La Gualdra 621

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Juan Carlos Villegas. Cenizal. De la exposición Caosmos en el Museo Francisco Goitia. Óleo / tela. 150 x 190 cm. Foto de Julián Hugo Guajardo. “Entre lo imaginario y lo onírico, sus retratos y personajes avizoran historias secretas al alcance de todos. Las personas que habitan sus cuadros son los seres marginales que a fuerza de su singularidad se vuelven, paradójicamente, absolutamente únicos, extraños y entrañables. Los personajes marginales, los desterrados, los eternos solitarios silentes van cargados de la memoria humana ancestral. En cada cuadro hay un secreto que susurra al oído del espectador voces y murmullos silenciosos. Haciendo un guiño a los globos de los cómics, una y otra vez aparecen y reaparecen en escena la música de las esferas de Pitágoras, los místicos y los cabalistas”. Sigifredo Esquivel Marin [El jueves 16 de mayo, para celebrar el Día Internacional de los Museos: charla de Jánea Estrada y recorrido guiado con Juan Carlos Villegas, exposición Caosmos, a las 18:00 horas. Museo Francisco Goitia]

SUPLEMENTO CULTURAL NO. 621 /// 13 DE MAYO DE 2024 /// AÑO 13 DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN

La Gualdra No.

El objetivo del Día Internacional de los Museos (DIM), dice el International Council of Museums (Consejo Internacional de Museos), “es concientizar sobre el hecho de que los museos son un importante medio para el intercambio cultural, el enriquecimiento de las culturas, así como para el desarrollo de la comprensión mutua, de la colaboración y de la paz entre los pueblos”, 1 de ahí que se celebre desde 1977 el 18 de mayo y en Zacatecas se han programado actividades relacionadas durante prácticamente todo el mes.

Este año, el tema del DIM es “Museos por la educación y la investigación”; en ese sentido, se pretende que desde los museos se fomente la curiosidad, la creatividad y el pensamiento crítico en el entendido de que estos espacios no son solamente lugares para resguardar, conservar y exhibir sus acervos, sino que deben funcionar también como centros educativos que contribuyan a la investigación e involucren, cada vez más, no sólo temas relacionados con el arte y la historia, también a la ciencia y la tecnología.

En Zacatecas, lo hemos dicho ya en varias ocasiones, tenemos cinco museos dedicados al arte en la capital: el Museo Francisco Goitia, el Museo Pedro Coronel, el Museo Rafael Coronel, el Museo Zacatecano y el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez; y a escasos kilómetros, el Museo de Guadalupe. Si hacemos un balance general, en muy pocos de los museos mencionados existe una labor consistente de investigación, aquí el Museo de Guadalupe lleva la delantera; y si hablamos de aplicación permanente de las tecnologías en estos espacios, podemos mencionar sólo al Francisco Goitia, al Zacatecano y al Manuel Felguérez. En los otros se hace un uso eventual dependiendo de proyectos específicos de exhibición. Hace falta más voluntad y, por supuesto, más presupuesto. Es evidente que carecemos de proyectos de aplicación de tecnologías que funcionen como parte de las actividades de mediación de cada uno de estos recintos; la mediación, a propósito, es un tema también casi inexistente, y aunque hay actividades en donde se aplica, no son suficientes: para que haya estrategias de mediación debe haber todo un trabajo de investigación que las respalde, igual que para implementar dispositivos tecnológicos. La generación de contenidos es otro de los puntos débiles de nuestros museos, y habría qué preguntarse cuántos de los

mencionados tienen un departamento o un área destinada a la investigación y a la educación, y luego, honestamente contestar si acaso esos espacios existen, cuáles de ellos funcionan.

La precariedad en los presupuestos destinados a los museos ha sido la constante por décadas, y aunque no es un asunto nuevo, tampoco consuela que sea un asunto heredado; actualmente la mayor parte de estos espacios carecen del personal suficiente para realizar las actividades indispensables día con día; por consiguiente, no tienen el presupuesto necesario para destinarlo a las áreas de investigación, educación y mediación. Lo más triste, quizá sea, que no es proporcional la cantidad de visitantes a la calidad de los acervos que tenemos; salvo el Museo de Guadalupe, el Museo de la Toma de Zacatecas y el Museo Rafael Coronel (mejor conocido con el de “las máscaras”), los demás tienen poca afluencia de visitantes locales y foráneos. Hay que seguir insistiendo y trabajando para que el panorama sea más favorable.

Por lo pronto, el próximo jueves 16 de mayo, a las 18:00 horas, los invitamos a que nos acompañen al Museo Francisco Goitia. Ese día tendré la oportunidad de hablar sobre algunas historias relacionadas con las obras y los autores de la colección permanente, de ahí que la plática lleve el título de “Valiosísima pintura de Francisco Goitia fue presa del fuego”; posteriormente, Juan Carlos Villegas hará un recorrido guiado por su exposición Caosmos en la planta alta del museo.

La imagen de la portada de esta edición gualdreña es de Juan Carlos Villegas y lleva el título de Cenizal ; se trata de un óleo sobre tela en el que aparecen dos personajes sobre una especie de muladar. ¿Recuerda El viejo en el muladar , de Francisco Goitia?, esta pieza de Villegas nos recuerda a la del artista fresnillense que actualmente se exhibe en el MUNAL. De eso y más estaremos hablando en su compañía si nos hacen el favor de acompañarnos el jueves 16 de mayo; será un privilegio conversar con ustedes.

Que disfrute su lectura.

Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com

1 “Día Internacional de los Museos”, en: https://icom.museum/es/dia-internacional-de-los-museos/

Directorio

Carmen Lira Saade Dir. General

Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx

Relativo a el mundo de los profesores y a su relativa certeza laboral Por Saúl D. Kuri

Contraforma

Poemas de Sara Audirac e ilustraciones de Nidia Arellano Por Sara Audirac

Dos crónicas culinarias: De Cocina yucateca. Crónicas de infancia y recetas de mi madre Por Carlos Martín Briceño

El arte como herramienta pedagógica para enseñar y promover la cultura de paz Por Lidia Medina Lozano

Civil war, de Alex Garland Por Adolfo Núñez J. 3 4 6 5 7 8

Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com

Roberto Castruita Diseño Editorial

Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com

2 LA GUALDRA NO. 621 /// 13 DE MAYO DE 2024 /// AÑO 13 621
es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.
La Gualdra
Editorial
Contenido

Relativo a el mundo de los profesores y a su relativa certeza laboral

Que uno deba de ser un individuo solícito, dispuesto a ser y actuar al modo y a la manera en la que a uno se le requiera, es una verdad sentada no sólo en el quehacer cotidiano de las empresas, sino también de la educación “pública” de México. Los profesores deben ser y hacer lo que se les indique, comportarse de acuerdo con criterios no sólo normativos sino también culturales; con el modo y la manera en que lo marcan los designios impuestos por los gobiernos federales de turno y las secretarías estatales, que dirigen y movilizan a los docentes cada que les parece necesario y conveniente. Asimismo, de acuerdo con costumbres y hábitos arraigados en los contextos educativos diferentes, que todavía se alimentan de una concepción histórica de la patria nacional (heredera de una lectura predominante durante gran parte del siglo XX), y en la que, a pesar de toda duda o puesta en predicamento no queda sino cada lunes y desfiles seguirla enalteciendo.

Endogamias familiares y de grupos, lazos consanguíneos y compromisos políticos, afinidades en la complicidad y alianzas acordadas: apego a conveniencia a normativas predispuestas; negociaciones y acuerdos turbios alcanzables en lo obscuro; esperas en sillas y sillones dispuestos para la entrevista que dé certeza; preparación imaginaria de discursos mentales antes de la cita probable o improbable; etcétera. Son, hechos, expresiones e imágenes comunes a un sistema educativo que reproduce costumbres y hábitos introyectados, aprehendidos en una lectura particular de la historia, legitimada y solamente por esto presta para legitimar. Tales hechos, expresiones e imágenes no deben de enturbiar, o de llevar a desesperar, sino de conducir al ánimo y al comportamiento a hacer de cuenta que no pasa nada y todo es “normal”. Todo esto y más, sobre todo, si no se tiene certeza laboral.

Es cierto, la precarización de la labor docente y la falta de certidumbre laboral empujan a la protesta (del mismo modo en que lo hace el drama nacional), pero, también, en innumerables casos, a una conciencia acomodaticia y que persigue su conveniencia sin querer vulnerar su situación económica y laboral. El sistema educativo, su normatividad y estructura jerarquizada, así como el culto a la patria como “valor entendido” y que debe ser promovido, sostienen, justifican y enmarcan el modo como debe de ser el individuo en los espacios escolares; mantienen a raya la expresión y el arrebato

del individuo reflexivo o imprudente aún en los días en que debe favorecerse, de acuerdo con la retórica educativa, la promoción de la inclusión y la interculturalidad crítica. Al interior de las instituciones escolares, el pensamiento crítico y disruptivo, así como la probable impertinencia de sus apreciaciones apenas y tiene cabida, de hecho, debe de ser cauteloso y hablar quedito, de preferencia, en las claves y los signos del orden jerárquico y vertical, es decir, de acuerdo con un lenguaje en que uno se ubique y tome un lugar parcial, neutral o a disposición de un grupo capaz de cobijar. En todos los casos, se trata de saber replegarse y confundirse con el escenario, favoreciendo o siendo indiferente frente a alguno de los grupos diversos y que, probablemente, llegado el momento, por cierto, deberán velar por la reproducción

del sistema asegurando su funcionamiento y llevando por supuesto a cabo sus festejos. La apelación al valor pedagógico del culto a la patria resuena como bienaventuranza, como camino idóneo a la prosperidad y la felicidad humana, y los docentes apenas y disputan acerca de su pertinencia en un país demasiado habituado a la simulación, a hacer de cuenta –a pesar de las tragedias–que las cosas marchan de manera espléndida. Las y los estudiantes de las escuelas formadoras de docentes, que eran infantes cuando comenzó la “guerra contra el narco”, deben de seguir enalteciendo la madre patria “justa” y “bondadosa”. Y, los docentes, han de incentivarlos e incluso presionarlos a que lo hagan aún a sabiendas de los asesinados y los desaparecidos, de las regiones y municipios cooptados por la delincuencia

y, por supuesto, del limitadísimo poder que tiene tal narrativa para ayudar a cambiar las situaciones inciertas de los profesores y, más en general, de los innumerables problemas que “enfrenta” el sistema educativo.

La estructura jerarquizada, sostenida normativamente, sobreabunda al individuo y lo sitúa, le asigna un lugar y le indica cómo es que debe ser y no ser. Los cultos cívicos y que ya sólo enardecen las almas patrias de algunos hijos del siglo XX, parecen tan inamovibles como las calles con los nombres de los cuasi míticos guerreros de la historia patria, perduran y brillan tanto como las estatuas mancilladas por los aerosoles. No obstante, deben reproducirse y mantenerse inmaculados, pues han de reflejar los modelos del buen comportamiento y el culto a una imagen ordenada y ejemplar de México.

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13 DE MAYO DE 2024 3 Educación

Poesía

Contraforma Poemas de Sara Audirac e ilustraciones de Nidia Arellano

6 Por Sara Audirac

Alquimia

Soñé mis lágrimas -metales pesados incolorosYo era un cuerpo en alquimia

El quinto elemento de tus versos

Lamías mi rostro Vencido

Destilado

Mientras yo me vaciaba tú llenabas tu taza favorita

—Hice café— dijiste

¿Cuánto futuro cabe en un sueño?

Ellos crecen

Su pequeño cuerpo acuático que nadaba en colores dentro de mí abrió paso a su anatomía terrestre:

Erguidos y valientes ellos aún saben regresar al mar y pintarlo

Contraforma

Ella tenía un nombre que me gustaba pronunciar en soledad Lanzarlo al aire y luego aspirarlo lentamente letra por letra curva y trazo

Ella tenía un nombre Era sutil, líquido, azul canto de ruiseñor de sirenas, de alabanzas

Ella tenía un nombre Apenas ayer lo dije sentada en la orilla de los recuerdos que construimos en piedra caliza

Ella tenía un nombre yo lo estampaba en papeles con mi torpe caligrafía y formaba corazones Me atrevía -puerilmentea unir nuestras iniciales en su contraforma

Ella tenía un nombre

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///
Alquimia Otras rutas migatorias

que ha sido pronunciado millones de veces en cientos de lenguas en tiempos remotos en tiempos eternos

Tu nombre esa tormenta perfecta arrullo de luz y vida ese sonido burbujeante que se desliza en el olvido

Ella tenía un nombre lo tengo en la punta de los dedos

Su nombre

Tu nombre en la punta de los dedos

Otras rutas migratorias

Los pájaros no distinguen los reflejos si ellos ven el reflejo de un árbol pensaran que es un árbol y volarán hacia él

Si le hablas a mi piel y le enseñas un lenguaje nuevo con la cadencia de tu cuerpo que no conoce

puntos finales

Si siembras la palabra ternura y me hablas de aquel romano que sepultó a su mascota y escribió en su epitafio “A Helena, hija adoptiva, alma sin comparación y merecedora de alabanza”

Si lees en silencio mi vientre blando y tiendes las sábanas en el día más aciago

Yo acabaría el poema aquí y volaría

El faraón egipcio Samético (siglo VII A.C.) se lanzó a la búsqueda de la primera lengua, y con tal propósito ordenó separar de sus respectivas familias a dos bebés recién nacidos. En ambos casos, su primera palabra fue…

Preludio

Antes de nombrar a las cosas ocupábamos el cuerpo como extensión de un lenguaje

En la inmensa necesidad de ser entendidos danzábamos

Hace cientos de miles de sueños años alguien dijo “No” bajo la cúpula celeste y las palabras redondas y perfectas

Alumbraron

Lento y continuo camino de llamar a los peces por su vestidura

Sabrás que todo responde a un conjunto de sílabas

Ruedas dentadas

Corona y piñón

Vocal y consonante

Las palabras germinan y nadan

Rosa clavel hortensia besugo trucha carpa

¿Cómo salimos del silencio?

* SARA AUDIRAC / enero 1983. Escritora, publicó su primer novela Reza a tus muertos en el año 2022 con la Editorial independiente Inspira Profundo. NIDIA ARELLANO / enero 1983. Diseñadora gráfica y artífice, preceptora, estimuladora de sentimientos y sensaciones. Ambas nacidas en el Puerto de Veracruz. Son amigas desde los trece años. XX Editorial.

Poesía

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/// Ellos crecen /// Preludio

Libros

Dos crónicas culinarias: De Cocina yucateca. Crónicas de infancia y recetas de mi madre*

Puchero

—¿Te vas de viaje?

Era la voz de mi padre. Aún no terminaba de servirme de la fuente que mamá había colocado en el centro de la mesa y ya mi plato desbordaba de verduras: colinabo, camote blanco, calabaza, papa, zanahoria, plátano macho, repollo, chayote, elote, aguacate. Todas eran indispensables para el puch que haría mezclando las verduras con las presas de carne de res, puerco y gallina que aguardaban en el siguiente platón, a un lado de la sopera con el caldo hirviente.

Cada vez que a papá le parecía que en las comidas familiares nos servíamos de más, preguntaba lo mismo: que si nos “íbamos de viaje”. La interrogante que mi padre hacía en la mesa en son de broma tenía su origen en la época en que la península yucateca no contaba aún con vías terrestres que la comunicaran con el resto del país y los viajeros debían realizar largas travesías por mar para llegar a sus destinos. Por ejemplo, para trasladarse a la Ciudad de México había que tomar un vapor en Progreso y desembarcar en Veracruz y de allí tomar un tren hacia la capital. Aquellas odiseas se aguantaban mejor con la barriga llena. Qué mejor platillo para tal fin que un buen puchero de tres carnes.

Habiéndome servido, me dispuse a cortar, picar y revolver las carnes y las verduras, una tarea que requería de mucha paciencia ante mi voraz apetito. Aunque el puch estaba reservado para los niños pequeños, me seguía gustando, aun de adolescente. Para mí, no había mejor manera de gozar de este guiso —pariente cercano del pot-au-feu francés, el ajiaco caribeño y la olla podrida española— que mezclando todos sus ingredientes, cuyo sabor se sublimaba al complementarlos con una porción de arroz amarillo, mucho chile habanero, algunas rodajas de lima y una generosa cucharada de salpicón de rábano y cilantro. Mientras saboreábamos la comida, mi hermano Enrique, que toda la vida se la pasaba leyendo, observó que en La del alba sería, las memorias de Ermilo Abreu Gómez, se contaba cómo se hacía el puchero a fines del siglo XIX. Nadie prestó atención a su comentario, pues todos estaban demasiado entretenidos almorzando. Fui el único que abandonó momentáneamente su plato para decirle que dejara de mentir, lo que provocó que Enrique se levantara de inmediato de la mesa para, segundos después, regresar con el mentado libro entre las manos. Pidió que todos le prestáramos aten-

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ción e, impostando la voz, leyó: “Primero venía una taza de caldo con garbanzos y no sé cuántas menudencias y tocino […] Después un plato copeteado de arroz guisado con azafrán, oloroso y húmedo. Enseguida el puchero: presas de carne de res con verduras: plátano, nabo, colinabo, repollo, zanahorias, camote”.

—¿Escuchaste, incrédulo? —me dijo, antes de sentarse.

Obligado por mi madre, hice de tripas corazón y no tuve otro remedio que ofrecerle una disculpa a Enrique.

Cuando terminé de comer me sentía tan lleno que, a pesar de mi esfuerzo por participar en la sobremesa, un repentino sopor me obligó a abandonar el comedor e irme directo a la hamaca. Los ojos se me cerraban. Ni siquiera tuve ánimo para esperar los ciricotes en almíbar que mi abuela había preparado. Entendí por qué el puchero de tres carnes solía cocinarse solo en domingos o días de fiesta, cuando nadie tenía que regresar al trabajo o realizar alguna actividad vespertina. Ya acostado, antes de que me atrapara el sueño de la siesta, pensé en las crujientes empanadas que mi madre prepararía para la cena con lo que hubiera sobrado de la comida. Me sobé la barriga. También el viaje del sueño se disfrutaba mejor con el apetito satisfecho.

Queso relleno

Ten cuidado, hijo, no te vayas a pasar. Es la voz de mi madre. La ayudo a escarbar la bola de queso para dejarla hueca. La necesita para preparar el queso relleno de mañana domingo, cuando celebraremos su octogésimo cumpleaños. Por un instante su comentario me devuelve a la niñez, me remonta cincuenta años atrás, cuando había que conseguir este queso holandés de contrabando. Nos lo traía desde la zona libre de Chetumal la tía Sara, una prima de mi padre dedicada al tráfico de ultramarinos, quien solía llegar a mi casa con un bolsón repleto de exquisiteces importadas: aceite de oliva español, mantequilla de Nueva Zelanda, carne enlatada danesa, caramelos ingleses, ambrosías de la Nueva Escocia y, por supuesto, un vasto surtido de quesos europeos. El de bola no duraba mucho en la despensa. Apenas aparecía, mis hermanos y yo lo devorábamos con fruición. Nos encantaba su sabor añejo, fuerte y salado. Lo comíamos revuelto con huevo, acompañado de pan francés caliente, en quesadillas o simplemente a pedazos, extrayéndolo a través de un orificio cuadrado que se le abría en la parte superior. Ahora mismo, con la ayuda de una cuchara, lo escarbo de igual forma. Y aunque pongo gran cuidado, hay angustia en la voz de mamá. Teme que debilite sus paredes. No te preocupes respondo . Ya casi termino.

Apúrate dice . Aún tengo que quitarle la parafina para remojarlo. Y todavía me falta terminar el picadillo.

Dame unos minutos contesto, al tiempo que recuerdo la conversación que sostuve alguna vez en Chetumal con Johnny Baroudi, el distribuidor más importante de este queso en la república, quien me confió que cada año los representantes de la cooperativa que lo produce lo invitan a él y a su esposa a pasar una semana en Ámsterdam con todos los gastos pagados. El viaje, me dio a entender, era solo una pequeña compensación por todo el dinero que les dejan las enormes ventas de este queso en la península. Sonrío. ¿Quién diría que del encallamiento en las costas yucatecas de un navío mercante holandés cargado de bolas de queso y el ingenio

culinario de algunas amas de casa nacería este sofisticado plato? Observo a mi madre. Está comenzando a preparar el picadillo. A un lado de la estufa ha colocado los ingredientes para tenerlos a mano: aceitunas, pasas, alcaparras, huevo cocido, cebolla finamente picada y chile dulce. El olor de la carne de cerdo al cocinarse me abre el apetito. Desde ahora comienzo a saborear el almuer-

zo del domingo, imagino la rebanada que habré de servirme, saboreo de antemano la combinación de los ingredientes, el dejo gustoso del kol, el agridulzor de la salsa de tomate, y comienzo a salivar. Me levanto de la mesa y le entrego finalmente a mi madre la calavera de queso ya lista. Ella suspira aliviada. Quedó perfecta dice. Antes de retirarme le doy un abrazo y sien-

to la fragilidad de su cuerpo. Mañana, a eso del mediodía, regresaré con un par de botellas de sauvignon blanc para celebrar su cumpleaños y acompañar la que considero mi favorita de entre todas las comidas yucatecas.

* Fragmento del libro editado por Ficticia Editorial. Comprar en: https://ficticia.com/catalogo/249

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Libros

El arte como herramienta pedagógica para enseñar y promover la cultura de paz

El arte, en sus diversas formas, tiene la capacidad única de comunicar emociones, experiencias y perspectivas de una manera que va más allá de las barreras lingüísticas. Pintura, escultura, música, danza y otras manifestaciones artísticas pueden transmitir mensajes de paz, solidaridad y tolerancia.

La música, por ejemplo, ha sido utilizada como una herramienta poderosa para la reconciliación en situaciones de conflicto. Asimismo, el cine y el teatro pueden ser instrumentos de cambio social al abordar temas de violencia, discriminación y desigualdad. Una gran variedad de películas y obras teatrales pueden incorporarse en el aula para promover la empatía y la comprensión, desencadenando foros significativos y motivar a la acción para construir un mundo más pacífico. La historia del arte, a lo largo de los siglos, ha sido un reflejo de la sociedad en la que se gesta. Desde las pinturas rupestres hasta las obras maestras contemporáneas, el arte ha desempeñado un papel crucial en la expresión de las emociones humanas, las luchas sociales y, en última instancia, en la construcción de la identidad cultural. Numerosos movimientos artísticos han surgido como expresión crítica y reflexiva abo-

gando por la justicia social y la igualdad, algunos ejemplos en la pintura los tenemos en las siguientes obras: “Los fusilamientos del 3 de mayo en Madrid” de Francisco de Goya (1814) que representa la brutalidad de la represión francesa durante la ocupación de España por las fuerzas napoleónicas; “La Guerra” de Otto Dix (1929-1932) quien experimentó la desesperación y el sufrimiento, denunciando en sus series pictóricas las atrocidades de la guerra; “Guernica” de Pablo Picasso (1937) considerada una obra emblemática en contra de la violencia y la guerra, simboliza el bombardeo de la ciudad de Guernica durante la Guerra Civil Española.

“La vuelta” de René Magritte (1940) es una obra surrealista que aborda la búsqueda universal de la paz en un mundo afectado por la guerra; “Caín en los Estados Unidos” de David Alfaro Siqueiros (1947) inspirada en los linchamientos ocurridos en Estados Unidos entre 1877 y 1950 a la raza afroamericana. Resaltando el racismo, la violencia y la impunidad; “La serie Mercenarios” de Leon Golub (1976) pintura de gran formato que expresa la realidad del mundo contemporáneo, abordando la brutalidad, y la deshumanización a través de su serie de pinturas que representan el sufrimiento, la

Alex Garland

Alex Garland es reconocido en la actualidad como uno de los autores más destacados en el cine de ciencia ficción. Entre sus trabajos más memorables como guionista se encuentran 28 days later (2002) y Sunshine (2007), ambos dirigidos por el también británico Danny Boyle. En sus créditos como director se encuentran las inquietantes Ex Machina (2014), Annihilation (2018), y la miniserie de ocho episodios Devs (2020). Al igual que en las mejores obras del género, Garland utiliza el elemento fantástico y sci-fi de sus historias, como una herramienta para retratar aspectos inherentes y, en algunos casos, perturbadores de la naturaleza humana.

En ese sentido, resulta de lo más peculiar que en Civil war (2024), su más reciente trabajo, el realizador decida alejarse por completo de la ciencia ficción y termine apostando por el cine bélico, con miras a ser, además, un relato de naturaleza periodística. Todo esto dentro de un contexto distópico que, como ocurre en Children of men (2006) de Alfonso Cuarón, lejos de ser una simple fantasía, encuentra alar-

mantes parecidos con la realidad. Tal y como lo indica su título, la historia toma lugar durante una hipotética Guerra Civil en Estados Unidos. Texas y California, dos estados que históricamente han estado en los polos opuestos políticos, han decidido separarse del resto de la nación para formar un solo frente, conocido como las Fuerzas Occidentales. Esta facción viaja hacia Washington para derrocar al presidente (Nick Offerman), a quien han dejado de reconocer como una autoridad.

En lugar de enfocarse en los militares, Garland centra su atención en un grupo de fotoperiodistas, encabezados por Lee (Kirsten Dunst) y Joel (Wagner Morua), quienes se encargan de registrar el caos y la devastación de la guerra con sus cámaras. Este singular dúo emprende una travesía desde Nueva York hasta Washington, con el objetivo de entrevistar al presidente antes de que las Fuerzas Occidentales hagan acto de presencia. Junto a ellos viajan la debutante en el oficio Jessie (Cailee Spaeny) y el veterano Sammy (Stephen McKinley Henderson).

Así, al más puro estilo de Apocalypse now

(1979) de Francis Ford Coppola, el cuarteto de periodistas se irá adentrando más y más en el corazón de las tinieblas, hacia el interior de un país sumido en la violencia y el desorden. Durante su trayecto, deberán lidiar con todo tipo de dificultades y problemáticas, algunas más intensas y aterradoras que otras. En este viaje se darán ciertas contradicciones interesantes: el ensordecedor ruido de las balas en contraste con el gentil clic de las cámaras. Y en el interior de estas imágenes, terribles momentos en el campo de batalla, pero que han sido capturados con una belleza que resulta apabullante. De manera progresiva, los protagonistas de la cinta van perdiendo, poco a poco, la sensibilidad y el sentido de la realidad; supuestamente porque son profesionales en su trabajo y deben ser neutrales a lo que ven y registran, pero en realidad existe una explicación mucho más desesperanzadora. Civil war retrata a Estados Unidos como una pesadilla ingobernable, un sitio en el que los actos más crueles toman lugar y donde hasta el más apto puede perder su último rasgo de humanidad.

Lejos de ser la representación de cuestiones políticas en el país vecino (que justo

represión y la agonía.

Estas obras reflejan la diversidad de enfoques artísticos utilizados para abordar el tema de la violencia y la guerra. Cada pintura ofrece una perspectiva única sobre estos temas, proporcionando una reflexión profunda sobre las consecuencias humanas de los conflictos armados.

Enseñar la cultura de paz a través del arte no sólo proporciona conocimientos sobre estilos y períodos artísticos, sino que también ofrece una perspectiva profunda sobre la condición humana y la búsqueda constante de armonía. Al incorporar el arte en la educación con perspectiva de paz, estamos contribuyendo a construir una sociedad que valora los derechos humanos, la integridad humana, la inclusión, la equidad entre hombres y mujeres con perspectiva de género, para la construcción de una sociedad más justa. En última instancia, el arte se convierte en una herramienta vital para construir un futuro donde la creatividad y la armonía social e inclusiva vayan de la mano.

Imagen: Dossier Golub. Mercenarios IV. 1980. Acrílico sobre lienzo. 304.8 x 584.2 cm. Colección Harriet y Ulrich Meyer. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofia. Tomado de: https://www.museoreinasofia.es/sites/default/files/notas-de-prensa/2011-007-dossieres.pdf

este año celebra elecciones presidenciales), Garland centra sus reflexiones en torno al sinsentido de los conflictos armados y la profunda ambigüedad con la que éstos a menudo se perpetúan. Aquí no queda claro quiénes son los buenos y los malos, pero al final eso no es relevante. En su singular propuesta Garland sugiere que, en la alienación absoluta y ante el fin de todas las cosas, nadie se encuentra exento ni a salvo de hallarse en contacto con la oscuridad si eso asegura la supervivencia.

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6 Por Adolfo Núñez J. Civil war, de
Arte Cine
/// Dossier Golub. Mercenarios IV. 1980. Acrílico sobre lienzo. 304.8 x 584.2 cm. Colección Harriet y Ulrich Meyer. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofia.
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