

APUNTES IGNACIANOS
ISSN 0124-1044
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Darío Restrepo, S.J.
Iván Restrepo, S.J. .
Carátula
San Ignacio en la cueva de Manresa. Obra de Domingo Martínez en 1740.
Diagramación y composición láser
Ana Mercedes Saavedra Arias
Secretaria General del CIRE
Tarifa Postal Reducida:
Número 2010-123
Vence 31 de Dic./2010
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ApuntesIgnacianos
Número 59 Año 20
Mayo-Agosto 2010
Sugerencias para dar Ejercicios:
Una visión de conjunto
CENTRO IGNACIANO DE REFLEXION Y EJERCICIOS - CIRE
Espacios para el Espíritu
Carrera 10 Nº 65-48. Tel. 640 50 11
Bogotá - Colombia
Nuestros Números en el 2010
Enero-Abril
IXSimposio de Ejercicios Espirituales «BuscaryhallarlavoluntaddeDios»: Elección yreformadevida enlos EE.
Mayo-Agosto
Sugerencias paradarEjercicios: Unavisióndeconjunto
Septiembre-Diciembre
Huellasignacianas: caminandobajolaguíadelEspíritu
Sugerencias para dar Ejercicios: Una visión de conjunto
Iván Restrepo Moreno, S.J.
Evolución en la manera de hacer y dar los Ejercicios.
Iván Restrepo Moreno, S.J.
Disposiciones
Javier Osuna Gil, S.J.
Apuntes Ignacianos 59 (mayo-agosto 2010)
Presentación
El ministerio de los Ejercicios Espirituales ha sido uno de los principales desde los inicios de la Compañía. Ignacio lo recomendaba en sus cartas. Pocos días antes de su muerte (el 18 de julio de 1556) en una carta que escribió al P. Fulvio Androzzi, se expresaba:
Entre las cosas que suelen mucho ayudar (…), V.R. sabe que hay una muy principal: los Ejercicios. Os recuerdo, pues, que hay que emplear esta arma, muy familiar a nuestra Compañía (…) para darlos exactamente precisaría hallar sujetos capaces e idóneos para ayudar a otros, después que ellos fuesen ayudados (…) Vuestra Reverencia extienda un poco los ojos a ver si puede ganar algunos buenos sujetos para el servicio del Señor, para los cuales la dicha vía es óptima1 .
Dar y acompañar los Ejercicios nos sitúa en el carácter apostólico de los mismos. El campo de reflexión y estudio de este instrumento apostólico es abundante y amplio. Por lo tanto, exige un «procesar» continuamente sus contenidos desde una realidad vital e histórica que va aportando nuevos datos. Ponerlos al alcance de muchos públicos, en su significación más profunda del «sentir y gustar internamente», como ayuda para «preparar y disponer el ánima» y con ello fijarse en la voluntad divina que le va siendo revelada, es y seguirá siendo una experiencia espiritual fecunda, según el talante místico que se pueda transmitir como fieles y sencillos servidores del Evangelio de Jesús.
1 IGNACIO DE LOYOLA, Obras completas de San Ignacio de Loyola, (BAC 86), Madrid 61997, 1100.
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Presentación
En carta reciente del P. Provincial a todos los jesuitas de Colombia, aparece la urgencia de «incorporar este método que tenemos para la paz en nuestra organización del tiempo de todos los años. Para un pueblo que perdió su principio y fundamento poder ofrecerle, con la contribución de todos y al mayor número de hombres y mujeres que nos sea dado, la posibilidad de «dejar al Criador obrar en su criatura y a las criaturas con su Criador y Señor» [Anot 15]».
Con tal deseo, el P. Provincial nos pidió organizar una semana que sirva de motivación y preparación para que cada jesuita pueda llegar a ofrecer una tanda de Ejercicios cada año. El objetivo fue que los participantes pudieran elaborar una propuesta personal para darlos, partiendo de la experiencia y los conocimientos que ya tienen, con el aporte de elementos prácticos y teóricos reflexionados durante la semana, y el enriquecimiento generado por el intercambio colectivo sobre los puntos cruciales de los Ejercicios.
Estas páginas pretenden ser una relectura del texto ignaciano para apoyar el estudio y mayor disposición de los que puedan dar y acompañar Ejercicios con competencia. La propuesta está basada en la estructura misma de los Ejercicios, la articulación de cada jornada y los aspectos teológicos relevantes de cada semana. Los contenidos son en su orden: Evolución en la manera de hacer y dar los Ejercicios. «Actores» de los Ejercicios y tarea del que los da. Anotaciones, Adiciones y Principio y Fundamento. Primera semana. Segunda semana: contemplación (cristología ignaciana), consolación del Espíritu y discernimiento. Banderas, Binarios, Maneras de humildad y elección. Sentido y forma de dar la tercera semana. Cuarta semana y contemplación para alcanzar amor. Se concluye con la comprensión de la «arquitectónica» de los Ejercicios y el desenvolvimiento de los distintos procesos internos.
Finalizamos este número de nuestra revista con una sumaria orientación bibliográfica y con algunas referencias a estudios de distintos autores que sirvieron de consulta a los participantes en esta semana de actualización y profundización de los Ejercicios ignacianos.
Esperamos que esta reflexión del Equipo del CIRE pueda ser una ayuda a quienes se hallen en el mismo modesto empeño de ayudar a otros.
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Una visión de conjunto de los Ejercicios
PIván Restrepo Moreno S.J.*
ara esta presentación de los Ejercicios en su conjunto he utilizado en otras ocasiones un excelente artículo de Gilles Cusson titulado ‘la escalada de los Ejercicios’, asimismo un cuadro esquemático de las Semanas elaborado hace algunos años por los Centros de espiritualidad de América Latina. Pero hay otros connotados conocedores de la estructura y ‘arquitectónica’ de los Ejercicios, que hacen sus aportes desde diferentes perspectivas. K. Rahner, Urs von Balthasar, González Faus, Carlos Palacio, desde la teología. Carlos Domínguez los ve desde el psicoanálisis. El cardenal Martini, Gustavo Baena y otros, desde la exégesis bíblica. El P. Kolvenbach y William y Luis Peeters, desde la lingüística. Melloni, los ve como un camino mistagógico. Me valdré sobre todo del acercamiento a los Ejercicios de Carlos Domínguez y de Adolfo Chércoles, que son los que más insisten en las modificaciones internas que los Ejercicios procuran y que plasmaré en un diagrama que nos permita ver ese proceso de un solo golpe de vista.
Los Ejercicios son un mét-odo, es decir, una invitación a ‘recorrer un camino’. Un camino, además, que tiene como condición imprescindi-
* Doctor en Teología de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Actualmente Miembro del Equipo CIRE.
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Iván Restrepo Moreno, S.I.
ble que toda la persona «se ponga en juego»1. Para quien no se echa a andar por ese camino, el texto se queda muerto. Los Ejercicios son un camino de libertad y de elección, son la búsqueda de una ‘identidad’ intrínsecamente atada a una ‘misión’ en la vida. En ese camino, la libertad de Dios se abre hacia el hombre y va a buscarlo en los últimos reductos de sus propias defensas. Pero no domina ni aplasta; brinda la alianza.
El librito de los Ejercicios es un ‘bloque’ increíblemente conectado y muy bien trabado. Hay que tener muy presente ese texto, que es muy determinado y nada ambiguo. Dado el tiempo y el cuidado que Ignacio puso en su composición, hay que concederle toda la atención que se merece y fijarse en dónde está el acento de ciertas frases y palabras, en la estructura y finalidad de cada ejercicio y en cuál es la conexión entre los diversos ejercicios y semanas. En él hay un método que produce distintos efectos en cada persona. Lo que se da a los otros no es la propia experiencia sino el método, que producirá ecos en el ejercitante que no se pueden prever. Qué vaya a salir de ellos es algo que depende totalmente de Dios.
Ignacio, en la que sería la definición más breve de los Ejercicios, nos descubre su estructura interna en dos tiempos: a) quitar las ‘afecciones desordenadas’ y b) buscar y hallar la voluntad divina2. Estos dos tiempos expresan énfasis, porque el primer tiempo, marcado por la búsqueda de la gracia de la indiferencia, no termina cuando ésta es alcanzada en la segunda semana3. Asimismo, todo el proceso está atravesado ‘in crescendo’ por la búsqueda de esa otra gracia fundamental en la que se sintetiza el segundo momento: la preferencia, es decir, el amor que tira del sujeto y lo atrae hacia la voluntad divina. Ese amor, está siempre presente con toda su fuerza, pero el ejercitante le va dando cabida en su corazón en todas las modalidades en que se le hace presente y en la medida en que vaya consiguiendo la gracia de desalojar de sí las afecciones desordenadas y creciendo en indiferencia.
Ambos procesos se descubren ya en el enunciado lacónico del Principio y Fundamento. El primero de ellos, la indiferencia, de manera explí-
1 Ejercicios Espirituales 5.
2 Cfr. Ejercicios Espirituales 21.
3 Ibíd., 155 y 166.
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Una visión de conjunto de los Ejercicios cita. El segundo, el de la preferencia, queda apenas insinuado en su última frase que hace alusión a los aspectos desiderativos del sujeto: «solamente deseando y eligiendo lo que más conduce...»4. Pero a partir de allí se va haciendo cada vez más relevante y central buscar cómo incrementar siempre más esa preferencia-amor por la persona de Jesús.
En esa dinámica ‘desiderativa’ del ejercitante quedan a la vez comprometidas, tanto la búsqueda de un proyecto ético conscientemente elegido, como la dinámica objetal inconsciente del sujeto. El Principio y Fundamento fija desde un comienzo cual sea esa finalidad última, ética y consciente: «alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor»5, o, dicho más concisamente, que todo sea en su «mayor servicio y alabanza». Queda así roturado el camino que el ejercitante habrá de recorrer para que toda su dinámica deseante y apetitiva permanezca comprometida en esa búsqueda. De mantenerla viva y presente en todo el recorrido se encargará la ‘solita’ oración preparatoria que antecede cada uno de sus momentos intensos de oración y súplica6 .
En este camino, una vez que sea alcanzada la gracia de la indiferencia como condición previa a la elección7, se hace perentorio obtener la gracia de la preferencia, tal como se indica en la disposición ideal descrita por el tercer binario de hombres, que «quiere quitar el afecto, mas ansí le quiere quitar que también no le tiene afección a tener la cosa adquisita ono la tener (indiferencia), sino quiere solamente quererla o no quererla, según que Dios nuestro Señor le pondrá en voluntad, y a la tal persona le parecerá mejor (preferencia) para servicio y alabanza de su divina majestad»8. Resaltamos en negrilla la ‘sinergia’ entre la acción de Dios y la actuación del ejercitante, presente a todo lo largo de los Ejercicios, pero que en este momento viene a ocupar el primer plano.
Ignacio proporciona los medios y espera que el ejercitante emplee en todo momento la plenitud de sus facultades y recursos, tanto raciona-
4 Ejercicios Espirituales 23.
5 Ibídem.
6 Cfr. Ejercicios Espirituales 46 y passim)
7 Ibíd., 155 y 166.
8 Ejercicios Espirituales 155.
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les como afectivos y sensoriales. Es esta necesidad de que el ejercitante comprometa en los Ejercicios todos esos niveles tan básicos y ricos de su vivencia humana, la que lleva a Ignacio a abundar en el uso del verbo SENTIR, ya que en él se conjugan, tanto los aspectos desiderativos (afectivos y sensoriales) como la vertiente racional y de ‘sentido’.
Cada persona vive su experiencia de fe desde unas tonalidades afectivas y cognitivas en las que inevitablemente participan sus miedos, represiones y fantasías
Desde el comienzo de nuestra vida psíquica, nuestro mundo emocional va realizando una serie de vinculaciones afectivas con los objetos donde encuentra alguna ‘gratificación’. En los primeros estadios, las figuras parentales juegan un rol muy importante, que luego se va ampliando sobre cosas y personas que son objetos de amor. Nacen allí los ‘registros del deseo’ que forman la ‘dinámica personal’, con sus atractivos y rechazos más o menos marcados; lo que constituye todo el terreno de las ‘afecciones desordenadas’.
La especial atención que siempre prestó Ignacio a las condiciones del sujeto que hace los Ejercicios, es para nosotros una invitación a aprovechar y utilizar el conocimiento que tiene hoy la psicología de los condicionamientos que pueden influir en la experiencia de fe. La manera como desde muy temprano se combinan en la vida las pulsiones de vida y de muerte, el amor y el odio, es muy marcante para la vida psíquica de cada persona. Asimismo, cada persona vive su experiencia de fe desde unas tonalidades afectivas y cognitivas en las que inevitablemente participan sus miedos, represiones y fantasías.
Los Ejercicios van tras una verdadera ‘remodelación libidinal’ que, en cuanto tal, se interesa no solo por los afectos, sino también por la ‘sensibilidad’ del ejercitante. Es decir, se busca retirar las cargas afectivas de los objetos en que estaban investidas e iniciar un proceso de nuevo
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investimento en otro objeto9. Es allí donde Ignacio pretende que el ejercitante entre a fondo para procurar una vinculación con Dios tan radical, que ordene todas las demás vinculaciones, de modo que tengan una repercusión en la configuración de la vida o en la ‘disposición de la vida’10 . Es decir, se busca transformar valores, pensamientos y conductas que lleven a una transformación profunda de la ‘identidad personal’.
Pero, ¿cómo hacer para que los Ejercicios lleguen en realidad hasta allí y no se queden en una experiencia meramente imaginaria, intersubjetiva, que no se enfrente con la realidad? Ese peligro de quedarse girando en el mundo intersubjetivo es muy real, y es quizás mayor en unos Ejercicios hechos en completo retiro, siguiendo la Anotación 20.
Para atacar esta dificultad, el requisito siguiente es que esa ‘remodelación afectiva’ sea confrontada con el ‘principio de realidad’, es decir, con algo que toque la vida. Con todo, en ese proceso de desembocar en lo real, lo imaginario y lo simbólico siguen jugando una intermediación muy importante y nada despreciable. Pero por esa razón todos los puntos de la contemplación de la vida de Jesús concluyen con aquel «reflectir en mí mismo para sacar algún provecho», que es la continua invitación a tocar siempre la vida en lo concreto.
Es así como la dinámica de los Ejercicios se va centrando en la elección. Pero Ignacio es muy consciente de que tenemos una libertad condicionada por múltiples ‘afecciones desordenadas’ que se constituyen en los grandes impedimentos de la libertad. Se hace preciso entonces identificarlas y rechazarlas, así como se hace indispensable acoger toda ayuda que pueda fortalecer esa libertad. Tocamos allí en vivo la trama subyacente de todo lo que está en juego en el proceso de los Ejercicios.
9 «Y ya se le iban olvidando los pensamientos pasados con estos santos deseos que tenía, los cuales se le confirmaron con una visitación, desta manera. Estando una noche despierto, vido claramente una imagen de nuestra Señora con el santo Niño Jesús, con cuya vista por espacio notable recibió consolación muy excesiva, y quedó con tanto asco de toda la vida pasada, y especialmente de cosas de carne, que le parecía habérsele quitado del ánima todas las especies que antes tenía en ella pintadas» (Autobiografía 10).
10 Cfr. Ejercicios Espirituales 1.
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Se supone que esas afecciones no son fáciles de identificar y que están recubiertas por mecanismos de autoengaño, abiertos o sutiles. A todo eso va a estar muy atento Ignacio con su hermenéutica de ‘sospecha’. Es esta una de las causas por las que los «exámenes» ocupan un lugar tan temprano, destacado y constante, en la metodología de los Ejercicios11. En la primera Semana, gracias al tratamiento que se da a las vinculaciones concretas del ejercitante con el misterio de iniquidad, se propicia una posible y necesaria dilucidación en todo este campo de la vida que tiende a ocultarse de la luz12. Más adelante sospecha también de los condicionamientos estructurales interiorizados (dos Banderas) y de las ataduras internas afectivas (tres Binarios y tres maneras de Humildad). Pero nadie retira su afección de un objeto de amor si en el horizonte no aparece otro objeto que totalice su búsqueda, como bellamente lo describe la parábola del tesoro hallado en el campo13 .
Esos fondos afectivos no se movilizan por medio de ideas únicamente; si no se implican las zonas afectivas, no hay cambio. Pero tampoco la afectividad y el entusiasmo bastan; estamos allí en un terreno muy cambiante. La sensibilidad es más estable y la única que asegura que el conocimiento llegue a ser de veras ‘interno’. Si el ejercicio no impregna la sensibilidad comprometiendo los sentidos y la imaginación, ese cambio no será duradero. Por eso la invitación de Ignacio al final del día a pasar los cinco sentidos sobre lo contemplado y repetido14 y el énfasis en el uso de los sentidos para incorporar la sensibilidad al conocimiento15 .
Nuestra praxis pende de esta incorporación de la sensibilidad al conocimiento: eso es lo que comporta el ‘aprendizaje’. La importancia del desarrollo de esta sensibilidad se descubre en el caso de quien aprende a conducir un carro, cómo en fuerza de la repetición llega a usar suavemente los sentidos y a tener el ‘feeling’ del carro incorporado. Te pueden dar un carro distinto y te arreglas fácilmente. Puede que uno no conduzca automóvil por un tiempo, pero sigue sabiendo conducir. La incorpora-
11 Ibíd., 1 y 24-43.
12 Ibíd., 63.
13 Cfr. Mt 13, 44.
14 Cfr. Ejercicios Espirituales 121-126 y passim.
15 «Imitar a Jesús en el uso de los sentidos», Cfr. Ejercicios Espirituales 248.
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ción de la sensibilidad al aprendizaje es la que permite que este se adapte a los cambio instintivamente.
El campo que Ignacio abre al ejercitante para que consiga de Dios la gracia de asumir en sí los ‘trabajos’ que implica el seguimiento de Jesús, abarca todo el recorrido. Ya desde el coloquio de la primera meditación16, el ejercitante vio claro que de Cristo puesto en cruz se derivaron para él todas las gracias. Al entrar en la 2ª semana debe estar, en cuanto a ‘quitar las afecciones desordenadas’, en la disposición en que lo han dejado las gracias instantemente pedidas en el coloquio de la meditación de los pecados personales, gracias que jugaron el papel de una especie de tratamiento ‘inmunológico’ contra sus más claros desórdenes y connivencias con el espíritu del mundo17 .
Continuando en esa misma dirección, ha de contrarrestar ahora dos cosas, para estar presto al ‘servicio divino’18:
1.Arremeter contra los ‘trabajos’ que implica el seguir la voluntad de Dios, incrementados y aumentados por las repugnancias y pretensiones que el amor propio imagina y se representa y 2.estar dispuesto a deponer cualquier afecto particular que siga ocupando el corazón y se resista a ser erradicado19 .
¿Qué funciones psíquicas va a poner en juego Ignacio para lograr esto? La respuesta está en el «todo modo de»20. Se enumeran allí funciones intelectivas, afectivas, valorativas, sensitivas. Y a renglón seguido, en la segunda anotación, se pondera el valor que tiene cada una de esas zonas cuando se describe la actividad del ejercitante con estos verbos: meditar, contemplar, discurrir, raciocinar, declarar y sentir21. Todos ellos movilizan a la vez las áreas intelectuales, afectivas y sensoriales del sujeto, pero se termina con la preferencia del sentir y gustar sobre el
16 Cfr. Ejercicios Espirituales 53.
17 Ibíd., 63.
18 Ibíd., 91.
19 Ibíd., 157.
20 Ejercicios Espirituales 1.
21 Cfr. Ejercicios Espirituales 2.
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saber, como lo resalta la anotación tercera: «… advertamos que en los actos de la voluntad, cuando hablamos vocalmente o mentalmente con Dios nuestro Señor o con sus santos, se requiere de nuestra parte mayor reverencia que cuando usamos del entendimiento entendiendo»22. Se valorarán también la imaginación y los sentidos como caminos indispensables para sensibilizar los bienes espirituales, de modo que el ejercitante llegue a afectarse por ellos casi instintivamente23 .
Eso quiere decir que lo que realmente nos cambia es la modificación de las zonas afectivas profundas, expresadas en términos de vivencia psíquica placentera, como lo expresan los verbos hartar y satisfacer. Se mencionan aquí con preferencia zonas de gusto y de placer, aunque también acudirá en su momento, en la 1ª y 3ª Semanas, a zonas angustiosas, que son también importantes componentes de nuestro siquismo. Por eso en los Ejercicios será necesario ‘afrontar’ (agere contra), que el ejercitante no huya de la dificultad y del estar solo. El que no pueda o no quiera afrontar esa dificultad, que se despida de la libertad.
Ignacio no desdeña las funciones intelectuales y racionales, pero evita un ‘saber para no sentir’, que no harta ni satisface. Más aún, lo que busca es la profunda articulación entre todos estos registros afectivos, racionales y sensitivos. Los tres son intensamente socorridos por Ignacio, incluyendo la ‘aplicación de sentidos’, que conecta con las zonas más primitivas y profundas del paleo cerebro del sujeto, que no se pueden olvidar impunemente24. Ignacio busca crear vínculos entre la representación y el afecto. La energía se va depositando con cargas afectivas sobre ideas, recuerdos, imágenes. Asegurar esa vinculación entre la representación y el afecto es lo que se pretende mediante la contemplación y las frecuentes repeticiones. El ejercitante tiene que pasar, además, por el aburrimiento de la ‘repetición’, que constituye las tres cuartas partes de los Ejercicios, como el aprendiz del piano, la flauta, el violín… Sentir y gustar, sin la repetición, es imposible. Esas representaciones son tanto
22 Ejercicios Espirituales 3.
23 Cfr. Ejercicios Espirituales 121-126.
24 También C. JUNG estudió los Ejercicios para relacionarlos con el proceso de ‘individuación’ que él propicia mediante la ‘imaginación activa’.
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Una visión de conjunto de los Ejercicios visuales (de cosas y personas) como acústicas (de palabras). La visual es más cercana al mundo inconsciente. Por eso invita que se detenga el ejercitante allí donde encuentra gusto. Los coloquios en su forma relacional refuerzan el afecto25. Por eso en ejercicios cada uno debe ir a su ritmo de modo que de hecho se haga posible tocar su sensibilidad.
Conviene reparar aquí en el porqué de ese abrupto pedir, en el ejercicio del rey eternal, «hacer contra la propia sensualidad y contra el amor carnal (incomodidades) y mundano» (humillaciones), para poderse afectar y señalar en todo servicio del rey eterno26 .
Es también ahora, al comenzar a contemplar la vida de Cristo, cuando el ejercitante ve que, desde su nacimiento, emergen para Jesús trabajos, pobreza, injurias y la perspectiva de la cruz, como consecuencia de su oposición frontal al ‘mundo’27. Estas contemplaciones le permitirán al ejercitante trabajar sobre su estimativa espontánea, que ve el mal en todo lo que le hace padecer y el bien en lo que lo libera de fatigas y trabajos. ¿Cómo hará para cambiar esa estimativa espontánea tan hondamente implantada en su sensibilidad? ¿Cómo se librará de esas rémoras afectivas tan fuertemente arraigadas y que le impedirán un seguimiento libre del Señor? No está en sus manos cambiar todas esas cargas afectivas. La táctica de Ignacio es vincular al amor de Cristo la cruz que ha de llevar para seguirlo y servirlo.
Será preciso ver la cruz, en primer lugar en Jesús que, «por mí», la afronta28. Mi rey y capitán se abraza –por mí– con toda suerte de trabajos y me invita a hacer otro tanto en seguimiento suyo. Viendo a Jesús que se abraza de corazón con la cruz en todos los pasos de su vida, ¿será posible que no se despierten en mí pensamientos de ser agradecido a tanto amor, tomando la lección y queriendo, por amor suyo, abrazar también yo la parte de cruz que me corresponde llevar? Tal es la insistencia en puntos clave del proceso29 .
25 Cfr. Ejercicios Espirituales 54 y 199.
26 Ejercicios Espirituales 97.
27 Cfr. Ejercicios Espirituales 107 y 116.
28 Ibíd., 116.
29 Ibíd., 95, 193, 197 y 203.
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A Ignacio no le preocupa que el ejercitante esté desolado; lo que lo inquieta es que no sienta nada. Podrá decir, ¡qué interesante!, pero, si no lo experimenta en sí, no sirve30. Además, así como en un psicoanálisis se requiere de parte del cliente la decisión de manifestarlo todo, en especial aquello en lo que encuentra más resistencia a comunicar, así en la anotación 17 se le advierte a que quien da los Ejercicios que ha de «ser informado fielmente (por el ejercitante) de las varias agitaciones y pensamientos que los varios espíritus le traen»31 .
Para que este método actúe con toda su fuerza se requiere una cierta complejidad (‘complisión’) en quien los hace32. Los Ejercicios, además, remiten constantemente a la ‘propia libertad y querer’ como centro de la persona. Hay, pues, dos condiciones indispensables para hacerlos:
1.Que el ejercitante tenga una mínima conciencia de que es libre y pueda, por tanto, decidir algo; no que tenga resuelto el problema de la libertad.
2.Que tenga una capacidad normal de acceso a la realidad. Tiene que ser capaz de objetivar.
En la experiencia de los Ejercicios lo importante es que su método quede incorporado en la persona que los hace. Ese método, incorporado, serán las ‘antenas’ con que en adelante podrá tomar conciencia de las situaciones y reaccionar adecuadamente ante ellas. El alma queda ‘preparada y dispuesta’. Los Ejercicios no dan soluciones ya hechas (already made), sino que ‘preparan y disponen’ para enfrentar la vida de manera adulta y para decidir las cosas, es decir, buscan que la persona quede situada en otro nivel de libertad y de objetividad o contacto con lo real. Por eso los Ejercicios no son ‘curativos’, nos advierte Carlos Domínguez, sino ‘preventivos’; y un peligro frecuente es querer usarlos como medicina curativa, aunque puedan tener aspectos terapéuticos que sanean el psiquismo y ayudan a enfrentar la propia realidad.
30 Ejercicios Espirituales 5-6.
31 Ibíd., 17.
32 Cfr. Ejercicios Espirituales 18.
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Una visión de conjunto de los Ejercicios
PARADIGMA DE LOS EJERCICIOS
Una de las principales fortalezas de los Ejercicios es que trazan un itinerario a la vez dinámico y consistente. Dinámico porque le ceden al Espíritu toda la iniciativa, como verdadero «director» que es. Consistente porque proponen el contenido de la revelación orgánicamente.
Es más, lo sobresaliente de los Ejercicios es que el trazado de su itinerario queda abierto a las especificidades culturales, psicológicas y espirituales del ejercitante concreto. De esta combinación de rigor y flexibilidad provienen en gran parte su fuerza y su efectividad.
El itinerario
No es cuestión de pasar simplemente de una Semana a la otra, hasta completar el recorrido. Estamos ante un itinerario jalonado por un dinamismo subyacente, generador y conductor de la fuerza que produce los frutos. Nos conviene, pues, detectar bien los principales jalones y articulaciones de este itinerario, para hacernos más conscientes de las exigencias que importa presentar al ejercitante en su momento preciso.
¿Cuáles serían esos jalones del itinerario, traduciendo las Semanas al lenguaje de la fe?
La escalada de los Ejercicios
El itinerario de los Ejercicios se desarrolla en un dinamismo altamente típico de crecimiento y de discernimiento. Juzgamos esclarecedor poder identificar este dinamismo subyacente y conseguir expresarlo de una manera inclusive visual. Ese dinamismo es la resultante de una alternancia progresiva entre:
momentos fuertes de discernimiento y crecimiento y tiempos de asimilación.
Estos tiempos y momentos son interdependientes por encontrarse encadenados el uno con el otro, para constituir lo que hemos llamado una
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«escalada», que abarca tanto el tiempo anterior a los Ejercicios mismos como su prolongación indefinida después de ellos.
Vamos a presentar, en un paradigma visual, la escalada que los Ejercicios proponen. Esto nos puede servir de ayuda para reagrupar un buen número de elementos, para situar las intervenciones específicas de Ignacio y para ubicar nuestro esfuerzo de fidelidad, tanto al espíritu de los Ejercicios como al movimiento de la vida que inspiran. Examinemos en detalle esta alternancia de
Tiempos fuertes de discernimiento
Tiempos de asimilación
Los tiempos fuertes de discernimiento son también «movimientos de crecimiento» y corresponden a «estados de ofrenda» y los vamos a representar con planos inclinados de ascenso, que desembocan en pequeñas mesetas, rellanos o descansos, correspondientes a los tiempos de asimilación, que a su vez relanzan hacia otro «movimiento de crecimiento» y así sucesivamente formando una ESCALADA.
Se trata de «tiempos» que se van engendrando genéticamente y cuyo dinamismo requiere paciencia, lenta maduración y vigilancia creativa, tanto de parte del ejercitante como del acompañante.
Los tiempos de asimilación son más prolongados. En ellos la ascética de los Ejercicios actúa durante el tiempo que sea necesario para madurar los frutos y los objetivos, cifrados en las peticiones de cada etapa. Estos tiempos desembocan en momentos intensivos de discernimiento que, aunque más breves, comportan un crecimiento expresado en un estado de ofrenda. Son tomas de conciencia relacionadas con la lucidez espiritual, que relanzan a su vez hacia una experiencia de crecimiento, de búsqueda de asimilación y de compromiso concreto. Sigue luego una larga maduración de la experiencia, la cual desembocará de nuevo en otra pausa omomento de transición y discernimiento. El esquema total luce así:
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Una visión de conjunto de los Ejercicios
Vamos a descomponer por segmentos esta figura total, para seguir mejor el itinerario ignaciano que ya conocemos y descubrir la dinámica interna de la ESCALADA.
Primero: Fase de fundamentación y liberación
A = Fase de preparación antes de los Ejercicios 1 = PyF (EE. 23)
(C)B = Primera Semana 2 2 = Ejercicio del Rey
A.Fase de preparación. La primera etapa es de FUNDAMENTACIÓN DE LA FE. Bien sea que se considere como interior o exterior a los Ejercicios mismos, esta etapa es fundamental y tiene por fin enraizar la fe de una persona en su vida real. No se trata de ofrecer una amplia visión teórica de la fe, sino de hacer que esa percepción de fe (el gran orden del universo iluminado por la Revelación) cuestione y roture el camino de profundización que los Ejercicios proponen. Este enraizamiento en la fe va a capacitar a la persona para emprender los Ejercicios más radicales de purificación-liberación (primera Semana) y del compromiso cristiano (Ejercicios completos).
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Iván Restrepo Moreno, S.I.
1.Principio y Fundamento. Este texto del Principio y Fundamento33 fue puesto por Ignacio en este lugar como un puente entre la larga preparación de maduración en la fe y el comienzo de los Ejercicios propiamente dichos. En ese texto se resume toda la problemática subyacente de la etapa precedente. En un tiempo breve de examen, invita a tomar conciencia de las implicaciones que supone el desear y elegir únicamente lo que más conduce al fin34, al mismo tiempo que se experimenta la dificultad que hay en llegar a la verdadera indiferencia.
B. La primera Semana. Después de la etapa «fundamental», que puede alargarse un tanto, la persona se confronta, al nivel de su fe y su esperanza, con toda la realidad del mal, del cual ella hace parte activa. La asimilación de ese misterio de liberación, fruto directo de una fe activa, se realiza al contacto con el amor salvador manifestado en Cristo pendiente de la cruz. Los «cinco ejercicios» de esta Semana están puestos para permitir acceder y experimentar, en la vida del ejercitante, ese amor salvador. Puede ser una etapa no muy prolongada: lo importante en ella es la verdad y autenticidad de la experiencia vivida.
En la inmensa libertad interior que brota de allí, se implanta un amor generoso, sin más límites que los que Dios señale a lo largo de un camino «iluminativo» que seguirá de allí, descubierto al detalle en la conjugación de Palabra y Espíritu, hasta conseguir colocar en las coordenadas divinas a la persona que se libra sin medida a la acción del Espíritu en ella.
2. Ejercicio del Rey. Es una nueva etapa breve que comprende el tiempo necesario para realizar una toma de conciencia que ilumine el movimiento de amor suscitado por la etapa precedente y explicite la ofrenda, portadora del deseo de darse por entero al Señor y a su misión concreta de salvación. La experiencia de salvación me invita a la misión de salvación. ¿Qué debo hacer por Cris-
33 Ejercicios Espirituales 23.
34 Ibídem.
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Una visión de conjunto de los Ejercicios to? Me ofrezco enteramente a la tarea en la lucidez amorosa o en la caridad discreta («discreta caritas»). Así queda relanzado el nuevo movimiento de asimilación a lo largo de una vía precisa, la de Cristo y su evangelio, que deben ser hechos vida.
El ejercicio del Rey abre a esta etapa comprometedora y presenta a la generosidad del ejercitante los criterios objetivos y subjetivos de discreción, para que no se extravíe con las insinuaciones del pseudo «ángel de luz». Este ejercicio lanza, en la lucidez espiritual, a la experiencia del seguimiento de Cristo, a ordenarse a sí mismo y la propia vida por los caminos de Dios, a la luz del Evangelio y bajo el impulso del Espíritu. Es la etapa que sigue:
Segundo: Fase de Elección evangélica
3
C = Evangelios de la infancia
3 = Meditaciones ignacianas
D = Contemplación – elección
4 = La elección
C.Los evangelios de la infancia y vida oculta. La contemplación de estos misterios favorece el encuentro y adhesión a Jesús en la profundidad de su ser salvador, con miras a un apegarse incondicionalmente a su persona mediante el conocimiento interno, en el cual el amor y el deseo apasionado están estrechamente ligados.
3.Meditaciones ignacianas. Basados en el período anterior, sigue un tiempo breve de discernimiento propiciado por las meditaciones ignacianas, que llevan hasta el límite el discernimiento de la lucidez (inteligencia y conciencia) y de la libertad (voluntad y
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afectividad), para dejar curso libre e incondicionado a la acción concertada del Espíritu y la Palabra, después de confrontar las resistencias más sutiles que oponemos a los llamados del Señor y de pedir instantemente que sean superadas por la gracia.
D.Contemplación-elección. Es esta la más larga etapa de los Ejercicios, dedicada a la contemplación y escucha de la Palabra durante la vida pública de Jesús, donde madura el movimiento de elección en la docilidad a la acción del Espíritu. La elección será la opción fundamental por el Evangelio identificado con mi vida.
4.Cerrar la elección35. Se entra en otro momento fuerte de relectura discerniente, hasta llegar a concretar la ofrenda del Reino y encarnar muy personalmente el SÍ a Dios. Amor, deseo y ofrenda toman la forma que Dios les habrá dado en su amor. Y vuelta a la Palabra que me señala la «subida a Jerusalén».
Tercero: Fase de experimentación
E = Tercera y Cuarta Semana 5 = Contemplación para alcanzar Amor.
F = Post-ejercicios
(G)6 = Examen espiri6 tual de conciencia F 5
(G)= Vida en el Espíritu.
E
35 Cfr. Ejercicios Espirituales 169-189.
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Una visión de conjunto de los Ejercicios
E. Tercera y Cuarta Semana. Estas Semanas son el lugar único y privilegiado de experimentación. ¿Me permite, en realidad, el SÍ de mi elección, emprender la subida a Jerusalén, comulgar en la actualidad con los misterios de la pasión y del resucitado, para entrar con plenitud de corazón en la dinámica apostólica, misionera y eclesial de la ascensión? Etapa de aprendizaje y asimilación, que nos encamina a la vida cristiana ordinaria, pero vivida en toda su profundidad cristiana.
5.Contemplación para alcanzar amor. Esta contemplación es una toma de conciencia de la fuerza de amor suscitado a lo largo de toda la experiencia de los Ejercicios. Un amor que llama constantemente al amor, que ha de ponerse y expresarse en obras. Iniciación de un movimiento continuo de crecimiento en el amor, mediante el cual se profundiza, en una lectura de fe, sobre la realidad del amor y sus signos; esto ha de provocar una respuesta de amor en todo, cada vez con mayor profundidad. Este movimiento, fundamentado por todo el camino de los Ejercicios, se canaliza en vías que le dan forma y que invitan al ejercitante a un compromiso indefinido.
F. Post-ejercicios. La vida después de los Ejercicios ha de ser vivida en el Espíritu de amor, que la contemplación anterior enseña e invita a desplegar a todas las acciones y momentos de la vida. Asimilación indefinida del llamado de Dios, mediante el ejercicio espiritual que se describe a continuación.
6.Examen espiritual de conciencia. Los Ejercicios nos preparan para esta pausa regular durante la vida. Son momentos de discernimiento para reajustarse según el SÍ de la elección y de acuerdo con las nuevas exigencias del Espíritu en las imprevistas circunstancias de la vida. El examen espiritual de conciencia es invitación a un crecimiento vigilante e indefinido en el Espíritu, hasta la plenitud de Dios.
G. La vida ordinaria… siempre ritmada por la práctica de la oraión y el examen.
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Subyacente a todo este movimiento dinámico está la fuerza del DESEO, sometida a la vigilancia del discernimiento, verdadero apoyo de toda esta ascética de crecimiento que presenta la pedagogía de los Ejercicios. Vía que permite esquivar la Escila y Caribdis del voluntarismo y del quietismo, principales escollos de toda vida espiritual. Pone en juego un equilibrio vital y exigente que requiere nuestra pasividad (dejarse mover y conmover) y nuestra actividad (corresponder y ofrecerse), nuestra paciencia para permanecer y nuestra vigilante creatividad, pues el amor se muestra en los actos.
Extracto y reelaboración de un trabajo de GILLES CUSSON, S.J., Les alternances dynamiques de l’itinéraire des exercices: CSI 37 (1986) 29-39.
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Una visión de conjunto de los Ejercicios

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MODIFICACIÓN DE LOS AFECTOS EN EL PROCESO DE LOS EJERCICIOS
En cumplimiento de lo que dice el título de sus «Ejercicios espirituales para vencer a sí mismo y ordenar su vida, sin determinarse por afección alguna que desordenada sea»36 , Ignacio busca tocar y modificar, a través del modo y orden con que va proponiendo las diversas fases y momentos de los Ejercicios, tanto los marcos racionales de comprensión y sentido como los resortes afectivos y de sensibilidad del ejercitante, amortiguando los afectos desordenados e intensificando los ordenados hasta conseguir de Dios una ‘indiferencia’ que permita tomar una determinación según las mociones del Espíritu.
36 Ejercicios Espirituales 21.
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<<HACER REVERENCIA>>

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El ser humano, criatura del Señor, padece una primera tentación, que es raíz de todas las demás. El enemigo induce la sospecha de que Dios lo engaña, de que no es suficiente haber recibido todas las cosas para su bien, para que le «ayuden» en la prosecución del fin, y le inculca la pretensión de creerse y hacerse amo y señor de todo, buscando «sus propios provechos e intereses personales», su propia sabiduría y su propia gloria.
Esa tentación y caída originaria tiene múltiples consecuencias, que son las que revelan las narraciones del pecado.
Dios, sin embargo, no le teme al pecado, y se muestra dispuesto desde el comienzo a reversar ese proceso y a salirle al paso, usando una delicada misericordia, para con la criatura lisiada por su pecado: Él mismo le pone a Caín la señal en la frente, para que nadie le haga mal, le pone los vestidos a Adán y a Eva y cierra la puerta del arca de Noé en el diluvio.
Es más, envía a su propio Hijo que muere puesto en manos de la «justicia» humana.
Todo esto lo pone a considerar muy detenidamente Ignacio en el primer coloquio de la Primera Semana, cómo de creador es venido a hacerse hombre y así a morir por mis pecados37 .
Ese es nuestro cobijo y nuestro amparo: estar puestos bajo la cruz de Jesús. Somos bautizados en su muerte; solo al calor de ese amparo puede disolverse el amasijo de defensas que nos creamos para defendernos de las consecuencias que en nosotros ha dejado el pecado.
37 Ibíd., 53.
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El hacer reverencia, que aparecen en el enunciado del Principio y Fundamento como parte de la finalidad del ser creado, desaparece en las siguientes formulaciones de esa finalidad que se suele enunciar: «para mayor servicio y alabanza de su divina majestad y salvación de mi alma».
¿Qué ha pasado entonces con el hacer reverencia?
Lejos de desaparecer, todo el proceso de los Ejercicios se dedica a conseguir esa reverencia que va en la línea de la humildad y conduce al acatamiento amoroso38 hasta llegar a identificarse con el Señor pobre y humilde39: Aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón.
Solo desde esta gracia suplicada y alcanzada, mediante el coloquio de dos banderas: ser puesto con el Hijo40 , se estará preparado para un sano discernimiento del mayor y mejor servicio, y únicamente a través de ese servicio, que lo lanza al servicio de los demás, se tributará la mayor gloria y alabanza al Señor, para salvación de mi alma.
El acatamiento y reverencia es la vía que el Señor me quería mostrar, dice Ignacio en el Diario Espiritual41
Ignacio, en las cosas de Dios, se había más «pasive» que «active».
Juan de la cruz: «La oración es advertencia amorosa al Dios presente» «La fe tiene vocación de experiencia» (De Lubac)
38 Cfr. Directorio de Ejercicios 160.
39 Cfr. Ejercicios Espirituales 167.
40 Ejercicios Espirituales 147.
41 Cfr. Directorio de Ejercicios Camino al acatamiento y humildad amorosa: 156-157, 159-174, 178, 179 y 182.
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Una visión de conjunto de los Ejercicios
«La fe necesita experiencia (Lohfink)
La oración es «actus fidei», acto de la fe, hija de la fe; pero aquí la hija tiene que alimentar a la madre.
El ser humano está abierto a Dios, pues, por la creación es imagen y semejanza suya. Esa semejanza de la creación había preparado el terreno para la «encarnación».
La voluntad es un ámbito reservado a Dios. Solo El puede entrar, salir y hacer moción en ella. Los «ángeles» (el bueno y el malo) no la pueden mover inmediatamente, como sí lo puede hacer Dios.
Por eso dice la anotación 3ª: usamos los actos de la voluntad afectando y se requiere de nuestra parte mayor reverencia que cuando usamos los del entendimiento entendiendo.
Es porque en el ámbito de la voluntad estamos más cerca del lenguaje de Dios, de la posibilidad de la relación de Dios con nosotros.
Es propio de Dios hacer moción en ella42 , sin ningún previo razonamiento o pensamiento que induzca la consolación
Es la «consolación sin causa precedente» (CSCP), que excluye cualquier posible sentimiento o conocimiento por el cual le venga a la persona la consolación, mediante sus actos de entendimiento y voluntad. Nada se ha hecho presente en el mundo afectivo o intelectivo de la persona que contempla, que pudiera ser motivo o causa de la consolación.
42 Cfr. Ejercicios Espirituales 330.
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Es propio de Dios y de sus ángeles dar verdadera alegría43 , pero es propio solo de Dios dar amor. En la descripción de la consolación, cuando Dios opera se presenta como Dador, Don, Caridad, Amor. Es el que colma nuestra apertura e indigencia.
Cuando nosotros nos disponemos y nos ponemos en actitud de humildad amorosa, nos ponemos en la mejor aptitud y actitud para recibir el Don, el Amor, el Dador, es decir, el Espíritu que es fuente que salta hasta la vida eterna.
La CSCP, más que la descripción de una ‘peak experience’ (Maslow) es la gracia que parecía en Ignacio connatural; ¡tanto se había dispuesto a ella!
Se colocó en la humildad amorosa que le hizo connatural, plácido, sobreabundante, y encontró a Dios en todas las cosas, y a todas las cosas en él.
Es el doble proceso de los Ejercicios: saliendo de las afecciones desordenadas y aficionándose por Jesús, el Cristo
Criador
Señor Divina majestad (criatura) (servidor) (caballero) Alabanza servicio reverencia
43 Ibíd., 329.
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Iván Restrepo Moreno, S.I.

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Evolucion en la manera de hacer y dar los Ejercicios.
Actores de los Ejercicios
y tarea del que los da
José de Jesús Prieto León, S.J. *
Para comenzar el trabajo que nos propusimos desarrollar, esta reflexión quiso ser una ayuda introductoria que sitúo en el objetivo de esta semana de estudio y profundización de los Ejercicios, y la presentación de la primera materia sobre la que versan los mismos: «Una evolución en la manera de hacer y darlos, los actores de los EE, y la tarea del que los da».
Esta orientación apunto a, antes de abordar unos primeros elementos temáticos, a considerar la «disposición de la vida»1 para el trabajo que se fue proponiendo. La disposición es el fruto por excelencia del método ignaciano correctamente aplicado. La disposición acaba por ser la forma típica de la espiritualidad. Esta se refiere a una actitud creyente y discernida para buscar fielmente y en todo la voluntad de Dios. Actitud receptiva, de alguien que escucha, que reflexiona, que ora, que entiende y comparte. Una capacidad para comprometerse a «engendrar nuevos creyentes», nuevos seguidores de Jesús.
* Licenciado en Filosofía y Teólogo de la Pontificia Universidad Javeriana en Bogotá. Estudios de Espiritualidad en la Universidad Comillas en Madrid, España. Actualmente Director de la Revista Apuntes Ignacianos y Director CIRE.
1 Cfr. Ejercicios Espirituales 1.
Apuntes Ignacianos 59 (mayo-agosto 2010) 32-39
Evolución en la manera de hacer y dar los Ejercicios
Ahora bien, ¿Qué instrumentos pone Ignacio a disposición en los Ejercicios Espirituales?
EVOLUCIÓN EN LA MANERA DE HACER
Y DAR LOS EE
No vamos a dar una mirada a lo que ha pasado con los EE en los últimos tiempos; solamente ofreceré unos insumos de reflexión que contribuyan a resaltar unos elementos fundamentales que influyen en el comienzo de la práctica de los EE.
Dar los EE es para Ignacio, dar «modo y orden»2, esto es, de una parte, adaptación que tiene que ver con el ejercitante, con su disposición, su dinámica interna, y de otra, una regulación de los pasos que se dan durante el itinerario; una pedagogía que lleva a la experiencia de Dios en la que cada ejercicio tiene un entronque afectivo simultáneo, es decir, la experiencia de ser amados, de dejar que el amor alcance al ejercitante y de convertirse al amor.
Ha habido una evolución en la manera de hacer y dar los EE; ese «modo y orden» ha tenido sus aplicaciones y adaptaciones, son formas que ha tomado el ministerio de los EE. Estos son algunos rasgos:
- Hay prácticas de EE que siguen fielmente el texto, con sus detalles y prescripciones. Otras lo entienden en el sentido que hay que «recrearlo» a partir de la propia experiencia personal de quien los da y de la experiencia de guiar a otros. Una tendencia es que la situación espiritual del ejercitante determina la selección del texto ignaciano que se puede aplicar y, a la vez, se complementa con textos apropiados de la Escritura.
- Los EE predicados, modalidad exigida por el número y el interés de los ejercitantes, pueden resultar solo como una catequesis orante sobre la Revelación, en donde lo importante es que el ejercitan-
2 «modo y orden» es lo que debe conocer muy bien quien da los EE. IGNACIO IGLESIAS, S.J., Dar a otro modo y orden: Manresa vol. 61 (1989) 355-366.
Apuntes Ignacianos 59 (mayo-agosto 2010) 32-39
José de Jesús Prieto León, S.I.
te asimile la doctrina que se va exponiendo, donde no hay mucho tiempo para la oración personal, no hay diálogo entre quien da los EE y los recibe. Serán EE ignacianos si incluyen prácticas como el silencio, la meditación, la contemplación, la aplicación de las adiciones, los preámbulos, los exámenes.
- Hoy se presta más cuidado a poder generar una actitud de constante apertura a la acción del Espíritu en la historia personal del ejercitante y del mundo actual. Los EE se viven como una experiencia de discernimiento espiritual de la vida del ejercitante. Hay un parentesco cada vez mayor entre EE – Discernimiento – Acompañamiento. La experiencia de Dios lleva al Discernimiento. La persona espiritual se forma al saber cómo es conducida.
Los EE se viven como una experiencia de discernimiento espiritual de la vida del ejercitante
Los EE se aplican, pues, a cada ejercitante según sus disposiciones, necesidades y cualidades3. Con todo, la actualidad y eficacia de los mismos no está tanto en las diversas maneras de darlos o en la metodología, sino en la acción de la gracia con la disposición del que los recibe para seguirlos fielmente.
Disposiciones de los candidatos a EE
Ignacio distingue dos clases de candidatos: los que quieren hacerlos y no pueden, les falta capacidad objetiva, no hay aptitud para ello, y los que podrían hacerlos en su totalidad, si quisieran, pero de hecho no quieren o quieren a medias, les falta voluntad. Aquí se fija más en la actitud odisposición subjetiva.
El Maestro de los EE advierte el caso de un ejercitante que quiere y tiene capacidad para hacerlos, pero está esclavizado de una fuerte afición que lo supera. Esto toca su disposición adecuada. Interesa particularmente una condición de las señaladas por Ignacio: «que no está tan
3 Cfr Anotaciones 18, 19 y 20.
Apuntes Ignacianos 59 (mayo-agosto 2010) 32-39
Evolución en la manera de hacer y dar los Ejercicios aficionado a alguna cosa que sea difícil traerlo a que se ponga en igual balanza ante Dios»4. No se trata de una indiferencia plena, sabemos que no es así. Lo que sí excluye es toda clase de rigideces y de empecinamientos. Un buen candidato a EE lo será tanto mejor cuanto más dócil se muestre o se deje guiar dócilmente por el Espíritu Santo.
Importante, pues, examinar las dis-posiciones del ejercitante, es decir, su situación espiritual para hacerlos, todo lo que constituye su realidad personal (sentimientos, razón, voluntad, afecto) y social, como un canal de comunicación de la Palabra y del amor misericordioso de Dios, y que en realidad favorezcan una experiencia de Dios. Pero no basta cierta dosis de aptitud y de buena voluntad, el ejercitante necesita unas «pre-disposiciones» necesarias para una preparación mejor y que, a veces, se pasan por alto
Pre-disposiciones:
- La mística de los deseos: Primero están los deseos personales, luego las disposiciones para ponerse en camino, estas son actos segundos, son provocadas por los deseos. Los EE hay que desearlos intensamente. Deseo de creer, deseo de verdad, de «hallar la voluntad divina en la disposición de la vida». Ignacio habla de ordenar los deseos5. Se trata de desarrollar esta sensibilidad interior que todos tenemos para percibir, más allá de lo visible y lo tangible, la presencia del Misterio que sostiene nuestras vidas.
- Los pre-ejercicios son recomendables para todos los que hacen EE, dado que es conveniente que al comenzarlos, el ejercitante tenga una suficiente práctica de oración y haya clarificado o confrontado la problemática que percibe en el ahora de su vida. Para quienes los hacen por primera vez, con mayor razón.
El criterio es poder visualizar una fe suficientemente madura, sólida. Una persona con fe pero sin conocimiento suficiente y, por tanto,
4 Cfr. MHSJ, Exercitia et Directoria, 785, 6.
5 Cfr. Ejercicios Espirituales 16.
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no muy asimilada, necesita una catequesis previa para avivarla más6, y que luego adquiera profundidad y autenticidad en los EE.
Ahora bien, ¿Cómo hacer los pre-ejercicios? Conviene sugerir prácticas que vayan creando un clima adecuado de oración. Formular preguntas como: ¿Qué espero en los EE?, preguntas sobre auto-conocimiento: ¿Quién soy yo, mis fuerzas, mis debilidades, mis preocupaciones…?, reconocer el mundo en el que se mueve, la imagen de Dios que se maneja, etc. Todo ello iluminado con textos de la Escritura. El tiempo que dura esta etapa lo va dando la persona. Los pre-ejercicios confirman que el individuo es capaz de los EE, capaz de meditar, de contemplar, de examinar, de silenciar la vida… Tener en cuenta las resistencias que pueden aparecer antes de los EE resulta de gran provecho para desactivarlas o hacerse cargo de ellas.
Todo lo anterior plantea el tema de la selección rigurosa de los que van a hacer los EE, si se quiere que estos sean verdaderamente tales. Llama la atención que generalmente se acepta a todos los que los piden.
ACTORES
Aunque uno es el texto de los EE y, desde el carácter individual de los mismos, el ejercitante se ha visto como protagonista y único actor, en lo que podríamos ver una sospecha de subjetivismo, hoy podemos hablar de: cuatro textos y cuatro actores en los EE. Los cuatro actores son: Dios, Ignacio, el que los da y el que los recibe. Cada uno actúa según el momento. Los cuatro contribuyen al trabajo, cada uno a su manera. Conviene anotar que la relación que hay entre Dios e Ignacio no es la misma que se da entre quien los da y quien los recibe. Entre estos tiene que darse una relación de calidad en la que ambos se aportan muy profundamente7 .
LLa entrega del propio interior no es fácil. Esta requiere un clima de acogida sin condiciones, de respecto y de confirmación pero sin vincular al otro a sí mismo. En toda actitud debe estar presente una discreta y
6 Cfr. Lc 17, 5-10.
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Evolución en la manera de hacer y dar los Ejercicios
autentica fe y, al mismo tiempo, un saber humano fruto de la experiencia y el estudio a fin de evitar los desajustes que hacen difícil la relación humana y que se manifiestan en las exageraciones de la trasferencia y contra trasferencia, de la dependencia y las proyecciones. Es un campo donde mucho interdependen entre si la naturaleza y la gracia7 .
Si los EE son ejercicios espirituales, esto significa que solo podrán entenderse a la luz del don admirable del Espíritu Santo que los inspiró. El mismo Espíritu que guió a Ignacio en su experiencia y en su composición debe guiar al que los da y al que los hace, ese Espíritu que está en nosotros, pero trascendiéndonos. El Espíritu es el que nos ayuda a interpretar la Palabra y toda palabra en la Iglesia: «El espíritu Santo que el Padre enviará en mi nombre y les enseñará todo y les recordará todo lo que les he dicho»8 .
EL QUE DA LOS EE
A lo largo de la historia de los EE se ha hablado de director, instructor, predicador, guía o acompañante. Esta última imágen será válida si responde a las Anotaciones de los EE en donde se podrán encontrar en detalle las actitudes propias de quien los da. Este tema será expuesto más adelante. Por ahora, es suficiente saber que Ignacio, al hablar del que los da; está pensando en alguien que se entrega. Su función va en la línea de ayudar al ejercitante en el «discernimiento para la elección o la reforma de vida», a fin de que sea cada vez más guiado por el Espíritu.
Perfil del acompañante:
- Cualidades: el talento para darlos señala un primer requisito: se pide haberlos hecho y de ser posible los de mes. No se puede ofrecer algo que no se haya experimentado previamente. Conviene
7 Para ampliar la relación entre los actores de los EE, confrontar el artículo: «Ejercicios y co-actores». Conferencia del P. Peter H. Kolvenbach a la Consulta de Roma, 18 de febrero de 2002.
8 Jn 14, 26.
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que los haya estudiado, reflexionado y orado de modo que su aplicación no sea mecánica ni aséptica, sino con espíritu, con devoción, con fervoroso ánimo y afecto. Al mismo tiempo son necesarias, la unión con Dios y con su voluntad, la humildad, un grado de libertad y madurez afectiva. Asimismo tener nociones de teología, de Sagrada Escritura, de Espiritualidad y algo teórico-práctico de Psicología.
- Un «testigo», un transmisor de la Palabra y del texto ignaciano, sin tentación de volverse maestro, esto es solo de Dios, sin ser factor determinante, decisorio, sino iluminador. Hacen falta testigos. Un creyente que no se queda mudo, que puede hablar en primera persona, que puede decir «esto es lo que me hace vivir a mí en estos momentos…». Pablo lo decía a su manera: «ya no vivo yo. Es Cristo quien vive en mí». El testigo comunica su propia experiencia y luego se distancia. No cree teóricamente sobre Jesús, cree en Jesús porque lo siente lleno de vida. No sólo afirma que la salvación está en Cristo, él mismo se siente sostenido, fortalecido, salvado por él. El testigo comunica lo que vive. Habla de lo que le ha pasado en el camino. Dice lo que ha visto cuando se le han abierto los ojos. No enseña, hace discípulos de Jesús.
Según el P. Kolvenbach, la autoridad del que da los EE consiste en hacer «autor» al mismo ejercitante, son sus ejercicios9 .
La tarea del acompañante: Fidelidad y creatividad:
No es sólo una acción, es un servicio fraterno el que presta, es una pasión, un recibir la acción de Dios y dejarse conducir hacia el apasionamiento. Es padecer y gozar, cuando la divinidad se esconde y al mismo tiempo resplandece en el que los hace. Para ello su aporte será: confirmando, alentando, apoyando, advirtiendo, cuestionando, sugiriendo.
La tarea propiamente del que da los EE está centrada en dar los puntos para la oración con «breve y sumaria declaración», seguir el «modo
9 Cfr. PETER-HANS KOLVENBACH, Decir… al «indecible» estudios sobre los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, (Manresa 20), Bilbao: Mensajero 1999, 139-140.
Apuntes Ignacianos 59 (mayo-agosto 2010) 32-39
Evolución en la manera de hacer y dar los Ejercicios y orden»… pero más que eso, consiste en acompañar el discernimiento del ejercitante, ayudarle a sentir y discernir la consolación del Espíritu en el proceso de la búsqueda de la voluntad de Dios y la elección. Por eso es necesario que sea un «buen conversador espiritual», al estilo de Ignacio, pero más importante que la habilidad verbal es la capacidad de observar los movimientos ineriores sin prejuicios, cuidadosamente y sin valoraciones. Conocer bien las varias mociones que en el ánima se causan (reglas tanto de primera y de segunda semana para mayor discreción de espíritus)10. La tarea es de un discreto acompañante.

10 Ejercicios Espirituales 313.
Apuntes Ignacianos 59 (mayo-agosto 2010) 32-39
Anotaciones, Adiciones y Principio y
Fundamento
Darío Restrepo Londoño, S.J. *
ANOTACIONES DE LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES1
Las anotaciones, lo primero que aparece en el libro, son como un primer y elemental «Directorio» de Ejercicios Espirituales (EE) donde San Ignacio ofrece los criterios fundamentales que fundan la relación entre el ‘el que da’ y ‘el que recibe’. Notemos que el autor usa el ‘singular’ para calificar esta relación: ‘el que los da’, ‘el que los recibe; el objetivo primario no son las tandas sino el (o la) ejercitante de manera personalizada. Se trata de normas directivas, generales y prácticas.
1.Título: ... «para tomar alguna inteligencia» = «Anotaciones para dar una primera idea de los Ejercicios Espirituales...»
a.finalidad teórica de las anotaciones: la «inteligencia», entender los EE;
b.finalidad práctica: «para ayudarse» tanto «el que da» como «el que recibe EE»;
* Licenciado en filosofía y teología de la Pontificia Universidad Javeriana en Bogotá. Doctor en Teología del Instituto Católico de París. Actualmente Director de la Casa de Ejercicios «Villasunción» en Bucaramanga. Miembro del Equipo CIRE. 1 Cfr. Ejercicios Espirituales 1-20.
Apuntes Ignacianos 59 (mayo-agosto 2010) 40-48
Anotacioners, Adiciones y Principio y Fundamento
c.destinatarios (actores de EE): anotaciones escritas por Ignacio, el autor; para «el que los ha de dar»..., y para «el que los ha de recibir»; en relación con Dios: la «voluntad divina en la disposición de su vida para salud del ánima»2 .
2.División: a) naturaleza y fin de los EE3; b) modo general de proceder4; c) partes y duración5; d) disposición fundamental de quien hace los EE6; e) comportamiento de quien da los EE hacia el que los recibe7; f) adaptación, por parte de «el que los da» a los diversos tipos de personas que hacen los EE8 .
Unas anotaciones se refieren al que da los EE, otras al que los recibe, otras a los dos y algunas tocan directamente a la acción de Dios en esta experiencia. Estas indicaciones para las dos partes están un poco mezcladas porque la experiencia de los dos está estrechamente unida. Todas las anotaciones son importantes y tienen una finalidad específica.
Ante la imposibilidad de analizar cada una de las 20, me limitaré a decir una palabra sobre las más relevantes para los actores de los EE9 .
Papel de «el que da» los EE.
Anotaciones: «La persona que da a otro modo y orden... debe narrar fielmente la historia... discurriendo solamente... con breve o sumaría declaración... tomando el fundamento verdadero de la historia»10 .
«El que da los ejercicios no debe mover» … de manera que el que los da no se decante ni se incline a la una parte ni a la otra; mas estando en medio
2 Ejercicios Espirituales 1.
3 Cfr. Ejercicios Espirituales 1.
4 Ibíd., 2 y 3.
5 Ibíd., 4.
6 Ibíd., 5.
7 Ibíd., 6-17.
8 Ibíd., 18-20.
9 Cfr. MARIO GIOIA, S.J., Acompañamiento Espiritual en los Eejercicios según las anotaciones. Apuntes fotocopiados.
10 Ejercicios Espirituales 2.
Apuntes Ignacianos 59 (mayo-agosto 2010) 40-48
Darío Restrepo Londoño, S.I.
como un peso...»11: Dejar que Dios se comunique inmediata y directamente con el ejercitante. Dios es al autor central y fundamental de los EE y todo lo demás en ellos debe estar sometido a Él.
Adaptación de los EE a la persona: «según la disposición de las personas»12 .
Introducción al discernimiento de espíritus: «Mucho aprovecha el que da... ser informado fielmente de las varías agitaciones y pensamientos que los varios espíritus le traen»13 ...es lo esencial de la entrevista en EE.
Introducción a la elección del ‘estado de vida’: «mucho debe de mirar la propia condición y subiecto»14 .
Papel del ‘que los hace’
Qué son y para qué son los EE; condición «sin la cual no» se puede buscar y hallar la voluntad de Dios sobre su vida15 .
Es necesario que el ejercitante entienda muy bien en qué consiste su tarea en EE: orar, discurrir y raciocinar por sí mismo (es ‘ejercitante’)16 .
Ponerse en actitud de absoluta disponibilidad ante Dios (generosidad no natural sino espiritual)17 .
Disponerse de tal manera que Dios se pueda comunicar directamente con él y moverlo18 .
11 Ibíd., 15.
12 Cfr. Ejercicios Espirituales 18, 4 y 18-20.
13 Ibíd., 17 y 6-13.
14 Ibíd., 14 y 14-16.
15 Ibíd., 1.
16 Ibíd., 2.
17 Ibíd., 5.
18 Ibíd., 15.
Apuntes Ignacianos 59 (mayo-agosto 2010) 40-48
Anotacioners, Adiciones y Principio y Fundamento
Comunicar su discernimiento en la oración «al que los da»19 .
Papel de Dios
«la voluntad divina»20 «cuando el entendimiento es ilucidado por la virtud divina»21 «hablamos con Dios nuestro Señor»22 la vida...la pasión., .la resurrección de Christo nuestro Señor23 «el mismo Criador y Señor se comunique a la su anima devota abrazándola (abrasándola) en su amor y alabanza y disponiéndola por la vía que mejor podrá servirle adelante...; dexe inmediate obrar al Criador con su criatura...»24 .
ADICIONES DE LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES25
Finalidad: como su mismo nombre lo indica, las ‘adiciones’ se adicionan o se añaden principalmente a las normas ya dadas en las anotaciones como su complemento y están ubicadas en el texto al fin de la 1ª Semana. Se dirigen «al que hace los Ejercicios». Son un subsidio y están subordinadas a algo más importante cuya obtención favorecen. Se refieren no solo a los ejercicios de oración sino al clima de la totalidad de los EE como un esfuerzo ascético que los condiciona, disponiéndose así para hacerlos mejor. «Se supone que el ejercicio de la oración está ligado a pequeñas pero importantes condiciones pedagógicas, psicológicas y espirituales»26 . Son 10 adiciones, y la 10ª tiene tres maneras. Luego, al final27, tiene 4 notas explicativas.
19 Ibíd., 17.
20 Ejercicios Espirituales 1.
21 Ibíd., 2
22 Ibíd., 3
23 Ibíd. 4.
24 Ibíd. 15.
25 Cfr. Ejercicios Espirituales 73-90.
26 CARLO MARÍA MARTINI,S.J., Poner orden en la propia vida, Bogotá, 1995, 76.
27 Cfr. Ejercicios Espirituales 87-90.
Apuntes Ignacianos 59 (mayo-agosto 2010) 40-48
Darío Restrepo Londoño, S.I.
Sitúan a la persona, como ser relacional, en las coordenadas de espacio y tiempo, en su ser histórico, en una ‘dimensión corporal’. Algunas de ellas varían de acuerdo con la ‘Semana’ o al ejercicio al que se refieren.
Las 5 primeras se refieren directamente a la oración; las 4 siguientes a miran al clima y condiciones del día y de la experiencia. La última (la décima) se refiere a la penitencia.
Ya el título es significativo y expresa su finalidad y utilidad: Adiciones para ‘mejor’ hacer los Ejercicios y para ‘mejor’ hallar lo que desea28. Ignacio hace de su parte todo lo que puede por ofrecer al ejercitante herramientas para que la experiencia de los Ejercicios Espirituales se haga siempre de la mejor manera posible, para ayudarle en la búsqueda de la voluntad divina.
Colocadas al fin de la 1ª Semana, son como un «apéndice» al primer Directorio de Ejercicios Espirituales que son las Anotaciones. Fueron terminadas en París, tiempo de los estudios superiores. Como parte del Directorio se trata de un documento normativo que pretende asegurar la seriedad y el modo como debe el ejercitante hacer su experiencia, teniendo muy en cuenta la finalidad de cada semana, cosas que debe advertirle el que le da los EE.
Tratan de adecuar la actitud corporal y psicológica al estado anímico que se pretende: la atención de la mente e imaginación, las posturas, la luz, el modo de conversar, la compostura y reverencia ante Dios… con el fin de cooperar con él en la medida de lo posible para la recepción del don de lo alto…29 .
Así San Ignacio quiere cuidar hasta los más mínimos detalles para asegurar el éxito de la experiencia, en la colaboración con la gracia de Dios.
Somos unanimidad de cuerpo y espíritu que necesita expresarse. Y las Adiciones son las diligencias anímicas y corporales indispensables me-
28 Ejercicios Espirituales 73.
29 SANTIAGO ARZUBIALDE,S.J., Ejercicios Espirituales de San Ignacio. Historia y análisis, (Manresa 1), Bilbao 1991, 196.
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Anotacioners, Adiciones y Principio y Fundamento
diante las cuales el hombre se dispone a recibir adecuadamente la gracia deseada [76,1c]30 .
Aspecto psicológico de las Adiciones31 en general
Las Adiciones son, en la propia vida, la mejor prueba del realismo ignaciano. A Ignacio no se le escapa detalle según aquello de ir siempre «buscando lo que quiero». Con una penetrante visión psicológica, él se adelantó varios siglos a las normas de la psicología dinámica y de la psicología conductual: «si no respalda (Ignacio) el mundo de los afectos (estimulaciones intrapsíquicas) nada cambia de verdad y, al mismo tiempo, sabemos que somos también respuesta a los estímulos externos, más de lo que nuestros sentimientos de omnipotencia nos hacen muchas veces pensar»32 . En ellas nos habla «de cuestiones tan materiales como las de acostarse o despertar [73 y 74], de la movilidad en el espacio y la expresión del cuerpo [75-76], de la eliminación de estímulos evitando claridad o la mirada [79], del comer, del dolor sensible, etc. Todo ello como en un intento de usar en el propio provecho la coordenadas espacio-temporales y corporales en las que la persona está inmersa»33 .
Efectivamente, por la psicología actual sabemos la unión indisoluble que existe entre cuerpo-mente y la difícil delimitación de fronteras entre uno y otro. ‘Lo corpóreo es psíquico y lo psíquico corpóreo’34. Ignacio mismo solía decir: en cada cosa, «hay que poner todo de nuestra parte como si todo dependiera de nosotros y nada de Dios», sabiendo por otra parte, que todo depende de Dios.
Las Adiciones muestran el papel tan importante que Ignacio asigna al Yo en la ordenación afectiva de esta experiencia. Por eso ellas son materia de los exámenes y del diálogo con el que da los Ejercicios35 .
30 Ibíd., p. 197.
31 Cf r. Carlos Domínguez Morano, S.J., Psicodinámica de los Ejercicios Ignacianos, (Manresa 30), Bilbao 2003?, 65ss.
32 Ibíd., p. 65.
33 Ibídem.
34 Cfr. PEDRO LAÍN ENTRALGO, Cuerpo y alma, Madrid 1991.
35 Cfr. Ejercicios Espirituales 90 y 6.
Apuntes Ignacianos 59 (mayo-agosto 2010) 40-48
Darío Restrepo Londoño, S.I.
Las Adiciones se dividen en 2 bloques36: el primero apunta a lograr el fin de cada semana y de cada ejercicio y el segundo a la virtud de la penitencia37. En él prima la búsqueda de la unificación psicológica, la actitud receptiva ante Dios.
-Con relación al fin específico de la Semana según sea el ‘clima’ propio de cada una de ellas: v.g. vergüenza, confusión, pena, dolor, lágrimas, etc. para no disiparse, según el objetivo que se pretende aquí.
- Con relación al cuidado del ejercicio: la vigilancia de los pensamientos e imaginaciones previos al mismo, modo de entrar en la presencia de Dios, la adoración, la actitud corporal más adecuada, ritmo interno del ejercicio y su examen.
El 2° bloque38 trata sobre la penitencia externa y principalmente interna que debe acompañar la experiencia de EE y sobre todo algunos ejercicios. Constituye la parte ascética que toca a nuestra colaboración humana a la gracia.
Entre las adiciones hay que resaltar la quinta39 que trata del examen de la oración. En ésta se sienten las mociones. Pero es el examen el que lee las mociones recibidas para saber si son de Dios y cuál es su voluntad concreta sobre el ejercitante.
PRINCIPIO Y FUNDAMENTO40
El Principio y Fundamento (= PF) ubicado antes de la 1ª. Semana, fue prácticamente lo último que Ignacio escribió en Paris Su formulación es escolástica, abstracta, pero no así su contenido que encierra una experiencia vital. Es su ‘credo’. Contiene una ‘visión’ o contemplación («theoria») del conjunto de todos los Ejercicios Espirituales (= EE). Se trata
36 SANTIAGO ARZUBIALDE, S.J., Op. cit., p. 197.
37 Cfr. Ejercicios Espirituales 73-81.
38 Ibíd., 82-90.
39 Ibíd., 77 y 32.
40 Ejercicios Espirituales 23.
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Anotacioners, Adiciones y Principio y Fundamento
de una percepción de cómo debería proceder y cómo procede de hecho el ser humano situado ante la voluntad de Dios sobre él41.; Es el «cómo», el «por qué» y el «para qué» de los EE. (no propiamente su ‘síntesis’). Es también su ‘antropología espiritual’: la 1ª palabra es «el hombre». Por eso al dar los EE, este PF debería empezar con una ‘autobiografía’ espiritual’ del ejercitante, del ‘acontecer’ de Dios en él hasta ahora, punto referencial de todo, como son los «marcos bíblicos» en el evangelio42, (como es la Autobiografía de Ignacio, PF de la Compañía -Nadal-). Por tanto, la función del PF es enmarcar los EE en una situación vital concreta. Así se entenderá mejor la 1ª Semana: ‘respuesta del hombre a esa acción de Dios en él: el pecado y los afectos desordenados’. De ahí también el trabajo que tendrá que hacer en todos los EE: «vencerse a sí mismo y ordenar su vida según este PF»43. El PF es tratar de recuperar la experiencia de Dios (muchas veces no consciente) del ejercitante, la experiencia, que al comenzar los EE, tiene el ejercitante de la misericordia de Dios con él. Este es el fundamento, aquello sobre lo cual se arma todo y tiene íntima relación con la Contemplación para alcanzar amor (principio y fin). En el PF lo más importante no es lo que dice directamente sino lo que está significando como marco, como contexto: la toma de conciencia de una experiencia de la acción de Dios en él como punto de partida.
El PF se apoya sobre la experiencia espiritual de creación de Ignacio44 y como testimonio de cómo Dios lo estaba creando y recreando cada día manifestándole su voluntad en una revelación «inmmediate»45, pero sometida siempre al juicio de la Iglesia. Lo qué pretende en el fondo el PF es ‘subrayar la importancia de la libertad interior’ como ‘condición sin la cual no’ podemos buscar y hallar la voluntad de Dios sobre nosotros. Por tanto, se trata de una libertad humana radicalmente condicionada y que tiene que ser liberada46. El PF, como todos los EE, es una ‘revelación’ de Dios. Una revelación es la manifestación de Dios por autocomunicación en el
41 GUSTAVO BAENA, S.J. Dimensión Bíblica del Principio y Fundamento: Apuntes Ignacianos
43 (enero-abril 2005) 12-23.
42 Ibídem.
43 Cfr. Ejercicios Espirituales 46 y 49 «puramente ordenadas…»
44 Cfr. Autobiogradfía 29.
45 Cfr. Ejercicios Espirituales 15.
46 Ibíd., 21.
Apuntes Ignacianos 59 (mayo-agosto 2010) 40-48
Darío Restrepo Londoño, S.I.
individuo, manifestándole lo que él quiere47 ¿qué quiere Dios del hombre situado dentro del mundo mismo? El grave problema es que el mundo, («las otras cosas sobre la haz de la tierra») creado para estar ordenado al mismo fin del hombre, ‘la identidad de vida con Dios’, de hecho, está desordenado y por consiguiente hace del hombre su esclavo. Por eso se requiere la ‘indiferencia’, término típico de San Ignacio.
Estructura: Sigo la división de H. Rahner, S.J.: 2 principios y 3 consecuencias48:
-1er principio: «el hombre/ es creado/ [por Dios] / para alabar hacer reverencia y servir a [l mismo] Dios N. S./ y mediante eso salvar su ánima [= ser salvado por Él]…
- 2° principio: …«y las otras (personas y) cosas [= todas las demás creaturas]…/ son creadas para el hombre/, y para que le ayuden en la prosecución del fin para que es creado», [NB. Yo, para los otros, soy una creatura creada para ayudarles a conseguir este fin].
- 3 Consecuencias: «De donde se sigue…»
1ª. …«que el hombre tanto ha de usar de ellas [las creaturas] cuanto le ayudan para su fin/, y tanto debe quitarse [ apartarse] de ellas cuanto para ello le impiden»…
2ª. …«Por lo cual es necesario hacernos indiferentes a todas las cosas creadas/ [‘hacernos’ porque no lo somos ; «indiferencia ignaciana» ]49 …en todo lo que es concedido a la libertad de nuestro libre albedrío y no le está prohibido… [siguen los ejemplos de puntos fundamentales para el hombre y sus deseos] /…y por consiguiente, en todo lo demás».
3ª. …«solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el fin que somos creados». [«Magis»: palabra característica de la espiritualidad ignaciana, hoy preconizada en otro sentido por el mundo moderno como la «excelencia» y la calidad total»].
47 Ibíd., 15.
48 Notas sobre los Ejercicios Espirituales. La lectura especial, la división (/ /) y el destacar unas palabras clave en cada frase son mías.
49 Cfr. Ejercicios Espirituales 179.
Apuntes Ignacianos 59 (mayo-agosto 2010) 40-48
Primera Semana
Fernando Londoño Bernal, S.J. *
San Ignacio hizo de su experiencia espiritual un método con sus etapas precisas que llamó SEMANAS. La primera, sobre el Pecado. Es MEDITACIÓN. Que no es un lenguaje intelectual sino sensibilizado, en el que se pone en juego todo el ser.
El Directorio Oficial dice que la primera semana es como el fundamento de las otras tres. Por tanto, no debe nunca dejarse1 .
En la primera semana se medita el pecado desde una perspectiva triple: la historia2, la psicología3 y la escatología del pecado4. Se puede también considerar la «triple perspectiva cristológica: antes de la historia (Creación), en la historia (Encarnación), y después de la historia de la Redención (visión escatológica de la salvación). Pero el mal para ser bien comprendido, necesita ser visto en sus tres expresiones: pecado, infierno y Cruz. Que es lo que nos pone Ignacio.
* Doctor en Teología Espiritual de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Licenciado en Filosofía y Teología de la Pontificia Universidad Javeriana en Bogotá. Actualmente Miembro del Equipo CIRE.
1 Directorios 641, 100.
2 Cfr. Ejercicios Espirituales 45-54.
3 Ibíd., 55-63.
4 Ibíd., 65-71.
Apuntes Ignacianos 59 (mayo-agosto 2010) 49-55
Fernando Londoño Bernal, S.I.
¿Qué se pretende en la primera semana?
No un desesperado «desnudar» el propio «yo», sino la constatación del fracaso de la propia tentativa de realizarse al margen de Dios. Se busca que se experimente junto con la vergüenza y confusión5 el consuelo, el perdón y la misericordia de Dios. Que lleguemos a la compunción y a una conversión en apertura a la gracia y al perdón, retornando a la docilidad original.
Es, pues, experiencia de la gratuidad del perdón. Nadie puede darse el perdón a sí mismo. Nos viene de fuera, de Dios. Nadie puede hacer que amanezca. Nadie puede saltarse el drama del pecado, para colocarse en la salida, en el camino de salvación. La vida de San Ignacio es clave para entender bien esta trilogía, por la forma como vivió él el mal en su vida. Vestido del horizonte cultural de su tiempo.
Cuidadoso de la apariencia de su persona, deseoso de agradar a las mujeres, osado en los juegos de galantería, exigente en lo tocante a su honra, sin tener miedo de nada...6 Hasta los 26 años de su edad fue hombre dado a las vanidades del mundo...7
El Castillo de los Loyola conocía una tradición de pecado. La «ancha moral de los Loyola» (Tellechea). Pero una tradición Cristiana profunda. Se confiesa con un compañero de armas el día del asalto a la fortaleza de Pamplona.
Juan Pablo II relanzó una categoría que nos ayuda a esta meditación: la de la «purificación de la memoria». La Iglesia tiene que reconciliarse con la historia, al ver sus pecados pasados para pedir perdón por ellos. El ejercitante apunta a una purificación de la memoria como persona, vista y entendida desde su historia de pecado. No se trata de una reflexión teológica sobre el pecado en su densidad real. Sino de provocar el arrepentimiento, la conversión, el firme propósito de disponerse a los toques de Dios.
5 Ibíd., 48 y 55.
6 PEDRO RIBADENEYRA, Soldado desgarrado y vano.
7 Autobiografía 1.
Apuntes Ignacianos 59 (mayo-agosto 2010) 49-55
El P. Peter Hans Kolvenbach, escribe que donde Ignacio hace recurso a la imaginación (Infierno, Natividad), lo hace muy sobriamente. No cede a la «ïmagolatría» de la época.
PRIMER EJERCICIO: MEDITACIÓN sobre el 1°, 2° y 3er
Pecado: Ángeles, primeros padres, un pecador
El primer pecado: el angélico. «Dios no perdonó a los ángeles que habían pecado, sino que los precipitó en los abismos tenebrosos del infierno, conservándolos para el justo juicio»8. «También esto ha sido escrito para nuestra instrucción»9. La caída de los ángeles significa la terrible fuerza del mal que hace de un ángel (mensajero de Dios) un demonio. Buscar «vergüenza y confusión». Porque ellos «por un pecado... yo, por tantos». No se peca por tener un cuerpo, sino por soberbia, por una rebelión interior contra el Criador.
No se peca por tener un cuerpo, sino por soberbia, por una rebelión interior contra el Criador
El segundo pecado: el adámico10 . En la revelación de lo que sucede cada vez que el hombre es tentado y peca. Porque se tergiversa el mandato de Dios. Y luego, se escamotea la propia responsabilidad. Es que la mujer que me diste. Es que la serpiente me engañó. Además todo el desarrollo del pecado11 .
El tercer pecado: por un pecado mortal se va al infierno. Maldad abismal del pecado.
La materia de los tres pecados está sacada de la Biblia (2°. Pecado), de la tradición patrística y teológica (1er. Pecado) y de la hipótesis, seriamente fundada, de quien está en el infierno por un solo pecado mortal, (tercer pecado).
8 Judas 1, 6 y 2 Pe 2, 4.
9 Rom 15 ,4.
10 Cfr. Gn 3.
11 Ibíd., 4-11.
Apuntes Ignacianos 59 (mayo-agosto 2010) 49-55
Fernando Londoño Bernal, S.I.
EL COLOQUIO
12
Se hace, propiamente hablando, así como un amigo habla a otro, o un siervo a su amo. Conversar con María, con Jesús, con el Padre. «Qué he hecho, qué hago, qué debo hacer por Cristo» Pensar en la dimensión transformadora del coloquio. Este coloquio nos introduce en la cristología ignaciana de los Ejercicios, según varios autores. H. RAHNER: En esta meditación se expresa un sentimiento en verdad cósmico de la pecaminosidad.
SEGUNDO EJERCICIO
La ambientación imaginativa y Psicológica del Ejercicio es idéntica a la del primero13. Varía solo la petición, que ahonda a una mayor profundidad afectiva [los EE son una schola affectus], en la intensidad y calidad de los sentimientos de la compunción. Liberando un amor que logre reblandecer las capas endurecidas del yo profundo, a fin de resituarse correctamente frente a Dios. Solo el amor puede estructurar y ordenar el hombre por dentro, al sentirse pecador-perdonado.
¿Qué se pide aquí?: Crecido e intenso dolor y lágrimas por mis pecados.
Dos bloques de cuatro puntos diferenciados: mi vida en el espacio (sitio donde he vivido), en el tiempo (de año en año, de tiempo en tiempo), en la relación interpersonal (conversación que he tenido), en la vida profesional (actividad u oficio en que he vivido).
Es un recuento cronológico y por coordenadas (ambientes, relaciones, etc.) Para poder comprender bien mi desorden, mi no respuesta confiada al proyecto de Dios. Que sigue fiel a él, aunque yo no lo haya realizado.
12 Cfr. Ejercicios Espirituales 54. 13 Ibíd., 55.
Apuntes Ignacianos 59 (mayo-agosto 2010) 49-55
Luego, la fealdad y malicia, o sea, mi deformidad (concepto estético) frente a la belleza del plan divino. Y malicia por la desconfianza en mi Padre misericordioso. Torpeza y malicia en la resistencia a la gloria y bondad de la acción divina.
Los puntos 3 y 4, proponen una reflexión de tipo agustiniano: quién soy yo y quién es Dios. Disminuirse por grados. Pueden parecer un poco retóricos, pero se trata de comprender la dinámica de la afectividad espiritual.
El punto 5: un grito de estupor, con profunda conmoción. Es una gracia mística; sentir la urgencia de la misericordia. Según K. Rahner, esta es la frase más impresionante de todos los Ejercicios. Solo quien ha estado hundido en las profundidades del pecado es capaz de pronunciarla. (Como Ignacio en su conversión, después de su vida de pecado).
El Coloquio: en él se trata de comprender mejor el misterio de Dios, el misterio de la Cruz, el misterio de Cristo que suple, llena y resuelve con su misericordia toda fractura, toda incapacidad de mi vida. Ignacio quiere llevar al ejercitante no a un sentido de amarga culpabilidad o a un recuento frío y pesimista de su condición, sino a una admiración del infinito, indecible. Misterio de Misericordia en el que mi vida está inserta, misterio de gracia que me persigue, penetrándome aun en los lados más oscuros, negativos y dolorosos de mi vida. La Cruz entra aquí como pieza central. Está plantada en el Calvario, iluminando el drama oscuro del mal. Y en la Cruz triunfa la misericordia de Dios.
TERCER EJERCICIO: REPETICIÓN
Nos fijamos en el triple Coloquio: A María, al Hijo, al Padre. Pidiéndoles tres gracias: a)- conocimiento interno de mis pecados y aborrecimiento de ellos. b)- que sienta desorden de mis operaciones [afecciones desordenadas, i.e., hábitos que sin llegar a pecado, me resultan insufribles comparados con la dignidad de Dios. c)- conocimiento del mundo [pecado social contextualizado en lo político-económico social, ideológico y estructural en abierta oposición a la Luz] (estructuras de pecado).
Apuntes Ignacianos 59 (mayo-agosto 2010) 49-55
Fernando Londoño Bernal, S.I.
CUARTO EJERCICIO
Es Resumen. Sin divagar. Haciendo los mismos 3 Coloquios.
Notar y hacer pausa14 en los puntos de mayor consolación o mayor sentimiento espiritual. La pausa tiene doble finalidad: interiorizar el lenguaje de Dios y discernir lo que el hombre siente.
QUINTO EJERCICIO: MEDITACIÓN DEL INFIERNO
No se la puede suprimir. Pues los 5 ejercicios de los nn.45-72 de la 1a. Semana son un día de una única experiencia espiritual y forman una unidad que poco a poco va llevando a la compunción. El discurso acerca del infierno debe descubrir al hombre de hoy toda la seriedad de la pérdida de la salvación eterna. Es el mal como infierno. Consecuencia radical del mal teologal. Si no logramos entender la gravedad del pecado como ofensa de Dios, lo podemos hacer considerando sus terribles consecuencias. Los ejercicios no desarrollan una teología sobre el infierno. Tienen otra finalidad: que su crudeza provoque la reacción deseada. Y lo que se pide aquí es una gracia: la experiencia sensible de la separación de Dios: el «interno sentimiento» de la pena que padecen los dañados, del pecado y su prolongación (el infierno)15 .
El ejercitante debe trabajar con los cinco sentidos internos de la imaginación, sensibilizando la separación de Dios. Contenido: el reverso del amor de Cristo. El anti-principio y fundamento que es el des-Amor. Se encuentran el Amor que es Misericordia y el mal, para que el hombre se convierta, se convenza de su pecado. Reconozca que es pecador y elegido, llamado al seguimiento de Cristo, pero desde la Misericordia.
El texto ignaciano es muy importante. Hay tres textos que podemos examinar16. Oración, como quiere Ignacio; con una antropología para ordenar en el hombre tantas cosas, basándose siempre en la libertad humana, a fin de llegar a una elección que lo haga dócil a Dios.
14 Ibíd., 62 y 118.
15 Cfr. Santa Teresa, Libro de la vida c. 32, 1-8; n. 3.
16 Cfr. Ejercicios Espirituales 1, 21 y 23.
Apuntes Ignacianos 59 (mayo-agosto 2010) 49-55
La petición está toda referida al pecado. No cometerlo por el temor de las penas. El Coloquio se abre a la justicia de Dios que es realmente diferente a la justicia humana. Dios en su justicia es misericordia y fidelidad.
Nota: se pueden añadir otras meditaciones, como la MUERTE o el juicio. (Directorios, 85,9). El Dr. Ortiz en Montecasino escribió una meditación de la muerte, muy usada por los primeros jesuitas, como nos dice Polanco (Directorios, 782, 16).
PUNTOS PARA
LA MEDITACIÓN
DE LA MUERTE17
1)Todos deben morir; la hora es incierta.
2)Con la muerte se deja todo, aun el cuerpo. Siguen al alma solo las obras buenas o malas, para la salvación o la condenación.
3)A la hora de la muerte, las más de las veces, no hay posibilidad de atención y aplicación a causa de los dolores18
Uno de los fines principales de esta meditación cuadra perfectamente con uno de los frutos que se pretenden en la meditación del infierno: «al menos el temor de las penas me ayude para no venir en pecado». O sea, con la muerte podemos ir al infierno en cualquier momento. No se necesitan descripciones espantosas y lúgubres. Por eso, «dar gracias, porque no me ha dejado caer... poniendo fin a mi vida»19. De manera semejante presenta Jesús en el Evangelio la muerte: «Velad, porque no sabéis... Velad»20 .
17 Cfr. Dr. Ortiz.
18 Cfr. Directorios, 334.
19 Ejercicios Espirituales 71.
20 Cfr. Mc 13, 35-37. Gaudium et Spes 18.
Apuntes Ignacianos 59 (mayo-agosto 2010) 49-55
El comienzo de la Segunda Semana
Iván Restrepo Moreno, S.J.*
Nos ocuparemos ahora del comienzo de la Segunda Semana de los Ejercicios1, sin duda la más elaborada y compleja de todas, en cuanto constituida por una serie de piezas muy cuidadosamente ensambladas.
Si todo paso de una Semana a otra en los Ejercicios marca un cambio de perspectiva y tonalidad en la experiencia espiritual que se vive2, en este caso ese corte adquiere un carácter todavía más notorio y crítico, si caemos en cuenta que toda la andadura de los Ejercicios queda como partida en dos; de una lado la primera Semana y del otro el conjunto de las restantes (2ª, 3ª y 4ª). Este hecho ha llevado, incluso, a afirmar que los Ejercicios propiamente comienzan con esta Segunda Semana y que lo vivido antes, -una Primera Semana hecha en todo su rigor, ha servido de indispensable preparación en vistas a obtener del Señor unos frutos que permitan abordar esta Segunda Semana y el resto de los Ejercicios en la disposición requerida.
* Doctor en Teología de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Actualmente Miembro del Equipo CIRE.
1 Cfr. Ejercicios Espirituales 91-134.
2 Ibíd., 4.
Apuntes Ignacianos 59 (mayo-agosto 2010) 56-63
El comienzo de la Segunda Semana
¿Qué frutos son esos que van a hacer posible enfrentar en toda su hondura la propuesta encerrada en el ejercicio del Rey eternal, con que comienza la segunda Semana?3. El P. Maurice Giuliani alude a ellos con un gran acierto al sugerir preguntas como estas:
- Al concluir la 1ª Semana, ¿vive el ejercitante un clima de gozo y reconocimiento?
- ¿Qué forma toma su liberación de la culpabilidad, al saberse reconciliado consigo mismo, con los demás, con Dios?
- ¿Nacen de esa experiencia de liberación deseos ‘vehementes’ de darse enteramente?
- ¿Es el deseo de entregarse firme y consistente, o algo fatuo y efímero?
Es importante constatar esto porque el ejercicio del rey eternal no es propiamente para ‘suscitar’ la generosidad, sino para dar cauce o quizás para acrecentar el deseo ya existente de ‘darse’, surgido de una Primera Semana bien hecha; y para aclarar y enderezar una generosidad que, si bien se pedía desde un comienzo4, ha de ir incrementándose siempre.
Si la primera Semana enfrentaba al ejercitante con el «misterio de iniquidad» en toda su amplitud5, concreción6 y consecuencias7, con el fin de conseguir del Señor una desvinculación afectiva y efectiva de él8, y como oportunidad privilegiada para descubrir y recibir toda la fuerza y la hondura de la misericordia del Señor9, en esta segunda Semana, se le da la vuelta a la moneda. El ejercitante se halla ahora frente a la plenitud del misterio pascual de salvación, presente en la persona de Cristo resucitado, Rey eterno y Señor universal, que le dirige un inesperado y generoso llamamiento a seguirlo, un llamamiento que habrá de ser acogido con las mejores disposiciones. Es así como esta segunda parte de los Ejer-
3 Ibíd., 91-98.
4 Ibíd., 5.
5 Ibíd., 45-53.
6 Ibíd., 55-61.
7 Ibíd., 65-71.
8 Ibíd., 63
9 Ibíd., 53, 61 y 71.
Apuntes Ignacianos 59 (mayo-agosto 2010) 56-63
Iván Restrepo Moreno, S.I.
cicios, toda ella encaminada a «buscar y hallar la voluntad divina en la disposición de su vida para la salud del ánima»10, tiene como puerta de entrada la petición de «que no sea sordo a su llamamiento, mas presto y diligente para cumplir su santísima voluntad»11 .
Si en la Semana anterior se trataba de la desvinculación afectiva con todas las manifestaciones del misterio del mal, en ésta el énfasis recae en cómo poner a disposición del Señor todo lo que se es y la plenitud de las propias capacidades, para que sean ‘ordenadas’ en su seguimiento y en servicio del reino. Por esa razón, el encuadre aportado por el ejemplo del rey temporal apunta a suministrar una imagen ‘movilizadora’ de todos los afectos, arrestos, facultades y posibilidades del ejercitante. ¡Qué de extraño entonces que en ocasiones, al realizar esta transición, el ejercitante registre en su interior un cierto desajuste ante tan drástico cambio de perspectivas!
Ante esta realidad, ¿qué medios propone Ignacio para ayudar al ejercitante en este cambio tan radical de perspectiva? En primer lugar, hay que reparar en lo peculiar de ese primer ejercicio con que se abre la segunda Semana, «El llamamiento del rey temporal ayuda a contemplar la vida del rey eternal»12; no es una consideración, ni una meditación, ni una contemplación, pues, tiene algo de las tres. No se termina con un coloquio propiamente, como es la regla general, sino con una solemne oblación al Señor13 y, caso único también en cuanto al tiempo, ha de hacerse solo dos veces en el día, a la mañana y en la noche14 .
En ese primer ‘ejercicio’ de esta Semana no se trata tanto de llegar a una comprensión adecuada del misterio del Reino, cuanto de las disposiciones subjetivas del ejercitante con respecto a él. Por esta razón el ‘ejercicio’, que tiene su nuez en ese pequeño discurso-llamamiento que a todos y cada uno dirige el rey eternal15, va a confluir en esa tremenda
10 Ejercicios Espirituales 1
11 Ibíd., 91.
12 Ibídem
13 Cfr. Ejercicios Espirituales 98.
14 Ibíd., 99.
15 Ibíd., 95.
Apuntes Ignacianos 59 (mayo-agosto 2010) 56-63
El comienzo de la Segunda Semana cala en profundidad, acerca del estado de los afectos más arraigados del ejercitante, en orden a una respuesta que corresponda a la invitación que ha recibido16 .
Este ‘ejercicio’, en efecto, a la vez que busca movilizar todas las capacidades razonables y afectivas17 del ejercitante a favor del Rey y de su ‘reinado’, se encamina a localizar y desalojar los temores remanentes con respecto a las consecuencias adversas que sin duda acarreará consigo dicho seguimiento18. Esa gran tarea de modificación, en cuanto a la entidad e influencia que todos esos sentimientos positivos y negativos puedan tener en la elección que se está fraguando, es algo que se irá trabajando a lo largo de toda esta Semana.
Hay un segundo medio muy apropiado para conseguir lo que implica este drástico cambio en las actitudes operativas internas, al pasar de la primera a la segunda Semana, y es lo que va a propiciar esa gran cercanía con la persona de Jesús, hecha posible gracias a la asidua contemplación de su vida, a la cual el ejercitante se hace presente desde la hora en que se despierta19, a través de todo lo que ve20, lo que oye21 y lo que mira hacer22 .
En la primera Semana el ejercitante estaba solo ante Dios; en la segunda es puesto, desde la primera contemplación de la encarnación, ante el misterio de la Trinidad, y en lo sucesivo ya no lo abandona. En adelante los Ejercicios son trinitarios. Además, está rodeado de la familia humana de todos los tiempos y condiciones. En cinco ocasiones, en esa primera contemplación, se habla de la ‘redondez de la tierra llena de hombres’23. Todo su ser se encuentra, pues, comprendido ahora en la rela-
16 Ibíd., 98.
17 Ibíd., 96 y 97.
18 Ibíd., 98.
19 Ibíd., 130.
20 Ibíd., 106
21 Ibíd., 107.
22 Ibíd., 108.
23 Ibíd., 102, 103, 105, 107 y108.
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Iván Restrepo Moreno, S.I.
ción: Trinidad ejercitante humanidad; y se le dan tres días para acostumbrarse a estas nuevas dimensiones24 .
La ‘historia’ trata de una masa humana en la que todos por igual están necesitados de salvación por haber rechazado al Señor y creador25 , representada en un cuadro en que todos juran, blasfeman y matan26, muy semejante al descrito por Pablo al comienzo de su carta a los romanos27 . Es allí donde se ha de com-poner el ejercitante y de esa «composición viendo el (este) lugar»28 se espera que nazca en él la necesidad de penetrar y comprender el misterio al que se aproxima. De allí brota también la petición que se mantendrá constante en toda la Semana, que es un deseo enorme de conocer internamente a ese Señor Jesús que por él se ha hecho hombre y cuya vida se le ha convertido en llamamiento, para más amarle y seguirle29. Estos preámbulos o preludios de la oración, que toman su tiempo, son ya maneras muy importantes de ir tomando parte en el misterio. Los puntos simplemente elaboran sobre los preludios por medio del ver, considerar, mirar, contemplar, observar, advertir. Será necesario advertir, por ejemplo, la oposición que se da entre lo que «hacen» los unos y los otros, la Trinidad y los hombres; y el ejercitante se detiene en la relación que media entre los hombres como en las reacciones de la Trinidad.
Dios no ve tanto la malicia de toda la humanidad cuanto su ceguera, en la cual se insiste. La labor de Dios será quitar esa ‘ceguera’. ¿Cómo y cuál será la luz que hará brillar para la humanidad? La persona del Hijo, sus palabras, su comportamiento, por lo cual será muy importante llegar a conocerlo y por tanto llegar a amarlo y seguirlo. Para eso es enviado el Hijo. Los preludios abren la puerta, los puntos son maneras de estar dentro. El coloquio es para pensar, para hablar ante el misterio, para pedir el poder seguir e imitar al Señor.
24 Ibíd., 134.
25 Ibíd., 102.
26 Ibíd., 107-108.
27 Cfr. Rom 1, 18.
28 Ejercicios Espirituales 103.
29 Cfr. Ejercicios Espirituales 104.
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El comienzo de la Segunda Semana
Hay que detenerse a explicar muy bien como se hacen estas dos contemplaciones de la encarnación y el nacimiento, porque son el modelo de las demás. Así se contemplarán todos los misterios de Cristo, que no son meros acontecimientos, eventos o escenas. El evento se agota en el tiempo. El misterio viene de Dios y va hacia Él, más acá y más allá de este tiempo y este espacio. A todo esto se hace presente el ejercitante, al Señor ‘nuevamente encarnado’30, de modo que pueda inclusive hacerse su ‘esclavito indigno’31 y besar el sitio donde nace y gustar la suavidad de su divinidad32 .
En estas contemplaciones de la segunda Semana el ejercitante es invitado
a
constatar
los movimientos interiores de consolación y desolación producidos en su alma por la acción del Espíritu
No es el número de eventos a contemplar lo que importa, sino en ellos, pocos, llegar al misterio. Pero no ha de quedarse tampoco en el misterio. Tiene que reflectir y sacar provecho de cada escena que contempla y a la cual aplica sus sentidos. Ese provecho es un conocimiento interno que mueve al amor, la imitación, al seguimiento y al servicio, es decir, a un cambio muy concreto y radical en la vida.
En estas contemplaciones de la segunda Semana el ejercitante es invitado a constatar los movimientos interiores de consolación y desolación producidos en su alma por la acción del Espíritu, al orar sobre cada uno de los misterios de la vida del Señor. Es muy importante que uno de los síntomas distintivos de la consolación sea el que en ella «ninguna cosa criada sobre la haz de la tierra puede amar en sí, sino en el Criador de todas ellas»33. Por esa razón se han de atesorar todas esas mociones de consolación, como lo enuncia el título de las reglas: «las buenas para recibir, las malas para lanzar»34. Por eso también la
30 Ejercicios Espirituales 109.
31 Ibíd., 114.
32 Cfr. Ejercicios Espirituales 125 y 124.
33 Ejercicios Espirituales 316.
34 Ibíd., 313.
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Iván Restrepo Moreno, S.I.
casi totalidad de las reglas de discernimiento de la primera Semana se encaminan a indicar la manera de salir de la desolación35, puesto que la desolación se caracteriza precisamente porque en ella se sienten afecciones con una clara «moción a las cosas bajas y terrenas»36, que en cuanto tales habrán de ser «lanzadas»37. Es así como la contemplación se convierte en la gran palestra y el gran escenario del más auténtico discernimiento de espíritus en vistas a la elección que se va configurando.
Es más, el ejercitante es invitado a constatar cómo esa vida humana de Jesús, desde un comienzo, está marcada por un claro direccionamiento hacia la pobreza y las incomodidades, y a entrever cómo desde muy temprano la cruz se yergue en su horizonte38. No estaría fuera de lugar el considerar este tercer punto de la contemplación del nacimiento, como el punto ‘especial’ de esta segunda Semana, a la manera de los tres puntos ‘especiales’ que Ignacio invita a considerar en la tercera y los dos de la cuarta39 .
Esta 2ª Semana se abre, pues, decididamente a ese nuevo direccionamiento de la pobreza y la humildad, que se descubre a lo largo de toda la vida de Jesús y que se constituye para el ejercitante en un desafío de grandes proporciones, al cual solo será posible responder, con y en la medida en que la gracia de Dios lo vaya manifestando. Este desafío se irá precisando y haciendo cada vez más apremiante y descarnado en todos los puntos altos del proceso de los Ejercicios, como son: - la oblación que se propone al ejercitante en respuesta al llamado de Jesús en el ejercicio del rey eternal40 , - el ‘punto especial’ que mencionábamos en las contemplaciones de la infancia y vida oculta41 , - el coloquio de la meditación de las Banderas42 ,
35 Cfr. Ejercicios Espirituales 313-327.
36 Ejercicios Espirituales 317.
37 Ibíd., 313.
38 Cfr. Ejercicios Espirituales 116.
39 Ibíd., 195-197; 223-224.
40 Ibíd., 98.
41 Ibíd., 116.
42 Ibíd., 147.
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El comienzo de la Segunda Semana
- la invitación explícita a terminar siempre las contemplaciones con un coloquio de este mismo tenor43 , - la concretización de esta súplica sobre el punto álgido para cada ejercitante, según se haya descubierto gracias a la meditación de los tres Binarios de hombres44 , - hasta llegar a esa consideración asidua y una súplica instante45 de esa tercera manera de humildad, en la cual se indaga hasta qué punto el ejercitante está dispuesto a coincidir con Cristo en la pobreza, oprobios y desprestigio, «para hombre afectarse a la vera doctrina de Cristo nuestro Señor», por el único motivo de desear «imitar y parecer más actualmente» a Él46, que se constituye en la óptima disposición para encarar el proceso de elección, corazón de los Ejercicios.
Con esta insistencia en conseguir perder el miedo a la pobreza y al deshonor, se busca paralelamente llevar al ejercitante a la alegría de dar. Nunca será él mismo si su vida no encuentra su razón de ser y su apoyo en una oblación a través del don de sí mismo, a imitación de Cristo y siguiendo su ejemplo. El reconocimiento interno de esta verdad es lo que Ignacio llama la «suma pobreza espiritual»47. Que todo en él es un don de Dios y todo su actuar debería ser entonces un don a Dios y a los hombres; esta es su verdad y su auténtico puesto delante de Dios. Ignacio en su Diario espiritual llama esta gracia una «humildad amorosa»48, ‘humildad’ porque reconoce nuestra verdad, ‘amorosa’ porque no lo hace de modo reluctante o temeroso.
43 Ibíd., 159, 164 y 168.
44 Ibíd., 157.
45 Ibíd., 164; 168.
46 Ejercicios Espirituales 167.
47 Ibíd., 146.
48 Diario Espiritual 156-182.
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Disposiciones fundamentales para la elección. Banderas,
Binarios, Maneras de humildad y Elección*
Roberto Triviño Ayala, S.J.**
Aquienes han hecho los Ejercicios de San Ignacio no les es desconocida la importancia que tiene esta etapa en la experiencia de percepción, profundización, interiorización e identificación del misterio salvífico.
Nos encontramos, pues, con algo que es vertebral en la vivencia del misterio de Dios, y que además se presenta como la pieza más original en el conjunto de los Ejercicios ignacianos.
Tratando de ubicar esta jornada en el contexto general de los Ejercicios, podemos decir que la materia propuesta para la Segunda Semana se divide así:
Primero: Se contemplan los misterios de Cristo, preferencialmente los de la encarnación, infancia y vida oculta. Había antecedido a todo esto el Ejercicio del Rey Eternal. En este primer tiempo se contemplan dos misterios diarios, abarcando tres días de la semana.
* Cfr. Ejercicios Espirituales 135-189.
** Licenciado en Filosofía y Magíster en Teología de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Diplomado en Teología Espiritual de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Actualmente Miembro del Equipo CIRE.
Apuntes Ignacianos 59 (mayo-agosto 2010) 64-73
Disposiciones fundamentales para la elección. Banderas, Binarios, Maneras de humildad y Elección
Segundo: El cuarto día de la segunda semana, va a estar centrado en tres ejercicios con el fin de disponer al ejercitante al discernimiento. Las meditaciones de Dos Banderas, Tres Binarios, y la consideración de las Tres maneras de humildad serán como los tres grandes test, para verificar las disposiciones fundamentales en que se encuentra el ejercitante para hacer su elección y para ponerlo en condiciones adecuadas a este discernimiento trascendental. Estas meditaciones de este cuarto día forman un conjunto dentro del proceso de elección y son piezas claves en el corazón mismo de los Ejercicios ignacianos.
Tercero: Los tres ejercicios propuestos, tienen metas muy específicas y son una preparación para la elección.
• El de Dos Banderas está dirigido a iluminar el entendimiento para hacer un verdadero discernimiento. Lucidez espiritual sobre la autenticidad de nuestra fe.
• El de Tres Binarios va a verificar la realidad de la disposición de la voluntad. Sinceridad y coherencia sobre nuestra libertad para elegir.
• El de Tres Maneras de humildad o amor va a crear en el corazón del ejercitante un afecto real y grande a la persona de Jesucristo.
Pero no se trata solo de unos test para diagnosticar nuestro estado espiritual frente a la tarea de elección. Hecho el diagnóstico, se aplica la terapia que nos coloca, por la acción de la gracia, en las condiciones requeridas para un auténtico discernimiento espiritual. Se trata de conocer y alcanzar los criterios, la condición ineludible y la meta hacia la que debe apuntar tal discernimiento para que sea una búsqueda auténtica del seguimiento de Jesús.
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Roberto Triviño Ayala, S.I.
MEDITACIÓN DE DOS BANDERAS1
Finalidad
La señala San Ignacio en el preámbulo:
En el primer ejercicio siguiente veremos la intención de Cristo nuestro Señor, y por el contrario, la del enemigo de natura humana, y cómo nos debemos disponer para venir en perfección en cualquier estado o vida que Dios nuestro Señor nos diere a elegir2 .
Esta meditación está dirigida más bien al entendimiento. Se presenta como un test de sinceridad en la opción fundamental: o con Dios o contra Dios. Me parece, además, que es un ejercicio clásico de discernimiento espiritual, ya que se le presentan al ejercitante dos propuestas de realización: una de «este mundo», la otra del proyecto del Reino de Dios ode «la Vida verdadera»3. Son dos estrategias muy antagónicas con dos programas muy diversos. Por un lado se le ofrece al hombre como medios de salvación la riqueza, el vano honor y la soberbia; por otro se le propone pobreza, deseo de oprobios y menosprecios y la humildad.
Si vamos al fondo de esta meditación descubrimos un aspecto teológico, o sea, determinar cuál es nuestra misma concepción de Dios o del Mesías redentor. Porque frecuentemente aparecen en nuestra vida dos mesías, dos Cristos: el Mesías de Dios y el mesías de los hombres; el Cristo de Dios y el otro cristo, distinto del predicado4 .
En el seguimiento de Cristo se dan ordinariamente situaciones ambiguas, estructuras conflictivas, alternativas, puntos de vista muy diversos. Ante estas disyuntivas, el ejercitante no va a quedar neutral sino que tiene que definirse, optar, y esto es lo que provoca esa «crisis» espiritual muy propia de este tiempo, la lucha de los dos espíritus.
1 Cfr. Ejercicios Espirituales 136-148.
2 Ejercicios Espirituales 135.
3 Ibíd., 139.
4 Cfr. 2 Cor 11, 4.
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Disposiciones fundamentales para la elección. Banderas, Binarios, Maneras de humildad y Elección
San Ignacio a través de este Ejercicio de Las Dos Banderas, busca que conozcamos el modo de proceder, el estilo de Cristo y sus criterios de vida; y que no nos dejemos llevar de los engaños del enemigo.
El campo de batalla no estará lejos de nosotros, sino todo lo contrario estará dentro de nosotros; será el corazón del hombre el lugar donde se libra esa lucha interior de la cual nos habla San Pablo5; en el corazón del hombre se instalará el reinado de la pobreza, del desasimiento, de la humildad. En ese núcleo humano es donde se cumplirá finalmente la «conquista universal» de que se habla.
La petición
Sabemos cómo en la petición está la gracia o el favor que se quiere obtener. Aquí:
Será pedir conocimiento de los engaños del mal caudillo y ayuda para dellos me guardar, y conocimiento de la vida verdadera que muestra el sumo y verdadero capitán, y gracia para le imitar6 .
Conocer, en sentido de un conocimiento no sólo intelectual sino vivencial, experiencial. ¿Cómo se comporta el mal espíritu? No hace discriminación ni de personas, ni de lugares, ni de estados de vida. Todos estamos bajo su influjo. En esa empresa no está solo y utiliza el proceso de la seducción: «echar redes y cadenas». La Sagrada Escritura habla de los lazos de Satanás; de las insidias, de los malos propósitos; de la astucia y seducción7 .
En cambio el programa de vida que ofrece Jesús, a los que le quieren seguir, es diametralmente opuesto porque implica: Pobreza espiritual y actual; la primera es el fundamento de la segunda. Deseo de oprobios y menosprecios y la virtud evangélica de la humildad. Para llegar a
5 Cfr. Rom 7, 14-25.
6 Ejercicios Espirituales 139.
7 Cfr. 1 Tim 3, 7; 2 Cor 2, 11 y 2 Cor 11, 3.
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este tercer escalón, es necesario tener una referencia al único Cristo del evangelio: el Cristo pobre, humilde, que se entrega a los demás8 .
Coloquio9
Es de gran importancia el triple coloquio de este ejercicio con que termina la meditación de las Dos banderas. En primer lugar se habla a la Virgen como intercesora; en segundo lugar al Hijo como Mediador y en tercer lugar se dialoga directamente con el Padre. Este coloquio es tan importante que San Ignacio lo hace repetir en otras circunstancias.
Las
meditaciones precedentes sobre el Reino y las Banderas nos han presentado a Jesús como verdadero camino de vida y de seguimiento
«Para que yo sea recibido debajo de su bandera», o sea, en consonancia con el espíritu de Jesús, con su evangelio. Y por eso se pide: la primera gracia para que sea recibido en pobreza espiritual, y si su majestad fuere servido y me quiere elegir y recibir, no menos en pobreza actual. Segunda gracia que se solicita: «en pasar oprobios e injurias y menosprecios por más en ellas le imitar», porque de estas dos cosas se sigue la humildad que es la virtud evangélica por excelencia.
Esta meditación de Dos Banderas es el nervio de los Ejercicios pues quiere hacer encontrar a Dios totalmente. Excluye así toda esclerosis, toda tibieza y mediocridad en el seguimiento.
MEDITACIÓN DE TRES BINARIOS10
Nos acercamos a un momento crucial de los Ejercicios: la elección. A ella debemos llegar con un afecto ordenado. Las meditaciones precedentes sobre el Reino y las Banderas nos han presentado a Jesús como verdadero camino de vida y de seguimiento.
8 Cfr. Flp 2, 6-11.
9 Cfr. Ejercicios Espirituales 147.
10 Ibíd., 149-157.
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Disposiciones fundamentales para la elección. Banderas, Binarios, Maneras de humildad y Elección
Esta meditación de los Binarios está dirigida a la voluntad. Se le vuelve a tomar el pulso al ejercitante, ahora sobre la actitud real de desprendimiento y libertad interior que tiene en este momento. Si tiene afecto a la «cosa acquisita» o un «afecto desordenado»11. Después de haber purificado la fe y la imagen de Cristo, ahora se lleva a cabo la purificación de la voluntad. Es como otro gran test sobre nuestra voluntad: ¿hasta dónde estamos en verdad liberados? ¿O está nuestra libertad todavía condicionada por otros factores, no evangélicos, que alteran nuestras decisiones?
La petición12
Aquí encontramos nuevamente la expresión «pedir gracia». Ahora para «elegir lo que más a gloria de su divina majestad y salud de mi ánima sea». Hay una condición indispensable para hacer «sana y buena elección»13 y es la libertad interior. Porque si nos encontramos atados por una cosa o persona y no estamos dispuestos a liberarnos, entonces no podemos elegir rectamente. Las ataduras afectivas son más fuertes que las ataduras exteriores.
La pregunta fundamental es ésta: ¿El que discierne es de verdad sincero? ¿Quiere comprometerse con Cristo y su modo de ser? ¿Cuándo posee o desea algo, lo posee o lo quiere con libertad de corazón, pura y únicamente por Dios? ¿Está preparado para dejar y salir como Abraham?14 .
Podemos decir con verdad que la meditación de Tres Binarios es el alma, el espíritu de las elecciones, porque si no hay verdadera libertad para con Dios es inútil intentar una elección. El término mismo de «Binario» es empleado en el siglo XVI para designar de modo indeterminado a una persona.
Consideremos lo siguiente: así como en la meditación de las Banderas se considera el engaño estructural que propone el mal espíritu, en
11 Ibíd., 1.
12 Ibíd., 152.
13 Ejercicios Espirituales 178.
14 Cfr. Gen 12, 1.
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los Tres Binarios el engaño es personal porque actúa como elemento que se opone a la verdadera claridad de la elección.
A este propósito comenta así el P. José I. González Faus:
La meditación llamada «de Tres Binarios» es, en realidad, una meditación sobre el segundo de esos tipos de hombres: aquél en quien la capacidad de auto-engaño desata una astucia increíble y no reconocida, que le lleva a poner absolutamente todos los medios menos el único que tiene que poner... San Ignacio resulta brillante en las pinceladas con que retrata a este hombre: quitar el afecto sin perder la cosa, hacer la voluntad de Dios de tal manera que coincida con la propia... La contemplación de este personaje no pretende más que volver lúcido al ejercitante sobre su capacidad para segregar justificaciones y para creárselas, sobre aquello que Freud llamaba buscar siempre otra cosa de lo que se dice pretender...15
Hay en nuestra vida «diez mil ducados», o sea, obstáculos, ataduras, fijaciones, personas, lugares, bienes, criterios que impiden las grandes o pequeñas elecciones. Hay todavía algo en nosotros que no está integrado, que no ha encontrado el ángulo de inserción y por eso nos estorba. Antes de elegir debemos «situar» esos afectos dentro del plan de Dios, de lo contrario serán como cuerpos extraños en nuestra vida y no podemos hallar al Señor en paz.
Primera actitud (primer binario) representa una voluntad ineficaz, se queda en un querría, pero no pone ningún medio para lograr el objetivo. Segunda actitud (segundo binario) es una voluntad insuficiente. No ponen los medios mejores, la norma no es la voluntad de Dios, sino la suya, es el quiero, pero... Tercera actitud (tercer binario), es la voluntad decidida: ¡quiero!
15 JOSÉ IGNACIO GONZÁLEZ FAUS, Este es el hombre, Estudio sobre identidad cristiana y realización humana, (Presencia Teológica 5) Santander 1980, 235.
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Disposiciones fundamentales para la elección. Banderas, Binarios, Maneras de humildad y Elección
El coloquio de los Binarios16
Repite el importante triple coloquio de las Dos Banderas.
TRES MANERAS DE HUMILDAD17
El carácter particular de este ejercicio está señalado en las mismas páginas del libro de Ejercicios. No se propone a modo de meditación, ni como contemplación, sino como una consideración para hacer a ratos por todo el día, siempre antes de las elecciones18. Es un test al corazón para medir el grado de amor o de entusiasmo por la persona de Jesús. Se tuvo que llegar hasta aquí porque había un escollo que salvar: el corazón.
Es interesante observar, de otra parte, que en las notas del ejercitante Dr. Pedro Ortiz, quien hizo los Ejercicios con san Ignacio, se copia el texto con pequeñas variantes. Entre éstas se encuentran la palabra «grados de amor» en lugar de humildad. Se llama a estas tres maneras, grados o maneras de «amor a Dios» o de adhesión.
Respecto a la terminología entre Maneras o Grados, la palabra «manera» subraya la distinción de las tres formas o especies de humildad; la palabra «grado» acentúa su continuidad en la gradación o crecimiento hacia un culmen que engloba las fases precedentes. Es tender hacia un «magis». En esta gradación, la superior va conteniendo la anterior, es decir, que el tercer grado contiene tanto el primero como el segundo. Engloban la génesis del ejercitante en su disponibilidad a Dios y al Reino. Podrían catalogarse como modos dinámicos para responder al amor de Dios.
El término humildad: No se considera aquí como sinónimo de modestia o justa apreciación de sí mismo. Es una abajarse para obedecer en todo al amor de Dios. Es disponibilidad absoluta en las manos del Padre para acoger sus caminos. Es una indiferencia que nos hace libres para
16 Cfr. Ejercicios Espirituales 156.
17 Ibíd, 164-168.
18 Ibíd., 164.
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apasionarnos por la voluntad de Dios; no siendo otra cosa que la de asemejarse en todo a su Hijo Jesucristo.
Grados de humildad y Principio y Fundamento
Esta consideración de las Maneras de humildad tiene una profunda relación con el Principio y Fundamento. Veamos las relaciones que se observan entre estas dos piezas.
- al tanto cuanto.....primer grado de humildad - a la indiferencia...segundo grado de humildad - al «magis»........... tercer grado de humildad: «solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce para el fin que somos criados»; «por imitar y parecer más actualmente a Cristo nuestro Señor»19 .
Primera manera: Es la vivencia de la verdad de que Dios es nuestro Creador. Es el cumplimiento del primer mandamiento: amor a Dios sobre todas las cosas. Amor fundamental.
Segunda manera: Corresponde a la vivencia de que Dios es nuestro Padre. Implica la confianza total en la providencia de Dios. Amor delicado.
Tercera manera: La vivencia de la verdad de que Dios se ha hecho hombre y por tanto es mi hermano. A este hecho corresponde nuestra actitud de solidaridad y hermandad y el deseo de vivir lo que él vivió, de amar lo que él amó, de decidir lo que él decidió. La aceptación de este Jesús pobre, perseguido (maldito) en su estado de kénosis, de anonadamiento, de vaciamiento. La aceptación de este Jesús, que es locura y escándalo para otros, se ha convertido para nosotros en sabiduría y fuerza de Dios20. Esta imitación o seguimiento de Cristo en tales condiciones no es fácil. Por eso se pide «una gracia» para que el Señor nos quiera elegir en esta tercera manera y mejor humildad, para más le imitar y
19 Ibíd., 23; 167.
20 Cfr. Flp 2, 5-8; 1 Cor 1, 18.23; 2, 2-3.
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Disposiciones fundamentales para la elección. Banderas, Binarios, Maneras de humildad y Elección
seguir21. Sin duda, esto comportará humillaciones, oprobios, pobreza, incluso el ser tenido y estimado como un loco. Será el amor de identificación.
Solamente cuando hayamos llegado a este tercer grado, podremos decir con sinceridad que amamos al Señor y a nuestros hermanos, en especial a los más necesitados.
Coloquio de la consideración de las Tres maneras de humildad22
Es la repetición de los mismos coloquios que se utilizaron en la Meditación de Dos Banderas, Tres Binarios23, y aquí «pidiendo que el Señor nuestro le quiera elegir en esta tercera mayor y mejor humildad, para más le imitar y servir, si igual o mayor servicio y alabanza fuera a la su divina majestad»24 .
Síntesis
Como hemos visto claramente a lo largo de esta reflexión, las meditaciones de Dos Banderas, de Tres Binarios y la Consideración de las Tres maneras de humildad son esas disposiciones fundamentales que San Ignacio nos ha propuesto para hacer una buena y sana elección, obtenidas por su propia experiencia.
Las Dos Banderas, los Tres Binarios y las maneras de humildad nos llevan a conformar nuestra mente, nuestra voluntad y nuestro corazón con la mente, con la voluntad y el corazón de Jesús.
21 Cfr. Ejercicios Espirituales 168.
22 Ibíd., 168.
23 Ibíd., 147; 156.
24 Ejercicios Espirituales 168.
Apuntes Ignacianos 59 (mayo-agosto 2010) 64-73
Tercera Semana de Pasión
Fernando Londoño Bernal, S.J.*
Según San Ignacio se debe contemplar la pasión entera, reposadamente y cuidar en extremo los detalles ambientales y psicológicos.
La tercera semana es más silenciosa y sobria que la segunda por lo que se refiere a la exposición de los puntos y documentos. El ejercitante la vive con asombro y sobrecogido, desde los sentimientos y la trascendencia del misterio de Dios.
La contemplación gana en densidad, silencio e intensidad. Aumentan los elementos UNITIVOS. Se acortan las distancias. Todo se contempla desde dentro de los sentimientos de Jesús. El campo de la conciencia lo llena Jesús.
Por eso la oración típica de la tercera semana posee los rasgos propios de la contemplación ignaciana. Con la particularidad de que carece de distancias, hay inmediatez. La de la humanidad de Jesús, sus dolores físicos y sobretodo la comunión con sus sentimientos.
* Doctor en Teología Espiritual de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Licenciado en Filosofía y Teología de la Pontificia Universidad Javeriana en Bogotá. Actualmente Miembro del Equipo CIRE.
Apuntes Ignacianos 59 (mayo-agosto 2010) 74-82
Tercera Semana de Pasión
En la tercera semana continúa latente el proceso de la Elección, «según que quiero disponer de mí a una parte o a otra»1 . Esto indica que puede aún seguirse el proceso de la elección. Se confirma sí y se asienta que la elección fundamental de la vida es la tercera manera de humildad. Pero confirmar no es poner fin al proceso de la elección, sino reforzarlo. En las Reglas para ordenarse en el comer2 mientras el ejercitante contempla la humanidad de Jesús, discierne su apetecer y sus gustos para ver si todo el resto de su vida, lo que no es objeto de elección propiamente, está en sintonía con el misterio.
La cruz, vivida junto a Jesús, en comunión con Él, no solo no aplasta, sino que es un remanso de paz, un lugar de encuentro y amor que rehabilita y equilibra
Por su parte, el hombre discierne la parte de Cruz que le ha tocado, para ver si la acepta sin amargura ni resentimientos, sino como el medio más apto y eficaz de identificación con Jesús, si sabe perdonar y amar con los mismos sentimientos de Jesús después de los conflictos, y si la cruz lo purifica de sus desórdenes y de su egoísmo para poder amar a todo hombre desinteresadamente. Porque ella es el medio humano en el que Dios ha puesto la incondicionalidad de su amor, de su pasión por el hombre.
La cruz, vivida junto a Jesús, en comunión con El, no solo no aplasta, sino que es un remanso de paz, un lugar de encuentro y amor que rehabilita y equilibra.
¿Qué se pretende en esta tercera semana?: Su finalidad es la que se repite una y otra vez en la petición: «dolor con Cristo doloroso, quebranto con Cristo quebrantado, lágrimas, pena interna, de tanta pena que Cristo pasó por mí». «Lo cual es propio demandar en la pasión»3. Es en cierta manera como un volver a la primera semana. Con algo nuevo: que el pecado no
1 Ejercicios Espirituales 199.
2 Ibíd., 210-217.
3 Ibíd., 203.
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está en primer plano. En su lugar está la humanidad de Jesús, «se busca y desea un sentimiento afectivo y unitivo con la persona de Cristo sufriente, que padece y soporta el dolor, en relación con toda mi persona»4 .
Pasamos de la «vergüenza y confusión de mí mismo» al «dolor, sentimiento y confusión» propios del amor: «porque por mis pecados va el Señor a la pasión»5 .
El «qué debo hacer por Cristo» se convierte ahora en «hacer y padecer por El»6 de «modo real» por la contemplación e identificación con Jesús.
La compunción es un regalo de Dios, fruto de la comunión con los sentimientos de Jesús.
Y aun las adiciones «para mejor hacer los Ejercicios y para mejor hallar lo que desea»7 se han de cambiar para hallar y mantener el estado anímico de la compunción, recordando «trayendo en memoria frecuente»8 durante todo el día su misterio de abajamiento y humillación. Los trabajos, fatigas y dolores de Cristo Nuestro Señor, que sucedieron desde que nació hasta el misterio de la Pasión en que al presente me hallo9. Así el ejercitante posibilita la gracia de la configuración con Cristo.
La ley interna de esta configuración con Cristo (o la ley de la afectividad espiritual) tiende a lograr aquella unidad viva de la afectividad centrada en Jesús. Dispone para dejarse elegir (ser recibido debajo de [147] en esta tercera mayor y mejor humildad [168]), y trata de acoger a Jesús en su misterio de-pobre-za y humildad10 .
4 JOSÉ ADOLFO GONZÁLEZ,Dolor con Cristo doloroso, estudio teológico-espiritual de la tercera semana de los ejercicios espirituales de San Ignacio, Roma 1982, 29.
5 Ejercicios Espirituales 48 y 193.
6 Ibíd., 53 y 197.
7 Ibíd., 73-90.
8 Ibíd., 206.
9 Cfr. Ejercicios Espirituales 195.
10 SIMÓN DECLOUX
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Ignacio «sólo ansiaba hacerse compañero de Jesús en cuanto crucificado, tal como lo vio en la capilla de la Storta»11. Y Laínez en sus pláticas sobre el Libro del Examen, dice: «En otra ocasión dijo que le parecía ver a Cristo con la Cruz a cuestas y al Padre Eterno al lado que le decía: Quiero que tú tomes a este como tu servidor. Y Jesús lo tomaba y decía: Quiero que tú nos sirvas»12. Es lo mismo de las Constituciones: «vestirse de la misma vestidura y librea... por desear parecer e imitar en alguna manera a Cristo nuestro Criador y Señor Jesús Cristo, pues la vistió El por nuestro provecho espiritual»13. Es toda la doctrina del tercer grado de humildad. Quería solo San Ignacio configurarse con Cristo crucificado.
Engarce de la Segunda Semana con la Tercera Semana, EL ÉXODO DE SÍ
La frase final de la segunda semana es una pieza que es regla de oro en este engarce. «Porque piense cada uno que tanto se aprovechará en todas cosas espirituales cuanto saliere de su amor, querer e interés»14. Es necesario un éxodo de sí mismo para vivir la libertad del amor: que es la vida que el Padre nos ofrece en la humanidad de Jesús. El amor tiende por su misma dinámica a la unión. El hombre debe repetir en sí la experiencia de la comunión de Jesús con el Padre, revivirla y actualizarla en su ser y en su cuerpo. Salir de sí para penetrar en el misterio de la voluntad salvífica de Dios.
Nos hallamos en plena «vía unitiva». En la tercera semana hay aumento de elementos unitivos. Por ej. En la petición: «dolor con Cristo doloroso, quebranto con Cristo quebrantado... pena interna, de tanta pena que Cristo pasó por mí» [203]. Se acortan las distancias respecto a la humanidad de Jesús15
11 ERICH PRZYWARA, S.J., Teologumeno Español y otros ensayos ignacianos, Madrid 1962, 16.
12 Fontes Narrativi II, 133.
13 Constituciones 101.
14 Ejercicios Espirituales 189.
15 SANTIAGO ARZUBIALDE,S.J., Ejercicios Espirituales de San Ignacio. Historia y análisis,(Manresa 1), Bilbao-Santander 1991, 425.
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Cabe, entonces, el mirar de cerca aquellas frases de la cristología paulina con la preposición syn., que no se hallan en los clásicos griegos, y que nos dicen la conexión de la vida de la gracia de un cristiano al Cristo crucificado16, sepultado, resucitado y sentado a la derecha del Padre. El ejercitante no viene a ser un espectador pasivo, sino que de forma activa toma sobre sí la parte que le toca del misterio de Cristo sufriente17 al quedar afectado por lo que acontece allí.
¿Qué debe hacer quien da los ejercicios para conseguir esta finalidad configurativa?
Seguir a San Ignacio en los puntos que propone en los Ejercicios: Primero, 2 contemplaciones: sobre la última cena y de ahí al Huerto de los Olivos. Después: seis días más, dividiendo la materia para ser contemplada según suceden los a-contecimientos, en forma que se puede alargar esta semana o acortarla18. En cuanto al Coloquio, se puede hacer uno o tres coloquios como en la contemplación de la cena, según sea la devoción o el argumento19 .
El mismo San Ignacio nos pone entonces en la pista para apropiarnos del misterio: en los puntos cuarto, quinto y sexto20 de la contemplación de la última cena. Vivir la libertad del Amor ofrecida por el Padre en
16 En forma que siendo «miembros del mismo cuerpo» (Ef 3,6), «co-edificados con El» (Ef 2,22), «unidos» (Ef. 2,21) y «trabados juntamente» (Ef 4,16; Col 2,19) con «estrechas ligaduras» (Col 2,19) «morimos con Cristo» (2 Tim 2,11) y somos «consepultados con El» (Rom 6,4; Col 2,12). Así Dios nos «vivifica juntamente con Cristo» (Ef 2,5; Col 2,13) de modo que ahora «vivimos juntamente con El» (Rom 6,8; 2Tán 2, 11) púes habiendo «muerto con Cristo» «resucitamos con El» (Ef 2,6; Col 2,12; 3,1). Así, se completa el proceso por medio del cual «nos asemejamos a Cristo» (Fil 3,10) «conformados con El» (Rom 8, 29; Fil 3,21) y, puesto que estamos «conformados con Cristo», somos también «coherederos con El» (Rom 8,17; Ef 3,6) «copartícipes de la promesa» (Ef 3,6) y conciudadanos de los Santos (Ef 2,19). Finalmente, reuniendo Dios a todos los que nos «alegramos juntamente» (1 Cor 12,26) «nos sienta juntamente con Cristo (Ef 2,6) para que podamos «reinar con El» (2 Tim 2,12) y ser «glorificados con EP’(Rom 8,17). (MCGRATH
BRENDAN, O.S.B., «SYN» Words in Saint Paul).
17 Cfr. Col 1, 24.
18 Cfr. Ejercicios Espirituales 209.
19 Ibíd., 199.
20 Ibíd., 195, 196 y 197.
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la humanidad de Jesús al aceptar libremente la pasión. Y lo hace en tres consideraciones: el rostro humano de la divinidad21; o la Cristología del abajamiento y la exaltación. El rostro divino de la humanidad22; o la kénosis de la divinidad. Y el drama humano del pecado y la Cruz23; o la antropología de la revelación. Este es un núcleo central de la tercera semana. La clave de lectura de todo el misterio de la Cruz de Cristo.
1. «Considerar lo que Cristo Nuestro Señor padece en la humanidad o Quiere padecer»24: cristología del abajamiento y de la exaltación.
La atención contemplativa se centra en la humanidad sensible. Y a través de ella, se adentra en el misterio del Verbo. Es la «sacratisima» humanidad que padece tan crudelísimamente25. Y al mostrarnos esta humanidad que sufre de ese modo, el hombre capta el significado de la divinidad y su amor. Tanto amó Dios al mundo...
Los Ejercicios Espirituales vinculan el nacimiento y la Cruz26. El Amor al hombre por la Encarnación se produjo en orden a la redención de la humanidad en la Cruz (Tertuliano). El descenso hacia la Cruz venía exigido por el mismo hecho de la Encarnación. Y una Encarnación sin redención hubiera sido superflua. El Omnipotente, camina hacia la impotencia, desde el nacimiento. El designio de la Trinidad tanto en la Encarnación como en la Pasión, es que el camino encarnatorio posibilite la manifestación del Amor de Dios a la humanidad. Amor que acontece en el colmo de la debilidad, la indigencia (suma pobreza) del Niño en su nacimiento y la desnudez de su cuerpo en la Pasión.
21 Ejercicios Espirituales 195.
22 Ibíd., 196.
23 Ibíd., 197.
24 Ibíd., 195.
25 Ibíd., 196.
26 Cfr. Ejercicios Espirituales 116.
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2. «Considerar cómo la divinidad se esconde ...y deja padecer ...»27
Que el ejercitante considere cómo padece Cristo. Porque Jesús padece libremente. La divinidad se esconde, y luego centra el drama de la Pasión en el misterio de la libertad de Cristo: «Quiere padecer»28. En su lugar aparece la debilidad. Y entonces, por la fuerza de su amor, se convierte en «no-poder»29. En quedar a merced de los poderes humanos. Dice el P. Kolvenbach: «El camino del magis es el del minus (ser estimado por vano y loco por Cristo) porque es en la impotencia de la kénosis como se nos revela la gloria del Omnipotente»30 .
Esta meditación nos hace sentir y profundizar este misterio de libertad de Cristo en la Pasión y las consecuencias personales: «qué debo Yo hacer y padecer por Él»31. Por este gesto libre, Dios pone de manifiesto el deseo de comunión. La Pasión no es un acontecimiento fortuito y fatal y Jesús transforma la Cruz, lo sobrevenido inevitablemente, en un misterio de amor y de comunión. De amor filial al Padre y de comunión en favor de los hombres. El hombre responde con comenzar a «volverse» a Dios: «comenzar con mucha fuerza y esforzarme a doler, tristar y llorar»32 .
Es muy importante pensar que hay un doble descenso: hacia la Cruz y hacia la Encarnación. No hubo otra causa para el nacimiento del Hijo de Dios que la de poder ser clavado en la Cruz. El n.116 contiene ya la clave de este doble descenso: La impotencia hacia la que, el que es Omnipotente, camina desde su nacimiento. La kénosis del Verbo la constituyen la impotencia humana, asumida en los misterios de la infancia, y la impotencia libremente aceptada en los misterios de la Pasión. (Oríge-
27 Ejercicios Espirituales 196.
28 Ibídem.
29 SANTIAGO ARZUBIALDE, S.J., Op. Cit., p. 430.
30 Ibídem.
31 Ejercicios Espirituales 197.
32 Ibíd., 195. Las palabras de Ignacio: «Qué debo yo hacer y padecer» [197] y el «esforzarme» a doler, tristar y llorar, con el «esforzarme» de la nota tercera [206] en toda la actividad del día, en entristecerme y dolerme, pueden sonar a oscuro voluntarismo paralizante. Pero lo que quiere el Santo es suplicar humildemente al Padre la identificación con Jesús. El hombre pone todo su ser, pero sabe que todo es gracia.
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3. Considerar cómo todo esto lo sufre por mis pecados y qué cosa debo hacer y padecer por Él34
Esta es la paradoja de la manifestación del misterio del pecado en Cristo. En San Lucas encontramos la expresión enigmática: «era necesario que el Cristo padeciera»35. Era necesario que se encontraran físicamente en Cristo, el designio de Dios y la libertad del hombre, o sea, el amor y el pecado, para que el hombre tuviera acceso a lo que no es suyo, la libertad propia de la justicia de Dios, y Dios a lo que le es ajeno, el Mal, para transformarle en la cercanía de la comunión.
CONSIDERAR, por tanto: lo que Jesús sufre o quiere sufrir; cómo la divinidad se esconde: cómo todo esto lo sufre por mis pecados, por mi
Debemos tener presente que:
CONSIDERAR significa aquí ponderar afectivamente y ahondar, a través de los sentimientos en el «sentido último» que está debajo de los acontecimientos, hasta quedar afectados por él. En forma que, implicados personalmente, nos sintamos objeto de predilección, y causa y destinatarios de todo lo que pasa ahí: «Todo esto padece por mis pecados». [193] [197].[203]36 .
Era necesario el ocultamiento de la divinidad para que la CRUZ se convirtiera en el lugar de la revelación de la gloria del Amor Trinitario. La divinidad tiene entonces un rostro humano. Que en la resurrección será un rostro divino de la humanidad. En la Cruz encontramos lo divino, el
33 En la 2a. Semana tenemos la actividad creadora. De ella se pasa a la sufrida pasividad en la 3a. Semana del Pantocrator, que manifiesta la gloria de Dios (2a.S) se pasa al Siervo Paciente (3a.S). Pero es el mismo. Así, si Dios se esconde en la impotencia de Jesús, su gloria estalla perdonando [291] y entregándose al Padre [297].
34 Ejercicios Espirituales 197.
35 Lc 24, 26.
36 SANTIAGO ARZUBIALDE, S.J., Op. Cit., p. 426-27.
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Amor Acondicionado, pero oculto bajo los velos de lo humano37, la debilidad manifiesta. En la resurrección, en cambio, hallamos lo humano, pero revestido del verdadero humanismo de la divinidad38 .
Aplicar esto a todas las ocho contemplaciones que nos pone San Ignacio en la tercera semana. Con los coloquios y las notas para hacerlas. Los puntos, especialmente los tres primeros39 de la primera contemplación, son muy sucintos. Se enderezan al enriquecimiento del ejercitante «reflitiendo en mi mismo, procurar de sacar algún provecho»40 . Pero los puntos puestos para todos los otros días de la tercera semana y los posteriores al sexto41, de la primera contemplación, refieren a los 3 centrales42. Ordenados hacia Cristo. En la tercera semana, de la primera contemplación a la segunda, se puede observar un proceso de cristificación y un acento en la dimensión unitiva. En la segunda contemplación, el dolor y el quebranto acentúan la dimensión unitiva: «Con Cristo».

37 Cfr. Ejercicios Espirituales 195 y 196.
38 Ibíd., 224 y 223.
39 Ibíd., 194.
40 Ejercicios Espirituales 194.
41 Cfr. Ejercicios Espirituales 197.
42 Ibíd., 195, 196 y 197.
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Cuarta Semana y contemplación para alcanzar amor
Javier Osuna Gil, S.J.*
P«EL
OFICIO DE CONSOLAR QUE TRAE CRISTO NUESTRO SEÑOR»
ara la Cuarta Semana de Ejercicios, san Ignacio propone sentir y gustar la presencia del Señor Resucitado, pidiendo gracia «para me alegrar y gozar intensamente de tanta gloria y gozo de Cristo nuestro Señor»1; o como traduce la edición Vulgata de los Ejercicios: «la gracia de participar del inmenso gozo de Cristo y de la Madre»2 .
Como los discípulos, de quienes Jesús se dejó ver durante cuarenta días antes de su Ascensión y a quienes ordenó esperar «el poder que viene del cielo» [el Espíritu Consolador que les había prometido en la no-
* Doctor en Teología Espiritual de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Miembro del Equipo del CIRE.
1 Ejercicios Espirituales 221.
2 «Tertium [praeludium] continebit gratiam petendam, ut scilicet immensum Christi ac Matris gaudium participemus» Ver el texto de CÁNDIDO DALMASES, S.J., editorial Sal Terrae 1987, 131, comentario al n. 221 (hay que corregir la cita latina a la que le falta la palabra ‘ac’ antes de ‘Matris’).
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che de la Cena3, con cuya fuerza deberían salir a dar testimonio de El en Jerusalén, en toda la región de Judea y de Samaria, y hasta en las partes más lejanas de la tierra4]; también el ejercitante, con María, la madre de Jesús5, es invitado a contemplar y a esperar orante la consolación del Espíritu Santo que lo capacitará para servir en adelante a la misión de Cristo.
El texto de Ejercicios propone cinco puntos para contemplar todos los misterios de la resurrección, hasta la ascensión inclusive6. Pero añade que «la persona que contempla puede poner más o menos puntos, según que mejor se hallare»7. Ahora bien, de estos cinco puntos los tres primeros son los acostumbrados: ver las personas, oír lo que hablan, mirar lo que hacen; y sacar algún provecho8 .
La novedad para esta cuarta Semana está en los puntos cuarto y quinto: «El cuarto, considerar cómo la divinidad, que parecía esconderse en la pasión, parece y se muestra agora tan miraculosamente en la santísima resurrección, por los verdaderos y santísimos efectos della» ; «El quinto, mirar el oficio de consolar que Cristo nuestro Señor trae, y comparando cómo unos amigos suelen consolar a otros» 9 .
Sabemos que la contemplación de la vida terrena de Jesús termina en los Ejercicios con la Ascensión10, misterio al que Ignacio parece haber
3 El otro Consolador o Paráclito es prometido por Jesús a sus discípulos durante la última Cena: 1) como compañero, que permanecerá siempre con ellos y en ellos, y a quien ellos podrán reconocer (Jn 14, 15-18); 2) como Maestro, que les enseñará todas las cosas; memoria viviente, que les recordará todo lo que Jesús les ha dicho (Jn 14, 26); 3) fuerza de testimonio, que les permitirá reconocer a Jesús en situaciones difíciles y también dar testimonio de él (Jn 15, 26-27: «El dará testimonio de mí; y ustedes también serán mis testigos»); 4) intérprete, que los guiará a toda verdad y les irá explicando lo que vaya sucediendo, para autenticar la fidelidad en el seguimiento (Jn 16, 13-14).
4 Cfr. Lc 24, 46-49; Hch 1, 1-11.
5 Cfr. Hch 1, 14.
6 Cfr. Ejercicios Espirituales 222-224; 226.
7 Ejercicios Espirituales 228.
8 Ibíd., 194, 222.
9 Ibíd., 223; 224.
10 Cfr. Ejercicios Espirituales 312.
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Cuarta Semana y contemplación para alcanzar amor
Jesús resucitado trae el oficio de consolar. Consolar es la función propia del Espíritu
tenido tanta devoción11. Esto ha dado lugar para que algunos se pregunten por qué el santo no propuso un ejercicio particular sobre Pentecostés. La verdad, a mi modo de ver, es que así como Juan - a diferencia de Lucas -, coloca un doble Pentecostés ligado inmediatamente con el misterio de la muerte-resurrección: el primero en el momento mismo de expirar, cuando «entregó el espíritu»; el otro al aparecerse a los discípulos reunidos a puerta cerrada y decirles: «reciban el Espíritu Santo»12; también Ignacio contempla el don del Espíritu en la mañana misma de la resurrección, cuando propone mirar el oficio de consolar que trae el Señor resucitado.
Para Ignacio, Jesús resucitado cumple con sus discípulos una misión idéntica a la del Espíritu Santo, el Paráclito: consolar. Consolar, según la costumbre usual entre amigos, de reconfortarse mutuamente: «comparando cómo unos amigos suelen consolar a otros»13 .
Jesús resucitado trae el oficio de consolar. Consolar es la función propia del Espíritu (paraklhsiV). No consiste solo en aliviar o mitigar el dolor y la tristeza, sino en animar, impulsar, exhortar, dar fuerza para el seguimiento. Jesús busca a todos y cada uno de los discípulos desconsolados por su muerte: a su madre, obviamente; a María Magdalena que «lo reconoce» al escuchar que la llama por su nombre y a quien le pide que no lo retenga y la envía como evangelizadora a los mismos apóstoles; a Pedro, a quien había mirado después de las negaciones, lo que provocara en él un dolor y llanto inconsolables; a los discípulos de Emaús que regresan a la aldea sumidos en la desesperanza; a Tomás, que exige pruebas personalísimas para aceptar la resurrección. Jesús busca a cada persona en la situación en que se encuentra, para consolarla, rescatarla y reconducirla a la comunidad.
11 Cfr. Autobiografía, 47: «le vino grande deseo de tornar a visitar el monte Olivete antes que se partiese...en el monte Olivete está una piedra, de la cual subió nuestro Señor a los cielos, y se ven aún agora las pisadas impresas; y esto era lo que él quería tornar a ver».
12 Jn 19, 30; Jn 20, 22.
13 Ejercicios Espirituales 224.
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En realidad, el cuarto y el quinto punto contienen en el fondo una misma consideración: es dándonos su Espíritu como Jesucristo es nuestro Consolador. Las consolaciones producidas en el alma14, son el fruto de la presencia y acción del Espíritu de Cristo resucitado15. Y los verdaderos y santísimos efectos de la resurrección son precisamente esa acción consoladora del Espíritu del Señor, el fruto o cosecha de su presencia en los discípulos: amor, alegría, paz, paciencia, cordialidad, generosidad, fidelidad, sencillez, dominio propio16. Los efectos de la resurrección son, para Jacques Lewis,
La vida nueva que Jesús suscita a su alrededor...las transformaciones interiores...las diversas misiones que reciben los que han ‘visto’ al Señor... en una palabra: el acontecimiento pascual que cambia los corazones y las vidas»17. Todo es don del Espíritu, explicita san Ignacio18 .
El Espíritu Santo Consolador es la irradiación de la presencia de Jesús Resucitado en medio de nosotros, todos los días, hasta que el mundo termine. Jesús había prometido a sus discípulos: «no los voy a dejar huérfanos; volveré para estar con ustedes»; «yo le pediré al Padre que les mande otro Consolador, el Espíritu de la verdad, para que esté siempre con ustedes»19. Y ahora, resucitado, sale a buscar a sus discípulos para liberarlos de las situaciones en que se encuentran sumidos: la tristeza, la pérdida de la fe, la desesperanza, el miedo, el dolor de la traición... y los reanima y fortalece para emprender la misión de anunciar al mundo la reconciliación de la humanidad y de la creación entera, conseguida con su resurrección.
Pero el «oficio de consolar que trae Cristo nuestro Señor» no se agota en los relatos de las apariciones: a lo largo de toda la historia Jesucristo continúa realizando una acción personal, universal y permanente, con la que acompaña a su Iglesia, animándola y santificándola; sigue
14 Cfr. Jn 14, 16; Ejericios Espirituales 6, 176, 316, 322.
15 Cfr. Saint Ignace de Loyola. Exercices Spirituels, traduits et annotés par François. Courel, S.J. Christus, Textes, 5. Paris, 1960, p. 122, nota 1.
16 Cfr. Gál 5, 22.
17 JACQUES LEWIS, S.J., Conocimiento de los Ejercicios espirituales de San Ignacio, Santander 1987, 239.
18 Cfr. Directorio autógrafo 11 y 18.
19 Jn 14, 18; Jn 14, 16-17.
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Cuarta Semana y contemplación para alcanzar amor
ofreciendo a cada hombre y a cada mujer una fuerza con la que siempre podemos contar: la consolación de su Espíritu. Esta actividad consoladora del Señor Resucitado es la que Ignacio propone contemplar. Pedimos la gracia de participar del inmenso gozo de Jesucristo y de la Madre, pero no para quedarnos extasiados e inertes «mirando al cielo»20; la alegría interior con la que somos consolados nos impulsa a prolongar nosotros mismos la acción consoladora de Jesús: «El nos consuela... para que nosotros podamos consolar también a los que sufren, con la misma consolación con la que hemos sido consolados...»21. El fruto de los Ejercicios ha de ser una espiritualidad de servicio. La contemplación para alcanzar amor, recogiendo ese fruto, nos permitirá reconocer con todo afecto tanto amor y consolación recibidos para hacernos capaces de «en todo amar y servir a su divina Majestad», ofreciéndole y dándole todas nuestras cosas y a nosotros mismos con ellas, «así como quien ofrece afectándose mucho: Tomad, Señor y recibid...»22
«La cuarta Semana es una profundización última de la actividad contemplativa...el ejercitante se sentirá capacitado para el diálogo amoroso, la oblación y el encuentro con Dios en todas las cosas preconizado por la Contemplación Ad Amorem»23 . Podría, pues, sugerirse al ejercitante que como fruto de la Cuarta Semana y en preparación para retornar a la vida cotidiana manteniéndose en la presencia actuante del Señor resucitado, considere durante estos días dos temas que le permitirán prolongar vivo el espíritu de los Ejercicios:
1.La consolación del Señor Resucitado, por su Espíritu, corazón de la espiritualidad ignaciana
La experiencia del Amor consolador del Resucitado, en participación del inmenso gozo de Cristo y de la Madre24; la vivencia del Señor Jesús, que «parece y se muestra agora tan miraculosamente en la santí-
20 Cfr. Hch 1, 11.
21 Cfr. 2 Co 1, 3-7.
22 Ejercicios Espirituales 233-234.
23 JACQUES LEWIS, S.J., Op. cit., p. 241.
24 Cfr. Ejercicios Espirituales 221.
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sima resurrección, por los verdaderos y santísimos efectos della»25, son el punto de partida para la espiritualidad que san Ignacio mismo experimentó, vivió y quiso compartir a través de los Ejercicios: buscar y hallar a Dios en todas las cosas y permanecer unidos con El en la acción.
Al terminar los Ejercicios no pasamos a una «quinta semana», como se suele decir; con la contemplación para alcanzar amor se nos ofrece el medio de mantenernos permanentemente en cuarta semana, en la gozosa presencia del Resucitado que nos consuela por su Espíritu. Buscar siempre esa presencia consoladora - la unción o consolación del Espíritu -, para dejarnos conducir por ella, es el nervio de la espiritualidad enseñada en los Ejercicios.
«Sean exhortados a menudo a buscar en todas cosas a Dios nuestro Señor, apartando, cuanto es posible, de sí el amor de todas las criaturas por ponerle en el Criador de ellas, a El en todas amando y a todas en El, conforme a la su santísima y divina voluntad», escribió el santo en uno de los textos más bellos de las Constituciones26. Y el P. Polanco recomendaba en nombre de Ignacio al P. Urbano Fernandes, rector del escolasticado de Coimbra: «cuanto a la oración y meditación, no habiendo necesidad especial por tentaciones, como dije, molestas o peligrosas, veo que más aprueba [Ignacio] procurar en todas cosas que [el] hombre hace hallar a Dios, que dar mucho tiempo junto a ella. Y este espíritu desea ver en los de la Compañía: que no hallen (si es posible) menos devoción en cualquier obra de caridad y obediencia que en la oración y meditación»27 .
La consolación, acción propia del Espíritu, es la paraklhsiV, palabra que expresa reanimación, reconstrucción, impulso, estímulo, fuerza, exhortación, consuelo. Así la entendía Ignacio: es propio del buen espíritu «dar ánimo y fuerzas, consolaciones, lágrimas, inspiraciones y quietud, facilitando y quitando todos impedimentos, para que en el bien obrar
25 Ejercicios Espirituales 223.
26 Constituciones 288.
27 Epp. 3, 499-503. En SAN IGNACIO DE LOYOLA, Obrasde San Ignacio de Loyola, (BAC 86), Madrid 61997, 892.
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Cuarta Semana y contemplación para alcanzar amor proceda adelante»28. En el relato íntimo de su conversión que leemos en la Carta a los Filipenses, Pablo manifiesta que después de haber conocido personalmente a Cristo Jesús, su Señor, lo único que quiere es: «sentir en mí el poder de su resurrección y la solidaridad en sus sufrimientos»29 . Ese «poder de su resurrección» [«los santísimos efectos della», en Ignacio] no es otra cosa que la fuerza consoladora del Amor, que lo transformaba interiormente configurándolo con Jesús hasta experimentar: «ya no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí»30 .
Esta fuerza del Amor resucitado es, pues, la unción del Espíritu o consolación, que, en lenguaje ignaciano, «mueve», «pone» en la voluntad, «dicta», hace «sentir». Es el objetivo del discernimiento, que busca «sentir y conocer» las diversas mociones que se causan en el alma para detectar entre ellas la consolación del Espíritu. En admirable sintonía con el texto de la Carta a los Gálatas citado más arriba, Ignacio busca la confirmación del Espíritu en el amor, la paz y la alegría, «que todos son dones del Espíritu Santo»31; comunicados al ejercitante y derramados en su corazón, lo dispondrán, como a los discípulos, a no vivir ya más para sí mismo, sino para aquel que murió y resucitó por él, comprometiéndose en el mejor servicio al Reino y su justicia para la vida del mundo.
En una palabra:
-buscar y hallar a Dios en todas las cosas es rastrear y discernir esa presencia del Señor resucitado que trae el oficio de consolar, para experimentar los santísimos efectos de su resurrección [«el poder de su resurrección», en Pablo] y actuar al impulso de esa consolación. Algo así como lo que experimentaron los discípulos por el camino de Emaús.
-Estar unidos a Dios en la acción es caminar fielmente detrás de las huellas de Jesús bajo la conducción del Espíritu, para llevar
28 Ejericios Espirituales 315; Cfr. también Ejericios Ejercicios 316; Directorio autógrafo 11 y 18.
29 Flp 3, 10.
30 Gal 2, 20.
31 Directorio autógrafo 11.
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adelante el proyecto del Padre. Es aquella permanente unión con Jesús, que El les pide reiteradamente a sus discípulos para que puedan producir fruto32 .
En esta espiritualidad Ignacio nos ha legado la más espléndida participación de su experiencia trinitaria.
Es interesante recordar aquí cómo en la Anotación 15 de los Ejercicios se advierte al que los da que no mueva al que los recibe a una cosa oa otra; sino que deje «inmediate obrar al Criador con su criatura y a la criatura con su Criador y Señor», porque «más conveniente y mucho mejor es, buscando la divina voluntad, que el mismo Criador y Señor se comunique a la su ánima devota abrazándola en su amor y alabanza y disponiéndola por la vía que mejor podrá servirle en adelante». ¿No es este abrazo del Amor, que mueve y dispone al mejor servicio, la consolación que trae el Señor resucitado por medio de su Espíritu?
2.El examen ignaciano, instrumento para discernir la consolación del Espíritu
Los estudios modernos sobre el examen de conciencia ignaciano se orientan a recuperar toda su eficacia para el crecimiento espiritual, liberándolo de una reducción moralista en la que había podido caer, como un mero examen de las faltas y pecados. En el examen, practicado a la manera de contemplación para alcanzar amor, como un discernimiento espiritual, se busca ante todo percibir y discernir el acontecer de Dios en la jornada o asunto que se examina, «ponderando con mucho afecto cuánto ha hecho Dios nuestro Señor por mí y cuánto me ha dado de lo que tiene, y consequenter el mismo Señor desea dárseme en cuanto puede»; se pide alcanzar «conocimiento interno de tanto bien [amor] recibido», para que «enteramente reconociendo, pueda en todo amar y servir a su divina majestad»33 .
32 Jn 15, 4ss.
33 Ejercicios Espirituales 233.
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Cuarta Semana y contemplación para alcanzar amor
Para San Ignacio, el «mucho examinar», que tanto recomendaba y que él mismo practicaba continuamente durante el día, era la manera de buscar y hallar a Dios en todas las cosas para poner enteramente su libertad en sintonía con el actuar del Señor. De ahí que para él, el examen fuera aun más importante que mucho tiempo de oración. En una carta al P. Antonio Brandao, sacerdote escolar portugués, que le había propuesto una lista de preguntas, entre las cuales estaba una sobre cómo hacer meditación, Ignacio le responde que teniendo en cuenta el fin de los estudios que no permite a los escolares tener largas oraciones,
Se pueden ejercitar en buscar la presencia de nuestro Señor en todas las cosas, como en el conversar con alguno, andar, ver, gustar, oír, entender, y en todo lo que hiciéremos, pues es verdad que está su divina Majestad por presencia, potencia y esencia en todas las cosas. Y esta manera de meditar, hallando a nuestro Señor Dios en todas las cosas, es más fácil que no levantarnos a las cosas divinas más abstractas, haciéndonos con trabajo a ellas presentes; y causará este buen ejercicio disponiéndonos, grandes visitaciones del Señor, aunque sean en una breve oración»; y añade al final que de esto «nos podríamos examinar34 .
Un examen practicado en esta forma podría incluir, siguiendo el método de san Ignacio, varios pasos:
1.Pedir gracia para reconocer la presencia actuante del Amor de Dios en la jornada que vamos a examinar («desde la hora que se levantó hasta el examen presente, de hora en hora o de tiempo en tiempo»35;
2.Examinarnos para percibir las varias mociones que hemos experimentado y para reconocer [discernir] la unción o consolación del Espíritu: cómo y hacia dónde nos ha movido, qué nos ha mostrado o dado a sentir, qué nos ha dictado, qué ha puesto en nuestra voluntad (palabras todas utilizadas por Ignacio).
34 Epp. 3, 506-513. En SAN IGNACIO DE LOYOLA, Op.cit., p. 886.
35 Ejercicios Espirituales 43.
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3.Examinar qué tan atentos hemos estado a este acontecer de Dios en nosotros; si lo hemos reconocido y cómo le hemos respondido;
4.«Enteramente reconociendo» dar gracias a Dios nuestro Señor por tanto amor recibido; dar gracias también por aquellos momentos en los que hemos estado unidos a El en la acción; y pedir perdón por las veces que no hemos reconocido su presencia ni seguido «a lo que nos fue mostrado»36 ) y hemos estorbado así la acción vivificante del Espíritu Consolador;
5.«Y con esto reflectir en mí mismo, considerando con mucha razón y justicia lo que yo debo de mi parte ofrecer y dar», proponiendo y proyectando para adelante con su gracia37 .
Finalmente, una forma muy práctica de examinar algo de lo que ha pasado es preguntarnos sencillamente: ¿qué amor me movió?; o en el discernimiento para un asunto que vamos a decidir o emprender: ¿qué amor me mueve? En el segundo modo para hacer sana y buena elección, San Ignacio pone como primera regla: «que aquel amor que me mueve y me hace elegir la tal cosa descienda de arriba, del amor de Dios; de forma que el que elige sienta primero en sí que aquel amor más o menos que tiene a la cosa que elige, es solo por su Criador y Señor»38. ¿Nos ha movido o nos mueve la unción del Espíritu? ¿O quizás el amor propio, una tentación bajo especie de bien, una caridad indiscreta?
CONTEMPLACIÓN PARA ALCANZAR AMOR
Esta contemplación está colocada en el texto de Ejercicios fuera del programa de las cuatro Semanas, a continuación de los breves números sobre la cuarta Semana y antes de los tres modos de orar. Tiene la estructura propia de las contemplaciones de los misterios de la vida de Cristo, con composición de lugar, petición, cuatro puntos y coloquio. Todo
36 Cfr. Ejericios Espirituales 175.
37 Ibíd., 43 y 234.
38 Ejericios Espirituales 184.
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Cuarta Semana y contemplación para alcanzar amor parece indicar que se trata de un ejercicio independiente y libre que puede hacerse en el momento que se juzgue más conveniente.
En realidad, es una recapitulación, como un puente tendido para pasar de la experiencia mística y recogida del retiro, a la agitada realidad de la vida cotidiana, permaneciendo, sin embargo, en cuarta Semana, en presencia del Resucitado que actúa por su Espíritu en el mundo y en la historia. Polanco dice en su Directorio que se puede hacer durante la cuarta Semana, alternándola con las contemplaciones de las apariciones del Señor, cuando se haya ejercitado en ellas dos días; o también, después de concluir los misterios de la Resurrección, dedicando un día entero a esta contemplación39 .
La práctica tradicional la utiliza apropiadamente como la contemplación conclusiva de los Ejercicios. En realidad, estos son una progresi-
39 Del Directorio de Polanco: 99. Capítulo 10º. De algunas cosas notadas en la 4ª semana. 100.1º. …Lo que se dice en la 3ª nota [228], que la meditación puede reducirse a más o menos puntos, entiéndase no solamente en los Ejercicios de esta semana, sino también de las otras; y en cualquier número se dividan, si el que se ejercita encontrara en uno o dos lo que se busca, no hay por qué se apresure a recorrerlos todos; sino que cuando finalice la hora (o el rato mayor que tal vez dedique a la meditación), pase a uno o más coloquios. Pero en la repetición podría considerar mejor los puntos menos meditados, y el coloquio (si así parece) podría dirigirlo a distinta persona que antes, a saber, si antes lo dirigió al Padre, en el otro Ejercicio al Hijo, o al Espíritu Santo, o a la misma B. Virgen, o hasta podrá dirigirse a dos o incluso a tres a la vez, si lo exigiera la devoción.
101… Aquí se trata del amor de amistad, que deseamos el bien para los demás por razón de sí mismos, no del amor de concupiscencia, con el que decimos amar aquello que amamos para nosotros, como las riquezas, felicidad y otras por el estilo.
102 3º. Este Ejercicio para excitar el amor se podrá proponer después de que el que se ejercita se habrá ocupado uno o dos días en los misterios de la resurrección…Y aunque se dedique una hora a la meditación de alguno de estos misterios, otra se podrá dedicar a éste, que se propone para excitar el amor. Y puesto que los cuatro puntos son fecundísimos, quien tenga bastante con uno para una hora, en la siguiente se podrá entregar a otro u otros. Y se añadirá el coloquio al final de la meditación, aunque no haya recorrido todos los puntos. Pero si le parece tratar por separado de los misterios de la resurrección y de este Ejercicio para excitar el amor, termínense estos misterios… y el tercero o cuarto día trátese éste durante un día íntegro en distintas horas, a fin de que sobren algunos días de esta semana para ejercitar los modos de orar.
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va manifestación de Dios que en cada etapa irrumpe en la vida del ejercitante abrazándolo (o abrasándolo, inflamándolo) en su amor y alabanza para disponerlo a servirle de la mejor manera posible en el futuro40. Pueden considerarse en su conjunto como un verdadero itinerario para alcanzar amor. Pues bien, al terminar la cuarta Semana el ejercitante se siente inflamado por el Amor de Dios; y «ponderando con mucho afecto cuánto ha hecho Dios nuestro Señor por él», «enteramente reconociendo», prorrumpe «en su amor y alabanza», dispuesto a proceder por la vía como podrá mejor «en todo amar y servir» en adelante. Con esta contemplación la libertad del ejercitante alcanza su plena liberación y disponibilidad para entregarse. Con toda razón Polanco la llama «Contemplación para excitar el amor».
Sin duda, puede hacerse también a continuación de los Ejercicios, en la oración diaria, como una forma de prolongarlos sin pasar a lo que han llamado «la quinta semana». Hay que asegurar la manera de que esta contemplación se haga reposada y tranquilamente, sin la prisa con que suele proponerse para la última hora, cuando el ejercitante comienza a hacer las maletas para terminar los Ejercicios.
Igualmente, es una magnífica forma de examinarnos para buscar y hallar, «afectándonos mucho», el acontecer de Dios en nuestra diaria jornada y en todas las cosas, que es lo característico y propio de la espiritualidad ignaciana. El examen diario puede así practicarse como una verdadera contemplación para alcanzar amor, sobre el día que examinamos.
Algunos piensan que el ambiente místico, encerrado, de los Ejercicios, puede provocar una especie de alienación y que es difícil continuar en la vida ordinaria la rica experiencia que hemos sentido y gustado durante esos días. Habría que preguntarse, sin embargo, si no es más bien la realidad de la vida la que nos aliena y nos impide mantenernos atentos a la presencia actuante del Señor, que continúa «trayendo el oficio de consolar» y haciéndonos a la vez a nosotros ministros de la consolación41 .
40 Ejercicios Espirituales 15.
41 Cfr. 2 Cor, 1-7.
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Cuarta Semana y contemplación para alcanzar amor
Proceso de la contemplación
Al terminar los Ejercicios podríamos repetir con San Juan: «Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él»42; para concluir que si él nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarlo en nuestros hermanos. Esta contemplación nos advierte que el amor debe ponerse más en obras que en palabras, y que es un amoroso intercambio y comunicación.
El primer preámbulo ofrece una solemne composición de lugar que coloca al que hace los Ejercicios en la presencia de Dios nuestro Señor, de los ángeles y de los santos «interpelantes por él». Llama la atención que no se menciona explícitamente a nuestra Señora ni a ninguna de las tres Personas divinas, pero su presencia impregna el escenario. Es obviamente una contemplación trinitaria. Reconocemos con todo afecto la cercanía de Dios, que se nos manifiesta «en la tridimensionalidad de su donación», como decía Karl Rahner. Los dones de creación que proceden del Padre: «todo lo bueno y perfecto que se nos da, viene de arriba, de Dios, que creó los astros del cielo, en quien no hay cambio ni sombra de declinación. El, porque así lo quiso, nos dio vida mediante el mensaje de la verdad, para que seamos los primeros frutos de su creación»; la gracia del Hijo en su encarnación y redención («el que no reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos va a regalar todo lo demás con él?»; «De su plenitud hemos recibido todos: bendición tras bendición»43; y todos los dones y frutos de santificación con que nos vivifica el Espíritu Santo44 .
Hemos conocido
el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él
En el segundo preámbulo, la petición, «será aquí pedir conocimiento interno de tanto bien recibido, para que yo enteramente reconociendo, pueda en todo amar y servir a su divina majestad».
42 1 Jn 4, 16.
43 Sant 1, 17-18; Rom 8, 32; Jn 1, 16.
44 Cfr. Gál 5, 22.
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Textos bíblicos: Salmos 8, 19, 65, 104, 139; Hechos 17, 24-28 (en él vivimos, nos movemos y existimos); Lc 1, 46ss. (Magnificat); salmo 116 (¿Cómo le pagaré al Señor…?).
Los puntos se podrían contemplar con la secuencia de quien recibe un preciosísimo regalo:
Primer punto. Memorial de los dones recibidos. «Traer a la memoria los beneficios recibidos»: de creación (del Padre), de redención (del Hijo), de santificación (del Espíritu). También todos los dones particulares: la vida, en primer lugar, como el don fundamental, y todas las cosas buenas con que Dios la ha enriquecido. Cada uno puede recorrer pausadamente todos los beneficios recibidos durante su vida…Y, lo más espléndido: Dios mismo se nos quiere comunicar «en cuanto puede», en cuanto no le ponemos obstáculos.
Segundo punto. El Señor se hace presente personalmente con sus dones. ¡Él mismo es el Regalo! «Mirar cómo Dios habita en las criaturas». Dios es inseparable de sus dones, pues ellos solo subsisten por su acción creadora. Él nos habita o mejor, en Él nosotros habitamos. Exclama Pablo en el Areópago de Atenas:
De un solo hombre hizo él todas las naciones, para que vivan en toda la tierra; y les ha señalado el tiempo y el lugar en que deben vivir, para que busquen a Dios, y quizá, como a tientas, puedan encontrarlo, aunque en verdad Dios no está lejos de cada uno de nosotros. Porque en él vivimos, nos movemos y existimos45 .
Tercer punto. «Considerar cómo Dios trabaja y labora por mí en todas cosas criadas sobre la haz de la tierra». Todos los dones han sido trabajados por quien viene en persona a regalárnoslos. El Padre siempre trabaja, con su silenciosa providencia: «sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman, a los cuales él ha llamados de acuerdo con su propósito» 46; el Hijo, como lo presenta San Ignacio, camina y trabaja desde su nacimiento «en suma pobreza, y a cabo de tantos trabajos de hambre,
45 Hch 17, 26-28.
46 Rom 8, 28.
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Cuarta Semana y contemplación para alcanzar amor de sed, de calor y de frío, de injurias y afrentas, para morir en cruz»47; y continúa actuando en el mundo y la historia ejerciendo «el oficio de consolar»; el Espíritu trabaja incesantemente configurando en nosotros la imagen de Jesús: «nos vamos transformando en su imagen con resplandor creciente, bajo la acción del Espíritu del Señor»48. Dios trabaja y labora a la manera de un obrero, anota San Ignacio, para connotar la dureza y la humildad del trabajo.
Cuarto punto. «Mirar cómo todos los dones y bienes descienden de arriba». Todos nos ofrecen un reflejo y semblanza del Donante, pues todo lo que son les viene de Él como de su fuente. Dios es trascendente, inmanente y transparente, en toda su creación. Podemos «experimentar la transparencia [diafanía] divina de las cosas»49 en toda la creación y en todos los acontecimientos.
El examen diario puede hacerse como una sencilla contemplación para alcanzar amor
La respuesta: «Ponderando con mucho afecto», «afectándonos mucho» por tanto bien recibido, reflexionamos sobre lo que tenemos que dar en reciprocidad, con toda razón y justicia: «todas mis cosas y a mí mismo con ellas». «Tomad, Señor y recibid…». La ofrenda de este coloquio puede repetirse en cada uno de los puntos de manera muy personal.
Recuerdo, como lo he dicho, que el examen diario puede hacerse como una sencilla contemplación para alcanzar amor, rastreando en cada día, o en cada jornada que examinamos, el acontecer de Dios: lo que me ha regalado, en qué cosas se ha hecho presente, cómo se me ha dado él mismo; cómo yo he vivido, o no, sumergido en él, qué amor me ha movido, y cómo debo disponerme para servirle en adelante.
47 Ejericios Espirituales 116.
48 2 Co 3, 18.
49 KARL RAHNER, S.J., Meditaciones sobre los Ejercicios de San Ignacio, Barcelona 1971, 260.Añade Rahner que «el primero y cuarto punto de esta contemplación ignaciana, tratan, en el fondo, del amor que determina el descenso de Dios al mundo. Un tal amor, que entra con Dios en el mundo, para perderse aparentemente en él».
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Propongo, para completar la comprensión de esta contemplación, un texto de Teilhard de Chardin, en la introducción de su obra: El Medio divino.
«El Medio Divino»
Teilhard de Chardin, en la introducción de «El Medio divino», dice que lo que esas páginas proponen y encierran es una actitud práctica, una «educación de los ojos», para contemplar a Dios que invade el universo. Estos párrafos iluminan la contemplación para alcanzar amor:
Introducción In eo vivimos
(…) Para unos, el Mundo se descubre como demasiado grande. El Hombre se halla perdido en semejante conjunto; no cuenta: no nos queda sino ignorar y desaparecer. Para los otros, por el contrario, el Mundo es demasiado bello: es a él sólo a quien hay que adorar.
Hay cristianos (como hay hombres) que se hurtan todavía a esta angustia o a esta fascinación. Las páginas de este libro no les interesarán. Pero hay otros que se asustan de la emoción o de la atracción que produce sobre ellos, invenciblemente, el Astro nuevo que surge. El Cristo evangélico, imaginado y amado dentro de las dimensiones de un Mundo mediterráneo, ¿es por ventura capaz de recubrir y de centrar todavía nuestro Universo prodigiosamente engrandecido? El Mundo, ¿no se halla en vías de manifestarse más amplio, más íntimo, más resplandeciente que el mismo Jehová? ¿No hará que nuestra religión estalle? ¿No eclipsará a nuestro Dios?
Tal vez sin atreverse aún a confesar esta inquietud, muchos (lo sé porque me los he encontrado a menudo y en todas partes...) la sienten, no obstante, absolutamente despierta en el fondo de sí mismos. Para estos es para quienes escribo.
No intentaré hacer metafísica, ni apologética. Con los que quieran seguirme volveré al Agora. Y allí, todos juntos, oiremos a san Pablo decir a las gentes del Areópago: «Dios que ha hecho al hombre para que éste lo encuentre, -Dios, a quien intentamos aprehender a través del tanteo de nuestras vidas-, este Dios se halla tan extendido y es tan tangible como una atmósfera que nos bañara. Por todas partes El nos
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Cuarta Semana y contemplación para alcanzar amor envuelve, como el propio Mundo. ¿Qué os falta, pues, para que podáis abrazarlo? Solo una cosa: verlo50 .
Este librito, en el que no se hallará sino la lección eterna de la Iglesia, pero repetida por un hombre que cree sentir apasionadamente con su tiempo, querría enseñar a ver a Dios por todas partes: verlo en lo más secreto, en lo más consistente, en lo más definitivo del mundo. Lo que estas páginas proponen y encierran es sólo una actitud práctica, o, más exactamente acaso, una educación de los ojos. No discutamos, ¿Queréis? Pero situaos como yo aquí y mirad. Desde este punto privilegiado que no es la cima difícil reservada a ciertos elegidos, sino la plataforma firme construida por dos mil años de experiencia cristiana, veréis, con toda sencillez, operarse la conjunción de los dos astros cuya atracción diversa desorganizaba vuestra fe. Sin confusiones, sin mezclas, Dios, el verdadero Dios cristiano, invadirá ante vuestros ojos el Universo. El Universo, nuestro Universo de hoy, el Universo que os asustaba por su magnitud perversa o su pagana belleza. Lo penetrará como un rayo penetra un cristal; y a favor de las capas inmensas de lo creado, se hará para vosotros universalmente tangible y activo, muy próximo y, a la vez, muy lejano»51 .
Si, acomodando la mirada de vuestra alma, sabéis percibir esta magnificencia, os prometo que olvidaréis vuestros vanos temores frente a la Tierra que asciende; y sólo pensaréis en gritar: ¡Todavía más grande, Señor! ¡Sea cada vez más grande Tu Universo para que, mediante un contacto incesantemente intensificado y engrandecido, yo Te sostenga y sea sostenido por Ti!
La marcha que seguiremos en nuestra exposición ha de ser muy sencilla. Puesto que, en el campo de la experiencia, la existencia de cada hombre se divide adecuadamente en dos partes: lo que hace y lo que experimenta, consideremos consecutivamente el campo de nuestras actividades y de nuestras pasividades. En cada uno de ellos constataremos, primero, que Dios, siguiendo su promesa, realmente nos espera
50 Al final de su vida el autor volvió sobre El Medio Divino en dos escritos autobiográficos en los que desarrolla lo que entendía por «verlo»: «A lo largo de toda mi vida, por toda mi vida, el Mundo se ha ido poco a poco encendiendo, inflamando ante mis ojos, hasta que en torno a mí se ha hecho enteramente luminoso por dentro... Tal como yo lo he experimentado al contacto con la Tierra: la Diafanidad de lo Divino en el corazón de un Universo que se ha hecho ardiente... Cristo. Su Corazón. Un Fuego: capaz de penetrarlo todo, y que, poco a poco, se extiende por todas partes». (N. de los E.)
51 TEILHARD DE CHARDIN, El medio Divino, Introducción, «in eo vivimus», Madrid 1972, 18-19.
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en las cosas, a menos que no salga desde ellas a nuestro encuentro. Después, admiraremos cómo por la manifestación de su sublime Presencia, no altera la armonía de la actitud humana, sino que, por el contrario, proporciona a ésta su forma verdadera y su perfección. Hecho esto, es decir, habiéndose mostrado las dos mitades de nuestra vida (y por consiguiente la totalidad de nuestro Mundo mismo) llenas de Dios, ya no nos quedará sino inventariar las propiedades maravillosas de este medio extendido por todas partes (¡y, sin embargo, ulterior a todo!), en el que sólo nosotros estamos construidos, para poder, desde ahora, respirar plenamente.
«Señor, haz que vea»
Oración de Teilhard de Chardin52
La percepción de la omnipresencia divina es esencialmente una visión, un gusto, es decir, una especie de intuición de ciertas cualidades superiores de las cosas. Por tanto, directamente no puede obtenerse mediante ningún razonamiento ni artificio humano. Como la vida, cuya suprema perfección experimental representa, sin duda, es un don... Sentir la atracción de Dios, ser sensible a sus encantos, a la consistencia y a la unidad final del ser, es la más elevada y, a la vez, la más completa de nuestras «pasividades de crecimiento».
Por la lógica de su esfuerzo creador, Dios tiende a hacerse buscar y a hacerse percibir por nosotros: «Possuit homines...si forte attrectent eum [quería que lo buscasen, a ver si, al menos a tientas, lo encontraban. Hch 17, 27]». Su gracia previsora siempre se halla en suspenso para excitar nuestra primera mirada y nuestra primera oración. Pero, en fin, la iniciativa, el despertar parten de El siempre...
He aquí, pues, que en el origen de nuestra invasión por el Medio Divino tenemos que situar una oración intensa y continuada, la plegaria que suplica el don fundamental:
52 TEILHARD DE CHARDIN, El medio Divino, Madrid 1967, 142.
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Cuarta Semana y contemplación para alcanzar amor
«Domine, fac ut videam [¡Señor, que vea! Lc 18,41]». Señor, sabemos y presentimos que estás por todas partes en torno a nosotros. Pero diríase que hay un velo sobre nuestros ojos. Haz que brille por todas partes tu rostro universal: «illumina vultum tuum super nos [Haz brillar tu rostro sobre nosotros. Sal 67,2]». Que tu brillo profundo aclare hasta las entrañas las oscuridades densísimas en cuyo seno nos movemos. «Sit splendor Domini nostri super nos [que nos acompañe la bondad del Señor Dios nuestro. Sal 90,17]». Y para esto envíanos tu Espíritu, «Spiritus principalis [Afianza en mí un espíritu generoso. Sal 51,14]», cuya acción inflamada puede sola operar los principios y la perfección de la gran Metamorfosis a la que concluye toda la perfección interior y por la que gime vuestra Creación: «Emitte Spiritum tuum, et creabuntur et RENOVABIS FACIEM TERRAE [Envía tu aliento y empezarán a existir, y así renovarás el aspecto de la tierra. Sal 104, 30]».

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Post-Ejercicios
Roberto Triviño Ayala, S.J.*
Antes de comenzar los Ejercicios se da mucha importancia a la preparación del «que recibe los Ejercicios» (ejercitante), con el fin de ver si esa persona tiene el verdadero «subiecto» para hacer este tipo de experiencia espiritual; y hoy se entiende por «subiecto» la capacidad del sentido de sí, su identidad, la dirección actual de su vida.
No menos importancia merece el tema de los post-ejercicios, una etapa más en la experiencia de los Ejercicios que ya se realizaron.
La pregunta lógica que surge ahora es: ¿cómo hacer vida este programa que se ha desarrollado durante el tiempo de los Ejercicios?
Más aún, si queremos formular esa misma pregunta en otros términos sería: ¿cómo perseverar en el fruto que se ha recogido? El peligro grande es pensar que por el hecho mismo de haber concluido los Ejercicios todo está terminado. ¡Y no es así! Durante la Navidad quemamos la pólvora que luce en el firmamento con lindísimos y variados colores, pero al cabo de escasos segundos todo queda convertido en cenizas.
* Licenciado en Filosofía y Magíster en Teología de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Diplomado en Teología Espiritual de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Actualmente Miembro del Equipo CIRE.
Apuntes Ignacianos 59 (mayo-agosto 2010) 102-106
Lastimosamente algo semejante puede suceder con los Ejercicios. Una magnífica y maravillosa experiencia, grandes consolaciones, una visión ideal de la vida, las cosas aparecen con mucha claridad, pero a medida que va pasando el tiempo todo como que se va esfumando. Por eso es tan importante el momento que sigue a la culminación de los Ejercicios y a él hay que prestar la máxima atención.
Algo semejante parece decirnos la parábola del sembrador cuando en la explicación que hace Jesús del por qué la semilla caída entre la maleza tampoco da fruto anota: «es el que oye la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas ahogan la Palabra, y queda sin fruto»1. Es claro, pues, que una de las causas de la poca perseverancia en los Ejercicios se debe a ese afán o desmedido trajín que trae el mundo en su vertiginosa carrera y nos arrastra a un loco activismo. Sumada a lo anterior está la seducción de las riquezas no solamente materiales sino también intelectuales y espirituales.
Me viene a la memoria aquel párrafo de los Ejercicios donde san Ignacio con sabiduría espiritual habla de la postconsolación, que bien puede ser aplicado al caso del tiempo de los post-ejercicios. En la regla 8a. de discreción de espíritus, más propias de la segunda semana, encontramos escrito lo siguiente:
...la persona espiritual, a quien Dios da la tal consolación, debe con mucha vigilancia y atención, mirar y discernir el propio tiempo de la tal consolación del siguiente, en que la ánima queda caliente y favorecida (...); porque muchas veces en este segundo tiempo, por su propio discurso de habitúdines y consecuencias de los conceptos y juicios, o por el buen espíritu, o por el malo, forma diversos propósitos y pareceres que no son dados inmediatamente de Dios nuestro Señor. Y por lo tanto, han menester ser mucho bien examinados, antes que se les dé entero crédito ni que se pongan en efecto2 .
Avanzando en nuestro propósito, podemos ahora señalar algunos medios prácticos para mantener vivo el fruto de los Ejercicios, inspirados en el mismo libro de los Ejercicios.
1 Mt 13, 22.
2 Ejercicios Espirituales 336.
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Roberto Triviño Ayala, S.I.
Un medio singular que san Ignacio entrega al ejercitante es la Contemplación para alcanzar amor. Es como el puente que une la Cuarta Semana con la vida corriente; es la expresión del «camino de vuelta» (Emaús) del ejercitante. Esa Contemplación nos hace reconocer diariamente todos los beneficios recibidos de parte de Dios y a su vez «lo que yo debo de mi parte ofrecer y dar a la su divina majestad»3 . En forma similar es hacer un memorial de lo que recibimos de los otros y de lo que debemos de nuestra parte ofrecer y dar a los demás. Nos hará también ser presencia viva a los demás «saliendo de nuestro propio amor, querer e interés»4; nos hará más serviciales, caritativos y misericordiosos. Y así como «Dios trabaja y labora por mí»5, de igual forma trabajaremos con denuedo por la causa del reino, para construir aquí en la tierra la civilización del amor. Finalmente, seremos también fuente de «justicia, bondad, piedad, misericordia, etc.»6 para aquellos que necesitan de estos dones y carismas.
Por lo tanto, esta Contemplación se convertirá en un impulso dinámico para hacer de nuestras vidas un don para los demás. Pero hay algo más: esta Contemplación nos llevará a ser «contemplativos en la acción», o sea, a saber encontrar a Dios en medio de nuestro trabajo, en todas las cosas y personas.
Otro medio para mantener el fruto de los Ejercicios es la práctica diaria del discernimiento espiritual. Mediante él continuamos viviendo nuestra vida «en y según el Espíritu»; es decir, en ese continuo y permanente estado de «buscar y hallar la voluntad de Dios en la disposición de nuestra vida»7. De esta práctica brotan preguntas como éstas: ¿Qué espíritu me mueve? ¿Por dónde y de qué manera pasa el Señor por mi vida? ¿Qué amor me mueve, el de arriba?8. La práctica diaria del examen de conciencia, o mejor
3 Ibíd., 234.
4 Ibíd., 189.
5 Ibíd., 236.
6 Ibíd., 237.
7 Ibíd., 1.
8 Cfr. Ejercicios Espirituales 184.
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dicho, del examen del consciente espiritual será la actitud básica para mantener viva la experiencia de los Ejercicios. Así lo comprueba y lo constata la experiencia de muchísimas personas. El instrumento para poner en práctica cada día este discernimiento es el examen de conciencia espiritual.
Oración diaria, constante, sin desfallecer a ejemplo de Jesús. Oración que no es vaga, etérea, evasiva y desencarnada, sino una oración viva y eficaz que compromete toda una vida.
Una realización concreta de esa oración que compromete toda una vida será vincularse a una obra apostólica de la Iglesia, sea a nivel diocesano, parroquial o de grupo apostólico en donde se pueda «ofrecer toda la persona al trabajo»9. Sobre todo allí donde más se revela el rostro de Cristo pobre, sufriente y muriente en el mundo de hoy. Sólo cuando nuestro compromiso con ese mundo adolorido sea eficaz y sincero, será creíble todo cuanto meditamos y contemplamos acerca del tercer grado de humildad o de amor10 . A este propósito, en un párrafo de su ponencia que tiene como título: «¿Por qué no nos cambian los Ejercicios Espirituales?», dice Carlos Cabarrús:
Mientras no experimentemos los dolores y sufrimientos de los hermanos, como matriz de una vivencia espiritual y/o fenómeno concomitante, no estamos en disposición de ánimo para dejarnos moldear por el Espíritu de Jesús. Volver a ese mundo para colaborar con el cambio de su rostro de dolor, será la verificación del recto discernimiento y del mismo seguimiento de Jesús11 .
Es importante que se siga con el acompañamiento o asesoramiento espiritual. Durante los Ejercicios comprobamos lo esencial del diálogo o cotejamiento con el que da los Ejercicios; pues bien, es necesario que después de ellos se siga con algún tipo de
9 Ejercicios Espirituales 96.
10 Cfr. Ejercicios Espirituales 167-168.
11 CARLOS ALEMANY Ed., Psicología y Ejercicios Ignacianos Vol. I, (Manresa 5), Bilbao 1991, 283-384.
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Roberto Triviño Ayala, S.I.
acompañamiento espiritual que a su vez nos servirá de monitoreo de cómo vamos caminando por esta nueva senda.
Como sabemos, san Ignacio en Manresa escribió en unos folios lo que experimentaba y sentía en su interior; este fue el origen del libro de los Ejercicios. Sin duda alguna, nosotros también hemos escrito una especie de Diario espiritual donde consignábamos las principales mociones y luces obtenidas durante las horas de oración. Esto lo hacíamos al terminar cada jornada. Me parece válido y provechoso que frecuentemente leamos ese Diario porque es parte de nuestra historia de salvación. Así garantizamos una mayor perseverancia de lo visto, escuchado, orado y discernido. Además, esto estaría muy en consonancia con la práctica del repaso de lo acontecido, siguiendo lo que el mismo san Ignacio propone sobre la forma o manera de orar conocida como la «repetición», notando y haciendo pausa en los puntos en que se ha sentido mayor consolación o desolación o mayor sentimiento espiritual12 .
Un comentarista y director de Ejercicios tan cualificado como es el P. Giuliani reflexiona así sobre este particular:
La necesidad que experimenta el ejercitante, en el período que sigue a los Ejercicios, de recoger lo esencial de la experiencia vivida y por eso releerla, o de «orarla» de nuevo tratando de profundizar una u otra etapa, se transforma muy frecuentemente en una evidencia: Los ejercicios ya no son un pasado del que hay que acordarse para celebrar la gracia recibida, sino un camino abierto. A partir de cada ejercicio, realizado durante los Ejercicios, y revivido después en la oración, la experiencia espiritual se va haciendo más precisa, más intensa, más concentrada13
Cada ejercitante, guiado por el Espíritu Santo, encontrará otros medios y formas de perpetuar su encuentro con Dios, sacando de su tesoro «lo nuevo y lo viejo»14, como persona sabia y prudente.
12 Cfr. Ejercicios Espirituales 62, 64 y118.
13 MAURICIO GIULIANI, S.J., La experiencia de los Ejercicios Espirituales en la vida, (Manresa 9), Bilbao 1992, 125.
14 Mt 13, 52.
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Colección
Apuntes Ignacianos
Temas
Directorio de Ejercicios para América Latina (agotado)
Guías para Ejercicios en la vida corriente I (agotado)
Guías para Ejercicios en la vida corriente II (agotado)
Los Ejercicios: «...redescubrir su dinamismo en función de nuestro tiempo...»
Ignacio de Loyola, peregrino en la Iglesia (Un itinerario de comunión eclesial).
Formación: Propuesta desde América Latina.
Después de Santo Domingo: Una espiritualidad renovada.
Del deseo a la realidad: el Beato Pedro Fabro. Instantes de Reflexión.
Contribuciones y propuestas al Sínodo sobre la vida consagrada.
La vida consagrada y su función en la Iglesia y en el mundo.
Ejercicios Espirituales para creyentes adultos. (agotado)
Congregación General N° 34. Nuestra Misión y la Justicia.
Nuestra Misión y la Cultura. Colaboración con los Laicos en la Misión. «Ofrece el perdón, recibe la paz» (agotado)
Nuestra vida comunitaria hoy (agotado) Peregrinos con Ignacio. (agotado)
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Temas
El Superior Local (agotado) Movidos por el Espíritu.
En busca de «Eldorado» apostólico. Pedro Fabro: de discípulo a maestro. Buscar lo que más conduce...
Afectividad, comunidad, comunión.
A la mayor gloria de la Trinidad (agotado) Conflicto y reconciliación cristiana.
«Buscar y hallar a Dios en todas las cosas»
Ignacio de Loyola y la vocación laical. Discernimiento comunitario y varia.
I Simposio sobre EE: Distintos enfoques de una experiencia. (agotado) «...para dirigir nuestros pasos por el camino de la paz» La vida en el espíritu en un mundo diverso.
II Simposio sobre EE: La preparación de la persona para los EE.
Conferencias CIRE 2002: Orar en tiempos difíciles.
30 Años abriendo Espacios para el Espíritu.
III Simposio sobre EE: El Acompañamiento en los EE. Conferencias CIRE 2003: Los Sacramentos, fuente de vida.
Jesuitas ayer y hoy: 400 años en Colombia.
IV Simposio sobre EE: El "Principio y Fundamento" como horizonte y utopía. Aportes para crecer viviendo juntos. Conferencias CIRE 2004.
Reflexiones para sentir y gustar... Índices 2000 a 2005.
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Temas
V Simposio sobre EE: El Problema del mal en la Primera Semana.
Aprendizajes Vitales. Conferencias CIRE 2005. Camino, Misión y Espíritu.
VI Simposio sobre EE: Del rey temporal al Rey Eternal: peregrinación de Ignacio de Loyola, Francisco Javier y Pedro Fabro. Contemplativos en la Acción. Aportes de la espiritualidad a la Congregación General XXXV de la Compañía de Jesús.
VII Simposio sobre EE: Encarnación, nacimiento y vida oculta: Contemplar al Dios que se hace historia. La V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en Aparecida, Brasil Congregación General XXXV: Peregrinando más adelante en el divino servicio.
VIII Simposio sobre EE: Preámbulos para elegir: Disposiciones para el discernimiento. Modos de orar: La oración en los Ejercicios Espirituales. La pedagogía del silencio: El silencio en los Ejercicios Espirituales.
IX Simposio sobre EE: «Buscar y hallar la voluntad de Dios»: Elección y reforma de vida en los EE.

Sugerencias para dar Ejercicios: Una visión de conjunto
Presentación1
Una visión de conjunto de los Ejercicios3
Iván Restrepo Moreno, S.J.
EvoluciónenlamaneradehacerydarlosEjercicios.
Actores de los Ejercicios y tarea delque los da32
José de Jesús Prieto León, S.J.
Anotaciones, Adiciones y Principio y Fundamento40
Darío Restrepo Londoño, S.J.
Primera Semana49
Fernando Londoño Bernal, S.J.
ElcomienzodelaSegundaSemana56
Iván Restrepo Moreno, S.J.
Disposiciones fundamentales para la elección. Banderas,Binarios,ManerasdehumildadyEleción64
Roberto Triviño Ayala, S.J.
Tercera Semana de Pasión74
Fernando Londoño Bernal, S.J.
CuartaSemanaycontemplaciónparaalzanzaramor 83
Javier Osuna Gil, S.J.
Post-Ejercicios102
Roberto Triviño Ayala, S.J.
Bibliografía107
Colección Apuntes Ignacianos111