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Senderos de la memoria. Fotografía y comunidad: 6 trabajos fotográficos de largo aliento, “enfocados en la construcción de la memoria desde las propias comunidades y regiones de Oaxaca, incluyendo su diáspora. La intención es difundir estas miradas autorales situadas, las cua les desde su pertenencia, inmersión y/o cercanía con los territorios y pobladores logran no solo generar imágenes de la vida comunitaria sino que van conformando a la par, una memoria —visual, colectiva y plural— del porvenir”. Abraham Nahón

[Más de Senderos de la memoria. Fotografía y comunidad, en páginas centrales]

SUPLEMENTO CULTURAL NO. 549 /// 31 DE OCTUBRE DE 2022 /// AÑO 11 DIR.
JÁNEA
ESTRADA LAZARÍN
Conrado Pérez. Don Matías. Tamazulápam del Espíritu Santo, Mixe, Oaxaca, 2019.

La Gualdra No.

Raquel Bárcena Molina recibió la presea Gachita Amador en Zacatecas el vienes 28 de octubre en el Teatro Fernando Calderón. El Festival de Arte Infantil que lleva el nombre de Graciela -Gachi ta- dedicó esta edición a Mireya Cueto y en este marco fue entregada la más alta distinción a otra mujer que ha de dicado su vida a la educación y al arte enfocado a las infancias. El nombre, la obra y la presencia poética de tres mujeres destacadísimas por su labor realizada en torno al teatro infantil, a los títeres y a la sensibilización artís tica con impacto social, convergieron este 2022 en el Fandango que todo un equipo orquestado desde hace años por Martín Letechipía Alvarado nos da la posibilidad de ver hermosos espectácu los dedicados a los niños y a las niñas, pero que disfrutamos enormemente los adultos también.

La presencia de Raquel en Zacatecas fue luminosa, sobre todo en estos días en los que nos cuestionamos el qué de bemos hacer como ciudadanos para fre nar los procesos de violencia, cuando el desánimo por momentos llega al ente rarnos de noticias escabrosas como las relacionadas con un perro en Monte Es cobedo, o con la participación de niños de una secundaria en Valparaíso que juegan a filmar una historia de sicarios para luego subirla a las redes. Fue lumi nosa porque ella no pierde el ánimo ni la confianza en que el arte puede sanar, amainar la violencia, impactar positi vamente en las infancias, porque sobre todo a cierta edad “son como pequeñas esponjas que todo lo absorben” -lo bue no y lo malo-, por lo que tenemos que procurar que nuestros esfuerzos coti dianos estén orientados a que a edad temprana, ellos y ellas tengan también impactos que les alegren el alma.

“Soy de la idea”, dice Raquel, “que todos los días debemos preguntarnos ¿qué hice hoy para mejorar mi entor no? Algo debo hacer, por más pequeño que sea, para darle la posibilidad a un niño de que sea más feliz; y no necesita ser alguien cercano, puede ser alguien a quien nos topemos en el camino… a veces solo sonreírles y saludarles puede hacer la diferencia”, lo afirma conven cida porque más de 50 años ha estado dedicada a la labor de educar y hacer sonreír a los niños.

Raquel Bárcena es “maestra en edu cación preescolar por la Escuela Nacio nal para Maestras de Jardines de Niños, Licenciada en Educación Preescolar por

la UPN y ha realizado diversos cursos de especialización en Artes Escénicas en el Centro Universitario de Teatro de la UNAM y en el Teatro San Martín, de Buenos Aires; ha trabajado en series de televisión y radio infantil y ha partici pado como fundadora y directora del taller de teatro y literatura infantil de la SEP. Fue fundadora y directora del Mu seo Nacional del Títere en Huamantla, ha sido docente en las áreas de expre sión y apreciación artística en el Centro de Actualización del Magisterio del Es tado de México y ha sido integrante del Departamento de Educación Preescolar de la Dirección de Normatividad para la Educación Básica de la SEP y fue direc tora de la Escuela Nacional para Maes tras de Jardines de Niños”.1

Su contacto con el teatro de mario netas y artes escénicas se remonta a la década de los años 70, y desde en tonces sabe que lo que los niños vean, escuchen y experimenten será deter minante para la construcción de su felicidad. “Hay que llevar el arte a los niños; hay quienes no tendrán la posi bilidad, por vivir en comunidades ale jadas, de ir a un museo, al teatro, de escuchar un concierto… entonces hay que ser creativos y llevar a las escue las el teatro, un títere que les hable y les reafirme lo bella que es la vida, la reproducción de una obra de arte, con tarles las historias que puede generar un instrumento musical. Pero también hay niños que pueden venir al Museo Rafael Coronel, hay que decirles estos títeres son tuyos, ahora vamos a hacer un dibujo, contar una historia, en fin… y se van. Tú puedes decir, a lo mejor llega a su casa y se encuentra con violencia nuevamente, pero lo que vio el niño en el museo lo interioriza, lo procesa, lo elabora, lo resignifica, y ya se quedó en su subconsciente como un elemento de impulso para la resiliencia, funciona como una vacuna”.

Hay que partir de un principio de realidad, los recursos para cultura nun ca serán suficientes, pero, como dice ella, y con esto me quedo, hay que em pezar aprovechando lo que sí tenemos. Muchas felicidades nuevamente, Ra quel. Gracias por tus enseñanzas.

Que disfrute su lectura.

Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com

1 http://www.waece.org/textosmorelia/ ponencias/biosponentes/biobarcena.htm

Directorio

Carmen Lira Saade Dir. General

Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx

Contenido

Senderos de la memoria Fotografía y comunidad [Citlali Fabián, Conrado Pérez, Félix Reyes, Judith Romero, Luis Villalobos, Octavio López] Por Abraham Nahón

Jean-Paul Sartre: en pos de alternativas en las ruinas de la modernidad capitalista Por Sigifredo Esquivel Marín

Desayuno en Tiffany’s, mon ku Los monumentos de memoria en algunas películas: Maixabel, La traversée de Paris, Juarez y Estatuas Por Carlos Belmonte Grey

El lector de Julio Verne, de Almudena Grandes Por Miguel Ángel de Ávila González

Ríos

Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com

Roberto Castruita Diseño Editorial

Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com

2 LA GUALDRA NO. 549 /// 31 DE OCTUBRE DE 2022 /// AÑO 11 549
La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.
Editorial
Las hojas otoñales Por Víctor Manuel Chávez
Escrituras geológicas Por Joel Flores 4 7 8 6 5 3

Escrituras geológicas

Hace

unos años se discutía si la literatu ra, al igual que la tecnología y la cien cia, evoluciona. Es decir, si una o algu nas obras escritas durante una época reinventaron la manera de escribir y entender la condición humana. No es mi intención dar aquí alguna respuesta ni mucho menos aportar argumentos a favor o en contra de esa discu sión. La literatura, no obstante, no ha dejado de ser entendida como una herramienta del len guaje que sirve para contar historias. Me aven turaría a decir que lo que ha evolucionado en ella es la técnica o el estilo: el cómo se cuentan las historias y el empleo de las herramientas de la tecnología informática para narrar; incluso algunos escritores han apostado por unir gé neros literarios con los del periodismo o la et nografía o han acudido a recursos del barroco, como el palimpsesto, para entablar un diálogo intertextual con otros libros, otras narrativas y, desde ese diálogo, reescribir temas que ya se han contado en otras épocas, pero ahora desde la deconstrucción.

En mi caso, hace meses terminé un libro que cambió mi concepción sobre mi escritura y mis herramientas narrativas con las que ex ploré la violencia en Zacatecas. Durante lectu ra de los dos borradores entendí que no podía seguir escribiendo con el mismo conocimiento los desplazamientos forzados derivados de la violencia sistemática por parte de las empresas extractivas en el norte de Zacatecas, así como el deterioro de los cuerpos geográficos provocados por la minería a cielo abierto y los degradantes procesos de lixiviación. Debía respirar otros ai res, cambiar el escritorio por las largas camina tas a campo abierto donde reina la generosidad de la naturaleza, pero también donde campea la aniquiladora mano del hombre.

Conocí los tajos a cielo abierto de la mi nera Peñasquito —una de las más grandes de América Latina—, el continuo hundimiento por explosivos de la comunidad de Salaverna, y las historias de las personas que perdieron su patri monio. Entendí que la literatura, tal y como nos la enseñan en las escuelas de escritura creati va, en los talleres literarios o en los manuales de creación, no alcanza a enunciar las nuevas narrativas de desastre con las que convivimos sin saber que existen, como una lengua de fue go que come territorios y contamina cuerpos humanos, de las que podemos conocer más en Slow violence de Nixon (2013) y en Drugs war capi talism de Paley (2014).

Si las herramientas de la escritura litera ria no siempre bastan para escribir sobre los niveles de la violencia, ¿a qué instrumentos y campos del conocimiento debemos recurrir? La respuesta la encontré en la etnografía, el periodismo y la antropología que explora el es pacio como un símbolo íntimamente ligado con el ser humano, su cultura y sus tradiciones. No obstante, hace algunos días se publicó un libro clave. Se trata de Escrituras geológicas (2022), de Cristina Rivera Garza (Matamoros, 1964), un conjunto de ensayos que, por su apartado “Introducción”, uno puede suponer que es el ar chivo documental que llevó durante la escritura de Autobiografía del algodón (2020), otro de sus

libros que, a mi parecer, la crítica mexicana no le ha dedicado tanta atención, debido a la luz que proyectó El invencible verano de Liliana (2021), un largo relato testimonial sobre los feminici dios en México y la urgencia por deconstruir el vocabulario legal y cultural con que se penaliza la violencia en contra de las mujeres en México.

Una de las mayores aportaciones de Autobio grafía del algodón es la mirada sobre el Luto hu mano (1943), la vida de José Revueltas y haber puesto sobre la mesa los conceptos “cohabitar y pertenecer” junto a las especies vivas en el mundo y frente al capitalismo voraz, así como el de “terricidio” (Elden, 2012), la destrucción total de una región, donde se emplea alta tecnología bélica o de extracción de metales o combusti bles, que convierte a regiones ricas en recursos naturales en pueblos desiertos y fantasmales por el bien del progreso. Todo esto, dentro de una lucha y resistencia por el espacio entre quienes nacieron, crecieron y forjaron lazos de identidad, sociales, culturales y quien tiene el poder económico, el permiso de una religión o la ley para emplear la violencia del capital, in vadir y despojar.

Si le preguntamos a Rivera Garza si la lite ratura evoluciona, así como evolucionan las prácticas bélicas del ser humano, la tecnolo gía de las armas y el pensamiento político de quienes suprimen territorios, ella nos responde: “Volvamos a la tierra”, y nos explica que la raza humana y sus prácticas expansivas de coloniza

ción –invasión, mejor dicho– han fundado una nueva era dominada por la acumulación de los recursos que evoluciona, destruye y desplaza otros cuerpos vivos, a la que bien podríamos llamar capitaloceno (Crutzen, 2002). Asimismo, nos sugiere revisar los registros históricos de los territorios marginales desde la contraparte del origen de la geología, una disciplina que ha construido narrativas “de un régimen que pro duce sujetos y regula sus vidas subjetivas –un lugar donde las propiedades del pertenecer se negocian” (Yusoff, 2019).

Si aplicamos este recurso a México, un país que en sus últimos doscientos años ha sufrido guerras como la lucha por la libertad como país autónomo, la lucha por la tierra, la desaparición del cacicazgo y la tiranía, la lucha por la libertad de culto, el reparto agrario, el despejo, la guerra de los cárteles, la guerra contra los cárteles y hoy en día la guerra contra la naturaleza, vista como el fracking en las regiones periféricas, po dríamos decir que las capas históricas de su te rritorio están compuestas por distintos niveles de tragedia que configuran nuestra condición humana del presente.

Para Cristina “es cada vez más difícil escri bir sobre ello sin tomar en cuenta los territorios en disputa sobre los que colocamos los pies, y los cuerpos de las especies que, en constante e irresuelta compañía, conforman nuestra condi ción” (p. 10). Escribir sobre la condición huma na, cuál sea la época que uno elija, así como es

cribir sobre la degradación ambiental, necesita una manera distinta de entender el cómo nos relacionamos con los otros y el lugar que habi tamos. Hay que despegar la mirada de los libros, por un momento, para caminar por el espacio abierto, a veces bello, a veces degradado, don de antes otros, en un éxodo, en una guerra, en la búsqueda de un hogar, también caminaron. Hay que renombrar los materiales con los que trabajamos para realizar otro tipo de escritura y entender que un gran archivo documental es la historia de los espacios que pisamos, de frente a las narrativas de la geología indiferente, no humana, como “praxis racializada y colonialis ta […] que ha dado marcha a los procesos de desposesión de regiones enteras del planeta, al expulsar a poblaciones nativas y al esclavizar los cuerpos negros o nativos” (p. 12).

Hay que recurrir a la tierra como cuerpo y al ejercicio de sedimentación para desedimen tar. Yusoff nombra desedimentación al “‘poner al descubierto la vida social de la geología’ –en tanto lenguaje y en tanto práctica de acumula ción y racialización– ‘y sus gramáticas de vio lencia’” (p. 12). Ya en Autobiografía del algodón Cristina lo citaba para ejemplificar la pérdida total de una cultura, luego de la destrucción no solo del territorio, sino de su patrimonio. Esa desaparición impide en el presente y futuro conocer los sedimentos de la cultura desapa recida.

En el caso de Zacatecas, una ciudad coloni zada, que sufre constantemente distintos tipos de violencia, la mirada que propone Cristina so bre desedimentar el espacio podría ayudarnos a entender por qué en la entidad son los mismos los territorios en disputa durante los distintos periodos de sus guerras: en la invasión españo la, en la Revolución Mexicana, en la Guerra Cris tera y, hoy en día, en la guerra por la plaza de los cárteles y la del capitalismo norteamericano contra la naturaleza y la población. Desedimen tar sus territorios, caminarlos con los ojos, los oídos y los pulmones abiertos, podría ayudarnos a entender por qué allí existe un retraso educa tivo y económico frente a la riqueza de sus re cursos naturales y el extremo arraigo religioso, por qué es común que allí, tanto en el pasado y en nuestros días, los jóvenes se unan, forzados o por iniciativa propia, al crimen, y por qué en esos lugares, ricos en flora y fauna, paradójica mente impera en distintos niveles la violencia y son convertidos en guaridas de bandidos y hueseríos.

La literatura no debe buscar su evolución, sino más bien ir al origen. Así se pondrá de ma nifiesto la experiencia de sufrimiento y deterio ro. Volvamos a la tierra, el primer gran archivo del pasado.

*Joel Flores es un escritor zacatecano que se interesa en la tecnología, la historia y el senderismo. Actualmente es miembro del Sis tema Nacional de Creadores de Arte de México y vive en la frontera más transitada del mundo, Tijuana. Sus libros han ganado los premios Juan Rulfo para primera novela y el Certamen Internacional Sor Juan Inés de la Cruz; también ha sido reconocido por la FIL de Guadalajara como uno de los escritores más representativos de Latinoamérica.

Libros

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Fotografía

Senderos de la memoria Fotografía y comunidad

[Citlali Fabián, Conrado Pérez, Félix Reyes, Judith Romero, Luis Villalobos, Octavio López]

No hay una sola Memoria, ni una gran Historia, las minús culas —resistencias— le otor gan otros sentidos e interpre taciones a su incesante construcción.

Hay veredas, arduas brechas, caminos con sus encrucijadas, múltiples sen deros para recorrer e ir conformando de otro modo nuestra memoria histó rica, social y visual.

Frente a la pretensión totalizante de la unilinealidad histórica, elegimos mirar los senderos zigzagueantes y el conocimiento fragmentario que pro pone esta documentación visual. El

modelo global con sus “supercarrete ras” de la información, comunicación, hipervisualización, puede ser cuestio nado desde una dimensión cultural diversa que resiste, se resignifica, se transforma.

Tomar consciencia de las historias y memorias invisibilizadas, es reco nocer esa singularidad negada por la hegemonía de un centralismo que desdeña —al omitir, simplificar o exo tizar— la heterogeneidad y la plurali dad cultural.

Las imágenes incluidas en esta in vestigación y curaduría, forman parte de un entramado de narrativas visua les que han ido realizando por varios

años cada uno de sus autores: Citlali Fabián, Conrado Pérez, Félix Reyes, Ju dith Romero, Luis Villalobos, Octavio López. Así, convergen 6 trabajos foto gráficos de largo aliento enfocados en la construcción de la memoria desde las propias comunidades y regiones de Oaxaca, incluyendo la diáspora de su población.

Las realidades e imaginarios repre sentados, son una versión visual —de un campo de la memoria siempre en disputa— que no niega su carácter subjetivo, provisional, emotivo y crea tivo. Es una fotografía documental sostenida por sus historias, así como por sus vínculos, diálogos, experien

cias, sin renunciar en ciertas imá genes a una búsqueda estética. Son formas distintas de allegarse a una memoria compartida a nivel comu nitario o familiar, que trasluce en su despliegue, algunas correspondencias con un ámbito universal.

La intención es difundir estas mi radas autorales situadas, las cuales desde su pertenencia, inmersión o cercanía con los territorios y poblado res logran no solo generar imágenes de la vida comunitaria, sino que van conformando a la par, una memoria —visual, colectiva y plural— del por venir.

* Enfocado en temas de escritura e investigación sobre Arte, Literatura, Fotografía y Cultura, Doctor en Socio logía por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla ( BUAP ). Profe sor-Investigador en el Instituto de In vestigaciones en Humanidades de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (IIH-UABJO) y miembro del Sistema Nacional de Investigadores.

La investigación y curaduría de Senderos de la memoria. Fo tografía y comunidad estuvieron a cargo de Abraham Nahón ; la exposición se inauguró el pa sado sábado 29 de octubre de 2022 en el Centro de las Artes de San Agustín (Galería Salón 8). Independencia S/N Barrio de Vista Hermosa, San Agustín Etla. www.casa.oaxaca.gob.mx. Esta muestra también forma parte del Festival Internacional de Fotografía de México, Foto Septiembre. Puede ser visitada de Lun. a Dom., de 10 a 18 hrs. Permanecerá en exhibición hasta principios de enero del 2023.

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LA GUALDRA NO. 5494 /// Citlali Fabián. Mi sobrina Roma. Los Ángeles, Estados Unidos. 2019.

Fotografía

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/// Félix Reyes. Músicos en un sepelio. Buena Vista Loxicha. 2005. /// Judith Romero. Florecer (tía Chona). Valerio Trujano, 2021. /// Luis Villalobos. Resistencia. San Blas Atempa. 2016. /// Octavio López. Centurión I. San Andrés Zautla, Oaxaca, 2013. /// Conrado Pérez. Don Matías. Tamazulápam del Espíritu Santo, Mixe, Oaxaca, 2019.

Jean-Paul Sartre: en pos de alternativas en las ruinas de la modernidad capitalistaFilosofía

Ahora

que he leído ataques, de nostaciones y crítica furibun das contra Jean-Paul Sartre, no puedo dejar de repetir con Gilles Deleuze, que Sartre es el ver dadero héroe intelectual de muchas generaciones de la segunda parte del siglo XX. En efecto, desde joven leí a Jean-Paul Sartre, La Náusea junto con El extranjero de Albert Camus y me si guen pareciendo obras maestras de la literatura filosófica moderna; junto con La insoportable levedad del ser, de Milán Kundera, son lecturas que han marcado a muchas jóvenes generacio nes inquisitivas de su entorno social.

¿Cómo no identificarse con un an ticuario excéntrico entregado al uni verso de los libros que experimenta el sinsentido humano como náusea existencial? Antoine Roquentin, per sonaje central de la novela de Sartre, es un autodidacta que experimenta la absoluta banalidad de la existencia humana, la lucidez extrema con la que verifica el absurdo humano da cuenta de la crisis del nihilismo cultural de la modernidad europea y del proyecto del sujeto universal del idealismo alemán: “lo esencial es la contingencia” conclu ye el monólogo libre de Roquentin que cierra la obra y cierra el capítulo del proyecto fundador de la modernidad.

Y dicha contingencia humana ra dical llevada hasta las últimas conse cuencias nos conduce al desamparo, la angustia y la errancia, pero a dife rencia de los demás existencialistas, para Sartre dicho nihilismo humano limítrofe es condición para repensar nuestra humanidad desde su poder autocreador de sentido: El hombre no es nada más que su proyecto de realización

Sartre pensó problemas singulares nuevos con odres conceptuales vie jos, de ahí muchos malentendidos y contrasentidos. Podría enumerar las críticas que se pueden hacer con jus teza y justicia a Sartre, sería una obra poco menos voluminosa que sus obras completas. Como cualquier humano, es hijo de su tiempo y tiene un sinnú mero de limitantes, prejuicios, sesgos. No alcanzó a comprender muchas ex presiones culturales, políticas e inte lectuales emergentes, sus equívocos son de antología, pero sus aciertos, chispazos y golpes de lucidez resultan

tan formidables que, sin disculparse sus fracasos y tropiezos catastróficos, se puede salvar su obra de la hoguera mediática a la que desde hace tiempo está expuesta y sobreexpuesta.

No obstante que sus posiciones y apuestas políticas parezcan chocantes y fallidas, ya el simple hecho de re pensar la filosofía y la literatura desde un ejercicio crítico de militancia ac tiva da cuenta de un hombre que se atrevió a encarar, hasta donde alcanzó su entendedera –según decía mi abue la—un presente convulsivo tomando partido por lo que creía en su momen to “correcto”.

El existencialismo es un humanismo (Buenos Aires, Edhasa, 2009) da cuen ta de un hombre que asume valerosa mente los asuntos vitales cotidianos desde una postura libre comprometida con el mundo. Con absoluta honesti dad, Sartre no se concibió más allá del horizonte de su época, mientras que Heidegger – Carta sobre el humanismo –intentó situarse más allá de los inte reses políticos de las refriegas de su tiempo y pensar(se) desde el Olimpo de ideas sempiternas, empero, sabe mos desde La Política de Aristóteles que, no siendo ángeles ni animales, los humanos nunca estamos más allá de la conformación sociopolítica que nos constituye. No podemos situarnos en una atalaya ahistórica para ver el espectáculo del mundo porque somos

parte de ello.

Por su parte Sartre contratacó re cordando que los intelectuales que permanecen en su torre de marfil no se equivocan porque la inacción los conduce a la peor de las compli cidades con el status quo . Su lectura es indispensable para comprender la modernidad en sus cimas y simas. Síntesis de la fenomenología, hegelia nismo, existencialismo y marxismo, su obra es clave para leer el siglo XX.

El ser y la nada –traducido por Losa da al castellano–nos invita a pensar desde una subjetividad herida de fi nitud, tiene pasajes verdaderamente memorables sobre la mirada. Y aun que tengan cierta razón Heidegger y sus seguidores en cuestionarlo por haber “trivializado” el existencialis mo y la fenomenología, sus textos fi losóficos, con una clara vena literaria ensayística, han permitido a muchos jóvenes acercarse a la filosofía desde una perspectiva vital que asume la ex periencia intelectual como ejercicio de libertad sin más.

No obstante que hoy se pueda leer en sus márgenes la fecha de caduci dad, sus obras de teatro, sus textos literarios y de crítica tienen un estilo literario sugerente que nos interpela a pensar por cuenta propia, incluso, no pocas veces, yendo contra el mismo autor. La puesta en juego de la expe riencia viva singular del escritor hace

que sus obras sean arsenales para pensarnos críticamente. Sus obras guardan un arsenal aforístico que per cute y repercute en nuestra subjetivi dad como ráfagas mortales de lucidez. Lo suyo es la lucidez rapsódica. Sartre representó el intelectual crítico por excelencia, el gesto de rechazar en 1964 el premio Nobel enfatiza su co herencia e integridad extremas.

Y ahora que se ataca con virulencia por diversos sectores tanto de derecha como de un feminismo radical de iz quierda, lo mejor que se puede hacer con un pensador tan vasto, complejo, contradictorio es leerlo. Su lectura es el mejor homenaje, también la mejor crítica. Ignoro si en estos tiempos di gitales de interfaz y cibercultura a los jóvenes Sartre les sea útil para pen sarse, en todo caso, recomiendo su lectura como una forma de autocono cimiento y antídoto contra la estulti cia propia y ajena. El mandato délfico de conocerse a sí mismo es el argumento central de la obra sartreana, quizá su lectura pueda dar luz en una época pa radójica de oscuridad luminiscente al no dejar nunca de buscar alternativas en las ruinas de la modernidad capita lista. En todo caso, la lectura de Sartre aporta cierta dosis de placer furtivo, lo garantizo de antemano, a menos, claro está, que la lobotomía cultural generalizada haya hecho efecto irre mediable.

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/// Jean-Paul Sartre. 1905-1980.

ku Los monumentos de memoria en algunas películas:

Hace

una semana comentamos la pelí cula Maixabel de la directora Icíar Bo llaín: Una historia sobre el asesinato de Juan María Jáuregui por el grupo terrorista ETA en julio del 2000 y el posterior proceso de perdón por los asesinos arrepentidos y la viuda Maixabel. La película tiene algunas secuencias en uno de los Memoriales del país vasco cuya función es la conmemoración con tra el terrorismo y la memoria de las víctimas y familiares. Los diferentes Memoriales en el país vasco cobran sentido tras el fin del grupo ETA y, por supuesto, las celebraciones con el fin del grupo terrorista en mayo 2018.

Hace casi 70 años, el director francés Claude Autant-Lara dirigió La traversée de Paris (1956) estelarizada por Jean Gabin y Bourvil. Una co media negra para contar la violencia de la ocu pación alemana en París y la Segunda Guerra Mundial, a tan solo una década tras el final de la guerra. En ese momento en Francia se cons truyeron una gran cantidad de memoriales para homenajear a los caídos, a los resistentes y a los judíos enviados a los campos de concentración. Cada año aún se hacen homenajes frente a es tos memoriales para celebrar la paz y recordar, los familiares, a sus víctimas. Monumentos que tienen una función primera, la de recordar y agradecer.

Ahora en México. En 1939 el director alemán

Desayuno

La

de Paris, Juarez y Estatuas

radicado en Estados Unidos huyendo del nacis mo hizo la primera película sobre Benito Juárez, Juarez: el presidente mexicano era el personaje principal de la historia y no solo una sombra.

Durante toda la película Juárez lleva un retrato del presidente Benjamin Franklin como ícono de democracia y defensa de América. William Dieterle, además, encuadra a Juárez recordando la postura y el cuadro que se ha vuelto icónico en más de un despacho político en México. Cada año, en marzo, México celebra al Benemérito de las Américas en las escuelas y en una multi tud de esculturas; una fecha en el panteón de los héroes nacionalistas cuya función tuvo sus

principios durante la organización de las iden tidades oficiales.

Unos años más tarde, Roberto Fiesco dirigió el cortometraje Estatuas (2013). Una historia de una madre y su hijo que viven en las afueras marginales de la Ciudad de México. Fiesco nos lleva a la emoción de un solo día en el que el hijo tiene que ir al homenaje a Zapata, frente al monumento, para formar parte de los niños que tendrán el honor de estar en el estrado junto a los importantes políticos. Zapata, uno de los dos

grandes héroes oficiales de la revolución mexi cana ha sido motivo de un gran número de es tatuas, libros, películas (por ejemplo las versio nes de Antonio Aguilar) y otras manifestaciones artísticas. Los monumentos de Zapata construi dos todos después de su asesinato y de 10 años de debates, en la década de 1920, para calificar su posición en la revolución y sus méritos para entrar al panteón oficial de héroes, tiene una vez más, esa misión de recordar y hasta educar.

Todas estas películas que tienen monumen tos de memoria y de héroes o víctimas utilizan y se permiten contar historias de lo ya pasado. De cierta manera para eso sirven los lugares de memoria, para recordar y evitar el olvido. Mati ces que en Zacatecas están, quizás, olvidados.

Estanovela relata el crecimiento físico y moral de Nino, el hijo de nueve años de un Guardia Civil, que vive en la casa-cuartel de Fuensanta de Martos de la Sierra Sur de Jaén. El ámbito temporal: los años 1947,1948 y 1949, denominado en España el Trienio del Terror. Nino entabla amistad con Pepe el Portugués, por quien siente gran admiración; le servirá como referencia para entender el mundo que lo rodea y para ayudarle a descubrir la diferencia entre el bien y el mal. Con él mantiene conversaciones fundamentales para su formación, le revela la verdad de los hechos y le inculca el amor por la lectura.

Otra historia de amistad es la que mantie ne con Elena, maestra republicana jubilada, su plaza en la escuela es ocupada por don Euse bio. Traba una relación afable con ella, le presta libros de Julio Verne y le enseña taquigrafía y mecanografía, esto convertirá a Nino en un chaval diferente y se formará como una perso na distinta.

Muchos creen que en 1939 se terminó la Guerra Civil, pero en Fuensanta de Martos todo fue distinto. Los hombres se echaban al monte para salvar su vida y la autoridad perseguía a sus mujeres que intentaban ganarse la vida con

la reventa de huevo, recogiendo esparto en el monte o vendiendo espárragos en las carrete ras. Para ellas todo estaba prohibido, todo era ilegal y la supervivencia de los hijos: un milagro improbable.

El relato se centra fundamentalmente en la descripción de la represión que sufrieron los vencidos de la guerra y refiere los métodos utilizados por la Guardia Civil para perseguir a los guerrilleros y sembrar terror en la población,

también la opresión de aquellos que estaban asociados al bando republicano que habían sido reprimidos y apenas podían trabajar para subsistir.

La represión franquista es omnipresente: afecta la vida de todos. Nadie es libre de esco ger su propia vida, ni siquiera en el bando de los vencedores. La vida en el pueblo está marcada por las delaciones, traiciones, torturas, muerte. Narra hechos terribles, las palizas en los cala bozos, el terror institucionalizado, la injusticia prepotente del vencedor, los disparos por la es palda con la ley fuga.

“Así era mi mundo —dice Nino— una Cié nega donde los valientes, los leales, los inteli gentes, tenían que dejar de serlo si no querían morir jóvenes y la autoridad se apoyaba en la traición y los traidores eran siempre por dinero y los héroes vivían como animales mientras los cobardes, los chivatos, los analfabetos, comían caliente y dormían en sus camas, amparados por el respeto de las personas decentes” (p. 126).

Nino comprende una verdad que nadie ha bía querido contarle: en la Sierra Sur se está librando una guerra, pero los enemigos de su padre no son los suyos. Comienza a mirar con otros ojos a los guerrilleros de Cencerro, parti sano legendario que trae en jaque a la Guardia Civil de toda la comarca. Nino ve con angustia el

trabajo de su padre, que vive en una contradic ción, pues se están produciendo detenciones y torturas que él asume, aunque sienta vergüen za y miedo por lo que hace. Es una manera de mantener a su familia, pero también un riesgo para todos. Y ve cómo su madre tiembla cada vez que el marido tiene que salir para una mi sión.

Al amparo de Julio Verne, mientras lee Los hijos del capitán Grant, descubre que su amigo Pepe el Portugués ayuda a los guerrilleros escon didos en el monte y logra que la Guardia Civil mate a “Comerrelojes”, hombre de Cencerro que decide traicionarlo. Se convierte en un pequeño héroe, como Jim Hawkins de La isla del tesoro de Stevenson, capaz de atravesar el pueblo durante la noche para encontrarse con su padre en la sierra y, juntos, permitir que varios guerrilleros puedan huir hacia Francia.

Por otra parte, la Guardia Civil, encerrada en la casa-cuartel con sus familias, muchas veces enfrentada a los habitantes de los pueblos. Se describen actitudes muy diferentes entre ellos a la hora de actuar. En esta novela es, en defini tiva, una humana y emocionante historia de un niño que, tras crecer entre acero y letras, logra convertirse en dueño de su destino.

* * *

Almudena Grandes, El lector de Julio Verne, Episodios de una guerra interminable, TusQuets editores, Colección Andanzas, primera reim presión, México, 2020.

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/// Claude Autant-Lara dirigió La traversée de Paris. /// Roberto Fiesco dirigió el cortometraje Estatuas. /// William Dieterle dirigió la película Juarez.
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El lector de Julio Verne, de Almudena Grandes Cine Libros

Río de Palabras

Las hojas otoñales

“…Y entonces una chispa más y las neuro nas enloquecidas no desean continuar, pero unas gotas espesas las empujan y no hay escape…).

Cuando

termina septiembre es una épo ca de cambios para mí, además de que es mi cumpleaños, llega el otoño con la caída inminente de las hojas, antes sentía que el incipiente otoño auguraba la me jor época del año con el frescor de su viento y sus tardes nubladas, el festejo de nacimiento de Joaquín Cosío y de Emilio Carrasco el 4 de octubre, pero después, paradójicamente, el 9 es el aniversario de la partida del reverendo David Ojeda.

Después de haber sufrido recientemente un infarto y al estar en recuperación tras una se rie de intervenciones quirúrgicas a lo largo de un año, me es muy importante recordar a mis amigos y recuperar la memoria de todos ellos. Me he transformado en una especie de mímesis del personaje principal de la novela de Umberto Eco La misteriosa flama de la reina Luana. Con ellos, Cosío, mi Sensei Ojeda, igual que con Gerardo del Río, Armando Adame, Alejandro García y Luis Humberto Crosthwaite, ellos amigos de verdad, a pesar del tiempo y la distancia comparten conmigo el interés por la creación artística, la literatura, el cine. Pero hoy gracias a mis me morias con ellos voy recobrando mi ser, este otoño me llega a la memoria el recuerdo nítido de Emilio Carrasco.

Conocí a Emilio Carrasco en septiembre de 1986 cuando iniciamos juntos la construcción de la Dirección de Comunicación Social de la Universidad Autónoma de Zacatecas, una direc ción muy incipiente en ese entonces. Un día lle gué para colaborar en la redacción, invitado de David Ojeda Álvarez, mi maestro en el Taller de Creación Literaria, para apoyar en la cuestión de redacción. Ahí fue donde conocí a un pintor de baja estatura, pero con un enorme corazón al que llamaban Emilio, a secas. En poco tiem po, Emilio y yo nos hicimos muy cercanos pues había tardes enteras en las que solamente está bamos él y yo esperando alguna noticia sobre el acontecer universitario para redactar un boletín o trabajar en el periódico mural El rebote, un di seño muy singular de Emilio que elaboraba muy artesanalmente con las únicas herramientas de unos esténciles y un mimeógrafo.

Recuerdo que en algún momento, mien tras yo escribía en la máquina Remington, que tanto me encantaba, Emilio me preguntó qué estaba trabajando, conociendo bien mi procli vidad y necesidad por la escritura de cuentos, le dije que era un cuento, Emilio me pidió que se lo platicara; empecé a decirle que era acerca de un guarda casa de un teatro quien, cuando las bailarinas entraban al escenario a ensayar, se escondía entre la escenografía para verlas bailar porque, de alguna manera, esta actividad voyerista le hacía sentir vitalidad a su cuerpo, a pesar de que era un hombre de más de 70 años. Mientras narraba el cuento, Emilio comenzó a

bosquejar algo en su cuaderno de dibujo.

Cuando terminé el cuento, Emilio me pro puso un trato: “Voy a hacer de este bosquejo un cuadro, y mi pintura va a parar en ninguna pared que no sea la tuya, ni tu cuento va a ir a parar a ninguna publicación. Así, vamos a inter cambiar un cuento por una pintura”. Recuerdo muy bien lo que me dijo: “Yo tendré un cuento tuyo inédito y tú tendrás una pintura que jamás se integrará en mis exposiciones”. Sin dudarlo acepté el trato y seguimos trabajando.

Conforme pasó el tiempo terminé el cuen to, lo presenté en el taller de Creación Literaria con David Ojeda, mis compañeros talleristas me hicieron algunas precisiones y modificaciones al texto, lo corregí y lo dejé listo para publicar. Emilio sabía esto perfectamente, me contac tó para venir a mi casa, por supuesto acepté.

Cuando Emilio toca la puerta, llega con un cua dro cubierto y dice: “Aquí está el cuadro que te

prometí, ¿dónde está mi cuento?”. Fui a la car peta donde lo tenía guardado y se lo entregué. Luego, Emilio sacó el cuadro y atrás del mismo estaba la dedicatoria muy personal que atesoro con mucho cariño.

Pasó el tiempo, cuando Emilio partió me dio mucha tristeza saber que el Covid lo había atrapado en sus garras, pero prometí honrar la memoria, como lo hacían mis amigos y com pañeros de algunos años en la Dirección de Comunicación de la UAZ, Emilio Carrasco Gutié rrez y David Ojeda Álvarez, de la mejor manera a través de textos como este que recuperan en mi mente tiempos vividos que me han formado como escritor y como académico.

Ese cuadro está cerca de mí, todos los días lo veo, me provoca pensar siempre en Emilio, veo su obra, recuerdo todas aquellas actividades que hicimos juntos. Evoco y lamento. Yo afortunada mente sobreviví un infarto, me habría gustado

que también ellos hubieran sobrevivido para te nerlos cerca de mí. El reverendo Ojeda y Emilio Carrasco vienen a mi mente, irremediablemen te en estos días otoñales las imágenes de ellos, como las del cuadro en las que se diluyen y se sobreponen figuras geométricas en tonos azules y grises. Así recuerdo al Hombre araña Carrasco y a Madigan Ojeda, y este Batman en rehabilita ción continúa recobrando sus recuerdos, poco a poco, para rescatar mi memoria y a mí mismo de la postración en la cama.

La luna de octubre, aunque es una imagen muy trillada, convoca a danzar a estas hojas otoñales con sus matices de colores que a ve ces caen en lento vaivén, algunas se las lleva el viento, pero a otras no, estas permanecen en la memoria, el imperio del otoño y el arribo de la noche las hace más perennes.

6
David Ojeda: Las condiciones de la Guerra.
* UAEH /UAZ. LA GUALDRA NO. 549 // 31 DE OCTUBRE DE 20228
/// Emilio Carrasco, El guardacasa. Óleo sobre tela. 1987.

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