

APUNTES IGNACIANOS
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Apuntes Ignacianos
Número 58 Año 20
Enero-Abril 2010
«Buscar y hallar la voluntad de Dio»: Elección y reforma de vida en los EE.
IX Simposio sobre Ejercicios
Espirituales de San Ignacio de Loyola
CENTRO IGNACIANO DE REFLEXION Y EJERCICIOS - CIRE
Espacios para el Espíritu Carrera 10 Nº 65-48. Tel. 640 50 11 Bogotá - Colombia
Nuestros Números en el 2010
Enero-Abril
IX Simposio de Ejercicios Espirituales
«Buscar y hallar la voluntad de Dios»: Elección y reforma de vida en los EE.
Mayo-Agosto
Huellas ignacianas: caminando bajo la guía del Espíritu
Septiembre-Diciembre
«Buscar
y hallar la voluntad de Dios»:
La elección y la reforma de vida desde el texto ignaciano .......................................................... 3
Iván Restrepo Moreno, S.J.
¿Elegidos o Electores?: una perspectiva en clave bíblica .................................. 32
Luis Guillermo Sarasa Gallego, S.J.
Dimensión antropológica de la elección ..................... 55
Mauricio Cardona E.
La mujer como acompañante espiritual en el proceso de elección y reforma de vida ...............
María Josefina Castillo, a.c.i.
70
Discernimiento. Perspectiva pastoral de la elección y la reforma de vida ....................................... 85
Gonzalo Amaya Otero, S.J.
Un camino de libertad: Disposiciones para elegir bien ...................................... 97
Juan José Martínez Domingo, S.J.
Colección Apuntes Ignacianos .................................... 117
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Presentación
Ignacio de Loyola va proponiendo en los Ejercicios un cuidadoso camino para la elección, de modo que lleve al ejercitante a intuir por dónde siente que es movida y atraída su voluntad. El nuevo paso en el estudio de los Ejercicios, objeto del presente Simposio, tiene que ver con las orientaciones para entrar ya a elaborar la elección o asumir lo que le ayude al ejercitante para enmendar y reformar la propia vida.
En opinión de algunos especialistas, el autor de los Ejercicios elaboró todo un tratado sobre la elección (169-189), de modo original, a partir de su propia experiencia en Loyola y Manresa, aunque todavía de un modo quizá incompleto y rudimentario. Con toda probabilidad podemos decir que ya pertenecían a ese período, el preámbulo para considerar estados (135), los tres tiempos para hacer sana y buena elección (175-177), el segundo modo de hacer sana y buena elección (184-187) y parte del apartado para tomar noticia de qué cosas se debe hacer elección (170-172).
Es el momento de recoger el fruto cosechado hasta ahora en los Ejercicios. Los núcleos fundamentales que han hecho posible llegar a la elección son: el Principio y Fundamento, la contemplación de los misterios de la vida del Señor y la diversa intensidad y evidencia de la consolación. El ejercitante se encuentra a punto con las mociones del Espíritu y se halla en un grado de maduración para elegir.
La reflexión de la primera ponencia de este IX Simposio sugiere, ante todo, familiarizarse con la estructura y contenido del texto. Iván
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Presentación
Restrepo, S.J., nos ofrece un detallado análisis de cada uno de los numerales de este tratado y, al mismo tiempo, una visión sobre los cambios que se han introducido en la manera de valorar los tiempos de elección,
Luis Guillermo Sarasa, S.J. presenta su reflexión desde la perspectiva bíblica. Pone en consideración unos relatos «prototipos» de vocación en donde la relación de filiación con Dios, de obediencia a su voluntad, estructura las reformas de vida por el primer tiempo de elección. Mauricio Cardona se refiere a la dimensión antropológica de la elección. Desde su propia experiencia y con la ayuda de una visión fenomenológica y cambiante, relaciona la elección con un proceso de relación unitiva con el Dios creador que habita la condición humana.
María Josefina Castillo, a.c.i, comparte su experiencia como acompañante de procesos de elección y desde ahí señala los factores de género que mucho ayudan a ser testimonio para otros que están en búsqueda de la voluntad de Dios para sus vidas. Gonzalo Amaya, S.J. nos comparte su experiencia como acompañante espiritual, un servicio necesario en los procesos de elección. Ve ésta desde una perspectiva pastoral en la cual el discernimiento es pieza fundamental. Juan José Martínez Domingo, S.J., cierra estas reflexiones proponiendo la elección y reforma de vida como un camino de libertad. Subraya las condiciones y disposiciones del sujeto espiritual que lo hacen más apto para elegir. El resultado de una sana elección es, en últimas, una experiencia de gratuidad.
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La elección y la reforma de vida desde el texto ignaciano
La elección y la reforma de vida desde el texto ignaciano
I I I I Iván Restre ván Restre ván Restre ván Restre ván po Moreno, S
Con el tema que abordamos hoy sobre los Ejercicios llegan al momento crucial de la «elección», que colocada al cierre de la segunda semana es el verdadero punto de llegada de todo lo que antecede y, a la vez, punto de partida de todo lo que sigue. El denso bloque de los numerales 169 a 189, está destinado a servir de guía, tanto al que da como al que hace los Ejercicios, en el delicado proceso que el ejercitante emprende para «hallar la voluntad divina en la disposición de su vida para la salud de su ánima»1, es decir, nada más y nada menos, que para conseguir la finalidad que los Ejercicios se proponen.
Nos movemos en el presupuesto de unos Ejercicios en los que el ejercitante enfrenta la decisión de elegir un estado de vida, porque al que «solo se quiere ayudar para se instruir y para llegar hasta cierto grado de contentar a su ánima»2, no se le han de dar los Ejercicios completos.
* Doctor en Teología de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma.
1 Ejercicios Espirituales 1.
2 Ibíd., 18.
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Iván Restrepo Moreno, S.I.
Esta presentación introductoria del tema se propone un doble objetivo: 1) facilitar un contacto directo con el texto y 2) ofrecer una visión global de la evolución producida con el paso del tiempo en materia de elección 3 .
EL CONTACTO DIRECTO CON EL TEXTO
Me parece importante poner las bases de nuestras conversaciones ulteriores en el texto mismo; un texto que no deja de presentar dificultades y que ha dado lugar a distintas interpretaciones.
Al ser pocas las ocasiones en las que nos vemos realmente abocados a un proceso de ‘elección de estado de vida’ en todo su rigor, sobrevolamos por esos numerales tan significativos en los que confluyen todos los hilos de un proceso complejo y de múltiples elementos; y se trata de un texto que puede aportarnos luces valiosas sobre todo el trámite de los Ejercicios.
A sabiendas de que un tal acercamiento al tema pudiera parecer ‘escuelero’, lo consideré apropiado para el momento porque supongo, mejor dicho estoy cierto, que las personas que suelen tomar parte en estos simposios son sabedoras de la riqueza del texto y, por tanto capaces de aprovecharse de una exposición que se adhiera a él. No es por conside-
3 Para el estudio de la elección en los Ejercicios y la elaboración de esta presentación me he servido particularmente de los siguientes excelentes trabajos sobre el tema: SANTIAGO A RZUBIALDE, S.J., Los Ejercicios espirituales de San Ignacio. Historia y Análisis (Manresa 1), Bilbao-Santander 1991. 20. Directorio del P. Polanco, nn. 73-92, en: MIGUEL LOP SEBASTIÀ, S.J., Los Directorios de Ejercicios 1540-1599 (Manresa 23) Bilbao-Santander, pp. 158-167. ALFREDO SAMPAIO, S.J., Los tiempos de elección en los directorios de ejercicios (Manresa 32), Bilbao-Santander 2004. CARLOS PALACIO, S.J., Para uma teología do existir cristão (leitura da segunda semana dos Exercícios Espirituais): Perspectiva Teológica 16 (2003) 171-172. ID., Pressupostos teológicos para «contemplar» a vida de Jesus: Itaici 52 (2003) 5-21. ID., «Ansí nuevamente encarnado» (EE. 109.2) (A propósito del «conocimiento interno del Señor»): Manresa 278 (1999) 31-44. ID ., Cristología de Ejercicios. Segunda semana: Semana de reflexión dada en el curso-taller internacional de Ejercicios. Los Teques (texto inédito). JOSÉ CALVERAS, S.J., Buscar y hallar la voluntad divina por los tiempos de elección: Manresa 15 (1943) 252-270; 324-340. MAURICE GIULIANI, S.J., Se décider sous la motion divine: Christus 4 (1957) 165-186. CARLOS DOMÍNGUEZ MORANO, S.J., El sujeto que ha de elegir: Manresa 73 (2001) 145-160; 285-302. ADRIEN DEMOUSTIER, S.J., Les «temps» de l’élection dans les Exercices spirituels: Christus 173 (1997) 102-108.
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La elección y la reforma de vida desde el texto ignaciano rarlos ‘principiantes’ por lo que comenzamos por la letra; al contrario, es por creerlos en cierto sentido ‘especialistas’ en un texto muy trabajado y fruto de la experiencia.
Recorramos, pues, ese «pequeño tratado de elección», inspeccionando sus puntos altos, sus luces, sus llamadas de atención, sus lineamientos fundamentales y reparando en aquellos lugares o expresiones que, con el tiempo y la práctica de dar y hacer Ejercicios, han revelado ser ocasión de interpretaciones diversas y aun divergentes en la manera de proceder.
Al ponernos en camino, lo primero a resaltar es que al bloque de la elección lo preceden dos preámbulos, con una función semejante a la de esos avisos de carretera: «peaje a 1 kilómetro», «peaje a 500 metros». Así, en el frontispicio del cuarto día de la segunda semana, encontramos súbitamente ese primer aviso:
135. «PREÁMBULO PARA CONSIDERAR ESTADOS». Dice allí que las dos contemplaciones del día tercero –la cotidianidad de Jesús en Nazaret y su decisión de quedarse en el templo4, harán las veces de paradigmas para dos vocaciones fundamentales en la iglesia, entre las que habrá que elegir. Describe enseguida en una sola frase el objetivo y el clima de la elección: «Comenzaremos, dice, juntamente contemplando su vida (de Cristo), a investigar y a demandar en qué vida o estado de nosotros se quiere servir su divina majestad.» Más adelante nos detendremos en todo lo que esa frase implica.
Después de enunciar lo que se busca con las meditaciones de dos Banderas y tres Binarios que vendrán enseguida, el preámbulo deja establecido que hay en esta materia algo que no queda sujeto a elección, y es: «venir en perfección en cualquier estado o vida que Dios nuestro Señor nos diere para elegir» En otras palabras, cualquiera sea el llamado que Dios dirija, será siempre un llamado a la santidad de la vida cristiana. La disposición personal podrá ser de momento deficiente, como lo constató con pena aquel joven que se acercó a Jesús creyendo estar dispuesto a ir
4 Cfr. Ejercicios Espirituales 134.
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hasta el final, pero que con su retirada acabó confesando que los impedimentos que lo retenían eran de otro orden y mucho mayores de lo que él pensaba. Llamada universal a la santidad, emblemáticamente resaltada por el concilio Vaticano II, pero que no deja de ser sorprendente para el sentir teológico de aquel momento.
Con la contemplación de aquellos dos misterios-paradigmas, configurados por la vida misma de Jesús, se abre ante el ejercitante el horizonte de la elección. Lo cual quiere decir que desde el día 3º hasta el 12º inclusive, o sea, diez de los treinta días –una tercera parte de todo el recorrido, estarán dedicados expresamente a concretar la elección. En realidad, no serán solo esos diez días, pues, todo el camino de la primera semana fue dedicado intensamente a sentir el amor misericordioso de Dios y, de contera, a descubrir lo que pudiéramos llamar la voluntad redentora y correctiva de Dios sobre su vida.
Después de las Banderas, los Binarios y las maneras de humildad, preparación rigurosa y tema de nuestro anterior simposio, hace su aparición el segundo aviso de alerta sobre la inminencia de la elección.
169. PREÁMBULO PARA HACER ELECCIÓN. Este preámbulo retoma la terminología y la estructura finalística del Principio y Fundamento, para amalgamarla de manera muy lograda, con las actitudes descritas por el tercer binario, que es punto de llegada de la disposición afectiva.
El delicado proceso de elección a punto de concretarse, ha tenido una esmerada preparación en los cuatro primeros días de esta segunda Semana, terminados los cuales, el instructor ha de cerciorarse sobre las disposiciones alcanzadas por su ejercitante antes de ponerse en elección.
¿De qué disposiciones se trata? El Directorio autógrafo las propone en estos términos:
(…) se debe insistir en que entre en las elecciones (…) con entera resignación de su voluntad; y si es posible (…) que de su parte esté más inclinado (…) a lo que es más conforme a los consejos y ejemplo de Cristo nuestro Señor. Quien no está en la indiferencia del 2º grado, no está
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La elección y la reforma de vida desde el texto ignaciano para ponerse en elecciones, y así es mejor entretenerle en otros ejercicios hasta que venga a ella»5.
Para llegar a esa ‘indiferencia’, a esa ‘resignación’ e ‘inclinación’ a los consejos, solo hay un camino, que es ‘afectarse’ a la «vera doctrina de Cristo nuestro Señor», a su «vida verdadera»6. Para adherirse a esa vida, no sería suficiente la lucidez de conciencia [banderas], por más necesaria que sea. Ni bastaría una voluntad firme y decidida [binarios]. Porque no se trata de ideas claras ni de voluntarismo. Por eso añade la consideración de las maneras de humildad con una finalidad muy definida: ser tocado, dejarse afectar, y, al mismo tiempo, tener afecto, ser atraído por la vida de Jesús que está contemplando7.
Sin esa atracción y aspiración tendencial no habría libertad hasta el final. Porque la libertad verdadera no consiste solo en poder escoger entre varias opciones posibles, sino en adherirse con todo el corazón y con toda el alma al Señor. Hace falta haber sido cautivado por la lógica desconcertante de su «bandera»8, que invierte por completo lo que solemos llamar una vida realizada (riqueza, honra, soberbia). En el extremo de ese movimiento de despojo y desapropiación de sí, que es la vida de Jesús (pobreza, oprobios, humildad), se revela con toda su fuerza desarmada la vida a la que Cristo nos llama9. A estas consideraciones dedicamos el simposio del año pasado.
Estas meditaciones ignacianas no son solo ‘preparación’ para la elección, en cuanto garantizan las disposiciones requeridas para que la elección sea ‘sana’. Son también la ‘perspectiva’ correcta para contemplar los misterios de la vida de Jesús, una perspectiva de invitación, vocación y llamado a colaborar con y como Él, evitando todos los posibles engaños de la mentalidad ambiente y del propio psiquismo, con el despojo requerido y motivada exclusivamente en el amor suscitado por la perso-
5 Directorio de Ejercicios 1, 17.
6 Ejercicios Espirituales 164; 139.
7 Así presenta CARLOS PALACIO, S.J. las maneras de humildad en sus bellísimos artículos sobre el tema.
8 Cfr. Ejercicios Espirituales 143ss.
9 Ibíd., 137.
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na adorable de Jesús. Vistas desde este ángulo, esas meditaciones ‘ignacianas’ son el hilo conductor para organizar los misterios que se han de contemplar, en sintonía con la evolución de la libertad del ejercitante que se prepara a la elección. Aquel sí total pero embrionario de María en la encarnación, por ejemplo, se va gestando en el ejercitante a lo largo de la segunda semana, de modo que pueda llegar a ser coherente con él, en el momento de la elección, una elección que va madurando a medida que ve, escucha y mira el camino concreto de la obediencia incondicional de Jesús al Padre10.
El papel de la contemplación en la elección
Podemos captar ahora el alcance de aquel campanazo de Ignacio en el primer preámbulo: «comenzaremos juntamente contemplando su vida, a investigar y a demandar en qué vida o estado de nosotros se quiere servir su divina majestad»11. La elección es un proceso vivido íntegramente en el clima contemplativo creado por el ámbito de la ‘vida pública’ de Jesús, y este ensamblaje es mucho más que una mera yuxtaposición, pues es en esas escenas hondamente vitales y libres donde el ejercitante encontrará lo que Dios quiere en concreto del ser humano.
La elección es un proceso vivido íntegramente en el clima contemplativo creado por el ámbito de la ‘vida pública’ de Jesús
La contemplación continuada de los misterios de la vida pública de Cristo, desde el día quinto hasta el decimosegundo, con posibilidad de alargar o acortar12, tiene la función primordial de ir transfigurando y configurando la vida del ejercitante según el estilo de Jesús, hasta que llegue a aceptar, en el momento de la elección, que el eje estructurante de su vida no es ya «lo que él quiere», su propia voluntad (vivir a su aire), sino «lo que Dios le da a querer, lo que le pone en voluntad» (la voluntad de Dios sobre su vida). Es a partir de Jesús contemplado
10 Ibíd., 158-163.
11 Ejercicios Espirituales 135.
12 Cfr. Ejercicios Espirituales 162.
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La elección y la reforma de vida desde el texto ignaciano en pasajes selectos de su trayectoria, como el ejercitante podrá descubrir que hay otra manera de comprenderse y de construir su vida.
Esa alternativa humana obligará al ejercitante a pasar por la «noche oscura» de un profundo descentramiento de sí mismo. Entenderse como Jesús, es aceptar «salir de su propio amor, querer y interese»13, como lo expresará lapidariamente el último párrafo con que termina el tratamiento de la elección. El seguimiento de Jesús será el proceso nunca acabado de dejarse configurar por él en todos los aspectos de la vida; un entenderse a partir de Dios y para los demás. Hacia allá habrá de tender asintóticamente el ejercitante antes de emprender cualquier decisión.
La identificación con Jesucristo no será un proceso intimista sin ningún control objetivo. El camino de Jesús servirá de referencia constante a la relación que el ejercitante establece con él; un camino que no se trata de imitar, sino de recrear. El acto contemplativo de todos esos misterios se convierte en un llamado a tomar cuerpo y encarnarse en la vida del ejercitante. Éste ha de ver de qué manera concreta va a ‘traer la historia’ que contempla y hacerla real en su propia vida, ya que cada misterio contemplado posee un potencial cuestionador y configurador de la propia existencia.
La manera como Jesús hizo camino libre, en descubrimiento y seguimiento de la voluntad del Padre, ha de servir de polo objetivo al ejercitante que la contempla, de modo que ‘reflictiendo’ en sí mismo, sea inspirado en el camino al que es invitado a tomar, en seguimiento de Jesús y en obediencia a las mociones suscitadas y discernidas. De esa manera, la contemplación de los misterios de la vida de Jesús se convierte en el ‘caldo de cultivo’ de las mociones que lo han de guiar en su elección.
Hasta aquí el ejercitante ha discernido espíritus, ahora aprenderá de qué cosa y cómo hacer elección. El discernimiento es para todos los momentos de la vida; una elección se hace raras veces. Ha venido haciendo discernimiento en todo el camino de los Ejercicios; interpretando sus mociones, se dibuja en el horizonte el camino que Dios quiere para
13 Ejercicios Espirituales189.
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él. La elección presupone, como condición ‘sine qua non’ el haber aprendido a discernir. El discernimiento se aprende practicándolo y los quince o veinte días que la persona lleva en Ejercicios han sido una constante invitación a discernir por qué camino la va conduciendo Dios. Se trata ahora de sentir, conocer y discernir los movimientos experimentados a lo largo de ese camino recorrido, para poder concluir de allí qué es lo que el Señor quiere de él. Es una interpretación sutil del camino que el Señor ha hecho en él y con él; no el camino que él, por su cuenta y riesgo, imagina y proyecta.
Retomamos el texto que en cuatro puntos y una nota aclara sobre qué cosas deba hacerse la elección.
170. PRIMER PUNTO. En momentos culminantes de los Ejercicios hace su aparición explícita en el texto la relación con la «santa madre iglesia jerárquica», para recordarle al ejercitante que su elección no será una decisión solipsista, al margen de la comunidad. Es un toque muy en sintonía con lo que dejará en claro la 13ª regla, la más importante de las que determinan «el verdadero sentido que en la iglesia militante debemos tener»14. Si en esta búsqueda tan personal de la voluntad de Dios, Ignacio procura que el ejercitante sea guiado directamente por el Espíritu, le recuerda que ese Espíritu que va a guiarlo a él es el mismo que ha dado los mandamientos, el mismo que rige y gobierna la iglesia; y por eso ahora, esos serán para él los dos primeros parámetros de una buena elección.
171-172. SEGUNDO Y TERCER PUNTO. Se le advierte que algunas cosas serán objeto de elección ‘inmutable’ (y pone como ejemplos el sacerdocio y el matrimonio), y otras de elección ‘mutable’. Es este un punto que pudiera convertirse en incentivo de una discusión sobre situaciones frecuentes y delicadas, de cambio o abandono de este tipo de vocaciones ‘inmutables’. Un punto álgido, ciertamente, pero que pertenece más bien a la moral cristiana y al régimen disciplinar y pastoral de la iglesia y que nos desviaría de la temática propia de este simposio: el proceso mismo de la elección.
14 Cfr. Ejercicios Espirituales 365.
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La elección y la reforma de vida desde el texto ignaciano
Los Ejercicios buscan llegar a una elección «buena, sana, simple, pura, limpia», todos ellos adjetivos utilizados para designar una elección sin mezcla de ‘carne’ (en el sentido paulino) o ‘afección desordenada’. Todo lo hecho en el transcurso de los Ejercicios para quitar de sí esas afecciones, ha sido precisamente para evitar una elección ‘oblicua’ o ‘mixta’, es decir, hecha bajo la influencia de esos afectos.
173-174. EL CUARTO PUNTO Y LA NOTA. Si una elección ‘mutable’ se ha hecho debida y ordenadamente, no hay por qué hacerla de nuevo, mas perfeccionarse en ella cuanto pudiere. Pero, como en la vivencia de este tipo de elecciones es muy fácil que lleguen a derivar a «mundo y a carne», esto daría lugar a una enmienda o reforma de la vida15. Si por el contrario se descubriese que una elección mutable no se hizo sincera y ordenadamente, aprovechará hacerla debidamente, de lo cual podrán salir frutos notables.
175-177 TRES TIEMPOS PARA HACER SANA Y BUENA ELECCIÓN EN CADA UNO DELLOS. La ‘elección’ es un proceso específico y característico de los Ejercicios y en este momento el texto entra a describir tres maneras distintas de llevarla a cabo; verdadero meollo de nuestro asunto. A esas distintas maneras se les llama ‘tiempos’, porque en todas ellas el que decide encontrará el ‘tiempo’ o el ‘momento’ de reconocer con certeza lo que Dios espera de él, en dependencia directa de las gracias espirituales con que Dios lo haya provisto a lo largo de todos los Ejercicios y, sobre todo, en el momento mismo de la elección.
Los Ejercicios buscan llegar a una elección
«buena, sana, simple, pura, limpia»
Los Ejercicios están íntegramente concebidos como una búsqueda porfiada de la voluntad de Dios; pero todo depende de la manera como Dios quiera comunicarse con su criatura. Puede hacerlo directamente y por sí mismo, en un clima espiritual al que Ignacio da el calificativo de ‘primer Tiempo’, el cual, sin embargo, no implica ningún tipo de visiones o revelaciones especiales. O puede comunicarse directamente pero de manera
15 Ibíd., 189.
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mediata, por los movimientos que suscita en el alma a través de sus ‘ángeles’, en la modalidad de un ‘segundo Tiempo’; o puede hacerlo también indirectamente, es decir, por medio del empleo ordenado de las facultades del ejercitante, quien a través de una deducción racional llega a encontrar esa voluntad en lo que los Ejercicios llaman un ‘tercer Tiempo’. «Tiempo» significa aquí el clima interior en que uno se encuentra al hacer la elección. En todos ellos el ojo de la intención debe ser ‘simple’, es decir, enderezado al fin último de la alabanza de Dios y salvación del alma. «Si tu ojo es simple, todo tu cuerpo será luminoso»16.
La extensión con que se describe cada uno de estos Tiempos es inversamente proporcional a la iluminación recibida de Dios. Por eso el tercer tiempo, que depende más de nuestras facultades y en el cual encontramos un procedimiento más a nuestro alcance, se expone con muchísimo más detalle. ¡Qué de raro entonces que al hablar de discernimiento se eche mano de él, aunque, paradójicamente, sea el que menos requiere de una discreción de espíritus propiamente hablando!
175. En la descripción del PRIMER TIEMPO se enumeran con claridad tres condiciones que lo caracterizan. 1) La acción de Dios, que mueve y atrae decisivamente la voluntad de la persona; y por parte de ésta, 2) una seguridad que no le permite dudar y 3) la docilidad con que sigue lo que le es mostrado.
El primer tiempo de elección es un don y una gracia especial de Dios en forma de atracción eficaz de la voluntad, hacia algo concreto que se le muestra y se le revela. Esta forma de elección no es un proceso, sino una evidencia súbita que produce una certeza lúcida y reposada. A la persona no le queda sino acoger ese don que se le ofrece gratuitamente. Dice el P. López Aspitarte, hijo de esta tradición ignaciana:
Existe una zona íntima y exclusiva de cada persona, donde las normas universales no tienen ni pueden tener cabida. Se trata de una esfera de la vida moral y religiosa, que por el hecho de no estar reglamentada, no queda tampoco bajo el dominio del capricho, ni de una libertad absoluta.
16 Mt 6, 2 y Lc 11, 34.
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La elección y la reforma de vida desde el texto ignaciano
Dios es el único que puede penetrar hasta el fondo de esa intimidad, cerrada a cualquier otro imperativo, para hacer sentir su llamada de manera personal, exclusiva e irrepetible17.
Al no poder dudar, tiene plena certeza. Aunque la persona es pasiva, la gracia no anula su libertad.
176. La descripción del SEGUNDO TIEMPO es la más breve de todas. Dice únicamente que suministra bastante (asaz) claridad y conocimiento sobre la voluntad de Dios, gracias a dos experiencias: 1) la experiencia de consolaciones y desolaciones y 2) la experiencia de discreción de espíritus.
Sea este el momento para hacer notar que toda la metodología de los Ejercicios está diseñada para favorecer esa experiencia de la acción de Dios. La petición de cada ejercicio busca obtener de Dios una consolación en consonancia con lo que se ora. Los coloquios sugeridos son un espacio de interlocución abierto para recibir la unción del Espíritu, según Él quiera «mover, atraer o mostrar». Las repeticiones, que en unos ejercicios hechos exactamente ocuparán más de la mitad del tiempo, son otras tantas horas de oración destinadas a propiciar que la consolación se explaye, se profundice y afecte estratos cada vez más hondos en la persona del ejercitante.
Pero, al mismo tiempo, el orante queda siempre expuesto a experimentar pesadamente los ataques velados o descubiertos que el mal espíritu pueda interponer en cualquiera de los ratos de oración o fuera de ella, haciendo que la persona que se ejercita, a pesar de sus buenas intenciones, esfuerzos y súplicas, se sienta movida y atraída por las cosas bajas y terrenas, tibia, triste, en una palabra ‘desolada’. Pero también entonces, y con la ayuda que le brindan las reglas «para sentir y conocer las mociones que en el ánima se causan», sobre todo las de la primera semana, ha de saber cómo comportarse en esa desolación, qué valiosas enseñanzas y frutos ha de sacar de ella, más aún, qué luces ulteriores pueda reportar de una experiencia aparentemente tan estéril, desagradable y dura, para el fin que se propone de la elección.
17 EDUARDO LÓPEZ ASPITARTE, S.J., La maldición de la ley (Gal 3, 13): Proyección 234 (2009) 294.
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Iván Restrepo Moreno, S.I.
La elección por un segundo tiempo es, pues, el fruto de la relectura de las alternancias por las que el ejercitante ha ido pasando en las horas de oración y en los demás momentos del día. Los más diversos pensamientos lo han solicitado, ‘estados de ánimo’ alegres o tristes se han sucedido. El ejercitante ha ido tomando conciencia de estos procesos y, en una visión de conjunto, comienza a derivarse para él una luz creciente; las experiencias diversas se van clarificando la una por la otra. Los momentos difíciles aparecen ligados a una de las partes de la alternativa. Inversamente, los momentos de facilidad y alegría concuerdan con la otra opción. Esta constatación sucesiva de las diferencias puede generar una claridad bastante (asaz) grande, hasta llegar a reparar que uno de los términos de la alternativa es portador de un dinamismo y un bienestar mucho más fuerte que las repugnancias y los miedos. A la otra perspectiva corresponden desánimo y tristeza. Esas mociones se convierten en signos que poco a poco van aclarando hacia donde lo conduce Dios.
Quiere decir que en esta experiencia espiritual nada se pierde, todo se puede reciclar y hacer que sirva a la finalidad que uno busca. Allí está precisamente la sabiduría práctica que Ignacio reportó de las hondas experiencias que él cribó y refinó, con el fin de hacerlas útiles a otros. Nada va perdido, todo confluye, a su manera, en la toma decisión que se espera.
Todo esto apunta a que este segundo tiempo sería para Ignacio lo ‘normal’, pues en su metodología todo parece conducente a soportar y garantizar el buen curso de una elección hecha según este Tiempo. Con todo, tratándose del Tiempo que se supone sería el más frecuente y socorrido, uno quisiera tener una palabra más sobre él. En su Directorio autógrafo Ignacio sale al encuentro de esta inquietud y añade:
Entre los tres modos (Tiempos) de elección, si en el primero Dios no moviese, débese insistir en el segundo, de conocer su vocación con experiencia de consolaciones y desolaciones; en manera que procediendo en sus meditaciones de Cristo nuestro Señor, mire, cuando se hallará en consolación, a cual parte Dios le mueva, y asimismo en desolación18 .
18 Directorio de Ejercicios 1, 18.
Apuntes Ignacianos 58 (enero-abril 2010) 3-31
La elección y la reforma de vida desde el texto ignaciano
Se nos suministra allí la clave con la que se han de examinar con gran cuidado todas las oraciones a las que va a estar totalmente dedicado el ejercitante, desde el día 5º al 12º, según aquella otra prescripción del Directorio: «Entrando en los tres o cuatro tiempos de elección, especialmente se encierre, sin querer ver ni sentir cosa que no sea de arriba»19.
En este segundo tiempo, y por definición, ya Dios no mueve inmediatamente sino a través de sus ‘ángeles’, que con causa precedente pueden suscitar mociones hacia un objeto por un acto previo cognoscitivo y/ o volitivo. Y según aquello de que, «en la consolación nos guía y aconseja más el buen espíritu y en la desolación el malo»20, va a ser posible colegir que una moción constante hacia una parte en consolación y a la contraria en desolación, indica con bastante claridad cual sea la voluntad de Dios.
Pero se nos suministra todavía otra ayuda metodológica en la implementación de este segundo Tiempo, y es la que el mismo directorio autógrafo sugiere:
Se podría usar -dice, de presentar un día a Dios nuestro Señor una parte, otro día otra, como sería un día los consejos y otro los preceptos, y observar a dónde le da más señal Dios nuestro Señor de su divina voluntad, como quien presenta diversos manjares a un príncipe y observa cuál de ellos le agrada21.
Esta manera de introducir mudanzas para observar el resultado de ellas, es utilizada en varios casos para descubrir qué sea lo más conveniente, como sucede por ejemplo en el n. 89, acerca del empleo de la penitencia.
Estamos ante una doble manera de proceder en este segundo tiempo, la primera observa hacia dónde derivan las mociones que se experimentan; la segunda invita a tomar la iniciativa y presentar alternativamente al Señor los dos términos de la disyuntiva, para observar cuándo hay complacencia o displicencia de su parte.
19 Ibíd., 1, 6.
20 Cfr. Ejercicios Espirituales 318.
21 Directorio de Ejercicios 1, 21.
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Es en este segundo tiempo cuando se emplea a fondo todo lo que los Ejercicios ofrecen acerca de la discreción de espíritus. Un caso singular e ilustrativo nos lo suministra la narración que hace el P. Jerónimo Nadal de la manera como llegó él a descubrir su llamado a la Compañía de Jesús.
Fue Jerónimo Nadal un mallorquín de muchas cualidades y con una buena formación intelectual, pero al mismo tiempo con una salud muy precaria y un temperamento melancólico, que él consideraba serios impedimentos para abrazar una vida religiosa. Había contactado algunos de los primeros compañeros en España y con Ignacio se conoció en París. Sentía una curiosidad y atracción hacia su estilo de vida, pero al mismo tiempo no poca repugnancia. Le parecía a él que su confesor, que era el mismo de Ignacio, el P. Miona, quería hacerlo ‘iñiguista’. Pero no faltó quien le hablara mal de Ignacio, lo cual alimentaba las resistencias que sentía por una vida religiosa.
Se retiró por un tiempo en Aviñón donde se hizo sacerdote y recibió el doctorado. Finalmente, después de muchos ires y venires, va a Roma y conversa con Laynez y Doménech que lo invitan a hacer los Ejercicios y, antes de irse al concilio de Trento, decide finalmente ponerse en ellos bajo la dirección del P. Doménech.
Ignacio se esfuerza por que le consigan una habitación con vista hacia un jardín, para contrarrestar su melancolía. Entró en ellos con muy buen ánimo, pero con mala salud y melancolía. Hizo una primera semana fructuosa y se confesó con Ignacio. Al entrar en segunda semana se sintió mejor, y estuvo especialmente consolado en el Ejercicio del Rey Eternal, en Dos Banderas y en la Contemplación de los Misterios de la Infancia, pero al llegar a la elección se sintió totalmente disipado y con gran turbación de espíritu, ni de cuerpo ni de mente podía estar tranquilo, con la mente oscurecida, la voluntad estéril y obstinada, el estómago y la cabeza afectados por la fiebre.
En su elección, al no tener ninguna moción, se pone a escribir muchas razones de lado y lado. Pero de ellas no salía nada claro y la cosa llegó a tal punto que el mismo P. Doménech parecía desanimado. El día 17 de estar en Ejercicios Doménech le dice, puesto que lleva tantos días y no se ve nada claro, sigamos adelante. Pero Nadal replica que quiere
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todavía emplear esa última noche para insistir en la elección. Al hacerlo, esa noche le viene una gracia tan singular, que según le mueve la consolación, escribe:
Yo, Jerónimo Nadal, en nombre de la santísima Trinidad, de Jesucristo y del Espíritu Santo, decido y me propongo seguir los consejos evangélicos con voto en la Compañía de Jesús, y estoy dispuesto a hacer lo que sea preciso para llevarlo a cabo, aun si quieren que haga los votos enseguida, y esto con sumo temor y temblor de Dios nuestro Señor Jesucristo, y de la suma misericordia que ha tenido conmigo, me consagro con toda el alma, toda la voluntad y toda la fuerza. A él la gloria. Amén.
Reúne entonces las razones que había escrito de uno y otro lado y consigue ver que todas las razones ‘en contra’ eran de tan poco valor y tan claramente surgían de cuestiones de honor, desconfianza y engrandecimiento de las dificultades, que no era necesario refutarlas. Lo que más lo movió, en definitiva, fue percibir que durante todo ese tiempo de desolación había experimentado con constancia una gran aversión de ánimo a los consejos. Descubrió entonces que en todo ese tiempo había sido movido por el espíritu contrario al reino. Lo cual daba por resultado, con ‘bastante claridad’, que el llamado del buen espíritu iba por la parte contraria.
177. EL TERCER TIEMPO: Solo aquí hace su aparición esa expresión de «tiempo tranquilo» para calificar la tónica en que pudiera encontrarse el ejercitante al abordar la elección. En las reglas para la discreción de espíritus no se hace mención de él, a no ser por la cercanía de términos como ‘quietud’ y ‘quietando’, que aparecen como signos de la acción del buen espíritu en la consolación. Esto podría tomarse como indicio de una mayor aproximación de este ‘tiempo tranquilo’ a la consolación. Es importante notar esto porque, por otro lado, la carencia de agitación de varios espíritus es percibida más bien como signo alarmante, que debe alertar al instructor para que interrogue al ejercitante sobre la manera de hacer su oración22.
22 Crf. Ejercicios Espirituales 6.
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Dos son, pues, las notas que caracterizan este tiempo tranquilo: 1) carencia de agitación de varios espíritus y 2) el uso libre y tranquilo de las potencias naturales.
En él será especialmente necesario que la persona mantenga muy claro el fin que ha de buscar ante todo y cuáles sean los medios a emplear en su búsqueda. Todo lo que se refiere a este tercer tiempo es explícito, precisamente porque en él, el ejercitante es dejado a sus propias capacidades que, con ser grandes, quedan siempre expuestas al corto alcance de las miras y a la distancia que nos aparta de los criterios evangélicos.
178. PRIMER MODO DEL TERCER TIEMPO. Primer punto. «Si en el primero o segundo tiempo no se hace elección, síguense acerca este tercero tiempo dos modos para hacerla». Escoger este tercer tiempo para hacer la elección es cosa que no está en nuestras manos; depende totalmente de no haber conseguido suficiente claridad de las consolaciones y desolaciones experimentadas. Este tercer tiempo viene a ser así, un ‘tiempo de recambio’, para el cual se proponen dos modalidades posibles.
El primer modo es propuesto a manera de oración con seis puntos, los tres primeros equivalen a los preámbulos acostumbrados, los tres últimos, que serían propiamente los puntos de la oración, plantean una metodología para la deliberación y concluyen con un ofrecimiento a Dios de su resultado.
Dice el primer preámbulo: «proponer delante la cosa sobre que quiero hacer elección», y pone como ejemplos, cosas que caen todas bajo elección «mutable». Esto ha llevado a algunos a pensar que el tercer tiempo no sería apto para elecciones ‘inmutables’ sobre el estado de vida. Para refutar esta opinión basta mirar el numeral anterior donde literalmente se dice que en este tercer tiempo ‘tranquilo’ se «elige (...) una vida o estado dentro de los límites de la iglesia, para que sea ayudado en servicio de su Señor y salvación de su ánima». O sea que las elecciones ‘mutables’ del numeral 178 están puestas allí solo a manera de ejemplos.
179. Segundo punto. Es equivalente a la oración preparatoria, infaltable en cualquier rato de oración en Ejercicios. También aquí aparece construida en los mismos términos del Principio y Fundamento, solo
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La elección y la reforma de vida desde el texto ignaciano que ahora, al momento de hacer la elección, aquel «es menester hacernos indiferentes» es examinado para constatar si se ha convertido ya en «hallarme indiferente», sin afección alguna desordenada. Indiferencia que ha de darse con respecto a la cosa concreta sobre la que se va a hacer la elección, de manera que «quiera quitar el afecto, mas ansí le quiera quitar que también no le tiene afección a tener la cosa adquisita o no la tener, sino quiere solamente quererla o no quererla, según que Dios nuestro Señor le pondrá en voluntad», como dice el tercer binario23. Esta oración preparatoria es un ‘precipitado’ del principio y fundamento con el tercer binario de hombres: así que estos tres numerales 23 + 155 = 179, conforman una trilogía de verdaderos pernos estructurales que dan a todo el proceso una consistencia extraordinaria.
Todos nuestros actos libres son también actos de Dios en nosotros
180. Tercer punto: la petición de la oración. Se le presenta al Señor, a manera de súplica, lo que es medular en el proceso de elección: que quiera poner en el corazón y en la voluntad del ejercitante las actitudes de disponibilidad e indiferencia requeridas para sentir y seguir el llamado que Dios se digne hacerle.
Otro numeral bellísimo en el que reluce la sinergia que Ignacio espera se dé siempre, entre las operaciones de nuestras potencias y la acción de Dios: «Pedir a Dios nuestro Señor quiera mover mi voluntad y poner en mi ánima lo que yo debo hacer (...) discurriendo bien y fielmente con mi entendimiento y eligiendo conforme su santísima y beneplácita voluntad». Siempre que se pide la acción de Dios, la persona nunca queda opacada y la decisión sigue quedando en nuestras manos. Todos nuestros actos libres son también actos de Dios en nosotros.
Es algo muy semejante a lo que encontramos en la disposición descrita por el tercer binario, que «quiere solamente querer o no querer (la cosa adquisita), según que Dios nuestro Señor le pondrá en voluntad, y a la tal persona le parecerá mejor para servicio y alabanza de su divina majestad»24. Pero, al fin qué, Padre Ignacio, ¿es Dios el que pone en mi
23 Ejercicios Espirituales 155.
24 Ibídem.
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voluntad que yo quiera la cosa o no la quiera, o es a mí a quien me parecerá mejor quererla o no quererla? Es lo mismo, nos respondería Ignacio. Esto es lo que, a veces, pudiera parecer ambiguo y, de no cumplirse las condiciones requeridas, podría fácilmente resbalar a lo que le gente vulgarmente llama ‘jesuitismo’.
181. Cuarto punto. Después de los tres preámbulos, el cuarto punto entra en la materia para diseñar un examen muy atento de la cuestión propuesta, vista desde todos los ángulos posibles. « Considerando, raciocinando, mirando, cuántos cómodos o provechos se me siguen con el tener el oficio o beneficio propuesto, para sola alabanza de Dios nuestro Señor y salud de mi alma; y por el contrario, los incómodos y peligros que hay en ese tener». Y luego, otro tanto para el no-tener, el otro lado de la medalla.
182. Quinto punto. «Después que así he discurrido y raciocinado a todas partes sobre la cosa propósita, mirar dónde más la razón se inclina; y así, según la mayor moción racional, y no moción alguna sensual, se debe hacer deliberación sobre la cosa propósita» Valgan estas palabras para cuando, después de tanto ponderar la importancia de los afectos en los Ejercicios, nos sintamos tentados de menospreciar la actividad de la razón en ellos.
183. Sexto punto. Se termina con una ofrenda, igual a la que sugiere el modo que veremos enseguida.
184. El segundo modo para hacer sana y buena elección contiene en sí cuatro reglas y una nota.
Este modo busca desmontar de la propia subjetividad los reductos afectivos que todavía pudieran estar influyendo en la decisión e impidiendo una verdadera indiferencia y sugiere unos medios psicológicamente muy aptos para poner el dedo en los posibles engaños que convertirían la decisión en ‘oblicua’ o ‘mixta’. Solo cuando se mira únicamente el fin y el ojo de la intención es ‘simple’, la elección será ‘limpia, buena, sana’. Más adelante este segundo modo se convertirá, casi punto por punto, en las reglas para distribuir limosnas, muy útiles en todo lo concerniente a la reforma de la vida25.
25 Cfr. Ejercicios Espirituales 337-344.
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184. Primera regla: «es que aquel amor que me mueve y me hace eligir la tal cosa descienda de arriba, del amor de Dios; de forma que el que elige sienta primero en sí que aquel amor más o menos que tiene a la cosa que elige, es solo por su Criador y Señor».
No es una petición, es una regla a la cual se debe ajustar este modo de elección; es un requisito gracias al cual me cercioro de que el amor con que elijo, desciende de arriba, del amor de Dios. La misma regla la utilizará para discernir a qué personas se habrá de distribuir la limosna. Solamente que en ese caso se tratará de personas y no de cosas y por eso dirá allí: «de forma que sienta primero en mí que el amor, más o menos, que tengo a las tales personas es por Dios, y que en la causa por que más las amo reluzca Dios»26.
Es decir, se están buscando las condiciones que hagan posible «encontrar a Dios en todas las cosas», y de manera especial en esta que con tanta diligencia se apresta a elegir. Es otra expresión de la quintaesencia del carisma de Ignacio de «encontrar a Dios en todas las cosas». ¿Qué de Dios encuentro en las cosas? El amor. Y, ¿para qué? Como la medida última para elegirlas o dejarlas.
Vienen enseguida tres sugerencias objetivadoras:
185. Segunda regla: Mirar qué le diría yo que hiciese y eligiese,a un hombre
1) que es totalmente desconocido para mí; 2) que está exactamente en las mismas circunstancias mías; 3) para quien yo deseo toda perfección.
Es una invitación a objetivar, en un desconocido, mi propia situación, con lo cual se busca ganar objetividad y denunciar y liberar de las cargas emocionales que todavía pueden estar influyendo en la decisión.
Esta regla se apoya en el hecho de que nosotros vemos claro lo que otros deberían hacer, sobre todo cuando son desconocidos; no juegan allí
26 Ejercicios Espirituales 338.
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afectos ni ligámenes que interfieran e influencien nuestro juicio. Sucede como cuando uno es consultado sobre un caso muy semejante al propio, y se sorprende recomendando al otro con toda claridad una línea de acción que en el caso propio dista mucho de ser practicada con tanta seguridad. Muchos afectos pueden estar obnubilando y reteniendo la línea de conducta que, en el caso de un desconocido, se ven claramente y permiten encontrar una línea de acción.
186-187. Tercera y cuarta regla. Las dos líneas de acción que siguen llevan al ejercitante a las instancias últimas de su libertad: la muerte y el juicio. La muerte da la medida de las cosas que se han de hacer «ahora», como lo pedimos en el Ave María, «ahora y en la hora de nuestra muerte». Esta regla invita a considerar, si estuviere en el momento de la muerte, qué forma y medida querría entonces haber tenido en la presente elección; y reglándome por aquella, haga en todo la mi determinación (de ahora). O me extrapolo al día del juicio, para mirar y considerar cómo quisiera yo presentarme ante el Señor para que él dé su juicio sobre mí, y la regla que entonces quisiera haber tenido, tomarla ahora, para hallarme entonces con entero placer y gozo. En el primer caso soy yo mismo quien juzga, puesto en la circunstancia de la muerte, en el segundo es Dios quien da el juicio sobre mí.
188. Nota. A esta ofrenda con que concluyen estos dos modos del tercer tiempo haremos alusión más adelante.
EVOLUCIÓN EN LA MANERA DE VER EL PROCESO DE ‘ELECCIÓN’
Es iluminador procurar una visión de conjunto sobre los cambios que se han producido en la manera de ver estos ‘tiempos’ y su encadenamiento. Identificar esos cambios y sus posibles causas nos hará más sensibles a todo lo que está en juego en este delicado proceso de elección.
Ha habido una evolución en la manera de comprender, dar y hacer los Ejercicios, con momentos particularmente intensos. Los primeros años de la Compañía, por ejemplo, fueron de particular vivacidad; la época de su restauración significó un gran esfuerzo por recuperar en lo posible su
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La elección y la reforma de vida desde el texto ignaciano espíritu, basado en los Ejercicios; finalmente, los años posteriores al Concilio Vaticano II suscitaron un fecundo retorno a sus fuentes. Puesto que no buscamos ser exhaustivos, dejaremos de lado lo ocurrido al momento de la restauración para insistir en lo que puedan aportar a una mejor comprensión de estos Tres Tiempos de elección, los momentos más efervescentes de los comienzos y el final.
A. Los primeros cincuenta años y el movimiento ‘descendente’ de los Directorios
¿A qué nos referimos al caracterizar este período inicial como marcado por un movimiento ‘descendente’? Dicho muy sencillamente, aludimos a la preferencia que se fue insinuando primero y generalizando después, no por el primero ni por el segundo Tiempo, sino por el empleo del tercer tiempo de elección como el más seguro: un movimiento ‘descendente’ de preferencia por el último tiempo.
¿Qué causas produjeron esa valoración ‘descendente’? De ese deslizamiento sutil nos han quedado algunas trazas. Decía, por ejemplo, Polanco en su Directorio:
Hay que advertir que, aunque el modo de elección del segundo Tiempo sea más excelente que el del tercero, (…) pues entonces muestra él su voluntad más inmediatamente por estos efectos de su gracia, que por el discurso del Tercer Tiempo; no obstante, (si surge duda de que aquellas consolaciones sean del espíritu bueno o del malo), aunque se haya hecho elección en el segundo tiempo, PUEDE la misma ser examinada por aquellos dos modos del Tercer Tiempo27
Después de dejar claro que el segundo Tiempo es más excelente que el tercero, para que nada quede al aire, como es costumbre de Polanco, pasa a explicitar que, si la elección hecha por el segundo Tiempo dejare alguna duda, PUEDE ser examinada por el tercer Tiempo. Este prudente PUEDE de Polanco se fue convirtiendo con el tiempo en DEBE, o sea, que toda elección realizada en un segundo Tiempo, aunque satisfactoria, debería ser confirmada por el tercer Tiempo.
27 Directorio de Ejercicios 20, 85.
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Que este paso se daba en clara contradicción con la opinión de Polanco, lo testifica el mismo numeral 85 de su Directorio que añadía:
…si de ello (la voluntad de Dios) constara en el segundo (Tiempo), sería superflua la búsqueda del tercer tiempo; pues habría sido dirigido e ilustrado su entendimiento y movido su afecto por mejor luz que lo es la razón humana28.
¿Cuál fue la razón de este deslizamiento? Varias causas empezaron poco a poco a erosionar la preferencia por el segundo tiempo. Mencionemos algunas:
1. La prevención que se respiraba en el ambiente con respecto a los que muy fácilmente se creían movidos por el Espíritu y eran tenidos por ‘alumbrados’.
2. En este segundo Tiempo, aunque en las consolaciones habla Dios, ya no es Él solo quien habla, sino también el enemigo y nosotros mismos. Están presentes muchas fuerzas adversas, el pecado, hábitos, deseos egoístas, miedos, concepciones, juicios de la sensibilidad y la psicología, influencias inconscientes. Todo lo cual hace difícil excluir toda causa de error. Las razones comienzan entonces a ser vistas como más seguras que las mociones.
3. Este segundo tiempo supone un proceso largo y lento. Raras veces la persona tiene el tiempo, las disposiciones y la perseverancia para llevarlo a cabo.
4. Lo mismo habría que decir con respecto a poder contar con la ayuda de un instructor que tenga la disponibilidad de tiempo, el conocimiento y la sabiduría para guiar en el camino.
Todas estas causas sumadas acabaron recomendando que una decisión tomada por el segundo Tiempo se revisase por el Tercero. Donde Polanco decía ‘potest’ (se puede revisar) ahora se dice ‘debet’ (debe ser revisada).
De todas maneras, sobre este segundo tiempo subsisten visiones diversas, la de los que pudiéramos llamar ‘optimistas’, que refuerzan su
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La elección y la reforma de vida desde el texto ignaciano preferencia por este segundo tiempo en las reglas 1ª y 7ª de la segunda semana, en las cuales se afirma que la persona puede inclusive llegar a conocer las mociones que vienen de Dios de manera connatural, y los ‘pesimistas’, que enfatizan las fuerzas adversas que habitan al ser humano, aun de manera inconsciente y los sutiles engaños del mal espíritu, aun en las consolaciones. Al mismo Ignacio, por ejemplo, le habría sido necesaria la ilustración del Cardoner para llegar a distinguir que la consolación recibida con la visión de aquella serpiente con muchos ojos, venía del espíritu del mal.
En los Directorios no se hace ninguna distinción entre consolación con causa o sin causa, y al referirse a la consolación como medio para hallar la voluntad de Dios, es decir, como mediación para la elección, se enfatiza el cuidado que hay que tener por el peligro de ser engañado. En todos los Directorios, hijos de los primeros cincuenta años, hay un único caso en que se mencione explícitamente la consolación sin causa precedente, el n. 134 del Directorio de Gil González Dávila, pero allí mismo, a renglón seguido, se pone en guardia contra el peligro de ser engañado.
Sea dicho en su descargo, que si reparamos bien en la presentación que el mismo Ignacio hace de los dos géneros de consolación (con y sin causa precedente) en las reglas de discernimiento, descubrimos que es él quien en primer lugar se encarga de poner las alertas y salvaguardas para no ser confundidos en estas experiencias. De las ocho reglas de discernimiento que da para la segunda semana, cinco están dedicadas a precaver contra los posibles engaños que puedan venir disimulados en la consolación, tanto en la consolación con causa como en la sin causa precedente.
Los Directorios, así como no hacen distinción entre consolación con causa o sin causa precedente, tampoco suelen distinguir entre primero y segundo Tiempo de elección. El Directorio oficial, por ejemplo, habla de ellos ‘per modum unius’, como si fueran uno solo: el segundo. No se encuentra en los directorios referencia explícita al primer tiempo y cuando se habla del segundo se pone un énfasis muy grande en los peligros de ser engañado y confundido. Se percibe una propensión clara por el tercer Tiempo, el más explícitamente explicado en el texto de los Ejercicios.
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A este cambio de apreciación contribuyeron no poco las exageraciones de los partidarios de la tendencia mística y de la oración de quietud, que en tiempo del General Mercuriano y de Aquaviva inquietaron a la Compañía. El P. Miró, mano derecha del General Mercuriano, y el P. Gil González Dávila, en sus respectivos Directorios se preocuparon por no decir cosa que pudiera favorecer esta tendencia. Pues bien, estos Directorios de Gil González y de Miró sirvieron de fuentes importantes en la composición del Directorio Oficial, que quedó como el fruto de este primer medio siglo de vida de la Compañía. El tercer Tiempo, el de las razones, recibió preferencia con respecto al segundo de las mociones; era muy conveniente, para mayor seguridad, descender hasta el empleo del tercer Tiempo.
Esta práctica prevaleció en la vida de la Compañía a partir de entonces, hasta los años vecinos al Vaticano II. En las inmediaciones del Concilio se suscita en la Compañía un ímpetu nuevo en la comprensión y práctica de los Ejercicios. En todo este cambio de mentalidad fue destacadísima la contribución del General Arrupe, a quien se debe haber destacado el lugar del discernimiento en la espiritualidad de Ignacio y en todo el organismo de la Compañía.
B. Los últimos cincuenta años y el movimiento ‘ascendente’ en la teoría y en la práctica
¿Qué sugiere este título? Que la evolución llevada a cabo en este último período dio un giro de 180º al ‘movimiento descendente’ de la primera época. Este giro en la valoración relativa de los Tiempos de elección, podría parecer accidental, pero, en realidad, la recuperación del ordenamiento originario hay que inscribirla en el cambio hondo que se ha operado en la manera de concebir toda la andadura de los Ejercicios.
Ese cambio es hijo, entre otras cosas, de una mayor valoración de la acción del Espíritu en la iglesia y en cada uno de sus fieles, con la consiguiente disminución de la prevención anti-iluminista. Lo cual no significó adoptar en la práctica de los Ejercicios un estilo pentecostal o carismático, sino el redescubrimiento del valor que ellos cobran como experiencia reglada de discernimiento y la recuperación del sentido que tiene la labor respectiva, tanto del que da como del que recibe y hace los Ejercicios.
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El ser indiferente ignaciano es consecuencia de sentirse atraído por el amor
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¿Qué factores influyeron en el restablecimiento de las prioridades claramente enunciadas por los Ejercicios mismos?
A propósito de este Primer Tiempo me parece importante mencionar un tema adyacente, pero que ha cobrado mucha vigencia por tratarse de quien lo propone, el P. Karl Rahner. Esto nos brinda la ocasión de referirnos a la consolación sin causa precedente, que reviste una gran similitud con la elección en un primer Tiempo. Ese tipo de consolación lo describe Ignacio en las reglas de discernimiento 2ª y 8ª de la segunda semana29.
Cuando la persona es atraída y movida toda en amor, esencia de la consolación, se hace capaz de relativizar lo demás, se hace indiferente y alcanza la libertad, una libertad que es la atracción por el sumo bien y la felicidad, como decía San Agustín. El ser indiferente ignaciano es consecuencia de sentirse atraído por el amor. Es aquí donde surge la pregunta sobre la relación de este tipo de consolación sin causa precedente con un Primer Tiempo de elección.
Enuncio apenas la reflexión formulada por el P. Rahner en el año 1956. Se proponía él plantear preguntas a la teología a partir de los Ejercicios; hacer teología sobre la base de los Ejercicios, una pretensión muy válida, que otros habían realizado antes que él. Así que, más que un comentario sobre el rol de esa consolación sin causa precedente en los Ejercicios, al P. Rahner le parece poder descubrir en ella la experiencia fundamental que hace posible todo el proceso de discernimiento y la pieza clave de la cual todo depende; un primer principio en la lógica del conocimiento existencial de Ignacio de Loyola.
La autotrascendencia natural de la conciencia humana, en el orden existencial, gracias a este tipo de consolación adquiere una significación sobrenatural. Es una experiencia no conceptual del amor de Dios; la persona es atraída a ese amor desde lo más profundo de su ser, con lo
29 Cfr. Ejercicios Espirituales 330 y 336.
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cual la conciencia queda sobrenaturalmente elevada. Esa manera de ver de Rahner ha sido comentada, seguida o contradicha, por los autores de peso que tratan de materias de elección. Por eso me pareció que no sería justo pasarla ‘sub silentio’ al mencionar este primer tiempo de elección.
Una elección hecha en un Primer Tiempo sería un caso concreto de consolación sin causa precedente, que es una actuación propia de Dios, que entra libremente en el alma y la inflama toda en su amor. En una elección de Primer Tiempo esa acción de Dios en el alma tiene por efecto mover y atraer hacia la realización de algo concreto. Con esta consideración del P. Rahner este tipo de consolación adquiere carta de ciudadanía y pasa a convertirse en punto de referencia ineludible al tratar de la elección.
Como suele suceder en los relatos ‘peregrinos’ del peregrino en su autobiografía, algunos piensan que un ejemplo de este tipo de elección podría ser la decisión que toma Ignacio de volver a comer carne, movido por una visión repentina que tuvo él, de un trozo de carne que se le representó, con lo cual se sintió invitado a suspender la vigilia que observaba desde hacía ocho días30.
La práctica de Ejercicios en los últimos años hace un énfasis mucho mayor en algo que es fundamental para el desarrollo de un proceso de elección, el discernimiento espiritual continuo que el ejercitante ha de realizar con la ayuda vigilante de quien los da. Sobre el aprecio de esa comunicación directa de Dios con el ejercitante no recae ya tan pesadamente la sospecha de iluminismo. Estos factores volvieron a poner en el centro de la escena los dos primeros Tiempos de elección, en los cuales más gratuita, directa y explícitamente se da esa comunicación de Dios.
Otra causa del movimiento ‘ascendente’
En su momento veíamos que los dos modos de elección por el tercer tiempo concluían con una invitación al ejercitante a que vaya «con mucha diligencia, a la oración delante de Dios nuestro Señor» y le ofrez-
30 Autobiografía 27.
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La elección y la reforma de vida desde el texto ignaciano ca la elección que acaba de hacer «para que su divina majestad la quiera recibir y confirmar, siendo su mayor servicio y alabanza»31.
La solicitud por recibir confirmación de Dios sobre el proceso realizado se hace más necesaria a medida que la certeza de cada tiempo disminuye, razón por la cual solo aparece en este tercer tiempo. Este ofrecimiento de la elección a Dios, equivale a darle todavía ocasión de refrendarla o improbarla.
Ahora bien, esa confirmación puede ser vivida de varias maneras. Se piensa que la verdadera y plena confirmación solo se recibirá en la vida y en la evolución que tome la propia vida espiritual, al atenerse a la elección hecha. Dios hace suya mi elección, haciéndome posible vivirla. Pero, en el curso mismo de los Ejercicios, ¿qué señales de confirmación encontramos?
La primera y más clara aprobación o confirmación por parte de Dios consiste en recibir de él una consolación. Se espera que la voluntad se sienta tocada por aquello que la razón vio ser voluntad de Dios. Esa confirmación afectiva sería como una recompensa, por parte de Dios, a quien hizo la elección. Sin embargo, eso queda en manos de Dios y no es necesario en todos los casos, como lo aprendió Ignacio en esa experiencia maravillosa que nos dejó consignada en su diario espiritual, mientras buscaba confirmación de la elección hecha por un tercer tiempo sobre un punto concreto acerca de la pobreza en las iglesias de la Compañía. Gracias a esas notas de su diario espiritual nos es permitido asomarnos a la manera como Dios lo fue llevando, de una revisión de las razones de uno y otro lado que había consignado, a unas consolaciones que oscilan entre el segundo y primer tiempo, de las cuales a la postre es invitado a desapegarse para estar totalmente resignado a lo que Dios quiera también en este terreno de la confirmación. De todos modos la experiencia que este diario nos relata confirma de modo admirable ese movimiento ‘ascendente’ por el cual, una determinación tomada en un tercer tiempo, puede conducir al ejercitante a las consolaciones propias de un segundo e incluso un primer tiempo.
31 Ejercicios Espirituales 188.183.
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¿CON QUÉ NOS QUEDAMOS?
Con lo enunciado muy lacónicamente por el texto, en el título que Ignacio daba a esta sección: «TRES TIEMPOS PARA HACER SANA Y BUENA ELECCIÓN EN CADA UNO DELLOS»32. Eso quiere decir que cada Tiempo es autónomo e independiente en sí. Y si tuviéramos dudas al respecto, la descripción y gradación de los tres Tiempos que el mismo Ignacio hace con pulso firme en el «Directorio autógrafo», nos las aclararía.
Entre los tres modos (=Tiempos) de hacer elección, si en el primero Dios no moviese, débese insistir en el segundo, de conocer su vocación con experiencia de consolaciones y desolaciones; (…). Cuando por el segundo modo no se tomase resolución o no buena al parecer del que da los Ejercicios (de quien es ayudar a discernir los efectos de buen espíritu y de malo), tómese el tercer modo, del discurso intelectivo por los seis puntos. Últimamente se tomará el modo que tras éste se pone, de cuatro puntos, como el último que puede tomarse33.
Polanco en su Directorio explicita la misma recomendación:
…el instructor (…) explicará (…) lo que se dice del primero y segundo Tiempo de elecciones, omitido lo que sigue del tercero; y declarando brevemente el primero, pasará al segundo, a saber que se averigüe la voluntad de Dios acerca de lo que debe deliberar, por la experiencia de consolaciones y desolaciones. Y prosigue: Si en el (…) segundo Tiempo no se realiza elección, porque el que se ejercita no siente en sí ninguna moción digna de atención, o la siente por igual hacia una y otra parte, deben usarse los modos del Tercer Tiempo (…) y declárese el primero y segundo modo de ese tercer Tiempo, para que (…) después de que determine algo por el primer modo, examine lo mismo otra hora por el segundo, y si de uno y otro resulta lo mismo, es suficiente buena señal de buena elección34.
32 Ibíd., 175.
33 Directorio de Ejercicios 1, 18-20.
34 Ibíd., 20, 81.83.
Apuntes Ignacianos 58 (enero-abril 2010) 3-31
La elección y la reforma de vida desde el texto ignaciano
Analizado bajo esta luz se ve con más claridad que el objetivo de la elección no es únicamente escoger un estado de vida, sino ser como Jesucristo en el estado de vida que el Señor me quiera indicar. La elección no es un fin en sí misma. Y por eso no lo es de los Ejercicios. Es un medio, un puente que conduce hacia la identificación con el Señor en la tercera y en la cuarta semanas, para conseguir serlo en la vida toda. Por eso decíamos que, si la elección es el punto de llegada de todo lo que antecede, es también a la vez, punto de partida de todo lo que sigue.
La elección no es únicamente escoger un estado de vida, sino ser como Jesucristo en el estado de vida que el Señor me quiera indicar
Apuntes Ignacianos 58 (enero-abril 2010) 3-31
Luis Guillermo Sarasa Gallego, S.I.
¿Elegidos o Electores?: Una perspectiva en clave bíblica
Luis Guillermo Sarasa Gallego, S Luis Guillermo Sarasa Gallego, S Luis Guillermo Sarasa Gallego, S Luis Guillermo Sarasa Gallego, S Sarasa S .J .J .J .J . . . . 1
Ustedes no me eligieron a mí; los elegí yo a ustedes y los destiné para que vayan y den fruto y su fruto permanezca.2
En el título del Simposio hay tres temas, para los cuales valdría la pena hacer una justificación que dé cuenta de la pertinencia de su relación, de modo que se entienda la perspectiva de este escrito. Los temas son: la voluntad de Dios, la elección y la reforma de vida, desde los Ejercicios Espirituales de San Ignacio.
Mi escrito quiere atreverse a una perspectiva en clave bíblica y por ello voy a explicar el título que he escogido. ¿Elegidos o electores? Y
1 Doctor en Teología por la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá (2009); (S.S.L.) Licenciatus in Re Biblica por el Pontificio Instituto Bíblico de Roma (2003), Baccalaureum in Sacra Theologia por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma (2000), Baccalaureum in Philosophia por la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá (1995); Master en Psicopedagogía por la Universidad de París (1990) y Licenciado en Educación: Lenguas Modernas por la Universidad de Caldas (1982). Profesor de Sagrada Escritura (NT, San Juan, Teología Bíblica) y actual Director del Departamento de Teología en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Correo electrónico: gsarasa@jesuits.net 2 Jn 15, 16.
Apuntes Ignacianos 58 (enero-abril 2010) 32-54
¿Elegidos o Electores?: una perspectiva en clave bíblica
podríamos haber agregado: ¿Voluntad de Dios o voluntad humana?, ¿Reformadores o reformados?
Si miramos globalmente el macro-relato bíblico, nos sentiríamos inclinados a buscar inmediatamente los relatos de vocación. No digo que eso no sea lícito. Puede serlo. Sin embargo, me asalta el temor que pueda resultarnos un tanto estereotipada la ponencia. La Biblia no fue escrita como un diccionario que contenga lemas o voces que puedan darnos el significado único y absoluto de cada palabra. En este caso, en la biblia no hay una única elección y ni siquiera la reforma de vida siempre es la misma. Tampoco la voluntad de Dios parece ser la misma cada vez. Muy por el contrario, los relatos bíblicos tienen que ver con personas, con individuos o con comunidades que viven en contextos diversos, que atraviesan por momentos distintos, que tienen «clamores» diferentes, en fin, que son distintos.
En este contexto, quizás pueda ayudarnos una perspectiva bíblica de carácter relacional para buscar en algunos «prototipos» la caracterización de la relación que tienen con Dios, la relación de obediencia a su voluntad y el modo como estructuran su reforma de vida. Yo lo voy a hacer desde la perspectiva relacional de ciertos hijos con Dios. Es por ello que el lenguaje que voy a usar es el de la filiación (padre, hijo). Esto puede ayudarnos a iluminar el tema que nos compete en este Simposio.
De los tres tiempos para hacer sana y buena elección que San Ignacio propone, el primer tiempo es cuando «Dios nuestro Señor mueve y atrae la voluntad de tal manera que sin dudar ni poder dudar esa alma bien dispuesta sigue lo que se le propone…»3. Esta es la perspectiva que me dispongo a ver en ciertos hijos. Cómo esos hijos hacen la voluntad de Dios y siendo elegidos, eligen; y percibiendo la voluntad divina hacen la voluntad que les es propia: la humana; y se dejan «reformar», reformando su vida, pues Dios se escoge gente según su corazón para que cumpla su voluntad.
3 Ejercicios Espirituales 175.
Apuntes Ignacianos 58 (enero-abril 2010) 32-54
Luis Guillermo Sarasa Gallego, S.I.
Vamos a ver unos cuantos detalles en el tipo de filiación que se configura en hijos como Noé, Isaac, José, Benjamín, Efraín y Manasés, David y Salomón, el justo del libro de la Sabiduría, pero también en hijos e hijas menos convencionales como Abraham, la hija (Jerusalén)4; Saúl, el hijo fallido; Jonatán, el hijo de otro padre o el José re-contado en la historia de José y Asenet. Del lado neotestamentario, veremos algunos detalles de la filiación del Bautista y esbozaremos las preguntas pertinentes acerca de Jesús.
NOÉ, UN HIJO COMO DIOS MANDA
El relato del diluvio nos presenta un personaje central: Noé; el modo de introducirlo lo caracteriza:
Gn 6, 8
Pero Noé halló gracia a los ojos de Yahvé. Ésta es la historia de Noé: Noé fue el varón más justo y cabal ([´îŠ caDDîq Tämîm])5 de su tiempo. Noé andaba con Dios
Son estas dos características las que nos van dando un cuadro específico para la configuración de un hijo de Dios y no sólo en sentido metafórico sino como una realidad que afecta al ser humano que las encarna.
Otro dato importante de este relato es lo que sucede posteriormente. YHWH pactará una alianza con Noé. De modo que, por un lado tenemos la condición del hijo en cuanto reveladora de un cierto tipo de padre; en segundo lugar, el establecimiento de una alianza producto de la confianza mutua.
4 Ez 16.
5 Los LXX traducen: [anthrôpos dikaios teleios]. La Vg, vir iustus atque perfectus. Esta designación coincide con la visión sapiencial de un hijo de Dios.
Apuntes Ignacianos 58 (enero-abril 2010) 32-54
¿Elegidos o Electores?: una perspectiva en clave bíblica
ABRAM, INVITADO A TENER OTRO PADRE, OTRO NOMBRE Y OTRA HERENCIA
El nombre de Abram responde a una cualidad de su Padre esencial (grande en cuanto a su padre)6 y la narración se inicia con una breve presentación de la orden divina: YHWH pide a Abram que deje la casa de su padre pues quien le otorgará la herencia será él mismo7 mientras le pide que «ande en su presencia y sea perfecto»8 [tämîm]9. Seguidamente, establece con él la alianza y le cambia su nombre además de prometerle que será él, a su vez, «padre de multitudes»10. Antes de anunciarle un 'hijo', también le cambiará el nombre a Saray por el de Sara, a lo que Abraham replica con una burla interior, pues es anciano y no sabe que su Dios acontece en lo imposible. YHWH le anuncia el nombre de su hijo (Isaac) y le promete que establecerá con éste una alianza eterna11. De nuevo, los elementos que funcionaron en el caso de Noé, funcionan aquí y aparece otro elemento como el cambio de nombre.
Filón identifica a Abrahám como uno que ha sido grandemente bendecido por Dios y «adoptado» como su hijo: [eispoiçtos autô monos hyios]12.
ISAAC, EL HIJO DE LA VEJEZ
Hay quienes ven en Isaac un personaje secundario13, debido al contraste entre la poca información sobre su persona y el espacio dado a Abraham y Jacob. Como quiera que sea, el sacrificio de Isaac14 ha dejado
6 Cfr. BJ2 (Biblia de Jerusalén), nota a Gn 17,5.
7 Gn12, 1.
8 La BJ2 (Biblia de Jerusalén) no tiene en cuenta este detalle y traduce el término hebreo de dos maneras distintas para el caso de Noé y el caso de Abram, tal vez siguiendo la versión de los LXX que traduce de dos maneras también el mismo término hebreo (TM [tämîm]/ LXX : [teleios/amemptos ]). La TOB (Traduction Bible Oecuménique) utiliza el mismo término para traducir (intègre), íntegro.
9 Gn 17, 1.
10 Ibíd., 17, 4-5.
11 TM (Texto Masorético): [lebürît ‘ôläm] LXX (Septuaginta): [diathekçn aiônion].
12 Sobr. 56-57.
13 MARTÍN-ACHARD, «Isaac», ABD (Anchor Bible Dictionary) 3,462-470.
14 Llamado Aqebah
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una huella imborrable en las subsiguientes narraciones y tradiciones e Isaac ha sido considerado uno de los tres padres, pilares de la fe, que profesamos tanto judíos como cristianos y musulmanes15. El Targum también sabe de interpretaciones y ampliaciones y por eso se detiene justo en el momento crítico cuando Abrahám levanta su mano con el cuchillo listo para el sacrificio. Los dos protagonistas (Padre e hijo)16 representan la obediencia. Vale la pena que leamos el texto:
Los ojos de Abraham estaban en los ojos de Isaac y los ojos de Isaac estaban mirando a los ángeles de lo alto. Abraham no los veía. En aquella hora salió una voz de los cielos y dijo: Venid, ved dos (personas) únicas en mi mundo; una sacrifica y otra es sacrificada, el que sacrifica no titubea y el que es sacrificado extiende su cuello (Neofiti, Gn 22 v.10)17
Un análisis narrativo de este pasaje aporta muchos elementos a la investigación18. Baste, por ejemplo, subrayar la insistencia en la designación de Isaac como el Hijo (!Be [bën]). Bastaría con que el relato nos diga una vez que Isaac es el hijo. Pero sucede que la narración lo explicita muchas veces19. ¿Qué sentido tiene que se nos repita la relación que tienen Abraham e Isaac si no fuera porque la intencionalidad está en que el lector esté atento a este tipo de relación? Esta intencionalidad está confirmada por parte del diálogo en el que el tema es la relación misma:
Gn 22, 7a
Dijo Isaac a su padre Abraham: «¡Padre!» Respondió (Abraham): «hijo…»
15 Para los musulmanes, la «fiesta de los corderos» ( Id El-Adha) está inspirada en el sacrificio no de Isaac sino de Ismael. Ver Corán, Sura 37,100ss. El apoyo está en Gn 17, 24ss. La circuncisión de Abraham e Ismael, antes del sacrificio de Isaac.
16 Como protagonistas, se puede entender en el sentido primario a Abrahám e Isaac, en sentido profundo, Dios, el Padre y Abraham, el hijo; en sentido performativo, el Padre y el posible hijo (lector).
17 Este procedimiento literario es muy utilizado modernamente en la ópera musical aunque los resultados para el receptor actual puedan llegar a ser ridículos: suspender el final o descenlace para una glosa, explicación o digresión. Neotestamentariamente hablando es lo que hace el EVJN con los capítulos 13 a 17 (una larga digresión).
18 Particularmente interesante resulta el ensayo de WÉNIN, Isacco o la prova.
19 Cfr. Gn 22, 2.3.7.8.9.10.12.13.16.
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¿Elegidos o Electores?: una perspectiva en clave bíblica
Este diálogo ha sido visto, en el análisis narrativo, como el corazón del texto20. La repetición de los términos subraya la relación íntima entre 'padre' e 'hijo' que viene confirmada por la también repetida expresión: «iban juntos unidamente» (vv. 6c-8b), haciendo emerger la fuerza afectiva de este lazo en un momento en el cual el relato manifiesta abiertamente la amenaza que les incumbe a los dos21.
Escogiendo ofrecer a Dios al hijo recibido de él, Abraham permite al muchacho volverse don como signo de su relación recíproca. Lo importante no era inmolar a Isaac sino no quedarse con él en un gesto de dominio, gesto éste que correspondería a la idea de impedirle vivir.
Este hijo, obtendrá luego la herencia, no solo de las posesiones sino también de la promesa y la bendición divina22. Creemos que este tipo de exégesis tiene algo para decirnos hoy, pues estos detalles se olvidan muy a menudo. Este es un modo en el cual se va delineando el hijo o el modo en el que estos protagonistas muestran cómo hacen la voluntad de Dios. También la obediencia ha sido fundamental en la configuración de hijos como Noé y Abraham.
JOSÉ, EL ÚLTIMO Y EL PRIMERO
En José encontramos un modo de ser hijo que conmueve. Es el personaje principal de la narración23. Un primer detalle de su historia llama la atención: su madre, Raquel, es bendecida por Dios pues su vientre estaba cerrado: Dios recordó a Raquel y abrió sus entrañas…24, como muchos casos en los que la intervención de Dios es necesaria porque ya nada es posible. Su nombre es el pre-anuncio de otro hijo: «añádame YHWH otro hijo»25 que será confirmado en el nacimiento de Benjamín. Otro detalle inicial nos abre los ojos a la interpretación: José es amado por su
20 WÉNIN, Op.cit., p. 27-28.73.
21 Cfr. Ibid., 74.
22 Cfr. Gn 25. Gn 22, 15ss.; 26, 24 te bendeciré y multiplicaré tu descendencia.
23 Ibíd., 37-50.
24 Gn 30, 22.
25 Ibíd., 30, 24.
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padre más que todos los demás hijos26. Esta será la causa de la envidia de sus hermanos. Su historia juvenil está marcada por la traición, el abandono y la injusticia, al menos, a los ojos del lector que no conoce el final del relato; serán precisamente éstas características las que sean redimidas por la comprensión vital y religiosa de la acción de Dios, post-facto27 . José es pastor de ovejas como lo serán otros hijos marcados por la misma suerte de José y será no sólo el 'salvador' de su clan sino también padre de Faraón28.
José dice por ejemplo que fue enviado por Dios ([šüläHaºnî ´élöhîm])29. Por boca de su padre, José sabe que su madre muere en el camino de Éfrata, o sea Belén, dando a luz un hijo: Benjamín, su hermano menor. Este detalle es muy importante para la hilación de la historia mesiánica cuando al primer ungido (Saúl) se le pida visitar la tumba de Raquel. ¿Qué hace un ungido en una tumba donde, de la muerte, nace un hijo? ¿Es importante el detalle de dos hombres al pie de la tumba de Raquel para configurar una lógica narrativa de un hijo mesías?
De la historia de José, Gunkel ha destacado la composición «artísticamente articulada» que reúne y unifica materiales diversos en un movimiento lineal. Fuera de catalogarla, -en cuanto a composición- como la pieza más importante del Génesis, se dice que delata una evolución en el arte de contar30.
La misma historia de José ha sido re-interpretada en una novela posterior llamada José y Asenet31, con un acertado lenguaje de filiación divina, en la que el autor quiere «justificar la manera de vivir del judaísmo en un contexto de minoría»32. Vamos a comentar algunos apartes de
26 Ibíd., 37, 3.
27 Cfr. Gn 45, 5-8, clave de la historia de José, según el mismo juicio de la BJ, Ver nota a 45, 5. y el Comentario Bíblico San Jerónimo, 2:168, p. 147.
28 Gn 45, 8. Padre aquí es título del visir, como en ANET (Pta-Hotep, también visir, se aplica el título padre del dios). PRITCHARD, Ancient Near Eastern Texts, 412.
29 Gn 45, 5-13. Este tema es bien conocido en el EVJN (el padre que me envió).
30 Cfr. DEL AGUA, «La narración de la historia de José», 80.
31 PHILONENKO, Joseph et Aséneth, 174. La traducción en español se encuentra en: DÍEZMACHO, Apócrifos del Antiguo Testamento, 191-238.
32 GUEVARA LLAGUNO, José y Asenet, 3.
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¿Elegidos o Electores?: una perspectiva en clave bíblica
esta obra, con el fin de mostrar la hermenéutica posterior de la saga de José que reconoce en este protagonista un ideal precisamente por el tipo de filiación que tiene.
Esta novela, un anónimo de la literatura apócrifa judía, narra en 29 capítulos los amores de José con la egipcia Asenet33. La narración se centra en la descripción de dos protagonistas quienes, a su vez, adoran dioses distintos. La conversión, pues, de Asenet es un punto clave en el argumento que, según nuestro punto de vista, enfatiza las relaciones paterno-filiales.
Por ejemplo, Asenet cuando está orando delante del Señor para que la libre de los peligros que la acechan por su conversión al Dios de José, al Dios viviente, dice que aun sus padres la aborrecen por haber destruído los ídolos y ruega al Señor para que la acoja como una huérfana:
«Ayuda mi orfandad ([orphanian]), Señor, porque en ti he buscado refugio». (…) Perdóname, Señor, porque he pecado contra ti en mi ignorancia y he proferido palabras contra José, mi señor. Y no sabía, desgraciada de mí, que es tu hijo ([hyios sou]), Señor, ya que la gente me dijo que José era hijo del pastor de Canaán. Yo les dí crédito, me extravié y desprecié a tu elegido ([eklekton sou]), José; proferí contra él perversas palabras, sin saber que es tu hijo34.
La explícita centralidad del tema no se nos puede pasar por alto. José, es hijo de Dios y su filiación natural ha dado paso a otra que es esencial.
Más adelante, el padre (adoptivo) de José, el faraón, cuando conoce a Asenet, la prometida de su hijo, exclama:
Bendígate el Señor, Dios de José, que te escogió para esposa suya, porque él es el hijo primogénito de Dios ([ autos estin ho hyios tou theou ho prô totokos]). Tú serás llamada hija del Altísimo, y José será tu esposo por siempre35.
33 Cfr. Gn 41, 45.50-52.
34 JosAs, 13, 1.
35 Ibíd., 21, 3.
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La novela continúa y Asenet pasa a ser hija (adoptiva) del padre (natural) de José (Jacob):
Iré a ver a tu padre, ya que él, Israel, es también mi padre36
Cuando se encuentran, añade el texto:
Asenet se colgó del cuello de su padre, Jacob, y lo besó tiernamente37.
La datación o la autoría del libro no nos interesan fundamentalmente. Queremos fijarnos en la manera como el autor reinterpreta o expande la historia de José. El uso que hace de la temática de la filiación que parece distinguir muy bien entre un hijo y otro, o entre un hijo y 'un Hijo'. El uso que se hace del término (primogénito/[prôtotokos]) es ciertamente intencional. Faraón llama a José su hijo, pero al mismo tiempo el 'primogénito de Dios'. El narrador llama al hijo (natural) del faraón 'primogénito' ([prôtotokos]23,1), y es claro que representa el mal encarnado. Usando una estratagema de relaciones filiales, convence a Dan y Gad para que ataquen a su hermano:
(…) He oído a vuestro hermano, José decir al faraón, mi padre: Dan y Gad son hijos de las esclavas; no son mis hermanos. Aguardaré pacientemente la muerte de mi padre; acabaré con ellos y con toda su parentela para que no compartan con nosotros la herencia, ya que son hijos de esclavas. (…) Voy a matar a mi padre esta misma noche, porque él es como un padre para José ([o‘ path,r mou w‘j path,r evsti tw|/ vIwsh,f [ho patçr mou hôs patçr esti tô Iôsçph])…38.
La escena final no puede ser más conmovedora. El hijo primogénito de Faraón que ha urdido la emboscada contra Asenet y Benjamín (quien la acompaña) recibe en su sien una piedra, lanzada por Benjamín. Al ver al hijo primogénito de faraón que se levanta escupiendo sangre, Benjamín toma su espada para matarlo; al instante, corrió Leví, su hermano y le dijo:
36 Ibíd., 22, 3.
37 Ibíd., 22, 5.
38 Ibíd., 24, 8-13.
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¿Elegidos o Electores?: una perspectiva en clave bíblica (…) Hermano, no cometas semejante acción, pues nosotros somos hombres piadosos, y no está bien que un hombre tal devuelva mal por mal, ni pisotee al caído, ni aplaste al enemigo hasta su muerte. ¡Ea!, curémosle la herida y, si llega a vivir, será nuestro amigo ([philos]), y su padre, el faraón, nuestro padre ([patçr hçmôn]). Leví puso en pie al hijo del faraón, enjugó la sangre de su rostro, le vendó la herida, lo subió a su caballo y lo acompañó junto a su padre. (…) El faraón se prosternó en tierra ante Leví39.
La última frase de la novela dice: «fue José en Egipto como su padre». ([hôs patçr autou]) Y estamos, entonces, obligados a preguntarnos: ¿cuál padre? ¿como Jacob, su padre natural? ¿como faraón, su padre adoptivo? O más bien ¿como Dios su Padre esencial?
En resumen, de este José se dice que es Hijo de Dios por su modo de ser y proceder. Como en otros relatos, de éste también se dice que Dios está con él.
Podría hacerse un estudio del lenguaje antropológico y de relaciones familiares en el libro de José y Asenet. Basta una mirada veloz a las estadísticas de los sustantivos más usados (Dios, padre, hijo, hermano) para darnos cuenta de la importancia de estas relaciones; pero no nos vamos a extender en este ejemplo.
BENJAMÍN, EL HIJO CUYO NOMBRE ES CAMBIADO
Benjamín, el último hijo de Jacob (el decimo segundo), hermano de José, nacido de Raquel, en el camino de Éfrata, o sea Belén40, entre Benjamín y Efraim41, también tiene una historia conmovedora desde el inicio. Su madre muere durante el 'mal parto'42. Ésta lo llama Ben Oni, es decir, hijo de mi dolor, pero su padre lo llamará Benjamín, o sea, hijo de buen augurio43. Estos dos nombres responden a las realidades tanto de
39 Ibíd., 29, 3-7.
40 Gn 48, 7.
41 La perspectiva Benjamino-efraimita llegó a ser decisiva para la centralización del culto a YHWH Cfr. GOTTWALD, The Tribes of Yahweh, 49.177.
42 Gn 35, 16ss.
43 Otros lo hacen derivar de otra raíz: hijo de la derecha.
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Raquel como de Jacob. Del final del capítulo 42 y del capítulo 43 del Génesis nos enteramos de que Benjamín es otro 'hijo muy amado'. Pero también es notable que José, al verlo, le llame 'hijo mío' ([Bünî]44, siendo su hermano y, finalmente, no se puede ignorar que de la tribu de Benjamín saldrá el primer ungido de Israel45.
EFRAÍM, MANASÉS, LOS HIJOS ADOPTADOS
Efraím, hijo de José, nacido en Egipto, al igual que su hermano Manasés, son adoptados por Jacob en orden a la herencia46, que es no sólo la tierra (en propiedad eterna ([‘ôläm / aiônion])47 sino también la descendencia numerosa (como a Abrahám, Isaac y Jacob).
MOISÉS, EL HIJO ADOPTADO POR LA HIJA DE FARAÓN
Ha sido reconocido, desde hace tiempo, que el nombre de Moisés es derivación egipcia y significa 'hijo' el cual, muy a menudo, aparece en las formas abreviadas de nombres egipcios como Tutmosis o Ramsés48. La adopción de este 'hijo' por parte de la hija de Faraón resulta, en la narración, bastante irónica. Moisés es hijo de Amram y Yokébed49, ambos de la casa de Leví. De sólo tres meses, para ser salvado, entra en la familia de Faraón, cuya hija lo adopta como su hijo: cuando creció el muchacho, se lo llevó a la hija del faraón, que lo adoptó ([ wa|yühî-läh lübën]) y le llamó Moisés, diciendo: «Del agua lo he sacado»50. Es pertinente anotar que cuando se nombra en los relatos bíblicos, generalmente se hace inmediatamente después del alumbramiento. En el caso de Moisés, no son
44 Gn 43, 29.
45 Cfr. 1 Sm 9.
46 La nota de la BJ3 a Gn 48, 12 dice: los hijos habían sido puestos en el regazo (entre las rodillas) de Jacob, lo que parece formar parte del rito de adopción.
47 Gn 48, 4.
48 Cfr. CHILDS, Il Libro dell’Esodo, 37. Quizás el autor hebreo no tiene conocimiento de este dato y hace derivar el nombre de la raíz hebrea que significa «sacar», derivándolo de la forma pasiva del verbo «el que es sacado».
49 Ex 6, 20.
50 Ibíd., 2, 10.
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¿Elegidos o Electores?: una perspectiva en clave bíblica sus padres (hebreos) quienes le den un nombre y la nominación se retrasa para que le sea asignada por su madre adoptiva51. De su padre adoptivo, podríamos conjeturar que sea Faraón, pero no podemos ir más lejos. Cuando Moisés regresa a Egipto para «salvar al pueblo de YHWH» , explícitamente nos dice el texto que hay otro Faraón y el mensaje que YHWH le manda es el siguiente:
Y dirás al faraón: Así dice Yahvé: Mi hijo primogénito es Israel ([Bünî bükörî yiSrä´ël]). Por eso, Yo te digo: «Deja salir a mi hijo para que me dé culto». Si te niegas a dejarle salir, yo daré muerte a tu hijo primogénito.
El inicio de la liberación exódica, pues, se presenta como un asunto de padres e hijos. Los dos 'Padres' (YHWH y Faraón) tienen un primogénito ([BKr]) y en ellos se concentra la amenaza del relato, pues resulta lógico pensar que cada cual protegerá a su primogénito. Al final de las señales y prodigios de Moisés, la última señal tiene que ver con la muerte de todos los primogénitos de los egipcios. Así, el primogénito de YHWH puede salir de Egipto. Para entonces la filiación de Moisés no vale la pena buscarla, ni en sus padres naturales (Amram y Yokébed) ni en sus padres adoptivos (la hija de Faraón y su padre) sino en su padre esencial, YHWH quien le ha prometido estar con él y ha actuado en él como si Moisés fuera el mismo Dios52.
SAÚL, EL HIJO DÍSCOLO53
Todo en la historia de Saúl parece funcionar bien: es hijo de Quiš, un benjaminita; es un joven aventajado y apuesto54. Su primera tarea, apenas iniciado el relato, es buscar unas asnas. Con este pretexto él y su criado van en la búsqueda de Samuel quien ya está informado, por Dios,
51 Siguiendo esta lógica, es pertiente prestar atención a la nominación por parte de un nuevo Padre: YHWH nombra en la creación, nombra de nuevo a Abrán (Abraham Gn 17,5), a Jacob (Israel Gn 35,9). Del mismo modo, los nombres corresponden a realidades existenciales: Noemí se llamará Mará y, de nuevo Noemí (Rut 1,20), Samuel quien debería llamarse Saúl, recibe el nombre de Dios: (šem-el) el nombre de Dios es EL. Cfr nota de la BJ a 1 Sm 1, 20.
52 Cfr. Ex 3, 12; 4, 16; 7, 1.
53 Un buen artículo sobre la narrativa de este episodio en SAÜL LEFÈVRE, le fils envoyé.
54 1 Sm 9, 2.
Apuntes Ignacianos 58 (enero-abril 2010) 32-54
Luis Guillermo Sarasa Gallego, S.I.
de este encuentro. La misión que le será encomendada por Dios está sintetizada en la expresión: él librará a mi pueblo de la mano de los filisteos, porque he visto la aflicción de mi pueblo y su clamor ha llegado hasta mí55 . Este último dato nos transporta inmediatamente a la misión de Moisés, el hijo adoptivo de la hija de Faraón56. Dios se busca personas, según su corazón y les exige fidelidad y obediencia. La unción de Saúl como rey, relatada en el capítulo 10 del primer libro de Samuel tiene muchísimos detalles asombrosos como son todas las señales que Samuel le anuncia a Saúl para que entienda que fue el mismo YHWH el que lo consagró como jefe de su pueblo Israel para que lo libere de la mano de los enemigos. La primera señal la encontrará en la tumba de Raquel donde encontrará a dos hombres. Pero, ¿qué significan dos hombres junto a la tumba de Raquel a donde tiene que ir este mesías? ¿Qué importancia le da el relato a la preocupación de su padre que dice: ¿qué debo hacer por mi hijo?57 ¿Qué intención tiene, dentro del relato, la mención de tres hombres que suben hacia Dios en la encina del Tabor?
Dios se busca personas, según su corazón y les exige fidelidad y obediencia
En la configuración de este hijo mesías parece muy importante el hecho de que una vez reciba el espíritu de YHWH ([ rûªH YHWH(´ädönäy])58 será transformado en 'otro hombre'. Una vez reconocidas estas señales, Saúl regresa y, en trance con los profetas, la narración lo presenta, de nuevo como el hijo de Quiš pero para añadir una pregunta de alguien: ¿y quién es su padre? ([ûmî ´ábîhem] LXX: [kai tis patçr autou])59, como si la nueva persona‘ no fuera conocida. Muy relevante, de igual manera el hecho de que Saúl pueda actuar a voluntad porque Dios está con él60.
Lamentablemente, Saúl no cumple la misión y así se lo hace saber Samuel:
55 Ibíd., 9, 16.
56 Gn 3, 7.10.
57 1 Sm 10, 2.
58 Ibíd., 10, 6.
59 Ibíd., 10, 12.
60 Ibíd., 10, 7.
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¿Elegidos o Electores?: una perspectiva en clave bíblica
Samuel dijo a Saúl: «Te has portado como un necio. No has cumplido la orden que Yahvé tu Dios te ha dado; entonces Yahvé hubiera afianzado tu reino para siempre sobre Israel. Pero ahora tu reino no se mantendrá. Yahvé se ha buscado un hombre según su corazón, al que ha designado caudillo de su pueblo, porque tú no has cumplido lo que Yahvé te había ordenado.»
Saúl, a quien David le perdona la vida en dos ocasiones, llama ‘hijo mío’ a su enemigo61 sólo en el momento en el que experimenta que su adversario está lleno de Dios:
1 Sm 24, 17-23
Cuando David hubo acabado de decir estas palabras a Saúl, dijo Saúl: «¿Es ésta tu voz, hijo mío David?» Y alzando Saúl su voz, rompió a llorar, y dijo a David: «Más justo eres tú que yo, pues tú me haces beneficios y yo te devuelvo males; hoy has mostrado tu bondad, pues Yahvé me ha puesto en tus manos y no me has matado. ¿Qué hombre encuentra a su enemigo y le permite seguir su camino en paz? Que Yahvé te premie por el bien que hoy me has hecho. Ahora tengo por cierto que reinarás y que el reino de Israel se afirmará en tu mano. Ahora, pues, júrame por Yahvé que no exterminarás mi descendencia después de mí y que no borrarás mi nombre de la casa de mi padre». David se lo juró a Saúl. Éste se fue a su casa y David y sus hombres subieron al refugio.
1 Sm 26, 21-27
Respondió Saúl: «He pecado. Vuelve, hijo mío, David, no te haré ya ningún mal, ya que mi vida ha sido hoy preciosa a tus ojos. Me he portado como un necio y estaba totalmente equivocado». Respondió David: «Aquí está la lanza del rey. Que pase uno de los servidores y la tome. Yahvé devolverá a cada uno según su justicia y su fidelidad; pues hoy te ha entregado Yahvé en mis manos, pero no he querido alzar mi mano contra el ungido de Yahvé. De igual modo que tu vida ha sido hoy de gran precio a mis ojos, así será de gran precio la mía a los ojos de Yahvé, de suerte que me libere de toda angustia». Dijo Saúl a David: «Bendito seas, hijo mío David. Triunfarás en todas tus empresas». Siguió David por su camino y Saúl se volvió a su casa. 61 Ibíd., 24, 17.
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La historia de Saúl, pues, está llena de detalles que no son meramente anecdóticos y que hacen parte de una configuración. Su caso, sin embargo, nos sitúa más cerca de la ‘desafiliación’62. Las palabras de YHWH lo confirman: «me arrepiento de haber dado la realeza a Saúl porque se ha apartado de mí y no ha ejecutado mis órdenes»63 y la sentencia de Samuel sella el veredicto: «Porque has rechazado la palabra de Yahvé, él te rechaza para que no seas rey»64. La desafiliación de Saúl es reconocida por él mismo como necedad y equivocación.
JONATÁN, EL HIJO DE OTRO PADRE
Es significativo el hecho de que Jonatán, uno de los hijos de Saúl, narrativamente hablando, cambie de padre. El pacto en el que se presenta a Jonatán tiene una característica que vale la pena subrayar: se trata de un pacto de hermandad ante YHWH.
Se enteró David de que Saúl había salido a campaña para buscar su muerte. Estaba entonces David en el desierto de Zif, en Jorsa. Jonatán, hijo de Saúl, se levantó y fue donde David, en Jorsa, le dio ánimos en Dios, y le dijo: «No temas, porque la mano de Saúl, mi padre, no te alcanzará; tú reinarás sobre Israel y yo seré tu segundo. Hasta mi padre Saúl lo tiene sabido». Hicieron ambos una alianza ante Yahvé; David se quedó en Jorsa y Jonatán se volvió a su casa65.
¿Para qué un hombre, hijo de un rey y cuya realeza está asegurada, le entrega la realeza a otro a quien el narrador llama prójimo?66 La
62 La desobediencia se va tipificando como causa de la desafiliación. A propósito, dice VON RAD: «Saúl estuvo (…) en la boca de todos y llegó a ser tema para los poetas. Pero la fe vio en él sobre todo al Ungido que escapa de la mano de Yahvéh y abandona el escenario, para ceder el puesto al que viene; es decir, al abandonado por Dios, al que ha ido de ilusión en ilusión, al desesperado que por fin será devorado por una oscuridad sin piedad. Las narraciones acompañan al desgraciado rey hasta el fin de su camino con profunda simpatía humana, desarrollando una tragedia que, en el último acto, adquiere una grandeza sublime. Nunca Israel ha creado una forma poética tan cercana al espíritu de la tragedia griega.»: Teología del Antiguo Testamento I, 402.
63 1 Sm 15, 11.
64 Ibíd., 15, 23.
65 Ibíd., 23, 15-18.
66 1S 15,28: y Samuel dijo (a Saúl): «Hoy te ha desgarrado Yahvé el reino de Israel y se
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¿Elegidos o Electores?: una perspectiva en clave bíblica amistad entre Jonatán y David es sellada con otra expresión magnífica: [HWH(´ädönäy) yi|hyè Bênî ûbêneºkä] Dios esté entre tú y yo67.
Un detalle más se les escapa a muchos exegetas que usan el análisis narrativo: Jonatán es presentado, singularmente, como quien ama a alguien ‘como a sí mismo’. Es tal vez el único personaje en la narración que cumple cabalmente el mandamiento del amor. Amar al prójimo como a sí mismo no es la identificación usual de los personajes sino de la ley misma68. De Noé se dice que es un hombre justo y perfecto, de Abraham se destaca su obediencia y su fe; de Moisés se dice, por ejemplo, que era el hombre más humilde69 sobre toda la faz de la tierra; cada personaje va siendo caracterizado según la importancia del motivo. De ninguno, en cambio, se había dicho que amara a alguien como a sí mismo.
Finalmente, al conocer la muerte de Jonatán, David lo llamará hermano: «lleno estoy de angustia por ti, Jonatán, hermano mío»70 justo porque hijos del mismo padre esencial.
Amar al prójimo como a sí mismo no es la identificación usual de los personajes sino de la ley misma
La lógica narrativa nos invita a pensar que fuera de las relaciones de amor entre Padre-Hijo, hay algo más que supera las terrenales. Es decir, el bien está por encima de las mismas relaciones entre un hijo y un padre. Jonatán es un prototipo de esta característica.
lo ha dado a otro mejor que tú». (lürë‘ákä ha††ôb mimmeºKKä). 1S 28,17: (dice Samuel) Yahvé ha cumplido lo que dijo por mi boca: ha arrancado Yahvé el reino de tu mano y se lo ha dado a otro, a David ([lürë‘ákä lüdäwìd]). ([rë‘á]) es el mismo término empleado en Lv 19, 18b: Amarás a tu prójimo ([lürë‘ákä]) como a ti mismo.
67 1 Sm 20, 42.
68 Lv 19, 18.34. Cfr. Mt 19, 19; 22, 39; Mc 12, 31; Lc 10, 27; Rom 13, 9; Ga 5, 14; St 2, 8.
69 ([‘änäyw]) Nm 12, 3.
70 2 Sm 1, 26.
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DAVID, EL HIJO MENOR
David, otro pastor, es último entre sus hermanos (el más pequeño, que está guardando el rebaño)71. Este es el segundo «ungido» en Israel y llegará a ser el modelo de ungido (Cristo) posteriormente. Su modo de ser hijo comienza a ser delineado en el consejo que YHWH da a Samuel para reconocer, entre los hijos de Jesé, al que ha de ser ungido:
No mires su apariencia ni su gran estatura, pues yo lo he descartado. No es como ve el hombre, pues el hombre ve las apariencias, pero Yahvé ve el corazón72.
Una vez es reconocido, dice el texto que vino sobre él el espíritu de YHWH73. Este dato ya había sido mencionado en el relato de Saúl. Seguidamente, en un nuevo relato, correspondiente a otra tradición, a David se le pone en la corte como instrumentista, tañedor de la cítara y con la curiosa función de ahuyentar el mal espíritu que acompaña a Saúl. Lo que nos llama la atención del texto es la manera como David viene presentado. Para ello, el narrador usa expresiones como:
Un hijo de Jesé, el belemita74 y YHWH está con él.
Tu hijo David (v. 19)
Su hijo David (v. 20)
Tu hijo David (v. 22)
Saúl le cobra un afecto tal que le pide a Jesé, su padre natural, que su hijo se quede con él. La relación entre los dos es de una lógica tal (no obstante las diversas tradiciones) que Saúl pide que le vistan con sus propios vestidos a la hora de enfrentar a Goliat. Curioso dato nos da el narrador: los vestidos de Saúl no le quedan a David75; más adelante, sin embargo, sabremos que los vestidos de Jonatán le casarán perfectamen-
71 1 Sm 16, 11.
72 Ibíd., 16, 7.
73 Cfr. 1 Sm 16, 13.
74 Ibíd., 16, 18.
75 Ibíd., 17, 38.
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¿Elegidos o Electores?: una perspectiva en clave bíblica te. Estos datos no son meramente folclóricos como habremos entendido, sino que responden a una lógica narrativa que no deja estos detalles sin hilación.
Por otro lado, con todos los datos que poseemos sobre el conocimiento que tiene Saúl de David, qué puede significar la pregunta de Saúl después de que David triunfa sobre Goliat: ¿de quién es hijo este muchacho Abner?76. El lector atento no puede dejar pasar por alto este llamado de atención del narrador, máxime cuando la interrogación se repite: «pregunta de quién es hijo este muchacho» (v. 56). Y más adelante, él mismo le pregunta: ¿de quién eres hijo, muchacho? (v. 58). Es claro que el narrador está poniendo una atención máxima al tema de la filiación.
David, ya ungido, nos contará una historia llena de afiliaciones y desafiliaciones. Con la profecía de Natán77, nos volvemos a enterar de cómo actúa una persona que está con Dios: «Respondió Natán al rey: Anda, haz todo lo que te dicta el corazón, porque Yahvé está contigo»78. Y enseguida, luego de que YHWH recuerde la alianza que ha hecho con David le promete a su descendiente que será Padre para él y él será su hijo79. Esta fórmula de adopción es la primera expresión de mesianismo real80. Otros gestos de David realzan su condición de Padre: la acogida de Meribaal, el hijo de Jonatán, para quien David ordena devolver todas las propiedades de Saúl, además de mandar que viva con él, en su propia casa; es decir, de volverse su padre81.
La desafiliación de David, por su crimen82 –que por su impacto en cualquier lector no juzgamos pertinente recordar textualmente– no lo hace menos hijo y será el motivo por el cual David pida perdón sincero a YHWH. Después de la muerte de su primer hijo de Betsabé, llegará otro hijo con una historia más para contar.
76 1 Sm 17, 55.
77 Cfr. 2 Sm 7.
78 2 Sm 7, 3.
79 Ibíd., 7, 14.
80 Cfr. nota de la BJ a 2 Sm 7, 14.
81 2 Sm 9, 7.13.
82 Cfr. 2 Sm 11.
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SALOMÓN, EL HIJO AMADO (YEDIDÍAS)
Una vez engendrado y dado a luz, Salomón es nominado por sus padres. Pero, la narración, inmediatamente, le otorga otro Padre y otro nombre:
2 Sm 12, 24-25
David consoló a Betsabé su mujer, fue donde ella y se acostó con ella; dio ella a luz un hijo y se llamó Salomón; Yahvé lo amó, y envió al profeta Natán, que lo llamó Yedidías, por lo que había dicho Yahvé.
El amado de YHWH (Yedidías) obtendrá la herencia del reino de su padre, por encima de los demás hijos con derechos sobre ella.
EL JUSTO, HIJO DE DIOS
El discurso de los justos y los impíos, en el libro de la Sabiduría, pone en contraste dos modos de ser. Para decirlo con nuestros términos: por un lado los desafiliados; por otro, el justo (afiliado). Los primeros le echan en cara al justo su pretendida 'filiación'. Dicen que «se llama a sí mismo hijo del Señor» ([paida kyriou])83 y que ¯se ufana de tener a Dios por padre ([kai alazoneuetai patera theon])84. Concluyen, pues, que si el justo es hijo de Dios ([ei gar estin ho dikaios hyios theou])85, él se encargará de librarlo y protegerlo de cualquier mal. El narrador, irónicamente, vuelve a poner en boca de los desafiliados una expresión de asombro, después del juicio y teniendo al justo maltratado en frente después de una muerte afrentosa y la ignominia: ¿cómo pues ha sido contado entre los hijos de Dios ([hyiois theou]) y tiene su herencia entre los santos?86 Después de narrar la suerte de los impíos, el autor dirá que la recompensa (¿la herencia?) es la vida eterna ([dikaioi de eis ton aiôna zôsin])87.
83 Sab 2, 13.
84 Ibíd., 2, 16.
85 Ibíd., 2, 18
86 Ibíd., 5, 5
87 Ibíd., 5, 15
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¿Elegidos o Electores?: una perspectiva en clave bíblica
LA HIJA (¿ESPOSA?) ADOPTADA, PROSTITUIDA Y PERDONADA
En el libro de Ezequiel, en el capítulo 16, leemos el relato que ha sido llamado la 'historia simbólica de Jerusalén'. Con esta narración queremos terminar esta nueva visita de hijos e hijas veterotestamentarios. Si bien este pasaje ha sido catalogado como haciendo parte del lenguaje conyugal ya usado por Oseas y Jeremías88, no es del todo claro pues hablando el profeta, de parte de YHWH, éste es padre, esposo y fiscal. YHWH parece colocarse aun por encima de estas designaciones. Para nosotros, lo importante es la lógica divina que será revelada en el relato y, por tanto, dejamos fuera de discusión este asunto, de modo que podamos leer donde decimos hija, también esposa.
Desde el comienzo, el narrador asigna la identidad. Se trata de Jerusalén (v. 3). Del mismo modo le asigna sus padres (padre amorreo y madre hitita (v. 3), de modo que el lector entienda que se trata de un caso (lógicamente metafórico) de adopción por parte de YHWH. Dramáticamente conocemos la suerte de esta hija, desde su nacimiento abandonada: 16, 4-6
Cuando naciste, el día en que viniste al mundo, no se te cortó el cordón, no se te lavó con agua para limpiarte, no se te frotó con sal, ni se te envolvió en pañales. Ningún ojo se apiadó de ti para brindarte alguno de estos menesteres, por compasión a ti. Quedaste expuesta en pleno campo, porque dabas repugnancia, el día en que viniste al mundo. Yo pasé junto a ti y te vi agitándote en tu sangre. Y te dije, cuando estabas en tu sangre: «Vive»
La imagen continúa exponiendo, además de la misericordia con esta hija, el modo amoroso como el nuevo Padre engalana a su hija y explicitando los deberes del Padre al establecer una alianza con ella:
88 ALONSO SCHÖKEL-SICRE DÍAZ, Profetas, comentario II, 727.
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16, 8-12
Entonces pasé yo junto a ti y te vi. Era tu tiempo el tiempo de los amores. Extendí sobre ti el borde de mi manto y cubrí tu desnudez; me comprometí con juramento, hice alianza contigo –oráculo del señor Yahvé–y tú fuiste mía. Te bañé con agua, lavé la sangre que te cubría, te ungí con óleo. Te puse vestidos recamados, zapatos de cuero fino, una banda de lino fino y un manto de seda. Te adorné con joyas, puse brazaletes en tus muñecas y un collar a tu cuello. Puse un anillo en tu nariz, pendientes en tus orejas, y una espléndida diadema en tu cabeza.
Confirmado el esplendor que adquiere esta hija, el relato nos cuenta de su prostitución:
16, 15-17
Pero tú te pagaste de tu belleza, te aprovechaste de tu fama para prostituirte, prodigaste tu lascivia a todo transeúnte entregándote a él. Tomaste tus vestidos para hacerte altos de ricos colores y te prostituiste en ellos. Tomaste tus joyas de oro y plata que yo te había dado y te hiciste imágenes de hombres para prostituirte ante ellas.
En los versos siguientes, el narrador contará, con dolor, todas las prostituciones, abominaciones y pecados de esta hija y de su olvido de la historia inicial. Comparada con Sodoma y con Samaría, éstas salen mejor libradas del juicio. A Sodoma se le recuerda por haber olvidado al pobre y al indigente y ante los pecados de Jerusalén, tanto Sodoma como Samaría resultan justas89.
El anuncio, después de la exposición de la realidad, será el restablecimiento. Y si bien hay incluso un anuncio de desafiliación‘, de rompimiento de la alianza90, éste se cambiará abruptamente en una alianza eterna ([Bürît ‘ôläm])91. Es justo en este momento cuando la hija se dará cuenta de quién es YHWH, cuando él la haya perdonado.
89 Cfr. Ez 16, 49.51-52.
90 Ibíd., 53.59.
91 Ibíd., 60.62.
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¿Elegidos o Electores?: una perspectiva en clave bíblica
La lógica que se revela en esta narración no puede ser más contundente: Dios, es un Padre-esposo misericordioso que establece su alianza para siempre, a pesar de la desafiliación unilateral. La fidelidad de Dios es subrayada de modo admirable con esta alegoría que tal como la presenta el narrador, deja enmudecida a la hija misma que, en ningún momento habla.
JUAN EL BAUTISTA, UN HIJO DE DIOS ANTES DE NACER
Dios, es un Padre-esposo misericordioso que establece su alianza para siempre, a pesar de la desafiliación unilateral
En el NT la lógica de la narración veterotestamentaria no se rompe por completo. La configuración de los hijos no excluye los precedentes. Es notable, por ejemplo, que también su madre sea estéril y su padre anciano, con lo cual la intervención de Dios cobra fuerza y es relevante, pues el criterio que está a la base es la acción de Dios, especialmente en los casos en los que el hombre no tiene una solución. Igualmente, el nombre para el bautista, le es asignado, desde antes por medio del ángel de Dios. Se llamará Juan y estará lleno de espíritu santo ya desde el seno de su madre92. Tanto la esterilidad, la dificultad, como la acción de Dios, la ulterior nominación como la característica del Espíritu de Dios estaban presentes en los hijos veterotestamentarios estudiados. Su nombre, pues, le llega de Dios y su padre natural no hace más que obedecer la orden del ángel como mensajero del padre esencial.
92 Cfr. Lc 1, 13ss.
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Luis Guillermo Sarasa Gallego, S.I.
JESÚS, EL HIJO UNIGÉNITO, EL BIEN-AMADO, EL 'HIJO DE DIOS'
El caso Jesús es, ciertamente, único pero la lógica de la narración, en cuanto a la configuración del hijo incluye, sin duda, las anteriores. Sus nombres se pre-anuncian pues es un hijo querido por Dios: le pondrás por nombre Jesús, porque salvará a su pueblo93 y enseguida: le pondrás por nombre Emmanuel94. En efecto, le ponen por nombre Jesús95 y añade el evangelio lucano que él «será llamado Hijo de Dios»96.
En la persona de Jesús habría que estar atentos a captar la caracterización de este hijo y a los detalles que hemos descubierto en otros hijos (el nombre, la obediencia, el espíritu del Señor, la unción, la función de pastor, las designaciones como hijo y unigénito, bienamado y elegido, los rasgos de la tipificación del justo, etc.).

93 Mt 1, 21.
94 Ibíd., 1, 23; Is 7, 14; Lc 1, 31.
95 Mt 1, 25; Lc 2, 21.
96 Lc 1, 35.
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Dimensión antropológica de la elección
Mauricio Cardona E. Mauricio Cardona E. Mauricio Cardona E. Mauricio Cardona E.
La elección en la vida espiritual, y la elección en la vida corriente, está en mi sentir más vigente que nunca. Nunca antes el ser humano se había encontrado en una situación planetaria tan delicada. Cuando la encaramos serena y valientemente, como creo que está ocurriendo en muchos escenarios hoy en día, se empieza a reconocer que por acción o por omisión hemos producido decisiones que por sus múltiples efectos nos parecen aterradoras y que en mucho contrarrestan, por lo menos momentáneamente, los maravillosos efectos que el hombre ha producido en su historia.
Quiero compartir con ustedes dos o tres reflexiones, a manera de puntos, que espero que al mirarlos de conjunto más tarde, hacia el final, constituyan un todo coherente que responda a la inquietud de una dimensión antropológica al tema de la elección.
* Antropólogo de la Universidad de Antioquia. Master of Arts de Louisiana State University en Baton Rouge. Trabaja muy cercano al sector de gestión humana en las organizaciones del medio y se desempeña como consultor independiente de organizaciones en desarrollo humano, liderazgo y transformación de cultura corporativa. Es miembro del grupo fundador del Centro de Fe y Culturas de Medellín y miembro de varias juntas directivas de organizaciones del sector social.
Apuntes Ignacianos 58 (enero-abril 2010) 55-69
Mauricio Cardona E.
1. En primer lugar, lo que constituye la fenomenología de la elección en sí, a la luz de mi propia experiencia y a la luz de las disciplinas, principalmente sociales, aplicadas al caso de la vida del hombre por diferenciación con la vida de las otras especies del reino animal y vegetal.
Cada acción que iniciemos, o cada respuesta que hagamos, así como cada elección de no iniciar acción o no responder, van creando nuestra realidad
Inicialmente quisiera expresar la idea de que vivir es elegir, si bien esa misma idea y lo que parece derivarse de ella podamos luego verla de otra manera. Nuestra vida está constituida por un infinito número de posibilidades de iniciativa de acción o de respuesta a los estímulos externos a cada momento. Cada acción que iniciemos, o cada respuesta que hagamos, así como cada elección de no iniciar acción o no responder, van creando nuestra realidad. En ello hay un emergente acuerdo en todas las disciplinas del hombre. Y examinando con frecuencia lo que va siendo mi propia vida no parece inicialmente que hubiera una manera de escapar de esta idea. Hoy en día reconocemos que no solo existe la multicausalidad y que la vida que construimos no es una linealidad secuencial de eventos sino que es una red compleja de causas y efectos. Causas que son efectos a su vez, y efectos que son causas de otros, formando ese complejo fenómeno que llamamos experiencia. Siempre todo ello mediado por la dimensión del tiempo en donde el corto, el mediano y el largo plazo, por decir algo, son horizontes dentro de los cuales va ocurriendo esa multicausalidad. Esto anterior se constituye en una pista inicial para el análisis de la situación crítica que vive el hombre contemporáneo ya que uno de los fenómenos que empezamos a reconocer en sus decisiones es la ausencia de una reflexión serena y profunda, una consciencia clara, sobre los efectos causales de nuestras acciones en el corto mediano y largo plazo. Cuando yo examino mi propia vida veo que lo que he construido hasta hoy tiene que ver con las elecciones que he hecho. Cuando examino mi realidad actual, espiritual, emo-
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Dimensión antropológica de la elección
cional, mental y corporal, en los ámbitos social, familiar, laboral, etc., reconozco que lo que soy es lo que he venido siendo, es decir, mi manera de ver, apreciar, analizar, optar, escoger, elegir y decidir. Siempre he tenido, con consciencia o no, más lo primero (en el fondo sabemos que sí) múltiples opciones para elegir y actuar. Y en muchísimos casos (más de los que soy capaz de reconocer) los efectos de mis elecciones y acciones fueron pobremente analizados en sus consecuencias de mediano y largo plazo sobre mi vida y la de los demás. No siempre los efectos de corto plazo que engañosamente juzgamos como adecuados o buenos, nos conducen a efectos y consecuencias positivos, que se constituyen a su vez en causas para otros más en el mediano y largo plazo, para la construcción de nuestro mañana (nuestro hoy). Por eso el saber juzgar y el ser conscientes de nuestras operaciones perceptivas es tan necesario en el crecimiento personal. Porque podemos «equivocarnos» (palabra que uso en términos muy humanos por oposición a espirituales) al mirar, ver, percibir, juzgar, escoger y actuar cuando buscamos en el corto plazo la gratificación inmediata o cuando encontramos en la cosa con la cual nos relacionamos una falsa seguridad, sin un juicio cuidadoso sobre la construcción de nuestras vidas en un tiempo futuro mayor. En la comprensión de esta dinámica Ignacio de Loyola fue un gran maestro y por ello el tiempo extenso y siempre inacabado que hemos dedicado al tema del discernimiento.
Como anotan la mayoría de maestros espirituales, por ejemplo magistralmente D. Chopra en sus leyes espirituales, somos pura posibilidad. Y al mismo tiempo, como nos enseña R. Panikkar somos relación dinámica, simultánea y recíproca con nosotros mismos, con Dios, con el cosmos, con los demás. La manera de relacionarnos en esta plurirelación «cosmoteándrica» como él la denomina, constituye la manera como nuestras potencialidad pura se cultiva y se manifiesta en los actos creadores de mi realidad. No podemos no estar en relación y no podemos no estar optando entre múltiples opciones, así como no podemos no estar teniendo efectos y consecuencias sobre todos los demás y el mundo, en el corto, mediano y largo plazo. Lo interesante es que al estar construyendo nuestra realidad a cada momento estamos nosotros mismos siendo el efecto mismo de nuestras elecciones y acciones. Desde la
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antigüedad, especialmente en oriente, han llamado a este principio el principio kármico (o la Ley del Karma). Karma es acción y sus efectos y consecuencias en simultánea. Cada acción genera una fuerza de energía que regresa a nosotros de alguna manera. «Cosechamos lo que sembramos» hemos oído siempre. Así, dependiendo del modo de relación con los varios polos de la plurirelación, y dependiendo de cómo vamos, en consecuencia, optando en todo momento, vamos construyendo nuestras vidas, nuestra realidad, y vamos teniendo efectos, constructivos o deconstructivos en los demás y en el mundo. No somos seres neutrales, no podemos no influir para bien o para mal en el mundo, no somos inocuos. El efecto y sus consecuencias siempre estará allí y nosotros dentro de ellos, recibiendo, en ese flujo continuo de dar y recibir, los efectos de lo que creamos.
2. Otra idea que quiero poner a consideración es, entonces que, implícito en esta manera de ver las cosas está «escondido» el tema de los criterios que habría que tener en cuenta para saber elegir, todavía dentro de una dimensión que pudiera llamarla todavía muy clásica antropológica, de la cual propongo nos vamos moviendo hacia una neoantropolgía, pero que en sí misma contiene elementos importantes sólo que incompletos en mi sentir. Una nueva antropología, en términos ecosóficos, por ejemplo en Panikkar, tendría que tener siempre en consideración los cuatro polos de la plurirelación. ¿Cómo no? Negarlo sería casi negar la realidad que constatamos con nuestra experiencia.
Me quiero referir, entonces, específicamente en este punto a las ideas que en nuestra cultura principalmente occidental, pero más principalmente en la era de la modernidad, albergamos culturalmente todavía sobre el hombre, la vida, la naturaleza, el cosmos y Dios. Inicialmente propongo acá que el bagaje de conocimiento tácito y explícito aprendido en nuestra cultura y en nuestra época es el marco de referencia natural desde el cual vemos, percibimos, optamos y actuamos. Cuando me pregunto por los criterios para saber elegir y actuar con resultados que en el tiempo prueben ser acertados creo que nos estamos preguntando por ese «desde donde» hacemos esas operaciones. Creo también que cada
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Dimensión antropológica de la elección
vez más hoy nos está quedando claro que una cuestión muy inicial al querer entender mejor la dimensión humana de la elección es la cuestión de la mirada del observador y del creador de realidad, es decir de cada uno de nosotros desde luego siempre en situación. Somos seres situados, en el tiempo y en el espacio, en dónde toda nuestra dimensión cultural y biológica, como personas y como colectivo, condiciona, por así decirlo, todas nuestras operaciones en donde la escogencia de opciones y la potenciación de las posibilidades que somos, la elección, entra en juego.
Si seguimos pensando como siempre hemos pensado y haciendo lo que siempre hemos hecho, seguiremos obteniendo los mismos resultados que siempre hemos obtenido
Es una primerísima pregunta entonces interrogarnos: ¿desde dónde pienso, siento ya actúo? Finalmente, ¿quién soy yo? ¿Quién ese ser que elige? ¿Cómo me percibo? ¿Qué ideas sobre mí, sobre los demás, sobre la naturaleza y sobre Dios albergo en mí ser que son finalmente el criterio con el cual elijo? Recordar a Einstein en este momento vale la pena. Decía: «si seguimos pensando como siempre hemos pensado y haciendo lo que siempre hemos hecho, seguiremos obteniendo los mismos resultados que siempre hemos obtenido»; y «para salir de una crisis hay que tener un tipo de pensamiento diferente a aquel que la creo». Y otra más: «No existe mayor síntoma de estupidez que tratar de ensayar una y otra vez lo mismo tratando de obtener resultados diferentes». Se le atribuye a Gandhi la frase de que «para ir a lugares en donde nunca has estado hay que recorrer caminos que nunca has recorrido».
Todo esto lo menciono para significar que creo que hace rato hemos entrado a formar parte de una nueva época. Creo que el ser humano ya se está dando cuenta de que las viejas categorías de pensamiento cumplieron ya su papel (tiendo a pensar que con altísimos costos sociales y ambientales) y están siendo renovadas. Es un cambio de época y no una época de cambios. La especie humana se ha convertido ya en una fuerza natural (en todo el sentido de esta expresión en la ciencia «clásica») capaz de alterar
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el rumbo de su propia evolución y de su forma de relación con la naturaleza, para bien o para mal. Para muchos ha empezado hace rato un período que empieza ser denominado el «antropoceno» o el período en el cual se va cumpliendo la visión de Teilhard de Chardin de que la creación en la fase de hominización llegaría a la noosfera, antes de la plenitud en la cristosfera. Lo que finalmente está ocurriendo es la conversión de la cultura planetaria anterior (un viejo paradigma por así decirlo) en una «nueva», entre comillas, cultura planetaria en la cual se van resignificando, por la fuerza de la necesidad (y no excluyo ya acá la acción de Dios, ni mucho menos), términos como Dios, hombre, creación, vida, evolución, cosmos, naturaleza, sociedad, cultura, comunidad, competencia, etc. Su «viejo» significado ya no nos es útil si queremos permanecer en el la Tierra y si queremos conservar en la unidad una realidad cosmoteándrica, es decir, si queremos no ser una fuerza antievolutiva y deconstructora.
¿Por qué, cuándo y dónde ocurren estos cambios de paradigma en la evolución cultural humana? Cuándo un anterior sistema de pensamiento (viejas categorías culturales), es decir, toda una cosmovisión, evoluciona por necesidad hacia una nueva porque la anterior está produciendo o ha producido más contradicciones y daños que impulsos evolutivos y creadores. Entonces surge lo que E. Laszlo, el principal creador del Club de Budapest, denomina en «Quantum Shift in the Global Brain», una bifurcación. Una gran tensión que se resuelve o con extinción o con un brinco evolutivo.
«Ampliación de techos de finitud» lo llama el P Gustavo Baena, refiriéndose a lo que finalmente es la evolución creadora o la creación evolutiva. La única manera como Dios sabe crear es a través de la evolución.
En esta nueva época la comprensión de todas las cosas ha cambiado. El cambio principal (difícil de decir el principal) ha sido precisamente ese que se encierra cuando decirnos «todas las cosas». Quizás lo que estamos siendo invitados a pensar ahora en esta nueva cosmovisión, es en El Todo. En el todo en términos espacio temporales, en términos energéticos y materiales, y en términos socio culturales. Es un período en donde el hombre empieza a despertar
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Dimensión antropológica de la elección como de un sueño y recordar un conocimiento que se había olvidado en la modernidad. Estamos saliendo del período del Gran Olvido como lo denominan algunos pensadores cristianos y entrando en la era de recuerdo. Del re-cuerdo. De volver a encordar lo desencordado, o sea re-encordar el desparramado ser humano que producimos en el intento de descentración del hombre en la naturaleza en la historia reciente, y a traer al cordio (al corazón), recordar, otra vez lo que siempre hemos sido. Ya en la Tierra, ha habido miles de manifestaciones culturales que han expresado anteriormente la visión holística, o sea la idea de interconexión profunda, y a veces oculta a los cinco sentidos, que hay en todo. En la unidad en lo que llamaos cosas (en plural). Ya que según esta vieja nueva visión todo es uno en multicausalidad e interconexión profunda, sistémica pero sobre todo orgánica.
Lo que nos pasó es que la cultura planetaria dominante, quizás porque el hombre, principalmente en la que denominamos la cultura occidental moderna, en su búsqueda de sí mismo, a través de organizaciones colectivas de significado llamadas culturas, echó por así decirlo en una dirección que lo sacó de sí mismo y se externalizó de tal manera que creyó encontrar sentido a su búsqueda en la cosas físicas de la realidad, a través de la posesión, dominio, y conquista. «El conquistador, creyendo que conquistaba, terminó siendo conquistado y víctima de lo que conquistó» diría Facundo Cabral, cayendo en el mayor obstáculo o en la mayor trampa para encontrar su camino hacia la felicidad: los apegos a las cosas o ideas asociadas con la conquista de las cosas materiales. Eligió mal, diríamos en el vocabulario que estamos utilizando en este simposio. Y mal porque en la gran «corrección de rumbo» que el ser humano está haciendo en este momento de la historia se ha dado cuenta de que si no se da esa corrección de rumbo no va a ser sostenible su relación con la naturaleza, ni con los demás, y finalmente porque se está dando cuenta de que su relación consigo mismo y con Dios ha estado desfigurada en esa cultura desadaptativa que hoy en día presenciamos a través de manifestaciones como las macrocrisis planetarias. Por eso quiero reiterar en este rápido discurrir, que hay, entonces, grandes supuestos sobre la realidad que han estado siendo olvidados y luego recorda-
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dos en los últimos años. Es desde de la cosmovisión, y el paradigma resultante en esa dinámica de construcción cultural desde donde se percibe, analiza, elige y actúa, y desde donde se producen esos efectos positivos o negativos.
El aprendizaje que vamos haciendo en la sociedad y la cultura nos va preparando para un modo de consideración de las opciones, y un modo de elección en la vida muy diferente
Si el paradigma contiene presupuestos sobre la realidad que favorecen la evolución en su amplio sentido, si se amplían los techos de finitud y permiten generar más vida, si favorecen el que haya mucha mayor diversidad de la vida y la cultura, y mucha mayor inclusión, flexibilidad y adaptabilidad de los seres, se va manteniendo la continua creación evolutiva. En otras palabras si la cultura reinante va incluyendo estos presupuestos y se van convirtiendo en el «ADN» cultural que se aprende y se practica con la acción humana en la tradición, el proceso de elegir, es decir el proceso de cocrear la realidad va siendo en la dirección que favorece al todo y a lo que en sociología y moral denominamos el bien común.
Y aunque suene negativo expresarlo en la siguiente forma (solo lo hago para lograr un mayor énfasis de las ideas), quiero decirles que cuando la concepción sobre el hombre se basa en el solo individualismo, cuando creemos que la competencia es el motor de la selección natural, cuando las repercusiones de nuestras acciones tiene como horizonte sólo el corto plazo, cuando no sabemos que somos relación dinámica con nosotros mismos con los demás con el cosmos y con Dios y éstas se consideran separadas y no correlacionadas, el aprendizaje que vamos haciendo en la sociedad y la cultura nos va preparando para un modo de consideración de las opciones, y un modo de elección en la vida, que finalmente se basará en el interés personal y no en el bien común. Modo de elección que en términos generales entorpece el proceso creativo, o la acción de Dios en el mundo. ¿Cómo elegir sabia y responsablemente desde la separación y la fragmentación y sin estar en una
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Dimensión antropológica de la elección
posición existencial holística que nos ubique en las repercusiones de largo plazo de nuestras acciones? Ahí hay una pista importante para el arte de aprender a elegir bien.
Al contrario, cuando la realidad la percibimos dentro de una cosmovisión «nueva» reconozca la colaboración y la solidaridad como el motor de la creación biológica y social, cuando todos nos vamos reconociendo como hermanos, iguales y unidos formando una sola familia humana, cuando no nos percibamos separados de la naturaleza, el mundo y el cosmos sino que somos naturaleza, mundo y cosmos, y cuando la concepción que vamos teniendo de Dios nos permita sentirlo internamente, el aprendizaje que vamos haciendo en la sociedad y la cultura nos va preparando para un modo de consideración de las opciones, y un modo de elección en la vida muy diferente. Será un modo de elegir responsable que finalmente se basará en el interés común y no en el interés personal. Modo de elección que en términos generales favorecerá el proceso creativo, o la acción de Dios en el mundo a través de nosotros como cocreadores. ¿Cómo no elegir sabia y responsablemente cuando los criterios para la elección humana se basen en la confianza, la cooperación, la colaboración, la verdad, la coexistencia, es decir desde el amor (no habría que usar calificativos a la acción humana), y la posición existencial holística nos ubique en las repercusiones de largo plazo de nuestras acciones? San Agustín nos decía «ama y haz lo que quieras».
Creo que de eso se trata la cultura planetaria que está emergiendo en esta nueva época del recuerdo, de la cordura, de la cordialidad, es decir del corazón, por oposición la nefasta (por sus efectos), de una cultura de la insensibilidad y de la razón pura.
3. Un tercer punto que ofrezco a consideración y que expresa más abiertamente unas ideas contenidas (y represadas) en la exposición anterior es el siguiente. Como ya probablemente se han dado cuenta me cuesta trabajo mantener la discusión en un lugar (¿cómo expresarlo?) netamente antropológico desde la clásica antropología que todavía se enseña en las ciencias sociales. Para mí eso ya no tiene mucho sentido. Por eso decía que una nueva antropología
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o neoantropología está siendo escrita en el camino de la historia y su inspiración humana viene más desde la física moderna, la cosmología y la teología. Me siento más inspirado, me ha ayudado a rehacer más mi vida, y creo que le sirve más a la humanidad entera un tipo de pensamiento holístico como el de nuestros ancestros en las sociedades tribales monoteístas (o pananteístas); O como el del profundo y adelantado a su tiempo primer «analista espiritual» (perdón por la concesión que me hago) Ignacio de Loyola; O como el de los cosmólogos posmodernos como Laszlo y Panikkar; O como el de los aportes que está siendo la teología de la creación y de la tierra (Dennis Edwards, Leonardo Boff, Gordon Kaufman, Andrés Torres, Bruce Sanguin, Sallie McFague, Stephen Bede, Diarmuid O’Murchu, Frasser Wats, entre otros siendo el primero Teilhard de Chardin); O como el de los investigadores de la consciencia humana como Ken Wilber, Allan Watts, Gary Zukav; O como el de los Padres de la Iglesia y místicos como San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Ávila: O como el de los investigadores contemporáneos del aprendizaje humano (Petter Senge, Otto Scharmer y Margareth Withley) y finalmente como los del reciente enfoque apreciativo del cambio de sistemas sociales como David Cooperrider y Diana Whitney. Al citarlos de conjunto así, y eso puede ser una buena noticia, siento que definitivamente hay suficiente evidencia de que el paradigma clásico modernista cambió. En el «nuevo» nuestra comprensión de la realidad, del cosmos, de Dios, del hombre y de nosotros mismos va siendo otra cosa. Y en esta nueva comprensión ni nos tendríamos que esforzar en hacerle énfasis al tema de cómo elegir responsablemente. No obstante, los paradigmas cambian lentamente, la humanidad va entrando en el nuevo pensamiento poco a poco, y aunque su emergencia subyacente puede ser un salto «cuántico» repentino, esta no se manifiesta inmediatamente por lo que hay necesidad de practicar la nueva propuesta antes de que los costos sociales y ambientales sean mayores.
Pero lo que quiero decir es que lo que he ido aprendido de mi trabajo interior y de mi ejercicio profesional a parir de todos estos nuevos maestros, mi comprensión de Dios, del Cosmos, del Hombre y de mi como persona ha cambiado. Ya no puedo mirar toda esta fenomenología desde la fragmentación y la separación. Algo en mi
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Dimensión antropológica de la elección va diciendo (Dios que me va guiando), como ya lo revelaba Ignacio de Loyola, y todos estos nuevos maestros que cité, que la creación entera tiene un principio y un fundamento, y que está llena de sentido y significado. Específicamente:
· Que el cosmos revela más de Dios de lo que hasta ahora habíamos notado (o que se nos había olvidado).
· Que el cosmos, o la creación entera, está habitado por Dios y que su dinámica creativa que llamamos evolución es la manera como Dios crea.
· Que por consiguiente en la dinámica del cosmos vemos que Dios crea con lo que crea. Su modo de crear es desde adentro y desde lo creado, para afuera y para adelante. La naturaleza entera, o el cosmos mismo es eso: creación evolutiva continua.
· Que en ese cosmos creado y creativo el hombre como criatura le da pleno sentido a la creación. Es su expresión última que el mismo Jesús anunció y encarnó.
· Que por consiguiente Dios y hombre son inseparables. No podemos hablar del uno sin el otro. Ser creador implica criaturas creadas. Ser criatura implica un creador. Por participación de Dios somos su imagen y semejanza.
· Que nosotros estamos siendo habitados por ese Dios creador, en el que a su vez estamos, que nos busca crear desde adentro y nos llama a cocrear con el hacia fuera y hacia delante, es decir hacia el otro y hacia la finalidad de la creación misma (quizás el punto Omega de que hablaba Teilhard).
· Que la cultura humana es por consiguiente esa forma de relación del hombre con su creador y con lo creado. Que el modo de relación lo es todo y que ahí está la clave para saber ver, considerar opciones, elegir y actuar. Cuando lo hacemos en función de ese todo elegimos responsablemente y producimos efectos positivos en el despliegue evolutivo de la creación. Cocreamos.
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· Que la sociedad humana se va configurando dependiendo de la forma de relación que vaya adoptando, y esta a su vez va dependiendo de la consciencia que vayamos teniendo de los efectos y repercusiones de esa forma de relación. Finalmente evolucionar es crecer en la consciencia de la plurirelación.
· Que cuando con nuestro trabajo interior nos relacionamos con nosotros mismos alineando nuestra realidad física y nuestra personalidad con el alma y con el todo en la unidad con Dios vamos descubriendo nuestro poder personal auténtico y vamos aprendiendo como potenciar toda la posibilidad que somos en un ser plenamente volcado a la cocreación con Dios mediante nuestras elecciones responsables y conscientes.
Vivir es elegir, que existir es ser, ser es vivir
lo que somos, creación continua de Dios
De todo lo anterior creo yo que se desprende, y volvemos a mis comentarios iniciales, que vivir es elegir, que existir es ser, ser es vivir lo que somos, creación continua de Dios, y que vivir en coherencia con lo que somos es sabe elegir todas nuestras acciones en concordancia con nuestra naturaleza de criaturas divinas. Siempre que no lo hagamos, o vivamos así, nos enredamos. O por lo menos así me ha pasado en mi existencia.
¿Qué significa finalmente esto? Que las opciones no son de uno; que están dadas por el Creador en la continua evolución creadora. Qué uno como persona, así como toda esta «doliente humanidad» como diría el P. Baena está siendo configurada por Dios Creador encarnado en Universo y que por consiguiente todas nuestras operaciones nos son dadas por el Creador, así como todas mis elecciones me son dadas por El. «El que elige no es uno», finalmente entendemos en la espiritualidad ignaciana así como en la teología contemporánea. Cada uno es elegido o fue ya elegido por el mismo hecho de ser criatura, hijo del amor creador que es Dios. Cada uno es llamado o fue llamado por el mismo hecho de ser criatura, hijo del amor creador que es Dios. Y cada va construyendo su respuesta configurando con ello su existencia. Esa liber-
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tad de responder sabiamente con elecciones sabias a la voluntad del Creador constituye no sólo una nueva mirada fresca y liberadora del concepto mismo de libertad sino que constituyendo un gran avance sobre cómo vivir la vida e ir construyendo la felicidad, en plenitud del ser en Dios, a la que todos estamos llamados.
Cuando Ignacio en los ejercicios de segunda semana nos propone meditar y contemplar en el misterio de la encarnación, por ejemplo, y cuando luego nos invita a hacer los ejercicios de la llamada jornada ignaciana, nos está haciendo partícipes de su propia experiencia de discernimiento, y nos está invitando a hacer lo propio para el fin de ordenar nuestra vida y descubrir la voluntad de Dios para con cada uno, de tal manera que afinemos nuestra escucha frente al llamado que somos y nuestra respuesta frente al hecho de la elección que Dios ya ha hecho al crearnos a cada uno de nosotros y que mediante el ejercicio de sentir al Señor íntimamente nuestra respuesta sea la de seguirlo e imitarlo fielmente.
Entonces elegir va siendo otra cosa. Me parece que sencillamente tiene que ir siendo un proceso de discernimiento continuo en donde seamos capaces de poner los fines últimos de las cosas, de nuestras elecciones y acciones, en los medios que utilicemos para alcanzar dichos fines conscientes de los efectos y consecuencias de corto, mediano, y largo plazo sobre nosotros mismos, sobre los demás y sobre el Cosmos, y conscientes de que entorpecemos o no la acción creadora de Dios en el Universo, ubicados siempre en un pensamiento unitivo y no dualista.
Es un proceso de comprender y entender toda la dinámica de la creación de una nueva manera en donde sintamos que estamos siendo llamados a colaborar en la creación a través de todo lo que hagamos.
Es un proceso en el cual vamos sintiendo a manera de una nueva comprensión, escuchando y viendo de otra forma, que nosotros somos igualmente receptores directos de los efectos de todas nuestras decisiones, elecciones y escogencias que hagamos. Que todo
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es un dar y recibir, en esta reciprocidad y simultaneidad de la creación, y que dando recibimos y recibimos dando.
Es un proceso en cual si no optamos consciente y responsablemente, de todas maneras escogemos movidos quizás por otras fuerzas interiores no tan ordenadas que nos pueden conducir a sufrir efectos y consecuencias no deseadas de nuestros actos. «O escogemos conscientemente, o nuestras intenciones inconscientes escogerán por nosotros » suele decir Gary Zukav analizando la dinámica del poder auténtico o el poder interior cuando hemos alineado la personalidad con el alma.

Es un proceso que si está asentado en una mirada negativa y deficitaria de la realidad, es decir, una mirada en donde la existencia es una sucesión de problemas por resolver y no en una mirada positiva de apreciación y gratitud por la vida y la creación, concretamente por la vida mía y de todos los demás (y todo lo demás), la existencia se puede convertir a su vez en una sucesión de malas elecciones y consecuencias negativas. Cuando entendemos, en una nueva comprensión que emana del contacto íntimo con el Dios creador que nos habita, que la vida que nos es dada es interdependiente de la vida de todo y todos los demás y que sólo creciendo en la unidad crezco yo al crecer todos y crecen todos al crecer yo, entendemos el verdadero concepto de servicio. Servicio como acto de amor que significa entrega continua para que nuestra vida sea de utilidad para todos.
Es un proceso que sencillamente, desde una actitud unitiva e integral, consiste en cultivar la plurirelación cosmoteándrica, que tiene su fundamento en el cultivo de la relación de intimidad con
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Dios, a través de lo que llamamos oración, interiorización o introspección, o reflexión ya que en El, como decíamos anteriormente, está todo lo demás. Esta nueva imagen de Dios que se nos está revelando no puede permitir que el proceso de saber elegir responsablemente siga siendo considerado como un esfuerzo humano cuyo mérito está en uno. Seguir creyendo eso sería tal vez estar resistiéndose a la creación continua dentro de un anacronismo que los tiempos nuevos no permiten ya más.
Elegimos bien cuando aceptamos la voluntad de Dios. Elegimos bien cuando la elección se la entregamos al Creador que ya
nos había llamado y elegido primero
Elegimos bien cuando aceptamos la voluntad de Dios. Elegimos bien cuando la elección se la entregamos al Creador que ya nos había llamado y elegido primero. Elegimos bien cuando reverenciamos y respetamos la creación. Elegimos bien cuando somos conscientes de la acción creadora de Dios en nosotros. Elegimos bien cuando vanos sabiendo cómo vivir en la unidad dentro de las múltiples relaciones que constituyen nuestra realidad. Elegimos bien cuando ponemos la vida al servicio a los demás. Elegimos bien cuando adoptamos una mentalidad sapiencial y no racionalista.
En suma, elegimos bien cuando amamos. Cultivar el amor en todo lo que somos y hacemos es nuestra tarea. Desde ahí sabremos elegir bien, no como acto de la voluntad propia y desde una posición racionalista sino desde un llamado interior que nos dice cómo elegir sabiamente.
Darnos cuenta de todo, esto es formarnos para saber elegir, sabiamente, nuestra respuesta al llamado del Creador y de la vida misma.
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Josefina Castillo, a.c.i.
La mujer como acompañante espiritual en el proceso de elección y reforma de vida
María María María María María
Hoy no voy a hablar de algo que todos conocemos y seguramente mejor que yo, el proceso de elección y reforma de vida en los Ejercicios Espirituales Ignacianos. Simplemente quiero compartirles mi experiencia como mujer acompañante en este proceso, que con cierta frecuencia lo hago fuera de EE. No todo el mundo tiene la oportunidad de hacerlos completos y me piden que los/las acompañe en circunstancias que requieren discernimiento inmediato, como es la elección de estado ya sea en la vida religiosa o en el matrimonio.
Hace un tiempo preparé a un niño para la Primera Comunión. Su hermanito de seis años se iba a bautizar el mismo día y me dijo: ¿por qué no me preparas también para el bautismo? Sé muy poco de pedagogía infantil, pero me aventuré a pasar unas horas con el pequeño, aun-
* Licenciada en Filología Románica, de la Universidad de Barcelona, España. Cursos de teología en Barcelona y La Coruña, España. Cursos de psicología en la Universidad Pedagógica de Bogotá. Actualmente soy Coordinadora de la casa de Ejercicios y Encuentros Santa María, de las Esclavas del Sagrado Corazón de Jesús en Bogotá.
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María
La mujer como acompañante espiritual en el proceso de elección y reforma de vida que con mucho miedo, porque así, de sopetón, yo no sabía concretamente qué quería.
Poniendo sus coditos en mis rodillas y mirándome me dijo: ¿por qué nos tenemos que bautizar? Yo, intentando ponerme a su nivel le dije: mira, igual que cuando tu papá quiere pertenecer a un club tiene que comprar una acción y cuando se la dan ya pertenece al club, así nosotros necesitamos el bautismo para pertenecer a la Iglesia, ¡ser hijos de Dios! Y como un rayo me contestó: ¿si ya somos hijos de Dios desde el principio, no ves que todos nacemos de la barriga de Dios? El no sabía nada de Iglesia, pero tenía experiencia de Dios por el trato con su madre y una experiencia muy tierna, muy existencial. Yo quise meterle teología y no funcionó. No usábamos el mismo lenguaje.
No es fácil ser acompañante espiritual de nadie y menos de un niño. Pero tenemos que arriesgarnos, porque todos necesitamos la ayuda de otra persona para crecer, para conocernos, para irnos integrando como seres humanos, para descubrir algunas respuestas a tantos interrogantes que tenemos. Y una mujer, con su intuición femenina, su capacidad de sintonía con quien se le acerca a pedir ayuda, su poder de escucha y compasión, puede llegar a ser una gran acompañante espiritual. Es más, hoy, cuando el sacerdote abarca tantos campos de trabajo y misión, se nos solicita más que nunca este acompañamiento. Aclaro, no es porque tenemos que cubrir los vacíos que dejan los varones, es que tenemos unos valores muy positivos para el acompañamiento espiritual.
En una Iglesia patriarcal, como la católica, con un acento clerical tan fuerte y arraigado en el pueblo, lo normal ha sido tener acompañante espiritual masculino y además sacerdote. Con la ventaja de tener con él la posibilidad de recibir el sacramento de la reconciliación, que pareciera ser el broche de oro de un buen acompañamiento. Generalmente quienes buscamos acompañamiento espiritual llevamos también nuestro fardo de pecados, o de escrúpulos, que nos angustian. La salvación eterna es un móvil muy fuerte en la vida del cristiano latinoamericano por la cultura que tenemos; aunque hoy muchos digan que nada es pecado, pero cuando en la enfermedad la fiebre pasa de cuarenta, se cuestionan. Aunque entre nosotros no existe la cultura de una mujer acompañante espiritual, se va logrando poco a poco.
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María Josefina Castillo, a.c.i.
CARACTERÍSTICAS DE LA MUJER ACOMPAÑANTE
Qué bello es ir descubriendo cómo nuestra misma constitución femenina nos va convirtiendo en generadoras de vida, así no seamos madres biológicamente. Es más, la maternidad no es lo único que define nuestro género femenino, sino nuestra manera de pensar, de sentir, de proyectarnos, de hacer lectura de la realidad, la manera de actuar, la forma de responder a la alianza con Dios, o sea, la espiritualidad propia. Sencillamente asumir nuestro género femenino, ya nos pone en actitud de dar vida a otro/a.
Cuando una mujer
se prepara para ser acompañante espiritual es porque primero ha hecho un camino de búsqueda y encuentro personal con el Señor
Los sentidos femeninos tienen también unas características que ayudan a la mujer a sentir con el otro(a), a comunicarse con cierta facilidad, a comprender la fragilidad y la potencialidad del ejercitante:
Cuando una mujer se prepara para ser acompañante espiritual es porque primero ha hecho un camino de búsqueda y encuentro personal con el Señor. En esa amistad con Jesús, su mirada se vuelve más humana y humanizadora, puede ver más allá de la apariencia, puede llegar hasta el corazón de las cosas. La sencillez con que la otra persona le entrega su vida íntima la desarma y la pone incondicionalmente al servicio del hermano(a).
El sentido del oído es la ventana de la escucha1. Y sólo después de la escucha vendrá el diálogo. Una mujer consagrada al servicio de Dios en sus hermanos, está atenta a sus gozos y dolores. Esa mujer se parece al vigía oteando el horizonte para descubrir de lejos por dónde va la vida del otro(a). En mi experiencia lo más sagrado de este proceso es escuchar.
1 Cfr. MERCEDES NAVARRO PUERTO, Cinco mujeres oran con los sentidos. Bilbao, España 1997, 17-54.
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La mujer como acompañante espiritual en el proceso de elección y reforma de vida
Yahvéh se manifestó en el AT por medio de la palabra, a través de los profetas: «escucha Israel…» hasta llegar a la plenitud de los tiempos y encarnar la PALABRA que da vida. Por eso la escucha es la postura lógica de quien busca al Señor de la vida. Y la salvación nos viene por medio de la escucha.
Una mujer, María, escuchó y acogió la invitación de Dios para ser la Madre de su Hijo querido. Gracias a su Fiat alcanzamos la salvación. Las pocas veces que aparece María en el evangelio está en actitud de escucha: en la Anunciación, en el pesebre escucha a los pastores, a los reyes de oriente; en la pérdida de Jesús en el Templo, en las Bodas de Caná, a la puerta de la sinagoga, en la cruz. Tolo lo iba guardando en su corazón para comprender la voluntad del Padre.
El olfato es un sentido cargado de misterio y sutileza. Nos pone en contacto con la realidad sin tocarla ni escucharla, pero sabemos que está allí. Sin buscarlo, nos comunica con lo inmaterial, con lo infinito, en una palabra con Dios.
Nosotras, mujeres latinoamericanas, discípulas y misioneras, sentimos la necesidad de desarrollar este sentido, para distinguir el olor del espíritu del mal, del olor a Cristo, a evangelio, a Reino. Discernir lo bueno de lo malo, «desde el conocimiento y buen juicio »2. Debemos aprovechar el don que nos dio Dios, de tener tan agudo este sentido, para ponerlo a su servicio.
El gusto es quizá el sentido más desarrollado y que más satisfacciones nos da. Dios nos hizo necesitados de alimento, para ganar fuerza, para vivir. La mesa es lugar de encuentro y de amistad. El diálogo, en el acompañamiento, tiene sabor a compartir la mesa y de eso sabemos las mujeres.
Finalmente las mujeres hemos sido privilegiadas con el tacto para ser dadoras de vida. Frente a un Dios infinitamente amoroso necesitamos tocar y ser tocadas místicamente por El. Nuestra sensibilidad recla-
2 Flp 1, 9.
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ma el contacto personal, la caricia de la madre, la mano del amigo, la mirada del necesitado que nos toca las entretelas del corazón, el grito del que sufre que toca a nuestra puerta. También tendemos la mano firme para ayudar a reconstruir ese mundo interior roto por el pecado y por tantas limitaciones internas y externas.
Creemos que la intuición femenina, es un don de Dios dado a la mujer de manera especial, para descubrir empíricamente qué necesitan los demás, lo que nos da vida, nos pone en peligro o nos amenaza. Y esas intuiciones son generalmente contundentes, porque nacen de la búsqueda de la vida, del sentimiento, del deseo de felicidad.
La intuición al servicio del evangelio es de una riqueza inmensa, porque dentro del campo de la fe, que no es científico, ni estrictamente histórico, el mensaje de Dios tiene un hálito de misterio, de incertidumbre, de ilógico, de «sí, pero cómo», se requiere de un «sexto sentido» que nos ayude a aceptar y asumir lo que no vemos ni tocamos, pero creemos. Es mucho lo que podemos aportar a la fe de la persona acompañada, desde la intuición femenina de lo trascendente.
La intuición femenina nos ayuda a ser receptivas, escuchar desde dentro la situación del otro(a) a ser tolerantes con sus limitaciones (la madre espera nueve meses para tener al hijo entre los brazos) a leer desde la postura corporal cómo se está sintiendo la otra persona.
Nuestra fortaleza está basada en la limitación de nuestras fuerzas físicas, en la fragilidad y sensibilidad femeninas, que han incrementado nuestras resistencias morales y psicológicas. El sólo hecho de traer un nuevo ser al mundo, supone una entereza sin límites.
Jerónimo, Ambrosio, Tertuliano, Agustín, Isidoro de Sevilla y en general los Santos Padres veían en la mujer un ser carnal y sexual, frente al hombre espiritual, quien quedaba atrapado en el espíritu ante las insinuaciones femeninas. Y mejor dejemos pasar lo que pensaban de la mujer Santo Tomás y otros doctores de la Iglesia. Ante semejantes convicciones, ¿qué papel podía desempeñar la mujer en la Iglesia, si no era recluirse en el claustro o en el hogar, para no causar un mal mayor a la humanidad?
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La mujer como acompañante espiritual en el proceso de elección y reforma de vida
En cuanto la mujer ha tenido acceso a la formación teológica y se le ha permitido la formación académica en todos los campos, va alcanzando unos niveles de profesionalismo, que unido a las características femeninas la hace persona muy apropiado para acompañar al «otro» «otra» en el proceso de conversión y de crecimiento personal.
Si Ignacio volviera hoy, posiblemente cambiaría de opinión acerca de las mujeres en la Iglesia y quizá, quizá hasta se animara a dejarse acompañar por alguna…
En las Anotaciones de los Ejercicios Espirituales que tienen como objetivo ayudar tanto al acompañante como al ejercitante, San Ignacio muestra una prudencia y respeto enormes hacia quien hace los Ejercicios, de manera que desde el principio existe la conciencia de que este tiempo maravilloso es asunto entre el(a) ejercitante y Dios.
El(a) acompañante se convierte en observador, para ayudar al ejercitante; en sistema de alarma, para captar si la persona necesita ser animada, según el movimiento de espíritu y qué reglas platicarle, si las de 1ª o 2ª semana; en caja de resonancia para que el ejercitante se conozca mejor a sí mismo; en aguijón para que avance o se convierte en freno, según vea necesario; y en varita mágica para ayudar a descubrir los vericuetos del mal espíritu.
Estas actitudes brotan de manera natural en una buena acompañante, porque esa madre que todas llevamos dentro nos da la habilidad para entender al otro(a) en sus diferentes facetas: miedo, ansiedad, angustia, mecanismos de defensa, transparencia, docilidad, resistencia, seguridad, confianza.
También corremos un peligro: que desde ese instinto maternal queramos irrumpir en el espacio sagrado de la conciencia, en involucrarnos en la historia de la otra persona y de manera inconsciente manipularla, lo cual iría totalmente en contra el discernimiento y la elección.
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LA MUJER SIEMPRE PRESENTE PERO SILENCIADA EN LA IGLESIA
El acompañamiento espiritual de una mujer no es nada nuevo pues las encontramos ya en el Antiguo y Nuevo Testamento, en las primeras comunidades cristianas, durante la época medieval, el renacimiento hasta nuestros días. Pero no ha sido lo corriente.
María fue la acompañante espiritual de Jesús durante toda su vida, e indudablemente Ella lo ayudó a crecer progresivamente en el conocimiento de la Escritura, de la Voluntad de Dios y de la entrega a los hermanos. Me gusta pensar que el Padre Nuestro, que según los evangelistas salió de la boca de Jesús, fue sencillamente una recopilación de las oraciones que Jesús escuchó a María, llamando Padre a su Señor, alabándolo como lo hizo ante su prima Isabel, su Ecce ancilla Domini, llamándose Esclava del Señor, su Principio y Fundamento, su Todo. Seguramente los dos, o los tres, con José, pidieron al Padre el pan de cada día, cuando escaseaba el trabajo, y posiblemente Jesús escuchó a María suplicar a Dios que no la dejara desfallecer en la misión encomendada –no nos dejes caer en la tentación–. María no fue solamente mamá de Jesús, como toda mamá, fue su compañera incondicional, comprensiva, amorosa y firme hasta el final.
María fue la acompañante
espiritual de Jesús durante toda su vida
Varias mujeres siguieron a Jesús en su vida pública, lo acompañaron no sólo para servirlo y servir a sus compañeros, sino seguramente fueron su fortaleza, su consuelo. Con ellas tuvo que compartir sus experiencias, sus fracasos ante un pueblo de dura cerviz, sus alegrías, cada vez que daba vida a los enfermos, a los pobres, a las mujeres, a los niños. El hecho de haber elegido a las mujeres para darles la primicia de su resurrección nos hace pensar la estrecha relación de Jesús con ellas. No podemos pensar que solamente lo servían con sus bienes y su trabajo. Eran parte de su compañía, sus discípulas.
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La mujer como acompañante espiritual en el proceso de elección y reforma de vida
En la Iglesia primitiva las mujeres ejercieron ministerios que luego se les fueron retirando: diaconisas; profetisas; viudas consagradas; presbíteras, o ancianas educadoras; vírgenes consagradas3; al servicio del evangelio4.
Ellas y otras muchas mujeres fueron realmente discípulas de Jesús, a quien conocieron a través de los discípulos. No es necesario tener mucha imaginación para suponer las dificultades que encontraron en su misión, pues el pueblo judío no cambió su mentalidad patriarcal con el mensaje de Jesús. De hecho, poco a poco va desapareciendo de la escena eclesial el protagonismo de estas discípulas.
Sin embargo, en los albores de la edad media, siglos IV y V, las Ammas del desierto gozaban de los mismos privilegios que los Abbas. Muchas de ellas fueron mujeres cultas, conocedoras del evangelio y muy apreciadas por la Iglesia. Se las consideraba como madres espirituales y los monjes iban a su encuentro en busca de dirección y aliento para seguir adelante en su entrega a Dios. Algunas vivían como anacoretas, otras en monasterios. Las hubo en Bizancio, en Egipto, en Palestina, en la Península Ibérica y otros lugares de Europa5.
Con el tiempo empieza el recelo sobre la capacidad de las mujeres como guías espirituales y se les van cerrando las puertas a estas abadesas que buscaban una entrega total a Dios en los monasterios. Parte leyenda y parte realidad, algunas recurrieron a vestirse como hombres, para no ser excluidas de una vida consagrada6. En el fondo es el miedo de los varones a caer en la tentación de la carne, cuya causa es la mujer.
Está fuera de duda que la marginación de la mujer en las religiones y concretamente en el cristianismo, ha estado determinada, sobre todo por causa de la relación que se ha establecido entre mujer y pecado7.
3 Hch 18, 26; 21, 9; 1 Tim 5, 3-13; Tit 2, 3-5; 1, Cor, 7, 34.
4 Cfr. Hch 9, 36, Tabita; Rom 16, 1, Febe; 1 Cor 1, 11, Cloe
5 Cfr. MARÍA SIRA CARRASQUER Y KANDIDA SARATXAGA, Madres del desierto y Madres de Occidente, 284.
6 Ibíd., Encontramos historias realmente novelescas, en la Parte Octava, tituladas Historias de monjas disfrazadas de monjes
7 Cfr. JOYCE S. SALISBURY, Padres de la iglesia, vírgenes independientes, USA 1994, cap. 1.
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Las monjas cistercienses Ma. Sira Carrasquer y Kandida Saratxaga, en un trabajo exhaustivo de Matrología, sobre las Madres del Desierto y Madres de occidente, nos dan a conocer un sinnúmero de mujeres que en los primeros siglos de la Iglesia tuvieron gran importancia y fueron muy influyentes, pero su misión y su palabra profética quedaron en el olvido.
El Prólogo del Tomo I es fuerte con la Iglesia, por haber silenciado la importancia e influencia de la mujer en la historia eclesiástica durante tantos siglos. Dice:
La mujer, aunque aparece en los escritos elaborados por hombres, casi siempre es desfigurada para bien o para mal; y raramente tenemos la oportunidad de conocer sus mismas expresiones, pues casi nunca han quedado cifrados, con fidelidad taxativa, su propio sentir y pensar… Casi no hay otro remedio, por más nebuloso y complejo que parezca, que recurrir al género biográfico. Durante siglos se las consideró como incapaces de crear acontecimientos e irrelevantes para el progreso de la civilización y transmisión de la fe; a pesar de que las mujeres hayan sido levadura y sal en la transmisión de la fe.
Lo que no podemos silenciar es la importancia y la influencia, en la Iglesia de su tiempo, de mujeres como Santa Catalina de Siena, gran acompañante espiritual desde sus cartas y de una Santa Teresa de Jesús, con sus escritos famosos, como Las Moradas y El camino de perfección.
MI EXPERIENCIA COMO MUJER EN EL PROCESO DE ELECCIÓN Y REFORMA DE VIDA
Haber sido acompañada
Una experiencia muy positiva en mi vida espiritual es haber sido acompañada durante los Ejercicios de año por religiosas de mi Comunidad. Al principio me costó abrirme a la acompañante, por esos esquemas mentales que viví desde el inicio de mi vida religiosa. Uno de ellos era que sólo podía acompañar los Ejercicios Espirituales un jesuita. Poco a poco descubrí como mujer, que otra mujer y más si tenía el mismo carisma mío, tenía unas herramientas preciosas para ayudarme a descubrir la Voluntad de Dios en mí, muy concretamente en el proceso de la reforma de vida.
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La mujer como acompañante espiritual en el proceso de elección y reforma de vida
Nuestra vida va avanzando en una permanente elección de cosas triviales: si voy a tal sitio o no; si hablo con esta persona o mejor no; si hago, si digo, si dejo, si no… Pueden ser cosas triviales, pero con frecuencia son elecciones que abren o cierran caminos en la vida corriente y tenemos que estar atentos. Generalmente son las cosas que queremos aclarar en Ejercicios Espirituales para ser fieles a Dios. La elección fundamental la hacemos generalmente una vez en la vida.
La reforma de vida es como la brújula que me retorna al camino cuando me perdí, ese camino que es mi proyecto de vida, el que vi como voluntad de Dios para realizarme plenamente como persona; es la oportunidad para volver al amor primero, para fortalecer mi opción fundamental, para retomar con entusiasmo, con pasión, con ilusión y fortaleza mi alianza con el Dios de la vida.
Estos dos momentos son cruciales en los Ejercicios Espirituales y allí es donde he experimentado la necesidad del o la acompañante, así fuera sólo para que confirmara mi intención de «salir de mi propio amor, querer o interés»8.
Mis hermanas han sido mujeres exigentes y al mismo tiempo tiernas; directas y comprensivas. Con ellas resultó más fácil dejar caer mis máscaras, porque ellas tenían la misma sensibilidad mía y me ponían la cascarita para hacerme caer en la cuenta cuando me desviaba del camino. Sentí que vibraban con lo que yo vibraba. Sin la experiencia de haber sido acompañada me habría sido imposible ser luego acompañante.
No crear falsas expectativas cuando la persona no está madura para la elección
En el preámbulo para hacer elección9 Ignacio parte de la simple intención para ver si lo que voy a elegir sirve para lograr el fin para el cual fui creado: el servicio y la alabanza de Dios y mi propia salvación, para lo cual es necesaria la indiferencia. Esto en pocas palabras, sin en-
8 Ejercicios Espirituales 189.
9 Cfr. Ejercicios Espirituales 169.
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trar en la elección inmutable o mutable, los tiempos y los modos, sólo quiero compartir un hecho.
Es posible que la persona tenga esa recta intención, pero a veces me he encontrado con que la persona busca hacer elección o reforma de vida cuando no hay una base humana con la madurez suficiente para hacerla. Personas destrozadas por experiencias dolorosas de infancia que le hacen creer que debe tomar ciertas decisiones para superar aquello, lo cual es contradictorio porque en la elección no se trata de encontrar una solución psicológica al problema, sino de buscar y hallar la voluntad de Dios para mí. Es necesario empezar por la sanación de la persona.
Recuerdo el caso de una chica muy piadosa, aparentemente decidida a buscar y seguir la voluntad de Dios. Decía estar preparada para ello, pero su sonrisa era triste y sus ojos se humedecían con frecuencia. Le propuse hacer el Diario intensivo de Progoff, antes de iniciar un proceso de elección, yendo a su pasado para interpretar el presente y así elaborar su futuro y aceptó. Después de unos meses, cuando logró perdonar al agresor de su infancia, cuando se liberó de la ira, del miedo, de los fantasmas que le atormentaban el sueño, de la baja autoestima y se sintió realmente amada de Dios, pudo entrar libremente al proceso de elección de vida.
La
elección no
se trata de encontrar una solución psicológica al problema, sino de buscar y hallar la voluntad de Dios para mí
No vamos a contar más historias, porque sería de no acabar, pero sí insisto en que si el acompañante no conoce suficientemente al acompañado/a, quizá le sirva más de tropiezo que de ayuda. Nosotras las mujeres, en general, necesitamos estar muy cerca de la persona acompañada, sintonizamos a través del diálogo y de nuestras expresiones corporales. Lo considero una gracia de Dios. La acompañante no es «convidado de piedra», cuántas veces una mirada de aceptación, una sonrisa a tiempo, incluso una lágrima que se escapa, puede ayudar al acompañado/a, a abrir su corazón, a sentirse realmente acompañada/o, a dar un paso al propio conocimiento y a la liberación interior.
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La mujer como acompañante espiritual en el proceso de elección y reforma de vida
Acompañar más desde el testimonio que desde la palabra
Con frecuencia escucho a las personas que piden acompañamiento, que están cansadas de consejos, de palabras, de discursos, buscan orientación para encontrar la voluntad de Dios desde su propia experiencia.
Por eso es importante que la acompañante lo sea más desde sus convicciones que desde sus palabras. Cuando nuestras reacciones son más emotivas que cerebrales, (no hablo de sensiblería sino de sentimiento) mueven más al ejercitante, porque uno proyecta lo que siente y eso convence más que los conceptos. El acompañado/a espera de nosotros/as que estemos convencidos de lo que hablamos y generalmente lo captan desde cómo vivimos.
También he escuchado a bastantes personas que buscan el acompañamiento de tal o cual acompañante porque es auténtico/a, porque vive lo que piensa. En el tiempo de elección, o de reforma de vida es definitiva la confianza que tenga el acompañado hacia el/la acompañante.
Al acompañar en dinámica de discernimiento la búsqueda de la voluntad de Dios para la persona, se ha de tener en cuenta:
Partir desde la vida, la realidad, fiel al proceso personal y al camino de fe del acompañado/a.
Ofrecer los criterios de discernimiento que iluminen su vida y su búsqueda de la Voluntad de Dios.
Poner a la persona a orar y detectar mociones.
Uno mismo, como acompañante orar sobre lo que la persona ha compartido y busca.
Ayudar a «leer» la voluntad de Dios en lo que la persona ha examinado y cree es de Dios.
Confirmar la elección según si hay consolación o desolación, aunque luego la vida será la que confirme.
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Ser acompañante y no mamá
Cuando me encuentro con la fragilidad de las personas, inconscientemente quisiera ser consoladora más que acompañante. Pero una acompañante mujer no se puede convertir en mamá del ejercitante. No tiene sentido porque sería cortarle las alas a la persona y crear dependencia. Ahí muere la posibilidad de hacer libre elección. En la elección busco qué quiere Dios de mí, para mí, no qué piensan los demás que me conviene. No podemos negar que corremos ese peligro, porque la mujer inconscientemente busca ayudar, consolar, solucionar problemas. Esa puede ser una de las debilidades de nuestra condición de mujer.
Acompañar varones o mujeres en el momento de la elección o en la reforma de vida
Ha sido una experiencia muy interesante la reacción de los varones y de las mujeres en el proceso de elección o reforma de vida. ¿Qué he descubierto? Sin generalizar, he encontrado que los varones tienen muy claro lo que buscan, pero los jóvenes, a veces, pesan poco las consecuencias. Son claros, abiertos y decididos, llaman las cosas por su nombre, pareciera que no temen quedar mal ante uno cuando lo cuentan todo sin tapujos.
Recuerdo un novicio que en Ejercicios Espirituales llegó a la conclusión en el discernimiento, de que Dios lo quería en el ministerio sacerdotal. Resulta que el muchacho tenía relaciones con una joven y no estaba dispuesto a dejarla. Estaba en el segundo binario «quiere quitar el afecto, mas ansí lo quiere quitar, que quede con la cosa adquisita, de manera que allí venga Dios donde él quiere y no determina a dejarla, para ir a Dios, aunque fuese el mejor estado para él10».
También, sin generalizar, he experimentado que la mujer muestra cierto miedo de encontrar la Voluntad de Dios, porque siente, desde las oportunidades que hoy le brinda la sociedad, que puede encontrarlo 10 Ejercicios Espirituales 154.
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La mujer como acompañante espiritual en el proceso de elección y reforma de vida desde otras opciones. Su vida es un abanico de posibilidades y teme equivocarse. Acude a algunos mecanismos de defensa para alargar el proceso. Cuida más su imagen frente a la acompañante.
De todas maneras, varones y mujeres de hoy, sigo sin generalizar, son menos radicales y cuando hacen la elección piensan en ser fieles hasta que dejen de «sentir» esa opción como fundamental. ¿Fiel en el matrimonio? Sí, mientras haya amor. No existe el «para siempre» o es una utopía para la sociedad actual.
Personalmente me impacta más llegar con la persona, varón o mujer, al momento de la elección, que a la reforma de vida, así la elección no sea trascendental. Generalmente uno llega a la elección con muchos datos pesados y sopesados; según los estados de ánimo se ha inclinado hacia una parte u otra; ha soñado con futuros que lo realizan como criatura de Dios y ha tejido esperanzas que lo motivan a tomar un camino determinado, o disponerse a hacer lo que Dios quiera de uno. Hacer elección de vida es como nacer de nuevo, es intentar dejar al hombre carnal para hacerlo espiritual, es mirar la vida con los ojos nuevos, es salir de sí y de su propio interés para entregarse a vivir como Dios lo ha soñado para sí. Y eso no es fácil. Es el momento en el que el acompañante se hace necesario para ver con los ojos del otro el camino a seguir.
En la reforma de vida ya está hecha la elección, al menos intencionalmente, se trata de concretar los modos, las estrategias para responder con fidelidad a las propuestas de Dios. No es fácil, porque nos puede llegar la tentación de pedir «la rebaja» a esas propuestas, pero supone cierta práctica en el trato con Dios y mayor conocimiento de uno mismo.
De todas maneras son momentos en los que uno/a, como Moisés, se descalza ante el hermano, porque el lugar que está pisando es sagrado. Son los momentos de la alianza de Dios con su pueblo, con su gente, con sus elegidos. Son el fruto de una búsqueda sincera y del encuentro personal entre Dios y la persona.
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CONCLUSIÓN
Mi intención al compartir con ustedes esta experiencia de acompañante de Ejercicios Espirituales es animar especialmente a las religiosas, a prestar el servicio del acompañamiento espiritual. Dejarse acompañar para que puedan ser acompañantes. Buscar apasionadamente la Voluntad de Dios para abrir puertas y caminos a quienes están en plan de búsqueda. Prepararse y dejar de lado los temores, porque la obra es de Dios, nosotras somos simplemente elementos que queremos ser útiles a los hermanos en su búsqueda de la voluntad de Dios.
Les dejo algunos interrogantes que pueden compartir entre ustedes mismos y así enriquecer este encuentro:
• ¿Qué podría aportar al varón una mujer como acompañante en el proceso de discernimiento para la elección o reforma de vida?
• ¿Qué pros y qué contras ves en el acompañamiento femenino en el proceso de la elección o reforma de vida?
• ¿Tiene sentido una elección o una reforma de «vida para un ratico», como diría Juanes? ¿Cómo lo vería San Ignacio?
• ¿Una elección hecha a conciencia y con gran espíritu de fe es un hecho irreversible?

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María Josefina Castillo, a.c.i.
Perspectiva pastoral de la elección y la reforma de vida
Cuando se me pidió que interviniera sobre discernimiento y reforma de vida, dije que yo no era ningún experto en estas disciplinas desde los estudios y la teoría me respondieron que solamente querían que compartiera algo de mi experiencia y eso es lo que pretendo hacer en este escrito.
Sí, ha sido una larga experiencia porque ya voy a llegar a los cincuenta años de sacerdocio y mucho tiempo lo he dedicado a escuchar y a acompañar sobre todo a religiosos y religiosas en ese camino del seguimiento del Señor y en la toma de decisiones en las que muchas veces se ha jugado el destino y el sentido de la vida.
Empecé mi tarea sacerdotal con las herramientas que nos dieron la teología y la pastoral anteriores al Concilio. Éramos expertos en Denzinger, en los adversarios que se oponían a las tesis propuestas por los maestros, apenas si nos acercábamos al pueblo de Dios a través de catequesis y alguna que otra tarea pastoral. Los Ejercicios no tenían la relevancia que hoy tienen y el tipo de vida que llevábamos estaba marcado por el alejamiento del mundo y el cultivo del estudio y de la vida espiritual.
* Licenciado en Filosofía y Teología de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Actualmente, Párroco de la parroquia San Francisco Javier, en Bogotá
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Gonzalo Gonzalo Gonzalo Gonzalo Gonzalo Amaya Otero, S Amaya Otero, S Amaya Otero, S .J .J .J
Gonzalo Amaya Otero, S.J.
El estilo de los Ejercicios era de cinco pláticas al día, silencio absoluto y ningún acompañamiento personal. Eso sí, no faltaba la confesión Fuera de unos triduos de Semana Santa los laicos no gozaban de este medio, a no ser las famosas Misiones Populares que eran ejercicios de primera semana, con énfasis en lo que se llamaban «postrimerías» en forma de sermones para multitudes.
En tiempos del Concilio, mientras hacía unos estudios en Roma, tuve el privilegio de hacer los Ejercicios con el Padre Jean Laplace y descubrí el camino, para mi muy novedoso de la atención a la Palabra como iluminadora del proceso de búsqueda de la Voluntad de Dios según el método Ignaciano.
El Concilio trazó horizontes increíbles de apertura y de compromiso con el mundo. No estábamos preparados para este cambio de paradigma. Nos movíamos entre la apasionante visión de la grandes líneas del Vaticano II: La Palabra, la apertura al mundo, la visión de la Iglesia como pueblo de Dios y la Liturgia renovada, frente a una inseguridad ante lo nuevo, la incertidumbre, los ensayos, la dialéctica de las invitaciones al cambio y los frenazos que aparecían por todas partes y que, en último término le han ocasionado a la Iglesia muchas de las dificultades que han llevado a no responder adecuadamente al cambio tan formidable de época que nos ha tocado vivir.
Fueron los tiempos apasionantes de Medellín y de Puebla, de la Teología de la Liberación, del compromiso con los pobres y los Capítulos Generales que, obedeciendo al Concilio, quisieron poner al día la vida religiosa.
Nuestra espiritualidad se enriqueció enormemente con la experiencia de la inserción en los barrios, con la muy numerosa literatura religiosa que, a partir de una práctica de servicio y cercanía con el pueblo, elaboró tantos escritos de inmenso valor que nos animaban con pasión. También el compromiso de tantos hermanos nuestros, laicos y religiosos que dieron su vida por los hermanos, nos iluminó y nos llenó de fortaleza. La incertidumbre era muy grande y no faltó la incomprensión , el desconcierto y el miedo de parte de superiores y superioras que veían en todo eso un compromiso revolucionario de tipo marxista, o un deshacerse de las estructuras que, durante siglos, habían sostenido la vida religiosa.
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Discernimiento. Perspectiva pastoral de la elección y la reforma de vida
Los esfuerzos por combinar renovación y fidelidad a tradiciones de siglos fueron muy grandes. Todo esto dio origen a serios conflictos que obligaron a muchos a tomar otros caminos distintos a los de la vida religiosa
Fueron muchas las deserciones y la desbandada fue impresionante. Inicialmente yo trataba de retenerlos, con el tiempo fui entendiendo que lo correcto era permitirles tomar sus decisiones con toda libertad. Ahora, sin embargo, considero que muchas veces faltó discernimiento y atención al proceso que propone San Ignacio para conocer y hallar la voluntad de Dios
Todas estas situaciones pasaban por el encuentro pastoral para discernir y descubrir la acción del Buen espíritu y del malo, en medio de tanta incertidumbre, de tantas contradicciones, y al mismo tiempo, de tanta generosidad, de mucha ilusión y muchos sueños. Fueron muy largas las horas de atención a los hermanos y hermanas, de reflexión y discernimiento.
Muchas las horas que pasé consolando, animando, ayudando a caer en la cuenta del peligro del radicalismo y del activismo desbordante y agotador. ¡Qué difícil fue mantener la fidelidad a la Iglesia y la esperanza en medio de esa noche oscura!
También fueron tiempos de una notable generosidad y de gracia, de pasión en medio de no pocas frustraciones. Sin embargo, en ese momento como que no teníamos tan claras las Reglas del Discernimiento; hasta llegábamos a dudar del valor de la oración prolongada y contemplativa.
No estábamos preparados para responder adecuadamente a estos retos del momento.
Poco a poco, liderados sobre todo por los Centros de espiritualidad como el CIRE, se profundizó con mucha seriedad en el texto ignaciano, se fue implementando el camino del acompañamiento personal, del discernimiento, de la atención a cada caso en particular. Se fueron sistematizando valiosamente tantas experiencias en este campo. Los nueve simposios sobre los Ejercicios que ha organizado el CIRE y la Universidad Javeriana, el incremento de los EVC y el método del P. Julio
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Gonzalo Amaya Otero, S.J.
Jiménez nos muestran un panorama alentador y lleno de esperanza en este camino de la renovación del espíritu.
Por otra parte, con el paso de los años he venido percibiendo que ha venido perdiendo altura ese espíritu soñador y comprometido de la década de los setenta, ochenta y noventa. Es verdad que no faltan grupos de un gran compromiso y fidelidad con el pobre. Hay experiencias sorprendentes de grupos que han perseverado junto a los más marginados y han sido capaces de sobrevivir en medio de muchas tempestades y crisis. No han faltado mártires. Pero siento que los últimos años los nubarrones se han concentrado más bien al interno de las comunidades que están pasando cierta crisis, no solamente por la falta de vocaciones y el envejecimiento progresivo, sino por la incapacidad para manejar unas relaciones auténticamente fraternas. Y esto en medio de un mundo que se derrumba por ausencia de Evangelio.
Ahora quisiera señalar algunos puntos que voy a compartir, que no significan mayor novedad, que se han repetido hasta la saciedad, pero que creo pueden dar pie a una mayor reflexión.
Confieso que en el discernimiento y búsqueda de la voluntad de Dios, una de las mayores dificultades ha sido la incapacidad de una auténtica actitud de oración al estilo propuesto por San Ignacio. Fácilmente la persona se dedica a pensar y pensar en su problema sin la disciplina de una verdadera actitud de búsqueda de la Voluntad de Dios. Cuando llegan a peguntarse por su vocación ya han perdido el hábito de la oración prolongada y no se empeñan en ponerse en serio frente al Señor que es verdadera luz sobre nuestras situaciones. Por el contrario, cuando se ponen un plan de oración son capaces de ir a lo fundamental, de relativizar las situaciones que parecen desesperadas y, sobre todo, logran poner al Señor JESÚS en el centro de su proyecto de vida.
Cuando falta esa oración centrada en la Palabra y en lo que acontece en el corazón, se desdibuja el horizonte y el sentido de la vida y nos enredamos en problemas pequeños de relaciones, de competencias, de afán de poder, de conflictos que nacen del egoísmo y de la incapacidad de manejarlos con madurez y libertad.
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Discernimiento. Perspectiva pastoral de la elección y la reforma de vida
Todas estas circunstancias pasan por el encuentro en los Ejercicios o retiros anuales. Desafortunadamente algunos ejercitantes no han cultivado una oración de discernimiento y de escucha de la Palabra. Son fieles al rezo del oficio y, como tienen tanta actividad, no alcanzan a cultivar la oración personal que es la que se pretende desarrollar en la experiencia de Ejercicios
Muchas veces he tenido que detenerme y tratar de introducir en el camino de la oración de manera sencilla, sin muchas profundidades, ayudando a que vivan serenamente el contacto con el Señor y se dispongan a ponerle atención a lo que sucede en el corazón, ponerle nombre a los sentimientos y deseos del alma.
Cuando se tiene la calma y la capacidad de dedicación de tiempo a la oración, el discernimiento se va llevando sobre un camino firme y se llega a conclusiones claras
Es que esto de identificar sentimientos e inspiraciones del Espíritu no es cosa fácil. Hay que desarrollar ese hábito de atención a lo que se asoma a la consciencia y saber determinar si son del bueno o del mal espíritu. Como se puede ver esto es «hilar delgado» y supone cierta delicadeza y alguna pericia. Para esto precisamente es el auténtico discernimiento, sobre todo las reglas de la Segunda Semana.
Cuando se tiene la calma y la capacidad de dedicación de tiempo a la oración, el discernimiento se va llevando sobre un camino firme y se llega a conclusiones claras.
Es inmensamente satisfactorio y consolador el constatar que se ha llegado a algo definido y se experimenta la paz, criterio de confirmación de haber acertado en una decisión tomada, como lo señala San Ignacio.
Y en este tema de la oración personal, quizás una de las experiencias más alentadoras y sorprendentes en el acompañamiento, es verificar la profundidad con que algunas personas acompañadas responden a la Palabra. Es una verdadera experiencia de Dios escuchar cómo la Palabra realmente ilumina la vida, transforma, toca lo más íntimo de la per-
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sona. Son momentos que invitan a la adoración admirada de una presencia y una acción del Espíritu en el corazón que ha sido dócil y ha acogido el misterio de la Voluntad del Señor.
Quizás el punto que me ha venido preocupando desde hace muchos años en el acompañamiento espiritual y los discernimientos es el tema fundamental y definitivo de la fe en el Señor JESÚS.
Con mucha frecuencia lo damos por supuesto y rara vez nos preguntamos por ella. No caemos en la cuenta de que el Señor nos hace día a día la pregunta por la fe como cuando les preguntó a los discípulos: «¿Quién dicen ustedes que es el Hijo del Hombre?»
Hace un tiempo Federico Carrasquilla me escribía:
Yo sigo convencido de lo que me decías: de que el despelote de la Iglesia y de la Vida Religiosa está en que la persona de Jesús «pasó de largo» hace muchos años. Que solo interesan las doctrinas y las normas que puedan mantener un orden y un poder que ahogan la vida y alejan del Evangelio. Quizás esto es por otro lado lo mejor de lo que vivimos: que nos damos cuenta donde está el problema y podemos poner «el dedo en la llaga» y al mismo tiempo constatamos; estoy seguro de que vos también lo has experimentado, de que hay mucha gente que empieza a vibrar profundamente por el Jesús del Evangelio. Aunque quizás no sea mucha gente, es esto lo que tiene futuro, a lo que hay que apuntarle y «dejar que los muertos entierren a los muertos».
Yo creo que eso es verdad. Es una tarea de todos nosotros, enamorarnos de Nuestro Señor JESÚS y dejar que Él sea el centro real de nuestras vidas, de nuestros intereses, preocupaciones y anhelos. La fe, como adhesión a JESÚS y su causa, es definitiva un discernimiento como Dios manda.
Si nuestra fe en JESÚS no es altamente significativa y profunda, nuestro discernimiento tendrá como punto de referencia nuestro bienestar, el que nos guste o no algo de la vida. El que no nos sintamos bien apreciados y reconocidos.
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Discernimiento. Perspectiva pastoral de la elección y la reforma de vida
Algunas veces he acompañado discernimientos en los que el resultado ha sido el dejar la vida religiosa y en los que la fe en JESÚS realmente ha sido la luz que ilumina el camino y la fuerza para dar un paso decisivo. Cuando existe esa fe en el Señor uno es testigo de tomas de decisiones acertadas y que llenan de paz. De lo contrario uno siempre teme que ha fallado algo decisivo e importante sin lo cual el discernimiento es inauténtico y vano.
A mí siempre me ha seducido aquel texto de Filipenses que nos muestra el camino hacia JESÚS por la fe. «Lo que quiero es conocer a JESUCRISTO, sentir en mi el poder de la resurrección y el compartir sus sufrimientos»1. Todos estamos en ese proceso de nunca acabar, pero hay que seguir por ahí y no desfallecer.
Para ayudar en este punto tan importante, después de la Primera Semana, antes de la meditación del Rey Temporal, siempre me ha parecido importante dedicar una oración a responder la pregunta por nuestra fe en JESÚS, íntimamente relacionada con las meditaciones del perdón y la misericordia. Al fin y al cabo es el mismo JESÚS el que nos dice «Yo tampoco te condeno…» o «Tus pecados quedan perdonados…» De allí nace la honda necesidad de pedir el conocimiento interno de JESUCRISTO . La respuesta a la pregunta por nuestra fe se va haciendo más viva, más profunda y más comprometedora a medida que se va recorriendo al camino hacia la Pascua.
Me ha servido mucho enmarcar los Ejercicios, tratando de ser lo más fiel al método de San Ignacio, primero en las preguntas que hace JESÚS a lo largo de los Evangelios, luego en la oración del Padre Nuestro, comenzando por la última petición, el mal y terminando en el Abba, Padre, alguna vez seguí las Bienaventuranzas y últimamente he trabajado con las Parábolas. Creo que esta manera de enfocar los Ejercicios acerca enormemente a la persona de Nuestro Señor y nos lleva a identificarnos con Él.
A este respecto me ha sido muy útil valerme del libro de Pagola que termina así su estudio:
1 Cfr. Flp 3, 7ss.
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El esfuerzo por aproximarnos históricamente a Jesús nos invita a creyentes y no creyentes, a poco creyentes o malos creyentes, a acercarnos con fe más viva y concreta al Misterio de Dios encarnado en la fragilidad de Jesús. Al ver sus gestos y escuchar sus palabras podemos intuirlo mejor. Ahora «sabemos» que los pequeños e indefensos ocupan un lugar privilegiado en su corazón de Padre. A Dios le gusta abrazar a los niños de la calle y envolver con su bendición a los enfermos y desgraciados. A los que lloran los quiere ver riendo, a los que tienen hambre los quiere ver comer. Dios toca a leprosos e indeseables que nosotros tememos tocar. No discrimina ni excluye a nadie de su amor. Acoge como amigo a pecadores, desviados y gentes de vida ambigua. A nadie olvida, a nadie da por perdido. Él tiene sus caminos para buscar y encontrar a quienes las religiones olvidan. Siente compasión al contemplar a los que viven como ovejas sin pastor y llora ante un mundo que no conoce los caminos de la paz. Dios quiere que en la tierra reine su justicia, que los pueblos pongan su mirada en los que sufren, que las religiones siembren compasión. Él ama a sus criaturas hasta el extremo. Identificado en la cruz con todos los derrotados y crucificados de la historia, Dios nos arrastra hacia sí mismo, a una vida liberada del mal en la que ya no habrá muerte, ni penas, ni llanto, ni dolor. Todo esto habrá pasado para siempre. Por toda la eternidad, Dios hará lo mismo que hacía su Hijo por los caminos de Galilea: enjugar las lágrimas de nuestros ojos y llenar nuestro corazón de dicha plena2
Por último es altamente significativo que la propuesta de Aparecida nos hable de «volver a JESUCRISTO».
A todos nos toca recomenzar desde Jesucristo reconociendo que no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro, con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva3
Quizás la dificultad más grande que he venido encontrando en estos procesos de discernimiento es la falta de una auténtica indiferencia. «Es menester hacernos indiferentes» dice San Ignacio. No es fácil llegar a una actitud de disponibilidad ante lo que Nuestro Señor pueda mostrar como el camino para seguir. Por eso es tan sabio y pertinente todo el
2 JOSÉ ANTONIO PAGOLA, Jesús Aproximación histórica, Madrid, España 82008, 460-461.
3 Documento de Aparecida 12.
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Discernimiento. Perspectiva pastoral de la elección y la reforma de vida trabajo de las «Dos Banderas», los «Tres Binarios» y las «Tres Maneras de Hhumildad», que nos van llevando a una entrega generosa que no se puede adelantar sin una actitud de libertad e indiferencia.
Algunas veces se nos pide acompañar un discernimiento vocacional cuando en el fondo hay una decisión tomada y quizás lo único que se pretende es justificar y llenarse de razones para seguir tranquilos lo que ya se ha decidido. Hay que insistir mucho en este tema de la indiferencia, aclarar, preguntar tal vez desenmascarar el mal espíritu que se esconde allí.
Lo importante es la decisión clara de seguir a JESÚS como sea y, desde allí, sí ver por dónde nos va llevando el Espíritu.
No faltan aquellas personas que están empeñadas en permanecer en la comunidad de todas maneras. Dicen que sienten el llamado de Dios y que esa es su vocación. No atienden razones ni acogen el parecer de personas que las conocen. Esa misma actitud está acusando una falta de indiferencia y habría que indagar cuáles son las verdaderas motivaciones para aferrarse a esa permanencia.
Como en todos estos procesos, cuando encuentra uno una apertura generosa al Señor y hay una verdadera disposición de indiferencia, aunque el seguir a JESÚS pueda implicar un camino de cruz y de humillaciones, la consolación y la paz marcan estas decisiones.
Es altamente consolador ser testigo de acciones de inmensa docilidad al Espíritu y que implican grandes sacrificios y renuncias
En este proceso de abnegación y compromiso con JESÚS, me ha servido también tener muy en cuenta, como lo propone el P. Cabarrus, algo que no puede faltar en un auténtico discernimiento, es la referencia a los pobres. «¿Que significa para los pobres mi decisión? ¿Qué sacan los pobres con esa elección que tengo que hacer?» Es una pregunta clave e iluminadora que ayuda a calibrar la autenticidad evangélica de mis elecciones.
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Gonzalo Amaya Otero, S.J.
Y cuando la divinidad se esconde… Son acompañamientos difíciles, de oscuridad, de preguntas y de silencios, de no saber… Muy valioso el consejo de San Ignacio: «En tiempo de desolación nunca hacer mudanza»4.
Es una de las constataciones más evidentes que las determinaciones tomadas en tiempo de crisis y a partir de la crisis, son siempre desacertadas. Es el momento de la paciencia, de la esperanza y de la oración de petición. Para mí ha sido muy difícil distinguir los problemas psicológicos, al estilo de la depresión, del cansancio o del agotamiento, de lo que puede ser una verdadera desolación.
Quiero compartir dos escritos que me han servido enormemente en esta tarea de acompañar. Me han iluminado, tanto en mi proceso personal como en la tarea de acompañar.
Un artículo escrito por el P. Michel Rondet, S.J, abrió en mi vida un horizonte maravilloso, me aclaró muchas dudas y me ha servido en mi tarea de acompañante. En síntesis el P. Rondet nos dice:
El discernimiento no nos entrega tales cuales son los proyectos de Dios sobre nosotros, nos dispone a reconocer en nuestros deseos y aspiraciones aquellos que pueden atribuirse al Espíritu de Cristo.
La única respuesta que podríamos dar a la pregunta que acabamos de evocar consistiría en decirle a ese muchacho o a esa niña: «La voluntad de Dios no es que tú elijas esto o aquello, consiste en que tu elijas por ti mismo, después de una reflexión leal, liberada, tanto de egoísmo como de temor, la manera más fecunda y más feliz de realizar tu propia vida. Teniendo en cuenta lo que tú eres, tu pasado, tu historia, los encuentros que has tenido, la percepción que hayas podido tener de las necesidades de la Iglesia y del mundo5.
Esta manera de entender el discernimiento supone una iluminación grande a cerca de cómo suele actuar Dios Nuestro Señor. No es el
4 Ejercicios Espsirituales 318.
5 MICHEL RONDET, «¿Tiene Dios una voluntad particular para cada uno de nosotros?»: Apuntes Ignacianos 4 (enero-abril 1992) 50. Tradución del P. ALBERTO BETANCUR, S.J. de Christus Francia, Oct.1989.
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Discernimiento. Perspectiva pastoral de la elección y la reforma de vida ordenador poderoso capaz de programar y tener presentes millones de destinos individuales y al que deberíamos interrogar con miedo y temor acerca de nuestro porvenir, sino que es el Amor que ha corrido el riesgo de llamarnos a la vida, semejantes y a la vez diferentes, para ofrecernos la alianza y la comunión. Esta idea me ha servido inmensamente para ayudar a recorrer el camino de la búsqueda de la Voluntad de Dios.
El segundo es el del Padre Xavier Quinzá, dice el autor:
Relacionar a Dios con el mundo de nuestros deseos nos puede dar la clave para revitalizar nuestra vida. Queremos descubrir lo que sucede cuando acercamos nuestros deseos al fuego del amor de Dios. Nuestro deseo de Dios es lo que nos hace permanecer en la oración. En ella despertamos el corazón para que aprenda a adorar sin reservas. Sin embargo para aprender a adorar debemos aprender a desear. Si no nos reconciliamos con nuestros deseos no podemos acercarnos sinceramente a Dios. Ni tampoco llegaremos a saber quiénes somos. Si abrimos espacios para el deseo en nuestra vida, podremos beber en la fuente viva de todo deseos que es Dios6.
A partir de este principio y siguiendo el mismo derrotero de los Ejercicios, el P. Quinzá nos va llevando hasta que nuestros deseos se vayan identificando con los de JESÚS, el crucificado y el resucitado.
Esto de montar todo el proceso sobre nuestros deseos me ha resultado un camino muy efectivo para acercar las vidas de muchas personas al Señor que actúa misteriosamente y en un silencio inmensamente discreto.
Como decía anteriormente, este servicio de acompañar, es una fuente increíble de gozo y esperanza, de dolor y de crisis. Aunque siempre se nos ha aconsejado la necesidad de mantener una discreta distancia, sin implicarnos afectivamente en los procesos que vive el acompañado, difícilmente uno puede permanecer impasible ante las múltiples situaciones que experimentan los que nos confían sus penas, sus frustraciones y sus sentimientos más profundos.
6 XAVIER QUINZÁ LLEÓ, Desde la zarza. Para una mistagogia del deseo, (Caminos 36), Bilbao 2002, 21.
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Pasa uno por momentos de fuerte pesimismo frente a la vida religiosa, lo mismo que por momentos de gran esperanza y de ilusión al entrar en contacto con personas de una generosidad increíble, de una valiente decisión del seguir a JESÚS y de comprometerse seriamente con la tarea del Reino.
Es maravilloso que se nos permita asomarnos a esos espacios de intimidad con el Señor y a percibir con más claridad la acción del Espíritu que ilumina, exige, purifica y llena de una paz increíble después de la tormenta. Muchas veces he experimentado en el fondo una santa envidia al ver cómo hay personas que llevan una vida de oración muy seria, profundamente enamoradas del Señor que se la juegan todo por seguirlo hasta el final.
Si el Señor actúa en la historia y se manifiesta con signos, la historia de muchas personas es la manifestación más clara de una presencia y una acción que van más allá de todos nuestros cálculos humanos. Uno no sabe cómo hay hombres y mujeres que, atentos a las exigencias del Espíritu y con una generosidad increíble, se comprometen en la causa del Reino. Al mismo tiempo uno tiene que callar ante decisiones que uno alcanza a sospechar que están marcadas por motivaciones no del todo evangélicas y no hay más remedio que dejarlos partir, como le pasó a JESÚS ante el joven del Evangelio.
Este servicio de acompañar discernimientos es una exigencia de pobreza y de despojo muy grandes. Uno es el primero que tiene que armarse de verdadera indiferencia y de una certeza de que es el Señor el que realmente llega al fondo de los corazones y que es el misterio de la libertad humana el que funciona en estos casos.
Si al mirar para atrás uno descubre un cúmulo de errores y desaciertos en el acompañamiento de muchas personas, es algo profundamente consolador el haber percibido el amor gratuito y sin límites del Señor que nos ha permitido ser testigos sorprendidos de la acción del Espíritu en multitud de hermanos y hermanas nuestras que se han acercado a abrir sus corazones en la búsqueda del proyecto de Dios sobre ellas.
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Un camino de libertad:Disposiciones para elegir bien
Un camino de libertad: Disposiciones para elegir bien
TJuan José Martínez Domingo, S
Juan José Martínez Domingo, S
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Juan José Martínez Domingo, S .J
Juan José Martínez Domingo, S
ELEGIR ES UN PUNTO NEURÁLGICO DE LA
ESPIRITUALIDAD IGNACIANA
odos nosotros sabemos bien que el tema de este Simposio fue el hilo conductor, hasta el leitmotiv, de la vida de San Ignacio de Loyola, buscar y hallar la voluntad de Dios.
La elección es el eje central de la experiencia espiritual de los Ejercicios Espirituales (EE), en consecuencia buscar y hallar su voluntad será un punto neurálgico de la espiritualidad ignaciana (EI), y un tema trasversal en el modo de proceder de la vida y misión del jesuita según las Constituciones.
La elección de vida, la reforma de la propia vida, son caminos de libertad, un ejercitarse en el disponer libremente de uno mismo, en la orientación de la propia vida según el fin para el que hemos sido creados.
* Licenciado en Filosofía de la Universidad de Valencia, España. Licenciado en Teología de la Universidad de Lovaina, Bélgica. Master en Administración empresarial. Ayudante y maestro de novicios durante varios años en las provincias de Aragón, Cataluña y Loyola. Actualmente trabaja en el Centro de Espiritualidad Pedro Arrupe (CEPA) en La Habana, Cuba.
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La obediencia ignaciana debiera ser asimismo un camino de libertad, una experiencia espiritual gratificante. Según la propia experiencia de superiores y jesuitas no siempre nos ha ocurrido así.
Interesará conocer las coordenadas en las que ese eje trasversal se mueve y comprender bien los temas que acompañan un punto que confesamos ser tan nuclear como es el buscar, hallar y -añado- cumplir la voluntad de Dios.
Alabo pues que estas importantes instituciones jesuíticas como son el CIRE y la Universidad Javeriana, nos estén proponiendo el estudio una vez más de ese punto difícil de los EE de San Ignacio que es la elección.
Reconozco que es más habitual trabajar en nuestros Encuentros y Talleres los temas que acompañan la elección como son el desorden propio y el pecado, el discernimiento espiritual, la indiferencia, las afecciones desordenadas, la contemplación ignaciana, las reglas de discernimiento, y últimamente un interés por entender el sentido y las reglas para un buen acompañamiento. Es menos frecuente que te llamen para hablar directamente sobre la elección de vida, sobre la toma de decisiones y la reforma de la propia vida.
Hemos oído decir o diremos nosotros mismos: la elección, la elección de vida, elegir en EE, etc. eso ya no es para mí, es algo que tengo superado, es una decisión que ya tomé, que ocurrirá una vez o dos en la vida, yo ya estoy casado, o soy religioso, no voy a cambiar mi estado de vida, por lo tanto vamos a rezar sin complicarnos más la vida ni complicarla a los demás. O bien, diremos que hacer buenos propósitos eso sirve de poco, no cambia nada, al día siguiente de terminar el retiro los propósitos de reforma quedan archivados hasta el próximo año.
En ocasiones ocurrirá que alguna persona sobre todo un religioso o religiosa en el retiro anual de ocho días te dice que quisiera pensar seriamente un tema de su vida, que debe rezar una decisión a tomar, que quisiera ofrecerse al provincial o bien que el superior le ha ofrecido tal cambio de destino, que está muy agitado por dentro, que no sabe qué hacer, que no lo acaba de ver, pero piensa que el superior ya lo tiene decidido, que hay poco que discernir ni decidir.
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Un camino de libertad:Disposiciones para elegir bien
Cuando lo ve bien y le gusta el destino, no hay nada que discernir, únicamente cuando no estamos de acuerdo creemos que hay que discernir. Suenan las alarmas de nuestras disposiciones.
En las decisiones sobre la propia vida, elección o reforma, puede revelarse un temor a crecer, un miedo al cambio, un miedo a la libertad. Una precaución a plantearme a mí mismo con hondura y de corazón una vez más la pregunta ¿qué quieres ahora, Señor, que yo haga? ¿Qué hago y qué tengo que hacer por Cristo? Ante Cristo crucificado la pregunta y su respuesta sólo pueden ser sinceras, hondas y valientes.
Se trata de reformar mi vida, reelaborar mis criterios y preferencias, purificar mis intenciones, limpiar mis adherencias mundanas, disponerme para rectificar.
Otra cuestión será saber el procedimiento, el dónde, el cómo y el cuándo del buscar y hallar su voluntad, si en retiro, o en la vida ordinaria, en qué tipo de retiro, en discernimiento personal y en acompañamiento habitual, o por mí mismo, y todo esto bajo qué condiciones y con qué disposiciones.
Será necesario constatar la presencia o no de un sujeto o personalidad espiritual correcta, el desarrollo de su propia experiencia espiritual, en unas condiciones y con unas disposiciones adecuadas, circunstancias que harán posible o no un proceso de discernimiento o deliberación siguiendo unas reglas o constantes ya experimentadas.
Con el tema que yo les estoy proponiendo deseo poner un mayor énfasis en la importancia de atender a las decisiones habituales de la vida ordinaria, más que en el procedimiento complejo de la elección en el interior de un retiro.
La EI es espiritualidad para la acción, espiritualidad en la vida y para la vida ordinaria, para tomar decisiones con criterio y desde convicciones evangélicas arraigadas, sabiendo a dónde voy y lo que busco, aunque no siempre lo vea con claridad suficiente.
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Interesa ante todo conseguir, como fruto de la experiencia de Ejercicios, una actitud o hábito espiritual permanente de búsqueda de la voluntad de Dios, un deseo sincero de agradarle en todo. Una madurez cristiana estable.
El discernimiento y acompañamiento son ayudas, instrumentos, necesarios o muy convenientes para conseguir acertar en la búsqueda, para no perderse ni quedar enredado en las tretas del mal espíritu, pero la búsqueda misma y las disposiciones son algo personal, una gracia y una tarea personales, que sí son necesarias.
La vigilancia sobre las condiciones adecuadas, psicológicas y espirituales, no aseguran de nada, pero al menos dan una firmeza mayor, una estabilidad emocional, ayudan a la perseverancia en tiempos difíciles: lo hice bien, fui libremente, nadie me violentó, puse los medios, no tuve prisa, hice lo que pude, no busqué mi propio interés, aun así no ha podido ser.
Me interesa resaltar las actitudes o disposiciones connaturales que debiera crear en nosotros la EI para llegar a vivir la vida como Jesús de Nazaret en clave de búsqueda sincera de la voluntad de Dios, como punto de partida a partir de la observación y la escucha de la realidad de las personas y de la sociedad en la que él vive y nosotros vivimos.
En la vida de san Ignacio se dan momentos excepcionales de un riguroso discernimiento y elección, como leemos en su Autobiografía y en el Diario espiritual, pero lo habitual en él era un sentir y gustar con facilidad la voluntad de Dios, gracias sobre todo a su familiaridad con Dios y al examen de conciencia repetido varias veces en el día. Sólo así será posible encontrar a Dios en la vida, que para Ignacio es prácticamente equivalente a hacer su voluntad.
Más que sobre el procedimiento, el proceso mismo o los documentos propios de la elección como tal, he pensado referirme a las CONDICIONES y las DISPOSICIONES que la hacen posible, que la preceden y acompañan.
Estarán de acuerdo: las disposiciones más adecuadas para hacer los EE y aprovechar, no son sino analógicamente las mismas disposicio-
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Un camino de libertad:Disposiciones para elegir bien nes requeridas para elegir bien, para hacer una buena y sana elección, son las disposiciones para llegar a la meta de la experiencia, «en todo amar y servir a su divina majestad»1, el deseo de corresponder sin límites, tal vez la gracia resumen de los EE y de la EI.
LA EXPERIENCIA ESPIRITUAL: EL DESEO DE CONOCER Y REALIZAR LA VOLUNTAD DE DIOS
Es un buen comienzo como experiencia espiritual aquella que dispone a «buscar y hallar su voluntad», la experiencia espiritual del que siente internamente la inquietud primordial de agradar al Señor, sin saber cómo, buscando complacerle siempre más y mejor. Así terminaba san Ignacio algunas de sus cartas, expresando para él y para todos nosotros un deseo, una necesidad y una gracia a recibir:
Que su divina y suma bondad a todos dé su gracia cumplida, para que su santísima voluntad siempre sintamos, y aquélla enteramente cumplamos.
Eso mismo le escribió San Francisco Javier a san Ignacio suplicándole su ayuda. Uno y otro, más que conocer, desean sentir su voluntad y por encima de todo cumplirla, y cumplirla con perfección, será su mayor deseo:
Ruego a vuestra santa caridad, Padre mío del alma, las rodillas puestas en el suelo, como si presente os tuviese, que me encomendéis mucho a Dios nuestro Señor para que me dé a sentir su santísima voluntad en esta vida presente y gracia para cumplirla perfectamente.
El Padre Arrupe confesaba en su declaración de renuncia por enfermedad.
Yo me siento, más que nunca, en las manos de Dios, es lo que he deseado desde mi juventud… Que busquemos constantemente qué podemos hacer en su mayor servicio, y lo realicemos lo mejor posible.
1 Ejercicios Espirituales 233.
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Ante la ley escrita o conocida, está «la ley interior ley de la caridad y amor que el Espíritu Santo escribe e imprime en los corazones»2, es la ley no escrita que obliga más, porque es la voluntad íntimamente sentida del Dios amado.
En el Diario espiritual San Ignacio pide a Jesús le conceda la gracia de «conformarme con la voluntad de la Santísima Trinidad… Dejarme gobernar por la divina majestad»3. Y a los novicios les dice que dejen su propia voluntad y juicio «para conformar el querer y sentir suyo con lo que el superior quiere y siente… para más conformarse con la eterna bondad y sapiencia»4.
No basta, pues, decir «Señor Señor», nos avisa el Evangelio, es necesario poner por obra sus palabras: realizar la voluntad de mi Padre, cumplir su mensaje escuchado, hacer la voluntad de Dios5.
Es una gracia de importancia que hay que desear y pedir, al menos desear. Lo que cuenta finalmente es cumplir sus mandamientos, su mandamiento, su palabra6. Es una cuestión de respuesta y de fidelidad.
Se trata de un tema propio del 4º evangelio para establecer y explicar las relaciones privilegiadas entre Jesús y el Padre, lo que Juan Mateos llamaba amor de identificación, una obediencia perfecta, sin duda un interés y sentimiento propio del Hijo de Dios, que compartirá con el ejercitante que está pidiendo la gracia del «conocimiento interno» de Jesucristo. «Yo hago siempre lo que él quiere», hago siempre lo que le agrada a él, como consecuencia del amor que le tengo, «yo he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió»7.
Es el fin de su vida, el Principio y Fundamento de Jesús de Nazaret, su alimento principal que es «hacer la voluntad del que me envió,
2 Constituciones 134.
3 IGNACIO DE LOYOLA, Obras. edición manual, (BAC 86), Madrid 61997, 383.
4 Constituciones 284.
5 Mt 7, 21; Lc 8, 21; Mc 3, 35.
6 Cfr. Jn 15, 10.
7 Jn 8, 29.6, 39.
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La voluntad
de Dios es la puesta
en marcha del Reino y el Reino de Dios es el bien
Un camino de libertad:Disposiciones para elegir bien realizar su obra», solamente deseando y eligiendo lo que el Padre quiere, «no se haga lo que yo quiera sino lo que quieres tú», también en los evangelios sinópticos, mostrando lo trágico de ese cumplimiento en las puertas de la Pasión, orando en Getsemaní8.
Hacer la voluntad de Dios, que pedimos en el Padrenuestro, no es un detalle espiritual, un plus de perfección, tampoco una amenaza o un inevitable, estamos hablando del núcleo mismo de la misión del enviado: la voluntad de Dios es la puesta en marcha del Reino y el Reino de Dios es el bien, el rescate del hombre caído y perdido, es la salvación, la vida abundante por la que él ha venido y dará su vida.
También en los escritos de san Pablo aparece en varias ocasiones esa expresión, con una nueva connotación afectiva, de relación del cristiano con Dios en el Espíritu recibido, que quiere complacer y agradar a Dios, hacer lo que a él le agrada.
«No tomen como modelo a este mundo. Por el contrario, transfórmense interiormente renovando su mentalidad, a fin de que puedan discernir cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, lo que le agrada, lo perfecto»9.
«Nosotros caminamos en la fe y todavía no vemos claramente. Sí, nos sentimos plenamente seguros, y por eso, preferimos dejar este cuerpo para estar junto al Señor; en definitiva, sea que vivamos en este cuerpo o fuera de él, nuestro único deseo es agradarlo»10.
«Antes, ustedes eran tinieblas, pero ahora son luz en el Señor. Vivan como hijos de la luz. Ahora bien, el fruto de la luz es la bondad, la justicia y la verdad. Sepan discernir lo que agrada al Señor»11.
8 Jn 4, 34; Mc 14, 36.
9 Rom 12, 2.
10 2 Cor 5, 8.
11 Ef 5, 1.9-17.
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«Dios les haga conocer perfectamente su voluntad, y les dé con abundancia la sabiduría y el sentido de las cosas espirituales. Así podrán comportarse de una manera digna del Señor, agradándolo en todo»12
Es el fin de los Ejercicios, el ordenar la propia vida, reconduciendo todo al fin del hombre creado: el servicio, la reverencia y la alabanza13. A ello se encaminará el trabajo previo y las mismas decisiones, elección y reforma de vida. Si no encontrare en mí ese deseo de buscar y hallar su voluntad, no merece la pena seguir adelante con el resto de tareas, faltará aliento, previamente he de responder a la pregunta que es del evangelio «¿Qué buscan?»14 .
LAS CONDICIONES DEL SUJETO ESPIRITUAL MÁS APTO PARA ELEGIR
Las condiciones para elegir bien hacen referencia a la realidad de una situación de hecho que impide o favorece tomar decisiones espirituales.
Las condiciones pueden estar ya presentes, debe uno ponerlas y comprometerse, como la fidelidad a un horario, o el compromiso de silencio o la comunicación sincera al acompañante. Las disposiciones mayormente espirituales hay que procurarlas como una gracia, hay que pedirlas, practicarlas, ejercitarlas, como la generosidad y la confianza.
Algunas condiciones se pueden variar o mejorar, como el ruido exterior, la temperatura, las preocupaciones habituales que hay que dejar, el apartamiento15, el silencio, la experiencia de oración; otras son condiciones actuales de la persona y sus circunstancias como la falta de paz o de recogimiento interior, el moverse por miedo o la inmadurez personal, el no sentirse libre.
12 Col 1, 9-12.
13 Cfr. Ejercicios Espirituales 2; 23
14 Jn 1, 38.
15 Cfr. Ejercicios Espirituales 20.
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Hablamos, pues de una serie de condicionamientos o condiciones de posibilidad propiamente hablando, que hacen posible, fácil o difícil un proceso de elección lúcido, verdadero, espiritual y personal; condiciones necesarias para hacer una buena y sana elección, si es posible o no elegir bien, porque elegir mal no es elegir sino engañarse o equivocarse. Elegir mal tiene sus riesgos, preferible interrumpir.
Sólo me voy a referir a ese «subjecto» del que habla san Ignacio apto para hacer Ejercicios completos como proceso y camino de libertad, ese sujeto apto, puedo añadir, mismo para entrar en la Compañía de Jesús.
Mucho debe de mirar la propia condición y subyecto, y cuánta ayuda o estorbo podrá hallar en cumplir la cosa que quisiese prometer16
Según la disposición de las personas que quieren tomar ejercicios espirituales, es a saber, según que tienen edad, letras o ingenio, se han de aplicar los tales ejercicios; (...) si el que da los ejercicios viere al que los recibe ser de poco subyecto o de poca capacidad natural, de quien no se espera mucho fructo17.
Mi vida como jesuita además de la etapa larga de formación propia y estudios, contiene dos etapas principales de actividad, donde el tema de las decisiones fue un tema principal: la selección y formación inicial de los futuros jesuitas (vocaciones, noviciado) y la dirección de centros educativos.
El trabajo con los que deseaban ser jesuitas, 16 años junto a las vocaciones y los novicios, en las primeras etapas claves para el discernimiento vocacional y para la reconstrucción de un sujeto según los EE de san Ignacio.
Los Maestros de novicios solíamos decir que la intuición de la capacidad o no para hacer el mes de EE completo, en completo retiro, elección de estado de vida incluida, era clave para admitir o no en el noviciado, qué puede significar esa capacidad, si tiene subjecto.
16 Ejercicios Espirituales 14.
17 Ibíd., 18.
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Previamente al mes completo de EE, disponíamos de tres meses para comprobar esa capacidad, las disposiciones y los buenos deseos, las resistencias, una introducción y práctica a la oración y contemplación, a la atención sobre la propia autobiografía y vida interior, la práctica asidua del acompañamiento, la comunicación espiritual confiada y sincera, las disposiciones para el discernimiento, como ejercicio previo al mes de EE inmediato.
Este es un trabajo muy especializado y delicado en la Iglesia en noviciados y seminarios, algo importante o semejante en lo que algunas personas presentes pueden estar trabajando. También es un trabajo de importancia en los departamentos de recursos humanos de las empresas, la aptitud y capacidades reales.
Importa mucho considerar las condiciones personales, psicológicas, además de las espirituales. Es la madurez personal, la capacidad para poder o no disponer de sí mismo, de su propia vida, de su tiempo, de su historia y de sus historias bien o mal procesadas, de su futuro.
a- SALUD MENTAL. Una percepción sana y realista de sí mismo, sin ensoñaciones ni temores traumáticos, ni hábitos malsanos, ni sospechas o desconfianza crónica sobre sí o los otros, sobre la discreción o buena voluntad del acompañante18, por ejemplo.
b- LIBERTAD INTERIOR, si se da una capacidad suficiente de autoconocimiento realista, de autonomía en la toma de decisiones, de distanciamiento afectivo o independencia, ataduras de cosas, situaciones o personas. Facilitará la indiferencia y el quitar afecciones desordenadas.
c- COMUNICACIÓN. Facilidad y lucidez para percibir, nombrar y comunicar lo que ocurre dentro de sí 19, los sentimientos, mociones y emociones, diferenciando, los propios pensamientos, o para percibir la relevancia o no de la experiencia interior sin
18 Cfr. Ejercicios Espirituales 22.
19 Ibíd., 17.
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Un camino de libertad:Disposiciones para elegir bien pasar de largo de ella20, el examen de la oración es un buen test, cayendo en la cuenta de la experiencia espiritual, del mundo emocional y afectivo.
Si no hay hábito real de escucha, de disponibilidad-docilidad para entregar y recibir, para ser guiado y acompañado, etc., sin esta condición no es posible hacer la experiencia.
d- CREER. Creer en la acción y en la comunicación posible y real de Dios en mí mismo, que oro, pido y confío; Dios mismo habla, Dios mueve, Dios quiere y puede comunicarme su amor, sus preferencias y su voluntad, en Jesucristo por el Espíritu que habita en mí21.
e- FIDELIDAD.- Es necesario por parte del que se ejercita un compromiso ciego y veraz de fidelidad22, que pone los medios, la metodología que yo no controlo, el tiempo previsto para la oración, el plan de vida, el examen del día o de la oración, el horario, el silencio, etc.
Varios de estos puntos referidos a las condiciones para hacer los EE se convierten para muchos en una auténtica «prueba», ponen en cuestión la docilidad real de la persona, ponen de manifiesto su «dureza de juicio», una provocación que es útil para comprobar la sana o menos sana rebeldía del joven y también del adulto.
LAS DISPOSICIONES REQUERIDAS PARA HACER UNA BUENA
Y SANA ELECCIÓN
En ese sujeto lleno de deseos de conocer y cumplir la voluntad de Dios, bien dispuesto para servir a su Señor, encontraremos estas disposiciones que siguen y otras muy buenas para conocer y realizar lo que más le ayude en su servicio.
20 Ibíd., 3.
21 Cfr. Rom 8.
22 Cfr. Ejercicios Espirituales 6; 12. 13.
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Veremos entre otras cinco disposiciones espirituales personales, que deberemos explicar previamente a la experiencia, la persona deberá estar convencida de su importancia, que deberá desear, pedir y llegar a ellas cuanto antes, en un grado suficiente para poder hacer esta experiencia de los EE: la confianza y la generosidad, la indiferencia, la intención recta, el salir del propio amor.
a- La confianza y la generosidad grandes, el «grande ánimo y la liberalidad»23.
La confianza es fe amorosa y es asimismo humildad y abandono, ante su creador y señor, ofreciéndole «todo su querer y libertad», todo desde el principio, para que se sirva como quiera, es oblación y entrega total, confianza plena, casi ciega.
Si el sujeto pusiera voluntariamente límites a su propia entrega o a la acción de Dios, no habrá deseo real ni propósito para avanzar, no parece desear seguir adelante, le basta «contentar su ánima»24, queda pronto satisfecho. La situación descrita no es impedimento sino límite natural para proseguir adelante con la experiencia.
Los EE, la EI, del principio al fin, sólo puede resultar y avanzar si el componente del «magis», si la sensibilidad positiva hacia el más y mejor, la liberalidad, de un modo o de otro, se nota que está presente y es gratificante.
Es necesario disponerse para venir en perfección en cualquier estado y elección25.
b- La indiferencia real, buscada y trabajada de verdad, la indiferencia bien concreta del Principio y Fundamento, de las maneras de humildad y de la nota de binarios sobre la pobreza26.
23 Ejercicios Espirituales 5.
24 Ibíd., 18.
25 Cfr. Ejercicios Espirituales 135.
26 Ibíd., 16; 23; 157
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Deberá certificarse si existe un verdadero deseo de indiferencia, de LIBERTAD INTERIOR, si se da una capacidad suficiente para disponer de sí mismo en la toma de decisiones, sin ataduras, condiciones ni dependencias mayores.
Puede convenir en ocasiones no batallar mucho con el tema de la indiferencia, suscitando un voluntarismo de corto recorrido; será preferible dedicar mayor empeño tal vez en el punto de la intención y motivación del ejercitante y también del que da EE.
No olvidemos la indispensable indiferencia-respeto del acompañante, situado en medio como un peso27.
c- La intención recta, del Preámbulo para elegir28; la limpieza de corazón que facilita ver a Dios y oír su voz, es una bienaventuranza.
Todos se esfuercen de tener la intención recta, siempre pretendiendo en todo puramente el servir y complacer a la divina Bondad por sí misma; buscando en todas cosas a Dios nuestro Señor29.
Si busca sinceramente la VOLUNTAD DE DIOS o bien si quiere traer a Dios a lo que él mismo quiere y desea, hacer de Dios como cómplice de sus propios afectos desordenados.
El tema de la intencionalidad es clave30, un tema antropológicamente complejo, que requiere todo un trabajo a hacer, que tiene que ver con el fin de la propia vida, con la escala personal de valores, también con las motivaciones reales, con la indiferencia a veces imposible y con los afectos desordenados, con el ordenamiento claro de los medios al fin.
Para ello la persona deberá conocer y quitar de sí los afectos desordenados; para que sólo le mueva el servicio y la alabanza. En este punto recordaremos qué sabias fueron las súplicas repetidas de los tres Coloquios del 3º ejercicio de la 1ª semana:
27 Ibíd., 15.
28 Ibíd., 169
29 Constituciones 288.
30 Cfr. Ejercicios Espirituales 169
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Pedir interno conocimiento de mis pecados; sentir el desorden de mis operaciones; pedir conocimiento del mundo31 .
Varios pueden ser los impedimentos para hacer una buena elección, hasta el punto de hacerla inviable, improcedente o contraproducente; será un punto a discernir previamente el sí o no de hacer elección de vida.
Cuidado con algunos posibles «defectos de forma» en la elección, por falta de sujeto maduro o de sujeto libre, o en este capítulo por intenciones o motivaciones aviesas, desviadas, engaños voluntarios o inconscientes. Posibles defectos en el proceso que habrá que sanar en su momento, o bien echar todo por la borda.
d- En resumen, si aprecia y practica la regla de oro de toda experiencia espiritual, de la Reforma de vida32, para aprovechar es necesario el salir de su propia amor, querer e interés, y cuanto más mejor.
Para San Ignacio es el punto sobre el que siempre vale la pena ejercitar la abnegación de sí mismo, el amor propio, obstáculo principal del talante de servidor obediente que deseamos tener.
Porque no pueda parecer que este es un camino matemático e impersonal, donde todo está previsto y calculado, supuestas todas esas condiciones y disposiciones, hay que prestar una atención pedagógica a la DIVERSIDAD, de personas, de su querer e intereses, conviene observar, sin juzgar, los diferentes ritmos en las diversas personas, debido a circunstancias que el mismo libro señala como objetivas.
Más que disposiciones deseables serán como situaciones personales, diversos tiempos y ritmos de crecimiento y entrega, mayores o menores según algunas variables33.
31 Ejercicios Espirituales 63.
32 Cfr. Ejercicios Espirituales 189.
33 Ibíd., 4; 17.
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Nos acercamos, entramos con sumo respeto, en el misterio de la libertad de Dios y en el misterio de la libertad de las personas, según el proceso de su propia historia de salvación. Como aquel enigmático «cada uno hemos recibido el don en la medida en que Cristo nos lo dio»34.
- según la acción y la diversidad de espíritus - según los diversos ‘temperamentos’ de cada uno - según la propia fidelidad y diligencia o descuido35 en el compromiso y generosidad personal, abierto sin límites o limitado.
Cuando explicamos algo sobre los Ejercicios, si hablamos de la experiencia espiritual que ocurre o puede ocurrir, es evidente que hablamos sin querer de la propia experiencia de nuestros EE y de la experiencia de otras personas que hemos acompañado.
Cada una de las experiencias es a la vez única, diversa y semejante a las otras, a la vez es siempre un camino con ocurrencias diferentes según la vida y la historia personal de cada uno.
Nadie puede ser llevado, menos aún violentado a hacer elección de vida o de otro tipo, sin sentirse libre
No sólo somos diferentes de psicología sino que la vida nuestra vivida es diferente y la memoria y las huellas que deja la vida misma son diversas en cada uno. La EI desea respetar al máximo ese ser propio diferente de cada cual, tal como es ante sí mismo y ante el Señor, alguien único. El respeto a la libertad de cada uno, debe ser algo característico de la EI.
Nadie puede ser llevado, menos aún violentado a hacer elección de vida o de otro tipo, sin sentirse libre, será perder el tiempo y dañar la personalidad espiritual, solo Dios mueve, sugiere, lleva de la mano, es necesario testar bien esa libertad para elegir, chequear de qué espíritu es el deseo mismo de elegir.
34 Ef 4, 7.
35 Cfr. Ejercicios Espirituales 6; 7.
Apuntes Ignacianos 58 (enero-abril 2010) 97-116
Juan José Martínez Domingo, S.J.
CONCLUSIÓN. LA ELECCIÓN, UNA EXPERIENCIA ESPIRITUAL DE GRATUIDAD
Dice algún directorio que la persona más apta para hacer los EE será la persona inquieta, descontenta de sí misma, que busque conversión y cambio, la persona que, consciente de su situación de desorden y pecado, sentirá la necesidad de ordenar su vida y buscará qué hacer de sí mismo.
San Ignacio a una persona así le ofrecerá este medio, al menos para tranquilizar el ánima, confesar y ser fiel a la práctica de los mandamientos de Dios y de la Iglesia, confiando que quiera seguir adelante decidiéndose por el seguimiento de Cristo.
Ordenar mi vida es elegir a Cristo, elegir a Cristo, desear seguirle, ser llamado para ser su discípulo, es una gracia suplicada pero inmerecida.
La elección de vida, las decisiones a tomar para la reforma de la propia vida, están definitivamente planteadas en el libro de los EE de San Ignacio, como una experiencia de misericordia, de ofrecimiento y de gratuidad.
• En el origen de mi seguimiento de Cristo está la experiencia de la misericordia. En mi resumen de la 1ª semana ante el Cristo crucificado que me salvó de los infiernos, me pregunté «qué he hecho, qué hago, qué debo hacer por Cristo»36, es decir, si le debo la vida se la entregaré, si murió por mí, yo viviré y moriré por él con su gracia.
Esa será mi disposición espiritual espontánea, ojalá, más no sé todavía qué querrá de mí en concreto. Es la reacción que se espera de los que desean seguir adelante en la experiencia de los EE, los que querrán más afectarse por Cristo.
36 Ejercicios Espirituales 53.
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Un camino de libertad:Disposiciones para elegir bien
El Padre me abre la puerta del seguimiento como la puerta y el camino para ordenar mi vida, la misericordia me ha salvado, al servicio de la misericordia pondré mi vida, en palabras de González Faus. Será mi modo de corresponder a la gracia recibida del perdón.
Yo me ofreceré a seguirle aunque indigno, «apártate de mí, Señor, que soy un pecador»37. El mismo Cristo necesita y está buscando colaboradores que le ayuden y le imiten, que vivan con él y como él. Mi disposición personal ahora es de abierta disponibilidad.
La disponibilidad real, la cara amable de la obediencia, es la virtud resumen de todas las disposiciones espirituales. Un poco asustado de lo que me pueda pedir, cómo podré yo negarle algo. Yo hago mi Oblación con su favor y ayuda38 .
• Daré el paso siguiente para concretar mi modo de corresponder. Primeramente con mi deseo grande y petición constante para conocer más a Cristo que por mí se ha hecho hombre, con intención de aficionarme a él y seguirle.
El dará forma a mi vida, quiero seguir la forma de vida de Cristo, que nace pobre y perseguido, que recorre humilde los caminos de Galilea, el servidor que da de comer al hambriento y cura mis heridas. El cancelará y cambiará mis afectos desordenados, él pondrá en mi corazón nuevos afectos, nuevos deseos.
Mi ofrecimiento ahora es un abierto deseo de imitarle, de no apartarme de él, no estoy ya indiferente sino muy inclinado a imitarle pasando incluso penurias y afrentas, acosos y rechazos por ser discípulo suyo.
En la 2ª semana las contemplaciones de los misterios de la vida de Cristo acompañarán antes, durante y el después de mi decisión, elección y reforma de vida. Las contemplaciones harán una tarea sugestiva, curativa y restauradora, identificativa y conformadora con la vida de Cristo,
37 Lc 5, 8.
38 Ejercicios Espirituales 98.
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Juan José Martínez Domingo, S.J.
con el corazón y los sentimientos de él, es el conocimiento interno, su vida de dentro y su vida hacia fuera, su corazón y la misión para los demás.
Un buen ejemplo de esto será la Invocación a Jesucristo modelo, oración del Padre Arrupe en su ponencia en el CEI de Roma «El modo nuestro de proceder» (1979).
• Más que nunca consciente de mi indignidad y fragilidad, sabiendo que es un camino de pobreza, afrentas y de cruz, a la vez que siento en mí gran deseo y resistencias, pido de varias maneras, con la ayuda de la Virgen y de los santos, la gracia del seguimiento, de ser puesto con el Hijo, dejándolo todo si él me lo pide.
Pido ser elegido debajo de su bandera, si es su voluntad, quiero ser contado entre sus discípulos y apóstoles más cercanos. Es una gracia inmerecida que deseo y que recibo. Es la experiencia de la gratuidad de la fe como seguimiento, la gracia del seguimiento, la gracia de la misión compartida con Jesús, «como el Padre me ha enviado»39, una gracia concedida por el Padre por la intercesión de Jesucristo y de María40, «nadie viene a mí si el Padre no se lo concede»41.
María madre suya y madre nuestra, al pie de la cruz, recibe al discípulo amado y acompaña mi petición de seguir a Jesús.
Esta es la experiencia de gratuidad: verme contado entre sus amigos, discípulos y enviados a predicar, para hacer nuevos discípulos, enseñando hasta los confines de la tierra su mensaje.
La elección de vida coincidente de los primeros jesuitas, será trabajar mayormente en países no evangelizados, o contrarios a la fe católica e incluso en abierta hostilidad contra la cruz, con el deseo de arriesgar la propia vida y darla como el Maestro.
39 Jn 20, 21.
40 Cfr. Ejercicios Espirituales 147.
41 Jn 6, 44.65.
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Un camino de libertad:Disposiciones para elegir bien
• Del sentido de indignidad y de culpa, pasaré por efecto de la gracia al sentimiento de verme contado entre sus escogidos, para el servicio y la misión del Reino. Elección, llamada, misión.
El final más novedoso e interesante no es elegir uno mismo o lo que uno elige, sino el trabajo para disponerse a recibir y hacer propia la voluntad de Otro o de otros, el prepararse para «ser elegido», «no me eligieron ustedes a mí, sino yo a ustedes»42.
Esta variable del «ser elegido», bien conocida, a veces poco valorada, en ocasiones olvidada, hace del tema de la elección un indicador atípico del crecimiento y la maduración cristiana. Ocurre un proceso que va de la postura activa de la voluntad propia, yo quiero y deseo elegir, a otra más pasiva, que es receptiva de la voluntad de otro, prefiero ser elegido, me ofrezco para ayudar, acompañar.
Jesús de Nazaret tomará en el evangelio diferentes modos de hacer, no sigue un esquema estándar para todos igual, sino variado, el joven rico, los diferentes personajes del camino, por propia iniciativa en ocasiones, la inmediatez como en san Mateo, ejemplo como San Pablo de 1er. Tiempo de elección «sin dudar ni poder dudar»43.
A veces Jesús manda, invita o apenas dice nada, deja libertad para pensar o decidir, se queja de la poca valoración que merece su oferta. Yo le digo así a una persona y se tranquiliza mucho: Lo que tú quieras, lo que tú decidas finalmente a Dios nuestro Señor le parecerá bien, no temas ni te angusties más.
En ocasiones preguntamos a los candidatos, a los que entraron jesuitas y también a los que no continuaron ¿Por qué jesuita? ¿Qué le gustó más? ¿Qué le ayudó o quiere señalar como positivo como candidato? Que me sentí libre, en todo momento me vi libre, respetaron mi libertad, me dejaron decidir por mí mismo, no me sentí violentado ni empujado.
42 Ibíd., 15, 16.
43 Ejercicios Espirituales 175.
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Juan José Martínez Domingo, S.J.
El resultado de una elección bien hecha es siempre una gracia recibida
Porque la misma libertad es gracia, vencida la lucha de dos espíritus, finalmente inclinada por el mayor servicio y la alabanza. Recibo del Señor hasta la propia libertad ya restablecida, una libertad que desordenada del fin de mi vida, yo mismo había entregado al comienzo y que recibo ahora reparada.
Estamos hablando de una nueva libertad, la libertad salvada, liberada, comprometida para elegir el bien, el bien mayor. La libertad de los hijos de Dios, dominadas sus pasiones, guiados por el buen Espíritu44 . Un largo camino de libertad.
El resultado de una elección bien hecha es siempre una gracia recibida. Una consolación y satisfacción de Dios, no una conquista de sí mismo, el resultado no es gloria propia sino gloria de Dios. A él daré gracias pidiendo que quiera confirmar la gracia recibida y por mí mismo aceptada.

44 Cfr. Gál 5, 1-24.
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Colección
Apuntes Ignacianos
Temas
Directorio de Ejercicios para América Latina (agotado)
Guías para Ejercicios en la vida corriente I (agotado)
Guías para Ejercicios en la vida corriente II (agotado)
Los Ejercicios: «...redescubrir su dinamismo en función de nuestro tiempo...»
Ignacio de Loyola, peregrino en la Iglesia (Un itinerario de comunión eclesial).
Formación: Propuesta desde América Latina.
Después de Santo Domingo: Una espiritualidad renovada.
Del deseo a la realidad: el Beato Pedro Fabro. Instantes de Reflexión.
Contribuciones y propuestas al Sínodo sobre la vida consagrada.
La vida consagrada y su función en la Iglesia y en el mundo.
Ejercicios Espirituales para creyentes adultos. (agotado)
Congregación General N° 34. Nuestra Misión y la Justicia.
Nuestra Misión y la Cultura. Colaboración con los Laicos en la Misión.
«Ofrece el perdón, recibe la paz» (agotado)
Nuestra vida comunitaria hoy (agotado) Peregrinos con Ignacio. (agotado)
Apuntes Ignacianos 59 (mayo-agosto 2010) 117-119
Temas
El Superior Local (agotado) Movidos por el Espíritu.
En busca de «Eldorado» apostólico. Pedro Fabro: de discípulo a maestro. Buscar lo que más conduce...
Afectividad, comunidad, comunión.
A la mayor gloria de la Trinidad (agotado) Conflicto y reconciliación cristiana.
«Buscar y hallar a Dios en todas las cosas» Ignacio de Loyola y la vocación laical. Discernimiento comunitario y varia.
I Simposio sobre EE: Distintos enfoques de una experiencia. (agotado) «...para dirigir nuestros pasos por el camino de la paz» La vida en el espíritu en un mundo diverso.
II Simposio sobre EE: La preparación de la persona para los EE.
Conferencias CIRE 2002: Orar en tiempos difíciles. 30 Años abriendo Espacios para el Espíritu.
III Simposio sobre EE: El Acompañamiento en los EE. Conferencias CIRE 2003: Los Sacramentos, fuente de vida.
Jesuitas ayer y hoy: 400 años en Colombia.
IV Simposio sobre EE: El "Principio y Fundamento" como horizonte y utopía.
Aportes para crecer viviendo juntos. Conferencias CIRE 2004.
Reflexiones para sentir y gustar... Índices 2000 a 2005.
Apuntes Ignacianos 59 (mayo-agosto 2010) 117-119
Temas
V Simposio sobre EE: El Problema del mal en la Primera Semana.
Aprendizajes Vitales. Conferencias CIRE 2005. Camino, Misión y Espíritu.
VI Simposio sobre EE: Del rey temporal al Rey Eternal: peregrinación de Ignacio de Loyola, Francisco Javier y Pedro Fabro. Contemplativos en la Acción.
Aportes de la espiritualidad a la Congregación General XXXV de la Compañía de Jesús.
VII Simposio sobre EE: Encarnación, nacimiento y vida oculta: Contemplar al Dios que se hace historia. La V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en Aparecida, Brasil Congregación General XXXV: Peregrinando más adelante en el divino servicio.
VIII Simposio sobre EE: Preámbulos para elegir: Disposiciones para el discernimiento. Modos de orar: La oración en los Ejercicios Espirituales. La pedagogía del silencio: El silencio en los Ejercicios Espirituales.
IX Simposio sobre EE: «Buscar y hallar la voluntad de Dios»: Elección y reforma de vida en los EE.

