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www.lacasadelosmalfenti.comNยบ6Primavera2003Revistaliterariavirtual



SUMARIO editorial, 3 el autor y su obra, 4 Raymond Carver el libro, 11 El perfume imagen & palabra, 15 Schnitzler vs Kubrick

Nº6Primavera2003 Dirección, diseño y maquetación: Juan María Albizu Andueza Roberto Goñi Ruiz Belén Galindo

Colaboraciones: Santiago Navajas Gómez de Aranda Edurne Suarez Beguiristain

Cartas y colaboraciones: lectores@lacasadelosmalfenti.com

Historias, 21 Augusto Monterroso

Dirección web: www.lacasadelosmalfenti.com

cita con..., 32 Pedro Ugarte Descubriendo…, 38 Lorenzo Silva sus favoritos, 43 listas de ventas & novedades, 46 enlaces, 53

Agradecimientos: A Edurne Suarez Beguiristain por compartir con noso tros sus gustos literarios. A Italo Svevo siempre, por inspirar en su libro La Conciencia de Zeno el nombre de esta revista. Si quieres participar en la revista con artículos o historias puedes enviarlos al correo de la revista. Se informará sólo a los autores de los trabajos aceptados.

La revista puede obtenerse de forma gratuita a través de la red en dos formatos: 1. su página web “o” 2. como formato electrónico (pdf). También puede adquirirse en papel (sólo Península; pedid información en nuestro email)

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Amigos lectores:

No es necesario tener un gran sentido crítico para darse cuenta de que se nos viene encima una de las primaveras más convulsas, en lo que a tensión nacional e internacional se refiere, de los últimos tiempos. Hacía años que no se vivía un período de crispación moral, política y electoral como el que nos toca atravesar. A la vista queda la incertidumbre de cientos de pescadores que contemplan perplejos la indiferencia de unos medios de comunicación ya cansados de mareas negras, el afán imperialista de un país de cowboys que intenta imponer a cohete limpio una ”seudo paz duradera”, la tozudez con que un gobierno se empeña en no atender cuanto le dicta su propio electorado y una oposición más atenta a los votos que a lo que establecería el propio sentido común. ¿Cómo escapar de un panorama tan poco alentador? La recomendación de los Malfenti: un buen libro. Un buen libro y por supuesto, nuestra revista. Este sexto número viene plagado de novedades. En primer lugar, como ya habréis comprobado, hemos estrenado dirección web. A partir de ahora podrás acceder a nuestros contenidos en la red a través de nuestro nuevo dominio: “www.lacasadelosmalfenti.com”. Así mismo, se ha modificado la dirección de correo con la que podéis contactar con nosotros. Os animamos a escribirnos a “lectores@lacasadelosmalfenti.com”. Pero no todo acaba aquí. La estética de la web y de la versión para imprimir de la revista ha sido totalmente renovada, en un intento por adoptar un estilo propio. También hemos añadido nuevas secciones a la revista virtual. En nuestra web podrás visitar dos nuevas secciones: ”Biblioteca” y “Fonoteca”. En la primera os proporcionaremos acceso a todos los relatos publicados en la revista, así como –y esto es lo nuevo- la posibilidad de descargaros una selección de clásicos de la literatura universal en formato electrónico. Por otro lado, en nuestra nueva fonoteca vais a poder escuchar la voz de vuestros escritores favoritos, así como relatos leídos por algunos de nuestros colaboradores. Os dejamos con la confianza de que todo nuestro esfuerzo sirva para haceros disfrutar cada día más de esta loca pasión que es la literatura. Ah, por cierto… ¡NO A LA GUERRA!

Los Malfenti. 3


LA INQUIETUD DE LO COTIDIANO Si existe un escritor norteamericano que haya sido copiado en estilo y espíritu ese podría ser Raymond Carver. Desde los años setenta, Carver se ha convertido en un símbolo, en un ídolo para los jóvenes escritores. Todos querían y quieren convertirse en Carver, en las universidades norteamericanas, en los talleres de escritura se estudian y diseccionan sus textos en busca de su secreto. Con su estilo agorero y derrotista representa la imagen mítica del escritor norteamericano que escribe en un lenguaje claro, simple y directo, hablando sobre temas que todo el mundo entiende, contando historias de las que todo el mundo ha oído hablar o simplemente ha vivido. Su literatura habla de otras cosas, de una nación diferente a la glamourosa y rica América. Con Carver los anónimos, los desamparados, los marginados encuentran una imagen digna en la literatura, una imagen en la que los sueños se hacen inalcanzables y los sentimientos evidentes. Maestro indiscutible del relato corto, es aclamado por muchos como un genio de la percepción y de la prosa descarnada. Pero, ¿quién fue realmente Raymond Carver?, ¿en qué se basó para escribir esas historias llenas de desasosiego?, ¿de dónde provenía su famoso pesimismo? Para resolver estas dudas, nada mejor que echar un vistazo a la trayectoria vital de este norteamericano aparentemente abrumado por la derrota y el desconcierto. Sirvan estas líneas para iluminar tenuemente una vida compleja y trágica.

RAYMOND CARVER Por Roberto Goñi

EL ESTIGMA DE LA POBREZA Raymond Carver nacía un veinticinco de mayo de 1939 en Clatskanie, un pueblecito de setecientos habitantes en el estado de Oregón, aunque creció en Yakima, una ciudad situada en el valle fértil oriental de las cascadas. ”Junior” – así le llamaban- era hijo de Clevie Raymond Carver y de Ella Beatrice Casey. El hogar de los Carver siempre estuvo marcado por la carencia de medios económicos (su madre debía

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contribuir al sustento familiar trabajando como dependienta y camarera, y el padre viajaba continuamente en busca de trabajo como afilador de serrería). Son los años de prosperidad de la posguerra y sin embargo la familia Carver sufre grandes privaciones. El padre de Carver es un alcohólico declarado (morirá a los 53 años como consecuencia de la bebida) y en casa se carece de lo más básico (no tenían ni retrete). Ya desde la infancia, Raymond tiene ocasión de conocer la vida


marginal en la América de los sueños. Mantiene contacto con personajes sin futuro que, sin lugar a dudas, servirán como materia prima de futuras historias, poemas y relatos. Hablando de los jornaleros y trabajadores dirá: “ellos son mi gente”. En 1957, sucede un hecho de capital importancia en la vida del joven Carver: se casa con Maryann Burk, una chica de dieciséis años. Ese mismo año su padre sufre una crisis psíquica y física y debe ser hospitalizado. El dos de diciembre nace su primera hija, Chistine LaRae, en el mismo hospital en el que está ingresado su abuelo. Esta dramática situación marcará el devenir vital de Carver. Por un lado reconoce que su paternidad será la mayor influencia recibida en lo que a su arte se refiere, aunque también es cierto que el peso de la responsabilidad por tener que hacerse cargo de toda una familia a tan corta edad, lo empujan a un deambular por los más diversos y penosos trabajos. En 1958 nace su segundo hijo, Vance Lindsay. Sólo tiene veinte años y ya son dos hijos. No hay salida, cualquier trabajo es bueno: vigilante de noche, portero, bombero, mensajero… Bebe ya como un poseso, a jornada completa, aunque también, de tanto en tanto, escribe. El mismo año en que nace su segundo hijo, Carver se desplaza junto a su familia de Yakima a Paradise donde ingresa en la Chico State College. Será en esta institución en donde comenzará realmente su aprendizaje literario. En las clases de escritura creativa tiene a John Gardner como profesor, el primer escritor de verdad que conoce. Gran cantidad de los conceptos y valores aprendidos en esta época los mantendrá durante el resto de sus días como escritor. Bajo la órbita de Gardner comienza Carver a escribir sus primeros relatos. Éstos, ampliamente revisados, quedarán recogidos en los volúmenes “Will you please be quiet,

please?” (1976) y “Furious seasons and other stories” (1977). Entre sus mentores literarios, entre sus grandes influencias, se encuentran figuras de la literatura norteamericana como Sherwood Anderson, Ernest Hemingway, y John Cheever, aunque si debemos atenernos a las propias palabras del propio Carver, el escritor que verdaderamente marcó su forma de escribir fue Antov Chejov. Al escribir, Raymond Carver sigue a rajatabla los principios chejovianos: no a las efusiones verbales, rechazo de la metáfora, objetividad, veracidad y realismo en las descripciones, rechazo de las descripciones elaboradas y brevedad extrema.

REINVENTOR DEL RELATO CORTO; REY EN UN MUNDO DE ANTIHEROES Nos encontramos en los años sesenta y, en literatura, el interés está centrado en la ficción. Las historias realistas se consideran pasadas de moda. Pero Carver no hace caso de modas ni tendencias, hace lo que sabe hacer, o al menos hace lo que quiere hacer. Será en las historias “The hair” (1963) y “The ducks” (1964), en las que relata con su estilo más chejoviano, donde verdaderamente Carver encontrará su registro. De sus textos llegaría a decirse que tienen una claridad chejoviana pero una kafkiana sensación de que algo va terriblemente mal. De esta forma reinventa el relato corto, tomando como base los preceptos de Chejov, y sienta las bases para la recuperación del realismo en los años ochenta. Para Carver, Chejov es el mayor escritor de relatos cortos que jamás haya existido. De esta forma, Carver se convierte en el más chejoviano de los escritores contemporáneos.

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En 1967, Raymond Carver acepta su primer trabajo verdaderamente especializado: editor de textos en San Francisco. Esta nueva ocupación y el ambiente que lo rodea influenciarán en gran medida su forma de escribir; su estilo se hace más sofisticado y cortante. En 1970, gracias al finiquito obtenido por su trabajo de editor de textos, el subsidio de desempleo y el dinero obtenido en un premio, consigue dedicarse a escribir full-time. Es entonces cuando comienza a verse a sí mismo como escritor. Y será a partir de entonces cuando Carver tome verdadero control del medio y defina con detalle sus obsesiones. Su universo literario se conforma alrededor de vidas simples, terribles y ordinarias. Es el antihéroe el personaje que a él le interesa. Su punto de atención se concentra en los momentos en los que la identidad social del individuo se tambalea. Él mismo diría: “El mundo es una amenaza para muchos de los personajes de mis historias. La gente que elijo para escribir siente una amenaza, y creo que la mayoría de la gente siente al mundo como un lugar amenazante”. Poco a poco, siguiendo los consejos de sus mentores Gardner, Richard C. Day (otro profesor de Carver) y Gordon Lish (editor de la revista ”Esquire”) Raymond refina su estilo, haciendo de la consigna “menos es mas” su estandarte. Su prosa se convierte en un ejemplo de minimalismo, descarnamiento y laconismo. Es en estos años cuando aparece su primera recopilación de relatos (“Will you please be quiet, please?”), la cual le lanza a un público mucho más amplio. 6

Su éxito es considerable y obtiene una nominación en 1977 para el National Book Award. Ese mismo año aparece su segunda colección de relatos ”Furious seasons”.

EL RENACER TRAS EL INFIERNO Pero lo que parecía ser el inicio del éxito profesional se ve empañado por el fantasma del fracaso personal. Enemistado con su mujer y sus hijos, fue ingresado cuatro veces por alcoholismo en los años setenta y seis y setenta y siete. El infierno familiar enterrado bajo un aparente éxito mediático. Sin razón aparente, el dos de junio de 1977, Carver deja de beber. Él mismo nunca supo explicarse un cambio tan radical y milagroso: “Me imagino que simplemente pretendía vivir”. Comienza a partir de entonces su nueva vida, una vida en la que no caerá en los mismos errores. En 1982, Raymond y su primera esposa se divorcian legalmente. Tras el divorcio su ex esposa se casa con Larry Girard, un canadiense, aunque Carver sigue pasándole la pensión mensual acordada. Durante los siguientes años Carver publica sus libros “What we talk about when we talk about love” (1981); “Fires” (donde incluye relatos que describen sus últimas luchas con la vida, “Alcohol”, “Marriage”) “Catedral” (1983) y “If it please you” (1984). Carver se replantea en todos ellos su estilo. Sus obras se convierten en referentes de influencia capital para toda una generación de escritores. En todos estos textos se observa una evolución; todos los preceptos heredados de sus mentores (Lish, Chejov, Hemingway…) se entremezclan con sus propias


averiguaciones estilísticas, creando el estilo propio de Carver.

posterior al abandono del alcohol) Carver regresará a Chejov, al Oeste y a la poesía.

LA SEGUNDA VIDA DE CARVER UNA SALUD DEMASIADO INJUSTA Según él mismo dijo: “Realmente creo que he tenido dos vidas diferentes”. El punto de inflexión es junio de 1977, mes en el que Carver deja de beber. El cambio es milagroso. Se divorcia de su primera mujer, conoce a la escritora Tess Gallagher y establece con ella un noviazgo en que se mezcla el amor y la admiración por la literatura. Sus relatos, en este período (años ochenta) adquieren un tono más positivo y optimista frente a los tintes escépticos y pesimistas de sus historias anteriores. Su prosa se hace más humana. “Catedral” le proporciona a Raymond nominaciones para el Pulitzer y el National Book Critics Award. En esta obra observamos el minimalismo carveriano más refinado. Ya ha concluido su proceso de aprendizaje y él mismo se configura como maestro de escritores. Sólo le quedan cinco años de vida, años en los que sus únicas influencias serán las de Chejov, su verdadero maestro, y Tess Gallagher, la mujer que dará estabilidad a la vida personal de Carver. En 1983, gana uno de los primeros Mildred and Harold Strauss Awards. Este premio le proporciona independencia económica así como gran popularidad (apareció en la New York Time Magazine, en Vanity Fair e incluso en People). Pero el escritor no está acostumbrado a la presión de los medios de comunicación y se ve obligado a huir a la nueva casa de Tess en Port Los Angeles. Entre las paredes de cristal del estudio de Tess se siente renovado, escribe de manera más pausada, crea poemas menos pulidos pero más íntimos. Es el optimismo que gana la batalla. En esta segunda vida (la

Carver tenía problemas de salud, eso no era desconocido para él; también sabía que ya se había ganado un lugar entre los maestros del relato americano; y sin embargo seguía pensando que sus mejores obras estaban por venir. Incluso sus magistrales obras finales, relatos como ”Elephant”, “Boxes” o “Errand”, son consideradas por él mismo como obras de tránsito. Pero el tiempo no estaba de su parte. En septiembre de 1987 Carver se descubre escupiendo sangre. En octubre dos tercios de su pulmón izquierdo son extirpados. Durante los siguientes nueve meses se embarca en una lucha valiente aunque inútil contra el cáncer. En marzo de 1988 el cáncer se había extendido por su cerebro. En junio el cáncer reaparece en sus pulmones y el diagnóstico médico es el de una irremediable sentencia a muerte. Chejov, habiendo recibido un diagnostico similar tres años antes de su muerte se casó con la actriz Olga Knipper. Carver, a este respecto, supera a su mentor y se casa con su compañera y colaboradora durante sus últimos diez años, Tess Gallager, el diecisiete de junio de ese mismo año. Habiendo alcanzado al fin la paz espiritual y el equilibrio personal, Carver se queja al verse abandonar la vida y cuando le preguntan sobre si es religioso, responde lo siguiente: “No, pero ahora tengo que creer en milagros y en la posibilidad de la resurrección”. Abandonado a los cuidados de su mujer, Carver pasa la última tarde de su vida en el porche de su nueva casa, mirando las rosas desde lo alto. A las seis y veinte de la mañana siguiente 7


(dos de agosto de 1988) muere mientras dormía a los cincuenta años de edad. Incluso en su propia muerte, Carver rinde un homenaje a su maestro y mentor, Chejov. Ambos mantuvieron siempre vidas paralelas, tanto en su condición de hombres como en la de escritores. Los dos mueren prematuramente bajo los efectos de una enfermedad (Chejov a los 44 años por la tuberculosis y Carver, a los 50 por un cáncer del pulmón). No es de extrañar que el escritor norteamericano rindiera un justo tributo al maestro ruso dedicándole su último trabajo, el relato ”Tres rosas amarillas” en el que relata los últimos instantes de Chejov.

LA RAZON DE SU ÉXITO Todavía es considerado por muchos como el mejor escritor americano de historias cortas desde Hemingway e incluso, en sus oficios fúnebres se le describió como “héroe de la percepción”. Su lenguaje es claro y engañosamente simple. Los relatos de Carver provocan una respuesta empática en el lector, debido en parte a su obsesión por el detalle, por lo común y ordinario, por las pequeñas cosas que cada día nos ocurren imperceptiblemente. A través de sus textos nos enfrentamos al eco de nuestra propia vida. Y lo verdaderamente interesante de todo es que no es fácil encontrar los recursos que provocan esa sensación; las historias simplemente nos envuelven con su espíritu de permanente desasosiego, con la sensación de que algo terrible está a punto de ocurrir. “Es posible, en un poema o en un cuento, escribir sobre cosas y objetos comunes y corrientes usando un lenguaje común y corriente pero preciso, e impartirles a esas cosas –una silla, una cortina, un tenedor, 8

una piedra, un arete de mujer- un poder inmenso, incluso perturbador. Es posible escribir una línea de un aparentemente inofensivo diálogo, y transmitir un escalofrío a lo largo de la columna vertebral del lector. Esa es la clase de literatura que me interesa”. Uno de los recursos empleados por Carver para provocar esta sensación es el uso de su experiencia. Sus historias se nutren de hechos que él ha escuchado, de personajes que ha conocido, o de situaciones que ha vivido. En los relatos de Carver hay humor, desesperación, cinismo, ternura, violencia; juega con todos los aspectos de la condición humana. Sus personajes son gente corriente, proletarios con sueños frustrados, personas que miran pasar la vida, tomando cervezas o simplemente conversando con alguien sobre algo aparentemente intrascendente. Pero en todas sus historias existe implícita la promesa de un cambio, un cambio de repercusiones insospechadas. Dentro de sus historias se desvanece la imagen mítica de América. Ya no nos encontramos ante la espléndida Norteamérica en la que los sueños de riqueza y poder se hacen realidad cada día, sino que nos enfrentamos a una impostora que se pierde por la boca, que no cumple nada de lo que promete. Los personajes de Carver deambulan en esta América como simples sombras cargadas de desesperanza. Y es esa sociedad que hace aguas la que verdaderamente engrandece a Raymond Carver. En este ambiente decadente y lleno de frustración se mueve el escritor como pez en el agua y de él se vale para mostrar tímido sus


mensajes ácidos, mensajes en absoluto inmediatos que son absorbidos por ósmosis tras una lectura entregada. En muchas ocasiones se le critica a Carver la ausencia de finales nítidos en sus relatos. ¿Pero no es ese acaso uno de los atractivos fundamentales de su forma de literatura? En sus escritos no se encuentra el trinomio básico de Planteamiento, Nudo y Desenlace. Lo

único que le interesa a este genial escritor es el alma herida de sus personajes y para ello se vale de fotogramas, de situaciones a través de las cuales poder mostrar los sentimientos que dominan a los personajes. Recrea ambientes grises, haciendo un uso intenso de la tensión. Sus historias no se leen simplemente sino que se viven como experiencias. Otro de los elementos propios y justificativos de la calidad literaria de Carver es el de su economía. Cada elemento lingüístico en sus relatos es esencial para el sentido total del mismo y es resultado de un proceso largo de reescritura y selección. “Todo es importante en un relato, cada palabra, cada signo de puntuación. Creo mucho en la economía dentro de la ficción. Algunas de

mis historias como “Vecinos” fueron tres veces más largas en sus primeros borradores. Me gusta realmente el proceso de rescribir”. Se le ha tratado a menudo de ”minimalista”, aunque él mismo siempre se negó a considerarse como tal. En cuanto a los objetos incluidos en las escenas de sus relatos, Carver nos comenta: ”No quiero decir que deberían cobrar vida propia, sino que deberían hacer sentir su presencia. Si uno va a describir una cuchara o una silla o un televisor, no hay que poner estos objetos en una escena y luego abandonarlos”. Es indudable que su estilo sufrió una evolución. Para muchos se descafeinó. El pesimismo recalcitrante de su primera etapa (la previa a su abandono de la bebida) se suaviza en sus últimos años de vida. Con la estabilidad emocional y personal, llegó un cierto optimismo que quizá se reflejó en sus últimos trabajos. Se trataba de un intento por modificar su propia forma de narrar, un estilo claramente marcado por las circunstancias vitales que le rodearon la mayor parte de su vida. Pero Carver, a diferencia de otros escritores de su generación, a menudo englobados en la misma corriente pesimista o mal llamada sucia (Bukowski, Miller…) siempre luchó por ser una persona normal. Como aquellos, reniega del romanticismo de la vida y del ideal del sueño americano, pero a diferencia de ellos, no tiene escrúpulos a la hora de aceptar el éxito y la felicidad personal con los brazos abiertos. El pesimismo y la negatividad que rezuman sus textos surgen de su más íntima convicción: la de que la literatura debe estar ligada a la vida y ésta, la mayoría de las veces, para la mayoría de los mortales, no es sino un sendero plagado de obstáculos.

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OBRAS DE RAYMOND CARVER PUBLICADAS EN CASTELLANO

¿Quieres hacer el favor de callerte, por favor?

Anagrama 2001- Relatos

De qué hablamos cuando hablamos de amor

Anagrama 1987- Relatos

Catedral

Anagrama 1986 – Relatos

Tres rosas amarillas

Anagrama 1989 – Relatos

Si me necesitas, llámame

Anagrama 2001 – Relatos

Bajo una luz marina

Visor 1990 – Poemas

Un sendero nuevo a la cascada

Visor 1993 – Poemas

Short cuts

Anagrama – Relatos

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Recuerdo perfectamente cuando una amiga me recomendó un libro titulado “El Perfume. Historia de un asesino”. Ya hace algunos años y, sin embargo, al volver la vista atrás, me vienen a la memoria todos los matices, la riqueza sensorial, los olores, la salvaje sensualidad que, como una esencia, exhala el libro. Lo devoré. En un abrir y cerrar de ojos y de páginas (algo más de doscientas), terminé de leerlo y de saborearlo. Porque “El Perfume” es mucho más que un libro. Es una auténtica orgía sensorial a través de las letras y una historia peculiar. La de un hombre genial y abominable que vivió y murió en el París del siglo XVIII: el perfumista y asesino de muchachas Jean-Baptiste Grenouille. Al relatarnos su historia, el escritor alemán Patrick Süskind nos propone un descenso a los más turbadores abismos del espíritu humano, al tiempo que muestra un cuadro alucinante de una época ambigua y cruel. Si quieren saber más sobre una de las principales novelas europeas de finales del siglo pasado, despejen sus sentidos, preparen su olfato, pasen y huelan…

El PERFUME,

UNA ORGIA OLFATIVA Por Belén Galindo

LA HISTORIA Imaginemos por un momento que tenemos la capacidad de detectar olores a una distancia inaudita para el ser humano. Que podemos distinguir y matizar miles, millones de olores diferentes de nuestro entorno. Que tenemos el don de almacenarlos en nuestra memoria, trabajar con ellos, deleitarnos, mezclarlos, como si

fuéramos magos o alquimistas del sentido olfativo… y que tenemos un anhelo: conseguir el olor de la perfección, de la belleza, un olor que al llegar al resto de los humanos los rinda a nuestros pies. Un olor para dominar el mundo y alcanzar el éxtasis. Imaginemos también que nosotros, poseedores de este maravilloso y exquisito don mencionado, no olemos a nada. Imaginemos una criatura que no

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exhala ningún olor a través de su cuerpo. Y nos ubicamos en un momento y un lugar donde todo era hedor, peste, perfumes exquisitos que camuflaban las miserias humanas, la vejez, la enfermedad, la suciedad, la podredumbre… París, siglo XVIII. Si hemos seguido paso a paso las indicaciones, podremos imaginar o intuir lo que pudo ser la vida del protagonista de “El Perfume”: el perfumista Jean-Baptiste Grenouille. Un genio. Pero también un ser abominable, malvado, sin moral y asesino de muchachas. Nació en uno de los barrios más miserables de París, en el puesto de pescado donde trabajaba su madre. Entre los deshechos malolientes de la basura. Quinto hijo de una mujer que había asesinado a sus anteriores vástagos en el momento de su nacimiento. Sobrevive por un verdadero acto de generosidad del destino y en esa delgada línea entre la vida y la muerte se paseará durante su infancia de niño huérfano. Criado por una nodriza, vendido a un artesano curtidor cuando aún era un niño y, finalmente, ayudante de un maestro perfumista de quien aprenderá el oficio y con quien pulirá sus extraordinarias cualidades naturales para el mundo olfativo. “El Perfume” es, como dice el subtítulo, la historia de un asesino. Porque, desde bien pronto, el protagonista descubre el placer de asesinar, con la particularidad de que no mata por lo que habitualmente matan los seres humanos: dinero, sexo, envidias o celos… Grenouille mata por el olor. El olor puro, virginal, fresco, único de jóvenes muchachas que 1 2

ofrecen esa característica de su ser a un asesino cruel y sin remordimientos.

LA ÉPOCA No es una casualidad que la novela transcurra en el momento histórico en que está ubicada. Para poder integrar a este personaje extraordinario nacido en 1738 en un contexto social que tiene gran importancia para el transcurso de la historia, el autor Süskind debe analizar los acontecimientos históricos, sociales y culturales de la Francia del siglo XVIII. Desde el nacimiento de Grenouille, nos introduce en el panorama de las clases sociales más bajas y marginadas. Nace en el lugar más fétido de París y se confunde al nacer con las tripas ensangrentadas de los peces. Lleva todas las señales del abandono físico y moral impresas en su cuerpo y en su alma. Se detalla también el destino de los niños huérfanos en el París de aquella época. Las precarias condiciones de los orfanatos o el trato casi animal que los pequeños recibían de las nodrizas quedan claramente reflejados en algunos pasajes del libro donde se puede leer “Era cierto que algunos inviernos se le morían (a madame Gaillard, nodriza de Grenouille) tres o cuatro de las dos docenas de pequeños pupilos, pero aún así su porcentaje era mucho menor que el de la mayoría de otras madres adoptivas, para no hablar de las grandes inclusas estatales o religiosas, donde solían morir nueve de cada diez niños. Claro que era fácil reemplazarlos. París producía anualmente más de diez mil niños abandonados, bastardos y huérfanos, así que las bajas apenas se notaban”. Este cuadro esperpéntico, en el que se desarrolla la infancia del protagonista y su posterior crecimiento, sirve al autor para trazar con unas cuantas pinceladas la oscura imagen de las condiciones


sociales de los marginados, cuyas vidas adquieren valor monetario llegando incluso a convertirse en mercancía (Grenouille pasa de manos del curtidor Grimal a las del perfumista Baldini por 20 libras). A este respecto, la filóloga Harriet Quint analiza ampliamente el tiempo y el espacio histórico en “El Perfume” y afirma que los hechos crueles de la novela apenas si pueden despertar compasión en el lector ya que la ironía cubre los sucesos como una fina manta quitándole al lado inhumano de la sociedad parte de su gravedad. Así, la pobreza social se describe por parte del autor sin compromiso moral alguno. Además, en el libro encontramos pasajes que nos hablan de la guerra de los siete años, la Ilustración, la monarquía absolutista o el mundo de la aristocracia. En este último aspecto, la narración adquiere formas grotescas ya que el protagonista, bajo la influencia de un marqués, se convierte de animal en caballero, sólo con la ayuda de un poco de agua, unas tijeras y ropa nueva confeccionada por un sastre. LOS OLORES Tras la lectura, seguimos haciéndonos una pregunta ¿cuál es la clave del éxito de esta pequeña novela para que en dieciocho años transcurridos ya desde su aparición se mantenga en las listas de las preferencias del público? Cada uno puede darle una respuesta diferente, pero yo me apunto a lo que afirma Jorge Echeverri González en su estudio sobre el libro, quien concluye: “su magia reside en el extraño olor que exhala”. Quizá sea también cierto que su valor se encuentra en que nos presenta la historia de una pasión obsesiva, con la novedad de que el objeto de esa pasión devoradora y asesina se centra en los olores humanos de jóvenes doncellas.

Resulta curioso constatar que estamos más acostumbrados a que se considere, al menos en nuestra cultura occidental, al olfato como un sentido de segunda categoría frente a otros que tenemos por “más elevados”, como el oído o la vista que tienen una amplia representación en las Bellas Artes: la música, la pintura, la escritura o incluso el cine. El tacto, por su parte, está más asociado a la ternura o al placer y al goce y, por tanto, más presente en la historia de pasiones y asesinatos. Pero, ¿qué pasa con el olfato? No deja de ser un sentido minusvalorado por nuestra cultura y nuestra sociedad. A veces considerado un reducto del hombre primitivo, incluso del animal que un día fuimos. Hoy, está relegado a un puesto colaborador en la función alimenticia, sexual y estética. Sin embargo, frente a esta realidad, “El Perfume” presenta la pasión obsesiva, la búsqueda de la belleza y del amor, a costa de cualquier precio, a través del olfato. El destino del protagonista se configura al percibir un buen día, en medio de la multitud, el “indicio” de una fragancia, más que una fragancia en sí… y la certeza de que era algo no olfateado nunca. Busca esta fragancia calle a calle y la encuentra en una bella adolescente a la que huele hasta marchitarla por completo, pero conservando para siempre la fragancia. Ese día decide ser el más grande perfumista, decide conseguir el olor de la belleza más pura. Aunque para ello tenga que asesinar a veinticinco vírgenes sin el menor remordimiento.

UNA LECTURA FILOSÓFICA DE LA NOVELA Al final, la narración, a través de la historia sencilla y lineal de las diferentes edades biográficas del personaje, puede también servirnos de 1 3


espejo para entender la naturaleza del hombre. Eso sí, desde una perspectiva pesimista del ser humano, falto de esperanza y sin posibilidad de salvación. El hombre, viene a decirnos entrelíneas Süskind, es despreciable, digno de odio, imprevisible, voluble… Y lo demuestra cuando en los últimos momentos de la historia, el personaje del libro cree haber encontrado la belleza, el perfume sobrehumano “tan bueno y pletórico de vigor que quien lo oliera quedaría hechizado y no tendría más remedio que amar a la persona que lo llevara, es decir, a él”. Es entonces cuando, una vez logrado el objetivo de su vida, al encontrar la fórmula para que lo amen los hombres que antes lo despreciaban (a él, al despreciable Grenouille), “le invade la enorme repugnancia que le inspiraban los hombres” y sintió una deshazón insoportable, porque se dio cuenta de que odiaba al género humano, que nunca encontraría satisfacción en la belleza y el amor porque era un ser creado por y para el odio y la miseria. Pero el reflejo de la novela, de la historia que se relata y de la época en que se inscribe aún puede llevarse más lejos. El desprecio por el género

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humano se extiende a sus iconos y figuras representativas, como se puede leer en la primera página de la novela al presentarnos a un Grenouille de quien dice que “ a diferencia de otros monstruos geniales como De Sade, Saint-Just, Fouché, Napoleón, etcétera, ha caído en el olvido, no porque Grenouille fuera a la zaga de estos hombres célebres y tenebrosos en altanería, desprecio por sus semejantes, inmoralidad, en una palabra, impiedad, sino porque su genio y su única ambición se limitaban a un terreno que no deja huellas en la historia: el efímero mundo de los olores”. Otra muestra del enfoque distorsionado y desgarrado de todo cuanto rodea al protagonista y que no se salva de la feroz crítica lo encontramos cuando se refiere a la monarquía, de quien dice “sí, incluso el rey apestaba como un animal carnicero y la reina como una cabra vieja”. En definitiva, “El Perfume” es una obra en la que, junto a este corrosivo desprecio, se pueden olfatear los olores, perfumes y hedores de las mejores novelas de terror y policíacas, aderezados con un humor sardónico y una ironía propia de los mejores trabajos de la literatura de nuestro tiempo. “El Perfume”, impecable al paso de los años, demuestra línea a línea cómo la vista no es el único sentido con el que se puede disfrutar de un libro…


Relato soñado. Arthur Schnitzler (traducción: Miguel Sáenz). El Acantilado, 1999. Eyes wide shut.

Stanley Kubrick. Guión: S. Kubrick y F. Raphael. Intérpretes: Tom Cruise, Nicole Kidman. EE.UU 1999. En unas recientes declaraciones, George Steiner situaba a Einstein y Freud como los dos sabios judíos más importantes y relevantes del pasado siglo. Y precisamente Freud se halla en el origen y la inspiración de la obra de la que ahora nos ocupamos en su vertiente literaria y cinematográfica, elaborada respectivamente por Arthur Schnitzler (Relato soñado) y Stanley Kubrick (Eyes wide shut).

SchnitzlervsKubrick El oscuro objeto del deseo por Santiago Navajas Declaraba Frederic Raphael, el coguionista de Eyes wide shut, que “... a Kubrick le interesaba la novela de Schnitzler... porque era muy diferente a todo lo que había hecho antes... Nunca había tocado el tema de una relación de pareja... Recuerdo una frase de Kubrick: “Es más fácil enamorarse que encontrar una buena historia”. Se enamoró de la historia, pero no porque pensara que tenía algo especial que decir sobre la infidelidad o el matrimonio... lo hizo porque era una buena historia”

Kubrick leía como un poseso, siempre a la búsqueda de nuevas historias, o de giros y añadidos a historias añejas que llevaba años madurando. Finalmente su gran y antiguo proyecto sobre la vida de Napoleón no pudo ser realizado, y hubiese sido quizá el broche que todo el mundo esperaba para uno de los directores más aclamados de los últimos cincuenta años. Aclamado pero no por ello exento de crítica. Ninguna película suya pasó 1 5


desapercibida, más bien aparecían rodeadas bajo el halo del escándalo, ya fuera por motivos cinematográficos, morales, estéticos o simplemente sociales. En el caso de Eyes wide shut los comentarios extra-cinematográficos se centraron en la pareja protagonista, el matrimonio real formado por Tom Cruise y Nicole Kidman que, a su vez, encarnaban al matrimonio en la ficción del dr. Harford y su mujer, Alice Harford. Kubrick continuó con su tradicional secretismo, lo que propagaba aún más los rumores ciertos o infundados. Dos de los protagonistas, Harvey Keytel y Jenifer Jason Leigh, fueron sustituidos una vez que habían rodado casi todas sus escenas. Kubrick pretendía volver a rodar gran número de ellas ya que no le habían dejado totalmente satisfecho. Por último, se auto-censuraron sesenta y cinco segundos para su pase en EE.UU. debido a su explícito contenido sexual, según los rancios parámetros estadounidenses no muy alejados en definitiva de los vieneses finiseculares en los que transcurre la acción del relato de Schnitzler. El recibimiento de la película de Kubrick fue, en general, tibio por parte de la crítica y el público, como ya había sucedido con su anterior entrega, Full metal jacket (1987). En www.imdb.com se registra la menor puntuación desde la primeriza Killer’s kiss (1955). Y el paso de los años no está contribuyendo tampoco a un reconocimiento postrero.

La aparición del deseo En un pasaje de “El mundo de ayer. Memorias de un europeo”, Stefan Zweig relataba: “Ya de niño no alcanzaba a 1 6

comprender a los escritores y artistas de la generación anterior que querían hacerse ver por la calle exhibiendo chaquetas de terciopelo y ondeantes cabelleras largas, con rizos caídos sobre la frente, como mis venerados Arthur Schnitzler y Hermann Barr, o con barbas y bigotes chillones e indumentarias extravagantes”. Schnitzler fue una de las figuras más relevantes de la cultura vienesa de principios del siglo XX, cultura que dio entre otros a Wittgenstein, Carnap y Popper en filosofía; a Brahms, Mahler y Schönberg en música; a Karl Krauss y Theodor Herlz en periodismo; a Hövarth, Musil o los citados Zweig y Schnitzler en literatura; y la personalidad inmensa de Freud por todos lados. Un mundo cultural de primera magnitud, lleno de fuerza y plenitud, pero que contempló con impotencia cómo la civilización que representaban era destruida por las fuerzas demoníacas que desató Hitler al llegar el primer tercio del siglo. Antes he mencionado a Freud. Hoy que su figura es cada vez más discutida -su influencia se percibe con menos intensidad en la ciencia médica y los prejuicios morales que tanto ayudó a desintegrar se baten en retirada en la “vieja” Europa- es díficil apreciar lo que significó la teoría y la práctica psicoanalítica que puso en marcha y que supuso una revolución en la autoconcepción que el ser humano tenía por aquel entonces en la Europa y la América desarrolladas. Una revolución, que como antes Copérnico y Darwin, significó una “caída” desde el posicionamiento de superioridad en la que el ser humano se había


cómodamente instalado. Aún estaba fresca la herida que Darwin había infringido a dicha autoconcepción del ser humano como un ser especial dentro del reino animal, cuando Freud puso en cuestión la última y más preciada de las caracterizaciones de esa superioridad: su fundamento racional que, sostuvo, estaba a su vez formado por un entramado de pulsiones e instintos. Entre éstos destacaban, para horror de la moral victoriana imperante, el instinto sexual y el de la muerte, cuya manifestación se realizaba no en la vida consciente, cuya importancia Freud relativizó, sino en los sueños, auténtica manifestación del sótano anímico en el que enterramos nuestros muertos psicológicos.

Relato soñado “... sospecho que la realidad de una noche, incluso la de toda una vida humana, no significa también su verdad más profunda”. El doctor Fridolin y su esposa, Albertine, forman junto a su hijita una familia feliz en la Austria finisecular. En la noche en la que comienza el relato van a una fiesta en la que ambos flirtean con desconocidos. Posteriormente, ya en su hogar, ella se sincera con él y le descubre un secreto: el deseo que tuvo hace tiempo hacia un desconocido, con el que nunca llegó siquiera a hablar. Dicha declaración supone un shock en la conciencia burguesa, hasta ese momento tranquila y confiada de Fridolin, que tiene que abandonar en ese instante la casa por un aviso médico de fallecimiento, y no volverá hasta la

madrugada, después de encadenar una serie de aventuras de corte sexual que pondrán en peligro su vida. Las etapas de este descenso hacia una sexualidad reprimida van a ser los clásicos estereotipos del deseo masculino: Marianne, la hija del fallecido, que se le declara delante del mismo cadáver de su padre; Mizzi, la prostituta; Pierrette, la lolita seductora. “El coche se detuvo. ¿Qué pasaría, pensó Fridolin, si no bajara... y me volviera enseguida? ¿Pero adónde? ¿A casa de la pequeña Pierrette? ¿A la de la pequeña prostituta de la Buchfeldgasse? ¿A la de Marianne, la hija del difunto? ¿O a mi propia casa? Y con un ligero estremecimiento se dio cuenta de que ningún otro lugar lo atraía menos que su casa.” Finalmente se enfrentará a la seducción más peligrosa, simbolizada en una fiesta de máscaras, una orgía en la que se mezcla el ritual de las misas negras con los rituales masónicos, en la que la ocultación detrás de la ornamentación supondrá la inversa de la vida supuestamente transparente que hasta ese momento llevaba, y que se concretará en la figura de una mujer desnuda y misteriosa que finalmente se sacrificará en aras de su salvación. El relato de Schnitzler se encuadra dentro de la tradición austríaca caracterizada por una prosa tersa al servicio de una historia perfectamente construída e hilvanada, en la que la categoría simbólica, incluso alegórica, coincide con la voluntad de desocultación o desenmascaramiento que caracterizaba a la actividad de Sigmund Freud. “Fridolin estaba como borracho, no sólo de ella, de su cuerpo perfumado, de su boca al rojo, no sólo por la atmósfera de aquella sala, por los secretos voluptuosos que lo rodeaban...; estaba ebrio y sediento de todas

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las experiencias de aquella noche, ninguna de las cuales había terminado...” Efectivamente, las aventuras, nunca consumadas, de Fridolin van a encontrar su culminación argumental más tarde de los primeros encuentros. Las excitantes aventuras se van a revelar poco más tarde como frívolas, sórdidas o peligrosas. Y Fridolin va a salir de dichas experiencias sano y salvo, al menos desde el punto de vista físico, debido únicamente a su cobardía y a su pereza. “Ella se sentó en la cama y sacudió la cabeza. –Lo que pasa es que tienes miedo – dijo en voz baja... y luego, para sus adentros, de forma apenas perceptible-: ¡Lástima!” La revelación del deseo oculto por parte de su mujer va a tener una prolongación en el sueño del que él la despierta cuando al llegar a casa la encuentra riendo dormida. El relato del sueño que ella le hace a continuación es la confirmación, a los ojos de Fridolin, de la falsedad de su mujer, a la que él había considerado hasta la fecha de las revelaciones poco menos que un ángel. Sin embargo, ahora se daba cuenta, era más bien parecida a un demonio. “... con su sueño le había revelado que era infiel, cruel y traicionera... en el fondo de su alma había terminado con ella... Albertine es como todas... la peor de todas” Y el haberse quitado su mujer la máscara y haber revelado sus deseos más profundos (entre los que parecía encontrarse como peores el deseo de otros hombres y la muerte del mismo Fridolin), le ocasionaba a él mismo el plantearse la índole entera del sentido de su vida, hasta ese momento tan aparentemente razonable y guiada por el sentido común. “Y sólo en la escalera volvió a cobrar conciencia de que todo aquel orden, toda

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aquella armonía, toda aquella seguridad de su existencia no eran más que apariencia y mentira” Esos dos principales instintos, ocultos o enmascarados, de los que hablaba Freud como guías fundamentales de la acción humana, el sexual o erótico y el de muerte o de Thánatos, los reúne Schnitzler en la última aventura a la que se enfrenta Fridolin cuando acude al depósito de cadáveres para confirmar que una fallecida en extrañas circunstancias es la misma mujer que le salvó la vida en la orgía de máscaras. Efectivamente es ella, y aunque se queda horrorizado ante los estragos que la muerte reciente ha causado ya en un cuerpo tan joven no puede resistir el impulso de inclinarse sobre ella con la intención de ¿besarla?. Por último, irónicamente, Schnitzler hace volver a Fridolin a su hogar en el que encontrará su propia máscara, usada en la orgía, al lado de Albertine que se encuentra, una vez más, dormida y quizás soñando. ¿Quién ha puesto la máscara en el lecho nupcial? En el último párrafo se alude a la risa infantil de su hijita con que comienza la mañana siguiente.

Eyes wide shut “Eyes wide open” es una expresión británica que se podría traducir como “estar al loro”. La expresión “Eyes wide shut” juega, por tanto, con la doble significación de estar completamente desorientado sobre alguna cuestión, así como con la voluntad de no querer enterarse de


nada según la célebre estrategia del avestruz. En el cine de Kubrick, las relaciones sentimentales no habían aparecido hasta entonces, apenas en Barry Lyndon (1975). Aunque más bien de lo que se trata en esta historia es de los fundamentos de las relaciones de pareja, y de la tensión que inevitablemente se produce entre el deseo de fidelidad (legalmente la única relación aceptada es la monogámica) y la realidad de la promiscuidad en mayor o menor grado. La puesta en escena de Kubrick respeta en gran parte el planteamiento de Schnitzler, situándolo en una contemporánea Nueva York reconstruída totalmente en un estudio, añadiéndole algunas situaciones nuevas y un personaje con una relevancia importante. Tanto las escenas añadidas como el nuevo personaje es muy discutible que añadan nada de valor a la historia, y van a ser uno de los puntos débiles de la adaptación que de la novela hace Kubrick. Por otro lado, y dada la densidad psicológica de la trama y la simbología emocional e instintiva de los protagonistas, era interesante comprobar cómo Kubrick resolvía el flujo de conciencia y la introspección, sobre todo de Fridolin (ahora reconvertido en el doctor Harford), en los que se basaba gran parte del relato. Un procedimiento habitual en el cine de connotaciones psicológicas es el de la voz-en-off, mediante la cual “oímos” los pensamientos de los protagonistas. La otra solución es confiar en las dotes interpretativas de los actores y actrices para que a través de sus actuaciones revelen dichos pensamientos y sentimientos. Kubrick ha optado por esta segunda opción, pero no creo que

haya acertado en la elección del reparto, especialmente por lo que respecta al papel protagonista de Fridolin - doctor Harford para el que empleó al actor de películas de acción Tom Cruise, quizás influído por su deseo de explotar la química que suponía existiría entre aquel y su esposa Nicole Kidman. Sin poner en cuestión tal química, y sin hacernos eco de los ridículos ecos de sociedad que rodearon al rodaje, lo cierto es que Kubrick tuvo que repetir gran parte de las secuencias debido a que no le convencían las actuaciones tal y como se estaban desarrollando hasta el momento. En concreto, Cruise en ningún momento está a la altura de la dificultad psicológica de su personaje y hace añorar lo que actores de más recursos como Daniel Day-Lewis o Ralph Fiennes podrían haber hecho en su lugar. Pero las equivocaciones en la adaptación también son achacables al mismísimo Kubrick. Hacía tiempo que estaba rodeado por una tribu de aduladores que lo veneraban como si de un genio se tratara y como si cada uno de sus caprichos y absurdos comportamientos fuesen la revelación de un intelecto más allá de cualquier convención. Ya en Full Metal Jacket se apreciaban lagunas y vacíos en combinación con una exquisita labor de dirección en determinadas secuencias. Del mismo modo, en Eyes wide shut los movimientos de cámara, los extraordinarios y envolventes travellings, la complicada e innovadora manera de iluminar, el tratamiento exhaustivo y minucioso que hace de la totalidad de la imagen (toda la secuencia de la fiesta del inicio es una muestra de su poder visual y su talento para la planificación cinematográfica), no evita imprecisiones graves de guión que recuerdan una y otra vez la

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máxima cinematográfica de que lo que no suma, resta. Así, el personaje interpretado por Pollack, sobre todo en lo que se refiere a su escena final en la sala de billar, prolija y discursiva, no añade nada a la comprensión de la película o al desarrollo de los personajes; lo mismo ocurre con el leve escarceo homosexual que Kubrick añade a la escena en la que Harford se dirige al recepcionista de un hotel. Por otro lado, el final cambiado con respecto al original, sí puede resultar más adecuado con respecto a la contemporaneización de la historia que realiza Kubrick.

precisamente cuando Kubrick ha querido tratar con una historia cotidiana de personas de carne y hueso, más allá de modelos de una época, máquinas inteligentes, alienados o delincuentes, es decir, cuando Kubrick se enfrenta a lo que más detestaba, el ser normal de carne y hueso, no sabe qué hacer con él e intenta envolverlo de la manera más brillante de la que es capaz, aunque al hacerlo así traicione la manera psicológica en la que Schnitzler penetra en sus personajes, una manera que en manos de Kubrick deviene en algo tan superficial e inexpresivo como las máscaras que usan para esconderse.

Todo el primer tercio de la película constituye una brillante disección, lúcida y analítica, de la institución del matrimonio burgués. Las sospechas, las dudas, los temores, la (falsa) intimidad, los estereotipos, las (vanas) esperanzas, las hace aflorar Kubrick en un cara a cara de resonancia bergmanianas entre Cruise y Kidman en el dormitorio, espacio psicológico fundamental de los cónyuges. Apenas un porro sirve como fuerza liberadora de los deseos reprimidos, de la verdad tanto tiempo censurada. Kubrick dispara en las secuencias iniciales de la fiesta, lugar de tentación, y el dormitorio, lugar de la confidencia, todo su despliegue visual. La herida abierta a partir de la revelación de un deseo no consumado por parte de Alice Harford no va a ser cerrada durante todo el resto de la proyección, finalizando, sin embargo, en una huída hacia delante.

Un acierto final de Kubrick, como se ha indicado anteriormente, es la variación con respecto al desenlace último. Si el relato de Schnizler finalizaba en falso, con respecto a los protagonistas que seguían presos de sus temores y prejuicios, Kubrick consiente en darles un punto de lucidez que les desenrede de la tela de opresión que una moral castradora les ha echado en encima. Y tiene que ser precisamente la mujer, Alice Harford, la fuerza liberadora que, al fin, consigue explicitar la fuerza turbadora que les había atenazado y separado por tanto tiempo. Kidman le dice a un todavía confundido Cruise, en el escenario de una tienda de juguetes:

Pero en general, el resultado de la adaptación, más allá de aciertos puntuales en la resolución visual de algunas secuencias, es más bien decepcionante y da la impresión de que

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“Lo que tenemos que hacer ahora, querido, es ¡follar!”


En este número queremos rendir un pequeño homenaje al recientemente fallecido escritor guatemalteco Augusto Monterroso. Nacido en 1921 en Honduras, pasó gran parte de su vida en el exilio y murió a los 81 años en México D.F. . Persona de gran humildad y timidez, impregnaba sus textos de un amargo escepticismo. Considerado un genio de lo breve (autor del cuento más corto de la historia: ”Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”), sus obras son ejemplos de síntesis, belleza e ironía. Se consideró a sí mismo hijo de “la centroamérica vencida” y siempre se situó del lado de los humildes, los débiles y los marginados. A continuación ofrecemos tres cuentos como muestra del legado de este gran escritor en lengua hispana.

EL ECLIPSE Cuando fray Bartolomé Arrazola se sintió perdido aceptó que ya nada podría salvarlo. La selva poderosa de Guatemala lo había apresado, implacable y definitiva. Ante su ignorancia topográfica se sentó con tranquilidad a esperar la muerte. Quiso morir allí, sin ninguna esperanza, aislado, con el pensamiento fijo en la España distante,

particularmente en el convento de Los Abrojos, donde Carlos Quinto condescendiera una vez a bajar de su eminencia para decirle que confiaba en el celo religioso de su labor redentora. Al despertar se encontró rodeado por un grupo de indígenas de rostro impasible que se disponían a sacrificarlo ante un altar, un altar que a Bartolomé le 2 1


pareció como el lecho en que descansaría, al fin, de sus temores, de su destino, de sí mismo. Tres años en el país le habían conferido un mediano dominio de las lenguas nativas. Intentó algo. Dijo algunas palabras que fueron comprendidas. Entonces floreció en él una idea que tuvo por digna de su talento y de su cultura universal y de su arduo conocimiento de Aristóteles. Recordó que para ese día se esperaba un eclipse total de sol. Y dispuso, en lo más íntimo, valerse de aquel conocimiento para engañar a sus opresores y salvar la vida. -Si me matáis -les dijo- puedo hacer que el sol se oscurezca en su altura.

Los indígenas lo miraron fijamente y Bartolomé sorprendió la incredulidad en sus ojos. Vio que se produjo un pequeño consejo, y esperó confiado, no sin cierto desdén. Dos horas después el corazón de fray Bartolomé Arrazola chorreaba su sangre vehemente sobre la piedra de los sacrificios (brillante bajo la opaca luz de un sol eclipsado), mientras uno de los indígenas recitaba sin ninguna inflexión de voz, sin prisa, una por una, las infinitas fechas en que se producirían eclipses solares y lunares, que los astrónomos de la comunidad maya habían previsto y anotado en sus códices sin la valiosa ayuda de Aristóteles.

UNO DE CADA TRES Más querría encontrar quien oyera las mías que a quien me narre las suyas. Plauto Está dentro de mis cálculos que usted se sorprenda al recibir esta carta. Es probable, también, que al principio la tome como una broma sangrienta, y casi seguro que su primer impulso sea el de destruirla y arrojarla lejos de sí. Y, no obstante, difícilmente caería en un error más grave. Vaya en su descargo que no sería el primero en cometerlo, ni el último, desde luego, en arrepentirse. Se lo diré con toda franqueza: me da usted lástima. Pero este sentimiento no sólo resulta natural, sino que está de acuerdo con sus deseos. Pertenece usted a esa taciturna porción de seres humanos que encuentran en la conmiseración ajena

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un lenitivo a su dolor. Le ruego que se consuele: su caso nada tiene de extraño. Uno, de cada tres, no busca otra cosa, en las más disimuladas formas. Quien se queja de una enfermedad tan cruel como imaginaria, la que se anuncia abrumada por el pesado fardo de los deberes domésticos, aquel que publica versos quejumbrosos (no importa si buenos o malos), todos están implorando, en el interés de los demás, un poco de la compasión que no se atreven a prodigarse a sí mismos. Usted es más honrado: desdeña versificar su amargura, encubre con elegante decoro el derroche de energía que le exige el pan cotidiano, no se finge enfermo. Simplemente cuenta su historia, y, como haciendo un gracioso favor a sus amigos, les pide consejos con el oscuro ánimo de no seguirlos.


A usted le intrigará cómo me he enterado de su problema. Nada más sencillo: es mi oficio. Pronto le revelaré qué oficio sea ése. Continúo. Hace tres días, bajo un sol matinal poco común, abordó usted un autobús en la esquina de Reforma y Sevilla. Con frecuencia las personas que afrontan esos vehículos lo hacen con expresión desconcertada y se sorprenden cuando encuentran en ellos un rostro familiar. ¡Qué diferencia en usted! Me bastó ver el fulgor con que brillaron sus ojos al descubrir una cara conocida entre los sudorosos pasajeros, para tener la seguridad de haberme topado con uno de mis favorecedores. Obedeciendo a un hábito profesional agucé furtivamente el oído. Y en efecto, no bien había usted cumplido, de prisa, con los saludos de rigor, se produjo el inevitable relato de sus desgracias. Ya no me cupo duda. Expuso los hechos en tal forma que era fácil ver que su amigo había recibido las mismas confidencias no más allá de veinticuatro horas antes. Seguirlo durante todo el día hasta descubrir su domicilio fue como de costumbre la parte de mis disciplinas que, me gustaría saber la razón, cumplo con más placer . Ignoro si esto le servirá de enojo o de alegría; pero me veo en la urgencia de repetirle que su caso no es singular. Voy a exponerle en dos palabras el proceso de su situación presente. Y si, aunque lo dudo, me equivoco, tal error no será otra cosa que la confirmación de la infalible regla. Padece usted una de las dolencias más normales en el género humano: la necesidad de comunicarse con sus semejantes. Desde que comenzó a hablar,

el hombre no ha encontrado nada más grato que una amistad capaz de escucharlo con interés, ya sea para el dolor como para la dicha. Ni aun el amor se iguala a este sentimiento. Hay quienes se conforman con un amigo. Existen aquellos a quienes no les bastan mil. Usted corresponde a los últimos, y en esa simple correspondencia se originan su desgracia y mi oficio. Me atrevería a jurar que se inició usted refiriendo su conflicto amoroso a un amigo íntimo, y que éste lo escuchó atento hasta el fin y le ofreció las soluciones que creyó oportunas. Pero usted, y de aquí arranca el interminable encadenamiento, no consideró acertadas esas fórmulas. Si le propuso con firmeza cortar, como se dice, por lo sano, usted encontró más de un motivo para no dar por perdida la batalla; si, por el contrario, su consejo fue seguir el asedio hasta la conquista de la plaza, usted se inundó de pesimismo y lo vio todo negro y perdido. De ahí a buscar el remedio en otra persona apenas si hay algo más que un paso. ¿Cuántos dio usted? Emprendió un esperanzado peregrinaje, hasta agotar su concurrida libreta de direcciones. Incluso trató (con éxito creciente) de entablar nuevas relaciones para apurar el tema. No es extraño que de pronto reparara en que el día tiene tan sólo veinticuatro horas, y en que esa desconsideración astronómica constituía un monstruoso factor en su contra. Fue preciso multiplicar los medios de locomoción y planear un horario de sutil exactitud. El uso metódico del teléfono vino en su auxilio y ensanchó, es cierto, sus posibilidades; pero este anticuado sistema todavía es un lujo, y el setenta por ciento de aquellos a quienes usted quiere mantener enterados

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carecen de esa dudosa ventaja. No contento con los desvelos y el insomnio, principió usted a madrugar para ganar un tiempo cada vez más fugitivo e irreparable. El descuido de su aseo personal se hizo notorio: la barba le creció montaraz; sus pantalones, antes impecables, se vieron invadidos por las rodilleras, y un terco polvo gris cubrió de pesadumbre sus zapatos. Le pareció injusto, pero tuvo que aceptar el hecho de que, si bien usted madrugaba lleno de entusiasmo, escaseaban los amigos dispuestos a compartir esa vehemencia matinal. Así, ¿hay que decirlo?, ha llegado el momento ineludible en que usted es físicamente incapaz de conservar bien informado al amplio círculo de sus relaciones sociales. Ese momento es también mi momento. Por una modesta suma mensual yo le ofrezco la solución más apropiada. Si usted la acepta -y puedo asegurar que lo hará porque no le queda otro remedio- relegará al olvido el incesante deambular, las rodilleras, el polvo, la barba, los fatigosos telefonemas. En pocas palabras: estoy en condiciones de poner a su disposición una excelente radiodifusora especializada. Dispongo en la actualidad (por el sensible fallecimiento de un antiguo cliente afectado por la Reforma Agraria) de un cuarto de hora que, si tomamos en cuenta lo avanzado de sus confidencias, sería más que suficiente para sostener a sus amistades ya no digamos al día, pero al minuto, de su apasionante caso. Creo de más enumerar a usted las ventajas de mi método. Sin embargo, le insinuaré algunas. 1.a El efecto sedante sobre el 2 4

sistema nervioso está garantizado desde el primer día. 2.a Discreción asegurada. Aun cuando su voz podrá ser recibida por cualquier sujeto poseedor de un aparato de radio, juzgo improbable que personas ajenas a su amistad quieran seguir una confidencia cuyos antecedentes desconocen. Así, se descarta toda posibilidad de curiosidad malsana. 3.a Muchos de sus amigos (que hoy escuchan con desgano la versión directa) se interesarán vivamente por la audición radiofónica con sólo que usted mencione en ella sus nombres en forma abierta o alusiva. 4.a Todos sus conocidos estarán informados al mismo tiempo de los mismos hechos. Circunstancia que evita celos y reclamaciones posteriores, pues solamente un descuido, o un azaroso desperfecto en el aparato propio, colocaría a alguno en desventaja respecto de los demás. Para eliminar esa contingencia deprimente cada programa se inicia con una breve sinopsis de lo narrado con anterioridad. 5.a El relato cobra mayor interés y variedad, y puede amenizarse, cuando así se considere oportuno, con ilustrativas selecciones de arias de ópera (no insistiré sobre la riqueza sentimental de las italianas) y trozos de los grandes maestros. Un fondo musical adecuado es obligatorio por reglamento. Además, una amplia discoteca, en la que se recogen hasta los más increíbles ruidos que el hombre y la naturaleza producen, está al servicio del suscriptor. 6.a El relator no ve la cara de los oyentes, lo que evita toda suerte de inhibiciones, tanto para él como para los que lo escuchan.


7.a Siendo la audición una vez al día y por un cuarto de hora, el confidente dispone de veintitrés horas y tres cuartos de hora adicionales para preparar sus textos, impidiendo así, en absoluto, contradicciones molestas y olvidos involuntarios. 8.a Si el relato alcanza éxito y al número de amigos y conocidos se suma una considerable cantidad de oyentes espontáneos, no es difícil encontrar casa patrocinadora, lo que une a las ventajas ya registradas cierta factible ganancia monetaria que, de ir creciendo, abriría las posibilidades de absorber las veinticuatro horas del día y convertir, así, una simple audición de quince minutos en un programa ininterrumpido de duración perpetua. Mi honestidad me obliga a confesar que hasta ahora no se ha producido este caso, pero ¿por qué no esperarlo de su talento?

Éste es un mensaje de esperanza. Tenga fe. Por lo pronto, piense con fuerza en esto: el mundo está poblado de seres como usted. Sintonice su aparato receptor exactamente en los 1373 kilociclos, en la banda de 720 metros. A cualquier hora del día o de la noche, en invierno o en verano, con lluvia o con sol, podrá escuchar las voces más diversas e inesperadas, pero también más llenas de melancólica serenidad: la de un capitán que refiere, desde hace más de catorce años, cómo se hundió su barco bajo la aciaga tormenta sin que él se decidiera a compartir su suerte; la de una mujer minuciosa que extravió a su único hijo en la poblada noche de un 15 de septiembre; la de un delator atormentado por el remordimiento; la de un ex dictador centroamericano, la de un ventrílocuo. Todos contando interminablemente su historia, todos pidiendo compasión.

PRIMERA DAMA -Mi marido dice que son tonterías mías -pensaba-; pero lo que quiere es que yo sólo me esté en la casa, matándome como antes. Y eso sí que no se va a poder. Los otros le tendrán miedo, pero yo no. Si no le hubiera ayudado cuando estábamos bien fregados, todavía. ¿Y por qué no voy a poder recitar, si me gusta? El hecho de que él sea Presidente, en vez de ser un obstáculo debería hacerlo pensar que así le ayudo más. Y es que los hombres, sean presidentes o no, son llenos de cosas. Además, yo no voy a andar recitando en cualquier parte como una loca sino en actos oficiales o en veladas de beneficencia. Sí pues, si no tiene nada de malo.

No tenía nada de malo. Terminó de bañarse. Entró en su dormitorio. Mientras se peinaba, vio en el espejo, detrás de ella, los estantes de libros en desorden. Novelas. Libros de poesía. Pensó en algunos y en lo mucho que le gustaban. Antologías de las mil mejores poesías universales, titanes y recitadores sin maestro en los que había señalado con papelitos los poemas más bellos. Reír llorando. La cabeza del rabí. ¡Trópico! A una madre. Dios mío, de dónde sacaban tanto tema. Pronto ya no iban a caber los libros en la casa. Pero aunque uno no los leyera todos, eran la mejor herencia. Sobre el tocador tenía varios ejemplares del programa de esa noche. Si 2 5


se animara a dar un recital ella sola. Hasta ahora no había organizado ninguno, por modestia. Sabía, sin embargo, que de cualquier manera ella era la figura principal. Esta vez se trataba de una velada preparada algo a la carrera para el Desayuno Escolar. Alguien había notado que los niños de las escuelas andaban medio desnutridos, y que algunos se desmayaban a eso de las once, tal vez cuando el maestro estaba en la mejor. Al principio la atribuyeron a indigestiones, más tarde a una epidemia de lombrices (Salubridad) y sólo al final, durante una de sus frecuentes noches de insomnio, el Director General de Educación, nebulosamente, sospechó que podrían ser casos de hambre. Cuando el Director General convocó a un buen número de padres de familia, la mayoría se indignó de viva voz ante la suposición de que fueran tan pobres, y, por orgullo frente a los demás, ninguno estuvo dispuesto a aceptarlo. Pero en cuanto se disolvió la reunión, varios de ellos, individualmente, se acercaron al Director y reconocieron que en ocasiones -no siempre, claromandaban a sus hijos a la escuela sin nada en el estómago. El Director se asustó al confirmar su sospecha y decidió que era necesario hacer algo pronto. Por fortuna recordó que el Presidente había sido su compañero de colegio y dispuso ir a verlo cuanto antes. No se arrepintió. El Presidente lo recibió de lo más simpático, probablemente con mucha más cordialidad de la que hubiera desplegado desde una posición menos elevada. De manera que cuando él comenzó: «Señor Presidente...» se rió y le dijo: «Déjate de babosadas de Señor Presidente y decime sin rodeos a lo que

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venís», y siempre riéndose lo obligó a sentarse, mediante una ligera presión en el hombro. Estaba de buenas. Pero el Director sabía que por más palmaditas que le diera ya no era lo mismo que en los tiempos en que iban juntos a la escuela, o sencillamente que hacía apenas dos años, cuando todavía se tomaron un trago con otros amigos en “El Danubio”. De todos modos, se veía que empezaba a sentirse cómodo en el cargo. Como el mismo dijera levantando el índice en una reciente cena en casa de sus padres, de sobremesa, ante la expectación general primero, y la calurosa aprobación después, de sus parientes y compañeros de armas: «Al principio se siente raro; pero uno se acostumbra a todo». -Pues sí, ¿qué te trae por acá? insistió-. Apuesto a que ya tenés líos en el Ministerio. -Bueno, si querés saber la verdad, sí. -¿Verdá? -dijo triunfante el Presidente, aprobando su propia sagacidad. -Pero, si me lo permitís, no vengo a eso; otro día te cuento. Mirá, para no quitarte el tiempo, te lo voy a decir de una vez. Fíjate que ha habido varios casos de niños que se desmayan de hambre en las escuelas y yo quisiera ver qué podemos hacer. Prefiero decírtelo a vos de una vez porque si no es la bruta andar de aquí para allá. Además, mejor te lo cuento yo porque no faltará quien te venga a decir que no hago nada. Mi idea es que me autorices para tratar de conseguir algo de dinero y fundar una especie de Gota de Leche semioficial. -¿No te me estarás volviendo comunista, vos? –lo detuvo él, soltando una carcajada-. Aquí sí que se echaba de


ver su excelente humor de ese día. Los dos se rieron mucho. El Director le advirtió en broma que tuviera cuidado porque estaba leyendo un librito sobre marxismo, a lo que él repuso sin dejar de reírse que no se lo fuera a ver el Director de la Policía porque lo podía joder. Después de cambiar aún otras frases ingeniosas alrededor del mismo tema, él le dijo que le parecía bien, que fuera viendo a quién le sacaba plata, que dijera que él estaba de acuerdo y que quizá la UNICEF podía dar un poco más de leche. «Los gringos tienen leche como la chingada», afirmó por último, poniéndose de pie y dando por terminada la entrevista. -Ah, y mirá -añadió cuando ya el Director se encontraba en la puerta-: si querés háblale a mi señora para que te ayude; a ella le gustan esas cosas. El Director le dijo que estaba bueno y que le iba a hablar en seguida. No obstante, esto más bien lo deprimió, porque no le agradaba trabajar con mujeres. Peor de funcionarios. La mayoría eran raras, vanidosas, difíciles, y uno tenía que andarse todo el tiempo con cortesías, preocupándose de que estuvieran siempre sentadas y poniéndose nervioso cuando por cualquier circunstancia había que decirles que no. De paso que a ella no la conocía mucho. Pero lo mejor era interpretar la sugerencia del Presidente como una orden. Cuando le habló, ella aceptó sin vacilar. ¿Cómo podía dudarlo? No sólo le iba a ayudar haciendo propaganda entre sus amigas, sino que personalmente trabajaría con entusiasmo, tomando parte, por ejemplo, en las veladas que se organizaran.

-Yo puedo recitar -le dijo-; ya sabe que siempre he sido aficionada. «Qué bueno», pensó mientras se lo decía, «que haya esta oportunidad». Pero al mismo tiempo se arrepintió de su pensamiento y le dio miedo de que Dios la castigara cuando reflexionó que no era bueno que los niños se desmayaran de hambre. «Pobrecitos», pensó rápido para aplacar al cielo y eludir el castigo. Y en voz alta dijo: -Pobres criaturas. ¿Y como cada cuánto se desmayan? El Director le explicó pacientemente que no se desmayaban los mismos en forma periódica, sino que una vez era uno y otra otro, y que la mejor era ver cómo le daban desayuno al mayor número posible. Tendrían que fundar una organización para reunir fondos. -Claro -dijo ella-. ¿Y cómo le pondremos? -¿Qué le parece Escolar»? -dijo el Director.

«Desayuno

Pasó su mano sobre el programa, un trozo cuadrangular de papel satinado elegantemente impreso: 1.º Palabras preliminares, por el Sr. D. Hugo Miranda, Director General de Educación del Ministerio de Educación Pública. 2.º Barcarola de los Cuentos de Hoffman de Offenbach , por un grupo de alumnos de la Escuela 4 de Julio. 3º Tres valses de F . Chopin, por René Elgueta, alumno del Conservatorio Nacional. 4.º Los Motivos del Lobo, de Rubén Darío, por la Excma. Sra. Doña Eulalia Fernández de Rivera González, Primera Dama de la República.

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5.º Cielos de mi Patria, por el compositor nacional D. Federico Díaz, su autor al piano. 6.º Himno Nacional. Ella creía que estaba bien. Aunque quizá era demasiada música y poca recitación. -¿Te gusta lo que voy a recitar? -le preguntó a su marido. -Con tal que no se te olvide a medio camino y no hagás el ridículo -replicó él malhumorado pero incapaz de oponerse en serio-. Realmente no sé para qué te metiste a esa babosada. Parece que no conocieras a los muchachos cómo son de fregados. Ya, ya van a empezar a hacerte chistes. Pero como cuando se te mete una cosa en la cabeza nadie te la saca. En los tiempos en que la enamoraba, le gustaba que declamara y hasta le pedía que la hiciera para quedar bien con ella. Pero ahora era otra cosa y sus apariciones en público lo irritaban. -«¿Veperdapa quepe epes lopo quepe dipigopo?» -pensó ella- «no pueden ver que la esposa tenga ninguna iniciativa porque luego luego empiezan a poner peros y a querer acomplejarlo a uno». -Qué se me va a andar olvidando dijo en voz alta, levantándose a buscar un pañuelo-; me la sé desde niña. Lo que no me gusta es que estoy algo acatarrada. Pero yo creo que es por los nervios. Siempre que tengo que hacer algo importante en una fecha fija, me da miedo de enfermarme y empiezo a pensar: ya me va a dar catarro, ya me va a dar catarro, hasta que me da de veras. Sí pues. Deben de ser los nervios. La prueba está en que después se me pasa.

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Enfrentándose bruscamente con el espejo, se puso a levantar los brazos y a probar la voz: -El varóooooon que tiene corazóooooon de liz, aaaaaalma de queeeeeerube, lenguaaaaa celestiallllll, el míiiiiinimo y dulce Francisco de Asíiiiiis está con un rudoi torvoa nimal. Pronunciaba liz. Era bueno alargar las sílabas acentuadas. Pero no siempre sabía cuáles eran, a menos que tuvieran el acento ortográfico. Por ejemplo: «varón», oooooon; «mínimo», miiiiii; «corazón», oooooon. Pero en «alma de querube, lengua celestial» no había modo de saberlo. En fin, lo importante era sentir, porque cuando no se siente, de nada sirve conocer todas las reglas. -El varón. el varón que tiene el varón que tiene corazón el varón que tiene corazón de liz. Cuando llegó a la escuela era aún demasiado temprano. Sin embargo, se sintió desalentada porque había pocas personas ocupando los asientos. Pero pensó que entre nosotros la gente siempre llega tarde y que cuándo nos iríamos a quitar esa costumbre. En el pequeño escenario, detrás del telón improvisado, las alumnas de la Escuela 4 de Julio ensayaban en voz baja la Barcarola. El profesor de canto, muy serio, les daba el «la» con un pequeño pito de metal plateado que emitía esa única nota. Al observar que ella estaba allí, viéndolo sonriente, le dirigió un breve saludo con la cabeza y dejó de mover los brazos; pero por cortedad, o


por no parecer demasiado servil, o porque de plano no lo era, no interrumpió su ensayo. Ella se lo agradeció, pues en ese ratito estaba repasando mentalmente el poema y si la interrumpían tenía que tomar otra vez el hilo desde el principio. Como si en realidad la estuviera usando aclaraba la garganta cada cinco o seis versos, a pesar de que sabía que con eso sólo lograba irritarla cada vez más, igual que aquel maestro a quien sus alumnos por molestarlo le dijeron que tenía colorado el ojo y él se puso a restregárselo y a restregárselo, hasta que se lo dejó tan colorado que ellos no podían contener la risa; o como los monos, que si les ponen un poco de excremento en la palma de la mano no paran de olerlo hasta que se mueren. Cómo era eso de las obsesiones. Lo que más cólera le daba es que estaba segura de que todo pasaría en cuanto terminara su número. Sí pues. Pero era molesto, mientras tanto, pensar que se le iba a salir un gallo en medio de la recitación.

Desde que se convirtió en la Primera Dama se alegraba cuando tenía la oportunidad de demostrar que era una persona modesta, posiblemente mucho más modesta que cualquier otra en el mundo, y hasta había estudiado en el espejo una sonrisa y una mirada encantadoras que significaban más o menos: «¡Cómo se le ocurre! ¿Se imagina que porque soy la esposa del Presidente me he vuelto una presumida?» Pero el Director quiso entender más bien que lo trataba con ironía, y, deprimido, se puso a hablar sin ton ni son de esto y lo otro. No bien los demás artistas fueron llegando y rodeándola, aprovechó la ocasión para retirarse. Después se le veía gordito dando órdenes y disponiéndolo todo, de acuerdo con el principio de que si uno mismo no hace las cosas no hay quien las haga.

La verdad es que sería una estupidez tenerle miedo al público. En el supuesto caso de que sus intervenciones no agradaran, no se debería a ella sino a que la gente en general es muy ignorante y no sabe apreciar la poesía. Todavía les faltaba mucho. Pero precisamente por eso aprovecharía cuanta ocasión se le presentara para ir dando a conocer los buenos versos y revelándose como declamadora.

Como contaba ya con alguna práctica, el Director explicó sin apuro que estábamos allí movidos por un alto espíritu de solidaridad humana. Que había muchos niños subalimentados cosa que el Gobierno era el primero en lamentar porque le había dicho personalmente el Presidente cuando lo llamó para hacérselo ver hay que hacer algo por esos niños en interés de los altos destinos de la patria mueva usted las conciencias remueva cielo y tierra conmueva los corazones en favor de esa noble cruzada. Que ya eran varias las personas de todas las capas sociales que habían ofrecido su desinteresada ayuda y que nuestros amigos norteamericanos esa noble y generosa nación que con justicia podíamos llamar la despensa del mundo

-Pero señora -le reprochó preocupado el Director General cuando llegó sudoroso-, si yo iba a pasar por usted. No está bien que se haya venido sola. Ella lo miró comprensiva y lo tranquilizó cortésmente.

Sólo se acercó de nuevo para decirle: -Prepárese, empezar.

señora.

Vamos

a

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habían prometido hacer un nuevo sacrificio de latas de leche en polvo. Que nuestra tarea era modesta en sus comienzos pero que estábamos dispuestos a no omitir esfuerzo alguno para convertirla no sólo en un hecho real y concreto del presente sino en un estimulante ejemplo para las generaciones futuras. Que teníamos el alto orgullo de contar también con la ayuda de la Primera Dama de la República cuyo arte exquisito tendríamos el honor de apreciar dentro de breves instantes y cuyas entrañas generosamente maternales se habían conmovido hasta las lágrimas al saber la desgracia de esos niños que ya fuera por alcoholismo de sus padres o por descuido de sus madres o por ambas cosas no podían disfrutar en sus modestos hogares de la sagrada institución del desayuno con peligro para su salud y en desmedro del aprovechamiento de la instrucción que el Ministerio que nos honrábamos en representar esa noche estaba empeñado en impartirles, convencido de que el libro y sólo el libro resolvería los seculares problemas a que se enfrentaba la patria. Y que había dicho. Después de los aplausos las niñas de la Escuela 4 de Julio cantaron con su acostumbrada dulzura ella, lalá, lalalalalá, lalá de la Barcarola, mientras el pianista nervioseaba ansioso de atacar sus valses que, como tantas otras cosas ese día en diversas regiones del globo, comenzaron también y terminaron con toda felicidad y gloria. Ella inclinó la cabeza, diciendo gracias mentalmente. Cruzó las manos y se las contempló durante un momento, esperando que se produjera la atmósfera necesaria. Pronto sintió que de su boca, a

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través de sus palabras, se iba asomando al mundo San Francisco de Asís, mínimo y dulce, hasta tomar la forma del ser más humilde de la tierra. Pero en seguida esa ilusión de humildad quedaba atrás porque otras palabras, encadenadas uno no sabía cómo con las primeras, cambiaban su aspecto hasta convertirlo en un hombre iracundo. Y ella sentía que tenía que ser así y no de otra manera porque se encontraba llamándole la atención a un lobo, cuyos colmillos habían dado horrorosa cuenta de pastores, rebaños y cuanto ser viviente se le ponía por delante. Sí pues. Su voz tembló luego y se le escapó una lágrima en el preciso instante en que el santo le decía al lobo que no fuera malo, que por qué no se dejaba de andar por ahí sembrando el terror entre los campesinos y que si acaso venía del infierno. Aunque inmediatamente después casi se veía brotar de sus labios una gran tranquilidad cuando el animal, no sin haberlo reflexionado un rato, seguía al santo a la aldea, donde todos se admiraban de verlo tan mansito que hasta un niño le podía dar de comer en la mano. Las palabras le salían entonces dulces y tiernas y pensaba que el lobo le podía dar de comer también al niño para que no se desmayara de hambre en la escuela. Pero volvía a angustiarse porque en un descuido de San Francisco el lobo se iba nuevamente al monte a acabar con las gentes del campo y con sus ganados. Su voz adquiría aquí un tono de condenación implacable y la elevaba y la bajaba conforme iba siendo necesario, sin acordarse para nada del catarro ni de los malditos nervios de los días anteriores, como ella sabía de antemano que sucedería. Por el contrario, la envolvía una grata sensación de seguridad de seguridad de seguridad pues era fácil


notar que el público la escuchaba fuertemente impresionado ante las barbaridades de la fiera; a pesar de que ella sabía que ya, en ese momento, se cambiarían los papeles y el lobo se convertiría de acusado en acusador cuando San Francisco lo iba a buscar de nuevo con su acostumbrada confianza para meterlo otra vez en cintura. Por más que uno no quisiera, había que ponerse de parte del lobo, cuyas palabras eran fácilmente interpretables: Sí, ¿verdad?, muy bonito; yo me estaba ahí todo manso comiendo lo que se les antojaba arrojarme y lamiendo las manos de todos como un cordero, mientras los hombres en sus casas se entregaban a la envidia y a la lujuria y a la ira y se hacían la guerra unos a otros y perdían los débiles y ganaban los malos. Decía las palabras «débiles» y «malos» con tonos tan diferentes que a nadie podía caberle la menor duda de que ella estaba de parte de los primeros. Y se sentía segura de que la cosa iba bien y de que su recitación era un éxito, porque verdaderamente se indignaba ante tantas canalladas que dejaban chiquitas las del lobo, que al fin y al cabo no era un ser racional. Sin darse cuenta ni cómo se acercó el instante en que sabía que ya, ahora, ahora, las palabras debían brotar de su garganta ni muy fuertes, ni muy tiernas, ni furiosas, ni mansas, sino impregnadas de desesperanza y amargura, pues no otras cosa debió de sentir el santo cuando le dio la razón a la fiera y se dirigió finalmente al padre nuestro que estáaaaaaaaas en los cieeeeeeeelos. Permaneció unos segundos con los brazos en alto. El sudor le corría en hilitos entre los pechos y por la espalda. Oyó que aplaudían. Bajó las manos. Se arregló con disimulo la falda y saludó

modestamente. El público, después de todo, no era tan bruto. Pero buen esfuerzo le estaba costando hacerlo llegar a la poesía. Era lo que ella pensaba: poco a poco. Mientras estrechaba las manos de los que la felicitaban se sintió embargada por un dulce y suave sentimiento de superioridad. Y cuando una señora humilde que se acercó a saludarla le dijo que qué bonito, estuvo a punto de abrazarla, pero se contuvo y se conformó con preguntarle: «¿Le gustó?», pues la verdad es que ya no estaba pensando en eso sino en lo bueno que sería organizar pronto otro acto, en un local más grande, quizá en un teatro de verdad, en el que ella sola se encargara de la totalidad del programa, porque lo malo de estas veladitas era que los músicos aburrían a la gente, a pesar de que al otro día también los elogiaban en el periódico, lo que no era justo. No pues. Ya en la puerta de su casa invitó al Director General y a dos o tres amigos a tomar un whisky «para celebrar». Deseaba prolongar un rato más la conversación sobre su triunfo. Ojalá estuviera su marido para que oyera lo que le decían y para que se convenciera de que no eran cosas de ella. Qué bien había resultado todo, ¿verdad? ¿y como cuánto sacarían? El Director General le informó muy elaboradamente que tenían utilidades por $7,50. -¿Tan poquito? –dijo ella. Él pensó con amargura pero dijo con optimismo que para ser la primera no estaba tan mal. Que les había faltado propaganda. -No -dijo ella-. Yo creo que se debe al local que es muy chiquito.

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-Bueno, claro -dijo él-. En eso tiene razón. -¿Cómo hiciéramos? -dijo ella-. Hay que hacer algo para ayudar a esos pobres niños. -Bueno -dijo él-; lo importante es que ya comenzamos. -Sí -dijo ella-; pero la cosa es seguir adelante. Tenemos que preparar algo más serio. -Yo creo que si contamos con su ayuda... -dijo él. -Sí si podemos conseguir un teatro yo voy a recitar ya va a ver pero que sea teatro grande porque si no ya vio lo que pasa se esfuerza uno preparando las cosas y total casi no se saca nada de todos

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modos le voy a hablar a mi marido siempre me está empujando a recitar es mi mejor estímulo ¿se fijó? la gente tiene gana de oír poesía si viera la emoción que sentí cuando una señora que ni me conoce me dijo que le había gustado mucho yo creo que un recital de poesía sería un éxito ¿qué dice usted? -dijo ella. -Claro -dijo él-; a la gente le gusta mucho. -Fíjese que estoy preocupada -dijo ella- por lo poco que sacamos hoy. ¿Qué le parece si le doy cien pesos para no salir tan mal? Tengo muchas ganas de ayudar. Yo creo que poco a poco vamos a ir saliendo. Él dijo que claro; que poco a poco iban a ir saliendo.


Como escritor y como persona es claro, directo y sincero. Pedro Ugarte, bilbaíno, abogado-economista de formación y periodista de profesión, asegura que su vida siempre ha estado unida a las letras. Lo ha demostrado desde muy temprana edad a lo largo de todos los trabajos que ha publicado y que han sido premiados por la crítica y por el público. Actualmente embarcado en varios proyectos, entre otros, una novela, nos contó que su obra literaria se inspira en la realidad cotidiana y en las miserias humanas. Afirma que no todo lo avalado por un premio en el ámbito editorial tiene calidad y se confiesa fiel admirador de Kafka. Hoy nos acercamos a este joven escritor en nuestro apartado dedicado a la entrevista y os invitamos a conocer un poco mejor a …

Pedro Ugarte “A LA NOVELA HAY QUE TENERLE MUCHO RESPETO” La Casa de los Malfenti: Ya es autor de tres novelas y de varios volúmenes de relatos… ¿en qué está hoy trabajando? Pedro Ugarte: No sé como será en otros casos, pero yo personalmente siempre estoy con varias cosas, o sea, yo nunca estoy con un único libro entre las manos. Encima de mi mesa hay muchas cosas. Por decirte algo concreto, un libro de relatos sale el mes que viene. Ahora estoy trabajando en una

novela que me está costando mucho, que me está dando muchos problemas. Y tengo también un libro de cuentos preparado, pero está sin publicar. De hecho, ahora van a salir dos libros, uno de cuentos muy breves y uno que fue premio NH. Ese libro saldrá en ese tipo de ediciones que hacen ellos que no son ni comerciales ni nada. Y trabajando, lo que se dice trabajanndo, estoy en una novela, aunque con muchos problemas técnicos. LCM: ¿Cuánto le cuesta sacar adelante una novela? Alguna vez ha dicho que es un escritor de rachas, que

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tiene momentos de fertilidad literaria y otros en los que se estanca… PU: Sí… Y además hay otra cosa. A la novela hay que tenerle mucho respeto. Es decir, yo creo, sinceramente, que se publican muchas novelas por exigencia del mercado. Me gusta mucho el relato y lo defiendo, pero no pienso que se contraponga a la novela. Posiblemente se publican demasiadas novelas. Pero una novela debe tener un impulso interior y, en cambio, cuando se publica una novela cada dos años parece que el escritor se transforme en una especie de máquina de hacer churros. LCM: Relatos que se alargan porque hay que llegar a escribir una novela… PU: Claro, claro… Y eso sí que me da la sensación de que ocurre mucho. Lo cual, al final, es malo para los lectores. Me imagino que mucha gente joven tiene la mala suerte de que caigan en sus manos dos o tres novelas que no dicen nada, y entonces entiendo que puedan llegar a ser tan reacios a la lectura. Lo hablábamos antes… desde que existe el cine, y nosotros ya hemos nacido con él, la literatura tiene que aportar algo más que la mera historia. Si sólo vas a relatar una historia con una prosa absolutamente utilitaria, yo personalmente prefiero verla en imágenes. Es decir, una novela de Agatha Christie, que fundamentalmente es el desarrollo de una intriga, yo prefiero verla en el cine, es más fácil. Llamas a los de Telepizza y ya está… Pero la literatura lo que tiene que dar es un trabajo lingüístico añadido a la historia y, si eso no existe, casi mejor dejarlo.

“ME INTERESAN LAS MISERIAS HUMANAS” LCM: ¿Cuáles son sus fuentes de inspiración? ¿En qué se inspira?

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PU: Yo escribo sobre cosas muy cercanas, salvo un libro acumulativo que tengo, un libro muy concreto que tiene otra visión… Pero en lo que escribo soy muy realista. Y eso, tanto en el buen sentido como en el malo. Por ejemplo, algo que siempre me han comentado los lectores es que a mis personajes les preocupa mucho la economía, el dinero y tal… Sí, real como la vida misma. En términos generales, creo que en los libros se habla poco de dinero. Quiero decir, que no es un tema central en la literatura. El dinero, la economía, la brutalidad de las clases sociales… Pero a mí esas cosas me preocupan mucho. Me llaman mucho la atención, me gusta eso tan interesante de la familia rica venida a menos. Siempre anima rencores que literariamente son muy ricos. Al final, se trata de la brutalidad de las relaciones económicas. ¿Qué puede tener de comparable mi hijo con el hijo de la duquesa de Alba? Es que no han vivido en el mismo mundo. Aunque el planeta es el mismo, los niveles de existencia son totalmente distintos. A mí me gustan mucho esas cosas. LCM: Incluso ha dicho que le interesan mucho las miserias humanas, la parte oscura que todos llevamos dentro y que no nos gusta mostrar… PU: Yo creo que a todo escritor que pretenda hacer algo literariamente le tienen que interesar las miserias humanas. Hombre, no sólo eso, pero también las miserias humanas. Está claro. Somos bastante peores de lo que nos gusta aparentar y de lo que creemos que somos. Yo no he conocido a ninguna persona que no tenga un excelente concepto de sí misma. LCM: ¿Cuál es su novela más autobiográfica, en la que más se ha implicado? PU: Probablemente “El cuerpo de las nadadoras”, en lo que tiene de parte de iniciación. En ese libro hay muchas experiencias personales, pero estilizadas siempre. Yo creo que es un error pensar que


la autobiografía, como tal, ya tiene un valor literario. Sin embargo, puede que la autobiografía estilizada, trabajada, imaginada en parte sí lo pueda tener. LCM: Ha llegado a decir que un escritor o un artista no puede ser feliz, o a la inversa, que un momento de infelicidad, o un momento de sufrimiento normalmente fructifica en la creación artística… PU: Sí. Posiblemente cuando estás pasando un mal momento, es verdad que creativamente no estás para escribir, pero luego esas referencias son las más interesantes... Además no sólo ocurre con la literatura. Es lo que tú dices. Toda forma de expresión artística, no ya sólo como persona individual, sino incluso como género humano, es la manifestación de una insatisfacción más o menos extendida. Pero para eso existe el arte, para señalar esas partes que trascienden lo que es una realidad más o menos plana. Gran parte de la literatura nace de sentimientos pesimistas, negativos, autocríticos o críticos, ¿no?

“SIEMPRE HE TENIDO CLARO COMO EL AGUA QUE QUERÍA SER ESCRITOR” LCM: Es de profesión abogadoeconomista… ¿Cómo llegó al mundo de las letras? PU: De profesión no, de estudios. En realidad yo trabajo como periodista. LCM: Y columnista de prensa… PU: Y trabajo en gabinetes de prensa también. Cuando tengo nómina es cuando estoy en un gabinete de prensa. Pero bueno, yo no creo que sea muy especial porque al final si todos hacemos un examen de nosotros mismos, al final hemos hecho todos cosas bastante extrañas, bastante contradictorias unas con otras. Pero yo

siempre tuve claro que quería escribir, aunque tampoco estoy arrepentido de lo que he estudiado. Esa sensación de insatisfacción de mucha gente yo no la tengo. Sí, estudié derecho, me pareció bien, pero yo sabía que no era lo mío. Lo tuve claro desde el principio. LCM: ¿Cuáles fueron primeros pasos en la literatura?

sus

PU: En mi caso no sé si es algo genético porque en mi casa no ha habido nadie con dedicación literaria, pero mi padre leía mucho, eso sí. Yo tengo el recuerdo de que mi padre leía por las noches, se sentaba en su sofá…Vamos a ver, no creo que sea ningún mérito especialmente destacable, pero tener claro lo que uno quiere ser o hacer en la vida desde pronto, es una ventaja. Yo siempre lo he sabido. He escrito desde siempre. Lo he tenido más claro que el agua. Y ahí comencé, casi desde niño. Paso a paso. LCM: ¿Cuáles son sus escritores, sus libros de cabecera? Esos que le han inspirado… PU: Tengo que recurrir a nombres comunes. Muchas veces la historia de la literatura acierta. Yo creo que el escritor del siglo XX, con gran claridad, es Kafka. Creo que Kafka, aparte de describir el siglo XX, habiendo vivido sólo un cuarto del mismo, describe el drama de la conciencia individual de una persona ante la realidad. Me parece que define nuestro tiempo mejor que nadie. Para mí sería el gran escritor del siglo XX, que incluso, y esa es una de esas cosas misteriosas del arte, puede que haya determinado la vida no sólo de aquellos que lo han leído, sino de todos, en el sentido de que ciertas sensibilidades artísticas, en este caso literarias, se acaban extendiendo en la sociedad de tal modo que al final todo el mundo las adopta. Por ejemplo, todos sabemos que en la Edad Media había tanta conciencia individual como ahora, pero yo sinceramente creo que ese conflicto en una realidad sin duda mucho más dura que la nuestra no se manifestaba tanto. Mientras

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que a nosotros, el sólo hecho de que el despertador suene a las ocho de la mañana ya nos crea un conflicto. Y esto es porque ha habido mucha gente que ha reflexionado sobre esto y nos ha hecho ver que una conciencia individual en un sistema organizado nos crea muchas limitaciones. Y esa es una aportación que nos la da el arte y entre otras cosas la literatura.

perverso. Está más complicado a otro nivel. Muchas veces entre los escritores te sorprendes de que ya no hablas sobre lo que estás escribiendo o lo que no escribes. Casi la pregunta es: ¿Cuánto vendes? Y vas a hablar muchas veces a institutos y a sitios con gente joven, estás tú metiendo un rollo sobre la vida y sobre el ser humano y empieza la gente a levantar la mano y te preguntan; Oye, y ¿tú vives de esto?, ¿se gana dinero escribiendo? Se ha pasado a esto.

MUNDO EDITORIAL Y PERVERSIONES

LCM: ¿Es otro reflejo de la sociedad?

LCM: Quedar finalista en el premio Herralde con Los Cuerpos de la Nadadoras supuso un antes y un después para usted, ¿no?

PU: Sí, claro. Sí, es así de triste.

PU: Sí, para mí fue muy importante. Luego, es curioso, he ganado dos o tres premios de bastante dinero que no tuvieron tanta repercusión… Sí, en mi caso sí que supuso un cambio. Un cambio que incluso determina esas pequeñas perversiones, perversiones en las relaciones personales. Ya te contemplan de otro modo. Cosa que es absurda, porque es lo que dije en aquella temporada cuando estuve haciendo muchas entrevistas. Ese libro objetivamente es el mismo el día antes que el día después de ser premiado. Es decir, si hubiera salido en una editorial pequeña de Bilbao o de Pamplona no habría provocado la misma sensación, no hubiese tenido la misma aceptación en el entorno exterior. Es que es así. Es tan triste como eso. LCM: ¿Y es así como funciona todo el entramado editorial de este país? PU: Hombre, ahora en cierto modo es más fácil publicar que hace años. Eso por una parte es verdad. Yo creo que hoy una persona joven que empiece a escribir, un chico o una chica con veinte años, puede tener más posibilidades que hace veinte años. Pero también es verdad que el sistema se ha mercantilizado de un modo muy

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LCM: Han dicho de usted que tiene un estilo muy directo, que se mueve muy bien en las distancias cortas. PU: No sé si me muevo bien, pero sí es verdad que me muevo. Escribo sobre relaciones muy cercanas.

“SOY UN ESCRITOR DEL NORTE” LCM: Incluso han dicho que es un estilo muy propio del norte. ¿Se definiría así, como un escritor del norte? PU: La tercera novela, que no salió en Anagrama y que quizá es la que menos repercusión tuvo, y que se titula ”Una ciudad del norte”, sí que quizá tenía algunas referencias en este sentido. Yo creo que lo que más califica al norte de la península es precisamente esto, que es muy norteña. Toda esta idea de lo latino, de lo tropical, no forma parte de nuestra estética. Somos más europeos, desde un punto de vista ambiental. Somos más europeos de lo que nos creemos. Es posible que Sevilla sea otra cosa. Pero el norte es distinto. Y lo que yo sí pienso es que si hay algo que puede caracterizar esa estética del norte con relación a todo lo que tú decías, a todos esos


adjetivos, sería un aspecto: el antiretoricismo. Es decir, no se apoya en la retórica. También ser claros y tal… Pero creo que aquí, en términos generales, nos da vergüenza ser retóricos. Tenemos una especie de pudor hacia las palabras. Lo cual, en cierto modo, puede ser malo, pero en otro también puede ser bueno. En términos generales, en el norte podremos escribir peor o mejor, pero es difícil que caigamos en lo patético en cuanto a la forma de escribir.

LCM: Y una última cosa, ¿qué está leyendo ahora? Díganos un libro que tenga entre manos, que vaya a leer o lo último que haya leído. PU: El último libro que he leído es ”Expiación” de Ian McEwan, que es un libro espléndido. Me gusta mucho este autor. LCM: Gracias.

ALGUNOS DATOS SOBRE PEDRO UGARTE La obra de Pedro Ugarte (Bilbao, 1963) constituye una de las referencias fundamentales de la literatura vasca contemporánea. Premio Nervión de Poesía con su primer libro, “Incendios y amenazas” (1989), su siguiente poemario fue “El falso fugitivo” (1991). Dentro del genero narrativo ha publicado varios libros de cuentos: “Los traficantes de palabras”, “Noticia de tierras improbables”, “Manual para extranjeros” y “La isla de Komodo”. Su primera novela, “Los cuerpos de las nadadoras” (1996) fue finalista del Premio Herralde y Premio Euskadi de Literatura. También es autor de una Historia de Bilbao, publicada recientemente, y colaborador habitual en varios medios de la prensa vasca.

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Sherlock Holmes y Watson, Starky y Hutch, Mulder y Scully… son algunas parejas famosas que todos identificamos rápidamente como policías o detectives. Nos han mostrado, a través de la literatura, el cine o la televisión, crímenes, situaciones de acción y hazañas que nos han hecho sujetarnos al asiento, disfrutar e incluso temblar en algún momento. Hoy, en nuestra sección Descubriendo… os vamos a presentar a otra pareja de agentes, el sargento Vila y la cabo Chamorro, que tienen todos los boletos para sumarse a la lista con que comenzábamos el artículo. Tras ellos, un escritor y una obra literaria, la de Lorenzo Silva, que, con tres libros protagonizados por estos dos guardias civiles, ha revitalizado la novela policíaca española de nuestros días.

Lorenzo Silva Por Belén Galindo

Rubén Bevilacqua y Virginia Chamorro son dos agentes de la Guardia Civil que investigan sus casos en la España actual. Aunque Lorenzo Silva tiene intención de escribir siete novelas dentro de esta serie, hasta el momento se han publicado tres: “El lejano país de los estanques”, “El alquimista impaciente” y “La niebla y la doncella”. Hasta aquí, los protagonistas, el escritor y su obra. Es decir, los datos. Pero, ¿qué hay detrás? ¿qué nos ofrece de nuevo este joven novelista, de 36 años, que afirma que lo que más le gusta en esta vida es escribir? Vamos a intentar descubrirlo.

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UN ABOGADO METIDO A ESCRITOR Lorenzo Silva es madrileño, pero su familia paterna es de origen andaluz y su familia materna procede de Salamanca. Es el mayor de dos hermanos, se crió en el barrio de Carabanchel de Madrid y en Getafe, donde su padre estaba destinado como militar. Ha trabajado como abogado, asesor fiscal y auditor de cuentas y se ha dedicado a escribir desde los 25 años en su tiempo libre, en las vacaciones de verano, cuando sus dos hijos se lo permiten.. Entonces, ¿cómo llegó al gran público…? Como muchos


escritores, a través de un premio, o casi. En 1997 quedó finalista en el premio Nadal y comenzó a ser conocido en el mundo literario. Aunque fue a partir del 2000, al ganar este mismo premio, cuando sus novelas policíacas, protagonizadas por los agentes Bevilacqua y Chamorro le han dado el favor del público y de la crítica. Dice el propio escritor que en buena parte se inspira en un entorno conocido, el del crimen, por la herencia recibida de sus familiares militares y a través del mundo de la judicatura, donde él ha ejercido laboralmente. Afirma que el ámbito judicial tiende a ser inhumano, que uno se encuentra con que el trato humano a los delincuentes le toca a la policía. Y es seguramente en este aspecto y en cómo lo plasma en su obra, en donde radica buena parte del éxito de las historias de esta singular pareja de la guardia civil. Vila y Chamorro son más personas que agentes del orden, más hombre y mujer que sargento y cabo, más de carne y hueso que de cartón piedra (o mejor dicho, de tinta y papel), en definitiva, podemos identificarlos en dos conocidos que cualquiera puede tener en cualquier ámbito profesional, con la característica particular de que ellos resuelven crímenes.

EL SARGENTO VILA Y LA CABO CHAMORRO “Yo hago personajes literarios con sus miserias y sus grandezas” asegura Lorenzo Silva. Vamos a ver hasta qué punto. ¿Quiénes son el sargento Vila y la cabo Chamorro? Rubén Bevilacqua es el narrador de las historias. De madre española y padre uruguayo, licenciado en psicología, unos 35 años. Le llaman Vila por la dificultad de quedarse con su apellido, que, dice, es de origen italiano. En su

tiempo libre se dedica a pintar soldaditos de plomo. Entró en la guardia civil tras no encontrar trabajo como psicólogo y prefería trabajar en solitario hasta que su superior, el comandante Pereira, le asignó como compañera a una novata: la guardia Virginia Chamorro. ¿Y quién es ella? Alta y rubia, de unos 26 años, hija de un coronel de infantería de Marina, no ha podido ingresar en ninguno de los tres ejércitos, pero sí en la guardia civil. Se le puede definir como una mujer reflexiva, reservada y aficionada a la astronomía. La primera reacción del sargento cuando se le comunica la identidad de su nueva compañera es de rechazo, pero en el transcurso de la primera novela de la saga, “El lejano país de los estanques”, va a conocer y reconocer las facultades intelectuales y la impresionante belleza física de la guardia a la que compara en varias ocasiones con Verónica Lake. Pero hay más. Como suele ocurrir, el sargento Bevilacqua responde a cierto alter ego del escritor, aunque Lorenzo Silva asegura que “es más quijote que yo y más honrado, pero es sentimental porque yo lo soy, y no es muy guapo, no es muy alto y no es muy listo”. Vaya, un tipo del montón con un toque especial. También le caracteriza su manera de acercarse al criminal y a la víctima. El propio sargento llega a decir: “ya sabes que la mejor manera de interrogar es cálidamente”. Sin agobiar, con mucha mano izquierda y sus conocimientos de psicología adecuadamente dosificados. Ese podríamos decir es el estilo de Rubén Bevilacqua. La cabo Chamorro, por su parte, simboliza a la nueva mujer española, a la que nadie regala nada y que consigue lo que tiene a base de esfuerzo. Por su carácter introvertido y por su inteligencia, suele permanecer en la sombra, dejando que crean que sólo es 3 9


un adorno, “una cara bonita”, pero, en honor a la verdad, hasta el propio sargento Vila tendrá que reconocer que, sin la aportación de su compañera, los casos, en su mayor parte, seguirían abiertos y los criminales libres. Su aportación, activa e imprescindible, emparenta a las novelas de Lorenzo Silva con la nueva novela (o película o serie de televisión) criminal o detectivesca de corte feminista en las que la detective también es una mujer (Dana Scully del FBI, de Expediente X, por ejemplo). Y luego está ese toque de seducción que se intuye entre ambos. Podríamos decir que hay cierta tensión sexual no resuelta que añade una chispa de emoción al asunto… como la que tenían Bruce Willis y Cybill Shepard en aquella serie de televisión de los ochenta, Luz de Luna… ¿alguien se acuerda? Volviendo al asunto, el escritor dice sobre la relación entre los dos guardias que “hay un hombre y una mujer con una relación asimétrica y problemática. Intento hacer la anatomía de la renuncia más que jugar la baza del morbo sexual. Me interesa la relación entre los personajes, que va más allá del mero ámbito profesional y de lo previsible”.

cargarme los tópicos que atañen a la guardia civil. No empecé a escribir por adhesión al cuerpo. Me pareció más interesante este sector profesional que otros, menos conflictivos. A partir de ahí, en lugar de apegarme al cliché tradicional, intento mostrar a dos guardias que son a la vez, un hombre y una mujer jóvenes de hoy en día”. En definitiva, asegura que quiere dar una visión normalizada de un grupo profesional que “no ha gozado de muy buena prensa, sobre todo en la literatura española, que siempre se ha mostrado dura con la guardia civil, de la que ha sido gran censora, justa e injustamente. Se han mostrado demasiados episodios negros de esta institución. Yo no tengo una intención reivindicativa de la guardia civil, no plasmo una imagen idílica del cuerpo, donde habrá tontos y listos, honrados y corruptos -de hecho, los hay en la última de sus novelas “La niebla y la doncella”-. Lo que intento es dar una visión normal, como en cualquier otra profesión”. De Lorenzo Silva se ha dicho que está logrando poner en la cresta de la ola a nuestros agentes, allá donde hace décadas se encontraban los empleados americanos del FBI o la CIA, por hacernos una idea.

LOS CRIMENES Y LOS ESCENARIOS “QUIERO ROMPER LOS TÓPICOS QUE EXISTEN SOBRE LA GUARDIA CIVIL” Padre y abuelos vinculados al entorno militar. Amigos en la Benemérita que (como ha explicado el propio autor) le ponen al día de las estrategias, modos y maneras de actuar de la guardia civil ante los casos. Y, sobre todo, una legión de fans en todos los sectores policiales que ven en el sargento Vila y la cabo Chamorro a dos trabajadores normales y corrientes, que se podrían encontrar entre sus filas. “No intento hacer literatura fantástica –dice Silva- e intento 4 0

Son el arranque de las novelas. Situados en las tres entregas en puntos concurridos, incluso exóticos de nuestra geografía (las islas Baleares, Canarias y la costa andaluza) nos adentran en situaciones más o menos habituales, criminológicamente hablando. De esas que podemos encontrar cualquier día echando un vistazo a la sección de sucesos en cualquier periódico del país. De entrada, Vila y Chamorro muestran un respeto enorme por la víctima. La víctima es un perdedor o una perdedora y exige que las fuerzas del estado, democráticas en el sentido de


que sirven a todos, pongan el poder del aparato común en descubrir a los asesinos, en defender a los que han salido perdiendo, porque –inocentes o culpables- han perdido lo más importante que tiene un ser humano, su vida. A partir de ahí, se desata la trama que nos lleva a un escenario con un denominador común en las tres novelas: el turismo. En la novela “El lejano país de los estanques”, la historia transcurre en las Baleares; en “El alquimista impaciente”, la acción tiene lugar en la costa del sol, desde Málaga a Marbella; y en “La niebla y la doncella”, en las islas Canarias. Es curioso, porque ante el turismo, muy presente en las novelas, encontramos dos reacciones, la negativa de Vila y la positiva de Chamorro. Se presenta así la opinión del sargento que cree que a la mayoría de la gente le gustan los lugares turísticos junto a la playa y no les preocupa en absoluto lo que ocurre a su alrededor o si el paisaje urbano que les rodea se compone de simulacros posmodernos. Algo menos exigente a la hora de valorar el fenómeno turístico, la cabo Chamorro, se limita a disfrutar cuando el caso se lo permite…

COQUETEANDO CON LA GRAN PANTALLA Después de que “El alquimista impaciente” haya sido llevado a la gran pantalla por la realizadora Patricia Ferreira, es lógico que los lectores pongan las caras de los actores Roberto Enríquez e Ingrid Rubio a los personajes de Silva. A este respecto, el autor reconoce que su lenguaje es muy cinematográfico en la acción y en las descripciones, pero dice que ha hecho “un ejercicio de higiene mental y quiero defender su imagen literaria, porque en la pantalla ves una interpretación que no coincide con mis personajes”. Sin embargo, también reconoce que, gracias a ese coqueteo con la gran pantalla, han sido muchos los espectadores que han llegado a ser lectores de sus libros buscando más historias de esta pareja de la guardia civil. Tampoco se descartan más adaptaciones de otras novelas de los agentes Vila y Chamorro ya que “son novelas muy dialogadas y muy visuales, de ahí que se puedan adaptar al cine fácilmente”. Aunque no pertenece a la saga, Lorenzo Silva verá en breve en las pantallas la adaptación de otra de sus novelas “La flaqueza del bolchevique”. Sea como sea, en libro o en película, estamos ansiosos por recibir en nuestras librerías las nuevas entregas de los casos de esta pareja que viste uniforme y tricornio.

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BIBLIOGRAFIA DE LORENZO SILVA

Noviembre sin violetas (1995) - Novela La sustancia interior (1996) - Novela La flaqueza del bolchevique (1997) - Novela Algún día, cuando pueda llevarte a Varsovia (1997) - Novela El lejano país de los estanques (1998) - Novela El cazador del desierto (1998) - Novela El ángel oculto (1999) - Novela El urinario (1999) - Novela El alquimista impaciente (2000) - Novela Viajes escritos y escritos viajeros (2000) - Ensayo La lluvia de París (2000) - Novela El nombre de los nuestros (2001) - Novela Del Rif al Yebala (2001) - Relato de viajes La isla del fin de la suerte (2001) - Novela La niebla y la doncella (2002) - Novela Laura y el corazón de las cosas (2002) - Cuento

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Ha llegado el momento en el que una amiga de los Malfenti nos recomienda sus cinco libros favoritos. Se trata de Edurne Suárez Beguiristain. Nació en Pamplona hace veintinueve años, se licenció en Derecho en la Universidad de Navarra y ha ejercido trabajos varios relacionados con el ámbito literario. En la actualidad trabaja como auxiliar administrativo. Reconoce abiertamente ser una apasionada de la buena novela histórica, aunque también se ha dejado seducir por la narrativa hispanoamericana. Y sin más preámbulos cedemos la palabra a…

EDURNE SUAREZ BEGUIRISTAIN SIN NOTICIAS DE GURB - EDUARDO MENDOZA “Sin noticias de Gurb” es un libro sorprendente y quizás el más divertido que he leído. Gurb es un extraterrestre que llega a la tierra y desaparece. Su compañero, el protagonista de la historia, debe buscarle y en esa búsqueda se suceden multitud de anécdotas y aventuras en Barcelona. Se trata de un libro peculiar en su estructura, ya que está escrito a modo de diario donde los sucesos se recogen cronológicamente, y peculiar también por la historia que cuenta. Es breve, de fácil lectura, entretiene desde el principio hasta el final con situaciones delirantes y con un protagonista capaz de adoptar la personalidad de personajes que van desde el conde duque de Olivares a Manuel Sánchez Montalbán. El humor de Eduardo Mendoza es inteligente, original y satírico. Convierte “Sin noticias de Gurb” en una crónica llena de ironía de la ciudad de Barcelona, donde el protagonista es testigo del hombre urbano y de su estilo de vida. Y a veces la crítica es despiadada, reflejando fielmente lo absurdo de muchos comportamientos del ser humano.

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DEL AMOR Y OTROS DEMONIOS - GABRIEL GARCIA MARQUEZ Después de leer “Cien años de Soledad”, García Márquez se ha convertido en uno de mis escritores favoritos. Así que poco a poco he ido leyendo casi todas sus obras. “Del amor y de otros demonios” es una obra breve pero, de una profunda belleza y que logra, una vez más, sorprender y deslumbrar tanto por la historia que narra como por su estilo literario en el que el realismo mágico vuelve a estar presente. Existe un perfecto equilibrio entre realidad y ficción con un genial uso del lenguaje. La historia se sitúa en la costa Atlántica de Colombia, en concreto en la ciudad de Cartagena, durante el siglo XVIII y tiene como protagonista a Sierva María de Todos los Ángeles. La niña se convierte en víctima de la intolerancia religiosa en una sociedad profundamente dominada por la Iglesia Católica, pero en la que aún perviven los ritos y costumbres africanas fuertemente enraizadas en el sentir popular del Caribe. Es una novela sobre la ignorancia y la superstición, pero también sobre el amor como una pasión poderosa e imparable, ese “demonio” ante el que los protagonistas no pueden evitar rendirse.

EL PUENTE DE ALCANTARA - FRANK BAER Novela histórica apasionante en la que Frank Baer describe con maestría la convivencia de culturas (árabe, judía y cristiana) en la península ibérica durante el siglo XI, más concretamente en el periodo comprendido entre 1063 y 1086. Es un fresco detallado de una época vibrante y de especial trascendencia histórica. La historia gira en torno a la vida de tres personajes: un poeta andaluz de origen árabe, un médico judío y un escudero cristiano cuyas vidas se entrecruzan a lo largo del libro y que tienen como telón de fondo la España medieval. Es un libro que combina con agilidad la historia de los tres personajes con una narración rigurosa en la descripción de los lugares donde transcurre y que permite conocer con detalle ambientes y culturas diferentes. Resulta muy brillante la recreación de Andalucía como centro artístico e intelectual. Quizás lo más interesante de la novela sea su capacidad de transmitir, de transportar al lector a una época fascinante y al mismo tiempo brutal y llena de contrastes. El autor reflexiona sobre la convivencia entre pueblos, así como sobre la importancia del respeto y la tolerancia entre culturas, tal como queda reflejado en un bello proverbio Andaluz del siglo XI: “De las cosas bellas de este mundo, los francos aman sobre todo el dinero; los judíos, la buena comida; pero los andaluces aman, sobre todo, el amor.” 4 4


OTRA VUELTA DE TUERCA - HENRY JAMES Hace pocos meses volví a releer esta novela que había leído por primera vez a los doce años. En las dos ocasiones me pareció inquietante y muy brillante en su argumento, así como en la forma en que está escrita. Cada lectura aporta matices nuevos a un libro en apariencia sencillo, pero que encierra una gran ambigüedad e inteligencia desde el principio hasta el fin de sus páginas. Es una historia de fantasmas, donde el autor describe magistralmente un ambiente oscuro y siniestro en el que una institutriz, que tiene a su cargo a dos niños, es testigo de las estremecedoras apariciones de dos sirvientes muertos. Capítulo a capítulo se suceden los sobresaltos y el ambiente se hace cada vez más opresivo. Desde el principio sugiere más de lo que dice y hace que se dude acerca de todo lo que ocurre en la alejada mansión. Es precisamente la ambigüedad su mayor virtud, presente en cada uno de los personajes y en especial en los niños protagonistas, en apariencia adorables, pero quizás con un alma perversa. El horror que se siente a lo largo de toda la trama encuentra su punto culminante en el final del libro, cuyo desenlace queda abierto a la interpretación de cada lector.

CUENTOS DE EVA LUNA - ISABEL ALLENDE “Tenía el nombre de Belisa Crepusculario, pero no por fe de bautismo o acierto de su madre, sino porque ella misma lo buscó hasta encontrarlo y se vistió con él. Su oficio era vender palabras.” Así comienza el primero de los veintitrés cuentos que conforman este maravilloso libro. Con cada cuento Isabel Allende nos regala personajes inolvidables e historias llenas de originalidad y sensualidad. La autora chilena logra sorprender con cada uno de sus relatos, en los que la realidad y ficción se entrecruzan creando un mundo lleno de personajes y lugares fascinantes. Es una obra corta, muy dinámica y con el inconfundible estilo de Isabel Allende. Cada cuento transmite emoción y delicadeza, logrando que el lector llegue a identificarse con los sentimientos de los protagonistas. Se lee con intensidad y contiene relatos de especial belleza y fuerza, como el titulado “Tosca”, en el que la autora demuestra un profundo conocimiento del alma humana.

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TITULO 1. Die Rückkehr des Tanzlehrers 2. Leben, um davon zu erzählen 3. Knochenlese 4. Was ich liebe 5. Red Rabbit

TITULO 1. La silla del águila 2. El señor de los anillos 3. El hombre duplicado 4. Vivir para contarla 5. La ciudad de las bestias

TITULO 1. Bush at war 2. By the light of the moon 3. Prey 4. Crossroads of twilight 5. The Summons

TITULO 1. Il volo del calabrone 2. Io uccido 3. Preda 4. La princesa sul pisello 5. Bravi Ragazzi

TITULO 1. Emperor 2. Crossroads of twilight 3. Life on air 4. Berlin: the downfall 5. Autobiography

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AUTOR Henning Mankell G. García Márquez Kathy Reichs Siri Hustevedt Tom Clancy

AUTOR Carlos Fuentes J.R.R. Tolkien José Saramago G. García Márquez Isabel Allende

AUTOR Bob Woodard Dean Koontz Michael Crichton Robert Jordan John Grisham

AUTOR Ken Follet Giogio Faletti Michael Crichton Luciana Litizzetto P.Gómez&M.Travaglio

AUTOR Conn Iggulden Robert Jordan David Attenborough Anthony Beevor Roy Keane

EDITORIAL Zsolnay Kiepenheuer Blessing Rowohlt Geyne

EDITORIAL Alfaguara Minotauro Alfaguara Diana Plaza&Janés

EDITORIAL Simon&Schubster Bantam Harper Collins Tor/Tom Doherty Dell

EDITORIAL Mondadori Baldini Garazanti Mondadori E.Reuniti

EDITORIAL Harper Collins Orbit BBC Viking M. Joseph


FICCION 1. Los amigos del crimen perfecto 2. El hombre duplicado 3. El huerto de mi amada 4. La ciudad de las bestias 5. La Reina del Sur 6. Tu rostro mañana 7. La sombra del viento 8. El afinador de pianos 9. Cuerpos sucesivos 10. El tiempo de las mujeres

NO FICCION

AUTOR Andrés Trapiello José Saramago Alfredo Bryce Echenique Isabel Allende Arturo Pérez-Reverte Javier Marías Carlos Ruiz Zafón Daniel Mason Manuel Vicent Ignacio Martínez Pisón

AUTOR

1. El nuevo dardo en la palabra F. Láraro Carreter 2. Vivir para contarla G. García Márquez 3. Los mitos de la guerra civil Pío Moa 4. ETA. El saqueo de Euskadi J. Díaz/I. Durán 5. Diario de un skin: un topo… Antonio Salas 6. Mi país inventado Isabel Allende 7. Amanecer en el desierto Waris Dirie 8. A golpe de memoria Jaime Peñafiel 9. El rompecabezas de la sexualidad José Antonio Marina 10. La cruzada del sur… Juan Antonio Cebrián

POESIA 1. Cuaderno de Nueva York 2. Ciento volando de catorce 3. Santa deriva 4. Joana 5. Ocnos 6. Insomnios y duermevelas 7. Guardados en la sombra 8. El belvedere 9. Antología poética 10. Antología poética

BOLSILLO

AUTOR José Hierro Joaquín Sabina Vicente Gallego Joan Margarit José Hierro Mario Benedetti José Hierro Juan Bonilla José Hierro Luis Cernuda

AUTOR

1. La joven de la perla Tracy Chevalier 2. Balzac y la joven costurera china Dai Sijie 3. El señor de los anillos J.R.R. Tolkien 4. La fiesta del chivo Mario Vargas Llosa 5. Baudolino Umberto Eco 6. Duérmete niño Eduard Estivil 7. Las horas Michael Cunningham 8. Sefarad Antonio Muñoz Molina 9. La canción de Dorotea Rosa Regàs 10. Los pilares de la tierra Ken Follet

EDITORIAL Destino Alfaguara Planeta Areté Alfaguara Alfaguara Planeta Salamandra Alfaguara Anagrama

EDITORIAL Aguilar Mondadori La Esfera de los Libros Planeta Temas de hoy Areté Mavea La Esfera de los Libros Anagrama La Esfera de los Libros

EDITORIAL Hiperión Visor Vísor Hiperión Alianza Visor Cátedra Pre-Textos Alianza Espasa

EDITORIAL Punto de Lectura Quinteto Punto de Lectura Booket DeBolsillo DeBolsillo Quinteto Punto de Lectura Booket DeBolsillo

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Título: Gangs de Nueva York Autor: Herbert Asbury Editorial: Edhasa Número de páginas: 512 Precio orientativo: 19,5 EU Sinopsis: El estilo de Asbury carece de florituras y lirismos vacuos; es directo y casi violento, como los propios episodios que narra en sus libros, y en más de un sentido se lo puede considerar, al menos en parte, un antepasado directo del nuevo periodismo americano de los años 60.

Título: El día que Hitler vino a casa Autor: Rodney Hill Editorial: Alianza Número de páginas: 436 Precio orientativo: 18,30 EU Sinopsis: Hill sitúa la historia en el año 1919, cuando la Gran Guerra ha terminado. A casa de la joven Audrey llega un soldado desconcertado, transitoriamente ciego y mudo por el gas, al que Audrey servirá de intérprete y que a su vez proporcionará a la joven un escudo contra su hermana mayor y tutora y su cuñado, un nuevo rico gracias a la guerra. Se trata de Hitler, que en esos momentos es un soldado débil y parece un hombre común, salvo porque está herido y no puede identificarse. Años después, en Múnich, y otra vez tras el objetivo de la cámara, Audrey descubrirá que la realidad es decepcionante, y llegará simultáneamente a su madurez y a la comprensión de su país y de los terribles acontecimientos de esa época.

Título: El hombre duplicado Autor: José Saramago Editorial: Alfaguara Número de páginas: 408 Precio orientativo: 19,85 EU Sinopsis: José Saramago, el genuino escritor portugués, nos presenta “El hombre duplicado”, su última y original novela. Una historia de dobles, dualidad y autoría.

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T´tulo: Libro de actas Autor: Ramón Pernas Editorial: Espasa Número de páginas: 188 Precio orientativo: 17 EU Sinopsis: Ramón Pernas, ganador del Premio Ateneo de Sevilla con “Paso a dos” y autor de varias novelas ambientadas en su particular mundo rural gallego, retorna a la ficción con “Libro de actas”, una novela de memoria y melancolía.

Título: Los años perdidos de Sherlock Holmes Autor: Jamyang Norbu Editorial: El acantilado Número de páginas: 328 Precio orientativo: 18 EU Sinopsis: ¿Qué fue de Sherlock Holmes durante los dos años en que se le creyó muerto, tras su feroz encuentro con Moriarty en las cascadas de Reichenbach? La aparición de un manuscrito firmado por Hurree Chunder Mookerjee (de cuyo nombre y rasgos se apropió Rudyard Kipling para uno de los personajes de Kim), un texto que el tibetano Jamyang Norbu ha pulido y editado, desvela el misterio: Holmes huyó a la India; perseguido por los esbirros de Moriarty tuvo que buscar refugio en las alturas del Tíbet y allí se vio envuelto en una peripecia para evitar que el joven decimotercer dalái-lama fuera asesinado. Todo ello escoltado por el citado y muy peculiar Hurree.

Título: El palacio de cristal Autor: Amitav Ghosh Editorial: Anagrama Número de páginas: 636 Precio orientativo: 24 EU Sinopsis: Un panorama histórico de Oriente. Un chico ve a una esclava de la reina, que se dirige al exilio. Años después inician una dinastía.

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Título: La máquina de la eternidad Autor: Mark Clifton Editorial: Ediciones B Número de páginas: 300 Precio orientativo: 17 EU Sinopsis: El Premio Hugo 1955 “La máquina de la eternidad”, inédita en España, narra cómo un Gobierno omnipotente ordena construir una máquina capaz de prevenir las catástrofes y evitarlas, así como de mejorar a los humanos, que desarrollan nuevos potenciales físicos y mentales e incluso pueden alcanzar la inmortalidad.

Título: Cuando la noche obliga Autor: Montero Glez Editorial: El Cobre Número de páginas: 256 Precio orientativo: 17 EU Sinopsis: Montero Glez vuelve al ataque. Tras la buena acogida de su anterior novela, “Sed de champán”, saca a la luz “Cuando la noche obliga”, una novela atravesada de burdeles y matones, de amores y venganzas, que puede ser la consagración para una de las prosas más nerviosas y brillantes del panorama actual.

Título: Las horas Autor: Michael Cunningham Editorial: El Aleph Número de páginas: 222 Precio orientativo: 18,79 EU Sinopsis: Una mañana de 1923, en un suburbio de Londres, Virginia Woolf se despierta con la idea que se convertirá en La señora Dalloway. En los años noventa, en Nueva York, Clarissa Vaughan compra flores para una fiesta en honor de Richard, un antiguo amigo enfermo de sida que ha recibido un importante premio literario. En 1949, Laura Brown, un ama de casa de Los Angeles, prepara una tarta de cumpleaños para su marido con la ayuda de su hijo pequeño. Éstas son las tres mujeres y los momentos de partida de “Las horas”, una emotiva novela que se adentra en el mundo de Virginia Woolf. 5 0


Título: Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio Autor: Alice Munro Editorial: RBA Número de páginas: 257 Precio orientativo: 18 EU Sinopsis: Nueve cuentos componen el último libro de Alice Munro. En el que da título al conjunto, dos pérfidas niñas ven cómo su cruel plan de conceder falsas esperanzas amorosas a una solterona se va al traste. Esta certidumbre de que nosotros trazamos planes que la vida se encarga de desbaratar, o de que ésta no es un largo río tranquilo sino una imprevisible corriente de sorpresivas fuerzas, impregna el conjunto de la obra. Una enferma grave tiene un momento epifánico al ser besada por un chaval que acaba de conocer; una aspirante a escritora comprende la naturaleza de su profesión vampirizando un pasaje familiar de la “desvergonzada” prima de su padre; la viuda de un profesor ateo se plantea la existencia de algo parecida a un alma cuando de él sólo le quedan las cenizas; e imposibles amores de infancia, adúlteros amores de juventud, insanos amores de madurez.

Título: La vida ordenada Autor: Fabio Morábito Editorial: Tusquets Número de páginas: 196 Precio orientativo: 12 EU Sinopsis: Seis relatos que exploran el aspecto engañoso de la realidad en las grandes urbes y narran la vida de seis hombres maduros que quieren empezar de nuevo.

Título: Crímenes de mujer Autor: Elizabeth George Editorial: Diagonal Número de páginas: 704 Precio orientativo: 21 EU Sinopsis: Se reúnen tres novelas cortas. En la primera, “El jinete con halcón”, un pabellón de caza en Lezha para el ministro italiano de Asuntos Exteriores, el conde Ciano, es el escenario de una maldición al contener la reproducción de un cuadro con un inquietante mensaje cifrado de amenaza mortal a largo plazo. La central, “La historia de la Liga albanesa de Escritores frente al espejo de una mujer”, contrapone las purgas ideológicas del mentado organismo con los placeres que dispone para la imaginación el vecino edificio donde ofrece sus servicios una prostituta de lujo. El cierre, “El vuelo de la cigüeña”, es un retrato crepuscular del represaliado poeta Lagush Poradeci, a quien el amor y el tiempo redimen de su funesto destino. 5 1


Título: Los pájaros de enero Autor: Coqui Malagrida Editorial: Viena Número de páginas: 86 Precio orientativo: 9,5 EU Sinopsis: Poesía nostálgica protagonizada por los paisajes de la infancia de la autora. Una ventana abierta a la primavera desde el invierno.

Título: Las flores del mal Autor: Charles Baudelaire Editorial: Pre-Textos Número de páginas: 552 Precio orientativo: 32 EU Sinopsis: El poeta quisiera ver lo que ocurre detrás de las persianas de las casas, e imagina puros paraísos perdidos, recuerdo de edades mitológicas en un desvanecido país natal.

Título: Antología de poetas Sant de la India Autor: VV. AA. Editorial: Miraguano Número de páginas: 202 Precio orientativo: 11,5 EU Sinopsis: Seis poetas sant que consiguieron expresar las aspiraciones de las castas sometidas de la India desde el siglo XV.

Título: Así se escribe un buen cuento Autor: Silvia Adela Kohan Editorial: Grafein Número de páginas: 94 Precio orientativo: 11,25 EU Sinopsis: En Así se escribe un buen cuento, Silvia Adela Kohan instruye punto por punto a sus lectores en el arte de escribir relatos citando las enseñanzas de varios escritores famosos como Juan Rulfo o Juan Bosch.

Título: El lector de... Albert Camus Autor: Florence Estrada Editorial: Océano Número de páginas: 204 Precio orientativo: 8 EU Sinopsis: Una biografía del escritor francés galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1957 que pasa revista a su existencialista peripecia.

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RAYMOND CARVER http://www.maruska.cc/carver.htm http://www.epdlp.com/carver.html http://panoramas.123.cl/literatura/raymond.htm http://www.arrakis.es/~pirata/bigray/bigrayhome.htm http://www.uiowa.edu/~spanport/torre/v9/9-2p25.htm http://chanove.rupture.net/baricco.htm

EL PERFUME DE PATRICK SĂœSKIND http://www.epdlp.com/suskind.html http://www.seix-barral.es/fichaautor.asp?autor=249 http://www.celis.info/trabajos/elperfume.htm http://www.mundolatino.org/textos/perfume.htm

SCHNITZLER VS KUBRICK http://www.sigloxx.org/temas/teatroyliteratura/biografias/letras.htm http://www.miradas.net/estudios/2003/01_skubrick/eyeswideshut.html

PEDRO UGARTE http://www.bassarai.com/pages/PRES-uga.html http://www.euskalnet.net/ajoviedo/junio/ugarte.html

LORENZO SILVA http://www.lorenzo-silva.com http://www.literaturas.com/ENTREVISTASdefinitivo.htm http://www.trimodum.com/silva/portada.html http://www.elcorreodigital.com/auladecultura/lorenzosilva1.html http://www.generacionxxi.com/silva.htm http://www.revistafusion.com/1998/num59/entrev59.htm

AUGUSTO MONTERROSO http://www.epdlp.com/monterroso.html http://www.patriagrande.net/guatemala/augusto.monterroso/

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www.lacasadelosmalfenti.com


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