Felipe Leal es arquitecto por la UNAM, donde fue director de la Facultad de Arquitectura de 1997 a 2005. Académico con cuarenta años de práctica, profesor invitado en las principales universidades de América Latina, Norteamérica y Europa. Su obra se enfoca principalmente al renglón cultural, educativo y de espacio público, reconocida con 16 premios en diversas bienales y certámenes nacionales e internacionales. Destacan los estudios para Vicente Rojo, Gabriel García Márquez, Juan Villoro, Ángeles Mastretta, entre otros. Recibió el Premio Arte-Arquitectura 2019 por el Congreso de la CDMX. Es miembro emérito de la Academia Nacional de Arquitectura; integrante de El Colegio Nacional; y Presidente del Seminario de Cultura Mexicana.
[Una entrevista con el Arq. Felipe Leal, por Jánea Estrada, en páginas centrales]
SUPLEMENTO CULTURAL NO. 563 /// 27 DE FEBRERO DE 2023 /// AÑO 12 DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN
Arq. Felipe Leal. Presidente del Seminario de Cultura Mexicana. Foto de Miguel A. Núñez.
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“Las ciudades pueden enfermar al igual que las personas porque son organismos vivos”, escuché decir esto a un arquitecto especialista en espacios públicos y quien además dice que las enfermedades de la ciudad pueden prevenirse y en un determinado momento, erradicarse; se trata del arquitecto Felipe Leal, quien hace unos pocos días estuvo en Zacatecas y recorrió a pie algunas de las calles de nuestro centro histórico antes del acto protocolario en el que se instaurara en Zacatecas la corresponsalía del Seminario de Cultura Mexicana. Él preside este Seminario que tiene, desde la década de los 40 del siglo pasado, la encomienda de difundir y promover la cultura, la ciencia y la educación en todo el país, siguiendo los preceptos vasconcelistas. En páginas centrales de esta edición gualdreña se puede leer la entrevista y en el espacio de YouTube de La Jornada Zacatecas se puede ver en video.
Cuando hablamos de las enfermedades de las ciudades, no pude evitar pensar en la nuestra, en esos síntomas que evidencia de unos años para acá, que nos dicen que, a pesar de lo indiscutible de su belleza, hoy podemos percibir en ella una cierta depresión. Las causas son muchas, cada vez más se observa un proceso de gentrificación que obliga paulatinamente a sus habitantes a salir del centro para buscar lugares más tranquilos y/o más baratos para vivir. El centro histórico se está quedando sin habitantes y eso, a la larga, ocasionará que sea más inseguro y conflictivo. Bajo la premisa de propiciar su progreso económico se ha permitido que se cambie inexplicablemente el uso de suelo de este espacio protegido por la UNESCO y cada vez son más,
por ejemplo, los bares que, sin anuencia vecinal, se abren ocasionando la molestia de los vecinos que siguen viviendo aquí.
El derecho al espacio público y el derecho a la ciudad son dos conceptos que están establecidos en nuestra Constitución e incluso la Comisión Nacional de Derechos Humanos se ha manifestado en torno a estos temas, incluyendo además el de los derechos culturales.1 Son derechos que están garantizados por la ley, y sin embargo, poco conocemos de sus alcances e implicaciones, por lo mismo, pocas personas también se manifiestan para exigir que se defiendan.
Esta rispidez y rijosidad que nos invaden últimamente, y de las que hablábamos la semana pasada con el Dr. Javier Garciadiego, nos han impedido a los ciudadanos generar opciones consensuadas que estén a favor del bienestar común. Pareciéramos estar embarcados en una discusión sin fin en la que no podemos ponernos de acuerdo porque todos queremos ganar, sin escuchar al otro, sin considerar que también puede tener opiniones que favorezcan a la comunidad. Esa polarización que criticamos constantemente, pero de la que parece no podemos salir, ha evitado que se generen acciones preventivas para que nuestra ciudad no enferme más, o para sanarla en la medida de lo posible.
Hoy una de las discusiones está en torno a si debe haber festival o no, por ejemplo; he visto opiniones tremendas en las que se manifiesta una especie de odio a la ciudad por la inseguridad que padece, cuando no es la ciudad la culpable de esto… me parece que eso es tan absurdo como culpar a nuestro cuerpo por enfermar, cuando sabemos que son múl-
tiples los factores que ocasionan el deterioro de la salud; o tan absurdo como culpar al coche por desvielarse después de que no le pusimos aceite en años y forzamos su motor. Nuestra ciudad no tiene la culpa, en ella habitamos todos y por supuesto que nos causa preocupación que la inseguridad siga aumentando, pero más preocupación me causa a mí que cedamos nuestro derecho a tener espacios públicos y una ciudad sanos, habitables y seguros -siempre, no nada más en Semana Santa-. Mucho se ha hablado de la pertinencia de que las actividades culturales aumenten para revertir los procesos de descomposición social, incluso durante las campañas pasadas se habló reiteradamente de esta necesidad y en discursos políticos se puso como ejemplo el caso de Colombia que logró, mediante el impulso de la cultura y las artes, recuperar esos espacios que había ganado el crimen organizado. A mí no se me olvida, ahí están los videos. No permitamos que el enojo nos gane, conciliemos, dialoguemos; insisto, no hablo solo del festival cultural, hablo de nuestra vida cotidiana y de esta ciudad, nuestra casa, que nos necesita unidos hoy más que nunca. Que disfrute su lectura.
Jánea Estrada Lazarín
lagualdra@hotmail.com
1 Respuesta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos al cuestionario sobre derechos culturales y espacios públicos. En: https://www.ohchr.org/sites/default/files/Documents/Issues/CulturalRights/Call/20_NHRI_Mexico.pdf
Paisajes barrocos para un nuevo mundo [Reseña de Jusepe, de Andrés del Arenal]
Felipe Leal [presidente del Seminario de Cultura Mexicana]: La cultura es la herramienta más fuerte que podemos tener como país
5 Contenido
Por Jánea Estrada Lazarín
3
François Jullien o repensar Occidente desde Oriente
Por Sigifredo Esquivel Marín
Entre el cielo y la tierra… la voz de la sangre
Por Álvaro Luis López-Limón
El rey del mundo Por Pilar Alba
Aliento Por Mariana Flores
Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com
Roberto Castruita Diseño Editorial
2 LA GUALDRA NO. 563 /// 27 DE FEBRERO DE 2023 /// AÑO 12
La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.
Carmen Lira Saade Dir. General
Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx
Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com
Directorio
Editorial
Por Conrado J. Arranz Mínguez 4 7 8 6
Paisajes barrocos para un nuevo mundo
6 Por Conrado J. Arranz Mínguez
Jusepe es la primera novela del escritor mexicano Andrés del Arenal, afincado en Madrid; es también el nombre del personaje principal y la voz con la que aludir cariñosamente al pintor José de Ribera, “El Españoleto”, nacido en Játiva (Valencia) en 1591 y fallecido en Nápoles en 1652. Sobre este, dice la página del Museo del Prado —templo para muchas de sus obras, entre ellas hasta cinco San Andrés— que “prácticamente no existe casi ningún testimonio o prueba documental de su infancia y primera formación artística”. Sin embargo, cuando uno cierra el libro, constata justo lo contrario: que si algo conocemos de él es precisamente aquella etapa de crecimiento y formación, constatada además por la perspectiva narrativa de su madre Margarita, su padre Simón, sus hermanos Jerónimo y Juan, y la de él mismo —capítulos de este libro minimalista—. Por tanto, aquel enigmático “casi ningún” niega la posibilidad de la prueba documental, del archivo histórico, pero mantiene un margen subrepticio para la literatura, quizá la huella más viva de la historia, al menos para los lectores. Así, en la página del museo seguirá constando aquel “casi ningún”, pero nosotros sabremos que no es cierto, que conocemos a “José o Joseph o Jusepe”, como si hubiéramos convivido con él aquellos primeros años de aprendizaje, como si lo hubiéramos acompañado mientras era perseguido, como si nos hubiéramos quedado también ciegos y solo viéramos lenguaje.
Dado su carácter de ópera prima resulta imposible eludir una reflexión sobre la oportunidad del tema tratado: ¿por qué un escritor mexicano se interesaría por un personaje español de tan remoto tiempo histórico y tan alejado espacio geográfico? Al respecto, se da la circunstancia de que una novela prácticamente coetánea, Declaración de las canciones oscuras (2019), de Luis Felipe Fabre —ópera prima también—, comparte de alguna forma tema y centra su narración en San Juan de la Cruz, poeta que, por azares, falleció el mismo año en que nació Jusepe: continuidad de personajes, continuidad de novelas, ¿nueva tradición de una nueva forma de novelar a través del lenguaje, la herida / el cuerpo y el tiempo histórico?, ¿nueva novelización que resignifica lo mexicano a partir de la recuperación de lo negado? Si algo queda claro es que aquella España duplicada que era vista como imperio y colonia en ultramar, en realidad, sumaba miserias fácilmente trasladables a la burla o al juego. El diálogo entre ambas novelas, a todas luces —u oscuridades—, es sorprendente: el lenguaje se sitúa en el centro —porque eso nos separó y hoy nos une— y es un lenguaje próximo al de aquel encuentro, un lenguaje creador que pretende ser fósforo al interior de nosotros mismos —los lectores de hoy—, un lenguaje que sobrevive a la oscuridad del tiempo y, por ejemplo, de la religión: aquella que mientras pretende la conversión de los politeístas en las remotas tierras de ultramar, persigue y expulsa a los conversos de su territorio peninsular; aquella religión, en este sentido, también creadora, que se sitúa en
el centro de la narración en tanto que los Ribera eran moriscos perseguidos. Un lenguaje tan contradictorio.
Conocemos la vida de Jusepe, como vimos, a través del caleidoscopio que forman las perspectivas de unos personajes que poseen un vínculo extraordinariamente fuerte con él, además del propio lazo familiar. A pesar de esto, en la novela se respeta también una cronología, la cual nos permite a los lectores ir madurando con el pintor. Eso sí, no hay una trama en sentido estricto, es absurdo buscarla, porque esta la constituye su propia vida, la que se conoce, pero, sobre todo, la que de alguna forma se ve reflejada en sus cuadros, porque a veces la trama no es otra cosa que la continuidad de la acción que se desprende de los cuadros que implícitamente están descritos con palabras; y esto supone una gran técnica.
En ocasiones, entre la enorme oscuridad del tiempo histórico que parece apoderarse
del camino de Jusepe, se producen pequeñas historias luminosas en los márgenes, como la del rey Trástulo, que acogía y alimentaba a toda una suerte de corte de los prodigios -guiño a la literatura del Siglo de Oro- a cambio de un rito de paso: desbautizarse. Estas pequeñas historias -más narrativas y estructuradas- son los fogonazos de luz antes de que la lectura más biográfica nos vuelva a sumergir en una pesada oscuridad: “eran tiempos oscuros”, “ya no pudo acostumbrarse a la luz”, “no se vio nada”, “su vida es una sombra errante”, “Jusepe se incorporó y atravesó el umbral hacia la noche”. Esa es una gran parte del pacto de lectura: debemos aprovechar esos momentos luminosos antes de volver a la oscuridad y antes también de darnos cuenta de que todo es lenguaje, ese que nos une y separa a un tiempo, ese que arrastra la historia.
La novela no deja una enseñanza expresa, su poética no lo permite, pero las posibilidades
de lectura se multiplican: en el fondo de la oscuridad más profunda podemos asirnos a una luz creadora. Si Goya, con sus pinturas negras, anticipó el tiempo posible de la evolución pictórica, Del Arenal, con su alusión a los claroscuros de Ribera, anticipa el camino a través de un mundo cada vez más globalizado, violento e individualista, en el que la clave para sobrevivir es la minuciosidad del lenguaje, capaz de animar -dar alma- e iluminar lo ínfimo, capaz de obrar como bisturí. Por remoto que sea el tiempo y lejana la geografía y la historia, la obra literaria es contemporánea, presente, espacio nuevo para sus lectores que, ante todo, quieren ver. Bienvenida la literatura mexicana que, como no podía ser de otra forma, se escribe -y habla- desde numerosas latitudes, cuestionando fronteras.
Andrés del Arenal, Jusepe, Valencia, España, Contrabando (Narrativa, 28), 2020, 101 pp.
27 DE FEBRERO DE 2023 3
[Reseña de Jusepe, de Andrés del Arenal]
Libros
Felipe Leal [presidente del Seminario de Cultura Mexicana]:
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Por Jánea Estrada Lazarín
Felipe Leal es arquitecto por la UNAM; ahí fue director de la Facultad de Arquitectura de 1997 a 2005; ha sido académico durante más de cuarenta años de práctica y profesor invitado en las principales universidades de América Latina, Norteamérica y Europa. Su obra se enfoca principalmente al renglón cultural, educativo y de espacio público, reconocida con 16 premios en diversas bienales y certámenes nacionales e internacionales. Destacan los estudios para Vicente Rojo, Gabriel García Márquez, Juan Villoro, Ángeles Mastretta, entre otros; la sede de la Academia Mexicana de Ciencias, la Unidad Académica de la UNAM en Morelia. Coordinó la gestión para inscribir en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO a la Ciudad Universitaria de la UNAM en el 2007. Fundador de la Autoridad de Espacio Público del Gobierno de la CDMX en el 2008, en ella se desarrollaron obras como el Corredor Peatonal de la calle de Madero, la Plaza de la República, el Monumento a la Revolución y la recuperación de la Alameda Central. Es miembro Emérito de la Academia Nacional de Arquitectura; recibió el Premio Arte-Arquitectura 2019 por el Congreso de la Ciudad de México y el Homenaje ArpaFIL 2022. Es miembro de El Colegio Nacional desde el 2021 y presidente del Seminario de Cultura Mexicana.
El pasado 17 de febrero estuvo en Zacatecas para instaurar la corresponsalía de Zacatecas del Seminario, gestionada por el Lic. Manuel Fernando Sescosse y otorgada a los integrantes de la Sociedad de Amigos de Zacatecas, un grupo interdisciplinario de profesionistas zacatecanos quienes de manera honoraria desempeñarán sus actividades a favor de la difusión de la ciencia, las artes y la educación.
El Seminario de Cultura Mexicana es un organismo fundado en 1942, con la filosofía y la mística de José Vasconcelos; entre sus integrantes fundadores se encontraban personajes como Frida Kahlo, Francisco Díaz de León, Mauricio Magdaleno, Manuel M. Ponce, Mariano Azuela y Fanny Anitúa, por mencionar a algunos. Actualmente está conformada por 25 miembros titulares; su finalidad es estimular “la producción científica filosófica y artística” en todo el país, así como promover y difundir la cultura a cultura “en todas sus manifestaciones nacionales y universales” y “mantener un intercambio cultural con los estados y territorios de la república, y con instituciones e individuos del extranjero
interesados en la cultura mexicana”,1 de ahí que existan las corresponsalías, para facilitar los objetivos mencionados. De eso hablamos con el Arq. Felipe Leal, quien además nos dijo que “Hay que hacer una serie de misiones culturales para poder socializar y extender el saber, es una mística que tiene que ver con la educación, con cultura para la educación”. Actualmente, entre los miembros titulares del Seminario encontramos a personajes como él, quien es uno de los arquitectos más talentosos del país; a Sergio Vela, en el área de artes escénicas y música; Aurelio de los Reyes, en cine; Carlos Prieto, en música; a Silvia Molina y Fernando Fernández, en literatura y poesía; Arnaldo Coen, en artes plásticas; Mauricio Beuchot en filosofía; Javier Garciadiego en historia; Noráh Barba, en química; y Silvia Torres, en astronomía; solo por mencionar a algunos de ellos.2
Además, el Seminario tiene miembros honorarios como Marco Antonio Campos, y Eduardo Matos Moctezuma, “Somos muy unidos”, dice Leal, “es un grupo muy afín, nos une esta voluntad de cultivar, de educar a través de la cultura y más ahora, como está la realidad nacional, creemos que la cultura es el gran poder, la herramienta más fuerte que podemos tener como país”.
Jánea Estrada Lazarín: Además de los miembros titulares, asociados y eméritos, están también las corresponsalías…
Felipe Leal: La esencia del Seminario son las corresponsalías… son las embajadas del Seminario en cada ciudad; estamos en 62 ciudades del país en 28 estados; son autogestivas y cada una de ellas tiene su dinámica y su agenda, se vinculan con organizaciones civiles, con las universidades y con la propia estructura cultural que tiene cada Estado y se coordinan entre ellas, se hace una red horizontal de colaboración.
JEL: En Zacatecas tenemos el antecedente de que ya funcionó la colaboración del Seminario con el Estado. Durante la gestión de José Minero Roque (1950-1956) hubo un vínculo muy estrecho entre el Seminario, gobierno del Estado y el Instituto de Ciencias (hoy Universidad Autónoma de Zacatecas). ¿Cuáles son las expectativas que tiene el Seminario con relación a esta nueva corresponsalía en Zacatecas?
FL: Son enormes por la riqueza que tienen, por su riqueza arquitectónica, son Patrimonio Cultural de la Humanidad, están en la lista de ciudades patrimonio de la UNESCO; los museos que tienen, es envidiable la calidad de los museos, las
colecciones y los artistas que los han promovido: Pedro y Rafael Coronel, Manuel Felguérez, Goitia, está Ruelas… y siguen, porque está Juan Manuel de la Rosa recientemente fallecido y muchos otros, es una tradición que ha seguido. Trabajar con la infraestructura que tienen y con este grupo [Sociedad de Amigos de Zacatecas] que son quienes hicieron la promoción de nuevo… porque hay que decir que Zacatecas sí se quedó aislado; por fortuna tampoco el desarrollo industrial le tocó mucho, es el que acabó con muchas otras ciudades. Zacatecas se protegió y esa especie de aislamiento le ayudó a conservarse y para todos se volvió un destino muy importante. Que ahora retomemos la relación es muy importante también, yo estoy muy contento porque tenemos muchos nexos; no hay tema que muchos de los miembros del Seminario no podamos tocar con Zacatecas, y para retroalimentarnos, porque venimos a aprender.
JEL: Pues lo vamos a invitar, porque sería muy interesante escuchar a alguien como usted que ha trabajado tanto la “enfermedad y salud” de las ciudades; usted ha mencionado que los arquitectos son una especie de médicos de las ciudades, hacen un diagnóstico y determinan en qué punto hay situaciones problemáticas… nosotros
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/// Arq. Felipe Leal. Presidente del Seminario de Cultura Mexicana. Foto de Miguel A. Núñez.
Cultura
La cultura es la herramienta más fuerte que podemos tener como país
tenemos el problema de la gentrificación, de muchas casas abandonadas en el centro… hablemos de las enfermedades que puede tener una ciudad.
FL: Son varias enfermedades las que padecen, sobre todo los centros históricos, y habría que hacer un trabajo casi como de acupuntura. Hay que tener un diagnóstico general del organismo, porque las ciudades son organismos vivos y como nosotros se enferman, pero también pueden renacer y tener épocas de felicidad, luego de tristeza, se deprimen… Y Zacatecas, aunque tiene una superposición de tiempos, aunque hay un momento de mayor consolidación, el tiempo actual la sigue haciendo…. pensar que solo se hizo en el pasado y que vamos a gozarla en el pasado es un error, tenemos que seguirla gozando con la visión contemporánea, pero no podemos dejarla que muera, porque sí podemos encontrar esta especie de virus, de bacterias, de fenómenos que la afectan: la gentrificación es una de ellas, el abandono… el haber sacado parte de la vida pública y administrativa del centro fue un error -son errores que cometieron muchas ciudades del mundo- porque se pierde esa “mixtura”. Lo que anima, lo que oxigena [a una ciudad], es que diario tenga actividades mixtas; no puede estar nada más orientada como ciudad museo, turística, eso es un error. La vida cotidiana debe de seguir, el que habita debe coexistir con el turista, el estudiante, con los fieles que vienen a cumplir con sus ritos de fe, con el comerciante… que uno siga viviendo el centro en su multiplicidad de actividades. Cuando solo se orientan a un giro es la muerte para las ciudades.
JEL: Tenemos entonces que poner atención en la habitabilidad del espacio, que los habitantes puedan seguir conviviendo en el lugar en el que han vivido por generaciones. ¿Hay algunos síntomas positivos que podamos identificar de una ciudad saludable y que podamos estar ubicando para que nuestra ciudad salga de esta especie de depresión en la que está?
FL: Sí, porque por bella que sea, una ciudad es como una persona, puede estar deprimida, aunque su aspecto sea esplendoroso… uno puede percibir que en su interior hay algo, un dolor, un abandono, una soledad o que está pasando por un momento no de los mejores. Uno viene aquí a tu ciudad y es bellísima, uno ve todas sus construcciones y no sabe uno a dónde voltear, la traza, lo pétreo, los materiales… pero hay algo que nos dice “está medio dormida, ¿no?, está medio apagada”. Entonces hay que inyectarle vida con esa mixtura de actividades, hay que volver a usarla de diferentes formas, la vida cotidiana tiene que reestablecerse, no únicamente la vida del tiempo libre y el entretenimiento, sino esa vida en la que haya tlapalerías, papelerías, que haya estudiantes, maestros, burócratas, administradores, que esté el notario, el abogado, el médico, eso es fantástico, como lo fue en algún momento; [para lograrlo] debe haber una política pública, lo puede hacer la sociedad pero sí tiene que haber lineamientos públicos y las autoridades municipales y estatales tienen que dar los impulsos.
JEL: Tienen que ser decisiones consensuadas… usted es el responsable del proyecto de peatonalización de la calle Madero y la adecuación del área del Monumento a la Revolución en la CDMX; en Zacatecas se ha llegado a proponer que algunas zonas puedan volverse peatonales, pero esas son ocurrencias hasta ahora porque no hay estudios al respecto, ¿qué se debe tomar en cuenta para cualquier tipo de modificaciones que afectan la vida pública y la vida privada?
FL: Cada ciudad responde a soluciones distintas; la traza de Zacatecas es muy compleja, es una ciudad minera, en pendiente, es una traza de plato roto, más accidentada, con curvas y desniveles… ese es uno de sus grandes atractivos y virtudes, pero también de sus limitaciones. Yo no creo que tenga que ser una “peatonalización”, lo que necesita es ver qué actividades programáticas se pueden generar para el centro, para volver a activarlo, hacer una política para que se vuelva a vivir en el centro; pero también hay que dar las facilidades porque en muchas ocasiones hay trabas… organismos como el INAH o las propias alcaldías no han sido lo suficientemente flexibles. Hay que ver qué es lo más importante, a veces por preservar un bien -hay que tomar en cuenta que no se trate de un bien con valor patrimonial extraordinario- se cancelan muchas otras cosas… pero eso no va a llegar solo si no hay una política de repoblamiento y también para mantener a los pobladores ac-
en nosotros, han roto las barreras: puedes ser poeta, fotógrafo y pintor y puedes ser también creador y hacer una escenografía y después gastronomía, por ejemplo. Yo creo que es muy importante acercarnos, pero para escuchar, no tanto para imponer o adoctrinar. Nosotros quedamos muy maravillados cuando vamos a las diferentes misiones en distintas ciudades y escuchamos a los jóvenes, lo que proponen… es adquirir otro conocimiento, porque son otras formas de aprendizaje y de acumular el saber.
JEL: Y de comunicar…
FL: Y de comunicar. Entonces tenemos que saber escuchar para incorporar, para ver cómo podemos incorporarlos; la nuestra es una función mucho más transversal, más horizontal… se acabó eso de lo vertical, tenemos que ser muy claros en esto y estamos en esa transición. Tenemos que incorporar a estas nuevas generaciones en el saber mutuo, como si fuera un juego de ping-pong: tú aprendes y yo aprendo, de mi juego tú vas a aprender muchas cosas, pero yo voy a aprender mucho del tuyo. Porque yo veo en ellos, además de una gran creatividad, un enorme deseo de ser escuchados; esto tiene que ver con muchos temas que están en la agenda, la visibilidad, las cuestiones de género, lo generacional, las libertades sexuales; todo eso está muy presente hoy y si no lo vemos con apertura yo creo que no vamos a avanzar. Sí tenemos que hacerle un honor al pasado, a él nos debemos, pero tenemos que analizar el presente que estamos viviendo para tener respuestas inmediatas a las nuevas necesidades de nuestro tiempo.
tuales; le puede costar menos al municipio y al Estado dar una serie de fondos para que los pobladores continúen viviendo en este lugar; permitir programas de vivienda, de rehabilitación y ser muy imaginativos… hay muchas empresas, puede haber mucha generación de empleo no contaminante que no va a dañar el patrimonio. Y se goza la ciudad, también hay que cambiar los hábitos en términos de movilidad… entonces la ciudad es más segura, porque mientras más habitantes existan en la calle es más segura porque entre todos nos cuidamos, porque es una ciudad que se vigila, que se cuida.
Continuamos platicando con el Arquitecto Felipe Leal sobre el espíritu del barrio que tiene que fomentarse para facilitar el repoblamiento, para hacer de nuestra ciudad un espacio más sano… al final abordamos el tema de los jóvenes, como un sector de la población que el Seminario de Cultura Mexicana está muy interesado en que se involucre.
JEL: ¿Qué hay de las nuevas generaciones con relación al Seminario de Cultura Mexicana?
FL: Hay que acercarnos a ellas; hay una enorme creatividad en las nuevas generaciones que utilizan otros códigos, y que tienen una frescura y una creatividad mucho más suelta. Para ellos la interdisciplinariedad está mucho más presente que
JEL: En ese sentido, qué les diría a los jóvenes zacatecanos interesados en el arte y la cultura. ¿Qué pueden esperar del Seminario de Cultura Mexicana o cómo se pueden involucrar?
FL: Primero, que no le tengan temor al Seminario, porque siempre hay como una barrera imaginaria con la cultura; que lo sientan como algo más fresco, más cercano y lúdico; porque la cultura es lúdica también, eso lo decía Brecht, que el arte y el divertimiento y el saber no están peleados, que, al contrario, el arte y el divertimiento pueden ser una gran fuente de aprendizaje. Que vean a la cultura también como algo lúdico, como un entretenimiento sano que los puede enriquecer mucho más que otras experiencias, que te da la posibilidad de convivir porque se crean círculos de amistad en donde se puede estar acompañado, donde se puede compartir y crear comunidades. En el Seminario de Cultura Mexicana serán escuchados, incluidos y visibilizados.
La entrevista completa puede verse en video, a partir de esta semana, en la página de YouTube de La Jornada Zacatecas
1 Ley orgánica del Seminario de Cultura Mexicana. Ver completa en: https:// www.diputados.gob.mx/LeyesBiblio/pdf/ LOSCM.pdf
2 Seminario de Cultura Mexicana: https:// www.seminariodeculturamexicana.com
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/// Arq. Felipe Leal. Presidente del Seminario de Cultura Mexicana. Foto de Miguel A. Núñez.
Cultura
Río de Palabras
6 Por Mariana Flores*
Esta es una crónica de lo que presencié en una “sesión de neuroconducción”, para términos del saber común, también es llamada coloquialmente sesión de espiritismo, muy cercano a lo que hemos visto en películas y cuentos de fantasmas errantes. Y es que me fui con la finta de que ese nombre científico y rimbombante: neuroconducción, me acercaría a una experiencia más cercana a la de un laboratorio, un ambiente controlado y aséptico. Qué equivocada estaba.
La condición es que las y los participantes compartan una afección: inflamación cerebral, lo cual no es muy difícil pues en estos tiempos, un 10% de la población sufre o sufrió un trastorno depresivo, lo que provoca que se inflamen algunas regiones del cerebro. Entiendo que, si bien, estas alteraciones modifican o limitan algunas funciones, al mismo tiempo posibilitan una conexión muy especial entre neuronas.
Esto me ha hecho reflexionar, cómo en años anteriores, nos pasamos combatiendo y negando estos trastornos con fármacos y psicoterapia, sin saber que tenían un propósito mayor, o así me lo parece ahora.
La doctora Concha Soto, neurocientífica y filósofa, defiende que estos “trastornos” son en realidad de un avance evolutivo que nos permite pasar a un siguiente nivel de sinapsis y en algunos casos, a la creación de neurotransmisores que hasta ahora eran desconocidos para la neurociencia. Estas nuevas conexiones neuronales, en un primer paso, han posibilitado la comunicación telepática entre dos personas, siempre bajo la guía y entrenamiento de Concha.
En los meses rec: “Luego de un arduo trabajo en los laboratorios con nuestros equipos multidisciplinarios, hemos reunido las pruebas suficientes para afirmar que, en una prueba piloto llevada a cabo con tres grupos de trece personas, hemos registrado actividad neuronal en partes del cerebro en las que típicamente no se registran. Al mismo tiempo tenemos evidencia de que 7 participantes lograron una comunicación con familiares ya acaecidos. En este momento nos encontramos sistematizando los resultados para proporciona datos más contundentes que permitan abrir una línea de investigación, así como crear una metodología que permita replicar los hallazgos”. Desde hace tres años que comenzaron estos hallazgos sobre telepatía, me registré como voluntaria para las pruebas. Finalmente me llamaron, justo tres días después del comunicado.
Una mesa cuadrada de madera, trece sillas, rodeada de cortinas negras. No había ventanas. Dos ventiladores de piso y una tornamesa: un vinil girando sin reproducir ninguna melodía, solo el
Aliento
ruido de la aguja arrastrándose sobre el acetato. A cada participante se nos había asignado un seudónimo, mismos que escritos sobre una cartulina señalaban el lugar que debíamos ocupar en la mesa.
“Si están aquí, es porque cumplen con los requisitos, por lo mismo y tal como se les informó, se trata de una experiencia que confronta, pero al mismo las evidencias muestran una gran efectividad para el tratamiento de traumas y síndromes como el depresivo y de ansiedad. Les agradezco mucho haber venido”. Así abrió la sesión la Dra. Soto quien nos guio durante toda la sesión.
El primer paso fue colocar sobre la mesa un objeto relacionado al ser querido que deseábamos contactar. Había objetos de lo más diversos, desde fotos derruidas, hasta comida. Llamó mi atención una mujer encapuchada quien colocó una flor de jacaranda. Enseguida, la doctora nos pidió cerrar los ojos y dibujar en la mente un punto blanco, mientras escuchábamos el sonido de tiza de la tornamesa. Luego, se nos indicó tomar con cada mano, el hombro a las personas que teníamos a cada lado, respirar profundo y concentrarnos en el rechinido de la aguja en el acetato.
Lo que sentí en ese momento se parece mucho a cuando te estás quedando dormida y llega un recuerdo, que no sabes si es de tu infancia o de otra vida, o si es un sueño que alguna vez tuviste o estás teniendo. Es agradable y acogedor, aunque también lejano, tampoco sabes si es recurrente o surge en ese momento. Por lo general ahí tomo conciencia y
regreso a la vigilia. Pero en esta ocasión me adentré en la sensación. Sentí un aliento en la cara, lo inhalé profundamente como nos indicaron previamente. Olía a tierra húmeda. Sentí cómo recorría mi cara, mi cuello, mi tronco, hasta llegar a mis pies. Sentí electricidad. Realicé la pregunta de control: mi apodo y el nombre de mi primera mascota. El aliento lo susurró en mi oído, y antes de que pudiera configurar lo que quería decirle, respondió:
“Aquí estamos, atravesamos el tiempo, porque no está contaminado por el cansancio, el hartazgo o las ganas de poseer. Es solo querer estar.
Somos todos los detalles en tu vida que te susurran que no todo está perdido: la llamada que llega en el momento indicado, la persona que te tiende la mano cuando pierdes el rumbo. Las monedas que encuentras en el piso, así te recordamos que caminamos a tu lado. Somos la amiga que te sostiene, la mascota que te saca de la cama y el aviso oportuno que llega de pronto. El olor a tierra mojada y a café recién hecho. La sonrisa de alguien que cambia el curso de tu día. La canción de tu infancia y el olor a panqué de naranja.
En los momentos más oscuros, somos el pájaro que golpea tu ventana, el vendedor de cortinas que toca el timbre cuando piensas que estás sola en el mundo y la vecina que toca tu puerta porque creyó escuchar un ruido. La puesta de sol que miraste
en lo alto del puente y que te trajo de vuelta…sí, ahí estuve.
Habitamos las almas que conocen el dolor, porque son capaces de ver las cosas luminosas en todos esos pequeños detalles. Ahora estás aquí, tú y muchas más, transformando el dolor en posibilidad. Mucho tiempo estuvieron en los márgenes, fingiendo alegría en la tristeza, comodidad en el hartazgo y plenitud en el rechazo. Aprendieron a crear posibilidad y amplitud. Son futuro y esperanza...”.
La Dra. Soto tocó una campana y nos pidió escribir de inmediato lo que habíamos experimentado. Luego nos advirtió de la posibilidad de soñar mucho y muy vívidamente para lo cual nos recomendó tener una bitácora para anotar estas experiencias oníricas. Finalmente nos dio una especie de kit post sesión, sobre los cuidados y atenciones que debíamos tener, pues este era solo el comienzo de un proceso más amplio, “nos vemos en un mes, no quiero decirles más porque quiero que atesoren y acomoden lo que acaban de vivir con la menor intermediación posible. Hasta pronto”, y cual mago, se metió detrás de unas cortinas negras que rodeaban la mesa de la sesión.
Tal como lo recomendó la Dra. Soto, acomodaré la experiencia y si me lo permiten en la próxima crónica les compartiré más de este proceso.
*@LaMayaFlores es guionista, socióloga e investigadora.
LA GUALDRA NO. 563 6 /// Aliento. Foto de Mariana Flores.
6 Por Sigifredo Esquivel Marín
François Jullien o repensar Occidente desde Oriente Filosofía
Hay seres cuya grandeza de espíritu renuncia a la creación de una obra original en aras de salvaguardar una obra, un autor o la recuperación de una tradición intelectual o artística. Pienso en Colli y Montinari: su enorme trabajo de recuperación y desnazificación de Nietzsche. Pienso en Miguel León-Portilla: su titánica reconstrucción y difusión del pensamiento y cultura náhuatl. Restituir la grandeza, complejidad, profundidad, actualidad del pensamiento y cultura de la Antigua China: tal es la empresa que se ha propuesto el pensador y ensayista François Jullien. En efecto es un hombre que ha entregado su vida y su obra a repensar la primacía de Oriente, y en particular de China como epicentro de la sabiduría antigua, aún más específicamente, el legado del Tao Te King, el taoísmo y el budismo como fundamentos de la condición humana. Sus comentarios al Tao ayudan a repensar más allá de nuestra torpeza occidentalocéntrica. Su lectura del Tao nos retrotrae a la escucha del corazón del cosmos viviente, mediante su llamado podemos percibir los latidos de la naturaleza. En su ensayo Un sabio no tiene ideas o el otro de la filosofía (Madrid, Siruela, 2001) busca remontarse al centro del quehacer filosófico vivo, esencial, desde su compromiso ineludible con la praxis vital que nos constituye y de cara a los problemas humanos fundamentales.
Lejos del academicismo, el autor se ha propuesto recuperar el sentido profundo de la sabiduría perenne que nos permite vivir desde una perspectiva congruente con el sentido universal de las cosas. La sabiduría popular tiene como trasfondo el saber esencial de todos los hombres de todas las épocas. De ahí que considere que Occidente ha museificado la sabiduría como filosofía especulativa lejos de todo asidero mundano, por ende, para recuperar su sentido más profundo de sabiduría esencial habría que mudarse hacia Oriente y sus tradiciones de desaprendizaje y apertura. Nos recuerda que Confucio es llamado sabio porque carece de prejuicios, puede mantener la mente abierta, permanecer en estado de apertura seminal -según Zhuangzi-, aprendiendo como vienen las cosas sin más.
Jullien se ha propuesto abrir un diálogo entre la sabiduría humana (desde los modelos y paradigmas del pensamiento oriental) con la filosofía (occidental) y sociedad contemporánea para hacernos ver la importancia de repensar la razón desde una perspectiva ampliada sin renunciar a ella, sorteando el exotismo mistificante New Age y el reduccionismo moderno ilustrado. Que un sabio no tenga ideas no significa no pensar, todo lo contrario, su estado de libre apertura no establece ninguna jerarquía o filtro a priori. Que el sabio no tenga ideas significa que no es prisionero de ningún dogma.
Si la filosofía ostenta un cúmulo de verdades sobre el ser y en particular sobre el ser humano, la sabiduría se cuida de preescribir y proscribir
cualquier doctrina. La sabiduría carece de historia, método o escuela, es una relación directa, viva, absolutamente singular que se establece entre un ser humano y su entorno. Destaca que: “Los chinos tienen otra manera de expresarlo: la sabiduría no se explica (no hay en ella gran cosa que comprender), hay que meditarla; o, mejor aún, hay que saborearla dedicando todo el tiempo necesario a ese desarrollo, como el de una impregnación” (24).
Sin ideas privilegiadas ni originales, sin un yo particular, sin conceptos técnicos ni métodos establecidos, un sabio se abisma en el ejercicio de pensar sin asideros, fines ni finalidades. Quizá lo más difícil es que no sea un asunto prioritariamente intelectual sino vivencial, a tal grado que sus vivencias no se pueden transmitir de forma mecánica o estandarizada; el maestro busca mediante ejemplos, alusiones, alegorías, sugerencias que el discípulo adquiera sus conocimientos propios, no con consejos o instrucciones. No hay transmisión de la sabiduría, la sabiduría es del orden de lo intransmisible e intransferible. Nadie enseña nada, nadie aprende nada de nadie. A diferencia de Occidente donde estamos tan preocupados por la originalidad y autoría de las ideas atribuidas a un sujeto creador, la sabiduría oriental conjunta ideas que podrían ser contradictorias:
lo personal y lo común, lo íntima y anónimo y colectivo, todo a la vez. No es porque no se tomen las cosas en serio, todo lo contrario, se toman tan en serio que no se pueden concebir como producto de una mente singular aislada. No inventa o imagina ideas para impresionar a nadie, todo viene de un fondo común que el sabio se apropia de forma absolutamente única porque usa ese fondo común de la humanidad para responder a una problemática muy puntual desde una perspectiva también muy particular.
La sabiduría es la quintaesencia del sentido común depurado de sus prejuicios e ideologías particulares; aunque jamás deja de tener puntualidad sobre un asunto muy concreto. A diferencia de la filosofía no busca generalizaciones universales válidas para todo hombre en toda época sino a partir del caso concreto, siempre trabaja a partir de ejemplos irreductibles e irrepetibles. Si la filosofía busca disolver los enigmas, la sabiduría atravesarlos con el dardo de su lucidez clarificante para reverberar un acto de elucidación transformadora. La lucidez de la sabiduría está impregnada de una vitalidad pura.
Sin embargo, quizá una de sus obras maestras sea Elogio de lo insípido. A partir de la estética y pensamiento chinos (Madrid, Siruela, 1998).
Exquisita obra ensayística que se deja leer con discreto encanto y siembra en la mente lectora sugerencias elípticas para seguir divagando por cuenta propia. Las obras del autor constituyen una invitación a viajar por el tiempo y el espacio. En efecto, frente a la rapidez e híper-aceleración contemporánea que se expresa con su frenética búsqueda de nuevos placeres y experiencias, Elogio de lo insípido se ubica en las antípodas del ideario posmoderno de híper-velocidad y saturación de imágenes, estímulos e informaciones de toda índole y en todo momento. Justo en el corazón del Tao se encuentra lo insípido e insignificante como epicentros de una estética y ética que hacen de lo infinitamente variable un arte de matices apenas perceptibles. Lo insípido sería lo contrario de lo desabrido e incoloro, su potencia y fuerza expresivas y sensibles permiten que nuestros sentidos y entendimiento permanezcan en estado de disponibilidad receptiva: “A la insipidez experimentada en las cosas corresponde la capacidad de desapego interior. El sabor nos ata, la insipidez nos desata. Aquel nos acapara, nos obnubila, nos esclaviza; esta nos libera de la presión externa, de la excitación de las sensaciones, de toda intensidad ficticia y poco duradera. Nos libera de los entusiasmos efímeros, acalla todo ese alboroto que nos agota” (34).
Lejos de privarnos de la experiencia del mundo, la insipidez nos retrotrae a la vivencia como apertura de todas las virtualidades y potencias asequibles. Es la potencia de lo neutro en estado puro. Pero no es una cuestión teórica, lejos de toda mistificación eidética, nos prepara para la verdadera eficacia en nuestro trato con el mundo. La eficacia de la sabiduría china está en las antípodas de la voluntad de dominación occidental. La insipidez es el sabor del saber chino auténtico. De ahí que la sabiduría china antigua sepa oír en el silencio la armonía del universo entero.
François Jullien nos recuerda el final de un sutra budista cuando se expone la entrada a lo no-dualidad (advaya) donde Vimalakîrti se limita a callarse, “y Manjúsrî no puede sino aprobar su respuesta: en esta fase, quien no ha dicho nada no ofrece nada que refutar, y fenómenos, sonidos, ideas, dejan de servir” (139). Más acá del saber, el sabor neutro en la perfección de su simpleza sin más. Leer en nuestro tiempo su obra posibilita un paisaje de ideas e imágenes que deviene pasaje desconocido e íntimo. Quizá eso expresa su conclusión: “La insipidez es la experiencia de la trascendencia reconciliada con la naturaleza –dispensada de la fe” (163).
En las ruinas de la modernidad capitalista aún es factible aspirar e inspirar otros estilos de vida personales y colectivos, basta abrir los sentidos al sentido originario de las cosas. No se trata de poner incienso y cantar mantras a fetiches New Age sino de abrirse a la experiencia radical de lo insípido como experiencia de lo infinitamente variable en la uniformidad silente de las cosas. En verdad hay mucho que aprehender si logramos desaprender tantas taras y prejuicios que nublan nuestra libre recepción.
27 DE FEBRERO DE 2023 7
/// François Jullien. 1951, Embrun, Altos Alpes.
Arte
Entre el cielo y la tierra… la voz de la sangre
6 Por Álvaro Luis LópezLimón
En 1959, René Magritte motiva una introspección. La voz de la sangre nos transporta al árbol mítico de la vida. Mientras una cadena de montañas atestigua el morir de la tarde, dominada por un azul marino profundo y un verde oscuro, se nos impone un gran árbol, su tronco exhibe dos estanterías abiertas, puede verse una esfera (estante superior) y una casa (estante inferior), de ventanas iluminadas como farol en medio de la noche; no solo nos orienta, sino que nos produce la sensación de cobijo y seguridad.
En el centro del árbol encontramos lo simbólico femenino de la casa, que no está en la raíz, ni en la fronda, se ve bajo el cuidado de la esfera, como parte del inmenso y frondoso árbol; casi escondido, entreabierto y oscuro, aparece un tercer anaquel. Como un contraste entre la frondosidad, la ramificación orgánica y las figuras construidas, se muestra un árbol que, como ser integrador, nos brinda alimento y cobijo; estamos frente a él, lo habitamos para mirar hacia fuera, miramos al mundo desde su interior.
La voz de la sangre recuerda que el hombre destruyó el tejado de su casa desde dentro, obligado a subsanar la envoltura original construye una cultura artificial que nos expulsa y condena a una ceguera universal, al olvido de nosotros mismos; además, nos habla del árbol, pilar y soporte que corresponden a los cimientos de la casa. Un hablar que convoca imágenes que como rizomas operan en nosotros transportándonos a un pasado primordial; el árbol es el eje de la profundidad espiritual de quienes lo habitan.
Río de Palabras
Atravesamos con Bachelard, el espacio, el aire y los sueños. El árbol “vive entre tierra y cielo. Vive en la tierra y en el viento. El árbol imaginado es […] insensible […] cosmológico; el árbol que resume un universo, que hace un universo”. El árbol como tronco cavernoso cubierto de musgo se ofrece como refugio, confortable y serena casa onírica, “[…] al ver el soñador el árbol hueco, se desliza dentro de la grieta; experimenta …, gracias al beneficio de una imagen primitiva, una impresión
de intimidad, de seguridad, de protección materna”.
Hueco, centro, morada e intimidad. El árbol no es una simple sombra para cubrir el sol, ni techo frente a la lluvia; la vida en el árbol es un refugio que permite nuestra verticalidad con
el universo. El árbol une el aire con la tierra, la tierra con el sol. La casa, el árbol, el hombre, arraigados vigorosamente a la tierra tomamos consciencia del mundo celeste. El árbol sujeta firmemente la tierra entre sus raíces y su ascensión al cielo, tiene la fuerza para sostener
El rey del mundo
6 Por Pilar Alba
Soy el rey del mundo. Grita, eufórico, desde lo que desde hace medio año llama su trono.
Un sillón desvencijado que alguien desechó y él colocó en el cerro a una altura que le permite ver la ciudad de calles intrincadas y ciudadanos de pasos lentos. Soy el rey del mun-
do, el puto amo, el más chingón… soy su padre. Sus gritos apenas si llegan al centro de la ciudad, rebotan en la iglesia de cantera, pero se pierden con el ruido de los camiones, con la música de los negocios que se aferran a no cerrar, aunque desde hace un buen rato el comercio está muerto. Su padre, repite y se deja caer en el sillón. A jalarle otra vez a la botella y avivar el
humo con el fuego, a sentir que los pulmones se le llenan de plástico y el plástico se va a su cerebro y su cerebro se pierde y se pierde. Regresa al rancho, a la vida silvestre, a cuidar vacas, a echarle de comer a los cochinos, a levantar la cerca para las gallinas. Parece escuchar sus voces, las voces de los animales. Con los ojos perdidos, sonríe, su mente está en ese otro
el mundo, o como diría Bachelard, “el árbol poderoso… alcanza el cielo, … se instala en él y se prolonga sin fin”.
Abrazamos con Magritte el recuerdo de que, entre el cielo y la tierra, en nuestro origen, aún habita la voz de la sangre
lado; su realidad aquí, entre basura, con otros animales: insectos, ratas, ratones y su perro; ese perro que nunca lo deja solo, que ha estado ahí en sus caídas y recuperaciones. El ulular de una patrulla lo saca del letargo, la saliva cae por su camisa: Vota por… y lo demás no se entiende. La ciudad abajo ajena no sabe que su rey, el amo, su padre es levantado, llevado a otro lugar donde no estorbe, donde no dé malaimagen; en donde duerma la mona, lo bañen, lo rapen, se recupere; andará dos tres días sobrio, hasta que encuentre las piedras mágicas, las que lo lleven a su reino en donde volverá a ser el rey del mundo.
LA GUALDRA NO. 563 // 27 DE FEBRERO DE 2023 8
/// René Magritte. La voz de la sangre. 1959. Óleo sobre lienzo. 77.5 x 100 cm. Mumok, Museum Moderner Kunst Stiftung Ludwig. Viena.