Humildad Bastonera

Dura y oradada es la piedra del reposo, negra y quebrantada es la roca del doloso, donde el cuerpo más hermoso de nuestro Divino Cordero, descansa con Humildad el peso del sufrimiento impuesto por la humanidad.

Moradas son sus heridas y como labios cargados de vida gritan al cielo cuajado de estrellas infinitas: gemidos sin enojo, lamentos sin reproche, perdidos en la negrura de la espesa y larga noche.

Y entristece al pueblo entero y lo sume en la amargura, cuando pasa lentamente en pos del bastonero, que con su limpio paso y acompasado movimiento llevan el Trono Humilde, por las calles empedradas por los firmes pavimentos, por las cuestas empinadas y de nuevo hasta el Convento.

Hombres de hombros duros hombres de corazón tierno, hombres que saben llevar al cielo sobre sus cuerpos, almas que sienten dentro la ternura del Maestro, pies que arrastran lentos el tormento para el perdón y el infame sufrimiento que el Pontano con razón intenta aliviar al momento. ¡No moverlo!, ¡despacito! ¿no veis que esta sangrando y es un cuerpo bendito?. Paso firme bastonero que no te falten las fuerzas, que no decaiga tu esmero, aliviarle el picazón de sus espinas clavadas, convertiros en la nube que soporte su frente cansada, para que descanse su mano su mano ilusionada, en la promesa divina de la resurrección anunciada.

Que descanse todo su cuerpo sentado en la dura peña, que repose su mirada sobre las alegres velas que iluminan agitadas el cortejo de esta escena, es la Humildad Humildad Humildad sincera es la Paciencia Paciencia Paciencia extrema.

¡Vamos a verlo hermano!, y cogidos de la mano esperemos su presencia el Miércoles Santo temprano, bajemonos el capillo y por el chico agujerillo que deja salir la vista y algún que otro suspiro, recemos con una lágrima oremos con un quejido al humilde que ya viene con todo su poderío, al paciente de la Puente, al hermano más hermano, al Dios que con sus manos aprieta mi corazón ardiente, dejando salir muy quedo mi grito de penitente:

¡¡Viva el Humilde!! Viva el que tiende su mano, para sentirnos más hermanos Puente Genil y sus gentes.

Juan FernandoJuan Fernando Puente Genil 1996Puente Genil 1996