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Tu Padre terreno
Tu Padre TerrenoTu Padre Terreno
Apoyado en la barandilla del paseíto del río, distraigo mi vista en los patos que dormitan en lugar sombrío. Acaricia la brisa mi cara y entorno los ojos al sol, es la primaveral mañana que enrojece mis mejillas con su primoroso calor.
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Y ensimismado en la corriente cuando salta en la Alianza, pierdo mis sentidos de repente oyendo tan solo en mi mente lejanos ecos de mi añoranza: Primero, oigo claras las voces de niños que juegan detrás del tarajal, oigo sus jóvenes gritos perderse entre el cañaveral. Veo sin mirar siquiera unos pantalones cortos correr por las regueras, y unas caras infantiles reír a carcajadas por cosas vanas y pueriles.
De pronto, me deslumbra una luminaria y compases de mi época, rellena mis oídos de música imaginaria, es la Verbena del barrio tal y como yo la he conocido, se presenta así, sin más, ante mis ojos vencidos. Repleta de las caras alegres de mis antiguos amigos, de gentes que ya no están y a los que mucho he querido. Después, oigo trompetas lejanas y entre el sonar de campanas veo al Imperio venir, perfilándose la mañana de ese día de la semana cuando Dios quiso morir. Veo a Nuestro Padre Jesús mirándome fijamente, veo a su Madre María con su cara sonriente.
Suena lejos la campanita, llenan las calles las gentes y un montón de figuras hacia mi se precipitan.
Y yo, levanto la vista al momento y restriego con fuerza mis ojos quedando un instante turbado, quedando mi alma en enojo pues fijo mis pupilas y no veo: más que patos recostados, más que un río acelerado, más que huertas y taraje:
¿Serán las voces de mi infancia que ante tan sublime paisaje, me recuerdan la inocencia perdida en la conciencia de mi vida en su bagaje?.
¿Será acaso un Angel que aprovecha este momento para decirle a mis adentros que no cese ni decaiga, y que siga en el empeño de vivir como en la infancia, esos años venideros con paciencia y con templanza?.
¿Será acaso mi memoria que quiere que yo transmita a mi retoño con esfuerzo, a sentir como palpita un pueblo junto a la ermita, donde el Pontano tirita de placer ante el eterno?.
¿Será acaso mi corazón que quiere que yo enseñe lo que aprendí con el tiempo, y transmita a la juventud las tradiciones del pueblo?. ¿Será acaso que me dormí y en el devenir de mi sueño, soñé que yo soy feliz como en mi edad infantil, como en aquellos bellos veranos, como en mi querido cuartel, como cuando cogido del brazo paseo junto a mi hijo y comparto como hoy contigo mantel?. ¿Será acaso que soñé para saber que te quiero, y para poderte decir que Dios es tu Padre Divino y yo tu padre terreno?.
Así, que puedes abrazarte a mi hasta que me retire a su seno, pues pienso ser siempre feliz teniendo muy cerca de mi tu persona y al Nazareno. .
Juan F. García Arroyo 25-II-98
Dedicado a Manuel Barrios en el Almuerzo en Honor a los Padres