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DIANA ARIAS
from MEMORIA GRÁFICA 2020
by La homs
DIANAZUE
SEMBLANZA
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Diseñadora gráfi ca egresada de Bellas Artes Institución Universitaria Del Valle (Cali, Colombia). Ilustradora colombiana que desde el 2014 interviene en las calles con su propuesta gráfi ca, respondiendo a su búsqueda de nuevos formatos y soportes que le permitan establecer interacciones más vívidas entre sus ilustraciones, el espacio y las personas.
Su obra es una búsqueda refl exiva de la grandeza que se manifi esta en los pequeños detalles de cada ser: la magia, lo onírico y la fantasía; Explora las formas y texturas orgánicas de la naturaleza, la vida animal, el pensamiento mítico y la simbología de las culturas ancestrales en relación con el mundo natural y la dimensión trascendente del ser humano, con el propósito de estimular su retorno hacia la naturaleza y lo imaginario.
Ha participado en exhibiciones y encuentros de arte urbano nacionales e internacionales en Perú, Colombia, Estados Unidos, México y Francia; entre ellos está el Festival Noso
tras Estamos en la calle (Lima, Perú. 2014), Paz Partout exposiciones colectivas e itinerantes de Latinograff (Toulouse, Clermont-Ferrand y París, Francia. 2017), invitación para intervención mural en el proyecto Solunar Macromural barrio Buenavista organizado por Fco y Skore en conjunto con la Alcaldía Mayor de Bogotá, Habitarte y Fundación Orbis (Bogotá, Colombia. 2017), Invitación a la exposición colectiva Vuelve Pronto en Galería Gama Crea (CDMX, México. 2018) y participación en el festival Meeting of Styles México (Centro histórico, CDMX, México. 2018).
Actualmente, radica en Ciudad de México realizando estudios de maestría en diseño de la comunicación visual y entorno en la UNAM.
LO SUBLIME EN LA REPRESENTACIÓN ARQUETÍPICA: La representación de lo real desde lo imaginario.
La búsqueda de la mirada
Es a través de los sentidos que se establece el primer contacto con el mundo; en primera instancia actúa como un mecanismo de supervivencia, pues cuanto más consciente está el ser vivo de su ambiente, mejor se desenvolverá en él, por otro lado, la información que se obtiene del entorno mediante el proceso de percepción, permite establecer caminos para la aprehensión de la realidad y el conocimiento.
La percepción visual humana más allá de ser un proceso neurológico, es un proceso cultural, una práctica que se construye poco a poco desde lo humano, lo experiencial y lo histórico. “realiza así una función de ordenación del mundo visual” 1
Martínez Moro plantea la articulación entre percepción visual, imaginación y memoria como parte del engranaje que da marcha al pensamiento visual y a la creación de imágenes, que en conjunto forman un lenguaje visual y simbólico que opera en el cotidiano de los seres humanos y fundan el constructo de realidad. En la dinámica de este pensamiento visual, el papel de la mirada es indispensable, puesto que constituye la búsqueda. La mirada está relacionada con el pensamiento y la emoción. El acto de la búsqueda hace referencia a un rastreo en el espacio, una exploración que tiene como finalidad responder ciertos interrogantes de la representación, incluso resguardados en el inconsciente; la mirada es la que condiciona esa búsqueda, va más allá del ver.
La mirada, que está compuesta de imaginarios y memoria, sería determinante para definir la forma de interacción con el entorno, en el que se establece también un lenguaje para esta comunicación. Desde ese momento en que se plantea una postura o una mirada como espectador, las lecturas que se hagan del entorno estarán sujetas a tomar del paisaje lo que realmente es relevante a su búsqueda y así mismo será su posterior accionar sobre el espacio. La mirada entonces, se convierte en un importante factor para hacer una selección de los elementos del paisaje que se conectan con el ser emotivo y la memoria para la interpretación del espacio que se habita y las posibles articulaciones de este lenguaje entre los elementos que allí se encuentran. El mirar es dotar de un sentido.
Emilio Durkheim en su libro Las reglas del método sociológico, plantea sobre la observación, que “el hombre no puede vivir en medio de las cosas sin formular sus ideas sobre ellas”, el ser humano tiende a una predisposición de forma naturalizada, en la que recurre a un conjunto de elementos ideológicos a su alcance para establecer una imagen de “lo real”.
La mirada hacia adentro
Esta búsqueda de la mirada no se limita al plano de lo tangible, puede estar motivada por lo divino y cruzar el umbral del mundo físico hacia lo espiritual, una mirada hacia adentro, hacia lo profundo del ser y experimentar una transformación de la materia y el pensamiento: es el caso de los chamanes amazónicos, que con la ingesta de plantas narcóticas experimentaban visiones en las que se podían convertir en jaguares. (Hope, Jane p.208)
Reichel-Dolmatoff expone en su libro El chamán y el Jaguar este momento:
“Los indígenas entraban en un estado de trance, durante el cual veían visiones u oían voces que parecían pertenecer a una esfera situada por entero fuera de toda experiencia racional. Hoy sabemos que este mecanismo se debía a sustancias narcóticas producidas por algunas plantas y que las imágenes y voces percibidas bajo su influencia eran creaciones de la imaginación (…) Bajo la influencia de la droga, los hombres se vuelven ahora jaguares en un sentido totalmente literal, físico, y el comportamiento convulsivo se describe como ponerse panza arriba” (Reichel-Dolmatoff. p. 17-115).
En este sentido, una verdad se presenta como revelación que fundamenta la representación de una realidad que permanece oculta y que requiere de una ayuda externa o sobrehumana para ser descubierta, o hacerla consciente.
La imagen de la realidad revelada adquiere una atmósfera alegórica, fantástica e ilusoria, llena de “formas simbólicas” 2 que portan un significado relacionado con una finalidad y un uso que los origina. Para Cassirer, el simbolismo sirve al ser humano como intermediario entre los estímulos externos y el pensamiento para “Esta búsqueda de la mirallevar la exda no se limita al plano de p e r i e n c i a lo tangible, puede estar moal campo tivada por lo divino y cruzar del conoel umbral del mundo físico c i m i e n t o . hacia lo espiritual” Calabres - se, Omar. 1995. P. 29). De esta manera, Cassirer afirma que: “el yo, la mente individual, no puede crear la realidad. El hombre está rodeado por una realidad que él no ha producido y que tiene que aceptar finalmente como un hecho. Pero tiene que interpretar esa realidad, hacerla coherente, comprensible, inteligible. Y esta tarea es llevada a cabo en las diversas direcciones en las que se despliega la actividad humana: en la religión y en el arte, en la ciencia y en la filosofía. En todas ellas, el hombre demuestra que no es sólo un receptor pasivo del mundo exterior; es activo, creativo. Pero lo que él crea no es una nueva cosa subs-
tancial; es una representación, una descripción objetiva del mundo empírico».
La imaginación construye un relato de la realidad que funciona y es coherente con el momento que se vive y con los códigos que allí operan. El mito como relato de las religiones primitivas, expresa una visión del mundo, una interpretación de la realidad a través de formas simbólicas (de creación humana) que refieren a un significado distinto a la naturaleza de su forma, y dan al entorno y a sí mismo una proyección, participación o propósito dentro de la realidad.
La dimensión figurativa y la creación de imágenes
César González Ochoa expresa sobre la dimensión figurativa que: “El estudio de lo figurativo, sea en lo que toca al espacio o al tiempo, no remite a las estructuras del universo físico sino a las estructuras de lo imaginario” y concreta que: “A través de esta dimensión de lo figurativo, los individuos y las sociedades poseen un instrumento apropiado para explorar”
Con estas afirmaciones se encuentra que la realidad que se percibe y se manifiesta no es un criterio objetivo, por el contrario, es una realidad representada y por esta naturaleza, es diversa en proporción a la multiplicidad de puntos de vista que pueden existir en el mundo. Por consiguiente, la imaginación es un atributo del ser humano donde interactúa la creatividad y la figuración; no se trata entonces de un reflejo fiel de la realidad o de las cosas, sino que está ligado más a un sentido experiencial, nuevamente la emoción trastoca la representación que puede realizarse de lo que se constituye como real y por ende, la percepción de realidad es diferente en cada individuo. La dimensión figurativa genera asociaciones, interpretaciones y transfiguraciones de las experiencias que se conectan con la memoria y la producción de imágenes mentales o plásticas con gran riqueza en elementos figurativos y abstractos.
Pierre Francastel dice que en cada época se produce “no la representación del espacio sino el espacio mis
Estudios en lo concerniente a la física cuántica, plantean la posibilidad de que el mundo de los sentidos sea producto de la percepción que se tiene del mismo: “En términos científicos, que los fenómenos se manifiesten de tal o cual forma según el acto de medición. Y hasta que no son medidos, hasta que la mirada del instrumento no se posa sobre ellos, permanecen en un estado de indefinición que desafía toda lógica: son y no son, están vivos y muertos, son ondas y partículas. O, de otra forma, no existen o son todo a la vez. La potencia infinita del vacío”.

El Quantum weirdness o rareza cuántica permitió a los investigadores hacer esta fotografía de un recorte de cartón en forma de gato con luz que nunca interactuaba directamente con el animal.
Tomado de publicación web: Un experimento comprueba que la realidad no existe hasta que es observada. 22 de marzo 2018. Recuperado de https:// culturainquieta.com/es/inspiring/item/13591-experimento-comprueba-que-la-realidad-no-existe-hasta-que-es-observada.html. 7 agosto 2020.
mo, es decir la visión que los hombres tienen del mundo en un momento dado” a lo cual González Ochoa complementa: “el espacio en sí no existe, sino que son los individuos, miembros de una sociedad particular, los que crean el espacio donde se mueven, o donde se expresan”
De acuerdo a lo anterior, toma sentido que el constructo de realidad es un proceso imaginario (por lo menos en lo que concierne al universo simbólico), ya sea porque el ser humano interpreta de manera particular su entorno o bien porque él transforma el espacio tangible partiendo de una idea imaginaria en su mente, que además se encuentra en constante cambio de acuerdo a los códigos y sus configuraciones en la vida cotidiana.
El investigador César González Ochoa, al hablar de la dimensión del espacio considera fundamental abarcar la dimensión plástica, que cabe resaltar como un espacio vivido o espacio representado. Afirma que “este espacio representado o vivido es siempre una construcción humana, que toda representación del espacio físico es una construcción realizada por un grupo social” dicho espacio, también “se asocia con un espacio imaginario” que, a su vez, es portador de signos de pertenencia a un grupo”. 3 Y añade que “los objetos, las imágenes y los espacios son siempre producidos por los grupos humanos, al igual que los enunciados lingüísticos. Todas estas producciones humanas no son para traducir o para descifrar un universo estático, sino que su función es crear las formas y los significados” (Ochoa p.50).
Ernst Gombrich formula que “toda producción de imágenes está enraizada en la creación de sustitutivos”, los cuales desempeñan la misma función de lo que es representado y así, estos sustitutivos “son llaves” que “encajan en cerraduras biológicas y psicológicas” (Gombrich, 1968, p.3-4). Estos sustitutivos no cumplen estrictamente una semejanza formal, sino que se establece más una relación afectiva de quien tiene contacto con lo representado, La mirada configura el objeto y la experiencia, lo dota de nuevos significados. “La mirada es ya un principio estético”. 4 De esta manera, el concepto de representación adquiere un significado que va más allá de lo representado haciéndolo más intelig ible desde el punto de vista de la proyección psicológica de los significados.
El lenguaje estético de la representación arquetípica: Representación de lo sublime, la ilusión y el símbolo.
Aunque en el entorno de la representación se plantean categorías que pretenden dar una organización estética a las emociones, éstas son de naturaleza caótica y ambigua, lo cual hace difícil una clasificación. Por tal motivo, considero que en la figuración resulta impreciso hablar de una categoría para referirse a un cúmulo de emociones, pues es muy fácil atravesar varias de ellas (o que ellas atraviesen) en una imagen, incluso que se disuelvan unas con otras, pero sí es posible ahondar en una apreciación de los elementos estéticos de este espacio figurativo manifestado.
Considerando el planteamiento que introduce Stephen Little en su libro Ismos para entender el arte, de no etiquetar los ismos como categorías cerradas, por el contrario, considera que en ellos se producen cambios, progresos y contrariedades; el autor los presenta como una “guía flexible” para aportar al conocimiento y goce estético. Siguiendo esta idea de no categorizar, se puede consolidar un enfoque estético a través del contraste y la hibridación de las emociones, es por ello que con facilidad una imagen puede desenvolverse en la emoción principal y lo que se podría considerar su opuesto dentro de categorías cerradas. Siempre existe la posibilidad de la transmigración de las emociones que adquieren las imágenes. Por lo tanto, la construcción de una atmósfera nunca está supeditada a un sólo sentimiento, ya que varios sentimientos confluyen en un sólo momento y hacen de esa apreciación una experiencia única y especialmente estética. La concepción de una atmósfera permite una visión panorámica de las emociones que puedan ser experimentadas en la apreciación estética como toda una escena ambientada para generar un lenguaje simbólico de las sensaciones. Y este lenguaje (mediante el color, la composición, carácter del contorno, figura-fondo, etc) que se puede compartir entre la humanidad para reconocer valor en la realidad, cobra sentido en la interacción de la cotidianidad y dota de un

Detalle del panel central del tríptico “El Jardín de las delicias” de El Bosco. La atmósfera surreal de la escena del mundo terrenal en la que los personajes desnudos se encuentran inmersos: un mundo saturado en una interacción constante y caótica. Con frutas, animales exóticos y mitológicos de proporciones distorsionadas, formas abstractas que se erigen entre los personajes y situaciones poco comunes. Todo ello evoca a un espacio alegórico del placer, el pecado y su destino moral, donde cohabitan lo grotesco y lo sublime (en tanto extraordinario).
significado y coherencia al contexto. Reflexionar sobre ello también se convierte en una experiencia estética en la cual la memoria se retroalimenta para construir un imaginario personal y también colectivo, en el que el sistema de valores de la sociedad se refleja en los valores estéticos colectivos, como lo afirma Juan Acha al considerar que el ser humano desarrolla ideales estéticos que independientemente de ser un valor anhelado o positivo, corresponde más a un ideal o “grado máximo imaginado” que pertenece al campo de la imaginación en cuanto a irreal o fantaseado, que además inciden en los valores estéticos colectivos, constituyéndose como un sistema axiológico que determina lo sustancial de la realidad estética de una sociedad, pues es el que motiva los comportamientos emocionales, e incluso culturales. (Acha, Juan. 2011). Existe en la actualidad una condición de contraste dentro de la dimensión axiológica en la que algunos de los elementos gráficos simbóEl sistema de valores de la sociedad se refleja en los valores estéticos colectivos, como lo afirma Juan Acha al considerar que el ser humano desarrolla ideales estéticos que independientemente de ser licos del pensamiento mítico y religioso se manifiestan en una dimensión trivial de la vida cotidiana, transitando entre lo sagrado y lo profano: los íconos, un valor anhelado o positivo, corresponde más a un ideal o
la artesanía popular y las tradiciones se han transformado también para adaptarse a las nuevas necesidades de la dinámica de la vida humana actual entre la tradición y la vanguardia. En la cultura mesoamericana, particularmente la maya, existe la creencia de que cuatro jaguares serían los guardianes de los campos de maíz. Esta creencia se ha desarrollado en el transcurso del tiempo como un ritual agrícola a manera de tradición cultural en una hibridación, integrando elementos actuales como representaciones de las ideas escenciales del rito. La imagen del jaguar como símbolo en la cosmovisión maya, “es sobre todo una divinidad ctónica, expresión suprema de las fuerzas de la tierra (…) del mundo subterráneo. (…) Es también señor de las montañas, del eco, de los animales salvajes y los tambores de la llamada. Se le llama el corazón de la montaña” así mismo, “la tierra se representa devorando al sol, al crepúsculo en forma de boca de jaguar abierta sobre el astro. En fin, se convierte en una divinidad solar que corresponde al curso nocturno del astro: el sol representado en forma de jaguar es el sol negro” 5



El jaguar en relación a la tierra y al maiz
De la serie Criaturas del Maíz Impresión sobre papel algodón. Grabado en placa de fierro con esmalte automotivo (resina epóxica) Medidas variadas Autoría: Diana Arias. 2020
La belleza no es una característica de los objetos, sino una cualidad otorgada por el sujeto que lo observa, estrechamente relacionada con los sentidos y las emociones que percibe; Cuando se habla de lo sublime, se refiere a algo elevado, más allá de la mirada humana y que trasciende los límites de la naturaleza. Es sobrenatural. Longino expresa que “casi por naturaleza, nuestra alma se eleva ante lo que es verdaderamente sublime” y Kant lo define como un grado de superioridad del espíritu humano que establece comparaciones en tanto que se hace una relación de distancia y contemplación que le permita liberarse del sentimiento de temor de algo que lo desborda, para activar la conciencia hacia una reflexión. La contemplación en lo real se da porque existe una distancia entre el objeto y el observador, en la representación artística, aunque existe la distancia, ésta acerca al sujeto a una emoción relacionada con la escena u objeto representado sin ser invadido y dominado por él. Imaginar la grandeza en lo divino es una tarea que desborda las capacidades humanas y por ello lo sublime radica en lo infinito que se escapa de los sentidos y la comprensión; lo sublime se canaliza en la contemplación (de algo superior) y no en lo que se concibe como sublime, haciendo evidente las propias limitaciones humanas, pero también como potenciador de la tenacidad de su espíritu; La grandeza radica en el triunfo frente a estas limitaciones, adquiriendo incluso, capacidades sobrehumanas. En los relatos míticos, los dioses que se describen, poseen características humanas y sobrehumanas, las cuales también pueden ser otorgadas a algunos seres humanos que se consolidan como héroes; los fenómenos de la naturaleza son relatados como actos extraordinarios y adquieren un valor revelador en la percepción de los observadores.
Según Kant, no es sublime el fenómeno en sí, sino el efecto que se produce en el ser humano, que es la experiencia de lo sublime porque excita en el ser humano una fuerza superior que se levanta sobre ella: Su espíritu. (Sánchez Vázquez, Adolfo. 1992. pág. 206).

En el pensamiento mítico conviven y se entrecruzan lo sagrado y lo profano: lo sublime y lo trivial. Guerrero Jaguar. De la serie Jaguaridad Tinta y lápiz graso sobre lámina offset. 26 x 19,5 cms. Autoría: Diana Arias. 2020
La imagen arquetípica es la forma de codificar en el entorno simbólico el imaginario colectivo desde términos de comunidad a nociones de humanidad universal. Los arquetipos para Jung, son esquemas de pensamiento y experimentación de la realidad que se encuentran en el sustrato común a los seres humanos, estas imágenes de representación de un pensamiento más allá de un objeto tangible, hace posible concebir estas imágenes como no sensibles o imaginarias, que son parte más de un proceso imaginativo intuitivo, en el que se desarrolla una forma de conocimiento anterior a un pensamiento mediante una síntesis figurada que no busca ser semejanza o imitación de la realidad, sino simbolizaciones y representación, incluso creación en el que la imagen adquiere valor por su significación. (Zamora, F. p136-137).
Los arquetipos contienen el concepto puro del discurso mientras que la representación arquetípica “hace presente” su significado. El sustrato en el que se transmiten los arquetipos de generación en generación es imaginario y simbólico
como patrones emocionales y de conducta que se reproducen en el entorno sensible de un ser humano. Jung define al símbolo como “transformador de energía” pues el proceso de simbolización es unir y articular elementos dicotómicos. “El símbolo ofrece, pues, un carácter relacional: por una parte, hunde su imaginería en las aguas madres del Inconsciente como matriz arquetípica, por otra despliega en su cromatismo una deliberación de proyecciones o posibilidades abiertas. De este modo, el símbolo aparece disolviendo lo fijo o fijado y fijando lo volátil” 6 . Los símbolos y los mitos que se comparten y se relacionan en diferentes culturas dan cuenta de una base cognitiva que tienen en común las sociedades humanas, siendo estos los arquetipos que se alojan en un espacio imaginario llamado por Jung como inconsciente colectivo, que actúa sobre los individuos, permeando así su inconsciente personal. “No se trata entonces de representaciones heredadas sino de posibilidades de representaciones. Tampoco son una herencia individual, sino en sustancia, general”. 7
El símbolo como unificador de energías opuestas: relación y contraste. Dual De la serie Jaguaridad Tinta y lápiz graso sobre lámina offset. 26 x 19,5 cms. Autoría: Diana Arias 2020

La ilusión de realidad en la representación se concreta en los códigos visuales que condicionan y crean un nuevo modo de ver. (Ochoa, 1986. Pág. 19). Gombrich aborda la representación no como copia de lo que se ve, sino como lo que sugiere. Bajo esta idea, Gombrich considera que la representación de lo real no es una mímesis de la forma, sino de su contenido conceptual. La lectura de la imagen posee una cualidad de duplicidad, en tanto que hay diferentes alternativas para percibirla y el “modo de ver” acomoda los elementos de la imagen para realizar una lectura u otra, no varias al tiempo, lo cual nos indica que la mirada (que es la búsqueda de esas imágenes, primero en la imaginación) es selectiva para definir la lectura que se hará.
En el caso de la obra de arte, La representación de la realidad a través del objeto artístico exalta mediante la forma (representación) y el contenido (idea), el sentimiento de lo sublime se produce por su contenido formal y no tanto por su contenido en la idea, de esta manera, algo que nos genera repulsión en la realidad, en el objeto artístico produce todo lo contrario y puede atraer y generar placer por su sensibilidad formal. (Sánchez Vázquez pág. 199)
Entonces por ejemplo, mientras el contenido puede rozar lo siniestro, las formas plásticas pueden desencadenar la experiencia de lo sublime; lo siniestro como lo oculto, la sombra o el abismo y lo sublime radica en la elevación del espíritu frente a ese abismo. La experiencia de lo sublime asociada al arquetipo es incluso la revelación de la realidad de las visiones internas y abrir paso al universo simbólico en el entorno de la consciencia como una realidad representada desde múltiples posibilidades abiertas y modos de ver.

Lo oculto que se revela como acto mágico. Las fauces del jaguar representan la entrada al inframundo, hacia la profundidad de la sombra.
Portal. De la serie Jaguaridad Tinta y lápiz graso sobre lámina offset. 26 x 19,5 cms. Autoría: Diana Arias. 2020
Citas
1. Martinez Moro, Juan. La ilustración como categoría. Ediciones Trea S.L. España, 2004. P. 16
2. Calabresse refiriéndose a Cassirer. Cala
brese, Omar. El lenguaje del arte. Ediciones Trea S.L. España, 2004. P. 29.
3. González Ochoa, César. El espacio plástico. Consideraciones sobre la dimensión significativa del espacio. Universidad Nacional Autónoma de México. México, 2014, p.57.
4. Rodríguez Vásquez, Fernando. “Más allá del ver está el mirar: pistas para una semiótica de la mirada”. Extraído de la Revista “Signo y pensamiento” N° 20. Universidad Icesi, Colombia. 1992.
5. Chevalier, Jean – Gheerbrant, Alain. Diccionario de los símbolos. Epublibre (Edición digital). España. 2018.Pag. 1513-1515
6. Ortiz-Osés, Andrés. C. G. Jung Arquetipos y sentido. Edición Universidad de Deusto. España, 1988. Pág.49
7. Jung, Carl Gustav. Arquetipos e inconsciente colectivo. Ediciones Paidós Ibérica. España. 2009. Pág.95
Fuentes bibliogràficas
Acha, Juan. Los conceptos esenciales de las artes plásticas. Ediciones Coyoacán. México 2011.
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Dolmatoff, Reichel. El chamán y el Jaguar. Siglo XXI editores. México, 1978.
Eco, Humberto. Historia de la belleza. Traducción de María Pons Irazazábal. DeBolsillo ediciones. España, 2010.
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González Ochoa, César. Imagen y sentido. Universidad Nacional Autónoma de México. México, 1986.
Hope, Jane. El lenguaje del alma: guía visual sobre la iluminación y el destino. Blume ediciones. España, 2003.
Jung, Carl Gustav. Arquetipos e inconsciente colectivo. Ediciones Paidós Ibérica. España. 2009.
Little, Stephen. Ismos para entender el arte. Turner publicaciones S.L. España, 2004.
Martínez Moro, Juan. La ilustración como categoría. Ediciones Trea S.L. España, 2004.
Ortiz-Osés, Andrés. C. G. Jung Arquetipos y sentido. Edición Universidad de Deusto. España, 1988 Rodríguez Vásquez, Fernando. “Más allá del ver está el mirar: pistas para una semiótica de la mirada”. Extraído de la Revista “Signo y pensamiento” N° 20. Universidad Icesi, Colombia. 1992.
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Zamora, Fernando. Filosofía de la imagen. Universidad Nacional autónoma de México. 2006
Web: Un experimento comprueba que la realidad no existe hasta que es observada. 22 de marzo 2018. Recuperado de https://culturainquieta. com/es/inspiring/item/13591-experimento-comprueba-que-la-realidad-no-existev-hasta-que-es-observada.html. 7 agosto 2020.
