La Gualdra 275

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SUPLEMENTO CULTURAL

No. 275 /// 19 DE DICIEMBRE DE 2016 /// AÑO 6

DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN

Las calles se inundan de fieles y cánticos, mientras el Güerito es llevado a la capilla, recorriendo los barrios de la cabecera de Nochistlán. El frío importa poco, aún para aquella pareja de ancianos, cuyos brazos entrelazados hacen las veces de bastón; aprietan el paso, pero llegarán de último a presenciar la primera misa, cuando el sol aún no se asoma en el firmamento… Se trata de una celebración pagana en honor de la fertilidad, cuyo origen se remonta al año 1400; hoy es el sustento de una de las fiestas más antiguas de Zacatecas y que, desde el 2016, es Patrimonio Cultural Inmaterial del Municipio de Nochistlán de Mejía. [“San Sebastián”, de Andrés Sánchez, el foto-reportaje ganador del Premio Estatal de Periodismo Cultural Juan Ignacio María de Castorena, en páginas centrales]


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LA GUALDRA NO. 275 /// 19 DE DICIEMBRE DE 2016 /// AÑO 6

La Gualdra No. 275

Editorial

C

erramos el año. El 2016 prácticamente se ha ido y es momento de hacer un recuento de lo que aconteció estos 12 meses. Primero he de decir que me siento sumamente agradecida con todos los colaboradores gualdreños que un año más han contribuido a que este espacio editorial continúe y con La Jornada Zacatecas, nuestra casa. El próximo año viene acompañado de grandes retos en el ámbito de la cultura y las artes no sólo en nuestro Estado sino en todo el país, debido a los recortes presupuestales de los que ya hemos hablado anteriormente. Tristemente vemos cómo ha sido una constante que el presupuesto asignado para las áreas de cultura y la educación siempre se vea afectado; como que en este país estamos acostumbrados a ver cómo los recursos asignados se disminuyen pese a que los impuestos se aumentan paulatinamente. Pese a eso, confiemos en que el espíritu emprendedor de los creadores sea más fuerte que sus limitaciones económicas; confiemos, pero exijamos también condiciones justas. Con este año se fueron también distinguidos integrantes de la comunidad artística mexicana. Los escritores Ignacio Padilla, David Ojeda, René Avilés Fabila y Guillermo Samperio siempre serán recordados por quienes los leímos; habrá que seguirlos recordando, promoviendo su lectura. El caso más reciente fue el de Guillermo Samperio, mi querido Guillom, a quien me unió una amistad que surgió precisamente a partir de La Gualdra, como muchas otras más que este espacio me ha permitido tener a la distancia. Un buen día me llegó un mensaje de Guillom al Facebook diciéndome que acababa de leer La Gualdra y que le parecía todo un acierto que en Zacatecas se hiciera un suplemento como el

Contenido nuestro, que daba cabida tanto a gente con trayectoria reconocida como a aquellas personas que estaban iniciando en el “difícil pero apasionado mundo de las letras”, ahí empezó nuestra amistad; junto con el comentario me envió el primer cuento que le publicamos y de ahí en adelante Samperio colaboró con nosotros eventualmente a lo largo de estos cinco años y engalanó nuestras páginas con su literatura. Hace dos años vino a Zacatecas y tuve la oportunidad de entrevistarlo, de convivir un poco más con él; se le veía un tanto decaído y con ciertos problemas de salud, pero hablar de arte, de cine, de libros, le hacía sonreír y recordar cosas, que insistía en esa plática, poco a poco olvidaba. Su muerte me ha dejado sorprendida, porque la muerte me sigue sorprendiendo aunque sé que es inevitable (como dijo Woody Allen cuando le preguntaron sobre ella: “la verdad es que no ha cambiado demasiado, es la de siempre: estoy en contra de ella”). Y a pesar de “estar en contra”, la muerte también se llevó este año a los escritores Dario Fo, Umberto Eco, Edward Albee, Elie Wiesel, Jorge Alberto Manrique y Luis Alberto Arellano; a los músicos David Bowie, Prince, Leonard Cohen, Juan Gabriel y Betsy Pecanins; y a los pintores Jesús Ramos y Francisco Almaraz. En fin, que la vida sigue y hay que seguir haciendo lo que más nos gusta el tiempo que nos quede. Deseo para ustedes, queridos lectores gualdreños, que el próximo año sea próspero, lleno de gozo, salud, aprendizaje y placeres. Nosotros nos vamos de vacaciones, tomaremos un par de semanas para recargar energías. Que Dios reparta suerte para todos en 2017. Nos leemos en enero. Que disfrute su lectura.

Mirada circular Una cura para la muerte Only lovers left alive Por Mar García y José Méndez

Una fórmula del terror Por Rolando Alvarado Flores

A diestra y siniestra Por Diego Vázquez

San Sebastián [Foto reportaje ganador del Premio Estatal de Periodismo Cultural “Juan Ignacio María de Castorena” 2016] Por Andrés Sánchez*

De la muerte o de la fortuna de estar vivo Por Carlos Flores La vida va Por Humberto Mayorga

Desayuno en Tiffany’s, mon ku Los públicos cinematográficos en las áreas iberoamericanas Por Evelyne Coutel El Picaporte Gerundio: para lo simultáneo, no lo posterior Por Simitrio Quezada

Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com

Directorio

Carmen Lira Saade Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx

Notas al margen El espacio de lo escrito Por José Agustín Solórzano

La mujer de mi vida Por Alberto Huerta La voz Por Pilar Alba

Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Roberto Castruita y Enrique Martínez Diseño Editorial

La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.

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12 Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com


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Mirada circular

6 Por Mar García y José Méndez

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gnoramos lo que el silencio nos guarda. La eternidad es un símbolo erróneo. Suficientes son las huellas para mitificar un espacio, en él, entre lo que no se sabe y la discusión existen las pasiones. Advertidos por el privilegio y las tiniebla oníricas, la conciencia se desvanece sepultando la semilla de la continuidad, en la devoción por un infierno o el paraíso se discute lo incierto como un eco silvestre que está para servirnos. Lo primero es el pan y la caída de la tarde, luego viene la infamia como un fragmento siniestro, como un hombre elefante, como una relojería majestuosa donde la gravedad cae como gotas. Prisionero de siempre, como el instante feroz que no parte, así se sufre la muerte en los ojos de quien no muere, y es que olvidar no es el fruto ni el remedio, la letras que nos rigen no son ni el fin ni la cascada, son cicatrices que se obsesionan, un testamento invertebrado, el fuego que se abraza, que aprovecha la oscuridad para firmar su tránsito engreído, “à fin que… les traces de ma tombe disparaissent de dessus la surface de la terre comme je me flatte que ma mémoire s’effacer de l’esprit des hommes…”, somos de nada, la pluma pesada del sueño prolongado. Una historia de vampiros contemporáneos que arrastran cientos de años, incluso milenios, de nacimientos, muertes, auges y decadencias, en fin (o en principio) de civilizaciones. Con Only lovers left alive (Sólo los amantes sobreviven) Jim Jarmusch volvió a la escena del cine independiente o tal vez nunca se fue, en todo caso su filmografía se ubica en una línea del tiempo entre espacios que van de los dos a los cuatro años, desde 1980 hasta 2016. ¿Cómo aprender a sobrevivir en distintos tiempos? ¿Cómo adaptarse a los múltiples cambios generacionales, a las demoliciones y nuevas construcciones, a una historia de evolución (de transformaciones)? Sólo será posible a través de la observación de lo que permanece; en el filme de Jarmusch estrenado en mayo de 2013 en Cannes, lo que permanece es el amor, sí, el deseo, la necesidad del acompañamiento. El paso de los años ha enseñado a algunos vampiros a controlar sus impulsos, a no provocar la muerte para generar vida (o eternidad), Eve y Adam (los amantes en la película) existen desde el sexto día de la creación, pero Eva le antecede a Adán unos 2500 años, su tiempo la ha vuelto más serena, quieta, fría. Adán, por el contrario, aún contempla la imposibilidad, el carácter perecedero de la inmortalidad. La atmósfera siempre oscura nos traslada en un viaje nocturno de una calle olvidada en algún vecindario de Detroit al esplendor del medio oriente marroquí, el fin último de la salvación, el arca de la única sangre pura comestible, porque no sólo se muere de hambre, también de inoculación. El contagio no proviene de forma

exclusiva de la sangre líquido de color rojo, viene de la sangre traición familiar, de Ava, la hermana de Eve, quizá la primera mujer, Lilith, el agua. Cuando la muerte acecha, así se le haya burlado por varios siglos, la suma de casualidades posibles ocurre, todo lo que puede salir mal, sale mal, eso si se le teme, cuando se le ha esperado desde el infinito todo lo que puede salir bien, sale bien. La cura para el hecho irremediable no es entonces la larga vida, no es el paso estático por el transcurrir de los días, no es la prohibición a mirar fíjamente el sol, la cura para la muerte es el amor. Discurso de siempre, no sólo de mortales, sino de los que no se encuentran en reflejo, el espejo, juzga

la eternidad, no sabe de ella, su luz inerte reprocha al tiempo que permanece, el sol quieto de los años cambia en su pensamiento barroco, la luna se afila y no cava la tumba, a la inversa, la revive. En la oscuridad la luz no es una hierba vacía, es una semilla que se encuentra en la sangre, de ese alimento que nos hace inmortales surge lo contrario, quebrado como un pájaro, barajado como plumas, no se es ni ave ni nido, se es cristal molido para no ser nadie, para ser todo. Olvidado, en muerte o en nombre, el vampiro goza como el cerdo, brillan sus ojos con el alba, con ella llega la noche, se bastan ojos cerrados para seguir en ese espacio, en el sueño, en la vida eterna.

Cine

Una cura para la muerte Only lovers left alive


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Una fórmula del terror Cine

6 Por Rolando Alvarado Flores

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ed Chiang, ingeniero de software nacido en el estado de New York en 1967, es un escritor poco prolífico de ciencia ficción y es, también, un muy premiado autor de narraciones breves. Su relato “Story of Your Life”, ganador del premio Nebula 2000, el Theodore Sturgeon Memorial 1999, el Tiptree 1999 y varios más en ese mismo año, es el pretexto de la película Arrival, dirigida por el canadiense Denis Villeneuve. El comentario siguiente es sobre la película. Podemos notar, aunque es algo que resalta a posteriori, que una ansiedad parece recorrer la película. Tal ansiedad surge de dos puntos de vista conflictivos que son, por un lado, las consecuencias de la tesis de Sapir-Whorf respecto a la verdad, y por el otro, la predictibilidad del futuro. Benjamin Lee Whorf fue un ingeniero químico que tuvo tal éxito con sus estudios autodidactas en hebreo y náhuatl que consiguió una beca en Yale para estudiar guiado por Edward Sapir. Quizá la mejor manera de explicar su punto de vista sea citarlo: “Considero una suposición gratuita sostener que un hopi, educado en la lengua hopi y las ideas culturales de su sociedad, tiene las mismas nociones, a veces supuestas ‘intuiciones’ del tiempo y el espacio que tenemos nosotros y que son creídas universales. En particular, carece de una noción general o intuición del tiempo como un flujo continuo en el que todo en el universo va del futuro, pasado por el presente, hacia el pasado…” (Language, Thought & Reality, J. B. Carroll, MIT Press 1967, p. 57).

Según Whorf en el lenguaje hopi no existe palabra para el concepto de “tiempo”, lo que no es óbice para que el mundo quede representado en ese lenguaje. Cada lenguaje es una representación diferente del universo; tesis que en la película aparece como si el lenguaje programase una visión del cosmos en los seres humanos. A partir de la equiparación que hace Whorf del lenguaje con la geometría, el punto de vista convencionalista parecería adecuado porque en la pluralidad de lenguajes no existe un método para discriminar el correcto, excepto la mayor comodidad o utilidad del mismo. Por lo tanto ninguno de esos lenguajes es verdadero, y las representaciones que ellos nos prodigan son otras tantas imaginerías para vérselas con aquello incognoscible que es lo real. De aquí derivamos una de las inquietudes ya mencionadas del contacto extraterrestre; si lo que nos legan es su lenguaje, entonces no obtenemos más que una representación posible de las cosas, pero no las cosas mismas, que permanecerían en la oscuridad. La

única ventaja visible sería un nuevo estilo literario que permitiría despejar el futuro. El lenguaje de los heptapodos, al ser aprendido, permite vislumbrar directamente los eventos futuros. Éste es el punto donde la trama de la película nos devuelve a la Tierra y, más en específico, al siglo XIX.

En 1894, de la editorial Johann Ambrosius Barth, de Leipzig, aparece el volumen Die Prinzipien der Mechanik como parte de las obras completas de Heinrich Hertz. En la introducción de ese libro el autor, de acuerdo con todo el siglo XIX, nos dice que: “El más directo, y en cierto sentido el más

importante, problema que nuestro conocimiento consciente de la naturaleza debe permitirnos resolver es la anticipación de los eventos futuros”. Para ello se cuenta ya con un lenguaje (la matemática) y con una hipótesis de trabajo: el libro del universo está escrito en lenguaje matemático, por lo que basta aprender ese lenguaje y escribir en él las leyes de la naturaleza para despejar el enigma del futuro. En la película se desdeñan los poderes de la matemática a cambio de los embrujos del lenguaje, como si una lingüista tuviese una capacidad mayor de aclarar el universo que un físico teórico. Con esto se abre una infranqueable muralla entre la matemática y el lenguaje. Pero la matemática no está en oposición al lenguaje, es una extensión de nuestro lenguaje cotidiano diseñada para reducir la complejidad comunicativa, en particular, la comunicación de la verdad. Sin embargo la tesis de Sapir-Whorf, que es la versión lingüística del convencionalismo geométrico de Poincaré, nos dice que ese lenguaje, sus conceptos y parafernalia no son la verdad sino una manera de ver el mundo que no tiene más verdad que otras muchas. No se puede ver el futuro, porque el futuro no existe en todas las representaciones del universo. Sería un milagro que heptapodos de allende el sistema solar poseyeran el concepto de tiempo de la civilización occidental. Así que como relato del primer encuentro con extraterrestres no logra acercarse a Solaris, de Stanislaw Lem. Y debido a que no resuelve el conflicto entre predicción del futuro por el lenguaje y relativismo lingüístico se mantiene como un galimatías ideológico al que podemos darle sentido como historia de terror: seres extraterrestres llegan a la Tierra y engañan a los seres humanos al enseñarles un lenguaje que les provoca alucinaciones que parecen remitir al futuro. El fin de esta maniobra no puede ser elucidado, y queda como símbolo de la impenetrabilidad del futuro.


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A diestra y siniestra 6 Por Diego Vázquez

Libros

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a mano ha sido, a lo largo de la historia y a través de diferentes perspectivas, símbolo de una capacidad exclusiva del hombre que lo define como tal y que lo diferencia del resto de sus parientes animales (cercanos o distantes) con los cuales habita. Símbolo de opresión y de resistencia, de violencia y de calidez, de vida y de muerte, la mano no sólo es la extremidad instrumental y accesoria que responde a nuestra voluntad; en cambio, la mano es casi voluntad propia, es fetiche y poder, es instinto y cerebro, es producción y destrucción. El problema de la corporalidad exige de los teóricos del arte una atención especial a los detalles de la representación que, en retratos, esculturas y otras expresiones artísticas, exponen los artistas. Es así porque la conciencia del propio cuerpo no sólo deforma la percepción del artista mismo, sino que interviene en la apreciación (y plasmación) del mundo. Ernesto Lumbreras explora la vida y producción artística del jalisciense José Clemente Orozco en una serie de ensayos que tienen por denominador común el pensamiento respecto a la mano siniestra [y fantasmagórica] del muralista. En la doble significación de lo “siniestro”, Lumbreras plantea su discurso desde una perspicaz y ávida observación e interpretación de las obras del pintor así como de varios episodios de la historia que recuerdan y elogian a la corporalidad. El autor parece encaminarse a reconsiderar la influencia de uno de los episodios más significativos de la vida de Orozco -el momento en que pierde su mano izquierda- y que, según él, representa un elemento recurrente en su trabajo artístico. La obra, seccionada en tres partes básicas, reúne cuarenta y seis ensayos cortos que tienen como eje principal, más allá de la vida y obra del artista, a la idea del cuerpo y, particularmente, al pensamiento sobre la importancia y significación de la mano. El texto se estructura en una intercalación de ensayos pares (que son observaciones propias del autor, así como de episodios y testimonios diversos) e impares (que son todos referencias a la producción vital y artística de Orozco, así como del contexto en el cual vive el artista). Si bien el análisis tiene como empresa primera la exploración de la pintura orozquista, Lumbreras se encarga de introducir al lector en los mismos ambientes en los cuales se narran los episodios históricos que van de la España de Cervantes y de Remedios Varo al México de Vasconcelos y de Inclán. La crudeza, con la cual narra Lumbreras las anécdotas que de los amputados se cuentan y que ellos mismos refieren, es evidencia de un verdadero y riguroso trabajo documental sobre el particular tema que aborda. Reproduciendo las consideraciones de neurólogos, escritores, políticos y pintores, por mencionar algunos, es que el autor nos presenta un panorama más que vasto que permite alumbrar las dimensiones significantes del cotidiano accesorio identificado en las extremidades superiores. La miscelánea de relatos que conjunta en estas derivaciones, transbordos y fugas parece ser un ostentoso pero prudente elogio a la mano, una oda al milagro del cuerpo. El primer apartado, que abre con unos versos de Ramón López Velarde del “Sueño de los guantes negros”, conjunta trece ensayos que hablan del origen e inicios académicos y artísticos del pintor. Del mismo modo, comienza introduciendo a una particular interpretación de la simbología de la cual Orozco se servía en sus obras. El análisis que Lumbreras hace de la temprana historia del artista parece querer dar fundamento a pensar una recurrencia de las imágenes que, por excelencia, predominan en el discurso del hombre: las imágenes del padre y de la madre. Es en este sentido que, ágilmente, el escritor nos

/// Ernesto Lumbreras. Foto archivo de La Jornada

sumerge en una articulación que, sólo supuesta, es convincente para interpretar exitosamente al trabajo de Orozco. Los guantes negros son el ocultamiento de la mano ausente que está y de la mano presente que no se encuentra. Por su parte, el segundo apartado reúne diecinueve ensayos centrados en la consolidación como artista de Orozco a la par de las narraciones que evidencian la amputación como elemento recurrente en los personajes que, en el siglo XX, tenían renombre en la esfera artística. Este libro segundo se abre al lector con una narración corta de René Char; en ella, la mano izquierda es una protagonista silenciosa –siniestra- que condensa a la idea de aquello que no experimenta, a lo que es una duplicación de la

sombra. Es en este tenor que Lumbreras introduce al genio de Orozco como un facultado por la mano diestra que, lejos de la obscuridad de la siniestra, explota en creatividad transformando la agonía del recuerdo en las piezas que, desde la Escuela Nacional Preparatoria hasta las estancias de los coleccionistas de arte, recorren un imaginario impuesto por el manco pintor: del imaginario del cuerpo, del juego ausencia-presencia, del fantasma. El libro tercero –y último- es un compendio de catorce de los ensayos que conforman al texto en su totalidad. Esta particular apartado se encarga de explorar los episodios de la vida de Orozco en relación a la cultura y política mexicana. Abriendo el apartado con un fragmento de Alí Chumacero, se implica que tanto la vida como la muerte, tanto el poder como la pasividad, están en manos de la mano. Desde el causal encuentro con el presidente Álvaro Obregón, enmarcado por la casual falta de una mano en ambos, hasta el cenit de la vida del artista, el autor recupera magistralmente los trozos de historia en un intento por hacer de la mano una necesidad de retribución en el discurso. Ya no sólo se enarbola la imagen de la mano fantasma de Orozco sino que se consolida el texto como un aplauso a manos llenas para el instrumento básico del hombre. Sin embargo, Ernesto Lumbreras parece olvidar que la mano no sólo pinta con el ritmo de los colores y danza con la armonía de los sonidos. Lumbreras parece querer ignorar, modestamente, que la mano también escribe con el gusto de la mente ávida. Lanzando derivaciones, transbordos y fugas hacia la derecha y hacia la izquierda, a diestra y siniestra, el autor nos recuerda que aquel milagro de la anatomía termina siendo quien escribe tan afables letras y es Ernesto Lumbreras mismo quien tiene en su gracia al instrumento que, en La mano siniestra de José Clemente Orozco, es muestra del poder y portento que al hombre hace la mano. Ernesto Lumbreras, La mano siniestra de José Clemente Orozco, Siglo XXI, México, 2016, pp. 159 1 En proceso editorial para la publicación impresa de la revista Tierra Adentro.


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San Sebastián Artes visuales

[Foto reportaje ganador del Premio Estatal de Periodismo Cultural “Juan Ignacio María de Castorena” 2016]

6 Por Andrés Sánchez*

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as calles se inundan de fieles y cánticos, mientras el Güerito, es llevado a la capilla, recorriendo los barrios de la cabecera de Nochistlán. El frío importa poco, aún para aquella pareja de ancianos, cuyos brazos entrelazados hacen las veces de bastón; aprietan el paso, pero llegarán de último, a presenciar la primera misa, cuando el sol aún no se asoma en el firmamento. Músicos cantan, habitantes rezan, San Sebastián bendice, mientras los mayordomos no dejan de menear enormes cazos en que se cuece el menudo, a la espera del resto de fieles que llegará apenas salga el sol, apenas acabe la misa, a probar las viandas de este año. En otro barrio, una familia entera prepara el maíz e inicia la molienda: harán tejuino;

embolsan naranjas, pinole y prenden el fuego que alumbrará la tarde. Un grupo de niños, aguarda ansioso la hora en que podrá soltar su trompeta y recibir el pinole; sólo quieren participar en el papaqui: ver la cara teñida de blanco, de aquél con quien comparte los compases. El pasado se ríe cuando ve que, en el presente, una riña es el motivo de unión de un pueblo, al menos así consta en la leyenda. Pero se trata en realidad de una celebración pagana en honor a la fertilidad, cuyo origen se remonta al 1400; hoy es el sustento de una de las fiestas religiosas más antiguas de Zacatecas; y que desde este 2016, es patrimonio cultural inmaterial del municipio de Nochistlán de Mejía. *Andrés Sánchez es fotógrafo de La Jornada Zacatecas.


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Artes visuales


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De la muerte o de la fortuna de estar vivo

Río de palabras

“Hay que estar ebrio siempre. Todo reside en eso: ésta es la única cuestión. Para no sentir el horrible peso del tiempo que nos rompe las espaldas…”. Charles Baudelaire

6 Por Carlos Flores

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o hay cosa más terrible que la muerte. El pensar que esas personas con las que crecimos, las que conocimos en el camino y que se hicieron indispensables, incluso aquellas cercanas por cuestiones laborales, habituales o cotidianas, caminen por el umbral de la muerte es algo que simplemente moverá nuestras entrañas, nos empapará de tristeza, nos agobiará de dolor o nos hará temer por nuestra muerte misma. Y aunque algunas religiones nos tratan de ofrecer un consuelo como la vida después de la muerte, lo cierto es que es un asunto insuperable. Ojalá, pensamos, que podamos ver a quienes perdimos en esta vida luego de cruzar sus fronteras. Ojalá que cuando exhalemos el último suspiro haya alguien que conozcamos al otro lado, que nos guíe y conduzca por la tierra de la eternidad. Ojalá que tan solo un fragmento pudiéramos conservar de este viaje que emprendimos hace tiempo y que nos duele tanto dejar. Ojalá… Pero, pensemos un pequeño momento en lo que hay a nuestro alrededor. Resulta que nuestra vida proviene de una minúscula célula que tiene que competir con miles más por fecundar un óvulo. Luego de nueve meses el producto de esa fecundación es un pequeño ser arrugado y con un rostro difuso, pero con un potencial enorme, porque al cabo de un año podrá caminar y balbucear sus primeras palabras para el delirio de sus padres.

/// El escritor Guillermo Samperio, colaborador gualdreño, falleció el 14 de diciembre de 2016. Lamentamos profundamentesu partida

Este pequeño ser está situado en un espacio no muy grande que es su hogar, el cual se encuentra cimentado en una pequeña localidad, pueblo o ciudad,

dentro de ciertos límites territoriales que forman una vasta región considerada como país, el cual, a su vez, está en un enorme continente de masa sólida

en medio del enorme océano, billones y billones de toneladas de agua que muchos seres humanos jamás llegan a conocer. Este continente, junto con otros más y otros cuantos océanos es parte de una esfera llamada Tierra flotando en la inmensidad de un sistema solar, que junto con otros miles de sistemas forman una gigantesca galaxia que navega en la enormidad del espacio. Hay más galaxias en el vacío que nos rodea que granos de arena en la tierra, aseguran los especialistas. Ahora bien, la edad del universo se calcula en más de trece mil ochocientos millones de años, mientras que la galaxia en donde se encuentra nuestro planeta cuenta con trece mil doscientos años, nuestro sistema solar con cuatro mil seiscientos millones de años, restamos cien millones de años y tenemos la edad de la Tierra. La vida promedio del ser humano es de apenas setenta años. Con lo anterior vemos que la vida humana es prácticamente un suspiro en el universo, un pequeño momento que nos permite crecer, conocer gente, viajar por el mundo y tener una serie de experiencias a lo largo de ese breve espacio temporal en que se nos permitió vivir. Una vida para compartir con las personas que amamos, para hacer amigos, para disfrutar y aprender. No podemos llorar a la muerte, deberíamos agradecer el enorme placer, el fantástico milagro de estar vivos, agradecer por las personas que conocimos en este viaje. Si nos encontramos luego de esto, eso ya es una enorme ganancia.

La vida va 6 Por Humberto Mayorga

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upones que marcharte es la solución, te despides del geranio que un día te regalaron. Las esperanzas son colocadas dentro de una maleta. El primer taxi que pasa frente a tu casa sabe el rumbo exacto de la nueva dirección. Mientras intentas evadir la conversación del conductor miras a lo lejos los condominios, rezas para que un día los niños vuelvan a tomar las calles sin preocupación de sus padres. Imploras por la paz que se han llevado los malos gobiernos

junto con la confianza al prójimo. Los neumáticos continúan el trayecto; por última vez contemplas el paisaje que te vio crecer, los pensamientos se cruzan, el ir y venir del tiempo te hace pensar que dejarás tu pasado. Cierras los ojos para evitar que caiga una lágrima, giras la cabeza a la derecha; por la ventana del vehículo se observa un sol bravío, el viento golpea la cara, aprecias algo de humedad. Los rayos de luz te socorren a soltar el llanto contenido en las pupilas. La central de autobuses tardó menos de quince minutos en aparecer frente a ti. Después

de pagar al taxista una cuota alta, desea buen viaje y te da una palmada, agradeces la intención. Piensas que tal vez jamás vuelvas a escuchar palabras cercanas a la honestidad. Sigues sin tener en claro que alejarte sea lo mejor. El autobús está en marcha, mientras recorres las calles principales de la ciudad, colocas los auriculares en tus oídos: no quieres escuchar los ecos de las balas y los aullidos de las viudas que se siguen incrustando entre cerros de una ciudad violenta, de una población que sobrevive al disparo que dio muerte a los tuyos. Aprietas los ojos con fuerza, cierras el puño

donde contienes toda la frustración acumulada. Ya no quieres sentir el dolor de vidas plantadas en el hastío y otras tantas en los camposantos. Sólo a la muerte dejas acompañada de la injustica. Irte es la solución, te confirmas. Mientras la música te dice “Imagine” inicias el sueño. Si mal no calculas han pasado dos horas hasta que el brusco traqueteo del transporte y los gritos de los pasajeros te despiertan. El zumbido de tus oídos te estremece, casi no se escucha nada. Entre una niebla espesa logras ver un cúmulo de gente hurgando las pertenencias ajenas. Son lobos al acecho de presas indefensas: carroña. A pocos centímetros de tus párpados ves cómo la linterna de un paramédico ilumina tus pupilas y escuchas sin la menor sorpresa: Hace mucho tiempo que murió.


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Desayuno en Tiffany’s, mon ku Los públicos cinematográficos en las áreas iberoamericanas 6 Por Evelyne Coutel

Cine

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os días 8 y 9 de diciembre se celebró en París, en la universidad de la Sorbona, un coloquio titulado “Los públicos cinematográficos en las áreas iberoamericanas”, que se concibió como la prolongación de una jornada de estudio que tuvo lugar en 2013 y cuyo tema fue “La cultura cinematográfica en el mundo hispánico”. El punto de arranque de estas dos manifestaciones fue precisamente el concepto de “cultura cinematográfica” que invita al estudio global del cine, entendido como un universo cultural que va mucho más allá de las meras películas y puede incluir una multiplicad de soportes y plataformas donde se habla de cine (revistas, cineclubs, foros, festivales), alimentando y orientado su comprensión y recepción. La palabra “públicos” se puso en plural ya que, evidentemente, no hay un solo público uniforme sino una diversidad de los mismos que se diferencia a partir de factores muy variados como la edad, la clase social, el marco espacio-temporal, el género, las inquietudes intelectuales, etc. La dificultad de acceder a ellos, bien por falta de fuentes, bien por una tradición académica muy arraigada que puso en primer plano el análisis textual o narrativo, explica que haya habido -y siga habiendo- cierta reticencia dentro del ámbito de la investigación, a interesarse en la recepción cinematográfica. Por supuesto, el coloquio no descartaba el análisis textual de las películas; sin embargo, este enfoque tenía que tener en cuenta los efectos que tal o cual procedimiento narrativo o visual pudo ejercer en los públicos, ya sea de forma hipotética a partir de los datos contextuales disponibles y eventualmente de teorías del espectador, ya sea a partir de fuentes escritas u orales que permitieran estudiar de forma más concreta la recepción de las cintas. El coloquio se dividió en seis sesiones, encabezadas por una conferencia de apertura –“La perplejidad de la

crítica ante la muerte y resurrección de la cinefilia”- impartida por el profesor Ángel Quintana que expuso las mutaciones que experimentó la cinefilia en las últimas décadas a raíz de la aparición de las nuevas tecnologías, un fenómeno que ha traído modificaciones en la manera de hacer y ver cine y en la jerarquía crítico/públicos. Las distintas sesiones se estructuraron en torno a cuatro ejes temáticos: cine e intertextualidad, públicos e idiosincrasia, públicos y política, difusión y distribución. A través de estas distintas sesiones se pudieron abor-

dar dimensiones muy variadas, como el fenómeno del estrellato y la construcción de la imagen de las estrellas cinematográficas, el concepto de “públicos disidentes”, el cine chicano, la cuestión del pirateo y las prácticas de los usuarios de sitios de descargas de películas, los festivales, los públicos escolares frente al cine de habla española. De esta manera se rechazó el estudio de las cintas como entes autónomos y se privilegió el elemento sin el cual el arte de hacer películas no tendría mucho interés y las salas de cine cerrarían una tras otra: los públicos.

El Picaporte Gerundio: para lo simultáneo, no lo posterior 6 Por Simitrio Quezada

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e conocido salas de redacciones donde se prohíbe a toda costa el uso de gerundios: esas terminaciones verbales “ando”, “iendo”. El gerundio es el malo del cuento, no debe ir nunca en una nota, una crónica, un editorial. Según lo que he apreciado, el gerundio es al reportero temeroso lo que la carne de puerco al judío. ¿Por qué ese temor? Quizá porque el desconocimiento genera falta de pericia y la falta de pericia genera equívocos que a su vez generan ese temor.

Lo consecuente, entonces, es no temer al hermoso minotauro llamado gerundio, sino más bien aprender a torearlo. El gerundio, según su definición, expresa duración de la acción verbal, es decir algo que todavía no termina, y también simultaneidad, lo que se hace al mismo tiempo que otra acción. Por eso no es conveniente utilizarlo como una forma personal ni mucho menos lo que los estudiosos llaman “forma de posteridad”. El gerundio de posteridad es aquél que equivocadamente se utiliza para expresar una acción detrás de otra. Cuando yo digo: “Mi amigo murió de un infarto, siendo enterrado por mí en el jardín”,

se entiende que mientras yo enterraba a mi amigo él se dio cuenta de eso y entonces le dio un infarto. Le dio un infarto al mismo tiempo en que yo lo enterraba. En realidad yo pude haber querido decir que mi amigo murió y después de eso fue cuando yo lo enterré en el jardín. Posteridad, no simultaneidad. Si yo digo o escribo “Mi hermana chocó en carretera dañándose el pulmón izquierdo”, un lector exigente puede reclamarme que yo manifiesto que, como conductora de un vehículo que circulaba por la carretera, mi hermana comenzó a dañarse el pulmón (no sé cómo se haga eso) y por estar haciendo eso chocó. Conclusión: el gerundio se utiliza más bien para manifestar simultaneidad. El ejemplo con que termino resultará tan vulgar como efectivo: “Andando y miando, pa’ no hacer charco”. Envíe comentarios y demás inquietudes a: siquezada@hotmail.com


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ESTA NAVIDAD COMPARTAMOS DIFERENTE 16 al 30 de diciembre 2016 Viernes 16 / Concierto Navideño Banda Sinfónica del Estado de Zacatecas Dir. Salvador García y Ortega

Plaza de Armas 18:00 horas Viernes 16 / Inauguración Mundo Mágico de Navidad Plaza de Armas

19:00 horas Sábado 17 / Villancicos Sociedad Coral Infantil de Zacatecas Dir. María de Lourdes

Ramírez Muñoz y María de Jesús Hernández Torres Patio Central del Museo Zacatecano 17:00 horas Sábado 17 / Concierto Navideño Banda Sinfónica del Estado de Zacatecas Dir. Salvador García y Ortega Plaza de Armas 18:30 horas Sábado 17 / Concierto Orquesta de Cámara del Estado de Zacatecas Dir. Arturo García Cuéllar Solista invitada: Erika Dobosiewicz Auditorio del Museo de Arte Abstracto “Manuel Felguérez” 20:00 horas Domingo 18 / Villancicos Los Pequeños Cantores de Zacatecas Dir. María Cecilia Oliva Hernández

Patio Central del Museo Zacatecano 17:00 horas Domingo 18 / Concierto Navideño Banda Sinfónica del Estado de Zacatecas Dir. Salvador García y Ortega Plaza de Armas 18:30 horas Domingo 18 / Villancicos de varios países Encuentro con la navidad Compañía de Ópera de Zacatecas Dir. Patricia Ahumada Plaza de Armas 20:00 horas Lunes 19 / Pastorela El Pastor Bartolo Los Imaginantes Dir. Martín Letechipía Plaza de Armas 17:00 horas Lunes 19 / Villancicos Coro Mixto de la 3ra. Edad SEDIF

Dir. Irma del Río Patio central del Museo Zacatecano 17:00 horas Lunes 19 / Concierto Orquesta Filarmónica de Zacatecas Director Invitado: Anatoly Zatin Teatro Ramón López Velarde 19:00 horas Lunes 19 / Pastorela !!!Ah qué diablos tan chamucos!!! Compañía de Danza Mazatl Ollín “Manuel Hernández de Alba” Dir. Luis Fernando Amador Jáquez Plaza de Armas 20:00 horas Martes 20 / Ópera ¡Ópera! … ¿en la calle? Arte Lírico Zaira Soria: Soprano Lydia Rendón: Mezzosoprano Alan Pingarrón: Tenor

Enrique Ángeles: Barítono Plaza de Armas 20:00 horas Miércoles 21 / Concierto Coldplay Coral Coro del Estado de Zacatecas Dir. Arturo García Cuéllar Plaza de Armas 19:00 horas Miércoles 21 / Concierto Camerata de la Ciudad de Zacatecas “Las Cuatro Estaciones” de Antonio Vivaldi Solista invitada: Erika Dobosiewicz Patio central de Museo Zacatecano 20:00 horas Jueves 22 / Pastorela Vamos todos a Belén La Ciénega Teatro Dir. Iván Guardado Plaza de Armas 19:00 horas Jueves 22 / Concierto Orquesta de Cámara Aramara Dir. Alfonso Naranjo Catedral Basílica 20:00 horas Viernes 23 / Pastorela Belén Corporation Star Los Cosmicómicos Dir. Sergio Salinas Plaza de Armas 18:00 horas Viernes 23 / Danza “Pastorelas” Compañía Nacional de Danza Folclórica Dir. Nieves Paniagua Plaza de Armas 20:00


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19 de DICIEMBRE DE 2016

Notas al margen

El espacio de lo escrito

D

igo que la literatura es un espacio, algo así como un sitio en el que las cosas suceden. Pensemos en el suceso como en un movimiento. Un espacio entonces sería un lugar donde el movimiento sucede. El universo es un espacio, el mundo es un espacio, nuestra breve habitación, nuestra mente: son espacios. Lo escrito también es un lugar, y en ese lugar sucede lo imaginario. Ahora pensemos en lo imaginario en contraposición con lo real. Sólo palabras. Pero en esas palabras sustentamos los dos grandes espacios en los que nos movemos: el real y el ficcional. ¿Hay verdaderamente alguno más real que el otro? Lo real es lo que tiene un referente directo en la realidad; un referente concreto, perceptible. Algo ya hecho. Mientras que lo imaginario se dirige hacia lo que no existe aún, a algo que sólo es abstracción. Es decir, que lo real es lo ya construido, y lo imaginario es lo posible, lo realizable. La literatura, obviamente, pertenece a este segundo espacio. Pero sólo es verdadera, sólo es realmente literatura cuando se filtra en el primer sitio. Cuando lo ficcional se cuela a lo real es cuando podemos hablar de una literatura total, aquélla que no se conforma con el espacio ficcional, pues quien se mueve en ella la amplía, la crece, la transforma en un espacio tan real como el no ficticio. Hay algo de místico en todo este asunto, pero también hay algo de místico en el verbo vivir. Sin lo literario la vida sería una sucesión de acciones insignificantes. Es gracias al mundo simbólico de lo ficticio que existe el mundo de los referentes, la realidad. Sin la especulación poética no podríamos entender el mundo real, y si no lo entendiéramos (o intentáramos hacerlo) sería como si no existiera. Así de simple. Existe el mundo porque primero lo hemos imaginado. Desde que comencé a leer, y luego a escribir, he creído que entre lo escrito y lo vivido debe haber una separación más bien estética. No es que realmente se trate de dos espacios diferentes; divididos tajantemente como si se limitara un predio del otro. No, son el mismo espacio, el mismo universo que hemos decidido dividir para no desbocarnos frente al abismo del sinsentido. Cuando separamos lo ficticio de lo real lo que hacemos es darle un lugar a la belleza; abrir un sitio en el que lo que existe puede hacerlo sin el compromiso de ser comprobable. Las ideas vivirían ahí, pero las ideas puras, las poéticas incomprobables. Una vez que alguien te pide que compruebes esa idea, ésta sale del

espacio de lo imaginable y empieza a realizarse. Algo de magia pierde en el camino, su verdadera esencia, su cuerpo adquiere forma y la forma es siempre una prisión. Pero no hay otro modo de comunicación más que éste. El lenguaje, la forma misma que llamamos literatura, es una prisión de las ideas puras, comunicarse es violentar el mundo de la imaginación, es inmiscuir al otro en nuestro propio universo ficticio. Leer es entrar en uno mismo a través de la imaginación de otro. Siempre que se lee se arrebata algo; en todo acto de comunicación hay algo que se pierde y que jamás se recupera. Eso: lo que no se dice, es lo poético. Por ello digo que los límites entre ambos espacios son más bien estéticos. Es en esos límites en los que sucede el movimiento que llamamos comunicación, y más específicamente, ciertas formas de comunicación: la

artística, la literaria. Desde esa frontera vemos al otro y lo adivinamos, lo imaginamos para hacerlo real en nosotros y así poder decirle algo. Pienso ahora en el matemático indio Ramanujan, él siempre dijo que las fórmulas que obtuvo -sin preparación universitaria- se las dictaba Dios. Había una comunicación directa entre él y el mundo de las ideas, una comunicación informal. Pero fue cuando acudió al Trinity College y le exigieron comprobar aquellas fórmulas, que tuvo que formalizarlas, extirparlas de su espacio imaginario y realizarlas. Aquella violencia fue terrible para él. Murió a los 32 años y dejó dos cuadernos que todavía no se comprenden del todo. El lenguaje de Ramanujan no es un lenguaje humano, sino un intento artificial por expulsar las ideas puras de su brillante mundo ficcional.

Cuando digo que no es humano no me refiero en el sentido estricto a algo divino; más bien pienso en la imposibilidad de comunicación a ciertos niveles. Como ya mencioné en cualquier acto comunicativo se pierde algo, pero en aquellas fórmulas, en aquellos secretos, perder algo, por mínimo que fuera, era perder un trozo de universo. Ramanujan intentó, durante su corta vida, franquear los límites entre dos mundos, primero quiso salir de India y luego de su propia cabeza. Murió y nosotros seguimos sin saber si pudo lograrlo. Escribir, volviendo a lo nuestro, es otro intento por comunicar un espacio vital con otro. La literatura es un sitio en el que conviven infinitas geografías imaginarias, cada proceso comunicativo genera un nuevo movimiento que crea nuevos caminos donde las ideas transitan con la lentitud de lo que es infinito e inmortal. Acabo de terminar de leer Mr. Gwyn, de Alessandro Baricco. Tal vez por ello me da por pensar en la literatura como en algo que debe ir más allá del libro; más allá de la forma. Jasper Gwyn decidió dejar de escribir para hacer retratos de las personas, pero retratos escritos. No se trataba de descripciones, o de estampas textuales; eran más bien historias, o mejor dicho: fragmentos de historias. Porque todos creemos ser personajes pero no lo somos, somos más bien espacios, situaciones. Somos el vestíbulo de un hotel, como Mr. Gwyn; la parada del autobús, la habitación de un hospital. Somos un espacio. El cuarentón Jasper dejó de escribir, pero no dejó de hacer literatura. Abandonó la escritura de sus libros pero siguió deambulando en la frontera de lo ficcional y lo real, siempre prefiriendo el lado de lo imposible. Hacia allá echaba la mirada y hacia allá lo empujó su destino. Porque Mr. Gwyn no es un personaje de Baricco, Mr. Gwyn es un “escritor que hace retratos”, un “copista”, un traductor de Alessandro. Un hombre real dentro de otro realizable. Tal vez porque pienso en ello y en esa frase de que “no somos personajes, sino historias”, que supongo que no soy sólo un paquete con huesos y músculos; soy un discurso hecho en un lenguaje único e intraducible. Tal vez por eso escribo, para intentar salvarme del extravío, del silencio. Escribo no para comunicar, si no para intentar no hacerlo, para hablar desde en medio de un puente que otros construyeron y que necesita de mí, de alguien para ser un puente. Ya lo dijo Cortázar: “Un puente es un hombre cruzando un puente”. Nada más eso. El único sitio vacío es la realidad.

Notas al margen

6 Por José Agustín Solórzano


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LA GUALDRA NO. 275 /// 19 de DICIEMBRE DE 2016

La mujer de mi vida Río de palabras

“Me fundiré en la noche donde me aguarda la nada…”. Pablo Milanés. “Ella es un cuerpo divino pero también un fantasma que ronda mis recuerdos”. Guillermo Cabrera Infante

/// Canal Chichester. Su autor, el pintor inglés William Turner, falleció un día como hoy, 19 de diciembre, pero de 1851. Así lo recordamos en La Gualdra.

6 Por Alberto Huerta

L

a mujer de mi vida. Y la frase sonó más hueca que nunca. La mujer de mi vida. Repitió una vez más. Y la sintió todavía más hueca… hueca y vacía, y se quedó mirando los vidrios y la cortina traslúcida de la cortina de la ventana, de golpe y porrazo se le vino la imagen de ella con una sonrisa de cajera bancaria y la mano agitándose en un… ¡Hola, mi amor! Ella que entraba desnuda al dormitorio después de salir de bañarse, todavía escurriendo agua, con la toalla en la mano, que ungía con aceite de oliva su cuerpo esbelto, duro, moreno… pero sólo vio la blanca cortina de tul con franjas de flores que se agitaba por el viento y ésta ya pedía a gritos una limpieza a fondo. Volver a besar tus labios –dijo–, y sentir las pequeñas gotas de saliva… el aliento… Loco amor, de los que hay que huirles como a la peste, amor peligroso, lleno de misterios e infidelidades. Volver a ver tu mirada retadora, pero a la vez llena de incertidumbres y miedos. Y me cuido de

no nombrarte, de pronunciar tu nombre, porque al hacerlo irremediablemente te invocaría, y a la vuelta de la esquina me daría de narices contigo, volverías a besarme, a colgarte de mi cuello sin decir palabra. El beso lo dice todo y volveríamos a empezar… ¿Fue ella la mujer de mi vida? Definitivamente, no. Amor loco. Eso sí. Desbordado como río en tiempo de aguas. Turbulento. Como el torrente que baja de las montañas. Él sigue mirando a través de la ventana, asomándose por las orillas de la cortina, sintiendo en el abdomen un revolotear de pájaros y mariposas. Tus manos, recuerdo tus manos sobre la piel de mi cuerpo. Tu mirada. Dijo ella. Y los vuelos a las alturas cada vez que hacíamos el amor en aquellas tardes de verano, hundidos en la oscuridad de mi pieza, con los cuerpos transpirando, y las ganas dándose de empujones con el deseo… Tus manos y tu mirada. Las tengo muy presentes. Y tu voz enronquecida diciéndome palabras amorosas, cargadas de lujuria. Y tus silencios. Tan largos. Ella… ella… ella… ¿La sigo amando? No… creo que no… definitivamente, no.

La voz 6 Por Pilar Alba

D

esde el fondo escuché la voz, muy baja, casi no la distinguía. No podía afirmar si murmuraba, si rezaba, si cantaba o era un lamento. Tal vez era todo al mismo tiempo. Mi larga exposición a los audífonos me ha dejado secuelas que sé que ya son irreversibles. Lo bueno fue que de repente la voz se fue aproximando, cada vez más cerca, cada vez más clara, cada vez más perceptible. Sin embargo, aún no podía descifrar lo que decía ni distinguir bien a bien el modo en el que lo hacía. Esforcé lo más que pude mis otros sentidos, es bien sabido que los ciegos los agudizan para percibir de un modo distinto. Así que abrí más mis ojos, agudicé el sentido del tacto, del gusto; hasta el sexto sentido que dicen que no existe. Y el milagro se produjo, la voz se volvió completamente audible. Era una canción, una canción triste como lamento. En ella se hablaba de un hombre, de su amor, de la soledad y la tristeza. Hubiera preferido no haberla escuchado, parecía cantar mi propia historia, no puede saber en qué terminaba porque cuando estuve a punto de quebrar en llanto, la voz desapareció por completo.


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