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SUPLEMENTO CULTURAL

NO. 604 /// 15 DE ENERO DE 2024 /// AÑO 13

DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN

Nadia López García. Foto de Gabriela Galindo.

“En nuestro país claro que hay un reconocimiento más marcado de las lenguas originarias, pero es muy reciente, realmente quienes hemos transitado este país una lengua originaria, la mayoría de las experiencias no han sido nada gratas, al contrario, han sido super violentas con nosotros, nosotras, por ser hablantes de una lengua que todavía mucha gente cree que es un sinónimo de no ser civilizados… [además de poeta] también soy pedagoga de profesión, y siento que de alguna forma dialoga con la poesía porque para mí la poesía tiene que ver con narrar, con narrarnos la vida y la pedagogía es una reflexión sobre esa vida”. Nadia López García

[Una entrevista con ella, realizada por Beatriz Pérez Pereda, en esta edición]


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Editorial Este 2024 iniciamos con la noticia de que el escritor José Agustín estaba enfermo; “de gravedad”, afirmaban algunos; “el rey se acerca a su templo”, decía alguien más; “le llevaron a un padre y le dio los santos óleos”, comentaron también. Y yo, dada a las consternaciones por momentos, me preocupé como muchas personas más. El autor de La Tumba y De Perfil cumple 80 años en el octavo mes de este 2024 y yo espero celebre con salud, el próximo 19 de agosto, sus 8 décadas de vida. Leí por primera vez a José Agustín a finales de la década de los 80, justo en esa época en la que tenía tiempo de leer casi desaforadamente. Un día, en uno de los descansos entre clase y clase, un compañero de la escuela se acercó a mí con un libro en las manos, se trataba de Ciudades Desiertas; ¿conoces a este autor?, me dijo con esa sonrisa amplia con la que siempre lo recuerdo aun ahora cuando ya no está. Debe ser muy bueno si tú lo recomiendas, le dije, y así fue. Aún conservo esa novela conmigo; es uno de los pocos libros cuyas portadas están forradas con hule transparente (así me lo dio Herón), seguramente para evitar el maltrato porque intuía habría de leerse muchas veces. Comencé la lectura después de clase, ya en aquella casa en donde doña Ari nos asistía; serían las 7 de la noche cuando abrí el libro y fácilmente me dieron las dos de la mañana, no podía dejar de leerlo. Susana había desaparecido, era la esposa de Eligio y ambos integraban una pareja en apariencia común; él trabajaba en Radio Educación y ella era escritora. No sé cuál de los dos personajes me gustaba más entonces; él era desenfadado, confiaba en las personas, apasionado, inteligente; ella era brillante, decidida, temeraria, inteligente y segura. Él confiaba en que todo estaba bien entre ellos y un día, sin esperarlo, ella simplemente no regresa a casa, no está por ningún lado. Eligio la busca como loco con su familia y sus amigos, luego en todos esos lados en los donde se espera no encontrar a quien está perdido, en el hospital, la comandancia y la morgue: nada. Susana se fue, él no sabe a dónde ni por qué. Días des-

pués, en la calle se topa a un amigo y le da pistas sobre su ubicación: ella está en Estados Unidos porque ganó una beca en una prestigiosa escuela para escritores. La manera como reacciona Eligio en ese momento es una de las cosas más memorables de esa novela; José Agustín tiene la peculiaridad de construir un personaje sumamente verosímil y esa descripción del momento cuando él se entera de que ella se fue sin avisarle a dónde se iba, pero otros sí lo sabían desde el principio, es sencillamente magistral; el autor consigue nuestra empatía con la conmoción, la ofuscación y la tristeza del abandonado. Eligio no lo piensa y se va al encuentro de Susana; llega a Estados Unidos, se mete en líos desde el primer momento en el extranjero, los soluciona, hace gala de su carisma y logra encontrar a la que se fue. Ella se ha presentado como una escritora mexicana soltera, y durante semanas ha interpretado perfectamente ese personaje; encontró a un escritor polaco y Eligio los encontró a los dos. ¿Ella le fue infiel? Sí. No lo niega. Eligio ofrece perdonarla. Ella se escapa. Él vuelve a buscarla, la encuentra. Después de esa segunda búsqueda, hay otro momento que siempre me hace pensar en Chicago como un lugar frío, con lagos congelados y con una banca en donde Eligio llora desconsolado antes de regresar a México. ¿Ella escapa nuevamente? Sí. Después de Chicago sorpresivamente regresa a buscar a Eligio. Y él… bueno, él es un ser humano enamorado y es un hombre bueno. Por eso debe leer Ciudades Desiertas. Aún sigo sin saber cuál de los dos personajes me gusta más. Después de esa novela leí todos sus libros y vi las películas en donde colaboró este escritor hoy convaleciente. Deseamos su total recuperación y desde esta tierra en donde tanto se le admira le mandamos nuestros mejores deseos. Igual para ustedes, estimados lectores, lo mejor para este 2024. Que disfrute su lectura.

Contenido La literatura mexicana todavía no se piensa desde una literatura mexicana multilingüe: Entrevista a Nadia López García Por Beatriz Pérez Pereda

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La palabra como espejo de una condición abisal: Poesía y filosofía a partir del Naufragio vertical de Felipe Vázquez Por Sigifredo Esquivel Marin

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Eulalia Guzmán Barrón, identidad, pedagogía e historia regional Por René Amaro Peñaflores

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Poemas de Tengo la boca llena de tierra [Buenos Aires Poetry, 2023] Por Sergio H. García

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Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com

Directorio

Carmen Lira Saade Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx

Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Roberto Castruita Diseño Editorial

La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.

Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com


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6 Por Beatriz Pérez

Pereda

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adia López García nació en Oaxaca en 1992; es poeta bilingüe (tu´un savi-español) promotora cultural y tallerista. Ha participado en distintos recitales, talleres y festivales tanto en México, España, India, Colombia, Estados Unidos, Guatemala, Puerto Rico, Venezuela, Cuba, Belice y Panamá. Del 2015 al 2017 fue becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas en el área de poesía. Cuenta con varios premios de poesía, siendo el más reciente, el Premio Mesoamericano de Poesía Luis Cardoza y Aragón. Ha sido considerada como parte de “Los mexicanos más creativos” por la Revista Forbes. Es autora de los poemarios: Ñu´ú Vixo/Tierra mojada, Pluralia Ediciones, México, 2018; Tikuxi Kaa/El Tren, Almadía, México, 2019; Isu ichi/ El camino del venado, UNAM, México, 2020; Las formas de la lluvia/ , JOLDHI, Bangladesh, 2021; Dorsal, FCE, México, 2022 y Sukuachi ntava/ Niños que vuelan, Universidad de Sevilla, España, 2023. Su obra ha sido traducida al griego, árabe, inglés, francés, bengalí, hindi, chino, alemán y catalán. Beatriz Pérez Pereda: Nadia, tu libro Dorsal, aparte de bellísimo, es importante porque sin dejar nunca de ser poesía nunca toca la violencia de nuestro país. No sólo es la pérdida, la búsqueda de los desaparecidos, sino también lo que se hace con sus cuerpos, la violencia añadida sobre el libre ejercicio de la sexualidad y la identidad, háblanos un poco de esto, del proceso de este libro… Nadia López García: Justo estuve en Hermosillo, Sonora, y en esos días tuvimos una reunión con varias amigas y amigos y gente que vino a leer poesía y platicar, leímos un poco de Dorsal y de cómo había sido la experiencia con este libro. Yo les decía que para mí el norte significa muchas cosas, significa volver a esa infancia un poco rota, compleja, que me tocó vivir en el Valle de San Quintín en Baja California, porque fue una infancia de mucho trabajo viviendo en una familia jornalera agrícola, entrándole al quite, al trabajo en la fresa, en la cherry. Para mí Dorsal es una historia muy dolorosa que me tocó, si bien no me tocó vivirla en mi cuerpo, ni meramente en mi familia, sí me tocó presenciarla como una testigo bastante joven, pero que a sus siete años ya ha-

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bía vivido un montón de cosas fuertes en el tema de hacerse persona. Escribir Dorsal fueron varios años, yo comencé a escribirlo en el 2015 y comencé por una necesidad que tengo todavía de contar estas historias que en su momento no fueron motivo de una nota periodística, que no salieron en la radio, en televisión. Es más, que incluso la propia comunidad intentó olvidar, mi propia familia intentó olvidar como diciendo: sí, fue caótico, fue difícil, fue violento y al final de cuentas nosotros no tuvimos implicación en ello. La historia de Estrella, que llega a este mundo en un cuerpo de varón y le dan el nombre de Apolinar, pero conforme va creciendo se da cuenta que quiere transitar desde otra forma de existir este mundo, desde una que ella decida, genera mucha violencia, porque éramos gente que fuimos educados por programas como Mujer casos de la vida real, por este estigma hacia la diversidad sexual. Hasta la fecha en la

frontera hay mucha presencia de iglesias norteamericanas que tienen una idea muy fuerte del bien y del mal, del pecado, entonces alguien adolescente que dice que le gustan los chicos, que comienza a vestirse diferente, que comienza a salir por las noches, va a ser muy mal vista y agredida y también todo eso confluye con otra cosa más grande que pasaba y sigue pasando en las fronteras de lo cual casi no se habla, y de pronto un día dije que sentía que todo el dolor del mundo y toda la violencia estaba en las fronteras, porque era una tierra de nadie, nosotros cuando vivíamos allá éramos migrantes en nuestro propio país, con esta etiqueta de ser gente sucia, no educada, gente indígena, gente pobre y pasaba algo mucho más grande que era que en esos años, en los años 90, comenzaba a intensificarse la violencia en las fronteras, pero también el TLC, también el ejército, el EZLN comenzaba a gestar otra forma de pensar de los pueblos

indígenas y pensar también las fronteras, siento que hay muchas cosas que no salieron en las noticias o que no se difundieron, fue seguir dando esta cara de México como un país tranquilo en sus fronteras, tranquilo con los pueblos indígenas y lo que hizo fue generar violencias que no fueron dichas hacia el exterior, pero que dentro fueron justo más violentas por no haber sido nombradas. Creo que algo que a mí me ha dolido mucho, pero que he aprendido a asumir, es que hay cosas que nunca van a tener una justicia con las instituciones, con estos procesos jurídicos que vivimos, pero que la justicia que nos queda a las personas que de alguna forma intentamos escribir, es eso, contarlas, es decir existió, pasó, esto fue lo que ustedes nunca quisieron publicar, lo que nunca se quiso decir de forma audible en mi casa, en la colonia y yo no sé, a veces me pregunto que si yo no hubiera vivido una frontera, no sé si nos hubiera tocado vivir tantas cosas que nos tocaron vivir, esto es algo que por supuesto cimbró mi vida, pero ahora pienso en todas las otras cosas que sí pasaron en mi casa, que fueron muy violentas y muy dolorosas y que todavía no tengo la forma de cómo terminar de escribirlas y pienso en eso, pasé por un tiempo en el que preguntaba si servía para algo la poesía, si servía para algo escribir, me lo sigo cuestionando en muchas ocasiones, pero creo que nos sirve contar historias, para que ojalá generen una huella que haga que esa misma historia ya no se replique, que ya no haya más Estrellas que les sangre la nariz a golpes porque deciden ponerse una falda, y lo que pasó en esa familia con Vicente, con su hermano, fue una cosa terrible que tiene que ver con la trata de órganos, que tampoco se habla mucho en nuestro país, aunque es un tema gravísimo y que sucede en muchos lados, pero en ese momento lo que las personas decían es “bueno, esto sucedió en esta familia porque Estrella anda ahí haciendo, anda invocando al diablo, anda en pecado y por eso es un castigo divino”, entonces ese castigo divino ya no se cuestionó, ya no se denunció y pienso un poco que lo que yo quería hacer era escribir esto, nombrarlo de alguna forma, sacarlo de mi cabeza y de mis pensamientos y me di cuenta que no, no es que lo sacara simplemente, lo saqué para que fuera visible. El proceso del libro primero fue muy violento, o sea yo me acuerdo que escribía con mucha furia, tecleaba casi sin

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La literatura mexicana todavía no se piensa desde una literatura mexicana multilingüe: Entrevista a Nadia López García


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pensar, de hecho al inicio yo no pensé que fuera un poemario, yo sólo quería escribir, ni siquiera estaba pensando en el género y también algo que pienso es que este libro lo pude escribir después de muchos años cuando de alguna forma ya había procesado un poco lo que había pasado, pero también procesado la implicación que tuvo mi familia, la que yo tuve y también pude escribirlo después de que esta agua de alguna forma se sedimentara, yo me acuerdo, por ejemplo, de los botes de agua que nos daban cuando vivíamos allá, que era agua súper puerca y tenías que esperar que se asentara para poder sacar el agua más pura y el lodo, el fango, tirarlo, pensaba en eso, que tuvieron que pasar muchos años para que yo pudiera escribir esta historia, porque de alguna forma necesitaba poder mirar a través de esa agua y separar el odio y el rencor y poder separarlo de Estrella y de su hermano, porque algo que quería es que el odio no se comiera a esta historia, entonces fue un libro que empezó con mucha furia pero lo seguí leyendo, lo seguí pensando y yo quería que fuera una historia en la que sangre no se comiera la cara de las personas. BPP: Has hablado que Dorsal nació de entre la culpa y de que fuiste un testigo cobarde, aunque en el marco de esta historia eras sólo una niña; sin embargo, Dorsal me parece un libro muy valiente y muy oportuno para nuestros tiempos, un bello homenaje a la memoria de Estrella, que la salva del silencio, y hay algo también de “literatura de la redención”, quieres ahondar sobre esto: NLG: No sé muy bien cómo expresarlo, esto de la literatura de redención, la verdad es que en lo que yo pienso, no sé si Dorsal lo concebiría así, más bien pienso que tiene que ver con una literatura para poder seguir transitando, más que para redimirnos de algo, porque la poesía no puede cambiar el pasado, tampoco puede hacer que quizá uno sienta menos dolor, yo algo que he pensado es que no es cierto que podamos escribir el dolor, pienso que cuando yo estoy pasando por situaciones dolorosas ni siquiera puedo pensar, ni siquiera puedo hablar, me embrutezco, también lo digo por una cosa que estoy escribiendo ahora sobre una cuestión que ocurrió en mi familia directamente y que cada vez que vuelvo a ella y la escribo me parece que mi mente no logra asentarse, entonces creo que quizá es una literatura que al menos a mí me ayuda a transitar, creo que también un poco para eso sirve la poesía, las palabras, la literatura, al menos a mí me ayuda a tener las herramientas para poder transitar, quizá de una forma más sana, más digna, más atenta también. También algo que pasa con Estrella es que no sabemos su destino, no lo sabemos, hay gente en el área de Tijuana, una parte de muchos burdeles, que dice que la ha visto ahí; hay gente que dice que hace muchos años, seguramente una de las personas en situación de ca-

lle que han encontrado en las barrancas ha sido ella, o que anda en los Estados Unidos, en fin, también ahí hay un poco una construcción de relatos sobre alguien, yo no lo sé, yo creo que ojalá ella esté haciendo lo que le plazca, lo que quiera sin pedir permiso por existir como quiera existir, pienso que lo que vivió Estrella, no sólo por este asesinato de su hermano, sino también por todo el odio que ella tuvo que enfrentar siendo muy chiquita, siendo prácticamente una persona adolescente, este odio de muchos ojos, familiares y de vecinas, vecinos, por las decisiones que tomaba sobre su sexualidad, sobre su cuerpo, siento que aparte de la violencia física que también recibía por parte de muchas y muchos de nosotros, yo digo que yo me hubiera vuelto loca, de verdad, no hubiera podido avanzar, entonces digo si ella se fue y puede hacer lo que quiera hacer, qué bueno, no lo sé, alguna parte de mí me dice que Estrella, como lo fue Vicente, que ya se apagó para siempre en alguna parte del mundo, pero otra parte quiere creer quizá desde un lado romántico, esperanzador, que sigue ahí, porque al final de cuentas, creo que quien escribe tiene una cierta esperanza de que lo que cuenta llegue a oídos de para quien pensó esa escritura, yo pensé esta escritura para Estrella, pero bueno es algo que quizá también la literatura no nos deja saber, cuando lanzas esa flecha, a dónde llega, también es como las cosas de la incertidumbre.

BPP: He leído algunos posts tuyos donde mencionas las posibilidades y experiencias que te ha dado la escritura, la poesía, esto es especialmente significativo porque eres una inspiración para muchas personas, por ser mujer, bilingüe, escribir no sólo en español sino en tu’un savi, platícanos qué ha significado para ti convertirte en una escritora publicada, premiada, leída… NLG: No lo sé, yo estoy pasando por momentos muy fuertes de un tiempo para acá, me cuestiono mucho por qué escribe uno, para qué escribe, quizá no sea el mejor momento para responder esta pregunta, vengo de hacer unos talleres sobre poesía y hacer pequeños libros con niñas y niños del poblado Miguel Alemán, que es un poblado que está construido por personas migrantes, tanto mixtecas como triquis, y es una experiencia muy fuerte donde hay mucho cansancio emocional y físico, puede que por esto que voy mirando lo que te voy a decir es más honesto, a veces ni yo misma me explico qué estoy haciendo, me desespero, por supuesto sé que mi poesía no va a salvar mi lengua, pero por lo menos creo que se puede visibilizar. Me cuestiono muchas cosas, Dorsal es un libro que lleva poco más de un año publicado, se agotó el primer tiraje, se hizo un segundo y ahora un tercero, y se han vendido no sé cuántos libros en poco más de un año, el libro salió en septiembre del año pasado, ahora a

finales de octubre acaba de salir la tercera reimpresión, con ese libro pude ir a la FIL Guadalajara, he ido a un montón de ferias, pero pienso en porqué los otros 4, 5 libros que tengo en mixteco traducidos al español, por qué no han tenido el impacto que ha tenido Dorsal, pero una de las razones, nos guste o no, es el idioma en el que Dorsal está publicado: sólo en español, los otros poemarios están en forma bilingüe y hay que decirlo, la literatura mexicana todavía no se piensa desde una literatura mexicana multilingüe, entonces también pienso en eso, cómo se ve a la poesía, la narrativa que se escribe en lenguas originarias, aunque se traduzca al español, muy poca gente se acerca genuinamente a ella porque quiera saber qué estamos produciendo. También pienso que es mucha responsabilidad, he convivido con mucha gente que sabe de mí, que tiene mis libros, que algo le mueve lo que estoy haciendo y es mucha responsabilidad, y justo me decían qué más vas a escribir, queremos tener otro libro tuyo, qué fuerte, sabes, quienes escribimos de forma bilingüe creo que tenemos una cuestión política muy fuerte, muy marcada en lo que hacemos, que a veces es chido pero también es tener mucha conciencia sobre eso, a veces me gustaría escribir meramente, aunque también es político, por el placer de hacerlo. Para mí por supuesto que me pone feliz, pero tiene una responsabilidad relacionada con el peso político que tiene el uso público y en la literatura de un idioma que ha sido combatido por todos lados, por un idioma que ha hecho que se nos violente a las personas, hay que decirlo, en nuestro país claro que hay un reconocimiento más marcado de las lenguas originarias, pero es muy reciente, realmente quienes hemos transitado este país una lengua originaria, la mayoría de las experiencias no han sido nada gratas, al contrario, al sido super violentas con nosotros, nosotras, por ser hablantes de una lengua que todavía mucha gente cree que es un sinónimo de no ser civilizados, incluso, a mí me lo han dicho, que el país no avance, no progrese es porque hay gente hablando un idioma indígena, no lo sé, yo misma no me explico muchas cosas y me sigo preguntando otras, pero eso es bueno porque escribir tiene que ver con preguntarse cosas, creo que si alguien tiene todas las respuestas ya no hace música, pintura, literatura… BPP: También eres pedagoga, promotora cultural y das talleres para las infancias, cómo dialogan todos estos tú con tu escritura, con la poesía principalmente, ¿cómo influye un oficio en el otro? NLG: Sí, también soy pedagoga de profesión, y siento que de alguna forma dialoga con la poesía porque para mí la poesía tiene que ver con narrar, con narrarnos la vida y la pedagogía es una reflexión sobre esa vida, muchos ven a la pedagogía como procesos de enseñanza-aprendizaje, yo la veo como


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procesos de reflexión sobre la vida, sobre el humano y su formación en esa vida, entonces, siento que de alguna forma se van relacionando. Y bueno, lo de promoción cultural yo lo enfoco mucho a la difusión de lenguas indígenas, porque la poesía cuando la hago desde el mixteco si tiene un posicionamiento político también, de hacer poesía y literatura en este idioma que el estado ha combatido mucho desde diferentes espacios. Y así como muy parcelado no sabría decirte cómo influyen una en la otra, pero creo es lo que me hacen ser, pienso que la poesía que hago con infancias, en los talleres… para mí sería imposible, incongruente, escribir literatura para infancias si no trabajé con ellas previamente, para mí los talleres son muy importantes en el sentido de poder conocerles, escucharles, saber quiénes son, qué quieren, qué les mueve y en función de eso poder hacer poesía con ellas y para ellas, no sólo de ellas, creo que influyen en eso, se van dando, mirando, las prácticas desde la pedagogía, la promoción y la poesía. Bueno, también otra cosa, que quizá suena un poco duro, es que la poesía, pues yo no soy hija de escritores, no tengo un apellido de escritores, y la verdad es que yo no vivo de la poesía, para nada, entonces sí los talleres, de pronto no todos, hay muchas cosas que hago gratuitas pero de alguna manera sí me generan un poco, una entrada económica que deja que yo pueda contribuir a la renta, comer, pagar el pasaje, hay muchas cosas, por ejemplo esto de acá de Sonora, donde realmente no hay financiamiento, es más bien una cosa autogestiva en su mayoría, entonces justo muchas cosas las financia una.

Hippocampus En la búsqueda del cuerpo encontraron una coraza ósea almidonada con anillos, con cola larga y en espiral, una boca profunda y una cabeza, huella de haber sido caballos de tierra alguna vez. ¿Quién diría que los caballitos de mar son peces? ¿Quién diría que los cuerpos, en ocasiones, se confunden en la forma? Sabes, yo sueño muchas cosas. El otro día soñé que te vestías de mujer, que te mirabas en un espejo y sonreías. A veces no sé si es un sueño o un recuerdo, pero aquí, estoy segura, fue un sueño ¿verdad, hijo?

Almadía otro libro que habla sobre el cuerpo y la mujer en la mixteca, y bueno, por ahorita son las cosas concretas. También me gustaría no exactamente detenerme, pero escribir de pronto es muy cansado, en el sentido que no me dedico sólo a eso, sino que trato de robarle tiempo al tiempo para sentarme a escribir, algo bueno, es que gané una beca Fonca, eso me va a permitir hacer un proyecto que desde hace tiempo quería escribir.

lo que retumba en los límites de mi cabeza. Un cuerpo puede ser una casa abandonada, láminas de abrojos, puertas carcomidas y polvo de lo que fue. Un cuerpo puede ser un coágulo de sangre, pulmones hinchados.

Dorsal [Fragmento] Por Nadia López García

Mi lengua lapida las palabras: Ícaro, Mamá yo soy Estrella, me llamo Estrella.

VII Frente al espejo miro la delgada línea de mi boca los huecos que se dibujan al intentar decir: Mujer, palabra con cicatriz.

Abuela, escucho una voz dentro de mí ¿hace mucho que nací, abuela? Paola, también conocida como Rodrigo, ¿habrá sentido dolor al morir?, ¿habrá pensado que moriría?

Mi voz, cercenada por el chillido de los pájaros, tiembla en mis labios, mis ojos me desconocen. Nuevamente la voz al centro, siempre al centro como címba-

Si el nombre es la primera máscara que usamos ¿por qué no escogerla nosotras mismas? ¿Cuántas veces podemos ser alguien más?

Siempre hay un riesgo en escuchar al cuerpo, escuchas que dice que sí, que la forma está equivocada, que no eres lo que ellos ven, eres lo que tú ves Vicente, si estuvieras aquí ni tendría que escribirte. ¿Te dije que papá no quiere verme a los ojos?, ¿te dije que mamá está fragmentada desde que ya no estás?, ¿te dije que nada pudieron hacer para encontrarlos? (a ellos, a los que nos arrancaron tu paso de caballo por el mundo) Vicente, si estuvieras aquí no tendría que escribirte. No me dolería así, escribirte.

Estos poemas son cortesía de Nadia López García y FCE. Dorsal, 2022, Primera Edición Fondo de Cultura Económica.

Poesía

BPP: En dónde te encuentras ahora poéticamente, qué quiere escribir Nadia López, cuáles son tus obsesiones, tus búsquedas… NLG: Yo creo que una de las búsquedas que siempre he tenido es el papel de la memoria, qué recordamos, cuando recordamos, porqué recordamos lo que recordamos y también porqué olvidamos lo que olvidamos, a mí parece muy importante pensar en la memoria no como una cosa pasada sino como una cosa presente que nos ayuda a narrarnos, también que nos ayuda a no repetirnos, y a no repetir ciertas historias, ciertas violencias, entonces, quiero escribir varias cosas, esbozos de cosas que quiero contar, estoy un poco asomándome a no sé si sea a la novela, quizá a la crónica, me obsesiona mucho la memoria, la cuestión de la memoria cómo recordamos y también porque llegamos a olvidar cosas de forma colectiva. El año que viene va a salir un libro con Almadía que se llama A dónde van los árboles cuando duermen, que es un libro de poesía pensado desde una experiencia que viví con una de mis sobrinas, cuando ella nació su mamá falleció, entonces este libro habla sobre la permanencia de las personas, de las palabras. También va a salir con

Escribir es regresar a donde somos la cara sin máscara ni atadura sin temor a la destrucción futura.


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Filosofía

La palabra como espejo de una condición abisal: Poesía y filosofía a partir del Naufragio vertical de Felipe Vázquez 6 Por Sigifredo Esquivel

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oesía y filosofía abrevan en la misma fontana de la creación humana abisal, y aunque recorren distintos medios lingüísticos y fines retóricos, su cercanía y su retroalimentación han ido de la mano por lo menos desde los tiempos del budismo, Heráclito y Platón. Ambos ahondan en la herida de la existencia como fuente primordial de sentido. El logos filosófico elucida y dilucida la humana raíz de luz, pero sobre todo sus penumbras y claroscuros. Escarcea e interroga sin fin, la problematización e indagación radical es su sentido, signo y designio. Renovar las preguntas del ser es el quehacer del pensamiento de cada época. Por su parte la poesía es un canto y una plegaria que por medio de imágenes y recursos estílisticos y retóricos ahonda y merodea el ser y en particular el ser humano. Y aunque no deja de interrogar, su cometido es apalabrar de sentido lo innombrable e inasible de la existencia. Mediante la belleza estética la poesía nombra el misterio del mundo y del hombre. Poesía y filosofía son creaciones intelectuales lingüísticas y existenciales. Y en sus momentos verdaderamente creadores buscan dar cuenta de la condición humana limítrofe, ambas se ciñen y constriñen a una libertad vuelta necesidad; lejos de toda argucia retórica o sofística. Poesía y filosofía son formas de habitar y encarar el enigma de la existencia impenetrable. La poesía busca hacer justicia mediante la palabra justa: ajustar la palabra al ser como acontecer poético creador. La justicia poética está muy lejos de ser creación arbitraria, por más experimental y vanguardista que pretenda serlo. La filosofía busca que la palabra sea la expresión misma de la estructura del mundo y de nuestros pensamientos y acciones. Es lo que se suele denominar “lo trascendental” que no es otra cosa sino dar cuenta de la experiencia humana y las condiciones que la hacen posible, pero también hay una búsqueda de lo trascendente, de los fines últimos de todo y de todos: una búsqueda normativa y axiológica por poner orden al desorden reinante; que lejos de una prédica en el desierto y una creación de abstracciones ilusorias intenta crear un sentido a lo humano que es por su misma condición sin sentido y sin finalidad. Así pues la belleza estética y la verdad filosófica no son sino dos estrategias de asumir el caos y la inesencialidad de nuestra existencia. Por eso es que poetizar y pensar no son sino dos aristas de una misma búsqueda antropológica, ya anticipada en la religión y otras formas de animismo primitivo –que dista mucho de ser algo simple o pueril. Poesía, religión y filosofía son algunas estrategias fundamentales para confrontar la ausencia radical de sentido, por eso es que

en sus momentos cúspides desembocan en una conciencia limítrofe en el desfiladero del silencio. La opacidad del mundo se revela como muro infranqueable de toda construcción de sentido posible. El poeta nombra mediante la escritura esa imposibilidad, todo poeta tiene que responder y corresponder con ese muro infranqueable. Asimismo el místico, ser abismado en la nada de Dios que no es sino la nada del ser mismo, tiene que confrontarse con el silencio como límite y posibilidad de toda experiencia humana religante. Por su parte el pensador, el auténtico pensador que no es un erudito o profesional de la filosofía, tendrá que confrontarse con los límites del pensamiento y de la palabra que no son sino los límites de una condición humana fronteriza. Palabra, silencio y pensamiento se revelan como un mismo umbral fronterizo de una condición humana fronteriza. 2 Conocí a Felipe Vázquez hace un par ya de décadas, él era un joven escritor con obra publicada y yo apenas un adolescente con inquietudes y aspiraciones literarias. Charlamos sobre Juan José Arreola, la literatura mexicana y el centralismo cultural que, aún por desgracia, se padece en México. Nos hicimos amigos y no supimos ninguno del otro durante largo tiempo, pero un día, un amigo en común me dijo que estaría en un evento literario con Felipe Vázquez y le dije cómo fue que lo conocí, luego se reestableció la comunicación; al menos en eso las redes sociales aportan algo. Y justo iniciando el año me llegó por paquetería un regalo con dos obras suyas: El naufragio vertical (Zinacante-

pec, Secretaría de Cultura, 2017) y Cazadores de invisible (Toluca, FOEM, 2013). Poesía y crítica literaria, respectivamente, de excelente manufactura en ediciones muy cuidadas. El Naufragio vertical es un libro arriesgado, tanto más por que se presenta con ropajes clásicos abrevando en la tradición lírica hispánica fundacional, pero también estableciendo vasos comunicantes con otras tradiciones poéticas diversas. Hay desde Julio Torri, Gilberto Owen y Juan José Arreola una larga tradición sobre metáforas y recursos náuticos en nuestras letras mexicanas. Y sobre lo vertical cabe recordar la poesía vertical de Roberto Juarroz y la tradición más antigua que le precede en el Libro del Zohar o libro del resplandor. Asimismo en, quizá uno de sus ensayos más logrados, Naufragio con espectador, el pensador y filólogo alemán Hans Blumenberg da cuenta del naufragio como condición humana esencial a la deriva. El discípulo herético de Heidegger hace una distinción entre el naufragio antiguo y el naufragio moderno; el hombre antiguo tenía la posibilidad de darle un sentido y un orden al viaje humano, el moderno carece de sentido y de finalidad trascendentes. Estas reflexiones vienen como anillo al dedo a la obra de Vázquez quien poetiza nuestra humana condición desde la fisura, la herida, la finitud, la llaga y la nada como fundamentos desfondados de nuestro ser. Y lo hace como los poetas saben hacerlo mejor por medio de poemas breves y elípticos que se aproximan a nuestra condición liminal. Aprende el arte y déjalo aparte: el autor se nutre de la tradición de poetas pensantes que van de Homero y Séneca, El libro de Job, San Juan de la Cruz, Quevedo, Garcilaso y Góngora hasta llegar a los Contemporáneos, pasando por Borges y Lezama, Arreola, Efraín Huerta, Octavio Paz, Miguel Hernández, César Vallejo y otros muchos más. Pero importa menos lo que ha leído que cómo lo ha hecho y cómo lo ha asimilado. Y el trabajo de asimilación artística es un trabajo hermenéutico de aprender a digerir selectivamente, Nietzsche lo dijo con claridad meridiana: leer consiste en el arte de rumiar. Leer y escribir con el cuerpo y sus afectos y efectos expresivos. También se percibe en la obra cierta influencia nietzscheana vía Unamuno y Zambrano, tal vez me equivoque, pero hay ciertas coincidencias y paralelismos que no se pueden obviar. En todo caso El naufragio vertical es una obra que explora y ahonda en las cimas y simas de nuestra condición. Sus preguntas tienen la forma del dardo aforístico que justo da en el blanco de la existencia humana. Desde el inicio abre fuego con una declaración de principios heurísticos en el poema titulado “Tu silencio por dentro me erosiona” (16): Al seguir mis huellas vuelvo a la sequía, el muro donde el cardo sabe a ce-

rradura. El entonces un asomo de ciudad entre la arena y el será un acaso de cenizas –una loba arrastra el cadáver del tiempo hacia la historia. “Te llama desde el frío una mujer y cruza el muro”. Tajaría la carne calcárea de lo real, pero la daga se alza muro en los pliegues de mi voz, el signo encarna en sus fisuras. Mi palabra espiga donde el ser segrega lejanía. El poeta nombra el ser desde la nada que se desploma y disemina por doquier. La escritura forcejea en los umbrales de lo posible, tartamudea signos y designios casi indescifrables. En este casi se juega el todo por el todo. La existencia humana florece el milagro absoluto en medio del abismo de la nada: del nacimiento y de la muerte. Se abisma en un devenir histórico-social donde la existencia humana se diluye, justo donde las aguas funden sus caras en la cara de la muerte –el poeta lo dice mucho mejor, esto es una paráfrasis inexacta apenas. La caída del ser es caída en el tiempo y en su relato que lo funda. Escritura y real se confrontan y se afrontan en el desafío trágico y mortal de un encuentro en tierra de nadie, claro está, el poeta sabe que solamente nos queda el naufragio, la recaída en el lenguaje como máscara estética que da forma estética al terror innombrable. En el umbral de todos los umbrales, donde el ser sin asidero nace como ser para la caída en el abismo sin fin y sin finalidad, apunta en “El hoy en su nadir se petrifica” (88): “Naufraga la brújula del ser / y en ella naufragamos, el navío / fue un lirismo de la ser. Antaño carne del timón, errada carne del timón / al potro del timón”. Sombra sin raíz, oquedad tensada acaso por la muerte e infortunio, nuestro ser es la deriva y nuestro acontecer el despeñadero interminable. La herida no cesa de prodigar palabras iluminadas por la aurora en medio de la noche más oscura. El poeta se aferra a la zarza ardiente como última salvación postrera. Todo pasa, hasta la ciruela pasa, pero acaso algunos versos del poema, ya sin nombre ni autoría, permanecen. La audacia de la poesía nos lleva de la esfera de la experiencia humana a sus fronteras limítrofes, apunta al orden infinito de lo trascendente en estado puro. Como dijera Borges, el poeta no importa, solamente la poesía y lo mejor de la poesía es obra del espíritu humano. Felipe Vázquez, en algunos momentos epifánicos de algunos versos, ha sido un feliz testigo y escribano de ese espíritu creador; qué más se puede pedir en estos tiempos de miseria y nihilismo reinantes.


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15 DE ENERO DE 2024

Eulalia Guzmán Barrón, identidad, pedagogía e historia regional 6 Por René Amaro

Historia

Peñaflores*

H

ay personajes en la historia de México que, a lo largo de su trayectoria, por un hecho particular, trascendente o no, quedaron estigmatizados de por vida. Es el caso de la antropóloga-historiadora, maestra-pedagoga Eulalia Guzmán Barrón. El descubrimiento de los restos del último rey azteca, Cuauhtémoc en 1949, en Ixcateopan, Gro., la marcó -para bien o para malpor siempre, al margen de los cuestionamientos posteriores que satanizaron los hallazgos arqueológicos. Tal estigma veló otras acciones importantes que efectuó en su fructífera vida académica y que la mostraron como una mujer de grandes vuelos. Es el caso de su labor educativa en el contexto maderista-carrancista, Misiones Culturales de Vasconcelos y de la Escuela de la Acción en los años veinte y treinta. Ella escribió, analizó y explicó el por qué de la trascendencia de los procesos educativos que comenzaron a realizarse en el México revolucionario y que representaban el proyecto educativo-cultural de corte nacionalista-popular. La profesora Guzmán estaba convencida de que en las escuelas rurales, primarias, normales, escuela de la acción y en la escuela socialista, se forjaba una mexicanidad revolucionaria que debía fortalecerse para lograr la cohesión social y la legitimación política del régimen que se institucionalizaba paulatinamente y que prevalecería, con su matices e historicidad, aún en nuestros días. En ello radica la importancia del reciente libro: ¡Yo no pido nada, nunca he pedido nada! ¡A mí todo me viene solo! Eulalia Guzmán Barrón y la escuela de la acción. Un ensayo Interpretativo, de Judith Alejandra Rivas Hernández (2023). Se trata, en palabras de Arturo Burciaga, de una investigación que se centra primordialmente en una trayectoria de vida y en la explicación de un método pedagógico desde la perspectiva de la historia de una mujer como Eulalia Guzmán, quien afirma y demuestra su labor como educadora en el contexto específico que le tocó vivir. Es una contribución a la historiografía biográfica y educativa al señalar las herramientas metodológicas, teóricas y empíricas que articulan otros campos del saber y de la práctica cotidiana en las escuelas públicas del México posrevolucionario. “Hay que fijar la atención en lo cultural, en los lindes de lo educativo como lo propone Henry Giroux (2004), quien recuerda que la pedagogía no sólo se enfoca en la construcción social de

conocimientos, valores y experiencias (ad hoc con una escuela de la acción, en su momento histórico); también es una práctica performativa que se incorpora en interacciones vividas entre la educación, sociedad, textos y formaciones institucionales”. (p. 15) Pensar y teorizar a partir de lo pedagógico, “desde una perspectiva amplia y formal en el marco de la instrucción para la vida social, cotidiana y popular, y de políticas educativas, debates y espacios destacados para la enseñanza; es una manera de comprender la historia de la cultura educativa en México al poner en debate sus problemas desde instancias más tradicionales para situar las aportaciones de una mujer como Eulalia Guzmán dentro de un lado ‘oculto de la historiografía’”. (Idem.) Judith Alejandra Rivas sostiene que hace falta reivindicar históricamente la figura de Eulalia Guzmán, “mujer extraordinaria, zacatecana por nacimiento” y feminista de la “primera ola”. Lo anterior, primero, desde de su terruño, para desde ahí observar cómo la figura de la profesora Guzmán pervive y reproduce cohesión social y sentidos de pertenencia (identidad); segundo, para colocar a un pueblito

(San Pedro Piedra Gorda, cabecera de Cd. Cuauhtémoc) “nopalero, terregoso y taquero”, que coexiste hoy en los márgenes de la historia regional y local, y situarlo en la posición nacional que merece; y tercero, para analizar un punto nodal, la configuración de la pedagogía de la acción, desarrollada por ella en función de su práctica docente. La autora del libro analiza, explica y da cuenta, con base en los planteamientos pedagógicos de Eulalia Guzmán, la importancia toral de la educación, de elementos pedagógicos que fomenta la Escuela de la Acción y que son concordantes con algunos planteamientos de la actual Nueva Escuela Mexicana (NEM). La única salida para recomponer el tejido social y la mexicanidad identitaria, frente a la preocupación por la “aculturación del espíritu del pueblo mexicano” y frente a la “amenaza latente de la americanización cultural”, era la educación. La problemática debía ser tratada activamente por los docentes en las aulas mediante una postura práctica (observacional y experimental) y reflexiva, con ello se formarían buenos ciudadanos, “respetuosos de las leyes”, garantes de una vida “cívica fe-

liz”. Fortalecer el alma de nuestra raza, cultivando ciertos “valores espirituales” (amor, fraternidad y generosidad) que nos son propios, es posible “crear una cultura extraordinaria”, fundada en valores humanísticos. En suma, Rivas Hernández concluye, tras el desglose analítico del “Informe pedagógico titulado la escuela de la acción” (1923), de Eulalia Guzmán, que la sensibilidad didáctica del docente es decisiva; ayer representaba la responsabilidad compartida con los padres de familia y el Estado; hoy lo es según la NEM con la sociedad civil, redes sociales y, nosotros agregamos, el mercado; todo está mediado por la reflexión: “Hay que seguir reflexionando y mejorando las prácticas docentes, ¿desde dónde? Desde donde sea: el cubículo, el mezquite, el aula, la dirección, la inspección, el escritorio, la pizarra, desde la caja de arena. A caminar que el camino se hace al andar”, arguye la autora siguiendo a Machado, cuyas palabras musicalizadas popularizó Serrat en 1969. Por último, cabe señalar: la Eulalia Guzmán feminista aún está pendiente. *Universidad Autónomad de Zacatecas.


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LA GUALDRA NO. 604 /// 15 DE ENERO DE 2024

Literatura

Poemas de Tengo la boca llena de tierra [Buenos Aires Poetry, 2023]

No nos dejan salir callo silencio gritamos soledad es el consultorio fauces y esta noticia pérdida Nos ha muerto vidas sin un inicio lo contenemos Negamos todo Nos dijeron “no hay nada” negamos todo vientres de huracán el anuncio es “vacío”

6 Por Sergio H. García

L

Pronóstico lorar a oscuras, con la habitación prendida, en la madrugada, justo sobre la línea del amanecer. Llorar sobre el desayuno, sobre el café, los bizqueces. No comer, no beber, no gritar. Llorar con la mano sobre la boca, quedo en gritos. Llorar tras una llamada, tras una película, tras una demolición del único parque que aún conservaba una banca en la que fuiste feliz. Llorar con las flores y ser rocío, cero río, ser o río. Llorar las A’s y la S’s; las perdidas C’s o cualquiera P que se escape en un coche último modelo. Llorar a bocanadas grandes, con el mar a distancia tocando la planta de los pies. Llorar en tornados, frente al abanico, con el calor seseante de Nayarit. Llorar angustioso, apático, simple, acusado de locura por tu propia madre. Ser desagüe, coladera, canal, río que se convierte en constelación de estrellas que se granizan. Congelar el llanto. Llamar al amigo, al primo, al sobrino, al sollozo. Sollozar para no berrear. Berrear para no gritar. Llorar a gritos, a puerta cerrada, a ballena abierta. Llorar por si sí, por si no, por si acaso. Llorar la duda y las confirmaciones. Aceptar el llanto de camino invertido; invertir el llanto del camino aceptado. Llorar por las calles, por las oficinas de trabajo, sobre las hojas, sobre las computadoras, sobre los botes de basura. Vomitar el llanto, hemorragiar las lágrimas, sumergir el sollozo. Que todo el mundo se hunda en agua de llanto, crear una barca gigante y quedarse fuera. Llorar ahogado, llorar comido, llorar desechado; ser parte del llanto de los peces, la pesadumbre que se pasa a los nietos, recesión económica a causa del llanto, crimen organizado a causa del llanto, poesía a causa firme del llanto. Llorar los sí, los no, los nunca. Llorar siempre la caída, la hundida, la despreciada y levantarse siempre. Llorar como Garrick, como Cortázar, Como Girondo. Llorar a Dios como Nietzche, a las personas como Marx, a lo absurdo como Camus cayéndose a pedazos de la colina. No dejar de vivir, no dejar de creer, no dejar de intentarlo, sucumbir ante las tentaciones, acelerar, romper el límite de velocidad, el límite de tiempo, las barreras del sonido a través del llanto y chocar contra el muro, el mismo muro, el nuevo muro, todo el muro. Despertar en pedazos y llorar, pegarte con lágrimas y llorar hasta secarte. Ser un tronco seco, una rama seca, las venas desérticas de todo lo evaporado y

aviso al mundo

Nos suscribimos Revista para padres llega cada mes El correo llega No abrimos nuestra puerta Sombras de lo ido Las ignoramos siempre no hay guía en lo ciego Dejamos de ser Padres que no son padres lo nunca sido Hay bebés llanto risa lluvia caliente secreto de familia Hay bebés que no son y ni siquiera nacen Debí gritar los silencios nos comen Debí gritar

trabajo, en los parques; llorar en los acuarios, en el metro lleno de la hora pico. Llorar los muertos y los que viven. Llorar sus cánceres, sus leucemias, sus jamás. Llorarlos en cartas, en fotos, en audios, prometer(les)te el cambio de ira, el cambio de llanto, el cambio y llorarlo todo, y escribirlo todo.

marchito del mundo. Llorar al mundo, sentirse minúsculo, hormiga de chapitas despintadas, llanto-chorro triste, muñeca en el abandono dentro del ropero de la abuela. Llorar a huracanes, a terremotos, a closets vacíos. Llorar la ropa dejada, la ropa nueva, la ropa rota. Perderse en el llanto de un pantalón nuevo, llorar las rozaduras, las manchas, las fiestas. Llorar en los cumpleaños, en las fúnebres fechas ante el altar. Llorar los premios, las canciones, los abrazos. Llorar en las reuniones de

Migraña De lo dicho sin pensar; lo callado, lo escondido entre los cabellos, lo anunciado en habitaciones, lo amanecido de noche entre cantos y gritos, lo petrificado en la soledad, lo amado con discreción entre los martes, lo cosido, lo irónico de las letras y el apellido, lo triste de lo sonreído de lo amedrentado, lo casi olvidado, lo olvidado, lo perdido, lo no pasado, lo no hablado, lo no escrito y el silencio Poema como grito para salvarnos de los sueños Sueño serpientes entierro esperanzas

Nada fue mejor fuimos búsqueda terca reclamos idos Yo me volví silencio Ella se tornó adiós La ropa luego mundo en la mochila dejo mi vida Y bien lo real: Los bebés cambian todo perfuman todo la ropa se abandona sin bebé que la cargue Aviso al mundo Nos dijeron “no hay nada” sueño serpientes Desborde En algunas leves ocasiones quisiera llorar mucho siempre Sergio H. García (Nayarit, México. 1995). Poeta, editor y columnista. Autor de Que Ninguna tormenta se acerque (Crisálida Ediciones, 2021) y Tengo la boca llena de tierra (Buenos Aires Poetry, 2023).


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