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Novedades



La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03

SUMARIO Nº5 / Invierno 2002/03

Secciones:

Dirección, diseño y maquetación:

Editorial,2

Juan María Albizu Andueza Roberto Goñi Ruiz Belén Galindo

1. el autor y su obra: Stefan Zweig,3

2. descubriendo…

Rafael García Aguilar,7

Colaboraciones: Santiago Navajas Gómez de Aranda Jesús Arana Isabel Blanco Ollero

Cartas y colaboraciones:

3. el clásico

El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad,12

lacasadelosmalfenti@yahoo.es

Dirección web: www.lanzadera.com/lacasadelosmalfenti

4. historias,16

Agradecimientos:

5. imagen & palabra

Los planetas de los Simios,31

A Jesús Arana por compartir con nosotros sus gustos listerarios. A Isabel Blanco, por suplir con talento y solvencia nuestras carencias poéticas.

6. cita con...

Rosa Regás,39

A Italo Svevo siempre, por inspirar en su libro La Conciencia de Zeno el nombre de esta revista.

7. top ventas & novedades,47

Si quieres participar en la revista con artículos o historias puedes enviarlos al correo de la revista. Se informará sólo a los autores de los trabajos aceptados.

8. sus favoritos,56 9. enlaces,61

La revista puede obtenerse de forma gratuita a través de la red en dos formatos: 1. su página web “o” 2. como formato electrónico (pdf). También puede adquirirse en papel previo pago de 5 € (sólo Península; pedid información en nuestro email)

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03

Editorial

Taller presencial del TALLER DE ESCRITURA DE MADRID Amigos lectores: Ya tenemos encima las Navidades y se supone que llega el momento de las felicitaciones, la cordialidad y los buenos deseos. Este año, con las costas gallegas impregnadas de grasiento “chapapote”, con los israelíes y palestinos a bombazo limpio, con nuestros vecinos los desplumados argentinos luchando por salir de un agujero sin fondo y con este curioso Euro que hace ridículos los sueldos y enormes las cestas de la compra, se hace especialmente difícil dejarse inundar por ese presumible espíritu navideño. Al menos nos queda pensar que cuando las cosas van mal lo más probable es que mejoren… Así que, aunque de una forma tímida y temerosa, queremos desde esta humilde casa, desearos lo mejor de lo mejor para este próximo año 2003. La Casa de los Malfenti cumple un año y hemos de reconocer que los que participamos en la elaboración de la misma no podemos estar más satisfechos de su evolución. Son muchos los colaboradores que se han ido uniendo a nosotros

en la ardua, pero gratificante tarea de elaborar esta publicación virtual. No es necesario decir que siempre son y serán bien recibidos nuevos inquilinos en La Casa de los Malfenti. Este mes queremos dar la bienvenida y agradecer de corazón su desinteresada ayuda, por un lado, al Taller de Escritura de Madrid, con el que iniciamos una sugerente y fructífera colaboración y, por otro, a Isabel Blanco, quien, con afán y entusiasmo, ha contribuido a que la poesía penetre con fuerza y pasión entre las páginas de nuestra revista. Poco nos queda ya por decir, aparte de una última recomendación: Leed, leed y si os queda tiempo, leed. Porque en estos tiempos inciertos, la literatura se impone como uno de los pocos placeres por los que no es necesario perder la dignidad.

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El equipo de redacción de

LA CASA DE LOS MALFENTI

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/02

el autor y su obra por Roberto Goñi

En los últimos años, estamos asistiendo a un proceso curioso de recuperación de escritores centroeuropeos que, por diversas razones, cayeron en el olvido y de los que nos están llegando, de forma más o menos constante, nuevas traducciones. Nos referimos a escritores como Joseph Roth, Sándor Marai, Franz Werfel, Witkiewicz. Son autores que publicaron sus obras fundamentalmente en el período de entreguerras (1918-1939) y que podrían caracterizarse por la utilización de un lenguaje elaborado y líneas argumentales de contenido altamente psicológico y emocional. Pero, si hay algo que los identifica como grupo, es su preocupación ante la pérdida de toda una forma de vida y la usurpación de un orden sociopolítico hasta poco antes considerado como óptimo. Todos estos autores se vieron afectados, de alguna u otra forma, por la caída del imperio austro húngaro. Uno de los escritores que más fama cosechó en su época, uno de los más reconocidos en su tiempo, fue el austríaco Stefan Zweig, un autor que, olvidado durante décadas, está siendo recuperado en la actualidad por Jaume Vallcorta, bajo su sello editorial “El Acantilado”. Creemos que es una buena ocasión para echar un pequeño vistazo al dramático devenir vital de este escritor genial que, por motivos sobrados, ha alcanzado un lugar de honor dentro de la literatura universal.

STEFAN ZWEIG El fracaso de un sueño No es exagerado afirmar que Stefan Zweig fue en vida uno de los escritores más célebres de Europa. Su obra fue traducida a más de cincuenta idiomas y sus escritos atrajeron la atención de un público entregado. Se convirtió en un intelectual de referencia para la época, codeándose con las

grandes personalidades del momento: Freud, Einstein, Mann, Reinhardt, etc. Pero el tiempo es en ocasiones un compañero ingrato y el nombre de este brillante biógrafo y novelista se sumió en el más injusto de los olvidos, al menos en lo que a sus traducciones en lengua castellana se refiere. Hoy,

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/02 gracias al esfuerzo de algunas editoriales, lectores de nuevas generaciones pueden tener acceso a sus escritos y descubrir al genio escondido tras novelas como “Carta de una desconocida”, “Veinticuatro horas en la vida de una mujer” o “La Embriaguez de la metamorfosis”.

HIJO DE LA EUROPA MÁS CIVILIZADA Stefan Zweig nació en Viena, centro inspirador de toda una generación de artistas, en 1881. Hijo menor de una familia acomodada judía oriunda de Moravia, estudió en la Universidad de Viena recibiendo su formación en el ambiente más civilizado de la Europa de la época. Nació, por tanto, como súbdito del imperio austro húngaro, creció en el seno de una familia de clase alta y se formó rodeado de la más selecta intelectualidad austríaca. Esto dio como resultado una personalidad abierta y tolerante, y dotó al escritor vienés de sus arraigadas ideas pacifistas y europeístas convirtiéndolo en acérrimo defensor de la fraternidad universal. Pero éstas no serán las ideas que triunfarán en la violenta Europa de la primera mitad del siglo XX. Dos conflagraciones mundiales arrasarán todo aquello en cuanto cree Zweig y lo conducirán hacia su trágico final. En una ocasión escribió: “Nací en 1881 en un imperio grande y poderoso, la monarquía de los Habsburgo, pero que nadie se moleste en buscarlo en un mapa; ha sido borrado sin dejar huellas”. La vocación literaria de Stefan Zweig surge de forma precoz. Ya siendo estudiante lee con pasión los versos de Rilke, traduce los de

Verhaeren y publica los propios (titulados Cuerdas de Plata). Su primera novela corta la escribe entre los años 1910 y 1911 y se titula Ardiente secreto, aunque su primera obra importante publicada será el poema dramático Jeremías, escrito en 1917, en la que denuncia la locura sin sentido de la guerra. En 1914 se casa con Friderike von Winternitz, una mujer de la que venía recibiendo correo de admiración y apoyo desde 1901. Durante la Primera Guerra Mundial, debido a sus ideas pacifistas, se ve obligado a exiliarse en Zurich. Será después de la guerra, establecido ya en Salzburgo, cuando aparezcan las biografías, ensayos, y novelas cortas que le irán creando un nombre en el mundo literario europeo. Entre todas ellas, destacan Tres maestros (1920) y La curación por el espíritu (1931). En 1928 se casa, en segundas nupcias, con su secretaria. Zweig será uno de los primeros que intuirán el desastre que se cierne sobre el viejo continente. Sus libros son quemados por los nazis el 10 de mayo de 1933. En 1934 la policía vienesa registra su casa. La atmósfera que rodea a Stefan se hace cada vez más irrespirable y decide, fruto del acoso al que es sometido, abandonar su patria, instalándose en Londres, donde conseguirá la nacionalidad británica en 1938.

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/02 En 1941 se desplaza, junto con su segunda esposa, Charlotte E. Altmann, a Brasil. Es recibido como un verdadero héroe. Pero las noticias que llegan de Europa no son nada halagüeñas y lo sumen en una profunda depresión. El 23 de febrero de 1942, en Petrópolis, una ciudad cercana a Río de Janeiro, la pareja se suicida ingiriendo veneno, después de arreglar algunos asuntos personales. Las memorias de Zweig, El mundo de ayer, fueron publicadas póstumamente en 1943. En ellas, el autor recuerda con nostalgia “una era dorada de seguridad y civilización”. Entre sus últimos escritos, destacan por su importancia, biografías como las de Erasmo de Rotterdam (1934) y María Estuardo (1935) y novelas como “El juego real” publicado tras su muerte, en 1944.

ESCRITOR PSICOLÓGICO Como escritor, Zweig se caracterizó por su interés en la introspección psicológica, evitando a toda costa los detalles superfluos que pudieran dotar a sus historias de tonos melodramáticos exagerados o sin sentido. Y es aquí donde radica uno de sus grandes aciertos. Él mismo da la clave en su propia autobiografía: “…el inesperado éxito de mis escritos proviene, según creo, en última instancia de un vicio personal: soy un lector impaciente y de mucho temperamento. Me irrita todo lo difuso y vagamente exaltado, lo ambiguo, lo innecesariamente morboso de una novela, de una biografía, de una exposición intelectual. Sólo un libro que se mantiene siempre, página tras página sobre su nivel y que arrastra al lector hasta la última línea sin dejarle tomar aliento, me proporciona un deleite perfecto. Nueve de cada diez

libros que caen en mis manos, los encuentro sobrecargados de descripciones superfluas, diálogos extensos y figuras secundarias inútiles, que les quitan tensión y les restan dinamismo”. Zweig fue conocido primero como poeta y traductor, para destacar después como narrador, ensayista y escritor de novelas cortas. Pero si algo lo hizo famoso en su tiempo fueron sus biografías: “Mi principal interés a la hora de escribir ha sido siempre el de la representación psicológica de las personalidades, de su vida y esta fue la razón que me empujó a escribir varios ensayos y estudios biográficos de algunos hombres célebres”. La popularidad de sus biografías declinó gradualmente, pero todavía pueden ser consideradas como trabajos inspiradores y precisas fuentes de información para los interesados en determinadas figuras históricas. Su estilo depurado y preciso está respaldado por un concienzudo trabajo de fundamentación bibliográfica, consiguiendo Zweig algo que en pocas ocasiones es alcanzado: que la lectura de una biografía sea tan amena como la de una novela.

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/02 EL DRAMA Y LA DESILUSIÓN Nos encontramos, por tanto, ante uno de los dramas más intensos acaecidos dentro de la historia de la literatura. Zweig, vencido por el desencanto, prefirió ser actor principal de su propia destrucción, abandonando, rindiendo armas ante la barbarie, el olvido y un presente sin sentido. En vida conoció los laureles de el éxito, así como las llamas del infierno. Fue aclamado, adorado por la más selecta sociedad europea, y terminó olvidado, exiliado en una tierra lejana, ajena a todo cuanto en él era esencial. Y el alma del brillante escritor no pudo soportarlo. Fue el declive de centroeuropa lo que provocó la agonía de su propia esperanza. Vio cómo viejos amigos lo esquivaban, amigos que poco antes habían suplicado su asistencia como conferenciante en las reuniones de la alta sociedad vienesa. Zweig no fue capaz de asimilar la pérdida de un mundo perfecto, su mundo. Agotó toda su fuerza

intelectual y vital en un recuerdo, el de su querida patria, Europa. Judío errante, viajó por todo el mundo a lo largo de su vida, sin olvidar en ningún momento sus orígenes. No supo sino mirar hacia atrás toda su vida y así quiso acabar con ella, agradecido y libre, pero anhelando con nostalgia un ayer dorado:

Nota de despedida encontrada junto al cadáver de Stefan Zweig: “Antes de abandonar esta vida por mi propia y libre voluntad, quiero cumplir un último deber: Quiero dar las gracias más sinceras y emocionadas al país de Brasil por haber sido para mí y mi trabajo un lugar de descanso tan amable y hospitalario. Cada día transcurrido en este país he aprendido a amarlo más y en ningún otro lugar podría con más gusto tener la esperanza de reconstruir mi vida de nuevo, ahora que el mundo de mi lengua madre ha perecido por mí y Europa, mi hogar espiritual, se destruye a sí misma. Pero comenzar de nuevo requeriría un esfuerzo inmenso ahora que he alcanzado los sesenta años. Mis fuerzas están agotadas por los largos años de peregrinación sin patria. Así, juzgo mejor poner fin, a tiempo y sin humillación, a una vida en la que el trabajo espiritual e intelectual ha sido fuente de gozo y la libertad personal mi posesión más preciada. ¡Saludo a mis amigos! Quizá ellos vivan para ver el amanecer tras la larga noche. Yo estoy demasiado impaciente y parto solo”.

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03

descubriendo… por Isabel Blanco Ollero

Rafael García Aguilar falleció en Pamplona, atropellado por un automóvil que posteriormente se dio a la fuga en una madrugada de septiembre del pasado año 2001. Rafael vivió treinta y cinco años, tiempo insuficiente para poder desarrollar toda su inmensa vocación poética, pero tiempo suficiente para que quienes lo hemos conocido nos diésemos cuenta de la belleza y humanidad de sus poemas. Es el momento de invitar a este poeta a la Casa de los Malfenti.

RAFAEL GARCÍA AGUILAR El primer hombre soportó inmensos silencios, pero en un momento determinado quiso mostrar sus anhelos al resto de sus semejantes y, haciendo un supremo esfuerzo, creó la palabra. Así, luz, vida y palabras se unieron para poder manifestar sentimientos. En ocasiones, éstos eran tan profundos que las simples palabras se quedaron cortas para expresar esas sensaciones tan poderosas. De esta forma nació la poesía. Y debe de ser verdad que los versos son un diálogo del alma consigo misma. Pienso que la poesía, sin quererlo, se asoma peligrosamente- y por fortuna- al abismo surrealista de los

deseos y anhelos, pero también puede atrapar realidades, para que en única conjunción manifieste ese cúmulo de experiencias que todos llevamos dentro. Rafael García Aguilar estaba de acuerdo conmigo en estas apreciaciones, es evidente que su vida fue una demostración continua de ese mundo poético que rodeó toda su existencia. Escritor de emociones intensas y de fuertes altibajos emocionales, no se fue de vacío. Su obra y su recuerdo así lo atestiguan. Rafael García Aguilar nació en Pamplona en el año 1965. Niño con grandes inquietudes y enorme

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 curiosidad, sintió desde muy temprano que el mundo de la letra impresa comenzaba a lanzarle sus redes. Diremos como ejemplo que a los cuatro años leía el periódico, aunque imaginamos que de una forma algo inconsciente, dando a entender a los que le rodeaban que ya se despertaba en él una afición por la lectura. Este lector tan prematuro, tuvo enseguida respuesta —tanto en el colegio como en sus familiares— a esa vocación tan incipiente. Le hicieron llegar cuentos, que como es lógico, era lo más adecuado para un niño de tan corta edad. Su primer poema lo escribió cuando contaba doce años y ya a los catorce supo iniciarse en el difícil arte de los sonetos. En aquella época. Rafael también escribía cuentos y relatos, pero a partir de los quince años, se dedicó exclusivamente a la poesía. Posteriormente, llegó a escribir teatro, y además lo hizo con mucho ingenio, como demuestra la obra titulada El loco de Soria, que hoy permanece inédita, al igual que muchos de sus poemas, que según nos comunican sus familiares, día a día, van apareciendo entre sus cuadernos y libros. En el año 1989 se licencia en Filosofía y Letras por la Universidad de Navarra y ya por aquel entonces su faceta artística era tan fuerte que no se puede circunscribir exclusivamente a la palabra poética. Su espíritu creador encajaba perfectamente en otras artes como la pintura y la música -de hecho fue integrante de varios coros en calidad de tenor-, pero en todo momento era consciente de que su auténtica vocación era la poesía. En su afán de conocimiento, asistía a conferencias culturales, viajó a Holanda, París, Alemania, países del

Este, y prácticamente por toda Europa, para visitar museos pictóricos y en ocasiones se acercaba a Madrid para asistir a cursos de Historia del Arte. En el momento de fallecer, Rafael, trabajaba en el servicio de publicaciones periódicas de la biblioteca de la Universidad Pública de Navarra y desde 1999 al 2000, colaboró con la emisora de radio Net 21, donde tuvo ocasión de difundir en antena sus poemas. Fue miembro del grupo Nueva Poesía del Ateneo Navarro. Allí tuvimos ocasión de conocerle y de compartir con él nuestras tertulias literarias, así como fue toda una satisfacción, a título personal, participar con él en el ciclo de recitales poéticos "La Música y la Palabra" que tuvo a bien organizar la Universidad Pública de Navarra en Marzo del 2000. Son muchas, muchísimas sus fuentes de lectura, pero me gustaría destacar, que entre sus autores preferidos se encontraban San Juan de

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 la Cruz, Quevedo, Federico García Lorca, Miguel Hernández, Pessoa, Luis Cernuda, León Felipe, Gabriel Celaya y entre los contemporáneos admiraba mucho a José Hierro y Luis García Montero, sin olvidarnos de que era un entusiasta de la poesía árabe. En el año 1999, aparecen publicados dos poemarios titulados Tiempos de presentimiento y Desde un vasto dominio, recogidos ambos en un solo tomo que abarca una selección de su obra desde 1980 hasta 1998. En el transcurso del 2000, publica Como una lluvia púrpura, donde aparecen recogidos los poemas que componía especialmente para su programa de radio. Su último poemario Dragón rojo, fue publicado a título póstumo por la

Universidad Pública de Navarra, libro en el que tuve ocasión de colaborar y que presentamos, en un acto realmente emotivo, varios compañeros suyos del grupo del Ateneo Navarro. Me gustaría finalizar este sencillo, pero justísimo recuerdo a Rafael García Aguilar, diciéndole desde aquí que debe de ser verdad que la poesía es la mitad perdida del hombre, y que siempre deberíamos buscar ese otro cincuenta por ciento. Él parece que también nos lo quiere decir con estos sentidos y premonitorios versos: Estos instantes de eternidad verdadera serán siempre inexpresables pero ocurre que soy poeta irremediablemente.

Rafael García Aguilar en la tertulia “Nueva Poesía” del Ateneo Navarro.

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 Breve selección de Poemas ASANHDA EN LAS NUBES Llevo en este petate viejo las caricias sentidas sin sentido, los labios rozados a deshora; las palabras presentidas nunca dichas, las miradas perdidas en los ojos inciertos, los pasos anhelantes que giraron sin dirección, ni tiempo, la libertad fingida y un viejo amor nunca resuelto. Vengo de una estación de olvido y bruma donde los trenes pasan sin destino y los pasajeros esperan sin maleta. (Tiempos de presentimiento, 1980-1997)

No sé porqué he querido entregarme a la huída. Será porque desde niño me pesaba la vida, será porque sostenía el peso de un alma desubicada y sufría si pisaba a una hormiga. (Dragón Rojo, 2002)

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 HACER TIEMPO Hacer tiempo en un café. Eso es todo. Arrullarse con el murmullo de los vivos y esperar a que cese la lluvia. Ventilar un cigarrillo con la mirada puesta en cualquier parte y voltear la desidia de la tarde. Esperar sin conciencia previa, quebrando el ritmo del paso anhelante, avistando el sonido del propio latido, leyendo los posos del día perdido. Alumbrarse, respirar y emprender el rumbo a una nueva espera. (Desde un vasto dominio, 1998)

DESDE UN VASTO DOMINIO Desde un vasto dominio he avistado la ansiada calma, el lugar donde quiero que descansen mis días. Desde un vasto dominio (mar remansado, quietud de estancia) he tornado mis pasos y he sembrado, al fin, la flor en la tormenta, la flor de un beso caliente, dulce, sereno. Y sentir la música de las cosas, el cotidiano aliento, la viva voz que desde el corazón respira. Y empezar otra mañana aclamando a las más claras luces del alba. Avistando el trecho desde un vasto dominio, desde el señorío del ungido campo por la flor del néctar del alumbramiento. (Desde un vasto dominio, 1998)

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el clásico por Juan María Albizu

El clásico de este número va a estar dedicado a una obra que cumple cien años y que a pesar de ello no ha perdido un ápice de actualidad. Una novela que Francis Ford Coppola llevó a la gran pantalla. Se trata de El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad, una gran obra del siglo pasado en lengua inglesa que recomiendo leer más de una vez para, de esta forma, poder captar la esencia de tan crítica obra.

EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS

DE JOSEPH CONRAD

En una región ucraniana de Polonia ocupada por el ejército ruso nació en 1857 Josef Teodor Konrad Nalecz Korzeniowski, universalmente conocido como Joseph Conrad. Desde finales del siglo XVIII Polonia estuvo ocupada por Rusia, Prusia y Austria hecho que motivó la implicación de la familia de Conrad en la lucha por la liberación del país. Tras realizar trabajos forzados en Rusia y siete años de exilio morirían sus padres. Conrad pasó su infancia en Kiev con un tío suyo y la adolescencia en Cracovia. Viaja por Europa y decide trasladarse al sur de Francia donde

conocerá la gran pasión de su vida: el mar. Tras cuatro años al servicio de la marina mercante francesa decide en 1878 embarcarse en la flota del Reino Unido, permaneciendo en ella durante dieciséis años. En 1886 adoptó la nacionalidad británica y diez años después se casa con una inglesa: Jessie George. Mientras estuvo en la marina, recorrió los continentes asiático y africano entrando en contacto con marinos, piratas, colonos y todo tipo de personajes en busca de aventuras y sobre todo dinero. Su primer viaje al Congo tiene lugar en 1890 contratado

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 por la Sociedad Anónima Belga para el comercio del Congo. Cuatro años después, abandona la mar y se dedica por completo a la literatura. El corazón de las tinieblas cumple ahora cien años desde su publicación en 1902 y es considerado uno de los mejores libros en habla inglesa del siglo XX. En principio, y si no se profundiza en el libro, podría parecer un típico libro de aventuras de principios de siglo en el que lo importante son las andanzas de un personaje y el descubrimiento de lugares exóticos llenos de peligros y riquezas. Sin embargo, lo que hay detrás de esta aparentemente sencilla obra, es mucho más; lo que ocurre es que el mensaje, como suele ser habitual en la obra de Conrad, no se nos presenta de una manera evidente. En este relato, como en otros del mismo autor (Youth, Lord Jim), utiliza a un narrador que nos cuenta algo que a su vez ha sido relatado por otra persona. Tras una primera lectura, el lector puede que no tenga claro qué es lo que está ocurriendo; se trata de una historia muy sencilla en la que es imposible escapar al presentimiento de que algo se nos escabulle, algo que a lo largo de todo el libro se deja entrever entre la nebulosidad del relato. La trama básica de la historia se puede resumir de forma muy breve y simple: un grupo de hombres blancos empleados por una compañía de explotación colonial se dirige a algún lugar en Africa con el fin de encontrar a un colono que trabaja para la compañía. El protagonista, un marino llamado Marlow, será quien pilote el barco de vapor que remontará el río hasta la más importante estación colonial, regida por Kurtz, un extraño personaje de extraordinarias cualidades, con una

capacidad de atracción y embrujo fuera de lo común que se encuentra sumido en la locura debido a su larga estancia en la selva. Durante la dificultosa travesía, Marlow va descubriendo poco a poco los métodos utilizados en nombre de la colonización, la educación y culturización de los “salvajes”. También va oyendo historias sobre Kurtz que producen en él un afán irrefrenable de conocer y escuchar sus historias; un adepto de Kurtz dirá sobre él: ”Con ese hombre no se habla, se le escucha.” Esto es lo que básicamente se observa a primera vista al leer el libro: dos nombres, un viaje y una crítica, realizada a través de descripciones de hechos, a la manera absurda y salvaje de llevar a cabo la labor colonizadora, como queda descrito en el siguiente párrafo: “En una ocasión, me acuerdo muy bien, nos acercamos a un barco de guerra anclado en la costa. No había siquiera una cabaña, y sin embargo disparaba contra los matorrales. Según parece los franceses libraban allí una de sus guerras. Su enseña flotaba con la flexibilidad de un trapo desgarrado. Las bocas de los largos cañones de seis pulgadas sobresalían de la parte inferior del casco. El oleaje aceitoso y espeso levantaba al barco y lo volvía a bajar perezosamente, balanceando sus espigados mástiles. En la vacía inmensidad de la tierra, el cielo y el agua, aquella nave disparaba contra el continente. ¡Pum!, haría uno de sus pequeños cañones de seis pulgadas; aparecería una pequeña llama y se extinguiría; se esfumaría una ligera humareda blanca; un pequeño proyectil silbaría débilmente y nada habría ocurrido. Nada podría ocurrir. Había un aire de locura en aquella actividad; su contemplación producía una impresión de broma lúgubre.”

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 La historia que nos relata Conrad es la de la colonización del Congo por parte de Bélgica a principios del siglo XX, bajo el reinado de Leopoldo II. Fue una colonización terrible y salvaje, de una crueldad sin límites; fue el primer genocidio del pasado siglo XX. Más de diez millones de nativos fueron exterminados en ese período de tiempo; la mayoría murieron por los inhumanos ritmos de trabajo y por los salvajes castigos impuestos por los colonos; otros, debido a las enfermedades que llevaron los blancos; y el resto fueron simplemente piezas de caza abatidas como diversión en las correrías salvajes de algunos colonos. Las nuevas ideas asociadas al capitalismo y a la era industrial determinaron que la colonización se llevara a cabo de esta manera; el Congo fue el campo de batalla en el que se encontraron diversas compañías explotadoras cuyo único fin era el de esclavizar a los nativos en estas tierras para exprimirlas hasta niveles de locura como queda descrito en el relato: “su deseo era arrancar sus tesoros a las entrañas de la tierra, sin más propósito moral que el que puedan tener unos ladrones al forzar una caja fuerte.” Por otro lado, el libro tiene una faceta psicológica que examina la naturaleza maleable del hombre en circunstancias extremas, que pueden llevarle a cotas de crueldad, avaricia y ansia de poder inimaginables. Es un análisis del comportamiento del ser humano que se introduce en el corazón de las tinieblas, intentando responder a la siguiente pregunta “¿Cómo poder imaginar entonces a qué determinada región de los primeros siglos pueden conducir los pies de un hombre libre en el camino de la soledad, de la soledad extrema?.”

Fue su viaje al Congo en 1890 el que le serviría de base para escribir varias novelas, El corazón de las tinieblas entre ellas. En este viaje descubrió dos cosas: la naturaleza salvaje de la selva tropical, a la que Conrad considera como un estado primigenio del hábitat del ser humano; y los colonos y sus medios de colonización. Si bien es evidente el desacuerdo de Conrad con los métodos utilizados en la colonización, no lo es tanto su inconformidad con la idea misma de la colonización; el autor se encuentra sumergido en la corriente general de su época que opinaba que a los pueblos “primitivos y salvajes” había que llevarles la civilización; es más, hay momentos en los que Conrad llega a dudar de la humanidad de esos “salvajes”. Ese mismo sentimiento de superioridad a todos los niveles persiste hoy en día en la mayor parte de la población del primer mundo; hoy en día no hay empresas coloniales pero existen multinacionales que arrancan todo lo que esa tierra y sus gentes pueden producir; tampoco hay misioneros para evangelizar a los nativos, pero hay ONG´s que utilizan el mismo criterio de caridad con los países a los que no ha llegado el “progreso”… Podría pensarse que este libro no tiene ya nada que ver con el mundo

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 actual, pero esto no es así. ¿Qué está ocurriendo hoy en día en Africa?, ¿Por qué se encuentra en la situación actual? La editorial Mondadori ha editado un libro en conmemoración de los cien años de “El corazón de las tinieblas” en el que se analiza de manera magistral la relación de este relato de Conrad con la actualidad de Africa: Planeta Kurtz. En

este libro, diez escritores, varios de ellos africanos, revisan la vigencia de la obra de Joseph Conrad desde diversos puntos de vista (político, cultural, artístico, etc.). En él se nos muestra lo que las poblaciones africanas aprendieron y heredaron de los blancos y las consecuencias de semejante legado; la pérdida, por parte de las distintas etnias, de las raíces culturales y la desaparición física de muchas de ellas; dictadores sanguinarios y crueles como nunca se había visto; imposibilidad de desarrollo económico debido a la influencia actual de las antiguas metrópolis… Hay en este libro una comparación con “El retrato de Dorian Grey” de Graham Green que resume de manera magistral la esencia de “El corazón de las tinieblas”: “Africa es para Europa lo que el retrato para Dorian Grey: un porteador en el que el amo descarga sus deformidades físicas y morales para poder seguir adelante erecto e inmaculado.”

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historias Este mes, estamos contentos de poder anunciar el inicio de una, confiamos, fructífera colaboración. A partir de este número y alternando con autores célebres vamos a publicar relatos, historias en definitiva, elaborados por los alumnos de una de las instituciones más prestigiosas con presencia en la red dedicadas a la preparación de futuros escritores. Nos estamos refiriendo al Taller de Escritura de Madrid. La Casa de los Malfenti se ofrece, por tanto, como humilde ventana al mundo, para algunos escritores todavía noveles. A cambio nos vemos honrados con la posibilidad de contar entre nuestras páginas con un sinfín de historias surgidas de un grupo creciente de apasionados por la escritura.

Breve presentación del taller:

www.tallerdeescritura.com Somos una Asociación Cultural creada en mayo de 1999 por profesionales de la Escritura Creativa, y nuestro objetivo es acercar a todas las personas interesadas en escribir las herramientas y los conocimientos técnicos necesarios para mejorar sus textos. El sitio Web (http://www.tallerdeescritura.com) se creó con el fin de ampliar nuestra oferta a las personas que, por una u otra razón, no podían asistir a los talleres presenciales impartidos en nuestra sede de Madrid. Asimismo, nuestra presencia en la red nos permite aportar contenidos de interés a todas las personas que se asomen a la página. De este modo, nos hemos convertido en un portal de referencia en cuanto a la creación literaria se refiere, pues ofrecemos todo tipo de recursos para el escritor, un foro de debate gratuito con 300 participantes de todos los países, relatos de los participantes del taller, creaciones espontáneas surgidas en el foro, información sobre talleres virtuales y presenciales, chat, convocatorias de concursos (tanto nuestras como de otras organizaciones), etc. Y no dejamos de trabajar, con todos los medios tecnológicos a nuestro alcance, en pos de la calidad y cantidad de nuestros contenidos, así como de un fácil acceso a ellos.

Isabel Cañelles

Responsable de los cursos virtuales del Taller de Escritura de Madrid

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03

ANDRÉS EBIA Rosario Barros Peña

Escuché un golpe contra el suelo, un grito, rumor de voces asustadas y después el silencio. Me asomé al ventanuco que comunicaba la cocina con la cafetería. Daniel estaba tras la barra apretando entre las manos la bayeta y los clientes se apiñaban en la esquina. En el centro, tuve que asomarme más para poder verlo, estaba el hombre, tendido sobre las baldosas. Un reguero de sangre corría sobre los recuadros blancos y negros. El sol caía directamente sobre el rostro inmóvil que tenía un gesto de sorpresa. A su lado, un hombre más joven arrodillado en el suelo con la cabeza inclinada, contemplaba la navaja ensangrentada en su mano. Me pareció irreal. Miré alrededor por ver si, como una vez hacía tiempo, se estaba rodando la escena de una película, pero no había cámaras, sólo caras asustadas. Salí y me acerqué a Daniel. Él se volvió con el rostro desencajado. Se abrazó a mí y sentí sus lágrimas humedecer mi cuello. Miré sobre la barra el cuerpo inmóvil y la sangre fluyendo. Era la primera vez que veía un muerto, o por lo menos eso parecía aquel cuerpo retorcido, vestido con un traje gris y una corbata del mismo color, que ahora se teñía poco a poco de un rojo intenso. Pero no era la primera vez que veía al hombre. También había visto antes al hombre arrodillado que seguía sujetando la navaja. Venían juntos todas las tardes, a la hora en que la cafetería estaba casi desierta, después de los cafés de

sobremesa y antes de las tertulias previas a la entrada al cine. Don Andrés y Don Ramón, como los llamaba Daniel, respetuoso. El primero llegaba siempre alborotando. —Daniel, un coñac, y otro para éste. Ramón lo seguía, con una sonrisa tímida. Impresionantes los ojos claros bajo el pelo que le caía sobre la frente. —¡Joder! Tío, tengo un trabajo de mil pares de estallos, la mitad de la gente de vacaciones y el nuevo director llamándome a su despacho cada dos por tres. Y los que deberían colaborar, se pasan el tiempo pensando en las quinielas. Yo, pasaba la fregona entre las mesas vacías y miraba a Ramón, siempre callado, como en otro mundo, que paladeaba el coñac a sorbos pequeños. Después de un rato se iban, cruzaban la calle y desaparecían en el portal oscuro que daba acceso a las oficinas del Ministerio. Me dejaban mal cuerpo, tanto las voces de Andrés como los silencios de Ramón. Pero Ramón también hablaba alguna vez, aunque lo hacía en voz baja. —Las Rías Bajas son tan impresionantes como los fiordos noruegos. Había asomado la cabeza por el ventanuco al oírlo. La cafetería estaba en silencio, con la televisión apagada. Daniel con la media sonrisa que le sirve

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 para que todo el mundo lo aprecie. Andrés con la copa de coñac en la mano y el rostro tenso. —¡Coño! Tú que vas a decir, si tu excursión más larga fue al Monte Santa Tecla. Creí que no volverían juntos. Pero lo hicieron. Siempre deprisa. Siempre a la misma hora. Siempre Andrés dos pasos delante de Ramón. Las sirenas de la policía y de la ambulancia atronaron el aire al mismo tiempo. Me fijé en que la mitad de los clientes habían desaparecido y que, al otro lado de la calle, en la acera, se arremolinaban los curiosos. Daniel hacía esfuerzos para mantenerse en pie y Ramón seguía de rodillas. Había soltado la navaja y ésta reflejaba la luz en un destello continuo en la zona donde no había llegado la sangre. No opuso resistencia cuando le pusieron las esposas y para salir, lo hizo a trompicones, arrastrado por dos policías. El médico se arrodilló al lado del hombre inmóvil. Puso la mano sobre su cuello e hizo un gesto negativo con la cabeza. —¿Tiene una manta, un mantel, o una sábana para cubrirlo? —preguntó el hombre levantándose— Este hombre está muerto. Le di un mantel de cuadros rojos y azules y el gesto de estupor del hombre quedó oculto bajo la prenda que fue empapándose lentamente del líquido rojo. Un policía había ocupado una de las mesas y hacía preguntas a los presentes. Daniel fue el primero que se acercó con paso incierto, el rostro demudado y las manos temblorosas. Contestó tartamudeando. Otros hombres lo siguieron. En el local no había ninguna mujer, solo yo, que no había visto nada.

—Estaba en la cocina —contesté después de ver como el policía escribía mi nombre—. Estaba fregando, no vi nada y no los conocía. Mentí. Sabía quienes eran, pero tengo dos hijos y no puedo perder el tiempo en declaraciones en los juzgados. Los policías se marcharon. Quedó uno solo, sentado a una mesa. Era un muchacho joven, que miraba al cuerpo oculto bajo el mantel con la misma expresión de susto que mi compañero. Más tarde vinieron unos fotógrafos, destaparon el cuerpo y sacaron muchas fotos. Después vino el juez. Tomó notas y le dijo algo al policía. Llegó una ambulancia y unos muchachos cogieron el cuerpo, lo pusieron en una camilla y se lo llevaron. Llené un cubo de agua y cogí la fregona. Me estaba mareando la mancha roja que se había secado sobre las baldosas. Avancé por el centro del local, mientras los curiosos, que hacían comentarios en voz baja, me dejaban paso. Cambié el agua muchas veces. Cuando ya la fregona salía casi limpia, una mujer entró gritando. —¿Dónde fue?, ¿Dónde fue? ¿Qué le hicieron a mi marido? Tenía rostro de niña, el pelo oscuro cayéndole sobre la camiseta roja y las largas piernas enfundadas en un pantalón vaquero. Los ojos pardos estaban llenos de lágrimas y apretaba nerviosamente entre las manos una bolsa de playa. Me alegré de que no hubiera llegado antes. Una periodista se acercó con ella hasta la barra y pidió café para las dos. Hablaron. La mujer no dejó de llorar, ni siquiera cuando el fotógrafo que iba con la chica le hizo una foto.

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 Daniel parecía haber recobrado la tranquilidad y servía a los clientes con una sonrisa, explicando con pelos y señales lo ocurrido: Decía que no habían discutido, que habían pedido coñac, como siempre, y como siempre lo habían bebido despacio. Habían hablado del tiempo, del verano que no acababa de llegar. —¡Joder! A mediados de julio y las playas desiertas —había dicho Andrés—. Ayer se lo hablaba a éste cuando íbamos por el paseo marítimo. ¡Coño! ¿Dónde están las tías? Las echo de menos, ¡joder! porque unas buenas tetas y un buen culo lo ponen a uno a cien. Bueno, a éste no, porque es maricón, por eso lo dejó hace tiempo su mujer. —Y entonces Ramón —seguía explicando Daniel— soltó el vaso, metió la mano en el bolsillo y Andrés, sin decir nada, cayó al suelo. Yo grité. Tuve miedo de que se volviera contra mí, pero él se dejó caer sobre las baldosas, con la navaja en la mano. Y se quedó así, como si también estuviera herido. Volví a la cocina. Me puse a pelar patatas y luego me ocupé de las

tortillas. Cuando salieron del cine, la cafetería se llenó. —¿Ves? —comentaba una chica— Si nos hubiéramos quedado para la segunda sesión, como yo quería, lo hubiéramos visto. Seguí pelando más patatas, porque sabía que los que salieran de la sesión de las ocho también vendrían. Aquella noche no pude dormir. En un duermevela agitado no paraba de pasar la fregona sobre la mancha de sangre, pero no conseguía limpiarla. Al día siguiente, el periódico traía en primera plana la fotografía del cuerpo de Andrés tendido sobre las baldosas blancas y negras. El titular decía: "Jefe de Sección asesinado por un subordinado". En las páginas interiores venían las declaraciones de los testigos y varias fotografías entre las que destacaba el rostro lloroso de una mujer. En un rincón de una de las páginas, en letra pequeña, una noticia de última hora: "El asesino de Andrés Ebia, se suicida en la Comisaría de Policía". Empecé a pelar patatas, porque estaba segura de que aquel día también la cafetería tendría muchos visitantes.

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LA MUJER

José Luis Barroso Sánchez Suena el teléfono, la mujer aparta del fuego el cazo de la leche con la que se iba a preparar el primer café del día, descuelga el auricular y, tras la pregunta de dígame, escuchó la voz de su hijo saludándola. La mujer respondió al saludo y se interesó por su nuera y sus nietos. Se produjo un silencio y su rostro cambio de expresión y de color, mezclándose la perplejidad con la desesperación. La mujer notó como las fuerzas le fallaban y tuvo que sentarse. En su cabeza se agolpaban las preguntas de su hijo, que desde la oficina le hacía sobre su padre. Ella no sabía que responder o si acaso debería preguntar. Valoró la situación y explicó a su hijo que su padre aún no se había despertado, que había dormido bien, que cenó muy bien, un poco de pescado y una fruta, que por la mañana estuvieron dando un paseo por el parque, que fueron al mercado. El teléfono inalámbrico le permitió acercarse a la cocina y coger un vaso de agua, le haría pasar el nudo de la garganta y humedecer una boca seca y áspera. Volvió a sentarse y siguió respondiendo a su hijo. —Sí —contestó con resignación—. Fuimos al médico y le cambió la medicación, el doctor le notó algo mejor, nos ha mandado a un centro de rehabilitación y a un fisioterapeuta, para mejorar la movilidad, los análisis de sangre y orina están muy bien, la

tensión la tiene estupenda y el apetito no lo ha perdido. La mujer sintió las manos frías, el sudor en su frente, y el dolor en su corazón; delante de ella y sobre una mesa camilla, varias fotografías le recordaban momentos de un tiempo que seguro fue mejor que el presente. En una de ellas, aparecían su marido y su hijo, al fondo un puerto de mar, con sus barcos amarrados, el padre y el hijo sonríen a la cámara mostrando un pez recién pescado; el parecido entre ambos ya era asombroso por aquel entonces, el tiempo lo fue acentuando aún más. El parecido físico no era lo único en común, el hijo fue adquiriendo las aficiones de su padre; la pesca, la pintura e incluso la pasión por la música. La mujer recordó la cantidad de ocasiones que les vio madrugar para irse a pescar, otras en las que le hacían ir a una ópera, y luego oírles opinar hasta las tantas; cuántas visitas a museos, cuántos lienzos y cuántas tardes en ese trastero, al que no ha subido desde hace dos años, ¿cómo estará todo? Sobre la mesa camilla, también una pipa de fumar, cómo recordaba ver a su hijo de pequeño imitar a su padre con la pipa en la mano. Aún le vino una imagen más, la de un día de reyes y a su hijo con su primera caña de pescar, no se separó de ella ni a la hora de comer, y cómo se le enganchó el anzuelo en el mantel.

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 La mujer volvió al presente y atendió a su hijo. —No hijo, ahora no se puede poner, ya te he dicho que está durmiendo y ya sabes que hay que dejarle dormir, ¿recuerdas lo que nos dijo del doctor?, pues nada hijo sigue trabajando, yo voy a terminar el desayuno y luego pondré una lavadora —se hizo una pausa— y esperaré a que se levante y le haré el desayuno, bueno hijo un beso, luego te llamo, adiós hijo, adiós. La mujer colgó el teléfono y fue cuando afloraron las lágrimas, contenidas durante la conversación. A sus setenta años, pensaba que ya había visto mucho y que había

luchado mucho en la vida, sin embargo la vida es un cajón de sorpresas y cada día te da una. La mujer movió la cabeza de un lado a otro, y entre sollozos, sólo se le podía entender un "no" repetido, quebrado por la angustia y por la impotencia Las preguntas de siempre, ¿por qué a mí?, ¿qué he hecho mal?, ¿por qué este castigo? Preguntas sin respuestas, y respuestas pedidas a un Dios, que parece haberse olvidado de ella. Recordó que la enfermedad de su marido empezó por unos despistes, el mes que viene hará dos años que murió.

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LA MEDIA DE FERNANDO RIUS Nieves Córcoles

En este oficio mío siempre hay alguien que te recuerda lo interesante que puede ser la vida de la gente. Basta una sonrisa y un poco de tiempo para que estas vidas invisibles afloren y nos regalen historias increíbles. Hoy, organizando el archivo, me he topado con el historial clínico de Fernando Rius, y no tengo por menos que recordar su historia: La primera vez que vino a mi consulta fue por una reagudización de su bronquitis. Vestía pantalón vaquero, suéter de cuello alto, y una gorra de marinero dejaba al descubierto una melena canosa recogida en una coleta. Su mano derecha se apoyaba en un bastón, que más parecía un toque de distinción que la necesidad de llevarlo por tener una pierna ortopédica. Hacer la Historia Clínica a Fernando fue casi una excusa para conocerle. No dispongo de mucho tiempo por paciente, pero merecía la pena, pensé, alargar el tiempo unos minutos y saber qué había detrás de esa mirada penetrante y a la vez ausente. Supe en ese primer encuentro que llevaba poco tiempo en el pueblo, al cual llegó de pura casualidad. Necesitaba un lugar barato, me dijo, y este es el sitio que me permite vivir en una casa más o menos decente. Lo peor es el mar, su ausencia que me está impidiendo respirar. —Desde niño el mar me perdía —empezó a contarme—, pasaba horas

sentado en una roca mirando al mar, y soñaba que algún día sería capitán de un barco. Un día, siendo yo muy chico, me colé en uno: Me encontraron dos días después escondido en la bodega. Ese fue mi primer contacto con el mundo de la mar, y del vino. Cuando me devolvieron a mi madre, me pegó tal paliza que me olvidé de los barcos durante un tiempo. Pero lo que se te cose al corazón con el hilo de los sueños, no hay nada que pueda descoserlo, añadió. A los veinticinco años me planté delante de mi mujer y le dije: Neus, te quiero mucho pero me he alistado en la Marina. Salgo mañana para cuatro meses, así sin más. Vi a mi mujer no más de treinta veces en los quince años que estuve en el barco. Como verá, siempre he hecho sufrir a las mujeres de mi vida. Primero a mi madre y luego a mi mujer, a las dos las maté a disgustos. En cuanto a mis hijos —dijo ante mi pregunta de cuántos tenía—, los tres son mayores y viven su vida. No los veo desde que perdí la pierna. Le animé a que me contara qué pasó, mientras escribía su historia clínica. —Por la mala suerte. Verá don Manuel, tenía más o menos cuarenta años, y pensé que ya iba siendo hora de volver con la familia. En el barco había sido cocinero, y se me ocurrió que podía montar un restaurante, y quien sabe, lo mismo me iba bien el negocio y

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 podía comprar mi propio barco. Pero la mala suerte hizo que me atropellara un camión y me dejara hecho una piltrafa. Perdí la pierna. Me sentía un inválido y decidí que no quería ser una carga para mi familia. Pensé que después de tanta ausencia no sería justo volver. Cuando me repuse, me fui. Esta vez para siempre. Y aquí estoy, ya ve, solo y cojo. Me contaba esto sin pena, más bien con satisfacción de poder compartirlo, diría yo. —Me fui para la costa de Alicante —prosiguió entusiasmado, quizá por mi actitud de escucha—. Me establecí en Santa Pola, y con unos ahorrillos monté un restaurante. Pero mi mala suerte me visitó de nuevo, y me puse enfermo con la bronquitis; Estuve ingresado en el hospital casi un mes. Me hundí. Perdí todos los ahorros y tuve que vender el negocio para pagar las deudas. Me fui a Elche de cocinero en un hotel, pero la dichosa bronquitis me mantenía más tiempo de baja que en el trabajo. Finalmente me concedieron una pensión de cincuenta mil pesetas y me vine a este pueblo de sierra. Ahora escribo para olvidar el olor a salitre. Escribo cosas de extraterrestres, dijo, envolviendo sus palabras en un halo de misterio. Después de ese primer encuentro, lo veía, más o menos, una vez al mes, cuando necesitaba recetas. Siempre me contaba alguna aventurilla, y me traía sus escritos de marcianos para que le diera mi opinión. Estiraba el cuello como una avestruz, me miraba con ojos de búho y me preguntaba: ¿Qué opina del alienígena acuoso, doctor? No he llegado a esa parte, contestaba yo. Entonces levantaba la ceja izquierda, esbozaba una sonrisa socarrona: Pues no se lo pierda que ese es el eje de la

historia, me decía él, guiñándome el ojo. Estuve dos meses sin verle. Un lunes, leí su nombre en la lista de pacientes citados. Cuando llegó su turno y abrió la puerta, apareció con sus sesenta kilos de peso tambaleándose como si un fortachón invisible lo estuviera sacudiendo. Puedo asegurar, incluso, que su pierna derecha entró a la consulta mucho antes que el resto de su cuerpo; y ahí estaba él, con una colección de esparadrapos que luchaban para quedar pegados en sus pellejos. —Pero Fernando ¿le ha atropellado un camión otra vez? —le pregunté, no sin cierta ironía. —Ay don Manuel —masculló mientras intentaba aposentarse—, ya sabe que la media para la sujeción de mi pierna vale dieciocho mil pesetas, pero el seguro sólo me da una media al año, y con esta pierna mía, necesito al menos cuatro porque se rompen con facilidad. —Pero Fernando ¿cómo se las ha apañado hasta ahora? —le interpelé. —Resulta que el dueño de la ortopedia me hacía una trampilla. Me daba cuatro medias y a cambio hacía una factura a mi nombre como si me hubiera engrasado la pierna, él la cobraba en la Inspección y yo tenía mis medias. Y todos contentos; pero ahora la ortopedia ha cambiado de dueño, y no me las quieren dar. —Vaya a la Inspección y expone el caso —le aconsejé. Dicho esto sus facciones enjutas se pusieron en movimiento, sus cejas se unieron hasta formar una sola, los ojos se achinaron, y con una ira indiscutible, empezó a soltar improperios por su boca. Tuve que rogarle que se calmara. Nunca lo había visto así.

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 —Que me calme dice —protestó—, ¡Me cago en la hostia! Llevo cuarenta días esperando que alguien me haga caso. De la ortopedia a la inspección, de la inspección a la ortopedia, y mientras ¿sabe lo que me pasa? Que me caigo don Manuel, que me caigo. ¿No ve cómo estoy? Mire, ¿ve esta herida de la cabeza, y la del brazo? Mire, mire, me decía, mientras me iba mostrando una tanda de brechas y hematomas. ¡Tengo cardenales hasta en el culo! Usted no sabe lo que es ir andando, y cada poco ¡zas!, la puta pierna que sale disparada. Me la coloco y ¡zas!, a tomar por culo otra vez. Mas me valdría una pata de palo, estilo pirata. Ya sólo me falta joderme un ojo y que me pongan un parche —se desternillaba—. Ayer, voy andando por la calle Tercia, y la pierna que hace ¡clac!, yo intento mantener el equilibrio y la pierna que sale disparada y me doy de bruces con el adoquín de la acera. Observe que chichón tengo en la frente —me indicaba, estirando el torso, y retirándose las greñas de la cara para que yo pudiera ver aquel hematoma, que decoraba su cráneo—. Pero lo peor no queda ahí, cuando consigo enderezarme —siguió contándome, mientras sus ojos fabricaban una

mirada picaruela, como un niño cuando te cuenta una travesura—, aparece una señorita, por suerte era fea como un demonio, y me dice la jodía: ¿Señor, es suya esta pierna? ¡Ay, don Manuel, si la moza llega a estar de buen ver, yo me tiro por la alcantarilla! Qué hombre. Era sorprendente su sentido del humor, a pesar de la adversidad. La última vez que estuvo en la consulta, me contó que había presentado una denuncia en el Juzgado. Finalmente consiguió sus medias. A la vuelta de mis vacaciones, en septiembre, encontré un paquete en el centro de salud con una nota a mi nombre: “Estimado don Manuel. Me voy a envejecer al mar. Un hijo mío, que desde luego no merezco, ha venido a buscarme, y me ha encontrado una casita que puedo pagar. Gracias por su amistad y por haberme escuchado. P.D.: Le dejo lo que he escrito en este último año. Espero que pueda leerlo. Ah, el alienígena acuoso aparecía en la segunda línea. En realidad todo el escrito trataba de ello.” Mi querido Fernando, gracias a usted por los buenos ratos que me hizo pasar.

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ROBO SIN VIOLENCIA David Gallego

El agente Valbuena espanta el humo de la colilla que acaba de apagar. Durante diez segundos permanece en silencio. Relee las notas que ha ido tomando y mira confundido a la denunciante: —Discúlpeme, señora Ufarte: me parece que no la entiendo. Si no le importa empezar otra vez desde el principio... Coronación Ufarte consulta el reloj de la pared. Son las dos de la tarde de un domingo caluroso en las oficinas de la comisaría de la calle Leganitos. Su rostro de arrugas bien llevadas delata, no obstante, una edad más próxima a los sesenta que a los cincuenta y cinco años. Coronación suspira, mira al agente que está tomándole declaración, juega entre los dedos con un clip tirado sobre la mesa. —Ya se lo he explicado: vengo a informar de un robo y reconoceré al ladrón en cuanto lo detengan. Se llama Fabio Rondales. Tiene sesenta y dos años y... El agente Valbuena subraya los datos previamente anotados. Dispone del nombre, de una descripción detallada del físico del delincuente y de una testigo que lo identificaría sin dudar en una rueda de reconocimiento. El relato de la mujer que remira la hora cada cinco minutos hace de este siniestro, sin embargo, un caso complejo. —¿Y dice usted que se encontraba sola en su domicilio cuando le pareció oír ruidos en el salón?

—Justo. Lina, mi vecina de al lado, me había propuesto ir al cine. Estrenaban películas en las salas de la plaza, pero tenía un día tristón y no me apetecía salir. Lina es más joven que yo. Normalmente no me importa... Pero aquel domingo se siente suficientemente vieja y fea para que los hombres se fijen en su amiga, en vez de en ella. El caso, yendo al grano, es que de pronto nota como si alguien estuviera haciendo esfuerzos al otro lado de la ventana. Un impulso la hace asomarse y ve a un extraño con la cabeza cubierta por una media («como en las películas», señala), agarrado a duras penas al alféizar y con los pies balanceándole en el aire. El hombre mira hacia abajo calculando el paso más seguro: si intentar regresar a la celosía de la fachada por la que había trepado hasta el segundo o agotar sus últimas energías para subirse a pulso y colarse por la ventana. —Se va a matar. Espere, que lo ayudo. —¿Pero no sintió miedo? —el agente Valbuena se palpa la pechera en busca de más tabaco. Coronación supone que sí, pero no iba a dejar que el hombre se cayera. —¡Agárrese...!, ¡venga...! Pase una pierna... así... ¡vamos...! Un último esfuerzo... ¡ya está! —De manera que el hombre no llegó a forzar la ventana. En realidad, ni siquiera puede considerarse hurto —precisa Valbuena.

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 —¡Valiente ladrón de pacotilla está usted hecho! Si no es por mí, no la cuenta —Coronación enarca las cejas al descubrir el rostro sexagenario del señor, que acaba de sacarse la media para respirar con más facilidad—. ¡A su edad!, ¿cómo se le ocurre ponerse a escalar fachadas? El intruso recupera el aliento, pide a Coronación si hace el favor de llevarle un vaso de agua. —Y usted va a la cocina y se lo sirve como si tal cosa —Valbuena tamborilea el bloc de notas con ambos extremos del último cigarro del paquete—. ¿No es eso? —¿Cómo negarme?, —piensa Coronación mientras regresa al salón con el vaso lleno—. El pobre está desencajado. Además... —Ya le digo que le vi la empuñadura de una navaja sobresaliendo del bolsillo de los pantalones —Coronación le ofrece su mechero para prender el cigarro. —Gracias, es usted muy amable —susurra el ladrón tras apurar el agua—. Lamento molestarla, señora... —Ufarte. Coronación Ufarte — responde Coronación, aunque en casa todos la llaman Coro. —Reconocerá que no es una reacción corriente —Valbuena consulta el reloj por contagio. A las dos y siete, expulsa un anillo de humo por la boca—. Presentarse así, como si aquello fuese lo más natural... —Fabio Rondales, un placer —corresponde él. Luego sonríe, le tiende una mano... —Y cuando voy a estrechársela, toma la mía, hace una pequeña reverencia, la besa y me tira un piropo —Coronación suspira profundamente—. Es verdad que aquello no era normal, una ya no está acostumbrada a

semejantes galanterías —le confiesa ruborizada al ladrón. —Seguro que aún le quedan muchos corazones por romper —Valbuena desprende la ceniza dando una toba a la punta del cigarro. —Gracias por el cumplido —Un silencio embarazoso envuelve la comisaría. Coronación huye los ojos hacia el vaso vacío—. ¿Puedo ofrecerle algo más? Momento en el que Fabio le pregunta por el dinero y los objetos de valor que guarda en casa. —A la vez que se saca la navaja —puntualiza Valbuena, haciendo memoria de la anterior versión de la denunciante. —Pero yo no creía que fuera a hacerme daño —Coronación retrocede un paso—. ¿De verdad sería capaz de clavármela? Fabio admite su fracaso como delincuente, aunque dado que su situación económica es desesperada (baja la cabeza), quién sabe hasta dónde puede llegar. —A mí dinero no me falta, le contesté —Coronación ve la manija sobre la marca de las dos y cuarto—. Podríamos llegar a un acuerdo. —¿Qué clase de acuerdo? —Valbuena garabatea «negociación con el sospechoso» en su bloc de notas. —Usted entra a robarme todos los martes y jueves y, a cambio, me invita al cine los miércoles y sábados. Al cabo de unos instantes de ultimar flecos, ella misma le señala un cofre donde guarda el dinero, que se compromete a renovar para cada nuevo allanamiento. —Después le entrega un fajo de billetes, se despiden y mantienen el trato hasta que el mes pasado deja de hacerle visitas, ¿no es así? —Valbuena

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 contempla la expresión de abandono en el semblante de Coronación—. ¿Ha considerado la posibilidad de que este individuo haya desaparecido por alguna causa ajena a su voluntad? Coronación Ufarte guarda silencio, baja los párpados. Sacude la cabeza y levanta las pestañas humedecidas. Cuando Valbuena añade que, en última instancia, no se pueden

denunciar unos robos así, concertados a medias, Coronación traga saliva y consulta el reloj por ultima vez: —Ya le he dicho al entrar que no vengo a poner una denuncia por el dinero, sino a dar aviso de otro robo que está a punto de producirse: son las dos y veinte; dentro de diez minutos Fabio saltará de la celosía a la ventana de mi vecina.

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EL COLLAR DE PERLAS Adelina Ramos

Florita, la mujer de Paco Santos, de joven debió de ser bonita y elegante. Cuando la conocí rondaba los cuarenta y se paseaba por el pueblo del brazo de su marido, con una expresión de ensueño y ternura en los ojos. Vestía siempre de domingo, unos trajes de chaqueta pasados y descoloridos que alguna vez debieron de ser verdes, rosas o azules; que acompañaba de unos zapatos de tacón afilado y unos discretos y ajados bolsos a juego. Yo tenía nueve años y en aquella época de minifaldas, cuando los Beatles hacían furor y se acercaba el tiempo de las flores y la psicodelia, la figura decadente de Florita me resultaba patética. “Qué guapa debió de ser esta mujer”, decía mi madre cuando la veía pasear del brazo de su marido por la plaza. “Y qué elegante”, añadía mi abuela, “fíjate que trajes, qué bonitos debieron de ser”. Y es que para ellas, desde el corto horizonte que da el vivir en un pueblo entre montañas, Florita era algo así como una Audrey Hepburn: linda, exquisita y delicada. Pero la luz de su estrella debió de extinguirse tiempo atrás y por todo recuerdo de sus días de esplendor, conservaba aquel vestuario anticuado y una preciada joya, que como una suave caricia rodeaba siempre su fino cuello: el collar de perlas. Ya fuera verano o invierno, tanto en la iglesia como en la cocina, llevaba siempre aquel collar. Y es que la pequeña renta de Paco Santos no daba para sirvienta y, la elegante Florita, con

una triste sonrisa acudía a diario a comprar el pan y la leche con su collar de perlas, para que nadie olvidara que había sido una niña rica de ciudad. Pero aquello era un pueblo y no había sobremesa ni se tomaba el té, ni las mujeres se reunían a tomar chocolate calentito, ni los domingos por la tarde jugaban a las cartas, ni se hacían confidencias. La falta de amigas y otras carencias las suplía Florita reuniendo todas las tardes a la chiquillería del barrio para tomar café. Allí acudíamos limpitos y con nuestra mejor sonrisa para alegrarle las tardes. Nos sentaba alrededor de una mesa, y en unas lindas y menudas tacitas, nos servía un líquido humeante y de color marrón, que olía a gloría y con un sabor que ahora distingo en la malta, pero que entonces pensaba que era café. Las niñas jugábamos a ser señoritas mientras ellos, los niños, se daban patadas bajo la mesa. Los domingos acompañábamos los sorbos de dulces bocados que Florita preparaba para nosotros; eran porciones muy pequeñas, como los platos y cubiertos que utilizábamos, piezas de un universo de niña rica, que trataba siempre de rescatar. Entonces aquellas menudencias me entusiasmaban pues eran el mundo hecho a mi medida y con ellas podía sentirme mayor, aún siendo tan pequeña. Cuando después crecí y sufrí y aprendí que ese mundo de adultos que entonces tanto ansiaba, no era el cuento de hadas que me

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 hicieron creer, comprendí el por qué de los juegos de aquella mujer. Florita era tan dulce como una madre. Yo la quería pero me daba un poco vergüenza verla vestida con aquellas ropas pasadas de moda, mis amigas se reían de ella en el colegio y no siempre me atreví a defenderla. Como su casa estaba al lado de la nuestra, muchos días al volver de la escuela entraba a darle un beso. En realidad yo hacía esto porque me lo mandaba mi madre: “anda, ve un ratito con ella, que está muy sola”, me decía y cuando entraba en su casa la encontraba siempre dando un repaso con la aguja a alguno de sus trajes o vestidos, mientras al fuego, lentamente se iban cociendo las patatas, las judías o los garbanzos. “Los vecinos siempre comen potaje o cocido”, decía después extrañada a mi madre. “No seas curiosa hija; además, esa es una comida muy buena”. Nunca me convenció aquel argumento, porque odiaba los garbanzos y las lentejas y, si algún día los ponía mi madre para comer, huía a casa de mi abuela en busca de otra cosa. Pero en casa de Paco Santos, a pesar de los trajes de chaqueta, de las corbatas y del collar de perlas de su mujer, comían cocido a diario. Mi madre y mi abuela pasaban las tardes cosiendo y hablando y mirando a la gente que paseaba por la plaza. “Pobre Florita —decían viéndola arriba y abajo del brazo de su marido— ¡Qué cuentos le contaría el pájaro ése para casarse con ella!” Pero un otoño dejaron de pasear porque ella se puso enferma, y con los paseos se acabaron los sorbitos de malta y nunca más jugamos a ser señoritas. Fue un invierno triste el que siguió a aquel otoño en que acabaron los juegos. Mi madre y mi abuela

continuaron pasando las tardes cosiendo y hablando, y alguna de aquellas tardes puede que me enamorara de lejos. Mientras tanto, Florita pasaba los días sentada en un sillón de mimbre junto a la chimenea, arropada con una manta. Siempre la recordaré con su cara de porcelana y el collar de perlas rodeando su cuello. Allí, junto al fuego, las perlas reflejaban el color de las llamas, como sus ojos la inmensa tristeza de su alma. Al llegar la primavera, Florita debió de encontrar rincones más bellos donde pasear y una tarde de abril, mi madre y mi abuela vieron a Paco Santos paseando solo por la plaza. “Pobrecita”, gimoteó mi abuela, “lo joven y guapa que era”. “Dicen que desde niña tenía el corazón enfermo”, añadió mi madre mientras secaba sus lágrimas. No soportando su ausencia Paco Santos decidió marcharse del pueblo. Antes de hacerlo vendió las pocas tierras que le quedaban. La casa, que en tiempos fue de alguno de mis bisabuelos, la compró mi padre siguiendo una ancestral costumbre, según la cual, lo que ha sido alguna vez nuestro, nunca deja realmente de serlo. Junto con la casa mi padre adquirió todas las ropas y pertenencias de Florita. Todo menos el collar de perlas. Pero Paco Santos, que no era un mal hombre, se lo dio al final a mi padre. Recuerdo que entró cabizbajo en nuestra casa, era mediodía y comíamos un estofado de buey; se sentó a la mesa y abrió un estuche dorado que llevaba en las manos: dentro brillaron las perlas. —Este collar, mi mujer pensaba regalárselo a tu hija cuando fuera mayor —dijo y le brillaron los ojos.

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 —Hombre..., yo... —empezó a decir mi padre, pero se calló cuando vio que el otro le entregaba el collar. —Me cuesta desprenderme de él, pero dáselo —añadió Paco Santos y dos goterones le surcaron el rostro. Aquel día Paco Santos se quedó a comer con nosotros; lloró recordando a Florita. Mi madre y mi abuela le acompañaron en su llanto, mi padre no lloró, pero de vez en cuando se sonaba los mocos. Al día siguiente, desde la ventana de la plaza lo vi marcharse en el autobús, carretera abajo. Mi madre guardó el collar para mí durante muchos años y el día de mi boda lo lucí en memoria de su antigua dueña. Después muchas han sido las veces en que me he sentido como una autentica reina llevando el collar de Florita. Pero por contratiempos de la vida, tan dura a veces, hace unos años tuve que desprenderme de él para hacer frente a algunas deudas. Me costó mucho tomar aquella decisión pero en aquel momento mi marido necesitaba dinero para levantar su negocio: “Te compraré otro mejor cuando salga de esta”, dijo tratando de animarme. Recuerdo la mezcla de emociones que sentí el día que fuimos a tasar el collar y

otras pequeñas joyas que mi marido me había regalado; me sentía muy triste y no sabía si aquella tristeza lo era más por verlo a él tan hundido, o por la pérdida de tantos recuerdos que aquel collar se llevaría. Pero ocurrió algo inesperado: resultó que el collar era falso, y la cara de mi marido, fulminándome con los ojos cuando el tasador nos dijo que el collar no valía nada fue una autentica revelación. Yo me sentí engañada y, no por las perlas, que en el fondo me alegré que fueran falsas porque así recuperaba mi pasado. Entonces a mi mente vino la figura de Florita más triste y patética que nunca. “Pobre Florita”, pensé, “a ti también te engañaron”. Desde aquel día muchas cosas han cambiado en mi vida pero conservo y cuido el collar que para mí será siempre auténtico y la más valiosa de mis joyas, pues en cada una de sus perlas lleva guardada una parte de mi infancia y el dulce recuerdo de su antigua dueña; aquella mujer sin hijos pero tan guapa como una madre, que aunque no me enseñara a leer como lo hizo mi madre auténtica, me dejó soñar por las tardes junto a una taza de malta.

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imagen & palabra por Santiago Navajas Gómez de Aranda

“Los humanes (seres humanos) somos seres vivos y, en especial, animales. Dentro de la clasificación de los animales, los humanes constituimos una especie (Homo sapiens) de la familia de los homínidos del orden de los primates de la clase de los mamíferos del filo de los craniados. De arriba abajo, somos seres vivos, eucarios, animales, eumatozoos, bilaterales, celomados, deuterostomos, cordados, craniados, euterios, primates, simios, catarrinos, hominoides, homínidos, Homo y sapiens. Ocupamos la yema terminal de una de las innumerables ramas del gran árbol de la vida. Precisamente nuestro timbre de gloria consiste en el nivel de autoconsciencia de que somos capaces, en que podemos llegar a saber lo que somos de verdad, en que somos animales que saben que son animales, en que somos sapiens.” Jesús Mosterín, ¡Vivan los animales!1

LOS PLANETAS DE LOS SIMIOS Tras el prólogo del pasado número, en el que planteábamos algunas cuestiones relativas a la relación entre cine y literatura, pasamos a realizar un análisis a ras de tierra de las influencias que ha habido entre un arte y otro, especialmente a través de casos paradigmáticos de adaptación. Aunque las reflexiones sobre las relaciones entre cine y literatura son cada vez más numerosas, no existe aún una respuesta aclaratoria sobre la cuestión. Quizás porque no puede haberla, ya que nos podemos estar enfrentado a un pseudoproblema, y de ahí esas discusiones bizantinas y esos espasmos mentales en los que solemos incurrir cuando planteamos cuestiones relativas a la “fidelidad” de una adaptación, o su contrario, la “traición” a la letra o al espíritu de un texto. De nuestro escepticismo sobre la existencia de una respuesta unívoca, clara y rigurosa sobre dicho misterio, que muchos quisieran ver reducido 1

Temas de Debate, 1998

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 a una especie de receta cinematográfica, surgen estos análisis sobre casos concretos, en los que establecer al menos unas pautas de adaptación, aunque me temo que el resultado de todo ello es que aquellas resultarán contradictorias. En este número nos ocupamos de una gran película, a la vez un clásico en su género y una película de culto, basada en una novela humilde que ha dado recientemente una secuela muy discutida.

Los Planetas de los Simios 1968 fue seguramente el mejor año de la historia del cine para la ciencia-ficción, con dos títulos míticos: El planeta de los simios (EPS en adelante) de Franklin J. Schaffner y 2001: una odisea del espacio de Stanley Kubrick. La casualidad ha querido que en el paradigmático año 2001 se haya estrenado la nueva versión de EPS. Cuando se anunció que ésta sería realizada por Tim Burton fueron muchos los que suspiraron con alivio. ¿Quién mejor que Burton para reenfocar ese clásico del cine?, ¿quién tiene, en el cine contemporáneo, las credenciales necesarias para reeditar aquel pequeño milagro de armonización de planos de conjunto, escenas intimistas, planteamientos políticos y religiosos y, transversalmente, una ruptura de los modos narrativos? Por otro lado, y puede parecer una pregunta ociosa cuando constantemente se están haciendo refritos, plagios y otras intertextualizaciones de obras clásicas: ¿tiene algún sentido hacer, más de treinta años después, una nueva versión de EPS? En realidad, tanto 2001 como EPS eran dos respuestas a una misma pregunta: ¿hacia dónde nos dirigimos los seres humanos? En el clímax de la guerra fría (Vietnam, el asesinato de Luther King, etc.) la destrucción del planeta Tierra era una posibilidad real,

y por ello Kubrick y Schaffner intentaron imaginar qué podía salvar la civilización ya que nosotros, sus artífices, no parecíamos dignos de hacerlo. Aunque Kubrick situó la esperanza en unos semidioses cósmicos (después de descartar la posibilidad de las máquinas –Hal 9000 se vuelve loco-, ya que éstas tenderían a reproducir los defectos de sus creadores), Schaffner, mucho más pesimista, cínico y

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 ¿realista?, se posicionó en una contrautopía en la que la civilización estaría decididamente condenada.

inmanente- junto al acierto de una prosa limpia y una estructuración ordenada, lo que no es muy frecuente en el género.

La novela de Boulle

El planeta de Schaffner

Schaffner, un director mediocre, se hizo cargo de la adaptación de la novela de Pierre Boulle El planeta de los simios, un material con muchas posibilidades. Boulle había escrito una elegante parábola cósmica, con el característico tono denunciador de los peligros de la ciencia, en el que tres astronautas, dos científicos y un periodista, llegaban a un planeta de una estrella distante en el que encontraban, sorprendentemente, que había una fauna y flora muy parecida a la de la Tierra, con la curiosidad de que los poseedores de la inteligencia y el lenguaje eran los simios, mientras que los humanos estaban reducidos a animales salvajes y mudos. Tras la muerte de uno de los científicos y la animalización del otro, tan sólo el periodista conseguirá contactar con la sociedad primate. En el libro ya están algunos de los mayores aciertos de la historia: la tensión erótica, no consumada, entre el humano y la científica simia que se ocupa de él; el odio y el desprecio especial que sienten los simios hacia todo lo que huele a humano; la lucha entre los simios de carácter científico y aquellos de tendencias religiosas o, por último, la jerarquización de la sociedad simia en clanes relacionados con la procedencia “racial” de sus integrantes. En definitiva, Boulle repite algunos de los tópicos de la literatura fantástica – los científicos algo tontos, la ciencia siempre peligrosa, y no sólo por sus exageraciones sino de manera

La apropiación de Schaffner de este material es sencillamente prodigiosa, realizando una de las adaptaciones más brillantes de la historia del cine. Cada una de sus elecciones, tanto en lo que respecta a la literalidad del argumento como en las variaciones y modificaciones con respecto a él, resulta acertada. Y el más intenso tono negro con que vira la historia le confiere a la película un sentido trágico que escapa a la novela. La película de Shaffner consta de un prólogo, tres partes y un epílogo.

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 En el prólogo ha conservado a los tres astronautas pero introduciendo el primer elemento dramático: uno de los astronautas, que era mujer (y amante del principal protagonista, el capitán Taylor), no ha sobrevivido a la hibernación y ha muerto. Su momia es el primer síntoma de que algo anda mal, y el hecho de que la única mujer del grupo haya muerto nos revela que una posible continuidad biológica de la especie humana “antigua” se ha truncado para siempre. Esta discontinuidad de la especie humana se acentúa desde el punto de vista histórico en cuanto que la nave espacial que ha transportado a los astronautas, y depositaria de la prueba más fehaciente de su origen cósmico, ha caído en un lago en el que se hundirá en pocos minutos. Alrededor de este lago se extiende un desolado desierto por el que avanzarán los astronautas buscando un signo de vida. En el diálogo que establecen entre ellos, Schaffner introduce una variante psicológica con respecto a la novela de Boulle de vital importancia. Si el novelista francés había creado unos caracteres humanos amables, optimistas y de una muy sana inocencia, Schaffner recrea, sobre todo en el personaje del astronauta Taylor (interpretado por Charlton Heston en la cumbre de su carrera artística), unos seres humanos adornados de corrupciones y vicios, en los que el afán de saber enmascara a la voluntad de poder y de prestigio que les domina, la solidaridad oculta a la vanidad y el interés por el prójimo no es más que un reflejo del egoísmo y la soberbia. Todo ello es rubricado por la risa sardónica de Taylor cuando ve a uno de sus compañeros “tomar posesión” del planeta en el que se han estrellado

levantando una banderita estadounidense... Este largo prólogo tuvo que ser defendido por Schaffner contra sus productores que querían acortarlo, ya que lo consideraba esencial para el desarrollo del significado de la película, para lo cual también se ayudó de una de las bandas sonoras más impactantes que se hayan compuesto jamás, obra de Jerry Goldsmith, en la que las disonancias, los silencios y el uso de instrumentos heterodoxos contribuyen a realzar el clima de tensión, peligro y extrañamiento que viven los protagonistas. Este preámbulo sirve, asimismo, de explicación a la condena que Schaffner va a imponer al género humano, condena sin posibilidad de redención (a años luz por tanto del mesianismo alienígena con el que Kubrick estaba resolviendo por esas fechas su visión de la crisis mundial) y basada en la sustancia moral y existencial de la especie humana, que según la visión de Schaffner está decididamente orientada al mal y la destrucción. A continuación, Schaffner dirige con mano maestra las tres partes de acción de la película, correspondientes a las tres fases de 1. Taylor sin voz, 2. Taylor ante los jueces y 3. Taylor huyendo. Una vez que logran salir de desierto, los tres astronautas descubren que hay humanos en ese planeta, de la misma manera que Robinson Crusoe (homenaje también recogido en la novela de Boulle) descubría la presencia de otros seres humanos: mediante una huella de un pie en la arena. Antes de que consigan saber exactamente qué está pasando se encuentran siendo perseguidos, junto al resto de los humanos, por “algo”. Ese “algo” se revela sorprendentemente

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como gorilas que cazan seres humanos. Heston, herido en el cuello, es transportado a la ciudad simia. Su herida le impide hablar, pero descubre que los humanos en este planeta, a diferencia de los simios, no saben hablar. Todos sus esfuerzos a partir de ahora consistirán en hacer comprender que sí maneja el lenguaje (en la novela debe aprender el lenguaje de los simios mientras la doctora (simia) Zira aprende el francés). Sus antagonistas simios son fundamentalmente dos: la mencionada doctora Zira, una joven chimpancé, y el doctor Cyrus, un viejo orangután. Aunque continúa siguiendo fielmente el planteamiento de Boulle, Schaffner vuelve a acertar al introducir una variación de enorme trascendencia en el carácter y la inteligencia del doctor Cyrus. Si en la novela de Boulle éste no acertaba a comprender la especificidad y la originalidad del humano que tenía

delante debido a sus pocas luces, en la película de Schaffner no quiere reconocer la peculiaridad de un humano que sabe hablar y pensar porque es el único que sabe toda la verdad, y comprende las consecuencias que para su propia civilización simiesca traerá un espécimen humano. Cyrus quiere hacer desaparecer al astronauta no porque lo considere un fraude sino porque sabe que es auténtico, demasiado auténtico. El Cyrus de Schaffner es un personaje trágico, porque en su doble papel de Ministro de la Ciencia y de Defensor de la Fe ha de elegir por uno sólo de esos dos valores, y aunque finalmente se decide por el segundo comprende que ambos, la Ciencia y la Fe, ya no serán los mismos a partir de entonces. En la segunda parte de las que he indicado, cuando Taylor recupera la palabra, acontece la escena más hermosa, profunda y mejor dirigida de toda la película: el juicio al que Taylor, junto a los científicos simios que lo defienden, es conducido. Pero también es un juicio implícito a la especie humana y también es un homenaje a los hombres de ciencia que han sido conducidos ante los tribunales del fanatismo religioso a lo largo de la historia: Servet, Galileo y, sobre todo, Darwin que tuvo que sufrir, como el Dr. Cornelius (fantástico Roddy McDowall) las inquinas de los líderes religiosos de su tiempo por enunciar la teoría de la evolución de las especies. Y esta es otra de las dimensiones peculiares de la película de Schaffner, que a su vez es un juicio a las tres grandes pasiones autodestructoras que alientan en la especie humana: el nacionalismo, la religión y el racismo. Afirmaban Tavernier y Coursodon: “Como en los mejores cuentos filosóficos, el

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 “mensaje” no paraliza la narración, que por el contrario sigue siendo muy actual, y la fábula se integra en las peripecias”.

El planeta de Burton Burton, un director mucho más dotado que Schaffner, ha hecho lo único que podía hacer, es decir, homenajear a una de las grandes películas de todos los tiempos, recreándola de nuevo, realizando una película modesta en sus planteamientos para así poder orbitar alrededor de aquella como un satélite alrededor de su planeta. Y para ello ha optado por no entregarse a un mimetismo empobrecedor ni a un desafío abierto en cuanto a planteamientos filosóficos y opciones cinematográficas que no podía ganar. Por el contrario, ha optado por una vía mucho más discreta, una puesta en escena tebeística, realzando los componentes de aventura de la historia y diluyendo el contenido metafórico de la película, lo cual era inevitable ya que hoy en día no se siente, y mucho menos con la intensidad de entonces, el peligro de guerra total y definitiva, y aunque vivimos tiempos de crisis, éstos no impiden que se mire hacia el futuro con un optimismo y una esperanza que en 1968 era imposible. Tanta ha sido la relajación con respecto a la coherencia semántica de la historia que incluso se ha dotado a los humanos del planeta de lenguaje, lo que constituye la única traición de bulto, además de error inconmensurable en cuanto a la verosimilitud de la ficción, de la película de Burton con respecto a la novela y a la película anteriores. La película de Burton se

aleja con respecto a la literalidad de la novela, esta vez para realzar sus componentes humorísticos e irónicos, siendo lo único que pervive entre la novela y las dos películas la relación erótica entre el astronauta humano y la chimpancé que lo protege, transformada ahora en activa defensora de los derechos de los animales. Y es que Burton no ha querido dejar completamente huérfana de contenido ideológico a su película, para lo cual ha captado uno de los vectores de fuerza de la concienciación mundial actual, como es la lucha por los derechos de los animales para evitar su sufrimiento (basado, por cierto, en otro descubrimiento científico: el hecho de que compartimos una gran proporción de nuestro genoma con el resto de los seres vivos, especialmente con los simios).

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 Otro acierto en la originalidad de la película, esta vez en el guión de la película, ha sido el de introducir un personaje simiesco, el general Thade (Tim Roth), lleno de fuerza y vitalismo en su odio por la raza humana. Como un Bin Laden cualquiera, el general

Thade alimenta un resentimiento basado en la injusticia que él conoce de la especie humana hacia la suya (lo que permite el cameo de Heston en el papel del padre de Thade). Esta víctima sufriente de siglos de dolor simio se convierte de esta manera en verdugo terrible de la especie humana. El choque de soldados entre Thade y el granítico Mark Whalberg (capitán Davidson) reverbera en la pantalla durante mucho tiempo (aderezado por el momento humorístico en el que un materialista Thade busca el alma del capitán Davidson mirándole el interior de la boca).

Los Finales Cuando Taylor avanza montado en un caballo por una playa desierta aparece poco a poco una figura inmensa, que sólo se revela en su totalidad cuando el capitán se hinca de rodillas en la arena maldiciendo a la humanidad. La figura era la Estatua de la Libertad medio hundida en la playa, y así descubríamos que Taylor siempre había estado en la Tierra, una Tierra destruida por los vicios y la degradación de los humanos. Esto debió significar para quienes la vieron por primera vez mucho más que el sorpresivo final que significa hoy para nosotros. En 1968 era una premonición de lo que podía ocurrir en cualquier momento. Este final, uno de los más imaginativos, vitriólicos y eficaces de la historia del cine no estaba en el libro y fue una de las principales bazas de su éxito fulgurante. Paradójicamente, también contribuyó a arrinconar el valor del resto de la película que quedaba un tanto oculto tras este brillantísimo final.

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 Burton ha sido consciente de que era imposible elevarse a la altura imaginativa del epílogo de Schaffner por lo que ha optado por ceñirse al libro de Boulle, en un final que no deja de ser sorprendente, aunque con la

simple efervescencia de los fuegos artificiales sin que haya ninguna aportación significativa al resultado final de la película, ni a la comprensión de la acción (más bien la dificulta).

Conclusiones La película de Schaffner dio lugar a varias secuelas y a una serie de televisión, cuyo nivel de calidad fue bajando progresivamente. La de Burton ya se ha anunciado que terminará aquí. En definitiva, y dado el nivel de revisitaciones que hemos padecido en los últimos tiempos (y de la que Hitchcock se lleva la palma) tenemos que evaluar positivamente el acercamiento respetuoso y original de Burton a este clásico del cine, marcando en esos dos parámetros, el respeto y la originalidad, las pautas a seguir en futuras recreaciones que pretendan simplemente un producto paradójicamente más ligado al estilo y el significado de la obra literaria original, aunque por ello más limitado en sus alcances cinematográficos. El planeta de los simios. Pierre Boulle. Cículo de lectores. Barcelona. 2001. (Original de 1963) El planeta de los simios. Director: Franklin J. Schaffner – Guión: Michael Wilson, Rod Serling – Música: Jerry Goldsmith Intérpretes: Charlton Heston, Roddy McDowall, Kim Hunter, Maurice Evans. EE.UU. 1968. El planeta de los simios. Director: Tim Burton – Guión adaptado: William Broyles Jr. – Música: Danny Elfman Intérpretes: Mark Wahlberg, Tim Roth, Helena Bonham Carter. EE.UU. 2001

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cita con… “La escritora Rosa Regás estará el próximo jueves en la Biblioteca de Barañain charlando con los lectores y firmando autógrafos a todos los que estén interesados…” Algo así es lo que decía el anuncio que nos tentó a aparecer, grabadora en mano, a conocer personalmente a esta mujer singular. Con la cabeza bien alta y la mirada al frente, se define como madre, escritora, mediterránea y catalana. Transmite fuerza y una viva personalidad. Le tocó en suerte una infancia complicada en plena posguerra que ha dejado una imborrable huella en su forma de ver la vida y en sus libros. Es, en definitiva, una persona enormemente interesante. Os invitamos a conocer a esta escritora a través de sus palabras que hemos transcrito fielmente tras el encuentro que mantuvimos con ella hace unas fechas.

Rosa Regás

La iniciación y la consagración de una escritora tardía El camino a la Literatura: las raíces “Supongo que lo que os interesará saber es cómo he llegado a la literatura y cómo he llegado hasta aquí. Yo pertenezco a una familia de las que en Cataluña se llaman “heridos por la letra”. Es decir, esas personas que no

perteneciendo al mundo de la literatura, están muy orgullosas de haber escrito unas memorias, o de haber escrito un libro. Desde pequeña, no sé por qué, todo el mundo en mi familia sabía que yo acabaría siendo escritora y yo también lo sabía. Pero el tiempo pasa muy rápido y cuando me quise dar

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 cuenta, habían transcurrido ya cincuenta años. Entre otras cosas porque no tengo sólo una vocación. Hay literatos que sólo tienen una vocación y desde los 15 años empiezan a escribir y escribir y escribir… Por suerte o por desgracia, éste no es mi caso.”

Las vocaciones y las decisiones “Yo he tenido muchas vocaciones, con lo cual siempre peligra mi vocación de escritora. Pero en cualquier caso, tenía vocaciones más prioritarias, no porque no me interesara escribir, sino porque pensaba que siempre tenía tiempo para hacerlo. Tuve una vida agitada, divertida, apasionada y muy llena. Muy difícil a veces, muy fácil otras, de la que no me arrepiento. No me arrepiento ni de una sola de las cosas que he vivido. Pero llegó un momento en el que me dije: he tenido muchos hijos, he plantado muchos árboles, pero al paso que voy me acabaré muriendo sin haber escrito un libro. Fue entonces, cuando tenía cincuenta años, cuando tomé las decisiones más importantes de mi vida. O, por lo menos, si no las más importantes, sí las más vistosas. Me separé de mi marido, salí de mi ciudad, vendí la editorial, dejé de fumar, me presenté a los exámenes de traductora de las Naciones Unidas y pasé el examen, con lo que tenía la vida asegurada y empecé un periplo por el mundo. Mis hijos eran muy mayores. La ventaja de casarse joven es que a los cincuenta años tu hijo mayor ya tiene

32, con lo cual, ya no te necesita. Es decir, te necesita mucho menos de lo que era habitual hasta entonces. Aunque, desde luego mucho más de lo que se cree. Y entonces empecé esta vida de traductora: unos meses en Nueva York, otros en Ginebra, otros en Nairobi, pero siempre con un pequeño ordenador machacado por el uso. Y empecé a escribir.“

¿Qué significa escribir para Rosa Regás? “Empecé a escribir sin saber que la escritura es un trabajo distinto del que parece. Para escribir no hace falta sólo ponerse, no hace falta sólo tener un argumento. Escribir, y, sobre todo, escribir ficción, es un ejercicio de interiorización. Es un ejercicio de buscar dentro de uno mismo aquello que tenemos que escribir. Todos nosotros tenemos una larga experiencia, todos somos todo lo que hemos vivido. Pero casi todo lo que hemos vivido, lo hemos olvidado. Hemos olvidado, por ejemplo, el día en que abrimos los ojos a la vida y oímos a nuestra madre, a nuestro padre, a la enfermera, a la comadrona, a quien fuera. Y debió ser una experiencia extraordinaria. Sin embargo, la hemos olvidado. Hemos olvidado la primera pelea… y la segunda… y la tercera. Hemos olvidado el primer amor y el segundo y el tercero, los primeros besos, las primeras angustias, los primeros celos. Pero también los segundos y los terceros. Decimos, “yo tengo superado este amor”, el recuerdo de este amor. No lo tengo superado, lo tengo olvidado…

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 Sin embargo, nosotros somos todo esto, somos exactamente todo lo que hemos vivido, Pero, ¿dónde está todo esto? Todo lo que hemos vivido está, yo creo, en un cuarto oscuro, en un agujero negro. ¿Sabéis lo que es un agujero negro, verdad? El agujero negro es un lugar donde hay tal fuerza de atracción que atrae todo lo que tiene a su alrededor y lo atrae, lo condensa con tal fuerza que se va quedando en nada. Prácticamente desaparece. Esto es un agujero negro. Un agujero negro contiene todo lo que ha atraído, pero lo contiene tan, tan condensado que prácticamente no existe. Yo creo que éste es el cuarto oscuro que todos tenemos donde se guardan todos los recuerdos, todas las cosas que hemos olvidado. Y es a este cuarto oscuro donde los escritores vamos a parar, o por lo menos donde yo voy a parar cuando quiero escribir.”

El cuarto oscuro “Me sumerjo en este agujero negro, en este cuarto oscuro e intento sacar recuerdos que me servirán para hacer un personaje, alguna cara que tengo olvidada que me servirá en ese momento para un diálogo, para una situación determinada, para explicar un odio o un amor, o una apetencia de cualquier estilo. ¿Pero qué ocurre? Nosotros vamos y nos sumergimos dentro de este cuarto oscuro y lo que encontramos, que es nuestra vida, no lo reconocemos como tal porque de la misma manera en que nuestros recuerdos cambian con el tiempo, como cambian nuestras caras, como cambian los paisajes, como cambian los ríos, como cambia todo, también cambia

aquello que ha ido a parar a nuestro cuarto oscuro. Se ha ido transformando con el tiempo y cuando nosotros lo recogemos, creemos que estamos recogiendo algo original y nos vamos dando cuenta de que estamos recogiendo nuestra propia vida en unos parámetros que no somos capaces de reconocer. Por eso se dice que el escritor cuenta una y otra vez su propia historia. Lo que ocurre es que la cuenta de una manera en que ni siquiera él mismo la reconoce. Así empecé yo a escribir.”

Escribir: un ejercicio doloroso. Ginebra “Empecé a escribir así. Buceando en lo olvidado. Hasta que me di cuenta de la dificultad que esto implicaba. Por eso me costaba tanto, por eso me entretenía tanto antes de ponerme a escribir. Porque es un ejercicio doloroso hurgar dentro de uno mismo y es un ejercicio doloroso sacar de allí una situación o una experiencia sin casi reconocerla. Es un ejercicio doloroso y difícil. Pero poco a poco lo fui haciendo y así apareció mi primer libro, una historia que se llama “Ginebra”. Fue una historia que me encargaron. De otra forma, tal vez nunca me hubiera atrevido a escribir. Porque, cuando uno se pone a escribir por primera vez, (sobre todo las personas que han empezado a escribir de muy mayores) ocurre que la propia escritura produce cierta vergüenza. De la misma manera que nos produce cierta vergüenza oír nuestra propia voz la primera vez que la oímos en una cinta magnetofónica o

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 que nos vemos a nosotros, a nuestra imagen en un vídeo. La primera vez nos chirría todo porque no nos vemos tal y como nosotros creemos que somos. Todas estas dificultades fueron las que fui salvando antes de escribir este primer libro.”

Tirando del hilo se construye el mundo de ficción “Luego empecé a escribir mi primera novela. Y empecé a escribirla partiendo de una tontería, de una situación, de una chica que construía un gallinero. Es realmente una tontería. Pero a partir de ahí fui tirando del hilo: y esta chica de dónde viene, quién es su padre, por qué está en este lugar, qué ha pasado con el gallinero, cómo es el paisaje… Y poco a poco se va construyendo el mundo. Se va construyendo un mundo de ficción que para el escritor es tan real, tan absolutamente real como el mundo en que estamos inmersos. Esta es una de las razones por las que a las mujeres que estamos casadas y tenemos hijos nos cuesta más escribir que a las personas que están solas. Hace falta un lugar libre en la mente en que construir este mundo que debe ser creíble y coherente. Pero es muy difícil si uno tiene realmente un mundo real del que se tiene que estar ocupando día a día, como es el de los niños, el dentista, el colegio, las vacaciones, etc. Es muy difícil dejarlo en un rinconcito e irse al mundo mágico, al mundo irreal de la ficción… Cuando ya está construido este mundo de ficción, cuando ya se ha

construido poco a poco, tirando del hilo, sólo queda saber si realmente el estilo utilizado es el propio.”

Encontrar el estilo propio: la música de mi prosa. Memoria de Almator “Todos sabemos que un estilo determinado da una novela y otro estilo da otra. Por decirlo de una manera más simple, lo que yo digo de una forma nos da una realidad, pero si lo transmito de otra, nos da una realidad distinta. Por lo tanto, a cada historia le corresponde una realidad, a cada historia le corresponde un estilo, a cada historia le corresponde una voz, un tono determinado.

Encontrar este tono y esta voz es seguramente lo más difícil de la narrativa, lo más difícil de la ficción. Para mí, la música de mi propia prosa es la única guía que tengo. Es lo único que me dice si aquella prosa que ya no me chirría es mi música. Si la reconozco como propia, sé que voy por buen camino. Así es como, poco a poco, fui escribiendo esta novela que se llama “Memoria de Almator”.

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 Una novela que yo describiría como sensual, de paisajes, una novela de tiempos y una novela de recuperación de la propia vida por parte de una mujer que ha vivido siempre protegida. Y digo “protegida” por no decir “sometida”, primero por su padre, después por su marido y después por su amante. Esta novela fue mi primera novela. Salió sin pena ni gloria, tuvo buenas críticas, pero desapareció enseguida como desaparecen tantos libros del mercado.”

Enamorada del mar. Azul “Fue entonces cuando me puse a escribir “Azul”. Es la historia de una mujer, pero vista a través de los ojos del hombre que está absolutamente enamorado y fascinado por ella. Esta novela me costó muchísimo trabajo, pero me dio muchas satisfacciones porque es una novela de mar. Es una novela de mar y de amor. Yo soy una persona más que enamorada del mar. Echo de menos el mar todos los días y todas las horas de mi vida porque he nacido junto al mar y las personas que hemos nacido junto al mar olemos el mar y, cuando no lo olemos, lo echamos de menos. Por lo tanto, en esta novela volqué todo mi amor al mar y toda mi fascinación. Yo tuve durante unos años, los años de la infancia de mis hijos, tuve un barco, una mallorquina, un barco pequeño, de estos que hacen “chup, chup, chup”. Tuve que aprender a navegar y navegué durante todos los veranos.

Realmente conozco el mar, o conocía (porque ya va quedando lejos en el tiempo) los secretos del mar, al menos los del mar cercano a la costa. Y ésta es la historia de una pareja relacionada con el mar.”

Así surgió Azul “Yo tenía un amigo muy querido, queridísimo. Él había venido a la universidad con nosotros y se había hecho muy rico, inmensamente rico. Tenía un barco muy grande y un día nos invitó a varios amigos a pasar una semana en este barco en las islas griegas y en la costa turca. Y yo quería agradecérselo, quería hacerle un regalo. Es muy difícil hacerle un regalo a una persona muy rica, porque, si no tiene algo es porque no lo quiere tener. Si no, ya se lo habría comprado. Con lo cual, yo no sabía muy bien qué regalarle y pensé que le haría un cuento sobre nuestro viaje a la última isla que visitamos. Y empecé a escribir esta historia a raíz de que vi a una vieja que rondaba

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 por las ruinas. Era una isla que todavía estaba en ruinas porque había sido destruida durante la guerra mundial hacía cuarenta años. Y esta vieja iba caminando por allá. A mí me fascinó y empecé a hilar una historia a partir de esta vieja, pero se me fue complicando y complicando. En vez de un cuento, como yo quería en un principio, salió una novela, una novela que yo dediqué a este amigo a quien yo llamaba “Estorni” porque me había introducido en la poesía de Alfonsina Estorni, una poetisa argentina que se había suicidado en los años treinta. El libro lleva esta dedicatoria: “Para Estorni, esta historia que le pertenece”. Estorni, mi amigo, murió de un cáncer tres meses después de que saliera mi libro al mercado. Murió, pero tuvo tiempo de ver todavía que le había dedicado el libro y, por lo tanto, yo quedé, muy triste por su muerte, pero satisfecha porque, por lo menos, habíamos quedado en paz. Este libro ganó el premio Nadal.”

Sobre premios y premiados “Este premio supuso para mí realmente una gran ilusión porque me dio la oportunidad de pasar de ser conocida, de ser leída por mil personas, a ser leída por cien mil. Fue un libro que se vendió muchísimo y que me dio la oportunidad de tener un público mucho más amplio, que es lo que finalmente quiere cualquier escritor. Lo que quiere un escritor es que le lean, de la misma manera en que un actor quiere que le vean. No tiene sentido un actor actuando en el cuarto de baño de su casa, sin público. Para

nosotros, los escritores, si no hay alguien que lea lo que escribimos, aunque sea sólo una persona, tiene poco sentido. Al principio siempre estamos diciendo “yo escribo para mí sola”, pero en el fondo lo que ocurre es que no nos atrevemos a dar el salto a escribir para los demás.”

Otros libros de viajes, del corazón y de los recuerdos de la infancia “Después de esto, estuve en Siria y escribí un libro sobre este viaje. Fue un viaje de tres meses por el territorio sirio, sobre todo con la finalidad de demostrar que este país llamado “terrorista” no sólo no era terrorista sino que fue el país más seguro que he visitado en mi vida. Viajé sola, alquilé un coche, viajé por el desierto, fui invitada por los beduinos y nunca me pasó nada. Jamás. Al contrario. Es uno de los viajes más bellos, más extraordinariamente hermosos que he hecho en mi vida. Y este fue otro de mis libros. Tras este libro, escribí “Pobre corazón”, una serie de cuentos basados en la realidad. Cuando digo que están basados en la realidad, no quiero decir que sean cuentos reales, quiero decir que tienen una raíz real. A partir de ahí fui fabulando. Entonces, empecé poco a poco a meterme en el mundo de la postguerra española de la que yo fui una de sus víctimas. Soy hija de padres republicanos y separados. Yo nací un par de años antes de la guerra. Mis hermanos y yo fuimos enviados al extranjero para que no nos alcanzaran las bombas fascistas. Cuando los

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 fascistas entraron en Barcelona, mis padres salieron para el exilio, pero nosotros volvimos porque mi abuelo se había pasado a Franco, como todos los burgueses catalanes, y pudo reclamar a sus nietos antes de que llegara la guerra mundial. Escribí una historia basada en mi propia historia. De hecho, cuando yo era muy pequeña siempre decía “cuando sea mayor seré escritora y escribiré esta historia”. Fue una historia brutal y triste en la que nosotros pasamos a depender de la Iglesia Católica. A mi madre la podíamos ver una vez al mes en el Tribunal de Menores. No la podíamos besar ni tocar. Así estuvimos desde los seis años hasta que me casé, a los dieciocho. Y si teníamos un cero en latín, pongamos por caso, o un tres o un cuatro en historia íbamos a parar al correccional porque se suponía que éramos niños que estabamos ya tocados por el mal.”

Luna Lunera “La historia de estos niños es la historia de “Luna lunera”. Es una historia que yo escribí con mucha emoción, pero de la que quedé muy satisfecha porque tampoco me hería demasiado al no ser exactamente mi propia historia, sino, como ya he dicho antes, una ficción fabulada sobre algo real. Monté este mundo de los niños de la postguerra con las voces de las mujeres de la cocina de las casas burguesas, la de la mujer que lavaba, la de la mujer que planchaba, la de la mujer que servía la mesa, etc. Todas estas mujeres que formaban parte de la

familia en un segundo plano. Y estas mujeres conocían toda la historia de la familia por haberla oído a través de las puertas, por haber oído las escenas, por haber sido testigo pasivo de lo que ocurrió en la postguerra. Este cuento me dio una gran satisfacción porque consiguió el premio “Ciudad de Barcelona”, un premio al que uno no se presenta, sino que el jurado lo elige entre los libros publicados ese año.”

El premio Planeta: La canción de Dorotea “Ya estamos en el año 1999. Escribí una novela titulada “La canción de Dorotea”. Siempre creo que la novela que voy a escribir ha de ser un poquito mejor que la anterior. Y pensé que en esta novela que iba a escribir debía introducir elementos distintos, elementos que no pertenecieran simplemente a la memoria histórica o al interior de mí misma, sino que pertenecieran al mundo, al ambiente en el que se desarrollara la historia.

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 Que el ambiente estuviera mejor explicado y que fuera una historia que también, por decirlo así, tuviera un cierto ritmo de interés, de intriga. Tuve la inmensa suerte de que este libro ganara, como sabéis, el premio “Planeta” del año pasado. Con lo cual, yo conseguí muchísimo dinero, incluso después de que Hacienda se quedara más de la mitad. Pero, de todas maneras, conseguí el dinero suficiente como para poderme permitir vivir un poco más sin trabajar. Es decir, que podía disponer de más tiempo libre para escribir. Cosa que todavía no he conseguido del todo. Y me dio la oportunidad de llegar a muchísima más gente. El premio “Planeta”, y esto no lo digo como mérito de mi novela, sino como mérito de la editorial, tiene el valor inmenso de haber llegado a muchas personas, muchas de las cuales sólo compran un libro al año. Me

gustaría que no fuera así, me gustaría que todo el mundo comprara más libros, que leyera más libros, que por lo menos fuera a las bibliotecas y leyera más libros. Porque estoy convencida de que de la misma forma que hacer deporte, caminar por la calle, ejercita los músculos de nuestros brazos, de nuestras piernas, de nuestro vientre y nos hace más fuertes retrasando el camino de la vejez, también lo estoy de que la lectura ejercita las facultades de nuestra mente, de nuestra alma y también hace que de alguna manera se retrase la vejez y desarrollemos nuestra inteligencia, nuestra fantasía, nuestra memoria y nos convirtamos en personas capaces de imaginar mundos distintos, con lo que el campo de las posibilidades de nuestra felicidad se hace infinitamente mayor. Y esta ha sido mi historia literaria.”

Breve biografía Licenciada en Filosofía y Letras por la Universidad de Barcelona. Trabajó en la Editorial Seix Barral de 1964 a 1970. En 1970 fundó la Editorial La Gaya Ciencia (publicaciones en literatura, política, economía, filosofía, poesía, arquitectura) y Ediciones Bausán dedicada a literatura infantil. Dirigió ambas hasta 1983. Fundó y dirigió la Revista Arquitecturas Bis y la Revista Cuadernos de la Gaya Ciencia. De 1983 a 1994 fue traductora "free lance" en las Organizaciones de las Naciones Unidas en Ginebra, Nueva York, Nairobi, Washington, París, etc. En 1994 fue nombrada Directora del Ateneo Americano de la Casa de América de Madrid, cargo del que dimitió en mayo de 1998.

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03

top ventas & novedades Libros más vendidos en España FICCION 1. El huerto de mi amada 2. Tu rostro mañana 3. La ciudad de las bestias 4. El último trayecto de Horacio Dos 5. Las mujeres que hay en mí 6. La Reina del Sur 7. La voz dormida 8. Expiación 9. Sin destino 10. Soldados de Salamina

AUTOR A. Bryce Echenique Javier Marías Isabel Allende Eduardo Mendoza María del Pau Janer A. Pérez-Reverte Dulce Chacón Ian McEwan Imre Kertész Javier Cercas

EDITORIAL Planeta Alfaguara Areté Seix Barral Planeta Alfaguara Alfaguara Anagrama El Acantilado Tusquets

NO FICCION 1. Vivir para contarla 2. Con buena letra 3. Amanecer en el desierto 4. Berlín 1945. La caída. 5. Casadas, monjas, rameras y brujas 6. Pensamiento arriesgados 7. Los caminos perdidos de África 8. El sendero de la mano izquierda 9. La rabia y el orgullo 10. ETA. El saqueo de Euskadi

AUTOR G. García Márquez Joaquín Sabina Waris Dirie Anthony Beevor Manuel Fernández Fernando Savater Javier Reverte F. Sánchez Dragó Oriana Fallaci J. Díaz/I. Durán

EDITORIAL Mondadori Temas de Hoy Maeva Crítica Espasa Calpé

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La Esfera de los Libros

Areté Martínez Roca La Esfera de los Libros

Planeta

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 POESIA 1. Ciento volando de catorce 2. Las ínsulas extrañas 3. Guardados en la sombra 4. Antología poética 5. Insomnios y duermevelas 6. Santa deriva 7. El diamante en el agua 8. Joana 9. Otoños y otras luces 10. Antología poética

AUTOR Joaquín Sabina VV.AA. José Hierro Luis Cernuda Mario Benedetti Vicente Gallego Pere Gimferrer Joan Margarit Ángel González Friedrich Hölderlin

EDITORIAL Visor

BOLSILLO 1. La joven de la perla 2. El dragón rojo 3. Balzac y la joven costurera china 4. De todo lo visible y lo invisible 5. El señor de los anillos 6. La caverna 7. Tan veloz como el deseo 8. El último encuentro 9. Los pilares de la tierra 10. Duérmete niño

AUTOR Tracy Chevalier Thomas Harris Dai Sijie Lucía Etxebarría J. R. R. Tolkien José Saramago Laura Esquivel Sándor Marai Ken Follet Eduard Estivil

EDITORIAL Punto de Lectura Mondadori Quinteto Booket Minotauro Punto de Lectura DeBolsillo Quinteto DeBolsillo DeBolsillo

Círculo/Galaxia Gutemberg

Cátedra Espasa Visor Visor Ediciones del bronce

Hiperión Tusquets Cátedra

Mercado Extranjero ARGENTINA TITULO 1. Vivir para contarla 2. La ciudad de las bestias 3. Mama 4. Argentinos 5. El malestar en la globalización

AUTOR G. García Márquez Isabel Allende J. Fernández Díaz Jorge Lanatal Joseph E. Stiglitz

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EDITORIAL Diana Sudamericana Sudamericana Ediciones B Taurus

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 CHILE TITULO 1. Vivir para contarla 2. Pinochet. La biografía. 3. La ciudad de las bestias 4. El huerto de mi amada 5. Hot Line

AUTOR G. García Márquez Gonzalo Vial Correa Isabel Allende A. Bryce Echenique Luis Sepúlveda

EDITORIAL Diana El Mercurio/Aguilar

Sudamericana Planeta Ediciones B

ESTADOS UNIDOS TITULO 1. Chesapeake Blue 2. The Lovely Bones 3. Answered Prayers 4. Journals 5. Leadership

AUTOR Nora Roberts Alice Sebold Danielle Stell Kurt Kobain Rudolph Giulliani

EDITORIAL Putnam Little, Brown Delacorte Riverhead Miramax/Hyperion

FRANCIA TITULO 1. Mon vrai journal 2. L’arbre des possibles… 3. Le billet gagnant 4. Le parler des métiers 5. J’ai un mot à vous dire

AUTOR Jean-Marie Messier Bernard Werber Mary Higgins Clark Pierre Perret Jean-Loup Chiflet

EDITORIAL Balland Albin Mitchel Albin Mitchel Robert Laffont Mots et Compagnie

PORTUGAL TITULO 1. O homen duplicado 2. A Cidade dos Deuses Selvagens 3. O livro negro da América 4. Estórias Abensonhadas 5. O universo numa casca de noz

AUTOR José Saramago Isabel Allende Peter Scowen Mia Couto Stephen W. Hawking

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EDITORIAL Caminho Difel Difel Caminho Gradiva

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03

Novedades Título: EL MAL DE MONTANO (Premio Herralde 2002) Autor: Enrique Vila-Matas Editorial: Anagrama Número de páginas: 320 Precio orientativo: 16 EU

Novela

Sinopsis: A caballo entre el diario íntimo y la novela, el viaje sentimental, la autoficción y el ensayo, El mal de Montano, fascinante tapiz que se dispara en muchas direcciones, nos propone el triunfo de la literatura, la victoria sobre los enemigos de la cultura libresca, como si sólo a través de la literatura pudiéramos entrever una idea de supervivencia, alguna forma de salvación, cierta posibilidad de un sentido nuevo para la existencia propia. Un narrador, que firma sus libros con el matrónimo de Rosario Girondo, escribe un diario personal y un diccionario tímido de su vida y lleva tan lejos su mal de Montano, está tan enfermo de literatura que la ficción inicial (la creación de un personaje obsesionado por el porvenir de la literatura y dedicado a descifrar el arte de los diarios personales de sus escritores favoritos) acaba transformándose en una realidad cuando el autor decide convertirse en carne y hueso en la literatura misma, encarnarse en ella, transformarse en la memoria de la Biblioteca universal, entrar a formar parte de una sociedad secreta de conjurados contra los enemigos de lo literario.

Título: LOS PERROS DE RIGA Autor: Henning Mankell Editorial: Tusquets Número de páginas: 336 Precio orientativo: 16 EU

Novela

Sinopsis: Después de publicar la novela Comedia infantil, dura y conmovedora a un tiempo, vuelve Henning Mankell de la mano del inspector Kurt Wallander. En esta nueva entrega de la serie policiaca, Wallander tendrá que desentrañar un extraño caso que le llevará a la ciudad de Riga: corre el año 1991, y Letonia, en pleno proceso de restablecimiento de la independencia y la democracia, vive una etapa turbulenta. Una fría mañana de febrero llega un bote salvavidas a la costa sueca arrastrado por la corriente. Dentro encuentran los cadáveres de dos hombres que, como confirma el inspector Wallander, han sido asesinados hace días. Aquejado de estrés y de intensos dolores de pecho, con remordimientos por su anciano padre y sin haber encajado bien la separación de su mujer, Kurt Wallander, una vez abierta la investigación, debe hacer de tripas corazón y posponer sus buenos propósitos de cuidarse más.

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 Título: VIVIR PARA CONTARLA Autor: Gabriel García Márquez Editorial: Mondadori Número de páginas: 592 Precio orientativo: 25,50 EU

Biografía

Sinopsis: Vivir para contarla es, probablemente, el libro más esperado de la década. Esperado porque se trata del último libro de Gabriel García Márquez, y de un libro, además, que se pretende compendio y recreación de un tiempo clave en la vida de su autor, los años de la infancia y juventud, aquellos en los que se fundaría todo el imaginario que, con el tiempo, dará lugar a algunos de los relatos y novelas claves en la literatura en lengua española del siglo veinte.

Título: CUENTOS DE GUERRA Autor: Leon Bloy Editorial: El Cobre Ediciones S.L. Número de páginas: 169 Precio orientativo: 12 EU

Relatos

Sinopsis: En estos relatos, publicados por primera vez en español, Léon Bloy recoge, literariamente reelaborados, episodios de la guerra francoprusiana (1870 71), en la que combatió como voluntario. Bloy pone en escena, sin ningún tipo de pudor, los ángeles y demonios que la guerra hace aflorar en el ser humano: pero más allá de la materia bélica, omnipresente, todos los cuentos de esta selección están presididos por las obsesiones del autor, como la interpretación en clave sobrenatural de sucesos históricos o la convicción religiosa inconmovible.

Título: LA LUCHADORA DE SOMBRAS Autor: Inka Parei Editorial: El Acantilado Número de páginas: 206 Precio orientativo: 12 EU

Novela

Sinopsis: La luchadora de sombras, novela impregnada de fuerza, misterio y decadencia, narra la historia de Hell, una joven que descubre que su vecina ha desaparecido y decide buscarla. Tras este argumento se esconde un singular y azaroso juego de relaciones que nos muestra—en un agitado Berlín recién unificado, y en un vaivén entre el presente y el pasado—la desesperación y desconcierto de unos personajes que, entre el reto y la supervivencia, hacen uso de ese atávico instinto de defensa que es la lucha. Con un lenguaje contemporáneo y trepidante, Inka Parei nos presenta su primer trabajo, una novela urbana que refleja con calidad poco habitual los años en torno a la caída del Muro, y que ha sido acogida calurosamente por la crítica como una de las voces más importantes de la nueva narrativa alemana.

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 Título: LOS CAMINOS PERDIDOS DE AFRICA Autor: Javier Reverte Editorial: Areté Número de páginas: 432 Precio orientativo: 20,50 EU

Viajes

Sinopsis: Con Los caminos perdidos de África Javier Reverte vuelve a penetrar en los territorios que tanto le fascinan, cerrando así la trilogía iniciada con El sueño de África y Vagabundo en África. Pertrechado con su inquebrantable espíritu viajero y con su curiosidad inagotable, este explorador inquieto "redescubre " las leyendas de Etiopía, se adentra en las soledades de Sudán y finalmente alcanza Egipto, desvelándonos los sueños y esplendores perdidos de tres países enigmáticos, su historia milenaria y las encrucijadas que sesgan su presente. Un cúmulo de experiencias impagables, colmadas de contratiempos y de maravillosos encuentros humanos, nos invita una vez más a compartir la pasión que el continente africano suscita en el autor.

Título: EL ARCO IRIS DE GRAVEDAD Autor: Thomas Pynchon Editorial: Tusquets Número de páginas: 1148 Precio orientativo: 28 EU

Novela

Sinopsis: Cuando en 1973 apareció El arco iris de gravedad, su autor ya era conocido por sus libros anteriores, V. y La subasta del lote 49 (Andanzas 304 y 227), pero fue esta obra la que confirmó la reputación de Pynchon como uno de los grandes escritores contemporáneos de la literatura universal. Tusquets Editores recupera ahora esta novela monumental, enteramente revisada, que se hallaba desde hace años fuera de circulación. Rechazada por su obscenidad por el jurado del Pulitzer, El arco iris de gravedad fue sin embargo galardonada con el William Dean Howell’s Award, y el National Book Award en 1974, y se ha convertido en referencia obligada para nuevas generaciones de escritores. Como ocurre con cualquier obra de Pynchon, resulta casi imposible reducir a un simple resumen El arco iris de gravedad, novela llena de historias y personajes que giran en torno al núcleo como los satélites y asteroides en torno a un planeta.

Título: BREVE BESO DE LA ESPERA Autor: Zoé Valdés Editorial: Lumen Número de páginas: 64 Precio orientativo: 11 EU Sinopsis:

Poesía

Más conocida por su faceta de narradora, Zoé Valdés es, sin embargo, una excelente poeta, dueña de una voz genuina y poderosa, empapada de los ritmos y las voces de la mejor tradición latinoamericana. Se publica ahora su última entrega, Breve beso de la espera, donde la autora ahonda en su universo, construido con los materiales del erotismo, la memoria, la nostalgia, Cuba, el exilio...

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 Título: EL ULTIMO TRAYECTO DE HORACIO DOS Autor: Eduardo Mendoza Editorial: Seix Barral Número de páginas: 190 Precio orientativo: 16 EU

Novela

Sinopsis: Al comandante Horacio Dos le ha sido asignada una incierta misión en atención a su incompetencia y desfachatez. Como jefe de una estrafalaria expedición, surcará el espacio en condiciones extremadamente precarias junto a los peculiares pasajeros de su nave -los Delincuentes, las Mujeres Descarriadas y los Ancianos Improvidentes-. En este viaje, que les deparará incontables aventuras, habrá paternidades y filiaciones secretas, espectáculos cortesanos que ocultan una realidad cutre y desportillada, luchas por sobrevivir de pillos y buscavidas, y mucho susto y sorpresa.

Título: DESNUDOS Autor: Jasone Osoro Editorial: Seix Barral Número de páginas: 144 Precio orientativo: 12 EU

Relatos

Sinopsis: Jasone Osoro, que inició su carrera en 1998 con una biografía de Isadora Duncan, fue galardonada por esta obra con el Premio Euskadi de Plata al libro más vendido en euskera. En él propone diecisiete relatos y otros tantos poemas con personajes que se repiten en varios puntos bajo la mirada inquisitiva de la autora, que se mete en las casas de gente anónima y nos cuenta sus secretos, desvelos y locuras, que a veces los llevan hasta el asesinato o a humillar a otros mediante el sexo.

Título: EL VENDEDOR DE CUENTOS Autor: Jostein Gaarder Editorial: Siruela Número de páginas: 212 Precio orientativo: 16,50 EU Sinopsis:

Novela

Jostein Gaarder nos sorprende en su última novela, El vendedor de cuentos, con una reflexión sobre estos tiempos en que «primero uno decide hacerse famoso, cómo conseguirlo es secundario, y resulta prácticamente irrelevante si uno se merece o no la fama lograda». Conocedor de esto, el protagonista, Petter el Araña, aprovechará su desbordante imaginación manifestada ya durante la infancia- para crear todo un negocio de venta de ideas a aquellos que no las tienen. Sus principales clientes serán escritores consagrados, y noveles, que sólo ambicionan ver publicada una novela y encontrar la fama o ganar un premio.

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 Título: EL HOMBRE DE LUXEMBURGO Autor: Arnaldo Calveyra Editorial: Tusquets Número de páginas: 90 Precio orientativo: 8 EU

Poesía

Sinopsis: Calveyra es un poeta de culto en Argentina, aunque casi desconocido en el mundo hispano. Un hombre pasea una tarde por París y reflexiona sobre el paisaje, su patria y su país de adopción.

Título: EL INVIERNO DE AQUEL AÑO Autor: Yi Mun-Yol Editorial: Ediciones B Número de páginas: 222 Precio orientativo: 15 EU Sinopsis: Este pseudónimo (“apasionado por la literatura”) es la marca del escritor coreano que en esta obra autobiográfica cuenta su búsqueda de la belleza y la verdad.

Biografía Título: EL DRUIDA DEL CESAR Autor: María Acosta , Claude Cueni Editorial: Ediciones B Número de páginas: 432 Precio orientativo: 19,50 EU

Histórica

Sinopsis: Una novela sobre la guerra de las Galias repleta de rituales celtas y aventuras. Un joven celta que quiere ser druida logra escapar del ataque de César para convertirse en su escriba.

Título: POEMAS DE JOHN UPDIKE Autor: Simon Scarrow, John Updike Editorial: Pre-Textos Número de páginas: 238 Precio orientativo: 17,50 EU Sinopsis: El creador de Corre conejo se estrena como poeta con este libro cotidiano, con vocación narrativa y, como ocurre en sus novelas, lleno de imágenes demoledoras y personajes incapaces ya de sorprenderse.

Poesía

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 Título: EL HUERTO DE MI AMADA (Premio Planeta 2002) Autor: Alfredo Bryce Echenique Editorial: Planeta Número de páginas: 288 Precio orientativo: 19 EU

Novela

Sinopsis: Carlitos Alegre se decide a aparecer por la fiesta que su distinguida familia da en el jardín de la casa, donde se siente inmediatamente atraído por Natalia de Larrea, una bella y acaudalada mujer que es el centro de atención de las miradas masculinas. Los celos que despierta el aparatoso baile de Carlitos y Natalia desencadenan una delirante pelea de la que se zafan los dos amantes, que se van a vivir a la casa de campo de ella. Sin embargo, el idilio entre el chico y la aristócrata ha escandalizado tanto a sus familiares y amigos, que el padre de él llega a demandar a Natalia por corrupción de menores. Esto les obliga a adoptar nuevas estrategias para poner a salvo su pasión, que tampoco es ajena al aprendizaje vital del muchacho y a la vida cosmopolita a la que está acostumbrada la mujer.

Título: LAS MUJERES QUE HAY EN MI Autor: María de la Pau Janer Editorial: Planeta Número de páginas: 304 Precio orientativo: 19 EU

Novela

Sinopsis: "En aquella casa habitaban los fantasmas de mis madres." Así comienza el fascinante relato de Carlota, que nos sumerge en los misterios y las pasiones ocultas en una mansión en la que vivieron su madre, Elisa, y su abuela, Sofía, ambas muertas a los veinte años. Carlota vive con su abuelo en una magnífica casa de campo rodeada de un jardín. Pero también vive en compañía de los fantasmas de sus "dos madres", omnipresentes en la casa, y con la obsesión de reconstruir sus vidas, para lo que sólo cuenta con las palabras de su abuelo y, a veces, con sus elocuentes silencios.

Título: EL RASTRO (Finalista Premio Herralde 2002) Autor: Margo Glantz Editorial: Anagrama Número de páginas: 176 Precio orientativo: 12 EU

Novela

Sinopsis: El corazón, dice Pascal, tiene razones que la razón desconoce. Este conocido aforismo del filósofo francés medula la novela de Margo Glantz, como si se tratara de manera literal de un andante con variaciones: los personajes se reúnen en un velorio y, en procesión pueblerina, se dirigen a la iglesia del convento donde oyen misa de cuerpo presente antes de trasladarse al cementerio local; entre ellos, casi anónima, Nora García, la protagonista, de regreso en el pueblo para asistir al velorio de Juan, su ex marido, músico como ella, quien acaba de morir de un infarto de miocardio.

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03

sus favoritos Ha llegado el momento de buscar papel y bolígrafo, el momento de tomar nota de las recomendaciones de otro de nuestros amigos lectores. Y en este número contamos con una opinión solvente ya que las sugerencias provienen de alguien dedicado profesionalmente al universo de los libros: un bibliotecario. Cientos y cientos de libros han pasado por sus manos dejando una huella más o menos profunda. A continuación nos habla de sus cinco libros favoritos.

JESUS ARANA Jesús nació hace 39 años en Sesma, Navarra, y es licenciado en Ciencias de la Información. Se define como un lector ecléctico y autodidacta (descubrió su pasión por los libros a edad muy temprana). Así mismo, nos confiesa uno de sus vicios: es un amante de las librerías. Disfruta observando sus escaparates, adentrándose en ellas, ojeando, palpando e incluso aspirando el aroma de los ejemplares que se extienden en las estanterías. En la actualidad, se encuentra al frente de la Biblioteca Pública de Barañain y organiza una de las tertulias literarias más reconocidas dentro de la red nacional de bibliotecas.

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 … y nos habla de sus cinco libros favoritos EL JARDÍN DE LOS FINZI-CONTINI de GIORGIO BASSANI

Editorial: ESPASA CALPE,S.A. Páginas: 273 ISBN: 842397314X

El jardín de los Finzi-Contini del italiano Giorgio Bassani es una debilidad personal. Quizá tenga que ver con el momento en que la leí por primera vez, pero no: contiene algunos elementos que me gustan particularmente. Describe ese ambiente culto y refinado en que se movían aun en la época de entreguerras muchas familias judías adineradas. Guarda, en ese sentido, cierto parentesco con Reencuentro de Fred Uhlman, otra pequeña joya cuya lectura recomiendo. Son novelas de una nostalgia sin paliativos, porque recrean unos mundos que fueron como esas burbujas que a veces nos sorprenden por su hermosura y nos conmueven por su fragilidad. El Jardín de los Finzi-Contini es también una historia de deslumbramientos. El protagonista es un adolescente judío de una familia

venida a menos que va descubriendo fascinado el lujo que rodea a Alberto y a Micòl. Es, por último, una novela sobre el descubrimiento del amor. Y todo está contado desde el punto de vista de un adulto cuando hace tiempo que la burbuja ha estallado. “¿Cuántos años han pasado desde aquella remota tarde junio?”, dice el narrador en algún pasaje de la novela para contestarse en seguida: “Más de treinta. Y, sin embargo, si cierro los ojos, Micòl Finzi-Contini sigue ahí, asomada al muro de su jardín, mirándome y hablándome”. Pero sabemos que no es así. El narrador nos lo ha dicho en el prólogo de la novela: Micól y toda su familia fueron deportados en el otoño de 1943 a un campo de concentración alemán del que nunca volvieron. LA BALADA DEL CAFE TRISTE de CARSON MCCULLERS

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Editorial: SEIX BARRAL SA Páginas: 160 ISBN: 8432219584

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 Carson McCullers es seguramente una novelista menor. Menos conocida que Truman Capote o que William Styron, pertenece a esa estirpe de escritores sudistas que desde Mark Twain hasta William Faulkner ha dado algunos de los nombres más emblemáticos de la literatura norteamericana. Claro que comparada con estos, Carson McCullers no pasa de ser un pequeño afluente que a mí, sin embargo, me atrae. Me gustó Reflejos en un ojo dorado de la que John Huston hizo una versión cinematográfica. Disfruté con Reloj sin manecillas y con Frankie y la boda, pero por encima de todos sus libros el que más me gusta es La balada del café triste. Es notable la capacidad de Carson Mcullers para situarnos con un estilo directo y aparentemente sencillo en mitad del escenario desde el primer párrafo: “El pueblo de por sí ya es melancólico. No tiene gran cosa, aparte de la fábrica de hilaturas de algodón, las casas de dos habitaciones donde viven los obreros, varios melocotoneros, una iglesia con dos vidrieras de colores y una miserable calle mayor que no medirá más de cien metros”. La protagonista absoluta del libro es Miss Amelia, que regenta el café que da título a la novela (un café, dicho sea de paso, que antes había sido un almacén de pienso). Y quién le da la réplica es el primo Lymon, un jorobado que atraviesa la novela de lado a lado: aparece de manera inopinada en la tercera página y desaparece cuando sólo faltan tres páginas para el final. Con estos personajes y Marvin Macy, su hermano Henry y todo un coro de voces, empieza a girar alrededor del café esta historia de amores imposibles, de envidias, de celos...

EL BUEN SOLDADO de FORD MADOX FORD

Editorial: EDHASA Páginas: 282 ISBN: 8435008177

En París era una fiesta Hemingway hace un retrato cruel de Ford Madox Ford. Me esforcé por tener muy presente lo que Ezra Pound me había dicho de Ford: que no había que maltratarle nunca, que había que recordar siempre que sólo decía mentiras cuando estaba fatigado, que era un escritor bueno de verdad, y que había sufrido terribles contratiempos conyugales. De este juicio nos interesa solamente la última parte porque Ezra Pound podía ser un fascista y un loco pero tenía un olfato incomparable para detectar a los buenos escritores. Y nos interesa también lo de los problemas conyugales, no por morbo, sino porque El buen soldado es en buena medida una radiografía de los sentimientos y de las pasiones de dos parejas, una inglesa y otra norteamericana, que cada año conviven una larga temporada en un balneario. Gran parte del encanto de esta novela reside, qué duda cabe, en esos decorados que hay que situar en el principio del siglo XX (entre 1904 y 1913) cuando el turismo era cosa de

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 ricos norteamericanos y poco más (recuérdese sin ir más lejos la maravillosa Suave es la noche de Scott Fitzgerald, La copa dorada de Henry James o Una habitación con vistas de C.S. Forster). Pero más allá de la excursiones, de los balnearios y de los viajes por la costa, El buen soldado es un estudio de las interioridades de dos parejas cuyas relaciones extremadamente correctas esconden pasiones devoradoras: son como un volcán bajo una gruesa capa de hielo. La novela se iba a llamar La historia más triste y tampoco le habría ido mal el título de Dorothy Parker La soledad de las parejas. ADA O EL ARDOR de Vladimir Nabokov

Editorial: ANAGRAMA Páginas: 467 ISBN: 8433920596

Hay libros que se leen de un trago, como si fueran vasos de agua; son libros que, de momento, apagan la sed lectora y nos llenan de satisfacción. Hay otros, sin embargo, que son como océanos en los que sumergirse una y

otra vez no para agotarlos ni siquiera con intención de atravesarlos de costa a costa sino para sentir su inmensidad. Lo que diferencia unos libros de otros no es ni el tamaño ni la calidad sino cierta tensión argumental que en unos casos nos incita a seguir pasando páginas y en otros está todo tan impregnado de cierta morosidad que casi nos da lo mismo seguir adelante que quedarnos todo el tiempo en la misma página. Uno se bebe Madame Bovary a grandes tragos para saber en qué va a acabar todo aquel embrollo en el que se va metiendo la pobre Emma, pero se zambulle en En busca del tiempo perdido y lo que importa es estar ahí, dejándose llevar por el caprichoso discurrir de la imaginación de Marcel Proust. Pues bien, Ada o el ardor de Vladimir Nabokov, es una de estas novelas oceánicas y fascinante con la única condición de que uno entre en ella sin prisa, dejándose arrastrar por las infinitas bromas, por las digresiones interminables, por las interrupciones, por las vueltas atrás y adelante. A menudo el lector se encuentra perdido en esa novela inmensa (si alguien le disgusta la sensación de ir a la deriva haría mejor leyendo del mismo Nabokov Risa en la oscuridad o Rey, dama valet) pero todo está compensado por la admiración que despierta uno de los mayores magos de la literatura, un auténtico prestidigitador que nos deja con la boca abierta viéndole sacar de su chistera niños prodigio, jardines, mariposas, continentes enteros…

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03 RETORNO A BRIDESHEAD de EVELYN WAUGH

nostalgia de una época, según sus palabras, “en la que había tiempo para todo, en la que el mundo se abría ante nosotros para que lo explorásemos en cualquier momento”. Evelyn Waugh es conocido por sus novelas humorísticas (con los primeros capítulos de Noticia bomba yo al menos me recuerdo riéndome a carcajadas) pero quien se aproxime a Retorno a Brideshead debe olvidarse de etiquetas y prepararse a disfrutar de una novela nostálgica, tierna y hermosa.

Editorial: TUSQUETS Páginas: 345 ISBN: 8472237435

Al igual que ocurre con El jardín de los Finzi-Contini y con El buen soldado también en la novela de Evelyn Waugh Retorno Brideshead el narrador nos cuenta la historia años después de que todo haya terminado. En este caso la novela da comienzo en plena Segunda Guerra Mundial cuando un capitán de infantería llega con su compañía hasta una mansión en la que van a instalar provisionalmente el cuartel general. El capitán se llama Charles Ryder y el sitio al que han llegado es Brideshead, un lugar al que era asiduo veinte años atrás, cuando siendo estudiante en Oxford, conoció al excéntrico Sebastian Flyte y a su hermana Julia. Toda la novela es, para decirlo en términos cinematográficos, un largo flash-back. De pronto nos encontramos en 1923 en esos ambientes universitarios británicos que son una extraña mezcla de monasterio y taberna golfa. Pero son las vacaciones en Brideshead las que despiertan en el protagonista toda la

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La Casa de los Malfenti - Nº5 Edición: Invierno 2002/03

enlaces Una vez más, os presentamos una lista con algunos enlaces a páginas web relacionadas con los artículos que hemos incluido en este quinto número de La Casa de los Malfenti:

Stefan Zweig http://www.editorialjuventud.es/stefanzweig.htm http://www.epdlp.com/zweig.html http://www.geocities.com/athens/agora/9308/SZSpanish.html http://galeon.hispavista.com/guarderiadefamosos/autoper/minib34.htm http://surdelsurpatagonia.com/verbonautas/bibliotecavirtual/autores/zweig.htm http://www.stefanzweig.org/ http://linz.info.at/students/jakob.auer/

El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad http://www.soymenos.com/exposi/tinieblas.html http://adolforamirez.com/archivo/joseph_conrad_lID0109.html http://www.booksfactory.com/writers/conrad_es.htm http://www.tercera.cl/diario/2002/04/14/14.00.REP.CONRAD.html

Taller de Escritura de Madrid http://www.tallerdeescritura.com

El planeta de los simios http://www.cinefantastico.com/nexus7/cine/peliculas/psimios.htm http://www.fotograma.com/especiales/planetasimios/ http://www.ociojoven.com/article/articleview/106/1/18/ http://es.geocities.com/bibliocuentos/especiales/pboulle.htm

Rosa Regás http://www.ucm.es/info/especulo/numero19/regas.html http://www.epdlp.com/regas.html http://vitelia.com/web/es/actualidad/entrevista/20020731/49873.jsp

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www.lanzadera.com/lacasadelosmalfenti


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