranda Márquez; su objetivo fue mostrar una colección de antigüedades y piezas patrimoniales, integrando arte sacro, joyería y mobiliario de gran valor histórico. La sección de Foto fue curada por Luis Graham Castillo; ahí se exhibió una selección de fotografía documental y conceptual, con propuestas de fotógrafos jóvenes y consagrados.

ZSONAMACO reconoció en su edición 2025 el talento y la creatividad de los artistas participantes a través de diversos premios: el Premio Erarta Foundation: in reconocimiento de $100,000 USD, otorgado por los asistentes de la feria a la obra seleccionada como "The Highlight of the Show"; Premio Tequila 1800 Colección: un galardón dirigido a artistas emergentes (ganadores: 1er. lugar: Teresa Serrano; 2do.

lugar: Magaly Lara; y 3er lugar: Tania Pérez Córdova); Premio AXA de Arte: un premio de hasta $200,000 MXN para una obra que será adquirida por AXA México, dirigida a fomentar el arte de mujeres artistas mexicanas bajo el concepto de "fragilidad" (ganadora: Galia Eibenschutz, con la obra “El tiempo de las plantas. Sobreviviente”); Premio Residencias Artísticas Patiño en Villa Albina: un programa que seleccionará a tres artistas para desarrollar proyectos en Bolivia (ganadoras: Nina K. Ekman, Juliana Correa y Chris Soal, para generar un diálogo entre la comunidad local y nuevas propuestas en el marco de la Agenda Bicentenario de Bolivia); Galardón Patiño-Liebsohn: un premio de $5,000 USD a la galería que proponga una curaduría innovadora en la que se destacan artistas latinoamericanos (ganadora: Galería SUMA); Premio de Residencia Casa Wabi: premio dirigido a artistas mujeres, que les ofrecerá una residencia en Oaxaca para fomentar la colaboración entre el arte y las comunidades locales; Fountainhead Arts Residency Prize: un premio para un artista de la sección EJES, que incluirá una residencia en Fountainhead Arts en Miami, con pasajes, hospedaje y actividades curatoriales; Premio Ling Ling: premio dirigido a artistas emergentes que consiste en la creación de una pieza especial que se exhibirá durante tres meses en el vestíbulo del restaurante (ganador: Romeo Gómez López).

En esta ocasión, ZSONAMACO tiene una sección online y estará vigente hasta el 20 de febrero. Usted puede ver una selección de piezas en esta dirección:

193 GALLERY, en la sección FOTO, ZSONAMACO 2025.
Diseño. Filamento Rugs. ZSONAMACO 2025.

https://zsonamacomexicoartecontemporaneo.alwaysart.com

PiLEVNELi, ZSONAMACO 2025.
Yiwei Gallery en EJES, ZSONAMACO 2025.
Zélika García. Fundadora de ZSONAMACO + ABC Art Baja
VIRIATHUS, en Salón Anticuario de ZSONAMACO 2025.
Galia Eibenschutz. El tiempo de las plantas. ZSONAMACO 2025.
Palo Gallery, en la sección SUR, ZSONAMACO 2025.

La Tesis de la soledad de Rodrigo Ramírez del Ángel

Adelanto editorial

Cuando leí la novela debut de Rodrigo Ramírez del Ángel, Dinero para cruzar el pueblo, Gato Blanco Ediciones, quedé muy sorprendida, primero porque Rodrigo es muy mal promotor de su novela, o quizá sólo sea que en el fondo de su personalidad desfachatada es un hombre tímido y discreto al hablar de su talento; entonces, empecé a leer con mucho escepticismo y resultó ser la mejor manera de acercarme a su obra, no esperar mucho para acabar convencida.

Lo segundo que llamó mi atención fue su capacidad para la construcción

de los personajes, principalmente los femeninos, la dosis exacta de artificio para que resulten verosímiles, altamente familiares y que sus discursos estén tan bien estructurados que supriman temporalmente cualquier incredulidad, se vuelven totalmente tridimensionales para el lector. Además, la mayoría de estos personajes presentan un binomio atractivo: son chistosos y desgraciados, casi trágicos; y justo esto, una colección de personajes al borde de la catástrofe, varios de ellos crueles, habitando el absurdo, que serían trágicos si la ironía del autor no los hiciera casi gro-

tescos, es lo que nos presenta Ramírez del Ángel en su más reciente libro de cuentos Tesis de la soledad, editado por la Universidad Autónoma de Nuevo León, y que obtuvo el Premio Nacional de Cuento Corto Eraclio Zepeda 2022. Víctimas de un destino amargo, con pocas o ninguna opción para escapar, paranoicos, desahuciados sociales, inadaptados, los hazmerreir de familias disfuncionales, migrantes de una desgracia a otra, son estos parias los que intentan probar la Tesis de la soledad de Rodrigo: que soledad no es sólo la del tipo romántico, que hay quienes tal vez no nacimos con las cualidades

necesarias e idóneas para triunfar en esta realidad y esa orfandad, esa soledad, es irremediable.

Al conversar con Ramírez del Ángel, le comenté que el autor de estos cuentos era una especie de “bully” profesional, que llevaba lejos aquello de formar el carácter de sus personajes, tanto que al terminar el libro uno piensa que la vida propia no puede estar tan mal, o no tan mal como la de los protagonistas de estas veinticinco historias, de las cuales aquí compartimos una de ellas con los lectores de La Gualdra.

Un milagrito*

Por Rodrigo Ramírez del Ángel

Por fin, ma, sí que me dejó esperando hoy. Soy yo, su niña. Yo sé, pues, qué milagro que la llamo, pero es que usté no sabe el ritmo de la ciudad. En el rancho, lo más emocionante que sucede es esto, que le llame alguien a alguien, pero acá en la ciudad eso es de todos los días, todas las personas tienen un teléfono en su casa, y estamos en el güirigüiri: ya sabe, chismosa como siempre; hasta hay algo que se llama larga distancia, mamita, nomás que sale bien caro, así que mejor le entro directo al tema. Usté sabe que cuando me fui del rancho le dije que jamás sería como mi apá, borrachazo. ¡Ay!, ¡cuánto disfruté verlo ahí todo caído y muertote en el barranco! Usté me dijo que si me iba a la ciudad me pervertiría, que mi apá se pervirtió acá, por el vino, algo así me dijo. Pero, ma, ¿qué le respondí?, que yo no iba a ser así. ¿Y qué cree? Sigo siendo una mujer hecha y derecha. Ajá, bueno, la verdad es que no me he casado. Tengo que confesarle algo. Usté ya tiene una nieta, se llama Victoria, como su abuela, ¿no le da gusto? Cuatro añotes. Pues sí, no estoy casada, le digo. Pues porque el hombre no quiere. Es que… déjeme le explico, ma, permítame, no hace falta que le rece a Santa Mónica ni nada. Acá en la ciudad, algunas personas no se casan, y el papá de mi hija, pues… Ya vio que le dije que nunca sería como mi apá, que en paz descanse, el desgraciado. Pues no lo soy, pero el papá de Victoria sí lo era. Igualito, mami, se iba a beber caña toda la noche, usaba la camisa igual de abierta con la panza de fuera, y seguro que tenía otras viejas, pero a mí, ¿qué?, porque yo soy como usté, ma, yo, trabaje y trabaje, porque a mi Victoria no le va a faltar nada, a esa niña la voy a hacer enfermera, ya va a ver. Y de usté aprendí esa paciencia, lo que el padrecito llama templanza, pero la verdad es que tuve un límite… no aguanté que me pegara, amá, un día andaba bien

6 Por Beatriz Pérez Pereda
Portada Tesis de la soledad, Universidad Autonoma de Nuevo León.

pedote y lo vi entrar al cuarto de Victoria cuando estaba bebecita y le dije que a dónde, y nomás se volteó a cachetearme, así como las que mi apá nos daba, ¿se acuerda? No, ma, no estoy injuriando ni levantando falsos: ahora me va a decir que lo estoy inventando. No, yo no invento nada, le juro que mi apá nos agarró a golpes, hasta yo tuve que curarle una herida en la ceja. ¿Cómo no se va a acordar?, si a mí todavía me sabe la sangre como si fuera ayer, y por eso hice lo que hice: ahora resulta que se hace la inocente. El papá de Victoria me hizo lo mismito, por eso estoy segurísima, y por esta, que mi apá sí nos tupió, porque cuando este hombre me agarró del chongo, recordé sus gritos, que usté lloraba como becerrita, y yo también, no crea. Pero no lo dejé porque es bueno o no tan malo como mi apá. Entonces le hablé a mi suegra y ella le ordenó que se fuera a Estados Unidos, allá donde se fue el primo Sotero y nunca regresó, según para que se tranquilizara. La cosa es que el hombre se fue. ¿Ma? ¿Amá? ¿Sigue ahí? ¿Mami? ¿Mami? Ay, pensé que se había cortado. Esto apenas sirve, y yo, con toda la morralla aquí. Le digo que así estuvimos unos meses Victoria y yo, solas. Viera tan inteligenta que es mi niña, bien lista, ya hasta le enseñé unas letras, y a escribir su nombre, pa que no sea como nosotras, que apenas leemos. Ya va, ma, ya va, ma, ¿qué?, ¿a poco no quieres saber de tu nieta? Bueno, pues… El hombre este al principio estaba llame y llame para decirme que me extrañaba y que mis ojos no sé qué: así, igualito a mi apá cuando se ponía romántico. Hablaba con su hija aunque ella no entendía aún muy bien quién es quién. Sólo me conoce a mí y no me gustaría que eso se quedara así. Ya sé que no va a venir a la ciudad para conocerla, sé cómo es usté, aunque llevemos seis años sin vernos, sé cómo es usté, para eso le hablo, pues, porque el hombre este, con el pasar del tiempo, me dejó de llamar y de llamar a su hija. Una compañera del trabajo, la cizañosa, ya sabe, como la tía Clotilde, que en todo se mete, me dijo que de seguro se consiguió a otra, a una güerita, como las de la tele, ma, como la Pinal en la película esa que le hace llorar. Entonces dije: cuernos, y que me puse a buscarlo, pero el manganzón nada me contestaba, y las llamadas eran muy caras, ni podía pagarlas. Me rendí, la verdad. Supuse que, como a mi apá, a este hombre también le metieron el pie frente al barranco del pueblo… acuérdese que el padrecito nos obligó a decir que mi apá se cayó por pedote, él solito. Mejor escúcheme. Yo dije: aprendí una lección, porque el siguiente hombre no va a ser como mi apá ni el papá de Victoria. Sí, ma, otro hombre: no nos tenemos que quedar vestidas de negro toda la vida; si viera cómo se vive acá, usté se me muere, pero se me alegra bailando danzón en

el zócalo. Conocí por una vecina a otro hombre, Josué, muy honrado, que no le daba cuscús que tuviera a Victoria: uno hecho y derecho, trabajador, no sé, bien diferente. Y así la llevamos unos meses, el Josué me traía flores a la casa y me decía cosas bien bonitas, hasta jugaba a las muñecas con Victoria, cosa que su papá, jamás. Me sentía feliz, ma, bien feliz, pero un día, que me llama un licenciado diciéndome que el papá de Victoria quiere verme, y yo así de: mira tú, a este no le metieron el pie. Total, que respondí que sí, pero no le dije nada a Josué porque, pues pa qué preocuparlo, ¿no? El lic ese me dijo que me vería en un hotel en el centro, de esos gigantes, como los que salen en la tele con tipos de sombrero. Pues llegué y me quedé ahí sentada un rato esperando: nada, que va saliendo el papá de mi hija, y no, ma, cómo le explico, era otro hombre. Se veía guapo, guapo, así como cuando mi apá se ponía sombrero, la corbata de bolo y perfumadote. Hablaba así medio chueco. Eran, ¿qué?, tres años de no verlo, más o menos. Estaba macizo, panzón, llenito de tanta comida. Me contó cómo era Estados Unidos, de que loncherías en cada esquina y que todo el mundo tiene carros, sí, ma, va-

rios carros, no nomás uno. Yo me hice la enojada, obvio, ni lo pelaba, pero pues… bueno, a la mañana siguiente, después de que nos despertamos, me dijo la verdad. Me dijo que se había casado allá con una güerita. La cizañosa tenía razón, ¿ya vio?, la maldita ponzoña. Y pues resulta que esta güerita no puede tener criaturas, así que regresó a México porque quiere llevarse a Victoria para hacerla gringa y criarla con su esposita. Yo me enojé, pero ahora sí en serio, no como la noche anterior. Estás pero si bien pinche loco, le dije, Victoria es mía y ella se queda conmigo. Me respondió que hasta yo me podía ir con ellos, de que a trabajar de muchacha, pero no, ma, yo no quiero irme para allá, ni hablar inglés sé, ¿y por qué otra señora va a cuidar a mi hija? Le dije que no, ni por toda la mejor vida que haya en ese país. Me fui de su hotel, pero estuvo llame y llame. No le dije nada a Josué, claro, de esa noche que tuve con el papá de mi hija, porque son cosas que suceden. Yo la vi a usté con el primo Aarón después de que mi apá pasara a mejor vida, no crea, la vi, amá, si yo no era tan inocente como usté cree. No pasa nada, ni es grave, no hace falta que llore, no importa eso, no chille, ya,

déjeme le cuento porque en verdad estoy en un apuro. Pasaron semanas en las que el papá de Victoria me estuvo llame y llame, pero yo no le contesté nunca. Más o menos ahí me di cuenta de que estaba con encargo. Ay, sí, mamita, otra vez. Y también más o menos ahí me dejó de llamar el papá de Victoria y fue el abogado quien me llamaba. Me decía bien grosero que sabe dónde vivo y que la policía me va a quitar a Victoria. Yo le he dicho que primero me matan pero él sólo se ríe, que qué voy a hacer yo siendo una pobre indita. Bueno, ma, a lo que truena. Le llamo porque le dije a Josué hace unos días que estaba con encargo y se volvió loco, también. Me agarró de las greñas y me azotó contra la pared. Me gritaba que él era estéril, que se había operado y no sé qué. Ay, la verdad es que ya no sabía qué hacer, y dije: cuernos que me quitan a mis hijas. Porque la otra también va a ser niña, va a ver, y se llamará Milagros, porque eso es ella, un milagrito. Entonces, agarré mis chivas, me vine a la estación, y por eso le llamo, ma, pa preguntarle si me puedo esconder en el rancho con usté, porque no quiero tener que meterle el pie al papá de mis hijas como hice con mi apá.

Rodrigo Ramírez del Ángel

The Brutalist, de Brady Corbet

László Tóth (Adrien Brody) es un arquitecto judío originario de Hungría, que sobrevive el Holocausto y viaja a Estados Unidos para obtener su propia versión del sueño americano en la llamada “tierra de las oportunidades”. Primero llega a la isla de Manhattan, donde aprecia con gran asombro y emoción la Estatua de la Libertad; posteriormente viaja a Filadelfia, donde es recibido por Attila (Alessandro Nivola), su primo, quien ya se encuentra establecido en el país desde hace un tiempo y está bastante habituado a los modos de vida estadounidenses.

Tiempo después, por azares del destino, László cruzará su camino con Harrison Lee Van Buren (Guy Pearce), un acaudalado empresario de la zona quien, al enterarse de los talentos y la reputación del arquitecto en Europa, decide contratar sus servicios para construir un gran centro comunitario que incluya un teatro, un gimnasio, una biblioteca y una capilla. Se trata de una edificación que reúne los ideales del país en un formato arquitectónico.

László accede con enorme entusiasmo ya que dicho trabajo, además de garantizarle una buena paga, también le plantea la posibilidad de reencontrarse con su esposa Erzsébet (Felicity Jones) y con su sobrina Zsófia (Raffey Cassidy), ambas sobrevivientes de la guerra y varadas en la frontera de Austria. Entre ambos hombres se entablará una relación de dinámicas complejas, con momentos que van desde la amabilidad hasta las agresiones tanto físicas como psicológicas.

Disfrazada de épica americana o de falsa biopic, The Brutalist (2024) plantea, dentro de su intrincada narrativa y sus apabullantes imágenes, una poderosa reflexión sobre cómo los sentimientos de rechazo y persecución, pueden perpetuar ideologías tan inamovibles e inmensas como las edificaciones que el protagonista se encarga de construir.

Filmada en formato VistaVision y dirigida con enorme maestría por Brady Corbet (The childhood of a leader, 2015; Vox lux, 2018), la cinta retrata, en un largo de tres horas y media (con un intermedio de quince minutos incluido), las décadas que el outsider protagonista le dedica al ambicioso proyecto, asignado por un magnate déspota y opresor, prácticamente una encarnación del establishment capitalista del país vecino. Corbet reflexiona, sin manipulaciones ni efectismos, en torno a la experiencia inmigrante, centrándose en las problemáticas de intolerancia y represión que acarrea consigo. Una represión que puede ser tanto física y emocional, como de índole ideológica y hasta sexual.

La película también pone sobre la mesa cuestiones relacionadas con la individualidad del artista, cómo ésta se puede perder y en algunos casos manipular o hasta reinterpretar para intereses ajenos a los del propio creador. En ese sentido, The Brutalist abraza la grandilocuencia y apunta por el clasicismo de realizadores como Sergio Leone, Francis Ford Coppola y Orson Welles. Aquí hay claras reminiscencias a Once upon a time in America

(1984), The Godfather (1972) y Citizen Kane (1941) respectivamente. También hay conexiones evidentes con la obra de Paul Thomas Anderson, tanto en la manipulación ideológica mostrada en The master (2012), como en la ambición gargantuesca retratada en There will be blood (2007).

Al igual que los grandes cineastas que vinieron antes que él, Corbet encuentra en las imágenes en movimiento un capricho tan vano como el del propio brutalismo, pero tam-

bién reconoce una cualidad imperecedera e inalterable en el mismo. The Brutalist cuestiona la forma en la que estas obras inconmensurables se pueden utilizar para alterar o modificar la realidad, al grado de justificar hasta los actos más repudiables y donde se replican los mismos patrones de violencia. Porque al final, si el destino importa más que el camino, tal vez el único resultado posible para el ser humano sea repetir los mismos errores imperdonables una y otra vez.

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