Noticias de Provincia I Agosto 2025

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Noticias de Provincia Agosto 2025

Provincial

Hermann Rodríguez Osorio, SJ

Coordinación editorial

Antonio José Sarmiento, SJ

Jenifer Rubiano Sánchez

Diseño y diagramación

Laura Valentina Souza García

Imagen de portada

Lanzamiento libros Jesuitas Colombia: cien años al servicio de la Iglesia y el país y Mi contribución espiritual al desarrollo social de un país, 2025

Alejandro Nieto

Impresión

Multi-impresos S.A.S

Noticias de Provincia Agosto 2025

Editorial

¿Cómo veo el futuro de la provincia?

Noticias breves

Tener un hijo, sembrar un árbol, escribir un libro

Las memorias del P. Jaime Salazar Londoño, SJ

Homenaje al P. Gabriel Jaime Pérez y presentación de su libro: “Hacia una ética de la comunicación para la paz”

Lanzamiento del I Volumen del Catálogo del Archivo Histórico del Colegio Mayor de San Bartolomé

Ensancha el espacio de tu tienda (Is, 54, 2)

XXV Simposio de Ejercicios Espirituales - CIRE

Primer Congreso de Investigadores

Ignacianos

Más que un taller, un camino

Primer Encuentro Nacional de CIRE

Ampliado

Encuentros del corazón: el regalo de discernir en comunidad

Un café con Toñito Silva

Jorge Eduardo Serrano Ordóñez, SJ

El Minuto de Homilía continúa

María Constanza Villalobos Acosta: desde el jardín del Paraíso sigue enseñándonos a ver lo invisible, a cuidar lo que merece cuidado, y a vivir con el alma vuelta hacia la Luz

La historia es historia

Don y misterio

La filosofía del liderazgo Ubuntu para un país reconciliado

Administradores de la misión

Comunicados

Cumpleaños jesuitas septiembre

“La tarea de escribir la historia”
(Lucas 1,1)

La misión de fluir como un río

E“Muchos han emprendido la tarea de escribir la historia de los hechos que Dios ha llevado a cabo entre nosotros”

San Lucas 1, 1

l pasado 15 de agosto tuvimos el gusto de presentar dos libros con los cuales cerramos con broche de oro la celebración de los cien años de la provincia. El primero, Jesuitas en Colombia. Cien años de servicio a la Iglesia y al país. El segundo, Mi contribuición espiritual al desarrollo social de un país, del P. Jaime Salazar Londoño, SJ. Con una maravillosa asistencia, incluida la presencia del señor Nuncio Apostólico en Colombia, pudimos hacer este homenaje al esfuerzo generoso de todos nuestros compañeros jesuitas que han construido nuestra provincia y a todo el Cuerpo Apostólico que ha estado comprometido radicalmente con la misión. Cien años de historia que se puden vislumbrar en los dos libros.

El primero, ofrece a la provincia y al Cuerpo Apostólico, una radiografía de la provincia en el año 2024, a los cien años de su fundación, con la enorme riqueza de sus dinámicas obras apostólicas, y sus comunidades cargadas de experiencia y juventud. El segundo, recoge las memorias del P. Jaime Salazar y el gran impacto social y eclesial de su vida. Ambos libros nos invitan a pensar en la vida como un río que fluye de modo continuo, tal como queda expresado en el bello poema de José Eustasio Rivera, sobre el "Río de la vida”:

“Soy un río que fluye sin cesar, con aguas turbias o cristalinas, con remansos de paz o torrentes de ira, con islas de ensueño o escollos de pena.

Mi nacimiento es un misterio, mi desembocadura un secreto, pero mi curso es una realidad, que late con la vida del universo.

He visto nacer el sol y morir la noche, he sentido el calor del verano y el frío del invierno, he oído el canto de los pájaros y el rugir de los truenos, he llevado en mis aguas la sed de los campos y el llanto de los niños.

Soy un río que fluye sin cesar, con aguas que cambian y un cauce que permanece, con un destino que se ignora y un origen que se olvida, con una vida que late con la vida del universo”.

La vida, como aparece en este hermoso poema y en estos dos hermosos libros, es un flujo constante, con altibajos, momentos de paz y tormenta, que solo se explica cuando entendemos su origen y su destino. Todos los momentos que quedan recogidos en estas dos publicaciones, para contribuir a la memoria colectiva, nos hablan de un tejido que convierte los diversos hilos en una hermosa textura llena de colores y figuras que hablan de una misión de servicio a la Iglesia y a la sociedad colombiana.

Qué bello es sentirnos parte de un camino, de una historia, de un proceso que nos trasciende, pero desde el cual nos sentimos acariciados por las manos bondadosas de Dios, creador y salvador. Cada uno de nosotros, miembros de este Cuerpo Apostólico, somos invitados a la docilidad y a la generosidad para que el Buen Dios siga tejiendo nuestra historia con amorosa paciencia, como un servicio a la vida y a la misión de reconciliación y justicia.

Esperamos que en breve podamos recibir estos libros en nuestras comunidades y obras para disfrutarlos y compartir con familiares, bienhechores y amigos de este hermoso testimonio que refleja el fluir de Dios por nuestra historia. Disfruten de la belleza de los paisajes, de los remansos tranquilos y de los recodos agitados de estos cien años de vida como provincia. Disfruten de esta aventura con un origen maravilloso y con un destino que sabemos que será absolutamente espléndido. Sigamos abiertos a la acción de Dios para que sea quien nos conduzca en su amorosa ternura. Solo de Él recibimos la gracia para cumplir su misión como la mayor contribución espiritual al desarrollo humano y social de nuestro país y del mundo.

Hermann Rodríguez Osorio, SJ Bogotá, 25 de agosto de 2025 Provincial

¿Cómo veo el futuro de la provincia?

Seremos lo que decidamos ser

El cambio ha cambiado. Antes era lento y se tomaba su tiempo. Hoy es acelerado y exponencialmente tan rápido como sorprendente. Por eso, cada vez menos, la gente seria se atreve a hacer pronósticos taxativos. Ni la pitonisa con su bola de cristal, ni la firma encuestadora que falla reiteradamente, ni el economista responsable que, ante una novedad de coyuntura, ve derrumbar sus cálculos. De ahí que cuando me piden avizorar el futuro de la provincia afirmo sin titubeos: seremos lo que decidamos ser.

La contundente tendencia de nuestra disminución numérica me preocupa, pero no me aterra. Ya Ignacio en el numeral 812 de la parte X de nuestras Constituciones lo dijo claramente: "Porque la Compañía, que no se ha instituido con medios humanos, no puede conservarse ni aumentarse con ellos, sino con la mano omnipotente de Cristo... ". Fuimos 36 mil y ya casi estamos en una tercera parte. Cuando entré a la Compañía éramos en la provincia poco más de 400 y ahora menos de 200. Con todo, mi pronóstico no es tan pesimista como para suscribir lo que dijeron por ahí de que para 2062 ya no habría jesuitas. Reducidos sí, extinguidos no. Lo jesuítico podrá ser mínimo, pero lo ignaciano habrá florecido. Nuestro carisma es laical y sí será necesario contar con un programa sistemático de formación de nuestros compañeros de esta misión de Dios. Esa es una primera e importante decisión de la que se derivan otras no menos importantes.

...el ser contemplativos en la acción será apremiante en medio de los agobiantes retos que tendremos que asumir no sólo como jesuitas sino como Iglesia toda bajo la dinámica de comunión y participación sinodal.

Nuestra misión apostólica, por esencia, es rica por su amplio espectro de incidencia. Debemos seguir así sin que haya sospechas de dispersión. Ser fermento en la masa, estar donde otros no hacen presencia, dialogar con quien nadie dialoga, insertos en ese contexto global complejo que vivimos, me parece una nota característica nuestra a la que no podemos renunciar. Es cierto que nuestro apostolado educativo impacta el 84% del origen de nuestros ingresos, luego habrá que repensarnos allí estratégicamente: tendremos menos alumnos, producto del descenso demográfico, pero nuestra propuesta educativa con el sello humanista de la formación integral es innegociable, así le pongan como complemento todas las florituras de la moda de temporada.

Cuando observo los frentes misionales que implican las Preferencias Apostólicas Universales y los veo débiles en su sostenibilidad, siento que no pueden depender indefinidamente del fundraising y de la caridad de terceros. Ya la generosidad de nuestros donantes se dio copiosamente y en abundancia en otrora y esos recursos están invertidos en activos que tendremos que manejar responsable y juiciosamente en portafolios diversificados de inversiones, además, por supuesto, de la búsqueda creativa y no distractora de otras fuentes de financiamiento. El "piloto" de la casa de La Colombiere, es un bien pensado precedente. Ese manejo austero de los bienes confiados es un asunto delicado pues como bien lo dicen nuestros Estatutos de Pobreza: somos administradores, no dueños. Añádase como no menos importante la conciencia sobre otros temas no menos relevantes qué atender: la sólida formación de nuestros jóvenes, el cuidado de la salud de los nuestros, la delicada atención a nuestros ancianos y enfermos. Todo es importante.

Pero la clave o el meollo del asunto, lo sabemos, no se agota en un buen gerenciamiento de nuestros bienes temporales. Nuestra espiritualidad que brota de los Ejercicios Espirituales y estos a su vez anclados en el seguimiento de Jesús pobre, humilde y en cruz, nos invita permanentemente a ser fieles al legado ignaciano siendo lo que debemos ser, auténticos discípulos del Maestro Jesús y del maestro Ignacio. Eso quiere decir que nuestra formación deberá seguir siendo la mejor y la más pertinente en lo académico, lo comunitario y apostólico, pero la solidez de nuestra vida en el Espíritu es radicalmente ineludible. Como decía Karl Rahner: "el cristiano del futuro será un místico o no será", es decir, el ser contemplativos en la acción será apremiante en medio de los agobiantes retos que tendremos que asumir no sólo como jesuitas sino como Iglesia toda bajo la dinámica de comunión y participación sinodal. Ser hombres muy unidos a Dios “con la fe en el corazón, la ciencia en la cabeza y en el aire un pie”, nos definía santa Laura Montoya. Una comunidad de amigos en el Señor que quizás no sea muy numerosa pero donde la fraternidad y el respeto mutuos harán más creíbles eso que anunciamos y queremos ser. Seremos, pues, lo que decidamos ser y lo hagamos.

Noticias breves

Cambios y destinos

SS. José Alejandro Mosquera, Juan David Sánchez y Dayan Alexis Ospino recibieron las dimisorias de los votos de la Compañía

P. Luis Miguel García destinado a colaborar en el archivo de la provincia. Seguirá viviendo en la comunidad María Inmaculada

P. Luis Guillermo Sarasa ha sido nombrado director de la biblioteca de filosofía y teología Mario Valenzuela

P. Mario Alexander Vargas realiza su ordenación presbiteral el 6 de septiembre en Manizales

F. Diego Fernando Molina realiza sus últimos votos el 9 de septiembre en Cartagena

Conoce la programación acá

Los invitamos a leer el artículo, que nos anima a vivir la generosidad de manera consciente y efectiva.

Recomendado CIRE

Ejercicios Espirituales de Provincia

Fecha: del 7 al 15 de noviembre

Lugar: Casa de Ejercicios Espirituales San Claver (Santandercito)

Acompaña: P. Miguel Martins, SJ (BRA)

La experiencia inicia el 7 de noviembre a mediodía y finaliza el 15 de noviembre a medio día

Ejercicios de mes

Fecha: del 1 al 30 de noviembre

Lugar: Casa de Ejercicios Espirituales Villasunción (Bucaramanga, Santander)

Acompaña: P. Mauricio Rojas, SJ

Retiro Espiritual de 3 días

Fecha: del 10 al 13 de octubre

Lugar: Casa de Encuentros Pastorales Santa María del Lago - Chinauta

Acompaña: Fabián García, diácono permanente y miembro del equipo del CIRE.

Ejercicios Espirituales - Antioquia

Fecha: del 14 al 17 de noviembre

Lugar: Centro de espiritualidad La Cabaña de San José

Acompañan: P. José Roberto Arango, SJ, y equipo CIRE

Informes e inscripciones: www.cire.org.co - 322 256 32 07

¿Sabías que en el Noviciado de Santa Rosa de Viterbo los jóvenes jesuitas hablaban en latín?

En esta #CápsulaDelTiempo te contamos anécdotas y recuerdos de este lugar que marcó la historia de la Provincia.

Conoce más en el post

En el capítulo 17 de Llamados a la Misión, el P. Marcos Castaño, SJ, comparte una historia que nace del amor, la fe y la escucha atenta del llamado de Dios.

Su testimonio es un recordatorio de que la vocación no siempre llega como un rayo, sino como una semilla silenciosa que germina en el corazón, alimentada por la familia, el entorno y la gracia.

“Mi vocación la describo como una semilla que Dios sembró en mi familia y en el ambiente en el que me levanté”.

Este capítulo es una invitación a reconocer que Dios sigue llamando, que sigue sembrando, y que nuestras vidas pueden convertirse en tierra fértil para algo mucho más grande de lo que imaginamos.

Mira el episodio completo dando clic aquí o escaneando el código QR. Deja que esta historia toque tu corazón.

Tener un hijo, sembrar un árbol, escribir un libro

Con esta conocida trilogía, en nuestra lengua castellana se alude a la jugada maestra de la vida con la gracia de la fecundidad, de dejar huella, de contribuir a una mejor humanidad en términos de calidad y cantidad. Es un reto para que todos los seres humanos, en nuestro devenir existencial, demos a nuestros prójimos, y al mundo en general, lo mejor de nosotros mismos.

La reciente conmemoración del centenario de nuestra provincia ha sido una estupenda oportunidad para mirar hacia atrás y , en tónica de gratitud y reconocimiento, mirar a “la nube de testigos”, jesuitas y laicos, que han hecho posible esta historia de fecundidad según la Buena Noticia del Señor Jesús. Apasionantes historias de fecundidad humana y evangélica que nos retan a los actuales a tomar el relevo, a seguir en el surco, a no bajar la guardia, al permanente y gozoso trabajo por el Reino de Dios y su justicia.

Ingentes esfuerzos de formación de comunidades, de diversidad apostólica, de levantamiento de estructura física, de captación de recursos económicos al servicio de la misión, de influjo misional en la variedad de contextos sociales y culturales del país, han pasado por la memoria, genuina historia de salvación, para identificar en tantos hombres y mujeres la impronta del Espíritu que, con el más señalado talante de “magis”, han entregado sus relatos vitales a la

noble causa de proponer el Evangelio de Jesús en colegios, escuelas, parroquias, templos, centros sociales, residencias, casas de ejercicios espirituales, universidad, proyectos de desarrollo, misiones en medios sociales. Todo esto bajo el modo en el que San Ignacio nos invita a seguir el camino del Señor Jesucristo.

Esta no es una simple relación de estadísticas y de informes formales, fríos datos de lo funcional. Esta es una historia de la “missio Dei”, apostolado, ayudar a la modelación de seres humanos con la marca salvífica y liberadora del buen Dios, entrega generosa de vidas plenas de mística y pasión divina y humana, narrativas que han sembrado en el suelo de Colombia las semillas de ese Evangelio siempre eterno que se esmera en la configuración de la nueva humanidad: “Vayan proclamando que el Reino de los cielos está cerca. Curen enfermos, resuciten muertos, purifiquen leprosos, expulsen demonios. Gratis lo recibieron, denlo gratis” 1 .

Barranquilla, Ocaña, Tunja, Tierralta, Medellín, La Ceja, Pasto, Cali, La Guajira, Bogotá, Bucaramanga, Barrancabermeja, Puerto Wílchez, Manizales, Cartagena, Buga, Santa Rosa de Viterbo, Albán, El Mortiño, Sabana de Torres, el Magdalena Medio son, entre muchos, nombres de la geografía nacional, en cuyas comunidades y habitantes, los nuestros entregaron fielmente el anuncio de esa Noticia que, con tesón de misioneros como Ignacio y los primeros padres, afirma que el ser humano es hijo de Dios con vocación de trascendencia y clamor de justicia y dignidad.

Queda para los jesuitas y laicos de este tiempo, cuerpo apostólico, seguir la tarea a tiempo y a destiempo, siguiendo la exhortación de Pablo a Timoteo: “Tú, en cambio, pórtate en todo con prudencia, soporta los sufrimientos, realiza la función de evangelizador, desempeña a la perfección tu ministerio” 2 .

El viernes 15 de agosto, en la solemnidad de la Asunción de nuestra Señora, el mismo día de 1534, en el que Ignacio y aquellos jóvenes “Amigos en el Señor”, hicieron sus votos para mantenerse juntos con responsabilidad misionera, celebramos esta fecunda historia de misión y apostolado, presentando y obsequiando a la provincia los libros Jesuitas Colombia: cien años al servicio de la Iglesia y el país y Mi contribución espiritual al desarrollo social de un país de nuestro hermano Jaime Salazar Londoño SJ. Dos bellas y enjundiosas ediciones en las que se consigna el quehacer apostólico de estos cien años, y el estado actual de la provincia.

La tarea sigue, “soñemos juntos lo imposible” nos dice siempre nuestro padre provincial, que “la tierra nueva y los cielos nuevos” de la visión apocalíptica sean acicate para decirle a Colombia, Iglesia y sociedad, que la esperanza del Reino no es vana ilusión, que la justicia y la paz, la reconciliación y el perdón son posibles y que nosotros, el cuerpo apostólico de hoy, lo queremos dar todo para que la última palabra sobre este país sea de Dios y no de los señores de la muerte.

1. Mateo 10: 7-8

2. 2 Timoteo 4: 5

ELas memorias del P. Jaime Salazar Londoño, SJ.

Germán Rey

Profesor e Investigador en comunicación, cultura y políticas culturales

l 15 de enero de este año en la mañana me llamó el padre Salazar por WhatsApp. Lo hacía con relativa frecuencia y total prudencia y en esta ocasión me invitaba a visitarlo lo más pronto posible en la enfermería de las eclesiásticas en Chapinero. Recuerdo que en ese momento tuve una intuición clara y apremiante: debía hacerlo de inmediato, sin dejar pasar los días, porque algo me decía que sus tiempos de vida se acortaban. Le ofrecí hacerlo de inmediato al otro día.

Cuando llegué le estaban realizando una terapia respiratoria, pero lo esperé con tranquilidad en el corredor que daba a su habitación. Al comprobar que ya debía estar libre de la intervención médica entré nuevamente a su cuarto en la que ya estaba sentado en un escritorio que hacía de oficina. Tenía una cantidad de hojas en su mano y me dijo con indudable alegría que eran las pruebas de sus Memorias que le habían hecho llegar de la Editorial Javeriana.

Cuando abran las páginas de las Memorias de Padre Jaime Salazar Londoño, SJ, se encontrarán con el testimonio vivo de toda una época del país que abarca prácticamente 100 años...

Me pidió revisarlas después de un trabajo cuidadoso de escritura y edición que el esperaba como el paso final de una responsabilidad que había comenzado meses atrás.

Aún recuerdo el comienzo en ese entonces, puesto de pie a sus 95 años, recibiéndome sonriente con unos archivos sistemáticos que tenía cuidadosamente puestos encima de su escritorio. Había uno sobre la genealogía de su extensa familia y otro de documentos debidamente organizados sobre los diferentes momentos de su trayectoria de vida.

Desde ese momento hizo un trabajo metódico, en tiempos de salud y en tiempos de enfermedad, en el que me llamó desde el comienzo la atención la rigurosidad con que cumplía un deber del que informaba cada cierto tiempo al Padre Provincial con un sentido firme de la obediencia y a la vez con una convicción indeclinable de su misión como sacerdote y como jesuita.

Porque sus Memorias las escribió desde esa condición y su misión de largos años de servicio en la Compañía. Lo primero era una definición en la que siempre insistió y que marcaba con claridad y convencimiento los campos en que actuó durante su vida pastoral. Sabía perfectamente

que no era un economista, pero manejaba con una inteligencia y una pulcritud extraordinaria el dinero de la Compañía. Le pidió al doctor Álvaro Dávila, por entonces decano de Economía en la universidad Javeriana que le señalara aquellas asignaturas académicas del currículo que le servirían en su labor cotidiana como ecónomo provincial, que lo fue exitosamente por décadas y las siguió como un joven alumno que no estudiaba por un grado sino por una vocación.

Muy temprano caminó por los senderos de la salud y no por temas sencillos sino por los polémicos de la moral de la anticoncepción que después de los años y la experiencia continuó a través de su dirección de sistemas nacionales y regionales de salud y la gestión de instituciones hospitalarias como hizo durante años en el Hospital de San Ignacio.

Pero en sus memorias habla de su vocación, de su temprano viaje como misionero a Taiwan y de esta universidad en los tiempos ya lejanos en que aún pastaban vacas en su campus universitario.

A ello se agrega su rectoría del Colegio San Luis Gonzaga en Manizales en donde discutió sus diferencias sobre la educación con políticos regionales y nacionales, su viaje a Roma para hacerse cargo de las afugias económicas de la Universidad Gregoriana que ayudo a resolver de manera moderna y eficiente, su participación durante años en el Consejo Social de la Fundación Social donde hizo una tarea de apoyo y decisiones que aún se recuerdan, hasta la dirección de la Emisora Kennedy y la conducción del Colegio Máximo de la Compañía de Jesús.

El día de nuestro último encuentro dialogamos sobre unos pocos puntos que aún quedaban después de una cuidadosa labor de edición. Recuerdo que insistió en el sentido del título de su libro con el que estuve completamente de acuerdo y con la carátula que pintaría su hermana a la que siempre se refirió con un cariño especial.

Nos despedimos como de costumbre, solo que en esta ocasión estaba feliz de haber concluido su trabajo y así lo percibí en su mirada, su sonrisa y la calidez de la despedida. Al otro día, en la mañana, me comunicaron que el Padre había fallecido.

Fue una lección asistir durante meses a este proceso de elaboración de sus Memorias, ser testigo de su compromiso, testimoniar las conversaciones que tuvo con personas que amablemente acudieron a su oficina para ayudarle en el recuerdo de sus experiencias conjuntas de trabajo, escuchar las conversaciones con su secretaria que le sirvió con una dedicación memorable en el trabajo diario y ver progresar día a día unas memorias que abarcan su vida de casi un siglo.

Cuando abran las páginas de las Memorias de padre Jaime Salazar Londoño, SJ, se encontrarán con el testimonio vivo de toda una época del país que abarca prácticamente 100 años, pero sobre todo de una vida marcada completamente por su profunda condición sacerdotal y por el significado de su pertenencia a la Compañía de Jesús.

Homenaje al P. Gabriel Jaime Pérez y presentación de su libro: “Hacia una ética de la comunicación para la paz”

Gabriel Jaime Pérez, SJ

Capellán en el Hospital Universitario San Ignacio

El jueves 14 de agosto, en el auditorio San Francisco Javier de la Pontificia Universidad Javeriana, la Facultad de Comunicación y Lenguaje le hizo un homenaje al padre Gabriel Jaime Pérez Montoya, SJ, con motivo de la reciente publicación de su libro Hacia una ética de la comunicación para la paz , disponible para su adquisición en la Tienda Javeriana y otras librerías del país.

El decano, Juan Ramos Martín, abrió el evento destacando la trayectoria del padre Gabriel Jaime como profesor de la Facultad desde 1978 y su decano académico de 1997 al 2003, y refiriéndose a la temática del libro. A continuación, Nicolás Morales Thomas, director de la Editorial Javeriana, se refirió al proceso de su publicación, así como al inicio de su circulación en la Feria Internacional del Libro de Bogotá entre los meses de abril y mayo de 2025.

Luego el profesor investigador de la Comunicación Germán Rey, quien fue también docente de la Facultad y escribió el prólogo del libro, realizó la presentación de esta obra resultante de la tesis doctoral en filosofía del padre Gabriel Jaime y que ahora ha salido a la luz en la coyuntura que está viviendo nuestro país. José Miguel Pereira, quien fue alumno de ambos y actualmente es profesor del Departamento de Comunicación, fue el moderador del conversatorio que se desarrolló entre los tres en torno a la temática de la obra.

Asistieron al acto el Provincial de la Compañía de Jesús en Colombia, padre Hermann Rodríguez, varios de sus compañeros jesuitas, directivos, profesores y colaboradores de la Universidad, así como invitados especiales entre quienes se encontraban docentes y estudiantes de la época en que el padre Gabriel Jaime fue decano y profesor de la asignatura de ética de la comunicación.

El padre Gabriel Jaime, que actualmente colabora con el Centro de Pastoral de la Universidad Javeriana en Bogotá como asesor espiritual, y que además sigue desarrollando actividades comunicativas con la transmisión de sus homilías dominicales en la emisora Javeriana Estéreo de Bogotá -de la cual fue director entre los años 1978 y 1983-, y en la de la seccional de Cali. así como con su programa “Oración para la Noche” que emite el canal Televid y circula por redes sociales, agradeció el homenaje y la presencia en el acto de quienes lo acompañaron.

ELanzamiento del I Volumen del Catálogo del Archivo

Histórico

del Colegio Mayor de San Bartolomé

Juan Pablo González, SJ

Rector Colegio Mayor de San Bartolomé

l 22 pasado de julio se hizo el lanzamiento del I Volumen del Catálogo del Archivo Histórico del Colegio Mayor de San Bartolomé un acto profundamente significativo para la historia de la Compañía de Jesús en Colombia y, por ende, para la vida del Colegio Mayor de San Bartolomé y, aún más, para la vida cultural y educativa de nuestro país. Fue un proyecto monumental de organización, conservación y digitalización documental entre la Compañía de Jesús y la Universidad Javeriana, en el marco de un compromiso compartido con la memoria, el conocimiento y la verdad.

Este catálogo no es simplemente una herramienta técnica. Es un umbral que nos permite atravesar el tiempo y encontrarnos con los orígenes de nuestra historia institucional, con los ideales de quienes nos precedieron, con sus debates, sus búsquedas, sus esperanzas y sus contradicciones, que abre las puertas a nuevas preguntas, investigaciones, a nuevas posibilidades de interpretar nuestro presente y de proyectar con mayor lucidez nuestro porvenir.

El Archivo Histórico del Colegio Mayor de San Bartolomé es uno de los fondos documentales más ricos y antiguos del país. En él reposa buena parte de la historia de la educación en Colombia, entretejida con los grandes acontecimientos políticos, sociales y religiosos que han marcado nuestra nación desde la época colonial hasta el siglo XX. Encontramos allí documentos únicos: actas fundacionales, planes de estudio, cédulas reales, reformas educativas, correspondencias de personajes ilustres, debates doctrinales, testimonios de vida académica y eclesial, y memorias que revelan cómo se ha configurado el pensamiento educativo y el liderazgo intelectual en nuestro país.

Este primer volumen contiene una serie de registros descriptivos del fondo documental, trabajados con rigor metodológico y estándares internacionales por un equipo interdisciplinario comprometido con la excelencia. Este esfuerzo, que se prolongó durante varios años, ha sido posible gracias a la colaboración generosa y sostenida de muchas personas e instituciones a las que agradecemos sinceramente:

Primero que todo a la Pontificia Universidad Javeriana, en cabeza del anterior rector el padre Jorge Humberto Peláez, SJ, y a su actual rector, el padre Luis Fernando Múnera, SJ, y a su equipo del Archivo Histórico Javeriano Juan Manuel Pacheco, SJ. A todos los que impulsaron esta iniciativa desde sus comienzos: a el padre Carlos Eduardo Correa, SJ, anterior provincial y al actual padre provincial Hermann Rodríguez Osorio, SJ, el padre Juan Manuel Montoya, SJ, y al P. Jorge Enrique Salcedo, SJ.

El Colegio Mayor de San Bartolomé no sólo ha sido testigo de la historia. Ha sido también protagonista. Y hoy reafirma ese lugar con gestos concretos de fidelidad a su misión. Con esta publicación, seguimos honrando nuestro compromiso con la formación integral de las nuevas generaciones, pero también con el cuidado y la socialización de la memoria colectiva que nos pertenece a todos. Porque este archivo no es propiedad de unos pocos. Es patrimonio vivo de la Nación. Y por eso queremos que progresivamente pueda estar al alcance de todos: investigadores, historiadores, docentes, estudiantes y ciudadanos interesados en conocer los fundamentos de nuestra historia educativa, política, espiritual y cultural. El acceso democrático al conocimiento es una forma concreta de justicia social. Y al poner en circulación este acervo documental, damos un paso más hacia esa justicia.

En este sentido, es importante reafirmar una convicción que nos anima: compartir con la sociedad colombiana el vasto patrimonio espiritual, histórico, arquitectónico, cultural, científico y artístico de la Compañía de Jesús; es una tarea esencial de nuestra misión institucional. Desde la Manzana Jesuítica de Bogotá nos corresponde explorar este legado con honestidad y profundidad, pero también preguntarnos por su relevancia ante los desafíos que nos plantea el mundo contemporáneo. ¿Qué puede enseñarnos este archivo sobre la forma como educamos? ¿Qué luces nos ofrece sobre la formación del pensamiento crítico, el liderazgo ético, la búsqueda del bien común? ¿Qué horizontes abre para repensar la espiritualidad y la cultura en una sociedad marcada por la pluralidad, la incertidumbre y el cambio?

Queremos que el patrimonio jesuítico siga siendo una fuente de diálogo entre el pasado y el presente, entre la fe y la cultura, entre la tradición y la innovación. Y queremos que el Colegio Mayor de San Bartolomé siga siendo un referente simbólico, ético, cultural, intelectual y arquitectónico que sintonice la vida diaria del ciudadano con este legado polifónico, complejo, fecundo, que habla con múltiples voces, y que sigue interpelando con fuerza a nuestra generación.

La memoria, cuando es compartida, no se convierte en nostalgia: se convierte en responsabilidad, en reto. Este catálogo es, en ese sentido, un acto de gratitud hacia los que nos antecedieron y un acto de fe en los que vendrán. Porque quienes consulten estos documentos no sólo hallarán datos, fechas o nombres: encontrarán historias vivas, intuiciones fundantes, procesos inacabados, preguntas abiertas.

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XXV Simposio de Ejercicios Espirituales - CIRE

Desde hace 25 años, en fidelidad y creatividad continua, se viene llevando a cabo cada año el Simposio de Espiritualidad Ignaciana que anima el Centro Ignaciano de Reflexión y Espiritualidad – CIRE. Una de las cualidades de este espacio de reflexión y dialogo consiste en que ha querido ser un escenario para profundizar en los temas más acuciantes de la Iglesia y cómo tales temas pueden iluminar a nuestra espiritualidad ignaciana. A su vez, en un doble movimiento, también la sensibilidad ignaciana también está llamada a decir una contundente palabra acerca de los signos de los tiempos que movilizan la vida presente de nuestra Iglesia.

En esta versión XXV de nuestro Simposio, tuvimos la oportunidad de mirar a profundidad la sinodalidad y su relación con la espiritualidad que nos ha legado el maestro Ignacio de Loyola. Comprendimos en primer lugar que si bien la sinodalidad (como hoy queremos reflexionarla) no fue necesariamente una temática que ocupara el pensamiento de Ignacio, sí podemos llegar a rescatar de la espiritualidad ignaciana una inspiración para abordar este tema que está en el centro de la vida eclesial hoy.

Como dice el profesor Joseph Giménez, SJ, “no puede dejar de darse un fecundo diálogo entre la sinodalidad, por una parte; y, la espiritualidad ignaciana por otra. Si la espiritualidad ignaciana no es cosa del pasado, algo aportará esta espiritualidad al tema de la sinodalidad; y este tema a la espiritualidad ignaciana. Así, presente y pasado se fecundan mutuamente, apuntando hacia el futuro”. La pregunta que nos movilizó a lo largo de este encuentro, y que ha de impulsar el ritmo sinodal de la Iglesia, fue ¿cómo ser una Iglesia sinodal y misionera? Tal pregunta fue planteada por el cardenal Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá, que con su ponencia dio apertura a nuestro simposio. A través de sus palabras, pudimos tomar conciencia que el papa Francisco hizo de la sinodalidad el tema central de su pontificado. Legado que León XIV ha abrazado también con determinación.

Junto al cardenal Rueda, tuvimos el regalo de escuchar también al P. Alberto Parra, SJ, y a la Hna. Liliana Franco de una notable lucidez. También a la periodista Doris Hernández quien, desde su quehacer periodístico, nos brindó una mirada interesante sobre el proceso del sínodo de la sinodalidad. Y junto a ella, como ponente, escuchamos a Marco Salas, joven comprometido con la pastoral digital católica que desde su perspectiva nos mostró cómo esta sinodalidad también tiene que ver con las juventudes. Escuchar estas ponencias nos llevan a pensar que hablar de sinodalidad exige, en definitiva, una conversión de la mente, del corazón. Aún más, una metanoia que ha de “afectar” nuestra forma de vivir y nuestra manera de ser Iglesia.

Un ingrediente especial que brindó también un sabor innovador a nuestro simposio fue la presencia de jóvenes que participan de diversos procesos de formación tanto de la Red Juvenil Ignaciana como del CIRE. En este sentido, escuchar a estos jóvenes que participaron del simposio a través de un taller creativo y de un panel tan interesante para los que asistimos al espacio, nos permitieron entender con toda claridad la invitación de nuestro entrañable Francisco a los jóvenes del mundo: ¡en ustedes ya habita el espíritu de la sinodalidad! ¡Enséñennos a los adultos y a toda la Iglesia a beber de este espíritu!

Finalmente, como director del CIRE, quiero agradecer a todos los asistentes a este espacio con sabor eclesial y comunitario. Es necesario ensanchar el espacio de nuestra tienda, urge que este espíritu sinodal comience más y más a permear las entrañas de nuestro cuerpo apostólico y a penetrar la misión de Cristo que a diario nos impulsa en nuestra Provincia colombiana. La sinodalidad es una responsabilidad que requiere de nuestro interés. Somos llamados a informarnos, formarnos y especialmente a sensibilizarnos en este modo de ser y vivir la Iglesia en nuestro complejo y desafiante presente. ¿Hasta dónde nos queremos dejar afectar y comprometer? Cada quien y como cuerpo que somos, delante de Cristo puesto en la cruz, hemos de responder a tal pregunta.

Lee las ponencias del Simposio acá o escaneando el código QR

En ellas y ellos ya habita el espíritu sinodal, nos recordaba nuestro entrañable Papa Francisco. Que la sinodalidad mueva a los jóvenes a enseñarnos nuevos caminos de vivir la construcción de nuestra Iglesia de hoy.

Taller creativo en el que lanzamos la palabra DANZARAR, invitando a reconocer la sinodalidad y sumarnos en la construcción de una Iglesia cada vez más viva, participativa y fiel a los desafíos que nos interpela el Evangelio.

Primer Congreso de Investigadores Ignacianos

Cuanto más uno se vacía de su amor propio, de su querer y interés, tanto más se llena del querer divino, y así más conoce a Cristo nuestro Señor, y más libre se halla para seguirle. San Ignacio, Carta a Teresa Rejadell (Venecia, 18 de junio de 1536)

Del 4 al 7 de agosto, se realizó el Primer Congreso de Investigadores Ignacianos en la Universidad Javeriana con la colaboración de la Universidad de Comillas. Hemos querido recoger con fidelidad creativa los desafíos de la primera preferencia apostólica universal para la misión de la Compañía de Jesús, mostrar el camino hacia Dios mediante los Ejercicios Espirituales y el discernimiento. En esta perspectiva, las Universidades Pontificias de Comillas, en Madrid, y Javeriana, en Bogotá, han unido esfuerzos para convocar investigadores, mujeres y hombres, que exploren la espiritualidad ignaciana en sus fuentes, posibilidades, propuestas y destinos futuros.

El itinerario del Congreso nos llevó a encontrarnos para celebrar la eucaristía, orar, escuchar especialistas y conversar durante cuatro días especiales:

Día primero, las fuentes ignacianas. En la ponencia principal, el P. José García de Castro, SJ habló del sentido de los textos fundacionales: Ejercicios Espirituales, Cartas de San Ignacio, Diario Espiritual y Constituciones de la Compañía, entre los principales. En esencia, todas las fuentes son expresión literaria y espiritual de Dios mismo que es la única fuente. En respuesta el P. Francisco Ramírez, SJ abordó el contexto bíblico y cultural que nutre el pensamiento de Ignacio. A su vez lo hizo la Hna. Nora Kviatkovski, RJM, con su testimonio personal sobre su respuesta vital, desde las fuentes, ante el cáncer y la muerte como lugares de diálogo con Dios y testimonio para el ser humano. En la tarde se realizaron cinco talleres sobre la vida de Ignacio, la Biblia, las cartas, el Diario espiritual y el modo de proceder jesuita.

Día segundo, la Teología o teologías jesuita e ignaciana. El P. Diego Manuel Molina, SJ, expuso la evolución de la teología ignaciana desde San Ignacio hasta el siglo XX destacando, entre otros, el tema de la libertad humana. En respuesta, la Hna. Nuria Martínez Gayol, ACI presentó teólogos ignacianos del Concilio Vaticano II, como Teilhard de Chardin, Karl Rahner y John Sobrino, subrayando el el diálogo con la creación, el cristocentrismo y la eclesiología. El P. Luis Guillermo Sarasa habló del conocimiento interno de Cristo y las raíces bíblicas de los Ejercicios. En la tarde compartimos talleres sobre teología pastoral, diálogo ecuménico e interreligioso, y espiritualidad de la reconciliación.

Día tercero, las Aplicaciones pastorales. La ponencia central la hizo la Hna. Nancy Fretes, ODN, versando sobre la espiritualidad ignaciana desde y con los pobres, con ejemplos de su trabajo con comunidades en el Paraguay. En respuesta, la Hna. Liliana Franco, ODN habló sobre sinodalidad como nuevo paradigma eclesial, y el teólogo Carlos Maximiliano Fernández, SJ abordó la espiritualidad ignaciana en contextos de migración. Los talleres de la tarde incluyeron temas como visión afroamericana, reconciliación, mujer en la espiritualidad ignaciana, ecología integral y jóvenes ignacianos.

Día cuarto, Cierre y proyección. Visitamos la Manzana Jesuítica, este lugar histórico e inspirador de la Compañía de Jesús en Colombia. Tuvimos la conferencia de cierre a cargo del P. Moisés Roberto Peña, SJ, sobre ¿Hacia dónde podemos caminar? Luego los mensajes de los PP. Hermann Rodríguez, SJ Provincial de Colombia y Vice gran canciller de la Universidad, y el P. Rafael Garrido, SJ, director de la Conferencia de Provinciales de América Latina. Un trabajo por grupos recogió las propuestas de investigación hacia futuro. Al Cierre celebramos la eucaristía en la Capilla del Rapto de San Ignacio.

Hacia el futuro proponemos una red de investigadores e investigadoras ignacianos.

Agradecemos al equipo organizador: P. José García de Castro, SJ y Hna. Nora Kviatkovski, RJM (Universidad de Comillas), P. Andrés Hernández, SJ (Centro Javeriano de Pastoral) y P. Uriel Salomón Salas, SJ (Facultad de Teología, Javeriana).

Al buen Dios que nos bendiga y nos haga disponibles para en todo amar y servir.

¡Más que un taller, un camino

Qué bueno y qué agradable es que los hermanos vivan unidos! Estas palabras del salmo 133, aunque no estaban en la liturgia de los días del encuentro, resonaron en cada momento. ¡Qué bueno y qué agradable es reconocernos, sentir el sabor del reencuentro, vernos las caras y reconocer que además del paso de los años hay un paso de Dios, en nosotros, en nuestras obras, en nuestras comunidades!

La reunión, que tuvo lugar del 20 al 23 de agosto, albergó a cada uno de los superiores de las comunidades jesuitas de la Provincia, así como a los directores de las obras de la Compañía. Todo fue muy convenientemente preparado por el equipo del P. Socio, así como por el staff de la casa de Ejercicios Villasunción, que nos colmó de atenciones durante los días que estuvimos allá. La amabilidad santandereana, ya famosa en nuestro país, se lució una vez más con su cariño, la deliciosa comida y los bellos atardeceres que acompañaron los días del encuentro.

Aunque no llegábamos a cincuenta entre laicos y jesuitas, llevábamos con nosotros cientos de rostros: los de los desplazados del Catatumbo, y los campesinos del Suyusama, los de los universitarios de Cali y Bogotá y los estudiantes de nuestros colegios; los de los jesuitas del Noviciado hasta la Casa Pedro Arrupe. Todos importantes, todos con una voz que expresa el llamado de Dios entre nosotros.

Esta diversidad propició conversar de reconciliación, más concretamente de “sinodalidad reconciliadora”, término que tituló el taller al que fuimos convocados por el P. Provincial. Fueron tres días de compartir entre nosotros, de hablar del perdón y de la compasión por medio de símbolos. Tres días contemplando, como si fuera un signo trascendente, una silla vacía que estaba en el centro con los nombres de tantos que se han sentido excluidos: desde los niños de Gaza hasta las víctimas de nuestro conflicto armado. Sus nombres nos acompañaron siendo testigos de nuestros encuentros.

De este modo, los hermanos ausentes se hicieron presentes; nuestro diálogo interrumpido por las distancias geográficas se hizo la acción fundamental de cada uno de los días de reunión. Volvimos a mirarnos a los ojos, a conversar sobre la vida, a reconocernos. También, a vivir la reconciliación como un hábito que requiere disponernos, perdonar, ser generosos y abrirnos a la compasión, que es una fuente que alimenta nuestra vida y misión. Después de todo, “Cristo nos ha reconciliado y nos ha confiado el ministerio de la reconciliación.” (2Co 5, 18).

Nuestro encuentro inició y terminó con una invitación al discernimiento. Siempre la pregunta por el qué hacer con lo que tenemos y dónde centrar nuestros esfuerzos tendrá en cada tiempo y lugar distintas respuestas. Ojalá la sigamos formulando con la misma paciencia y apertura con que participamos en cada una de las actividades del encuentro en Bucaramanga. Que, asimismo, nuevos atardeceres sigan acogiendo nuestros rostros, nuestra conversación y nuestro llamado a trabajar juntos.

EPrimer Encuentro Nacional de CIRE Ampliado

l pasado 3 de agosto en Bogotá, se realizó el Primer Encuentro Nacional del CIRE Ampliado, una experiencia que congregó a cerca de treinta participantes de diferentes regiones de la Provincia Colombiana. Fue una oportunidad significativa para impulsar el caminar del Centro Ignaciano de Reflexión y Espiritualidad (CIRE), que, como obra transversal, está llamada a animar y acompañar la vida espiritual en toda la Provincia.

La jornada comenzó con la intervención del P. José Darío Rodríguez, SJ, asistente para el Discernimiento y la Planificación Apostólica, quien presentó cada una de las opciones fundamentales del Plan Apostólico de la Provincia. En su intervención subrayó que la misión de la Compañía de Jesús hoy se entiende como una misión de reconciliación en sus tres dimensiones: con Dios, con los demás y con la Casa Común. En este contexto, compartió herramientas y claves que ayudan a las obras a discernir y planificar su acción apostólica, recordando que las Preferencias Apostólicas Universales (mostrar el camino hacia Dios; caminar junto a los excluidos; acompañar a los jóvenes en camino; y cuidar de nuestra casa común) constituyen el horizonte común que orienta todo nuestro quehacer.

Posteriormente, el P. Stivel Toloza, SJ, director del CIRE, condujo un ejercicio personal y comunitario titulado En este camino en el CIRE… La dinámica permitió recoger los sentires y reflexiones de los participantes, así como dialogar en torno a preguntas esenciales sobre los llamados concretos, la proyección y el papel que se está teniendo en los territorios. De los grupos de trabajo surgieron intuiciones y propuestas que destacaron la importancia de consolidar la articulación con los equipos regionales, fortalecer los procesos de formación y continuar cultivando una espiritualidad encarnada que sea signo de reconciliación y justicia en cada contexto local.

El encuentro también hizo posible reconocer y valorar el aporte que ya se viene adelantando en las diversas zonas, fruto del compromiso de equipos que, desde la cercanía con sus comunidades, han mantenido vivo el carisma ignaciano en procesos de acompañamiento espiritual, retiros y espacios de reflexión.

El ambiente de diálogo y escucha que se vivió durante la jornada expresó de manera clara lo que el CIRE anhela seguir siendo: un espacio donde la espiritualidad ignaciana inspira el encuentro y anima el camino compartido. Como lo manifestó una de las participantes: “me siento alegre, agradecida y disponible para seguir caminando juntos, como comunidad apostólica en misión”. A partir de esta experiencia se abre la posibilidad de trabajar de manera más coordinada y cercana entre regiones, y de aportar lo propio del carisma como obra, al igual que nos da una perspectiva de un campo de trabajo al que nos sentimos llamados e invitados a comprometernos, para servir a toda la comunidad.

A la luz de este encuentro, nos proyectamos hacia el futuro con el compromiso de seguir tejiendo vínculos, generando espacios de discernimiento común y ofreciendo procesos de formación y acompañamiento espiritual que respondan a los signos de los tiempos. La riqueza de este primer paso radica no solo en lo experimentado, sino en la certeza de que lo que se ha sembrado se prolongará en cada región, en cada comunidad y en cada persona que, inspirada por la espiritualidad ignaciana, quiera sumarse a este horizonte de misión compartida.

HEncuentros del corazón: el regalo de discernir en comunidad

ablar de los encuentros del corazón nunca es sencillo. El corazón tiene un lenguaje propio, más rápido, más hondo, más sensible que cualquier palabra que intentemos escribir. A veces, lo que sentimos se nos escapa entre los dedos cuando tratamos de fijarlo en el papel. Sin embargo, es un regalo detenerse, escuchar y dejar que lo vivido encuentre en el papel, lo que nace del corazón y que merece ser compartido. Hace unos días tuvimos la gracia de participar en el Curso-Taller de Formación en discernimiento espiritual personal y comunitario para la CVX en Colombia. Un espacio pensado no solo para aprender, sino para vivir la experiencia de reconocernos como una comunidad que camina unida, que se deja interpelar por el Espíritu y que busca responder a la misión que Dios nos confía.

Nos acompañó el Padre Hermann Rodríguez Osorio, SJ, quien con su cercanía, sabiduría y profunda humanidad supo orientarnos y ayudarnos a aterrizar el discernimiento como una herramienta vital para nuestra vida cotidiana. A él se unieron con generosidad el Padre Luis Javier Sarralde, SJ, asistente eclesiástico nacional, el Padre José Yamid Castiblanco, SJ, asistente eclesiástico de la regional Bogotá, y el Padre Nelson Velandia, SJ, compañero de camino en tantos momentos de nuestra historia comunitaria y hoy acompañante de comunidad y de la comisión Espiritual. Su presencia nos recordó que no estamos solos, que siempre hay pastores y amigos dispuestos a caminar con nosotros. El taller fue mucho más que un espacio de formación: fue un encuentro de corazones. Compartimos risas, silencios, aprendizajes y oraciones. Un lindo regalo del encuentro fue la oportunidad de compartir con nuevas personas y comunidades que poco a poco van sintiéndose parte de esta gran familia CVX. Sus rostros, sus historias y su entusiasmo nos recordaron que la comunidad siempre está viva, en movimiento, y que se renueva constantemente con quienes se animan a dar el paso y abrir su corazón.

Fue muy grato descubrir que, aun siendo distintos en procedencia y trayectorias, nos une un mismo espíritu que nos hermana y nos impulsa a caminar juntos. Nos conocimos y reconocimos unos a otros, recordando que la comunidad no se construye solo desde lo que pensamos, sino desde lo que sentimos y vivimos juntos. Allí se dieron pequeños gestos que fortalecieron el espíritu común: la escucha atenta, las palabras de ánimo, la posibilidad de ser vulnerables frente a los demás y dejarse sostener por la fuerza de la comunidad. Uno de los grandes frutos del encuentro fue renovar el sentido de comunidad. Redescubrimos que no somos solo grupos locales aislados, sino parte de una misma familia que se extiende por las comunidades regionales, nacional, latinoamericana y mundial y que se sabe unida en la diversidad. En cada conversación, en cada dinámica, fuimos sintiendo cómo el Espíritu nos invitaba a dar un paso más: a reconocernos como una sola comunidad, a dejar de lado fronteras y diferencias para sabernos cuerpo, y a vivir con mayor hondura la llamada a ser “Iglesia en salida”.

Durante los días del taller trabajamos sobre los tres pilares de la CVX: la espiritualidad, la vida comunitaria y la misión. En torno a ellos fuimos descubriendo la riqueza de un discernimiento que no se queda en lo individual, sino que se amplía a lo comunitario. Nos dimos cuenta de que solo al escuchar juntos la voz de Dios podemos encontrar caminos más fieles y auténticos. Allí nació también la conciencia de que discernir en comunidad es un modo concreto de ser Iglesia: una Iglesia que escucha, que dialoga, que sale de sí misma para servir con generosidad.

El discernimiento, tal como lo trabajamos, dejó de ser una teoría para convertirse en una práctica posible. Aprendimos a mirarlo no como algo distante o inalcanzable, sino como un camino cotidiano, hecho de pequeños pasos, de decisiones que, cuando se ponen en manos de Dios, transforman la vida y abren horizontes nuevos. Esa es quizás una de las mayores riquezas que nos llevamos: la certeza de que discernir es posible y que, al hacerlo juntos, crecemos en comunión y nos disponemos mejor para la misión.

Mirando hacia adelante, sentimos que este encuentro ha sido apenas el comienzo de un camino más amplio. La experiencia encendió en nosotros el deseo de seguir profundizando, de llevar lo aprendido a nuestras comunidades locales y de dejar que este espíritu de discernimiento comunitario ilumine nuestros pasos como CVX en Colombia. Nos vamos con la esperanza de que cada comunidad pueda ser un espacio de envío, donde cada persona encuentre su lugar en la misión y juntos podamos aportar, desde la pequeñez y la gratuidad, al servicio de nuestro país y de la Iglesia.

Queremos dar las gracias a quienes hicieron el esfuerzo de estar presentes y compartir con nosotros este tiempo tan valioso. Su compañía fue parte esencial de lo que vivimos juntos. También llevamos en el corazón a quienes no pudieron estar presentes, pero que sabemos caminan con nosotros en espíritu y que, sin duda, recibirán también los frutos de lo vivido. Y, por supuesto, agradecemos de manera especial al Padre Hermann, cuya guía nos permitió aterrizar el discernimiento y descubrirlo como una herramienta real para nuestra vida cotidiana. Los encuentros del corazón tienen la fuerza de dejar huellas. No se olvidan fácilmente porque despiertan lo mejor de nosotros: la capacidad de abrirnos, de escuchar, de soñar y de caminar juntos. Así fue este taller. Un regalo que nos recuerda que, cuando nos reunimos en comunidad y dejamos que el Espíritu actúe, siempre hay algo nuevo que nace y que nos impulsa hacia adelante. Hoy podemos decir, con gratitud y esperanza, que lo vivido nos llena el alma y nos invita a seguir caminando como una comunidad en discernimiento, en misión y en salida. Gracias.

Toñito Silva

Alix Niño: Buen día. Bienvenidos a Un Café con… Hoy nos encontramos en compañía de Toño Pepe en la Casa Pedro Arrupe de Medellín donde tendremos la oportunidad de entrevistar a un gran compañero, a un gran jesuita, al hermano mayor de la Provincia, a nuestro querido Toñito Silva. ¿Cómo estás Toñito?

Toñito Silva: Bien, digamos qué bien.

Alix Niño: Quería decirte que estamos muy contentos, hemos escuchado muchísimo de ti; leemos las Noticias de Provincia, cuando escribes sobre el hotel de las 10 estrellas, sobre el gato que vive en la residencia, y es un placer y un honor poder entrevistarte, en compañía de otro Toño Pepe. Hoy son dos Toño Pepe. Vamos a estar disfrutando un cafecito con Toñito Silva.

Como ven en la cámara nuestro compañero Toñito usa un aparato médico para poder escucharnos. En el transcurso de la entrevista van a ver que vamos a ir utilizando este audífono y micrófono.

Toñito, para empezar la entrevista, nosotros siempre hacemos una pregunta muy importante y es, ¿cuál es la bebida que disfrutas? Normalmente nosotros tomamos cafecito, y hoy tenemos un cafecito con leche. Pero, cuéntanos, ¿cuál es la bebida que más disfrutas? Cuéntale a nuestros televidentes.

Toñito Silva: Toda la vida me ha gustado el café con leche; no el tinto negro y serrero sin azúcar. Jamás. Sino este cafecito café con leche y azúcar.

Alix Niño: Muy rico. Yo también soy fanática del cafecito con leche. ¿Cuéntanos quién es Toñito Silva? Muchos ya te conocemos, hemos escuchado muchas historias sobre ti, pero cuéntanos en tus palabras, ¿quién es Toñito Silva?

Toñito Silva: Yo nací en un pueblito de Boyacá que se llama El Cocuy, junto a la Sierra Nevada. Recién nacido me sobrevino una pulmonía fulminante. Me desahuciaron cuatro médicos, le dijeron a mi mamá: “señora el niño no pasa de una semana”. Me desahuciaron cuatro médicos cuando aún era un bebé y ahora soy un bebé de 104 años. Por fortuna se equivocaron en el diagnóstico.

Después nos vinimos a vivir a Bogotá. Yo me siento sin patria chica porque del pueblito, El Cocuy, no me acuerdo nada. Mi patria no es chica, sino grande; Bogotá con 10.000.000 de habitantes. En aquel tiempo Bogotá tenía 120.000 habitantes, era un pueblito, una aldea. Nos fuimos a vivir a Bogotá: papá y mamá y los hijos. ¿Cuántos hijos? ¿Cuántos hermanos? Fuimos 8 hermanos: cuatro niñas y cuatro hombres, y la pasamos cheverisimo. Ojalá hubiéramos sido la docena como los antioqueños. Ya en Bogotá, en distintos colegios y escuelas y así.

Alix Niño: ¿Cuéntame cómo decidiste entrar a la Compañía? ¿Cómo fue ese proceso?

Toñito Silva: Vivíamos en Santa Rosa de Viterbo, Boyacá. Allí estaba el Filosofado de los jesuitas. Nosotros pertenecíamos a la Cruzada Eucarística. Nos encantaron esos padresitos, filósofos jesuitas. Nos daban propaganda de la Compañía: folletos, libros, vidas de Santos. Por ahí, poco a poco, fuimos conociendo la Compañía. Luego, sobre todo la conversación y el trato con esos padres. Entre los libros nos regalaron uno muy importante que se llamaba “Hacia un ideal”. Ahí está toda la historia de la Compañía de Jesús y todo eso llamó la atención a mi hermano Hernando y a mí. No puedo decir que haya sentido un llamamiento de Dios como cuentan otros padres, no. Entonces, ¿por qué entré a los jesuitas? Porque los jesuitas me engatusaron con su simpatía, su jovialidad. Les pedí la entrada al Noviciado y me la concedieron sin problemas. Entre otras

cosas porque en aquel tiempo en Colombia acababa de pasar la Guerra de los 1000 días. Mi papá desde niño era conservador. Cuando empezó la guerra de los 1000 días, mi papá estudiaba bachillerato en Tunja, interrumpió el bachillerato y se fue al Batallón Guican. Por fortuna no lo pusieron a echar bala, sino a tocar la trompeta, y quedó vivo. Mi papá sobrevivió a la Guerra de los 1000 días. Volvió a terminar el bachillerato y la profesión de abogacía, y después se enamoró de mi mamá y nacimos todos.

En ese tiempo, como había tanta animadversión entre liberales y conservadores, había la fama, el chisme, la mentalidad de que todos los liberales eran anticlericales. Entonces, cuando un niño pedía la entrada al Noviciado los superiores averiguaban de qué partido era la familia. Si eran conservadores o liberales. Teníamos más opción los de familia conservadora, por eso entré sin ninguna dificultad. Caí en el noviciado como la gota de agua en la esponja, con toda naturalidad.

Toño Pepe: Toñito, somos tocayos, yo también soy Antonio José. Toño Pepe, somos los dos.

Toñito Silva: Tú eres santandereano…

Toño Pepe: Yo nací en Mogotes, Santander.

Toñito Silva: Leí toda tú autobiografía.

Toño Pepe: Del año 49, 28 años después de ti.

Toñito Silva: En el 49, el 9 de abril, yo estaba ya en los colegios.

Toño Pepe: Toñito, ¿que se siente ser el jesuita mayor de la Provincia Colombiana de la Compañía de Jesús?

Toñito Silva: Yo siento gran responsabilidad porque a estas horas de la vida tengo que manejarme bien, como un niño juicioso. No puedo escandalizar a los jesuitas y a las enfer-

meras con mis palabras ni con mis actitudes. Tengo esa responsabilidad a estas horas de la vida.

Toño Pepe: Toñito y tuviste un hermano muy querido en la compañía, el padre Hernando. ¿Cómo fue el encuentro de ustedes con la Compañía?

Toñito Silva: Muy fácil. Fuimos acólitos de los jesuitas allá en Santa Rosa de Viterbo. Yo pensé que mi vocación había influido en la vocación de mi hermano Hernando, pero él me dijo que no, que él ya tenía vocación de jesuita por aparte porque había sido acólito de los jesuitas.

Ahora, nuestras vidas fueron muy diferentes. Mi hermano fue un intelectual, profesor de Filosofía y Psicología toda la vida, graduado en Roma en la Universidad Gregoriana, con estudios en París. En cambio Toño Silva nunca pasó el charco, nunca estudió en Europa. Yo fui misionero rural por Colombia toda la vida. Me gustaba ser soldado raso, sin muchos puestos de responsabilidad formidable.

Alix Niño: Toñito, tú nos estabas contando ahorita que recordabas esos tiempos de la Guerra de los 1000 días y me pregunto cómo era esa época, ¿qué recuerdas de la historia de Colombia en tu juventud? ¿Cómo fue eso?

Toñito Silva: Yo no participé en la guerra, pero casi.

Alix Niño: ¿Pero qué recuerdas de esa época?

Toñito Silva: Colombia, mucha animadversión entre liberales y conservadores. Los periódicos liberales: El Tiempo, El Espectador; los periódicos conservadores: El Siglo. Nosotros no leíamos periódicos en nuestra familia. Rarísima vez. Solamente llegaba una faceta que se llamaba “Mundo al Día”, y ahí había tiras cómicas, era lo único que veíamos los ni-

ños. Una tira cómica que se llamaba “Mojicón y Bizcochito".

Eso nos encantaba. De resto, todavía no había radio en Colombia, ni televisión. No nos damos cuenta mucho de la situación de Colombia.

Alix Niño: ¿y qué recuerdas del Bogotazo, de cosas que estaban pasando en Colombia en ese momento, más allá de la Guerra de los 1000 días?

Toñito Silva: 9 de abril de 1948. Yo ya era jesuita, profesor en el Colegio San Pedro Claver de Bucaramanga. Todo normal. Tranquilidad. Felicidad. En esa llegó la noticia: mataron a Gaitán, el candidato liberal Jorge Eliecer Gaitán. ¿Qué cosa más terrible? Inmediatamente el padre rector de nuestro Colegio San Pedro Claver de Bucaramanga reunió a todos los alumnos y a todo el profesorado y les contó: “Estamos en estado de sitio, se declaró perturbado el orden público. Vamos a interrumpir las clases hasta nueva orden”. Despachó a los alumnos y a los profesores, menos a los internos que no podíamos mandarlos para lejos. Como a la media hora de llegar la mala noticia llegan seis camionados de chusma a las puertas del Colegio San Pedro. Eran liberales porque tenían banderas rojas y como no tenían armas listas, traían palos, garrotes, machetes. Se bajan esos seis camionados de chusma, rompen las cadenas de la puerta del colegio y entran al patio, amenazantes. Baja el Padre Rector a grandes zancadas, grandes pasos, de sotana negra.

“¿Vamos a ver qué pasa aquí, quiénes son ustedes?”

“Que suelten a los alumnos para vengar la muerte del jefe”.

“De ninguna manera”, dijo el Padre Rector. “Nuestras familias los han confiado, nosotros somos responsables.

Con qué simpleza ese Padre Rector despachó a toda esa multitud amenazante, dijo: “Más bien me interesa saber quiénes son ustedes”.

Sacó una libretita de bolsillo y un lápiz; y le preguntó al jefe: “¿Usted es el cabecilla de esta huelga? Usted es el que encabeza, sepa que acaba de violar un instituto educativo. Su nombre y apellido por favor”.

Claro, él los iba a delatar. Todos volvieron la espalda gritando: “abajo los curas".

No pasó más.

Con una libretica y un lápiz, el Padre Rector despachó esa multitud. Eso se llama diplomacia, no llamó al Ejército, no llamó a la policía, no hizo escándalo. Una libretica. Ese fue el recuerdo que tengo del 9 de abril en Bucaramanga. Yo estaba encargado de los niños pequeños internos y cuando se fue la multitud volví a ver dónde estaban mis niños, muy responsable. Me asomé a las aulas de clase, no estaban; me asomé al comedor, tampoco; a la capilla, tampoco.¿Dónde estában mis 20 niños? No había niñas en ese tiempo. Se me ocurrió ir al dormitorio y eso parecía la resurrección de los muertos. Se abrían los baúles y salían los niños que se habían encerrado, salían de debajo de las camas, salían de los closets, aterrados, traumatizados, pero volvimos a la libertad y lo llevamos a una finca. Es el recuerdo que tengo del mes de abril en Bucaramanga. No hubo mayores escándalos porque según cuentan las malas lenguas la chusma se fue a tomar la licorera, rompieron botellas con el machete, tome y tome aguardiente, se emborracharon y no fueron capaces de hacer males. De modo que el aguardiente es muy recomendable para esos casos.

Alix Niño: Toñito Silva estuvo por más de 50 años por el Magdalena como misionero. Cuéntanos, ¿cómo fue esa experiencia y cómo llegaste a trabajar por el Magdalena Medio?

Toñito Silva: Porque siendo junior, es decir después del Noviciado, le pedí al padre Provincial que me destinara a trabajar en la Misión del Magdalena Medio. En ese tiempo era lo más heroico en la Provincia de los jesuitas de Colombia, la Misión del Magdalena, porque no había luz eléctrica, no había nevera, no habían ventiladores, todo era completamente rural. Durante la carrera de jesuita ningún provincial me dijo nada, pero después del sacerdocio ya un provincial me dijo: “Padre Silva recuerde que usted había pedido la Misión del Magdalena. Sepa que se van a cumplir todos sus deseos”. Cuando yo ya no tenía ni deseo de tener deseos, de ser misionero, pero como era mi palabra y ya lo había pedido, entonces fui a Barrancabermeja, Gamarra, Puerto Wilches, Bocas del Rosario, año y medio por los caseríos de la Misión del Magdalena Medio. Me encantó, me encantó. Después me interrumpió esa misión Monseñor Ocampo, obispo de Tunja, porque me pidió que yo fuera secretario de él.

Toño Pepe: Monseñor Ocampo era jesuita…

Toñito Silva: Sí, y fue provincial nuestro. Monseñor de Ocampo era obispo de Tunja, entonces allí fui a parar, de secretario, sobre todo de acompañante, porque él quería sentirse en medio de jesuitas, no desterrado. Puedo decir que la pasé cheverisimo porque lo acompañaba a las visitas pastorales por los pueblos de Boyacá; todo el departamento de Boyacá era una sola diócesis, la de Tunja, después de la diócesis de Duitama y después las otras. Grandes cabalgatas de pueblo en pueblo, recibimientos, voladores, buena comida, buenas camas, formidable, luego revisar los libros parroquiales, y vámonos para otro pueblo. Estábamos tal vez en Villamaría, luego me acuerdo de Santa María y el pueblo siguiente era de los Llanos de Arauca, pertenecía a Boyacá. Teníamos que ir por un camino donde no cabía sino una bestia, digamos un jinete. Del otro pueblo vinieron a este para acompañar a Monseñor Ocampo, al otro pueblo, al de

los Llanos. Vinieron organizados por el párroco de ese otro pueblo. Organizó 300 jinetes llaneros, con poncho blanco y camisa blanca. ¡Qué maravilla! Como por ese caminito no podía pasar sino un caballo, había una fila de jinetes de más de 1 km. Llegamos al otro pueblo, aplausos, pirotécnia, voladores, discursos formidables y así fue. ¡Maravilloso!

Toño Pepe: Todos conocemos a Toñito en nuestra Provincia como un hombre de mucha alegría, un hombre que le sonríe a la vida y que hace sonreír a todos aquellos que nos encontramos con él, su buen humor, su jovialidad, toñito, cuéntanos, ¿cuál es para ti el secreto de ser tan feliz, tan jovial, tan comunicador de alegría?

Toñito Silva: Eso me han preguntado, yo respondo que es cuestión de familia, herencia de papá y mamá. Mi papá era un campesino boyacense, sano de alma y cuerpo, ni fumaba ni tomaba. Todos heredamos esa buena constitución y buena salud, el genio; él gozaba con simplezas de la vida, nada lo encontraba mal, era optimista. Entonces todos heredamos esa alegría, ese optimismo, ese buen genio y esa buena salud. Yo he sido muy afortunado en la vida, muy afortunado por mi familia y por la Compañía de Jesús. Considero que he tenido tres aciertos en la vida. El primer acierto es haber entrado al noviciado, el segundo es haber sido misionero rural y el tercero haber venido a esta Casa Pedro arrupe, este hogar geriátrico. Yo lo llamo un hotel de 10 estrellas. ¿Cuáles son las estrellas? Las enfermeras y todas las otras damas que nos colaboran y nos acompañan, esto es una maravilla, atendido de día y de noche, enfermeras, medicinas, alimentación, esta finca tan bonita, los paisajes. Aquí no necesitabamos verjas en las ventanas ni en las puertas, pero una noche entró un ladrón y se robó el televisor. Entonces el Padre Superior mandó a poner las rejas de fierro en puertas y ventanas.

Toño Pepe: Toñito Silva en su visión de la vida que tiene que ser simplificada, prescindir de arandelas, de enredos, de complicaciones, también desarrolló hace muchos años una campaña entre jóvenes y niños a propósito de la ortografía de nuestra lengua castellana. Yo mismo lo viví en carne propia cuando era una adolescente, estudiante de bachillerato en el Seminario Menor de San Gil. Un domingo llegó un padre flaquito llamado Antonio José Silva y le pidió permiso al Padre Rector para darnos una conferencia sobre la simplificación de la ortografía castellana. Toñito, ¿cómo fue esa campaña para simplificar?

Toñito Silva: Desde cuando yo era colegial en bachillerato me preguntaba por qué es tan fácil hablar y tan difícil escribir correctamente. Uno dice “válvula”, “víbora”, bienvenida, Viviana, escéptico, ascético, y no se pone a pensar con qué letra es. En cambio, va a escribir y piensa con qué se escribe tales palabras: Víboras, válvula Genoveva… con cuál “V” y a qué hora. ¡Qué problema aprender las reglas de ortografía, los exámenes de ortografía; los cuadernos llenos de tachaduras rojas, faltas de ortografía, profesores enseñando ortografía! ¡Pierda tiempo, pierda tiempo, nunca se aprende la ortografía! Ya de jesuita, empecé a reflexionar que habría que simplificar la ortografía, suprimir las reglas y excepciones, que no hayan problemas para escribir, que no hayan dudas, que no hayan equivocaciones. Hay que simplificar la ortografía. Hay que suprimir las letras problemáticas. Pero a mí me daba pena porque como se tenía tanta estima a la ortografía y decían que en eso consistía la cultura de una persona. ¿En qué nos vamos a distinguir de los ignorantes en la ortografía? Unos jesuitas me decían: “pollo, cuidado porque la ortografía es cultura, lo van a tratar de ignorarte”. Otros jesuitas me decían: “Tal vez se podrían simplificar algunas”. Unos que sí y otros que no. ¿Qué hago yo? Se me ocurrió acudir a la máxima autoridad de la materia

en Colombia, el padre Felix Restrepo, jesuita, director de la Academia Colombiana de la Lengua, la máxima autoridad. Le dije: ¿Padre feliz, la ortografía castellana podría simplificarse o no? El padre Félix Restrepo dio un puño en la mesa y dijo: “vea padre, la ortografía castellana no solo puede simplificarse, sino que debe simplificarse. Le recomiendo, le hace tales libros”. Me dio bibliografía, donde me enteré de los proyectos de reforma ortográfica desde la fundación de la Real Academia de la Lengua. Entonces, con eso quedé yo armado caballero y salgo con lance en ristre como Don Quijote a recorrer colegios y universidades de Colombia. Como El Quijote, yo ya la llamaba campaña libertadora. Modestia aparte, yo solo oía aplausos y felicitaciones, porque claro, se van a acabar las reglas, las dudas, los errores de ortografía. Se escribe como se habla, se llama ortografía fonémica. El ideal es que haya una sola letra para cada fonema o sonido y un sonido para cada letra, pero resulta que vamos a la “b”, y hay dos “b”: labial y labio dental; vamos a la “s” y hay “s”, “z” y “c”. ¡Qué problemas! Letras mudas, letras ambiguas, letras problemáticas…

Tengo esta anécdota. Le estaba hablando a un grupo de 30 profesoras en Popayán y les empecé a decir todo de todas las letras, examinando letra por letra y llegamos a la h muda. Yo tenía preparado un gran cartel con la palabra hombre sin “h” en mayúsculas. Le dije a las profesoras: “hay que suprimir la “h” muda porque no es ni vocal ni consonante, es un silencio. Voy a mostrarles cómo quedaría la palabra hombre sin “h”. Espero que no se vayan a escandalizar”. Saco el cartel: “Ombre”. Ay Virgen Santísima, se levantaron todas y salieron al patio. Yo quedé extrañado y me preguntaba si tanto las escandalizó la palabra.. Desde el patio me gritaron: “padre sálgase que está temblando”. Coincidió. Hombre sin “h” y tembló la tierra.

Escuelas y colegios me compraban libros, me felicitaban y yo no oía sino aplausos. De pronto, me le dio la corazonada y dije: “¿por qué no me asomo a la Universidad javeriana?” Fui, hablé con el padre Gabriel Giraldo: “padre, ¿me permite dictar la conferencia de la reforma ortográfica en la Universidad?”. Me contestó: “vea Toño, si quiere pongan sus propagandas en todas las carteleras de la Universidad y esté satisfecho si le van 8 personas”. Dije: “Ay muchas gracias padre, formidable”. Puse mis propagandas en las carteleras. Llegó el día de la conferencia y no me llegaron 8 personas sino 40. Yo tenía muy buen material didáctico, letra, aplausos, risas… Se terminó y dije aquí no ha pasado nada, fue como hablar en cualquier colegio. Aquí no va a haber ninguna trascendencia, no van a haber malas consecuencias y si las hubo, mejor dicho buenísimas buenísimas. A los dos meses me llegó una carta del rector de la Universidad de Miami.

Padre Antonio Silva, Colombia.

Aquí en nuestra Universidad de Miami está estudiando una señora colombiana que lo oyó en la Universidad Javeriana de Bogotá. Dice que usted tiene una inquietud acerca del idioma. Le cuento que aquí en la Universidad de Miami vamos a tener un simposio de gramática española. Lo invitamos, le enviamos el prospecto.

Le pregunté al Provincial que opinaba de esto y dijo: “Toño lo felicito. El permiso te lo damos, pero no hay dinero para esta ocasión. ¡Qué pena!” Conversamos con mis familiares sobre la invitación y que la Provincia no iba a costear el viaje. Un hermano, Roberto Silva Mojica, casado con una paisa supo estos antecedentes y me llamó por teléfono en Bogotá: “Toño te invitamos mañana a almorzar a mi casa. Te tenemos una sorpresa”. Llego al otro día a la casa de mi hermano, todos sus hijos en el almuerzo, formidable, conversar… De pronto se levanta mi hermano y me dice: “Toño,

la sorpresa que tenemos es el pasaje de ida y regreso a Miami para que asistas al simposio de gramática”. Yo no acababa de creer, le di un abrazo de agradecimiento y a mi cuñada… Ella me dice: “Toño, te añado estos dólares para que después del simposio de Miami te vayas para Orlando y Disney World. No vaya a gastar estos dólares en otra cosa, ni los vuelva a traer a Colombia. Se va porque se va”. Entonces ya tenía el permiso y el pasaje. Me arreglaron todo: la visa, el pasaporte, me instruyeron, me ayudaron… Pero, ¿donde voy a me voy a hospedar en Miami? Se me ocurrió preguntarle a un jesuita que tenía una hermana en Miami, Luis de la Espriella y le dije que le preguntara a su hermana de Miami si me daba hospedaje. Me dijo: “sí, que lo espera”. Y, ¿en Orlando donde me iba a hospedar y cómo iba a pagar el hotel? Por fortuna, mejor dicho providencia, en Orlando teníamos una parienta Mujica. Me comuniqué con ella y me dijo: “claro, Toño, vengase”. Ya tenía todo asegurado. Llegó el día, me llevaron al aeropuerto, no recuerdo si era El Dorado de techo todavía. Toño Silva va a volar, va a salir por primera vez de Colombia y va a pasar el charco. Aterrizamos en Miami, me salió a recibir la hermana del padre De La Espriella, me llevó a su casa. Llamé por teléfono al rector de la Universidad de Miami. Yo le había dicho desde Colombia que yo quería participar en el simposio, no solamente como ponente. Eran tres días de simposio. Llegó el mismo rector de la Universidad donde yo estaba hospedado. Me llevó a empezar el simposio, profesores, discursos, hamburguesas… Durante tres días me llevaron en carro a la universidad. Llegó el tercer día, mi conferencia de media hora, subo a la mesa, saco el material didáctico y el rector de la universidad le dijo a los profesores: “el padre Silva parece que trae muy buen método didáctico. Bajemonos a mirar”. Bajaron todos, quedé sobre la mesa. Aplaudieron, me compraron libros. Se acabó el simposio.

La segunda parte fue el viaje a Orlando. Había una flota famosa, cinco horas, una cartera magnífica de Miami a Orlando. Llego donde mi parienta, encuentro hospedaje y amabilidad. Esa parienta me llevó a Disney World, día y medio, llevándome a todos los espectáculos de Disney World. Jamás me había soñado eso. Todos los espectáculos, inclusive la montaña rusa; yo de padre y jesuita. Ya no teníamos sotana, sino Clériman La muchacha de la montaña rusa me preguntó si sufría del corazón. Yo le dije sí, pero de algo hay que morir. Subí a la montaña rusa y me ajustaron, me dijo quítese las gafas porque allá se le caen las gafas. Tantos espectáculos tan maravillosos. Volví a la casa de mi parienta pensando en regresar a Colombia y nos llega una invitación grátis de parte de Disney World: un paseo al Cabo Kennedy. Soy el único jesuita colombiano que ha estado en el cabo Kennedy. Con mi parienta nos vamos para allá; cohetes en preparación, las Torres, el ambiente y este detalle tan increíble. Estaba contemplando las piedras traídas de la luna por los astronautas. Había música de fondo, música clásica naturalmente, pero también popular. En esas, oigo por los parlantes a todo volumen que oigo la Guabina

Chiquinquireña:

… Ven, ven niña de mi amor

Ven, ven, ven a mi ranchito que te espera con ardor

Que te espera con ardor.

Esa fue toda mi aventura. ¿porque disfruté de semejante paseo? Gracias a la simple ortografía. Gracias a la Universidad Javeriana.

Alix Niño: Deducimos que el tema de los libros, de la palabra, de contar historias es muy importante para ti y creo que nosotros como escritores, Toño Pepe también escribe, yo como escritora amateur, también es un honor saber que escribes. He podido leer algunos

de tus escritos, principalmente en Noticias de Provincia, pero sé que escribes poesía. Me gustaría que nos compartieras un pequeño fragmento de alguna poesía que sea muy importante para ti y que nos cuentes de dónde salió esa poesía.

Toñito Silva: Sin mérito, ni culpa, soy poeta, ¿qué culpa? Yo nací sentimental. Entonces escribí muchas poesías, más de 100, y 6 novelas. Yo sabía mis poesías de memoria cuando era joven, tuve muy buena memoria desde niño. Pero ya con 104 años es imposible. No me acuerdo a duras penas de los títulos. La principal poesía que yo considero trascendental se titula “El Silencio de Dios”. Me piden que repita alguna estrofa, no me atrevo, pero es muy fácil encontrar por internet toda mi obra literaria. Ustedes abren internet y escriben: poemas de Antonio Silva Mojica, y ahí sale todo. Hay que poner mis dos apellidos porque hay otro poeta ecuatoriano que también se llama Antonio Silva.

Alix Niño: Estaremos buscando todos esos poemas bellos. Con esta oportunidad de escucharte, ¿qué es lo más bello de ser jesuita?

Toñito Silva: Que entra uno a una gran familia. Mi familia era de 8 hermanos. Los jesuitas en el mundo son 20.000; hermanos míos, tanto profesores como estudiantes, como hermanos coadjutores. La Compañía es una gran familia. Voy a decirlo con unas palabras muy significativas qué es la Compañía de Jesús en el mundo. Es una compañía transnacional de seguros de vida temporal y eterna. En el Evangelio Jesús dijo: “Al que se despida de papá y mamá, y hermanos, recibirán ciento por 1 en esta vida”. Eso lo he recibido yo en la Compañía de Jesús.

Toño Pepe: Toñito, esta entrevista la van a ver y escuchar mucha gente, no sólo los jesuitas, sino por ejemplo en Colombia, más o menos 18.000 laicos trabajan en nuestras obras y

también ya tenemos contactos muy importantes con la Oficina de Comunicaciones de nuestra Curia General en Roma. Seguramente te va a ver el Padre General, te van a ver en Nairobi, Washington…

Toñito Silva: Él nos visitó aquí, el padre Arturo Sosa, venezolano… Un día almorzó con nosotros, le dije que tuve muy buenos compañeros jesuitas venezolanos.

Toño Pepe: Toñito, ¿qué mensaje le quieres decir a toda esta audiencia que te va a ver y escuchar?

Toñito Silva: Muchísimas gracias por la atención prestada. Muchísimas gracias por los aplausos. Me imagino que aplaudieron en algo. Solo que no me compraron libros. Mis libros los vendí muy fácil, por medio de las profesoras de español de más de 20 colegios de Colombia. Yo le vendía mis libritos, sobre todo las novelas, cada libro a 10.000 pesos. Les decía: “Ustedes

verán cómo se las venden a los alumnos”. Ellas eran felices, miserables 10.000 pesos y ellas los vendían a 20000 y salían ganando. Me decían: “padre tráigame 80 libros, tráiganme 40 libros". Una monja se entusiasmó y me dijo: “tráigame libros por 1.000.000 de pesos”. Me dio el cheque, yo jamás en la vida había tenido un cheque por 1.000.000 de pesos”.

Alix Niño: Toñito, vamos a empezar una dinámica muy sencilla que nosotros hacemos con todos nuestros invitados. Son unas pequeñas preguntas. La idea es que las respondas con lo primero que se te venga a la cabeza. Esta dinámica busca conocerte un poquito más para que todos los que nos están viendo puedan compartir un poco quién eres.

Te voy a hacer cuatro preguntas muy sencillas y muy rápidas, y la idea es que me las respondas con lo primero que se te venga a la cabeza. La primera es, ¿que te hace reír?

¡Haz clic y mira la entrevista completa!

Toñito Silva: Los chistes, por lo pronto, y también las anécdotas tanto propias de mis aventuras, de mi experiencia, como de los jesuitas y de los amigos. Eso me hace reír: los chistes y las anécdotas.

Alix Niño: ¿Si tuvieras 10 segundos para un deseo que pedirías?

Toñito Silva: Yo estoy deseando una muerte tranquila, sin una agonía muy grande ni dolorosa. Envidio la muerte de mi hermano Hernando, que fue apacible, se quedó dormido tranquilamente. Yo también quiero quedarme dormido.

Alix Niño: ¿Qué canción te hace bailar o te hacía bailar aunque no quisieras?

Toñito Silva: Una que descubrí por internet: el chacachá del tren. Hace 80 años era famoso ese baile.

Alix Niño: La última de esta dinámica, ¿cuál es la comida favorita de todos los tiempos?

Toñito Silva: En mis buenos tiempos, a mí me encantaban los tamales tolimenses. Siempre que regresaba a Bogotá, al aeropuerto o a la terminal de buses comía tamal con chocolate. La lechona me cae mal, admiro y envidio el hígado de los paisas, como comen tanta carne de cerdo y no les pasa nada.

Toño Pepe: Cerrando esto verdad, muy interesados y muy motivados afectivamente con este hermano mayor, nuestro hermano mayor de la Provincia Colombiana, toñito, ¿que te da esperanza en la vida?

Toñito Silva: Una esperanza muy leve y es que se arregle Colombia. El papa Francisco hizo todo lo posible para reconciliar todas las religiones del mundo, que no hayan peleas, que respetemos todas las creencias y las culturas, y tengo esperanza de este papa León XIV, que continúe el programa que ya empezó Francis-

co. Tengo esa esperanza,de que el Papa León XIV acabe de arreglar las cosas, aunque no lo conseguirá, no lo conseguirá.

Alix Niño: Esto fue un café con toñito Silva, muchas gracias a todos los que nos ven y bueno toñito, muchas gracias también. Ha sido un honor, un privilegio poder decir que entrevisté a Toñito y bueno Toño, muchas gracias por este espacio

Toño Pepe: Tocayo muchísimas gracias. ¿Somos amigos, verdad? Muy buenos amigos. Gracias a todos ustedes por escuchar.

Alix Niño: ¿Nos quieres compartir un mensaje de despedida ya para finalizar este café?

Toñito Silva: Mi agradecimiento y felicitación. Yo me siento como fusilado, yo le tengo miedo a las cámaras y a los micrófonos. Acepté porque me invitó el padre rosado, el padre tocayo, Toño Pepe, su mercé Alix, y sumercé Jenifer, y Alejandro. Muchísimas gracias.

Alix Niño: Los esperamos el próximo mes en Un Café con… Muchas gracias.

Jorge Eduardo Serrano Ordóñez, SJ

Se “durmió” en el Señor antes de lo que esperábamos. Nos deja un vacío insubstituible. Vamos a extrañarlo profundamente, porque no encontraremos otra persona que pueda asimilársele.

Quienes tuvimos el privilegio de tener cercanía con él pudimos captar su inteligencia superior. No la que proviene de la brillantez académica con lecturas, investigaciones y escritos, sino la de la perspicacia mental capaz de encontrar salidas originales en toda circunstancia. Jorge Eduardo, sin embargo, no fue sólo inteligencia vital. Fue también un corazón superior cargado de afecto y de pasión; de afecto, estableciendo amistades de imborrable recuerdo y manifestando ternura no calculada; de pasión, sirviendo y cuidando con desbordada energía la vida de la gente y especialmente de los pobres.

Siempre supo salirse, con inmensa gracia, de los esquemas por su vitalidad y alegría desbordantes; por sus rápidas y lúcidas respuestas más allá de toda imaginación; por su capacidad para crear escenarios e historias envolviendo a todos con su narrativa; por sus ocurrencias; por su irreverencia entre amigos; por sus francos llamados a ser más coherentes con los compromisos adquiridos y por su pasión por comunicar el Reino de modo creativo e interpelante.

Algunos lo temieron. Su gigantesca presencia de otrora, con sus 145 kilos, antes de su cirugía bariátrica; su espontáneo y veloz modo de interactuar; sus vertiginosos juicios críticos; sus exigencias de integridad de vida y su increíble capacidad de argumentar, hicieron que muchos se estremecieran con el “gordo serrano”, como todo el mundo lo terminó apodando.

Quienes lo conocimos de cerca al recorrer con él muchos senderos de la vida, captamos en Jorge Eduardo una personalidad de extraordinaria sensibilidad humana que se dejó habitar por la indomesticable fuerza del Espíritu del Señor.

Hicimos parte de la misma comunidad en diversos momentos. Compartimos 10 agitados meses de Magisterio en el Colegio San Ignacio, en Medellín; 2 apasionantes años de estudios de teología en Río de Janeiro; 4 décadas de comunión de amigos en el Señor, espíritu suscitado por Javier Osuna en sus novicios y que se hizo realidad en seno del grupo Romero, además de casi diez años de convivencia en la Curia General, en Roma.

En la Compañía, recibió ministerios a los cuales se consagró con toda el alma y creatividad dejando en ellos una imborrable huella. Comenzó su ministerio en la parroquia de San Pio X en

Cúcuta en donde salvó muchas vidas del hambre y suscitó la solidaridad ciudadana, siendo un pastor firme, cercano y profético; allí, caminó con los pobres, escuchó su dolor, acompañó sus búsquedas, enfrentó sus contradicciones y alentó su esperanza; se hizo famoso su mural que recordaba el quinto mandamiento: “No matarás, ni con hambre ni con balas”. Amenazado de muerte salió del país y entonces hizo su tercera probación y estudios especiales en Madrid.

Quienes escuchamos sus predicaciones o compartimos con él un espacio de conversación, sabemos que tenía un don poco común: decir verdades con claridad, capaces de movilizar y generar solidaridad. Sus palabras siempre ayudaron a descubrir esas incoherencias que enturbian el corazón, nublan la fe o debilitan el testimonio.

Su itinerario misionero y apostólico evidenció disponibilidad, movilidad y versatilidad. Fue párroco en San Javier en Bogotá y vicario en San Pablo, Bolívar, además de misionero en la región brasilera del Amazonas y director del SJR-Colombia. Creó en la Provincia la oficina de desarrollo, que denominó Fundación Amar y Servir y fue promotor de éstas en la CPAL; su buena gestión ocasionó el llamado del P. General a promover las oficinas de desarrollo en toda la Compañía. En este servicio, contagió con su energía y creatividad a jesuitas y laicos en todas las provincias y regiones para buscar recursos para la misión. En este desgastante ministerio en el que pasó de aeropuerto en aeropuerto y de país en país -y que pudo minar su salud- no perdió sensibilidad por el dolor humano, por las periferias, ni por la predicación del Evangelio. Fue en este período que, con talento comunicador que siempre tuvo y sensible a la brevedad de la audiencia que predomina en las redes sociales, creó el video “Un minuto de homilía” que se ha mantenido por casi una década con el apoyo de una red de jesuitas de lengua española.

Al regresar a Colombia, siendo Superior en Cartagena, su salud se vio disminuida. En cuanto sus fuerzas se lo permitieron asumió el templo de la Soledad, en Bogotá, en donde siguió siendo ese pastor creativo y lúcido que, con palabras no convencionales y gestos fraternos, movió corazones, incomodó conciencias y abrió caminos de conversión.

Ante él sólo se siente gratitud: con el Señor, por este compañero, amigo y hermano; con el mismo Jorge Eduardo, por encarnar esa alegre sabiduría que viene del Espíritu; sabiduría que desinstala y desacomoda, saca de la formalidad y de la rutina, y que corrige y alienta, expresando verdades, sin carecer de amor y en muchos casos de ternura.

El Minuto de Homilía continúa

Juan Mejia, SJ

El Minuto de Homilía nació en el año 2018 como una iniciativa del P. Jorge Eduardo Serrano, SJ. Él nos propuso que el Evangelio podía compartirse de forma breve por medio de las plataformas digitales. No lo pensó como un espacio solo suyo sino que convocó desde el inicio a otros jesuitas, religiosos y laicos para que, con su voz y sensibilidad, se unieran a la tarea de anunciar el mensaje dominical.

El P. Jorge Eduardo dedicó con pasión sus últimos años a este canal, convencido de que el Evangelio podía llegar a muchas personas a través de las redes sociales. Incluso en el día de su pascua compartió un último video en el que él nos compartía su propia reflexión del Evangelio.

Desde el 2021 empecé a ayudarle con la edición de los videos. Y el mismo día de su partida me mandó un mensaje pidiéndome que me encargara de seguir adelante con este proyecto. Y la idea es mantener vivo ese espíritu comunitario que él sembró.

Hoy el Minuto de Homilía sigue creciendo gracias al aporte de muchos y muchas que, desde distintos lugares del mundo, se unen para compartir el Evangelio de cada domingo.

Por eso, esta es una invitación a seguir viendo y compartiendo cada semana nuestros videos y si lo deseas, puedes ser parte activa de este proyecto que sigue creciendo.

Si quieres sumarte activamente, aportar tu voz o tu colaboración, puedes escribirme a juan.mejia@jesuitas.org.co.

María Constanza Villalobos Acosta: desde el jardín del Paraíso sigue enseñándonos a ver

lo invisible, a cuidar lo que merece cuidado, y a vivir con el alma vuelta hacia la Luz

Santiago Tobón Grajales, SJ

Rector de la Iglesia de San Ignacio

No es fácil escribir sobre alguien a quien uno ha admirado en silencio y querido en lo profundo. No es sencillo decir adiós a quien —como María Constanza Villalobos Acosta— supo habitar el mundo con esa mezcla rara de sabiduría y ternura, de exigencia y delicadeza, de luz interior y compostura exterior que solo tienen las almas verdaderamente nobles. Este no es solo un homenaje, es también una carta abierta a una amiga con la que compartí estos tres años de misión en la Iglesia San Ignacio de Bogotá. Esta es una forma de seguir conversando con ella ahora que su voz calló en la tierra, pero resuena —más fuerte aún— en lo invisible.

El arte como vocación de vida

María Constanza fue, ante todo, una mujer consagrada a la belleza y a la verdad. Lo fue desde su formación, rigurosa y sólida, como restauradora de bienes culturales muebles en la Universidad Externado de Colombia, donde se graduó en el año 2000. Ya desde entonces supo que su tarea no era simplemente reparar objetos antiguos, sino escuchar lo que esos objetos querían decirnos, leer en sus grietas una historia, una plegaria, un vestigio de eternidad.

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convoca a los direcdepartamentos de las diferensociales del país para tesis de pregrado y la historia colonial.

lecciona uno que enColección Cuadernos

colección

Coa. Una historia económica 1750-1810

espíritu. Mística de la Nueva y el asco, 1680-1750

mayordomos. Reconstrucción política en

Ese amor por lo visible y lo invisible la condujo a la historia. Realizó la maestría en Historia en la Pontificia Universidad Javeriana y luego el doctorado en Historia en la Universidad de los Andes, dos caminos que recorrió con la misma pasión con la que restauraba un lienzo o contemplaba un relicario. Pero lo suyo no era la erudición altisonante ni la academia de salón: era una historia encarnada, tejida con la vida, con la mirada, con la memoria.

Fue autora de una tesis de maestría profundamente original y meritoria: “la construcción discursiva de la Compañía de Jesús en la iglesia San Ignacio. Invención de un teatro de devoción para Santafé, siglos XVII y XVIII”, una investigación que no solo le mereció reconocimiento académico, sino que la proyectó como una de las más brillantes especialistas en arte sacro colonial de su generación. Esa obra, luego publicada en la serie Cuadernos Coloniales del ICANH, sigue siendo hoy una referencia ineludible para quienes se acercan al barroco neogranadino con sensibilidad y método.

En paralelo, publicó investigaciones finísimas y originales en medios especializados de alto nivel, como la Revista Goya —de la Fundación Lázaro Galdiano— donde compartió su texto “La serie de pinturas de Alabado: las pruebas del triunfo de la divina gracia” (2009), o su lectura emblemática del retablo mayor de la iglesia de San Francisco, incluida en Perspectivas sobre el Renacimiento y el Barroco (2011, Universidad de los Andes), donde desplegó su genio hermenéutico y su ojo simbólico con la precisión de una restauradora y la sensibilidad de una poeta.

La iglesia de San Ignacio, nombre con el que la conocemos hoy, es uno de los pocos templos bogotanos cuyos retablos —la mayoría de los siglos XVII y XVIII— se conservan aún. En el contexto de la época colonial era considerada como un palacio celestial y, como tal, allí se encontrarían las imágenes de quienes habitaban el Cielo: Cristo, la Virgen y los santos, que dispuestas y ordenadas configuraban artificios, māchinae, como metáforas de la fantasía o traza que se ideaba para su representación.

La presencia de fragmentos de cuerpos de santos depositados en relicarios y resguardados detrás de unas puertas, que a su vez son pinturas, hace que la pregunta por la representación del cuerpo en las imágenes surja de manera obvia y en primer lugar. Para responder dicho interrogante, la autora se apoyó en la consulta de varios archivos históricos y en el análisis de los retablos, pinturas, esculturas y relicarios que se encuentran en la iglesia objeto de esta investigación.

trabajar. La criscomunidades muiscas durante el

Pero todo esto sería incompleto si no se dijera que Constanza no fue solo académica, ni solo profesora, ni solo curadora. Fue una restauradora del sentido profundo de las cosas. Supo devolverle su dignidad a lo que parecía desgastado. Supo rescatar símbolos del olvido. Supo sostener una mirada crítica sin perder jamás la capacidad de asombro, de contemplación, de reverencia ante lo sagrado. Quienes trabajamos con ella —como colegas o estudiantes, como amigos o admiradores— pudimos ver su modo paciente y generoso de aproximarse a las obras de arte, pero también a las personas. Escuchaba como pocas. Leía como quien escucha. Hablaba como quien reza. Y escribía como quien pinta con palabras.

A veces era muy difícil saber si estábamos frente a una historiadora del arte, una restauradora, una teóloga o una mística. Porque Constanza unía todo eso sin pretensión, sin alarde, sin forzar nada. Lo hacía desde su propia manera de habitar el mundo. Y por eso, tal vez, su último proyecto fue también el más íntimo, el más espiritual, el más revelador de quién era: la curaduría de la exposición “Construir un Jardín del Paraíso: reliquias de la Iglesia San Ignacio de Bogotá”.

Colección Cuadernos Coloniales

Instituto Colombiano de Antropología e Historia M C V illalobos C

artifiCios en un palaCio Celestial Retablos y cuerpos sociales en la iglesia de San Ignacio santafé de bogotá, siglos XVii y XViii M aría C onstanza V illalobos a C osta

Colección Cuadernos Coloniales

Instituto Colombiano de Antropología e Historia M aría C onstanza V illalobos a C osta XV artifiCios en un palaCio Celestial Retablos y cuerpos sociales en la iglesia de San Ignacio santafé de bogotá, siglos XVii y XViii

Consulta el libro acá

de la divina (abril-junio, 2009), Fundación y “El retablo mayor de cisco. Nave simbólica de la naturaleza neogranadina tivas sobre el Renacimiento David Solodkow. Bogotá: Andes, Departamento ratura, 2011.

María Constanza
Es restauradora de bienes de la Universidad Externado magíster en Historia sidad Javeriana y candidata Historia de la Universidad desempeñado como dad Externado de Colombia Universidad Javeriana. ción es la imagen en la
Es autora de la investigación discursiva de la Compañía sia de San Ignacio. Inventi voción para Santafé, siglos meritoria de la Maestría cultad de Ciencias Sociales Universidad Javeriana en la Convocatoria de del ICANH en 2010. Ha publicado varios serie de pinturas de Alabado: triunfo

No fue una muestra más. Fue su testamento vital. En ella desplegó su fe, su pasión por los signos, su amor por los mártires, su intuición barroca y su inteligencia simbólica. En cada relicario, en cada retablo, en cada óleo, Constanza vio no solo formas, sino semillas. No solo historia, sino promesa. Construyó ese jardín como quien prepara su morada interior, como quien tiende un altar con sus días, como quien se prepara —con dulzura y entereza— para habitar el Paraíso al que siempre aspiró, incluso sin decirlo.

Amiga, madre, compañera del alma

Hablar de María Constanza sin mencionar su vida como madre, amiga, hermana y compañera, sería amputar su humanidad. Fue mamá con toda el alma. Formó a sus hijos —Julieta, Violeta, Juan Pablo y Samantha— no solo con palabras, sino con ejemplo. Con una fe discreta y una fuerza que no se dejaba ver de inmediato, pero que sostenía todo. Fue amiga fiel, sin estridencias. De esas que no necesitan muchos gestos para hacer sentir su amor. De esas que escuchan más que hablan, y que cuando hablan, dicen justo lo que el corazón necesita y de manera contundente.

No fue ajena al dolor. No fue ajena a la fragilidad. Pero en lugar de endurecerse, supo hacer del sufrimiento un crisol donde se decanta lo esencial. Nunca dejó de enseñar. Incluso en sus silencios finales, incluso en su debilidad, incluso en su despedida, siguió enseñándonos a vivir.

La Iglesia de San Ignacio de Bogotá —que fue para ella archivo, aula, altar y jardín secreto— se llenó de sentido al acoger sus exequias el 12 de junio de 2025. Ese día, ese templo habló con su voz. En cada nave, en cada altar, en cada reliquia, parecía vibrar su presencia. No la estábamos despidiendo. Estábamos devolviéndola al Misterio que la habitó siempre. A ese Dios que ella buscó con los ojos del arte y los pies del estudio.

Hoy, su vida es una eucaristía ofrecida en silencio, una acción de gracias viva, un vino que sigue repartiéndose entre quienes la conocimos. Y su memoria, lejos de apagarse, se vuelve presencia: una reliquia verdadera, no para encerrarla en vitrinas, sino para protegernos, inspirarnos, acompañarnos.

María Constanza ya no estudia el Jardín. Ahora lo habita. Ya no guía nuestras visitas a retablos coloniales. Ahora nos precede en la sala luminosa del Reino.

Querida Constanza, gracias…

… por tu vida.

… por tu inteligencia luminosa.

… por tu fidelidad y dedicación sin alardes.

… por tu elegancia del alma.

… por ese jardín que construiste con tus manos y tus días.

… por enseñarnos que la santidad no está solo en los altares, sino también en la forma de mirar, de estudiar, de amar.

Descansa en paz, querida Constanza. Descansa entre las flores del Paraíso.

Y desde allí, sigue enseñándonos a ver lo invisible, a cuidar lo que merece cuidado, y a vivir con el alma vuelta hacia la Luz.

ELa historia es historia

n 1985 yo era el párroco de San Pablo, sur de Bolívar, un pueblo guerrillero en ese tiempo. Algún día, hacía mis trabajos como párroco. Ya por la noche, me fui a la cama. Hacia las 11 p.m., me despertaron unos ruidos, voces que yo escuchaba clarito. Eran guerrilleros de las FARC que hacían vivas a su movimiento. Guerrilleros del ELN los respaldaban

Sin luces, todo oscuro, sin levantarme de la cama, pensé: ¿qué hago? Decidí vestirme y salir en chancletas para el patio de la casa cural. Salí muy despacio y con mucho cuidado, no fuera que me alcanzara un tiro de los que lanzaban los guerrilleros. Me ubiqué detrás de un salón de clases que había atrás de la casa, en el patio. Caminé unos 16 metros.

Me acurruqué y así pasé toda la noche. Pensando en qué momento me encontraban los guerrilleros. Ninguna luz iluminaba el sitio donde me encontraba. Esa noche oriné 9 veces. Yo medio dormitaba, acurrucado.

Hasta que no sé a qué hora, sentí en la nariz algo que me la tocaba, con un arma larga. Era un guerrillero, de pie. Me preguntó: ¿usted quién es? Soy el párroco, le dije. Se apartó un poco y se comunicó por celular con alguien. Luego me dice: levántese y venga conmigo para la que es su casa. Y fuimos despacio hasta llegar a la casa y entrar.

En la casa tampoco había luz. La encontré llena de guerrilleras y guerrilleros, eran visibles. Todos me miraban. Alguna de ellas, muy joven, me miró de una forma especial.

Uno de ellos me ubicó en el salón y pude sentarme. De ahí no se mueva, me dijo.

Diagonal a la casa cural se encontraba el puesto de policía. Algunas veces en la noche los guerrilleros disparaban a la policía. Yo no podía mirar hacia el parque, por el sitio en que me encontraba.

Como a las 6 y 30 a.m. me movieron hasta la puerta de la casa. Pude mirar al parque y vi por los cuatro costados del parque muchísima gente que en silencio esperaban el desenlace.

Por un megáfono de la parroquia, un guerrillero había pedido a la policía que se entregaran. Y a ratos repetía la petición. Hasta que por fin apareció el comandante de la policía, acompañado de la hermana Marta (una de las cuatro monjas que vivían al frente de la policía), caminando hasta el portón de la casa cural. Los guerrilleros iban recibiendo a los policías cuando llegaban. Yo estaba sentado con los policías que llegaban. Hasta que llegó el último que se encontraba en el techo de la alcaldía.

Mientras tanto habían conseguido un camión de ganado para transportar a los policías, al padre y también a tres guerrilleros (una mujer y dos hombres) para cuidarnos. Cuando me subía al camión, un guerrillero se me acercó y me dijo: "que conste que esto no es secuestro".

Como a las 9 y 30 a.m., el camión salió para Pozo Azul, una vereda que acogía a los guerrilleros y me conocían bien por el ministerio que yo les desempeñaba. En las calles de salida del pueblo San Pablo, las mujeres nos despedían con la mano, lo hacían en silencio.

Durante este recorrido de hora y media, varias veces pasaron avionetas de la armada sobre nosotros.

Cada vez que un avión se acercaba al camión para disparar a los policías, nos hacían bajar y nos colocábamos debajo del camión para protegernos de las metrallas. En una de las bajadas, el guerrillero más gordito, no bajó. Y cuando subí al camión, lo primero que me encontré fue al guerrillero gordito. No hice nada, ni recé por él.

Al fin llegamos a la vereda Pozo Azul. Nos bajamos y encontramos más guerrilleros. Recostados en la cancha de fútbol, dormitando, los policías y yo pasamos unas horas.

Hasta que hacia las seis de la tarde se me acercó un guerrillero y me dijo: levántese y venga conmigo. Vamos a un comedero para que coma algo y luego va a dormir a donde la señora Adelaida, conocida suya.

Así lo hicimos. Comí sabroso, el hombre también comió. Y luego pasamos dos cuadras hasta llegar al lugar donde pasaría la noche. Sólo cuando estaba acostado, me sentí feliz. Me sentí libre. No me llevaron con los policías, que saldrían de noche para hacer largas caminadas.

Al día siguiente, la señora me acompañó hasta la salida de la calle para esperar si venía algún transporte en que irme libre para el pueblo. Apareció un jeep viejo y me subí. El chofer ya me conocía. Y arrancamos para el pueblo, pidiéndole a Dios que nos acompañara para que no nos pasara nada.

Al llegar al pueblo de San Pablo, me bajé unas cuadras antes (porque el jeep se varó) y caminé.

Los que me veían manifestaban su alegría y felicidad. Las señoras gritaban: ¡volvió el padre!.

Entré a mi casa y feliz me organicé y seguí mi vida ordinaria. ¡Qué recuerdos!

LDon y misterio

a vocación es ante todo una llamada de Dios. Resulta un misterio el hecho de que un Ser invisible pueda tocar tan claramente el corazón del hombre. Esta es la experiencia que se constata en cada vocación, en cada hombre o mujer consagrado que percibe la frase del Evangelio: “ven y sígueme”.

Jesucristo, después de pasar la noche en oración, llamó a un puñado de hombres para que le siguieran y fueran sus testigos en el mundo. Este es el fundamento de toda vocación: un seguimiento de Cristo en el amor que responde a una invitación amorosa de Dios. La vocación es un misterio sobrenatural que pide una respuesta libre desde la fe.

El amor es precisamente donación, darse al amado y eso hace Dios en toda vocación, y mucho más en la vocación sacerdotal. Dios se pone en las manos de un hombre pecador perdonando a través de él, entregándose a sus hermanos en el pan y en el vino hechos su Cuerpo y su Sangre, bautizando en él, ungiendo en él.

Introducción

La historia de la vocación sacerdotal la conoce sobre todo Dios. En su dimensión más profunda, toda vocación sacerdotal es un gran misterio, es un don que supera infinitamente al hombre. Cada uno de nosotros sacerdotes lo experimenta claramente durante toda la vida. Ante la grandeza de este don sentimos cuán indignos somos de ello.

La vocación es el misterio de la elección divina. “No me han elegido ustedes a mí, sino que yo los he elegido a ustedes, y los he destinado para que vayan y den fruto, y que su fruto permanezca” Y nadie se arraiga tal dignidad, sino el llamado por Dios.

Dios “nos ha llamado con una vocación santa, no por nuestras obras, sino por su propia determinación y por su gracia”

Nos damos cuenta de que las palabras humanas no son capaces de abarcar la magnitud del misterio que el sacerdote tiene en sí mismo.

Lo que significa ser sacerdote

Según san Pablo significa ante todo ser administrador de los misterios de Dios: servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Lo que se exige de los administradores es que sean fieles. Parábola del administrador fiel y del infiel.

El sacerdote recibe de Cristo los bienes de la salvación para distribuirlos debidamente entre las personas a las cuales es enviado. Se trata de los bienes de la fe.

El sacerdote es el hombre de la palabra de Dios, el hombre del sacramento, el hombre del ‘misterio de la fe’. Por medio de la fe accede a los bienes invisibles que constituyen la herencia de la Redención del mundo llevada a cabo por el Hijo de Dios. Nadie puede considerarse ‘propietario’ de estos bienes. Todos somos sus destinatarios.

El sacerdote tiene la tarea de administrarlos en virtud de lo que Cristo ha establecido.

Admirable intercambio

La vocación sacerdotal es un misterio. Es el misterio de un maravilloso intercambio entre Dios y el hombre. Éste ofrece a Cristo su humanidad para que Él pueda servirse de ella como instrumento de salvación, casi haciendo de este hombre otro sí mismo.

Hay una relación muy grande de nuestra humanidad. Poder representar cada día en la persona de Cristo el Sacrificio redentor, el mismo que Cristo llevó a cabo en la cruz. En este sacrificio está presente del modo más profundo el mismo Misterio trinitario. También está, como recapitulado, todo el universo creado.

La Eucaristía se realiza también para ofrecer sobre el altar de la tierra entera el trabajo y el sufrimiento del mundo. En la Eucaristía todas las criaturas visibles e invisibles, y en particular el hombre, bendicen a Dios como Creador y Padre y lo bendicen con las palabras y la acción de Cristo, Hijo de Dios.

Sacerdote y Eucaristía

“Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños… Nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar” Estas palabras de Lucas nos introducen en la intimidad del misterio de Cristo.

Estas palabras nos permiten acercarnos al misterio de la Eucaristía. En ella, el Hijo consustancial al Padre, Aquel que sólo el Padre conoce, le ofrece el sacrificio de sí mismo por la humanidad y por toda la creación.

En la Eucaristía Cristo devuelve al Padre todo lo que de Él proviene. Se realiza así un profundo misterio de justicia de la criatura hacia el Creador. Es preciso que el hombre dé honor al Creador ofreciendo, en una acción de gracias y de alabanza, todo lo que de Él ha recibido.

El sacerdocio, desde sus raíces, es el sacerdocio de Cristo. Es él quien ofrece a Dios Padre el sacrificio de Dios mismo, de su carne y de su sangre, y con su sacrificio justifica a los ojos del Padre a toda la humanidad e indirectamente a toda la creación.

El sacerdote, celebrando cada día la Eucaristía, penetra en el corazón de este misterio. Por eso la celebración de la Eucaristía es, para él, el momento más importante y sagrado de la jornada y el centro de su vida.

Misterio de fe

El sacerdote, como administrador de los bienes de Dios, está al servicio del sacerdocio común de los fieles. Es él quien, anunciando la palabra y celebrando los sacramentos, especialmente la Eucaristía, hace cada vez más consciente a todo el Pueblo de Dios su participación en el sacerdocio de Cristo, y al mismo tiempo lo mueve a realzarla plenamente.

Ser sacerdote hoy

El sacerdote, con toda la Iglesia, camina con su tiempo, y es oyente atento y benévolo, pero a la vez crítico y vigilante, de lo que madura en la historia. El Concilio ha mostrado cómo es posible y necesaria una auténtica renovación, en plena fidelidad a la Palabra de Dios y a la tradición.

“Ayer como hoy, Jesucristo es el mismo, y lo será siempre”. Si estamos inmersos con nuestro ‘hoy’ humano y sacerdotal en el hoy de Cristo, no hay peligro de quedarse en el ayer. Cristo es la medida de todos los tiempos.

Las aspiraciones profundas del hombre

“Tiene sed de Cristo”. ¡Al sacerdote se le pide Cristo! Y de él tiene derecho a esperarlo, ante todo mediante el anuncio de la Palabra. Los presbíteros tienen como primer deber el anunciar a todos el Evangelios de Dios. Pero el anuncio tiende a que el hombre encuentre a Jesús, especialmente en el misterio eucarístico.

Ministro de la misericordia

Como administrador del sacramento de la Reconciliación, el sacerdote cumple el mandato de Cristo a los apóstoles después de su resurrección: “Reciban el Espíritu Santo. A quienes perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidos”

El sacerdote es testigo e instrumento de la misericordia divina. Administrador de los misterios divinos, el sacerdote es un especial testigo del “Invisible” en el mundo.

Un hombre en contacto con Dios

Como administrador de tales bienes, el sacerdote está en permanente y especial contacto con la santidad de Dios. En el sacerdocio el hombre es como elevado a la esfera de esta santidad: Santo, Santo, Santo.

SEPTIEMBRE

Beatos Santiago Bonnaud

José Imbert, Juan Nicolás Cordier y Tomás Sitjar presbíteros, compañeros y mártires

Se celebra en esta memoria el martirio de quienes fueron muertos por la profesión de la fe en la Revolución Francesa (1792) y en la persecución religiosa en España (1936). Santiago Bonnaud y 22 compañeros, en Francia, fueron beatificados por Pío XI en 1926. También de once jesuitas y de un laico comprometido en la obra apostólica de la Compañía, martirizados en Valencia, en 1936: los sacerdotes Tomás Sitjar, Constantino Carbonell, Pablo Bori, Darío Hernández Morató, Narciso Basté, Alfredo Simón Colomina, Juan Bautista Ferreres; los Hermanos Pedro Gelabert, Ramón Grimaldos, Vicente Sales, José Tarrats; y el laico Luis Campos Górriz. El 11 de marzo de 2001 fueron beatificados por Juan Pablo II.

San Pedro Claver

Presbítero

Pedro Claver nació en Verdú (Lérida), en 1580. Desde 1596 estudió humanidades y filosofía en la universidad de Barcelona, y en 1602 ingresó en la Compañía de Jesús. Sintió la vocación misional por obra, en particular, de san Alonso Rodríguez, portero del Colegio de Montesión, de la Compañía en Mallorca. Ordenado sacerdote en 1616 en la misión de Colombia, ejerció allí mismo hasta su muerte el apostolado entre los esclavos que venían de África. Quebrantada su salud, murió en Cartagena de Indias el día 8 de septiembre de 1654. Fue canonizado por León XIII en 1888, y posteriormente, en 1896, el mismo Papa lo declaró patrono especial de las misiones entre esclavos africanos.

SEPTIEMBRE

SEPTIEMBRE

Beato Francisco Gárate

Religioso

Nació en 1857, en el caserío Errekarte junto a Loyola. Terminados los estudios elementales, se dedicó en 1871 a los trabajos domésticos en el colegio jesuítico de Nuestra Señora de la Antigua, de Orduña. Ingresado en la Compañía en 1874 en Poyanne (Francia), ejerció de 1877 a 1888 los oficios de enfermero y de ayudante del sacristán en el colegio de Santiago Apóstol en La Guardia (Pontevedra), y después fue, durante 41 años y hasta su muerte, portero de la Universidad de Deusto, en Bilbao, donde por su eminente caridad, gran laboriosidad, delicadeza exquisita y demás virtudes fue gran ejemplo para todos. Murió en 1929 y Juan Pablo II en 1985 lo puso en e catálogo de los beatos.

Obispo y doctor de la Iglesia

Nació el año 1542 en Montepulciano, Etruria, y en 1560 dio su nombre a la Compañía de Jesús. Se ordenó sacerdote en 1570. Fue profesor y rector del Colegio Romano y provincial de Nápoles, y desempeñó otros cargos en la Compañía con gran satisfacción de todos. Compuso varias obras de Teología y de espiritualidad, entre las cuales destacan el Catecismo y las Disputaciones sobre controversias de la fe cristiana. Hecho Cardenal en 1599, gobernó la arquidiócesis de Capua de 1602 a 1605. Vuelto a Roma, fue consejero del Papa en asuntos de suma importancia, y murió allí mismo en 1621. Fue canonizado en 1930 por Pío XI, que al año siguiente lo declaró Doctor de la Iglesia Universal.

SEPTIEMBRE

La filosofía del liderazgo Ubuntu para un país reconciliado

“Ubuntu es una forma de estar en el mundo. Es una palabra que condensa la verdadera esencia de lo que es ser humano. Mi humanidad está intrínsecamente vinculada a la tuya y, por lo tanto, soy humano porque pertenezco, participo y comparto el estar en comunidad. Tú y yo estamos hechos para la interdependencia y para complementarnos mutuamente”. — Desmond Tutu

Con sus palabras, el arzobispo Desmond Tutu, exdirector de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación y Premio Nobel de la Paz, nos invita a comprender la profundidad de la filosofía africana Ubuntu, desde la cual se reconoce que mi humanidad está intrínsecamente relacionada con la humanidad del otro, convirtiéndose en una apuesta ética y un compromiso con los demás y el bien común.

En coherencia con esta filosofía y el quehacer misional del Centro de Fe y Culturas (CFCs), desde el año 2018 la fundación ha respondido a este llamado promoviendo y coordinando la formación en Liderazgo Ubuntu. Gracias a este compromiso, esta obra de la Compañía de Jesús se ha convertido en un aliado estratégico para UBUNTU LATAM. Una labor posible gracias al

Esta formación, dirigida especialmente a jóvenes y poblaciones vulnerables, busca tender puentes, fortalecer habilidades socioemocionales y aportar a la construcción de un futuro esperanzador. A través de experiencias vivenciales, se inspira a los participantes a transformar su visión de sí mismos, a renovar su compromiso comunitario y a tejer redes que impulsen el cambio social.

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El CFCs parte del reconocimiento de la necesidad de impulsar una transformación cultural desde un sentido espiritual, personal y comunitario, frente a una historia marcada por hechos dolorosos que han atentado contra la dignidad humana y debilitado la posibilidad de pensar en colectivo y actuar por el bien común. En Colombia, fruto de décadas de conflicto armado, se han arraigado discursos de venganza, odio, retaliación, exclusión e indiferencia social. Ante ello, es urgente crear espacios que ofrezcan herramientas para el perdón, la autoreflexión y el encuentro con el otro.

La formación propone un método experiencial, que pone en el centro las vivencias personales como saldo pedagógico y da especial relevancia al aprendizaje por modelos de referencia, mediante ejemplos de vida como Nelson Mandela, Mahatma Gandhi, y también líderes locales que habitan realidades desafiantes en territorios como Moravia, San Javier y Villa Guadalupe, comprometidos con ofrecer a la comunidad y a los jóvenes un mensaje de esperanza.

Se anhela continuar fortaleciendo esta labor y llegar con mayor concreción a otros territorios del departamento antioqueño, articulando los saberes de jóvenes rurales, campesinos, agentes de pastoral, víctimas del conflicto, mujeres y todos aquellos que asumen un compromiso activo con la paz, la reconciliación y el perdón.

Administradores

MISIÓN

Asistente del Administr Ador

Visita del revisor de la Administración Provincial

Del 12 al 15 de agosto recibimos la visita oficial del Padre Santos Rugel, SJ, Administrador Provincial del Perú, designado por el Gobierno General de la Compañía como Revisor de nuestra Administración Provincial.

Durante su estancia, el P. Rugel, SJ, sostuvo encuentros tanto con el P. José Leonardo Rincón, SJ, como con los líderes de proceso y sus equipos de trabajo. Estos espacios permitieron presentar con transparencia los avances de nuestra gestión, atender de manera directa sus inquietudes y, al mismo tiempo, compartir experiencias significativas que enriquecen nuestra misión.

La visita no solo nos ofreció la oportunidad de mostrar lo que hemos venido construyendo, sino que también fortaleció el sentido de aprendizaje mutuo, confianza, el fomento de una cultura de rendición de cuentas y compromiso colectivo, elementos esenciales para el crecimiento de nuestra Provincia.

ÁreAs jurídicA y contAble

Proyecto de organización contable y jurídica de los inmuebles en propiedad de Compañía de Jesús

La Administración Provincial implementó y ejecutó el proyecto estratégico orientado a la organización y actualización de la información jurídica y contable de los inmuebles pertenecientes a Compañía de Jesús, mediante un sistema de identificación unificado, respaldado por un archivo documental en formato físico y digital. El objetivo principal fue la verificación de los bienes inmuebles que hacen parte del patrimonio de la Provincia, a través de la revisión de los documentos jurídicos y contables correspondientes.

El proyecto comenzó en octubre de 2022, a través de la conformación de un equipo interdisciplinar de las áreas contable y jurídica. Se diseñó una base de datos en formato Excel que reúne la información de identificación, ubicación, datos contables, datos jurídicos y uso de cada inmueble. Asimismo, se registraron las novedades encontradas en la documentación. Paralelamente, se efectuó el estudio de títulos (revisión de las escrituras públicas y los respectivos certificados de tradición y libertad) y de la documentación relevante relacionada con cada inmueble.

Por otro lado, un hito fundamental del proyecto fue la creación del “Supranúmero”, que es un código alfanumérico asignado a perpetuidad a cada inmueble, con el fin de ubicar cualquier bien inmueble de Compañía de Jesús, bien sea desde el área jurídica, contable o administrativa.

Posteriormente, se crearon formatos estandarizados con el fin de asentar la información de los inmuebles, esto nos permitirá organizar y tener una gestión más eficiente de estos activos. Los formatos creados corresponden a:

- Hoja de vida: Refleja la información de identificación, ubicación, datos contables, datos jurídicos y uso de cada inmueble.

- Informe descriptivo: Contiene las características físicas y el uso de cada inmueble.

Se creó una carpeta física y digital para cada inmueble que contiene además de la Hoja de vida y el Informe descriptivo, los siguientes documentos:

- Certificados de tradición y libertad

- Escritura pública de tradición

- Último avalúo (De acuerdo con la Política Contable)

- Otros documentos relevantes

Los inmuebles a los que se les identificaron novedades corresponden al 6% del total de los inmuebles trabajados en el proyecto. Estos se gestionarán como segunda etapa de este proyecto, con el fin de sanear los hallazgos.

Los resultados de la primera etapa del proyecto, así como el plan de trabajo de la segunda etapa del proyecto fue presentada y aprobada por el Provincial y el Administrador Provincial. Asimismo, se recibieron sugerencias por parte de la Comisión Económica.

Es importante destacar que los resultados de la primera etapa del proyecto no hubieran sido posibles sin el apoyo que nos brindaron los equipos de las Comunidades y Obras a nivel nacional.

Queremos aclarar que el alcance de este proyecto se limita únicamente a una revisión documental de los aspectos jurídicos y contables relacionados con los inmuebles. Esto significa que no incluye actividades como la verificación física de la propiedad, el estado estructural, la revisión de planos, licencias urbanísticas, el pago de impuestos, la solicitud de beneficios tributarios ni la administración directa del inmueble. Estas tareas permanecen bajo la responsabilidad de la Comunidad u Obra que tiene a cargo cada inmueble, y es fundamental que continúen gestionándolas para garantizar una administración integral y adecuada.

Próximamente se emitirá una Circular que establecerá de manera clara los lineamientos a seguir para mantener la información contable y jurídica de los inmuebles unificada, actualizada y organizada. Entendemos que la gestión de estos activos es un proceso dinámico y en constante evolución, por lo que contar con esta guía permitirá a todos los responsables llevar un control efectivo y coordinado, asegurando así una administración transparente y eficiente.

Fallecimiento del P. Francisco Ivern Simó, S.J.

2025/11

A TODOS LOS SUPERIORES MAYORES

Querido Padre:

El P. Vicario ad tempus me ha pedido que le informe sin demora del fallecimiento del P. Francisco Ivern Simó, de la Provincia de Brasil. Falleció en la mañana del 16 de agosto de 2025 en São Paulo.

El P. Ivern nació en Torredembarra (España) el 18 de julio de 1929. Entró en la C ompañía el 14 de agosto de 1944 en el noviciado de Veruela (España), fue ordenado el 16 de junio de 1961 en Toronto (Canadá) y pronunció sus últimos votos el 2 de febrero de 1965 en New Delhi (India).

Jesuita de trayectoria internacional, tuvo numerosas m isiones, principalmente en los ámbitos de la vida intelectual y del apostolado social. Miembro del Indian Social Institute de New Delhi entre 1965 y 1968, fue llamado a Roma por el P. Arrupe en 1968 para asesorarlo en el campo del apostolado social; se convirtió en el primer Secretario para la Justicia Social. El 30 de marzo de 1975, el P Arrupe lo nombró Consejero General, cargo que ocupó hasta 1979, año en que se trasladó a Brasil. Implicado en el apostolado social en Brasil (Centro João XXIII, IBRADES), así como en el apostolado intelectual, se le encomendó al P Ivern diversas misiones en el gobierno de la Provincia del Centro -Este de Brasil. En 1993, fue nombrado Provincial de esta Provincia y, en 1999, Presidente de la Conferencia de Provinciales de América Latina (CPAL). Posteriormente, fue Vicerrector de la Universidad Pontificia Católica de Río de Janeiro (PUC-Rio) y continuó prestando diversos servicios en la administración de la Provincia del Centro-Este de Brasil.

De acuerdo con lo previsto en nuestro Manual Jurídico Práctico (304, § 3, 3°), le ruego comunique el fallecimiento del P. Ivern a todas las comunidades y recomiendo a los sufragios de toda la Compañía al que fue Consejero General

Fraternalmente suyo en Cristo,

Roma, 18 de agosto de 2025

Memoria de San Alberto Hurtado

(Original: francés)

Beatificación del P. Eduard Profittlich, S.J

2025/13

A TODA LA COMPAÑÍA

Queridos compañeros:

En este Año Jubilar que celebra la Iglesia, tengo la alegría de comunicar que el próximo 6 de septiembre será beatificado en Tallin (Estonia) Eduard Profittlich, mártir († 1942), arzobispo y miembro de la Compañía de Jesús.

Eduard Profittlich nació el 11 de septiembre de 1890 en el pueblo de Birresdorf (Alemania) como el octavo de diez hijos de sus padres, honestos y laboriosos agricultores de la región del río Rin. La vida cotidiana en la modesta casa estaba intensamente alimentada por la religión católica y su expresión en los sacramentos, devociones y otras prácticas. A pesar de que sus padres confiaban en Eduard para hacerse cargo de la actividad agraria familiar, él, respondiendo a la llamada de Dios al sacerdocio, se incorporó en 1912, a sus 22 años de edad, al Seminario Diocesano de Tréveris. Su hermano Peter, doce años mayor, que había entrado en el noviciado de los jesuitas, fue enviado a San Leopoldo (Brasil), fue ordenado sacerdote y murió a los 37 años tras haberse consagrado a esta misión lejos d e su tierra. Sin duda sirvió de referencia para Eduard, quien en 1913 sintió también la vocación a la Compañía de Jesús y comenzó su formación en los Países Bajos. Con todo, la Diócesis de Tréveris ha mantenido cuidadosamente desde entonces el recuerdo del próximo Beato.

La Compañía de Jesús había sido expulsada de Alemania y la compleja situación política llevaba a los jesuitas a formarse en el extranjero. Eduard Profittlich estudió filosofía y teología en Valkenburg (Países Bajos), teniendo que interrumpi r los cursos con un año de servicio social en el hospital militar de Verviers (Bélgica) en 1916 -1917, en plena Primera Guerra Mundial. Años después, el gobierno alemán condecoró al joven Profittlich por su generosa asistencia a las víctimas de guerra en este centro sanitario.

Recibió la ordenación presbiteral el 27 de agosto de 1922 en Valkenburg, celebrando la Primera Misa tres días después en su tierra natal. En 1923 y 1924 amplió estudios de filosofía y teología dogmática en el Colegio Máximo del Sagrado Corazón de Jesús en Cracovia (Polonia). Para su estudio y vida diaria le ayudó aprender varios idiomas, como el polaco, gracias a su facilidad para las lenguas y su afición a la literatura. Además, cultivó su devoción mariana y al Sagrado Corazón, cuya espiritualidad promovería más tarde en Estonia. Realizada la Tercera Probación, llevó a cabo sendas estancias entre 1925 y 1928 en Opole (en la actualidad ciudad polaca) y entre 1928 y 1930 en Hamburgo (Alemania), donde todavía hoy se conservan recuerdos de su actividad pastoral. Hechos sus últimos votos el 2 de febrero de 1930, al final de ese mismo año recibió el que sería su último destino durante unos diez años, Estonia, como párroco del templo de San Pedro y San Pablo en Tallin.

Poco tiempo pasó para que, a sus 40 años de edad, el P. Profittlich fuera puesto al frente de la Iglesia Católica de Estonia. El 31 de mayo de 1931 fue designado por el Papa Pío XI como el segundo Administrador Apostólico de la historia de este país. Entonces la “Tierra de María” –como desde hace siglos se conoce a Estonia, como bien recordó el Papa Francisco en su viaje apostólico de 2018– tenía apenas un millar de católicos. Eduard Profittlich se empeñó con tesón contribuyendo al crecimiento de la Iglesia estonia, que cont aba entre sus miembros también con una representación polaca y alemana: construcción de templos, difusión de libros y material religioso, apostolado de la prensa y lanzamiento de una publicación mensual, promoción de la unidad de los cristianos en colaboración con las Iglesias Protestante y Ortodoxa, atención familiar y a los jóvenes, catequesis de adultos… Nuestro hermano jesuita se dio pronto a conocer, además, gracias a su predicación y a sus escritos teológicos y pastorales.

En 1935 a Eduard Profittlich se le concedió la nacionalidad estonia. En 1936, tras haberlo considerado detenidamente, la Santa Sede dispuso que la “Tierra de María” contara con un arzobispo y, tras el nombramiento de Pío XI, fue ordenado el 27 de diciembre de ese mismo año. Su lema episcopal: fides et pax. Los más de 3.000 católicos contaban con un nuevo pastor, y la actividad sacramental, la atención social y educativa, las vocaciones sacerdotales nativas y la presencia de la vida consagrada aumentaron. El Administrador Ap ostólico recorría la nación y buscaba ayudas en el extranjero. La práctica religiosa y el número de los fieles crecieron.

Pero en 1940 comenzó el via crucis de la pequeña comunidad católica y de su arzobispo. Dos ocupaciones de la Unión Soviética (1940-1941 y 1944-1991), interrumpidas por una ocupación alemana (1941-1944), cambiaron la suerte de la nación. Debido a su origen, tuvo la oportunidad de ser trasladado a Alemania. ¿Cómo debía comportarse el arzobispo ante esta posibilidad? No era fácil. Las posibilidades de actividad pastoral en Estonia eran cada vez más reducidas, impedidas por la ocupación soviética. Tras un largo proceso de discernimiento personal y de consultas a Roma, y habiendo el Papa Pío XII dejado la decisión final en sus manos, Eduard Profittlich determinó permanecer con sus católicos en Estonia. El 8 de febrero de 1941 comunicó a sus familiares en Alemania la decisión tomada. Merece la pena reproducir parte de su contenido:

Incluso si el futuro no parece ser agradable desde un punto de v ista humano, he decidido permanecer. Al fin y al cabo, lo justo es que el pastor esté con el rebaño, compartiendo su felicidad y su desgracia. Debo decir que, incluso si tomar esta decisión me costó varias semanas, no lo hice por miedo o temeroso, sino con una gran alegría. Y cuando, al final, resultó claro que debía quedarme, mi gozo fue tan grande que entonces recé, agradecido y alegre, el Te Deum. En general, percibí tanto la acción de la gracia de Dios en mi alma, que pocas veces me he sentido tan feliz en mi vida como esa tarde del jueves después de decidirme; y nunca he celebrado la Santa Misa con tanta devoción como el viernes pasado, el día después de la decisión. Me habría gustado contar a todos lo bueno que Dios es con nosotros cuando nos entregamos completamente a Él; lo felices que podemos ser cuando estamos dispuestos a darle todo –la libertad y la vida– a Cristo. Estoy seguro de que muchas personas han rezado por mí durante este tiempo para que Dios me muestre el camino recto y me otorgue generosamente su gracia. (...)

En el futuro, no sé lo que pueda ocurrir. Nadie puede predecir con seguridad el curso de las cosas. Pero de algo sí estoy seguro ahora mismo: la voluntad de Dios para mí es que me quede aquí, y esto me hace feliz y afronto el porve nir con una gran esperanza. En todo lo que

pueda ocurrir, sé que Dios estará conmigo. Así que todo irá bien. Y mi vida y –si hubiera de serlo– mi muerte, serán una vida y una muerte para Cristo. (...) Este sería el final más bonito de mi vida.

El 27 de junio de 1941, de noche, Eduard Profittlich fue arrestado y deportado a Kirov (Rusia). Tras severas torturas y durísimos interrogatorios, fue oficialmente acusado de espionaje y actividad contrarrevolucionaria contra la Unión Soviética y condenado a muerte. Su apelación fue rechazada. Según se supo muchos años después, debido al tratamiento recibido en la cárcel había muerto el 22 de febrero de 1942 antes de ser ejecutado.

Damos gracias a Dios por la vida y el don de este nuevo Beato para la Iglesia y pedimos a María, Reina de la Compañía de Jesús, que se una a nosotros con su Hijo que lleva la cruz y nos acompañe con su intercesión en nuestro camino de paz y reconciliación.

Con saludos fraternales en Cristo,

Roma, 22 de agosto de 2025 (Original: español)

Cumpleaños de jesuitas en septiembre

1 Mario Alejandro Montemayor (MEX)*

5 Mons. Rodrigo Mejía Saldarriaga

7 Sebastián Botero Botero

8 Johans Steven Isaza

9 Jefferson Chaverra Paz

16 Silvio Arcesio Cajiao

18 Bernardo Botero Álvarez

19 David Leonardo Martín

20 Hermann Rodríguez Osorio

Daniel Villanueva (ESP)*

Alejandro Angulo Novoa

22

Diego Fernando Molina

Diego Peláez Londoño

25 Carlos Alberto Romero

26 Juan Alfredo Mejía (PER)*

Un espacio para soñar juntos nuestra misión

Un sábado al mes de 11:00 a.m. a 12:30 m.

En vivo por Jesuitas Colombia

Sábado 13 de septiembre de 2025

Asamblea IAJU 2025 ¿Cuál es el aporte de la misma para las universidades jesuitas de América Latina?

Ponente

Dr. Andrés Rosas Wulfers

Vicerrector de Extensión y Relaciones

Interinstitucionales, Javeriana Bogotá

Comentaristas

P. Rafael Fernández Hart, SJ

Rector Universidad Antonio Ruiz de Montoya, Lima, Perú

Dra. Astrid Liliana Sánchez

Vicerrectora de Investigación, Javeriana Bogotá.

Modera

P. Luis Alfonso Castellanos,SJ

Vicerrector del Medio Universitario de la Javeriana Cali

A. M. D. G.

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