La Gualdra 591

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SUPLEMENTO

En su poemario Viejos comiendo sopa (2021) “Javier Acosta cruza varias veces la extensión del vacío y desarrolla otro tipo de destilación del canon literario, para acotar la brecha entre el pensamiento poético e histórico y con ello estimular múltiples referencias que permitan contrastar imaginarios colectivos con los significados personales que se trazan día a día. Es otra manera de arder por dentro, como parte de las antípodas que la poesía provoca en cada persona, pero a la vez, es un pozo de agua inagotable donde el fuego puede transformarse en un líquido que aprende no sólo a apagar incendios, sino a fluir entre los materiales diversos de la materia…”. Armando Salgado

El libro se presenta este lunes 25 de septiembre en la Segunda Feria Internacional del Libro y la Lectura de Morelia [más información en esta número gualdreño]

CULTURAL NO. 591 /// 25 DE SEPTIEMBRE DE 2023 /// AÑO 13 DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN

La Gualdra No.

Aquel 26 de septiembre era viernes, corría el año de 2014. En Zacatecas la feria acababa de terminar y yo escribía un editorial sobre Los Tigres del Norte y Los Ángeles Azules en el que analizaba los procesos de hibridación cultural, de las relaciones de fuerza y sentido abordadas por Bourdieu para explicar la estructuración de las sociedades; quería explicarme por qué ese tipo de grupos tenía tanta aceptación en un público conformado mayoritariamente por jóvenes en este país involucrado desde aquel entonces en una “constante vorágine de malas noticias relacionadas con la violencia, la pobreza y la desigualdad”; no imaginaba que en ese momento un grupo de jóvenes normalistas estaba a punto de protagonizar una de las más lamentables tragedias de las que tengamos memoria en México.

Ese fin de semana comenzaron a circular las noticias relacionadas con la desaparición de 43 estudiantes de la Normal Isidro Burgos de Ayotzinapa, Guerrero, pero los detalles no eran del todo claros; incluso se especulaba que “tal vez los habrían detenido las fuerzas policiales”. Las noticias no corrían con la misma rapidez que ahora, no había transmisiones en vivo, el uso de hashtags para etiquetar no era tan común, y/o algo ocurría diferente a lo que pasa ahora porque de alguna manera parecía que, si bien los estudiantes habían tenido un enfrentamiento o algún problema con la autoridad, no pasaría a mayores. No hubo declaraciones oficiales en esos primeros momentos, pero conforme fueron pasando las horas la preocupación empezó a acrecentarse, no se sabía del paradero de los 43, pero habían encontrado a un normalista que los acompañaba: el cuerpo de Julio César Mondragón fue hallado con signos de tortura y le habían arrancado la piel del rostro. El verdadero horror comenzó ahí para quienes nos encontrábamos lejos y a cuentagotas empezamos a enterarnos de más jóvenes heridos y algunos otros más asesinados.

El 2 de octubre siguiente, los estudiantes salieron a las calles como cada año, hicieron pintas y gritaron consignas relacionadas con el acontecimiento de 1968, pero no acabábamos de dimensionar en ese momento lo que había ocurrido en Iguala, Guerrero. Como una especie de mecanismo de defensa nos resistimos a creer que fuera cierto que eso estuviera pasando en nuestro país, pero la cadena de dolor se iba haciendo más grande y más pesada. Los primeros videos en donde los estudiantes velaban el cuerpo

de su compañero, otros con los testimonios de los sobrevivientes y con las peticiones de auxilio de las madres y padres desesperados porque no encontraban a sus hijos fueron la llamada más fuerte de atención las primeras semanas, porque la mayoría de los medios de comunicación no proporcionaba información clara, porque el presidente EPN no hacía declaraciones todavía -tardó mucho, por cierto- y porque los 43 estudiantes, jóvenes todos, continuaban sin aparecer. No aparecen todavía.

Dolorosamente recordamos ahora, a 9 años de distancia, los contingentes de familiares y normalistas que recorrieron todo el país para informar sobre lo sucedido, las movilizaciones de estudiantes y ciudadanos para exigir justicia… y también las frases de “Ya me cansé”, “la verdad histórica”, etc. También recordamos la participación de especialistas argentinos y de la Comisión Internacional de Derechos Humanos para tratar de desentrañar lo ocurrido y acabar con la versión de esa “verdad” construida, pero, sobre todo, siguen en nuestra memoria los familiares de quienes no han dejado de buscar a sus hijos y continúan esperando certezas que les permitan descansar. ¿Dónde están los normalistas? El presidente ha dicho que compartirá con los familiares los expedientes completos del caso, con la información detallada de lo que ocurrió ese 26 de septiembre de 2014 y los días posteriores, y que esa información será dada a conocer sin ningún tipo de filtro ni censura.

9 años han pasado y los consumos culturales han cambiado también. Si en 2014 se reunían en masa los jóvenes para escuchar a Los Ángeles Azules, ahora los grupos de moda interpretan sin ningún tapujo letras de corridos tumbados, o aquéllas que enarbolan la vida de lujos momentáneos obtenidos de actividades ilícitas y sus conciertos siguen reuniendo multitudes. La violencia sigue siendo la constante en la vida real y en ese tipo de contenidos musicales; había que actualizar el análisis de los procesos de significación involucrados para que este tipo de consumos tengan tanto éxito comercial en momentos como los que vivimos.

Ojalá que algún día podamos conocer qué fue realmente lo que sucedió y que las familias de estos 43 estudiantes conozcan su paradero.

Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com

Los palimpsestos y las permanencias en la ciudad de Zacatecas, el barrio de Chepinque

Por Efrén Montoya Ortega

Entre la realidad y el deseo… la exquisita agonía

Por Álvaro Luis López Limón

Adán diez minutos después de morder la manzana, diálogo estéril en Cuentas pendientes, de Vivian Gornick Por Daniel Sibaja

Esto es lo que transcurre. Julio César Toledo, sobre un libro de Odette Alonso

Por Julio César Toledo

Notas sobre Comunidad y Pedagogía, la filosofía platónica, de Claudio Calabrese Por Sigifredo Esquivel Marin

Oppenheimer, de Christopher Nolan: abriendo la caja de Pandora

Por Adolfo Núñez J.

Lapsos gráficos, de Ozvaldo Lugo

Por Servando López

Combustión y liquidez en Viejos comiendo sopa, de Javier Acosta

Por Armando Salgado

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La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores. Carmen Lira Saade Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com
Directorio
Editorial
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Contenido

Los palimpsestos y las permanencias en la ciudad de Zacatecas, el barrio de Chepinque

Abordar un entorno urbano histórico representa una problemática compleja en la que se tienen que considerar diferentes variables con la finalidad de contar con un panorama amplio para comprender su transformación a lo largo del tiempo. Todos los edificios sufren modificaciones con las que se pueden definir etapas o fases constructivas. Lo que nos sirve para precisar cambios que van desde lo estructural a lo estilístico, con ello también se observa la utilización de diferentes materias primas que se usan de acuerdo a la temporalidad en la que se realizan las alteraciones en los inmuebles.

Para la mayoría de los historiadores, en ocasiones el espacio físico, ya sea, la ciudad, el asentamiento, los barrios, las calles, las fincas, etc., son tomadas en cuenta únicamente como contenedores de hechos históricos, lugar en el que sucedieron acontecimientos sociopolíticos, por lo que no se contemplan sus características físicas.

Sin embargo, se debe tener presente que cada inmueble individual o en conjunto, puede ser leído como si fuera un texto o un documento que arroja información, la cual sirve para interpretar contextos edilicios. Como se ha establecido, al momento de plantear un objeto de estudio urbano, debemos comprender que existen modificaciones y reutilizaciones, tanto de cimentaciones, piedras, herrería, arena para

relleno, etc., que al efectuar las adecuaciones arquitectónicas no son completamente destruidas, ya que tienen una parte funcional que permite evitar el aumento en los costos de construcción.

La presencia de estos elementos al momento de conducir este tipo de análisis, es lo que definimos como el concepto de palimpsesto y permanencia aplicado a la arquitectura y urbanismo, en donde al igual que un manuscrito, conserva huellas de una escritura anterior, se pueden apreciar partes que se borran y se reescriben o reutilizan, pero de las que siempre quedan vestigios.

Todo esto puede ser escudriñado por medio de una postura interdisciplinaria,

llevando a cabo exégesis sobre una serie de planos, mapas, litografías y fotografías ordenados cronológicamente; recopilación y deducción de información localizada en los archivos; lo anterior contrastado a través de los componentes edificados. La presencia de restos de muros, el patrón de asentamiento es muestra de permanencia, las cuales se advierten a través de los monumentos, los signos físicos del pasado. En el caso particular del antiguo barrio de Chepinque, se puede apreciar actualmente a través de características físicas de diversas etapas históricas, estas áreas o edificaciones del pasado asumieron funciones totalmente diferentes, condicionando el contorno urbano.

Entre la realidad y el deseo… la exquisita agonía

6 Por Álvaro Luis López Limón

Todo pintor desea inmortalizar el objeto predilecto de su sensualidad, conjurándolo, recreándolo, aunque potencialmente esté condenado al fracaso. Magritte, en Tentativa imposible, muestra en figurado homenaje a la mujer a un artista pintando a una mujer desnuda, suspendida en el espacio, como surgiendo de la nada, ¿será que sólo representa un ideal eróticoartístico?

Tres escenarios y un epílogo. Primero, estamos ante un autorretrato de Magritte delineando una mujer. Nos interrogamos, la mujer no tiene razones físicas ni naturales para existir, o ¿únicamente se da en la conciencia, en el pensamiento del autor?

Quizá el artista ha sido tenaz, ¿cómo ha mantenido la claridad de consciencia, el plano indubitable de inmanencia? ¿Cómo

llega a su cabeza dicha imagen de mujer?

Podría decirse que Magritte ha alcanzado el Eidos de mujer, su obra contiene todo aquello que no ha de faltarle a la mujer para ser considerada como tal, en la imagen se aprecia una figura que ha sido despojada de su extremidad superior izquierda, a pesar de ello, lo que se presenta ante nuestros ojos es una mujer desnuda. Segundo, la reflexión de Magritte sobre la noción de representación no se detiene en las capacidades miméticas de la pintura, va más allá, indaga en la relación entre la realidad y su imagen, entre el mundo en que vivimos y el mundo al que da vida la pintura. Tercero, el pintor no puede capturar la naturaleza, riqueza y profundidad de la feminidad. El aspecto de la mujer nos dice poco y nada acerca de quien realmente es. El desnudo surge del pincel del artista, no como imitación de un modelo, sino como proyección de una imagen mental, identidad traducida a su doble femenino. El personaje es

La presencia de La Mina de Quebradilla también fue cambiando paulatinamente, cambiando su estructura sustancialmente; así como el ensanchamiento del templo de Nuestra Señora de Chepinque, comenzando con una nave sencilla, pasando a contar con un atrio perfectamente delimitado, con una fachada elaborada de manera compleja. Los palimpsestos en esta parte son observados a través de un ejercicio de confrontación de la interpretación de los planos y el análisis fotográfico de los inmuebles que conformaron este barrio, los resultados son gráficamente interesantes, dado que se pueden contemplar los diferentes cambios, entendiendo de manera completa los cambios y las permanencias arquitectónicas y urbanas.

* Licenciado en Antropología con especialidad en Arqueología, de la Universidad Autónoma de Zacatecas; segunda licenciatura en Enseñanza del Idioma Inglés de la Universidad de Cambridge; Maestro en Tecnología Informática de la UAZ; Especialidad en Tecnología Informática Educativa, UAZ; Doctor en Estudios Novohispanos de la UAZ.

Referencias consultadas Capel, Horacio, La Morfología de las Ciudades. Tomo I: Sociedad, Cultura y Paisaje Urbano, Ediciones del Serbal, 2002. Litvak King, Jaime, Todas las piedras tienen 2000 años, México, Trillas, 2000. Rossi, Aldo, La arquitectura de la ciudad Barcelona, Editorial Gustavo Gili, 2007.

un ente de ficción, un ser nouménico que nace de la mente del pintor, una entidad limitada, inscrita en el mundo posible de la obra. En definitiva, Magritte no está pintando una copia fiel al modelo, no imita la vida o no la adquiere, pinta literalmente al modelo. Es una tentativa imposible que se torna posible en la pintura, en la que el artista se convierte también en una imagen en-acto, al igual que lo que está pintando, es decir, que la imagen no se ajusta al modelo, tal vez el modelo se esfuerza en parecerse a la imagen. Sin embargo, la imagen es autónoma, tiene vida propia, vemos en la superficie del cuadro la imagen de un pintor que pinta la imagen de la mujer que ama, es un acto real, comparten su misma realidad, su misma condición de imagen. Es, la representación de la representación, sí; aunque también y, ante todo, un acto de amor. En fin, la temática central sigue siendo la de la realidad y su realización. Magritte se interroga, una vez más, por el problema del límite y la

distinción entre la realidad y el deseo, entre lo real y su representación; ya que la realidad es la negación de lo imposible. El lienzo es el escenario o pre-texto, exquisita agonía que da vida a lo inanimado.

López Limón, Álvaro Luis. Con el hechizo de abril: estéticas y poéticas de la existencia. Tomo 1. La Pintura. Ciudad de México: Bonilla Artigas Editores, 2022

25 DE SEPTIEMBRE DE 2023 3 Historia Arte
/// Efrén Montoya, Chepinque. /// René Magritte, Tentativa imposible ,1928. Galería Isy-Brachot, Bruselas // París.

Adán diez minutos después de morder la manzana, diálogo estéril en Cuentas pendientes, de Vivian Gornick

Así fue como lo supe. Estar en desacuerdo es la forma menos favorable de provocar un orgasmo. He tenido pocas parejas en mi vida, hoy cumplo veintimuchos años, y a pesar de mis casi nulas experiencias, no he hecho el amor todavía. Cómo lo explico, que apenas tomar un libro de Vivian Gornick (Nueva York, 1935) en un mes tan gris, como este septiembre, se traduce en tus fracasos personales como lector y como amante privado. Uno evita hablar de sí mismo cuando se habla de libros. Sin embargo, la memoria de Gornick no es más que una crítica merecida e incómoda ante cualquier ojo masculino que la aborda, de un extremo a otro, en el primer contacto vicioso de quien por costumbre lleva el chisme a los límites más propensos de la literatura y el análisis metódico. En sus palabras judeoamericanas se han puesto ante mí libros como: Apegos feroces (1987), otro título adelantado a su época, y por el que muchos autores noveles pierden la cabeza.

/ En una tarde fría de primavera, a mis cincuenta años, cuando iba camino de su casa, me bajé del autobús que atraviesa Manhattan de medio a medio por la calle Veintitrés y, nada más pisar la acera, comprendí que lo que quiera que hubiese pasado aquel día de hacía más de medio siglo no había sido en lo absoluto tal y como yo lo recordaba. /

En esta ocasión he decidido contradecirme. Hallé el libro de Cuentas pendientes. Reflexiones de una lectora reincidente (2021) en un stand de una cafetería literaria de Mérida. El título habla por sí solo, una memoria o una bitácora de la vida lectora, quizá, como ya es costumbre, de una Vivian Gornick cansada de inventarse situaciones ficcionales. Por otro lado, lo bello del nofiction es eso, el espacio liberador en donde se escribe por escribir, por más desfavorable que suene. Reflexiones o críticas, más bien, autocrítica. Este género debe leerse con lupa y, en especial, sin pretensiones académicas, o con el ego por las nubes.

/ “He escrito mucho acerca de los miembros de mi familia”, nos cuenta

Duras al principio de El amante. // En los márgenes de un mundo que nunca lo tratará como un igual, poco a poco va volviéndose cada vez menos real para sí mismo [...] No tardará en sentirse tan emocionalmente desapegado como debió estarlo Adán. // Daniel, diez años mayor que yo, era un moreno guapo, inteligente como sólo él y capaz de un trato tan tierno [...] hacíamos una pareja estupenda. // Esa intensidad nos reportaba paz, felicidad, emoción. // Le atraían las mujeres, y acostarse con ellas era su droga preferida. // No tardé mucho en darme cuenta de que Daniel era un mentiroso compulsivo. /

Vivian Gornick nos lleva de la mano hacia una serie de reseñas críticas, en donde la mujer reprimida sale a flote, y lo restituye todo. La Tierra había sobrevivido al mes más caluroso de su historia. Pero yo mismo aún desconozco lo que es un orgasmo en el cuerpo de una mujer, y no me avergüenzo en confesarlo, estoy en el borde de mi esterilidad autómata. Las adicciones son el reflejo de la ansiedad y la Emérita es ya una sauna en septiembre. ¿Qué es leer sino un vicio egoísta y mental? “En cuanto alcanzo el orgasmo, estoy deseando desaparecer, porque entonces debo demostrar la ternura que nunca siento..., sí, ni siquiera contigo”, nos dice Gornick, y nos acerca

nuevamente a esa soledad impertinente de la estupidez masculina. Pero, ¿no ello también se contrae en cualquier cuerpo humano?, ¿por qué ahora me intereso por saber sentir?, ¿podré vivirlo?, ¿acaso otras formas de ser lo resuelven? No debo siquiera pensarlo, porque pensar es el acto menos sensual en el mundo contemporáneo.

/ Lleva toda la vida a la deriva dentro de sí mismo: un hombre, a sus propios ojos, que es por un lado mala persona, por otro, artero; desesperado por esa vida en los márgenes, atormentado por sus propios deseos, incapaz de hacer las paces, ni por asomo, consigo mismo. // El narrador es un profesor de matemáticas que vive solo en Jerusalén, se acuesta con una mujer a la que no quiere, lleva años trabajando en una tesis sin futuro y ahora, en los últimos días de las vacaciones del verano, recibe una carta de una mujer de la que en su momento estuvo enamorado. // Esa mujer ha estado, durante años, en el centro de las extensas fantasías de humillación erótica del narrador. / “Porque el amor... del amor he perdido toda esperanza”. / Quiero humillarme ahora. Decir, por ejemplo, no he tenido la dicha de dar amor y menos de ser un buen amante. En estos años veinte del siglo XXI, estaba claro que no era nada en comparación con mi tan alterable delirio de desear haber nacido en el sexo equivocado, sin llegar a los límites de mi personalidad, claro está, mi orgasmo masculino es el más común y predecible, así como aquél del que se habla durante toda la historia humana. Por el contrario, Gornick es tan puntual como el recuerdo surrealista en Mujeres conciencia, de Leonora Carrington, la cual representa a las dos Eva, ambas con manzanas en las manos, una enfrente de la otra y separadas por una cruz, que se conjuntan en un tronco del árbol, y una serpiente, que se enrosca y que refiere al año 1972 y la formación del grupo feminista de la Ciudad de México. Pero quién soy yo para reflexionar, sino Gornick, lista, para decirte: “en los setenta, estaba claro que no era nada en comparación con el estigma inalterable de haber nacido en el sexo equivocado”. Sí que duele, morder las manzanas en los pasillos del colegio donde trabajo y

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Libros

Esto es lo que transcurre. Julio César Toledo, sobre un libro de Odette Alonso

6 Por Julio César Toledo

Transitar en las calles del recuerdo es un ejercicio que requiere no tenerle temor a la convivencia con fantasmas. La poesía es, en este caso y casi siempre, la mejor brújula para esa caminata fantasmal, dolorosa, siempre llena de un gozo que es vedado para muchos, pero luminoso y revelador para quienes pueden lograrlo.

Qué lleva al (le) poeta a sostener ese impulso primigenio de acomodar palabras para poder recorrer a las calles de su propia existencia, y en ese ejercicio doméstico, solitario, que nadie paga, construir también el mundo como un pequeño Dios jugando a edificar los escenarios donde la existencia y el tiempo transcurren. Y más concretamente, qué fue lo que Odette Alonso se contó a sí misma cuando volvió a caminar por estas calles de una Cuba que ya no existirá nunca más; probablemente que nunca existió, pero que gracias al milagro de la poesía, libro, ha perpetuado por siempre y para siempre en la experiencia del lector, en nuestras experiencias de caminantes que nos adentramos torpes e inocentes, tal cual lo requiere la poesía, a este viaje todavía sin definición qué es lo que transcurre.

Dijo una vez Chantal Maillard que el poema debía ser una mezcla de sensualidad y magia negra; y no se me ocurre mejor definición para los poemas incluidos en este libro, preciosamente editado que hoy nos con-

sentirme tan ridículamente débil por no convertirme en lo que desean que fuese: “un buen proveedor”, “un líder empresarial”, “un vacacionista frecuente”, o en el mejor de los casos: “un amante”, sin prejuicios, nada verde y nada inseguro, tan lejos de pensar en la muerte a cada minuto. Exacto, yo me declaro un mentiroso compulsivo.

/ La travesía de la vida ha de hacerse a solas [...] Importa poco que el viajero solitario sea hombre o mujer; la naturaleza, que los deja en manos sólo de su propia habilidad y juicio, y, si no están a la altura de la ocasión, perecen por igual. // ¿Qué hacer? Tenía ya veintimuchos años y ni idea de cómo iba a escribir la

voca y que agradecemos que exista. Eso es lo que ha hecho aquí nuestra poeta: conjuntar en una sola línea tensa, misteriosa, un acto de sen-

sualidad, y ciertos trucos de brujería, santería quizá, para brindarnos este paseo. Y como dije al antes, para leerlo, suponemos también que para

escribirlo, hay que estar dispuestos al terror que supone la infancia, habitáculo natural del recuerdo y la poesía. Pero también hay un miedo trabajado en estas líneas circulares que no tiene que ver con la metáfora, es el miedo llano, visible, de esos fantasmas que se asoman en las canciones del recuerdo, y que la memoria elabora en palabras dóciles pero no por ello menos dolorosas. Qué sortilegio echo andar, Odette, en este libro que ha podido llegar con tanta naturalidad, al que es, sin duda alguna su mejor libro escrito hasta ahora. Y qué gozo el de nosotros que cedemos en la dicha de ese embrujo, cuando leemos estos poemas de factura inigualable.

Desde la primera página, estos poemas tienen un poco de polvo, un poco de olor a las abuelas, un mucho de dolor flotando entre sus líneas: se escuchan los chirridos de unas puertas viejas, de unos colchones que guardan humedades que duelen todavía. Estos versos no se leen, se caminan, se habitan acaso, y usted no será necesariamente un lector sino un invitado, un paseante, cuando lea -y debe hacerlo- este libro, se lo aseguro. Entre estos polvos, en fin entre estas calles de recuerdos y estos fantasmas lo que transcurre es la poesía. Y lo que ocurre, indudablemente, es este descarado hechizo de magia negra del cual usted lector, no podrá salir ileso, porque nunca puede salirse de esa forma, ni del amor ni de la poesía, ni de nada que valga decididamente la pena.

gran novela estadounidense cuando no era capaz de insuflar vida a nada medianamente ficticio. // Cuando escribimos narrativa de ficción, ponemos a trabajar a un elenco de personajes, y algunos hablan a favor del autor, otros en contra. // Eso digo yo, a veces pienso que es igual que con el sexo. ¿Cuántas veces me ha podido preguntar un hombre “por qué ahora y hace una hora no”? Una pregunta para la que tendría respuesta como podrían tener las gatas, en caso de que se lo preguntara. // Me acomodé en el sillón... —Hasta ahora no me había dado cuenta, darme cuenta de verdad, de lo intrigante que he sido en las relaciones con los hombres. /

En conclusión, soy un pésimo amante privado. Creo que después de diez minutos terminada esta reseña quisiera un postre de manzana y un café oscuro. He decidido soportar mi soledad causada por mi inmadurez y mis acciones. Hoy cumplo mis veintimuchos años y también quiero reírme con Gornick de la ficción y la gran nueva novela mexicana que tengo por deseo. Sí, por supuesto, porque ello me lleva lejos de provocar o provocarme el orgasmo más entrañable en este instante de mi vida. De su lista de referencias, las de Gornick, aparecen: D. H. Lawrence, W. H. Auden, Colette, Marguerite Duras, Elizabeth Bowen, Saul Bellow, Natalia Ginzburg, Pat Barker, Doris Lessing y Thomas Hardy. Tomé el li-

bro de Cuentas pendientes de una edición hecha por Sexto Piso, publicada en 2021 y traducida de forma concisa, maravillosa, por Julia Osuna Aguilar. No importa qué tan complejas se hayan vuelto las relaciones hoy en día, estoy por descubrir otros colores, o morir en el intento. No quiero que éste sea mi último escrito hacia Vivian Gornick, ya nos veremos en otra ocasión. Esta noche tengo tantas ganas de acomodarme en un sillón, y decirles: —Hasta ahora me doy cuenta, darme cuenta de verdad, de lo estúpido y aburrido que he sido en mis relaciones con las mujeres. ¿Quién soy yo para juzgarlo? Escríbame, si así lo desean, al correo daniel.sibaja97@gmail.com, les leeré con gusto.

25 DE SEPTIEMBRE DE 2023 5 Libros

Notas sobre Comunidad y Pedagogía, la filosofía platónica, de Claudio Calabrese

La importancia de la obra es que nos permite redescubrir a un Platón vivo, no a un pensador dogmático ni cerrado, nos recuerda que Platón es un amante del diálogo y de la conversación fluida, su obra es una meditación dialógica que une literatura y filosofía, mito y logos en una de las búsquedas más originales de la filosofía de todos los tiempos, su actualidad reside en pensar los temas y problemas fundamentales de forma abierta, honesta, profunda, directa sin ninguna concesión.

El diálogo no es un método cerrado sino la apertura del fluir de la vida misma, “la palabra está abierta a la forma que la idea quiera imprimir, pues en el diálogo platónico no se constituye como una entidad, sino que recibe el sentido en el mismo contexto discursivo (214)”. ¿Cómo pensar el diálogo en la actualidad desde Platón y la hermenéutica de Gadamer en un contexto atravesado por la cerrazón ideológica y el no pensamiento?

El pensamiento de Platón es variado, complejo, lleno de matices y sutilezas, no exento de contradicciones y ambigüedades. ¿Qué nos aporta Platón, cuáles son sus contribuciones fundamentales?

El Fedón abre la idea de la segunda navegación y el descubrimiento de la causa verdadera: la génesis de la metafísica. Detrás del orden sensible subyace una realidad inteligible, un orden ideal que gobierna y estructura todo. Las ideas (eidos, formas), formas puras o modelos eternos de las cosas, en cuya participación existe lo sensible, más allá de ser fundamento, ¿qué aporta el descubrimiento del plano metafísico para la filosofía occidental en su conjunto?

A Platón le debemos la representación de un orden inteligible y, en cuanto tal, fundamento de la materialidad del mundo; se menciona la inteligibilidad en dos sentidos: en cuanto causante de una subalternación del cosmos (un modo de volver inelegible la propia materia) y en cuanto representa aquel orden de las formas como autocomprensión. Se trata, entonces, del famoso planteo de “la segunda navegación”, metáfora náutica que recrea un nuevo rumbo para la razón.

Castoriadis, Martha Nisbaum, Agamben, entre otros, nos han mostrado la importancia del pensamiento platónico para repensar la crisis de la modernidad, ya Heidegger había puesto los ojos en la relectura de los griegos; sin embargo, lo hace a través de la perspectiva de Nietzsche y culpa a Sócrates-Platón de iniciar el nihilismo metafísico idealista logocéntrico.

Para Platón, la educación, la filosofía y la política van de la mano porque esbozan una teoría general del hombre y su realización como ser socio-político-cívico-estético. La educación, paideia, en particular, permite formar y transfor-

mar al sujeto humano. Ya Werner Jaeger había concebido la paideia como un proyecto de autoformación y autotransformación humana desde el ideal de realización plena en concordancia con la idea de polis como comunidad éticopolítica donde el ser humano alcanza su mayor potencia de crecimiento, ¿en qué sentido, las palabras y conceptos griegos de polis y paideia nos pueden ayudar a elucidar la crisis política y la crisis educativa actual?

El aserto griego de que no hay polis (comunidad política) sin paideia (la educación en cuanto forma ciudadanos) es actual para nosotros, en cuanto que la calidad institucional de nuestra democracia depende de la educación del pueblo que elige un determinado destino histórico.

Podría pensarse que con Sócrates-Platón se pasa de la virtud (areté) como nobleza hereditaria (fuerza física, valentía, sentido del deber), a la virtud (areté) nobleza del alma inherente a todos los seres humanos libres, la educación democratiza y perfecciona las virtudes. Comunidad e individuo no son entes separables sino que están íntimamente vinculados y se retroalimentan entre sí, “son un mismo organismo, una misma alma”. Virtud personal y polis se entreveran. La muerte de Sócrates oficia de metáfora esencial para unir la congruencia privado–público que tanto altera la política moderna”. La relación entre Platón y Sócrates es fundamental para entender a Platón y la génesis de la filosofía, ¿quién es Sócrates, cuál es su enseñanza fundamental, cómo distinguir al Sócrates platónico del Sócrates real, es posible?

El Sócrates histórico es un problema que

la academia ha llamado “cuestión socrática”; nuestras fuentes son muy variadas: además del propio Platón, Jenofonte y el Aristófanes de Las Nubes, que tiene la virtud de aproximarnos a cómo veía a Sócrates el pueblo de Atenas, muestran al personaje desde distintos ángulos: alguien molesto, como un perro de presa de la vida intelectual, que interroga y se interroga acerca de lo que la gente dice saber (y al parecer no sabe).

Acercarse a los autores clásicos griegos es una tarea fundamental en estos tiempos de crisis de la modernidad y sus valores –según el especialista platónico Claudio Calabrese: los griegos sirven de fundamento de nuestra comprensión del presente y atisba la apertura de alternativas en el seno de la debacle actual.

Al igual que Agamben, Calabrese nos muestra que, pese al descrédito del lenguaje metafísico seguimos repitiendo y expresándonos en términos de alma, substancia, espíritu, virtud, forma, teología.

Frente a la crisis del humanismo antropocéntrico, recuperar el sentido no humano del pensamiento griego antiguo nos permite repensar otro humanismo descentrado, cósmico, no idealista ni racionalista ni enseñoreado con el pensamiento calculador. ¿Cómo sería posible ese otro humanismo no antropocéntrico y no eurocéntrico?

Contemplar el Ser desde América es un privilegio del que todavía los académicos de esta geografía no somos aún conscientes.

El Sur es una potencia de desajuste y distancia crítica.

¿Es factible una educación como paideia griega que procure el cuidado del alma en una época desalmada?

¿Cómo fomentar una educación dialógica centrada en la auto-realización virtuosa humana cuando la educación por competencias está centrada en el mercado y obedece una sobredeterminación del sistema-mundo-capitalista, convirtiendo al sujeto humano en capital humano y el saber en mercancía?

Tenemos una idea equivocada de lo que es enseñar y educar: solemos pensar que se trata de “llenar” al estudiante de conocimientos y decimos que sabe cuando es capaz de repetir eso con lo que se lo ha llenado; para Platón, educar es autodescubrimiento, gozo de ser en el saber y por ello, el diálogo es el sendero que descubre y que es descubierto.

La obra de Calabrese es sugerente porque me ha permitido afinar éstas y otras preguntas; sin embargo, se echa de menos una crítica sociopolítica del sistema social griego y algunas veces parecería que tiende a su idealización contribuyendo a ese mito moderno helenogermanocéntrico que prescribe que todo surgió en la antigua Grecia, del érase una vez Quizá la relectura de los clásicos siempre sea fecunda si lo hacemos en y desde un presente conflictivo y convulso sin dejar de ser generosos y al mismo tiempo despiadados críticos de ese pasado que se suele mitificar como originario. Y aquí es donde los cursos eruditos y lúcidos de Calabrese son fundamentales, pues nos invitan a releer los clásicos griegos desde nuestras preguntas, interrogantes y problemáticas.

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/// Claudio Calabrese.
Filosofía

Oppenheimer, de Christopher Nolan: abriendo la caja de Pandora

En más de una ocasión, se ha comparado a la figura de J. Robert Oppenheimer con el mito de Prometeo. En ambos casos el conocimiento es representado con el elemento del fuego, tanto en la antorcha que carga el dios-titán, robada desde el Olimpo a los dioses, como en el hongo de fuego producido por la bomba atómica que el científico diseñó para el ejército norteamericano. De la misma manera, tanto Prometeo como Oppenheimer, luego de haberle dado ese fuego a la humanidad, son juzgados por una autoridad y castigados por sus actos.

Oppenheimer (2023) es la portentosa nueva película de Christopher Nolan, adaptación de la novela biográfica Prometeo Americano: El triunfo y la tragedia de J. Robert Oppenheimer (2005) de Kai Bird y Martin J. Sherwin. Se trata de una biopic bastante atípica y peculiar en su estructura narrativa, la cual, de manera no lineal, transita entre presente y pasado para esbozar un retrato detallado y complejo de su protagonista.

A grandes rasgos, el filme de Nolan, de poco más de tres horas de duración, se divide en tres actos monumentales. El primero, enfocado en la carrera de Oppy como estudiante en Cambridge y profesor de física en Berkley; el segundo, cuando es integrado al proyecto Manhattan que, de manera histórica, convergió en la prueba nuclear Trinity en Los Álamos, Nuevo México y, finalmente, en el lanzamiento de la bomba atómica en las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. El tercer acto muestra la campaña de desprestigio hacia la fi -

gura pública de Oppenheimer por sus nexos con el partido comunista, orquestada por el gobierno norteamericano, la CIA y, de manera más personal, por el político y militar Lewis Strauss (Robert Downey Jr).

Interpretado con enorme destreza por Cillian Murphy, el Oppenheimer de esta cinta es un personaje repleto de dudas, contradicciones y actitu -

Lapsos gráficos, de Ozvaldo Lugo

6 Por Servando López

El arte pone a prueba nuestra memoria, esa capacidad para evocar el pasado y a sus antiguos habitantes. Son ellos, ellas, quienes nos mantienen siendo. Seres en movimiento, que nacen y perecen. Vida y muerte pactan en ti, señora de la noche, me acuerdo que una vez leí esa frase. Las imágenes de Lugo invocan a esa señora de la oscuridad que vive en sus recuerdos, pero también tiene la capacidad de desenterrar un pasado compartido, ése que te pertene-

ce a ti y a tus iguales. La modernidad tiene recovecos en donde la luz pega con menos fuerza. Los románticos se dieron cuenta y constataron los placeres de caminar a través de la oscuridad. Se volvieron lúcidos por melancólicos, locos por la otra belleza o, para decirlo con más precisión, por la belleza de lo otro. La melancolía es un monstruo con miles de rostros: un Gorrión zacatecano, una arcaica cucaracha o un salvaje Antropófago. A diferencia del dogma, el mito nos conecta con nuestra animalidad. De esas aguas bebe el arte.

des cuestionables, pero con una clara determinación en llevar adelante el proyecto que le daría fin a la Segunda Guerra Mundial y por el que morirían poco más de 200,000 personas. Oppenheimer plantea las implicaciones éticas, morales y hasta psicológicas tras la creación de un artefacto tan mortífero. Uno que, en palabras de su creador, ya fuera por arrogancia o

por ingenuidad, fue hecho con el objetivo de “acabar con todas las guerras”. En ese sentido, en el filme de Nolan se encuentra un interesante paralelismo con The Wind Rises (2013), de Hayao Miyazaki; que narra la vida del ingeniero japonés Jiro Horikoshi, quien, en su profundo amor por la aviación terminó diseñando el modelo A6M, el cual se utilizó durante las misiones kamikazes durante la guerra.

Nolan en ningún momento romantiza ni justifica las acciones de su sujeto, únicamente las expone a la vez que reflexiona sobre sus alcances y consecuencias. La cinta va y viene entre diferentes momentos en la vida de Oppenheimer, a veces desde la perspectiva interna del propio protagonista (a color), a veces desde afuera, de manera objetiva (en blanco y negro).

De tal manera, Oppenheimer es un urgente recordatorio sobre mirar hacia el pasado para tratar de encontrar el momento preciso en el que las cosas se salieron de control. Una idea que resuena de manera alarmante en una época donde el fin de los tiempos, producto de nuestra propia ignorancia, se siente cada día más cercano.

También se trata de un desolador retrato sobre un hombre que, como aquél que retó a los dioses y trató de controlar el fuego, fue quemado por dentro y terminó condenado al sufrimiento eterno. Después del mito de Prometeo viene el de Pandora, quien, en un simple acto de curiosidad, abrió la caja que liberó todos los males que aquejan a la humanidad. Al igual que con Pandora, Oppenheimer deja en claro que hubo puertas que no se debieron abrir jamás.

monstruos alados, monstruos caníbales, monstruos revolucionarios, monstruos ya sin carne para ser roída.

Estos Lapsos Gráficos nos muestran una variedad de temas y de formas, unidas, no obstante, a través de un gusto por la maraña; es decir, expresan la fascinación del autor por una realidad áspera, diversa y oscura. El arte es una conexión con el pasado radical: atavismos. Nuestra remota animalidad no es menos que un recordatorio de lo que seguimos siendo, seres mortales. Tal vez por eso Lugo se ha imaginado ya sin vida, con los ojos cerrados, lleno de una tranquilidad que le es ajena, pero que por naturaleza le pertenece.

Los salvajes habitan bosques prohibidos, heladas lejanías y océanos traicioneros. Habitan en lo más profundo de nuestra imaginería. El salvaje es un reflejo de lo que somos, monstruos creadores,

*La exposición Lapsos Gráficos, de Ozvaldo Lugo, se inaugura el lunes 25 de septiembre, a las 12 del mediodía en Galería EmE del Teatro Fernando Calderón.

25 DE SEPTIEMBRE DE 2023 7 Cine Gráfica
6 Por Adolfo Núñez J.

Combustión y liquidez en Viejos comiendo sopa, de Javier Acosta

De Javier Acosta he aprendido que la poesía es un animal traslúcido que se enfrenta continuamente a un fenómeno conocido como ecdisis, es decir, el cambio ineludible de escamas, exoesqueleto o cutícula, para permitir el crecimiento después de haber llegado al final de una etapa en la vida. Dos de sus poemarios exploran esta condición: Versiones del vacío (2019) y Mi vida como pájaro (2019), donde simbólicamente cruzan al otro lado de la piel, para vestirse en ese otro flanco, con otro tipo de ceniza después de hurgar las brasas del cambio.

De lo anterior, cada que es posible, le he preguntado a Javier Acosta sobre los cambios necesarios que un autor o autora de poesía debe propiciar al momento de escribir, y cada respuesta suya cambia de piel como parte de la metamorfosis ineludible del ser humano, y es que el pensamiento es una brasa viva que jamás se apagará y que podrá consumirlo todo, a la vez, que extingue el interior de cualquier persona mientras el mundo no deja de arder. Su poemario Viejos comiendo sopa (2021), no es la excepción. En él, Javier Acosta cruza varias veces la extensión del vacío y desarrolla otro tipo de destilación del canon literario, para acotar la brecha entre el pensamiento poético e histórico y con ello estimular múltiples referencias que permitan contrastar imaginarios colectivos con los significados personales que se trazan día a día. Es otra manera de arder por dentro, como parte de las antípodas que la poesía provoca en cada persona, pero a la vez, es un pozo de agua inagotable donde el fuego puede transformarse en un líquido que aprende no sólo a apagar incendios, sino a fluir entre los materiales diversos de la materia, mudando de piel, para trastocar cualquier extensión estética del pensamiento poético, y de esta forma comprendo que el poeta o la poeta, debe cambiar de vez en cuando para no agotar su combustión y liquidez internas:

METÁFORA DEL CORAZÓN Y LA GALLINA

(“Viejos comiendo sopa”, p. 52)

No has querido ser menos, también para llegar al corazón, buscas el rumbo a tu manera.

Ves el reloj, tomas el pulso de tu cuello, cierras el puño y miras su tamaño. Llevas la hebra para no perderte, caminas todo el santo día por el negro pasillo de la izquierda.

Porque te lo dijeron, piensas que el corazón parece un corazón;

pero un día también pisas en falso, encuentras la escalera que te lleva hacia el sótano, ahí muy abajito, donde solo se ve lo que es oscuro, donde ahora mismo la gallina del día es degollada para el caldo. Donde hay

quien te dice por fin bajaste, ven, toma esta cucharada, prueba qué tal quedó de sal, y entonces te das cuenta de que más vale llegar a tiempo que ser invitado. Has llegado por fin al corazón, que no parece nunca un corazón.

De eso va este libro, quizá así fue concebido por el autor, lo que demuestra un gran valor conceptual en su escritura, donde cada poema busca su propio camino mezclándose con las influencias estéticas de sus lectores lo cual provoca tres tipos de erudición: la experiencia local del mundo, la destreza poética del autor, y la desplazamiento cognitivo de dichos lectores. Logra un ir y venir por el mismo río dentro

de sus páginas, con la versatilidad de que cada hundimiento es un camino distinto del otro. Cada poema es una extensión de ese río, conscientes de su propia manera de hundir o de posibilitar distintos trayectos hacia otras aguas.

Viejos comiendo sopa se ubica entre los libros de poesía que suman articulaciones para acercar de forma ecléctica distintos registros poéticos que permiten resonar el imaginario de lo plural. Además presenta un alta factura verbal, un dominio de contenido histórico y literario, una facilidad tácita al desdecir mitos, fábulas, vida y obra de otros autores, así como la reflexión poética dentro de él, que permite ampliar las versiones de uno mismo, entre los materiales que usamos para entender el mundo, y a la vez, comprender nuestras propias interacciones dentro de él. Cabe resaltar que el libro de poemas Pasífae (2023) bien podría

ser una extensión de Viejos comiendo sopa, es quizá la misma versión del río que ha mutado infinidad de veces, porque están escritos con la misma brasa y comparten cierta mutabilidad al transitar por una honestidad creativa semejante, al ser otro, otra, u otros y otras voces internas que hurgan las enyerbadas aventuras del autodescubrimiento, para sanear o terminar de quebrar lo que somos, o no somos, porque no lo decidimos aún. Porque la poesía que consumimos, que nos consume o ahoga, al final del día, es un espejo de nosotros. * * *

Javier Acosta, Viejos comiendo sopa, México, Universidad Autónoma de Sinaloa, 2021, 60 pp. Premio Iberoamericano Bellas Artes de Poesía Carlos Pellicer para obra publicada

LA GUALDRA NO. 591 /// 25 DE SEPTIEMBRE DE 2023 8
2022
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