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SUPLEMENTO CULTURAL

NO. 249 /// 20 DE JUNIO DE 2016 /// AÑO 6

DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN

Francisco Corzas (Ciudad de México, 1936-1983). Profetas. Óleo / tela. 1969. Colección Peralta–Doménech.

El sábado 18 de junio se inauguró en el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez la exposición Abstracciones: Nueva York, París, Cuenca, México [colección Peralta–Doménech]. En ella se exhiben obras de artistas de diferentes nacionalidades como Carlos Mérida, Rothko, Poliakoff, Motherwell, Saura, Pedro Coronel, Felguérez, Cuevas, Gironella, Dubuffet, Soulages, García Ponce, Corzas y Toledo, sólo por mencionar algunos. La exposición permanecerá en exhibición hasta el mes de septiembre. [Una entrevista con la coleccionista Claudia Peralta de Doménech, en páginas centrales]


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LA GUALDRA NO. 251 /// 20 DE JUNIO DE 2016 /// AÑO 6

La Gualdra No. 251

Editorial

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l sábado 18 de junio se inauguró en el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez la exposición Abstracciones: Nueva York, París, Cuenca, México [de la colección Peralta– Doménech]. Esta muestra, sin duda, es una de las que más han despertado mi interés en mucho tiempo; primero porque desde hace unos meses el arqueólogo José Luis González Martínez me comentó muy entusiasmado que la exposición se acababa de inaugurar en aquel entonces en el Museo de Arte Moderno y que en estas fechas la tendríamos en Zacatecas. Cuando me puse a investigar de qué se trataba, me sorprendió en primer lugar la variedad y la cantidad de artistas que participan; en ella se exhiben obras de autores de diferentes nacionalidades tales como Carlos Mérida (Guatemala, 1891-1984); Mark Rothko (Letonia, 1903-1970); Serge Poliakoff (Rusia, 1900-1969); Robert Motherwell (E.U., 1915-1991); Antonio Saura (España, 1930-1998); Antoni Tàpies (Barcelona, 1923-2012); Pedro Coronel (Zacatecas, 1923-1985); Manuel Felguérez (Valparaíso, Zac., 1928); José Luis Cuevas (Ciudad de México, 1934); Alberto Gironella (Ciudad de México,1929-1999); Jean Dubuffet (Francia, 1901-1985); Pierre Soulages (Francia, 1919); Fernando García Ponce (Yucatán, 1933-1987); Francisco Corzas (Ciudad de México, 1936-1983); y Francisco Toledo (Oaxaca, 1940); sólo por mencionar algunos, porque participan 45 artistas en esta exposición integrada por 52 piezas. Si ya causaba en mí una gran expectativa el hecho de que podríamos ver en Zacatecas obras de artistas tan importantes, lo segundo que llamó mi atención fue saber que éstas fueron creadas específicamente entre las décadas de los 50 y los 70 del siglo pasado, porque fue en la segunda mitad del siglo XX cuando surgieron y se consolidaron movimientos como el expresionismo abstracto en Estados Unidos; la Ruptura, en México; y otras formas de abstracción como la geométrica, en Europa. Recordé la frase de Kandinsky quien decía que “cada obra es hija de su tiempo”, y llegué al museo con la idea de saber, de comprobar, de paladear, de disfrutar, lo que se había creado en

Contenido esta época de postguerra, de rompimientos, de reconfiguraciones sociales en el mundo. Y pese a que ya imaginaba que lo que ahí encontraría sería algo muy bueno, debo de confesar que mi imaginación se quedó corta: lo que en esta exposición hay me dejó perpleja y profundamente emocionada; técnicas variadas, lenguajes y autores distintos que convergen en un periodo corto y que nos ayudan a entender cómo es que las manifestaciones en artes plásticas –sobre todo pintura y grabado- fueron encontrando una unidad en tiempos, espacios y culturas diferentes. Lo que sorprende además de la cantidad de obras, es que prevalece en ellas la calidad y un gusto estético exquisito que guió por principio de cuentas a su coleccionista, Claudia Peralta de Doménech, para conformarla. Claudia Peralta de Doménech es una coleccionista mexicana, nacida en la década de los 70 del siglo XX, quien ha dedicado los últimos 20 años de su vida a adquirir obras de arte del periodo mencionado para integrar esta colección que se exhibe actualmente en el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez y que permanecerá ahí hasta el mes de septiembre, tiempo suficiente para que usted vaya no una sino todas las veces que pueda, porque le aseguro que una sola visita será insuficiente para terminar de contemplar y disfrutar con calma las obras que ahí se exhiben. Platicamos con la coleccionista y ella nos habló de cómo es que surgió el interés por iniciar su propia colección, cuál fue la primera pieza que adquirió, cómo es que la colección ha ido creciendo, cuáles son los mecanismos de adquisición y las obras que planea se integren en un futuro. La entrevista completa está en páginas centrales de esta edición gualdreña, acompañada de una muestra de las piezas que usted puede ver en el museo y que forman parte de la Colección Peralta–Doménech. Le invitamos a que visite la exposición Abstracciones: Nueva York, París, Cuenca, México; segura estoy que saldrá de ahí gratamente sorprendido. Que disfrute su lectura.

Pájaros de barro I Palo ensebado Por Conrado J. Arranz

El fino pincel de la luz, un acercamiento a la vida y obra de la poeta Dolores Castro* Por Francis Mestries Benquet

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Abstracciones: Nueva York, París, Cuenca, México [colección Peralta–Doménech] Claudia Peralta de Doménech, la coleccionista Por Jánea Estrada Lazarín

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La primera prueba de Tello Por Eduardo Campech Miranda Carta de un maestro su gobierno Por Carlos Flores

Diario de Mateo Él (también yo) Mateo Estrada Gaviria Castillo de sal si puedes Por Ester Cárdenas El Picaporte No “confronta”, sino confrontación o confrontamiento Por Simitrio Quezada

Notas al margen Decálogos y consejos. Recetario literario para los recién cazados Por José Agustín Solórzano

Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com

Directorio

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Carmen Lira Saade Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx

El ensayador Por Sigifredo Esquivel Marín Un barco chiquito Por Alberto Huerta Al demonio Por Pilar Alba

Jánea Estrada Lazarín Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Roberto Castruita y Enrique Martínez Diseño Editorial

La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.

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11 Juan Carlos Villegas Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com


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Pájaros de barro

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representa Magdaleno por medio de una imagen: el palo ensebado de este año goza de un tamaño superior al normal, en concreto, quince metros, y afirma que se encontraba “frente a la capilla, casi del tamaño de las torres”, es decir, frente al poder religioso y con el mismo tamaño que el poder político, simbolizado en esas torres de carácter militar. Sus compañeros alzados le advierten que es una trampa, pero no tiene alternativa. Aunque hay una presencia de todos los elementos de la fiesta (cohetes, baile, música, juegos, alcohol) en el ambiente hay un silencio contenido, “las indiadas lo miraban en silencio, conteniendo el odio al amo y como transfundiendo una triste solidaridad al infeliz compañero”, incluso la tristeza premonitoria también se transmite a través de la música, en clave festiva: “en la cantina una murga lloriqueaba un vals”. A punto de echarse para atrás, Asunción Moreno comienza su ascenso cuando le revelan que lo que está atado en lo más alto de la cucaña en realidad es su hijo. Asunción trepa con ansiedad, pero cuando alcanza a su hijo se da cuenta que ya está muerto. Es justo en este momento cuando los rurales comienzan a dispararle, las balas irrumpen en la fiesta. Se consuma la traición por parte de los que realmente encarnan el poder. La victoria festiva de Asunción Moreno no se corresponde con la realidad política y social del momento. En el palo ensebado se signan todos sus anhelos (comida, bienes materiales, la recuperación familiar, una igualdad con respecto al poder religioso y político), por eso debe ascender a través de él para alcanzarlos, sin embargo, cuando lo hace, toma conciencia de que todo es una falacia, arriba sólo yace su hijo muerto, arriba también muere él por traición, y ambos caen de nuevo, agarrados, a la tierra cruel, de donde vienen, su única razón de ser. El palo ensebado, tradición popular de muchos de nuestros pueblos de México, se convierte en símbolo del camino hacia el cambio, el camino que debe seguir el revolucionario para encontrar lo anhelado. Sin embargo, el tiempo y el ascenso imponen la traición y la sangre.

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sí, como esos pájaros de barro que el cantante quiere echar a volar, se incorporan los elementos de la tradición popular a la literatura, y sobre todo aquéllos que están relacionados con la fiesta y la música, no sólo la instrumental, sino también la que provocan las palabras. A partir de hoy llegan estos pájaros de barro al lector, sí, para echarlos a volar. En “Palo ensebado”, cuento que forma parte de la colección El ardiente verano, Mauricio Magdaleno presenta una historia de la Revolución, narración en tiempo presente protagonizada por don Teófilo Baralt, amo y cacique de El Refugio, que cuenta con apoyo de rurales fieles al gobierno de don Porfirio, y Asunción Moreno, joven mediero, que termina traicionando a su amo, saqueando la tienda de raya y huyendo para unirse a los alzados revolucionarios. A pesar de la inestabilidad política de la región y de los consejos de sus allegados, Don Teófilo Baralt decide que habrá fiesta en honor a Nuestra Señora del Refugio, patrona de la hacienda, y que será la fiesta más grande que se recuerde. La fiesta tendrá como actor indiscutible un palo ensebado, “grande y hermoso. Más grande y más hermoso que el del año pasado. Que tenga su buena ropa y un morral de pesos fuertes”. Cuentan que la tradición del palo ensebado se remonta a fines del siglo XVI en Nápoles, donde recibía el nombre de “cuccagna”, especie de montaña que emulaba al Vesubio y a través del cual se podía acceder a multitud de frutos. En un desarrollo posterior, la montaña fue sustituida por un palo que debía ser escalado para obtener la recompensa. Más tarde, al palo se le untó sebo, para dificultar la subida de los participantes. Mientras en España esta tradición se popularizó con el nombre de “cucaña”, en América –y sobre todo en México– lo hizo mayoritariamente con el de “palo ensebado”. Cucaña hacía referencia a un país mitológico, imaginario, en donde el ser humano sería inmediatamente saciado de todos sus deseos, formaba parte del imaginario colectivo gracias a numerosas narraciones transmitidas a lo largo del siglo XV y XVI. Cucaña “era la Edad de Oro de los holgazanes y glotones, ingenua concepción del Reino Milenario para una humanidad agobiada por el trabajo y carente de todo, el paraíso de los fatigados y de los hambrientos”, afirma Isaac J. Pardo en su obra Fuegos bajo el agua. La invención de la utopía. Y con todo este sentido se incorpora a la narración de Mauricio Magdaleno, quien de manera indistinta emplea, a lo largo de la narración, los términos “palo ensebado” y “cucaña”. Las indiadas

/// Francisco de Goya. La Cucaña. Óleo sobre tela. 1786-1787. Colección privada.

de la ranchería tendrán su palo ensebado, con buena ropa y un morral de pesos fuertes encima. En él se signa el anhelo de bienes en una época de escasez, la posibilidad de no pasar frío y hambre, de sentir aunque sea por unos segundos el poder. El cacique Teófilo Baralt le hace llegar una promesa al alzado Asunción Moreno: si alcanza el objetivo durante la celebración del palo ensebado, será completamente perdonado y además le devolverán a

su esposa e hijo, que habían sido capturados el día anterior. Teófilo quiere la mayor diversión para su pueblo y Asunción Moreno (atendamos al simbolismo de su nombre…una suerte de allegado para redimir a la raza de bronce) ha sido tradicionalmente el vencedor en este juego. Asunción Moreno se enfrenta a un todo o nada: ser perdonado por su superior, recuperar a su familia, ganar el respeto de la comunidad y hacer acopio de bienes. El poder lo

*(Madrid, 1979). Escritor, crítico e investigador de proyecto en el Seminario de Tradiciones Populares de El Colegio de México. Doctor en literatura española e hispanoamericana por la UNED, con una tesis sobre el universo literario de Mauricio Magdaleno. Sus intereses de investigación son la literatura española e hispanoamericana de los siglos XIX y XX, prestando una especial atención a la narrativa mexicana y al diálogo de ésta con la española. Junto a Andrés del Arenal ha coordinado la colección de ensayos El muerto era yo. Aproximaciones a Juan Rulfo (Calygramma / EstoNoEsBerlín, 2013); ha realizado la edición, el estudio preliminar y las notas de la novela El resplandor, de Mauricio Magdaleno (Clásicos hispanoamericanos, 2013); fue colaborador del libro de ensayos Un escritor en la tierra. Centenario de José Revueltas (FCE, 2014). Actualmente reside en México, DF.

Literatura

I Palo ensebado


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Libros

El fino pincel de la luz, un acercamiento a la vida y obra de la poeta Dolores Castro* 6 Por Francis Mestries

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ste es un hermoso libro que nos abre la puerta de la casa de Lolita para una velada en su compañía, entre sus seres queridos, como su nieto Javier Peñaloza quien le escribió un ensayo en él, sus fotos de niña, de muchacha, sola o con su familia, sus recuerdos, sus pensamientos sobre la poesía, la historia y la actualidad de su país, sobre la fe, la ética, el conocimiento y la educación, el amor y la muerte. Este tono íntimo de convivencia lo comparten varios de los ensayistas del libro, así que más que un libro académico serio y aburrido, es una tertulia cálida que logra penetrar en su trabajo de poeta por medio de comprender a este ser humano excepcional. ¿Por qué “El fino pincel de la luz? Porque es fino pincel de la escritura poética de Castro sabe que la luz está oculta en la oscuridad y que nace de ella, y que el don del poeta visionario es encontrarla y abrirle cauce en sus versos, para que de las tinieblas nazca la esperanza. Y la pluma de Dolores es tan fina como un rayo láser, pues es sutil, sencilla, mesurada pero certera y de profundos alcances como un escalpelo. Este libro es una celebración de ser Lolita, como lo es la poesía de Castro: una celebración de la vida. El libro aborda su obra poética, narrativa y ensayística, y ofrece una rica iconografía de la vida de la poeta y de su ciudad adoptiva. Para empezar, escuchemos su voz en sus ensayos y entrevistas autobiográficos, una de los mayores aportes del libro: En “Yo soy, ¿soy?”, nos habla del nacimiento de su aliento poético, en las primeras sensaciones de su niñez en Zacatecas, la omnipresencia del viento, cuyo canto, silbido o aullido va a moldear su ritmo y sus imágenes poéticas. El viento es ser vivo, un personaje de su infancia, y luego de su obra narrativa (La ciudad y el viento) y poética, a veces es ella misma metáfora del ser humano (Somos), o se encarna en pájaro, que es el aire libre personificado. Para Bachelard, es una alegoría de la libertad del hombre, del pensamiento vagabundo que nace del ser en movimiento, como la ensoñación del poeta, es una metáfora de la imaginación; pero es también un anhelo de superación espiritual del hombre, pues “sin una disciplina área, sin un aprendizaje de la ligereza, el psiquismo humano no puede evolucionar […] Fundar el porvenir exige siempre valores de vuelo: (‘El hombre…debe ser levantado para ser transformado’, decía el poeta romántico Jean Paul)”. El viento es también según muchas mitologías, el arquetipo del

/// Fotografía de portada del libro. Guadalupe Dávalos.

hálito cósmico, del espíritu celestial, la fuente de inspiración poética entre los druidas célticos, es el soplo de la maga Morgana o el silbido de la hechicera Melusina, sale de la boca de las sibilas. El viento rompe y corrompe pero también purifica, es el ánima de la tierra que ya no puede cantar sino aullar en Algo le duele al aire, penúltimo poemario de Dolores Castro. También es en Zacatecas donde la poeta se enamora del lenguaje, escuchando hablar a los campesinos, con su lengua florida, en el rancho de sus abuelos; esta lengua llena de imágenes es el terruño de donde brotará fertilizada su voz poética, que rescata muchos dichos y costumbres de la provincia, como lo resalta Guadalupe Dávalos, en su ensayo, “El fino pincel de la luz”, uno de los mayores méritos de la obra de Dolores es que “rescata el patrimonio intangible de la provincia”. En este sentido, encuentra muchos vasos comunicantes entre Dolores Castro y López Velarde, que fue “una lluvia benéfica” para ella. sus formas de hablar de la patria desde la cotidianidad, lo íntimo, la infancia, o el dolor como golpes que cimbran el cuerpo y el alma; para ambos la provincia es un paraíso perdido, un edén subvertido, que buscan recobrar mediante la poesía. En otro ensayo de Lolita incluido en el libro, “Tienen alas, las palabras”, ella refrenda su

amor por las palabras; como si fueran seres vivos: “son libres y canoras como los pájaros, tienen carga emocional, de género, son islas ignotas descubiertas, son revelaciones”. Las palabras le dan alas al poeta, como lectora puede explorar mundos remotos, penas y alegrías de otros hombres, y como creadora les da alas a las palabras. Es lo que recalca Javier Peñaloza en su ensayo “Dolores Castro, la poesía que se es”. Para Dolores las palabras son símbolos vivos, de carne y hueso; y son vivas porque los poetas, entre otros les insuflan vida, nuevos sentidos, nuevos ritmos y sonoridades. Raúl Tapia, en su texto “Y sin embargo crecer…”, confiesa: “Ella me impulsó a tratar las palabras como si tuvieran carne y espíritu”. En este tenor, Dolores Castro, en el otro ensayo incluido, “La poesía hoy”, critica la tendencia de la poesía actual que roza la incomunicabilidad por exceso del barroquismo retórico de imágenes y contorsiones sintácticas, que ya no transmiten la emoción del canto. La poesía debe ofrecer la posibilidad de soñar, de imaginar, de comprender el mundo y la vida desde el amor y la palabra a su servicio. El otro componente de la poética de Castro es la experiencia vivida, pues para ella la vida es fuente de la que abreva su poesía, y la

poesía es su manera de vivir, en sus relaciones con los demás, su mirada amorosa y reflexiva hacia ellos: no hace poesía, encarna la poesía, es emblemática de “la poesía que se es”, como dice su nieto y poeta favorito Javier Peñaloza. Su poesía se nutre de su vida personal y la vida de su país. Ha sido testigo y crítica de sus circunstancias durante toda su vida de casi un siglo. Para Javier Peñaloza, Dolores tiene una capacidad de amor inmensa, por esto es sensible a las tragedias pasadas y actuales, como en Algo le duele al aire, donde desfilan los personajes de la danza macabra de la violencia que azota al país. En efecto, el poeta tiene la facultad de soñar, de imaginar, pero sin perder el sentido de la realidad, los pies sobre la tierra, nos dice en su entrevista por Ma. Teresa Velázquez: “Una presencia de luz: Dolores Castro”. El poeta es un ser inconforme con el estado de cosas existente, porque la poesía le ayuda a vislumbrar otro mundo más justo y pacífico. Según Ramón Antonio Armendáriz, en su trabajo del libro “La poesía como conocimiento: un acercamiento a la poesía de Dolores Castro”, la visión del mundo de nuestra poeta es la visión de un “mundo no conformado” que se nos presenta como dado y nos enclaustra con sus injusticias y su carga de alineación, del que Castro busca liberarse para hallar su verdadero


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Libros

ser; esto lo evidencia por medio de metáforas concretas, no lo explica. Este anhelo lo adquiere de su fe, de su religiosidad, que abriga siempre como un componente de utopía. Pero su revuelta abreva también del romanticismo y de su afán por reencarnar el mundo. En Dolores esta inquietud se resuelve mediante una transformación individual que haga del amor la clave de la relación con los demás; así, el cambio social pasa por el cambio individual y éste por la educación, pero una educación vivencial: se trata de una visión del progreso compartida por su generación, que se deriva de la ideología de la Revolución Mexicana. Lolita no sólo lo piensa y lo dice, sino que lo hace: como su amiga Rosario Castellanos, fue maestra. Siguiendo a Ramón Antonio Armendáriz, el cambio social también lo realizó Dolores al “romper estereotipos femeninos”, abriendo brecha a la literatura de mujeres, y llevando paralelamente su hazaña de ser maestra locutora, madre de siete hijos-viuda, y escritora. Donde este papel testimonial y crítico de la autora se palpa más nítidamente es en su novela La ciudad y el viento, que es, en palabras de Manuel Andrade en su ensayo “Algunas notas sobre La ciudad y el viento”, una novela realista y de denuncia social que retrata los rescoldos del conflicto cristero en Zacatecas. Es un agudo análisis psicológico de los personajes, que destruye el mito de una sociedad cohesionada, semi-pastoral, idílica; y pinta una sociedad en ruinas, explorando el imaginario social y la configuración pública e íntima del poder. Devela el fenómeno de la violencia como una enfermedad no sólo del poder (Estado), sino también de la sociedad ciega, aterrada, fanática, que por medio de las mujeres católicas, acaba matando a un inocente, como ocurre a menudo en los linchamientos actuales. Disecciona la mentalidad de las mujeres que, al contrario de los hombres, se muestran enérgicas y firmes a pesar de su rol sometido en la familia y en el espacio público, se vengan desde el espacio eclesiástico contra un inocente: es una inversión del régimen patriarcal “que perdió la brújula” (M. Andrade). Denuncia no sólo a un estado criminal, sino a una sociedad parroquial, hipócrita y mocha, regida por moralinas, chismes y rumores. En un juego de oposiciones, una dialéctica de antinomias, la autora construye el drama que culmina en tragedia y termina igualando dicotomías, descubriendo el sin sentido de la oposiciones ideológicas y de las violencias encontradas. Aquí el viento adquiere una dimensión siniestra: “violencia hoguera individuos combustibles, pasiones que alimentan el viento que atiza la hoguera”. Del mismo libro, Gerardo del Río, por su parte, valora la mirada de la niña sobre una ciudad devastada y sus interrogantes. ¿Por qué? ¿Cómo?, y la mujer madura que decantó sus emociones primarias para intentar dar a una respuesta a esa niña que fue. Pero permanece un ámbito opresivo, angustiante, que ella resintió de niña, ambiente que tensa la trama de la novela y la lleva a su epílogo final dictado por un destino que parece salido de una tragedia griega. A pesar de las apariencias, sería una novela feminista originaria, pues describe el “empoderamiento” de las mujeres en las sacristías (donde los sacerdotes son débiles o ausentes); mujeres que retoman el deber del honor abandonado

/// Ramón Antonio Armendáriz y Dolores Castro en Ciudad Juárez. Foto incluida en El fino pincel de la luz, p. 61.

por sus hombres para ejercer una vendetta contra un inocente. Políticamente no ha perdido nada de su vigencia pues las víctimas inocentes de la novela podrían ser los estudiantes asesinados y desaparecidos de Ayotzinapa o las víctimas de “daños colaterales”. En una entrevista que le hace Ma. Teresa Velázquez, Dolores Castro denuncia la situación actual del país, donde impera el desgobierno, con una violencia con muchos rostros al grado que uno no sabe si es el gobierno o el narco quien secuestra y mata. Según ella, esto es el resultado de un frenesí por el dinero en la sociedad, una fiebre por el dinero en la sociedad, y por el poder, pues el dinero otorga poder, y da permiso matar. La violencia es síntoma de una crisis general, económica, política, social, religiosa y global. La raíz del problema está en la educación, que ya no es humanista, sino “mecánica”, basada en

/// Dolores Castro Varela. Fotografía de Carlos Segura. 2009

imágenes y no en letras y signos; las imágenes no hacen pensar, y los gadgets de la tecnología moderna como los Smartphone, las tablets, hacen que los niños sólo quieran usarlos y pierdan la costumbre de la atención, la concentración, la contemplación; hoy rige el imperio de la prisa. Otro problema es el vacío, el aburrimiento, que hace que la gente busque más sexo, más violencia en los espectáculos y en su vida. Una raíz del problema es el debilitamiento de la familia, que se ha distendido o disuelto, pues los padres están trabajando, y dejan los niños solos, en la calle, en la escuela, donde son vulnerables ante la violencia. La falta de salud es también un lastre, porque el uso de las drogas es un problema de salud, no de represión y menos de “guerra”. Sin embargo, Dolores Castro no quiere perder la esperanza de que el país se enderece; puede perder la fe a veces, pero no la esperanza; vive y disfruta el presente a sus 93 años, porque el presente, si uno lo vive bien, es el futuro con esperanza. Porque cree que el ser humano es capaz de comprender que su origen, y el de todas las cosas, es el amor, y entiende que vivir en comunidad, en paz, es gratificante. “El género humano tiene que surgir desde sus cenizas”. En El Fino pincel de la luz, se analiza la poética de Dolores Castro: Corazón transfigurado: la reflexión ontológica sobre el ser, la infancia, la vida, al amor, la muerte, tiene acentos trágicos por la conciencia de la perdida, la finitud del hombre, y busca respuestas en el amor como experiencia vital que va más allá de la muerte, pues aún siendo efímero como el inútil vuelo de la paloma, es remolino de fuego, como una estrella que no le basta la eternidad para brillar. Siete poemas, se identifica con la tierra nutricia aunque árida, va a dar a luz a la nueva vida, en un reto a la muerte. La tierra está sonando: poemas descarnados, duros, que retoman los temas de El corazón transfigurado; la poeta se pregunta. ¿Vivir es

crecer para la muerte? Sí, es doblarse, doblarse bajo el dolor, y sin embargo, crecer. La muerte es liberar el alma persistente que crecerá como el cabello. Cantares de vela: himno a la vida, su energía la penetra y abre las fronteras de su yo para fundirse con la naturaleza. Poemas de amor al esposo y al hijo. En el poema “Destino” hace una reflexión sobre el desgaste del tiempo de la vida humana, pero de este remoler de los días escapa una chispa, un fuego que lo contiene todo a uno, ¿la poesía? Soles: poemas testimonios, amargos e irónicos, sobre los movimientos sociales y las represiones de los años 60 y 70´s. Todo se vuelve tinieblas, fondo del pozo; ella misma dice: “Noche cerrada soy”. El hombre no es un ser elegido por Dios para concluir su obra en la tierra, es un accidente: el equilibrio de una garza en el viento, somos el viento. Aquí la poeta nos da la clave de su escritura poética en “Mudos ante el árido paisaje”: sus palabras son rumiantes, nacidas del silencio y de la contemplación, y masticadas una y otra vez, para decantarlas, depurarlas y que sean más exactas y más condensadas, para dar una poesía sobria, con gran economía de palabras pero con gran fuerza expresiva. En “No es el amor el vuelo”, Dolores Castro alcanza el clasicismo al hablar del amor como el vuelo, la ligereza del ser, la libertad, y a la vez lo firme, la roca donde construir un destino. “Qué es lo vivido”, es un grito de rebeldía ante el sinsentido de la vida, de la vida moderna llena de máquinas, y de hombres de una muchedumbre anónima que acaban siendo ellos también engranajes, que olvidaron el sabor del amor. La vida es un fuego que se extingue y sólo deja cenizas. *El fino pincel de la luz, un acercamiento a la vida y obra de la poeta Dolores Castro. Coordinadora: Ma. Guadalupe Dávalos Macías. Secretaría de Cultura-Instituto Zacatecano de Cultura Ramón López Velarde-Ediciones del lirio, México, 2016.


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Abstracciones: Nueva York, París, Cuenca, México

Arte

[colección Peralta–Doménech] Claudia Peralta de Doménech, la coleccionista 6 Por Jánea Estrada

JEL: ¿Entonces toda esta colección estaba antes colgada en tu casa? ¿Cómo fue que decidiste exhibirla públicamente? CPD: Sí, claro, aunque es un espacio limitado por el número y la extensión de las paredes; pero sí, toda esta colección forma parte de mi casa. En algún momento me di cuenta de que la colección estaba creciendo mucho y tuve la suerte de encontrar a una persona que me ayudó con la parte museográfica; después me presentaron a Sylvia Navarrete, quien me ayudó con ese trabajo de investigación sobre las obras y los autores; tres o cuatro años después la nombran directora del Museo de Arte Moderno y fue ella quien me propuso que exhibiéramos la colección, primero fue en el MAM, luego en el MARCO de Monterrey y ahora en el Museo Felguérez; aquí permanecerá hasta septiembre.

Lazarín

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laudia Peralta de Doménech es la coleccionista mexicana responsable de haber conformado una colección de más de 50 obras de arte creadas entre las décadas de los años 50 y los 70 del siglo XX por artistas de diversas partes del mundo. El sábado 18 de junio se inauguró en el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez la exposición que muestra esta magnífica selección de piezas a la que Claudia se ha dedicado alrededor de 20 años. La historia inició con la adquisición de una obra de Carlos Mérida; desde entonces, ha logrado reunir obras de Rothko, Poliakoff, Motherwell, Saura, Pedro Coronel, Felguérez, Cuevas, Gironella, Dubuffet, Soulages, García Ponce, Corzas y Toledo, sólo por mencionar algunos. Platicamos con ella en la inauguración de la exposición; ella es una mujer muy joven, egresada de la Universidad de las Américas de la Licenciatura en Relaciones Internacionales; sus conocimientos en arte han sido adquiridos de manera autodidacta. Jánea Estrada Lazarín: ¿Cómo inicias con esta actividad como coleccionista de arte? Claudia Peralta de Doménech: Mi papá fue un gran coleccionista, era una persona muy sensible; crecí con él escuchando música clásica. Él tenía una colección de carros antiguos, creo que yo me formé con esa sensibilidad al coleccionismo gracias a él. Por alguna razón que desconozco, empecé a coleccionar obras de arte. Desde muy chica, a los 15 años, yo visitaba los museos, disfrutaba mucho ir a estos espacios, leía las fichas técnicas, investigaba acerca de los autores… y creo que de esa manera se me fue educando el ojo y el gusto. JEL: ¿Cómo se desarrolla el gusto estético? Además de ir a los museos, ¿qué otra cosa se complementa con esta actividad? CPD: Con investigación. Tuve la suerte de que me tocó disfrutar el Centro Cultural de Arte Contemporáneo, que estaba en Polanco y que solía tener unas exposiciones maravillosas a las que yo asistía frecuentemente. Además de leer las fichas técnicas hice mucho trabajo de investigación. He estudiado mucho sobre los artistas, las técnicas, la época de creación de las obras de esta colección que hoy se exhibe. Las piezas que la conforman fueron creadas de la década de los 50 a la de los 70 y son básicamente de arte abstracto; de manera autodidacta he aprendido lo que había que aprender para irla conformando, disfrutando, entendiendo y para hacerla crecer. JEL: Hay más predilección por lo abstracto que

JE: ¿Qué hay en los muros de tu casa mientras tanto? CPD: [Ríe] No creas que están en blanco, están más llenos de lo que me imaginé que iban a estar. Digamos que estaban guardados… porque sigues comprando, guardas una pieza, mueves otra… me apasiona mover las piezas por lo menos cada seis meses, estoy haciendo museografía constantemente en mi casa para que el diálogo y la perspectiva de los cuadros cambien. JE: ¿Cuál es el proceso de adquisición que sigues? ¿Existe el plan de adquirir nuevas obras de otros autores? CPD: Sí tengo una lista de los artistas que siento que me hacen falta y que fortalecerían mi colección, de hecho tomo en cuenta los años de creación para seguirla conformando. Adquiero la obra en subastas, con marchantes particulares y en las ferias de arte internacionales. /// Claudia Peralta de Doménech

por lo figurativo… CPD: Sí tengo más predilección por lo abstracto, pero en general me encanta el arte, me fascinan también la fotografía y el arte contemporáneo. He tratado de estar al tanto de lo que se hace en mi época como de lo que se ha hecho en el pasado; pero me fascina el arte abstracto porque para mí es lo que provoca que la relación entre la obra y el espectador sea más interactiva. Es decir, el artista pintó y desapareció, pero a partir de que yo vea su obra y sienta algo al contemplarla, ya es mía… se da una especie de diálogo entre el autor, la obra y yo, todos interactuamos; porque ante la pieza terminada están también mis sentimientos, mi momento, al tiempo de tenerla frente a mí. JEL: Pero ese diálogo suele cambiar, ¿no? Es decir, las lecturas del arte son infinitas…

CPD: Sí, claro, cuando vas a un museo las perspectivas cambian constantemente; influyen mucho tu estado de ánimo, la información previa, el tipo de iluminación, la ubicación que tenga la pieza que observas, el lugar desde donde la veas. El diálogo que entablas tiene que ver mucho con el momento en el que estás tú, porque puedes volver al mismo sitio dos meses después y ver una cosa completamente diferente. A mí me sucedió, durante 3 años vi un cuadro colgado en un lado y cuando nos regresamos a vivir a México, me senté, lo vi desde otro ángulo diferente y no podía creer que lo que había dentro del cuadro era un Cristo… JEL: ¿A qué edad adquiriste tu primer cuadro? CPD: Alrededor de los 24 o 25 años… es decir, diez años después de estar yendo constantemente a los museos, disfrutándolos, viviéndolos.

JE: ¿Qué artistas tienes en la mira para tu colección? CPD: Me encantaría tener obras de Pollock, Franz Kline, Clyfford Still, Brian Nissen, una escultura de Mathias Goeritz estaría increíble… La colección de Claudia Peralta de Doménech permanecerá en exhibición hasta el mes de septiembre. Visitarla es muy recomendable; el espectador puede realmente entablar esa conversación de la que nos habla la coleccionista con los artistas de la postguerra. Zacatecas es una ciudad privilegiada por tener durante estos meses esta selección bien cuidada de obras de arte y será todavía más privilegiado usted si tiene la oportunidad de presenciar esta exposición de la que le presentamos en esta edición sólo una pequeña muestra [todas las imágenes forman parte de la colección Peralta – Doménech].


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20 DE JUNIO DE 2016

Arte

/// Carlos Mérida. Coloquio en azul. Óleo sobre tela. 1978.

/// Karel Appel. Animal et fleur. Óleo sobre tela. 1952.

/// Manuel Felguérez. Pintura 11. Óleo sobre tela. 1962.

/// Antonio Saura. Infanta. Óleo sobre tela. 1962.

/// Robert Motherwell. Elegía a la república española No. 77, Óeo sobre tela. 1961.

/// Fernando García Ponce. Sin título. Acrílico sobre tela. 1966.


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LA GUALDRA NO. 251

La primera prueba de Tello 6 Por Eduardo Campech

Miranda

T

Opinión

al y como lo mencioné hace unas semanas, una de las incógnitas que rodean a la designación del gabinete y demás funcionarios de la administración entrante. Durante las campañas, y hasta ahora, no ha existido un pronunciamiento que devele nombres, sólo la escueta y etérea respuesta de “serán los mejores”. De me salta una pregunta: ¿los mejores para qué, los mejores dónde, los mejores en qué? El candidato triunfador en la contienda electoral, Alejandro Tello, manifestó hace unos pocos días el tener claro que no todos votaron por él, pero que ello no obsta para que se puedan integrar a su equipo, en caso de contar con el perfil requerido. En pasillos suenan nombres, en columnas se confirman algunos. La designación de encomiendas político-administrativas, en todas las áreas, será una prueba de la garantía y honestidad que en campaña se prometieron. No concibo, ni deseo que suceda, el nombramiento –ni siquiera como mediano funcionario- del ámbito educativo o cultural a una persona incapaz de escribir decentemente. Y no me refiero

/// Cartón de Alberto Montt.

al estilo o la redacción. Mi alusión es directamente con la ortografía. No se puede hablar de interés por desarrollar e impulsar la entidad federativa cuando se tiene deficiencias ortográficas básicas. Es signo de administraciones anteriores, y de la actual, otorgar un nombramiento en la burocracia como contraparte

a la labor realizada en la campaña electoral. Sin importar siquiera si hay, al menos, un punto de convergencia real entre la vida personal y profesional del funcionario designado y la institución o área que estará a su cargo. De ahí que no resulte sorprendente, pero sí escalofriante, que alguien que escribe “tube (sic) el gusto de

saludar a mi amigo” o “exelente” ostente una jefatura en el ámbito educativo. Dudo, sinceramente, que maestros así hayan presentado la evaluación y obtenido un “idóneo”. Dada la inercia que mencioné al inicio del párrafo anterior, ya se sienten con el cargo en la mano. Sus aspiraciones de ascenso burocrático están cerca de concretarse. Ello les da valor de amenazar, amedrentar e intimidar. Tienen un pie arriba del tren de la alta burocracia. Tello debe revisar estas actitudes (y aptitudes), para que sus palabras no se diluyan en el aire, al momento de realizar el diseño de su gabinete; para que el beneficio de la duda que debemos dar quienes no votamos por él sea correspondido y nos muestre que estábamos en un error. Le recuerdo la triste historia de varios funcionarios que llegaron a la Coordinación Estatal de Bibliotecas y a la Biblioteca Central: la primera vez que entraron a la “Mauricio” fue a asumir el cargo. Ni siquiera en su época estudiantil acudieron a ella. Y realmente es complicado, principalmente cuando “lo saben todo”, explicarles cuál es el funcionamiento de la institución y convencerlos de que los libros no muerden.

Carta de un maestro su gobierno 6 Por Carlos Flores

¿

Por qué me atacas? Por la ambición que corre por tus venas, por tener privilegios para parecer mejor que los demás, ¿o es que acaso te sientes presionado por otro pez más gordo? Prefieres entregar a tu país y asesinar estudiantes, profesores y campesinos en vez de luchar contra el verdadero adversario. Este país, tan hermoso y rico, que por derecho de nacimiento es tuyo y de tus compatriotas, prefieres entregarlo a las grandes empresas para que se acaben tu agua, tus bosques, tus recursos, mientras vives en la opulencia conduciendo grandes autos y vistiendo buenas ropas; pero en el futuro, cuando no quede nada que vender, tus hijos también sufrirán las consecuencias, estarán en las mismas condiciones de los que ahora oprimes. Qué triste es no darse cuenta de que viajas en el mismo tren y a fuerza querer cambiarlo con tus reformas no haces más que empujarlo para que descarrile. Qué triste es que no entiendas tu historia, que no te des cuenta que desde la llegada de los españoles este país ha sido objeto de saqueo, y que hoy, al igual que a ti con los grandes capitales, a los gobernantes de antaño se les compró con espejitos. Mientras, aquellos magnates para quienes trabajas viven con mucha, muchísima más riqueza de la que tú

tienes, sus hijos no son odiados por su pueblo, ni sus esposas maltratadas en público, ellos son respetados, pues nunca, pese al mal que les domina, han sido comprados con pedazos de latón ni traicionado a su gente. Son ellos, los explotadores, los verdaderos causantes de tu mal, del odio del pueblo hacia tu persona. Lo más paradójico es que pudieras tener más riqueza y más respeto si amaras a tu país, si no lo vendieras como chatarra y no lo regalaras a los insaciables capitalistas. Lo peor es que sólo nos heredas una triste situación; las reformas que aplicas son la destrucción del futuro de tus habitantes, son el despojo legal de los derechos que otorga la Constitución a la cual también violas, el olvido de la sangre derramada de tus mártires y la condenación de tu alma y la denigración de tu espíritu. Tu ejemplo hace que la burocracia en las oficinas, las escuelas y los centros de trabajo se conviertan en centros de corrupción, y que al frente del país estén muchas de las personas más dañinas, hoyos negros insaciables. Podemos soportar tu abuso de poder, tus derroches, tu ambición, como gobernante, algo tenías que ganar; pero estamos cansados de que entregues el futuro de tu patria a las grandes empresas, que entregues lo que no es tuyo, que vendas por dinero la sangre de tus maestros, de tus estudiantes y tus trabajadores. ¿A dónde nos conduces? Irremediablemente nos

arrinconas como animales en matadero, nos llevas a un punto sin retorno, donde quizá sea mejor morir que vivir, pues la vida se vuelve un infierno insoportable, donde el castigo es ver morir de hambre a quienes amas, vivir y trabajar toda tu vida pensando que de viejo no tendrás futuro y que te dejarán fallecer como una bestia inútil. Pero, cuidado, la respuesta puede ser devastadora.


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Diario de Mateo Él (también yo)

6 Mateo Estrada Gaviria

/// Andy Warhol Nude Reclining on Plaid Blanket (Desnudo recostado sobre manta a cuadros). Museo Reina Sofía.

* A él le gustan las películas divertidas y de terror. Su sonrisa me contagia y sonreímos juntos. Cuando viene con sus tristezas del

Castillo de sal si puedes 6 Por Ester

Cárdenas

R

ecién inicié la lectura de: Woody Allen: El último genio de Natalio Grueso, gracias a un programa en tv española en la que Sánchez Dragó entrevistó al autor, quien dijo algo que (tal vez con otras palabras) yo he afirmado durante muchos años: La película más regular de Woody, puede ser la mejor de cualquier otro. La verdad he gozado enormemente esta biografía y no pude menos que volver a ver algunas de las películas de Allen. Debiendo iniciar por Annie Hall me decanté por La rosa púrpura de El Cairo, tal vez porque nos habla del gran amor de Allen: el cine. La cinta es un atributo a los poderes mágicos del cine, cuenta la historia de Cecilia, una camarera que durante los Años de la Gran Depresión, pasa la mayor parte de su tiempo libre en las salas

/// Woody Allen

de cine ya que sólo viendo a los héroes de la pantalla puede soportar su vida cotidiana. Al ver por octava vez la cinta La rosa púrpura de El Cairo el encantador héroe sale de la

pantalla para hablar con ella, mientras que el resto del público protesta y pide que le devuelvan su dinero. Los productores de la película envían al actor que encarna al personaje a seducir a Cecilia, quien a diferencia del personaje (amable y romántico) es cínico y arrogante. Allen nos permite diferenciar al hombre real del ideal. La rosa púrpura de El Cairo reflexiona sobre la ilusión. La conclusión es que la ficción puede salvar nuestras vidas. Entre las muchas frases inolvidables está la siguiente de Cecilia “He conocido a un hombre maravilloso. Es imaginario, pero ¿qué importa eso? No se puede tener todo”. Por cierto en Woody Allen: El último genio, Natalio Grueso afirma que Allen nada tiene que ver con los personajes nerviosos y neuróticos que ha interpretado por tanto tiempo ya que es un hombre amable y tranquilo.

El Picaporte No “confronta”, sino confrontación o confrontamiento 6 Por Simitrio Quezada

D

icen algunos políticos que no están de acuerdo en “la confronta”. ¿Perdón? “Confronta” es una palabra que

sí existe, pero no como sustantivo sino como verbo conjugado: es tercera persona del singular del presente del modo indicativo del verbo “confrontar”. Ejemplo: “Él confronta a su jefe”. También puede ser segunda per-

sona del singular del presente del modo imperativo del verbo “confrontar”. Ejemplo: “A ver tú: confronta a ese latoso”. Si queremos utilizar un sustantivo, éste no debe ser “confronta”, sino

“confrontación” o su sinónimo raro “confrontamiento”. Envíe comentarios y demás inquietudes a: siquezada@hotmail.com

Diario de Mateo

S

í tiene nombre. Es Pablo. Los apellidos no, él es totalmente Narnia. Es hermoso. Tiene la estúpida belleza de la juventud. Su rostro y piel tienen breves huellas de tiempo y de la miserable tragedia de vida; aunque sí hay mucho de comedia en la forma de vestir. * Él me mira a los ojos y me detiene. Me paraliza. Sus besos y lengua siempre juegan a la búsqueda. Sus brazos aprietan; las manos seducen; y, los dedos exploran y hacen rutas para localizar lunares. Me hace plana para mapas. Los vellos de sus piernas juegan con los míos. También retozan en las tardes del post-amor y en las noches de mi cama individual. Sus hebras jamás lijan; no pueden, porque ellas han construido la memoria de una danza que hace sudar y provoca dolor y gozo (quién, que vive, no tiene vida por un amor). * No le gusta hacer el desayuno, aunque la comida sí. Él lava los trastos y va por las tortillas. Bebe agua, pero jugo no, refresco tampoco. Me arruina mis días de güisqui y tequila. De vez en cuando bebe una cerveza, y si toma tres no parará de hablar de su tierra roja, de la escuela y de que quiere conocer el mar. No fuma y le gusta Enjambre. También le va “mi vida” con DLD. * Los domingos se sienta en el desvencijado sillón que heredé del antiguo inquilino del depa. En la hora que sea ve el canal de fútbol. Le gusta mirar juegos viejos repetidos. También ve box. Los disfruta como si fuesen del día. Cuando le llamo para almorzar hace zipizape. Nunca suelta el control remoto. * El celular lo guarda en la cocina o en el cuarto oscuro. Dice: “cuando estoy contigo, estoy contigo”. En estos días de calor sólo viste playera y bóxer. Calza unas chanclas azules que trajo la segunda vez que se bañó conmigo. Ambos nos bañamos juntos; pero no es para ahorrar agua, es para proseguir la danza que hemos construido. Siempre me talla la espalda y se burla de los dedos gordos de mis pies. * Cuando él mira la teve, deja que lea y revise mi Facebook. Alguna vez peleamos y decidimos no mirarnos en esa red. Pero ambos tenemos perfiles falsos para stalkear. Cada vez que mudo de claves, interroga: “quién le pregunta a quien le escribe”. Invento la respuesta. Su Narnia es mi secreto de una calle que tiene más árboles que autos y parejas funcionales.

dominio de Narnia, provoca que mis ojos humedezcan. * Hoy dijo: “me vendré unos días”. Sé que miente. Pero mi querer no tiene porqué ignorar las mentiras de su realidad, pues Narnia no existe. * Una sola vez fuimos a un hotel. Fue en Aguas. El hotel era de una o dos estrellas. Nos asignaron una habitación con dos camas viejas matrimoniales y sábanas blancas muy cloradas. Esa ocasión peleamos en Los Pericos y no compartimos la cama. * Hoy dijo: “me vendré unos días”. No le creo. Es verano y Narnia no afloja las nieves. * Lo quiero. Quiero construir el diccionario de su cuerpo junto al mío. También quiero redactar el Wikipedia de nuestras vidas… * Amor. No hay tiempo de lo nuestro.


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LA GUALDRA NO. 251

Notas al margen

Notas al margen Decálogos y consejos. Recetario literario para los recién cazados 6 Por José Agustín Solórzano

1

. Recuerdo siempre con cariño el decálogo de Monterroso, sobre todo el primer punto: “Cuando tengas algo que decir, dilo, cuando no, también. Escribe siempre”, la escritura como necesidad del obseso. Y, claro, tampoco olvido El decálogo del perfecto cuentista, de Horacio Quiroga: “No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas.”, la precisión del cirujano que necesita el artífice del cuento. 2. Por ello, no creo que los consejos para escritores se hayan puesto de moda apenas ahora, aunque sí hay que decir que con la pululación de la información y la precocidad de conocimiento que ha ocasionado el Internet ahora es fácil encontrarlos al por mayor. Todos damos consejos para escribir, en un blog, en un taller literario o en una entrevista. En las lecturas o las conferencias siempre te lo preguntan: ¿Y usted qué le recomendaría a los jóvenes que quieren escribir? Las respuestas más trilladas van desde el: “Que lean, que lean mucho”; hasta el: “Que asistan a talleres literarios, que revisen sus textos con sus colegas”. Pero cuál es el punto de estos consejos. ¿Son los decálogos realmente útiles fuera de su curiosidad metaliteraria? 3. Los ejemplos van desde los consejos para escritores de Chejov, hasta los de Stephen King, pasando por decálogos como el de Hemingway, o el antidecálogo de Borges, y agregando libros completos que, a últimas fechas, se han vuelto un hito de ventas entre los escritores jóvenes que buscan a toda costa construir un best seller o, al menos, crear una novela que les abra las puertas de una buena editorial. Pienso en Cómo no escribir una novela o en Cómo dibujar una novela, entre muchísimos otros textos que intentan aleccionarnos en el arte literario como si nos enseñaran a cocinar. A pesar de que parezca burla malintencionada, no lo es del todo: la cocina y la literatura tienen mucho en común, sobre todo porque a ambas hay que añadirles un ingrediente adicional que nadie sabe cuál es pero que es el único que importa. Es ese ingrediente el culpable de que abunden los recetarios y los libros de “texto” para escritores. 4. El literato crea a partir de su espacio vital, su contexto, sus circunstancias. El proceso de enseñanza-aprendizaje sucede de manera individual, al igual que el proceso de escritura: es un acto solitario. A pesar de que se haya sembrado colectivamente, en los talleres literarios, en la escuela de escritura, en las pláticas con los colegas, siempre se cosechará individualmente. El fruto del escritor requiere apartarse de los otros para reconstruirse y así construir su obra. Aunque parezca un consejo zen,

/// Portada de fb de José Agustín Solórzano.

esto es tal vez lo más cercano a un consejo sincero. 5. Así, una buena comida tiene que ver con la cocina, el espacio, el humor del cocinero. La relación que establece éste con su lugar de trabajo y con los comensales es lo que genera un buen suceso culinario. No podemos cocinar, por riquísimo que sea, un enorme corte de carne para vegetarianos. Lo mismo pasa con los libros. Quizás si lo que tú quieres hacer es un Moby Dick o un laberinto de sentido al estilo de El arcoíris de gravedad, lo mejor será que no sigas los consejos de Stephen King y no compres Cómo no escribir una novela. 6. Husmear en el recetario de un escritor puede dejarnos buenos tips siempre y cuando nos tropecemos un poco y seamos conscientes de que no compartimos su cocina ni sus comensales. Si seguimos la receta al pie de la letra lo más seguro es que le falte sal o le sobre pimienta a nuestro texto. Lo mejor es adecuar la receta a nuestra cocina, agregar un par de cosas y evitar otras. Total, el primero que se va a tragar ese puñado de hojas será uno mismo y, si nos gusta, ya es ganancia. 7. La cocina es el laboratorio en el que surge el alimento que nos mantiene vivos. Aprovecho la analogía melosa para empalagarlos: también de la literatura surge un bolo espiritual. Ambos son necesarios y, claro, como a todo lo que se vuelve necesario se le pone costo, los dos tipos de comida, la física y la anímica, cuestan. Los restaurantes y las librerías venden no precisamente lo más nutritivo, sino lo que más les gusta a los obesos

compradores. Si eliges fracasar tal vez deberías dedicarte a vender comida gourmet, exquisita y exclusiva para los mejores paladares. Pero si eres de los que busca triunfar quizás lo tuyo sean las hamburguesas de franquicia. La imitación y la comida en serie siempre tendrán clientes. 8. La cocina y la creación literaria pueden ser tan íntimas o tan multitudinarias como desee el autor, pero si me preguntan, la literatura que más aprecio es la que se equilibra entre los dos extremos de la cuerda. Comer en casa, frente al otro, mientras se tiene una buena charla, y no leer un libro que se mastica a prisa, entre el trabajo y el sueño y con la necesidad imperante de sacarlo del sistema digestivo en cuanto empiece a provocar gases. 9. En fin, todos los consejos son igual de valiosos. Todos puedes enmarcarlos en la pared y seguirlos al pie de la letra, y también a todos puedes botarlos al cesto de basura. Hemingway dice, en el último punto de su decálogo: “Calla, la palabra mata el instinto creador”, mientras Monterroso parece decirnos que no paremos de hablar/escribir. Mientras un cocinero te pide más sal el otro te dice que no exageres. ¿A quién elegirías? Bueno, habría que probar primero. Si te gusta más la sazón del anglosajón tal vez pienses que lo mejor será evitar los consejos del guatemalteco. Pero, y ¿si tu cocina es más parecida a la del segundo? 10. Mi consejo: no te mueras de hambre, lo demás es aderezo.


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El ensayador 6 Por Sigifredo

Esquivel Marín

Río de palabras

E

l ensayador. Una y otra vez se vuelve a sentar, se levanta, da vueltas como animal en cautiverio. Regresa al asiento, garabatea, borra, rompe la hoja, se desespera buscando la frase exacta, se enoja, se contenta consigo y vuelve a la carga. Había leído en Flaubert que el estilo era lo más importante en la vida. “Tener ideas propias”: era una frase que sonaba y resonaba en su conciencia melancólica. Sin embargo, en lo más profundo de sí atisba una verdad funesta: las ideas valiosas ya han sido escritas. Cada lectura que hace de los clásicos le confirma que no hay nada que decir, aunque algún amigo posmoderno había aventurado con cierto orgullo cínico que “eso no importa que todo es cuestión de estilo, variación, matiz”. Pero no, cree que sin auténtica creación, no hay literatura, sino pastiche. Cae la tarde y se da cuenta de que no ha escrito nada, empero, ya las cosas nunca serán las mismas, han sido cribadas por la lucidez del hastío y la zozobra. De pronto se da cuenta que aún le queda un último recurso, suicida y paradójico: escribir la imposibilidad de escribir, escribir que no se puede ya escribir y sin embargo…

/// Ivan Kulikov. Chirikov en su escritorio. 1904.

Al demonio

Un barco chiquito

Por Pilar Alba “Había una vez un barco chiquito…”. Canción infantil

6 Por Alberto Huerta

E

l hombre miró el arroyo. El agua cristalina fluía mansa como una enorme y larga serpiente. Sentado sobre una piedra observó la arboleda. Suspiró. De su cuaderno arrancó una hoja. La dobló y volvió a doblar. Repitió la maniobra diez veces. Volteó la mirada hacia la montaña. Grande. Cuadrada. Parda. Colocó el barquito en el agua del arroyo. Cerró los ojos y se embarcó.

M

e dijo que me fuera al demonio, pero no me fui. Desobediente como soy me aplatané en la silla, esperando a que se le cambiara el genio, a que se le quitara la muina. No me moví en un buen rato porque el coraje no se le bajaba, al contrario parecía que más se le subía. Hasta rojo estaba, ahora entiendo el porqué de esa expresión. Eso me provocó mucha risa, tanta que el color de su cara pasó de rojo a morado; cuando se dio cuenta de que en nada me herían sus palabras. El problema fue que ya me andaba del baño, si no me hubiera quedado ahí esperando a que la calma llegara después de la tempestad. Me levanté de volada, y me encerré en el baño, antes de que pudiera atraparme y darme cuando menos un pe-

llizco o una fuerte nalgada. Ya no podía verlo pero sentía su enojo a través de la puerta. De verdad, hasta resoplaba como fiera a punto de matar. Lo malo es que no me daba miedo o yo no sé si fueron los nervios, me dio por reírme más. Hasta negro del coraje se ha de haber puesto. Y entonces sí me entró miedo, no por mí sino porque pensé que pudiera pasarle algo, he leído en internet que hay personas que sufren infartos o derrames cerebrales a consecuencia de un gran coraje. Por eso fue que me rendí, no por otra cosa. Abrí la puerta del baño, él ya estaba tranquilo, eso me pareció muy extraño, había vuelto a su color. Para no hacerlo rabiar más, le dije que sí, agarraría mis cosas y por fin me iría al demonio, que no se preocupara. No te vayas, dijo, tomó mi mano y regresamos a la casa.


¡La comunidad gualdreña celebra su quinto aniversario!

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