

APUNTES IGNACIANOS
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Darío Restrepo L.
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San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier en París.
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Apuntes Ignacianos
Número 40 Año 14
Enero-Abril 2004
El Acompañamiento en los Ejercicios Espirituales
III Simposio sobre los Ejercicios Espirituales de san Ignacio de Loyola
CENTRO IGNACIANO DE REFLEXION Y EJERCICIOS - CIRE
Espacios para el Espíritu
Carrera 10 Nº 65-48. Tel. 640 50 11
Bogotá - Colombia
El Acompañamiento en los Ejercicios Espirituales
en los Ejercicios
Horacio Arango Arango, S.I.
Relación peculiar entre quien da y quien recibe y hace los Ejercicios Espirituales .............................. 7
Iván Restrepo Moreno, S.I.
Perspectivas Bíblicas del Acompañamiento Espiritual ....................................................................
Mario Franco Espinal, S.I.
El acompañamiento en los Ejercicios Espirituales
según san Ignacio de Loyola ....................................... 37
Hermann Rodríguez Osorio, S.I.
Diálogo pedagógico y Acompañamiento Espiritual en los Directorios de Ejercicios ignacianos ................... 55
Luis Fernando Granados Ospina, S.I.
Perspectivas e implicaciones psicológicas del acompañamiento en los Ejercicios Espirituales ........... 103
Juan Vicente Córdoba Villota, S.I.
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Ejercicios Espirituales y Psicoterapia Gestalt ........... 115
Hernando Gálvez Arango, S.I.
El acompañamiento en los Ejercicios, visto desde la perspectiva laical ......................................................... 130
María Cristina Ochoa Hurtado
El acompañamiento a los laicos en los Ejercicios Espirituales .................................................
Julio Jiménez Dorado, S.I.
144
Acompañar en el espíritu de los tiempos .................... 154
Mónica Mendiwelso Bendek
¿Qué me ha ayudado y qué no, en mi experiencia de acompañamiento en los Ejercicios Espirituales? ..........
Dairo Orozco Molina, S.I.
El arte de acompañar ...................................................
Tatiana Sotomayor
Mi experiencia vital en el acompañamiento de los Ejercicios Espirituales .................................................
Amanda Valdés Parra
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Presentación
El«acompañamiento espiritual» (antigua dirección espiritual), ¿está de moda o es un «signo de los tiempos»? Mientras más se preconiza y se vive un auge de individualismo (entiéndase subjetivismo) en la posmodernidad, más necesidad se siente de ser objetivo en su interioridad para no equivocarse en el camino de la vida, donde uno se la juega toda. «¡Nadie es buen juez en propia causa¡».
Un valor esencial de los Ejercicios Espirituales de Ignacio de Loyola es el hecho de estar fundamentados en la relación: «el que los da» y «el que los recibe». Toda relación, para ser acertada, debe mirar a la Trinidad de Personas en Dios. En esta experiencia espiritual entran tres personas (que interactúan en diferentes direcciones con la mediación del texto): Dios, el sujeto que la hace y el acompañante de éste. El Espíritu Santo es el Director, el ejercitante es su dirigido y el acompañante es el que con-curre (corre juntamente con el que se ejercita) y co-labora, co-opera con los dos como «el que los da», como instructor para el «ejercicio espiritual». Se trata de una relación del todo particular, donde el acompañante debe comprender que la relación entre Dios y el ejercitante es única y que por lo tanto no puede interferirla de modo alguno, y menos todavía, pretender una replicación de su propio camino. Solía decir san Ignacio: «Ningún yerro es más pernicioso en los maestros de las cosas espirituales, que querer gobernar a los otros por sí mismo, y pensar que lo que es bueno para ellos es bueno para todos».
Pero, por otra parte, sin entrenador no hay auténtica carrera que augure una victoria. «¿No saben que en el estadio todos corren pero uno solo se lleva el premio? Corran de manera que lo obtengan», exclama Pa -
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Presentación
blo. Hay que saber correr con método para alcanzar la meta. No hay verdadera experiencia de Ejercicios sin acompañamiento. Entonces, ¿cuál es el oficio de este entrenador, instructor o acompañante de la carrera (de los Ejercicios) hacia la voluntad de Dios? Precisamente de este «acompañamiento en Ejercicios» se ha beneficiado en gran medida el acompañamiento espiritual fuera de ellos, especialmente en materia de discernimiento. De ahí su importancia. El acompañante es el representante de la Iglesia que discierne la autenticidad de los dones del Espíritu.
De lo expuesto deducimos la relevancia del tema del III Simposio sobre los Ejercicios, objeto de este número de nuestra revista: «El Acompañamiento Espiritual». Después de dos breves palabras de introducción, el primer estudio de Mario Franco, presenta la Biblia como un acompañamiento de Dios a sus hijos por el Espíritu y analiza dos textos más significativos a este respecto. Hermann Rodríguez se detiene en los principios deducibles de los mismos Ejercicios según las anotaciones ignacianas. Luis Fernando Granados se fija en el valor pedagógico de este acompañamiento tal como lo tratan los diversos Directorios para hacer esta experiencia. Las perspectivas e implicaciones psicológicas que tiene el acompañamiento en Ejercicios constituyen el artículo de Juan Vicente Córdoba, que analiza las semejanzas, diferencias y colaboración con la relación de ayuda de la psicoterapia y la dirección espiritual. Otra perspectiva psicológica de la relación acompañante-acompañado, esta vez desde la psicoterapia Gestalt, es el tema tratado por Hernando Gálvez, mientras María Cristina Ochoa lo enfoca desde la perspectiva laical. Cierra el ciclo de conferencias Julio Jiménez quien desde su experiencia de acompañamiento de Ejercicios a los laicos, hace unos aportes de carácter más existencial a las orientaciones tradicionales de los Directorios clásicos.
Por otra parte, cuatro panelistas invitados (Mónica Mendiwelso, Tatiana Sotomayor, la Hna. Amanda Valdés y Dairo Orozco, S.I.) cada uno desde su propia perspectiva y experiencia, afrontan las preguntas: ¿Qué me ha ayudado y qué no me ha ayudado en el acompañamiento que he recibido en mi experiencia de Ejercicios? Las respuestas son variadas e iluminadoras.
En esta forma, este número de Apuntes Ignacianos, pretende arrojar nueva luz sobre este vasto y discutido tema que juega un papel fundamental en el desarrollo de la experiencia de los Ejercicios ignacianos.
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El acompañamiento en los Ejercicios Espirituales
Horacio Arango Arango, S.I. *
Hace algún tiempo un historiador y teólogo protestante, Henriech Böhmer, llegó a decir en un libro que escribió sobre los jesuitas, estas significativas palabras acerca del libro de los EE.: «... este pequeño y sencillo libro pertenece a los libros que han marcado el destino de la humanidad»1. Es sintomático que después de más de cuatro siglos y medio desde que Ignacio de Loyola trasmitió a los suyos la vivencia de lo que experimentó en lo más hondo de su interioridad, y en pleno siglo XXI; muchos hombres y mujeres sigamos interesados en desentrañar las lecciones de vida que nos deja la experiencia fundamental ignaciana. Este Simposio en concreto, queridos amigos y amigas, que ha ido profundizando por el tercer año consecutivo en las riquezas espirituales de los Ejercicios, y la presencia de ustedes en él; es una manifestación clara de la actualidad, de la importancia y del influjo de los Ejercicios Espirituales en la vida de la Iglesia y en nuestra propia vida.
Por eso quiero expresarles la más cálida bienvenida a este nuevo encuentro que nos permitirá ahondar en uno de los puntos nucleares de los EE.: el acompañamiento a quien realiza esta experiencia. Quienes
* Palabras del P. Horacio Arango A., S.I., Provincial de la Compañía de Jeús en el acto de apertura del Simposio.
1 IGNACIO IPARRAGUIRE, S.J., Obras de san Ignacio de Loyola, BAC, Madrid 61997, 183.
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Horacio Arango Arango, S.J.
la hemos vivido, sabemos que en el acompañamiento que recibimos en los EE. se juega gran parte del fruto que Dios teje en nuestras decisiones, en nuestros proyectos, en los compromisos hondos en los que queremos empeñar la vida. El acompañamiento es un recurso fundamental para no equivocarnos en lo que percibe nuestra razón o nuestro propio sentimiento.
Todos sabemos que no somos buenos jueces en nuestra propia causa, sobre todo cuando conocemos por experiencia que en el campo del espíritu luchan fuerzas antagónicas que buscan poseernos2. Aprender entonces la forma adecuada y fina de conducir a otros por los senderos de Dios sin forzar el espíritu, y ayudarles a entender las mociones «que en el alma se causan»3; es el estimulante propósito de este Simposio. En él podremos entender mejor que lo que pretende el acompañamiento en los Ejercicios, es ayudarle a Dios en la tarea de la reconstrucción de seres humanos que desean ordenar su vida.
Ignacio de Loyola, cuando apenas se iniciaba en los caminos de Dios como peregrino del espíritu en Manresa, sintió que lo que empezaba a vivir en su itinerario interior, no procedía de su simple voluntad o de su raciocinio, sino que era orientado, conducido, porque «le trataba Dios de la misma manera que trata un maestro de escuela a un niño»4. Ignacio se sintió pues «acompañado», guiado por la mano artesana del Señor que le iba mostrando los caminos más inesperados, hasta llegar a conformar en él, con el correr de los años, el talante vigoroso de un hombre de fe que «se sabe conducido» por Dios hacia la Verdad y la Vida por mediaciones históricas y por concreciones humanas.
En esta forma Ignacio aprendió a conducir a otros como él mismo había sido conducido. Él comprendió a fondo que lo que Dios realizó con él en su experiencia espiritual, Dios lo venía realizando con su pueblo desde el principio de los tiempos. En efecto, Dios fue siempre el acompañante cercano, el guía amoroso, el defensor oportuno en los avatares del pueblo peregrino. Toda la historia de la salvación narrada en el Antiguo
2 Cfr. Ejercicios Espirituales 136-148.
3 Ejercicios Espirituales 313.
4 Autobiografía 27.
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«El acompañamiento en los Ejercicios Espirituales»
Testamento, es la historia de la fidelidad y proximidad de Dios Padre para con su pueblo esquivo y pecador. Su cercanía radical se hizo finalmente visible en la persona de Jesús de Nazareh. Y en Jesús, como lo devela el Evangelio, percibimos al Dios fiel y cercano que defiende, que anima, que orienta, que disipa las dudas y que aclara el horizonte cuando campean las sombras sobre los pueblos y las personas. Jesús aconseja, no impone. Jesús orienta, no excluye. Jesús respeta la libertad de quienes lo oyen y lo siguen. Jesús invita a abrirse a la aventura del amor como la forma de abrirse al Dios que trabaja dentro de cada corazón para hacerlo libre y servidor de su misión.
Este fue precisamente el aprendizaje que experimentó Ignacio en la escuela de Dios. Él se sintió siempre acompañado por la ternura de su Señor y así fue afinando su respuesta generosa como peregrino en busca de su mayor gloria. En esta forma nos legó en los Ejercicios «el camino de Dios en su propio corazón» y plasmó en ellos la manera de «ayudar a otros» a partir de la propia forma como fue conducido. En esto se basa su pedagogía en el acompañamiento espiritual durante los Ejercicios, que como señalarán los expertos, es diversa a la dirección espiritual en la vida cotidiana. En los Ejercicios, como lo anota muy bien el Padre General Peter-Hans Kolvenbach, en su conferencia sobre «Ejercicios y Coactores», la relación entre el acompañante y el acompañado «no es la que existe entre uno que sabe y otro que no sabe, o entre uno que guía y otro que es guiado, sino entre uno que desea ser poseído por el Espíritu y acude a otro para que le ayude a que eso se haga realidad y para que no ponga obstáculos»5. Es pues una labor de filigrana la que realiza quien acompaña a otro en esta experiencia fascinante del espíritu.
Jesús invita a abrirse a la aventura del amor como la forma de abrirse al Dios que trabaja dentro de cada corazón para hacerlo libre y servidor de su misión
Finalmente quiero subrayar que si hacer los Ejercicios es un don imponderable del Señor, acompañar a otros en esta experiencia es ha-
5 PETER-HANS KOLVENBACH, Ejercicios y Co-actores: 7 (18 de febrero de 2002).
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Horacio Arango Arango, S.J.
cernos partícipes de la riqueza que Dios infunde en lo más íntimo del espíritu de cada uno. Yo puedo decirles con sencillez y verdad que en mi propia experiencia de acompañamiento a los jesuitas como Provincial fuera de los Ejercicios, he experimentado constantemente que al conocerlos y orientarlos, yo soy el que salgo especialmente enriquecido. ¡Cuanto más en nuestro caso, cuando se trata de esa finura del acompañamiento en los mismos Ejercicios! Sin duda en ellos, al orientar a otros, nosotros mismos nos sentimos exigidos y animados por el mismo Espíritu que guió a Ignacio y sus compañeros.
Quiero pues agradecer al CIRE, a la Facultad de Teología y al servicio Pastoral de la Universidad Javeriana, la realización de este nuevo Simposio sobre el Acompañamiento espiritual en los Ejercicios porque con él permiten que se difunda y aproveche este regalo de Dios para la Iglesia y para el mundo. Así mismo agradezco la presencia de todos y de todas ustedes, y especialmente la colaboración de los expositores porque son ustedes los que siguen haciendo que el libro de los Ejercicios se haga visible y continúe encarnándose en los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Estoy seguro que la encarnación de este espíritu hará posibles los cielos nuevos y la tierra nueva que todos estamos llamados a poseer. Solo hombres y mujeres nuevos, renovados por la acción maravillosa del Espíritu, podrán ser los auténticos artesanos de la paz para Colombia.

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Relación peculiar entre quien da y quien recibe y hace los Ejercicios Espirituales
Iván Restrepo Moreno, S.I.*
nos Ejercicios Espirituales típicamente ignacianos suponen el establecimiento de una relación bastante estrecha y peculiar entre la persona que los da y el que los recibe y los hace.
Por esa razón, quien se dispone a asumir este ministerio de dar Ejercicios, aparentemente se ofrece como «interlocutor exclusivo» de alguien que va a pasar alrededor de 30 días en un distanciamiento prolongado de su entorno natural, alejado de todas sus actividades ordinarias y en un estricto silencio, para poder entablar un diálogo intenso y continuado con Dios al impulso de los espíritus que en tales circunstancias se agitarán en él.
El que se dispone a tomar sobre sí esta delicada labor deberá atenerse a las recomendaciones e indicaciones que Ignacio le da para llevar adelante dicha relación, en la que puede dar por descontado que se hallará envuelto en un drama interno de mayor o menor intensidad; una menor intensidad que no le reportaría ninguna ventaja, fuera de colocarlo en una posición incómoda.
* Doctor en teología de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Superior de la Comunidad del Juniorado. Actualmente pertenece al equipo CIRE.
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Iván Restrepo Moreno, S.J.
Con atención a estos hechos, los organizadores de este tercer simposio sobre Ejercicios han querido proponer esta indagación sobre las condiciones de posibilidad, los fundamentos, los presupuestos, los riesgos y las cualidades de una relación llevada adelante en condiciones tan especiales, para que se haga portadora de los frutos que de ella se esperan.
Es claro, pues, el objetivo que quisiera obtener el simposio: poder ofrecer a este público tan rico y variado, compuesto de fieles cristianos hombres y mujeres, de sacerdotes, religiosas, religiosos, jesuitas, una sensibilización a los múltiples factores que afectan esta relación entre quien da y quien recibe los Ejercicios.
los Ejercicios no fueron concebidos, en primer lugar, para llevar el fervor a los conventos y a los seminarios, -aunque esta sea una finalidad nada despreciable-
Con este fin, cada uno de los expositores que tan gentilmente han querido hacernos partícipes de su experiencia y sabiduría, nos irá desvelando las diferentes perspectivas, bíblica, ignaciana, pedagógica y psicológica de esta relación, para que quien la orienta y la modera, pueda proceder a ciencia y conciencia de lo que está sucediendo y de lo que le corresponda hacer en cada caso.
Quisiera hacer notar también, de entrada, un segundo aspecto que me parece de gran importancia, y es que los Ejercicios no fueron concebidos, en primer lugar, para llevar el fervor a los conventos y a los seminarios, -aunque esta sea una finalidad nada despreciable-.
En su carta «Christifideles laici» manifestaba el Papa Juan Pablo II la esperanza de que los laicos tomasen
parte activa, conciente y responsable de la Iglesia en esta magnífica y dramática hora de la historia1 .
1 Christifideles Laici n. 3.
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Relación peculiar entre quien da y quien recibe y hace los Ejercicios Espirituales
¿Y cuál es esa misión específica que a ellos les confía la Iglesia? Su misión es, precisamente, la transformación del mundo según lo valores evangélicos, quizás la más amplia e importante misión que a la iglesia le concierne en la actualidad.
De ella conviene, precisamente, el papel tan destacado que todos presentimos que los fieles laicos habrán de desempeñar en la iglesia de este siglo.
Pues bien, los Ejercicios son, ante todo, un medio muy experimentado para que cada persona descubra su propia misión en la vida. Fomentan una espiritualidad que haga de la vida diaria, una vida espiritual en el mundo; invitan a ser levadura de este mundo, y esa es, precisamente, la misión de los laicos.
Es, pues, la imbricación de estos dos factores lo que hace tan urgente que muchos laicos se capaciten en lo más delicado de este instrumento poderoso para la transformación espiritual y apostólica de la propia vida y la de muchos otros.
Quiera el Señor acompañarnos e iluminarnos en el tratamiento de estos temas relativos a esta relación en la que tantas cosas entran en juego.

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Perspectivas Bíblicas del Acompañamiento Espiritual
Mario Franco Espinal, S.I.*
INTRODUCCION Y ACLARACION
Eltema propuesto: «Perspectivas Bíblicas del Acompañamiento Espiritual», tal como se insinúa es de un horizonte amplio y un poco ilimitado. Como tal no es, necesariamente, un tema «específico» o «predeterminado» ni de la Biblia o Escritura ni de la Espiritualidad, es decir no es un tratado específico, hay que elaborarlo. Así pues, uno puede preguntarse: ¿Cómo abordar este tema así formulado? Quizá, considerando varios tópicos, sin duda, válidos. O talvez, anotando, uno odos aspectos específicos, igualmente !válidos! Por esta razón, quisiera indicar que este trabajo corresponde a una serie de notas introductorias sobre el tema, que se supone deben ser más elaboradas e investigadas a partir de este encuentro o simposio y por lo mismo son un camino; el que yo he recorrido…., –sin pretender que sea el camino exacto, ni el único–para abordar este tema de las perspectivas bíblicas del Acompañamiento Espiritual.
* Rector y Maestro de Novicios de los jesuitas en Medellín – Colombia.
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Mario Franco Espinal, S.J.
Perspectivas Bíblicas del Acompañamiento Espiritual
El camino a recorrer, es simple: partimos de unas afirmaciones y consideraciones acerca de la Biblia y sus relaciones con el tema propuesto para el simposio: El acompañamiento espiritual (En ejercicios). Luego, -a modo de anexo- intentaremos un acercamiento al tema, desde uno o dos textos concretos, de la Biblia, de tal forma que podamos confrontar algunas de las afirmaciones y consideraciones ya vistas en la primera parte. Consideraciones, (¿Conclusiones?) que, confío, puedan servir para la práctica del acompañamiento espiritual, tanto dentro como fuera de Ejercicios, y para seguir adelante con la investigación del tema.
Veamos una primera afirmación que nos permita resaltar esto que acabamos de decir: dentro de las múltiples definiciones que ha tenido la Biblia, podríamos, nosotros, decir que ésta es: el recuento por escrito, del acompañamiento del Espíritu, a la humanidad, al género humano, a la creación.
Con esta primera afirmación, que creo es válida y no necesita explicación o justificación especial, vean ustedes la relación tan estrecha que nos resulta con el tema propuesto: perspectivas bíblicas del acompañamiento espiritual, y concluyamos. La revelación es pues, la historia del acompañamiento espiritual (del Espíritu mismo) a la criatura, (al hombre y al mundo), hasta que acontezca plenamente la voluntad salvífica de Dios, que en lenguaje cristiano llamamos MISTERIO de Salvación. Y más específicamente el !Reino o Reinado de Dios! La Biblia, es pues, la historia del acompañamiento espiritual del género humano.
Esto nos muestra, desde una visión muy general, cual podría ser la perspectiva bíblica del acompañamiento espiritual. Sin embargo, el tema no es la perspectiva, sino las perspectivas, en plural, lo cual, supone que son varias y por lo mismo, supone abordar el tema desde un horizonte distinto, aunque cercano, al sugerido con la primera afirmación.
Cuando hablamos de Perspectivas, ¿qué es lo que insinuamos? Una o varias: miradas, criterios, aspectos, principios, orientaciones, condiciones…etc., desde los cuales es posible abordar, considerar algo. En este caso concreto: el ¡acompañamiento espiritual! Éste, es el aspecto dominante que queremos ver y considerar desde varias perspectivas, que específicamente queremos, sean bíblicas.
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LA BIBLIA COMO GUIA NORMATIVA, DE TODA EXPERIENCIA
CRISTIANA, VALIDA
Partamos ahora de una verificación: al finalizar los tiempos modernos (la modernidad), podemos aceptar que llegó a ser claro y evidente, el lugar y la referencia de la Biblia en todo el horizonte cristiano. La perspectiva bíblica era un lugar común, obligatorio y necesario de referencia de toda consideración cristiana. La Biblia, o su perspectiva era, para el cristiano, un lugar de referencia necesario de toda consideración humana, social, económica, política y cultural. Al menos en occidente.
Excursus:
La Escritura era una referencia o guía normativa –obligatoria–para toda persona y expresión religiosa, espiritual y cristiana. Esto, ¿qué tanto sigue siendo válido en el mundo de hoy? No lo sé… pero sí sé que ya no es tan claro y contundente, como lo era antes. Y sé que es o debe ser, un tema discutible –sino en la teoría y ciencia– al menos en la práctica concreta de muchos cristianos, hoy.
Conclusión delicada: no es consubstancial al hombre hoy, ni siquiera al cristiano del común –Genérico–, la revelación, o la Biblia como horizonte y perspectiva obligatoria desde la cual deba leer, en principio, toda su vida y todas las cosas de su vida, hoy. Si hablamos de acompañamiento espiritual (y a veces hasta en EE), no se tiene que considerar como absolutamente inmediato y necesario, hacerlo desde una perspectiva bíblica, cualquiera que ella sea. Me pregunto, pues: ¿Es posible un acompañamiento espiritual, que no tenga una perspectiva bíblica? Hoy sí. Sí creo que es posible y de hecho, se da con frecuencia, desde otros horizontes y perspectivas: científico, psicológico, médico y terapéutico. Esto es un hecho, que tenemos o debemos admitir. Entonces, cuando decimos: perspectivas bíblicas del acompañamiento espiritual ¿de qué estamos hablando, hoy? Vean pues, que desde estas consideraciones, no es claro.
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Mario Franco Espinal, S.J.
Perspectivas Bíblicas del Acompañamiento Espiritual
Lo cierto del caso, es que en nuestros tiempos modernos, pues todavía estamos en ellos…, siempre ha sido una afirmación asertiva de la vida y fe de la Iglesia, que la Sagrada Escritura, la Biblia –y por consiguiente una o unas perspectivas bíblicas– son una guía no solo válida, sino normativa…obligatoria, para la lectura e interpretación de cualquier experiencia religiosa y cristiana.
Es bueno aclarar la afirmación precedente. Cuando hablamos de la Escritura como «guía normativa», queremos decir algo más que un mero criterio intelectual o una ley externa de conducta. La Biblia se dirige a todo el hombre, en todas sus potencialidades. A sus emociones e imaginación tanto como a su entendimiento y a sus sentimientos, a su presente y entorno cultural como a su historia y su pasado. Por ello Pablo afirma:
Todo cuanto fue escrito en el pasado, se escribió para enseñanza nuestra, para que con la paciencia y el consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza»1 .
Como se ve por esta cita de Pablo, la Escritura va encaminada a la totalidad del ser del hombre, no solo a sus cualidades intelectivas, o del entendimiento.
Así pues, podemos concluir que la Biblia, la revelación, puede y debe emplearse provechosamente en el acompañamiento espiritual, tanto en la vida como en los Ejercicios Espirituales del hombre y la mujer de hoy.
LA BIBLIA COMO DIALOGO DIVINO-HUMANO Y EL DIALOGO BASE DEL ACOMPAÑAMIENTO ESPIRITUAL
Si definimos una experiencia religiosa, interior y espiritual, de oración, como el «diálogo entre Dios y el hombre», se ve sin dificultad, que hay una clara y estrecha conexión entre la experiencia religiosa, humana y espiritual, y la Escritura. De hecho como ya lo insinuamos antes, al
1 Rom 15. 4.
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definir la Biblia desde este horizonte, habría que reconocer que hoy se ha puesto de moda, y así continúa, el hablar de la Biblia como la crónica del diálogo entre Dios y el Hombre. Entre Dios y su creación.
Tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo, uno percibe que se pueden leer, o trabajar –estructuralmente– como un intercambio. Una operación Divina y su correspondiente respuesta humana. La historia de la Salvación –de la Revelación y la Escritura– no es otra cosa que un diálogo. Dios habla a los hombres, criaturas, y exige de ellos una respuesta. Desde ambas partes, el lenguaje no consiste solamente en pronunciar palabras, también los hechos son parte esencial e integrante. Dios obra a favor de las criaturas y espera de ellas, una acción de respuesta, correspondiente.
Todo el relato bíblico, es una Palabra divino-humana o, mejor es la Palabra de Dios encarnada en palabras humanas
La Biblia es en verdad el documento del diálogo entre Dios y la humanidad; pero debe considerarse como presentando simultáneamente la iniciativa de Dios, que confronta al hombre con la revelación de sí mismo, y la respuesta humana de la fe, que no es otra cosa que la contribución del hombre en este diálogo privilegiado que llamamos: –Historia Sagrada–.
Todo el relato bíblico, es una Palabra divino-humana o, mejor es la Palabra de Dios encarnada en palabras humanas. Por estos argumentos, definíamos la Escritura, la Biblia, como la historia del Acompañamiento del Espíritu –Espiritual– a la humanidad, a la criatura, al hombre y al mundo.
Más aún, por un buen período de la investigación exegética, en estos tiempos modernos, la insistencia exagerada sobre las «ipsissima verba Jesu», propia de tantos manuales de Teología, nos presentaban las palabras citadas por Jesús, como siendo el elemento divino de los mismos evangelios y las observaciones de los evangelistas, como el elemento humano, en este diálogo. Sin embargo, vale la pena recordar que los dichos de Jesús en los Evangelios, así como el mensaje de Yahvé expresado en la Ley y los escritos Proféticos, constituyen una guía nor-
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Perspectivas Bíblicas del Acompañamiento Espiritual
mativa, un referente obligado, para nuestra experiencia religiosa y espiritual, precisamente porque no son documentos estenográficos (reducidos, taquigráficos) de los pronunciamientos divinos, sino por ser el fruto de una experiencia religiosa privilegiada de los escritores sagrados, inspirados. La naturaleza de las diferentes reacciones con respecto a Jesucristo, su mensaje y su misión, hacen posible el hablar de la Espiritualidad de Juan como distinta de la de Pablo o de la de Mateo, o de la de Ignacio, o de la tuya y la mía.
La Biblia creadora de experiencia religiosa
Hemos dicho que la Sagrada Escritura es guía normativa para toda experiencia religiosa hoy. Esta afirmación, puede ser entendida de dos maneras: puede significar que la Biblia es creadora de una experiencia religiosa cristiana válida; o bien: que ella es la regla para medir correctamente la validez de la experiencia religiosa cristiana, personal y comunitaria.
De otro lado, la Biblia –como referente para el acompañamiento espiritual– puede usarse por dos caminos: el de la meditación o el de la contemplación.
Como materia de meditación, la Escritura es una fuente de vida espiritual cristiana muy fructífera. En este sentido la Regla de san Benito hace de la Escritura el objeto de la lectio divina. La lectura de la Sagrada Escritura exige la atención y actividad cuidadosa del monje. De hecho, san Benito dice que por lectio divina se entiende la lectura meditada oreflexiva de la Biblia2. Igualmente, se dice que la lectio no es un mero ejercicio intelectual, sino que apunta precisamente a producir o generar una experiencia religiosa3. Hoy diríamos una auténtica conversión.
Hecha esta aclaración, podemos ir un poco más allá y considerar la segunda perspectiva o camino bíblico: la vía de la contemplación. Quisiera anotar que, cuando hablamos acá de la contemplación –uno de
2 Regla de san Benito, Capítulo 48.
3 Regla de san Benito sobre la lectio divina y la compunción del corazón, Capítulo 49.
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Mario Franco Espinal, S.J.
los pasos de la lectio divina– nos estamos refiriendo abierta e intencionadamente a la Contemplación Ignaciana. Digo esto, porque en último término, después de considerar muchas posibilidades y después de una buena experiencia como acompañante de EE de mes, durante varios años; yo les confieso, que voy descubriendo que esto de la perspectiva bíblica del acompañamiento espiritual –En Ejercicios con mayor razón, pero aún, fuera de ellos: en la vida– tiene que ver esencialmente con la contemplación ignaciana.
Miren, la contemplación ignaciana, es algo más que un método de oración. Es el método, pero inclusive: es la cima de la experiencia espiritual ignaciana. Se es místico solo por vía de la contemplación en la «acción», en la vida, en la historia, en el mundo, es decir: en el acompañamiento espiritual. Cuando Rahner afirmaba, que para este siglo, o se es místico o no se podrá ser cristiano, creo que indicaba claramente, dos cosas fundamentales: primero: que la oración –por la contemplación–tiene que pasar a referir, regir, toda la vida; y segundo: que no nos puede bastar con la meditación, con la «pedagogía». En adelante será necesario acceder a la contemplación, a la «mistagogía».
«Educar», «dialogar», «acompañar espiritualmente», (desde una perspectiva bíblica), no podrá ser en adelante, un asunto de comprensión intelectual como en la modernidad, un asunto de cultura, un asunto de meditación. Esto ha producido un hombre dividido, escindido, esquizofrénico, desconectado entre lo teórico y lo práctico, una persona doble o de doble moral. En adelante, educar, dialogar y acompañar espiritualmente, tendrá que ser, para lograr un hombre íntegro y verdadero, un asunto vital, de totalidad, un asunto de un contemplativo de y en la vida, un asunto de Mistagogía.
La meditación de la Palabra es más «pedagógica», la contemplación de la Palabra la vuelve vida y es más «mistagógica». Así las cosas, podemos entonces ir más allá, explorando en qué forma la Sagrada Escritura proporciona los medios para crear una verdadera experiencia espiritual y religiosa. Cristiana; es decir, desde qué perspectiva y horizonte la Biblia genera una experiencia espiritual como el acompañamiento. Repitámoslo otra vez: desde la contemplación, más que desde la meditación. Si queremos ser acompañantes espirituales, hoy, tenemos que
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Perspectivas Bíblicas del Acompañamiento Espiritual
aprender a vivir y acompañar al hombre o mujer que contempla. Tenemos que ser más mistagogos que pedagogos. Tenemos la responsabilidad de llegar hasta allá, pues la espiritualidad ignaciana así lo exige para el discernimiento mismo. En la espiritualidad ignaciana, contamos con los dos elementos y referentes esenciales: la contemplación en la vida y la Escritura.
La contemplación ignaciana se ocupa de los sucesos de la historia sagrada, y la meditación ignaciana, está ligada a la consideración de las verdades de la fe
Para el jesuita y para el que asume la espiritualidad de Ignacio, en concreto de los Ejercicios, el método más familiar de alcanzar ese objetivo, esa experiencia espiritual y religiosa; es a través de la experiencia y espiritualidad (incluyendo las técnicas o prácticas) que san Ignacio ha dejado en los Ejercicios Espirituales. Hablamos en primer término de la contemplación con sus preámbulos, es decir, con la historia y la composición de lugar en la que uno se hace a sí mismo parte del misterio que se va a contemplar. Como bien sabemos, la contemplación ignaciana se ocupa de los sucesos de la historia sagrada, y la meditación ignaciana, está ligada a la consideración de las verdades de la fe.
La contemplación ignaciana apunta a mostrar al ejercitante, cómo integrarse dentro del diálogo entre Dios y el hombre, de acuerdo con su propia época y cultura. Para esto no es suficiente el trabajo del entendimiento humano, ni incluso el de la imaginación: la persona entera debe ser captada, empeñada, comprometida, para poder así asumir su propio lugar en ese diálogo sagrado en marcha, que es la historia contemporánea de la salvación.
Es el «ponerse uno mismo dentro del cuadro» (como si presente me hallase), lo que san Ignacio desea que hagamos en la contemplación. Debo esforzarme, con la gracia, por ponerme en la actitud religiosa que está simbólicamente representada por el oír y el ver. A través de la contemplación de alguna escena del relato bíblico, puedo «oír» lo que Jesucristo me dice en mi propia situación existencial; o puedo «ver» lo que él trata de realizar a través de mí, en mi mundo de hoy. Es decir, acontece para mí una Teofanía. En síntesis: a través de la contemplación debo
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aprender de alguna manera, a mirar a Cristo tal como Él se me presenta, en este mi momento particular y personal de la historia sagrada. Mediante esta experiencia religiosa de la contemplación ignaciana, aprendo a ser testigo real y práctico –no exclusivamente teórico– de Cristo, hoy. A través de la contemplación, puedo lograr el diálogo interior con el verdadero y definitivo acompañante espiritual; con el Espíritu mismo, en cualquiera de sus expresiones históricas, encarnadas y humanas de hoy.
Para llevar a cabo esta tarea que se me asigna, tengo la ayuda de las diversas «espiritualidades del Antiguo y Nuevo Testamento». Estas me sirven como guía normativa, en cuanto que son el registro de la experiencia religiosa de otras personas especialmente privilegiadas del pueblo de Dios.
En conclusión: la Biblia crea experiencia religiosa hoy, por la contemplación. Los autores sagrados han dejado encerrada en sus escritos, la reacción de su fe a la revelación. Por la lectura atenta (meditada y contemplada) de los textos y autores sagrados, que son el fruto de un afortunado diálogo con Dios, yo aprendo a elaborar mi propia respuesta dentro del tiempo en que me toca vivir. Con los medios históricos, culturales, ascéticos y místicos a mi disposición, yo elaboro mi propio evangelio, mi propio diálogo con Dios, mi propia experiencia de acompañamiento en el Espíritu o por el Espíritu de Dios.
La Bíblica normativa para la experiencia religiosa
Es hora de considerar el segundo sentido: La Escritura como norma para calibrar la validez de nuestra experiencia religiosa.
Cuando sostenemos nuestra creencia de que la Biblia es la Palabra de Dios, queremos decir que los autores de los libros sagrados gozaban de un privilegio especial. Que estaban «inspirados» en un sentido que sobrepasa en mucho a aquella «inspiración» comúnmente atribuida a los grandes escritores. El autor sagrado está dotado de la habilidad de expresar en su propio lenguaje la revelación que Dios hace de sí mismo. Por su medio Dios nos habla de una manera más directa, personal e inmediata que cuando lo hace a través de la naturaleza humana o de los acontecimientos naturales de la historia y acontecer humano.
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Perspectivas Bíblicas del Acompañamiento Espiritual
Conviene recordar aquí, que el lenguaje tiene de hecho una triple función. No es un mero vehículo para la transmisión de las ideas. Este es una de las funciones del mismo, cierto, pero además, con el lenguaje yo comunico inevitablemente algo de mí mismo: revelo mi personalidad a través de mis palabras. Aún más, hablarle a una persona es hacerla entrar en una nueva relación interpersonal conmigo mismo.
La Biblia como Palabra de Dios comunica ciertamente a los hombres la verdad divina; pero la instrucción intelectual acerca de la acción de Dios en la historia no es su único, ni siquiera su propósito principal. Está también destinada, como lo indica Pablo, a nuestra «consolación». Por el hecho mismo de ser la Palabra de Dios, revela a Dios de la manera más íntima y personal. Contiene además, un mensaje por el cual Él busca comprometerse como persona, dirigirse a mí como individuo y miembro de su pueblo. En este sentido la Dei Verbum, habla de la Escritura como criterio y norma de vida y de la vida como experiencia espiritual y religiosa.
Es necesario que toda la predicación eclesiástica, como la misma religión cristiana, se nutra y se rija por la Sagrada Escritura4 .
La Escritura es pues, la guía normativa por excelencia frente a la cual puedo evaluar mi experiencia religiosa, no teórica sino vital. Esto implica, la posibilidad de una confrontación real con el mensaje, la comunicación personal y el imperativo divino contenido en las Escrituras.
Al hablar de esto hay que tener en cuenta dos movimientos: 1) la tendencia a actualizar sucesos pasados que es característica de la Biblia, y 2) el esfuerzo por «volver en el espíritu a aquellos remotos siglos del oriente».
Al hablar de la tendencia actualizadora de la Escritura, nos referimos al esfuerzo típico de los autores sagrados, por hacer que su mensaje tenga la vigencia necesaria para el hombre de cualquier tiempo y época. Esta continúa juventud y novedad de la Palabra bíblica de Dios es a mi
4 Dei Verbum 21.
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juicio, una de las principales cualidades que la hace la guía normativa más eficaz de la experiencia religiosa cristiana.
El segundo movimiento, busca también producir una verdadera experiencia religiosa cristiana, es el esfuerzo por ponerse uno mismo dentro de las situaciones culturales, políticas e históricas del pasado, que enmarcaron los sucesos de la historia sagrada. Esto lo logra la ciencia mediante la ayuda de todo el instrumental científico disponible para el acercamiento a la Biblia.
ACERCAMIENTO AL TEMA POR LA CONSIDERACION DE ALGUNOS TEXTOS DE LA ESCRITURA
Antes de presentar algunos textos como anexo, quisiera hacer unas aclaraciones. La presentación de estos textos, podría ser esperada desde una perspectiva exegética o bíblica. En realidad, tengo que decir que no será así. Es verdad que hasta hace unos años, yo estaba dedicado al estudio y enseñanza de la Escritura, sin embargo, en el momento actual, –esto equivale realmente a 8 años–, debo decir que he estado más dedicado –de tiempo completo– al seguimiento y acompañamiento espiritual de religiosos, específicamente de Novicios. Por lo mismo, mi acercamiento al tema y a los textos, estará mas determinado por mi trabajo actual y por la experiencia reciente, que sin dudarlo, debo decirlo es más espiritual que exegético bíblica.
Una segunda aclaración. Hay muchos textos en la Escritura –tanto en el Antiguo como el Nuevo testamento– que nos permiten referirlos al tema del acompañamiento espiritual. Un estudio y consideración de ellos, nos ofrecería, desde el punto de vista teológico y bíblico, una aproximación y profundización del tema muy halagador y rico. Con todo, por lo expuesto en la parte anterior, creo que una conclusión evidente que no podemos ignorar, es aquella que considera la Escritura como la historia del acompañamiento de Dios (Espiritual) al género humano. En este sentido toda la Escritura, y cualquier texto de ella, pueden ser leídos o interpretados como textos referidos al acompañamiento espiritual.
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Perspectivas Bíblicas del Acompañamiento Espiritual
Quiere esto decir que el tema «acompañamiento espiritual» puede ser considerado como una clave –entre muchas– de lectura e interpretación de toda la Escritura. Esto lógicamente limita las pretensiones de cualquier análisis del tema, por el estudio de varios textos tomados de una parte u otra de la Escritura. No siendo ni el propósito ni el alcance de este trabajo, voy a limitarme a presentar dos textos de una forma un poco más detallada dentro de las múltiples opciones que como digo presenta la Escritura.
Cuando afirmamos que la historia de la Salvación, la Revelación o Escritura, puede ser leída como la historia del acompañamiento del Espíritu al hombre, o al género humano, podríamos apoyarnos por ejemplo en algunos textos, que así lo presentan directamente.
Veamos algunos casos: Éxodo 3, 7-10. Dios escucha el clamor del pueblo, baja para liberarlo y acompañarlo en su proceso hasta la tierra prometida. Éxodo 13, 20-22. Dios y su presencia los acompaña siempre de día y de noche, en la travesía por el desierto; en el proceso de liberación y salvación. Jueces 2, 11-15. Dios los deja –abandona– cuando lo abandonan para seguir a otros dioses. El hombre corta el proceso del acompañamiento del Espíritu.
Como estos textos, podríamos señalar muchos otros a lo largo de toda la Escritura, sin embargo como ya lo hemos dicho, veamos al menos dos, –paradigmáticos– y a los que haremos una lectura un poco más atenta o detenida. La Vocación o llamamiento de Samuel y la Aparición del Resucitado a los discípulos de Emaús.
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1.LaVocación
o
llamamientodeSamuel.
1 Samuel 3,1-21
Dios,elEspíritu acompaña alfiel–al profetaElíyaSamuelaquienelige(Transforma).
Estetextopuedeleerseenclave decontemplación
Visión -Audición:RevelaciónoTeofanía. “Acompañamientoparaunllamado”.
(Contexto del Relato: Elí-Samuel: Acompañamiento Espiritual ).
a)SamuelservíaalSeñor,bajo las órdenes de Elí.
b)Enaquellaépoca, era raroqueelSeñorComunicaraunmensaje (revelación)y noera comúntener una Visión. V1.
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1.La Vocaciónollamamientode Samuel.
(Esquema del Acompañamiento Espiritual como Diálogo entre
El Acompañante -El Acompañado. = Dios y Elí…. Dios y Samuel).
V.2
Pero: Un día.
Elí comienza a quedarse ciego – no podía ver bien (El vidente). Estaba durmiendo.
V.3
V.4
Samuel: Acostado en el templo. Con la luz del Santuario encendida.
Dios: (El Señor) lo llamó: ¡Samuel! (R: Aquí estoy).
V.5
Luego:
Samuel respondió-corrió.
Donde Elí y le dijo: Aquí estoy porque me has llamado.
Elí: Yo no te he llamado. Vuelve a Acostarte. (Samuel fue y se acostó).
Samuel -aún- no conocía al Señor.
V.7 (Previoal DiscernimientoTransformación).
Pero: Por tercera vez (3ª). Llamó el Señor a Samuel. Este (Samuel), Se levantó y fue a decirle a Eli: Aquí estoy porque me has llamado. Elí comprendió que era el Señor y dijo:
Ve a acostarte y si el Señor te llama responde: Habla Señor que tu siervo escucha.
V.6
Pero: El Señor llamó otra vez (2ª vez). Samuel. Samuel se levantó, fue donde Elí y dijo: “Aquí estoy porque me has llamado”.
Elí: Yo no te he llamado (Hijo mío). Vuelve a acostarte.
Después llegó el Señor se detuvo y lo llamó: ¡Samuel, Samuel! Contestó Samuel: “Habla Señor que tu siervo escucha”.
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V.8
V.10
V.9
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1.La Vocaciónollamamientode Samuel.
(Revelación-Teofanía. Transformación. Vocación)
E S C U C H A R.
V.11.
V.14.
V.15.
V.16.
V.17.
V.18.
Y el Señor dijo: Voy a hacer algo en Israel. Hasta los oídos, dolerán a oír.
Cumpliré a Elí lo dicho sobre su familia. Voy a castigar los suyos para siempre!. (Por la realidad que el ya sabe, de sus hijos y no los ha reprendido).
He jurado contra la familia de Elí que su maldad no se borrará Jamás, ni con Sacrificios ni con ofrendas.
Después . Samuel se acostó. Al día siguiente: Abrió las puertas del templo del Señor. Temía contarle a Elí la Visión.
Pero.Elí lo llamó y le dijo: Samuel (Hijo mío).
Samuel Respondió: Aquí estoy.
Elí preguntó: Qué te ha dicho el Señor ? No me ocultes nada.
Te castigue Dios si ocultas algo.
Samuel declaró todo.
Elí exclamó: Es el Señor… “Hágase lo que a Él le parezca mejor”.
V.19.
V.20.
V.21.
Samuel creció –El Señor le ayudó- cumplió sus promesas.
Todo Israel reconoció que Samuel era Verdadero Profeta del Señor.
El Señor volvió a revelarse en Silo, pues allí dio a conocer a Samuel su Mensaje Y este lo comunicaba a Israel.
1.La Vocaciónollamamientode Samuel.
Podríamos distinguir una estructura del texto en estos términos: Podríamos distinguir una estructura del texto en estos términos:
V.1. y V.21. V.2. V.10. V.11. V.14.
V.15. V.16. V.18. V.19. V.20.
Introducción:Samuel Visión Mensaje Comunicación.
Conclusión: Samuel Visión Mensaje Comu Comunicación.
ProcesodeAcompañamiento.–Dediscernimiento parareconoceralSeñor.
Profetavidente:Nocheoscura.
Elí AcompañaaSamuelensuexperienciadeDios:delLlamamiento.
Visión-contemplación:Transformación.VocaciónoLlamadodeDios. contemplación: Dios.
RevelacióndeDiosaSamuel.(Visión-Contemplación-Transformación)
Samuelnuevoprofeta.Vidente.Aldíasiguiente.Abrelaspuertasdeltemplo.
ElíconocelacomunicaciónrevelacióndelSeñor.AceptasuVoluntadsuVoluntad.
ReconoceaSamuelcomoprofeta.
Samuelcreció. Dioscumplió.
IsraelreconoceaSamuelcomoverdaderoProfeta delSeñor.
Apuntes Ignacianos 40 (enero-abril 2004) 10-36 Perspectivas Bíblicas del Acompañamiento
1.La Vocación o llamamiento de Samuel.
Introducción – Contexto: Samuel – Visión– Mensaje – Comunicación.
Pero – Dios (ElSeñor) – Samuel– Elí
Pero – Dios (ElSeñor) – Samuel– Elí
Pero – Dios (ElSeñor) – Samuel– Elí
Proceso de Acompañamiento. –
De discernimiento para reconocer al Señor.
RevelacióndeDiosaSamuel.(Visión-Contemplación-Transformación)
Samuelnuevoprofeta.Vidente.Aldíasiguiente.Abrelaspuertasdeltemplo.
ElíconocelacomunicaciónrevelacióndelSeñor. AceptasuVoluntadsuVoluntad. ReconoceaSamuelcomo profeta.
Samuelcreció. Dios cumplió.
Israelreconoce a Samuelcomo verdadero Profeta delSeñor.
Conclusión–Contexto:Samuel– Visión-Mensaje-Comunicación.
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Mario Franco Espinal, S.J.
Perspectivas Bíblicas del Acompañamiento Espiritual
1.La Vocaciónollamamientode Samuel.
Introducción– Contexto: Samuel – Visión– Mensaje – Comunicación. ProcesodeAcompañamiento. –
Dediscernimientoparareconocer alSeñor.
Revelación de Dios a Samuel. (Visión - Contemplación - Transformación)
Samuelnuevoprofeta.Vidente. Al día siguiente.Abrelaspuertasdeltemplo.
Samuelcreció. Dios cumplió. Israelreconoce a Samuelcomo verdadero Profeta delSeñor.
Elí conoce la comunicación revelación del Señor. Acepta su Voluntad su Voluntad Reconoce a Samuel como profeta. 21
Conclusión – Contexto: Samuel – Visión- Mensaje- Comunicación.
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En este texto –típico del Antiguo testamento desde varios esquemas estereotipos– podemos descubrir algunos de los elementos descritos antes acerca del acompañamiento espiritual. Consideremos algunas observaciones especiales del texto.
Se trata por un lado del acompañamiento de Dios (Espíritu) a su pueblo por medio de sus elegidos o profetas. En este caso, por medio de Elí y Samuel. A través de ellos, Dios acompaña –comunica– su palabra o mensaje al pueblo, en su historia de salvación.
Por otro lado, se puede observar –igualmente– una bella historia de Elección o vocación profética, vivida mediante un proceso de acompañamiento espiritual y de discernimiento: Elí Acompañante espiritual. Samuel: Elegido y acompañado.
Para destacar en el texto: la estructura que posee ya reseñada, pero que podríamos resumir en los siguientes términos:
*Introducción - Contexto. Cambio de misión o profeta: Elí por Samuel.
*Experiencia de Dios (Llamamiento o vocación de Samuel).
*Samuel responde a Elí. (Confunde y no reconoce al Señor, pues, todavía no tenía el don del discernimiento). Elí lo remite al Señor Dios.
* Este proceso se da en tres ocasiones, en medio de la noche de Elí (que se está quedando ciego) y de la noche (real), de Samuel, pues todavía no reconoce la voz del Señor a pesar de estar acostado a la sombra del Arca del Señor en el templo.
*Cuando se reconoce al Señor. Este se revela a Samuel. Lo llama y transforma. Lo convierte en vidente y verdadero profeta. Y vuelve a comunicarse por visión a su pueblo.
Elí, el Acompañante tiene paciencia (en medio de su noche oscura) y le pide a Samuel su acompañado: fidelidad.
Elí no sustituye a ¡Dios! Respeta la relación y experiencia de Dios de Samuel, al cual reclama y exige: transparencia y claridad total.
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Perspectivas Bíblicas del Acompañamiento Espiritual
Características del Acompañante: Paciencia. No sustituir a Dios – Respeto.
Características del Acompañado: Fidelidad – Transparencia – Transformación.
Es pues claro el proceso del acompañamiento espiritual en este texto, que como decimos es de sentido doble: el acompañamiento de Dios a su pueblo, y el acompañamiento espiritual de Elí a Samuel. Pero vengamos al segundo texto que puede ser considerado típico del acompañamiento espiritual en la Escritura, se trata ahora de un pasaje del Nuevo Testamento. La aparición del Resucitado a los discípulos de Emaús, en el final del Evangelio de Lucas.
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2.Los Discípulos de Emaús.
Lucas 24,13-35
Como lo encontramos en este pasaje, Dios, el Espíritu es acompañante fiel del género humano en su historia natural, en su proceso de liberación o salvación.
Plenitud de la Revelación Jesús el Cristo, Resucitado, Testigo fiel del acompañamiento del Espíritu a la humanidad
LasituaciónpropiadelHombreessuestadodeDESOLACIÓN; porunProcesoderelación(OraciónContemplativa), estransformadaporelEspírituenCONSOLACIÓN
V.13 Acompañante“Aquelmismodía ……” (DíaDomingo. DíadelSeñor).
V.14 Acompañado Aun pueblo: Emaus – 11 Kms de JERUSALÉN
… Sobre lo que pasó allí, esos días …
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Información
Histórica
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2.Los Discípulos de Emaús.
A)DIALOGOESPIRITUAL:LecturaHumana.NaturaldelaHistoria. (Vía-VidaHistórica) -ACOMPAÑADO-:
V.15
V.16
V.17
Mientras…Conversar–Discutir (Sí,eselmismo)
Peroaunquenolovean
“Algolesimpedíadarsecuentaquienera” (No,esdistinto)
AcompañamientoEspiritual: MinisteriodeConversación…Allí ApareceJesús.(Historia).
(Reconocerlo)
Jesúspreguntó:¿Dequéhablanporelcamino? 1rarespuesta: ((SentimientosdeTRISTEZA–DESOLACIÓN)
V.18
V.20
Preguntadelosdiscípulos:“EreselúnicoenJerusalén….”
R/:“¡Qué pasó?
Respuesta discípulos:TestimoniosobreJesús.Profetapoderosoen:hechosyobras anteDiosyanteelpueblo.
V.19 Comolosjefesdesacerdotesyautoridadeslo llevaronalamuerte:Locrucificaron. (PartedelTestimonio:DimensiónHistórica:Muerte.)
Nosotros:Esperanzaenla liberacióndeIsrael.Peroyahanpasadotresdías.
V.21 Continúa el testimonio. Comienza la dimensión espiritual. “Confiamos …, esperamos …, van tres días”.
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2.Los Discípulos de Emaús.
V.22
V.23
Algunasmujeresnosasustaronpuesfuerondemadrugada(Domingo)alSepulcro.
Noencontraronelcuerpo. (Historia). Volvieronacasa.
(TestimoniodelResucitadodeVida)
V.24
UnoÁngeleslesdijeronqueJesúsvive.
(Confesión–TestimoniodeFe.Resucitado)
Igualsituacióndealgunosdiscípulos…
LaHistoria -ACOMPAÑANTE-: B)DIALOGOESPIRITUAL:LecturaEspiritualdelaVida.
V.25
V.26
V.27
EntoncesJesúslesdijo:Faltosdecomprensión.
Lentosparacreer.Acasonoteníaquepadecer(Historia)paraserglorificado?
LuegosepusoaexplicarleslaEscritura(AcompañamientoEspiritual).
SobreÉl,enelAntiguoTestamento:LaleyylosProfetas.
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C)DIALOGOESPIRITUAL:CelebracióndelaCena.
2.Los Discípulos de Emaús. -EUCARISTÍA-:
V.28
Alllegar…Jesúshizoademándeseguiradelante.
Ellos:quédateconnosotros…YJesúsentróparaquedarseconellos.
SentadosalaMesa:Tomóelpan-dandogracias-lopartióyselosdio. (FórmuladelaEucaristía.)
Enesemomento,selesabrieronlosojos(Ver-Luz).Lereconocierony
Desapareció. (PraxisEucarística.) (Findelacontemplación.Transformación.) V.31
Sedijeron: Noardíaelcorazón,cuandonos hablabayexplicabalasescrituras?
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2.Los Discípulos de Emaús.
Lucas24,13-35
Comoloencontramosenestepasaje
Dios,elEspírituesacompañantefieldelgénerohumanoensu historianatural,ensuprocesodeliberaciónosalvación.
PlenituddelaRevelación JesúselCristo,Resucitado,
TestigofieldelacompañamientodelEspíritualahumanidad
LasituaciónpropiadelHombreessuestadodeDESOLACIÓN, porunProcesoderelación(OraciónContemplativa), estransformadaporelEspírituenCONSOLACIÓN
V.13
Acompañante
Acompañado
V.14 “Aquelmismodía……” (DíaDomingo.DíadelSeñor).
Información
V.33
V.34
V.35
A un pueblo: Emaus –11 Kms de JERUSALÉN. … Sobre lo que pasó allí, esos días …
Histórica
Sin esperar. Se pusieron en camino y volvieron a JERUSALÉN
Allíestabanlos otros(Apóstoles)ylesdijeron: Esverdad HARESUCITADO!!!
Seapareció aPedro.Ellos contaronlo delcamino (Experiencia Realde Resurrección oDel Acompañamiento Espiritual)y elreconocimiento alpartirelPan. (PraxisEucaristíca)
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Perspectivas Bíblicas del Acompañamiento Espiritual
2.Los Discípulos de Emaús. CONSIDERACIONES
AlgunosElementosdelanálisisdeestepasaje: Aniveldeestructuraycomposicióndelmismo
JERUSALEN
V.13 -V.14 Partida
ApareceenelCamino (No loreconocen)
Regreso V.33 -V.35
Desaparece (Lo reconocen al Partir el Pan)
DESOLACIÓN CONSOLACIÓN
Diálogo Espiritual –Acompañamiento Espiritual En 3 Escenas
Una Celebración: Praxis Eucarística
Dos de Diálogo Espiritual Mediante la Palabra
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Mario Franco Espinal, S.J.
En este texto de los discípulos de Emaús encontramos una descripción narrativa clara y evidente del proceso del acompañamiento espiritual que describíamos en la exposición precedente.
Dios, El Espíritu es el acompañante fundamental del género humano en su historia – natural, y en su proceso de liberación o salvación. Esto llega a la plenitud de la revelación en la persona de Jesús el Cristo, resucitado. Es el testigo fiel del acompañamiento del espíritu a la humanidad mediante el misterio de su encarnación y redención –Misterio Pascual de muerte y vida– como lo encontramos acá en este pasaje. La situación propia del hombre es la de su estado de DESOLACION, que por un proceso de relación (oración contemplativa), es transformada por el Espíritu en CONSOLACION. Esta es la realidad del acompañamiento espiritual. Realidad del acompañamiento-conversación-diálogo espiritual que acontece generalmente a un doble ritmo: el de la Palabra de Vida que interpreta y alimenta la vida, y el de la praxis que la celebra. La Eucaristía (Igualmente pan de vida). Tal como lo vemos que aparece en esta perícopa de los discípulos de Emaús. Considerado desde su perspectiva bíblica. O como lo insinuamos en la exposición: el acompañamiento espiritual, es precisamente, una de la claves de lectura e interpretación fundamental de toda la Escritura, tanto en el Antiguo como Nuevo Testamento.
Sin duda este texto, nos muestra en el desarrollo del mismo, todo el esquema fundamental del acompañamiento espiritual. En este caso realizado por el mismo Espíritu del Señor-Resucitado. Este proceso que es al mismo tiempo un proceso de discernimiento, realiza, opera toda una acción salvífica que acá llamamos de transformación, cambio y que en términos espirituales es el paso de la desolación y tristeza a la alegría y gozo de la Resurrección. El Paso de la muerte a la vida. Acontecido fundamentalmente en Cristo resucitado y por Él en todos nosotros, acompañados por el Espíritu en la vida. En todo proceso de acompañamiento espiritual, dentro o fuera de Ejercicios.
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El acompañamiento en los Ejercicios Espirituales según san Ignacio de Loyola
Hermann Rodríguez Osorio, S.I.*
INTRODUCCIÓN
UNA HISTORIA
uentan que un pastor tenía muchas ovejas en su redil. Todas las noches, después de caminar con su rebaño por las colinas y los montes, el pastor guiaba a sus ovejas hasta el corral donde podían descansar, protegidas de los peligros de la noche. El corral, que había sido construido hacía muchos años, tenía un agujero por el que cabía perfectamente una oveja. Una noche, una de las ovejas decidió huir del encierro y comenzó a recorrer los caminos en medio de la oscuridad, sin que el pastor se percatara. La oveja estaba feliz de gozar del paisaje nocturno y de la brisa suave que se respiraba por aquellos campos, sembrados de soledad y de silencio. Pero esta dicha no duró mucho. Poco a poco se fue dando cuenta de que no era capaz de regresar sola hasta el redil; se sintió
* Licenciado en Filosofía y Magister en Psicología Comunitaria de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Doctor en Teología de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid. Actualmente es Director del CIRE, Director de la Licenciatura en Ciencias Religiosas (presencial) en la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana y profesor de la misma.
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Hermann Rodríguez Osorio, S.J.
perdida y comenzó a buscar el camino de regreso en medio de las tinieblas que se iban haciendo más espesas. En su afán, comenzó a balar con fuerza y lo único que logró fue atraer a los lobos, que custodiaban los alrededores en busca de una presa fácil. El aullido de los lobos se iba haciendo cada vez más cercano y el pánico se fue adueñando de la oveja, cada vez más perdida. Cuando la tragedia parecía inminente, apareció el pastor, recogió a la oveja y la llevó de vuelta a su redil. Y aunque todos lo instaban a lo contrario, el pastor se negó a reparar el agujero de la cerca1 .
ALGUNAS REFLEXIONES PRELIMINARES
Dentro de las muchas enseñanzas que podría dejar esta historia sencilla, vale la pena destacar el hecho de que la relación que se establece entre la persona que decide hacer los Ejercicios Espirituales y la persona que acompaña esta experiencia, tiene que vivirse desde una libertad total. Si el redil es el lugar en el cual se realizan los Ejercicios Espirituales, y el pastor es el que acompaña la experiencia, es fundamental que no se genere una dependencia entre el que hace los Ejercicios Espirituales y el que los orienta. El acompañante no es dueño del camino que debe seguir su acompañado, sino que debe dejar que la persona elija, entre las diversas alternativas que se le pueden presentar durante este tiempo. Desde luego, es importante que, el acompañante advierta al que hace los Ejercicios sobre los peligros que puede haber en el proceso. Incluso, puede darse el caso en el que el acompañante evite que la persona que se ejercita sea devorada por los lobos hambrientos que acechan en medio de las noches desoladas del camino espiritual, pero no puede cerrar, definitivamente, la posibilidad de que la persona tome un camino, aparente o claramente, equivocado, si es lo que descubre desde su propia experiencia espiritual y lo que elige, desde su propia libertad.
Es muy frecuente que «la persona que da a otro modo y orden para meditar o contemplar»2, quiera conducir los caminos del que hace los Ejercicios, según su propia experiencia, corriendo el peligro de equi-
1 Cfr. ANTHONY DE MELLO, El Canto del Pájaro, Sal Terrae, 251996, 198.
2 Ejercicios Espirituales 2.
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El acompañamiento en los Ejercicios Espirituales según san Ignacio de Loyola vocarse por no entender el propio camino que Dios le señala a cada uno. Ya lo advertía san Ignacio cuando recordaba que
Ningún yerro es más pernicioso en los maestros de las cosas espirituales, que querer gobernar a los otros por sí mismo, y pensar que lo que es bueno para ellos es bueno para todos3 .
Por tanto, con el fin de iluminar a las personas que acompañan a otros en esta experiencia, y para tratar de evitar los posibles errores que pueden darse en este proceso de acompañamiento durante los Ejercicios Espirituales, vamos a hacer un recorrido por las recomendaciones que san Ignacio de Loyola dejó registradas en el mismo texto de los Ejercicios y en otras fuentes que pueden ayudar a esclarecer este proceso.
LAS ANOTACIONES DE LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES
UNA VIDA SISTEMATIZADA
Las Anotaciones con las que comienza el texto de los Ejercicios Espirituales, reflejan aprendizajes vitales de san Ignacio en su propia experiencia espiritual. No son recomendaciones ideadas desde el escritorio de un intelectual, sino la sistematización de experiencias vividas en su proceso de crecimiento y de búsqueda de la voluntad de Dios. Uno de los jesuitas más cercanos a Ignacio de Loyola en sus últimos años fue el P.Luis Gonçalvez de Câmara, que escribe en su Memorial sobre la manera como el santo fundador vivía intensamente lo que él mismo había recogido en sus escritos sobre los Ejercicios:
De una cosa me acordaré, a saber, cuántas veces he notado cómo el Padre en todo su modo de proceder observa todas [las] reglas de los Ejercicios exactamente, de modo que parece primero los haber plantado en su ánima, y de los actos que tenía en ella, sacadas aquellas reglas4 .
3 Thesaurus Spiritualis Societatis Iesu, Santander, 1950, 316.
4 LUIS GONÇALVEZ DE CÂMARA, Memorial, No. 226.
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Se trata, pues, de reglas que el mismo Ignacio vivía en su cotidianidad y que habían ido surgiendo de su experiencia de acompañar a otros en los Ejercicios Espirituales. Por otra parte, más adelante, Gonçalvez de Câmara nos cuenta cómo se fueron configurando estas orientaciones del Maestro Ignacio para encaminar a los que acompañaban a otros en sus Ejercicios:
Dijo el Padre que quería hacer un Directorio de cómo se habían de dar los Ejercicios, y que Polanco le preguntase las dudas a cualquier hora, porque en cosas de los Ejercicios no le sería necesario pensar mucho para responder a ellas5 .
FUNCIÓN DE LAS ANOTACIONES EN EL CONJUNTO DE LOS EE
El mismo título que san Ignacio coloca a estas orientaciones prácticas, esclarece su función dentro del cuerpo de los EE: «Anotaciones para tomar alguna inteligencia en los Ejercicios Espirituales que se siguen, y para ayudarse, así el que los ha de dar como el que los ha de recibir»6. San Ignacio es consciente de que no lo dice todo y que estas indicaciones deberán adaptarse a las circunstancias particulares en las que se da esta experiencia.
Destaca en ellas las recomendaciones más importantes tanto para la persona que va a dar los Ejercicios, como para la persona que los hace. No hay que olvidar, sin embargo, como nos lo recuerda el P. Peter-Hans Kolvenbach en una conferencia que tuvo el año pasado, que los actores de los EE son cuatro: «Dios, Ignacio, el que da los Ejercicios y el que los recibe»7. Al referirse el P. General a la relación entre estos dos últimos, afirma que
Ignacio en las Anotaciones, se preocupa mucho por mantener una comunicación entre el que da los Ejercicios y el que los recibe, que bascula entre la reserva y el calor humano. La reserva por ejemplo, en un distan-
5 LUIS GONÇALVEZ DE CÂMARA, Memorial, No. 313.
6 Ejercicios Espirituales 1.
7 PETER-HANS KOLVENBACH, Ejercicios y Co-actores, 1 (18 de febrero de 2002).
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Es importante que el que da los Ejercicios ofrezca un clima cómodo
de trabajo y un calor humano suficiente para posibilitar el encuentro cercano con Dios
El acompañamiento en los Ejercicios Espirituales según san Ignacio de Loyola ciamiento oportuno mientras que se declaran los Misterios de la vida de Cristo de forma breve y sumaria, precisamente para no estorbar la acción del Espíritu, que es «de más fructo espiritual» (EE 2). De nuevo la reserva en la imparcialidad con que interroga con todo detalle 'cerca' los Ejercicios al ejercitante cuando no siente mociones del Espíritu (EE 6). La reserva al no dar información al ejercitante sobre lo que ha de hacer en las semanas siguientes, (EE 11). La reserva necesaria cuando el que da los Ejercicios, al que se reconoce en otros lugares que debe tener entera libertad, interviene de forma autoritaria para luchar contra las tentaciones que ponen en peligro la acción del Espíritu (EE 13), o para moderar el entusiasmo y fervor excesivos que no provienen del Espíritu (EE 14), y sobre todo para adaptar los Ejercicios Espirituales a la capacidad de cada ejercitante (EE 18). Esta reserva es imprescindible para que la relación entre ejercitador y ejercitante deje paso libre a la actividad de los otros dos actores, Dios e Ignacio8 .
Pero esta reserva, no puede convertirse en una especie de distancia terapéutica, que busca la asepsia en la relación para no contaminarla con sus mociones o sentimientos, al estilo de la psicoterapia. Es importante que el que da los Ejercicios ofrezca un clima cómodo de trabajo y un calor humano suficiente para posibilitar el encuentro cercano con Dios:
La reserva no debe obstaculizar el calor humano. El mostrarse cortés y benigno, fortaleciendo y animando para lo que va a venir. La amabilidad de revelar al ejercitante el plan de los malos espíritus, que se afanan para poner trabas al buen Espíritu y a su influencia, que dispone al ejercitante y lo prepara para la consolación que vendrá (EE 7). Gentileza también en aceptar al ejercitante tal como es, con todas sus cualidades, con todas sus energías vitales, para dirigirlo a Dios-Actor, siguiendo el ritmo de las experiencias de Ignacio, actor también (EE 18). En acompañarlo y descubrir los frenos y sendas equivocadas, porque no todos los caminos llevan a Dios (EE 10). En escuchar junto a él la voz del Espíritu, que puede a veces ayudar a ‘reaccionar con todas sus fuerzas’ ante algo que no sea
8 PETER-HANS KOLVENBACH, Ejercicios y Co-actores, 8 (18 de febrero de 2002).
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‘únicamente por el servicio honra y gloria de su Divina Majestad’ (EE16). Esa ayuda puede requerir obediencia por parte del ejercitante. Es una obediencia muy distinta del poder arbitrario de una persona sobre otra, porque es más bien un servicio a otra persona que, con absoluta libertad y confianza, abre su corazón porque necesita consejo, otorgado con conciencia plena (EE 7)9 .
Este equilibrio entre la reserva y el calor humano, es el que tiene que caracterizar al acompañante de Ejercicios para que pueda ayudar, efectivamente, a la persona que hace la experiencia, en su encuentro con Dios cara a cara. Vamos a desglosar estas dos primeras características de la relación acompañante-acompañado, agrupando las Anotaciones de los EE en el triple objetivo que pretender alcanzar: propiciar una experiencia inmediata de Dios, una experiencia adaptada al ritmo de la persona que se ejercita y una experiencia auténtica que produzca los frutos que se esperan.
Propiciar una experiencia inmediata con Dios
Ignacio de Loyola vivió sus primeros pasos, en la vida espiritual, alejado de toda referencia externa. Leyó en el piso alto de la Casa Torre de su familia la Vita Christi y la Vida de los santos sin tener con quién confrontar sus conclusiones y tal vez forzado a profundizar en su propio viaje interior, lleno de novedades y paisajes desconocidos. Esta situación particular que vivió durante el año de su convalecencia en la casa familiar, como también lo que pudo descubrir por sí mismo, en su retiro de Manresa, que duró, prácticamente, otro año, hicieron posible una experiencia que desborda, con mucho cualquier aprendizaje que dependa de un maestro externo. Esto es lo que se llama, en los EE, un conocimiento interno que puede ser de los propios pecados10; «del Señor, que por mí se ha hecho hombre, para que más le ame y le siga»11 o «de tanto bien recibido, para que yo, enteramente reconociendo, pueda en todo amar y servir a su divina majestad»12 .
9 PETER-HANS KOLVENBACH, Ejercicios y Co-actores, 9 (18 de febrero de 2002).
10 Cfr. Ejercicios Espirituales 63.
11 Ejercicios Espirituales 104.
12 Ejercicios Espirituales 233.
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El acompañamiento en los Ejercicios Espirituales según san Ignacio de Loyola
Este tipo de experiencia fue la que llevó a Ignacio a expresar la profunda convicción que lo acompañaba en su camino. No sólo era Dios el que lo guiaba directamente, y lo trataba «de la misma manera que trata un maestro de escuela a un niño»13, sino que llegó a expresar la radicalidad de sus convicciones con una frase como esta: «Si no hubiese
Escriptura que nos enseñase estas cosas de la fe, él se determinaría a morir por ellas, solamente por lo que ha visto»14 .
Este tipo de experiencia o de conocimiento interno, como lo llama san Ignacio, sólo se puede adquirir si la persona se involucra personal y directamente en la relación con Dios. En este sentido, Ignacio insiste, por activa y por pasiva, en la necesidad de que
La persona que da a otro modo y orden para meditar o contemplar debe narrar fielmente la historia de la tal contemplación o meditación, discurriendo solamente por los puntos, con breve o sumaria declaración; porque la persona que contempla, tomando el fundamento verdadero de la historia, discurriendo y raciocinando por sí mismo, y hallando alguna cosa que haga un poco más declarar o sentir la historia, quier por la raciocinación propia, quier sea en cuanto el entendimiento es ilucidado por la virtud divina, es de más gusto y fructo espiritual, que si el que da los ejercicios hubiese mucho declarado y ampliado el sentido de la historia. Porque no el mucho saber harta y satisface al ánima, mas el sentir y gustar de las cosas internamente15 .
Esta afirmación me trae a la memoria una de las historias de El canto del pájaro, de Anthony de Mello, que cuenta que
En cierta ocasión se quejaba un discípulo a su Maestro: «Siempre nos cuentas historias, pero nunca nos revelas su significado». El maestro le replicó: «¿Te gustaría que alguien te ofreciera fruta y la masticara antes de dártela?» Nadie puede descubrir tu propio significado en tu lugar. Ni siquiera el Maestro16 .
13 Autobiografía 27.
14 Autobiografía 29.
15 Ejercicios Espirituales 2.
16 ANTHONY DE MELLO, El Canto del Pájaro, Sal Terrae, Santander 251996, 14.
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Pues algo parecido es lo que puede pasar si el que acompaña la experiencia de EE, se detiene más de lo necesario en la explicación de los textos o en la reflexión que debe acompañar un determinado ejercicio. No le deja saborear a él mismo la fruta y comerse una pepa de mango que ya ha sido devorada por otro no es nada agradable al paladar.
Cuando el P. Luis Gonçalvez de Câmara comenta el modo de hablar que tenía Ignacio, no sólo en los EE, sino en toda su vida, se destaca esta característica que pide al que da los EE:
Ordenar
su vida sin determinarse por afección alguna que desordenada sea
El modo de hablar del Padre es todo de cosas, con muy pocas palabras, y sin ninguna reflexión sobre las cosas, sino con símplice narración; y de esta manera deja a los que oyen que ellos hagan la reflexión, y saquen las conclusiones de las premisas; y con esto persuade admirablemente, sin mostrar ninguna inclinación a una parte ni a otra, sino simplemente narrando. Lo que pone de artificio es, que los puntos esenciales que pueden persuadir, todos los toca, y otros que no hacen al caso deja, según parece necesario. Y en el modo de conversar ha recibido tantos dones de Dios, que difícilmente se pueden escribir17 .
Esto es lo que quiso Ignacio dejar registrado en esta segunda anotación, para permitir que el que hace la experiencia descubra, por sí mismo, las verdades y las consecuencias de la experiencia de Dios que se le invita a tener. Por eso, dar EE, contrariamente a lo que ha sido frecuente, no es indoctrinar, convencer, argumentar, ilustrar el entendimiento o la razón, sino crear el espacio para que la misma persona que se ejercita vaya llegando, con la ayuda del modo y orden que le da el acompañante, al conocimiento interno que es capaz de «ordenar su vida sin determinarse por afección alguna que desordenada sea»18, que es el fin último de los Ejercicios Espirituales.
Por otra parte, lo que busca Ignacio a través de esta actitud de respeto por la experiencia de la persona que se ejercita es lograr que se establezca una relación directa con Dios.
17 LUIS GONÇALVEZ DE CÂMARA, Memorial, No. 227.
18 Ejercicios Espirituales 21.
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El acompañamiento en los Ejercicios Espirituales según san Ignacio de Loyola
El que da los ejercicios no debe mover al que los recibe más a pobreza ni a promesa que a sus contrarios, ni a un estado o modo de vivir que a otro. Porque, dado que fuera de los ejercicios lícita y meritoriamente podamos mover a todas personas, que probabiliter tengan subyecto, para elegir continencia, virginidad, religión y toda manera de perfección evangélica; tamen, en los tales ejercicios espirituales, más conveniente y mucho mejor es, buscando la divina voluntad, que el mismo Criador y Señor se comunique a la su ánima devota, abrazándola en su amor y alabanza, y disponiéndola por la vía que mejor podrá servirle adelante. De manera que el que los da no se decante ni se incline a la una parte ni a la otra; mas estando en medio, como un peso, deje inmediate obrar al Criador con la criatura, y a la criatura con su Criador y Señor19 .
Es importante que el acompañante en los EE esté profundamente convencido, desde su propio camino interior, que es posible tener una experiencia de Dios inmediata, real, y que constituye para la persona que la ha tenido en una experiencia fundante. El P. Karl Rahner, pone en boca de San Ignacio las siguientes palabras, que las dirigiría a los jesuitas de hoy:
Cuando afirmo haber tenido una experiencia inmediata de Dios, no siento la necesidad de apoyar esta aseveración en una disertación teológica sobre la esencia de dicha experiencia, como tampoco pretendo hablar de todos los fenómenos concomitantes a la misma, que evidentemente poseen también sus propias peculiaridades históricas e individuales; no hablo, por tanto, de las visiones, símbolos y audiciones figurativas, ni del don de lágrimas o cosas parecidas. Lo único que digo es que experimenté a Dios, al insondable, al silencioso y sin embargo cercano, en la tridimensionalidad de su donación a mí. A El, que cuando por su propia iniciativa se aproxima por la gracia, no puede ser confundido con ninguna otra cosa20 .
Creer que la persona que hace los Ejercicios Espirituales puede tener una auténtica experiencia de Dios es el fundamento de la experiencia de los Ejercicios Espirituales. Una experiencia sobre la cual se edifica todo el edifico de la fe y del seguimiento del Señor.
19 Ejercicios Espirituales 15.
20 KARL RAHNER, Palabras de Ignacio de Loyola a un jesuita de hoy, Sal Terrae, Santander 1979, 10-11.
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En la anotación 17 de los EE, se ofrece un complemento de esta actitud de respeto y reserva, como la califica el P. Kolvenbach, en la medida en que se recomienda al que acompaña la experiencia que no quiera «pedir ni saber los propios pensamientos ni pecados del que los recibe»21. En el Directorio Autógrafo, el mismo Ignacio recomienda que «mejor es, pudiendo, que otro le confiese, y no el que le da los ejercicios»22 .
Dios seduce, invita, llama, anima, se cuela en la vida de las personas y les propone colaborar con él en la obra de la salvación
Sin embargo, la anotación añade un elemento que está relacionado con la segunda característica de estas anotaciones y es la adaptación a la persona que hace los Ejercicios. El acompañante debe “ser informado fielmente de las varias agitaciones y pensamientos que los varios espíritus le traen; porque, según el mayor o menor provecho, le puede dar algunos espirituales ejercicios convenientes y conformes a la necesidad de la tal ánima así agitada»23 .
Tenemos, pues, los elementos que permiten propiciar una experiencia inmediata del ejercitante con Dios. Veamos ahora, la siguiente característica del acompañamiento, tal como lo propone el mismo Ignacio.
Propiciar una experiencia adaptada al ritmo de la persona
Los primeros años después de la conversión de Ignacio, estuvieron marcados por una búsqueda interior de los derroteros que le Señor le proponía a este gentilhombre de Loyola. Dios lo conducía lenta y pacientemente, podríamos decir, hacia su Principio y Fundamento. Pero Dios no lo forzó, como no ha forzado a ninguna persona a lo largo de la historia. Dios seduce, como lo reconoce Jeremías en su profecía24; Dios invita, llama, anima, se cuela en la vida de las personas y les propone colaborar con él en la obra de la salvación. Para esto, Dios tiene en cuenta las circunstancias de cada uno y se le revela desde su misma existencia y cotidianidad.
21 Ejercicios Espirituales 17.
22 Directorio Autógrafo 4. Se llama Directorio Autógrafo a unas hojas que aseguran ofrecer la trascripción de algunas notas esquemáticas cuyo fin es recordar las explicaciones orales
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El acompañamiento en los Ejercicios Espirituales según san Ignacio de Loyola
Se acerca, camina junto a nosotros25 y nos va proponiendo los pasos uno a uno, sin acosar, sin empujar, sin violencias de ninguna clase.
Esto mismo, que sintió Ignacio en su relación con Dios, en los comienzos de su camino espiritual, quiso dejarlo registrado en sus Ejercicios Espirituales cuando recomienda al que acompaña la experiencia que tenga en cuenta que no todas las personas caminan a la misma velocidad. La anotación 4 se refiere, precisamente a esto:
Dado que para los ejercicios siguientes se toman cuatro semanas, por corresponder a cuatro partes en que se dividen los ejercicios; es a saber, a la primera, que es la consideración y contemplación de los pecados; la segunda es la vida de Cristo nuestro Señor hasta el día de ramos inclusive; la tercera la pasión de Cristo nuestro Señor; la cuarta la resurrección y ascensión, poniendo tres modos de orar: tamen, no se entienda que cada semana tenga de necesidad siete o ocho días en sí. Porque como acaece que en la primera semana unos son más tardos para hallar lo que buscan, es a saber, contrición, dolor, lágrimas por sus pecados; asimismo como unos sean más diligentes que otros, y más agitados o probados de diversos espíritus, requiérese algunas veces acortar la semana, y otras veces alargarla, y así en todas las otras semanas siguientes, buscando las cosas según la materia subyecta. Pero poco más o menos se acabarán en treinta días26 .
Esta adaptación de los procesos al ritmo de cada persona supone también que el acompañante tenga en cuenta el estado de ánimo de cada quien, de manera que ofrezca mayor cercanía o mayor exigencia, de acuerdo al momento espiritual que esté viviendo el ejercitante.
El que da los ejercicios, si ve al que los recibe que está desolado y tentado, no se haya con él duro ni desabrido, mas blando y suave, dándole ánimo y fuerzas para adelante, y descubriéndole las astucias del enemigo de natura humana, y haciéndole preparar y disponer para la consolación ventura27 .
más pormenorizadas dadas por san Ignacio a los que formaba como directores de Ejercicios.
23 Ejercicios Espirituales 17.
24 Cfr. Jr 20, 7.
25 Cfr. Lc 24, 13-35.
26 Ejercicios Espirituales 4.
27 Ejercicios Espirituales 7.
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Y más adelante, en la anotación 14, se añade:
El que los da, si ve al que los recibe, que anda consolado y con mucho hervor, debe prevenir que no haga promesa ni voto alguno inconsiderado y precipitado; y cuanto más le conociere de ligera condición, tanto más le debe prevenir y admonir. Porque, dado que justamente puede mover uno a otro a tomar religión, en la cual se entiende hacer voto de obediencia, pobreza y castidad; y dado que la buena obra que se hace con voto es más meritoria que la que se hace sin él; mucho debe de mirar la propia condición y subyecto, y cuánta ayuda o estorbo podrá hallar en cumplir la cosa que quisiese prometer28 .
En la misma línea está las anotaciones 18, 19 y 20, que proponen distintas modalidades de los Ejercicios Espirituales, de acuerdo a «las disposiciones de las personas que quieren tomar ejercicios espirituales, es a saber, según que tienen edad, letras o ingenio»29; o teniendo en cuenta si los ejercitantes están «embarazados en cosas públicas o negocios»30, o si «es más desembarazado y que en todo lo posible desea aprovechar»31 .
Dentro de este grupo de anotaciones que buscan propiciar una experiencia adaptada al ritmo de la persona que hace los Ejercicios, tenemos que añadir la octava, en la que se recomienda instruir a la persona en las reglas de discreción de espíritus propuestas al final del librito de los EE32, de acuerdo a la necesidad que tenga de ellas:
El que da los ejercicios, según la necesidad que sintiere en el que los recibe, cerca de las desolaciones y astucias del enemigo, y así de las consolaciones, podrá platicarle las reglas de la primeras y segunda semana, que son para conocer varios espíritus [313-327 y [328-336]33 .
Por tanto, el acompañante no puede dar los Ejercicios Espirituales como quien aplica una receta de cocina, sino que tendrá que haberse
28 Ejercicios Espirituales 14.
29 Ejercicios Espirituales 18.
30 Ejercicios Espirituales 19.
31 Ejercicios Espirituales 20.
32 Cfr. Ejercicios Espirituales 313-336.
33 Ejercicios Espirituales 8.
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formado lo suficiente como para saber adaptar a los distintos ritmos, la propuesta del modo y orden que puedan llevarlo a alcanzar el fin que pretende toda la experiencia. Esto, evidentemente, no se logra de un día para otro, sino que requiere, como los buenos vinos, tiempo de maduración y un manejo suficiente de la dinámica misma de todo el proceso, de modo que el acompañante no se apropie de los Ejercicios como de una técnica, sino como un arte, que respete la vida de cada persona como una historia sagrada, con flexibilidad y libertad.
Benjamín González Buelta se refiere a este proceso de crecimiento pausado y rítmico de cada persona humana en su relación con Dios con estas palabras:
«No podemos tirar del tallo tierno para que crezca al ritmo de la impaciencia.
No podemos estrujar el corazón con las manos para que acelere su latido, y la fantasía salte sobre abismos y fronteras hacia un mañana limpio, olvidando en el suelo caminos y distancias.
No podemos atizar el ritmo del tiempo para que madure la historia a golpes de deseo, y cosechar el Reino antes de llegar la hora.
¡Acariciar los espacios rígidos, alentar los días lentos, mirar con ternura los pasos inseguros,
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liberar el instante preso, y dejar que el Reino alcance su estatura, de la mano del Señor que cuida del misterio!»34
Propiciar una experiencia auténtica
Al revisar los primeros años de conversión en la vida del Peregrino de Loyola, nos encontramos cómo fue evolucionando, poco a poco, de una espiritualidad guiada por sus propios impulsos, hacia una obediencia y docilidad mayor a las orientaciones que Dios le iba señalando a través de las mediaciones humanas que fue encontrando en el tortuoso camino inicial. Él mismo cuenta que en su paso por Montserrat, «se confesó por escrito generalmente, y duró la confesión tres días; y concertó con el confesor que mandase recoger la mula, y que la espada y el puñal colgase en la iglesia en el altar de nuestra Señora. Y este fué el primer hombre a quien descubrió su determinación, porque hasta entonces a ningún confesor lo había descubierto»35 .
Aunque se trató de un proceso lento y gradual, tuvo que ir aprendiendo a dejarse guiar en su camino espiritual. Queriendo curarse definitivamente de los escrúpulos que lo atacaban, por su vida pasada, desgarrada y vana, hizo penitencias excesivas, y tuvo que obedecer a su confesor...
Y toda la semana perseveró sin meter en la boca ninguna cosa, no dejando de hacer los sólitos ejercicios, aun de ir a los oficios divinos, y de hacer su oración de rodillas, aun a media noche, etc. Mas venido el otro domingo, que era menester ir a confesarse, como a su confesor solía decir lo que hacía muy menudamente, le dijo también cómo en aquella semana no había comido nada. El confesor le mandó que rompiese aquella abstinencia; y aunque él se hallaba con fuerzas todavía, obedeció al confesor, y se halló aquel día y el otro libre de los escrúpulos36 .
34 BENJAMÍN GONZÁLEZ BUELTA, En el aliento de Dios. Salmos de gratitud, Sal Terrae, Santander 1995, 80.
35 Autobiografía 17.
36 Autobiografía 25.
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El acompañamiento en los Ejercicios Espirituales según san Ignacio de Loyola
Tiempo después, cuando quiso quedarse a vivir en Palestina, visitando los santos lugares y ayudando a las almas, se enfrentó con los franciscanos encargados de custodiar estos lugares, que le hablaron de los problemas que traían los peregrinos que se quedaban mendigando por esas tierras;
El respondió a esto: que él tenía este propósito muy firme, y que juzgaba por ninguna cosa dejarlo de poner en obra; dando honestamente a entender que, aunque el Provincial no le pareciese, si no fuese cosa que le obligase a pecado, que él no dejaría su propósito por ningún temor37 .
La verdad es que después, cuando lo amenazaron con la excomunión si desobedecía, terminó doblegándose y acatando, no sin dificultades, la orden terminante de abandonar la tierra de Jesús.
Y así, podríamos referir otros muchos acontecimientos que nos muestran la forma progresiva como Ignacio se fue convenciendo de la importancia de dejarse guiar en su camino espiritual. No para que los demás le señalen el contenido de la experiencia de Dios, sino las condiciones externas que la posibilitan. En esta línea van otro grupo de anotaciones de los Ejercicios como la sexta, en la que se le recomienda al acompañante que interrogue con detalle sobre la manera como la persona que se ejercita está realizando la experiencia:
El que da los ejercicios, cuando siente que al que se ejercita no le vienen algunas mociones espirituales en su ánima, así como consolaciones o desolaciones, ni es agitado de varios espíritus; mucho le debe interrogar cerca los ejercicios, si los hace a sus tiempos destinados y cómo; asimismo de las adiciones, si con diligencia las hace, pidiendo particularmente de cada cosa destas. Habla de consolación y desolación [316-317] de adiciones [73-90]38 .
El acompañante es responsable de que el ejercitante disponga con rigor, las condiciones que permiten que la experiencia se de con toda su fuerza. En este sentido, habría que mencionar también la recomendación de la anotación 12:
37 Autobiografía 46.
38 Ejercicios Espirituales 6.
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El que da los ejercicios, al que los recibe ha de advertir mucho, que como en cada uno de los cinco ejercicios o contemplaciones, que se harán cada día, ha de estar por una hora, así procure siempre que el ánimo quede harto en pensar que ha estado una entera hora en el ejercicio, y antes más que menos. Porque el enemigo no poco suele procurar de hacer acortar la hora de la tal contemplación, meditación o oración39 .
Estas condiciones que hacen posible una experiencia auténtica de encuentro con Dios, debe garantizarlas el acompañante con mucha insistencia; no se debe tener miedo a preguntar sobre la manera (modo) como hacen los EE, porque la fidelidad al método es fundamental. Ignacio mismo llega a decir que «si alguno no obedeciese al que da los Ejercicios y quisiese proceder por su juicio, no conviene continuar en darle los Ejercicios»40 .
PRESUPUESTO (EE 22)
Si alguno no obedeciese al que da los Ejercicios y quisiese proceder por su juicio, no conviene continuar en darle los Ejercicios
Después de las anotaciones y el título de los Ejercicios Espirituales, san Ignacio presenta un pequeño texto que orienta el conjunto de la experiencia que se va a proponer y que ayuda tanto al que acompaña, como a la persona que se ejercita. Se trata del Presupuesto, que dice así:
Para que así el que da los ejercicios espirituales, como el que los recibe, más se ayuden y se aprovechen, se ha de presuponer que todo buen cristiano ha de ser más pronto a salvar la proposición del prójimo, que a condenarla; y, si no la puede salvar, inquira cómo la entiende; y, si mal la entiende, corríjale con amor; y, si no basta, busque todos los medios convenientes para que, bien entendiéndola, se salve41 .
39 Ejercicios Espirituales 12.
40 Directorio procedente de san Ignacio, 12. Se conoce así a una serie de consejos directamente procedentes de san Ignacio, pero redactados en latín, con correcciones y breves añadiduras de Polanco y Nadal.
41 Ejercicios Espirituales 22.
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El acompañamiento en los Ejercicios Espirituales según san Ignacio de Loyola
No vamos a entrar aquí en todas las implicaciones que tiene este texto ni en las razones que llevaron a san Ignacio a proponerla como pórtico de sus Ejercicios Espirituales. Pero lo que sí queremos insistir, en este momento, es en lo que esto significa para la relación entre el que da los EE y el que los hace. La palabra del otro, merece nuestro respeto y debemos partir de la base de la confianza en el otro para poder llevar adelante el proceso espiritual que está allí propuesto. Hay que creerle al ejercitante, como se le pide al ejercitante que crea en el que lo acompaña.
Este punto de partida no es tan evidente siempre. Muchas veces desconfiamos de lo que el otro nos dice, lo relativizamos, lo minusvaloramos, lo miramos con sospecha y reserva. No se trata de promover la ingenuidad, pero sí la base de una mutua confianza del uno en el otro.
ÚLTIMAS RECOMENDACIONES DE POLANCO
Terminamos con algunas recomendaciones de Juan de Polanco en su Directorio sobre Ejercicios, para destacar el papel del acompañante en la relación con la persona que hace la experiencia:
(...) es prudencia espiritual en cada uno, el buscar como juez en el propio negocio a otro distinto de sí mismo, como se dice en el primer capítulo; pero la ayuda de otro es principalmente necesaria a aquellos que, no estando versados en las cosas espirituales, empiezan a entrar en la vía espiritual; por esto aconsejan los doctores, antes no entrar en este camino, que hacerlo sin maestro. Manifieste, pues, el que se ejercita a su instructor cómo se haya comportado en los Ejercicios, y déle cuenta de los mismos; ya, si algo no acabó de entender, para aprenderlo; ya las ideas e ilustraciones del ánimo, para examinarlas; ya las consolaciones y desolaciones, para discernirlas; ya las penitencias que hace y las tentaciones que experimenta, para que le ayude con su consejo42 .
Y en el número siguiente, afirma:
El instructor sea asimismo diligente en visitarle a sus horas convenientes, en pedirle cuenta de los Ejercicios realizados desde la última visita,
42 MIGUEL LOP SEBASTIÀ, S.J, Los Directorios de Ejercicios 1540-1599, Mensajero-Sal Terrae, Bilbao-Santander 2000, 146-147.
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Hermann Rodríguez Osorio, S.J.
del modo de meditar y de usar de las adiciones, en observar las ilustraciones del entendimiento y las mociones del afecto; a fin de aprobarle, si obró bien; y si lo hizo menos bien, examinar con qué diligencia lleve a cabo los Ejercicios y las adiciones. Si no encuentra qué meditar, por razón de su inteligencia débil o poco ejercitada en las cosas espirituales, para abrirle el camino apuntando algunas ideas que él prosiga. Si por el contrario, se entrega más de lo debido a ejercitar el entendimiento y menos al afecto, para advertirle que hay que avanzar por igual en ambos, y si se desvía algo hacia una u otra parte para dirigirle. Si duda en algo y pregunta, para satisfacerle, aun previniendo las preguntas; si trata principalmente con ingeniosos o eruditos, dé la razón de algunas de las cosas que dice, especialmente cuando propone algo que puede parecer nuevo. Si se comporta con tibieza en los Ejercicios o adiciones para animarle; si por el contrario demasiado fervorosamente, para moderarle. Si está desolado, para consolarle; si abunda en consolaciones, para analizarlas. Si le halla agitado por tentaciones o por varios espíritus, averigüe lo que se refiere al discernimiento de espíritus, y lleve a la práctica, con éstos, las reglas de la primera semana, y con aquellas, las de la 2ª., de acuerdo con la 9ª. y 10ª. Anotación43 .
Esta relación particular del que da los Ejercicios Espirituales con la persona que los hace, está al servicio del encuentro inmediato con Dios para «buscar y hallar la voluntad divina en la disposición de su vida para la salud del ánima»44. Así como es la relación de Dios con cada uno de nosotros, deberá ser la relación del acompañante con su acompañado. Manifestando cercanía y exigencia, pero en una total libertad. Como describe Benjamín González Buelta la relación entre la persona y Dios:
«(...) Tú eres el Señor de la justa cercanía, del sacramento necesario que nos permite irnos haciendo, sin tanto frío y noche que quede crudo nuestro barro, ni tanto sol y mediodía que tu fuego nos calcine»45 .
43 Op. Cit., 147.
44 Ejercicios Espirituales 1.
45 BENJAMÍN GONZÁLEZ BUELTA, S.J., La Transparencia del Barro, Salmos en el camino del pobre, Sal Terrae, Santander 1989, 115.
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Diálogo pedagógico y Acompañamiento Espiritual en los Directorios de Ejercicios ignacianos
Luis Fernando Granados Ospina, S.I.*
Entre los varios medios que Dios por su bondad y clemencia se ha dignado conceder a nuestra Compañía así para la salvación y perfección propia, como para la de los prójimos no ocupa el último lugar los Ejercicios espirituales.
D 33, 34, 43 Directorio Oficial (1)
ASUNTOS PRELIMINARES
UNA EXPERIENCIA ESPIRITUAL
Antes de iniciar el tema que me han propuesto desarrollar:
«El papel pedagógico del acompañante de ejercicios espirituales ignacianos en los Directorios de Ejercicios» quisiera situar algunos puntos que me permiten enmarcar estas reflexiones y comprender desde mi punto de vista los elementos que se han puesto en diálogo en este Simposio.
Por un lado, estamos hablando de una experiencia. La Espiritualidad ignaciana es ante todo una experiencia, un camino que recorrió
* Profesor en la Facultad de Educación de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá.
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Luis Fernando Granados Ospína, S.J.
san Ignacio, y como toda experiencia humana abarca toda la persona. La persona es su identidad es una sola, es indivisible. Tiene cuerpo, mente, espíritu, psique, afectos etc. Cualquier experiencia humana tiene varias dimensiones: física porque somos seres humanos en un universo físico; biológica porque somos seres biológicos; sicológica y sociológica porque nos acercamos a cualquier experiencia como producto de nuestras historias psicológicas y sociológicas; y religiosa que es proporcionada por la persona, que cree en un encuentro con el Misterio.
Estas dimensiones de lo humano están presentes a la hora del mirar el «perfil» del que da los Ejercicios (acompañante) en los Directorios: el «Director» sin ser psicólogo tiene que tener una sensibilidad para entender y comprender el estado de ánimo del que tiene delante. Sin ser sociólogo, debe saber situar los contextos desde donde se hace la experiencia espiritual, y sin ser pedagogo, debe saber «adaptar» la experiencia: «el que da los ejercicios, cuando siente que el que los recibe que está desolado y tentado, no se haya con él duro y desabrido, mas blando y suave…»1 «El que da los ejercicios según la necesidad que sintiere en el que los recibe…»2. «Cuando el que da los ejercicios siente al que los recibe que es batido y tentado debajo de especie de bien, entonces es propio de platicarle sobre…»3 . El sentir del que los da, hace alusión al Arte (acomodación, adaptación propia) de dar adecuadamente a los otros Ejercicios. Este es el arte del pedagogo. Situarse como el que facilita, profundiza y ayuda a una «Experiencia auténtica».
Ahora bien, experiencia según William Barry en su artículo «Hallar a Dios en todas las cosas: las dimensiones de la experiencia», es entendida como:
El producto de un encuentro complejo entre lo que existe y un ser con conciencia. Soy consciente tanto del objeto como de mis propias operaciones. Experiencia incluye todo lo que soy consciente ahora. Mi experiencia depende de ambos, el ser encontrado y mi propia historia pasada, mis categorías aprendidas de apercepción, mis deseos, mis motivos, mis esperanzas y mis sueños. No hay experiencia humana que no sea un
1 Ejercicios Espirituales 7.
2 Ejercicios Espirituales 8.
3 Ejercicios Espirituales 10.
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Diálogo pedagógico y Acompañamiento Espiritual en los Directorios de Ejercicios ignacianos encuentro… Para el creyente, cualquier experiencia puede tener una dimensión religiosa pues cree que Dios no es sólo trascendente sino inmanenteen su universo creado»4 .
Tal experiencia enfatiza la dimensión espiritual5 como algo propio del ser humano6 y el encuentro de sujetos para un adecuado «acompañamiento».
UNA RELACIÓN PEDAGÓGICA
Desde nuestra mirada es posible leer el acompañamiento espiritual en los Ejercicios y en los Directorios desde la clave de lectura de una relación pedagógica7, vivida en lenguaje ignaciano entre «quien da los Ejercicios y quien los recibe»8. Desde este sentido, la pregunta pedagógica a la hora de dar los Ejercicios estaría en pensar lo siguiente:
4 WILLIAM BARRY, «Hallar a Dios en todas las cosas»: las dimensiones de la experiencia, en CARLOS ALEMANY; JOSÉ A. GARCÍA-MONGE, Psicología y Ejercicios Ignacianos. Vol. II, MensajeroSal Terrae. Bilbao 1991, 431-433.
5 Podemos distinguir entre Espiritualidad en general, Espiritualidad Cristiana y Espiritualidad Ignaciana. Espiritualidad en general: el espíritu de una persona es lo más hondo de su propio ser: sus «motivaciones» últimas, su ideal, su pasión, la mística por la que vive y lucha, sus opciones profundas, su utopía. Cuanto más conscientemente vive y actúa una persona, cuanto más cultiva sus valores, su ideal su mística, sus opciones profundas, su utopía, más espiritualidad tiene, más rica es su profundidad. La espiritualidad esta en todo ser humano. Desde otra mirada nos complementa el Dalai Lama: «en realidad, creo que existe una distinción importante entre religión y espiritualidad. La religión esta relacionada con la fe, con la aspiración de un credo religioso u otro, un aspecto de los cuales es, sin duda, la aceptación de alguna forma de realidad metafísica o sobrenatural, incluida la idea de un cielo o un nirvana… la espiritualidad en cambio, me parece algo relacionado con las cualidades del espíritu humano, como son el amor y la compasión, la paciencia, la tolerancia, el perdón, la contención, el sentido de la responsabilidad, el sentido de la armonía, etcétera, que aportan la felicidad tanto a uno mismo como a los demás». DALAI LAMA, El arte de vivir en el nuevo milenio: una guía ética para el futuro, Barcelona, Grigalbo 2001.
Espiritualidad Cristiana: en principio es un caso más entre las muchas espiritualidades, que se dan en el mundo. Es la Dimensión de la salvación que Dios mediante Jesucristo el Señor lleva adelante en la historia humana. Es vivir esa dimensión espiritual, sus motivaciones, ideales, luchas, etc. En el seguimiento de Cristo bajo el impulso del Espíritu para la construcción del Reino de Dios como ejercicio de la Misericordia.
Espiritualidad Ignaciana: es un modo particular de vivir la espiritualidad cristiana con la ayuda de la experiencia y la sabiduría de Ignacio de Loyola. Es un regalo de la Trinidad a Ignacio para su Iglesia. Es una espiritualidad trinitaria que acentúa lo cristológico. Es una
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Luis Fernando Granados Ospína, S.J.
1)Cuáles son los fines de los mismos Ejercicios, su intencionalidad formativa en la construcción de la identidad del sujeto, su objetivo fundamental y la manera de llegar a él mediante los objetivos específicos, que son concretizados en las mediaciones pedagógicas utilizadas en los mismos Ejercicios: (oración, petición, meditación, contemplación, discernimiento de espíritus, examen, entrevista, todo modo…). Estaríamos hablando de la anotación primera que define los Ejercicios, del título que le da san Ignacio en el [EE 21] donde se define el para que de los mismos, del Principio y Fundamento, de la solita oración preparatoria como eje transversal unificador de toda la experiencia, y de la Contemplación para alcanzar amor como el estado final de una persona que ha «recibido» verdaderamente los Ejercicios.
espiritualidad del compromiso del hombre con la historia. Está basada en los Ejercicios Espirituales y en el dinamismo del Discernimiento Espiritual. Integra oración - acción («contemplativos en la acción»). Secular- sagrado («encontrar a Dios en todas las cosas»). Don - tarea («hacer las cosas como si todo dependiera de ti, y…»). Razón - afecto («ordenar los afectos desordenados»).
6 A la base de esta dimensión existe una comprensión antropológica. San Ignacio en sus Ejercicios presupone una visión del ser humano. El mismo título de «Ejercicios Espirituales» se contrapone a los corporales y marca ya una distinción antropológica entre lo psicosomático y lo espiritual. La antropología ignaciana puede ser descrita por la trilogía cuerpo, alma y espíritu, para distinguir con mayor propiedad lo espiritual, de lo psicológico en sentido moderno. La estructura del ser humano encierra, por tanto, un triple estrato, lo somático, lo psíquico y lo espiritual. El que da los Ejercicios tiene que entender la complejidad del sujeto y saber adaptar la experiencia a cada uno en particular.
7 Entendemos pedagogía en un sentido amplio, como la reflexión rigurosa y sistemática que intenta criticar, entender, comprender, e interpretar la praxis educativa con la finalidad de mejorarla. La educación dice relación con la praxis, la pedagogía con la teoría. Hay pedagogía cuando se reflexiona sobre la educación, cuando el «saber educar» implícito se convierte en un «saber sobre la educación» sobre sus cómos, sus por qués, sus hacia dónde y sus quiénes. La pedagogía como saber, es pues producto de la conciencia reflexiva sobre la práctica educativa. La pedagogía para cumplir su fin reflexivo, se sirve de otras ciencias que le ayuden a clarificar su objeto de indagación como son: la sicología, sociología, antropología ente otras.
8 San Ignacio nunca se refiere al que da los Ejercicios con los términos acompañante, director, facilitador. Prefiere utiliza el binomio «el que los ha de dar como el que los ha de recibir». En sentido literal, los Ejercicios se dan y se reciben. Nosotros por esa tendencia cultural a suavizar los lenguajes, preferimos llamarlo hoy acompañante, con las consecuencias que ese concepto tiene para la manera de entender el rol del que da los Ejercicios y su función en la experiencia espiritual.
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Diálogo pedagógico y Acompañamiento Espiritual en los Directorios de Ejercicios ignacianos
¿No serían estos en lenguaje pedagógico, los grandes objetivos y no serían las peticiones y los coloquios en cada Ejercicio particular los objetivos específicos?.
2)La manera de poner en práctica los Ejercicios con su método, (didáctica: saber sobre la enseñanza). La oración preparatoria, los preámbulos, (traer a la memoria, composición viendo el lugar, la petición), los puntos, el coloquio, las notas, las adiciones, el examen de la oración y la entrevista fiel con el que los da). Creemos que una lectura pedagógica nos permitiría adaptar mejor los Ejercicios y ser más eficiente y eficaz su puesta en práctica
Experiencia espiritualidad y pedagogía se encuentran pues tensionadas en un diálogo creativo que nos lleva a ser mejores «pedagogos» espirituales, en la medida en que no seamos impedimento para que se de una «auténtica experiencia espiritual». Experiencia que tiene como criterio de validez que: «el mismo Creador y Señor se comunique a la su ánima devota, abrazándola en su amor y alabanza, y disponiéndola por la vía que mejor podrá servirle adelante»9 .
Con estos elementos ganados, presentemos unos puntos que se constituyen en marco de referencia para todo lo que viene a continuación.
LOS EJERCICIOS: UNA MISTAGOGÍA
En primera instancia hay que reconocer que los Ejercicios no son una «Pedagogía», sino una «Mistagogía» ellos nos llevan al encuentro experiencial con el misterio, que en su traducción más original no debería significar ocultamiento (traducción más común) sino todo lo contrario, develación, manifestación o revelación de la acción creadora de Dios que se expresa en Ignacio como una total disponibilidad y docilidad para: «Buscar y hallar la voluntad divina en la disposición de su vida para la salud del ánima»10. Y esto me parece importante para respetar lo que esta moviendo la experiencia de los Ejercicios. Hay que ir a ellos con
9 Ejercicios Espirituales 15.
10 Ejercicios Espirituales 1.
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reverencia y humillación como el mismo Ignacio nos lo recuerda al entrar en la oración11. Frente al misterio hay que descalzarse como Moisés en la zarza12 .
Una «mistagogía» es una pedagogía en búsqueda del acto creador de Dios. Eso son los Ejercicios. Ignacio nos regala en la dinámica de los Ejercicios el modo de proceder de Dios en él mismo. Ignacio percibe la lógica de Dios en la última parte de sus Ejercicios, en la «Contemplación para Alcanzar Amor»13. Allí percibe como Dios actúa creadoramente habitando en sus criaturas. El sistema de los Ejercicios es un Dios creador construyendo seres humanos a partir de su acción creadora en ellos. Por tal, todos los Ejercicios son un ponerle cuidado y atención a ese acto creador continuo de Dios en la historia, en los hechos, acontecimientos, relaciones, mociones y afecciones que experimentan los sujetos que los hacen. Ese acto creador se llama, Voluntad de Dios. Esto quiere decir, que para acercarme a ese acto creador continuo, o sea la Voluntad de Dios, tengo que desatar un sistema «pedagógico» que medie, entre el sujeto que hace Ejercicios con sus situaciones y experiencias particulares, y la misma experiencia de un Dios que actúa «inmediatamente» aconteciendo en esas experiencias vitales construyendo la criatura. La operación que desata esa pedagogía como mistagogía, es la oración de la criatura con su creador.
La ayuda pedagógica del «acompañante» tiene aquí su único sentido. «De manera que el que los da no se decante ni se incline a una parte ni a la otra; más estando en medio, como un peso, deje inmediate obrar al Criador con la criatura, y a la criatura con su Criador y Señor»14. Ahora bien, esta primacía de la acción de Dios y la toma de conciencia del sujeto, debe ser acompañada por otro. La presencia de un «Director» no se pone en duda desde el texto de Ignacio y se reafirma en la tradición de los todos los directorios. Este dato irrefutable desde la lógica que estoy presentando tiene a nuestro juicio una razón de ser15 .
11 Cfr. Ejercicios Espirituales 75.
12 Cfr. Éx 3, 5.
13 Ejercicios Espirituales 230 a 237.
14 Ejercicios Espirituales 15.
15 Según el padre MIGUEL ÁNGEL FIORITO, S.J., Buscar y hallar la voluntad de Dios, Paulinas,
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Un retiro según los
Ejercicios de San Ignacio no lo hace el ejercitante abandonado a su iniciativa personal: supone la presencia de un maestro o guía
El ser humano al decir de Ignacio tiene tres pensamientos, a los cuales previos estudios del texto y por algunas consultas con especialistas prefiero llamar tendencias. Naturalmente nos referimos al numero [32]de los Ejercicios. Ignacio afirma que presupone tres pensamientos en el sujeto. Uno propio suyo que sale de su propia libertad y otros dos que vienen de fuera pero que están en el sujeto como tendencias, el mal espíritu y el buen espíritu que es el mismo acto creador. ¿Qué se deduce de esto?, creemos que el asunto se resuelve si se coloca a la persona dentro de una pedagogía, un camino, una táctica que le permita encontrarse con Dios y distinguir los signos de su presencia. Esa es la oración de discernimiento. ¿Qué experimentamos? Precisamente los cruces de las tendencias del bien y del mal en los sujetos. El choque del acto creador de Dios con mis afectos desordenados. Ese es el núcleo de toda oración, examen y discernimiento en Ejercicios. Si hay algo que acompañar en Ejercicios es este proceso interior del discernimiento de las mociones que experimentan los sujetos que hacen Ejercicios. Se acompaña pues la experiencia de la resistencia de mis desordenes con el acto creador continuo de Dios en mí interioridad.
El «acompañamiento» desde este horizonte de comprensión no tiene otro sentido que estimular la persona de la mejor manera posible para que ella discierna con la ayuda del espíritu y nuestra cercanía, las mociones que tiene y que trae a ejercicios y las que se suscitaran con los diferentes textos con los que se encuentra cuando hace Ejercicios. Naturalmente esto implica un compromiso radical del que los da. En palabras del Padre Fiorito:
Buenos Aires 2000, 34. «Un retiro según los Ejercicios de San Ignacio no lo hace el ejercitante abandonado a su iniciativa personal: supone la presencia de un maestro o guía. No hay que olvidar, pues, que san Ignacio exigía que los Ejercicios solo se dieran bajo la dirección de otro: en este punto coinciden con toda aquella tradición que creía en la acción del Espíritu Santo por mediación del hombre».
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Si uno que da Ejercicios es un hombre capaz, ante todo, de discernir las varias mociones que en el ánima se causan [EE 313] su ejercitante también debe ser uno que, en el transcurso de los Ejercicios y para su vida interior, vaya adquiriendo, poco a poco, el arte y la facilidad de leer el Espíritu16 .
Se trata pues que su oración sea cada vez más limpia y ordenada. Para eso según la pedagogía del mismo Ignacio:
Mucho aprovecha, el que da los ejercicios, no queriendo pedir ni saber los propios pensamientos ni pecados del que los recibe, ser informado fielmente de las varias agitaciones y pensamientos que los varios espíritus le traen; porque, según el mayor o menor provecho, le pueden dar algunos espirituales ejercicios convenientes y conformes a la necesidad de la tal ánima así agitada17 .
Pienso que si esto es puesto en escena al iniciar los Ejercicios, tanto los ejercitadores como los ejercitantes, tendrán claridad sobre lo que cada uno debe hacer en la experiencia. Unos y otros deben procurar estar al servicio de la búsqueda de esta docilidad a la voluntad de Dios en cada momento. La insistencia que hace Ignacio y los Directorios confirman esta posición. El exponer sobriamente el texto, el no decantarse por nada, el permitir que el ejercitante explore su propio camino, el respeto a la autonomía, la pregunta pertinente y la presentación de las reglas de discernimiento en su momento oportuno, no son otra cosa, que dejar al Espíritu plena libertad de acción sobre el ejercitante.
LA SOLITA ORACIÓN PREPARATORIA
Como un eje estructurante quisiera destacar la solita oración preparatoria. Tal relevancia de la oración en la totalidad de los Ejercicios en términos de petición, dice de su carácter sustantivo para recordar la esencia propia de los Ejercicios. En mi experiencia personal, el situar tal petición en la manera de dar los Ejercicios, me ha ayudado a no perder-
16 MIGUEL ÁNGEL FIORITO, S.J., Buscar y hallar la voluntad de Dios, Paulinas, Buenos Aires 2000, 35.
17 Ejercicios Espirituales 17.
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Diálogo pedagógico y Acompañamiento Espiritual en los Directorios de Ejercicios ignacianos
me en la experiencia y pienso que ha ayudado a otros para centrar su propio camino espiritual.
La oración preparatoria es pedir gracias a Dios nuestro Señor para que todas mis intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en el servicio y alabanza de su divina majestad18 .
Entendemos en esta oración mis intenciones como mis propósitos; mis acciones como mis actos deliberados; y mis operaciones como las oraciones mismas que hago en Ejercicios «otras espirituales operaciones»19. Los Ejercicios serían en últimas las operaciones que yo realizo con la ayuda de mi «acompañante» para discernir la voluntad de Dios. Ese es el mecanismo propio de la mistagogía al que hay que acompañar con prudencia y reverencia.
LOS DIFERENTES TEXTOS EN EJERCICIOS
En un momento de esta primera parte me he referido a la diversidad de textos que aparecen en Ejercicios, quisiera decir una palabra sobre este asunto. En Ejercicios se tensionan diferentes «textos» que hay que aprender a situar, a articular y a acompañar adecuadamente.
En primer lugar esta el texto de mi vida, la del ejercitante y la del acompañante. Mi vida con sus posibilidades y limites, con mi historia, con mi pasado y con las perspectivas de futuro, mi vida en su contexto familiar, social y político, mi vida en su aquí, su ahora, con sus acontecimientos, situaciones y circunstancias. Esta vida es el lugar donde acontece el misterio, es el punto de partida de cualquier experiencia espiritual.
Un segundo texto es el texto de Dios, entendido como el acontecer creador de Dios en mi vida encarnada. Dios acontece en mi vida y de ese acontecer hago yo una lectura creyente, buscando y hallando por el discernimiento y la oración la voluntad de Dios. En ejercicios se trata de orientar mi voluntad y mis afectos ordenándolos para que sean transparencia de esa voluntad.
18 Ejercicios Espirituales 46.
19 Ejercicios Espirituales 1.
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Un tercer texto es el que llamaremos: texto literal, es aquel que Ignacio escribe para el que da los Ejercicios y para el que los recibe. Es la propia experiencia espiritual de Ignacio que se hace didáctica. El cuidado del tratamiento del texto literal, la importancia que le dan los directorios en mantener la fidelidad al texto a la hora de darlos, el cuidado que ha tenido la tradición de la compañía en respetar el texto original y la recuperación que ha tenido en las últimas décadas el texto como tema de estudio y como principal referencia a la hora de darlos argumentan su importancia como texto fundamental en la experiencia20 .
Un cuarto texto es el que llamamos: texto semántico21. Es aquel que el que da los Ejercicios «narra» al que los «recibe». En la tradición de dar los Ejercicios, la manera como el «director» ponía en escena el texto fundamental. Este texto dependerá de la propia sensibilidad espiritual del que los da, y naturalmente de su conocimiento de los Ejercicios.
Un quinto texto es el texto de la Palabra. Nos referimos a la fuerza que la palabra de la Biblia tiene en Ejercicios. Su poder evocador, de cuestionamiento y de inspiración es innegable en Ejercicios. La capacidad de articular: texto de la palabra, texto de los Ejercicios, con el texto de la vida, dan solidez a los Ejercicios y una especial profundidad.
Un sexto texto que aparece en Ejercicios lo llamaría el texto alegórico22. Es como se expresa (se vive) los Ejercicios en cada experiencia particular. Cada uno vive su propio texto que va construyendo gracias a
20 En la experiencia del cardenal Carlo María Martíni, el volver al texto fue un hito para redescubrir la manera de dar los ejercicios ignacianos: «a partir del quinto centenario del nacimiento de Ignacio de Loyola (1491- 1991)… me propuse dirigir los Ejercicios espirituales de acuerdo con el texto ignaciano. Esta obligación que me puse constituyó para mi una sorpresa y casi un desafío, porque hacía más de veinte años que había abandonado, no en espíritu, sino en la letra, el viejo texto del Santo». Tomado de: CARLO MARÍA MARTÍNI, Ordenar la propia vida. Meditaciones con los Ejercicios Espirituales de san Ignacio, Narcea, S.A., Madrid 1994, 11.
21 Entendemos aquí Semántica como el estudio del significado de los signos lingüísticos y de sus combinaciones, desde un punto de vista sincrónico y diacrónico. En nuestro contexto la semántica estaría en el juego de significaciones que coloca el que da los Ejercicios y la manera como los transmite.
22 La alegoría es aquí entendida como el poder maravilloso de significación que tiene para el que los hace y para el que los da, el vivir la experiencia de los Ejercicios. Cada experiencia es única en significación así sea sobre los mismos textos e incluso con el mismo «Director».
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Diálogo pedagógico y Acompañamiento Espiritual en los Directorios de Ejercicios ignacianos la acción del espíritu en su intimidad, con la ayuda del acompañante. Es el nuevo texto que va surgiendo en la medida en que se van haciendo los Ejercicios. En ese texto va surgiendo el texto anagógico23 entendido como la respuesta que Dios da al sujeto, por medio de los signos fenomenológicos (mociones).
Los Ejercicios bien hechos tensionan la vida del ejercitante a la excelencia y al mejor y mayor servicio y alabanza de su Señor
La adecuada articulación de estos textos, la integración de los mismos en una experiencia única, es fruto por un lado, de la docilidad al espíritu y por otro, en la experiencia de la personalización, de la adecuada relación que se establezca entre todos los actores que intervienen en Ejercicios, de los cuales hemos querido resaltar la relación del que los «da» con el que los «recibe».
EL DIÁLOGO COMO EXPERIENCIA PEDAGÓGICA EN EJERCICIOS
Con estos elementos ganados, pasemos a referirnos brevemente a los diferentes diálogos que se dan a lo largo de la experiencia en los Ejercicios. Diálogo personal: con él si mismo (individual) desde la oración, el examen, y con las diferentes operaciones que enfatizan la autorreflexión; diálogo con Dios en la oración y en la eucaristía; diálogo con el grupo y diálogo con el «acompañante» en lo que tradicionalmente se ha llamado la «entrevista». Profundicemos en la dimensión pedagógica de este último.
Toda pedagogía tiene como objetivo fundamental y prioritario el mejoramiento de las prácticas educativas y pedagógicas24. En ese senti-
23 Comprendemos el texto Anagógico como aquel texto inspirado en el sentido místico de la Sagrada Escritura que nos refiere a un sentido superior. Los Ejercicios bien hechos tensionan la vida del ejercitante a la excelencia y al mejor y mayor servicio y alabanza de su Señor. En términos ignacianos al MAGIS. (La mayor gloria de Dios).
24 Practica pedagógica hace referencia a un saber hacer con sentido. En pedagogía es una categoría de análisis que incluye prácticas de enseñanza y aprendizaje.
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do, su papel es crítico, intentando develar los fundamentos, los supuestos y los implícitos desde donde realizamos nuestras acciones educativas. Los Ejercicios como práctica humana también tienen una dimensión educativa y pedagógica. Miremos esta dimensión desde la relación entre quien «da» los Ejercicios y quien los «recibe».
En la práctica de los Ejercicios se viven relaciones pedagógicas entre los sujetos que intervienen. Lo que esta a la base en el acompañamiento espiritual en Ejercicios desde la perspectiva pedagógica, es un proceso de construcción de subjetividad a partir de una relación entre sujetos. La subjetividad es lo que construye el sujeto a partir de los procesos de socialización con los otros y con el entorno. Tal subjetividad va desarrollando un conjunto de estructuras mentales o simbólicas, el resultado de esos procesos es la paulatina configuración de la identidad del sujeto. Las relaciones se hacen realidad y se expresan de manera cultural gracias al lenguaje en todas sus manifestaciones posibles. Los sujetos se comunican vía lenguaje (corporal, gestual, oral, simbólico, escrito, etc). Somos un sujeto de lenguaje, nos vamos construyendo desde esos símbolos, códigos y vínculos que nos permiten reconocernos como diferentes, vincularnos con otros, y construir la unidad en esa diversidad que somos cada uno. La acción educativa y pedagógica pasa necesariamente por estos procesos.
Ahora bien, según la mirada del pedagogo Louis Not en su texto «La enseñanza dialogante»25 podemos identificar diferentes modelos de relación pedagógica. Un primer modelo es bautizado como heteroestructurante. (heteroestructuranción) modelo de relación que tiende a la (trans)formación del estudiante con base en la acción preponderante de un agente exterior y en la primacía del objeto estudiado. Aquí se inscriben los métodos tradicionales activos y los métodos coactivos que buscan mediante la acción modelante del legado cultural, la trasmisión del conocimiento y la reproducción, para que el estudiante aprenda y refleje las conductas deseables. En este modelo, el alumno se asemeja a un objeto, que se va formando a través de las acciones que se ejercitan sobre él. El educador en este caso es sujeto, es decir, centro de iniciativa
25 LOUIS NOT, La enseñanza dialogante, Barcelona, Herder 1992.
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Diálogo pedagógico y Acompañamiento Espiritual en los Directorios de Ejercicios ignacianos y de gestión de las actividades que forman al alumno. Se trata de una formación en tercera persona puesto que objetiva a la persona, lo que equivale a tratarla como a un objeto.
El segundo modelo es conocido como autoestructurante (autoestructuración). Tal modelo reagrupa los sistemas-métodos de descubrimiento mediante la observación o de invención mediante la experiencia adaptativa, que tienden a ayudar al estudiante a (trans)formarse sobre la base de su propia acción y con la primacía del sujeto. Los métodos privilegiados son los activos donde el sujeto individual o colectivo es sujeto de sus propios procesos de aprendizaje. En este modelo se considera que el alumno ya lleva en sí mismo los medios de su propia formación: la educación es un desarrollo movido y orientado por una dinámica interna, nutrido, además, por los intercambios que esta dinámica establece con el medio. Se trata de una formación en primera persona puesto que el alumno es un yo, es decir, un centro de iniciativas y de gestión de las actividades a través de las que se forma.
Finalmente el tercer modelo es el que se propone como síntesis: «Más que de contraposición, al cabo de más de un siglo de conflictos nuestra época ha de menester la síntesis»26. Se trata de un modelo interestructurante (Interestructuración), que postula la interestructuración del sujeto y del objeto en la organización del conocimiento. Más que de construir, lo que busca es reconstruir el conocimiento y a los sujetos implicados en ello. Se descubre una nueva relación entre las formas del saber y los métodos que nos permiten acceder a ese saber, reconstruyendo la interacción de los sujetos para que acreciente su saber y su ser mismo. Será, pues, una formación en segunda persona aquella en la que cada uno de los dos sujetos es un yo y a la vez el tú del otro. La relación pedagógica aquí implicada se basa, en una igual dignidad de cada uno, autorizando así su libertad de iniciativa frente al otro. Hacer del otro un tú es considerarle como otro yo (es decir, sujeto), debido a sus propias características.
26 Ibíd., p. 7.
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Tanto el que aprende como el que enseña es un yo y un tú para el otro. El que aprende es el tú del que enseña, centro de iniciativa y de acciones al que el otro se dirige ejerciendo su rol de enseñante, es decir, incitando, sugiriendo, orientando, preguntando, alimentando la actividad propia del que aprende. El que enseña es el tú del que aprende: el alumno se dirige a él como a un sujeto susceptible de tomar una iniciativa, desconocida provisionalmente, con vistas a responder a las cuestiones que las dificultades encontradas le lleven a plantearle. Es necesario que el maestro conozca bien a su alumno, a cada alumno, en cuanto sujeto que aprende, y que prevea las diferentes maneras que le permitan encaminarle si se extravía, o se bloquea.
La relación pedagógica es pues original. El tú es el otro con quien el yo (maestro o alumno) realiza un nosotros en la convergencia o en la divergencia. El nosotros vive de la distinción entre el yo y el tú: es disociación sin ruptura, identidad en la alteridad. Tal relación es también recíproca porque la actividad del uno provoca la del otro, pero sobre todo porque cada uno actúa sobre el otro y reacciona ante el otro.
Tanto el que aprende como el que enseña es un yo y un tú para el otro
Este enfoque de relación pedagógica presentado por Not, nos ayuda a entender la relación más adecuada entre los sujetos que interactúan en Ejercicios Espirituales. La relación entre el sujeto que hace Ejercicios y el que los da, debe apostarle a un modelo de segunda persona (interestructurante), donde las enseñanzas del acompañante puedan ser integradas por el que hace la experiencia, a través de su propia actividad. Es en últimas, un diálogo progresivamente dialéctico fundamentado en una interacción mutua. La relación así vivida, lleva a que los dos se constituyan en sujetos pedagógicos.
Se trataría entonces de desarrollar una teoría pedagógica de la relación de los sujetos que interactúan en Ejercicios. Tal relación tendría entre otros los siguientes criterios pedagógicos:
La relación es siempre entre sujetos.
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Diálogo pedagógico y Acompañamiento Espiritual en los Directorios de Ejercicios ignacianos
La relación descansa en la confianza que pasa por la credibilidad y el respeto mutuo.
La relación educativa no se produce por la fuerza o la manipulación. Además se define por fenómenos tales como: la simpatía, y la antipatía que escapan en parte a la racionalidad.
La relación pedagógica tiende en ambos lados a auto-diluirse, ya que se trata de establecer relaciones autónomas y libres, por eso tiende a ser provisional. Administrar esta tensión entre la necesidad de un vínculo y la necesaria independencia, exige un estilo, un tacto y un saber hacer específicos.
El esfuerzo del maestro es complejo: debe inclinarse hacia la situación actual del otro, sus intereses y necesidades momentáneas, pero por otro lado, debe concretar sus esfuerzos pedagógicos en las posibilidades todavía no actualizadas del otro. «La relación del educador es siempre doble: del amor por el discípulo en su realidad y de la realidad por su fin, el del discípulo, los dos no están pues separados sino unidos; hacer a su discípulo a partir de aquello que es formable en él. Atizar en él la vida superior, llevarlo a actuaciones que estén ligadas a ello, no por la actuación misma, sino porque la vida del hombre se realiza en ella»27 .
Hemos situado la experiencia de los Ejercicios como una «mistagogía», hemos declarado su dimensión pedagógica presente en la misma manera como fueron experimentados y escritos por san Ignacio, hemos explicitado los textos que se entrecruzan complementándose cuando se hacen los Ejercicios y se acompañan con prudente pedagogía y hemos develado la auténtica relación pedagógica que debe establecerse entre quien los «da» y quien los «recibe». Con estos elementos tenemos un marco de referencia fundamental que nos permite ahora entrar con seguridad en los Directorios de Ejercicios.
27 Ibíd., p. 18.
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LOS DIRECTORIOS DE EJERCICIOS 1540 - 1599
¿Qué es un Directorio?28
Las primeras generaciones de jesuitas vivieron como ninguna otra los Ejercicios ya que estuvieron alimentados por la misma fuente, san Ignacio. Esa es la razón por la cual no se redacten comentarios o explanaciones de los Ejercicios sino muy al final del siglo XVI, llevados quizás por el inmenso respeto que tenían por el texto del libro de los Ejercicios. No obstante, se preocuparon por consignar por escrito las normas prácticas, los avisos y consejos referentes al modo concreto de dar y recibir los Ejercicios. Este es el origen de los Directorios que se pueden definir como: el conjunto de normas teóricas sobre el arte de la dirección de Ejercicios. Los directorios contienen especialmente, normas prácticas, avisos y consejos referente al modo concreto de dar los Ejercicios. La delimitación de su especificidad es importante. Hay que tener siempre presente la naturaleza de estos escritos para no pedirles más de lo que pretenden, o para no hacerles una crítica injustificada: son normas prácticas de actuación no análisis de contenidos.
Los Directorios, hay que leerlos con inteligencia práctica y actitud pedagógica, entendiendo su inspiración y su espíritu
Ahora bien, los Directorios como el mismo texto ignaciano es criatural, es decir, se inscriben en el tiempo y son históricos. Por tal, se hace necesaria una adecuada hermenéutica para ir «acomodando» y «adaptando» el texto, enriqueciéndolo hoy con nuevos diálogos productivos, como ha sido su relación con las ciencias humanas y sociales. No podemos absolutizar sin más los Directorios, hay que leerlos con inteligencia práctica y actitud pedagógica, entendiendo su inspiración y su espíritu, eso es en últimas lo que nos permite que el mismo texto desde
28 Los comentarios que aquí se hacen están inspirados en el Libro: «Los Directorios de Ejercicios». Traducción, notas y estudio del Padre MIGUEL LOP SEBASTIA, S.J., colección Manresa 23, Ediciones Mensajero - Editorial Sal Terrae, Bilbao 2000, 703 p. Este texto recoge en su primera parte los 48 Directorios reconocidos por la tradición de la Compañía de Jesús, y en la segunda parte, un estudio de los directorios.
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Diálogo pedagógico y Acompañamiento Espiritual en los Directorios de Ejercicios ignacianos su realidad nos aleccione y oriente. Un ejercitador prudente sabrá comprender las distancias e integrar los espíritus que fluyen tanto ayer como hoy en el texto y la manera de darlos y recibirlos.
Génesis de los Directorios
Desde San Ignacio al Directorio oficial
San Ignacio es el primer autor de Directorios. Las anotaciones, adiciones, notas, reglas, son un auténtico y perfecto directorio. Además del Directorio presente en los mismos Ejercicios, tenemos tres directorios que directa o indirectamente provienen de su mano, mirémoslos brevemente.
El primero de ellos es el Directorio Autógrafo de San Ignacio: llamase autógrafo no porque conservemos la misma hoja escrita de la mano de santo, sino porque las copias que tenemos aseguran ofrecernos una trascripción de dicho autógrafo. Son notas esquemáticas cuyo fin es recordar las explicaciones orales más pormenorizadas dadas por Ignacio a los que formaba como directores de Ejercicios. Las notas tratan fundamentalmente de la elección dando normas generales y universales valiosísimas por proceder del mismo san Ignacio.
El segundo Directorio son Notas dadas de palabra: contiene cinco respuestas, dadas de palabra por san Ignacio a preguntas de Polanco. El hecho de que Polanco las anotara y conservara, demuestra la importancia que les atribuía la tradición.
El tercer Directorio es el llamando Directorio procedente de san Ignacio: el original está en Latín. Contiene consejos directamente procedentes de san Ignacio, con correcciones y breves añadiduras de Polanco y Nadal. Tiene observaciones en cuanto al orden de dar los Ejercicios, qué es primero y que después. En cuanto al modo, la manera de proponerlos, de manera sucinta29 .
29 No olvidemos que en san Ignacio lo propio del que da los Ejercicios es dar modo y orden: «la persona que da a otro modo y orden para meditar o contemplar…». [EE 1].
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El cuarto es el Directorio Dictado al P. Vitoria: su original esta en castellano. Los que empezaban a dar Ejercicios consultaban al santo pidiendo orientaciones, este era el método preferido de san Ignacio para formar directores. Los conceptos expuestos son casi en su totalidad de san Ignacio. Vitoria le da forma literaria al conjunto. Es el primer directorio ordenado y metódico en lo que trata, muy completo. Lamentablemente toca los asuntos preliminares (anotaciones) llegando solo hasta la Primera Semana. Este directorio fue tenido en gran consideración por los grandes autores de directorios que en él se inspiraron. Muchos párrafos de este directorio pasaron al oficial.
El quinto Directorio se conoce como Instrucciones de san Ignacio: en el se recogen cartas que Polanco, por encargo de san Ignacio escribe a diferentes padres para orientarlos en el orden y el modo de dar los Ejercicios. Se recogen aquí instrucciones del Santo a los padres de Portugal30 . Se recogen también a manera de directorio, una parte de las constituciones31 .
El sexto directorio son las Memorias del Padre Cámara: durante años el P. Luis González de da Cámara fue Ministro de la Casa Profesa de Roma. El padre anotó escrupulosamente cuanto a san Ignacio se refería (la autobiografía). En este caso, el directorio recoge algunos comentarios que según Cámara, hace san Ignacio sobre los Ejercicios. La misma palabra y concepto de directorio proviene de san Ignacio según lo afirma en el numero 13 del Directorio:
Dijo el Padre que quería hacer un Directorio de cómo se habían de dar los Ejercicios, y que Polanco le preguntase las dudas a cualquier hora, porque en cosa de los Ejercicios no le sería necesario pensar mucho para responder a ellas. Este Directorio hizo nuestro Padre después, y yo traje una copia a esta provincia32 .
30 Se ignora cuando escribió san Ignacio esta instrucción. Comparándola con otros escritos, puede sospecharse que lo hizo a principios de su estancia en Roma, entre 1541-1544.
31 Examen general, Cap. IV, No 65. Const. Parte, IV, Cap. VIII, 408-409. Parte VII, Cap. IV, 649.
32 El Directorio al que se refiere Cámara debe ser el llamado autógrafo. Directorio 1.
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Con este ultimo cerramos el ciclo de los Directorios que tienen relación directa con san Ignacio. Dentro de la evolución de la génesis de los directorios se fueron escribiendo otros de mano de los primeros ejercitadores. Estos serían junto con los anteriores la materia prima que origino los Directorios.
Los primeros grandes ejercitadores
Estos fueron algunos jesuitas, que a título personal o por encargo, dejaron por escrito diversos consejos y recomendaciones para dar Ejercicios, recomendaciones fruto de su propia experiencia. En su orden tenemos: D. 7 (Nadal). D. 8 (Canisio). D. 9 (Dir. Vida Mixta)33 D.10 (Pereyra). D. 11 (Ruiz). D 12 (anónimo)34. D 13 y 14 (Doménech).
Everardo Mercurian. (1573)
La Primera Congregación General en 1558 eligió al Padre Laínez como sucesor de san Ignacio. Laínez mandó recoger los escritos que circulaban sobre la materia. La Segunda Congregación General en 1565 eligió al padre san Francisco de Borja. Este nombró una comisión donde estaban los padres Polanco, Miro y Ruiz para que hicieran lo mismo. Los trabajos ordenados por Laínez y Borja sufrieron la misma suerte, se perdieron. La Tercera Congregación General en 1573 eligió al Padre Mercuriano. Bajo el mandato de este general, empezó a tomar cuerpo la construcción del Directorio Oficial. Él mismo compuso los Directorios 18 y 19. El mérito de esta Breve Instrucción35 sobre el modo de dar los Ejercicios consiste en proponer por primera vez un plan rudimentario que servirá luego de modelo a otros autores: excelencia de los Ejercicios, definición, estructura, clases de ejercitantes y Ejercicios correspondientes, métodos o modo de darlos. Es el único que habla de Ejercicios a Niños y el primero que propone una serie de prácticas de perseverancia para mantener el fruto de los mismos.
33 El autor debe ser Polanco o Laínez. Es redactado hacia 1560.
34 Utilizado por Gil González para la confección de su directorio. Con bastante probabilidad se puede señalar al P. Nadal como autor.
35 Nos referimos al Directorio 18: «Breve Instrucción sobre el modo de dar los Ejercicios». Cuyo original está en Latín.
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Ahora bien, el Padre Mercuriano le pide expresamente a los padres Polanco y Miró que cada uno confeccione sus Directorios. El P. Miró compuso además de su esquema que es el Directorio 15, el Directorio 22 que tuvo gran difusión en su momento. Pero entre todos el más destacado es sin duda el Directorio del P. Polanco que es el No 20, y cuyo original está en Latín. Este es la base del Directorio Oficial. Puede afirmarse que en bastantes puntos supera al oficial por su profundidad y precisión. En él existe una clara asimilación de la mente y espíritu de san Ignacio. Es un directorio teológico, sistemático y diáfano. Ningún otro escrito contemporáneo lo supera por su profundidad psicológica, conocimiento práctico de la vida espiritual y disposición armónica de todos los elementos que entran en juego en la experiencia de los Ejercicios. Merece especial mención el modelo del cuidado que tiene Polanco en el texto, cuando presenta la manera de dar la elección. El P. Gil González alaba el texto diciendo:
El Directorio compuesto por el P. Polanco, lo antepondría a los demás, por la claridad de expresión, método de doctrina y porque transmite más abundante y extensamente lo que es necesario a esta institución. Los demás son mancos y mutilados si se comparan con éste»36 .
Claudio Acquaviva. (1581)
En 1581 la Cuarta Congregación Provincial eligió a Claudio Acquaviva quien asumió muy dedicadamente el encargo de confeccionar el Directorio Oficial. Para ello en 1583 encomendó la labor del Directorio Oficial al P. Miro, a González Dávila y al P. Doménech; entregándoles los escritos que sobre la materia se encontraban en los archivos romanos. En 1587 Acquaviva ya tenía su trabajo recogido pero no lo terminó hasta tres años después. En 1591 un primer escrito del Directorio Oficial fue enviado a toda la Compañía «ad experimentum». Se recibieron las observaciones que fueron pocas en verdad. En 1593 tuvo lugar la Quinta Congregación General acabada el 18 de enero de 1594. Todo estaba preparado. Acquaviva nombro una comisión encabezada por Gil González, la cual dio su parecer sobre las observaciones llegadas. Pero solo y de
36 MIGUEL LOP SEBASTIA, S.J., Los Directorios de Ejercicios 1540-1599, colección Manresa 23, Ediciones Mensajero - Editorial Sal Terrae, Bilbao 2000, 261.
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Diálogo pedagógico y Acompañamiento Espiritual en los Directorios de Ejercicios ignacianos manera incomprensible su publicación definitiva fue en 1599. Aquí se señala el término del Directorio Oficial37. El texto completo puede encontrarse en Monumenta (Vol. 76).
Situado los más relevantes directorios, tenemos las bases históricas para presentar ahora lo que significa la persona del acompañante, llamado en los directorios «director» en consecuencia directa con el mismo título «Directorios de Ejercicios». La idea es construir un perfil del «acompañante» de Ejercicios a la luz de estos textos.
LA PERSONA DEL «DIRECTOR» HUMANO
NECESIDAD DE DIRECTOR
Tal vez no existió un enemigo más acérrimo de la divulgación del libro de los Ejercicios que su propio autor. Cuando la necesidad movió a san Ignacio a reimprimirlo para uso de los directores, obtuvo que en la Bula de aprobación se prohibiese expresamente, bajo la pena de excomunión y de 500 ducados de multa, el que nadie, sin su autorización o de sus sucesores, pudieran reimprimirlo. Y él mismo se reservó toda la edición para repartirlo con especial cuidado.
Los primeros directorios fieles a esta manera de proceder, piden no dar el libro de los Ejercicios a los ejercitantes, sino en raras excepciones y al final de la experiencia. La frase del Padre Acquaviva nos ilustra: «No conviene por algunas razones que para ello hay, una de las cuales es porque los pocos papeles de Ejercicios que son para todos, basta que anden y se les den escritos a mano. Los demás no son para ellos, sino para el que los da, y esos no conviene que sean comunes»38 .
37 Podemos distinguir en la redacción del Directorio Oficial, tres etapas: D. 33 Directorium Variorum. Se formó gracias a fragmentos de otros Directorios: Vitoria, Polanco, Miró, Gil González. Constituye el cuerpo del Directorio definitivo. D. 34 Directorio provisional de 1591. Fue el que se envió como prueba a todas las Provincias. En el se omitió la doble orientación de la aplicación de sentidos. D. 43 Directorio Definitivo de 1599. Aceptando algunas sugerencias de la Compañía Universal, mejoró la distribución en capítulos y párrafos. Es el más perfecto de todos los Directorios. Su publicación señala el fin de esta clase de escritos.
38 IGNACIO IPARRAGUIRRE, S.J., Historia de la práctica de los Ejercicios Espirituales de san Ignacio
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El Dr. Torres en su apología de los Ejercicios afirma:
A esto digo yo, que es muy bien hecho que estos ejercicios no caigan en manos de todos, sino solamente en manos de aquellos que los quieren hacer, porque la utilidad y provecho de ellos no está en leerlos, sino en hacerlos; y si viniesen en manos de todos, luego los menospreciarían; y con decir, los ejercicios tengo en casa, ninguno los haría, pensando que basta tenerlos en casa y leerlo, y así se perderían grandísimo provecho que se hace en las ánimas acerca de muchos que los hacen39 .
Lo que esta a la base es entender que «los ejercicios no fueron escritos para leer y sí para hacerlos, pero, sobre todo, que ni siquiera se hacen simplemente, sino que se dan y se reciben»40 . Ignacio el autodidacta de la vida espiritual ha compuesto un método esencialmente antiautodidáctico. Tras la experiencia de Manresa, todo ejercitante deberá someterse a un pedagogo que le «dé» los Ejercicios. Esta constatación nos muestra la importancia que para Ignacio tiene la figura del acompañante espiritual en Ejercicios.
Los ejercicios no fueron escritos para leer y sí para hacerlos, pero, sobre todo, que ni siquiera se hacen simplemente, sino que se dan y se reciben
Ahora bien, el recibir los Ejercicios implica un Director, la pregunta seria: ¿es necesaria esta figura? ¿Hasta qué punto? ¿Se pueden hacer solos los Ejercicios? ¿Sin acompañante? ¿Sin director? ¿Sin alguien que nos dé los Ejercicios?
San Ignacio, ni en los Ejercicios, ni en los Directorios mas o menos provenientes de él mismo, se refiere a este asunto, seguro supone el Padre Ignacio que los Ejercicios Espirituales a de darlos alguien. La práctica antigua demuestra que los Ejercicios no se hacían sin alguien que los diese.
de Loyola. Vol. II. Inst. Hist. S.J, Roma 1955, 157-163.
39 Monumenta Ignatiana Exercitia et Directoria, 655.
40 PEDRO DE LETURIA, Estudios Ignacianos II, Institutum Historicum S.I., Roma 1957, 272, nota 9.
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Es evidente que la presencia del director es necesaria y entra a formar parte de la estructura misma del libro de los Ejercicios y de los Directorios. Miremos esto más de cerca.
CARÁCTER DEL LIBRO DE LOS EJERCICIOS
Las Anotaciones que encabezan la obra no pretenden otra cosa sino esbozar un Directorio. El titulo es claro «Anotaciones para tomar alguna inteligencia en los Ejercicios Espirituales que se siguen, y para ayudarse, así el que los ha de dar como el que los ha de recibir»41 .
Las Anotaciones no tienen sentido si se prescinde del Director. Parece ser que san Ignacio dirige todos sus avisos al director y solo a través de él al ejercitante.
Si consideramos toda la totalidad del libro de los Ejercicios, entendemos que todo él no es más que un apuntar de notas, ideas, sugerencias, prácticas, principios... todo ello esta indicando claramente la necesidad de una persona que las explique y aplique a cada caso particular. El libro hay que interpretarlo y sin este acompañamiento no hay forma de descifrarlo. El método de los Ejercicios esta pensado para ser casi inaplicable sin un director.
CARÁCTER DE LOS DIRECTORIOS
La mera existencia de un Directorio esta ya pregonando la necesidad de un director. La intencionalidad es clara: que el novel debe formarse en las particularidades del método y en el contenido de los Ejercicios. La preocupación de los Directorios esta en formar buenos directores. En este sentido, el director es una pieza fundamental en los Ejercicios, aunque el protagonismo lo conserva el actuar directo del Creador sobre su criatura, en donde el director es mero instrumento. 41 Ejercicios Espirituales 1.
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Razones de la necesidad de Director en los Ejercicios
Los Ejercicios se dan en la experiencia de un camino espiritual y por tal necesitan la presencia de un acompañante, de un maestro, de un doctor en cosas del espíritu. De alguien quien sin suplantar al espíritu, pueda desde su sabiduría y experiencia orientar el proceso.
Dos son los aspectos que hay que tener en cuenta: uno natural y otro sobrenatural. Natural: «Dios quiere que nos hagamos como niños, si es que queremos ser enseñados y regidos por Él»42 sobrenatural: la afirmación del P. Ceccotti es bien significativa: «Frecuentemente acontece que para las cosas ajenas somos linces y para las nuestras somos ciegos como topos, y aunque seamos justos apreciadores en los negocios de los demás, solemos ser malos abogados y jueces de nuestras almas»43 .
Sometiéndose a un director humano, la persona reconoce la primacía de Dios, al mismo tiempo que hace un acto de humildad. Los frutos de tal acto serán extraordinarios.
Solamente los jesuitas y después de haber hecho los Ejercicios de mes con un director, podrán hacer los Ejercicios Espirituales solos. «...lean entonces por sí mismos el propio libro de los Ejercicios, y consideren y los hagan ellos mismos, y saquen de ahí los que les beneficie...»44 .
«No ignore el que se ejercita que entre las cosas que sirven mucho para merecer la gracia de Dios... está la humildad, con la que se manifiesta a su instructor para que le instruya, y asimismo le obedece; por el contrario, atribuirse más de lo justo, y ocultar sus cosas al instructor no seguir su consejo, puede ser causa de escaso provecho y de error. Pues es prudencia espiritual en cada uno, el buscar como juez en el propio negocio a otro distinto de sí mismo… por esto aconsejan los doctores, antes no entrar en este camino, que hacerlo sin maestro»45. Esta afirmación del P. Polanco
42 D. 48 del P. Ceccotti n. 25. Léase la bella comparación del maestro de música en D. 46 P.Gagliardi n. 89 y D. 47 P. Ceccotti n. 57.
43 D. 48 del P. Ceccotti n. 25.
44 D. 18. Breve instrucción sobre el modo de dar los Ejercicios n. 58.
45 D. 20 del P. Polanco n. 34.
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en su Directorio es una contundente para argumentar la importancia de un director.
El Director: ¿cuántos y quiénes?
Sea uno solo el director que da los Ejercicios, para que no se produzca confusión
Hemos estado utilizando hasta este momento de nuestra reflexión la expresión: «necesidad de un Director», como sinónima de «necesidad de dirección». Esto sería más preciso. Es necesario tener un director que nos aporta una dirección. Lo que nos preocupa ahora es precisar el sujeto que debe asumir las funciones de director y si debe ser uno o varios.
Unidad de Dirección
Los textos que nos hablan del director único aunque pocos son muy explícitos: «sea uno solo el director que da los Ejercicios, para que no se produzca confusión»46. «...pues mas fácilmente en una materia, principalmente espiritual, entenderá uno a un solo director, que a varios»47 .
El ejercitante vivirá diferentes procesos, experimentara la dificultad, la duda, momentos de oscuridad, de desolación o consolación, temores. Si en esos momentos de desorientación, cuando la persona que necesita ayuda, recibe consejos o indicaciones diversas y aun contrarias, del camino que debe seguir, no solamente no lograran sacarla del atolladero en que se encontraba, sino que caerá en una desorientación mayor por la red de diferentes caminos que se le ofrecen.
Nos encontramos pues con la posición central y única del director. Todas las personas que por diversas razones rodean al ejercitante, dependen del director y en toda su actuación deben seguir las normas que establezca. En el delicado momento de los Ejercicios hay que seguir una sola orientación y por consiguiente ha de haber un solo hombre que asuma la responsabilidad de la dirección.
46 D. 25 del P. Fabio de Fabi - Modo de dar Ejercicios n. 29.
47 D. 22-23 del P. Miró n. 11, nota 9.
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El Director Jesuita
Ahora bien, ¿quién debe ser el director?. El dar Ejercicios no es un monopolio de la Compañía de Jesús. Ya en tiempos de san Ignacio daban Ejercicios sacerdotes no jesuitas48. Más aún, hasta encontramos religiosas y simples mujeres convertidas en directores de Ejercicios49 .
No obstante hay que anotar que todos los autores de Directorios son jesuitas y dirigen sus escritos a jesuitas. Ello imprime a sus escritos un carácter de intimidad y de familia. Los Ejercicios son para los jesuitas su mejor aporte a la vida espiritual de la iglesia universal. Los Directorios llaman pues a los Ejercicios «arma de la Compañía»50. Los Ejercicios son un «ministerio de la Compañía». Es decir, son un instrumento del que se vale la Compañía para trabajar por la gloria de Dios.
Entre los varios medios, que Dios, por su bondad y clemencia se ha dignado conceder a nuestra Compañía, así para la salvación y perfección propia, como para la de los prójimos no ocupa él ultimo lugar los Ejercicios espirituales51 .
Otros directorios llaman a los Ejercicios ministerio «primario»52 de la Compañía, el principal. El padre Mercuriano los llama simplemente los «Ejercicios de la Compañía» o también «nuestros»53. Los Ejercicios son «un don y un encargo que Dios ha concedido a nuestra Compañía»54 .
48 IGNACIO IPARRAGUIRRE, S.J., Historia de la práctica de los Ejercicios Espirituales de san Ignacio de Loyola. Vol. II. Inst. Hist. S.J, Roma 1955, En el índice I del Apéndice Estadístico, p. 299-301, pueden verse los nombres de los no jesuitas que dieron los Ejercicios en tiempo de san Ignacio.
49 Habla de ellas el B. Fabro en carta de 1 de Septiembre de 1540 desde Parma. «Símilmente algunas mujeres que por oficio toman de ir de casa en casa, enseñando doncellas y otras mujeres, las cuales no pueden ir con libertad fuera; y siempre ante omnia les dan los diez mandamientos, VII pecados mortales, y después,lo que es para la confesión general». Monumenta Ignatiana Beatro Pedro Fabro, 33.
50 Cfr. D. 5 n. 18; D. 20 n. 2; D. 22-23 Pr.; D. 31 n.40, 44.
51 D. 33, 34, 43 n. 1.
52 Cfr. D. 7 n. 41; D. 18 n. 11.
53 Cfr. D. 19 n. 1, 9, 10.
54 Cfr. D. 33, 34, 43 n. 9.
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Con todo, tenemos que advertir que por ningún lado nos ha salido la menor expresión que señale a los Ejercicios como de «exclusiva» pertenencia de la Compañía. Solo hablamos del ministerio más «propio».
Los no Jesuitas como Directores
La pregunta seria: ¿todo director de Ejercicios debe ser Jesuita? que dicen los Directorios al respecto.
El dar Ejercicios no es pues monopolio de la Compañía
Siguiendo el gran principio ignaciano de que el bien cuanto más universal es mejor, los Directorios no cesan de recomendar los Ejercicios a los religiosos. Los Directorios suponen que el ejercitante los recibe. El único Directorio que lo supone ejercitador es la Brevis Instructio. Aquí el asunto se entendería en cuanto que el religioso los haya hecho y haya progresado en la aplicación de los mismos en su vida espiritual ordinaria55 .
El dar Ejercicios no es pues monopolio de la Compañía. La Compañía, nacida de los Ejercicios, tiene la misión, recibida del Señor, de aprovechar a las almas por medio de esta arma poderosísima. Para ello, el jesuita dispone de gracias especiales inherentes a su vocación. Por lo demás, todo religioso o sacerdote, adornado por Dios con esas gracias, puede dar Ejercicios. Pero la ley ordinaria no gozara de esas gracias si no cumple antes unas condiciones previas, entre las cuales la más importante es haberlos primero experimentado en sí mismo.
Cualidades y Condiciones del Director
Es claro en la tradición de la Compañía que el dar Ejercicios era un ministerio exigente y que requería de preparación y talento.
Como ha demostrado el P. Iparraguirre, la crisis que sufrieron los Ejercicios en el período de 1560-1570 fue debida, más que a otra cosa, a falta de selección en la elección de directores. Los jesuitas estaban con-
55 Cfr. D. 18. Breve instrucción sobre el modo de dar los Ejercicios n. 53-54.
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vencidos que dar Ejercicios requería de un talento y una preparación especial. Así lo entiende Nadal:
Débese indagar diligentemente si hay algunos que parezcan idóneos para que se les confíen con verdad a su tiempo, los principales oficios de la Compañía como son el de Provincial, Rector, Ministro, Maestro de Novicios, y del que pueda dar a otros los Ejercicios Espirituales según el modo de la Compañía...56 .
Llegados a éste punto nos preguntamos: ¿Quién puede ser elegido para este ministerio? pregunta que los Directorios no suelen formularse. Son pocos los que redactan un párrafo sobre el asunto57. Detengámonos en las condiciones que ponen al pretendiente a director para que lo pueda realmente ser con garantías de éxito.
Prudencia58
Una de las razones del éxito de los Ejercicios es su absoluta flexibilidad y perfecta adaptabilidad a todo género de personas
...Muchas disposiciones se dejan a la prudencia según la variedad de las personas que hacen los Ejercicios, o de los espíritus que las agitan...59
Una mirada superficial sobre los 45 documentos de Monumenta, nos descubrirá que la palabra de la familia «prudencia» se utiliza 22 veces. Si añadimos el comentario de Gagliardi y los Directorios de Ceccotti, veremos que la palabra casi llega a doblarse. No hay disposición precepto, consejo que no este templado y regulado por la palabra. Esta virtud viene a ser la sal con que hay que poner a punto todas las prescripciones de los Directorios.
Una de las razones del éxito de los Ejercicios es su absoluta flexibilidad y perfecta adaptabilidad a todo género de personas. Cuando se trata de la aplicación de un método y más si el método pretende desarro-
56 Monumenta Historica P. Nadal IV, 382. El texto va dirigido a los Provinciales. Repite lo mismo a los Rectores, 404.
57 Cfr. D. 20 n. 27; D. 31 n. 49; D. 32 n. 2; D. 33, 34, 43 n. 45; D. 48 n. 4, 18.
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Diálogo pedagógico y Acompañamiento Espiritual en los Directorios de Ejercicios ignacianos llar una vida espiritual nueva, el máximo problema consiste en lograr la adecuación de los principios rígidos y muertos, por esencia, con el sujeto, variable y siempre distinto.
San Ignacio introdujo al director entre su método y el ejercitante. Este no hace los Ejercicios, el director se los da. El director es el lazo de unión entre el método y el sujeto. El director debe presentar las exigencias del método y las características del sujeto. La cualidad que le dará ese sentido de la medida, de la proporción. De lo conveniente en cada caso y en cada circunstancia, es la prudencia.
El director hará en cada caso lo que juzgue conveniente. El director juzgará el estado actual del sujeto y según le parezca, le dará el mes entero o lo despachará al terminar la Primera Semana. El director pondrá mucho cuidado en observar las disposiciones del ejercitante y determinara el momento más oportuno. Las semanas no serán de siete días, al director se le concede la posibilidad de acortarlas o alargarlas según su criterio. «Muchas disposiciones se dejan a su prudencia según la variedad de las personas que hacen los Ejercicios, o de los espíritus que le agitan»60 .
El ejercitante es el centro, todo gira al rededor de él. Puede decirse que los Ejercicios se hacen «a medida del sujeto». Todo ha de amoldarse al ejercitante. Los Ejercicios practicados por un sujeto son diversos de los practicados por su vecino. En cada uno de los ejercitantes, el director renueva los Ejercicios.
En los Ejercicios san Ignacio presenta varias normas, pero al ejercitante solo se le explicaran las que se le acomoden. No hay que provocar escrúpulos en los que no los tienen, ni turbar con explicaciones superiores al alcance de cada uno. La perfecta guarda de las adiciones es trascendental para la obtención del fruto. Los puntos se expondrán con breve y sumaria declaración. La situación del ejercitante es la que regula
58 Tomamos como sinónimos los términos «prudencia» y «discreción». Los directorios los utilizan con ligerísimos matices. Por tal creemos que no es necesaria la distinción.
59 D. 33, 34, 43 Directorio Oficial n. 67.
60 Ibídem.
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la frecuencia y duración de las visitas del director, el cual dará un tono a su entrevista de plena armonía con el estado de animo del que se ejercita.
En fin, las necesidades del dirigido son las que determinan las lecturas, y expansiones que se les puede permitir, los consejos que hay que darle y los medios de perseverancia para el futuro que hay que proponer. El director debe subordinarse en todo momento al ejercitante. Por algo el Directorio oficial, al enumerar las cualidades que ha de tener el director, pone en primer lugar la prudencia.
Sea además prudente y discreto, parco y moderado, considerado en las palabras. Sea mas bien suave que austero, sobretodo con los que sufren tentaciones, o desolación, o sequedad y hastío, a quienes ha de consolar, animar y alentar con oportunos consejos y con oraciones suyas y de otros. Conviene que sea también grato al que hace los Ejercicios, ya que así confiará más en él y se le abrirá más61 .
Psicología
Hoy se pide en nuestras relaciones humanas que sepamos conocer y tratar a las personas. El que da los Ejercicios no es un vendedor de mercancía, ni un predicador que solo se pondrá en contacto con su público a través del púlpito o los micrófonos. La relación debe ser íntima, llegando con pocas palabras hasta el fondo del alma, logrando que el ejercitante entre en confianza y le abra las puertas de su corazón. No es de maravillar que los Directorios pidan al director un «talante» de psicólogo. Naturalmente no emplean esa palabra pero si algunas parecidas.
Es importante saber conocer. Para acomodarse al ejercitante hay que conocerle. Debe tratar de descubrir el temperamento de mi encomendado: complexión, termino de clara significación temperamental, es el más usado62 Natura, Victoria nos recomienda que tengamos «cuenta también con la natura»63 , condición, (circunstancias sociales o intelectuales del ejercitando). Genio (carácter)64 .
61 D. 33, 34, 43 Directorio Oficial n. 45.
62 Cfr. D. 10 n. 7; D. 16 n. 36; D. 25 n. 6; D. 30 n. 4; D. 33, 34, 43 n. 133, 251.
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No menos importante es saber tratar. De nada serviría tener al ejercitante bien catalogado según su temperamento y cualidades, si luego le faltase al director la flexibilidad y maleabilidad suficiente para saberse introducir y adaptar. Se trata de un «tacto» del director.
El primer encuentro de los dos es decisivo para el desarrollo de las relaciones entre ambos. Hay que ganarse la confianza y darle ánimos para la tarea que emprenderá. Para ello el mejor medio es la educación y la simpatía. La amabilidad es importante, el crear un clima de cercanía humana es fundamental.
Ignacio recomienda la blandura y suavidad al tratar al ejercitante desolado65, el animar suavemente debe ser una característica de un buen director. Para evitar el tedio, nos recomienda Ignacio que le llevemos siempre algo nuevo66 .
En esa atmósfera de expectación y novedad se dirige también el consejo de Ignacio de que «no sepa el ejercitante en la primera semana cosa alguna de lo que ha de hacer en la segunda»67. Ya que lo nuevo agrada más y lo conocido distrae68 .
La variedad de los ejercitantes, exige una extraordinaria habilidad en el director para amoldarse a cada circunstancia. «ojo» y «tacto» son lo que se necesita y a ello lo hemos llamado «Talento Psicológico». Prudencia y Psicología han de andar siempre de la mano.
Simpatía
Llamará la atención que se le pida a un director de Ejercicios que sea simpático. Este término no se manejaba en el siglo XVI, pero creemos que es la expresión más acertada para traducir el adjetivo latino «gratus», usado en los Directorios.
63 Cfr. D. 4 Directorio dictado al P. Vitoria n. 30.
64 Cfr. D. 48 Directorio del P. Ceccotti n. 1.
65 Cfr. Ejercicios Espirituales 7.
66 Cfr. D. 3 Directorio procedente de san Ignacio n. 4.
67 Ejercicios Espirituales 11].
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La simpatía nace de una sintonía afectiva entre dos personas. Los Directorios en este sentido hablan de: «Debe designarse al que hace Ejercicios un instructor idóneo y grato al mismo, en cuanto sea posible»69 .
Polanco nos presenta esta idea en un texto muy elaborado: «... debe tenerse en cuenta... el afecto del que se ejercita, de modo que, en cuanto sea ello posible, se designe para ejercitarle a aquel que... haya de serle grato...»70 .
Polanco aquí nos dice dos cosas importantes: primero que no es esta una cualidad indispensable, como las anteriores expuestas, más sí muy conveniente. Y segundo que el ser «gratus» depende principalmente del «afecto del que se ejercita», puesto que por parte del director si tiene prudencia y tacto, tiene ya mucho andado para «hacerse simpático».
CONDICIONES
El talento y las buenas cualidades no bastan. Hay que dominar la teoría de los Ejercicios y haberlos experimentado. El director de Ejercicios no puede escapar a esta exigencia. Necesita cubrirse de ciencia y experiencia, debe dominar la teoría y la practica de los Ejercicios.
Haberlos hecho
Para dar los Ejercicios de san Ignacio hay que haberlos hecho. «En dar los Ejercicios espirituales a otros, después de haberlos en sí probado, se tome uso...»71 para aprender ha dar Ejercicios hay que haberlos hecho.
Una razón de esta condición creemos que esta en la misma practicidad de los Ejercicios. Los Ejercicios son para hacer y no para leer, le exigen al ejercitante actividad. El director debe instruir en el modo de hacerse con el Ejercicio, y ese modo tiene para el ejercitador un supuesto, su propia experiencia de haber hecho por lo menos el mes entero.
68 Cfr. D. 21 Respuestas del P. Nicolai n. 35.
69 D. 22, 23 Directorio del P. Miró n. 11.
70 D. 20 Directorio del P. Polanco n. 27.
71 D. 5 Instrucciones de san Ignacio n. 29.
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Conocer el libro de los Ejercicios
El hacer los Ejercicios es el primer paso, necesario pero no suficiente. Hay que avanzar en el conocimiento de los Ejercicios. El futuro director debe haber leído todo el libro y sobretodo las anotaciones que encabezan la obra, verdadero Directorio fundamental72, y todos los documentos, notas y reglas esparcidos a lo largo del texto, para gobierno del que da los Ejercicios73 .
La ciencia de los Ejercicios debe ejercitarse en la práctica para que devenga arte en la manera
de darlos
Lo que se pide no es solo leer, es profundizar. Para que lo «tengan bien estudiado»74 y «sabido lo que ha de decir»75 .
Hay que conocer a fondo el libro de los Ejercicios, bajo todos sus aspectos y para ello como nos recomienda la tradición de la Compañía,76 recurrir a los tratados de teología moral, bíblica, ascética, catequética, etc. Pero sin olvidar que todas estas lecturas han de estar orientadas y subordinadas a la mejor inteligencia del texto de los Ejercicios.
No solo hay que conocerlos y estudiarlos a profundidad. La experiencia que se adquiere al darlos es fundamental. Ya nos lo recuerda Polanco: «...pues para la declaración del mismo y de su práctica, se dan las observaciones de este Directorio, no que sea suficiente sin ellos»77 .
La ciencia de los Ejercicios debe ejercitarse en la práctica para que devenga arte en la manera de darlos. «Podría comenzar a dar los Ejercicios a algunos con quien se aventurase menos; y conferir con alguno más experto su modo de proceder, notando bien lo que halla más y menos conveniente»78 .
72 Cfr. D. 4 n. 21; D. 12 n. 31; D. 22, 23 n. 6; D. 26 n. 2; D. 31 n. 49; D. 33, 34, 43 n. 50.
73 Cfr. D. 4 n. 28; D. 11 n. 1; D. 20 n. 97; D. 26 n. 82; D. 31 n. 49; D. 33, 34, 43 n. 50, 86.
74 D. 1 Directorio autógrafo de san Ignacio n. 15.
75 D. 4 Directorio dictado al P. Vitoria n. 14.
76 Cfr. D. 21 n. 24; D. 24 n. 50.
77 D. 20 Directorio del P. Polanco n. 97.
78 D. 5 Instrucciones de san Igncio n. 30. Lo mismo repiten D. 22, 23 n. 3; D. 31 n. 49; D. 33, 34, 43 n. 44. Este era el método sugerido por san Ignacio para formar directores.
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Como conclusión de todo lo anterior podemos reproducir la sentencia del Directorio oficial: «De modo que lo primero y principal ha de ser que esté bien versado en las cosas espirituales, y particularmente en estos Ejercicios»79 .
RELACIONES CON EL EJERCITANTE
San Ignacio utiliza siempre la expresión «el que da los Ejercicios» para designar al director. Y este mismo modo de hablar empleó los primeros Directorios que se escribieron. Lentamente se fueron introduciendo otros términos que siendo más expresivos no llegan a contener toda la misión que este desempeña. El oficio del que da los Ejercicios es múltiple y es difícil encasillarlo en una sola palabra.
Cuando el Directorium Variorum quiso pintar la actitud que debe adoptar el que hace los Ejercicios para con quien los da, nos describió en tres palabras la figura del director. «Respecto del que ha de dar los Ejercicios, debe comportarse de modo que lo reciba como Maestro y guía de este camino incierto y peligroso... Así pues, mire su Instructor como un ángel de Dios, enviado del cielo, movido por la sola caridad para dirigirle y conducirle por el camino que lleva a la vida»80 .
Tenemos tres apelativos para entender al que da los Ejercicios, lo llamamos ángel, guía y maestro. Los tres nombres aparecen en los Directorios, pero entre ellos el que más aparece es el de Maestro. Otros autores como Polanco y Miró, emplean el nombre de «Instructor»81 .
Ahora bien, lo interesante es ver si las tareas que los Directorios dicen competir al director corresponden realmente a esas tres categorías de ángel, guía y maestro.
Gagliardi, en su comentario, se mantiene fiel a la expresión ignaciana «el que da los Ejercicios» pero cuando se trata de enunciar el oficio de este se expresa de la siguiente manera, recogiendo las tres dimensiones.
79 D. 33, 34, 43 Directorio Oficial n. 44.
80 Cfr. Ibíd n. 25.
81 Cfr. D. 20 Directorio del P. Polanco n. 7, 27, 28, 35, 53.
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... y al contar él sus cosas y descubrir su interior tómese ocasión de ello para instruirle [maestro], animar [ángel] y dirigirle [guía]. Y se animara a las cosas mayores [ángel] y cumplimiento lo que se le dice, sin sentirlo aprovechara mucho [maestro]82 .
Las tareas que se le encomiendan al director pueden fácilmente encuadrarse bajo alguno de estos tres títulos. Para concluir nuestro trabajo acerquémonos sintéticamente a estos términos que definen el papel del «acompañante» según los Directorios.
EL QUE DA LOS EJERCICIOS COMO MAESTRO
En toda labor instructiva hemos de considerar dos facetas: La tarea de enseñanza propiamente dicha y el modo de realizarlo. Expondremos, pues, en esta reflexión la figura del director aplicado a su tarea de enseñar y acomodar la doctrina de los Ejercicios según la capacidad del ejercitante.
Enseñar
Los prenotados
La anotación primera
Una clara exigencia de la lógica Ignaciana es presentar las anotaciones y entre ellas la primera. Antes de dar el Fundamento, debe el director explicar algunas anotaciones, a la cabeza de las cuales nos encontramos con la primera83. Ignacio sitúa en primer lugar la naturaleza y en qué consisten los Ejercicios, cuál el modo de proceder para obtener el resultado esperado. Ignacio tiene muy claro su objetivo, su finalidad y la manera práctica (los Ejercicios) de acceder a los mismos.
Los primeros Directorios captaron claramente ese lenguaje de Ignacio y así también lo propusieron84. Muchos de ellos nos lo explicitan
82 D. 46 Directorio del P. Gagliardi.
83 Cfr. D. 4 n. 21; D. 15 n. 6; D. 22, 23 n. 25, 53; D. 26 n. 21-16; D. 33, 34, 43 n. 101; D. 35 n. 7.
84 Cfr. D. 4 n. 21; D. 15 n. 6; D. 22, 23 n. 25, 53; D. 26 n. 21-26; D. 33, 34, 43 n. 101.
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en sus Directorios. El Padre Pereyra en los preciosos avisos que escribió decía: «Lo primero que este Padre hacía era declararle qué es lo que aquí se entiende por este nombre de Ejercicios, cómo por él se entiende cualquier modo»85 .
Fin de los Ejercicios
El que da los Ejercicios debe proponer el fin que se pretende conseguir. La misma advertencia se hace en varios Directorios86. El fin no solo de los Ejercicios, sino que debe también proponerse el fin propio de cada semana y de cada meditación en particular87 .
El director debe estar muy bien informado acerca del fin general y particular de los Ejercicios88. No se debe ignora ese elemento.
Oración
El método
Uno de los oficios del Director, como maestro, será el de exponer al ejercitante el método de hacer oración. Se trata de proponer el fin, el modo, el orden y el uso del libro de los Ejercicios89. Se trata de explicar bien el método de oración, con los más avanzados bastara indicarles la materia. Enseñar el método, explicarlo son expresiones que aparecen recurrentemente en los Directorios90. Al dar y proponer un Ejercicio, «debe, el que da los Ejercicios, declararlos conforme al libro de ellos»91. El director debe indicar el Ejercicio según esta en el libro, el cual señala la materia y el modo de realizarlo.
El director debe enseñar también la manera de hacer la meditación92 y el modo de hacer el coloquio93,con sus particularidades,
85 D. 10 Avisos del P. Pereyra n. 9.
86 Cfr. D. 11 n. 2; D. 17 n. 38-91; D. 20 n. 21; D. 24 n.12; D. 32 n. 14.
87 Cfr. D. 10 n. 35; D. 14 n. 2; D. 16 n. 4; D. 31 n. 70.
88 Cfr. D. 24 Directorio del P. Fabio de Fabi n. 3.
89 Cfr. D. 17 Instrucciones del P. Hoffeo n. 38-91.
90 Cfr. D. 21 Respuestas del P. Niccolai n. 49.
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Diálogo pedagógico y Acompañamiento Espiritual en los Directorios de Ejercicios ignacianos en especial con lo que se refiere a la tercera anotación sobre la reverencia al hablar con Dios que al usar el entendimiento, procurando que el ejercitante entienda bien el oficio de mediador que ejerce Jesucristo94 .
En clave de la meditación se le debe advertir que: «trabaje por excusar en este Ejercicio la demasiada especulación del entendimiento, y procure de tratar este negocio con afectos de la voluntad, que no son discursos y especulaciones del entendimiento»95 .
En esta dirección están las repeticiones ignacianas que se deben proponer y la explicación sobre la aplicación de sentidos propuesta por Polanco. Esto debe ser con discreción parte necesaria de la explicación del instructor.
Dar puntos
La segunda misión del director es proponer los puntos. «Dar puntos». Dar puntos significa exponer o declarar la materia sobre la que ha de versar la meditación96 . Dar el Ejercicio es al mismo tiempo dar el método o forma de meditar y orar97. No olvidemos la Anotación de Ignacio: «La segunda es que la persona que da a otro modo y orden para meditar o contemplar…»98 .
MODO COMO DEBEN PROPONERSE
Orden
Se trata de exponer los puntos con orden y claridad. «ordenada y claramente» nos dirá Polanco99. Ante todo nos dice Valentino «En cuan-
91 D. 1 Directorio Autógrafo de san Ignacio n. 16.
92 Cfr. D. 26 Breve Directorio n. 10.
93 Cfr. D. 17 n. 20; D. 20 n. 100; D. 26 n. 49-65; D. 31 n. 71.
94 Cfr. D. 20 n. 51; D. 31 n. 74; D. 35 n. 7.
95 D. 10 Avisos del P. Pereyra n. 48.
96 Cfr. D. 26 Breve Directorio n. 42.
97 Cfr. D. 29 Observaciones del P. Ripalda n. 1-2.
98 Ejercicios Espirituales 2.
99 D. 20 Directorio del P. Polanco n. 31.
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to a la consideración de los puntos, no conviene andar vagando en lo incierto por varios conceptos, sino que hay que considerar cosas ciertas y ordenadas»100 .
Unción
Exponer verdades «bien penetradas, de modo que procuremos sentirlas y casi verlas»101 se espera que el que da los ejercicios medite antes lo que va a decir.
Objetividad
«Proponer», «declarar», «exponer», «dar» todos ellos contienen un fondo claro de objetividad y realismo. En este sentido, la afirmación en el Directorium Variorum es muy iluminadora: «Así pues el instructor debe solamente ayudar al ejercitante con alguna luz y dirección y ponerlo como un camino, avisándole que se acostumbre a aplicarse a si mismo»102 .
Brevedad
La recomendación más recurrente es que sean breves103. En esto no hacen más los Directorios que hacer eco de la anotación segunda de san Ignacio. Con esta medida pretende Ignacio evitar dos escollos.
En primera instancia darle todo hecho al ejercitante, de tal modo «que el que medita no pueda encontrar por sí mismo nada nuevo, o con mucha dificultad»104. La razón de esto tiene un componente psicológico y cognitivo importante: «porque la persona que contempla... discurriendo y racionando por sí misma y hallando alguna cosa... es de más gusto y fruto espiritual... por que no el mucho saber harta y satisface al ánima, mas el sentir y gustar de las cosas internamente»105 .
100 Ibídem.
101 D. 16 Información del P. Valentino n. 17.
102 Cfr. D. 33, 34, 43 Directorio Oficial n. 88.
103 Cfr. D. 3 n. 5; D. 4 n. 15; D. 10 n. 75; D. 16 n. 17; D. 17 n. 36; D. 18 n. 82; D. 19 n. 8; D.20 n. 31, 45, 53, 97; D. 22, 23 n. 12, 39, 65; D. 26 n. 10; D. 31 n. 56-57; D. 32 n. 19-31; D.33, 34, 43 n. 63; D. 46 n. 83-89; D. 47 n. 50.
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El primer peligro provenía de la sicología humana, el segundo de la naturaleza de la gracia divina. Ya lo indicaba san Ignacio, con aquel inciso «quier por la raciocinación propia, quier por el entendimiento es ilucidado por la virtud divina». El P. Cordeses lo expone fantásticamente cuando concluye: «porque así se da más lugar a la enseñanza divina que si los extendiese y ponderase; y el ejercitante gusta más de lo que de nuevo se ofrece»106 .
Con gran precisión resume a si todo lo dicho el padre Polanco:
Obsérvese lo siguiente: que no se les declaren demasiado los puntos propuestos, bien para que saboreen más lo que ellos mismos descubran, de acuerdo con la anotación segunda, bien para que se deje mayor lugar a las ilustraciones y mociones enviadas desde arriba; ni por el contrario demasiado breve y áridamente, sino en aquella medida en que se entiende más rectamente y se abre el camino a la meditación107 .
Con todo, acerca de los puntos, puede decirse que todos proclaman la necesidad de que sean breves, explicando de igual forma con orden y claridad, el modo de meditar y lo que en cada misterio se puede considerar108 .
Otros Ejercicios
Tanto el examen particular, como el examen cotidiano y la confesión general deben ser explicadas por el Director. Es misión del Director no solo explicar el funcionamiento o práctica de los exámenes, sino también darle a cada ejercitante el modo concreto de aplicarlo a su caso particular y sobretodo para que se aficione a el, ponderarle la importancia y utilidad de ese Ejercicio El examen cotidiano debe presentarse de modo «breve y claro»109. Las reglas también deben ser explicadas. Las notas y advertencias no llegaran al ejercitante si no es por el director.
104 D. 33 ,34, 43 Directorio Oficial n. 63.
105 Ejercicios Espirituales 2.
106 D. 32 Directorio del P. Cordeses n. 31.
107 D. 20 Directorio del P. Polanco n. 31.
108 D. 26 Breve Directorio n. 10.
109 D. 25 Modo de dar Ejercicios n.12.
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Las reglas como principios de acción indican la manera como debe comportarse el ejercitante en circunstancias determinadas. Las cinco clases de reglas: 1. para ordenarse en el comer. 2. de discreción de espíritus. 3. para distribuir limosnas. 4. de los escrúpulos. 5. para sentir con la Iglesia. Deben ser explicadas por el director para que ejerza así su condición de maestro.
Acomodar
Las reglas como principios de acción indican la manera como debe comportarse el ejercitante en circunstancias determinadas
El medio esencial para que el maestro realice su acción es la acomodación. Toda acomodación de un método requiere dos condiciones de posibilidad en el que acomoda: libertad de movimiento por parte del método y conocimiento suficiente de las características del alumno. El fin último y medida de toda acomodación es colaborar con la gracia. Estos criterios deben buscarse forzosamente entre las características naturales del ejercitante. El principio que propone el P. Gagliardi es muy iluminador.
… para el que da los Ejercicios, supuesto el conocimiento y la práctica de todo el librito de los Ejercicios, cuando se trata ya de dar los Ejercicios a alguno, no ha de atenerse a la letra de las prescripciones del mismo librito; de modo que las guarde todas, en todos y del mismo modo, siguiendo siempre el mismo tenor y forma; y la razón es porque nuestra cooperación debe necesariamente acomodarse a las diferencias, tanto de las personas como de la misma gracia; pues como los preceptos y las reglas del librito se den para cooperar a la misma gracia, no hay que dárselos a todos a la letra, sin ninguna distinción; sino que con suma prudencia se darán solo a cada uno, los que a cada uno les convenga110 .
Según el estado
Edad: el primer criterio que debe tener presente el director es la edad del ejercitante111 .
110 D. 46 Comentario del P. Gagliardi n. 26.
111 Cfr. E E 129 - 205; D. 10 n. 7; D. 16 n. 2; D. 22-23 n. 38; D. 25 n. 6; D. 30 n. 4; D. 31 n. 48; D. 46 n. 29, 33.
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Profesión (Los Directorios hablan de condición) acomodarse a las costumbres del ejercitante. El padre Gil González es muy claro al respecto: «Tengan bien conocida la naturaleza, ingenio y condición del que se ejercita, para acomodarse al mismo, y satisfacer más plenamente a sus dificultades»112 .
Según las fuerzas físicas e intelectuales
Salud: tener presente la fuerza física del ejercitante113. Adaptar la oración según cada persona (edad., letras...). San Ignacio es el primero en usar este criterio de acomodación cuando permite omitir la meditación nocturna «si la persona que hace los ejercicios es viejo o débil o, aunque fuerte, si de la primera semana ha quedado en alguna manera débil»114 el ser capaz del trabajo es un criterio para hacer el Ejercicio.
Talento: o ingenio natural de ejercitante y la ciencia y la cultura que haya alcanzado. Criterio presente en especial en la presentación de los puntos. A los más rudos se les ha de proporcionar una explicación más detallada.
Según las cualidades Psicológicas y espirituales
Carácter: se debe exigir el cumplimiento de las adiciones. Ignacio invita a hacer examen para «quitar defectos y negligencias sobre ejercicios y adiciones»115. El director según recomendaciones debe explicarlas con diligencia, pues contiene amplios y buenos recursos que deben ser aprovechados por el que hace los Ejercicios.
Disposiciones: otro criterio interesante, aunque la palabra es algo ambigua. Hace referencia a la actitud de la persona en cuanto a su calidad espiritual. Lo podríamos definir como el conjunto de
112 D. 31 Directorio del P. Gil González n. 49.
113 Cfr. D. 4 n. 30; D. 16 n. 2; D. 17 n. 1, 25; D. 20 n. 59; D. 21 n. 1; D. 22-23 n. 38; D. 33, 34, 43 n. 133; D. 46 n. 29-33; D. 47 n. 70.
114 Ejercicios Espirituales 129.
115 Ejercicios Espirituales 90, 160, 207.
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cualidades anímicas que definen a una persona. La disposición se expresa en la rapidez de unas y lentitud de otras para alcanzar un fruto esperado.
Con esto terminamos el papel del Director como maestro, ahora detengámonos en uno no menos importante, el director como guía.
EL QUE DA LOS EJERCICIOS COMO GUÍA
La labor del guía es marchar junto a su pupilo para irle indicando el camino más rápido y seguro. Pero también cumple la función de control. Labor de control y labor de conducción son las dos dimensiones que ejercita un director, mirémoslas por separado.
CONTROLAR
En toda labor de control116 podemos distinguir dos estadios: a) informativo; b) regulativo. En la labor de control que ejerce el director sobre las actividades del ejercitante, podemos distinguir estos dos aspectos.
Informarse
Las fuentes de información del director son entre otras: 1) sus propias observaciones. 2) las confidencias del ejercitante. De estas dos la fuente abundante y segura es la entrevista de director con el ejercitante.
Hoy nos encontramos de una manera clásica en cuatro momentos: en los puntos, en las pláticas, en la eucaristía y en la entrevista personal. En los Directorios se conoce un solo tipo de encuentro. La visita que el director hace al ejercitante a su cuarto, una o dos veces al día y por poco espacio de tiempo. En la visita debía cumplir con todos los oficios inherentes a su cargo: 116 No entendemos aquí control como supervisión o persecución a la persona. El sentido es de índole propositivo. Se trata desde el acompañamiento en Ejercicios de controlar el proceso para adaptarlos de la manera más conveniente a cada caso particular.
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Diálogo pedagógico y Acompañamiento Espiritual en los Directorios de Ejercicios ignacianos
Proponía los puntos de la meditación
Enseñaba el modo de practicar los diversos Ejercicios
Examinaba la disposición del ejercitante
Ayudaba, consolaba, aconsejaba, explicaba alguna de las reglas si era necesario.
La visita de que nos hablan los Directorios era algo más compleja de cómo hoy la podemos entender. En los Directorios existen tres aspectos, que corresponden claramente a las tres formas de «encuentro» tal como los conocemos hoy. Examinémoslos rápidamente.
Pláticas: los Directores son conscientes de la tarea instructiva en la visita. Esto lo dice san Ignacio: «después, la primera vez que le visitare, proponga el examen sobre todos los ejercicios, y empiece a declarar las reglas de discreción de espíritus de la primera semana; y en fin, tráigase siempre algo nuevo»117. El «tráigase siempre algo nuevo» es una frase muy repetida en los Ejercicios118. Lo cual nos hace entender el carácter de plática que suele tener la visita para informarse de lo que le pasa al ejercitante y para ayudarle.
Puntos: se visita al ejercitante para darle los puntos. No obstante siguiendo la recomendación de san Ignacio es conveniente darle solo los que el ejercitante va a necesitar y no adelantarle algo, cosa que sería innecesaria119
Visitas: son una fuente de información para el director y medio de dirección para el ejercitante. Las visitas suelen en principio ser con frecuencia120. Pero se insiste en los Directorios que sea una diaria y un máximo de dos. Puede ser en las mañanas como indi-
117 D. 3 Directorio Procedente de san Ignacio n. 4.
118 Cfr. D. 20 n. 53-98; D. 21 n. 35; D. 22-23 n. 39; D. 32 n. 34-146; D. 32 n. 34-149; D. 33 34, 43 n. 110-251; D. 41 n. 22.
119 En este punto decía Polanco: «Al que se ejercita no conviene decirle en determinada semana, ni día, ni aun Ejercicio de una hora, lo que en otra, semana, o día o Ejercicio hay que tratar, no sea que el ánimo, volviéndose a lo futuro, saque menos fruto del presente. D. 20 Directorio del P. Polanco n. 39.
120 Cfr. D. 31 Directorio del padre Gil González n. 29.
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ca el P. Vitoria121. Aunque un buen grupo de Directorios opinan que es mejor visitar al ejercitante después de las comidas122. La duración debe reducirse a lo indispensable. San Ignacio propone un doble modo de comportarse según como le vaya al ejercitante. Si en las primeras preguntas va bien «no conviene permanecer mucho con él que se ejercita, ni preguntarle muchas otras cosas»123 .
Regular
La tarea informativa no agota la labor de control. En la cuarta anotación hallamos el principio fundamental por el que se le confiere la facultad de regular la actividad del ejercitante, y al mismo tiempo señala los límites dentro de los cuáles debe contenerse124 .
La repetición es un arma que el director debe utilizar para sacar todo el fruto posible a la experiencia
Dentro de la regulación, san Ignacio invita a la repetición. Más que la abundancia de lo que se trata es de «sentir y gustar de las cosas internamente»125 dice en este punto Vitoria. «Cuando se diere sólo un Ejercicio cada día, puédele compartir que haga un punto o más en cada hora, con una o dos repeticiones de todo junto»126 según Polanco no solo un Ejercicio sino todos los de un día pueden ser repetidos, si es necesario127. La repetición es un arma que el director debe utilizar para sacar todo el fruto posible a la experiencia. El director además puede en la entrevista, añadir algo128, cambiar129, es el caso de la contemplación para alcanzar amor que se puede dar según la prudencia de director en la cuarta, segunda o tercera semana130. Es propio del guía, retrasar o en algunos casos dar por terminada la experiencia.
121 Cfr. D. 4 Directorio dictado al P. Vitoria n. 16.
122 Cfr. D. 15 n. 11; D. 22-23 n. 17; D. 26 n. 5; D. 31 n. 55; D. 37 n. 8.
123 D. 3 Directorio procedente de san Ignacio n. 7.
124 Cfr. Ejercicios Espirituales 4.
125 Ejercicios Espirituales 2.
126 D. 4 Directorio dictado al P. Vitoria n. 27.
127 Cfr. D. 20 Directorio del P. Polanco n. 54.
128 La celebre añadidura de la Vulgata al texto de los Ejercicios, después de la meditación del infierno, dice así: «si al que da los ejercicios le pareciera conveniente al provecho de quien los
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Diálogo pedagógico y Acompañamiento Espiritual en los Directorios de Ejercicios ignacianos
Conducir
Esta es la labor positiva del guía y a donde debe conducirse el control. El ejercitante se vera sometido a muchas preguntas. Una de ellas es aquella que implica una elección de estado. Según el P. Gil González:
No hay cosa más difícil en todos los Ejercicios que saber bien gobernar este negocio de la elección, ni donde sea menester más destreza y más discreción espiritual, por ser este tiempo sujeto a diversas mociones del ánimo, y a veces a engaños, que el hombre echa mano de lo malo con especie de bien131 .
Es evidente la importancia que esta materia de elección tiene a lo largo de los Ejercicios. El papel del director es claro: por un lado prepara. Es papel del director según el P. Polanco, tomar la decisión de si realmente existe en el sujeto condiciones para elegir132. El director deja en libertad. El silencio y el apartamiento en Ejercicios ayudan a que no se «influya» en el ejercitante. La primacía la tiene Dios y hay que permitir que obre en su criatura.
El director en la elección debe: proponer el método, el director es quien gobierna todo el aparato metodológico en la elección. El escoge y distribuye convenientemente las meditaciones133,ordena las materias, y los tiempos de la elección. Por otro lado el guía tiene la función de examinar, examina las disposiciones del ejercitante, examina con él los espíritus. En este punto las reglas son fundamentales: «sin ellas andará a ciegas el que enseña»134 . hace, añadir a estas otras meditaciones, como de la muerte y otras penas del pecado, del juicio, etc., no crea que le esta prohibido, aunque aquí no se ponga». Monumenta Ignatiana, Exercitia, Pág. 298.
129 En el Breve Directorio se dice «pero estas contemplaciones o Ejercicios pueden ser asimismo trasladados o cambiados según el director considere más conveniente» D. 26 Breve Directorio n. 68.
130 Cfr. D. 26 Breve Directorio n. 84.
131 D. 31 Directorio del P. Gil González n. 100; D. 33, 34, 43 n. 162.
132 Cfr. D. 20 n. 16; D. 32 n. 9.
133 Cfr. D. 17 n. 104; D. 20 n. 71-76; D. 22-23 n. 74; D. 25 n. 19; D. 26 n. 72; D. 31 n. 90151; D. 32 n. 136; D. 33, 34, 43 n. 219, 224.
134 D. 31 Directorio del P. Gil González n. 123.
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Para cerrar este sencillo recorrido por el papel del director en los Directorios de Ejercicios, digamos una última palabra sobre una figura muy bella que traen los Directorios y es la de comparar al que da los Ejercicios como un Ángel.
EL PAPEL DEL DIRECTOR COMO ÁNGEL
SU ACTITUD
Desde el primer encuentro hasta después de los Ejercicios, camina el director junto a su encomendado, protegiéndolo, ayudándolo, avisándole, como si fuera un ángel custodio. En esa línea entra el director que desee: «con gran afecto de caridad la salud y provecho espiritual del que se ejercita»135. El director esta al servicio del provecho espiritual del ejercitante con afecto de caridad.
El trato con el ejercitante debe ser según san Ignacio: «con señales de mucha humildad y caridad; y que él entendiese que aquello conviene para su mayor provecho»136. Y eso hay que manifestarlo hasta en la sonrisa. «cuando le visite, muestre el instructor cara risueña, sin olvidar cierta gravedad paternal»137. Discreción y suavidad, esta es la tónica que debe mantener el director, sin ahogar con exigencias excesivas durante las elecciones138. Las bellas palabras del P. Ceccotti sintetizan muy bien esta actitud angelical: «manifieste el director una caridad eximia y casi divina, benignidad, mansedumbre, sacrificándose, de buena gana por la salvación del prójimo y sobrellevando con paciencia los errores del ejercitante, sus defectos y cualquier otra cosa que de suyo sea menos agradable»139 .
135 D. 20 n. 29; D. 22-23 n. 6.
136 D. 4 Directorio dictado al P. Vitoria n. 18.
137 D. 31 Directorio del P. Gil González n. 56.
138 Cfr. D. 31 n. 149; D. 33, 34, 43 n. (226.
139 D. 48 Directorio del P. Ceccotti n. 18.
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Diálogo pedagógico y Acompañamiento Espiritual en los Directorios de Ejercicios ignacianos
LABOR DEL DIRECTOR
Tres son las palabras que resumen la labor del director como ángel: disponer, ayudar y aconsejar. Dispone: lograr que el ejercitante se disponga. Para ello lo va introduciendo en los Ejercicios, lo prepara para la confesión general y comunión, y lo dispone para las elecciones. Ayudas: la mejor ayuda es instruirle y disponerle. Otras ayudas pueden ser: deje puntos escritos140. Siendo polémico el asunto ya que san Ignacio no lo prefería: «Mejor es a quien tiene tiempo, no llevar escritos los puntos, sino, habiendo declarado la materia, dictárselos a él mismo de su mano. Quien no tiene tanto tiempo, puede llevárselos en escrito y dejárselos. Pero de una u otra manera debe el que da los Ejercicios, declararlos conforme al libro de ellos, y dejar solamente los puntos por escrito sucintamente puestos»141 . Ofrece lecturas: «para la segunda semana, y así para adelante, mucho aprovecha el leer algunos ratos en los libros De imitatione Christi o de los Evangelios y de vida de santos»142. En las lecturas no se busca la instrucción sino el afecto movido por la devoción. La lectura debe alimentar la piedad más que el entendimiento143 .
En las lecturas no se busca la instrucción sino el afecto movido por la devoción
Otra labor propia del director a lo largo de los Ejercicios es aconsejar. Consejo que busca orientar, estimular, advertir, enseñar, dirigir, para mejor aprovechar la experiencia. Y por último preparar para la perseverancia. Los Ejercicios continúan más allá de los Ejercicios. El director debe preparar al ejercitante para el futuro. Debe estimular al ejercitante para poder «llevar adelante lo comenzado y proseguir el camino en que ahora ha puesto los pies»144 .
140 Es importante copiar para retener en la memoria.
141 D. 1 Directorio autógrafo de san Ignacio n. 16.
142 Ejercicios Espirituales 100.
143 Cfr. D. 20 n. 64; D. 32 n. 18.
144 D. 31 Directorio del P. Gil González n. 177.
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Los directores suponen que el director propone una serie de medios de perseverancia, sin esperar a que el ejercitante se tome la iniciativa. Los Ejercicios han sido un don y exigen del ejercitante una verdadera responsabilidad. En el Directorio Oficial se ofrece una práctica en esa dirección para la salida de Ejercicios145. Los Ejercicios son una siembra, ahora se deben cultivar si se desean conseguir sus frutos146. Siete son los medios para mantener vivos los Ejercicios: la oración diaria, el examen de conciencia diario, confesión y comunión frecuente, elegir un confesor estable, lectura de libros espirituales, y claro esta, huir de las malas compañías y buscar las buenas, ejercitarse en las obras espirituales corporales y espirituales. Este catálogo es propuesto por Miró147, la Brevis Instructio148, Gil González149 y el Oficial150 .
Terminamos pues nuestro sencillo acercamiento a los Directorios desde la mirada del «director». Esperamos que estas reflexiones se constituyan en una oportunidad para re-encontrarnos con los Directorios y con sus intuiciones. El ejercitador maduro sabrá valorar en su justa medida estos aportes, y servirse de ellos para optimizar su servicio en este bello arte de «dar» y «recibir» Ejercicios.
Los Ejercicios han sido un don y exigen del ejercitante una verdadera
responsabilidad
145 Cfr. D. 33, 34, 43 Directorio Oficial n. 280.
146 Cfr. Ibíd n. 282.
147 Cfr. D. 15 Esquema del P. Miró n. 8.
148 Cfr. D. 18 Breve Instruction n. 27-107.
149 Cfr. D. 31 Directorio del P. Gil González n. 177.
150 Cfr. D. 33, 34, 43 Directorio Oficial n. 114.
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Perspectivas e implicaciones psicológicas del acompañamiento en los Ejercicios Espirituales
Juan Vicente Córdoba Villota, S.I. *
Aunque el tema que abordaremos se refiere directamente a las implicaciones que tiene la psicología en el acompañamiento persona a persona en los Ejercicios Espirituales, me permito ampliar el espectro relacionando con la dirección espiritual, la psicoterapia y el acompañamiento en los Ejercicios Espirituales. Las semejanzas con sus puntos concordantes, similares y contrapuestos nos permitirán una objetiva precisión sobre nuestro tema en cuestión.
LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL
La dirección espiritual es el proceso continuo de acompañamiento, formación y guía por el que se acompaña y anima a un cristiano en su vocación especial, de tal modo que, por medio de una respuesta fiel a las gracias del Espíritu Santo, pueda alcanzar el fin particular de su vocación y la unión con Dios.
La Dirección Espiritual es necesaria para todo cristiano. Esto es de vital importancia, porque todo cristiano necesita ser guiado por el Espíritu Santo. La dirección formal se va dando de acuerdo a las perso-
* Decano del Medio Universitario en la Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá.
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nas y a las situaciones. La vocación personal pide de acuerdo a su vivencia y a su impulso la dirección espiritual.
La dirección espiritual se enmarca en el encuentro del acompañado y del acompañante, en un proceso de discernimiento de la voluntad de Dios y de respuesta a la misma por parte del acompañado.
La dirección espiritual es un don de Dios, que invita a enfrentar la vida a la luz del Espíritu, sin evitar los problemas y sin esperar respuestas mágicas, disponiéndose a enfrentar con generosidad y valentía la voluntad de Dios, en un proceso de crecimiento integral de la persona. El sujeto activo de la dirección espiritual es el acompañado que libremente asume la responsabilidad de su vida, aceptando la acción del espíritu, para buscar la voluntad de Dios a través del discernimiento espiritual con un acompañante o guía, que le ayuda a ser libre en el proceso de toda su objetividad consciente e inconsciente.
EL DIRECTOR ESPIRITUAL
La dirección espiritual es un don de Dios, que invita a enfrentar la vida a la luz del Espíritu
El director espiritual viene a ser el instrumento por el cual Dios va a favorecer un camino de santidad y de formación en el dirigido, hasta llevarlo en libertad hacia el fin para el cual Dios lo creó. Esto exige vivir el carisma del discernimiento espiritual. Es propio del director, guiar y formar al dirigido en la vida de oración, poniéndole en contacto con Dios y así lo conozca, lo ame y lo siga asumiendo en su vida su voluntad.
Esta tarea pide que el director conozca al dirigido en la integralidad de su ser. El director no impone, no da recetas ni prescripciones, más bien, acompaña en libertad al dirigido para que se ponga en las manos de Dios. En este sentido el director es un padre espiritual que se preocupa por su hijo, porque lo ama y desea que viva plenamente la voluntad de Dios en su vida, en un proceso largo de discernimiento para que el Espíritu opere con la libertad de la persona la transformación en Cristo.
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Perspectivas e implicaciones psicológicas del acompañamiento en los Ejercicios Espirituales
EL DIRIGIDO
El dirigido deberá disponerse sin temor a abrir su conciencia, sus fortalezas y debilidades, sus verdades y mentiras, y renunciará a todo esfuerzo consciente e inconsciente por mantener su imagen, permitiendo que el director conozca lo que él es, siente y hace, siendo franco en sus motivaciones, buscando la dirección con humildad, gratitud y comprensión, deshaciéndose de una actitud auto-defensiva y auto-justificante, permitiendo una conversación sincera y amistosa que lleve a la verdad.
La obediencia, la sumisión y la sujeción más que al director espiritual es en él y a través de él al Espíritu Santo.
Es, pues, la especificidad de la dirección espiritual un proceso largo, incluso de años, que se adapta al aquí y ahora del dirigido con una metodología de conversación espiritual, muy abierta, adaptable en todos los aspectos con el propósito de poner en practica la Voluntad de Dios, en el marco de una vivencia cristiana de la existencia.
LA PSICOTERAPIA
La psicoterapia es un tratamiento de naturaleza psicológica que se desarrolla entre un profesional especialista y una persona que precisa ayuda a causa de sus perturbaciones emocionales. Se lleva a cabo de acuerdo con la metodología sistematizada, basada en determinados fundamentos teóricos, y tiene como finalidad eliminar o disminuir el sufrimiento y los trastornos del comportamiento, derivados de tales alteraciones, a través de la relación interpersonal entre el terapeuta y la persona.
El proceso curativo se desprende de aquello que es esencial en toda psicoterapia, esto es, de la relación personal psicológica entre el psicoterapeuta y la persona. Esto propicia la interrelación entre la psique de los individuos y el mundo externo que les rodea. La relación entre el terapeuta y la persona reproducirá las llamadas relaciones objetales, con figuras importantes desde la niñez, especialmente las parentales, que por uno u otro motivo han causado un trauma intrapsíquico no resuelto. Las insuficiencias, desviaciones y procesos
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neuróticos o patológicos derivados de estas inconsistencias psicológicas brotarán en la relación psicoterapeuta-persona a través de las denominadas en psicología transferencias y contratransferencias que a través de la libre asociación, de la confrontación, del análisis, y de la interpretación en el diálogo interpersonal permitirán empoderar a la persona para redireccionar y redimensionar sus relaciones consigo mismo, con los demás y con Dios, con madurez y libertad.
El psicoterapeuta centra su acción sobre el conflicto intrapsíquico y todo el manejo terapéutico de su relación con la persona, ha de dirigirse a la solución de dicho conflicto, a fin de anular o contrarrestar las consecuencias nocivas que provoca en el sujeto que lo sufre.
La psicoterapia es un tratamiento que:
a.Se efectúa sobre un sujeto que se presupone afectado por un conflicto psíquico.
b.Se lleva a cabo por un profesional experto.
c.Busca anular, hacer desaparecer o contrarrestar los efectos nocivos de dicho conflicto.
d.De acuerdo con una técnica previamente determinada por el psicoterapeuta según sea el método que pretende aplicar y los objetivos por alcanzar.
e.Se realiza con explícito conocimiento y aceptación de ambas partes.
f.Sigue una metodología científica previamente determinada.
g.Utiliza como único agente terapéutico la relación personal que se establece entre psicoterapeuta y persona.
ACOMPAÑAMIENTO EN EJERCICIOS ESPIRITUALES
Los Ejercicios Espirituales son una experiencia mediante la cual el ejercitante realiza un proceso con Dios su creador, con el objetivo de detectar y eliminar con la ayuda de la gracia, todo aquello que no lo lleve a Dios y a El en el prójimo, o sea, los llamados afectos desordenados, para que una vez libre de ellos, pueda buscar y hallar la voluntad de Dios, ponerle en práctica, es decir, ordenar su vida.
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Es verdad que sin personalidad madura no hay religiosidad adulta
El acompañante es testigo de la acción del Espíritu en la persona y de la respuesta de ésta a su Señor. Como la palabra lo dice acompaña, es decir escucha la experiencia de las diversas mociones de los espíritus que acontecen en el ejercitante, y con su experiencia, destreza, carisma y conocimiento de las reglas de discernimiento, ayuda al ejercitante a ser dócil a la voluntad de Dios, siguiendo sus mociones y rechazando las del mal espíritu. Es, pues, una pedagogía espiritual en la que el ejercitante va aprendiendo el maravilloso y delicado arte del discernimiento de espíritus. El acompañante advierte la sutilezas engañosas del enemigo, la claridad esplendorosa del buen espíritu, advirtiendo los estados de ánimo del ejercitante respecto a las mociones de los espíritus. Es un testigo, un guía, un interlocutor, un espejo, un hermano que confronta y cuestiona respetuosamente, siente, exhorta, anima, discierne y ora, para ayudar al ejercitante en su trabajo autónomo y libre de ser disponible a la acción y voluntad de Dios.
Como vemos se trata de un proceso muy concreto y explícito, con una metodología clara, determinada y objetiva, con contenido, tiempos y procesos muy definidos para el ejercitante y acompañante, donde el común denominador y fuerza vibrante y eficaz, es dejar a la criatura con el creador y acompañarlo hasta ese fin.
RELACIONES ENTRE DIRECCIÓN ESPIRITUAL, PSICOTERAPIA Y ACOMPAÑAMIENTO EN EJERCICIOS ESPIRITUALES
DIRECCIÓN ESPIRITUAL Y PSICOTERAPIA
No se confunda la dirección espiritual con la psicoterapia, pues cada una tiene su objetivo específico. El director espiritual debe conocer tipologías caracteriales y mecanismos psicológicos, pero la dirección espiritual no es una terapia psicológica. Es verdad que sin personalidad madura no hay religiosidad adulta, ni una fe vivida con libertad y con gozo, pero las inconsistencias intrapsíquicas limitarán la libertad efecti-
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va para vivir conscientemente los valores del seguimiento de Jesús con valentía y coherencia. La gracia actual, actúa donde hay libertad y conciencia y su eficacia se limita por parte del sujeto cuando la libertad y la conciencia se ven restringidas por neurosis inconscientes intrapsíquicas opor psicosis que perturban la capacidad de elegir y actuar libremente.
La dirección espiritual y la psicoterapia tienen en común que son procesos de crecimiento de la persona, con un sujeto que es el dirigido o persona que busca ayuda profesional y el director o psicólogo que acompaña. La diferencia marca dos derroteros muy distintos, que si bien se pueden confrontar, su especificidad lleva a objetivos diferentes.
La dirección espiritual es abierta, sin métodos que constriñan, sin contenidos definidos y limitados, con tiempos impredecibles, tanto en los encuentros personales como en la duración de todo el proceso, y apunta como ya lo dijimos a acompañar a la persona para que asuma y viva como cristiano su seguimiento de Jesús como camino para llegar al Padre. Es, pues, aunque con amplitud, un proceso fundamentalmente espiritual.
La psicoterpia es una gestión de tipo científico positiva, con metodología concreta y contenidos verificables y comprobables por la ciencia, en la que el terapeuta se ciñe a procedimientos técnicos y científicos con el objetivo claro de hacer consciente la neurosis intrapsíquica y de ayudar a la persona a elaborar un nuevo estilo de proceder sin mecanismos de defensa que oculten la inconsistencia psicológica inconsciente. En casos de psicosis o neurosis severas la terapia se da de apoyo y animación para evitar sucumbir ante los síntomas de la inconsistencia intrapsíquica. Como vemos el objetivo si bien armónico e integral es psicológico-clínico.
PSICOTERAPIA Y ACOMPAÑAMIENTO
EN EJERCICIOS ESPIRITUALES
Ambas actividades tienen en común que son procesos estructurados, comprobados por la experiencia y con resultados predecibles, si se cumplen los requisitos los dos requieren de acompañamiento personal, con verificaciones y evaluaciones en todo el proceso respecto a los métodos, contenidos y resultados finales.
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Perspectivas e implicaciones psicológicas del acompañamiento en los Ejercicios Espirituales
Sus diferencias son tan claras que marcan su especificidad y finalidad en objetivos y resultados. A pesar de ser complementarios son muy diferentes.
Como ya dijimos la psicoterpia tiene el objetivo de eliminar o disminuir el sufrimiento de los trastornos del comportamiento derivados de las perturbaciones emocionales intrapsíquicas.
El acompañamiento en los Ejercicios Espirituales, si bien ayuda integralmente a la persona y ayuda a detectar las tretas, redes y cadenas del espíritu del mal, algunas veces construidas sobre las inconsistencias psicológicas, neuróticas o psicóticas, inconscientes, preconscientes o conscientes de la persona, su objetivo es el ordenar la vida, eliminando los efectos desordenados, buscando y hallando la voluntad de Dios y poniéndola en práctica en la vida, es decir, en el seguimiento de Jesús según la vocación específica de cada uno.
DIRECCIÓN ESPIRITUAL Y ACOMPAÑAMIENTO
EN EJERCICIOS ESPIRITUALES
De las definiciones ya expuestas en este artículo sobre cada una de ellas, podemos colegir sus semejanzas en diferencias e igualdades. Si bien son muy semejantes y pueden llegar a confundirse, también afirmamos que sus diferencias las hacen originales y específicas, en métodos objetivos y resultados. Pertenecen ambas al ámbito de la espiritualidad.
INSTRUMENTO TECNICO Y PRINCIPIOS
TERAPÉUTICOS DE LA PSICOTERAPIA
APLICADOS AL ACOMPAÑAMIENTO EN LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES
Hay elementos que san Ignacio de Loyola presenta en los Ejercicios Espirituales para que el que acompaña tenga en cuenta con el ejercitante y éste consigo mismo, a través de las anotaciones, presupuestos, reglas y puntos, que son armas valiosísimas para ayudar a disponer a la persona con todas sus potencias a ponerse en manos de Dios, quitando todo afecto desordenado y dar campo libre y abierto a la acción del Espíritu.
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La Psicología moderna presenta seis principios metodológicos que el psicoterapeuta debe aplicar y utilizar con la persona, para disponerla con todas sus potencias, a desbloquear el inconsciente dando campo abierto al consciente, rompiendo círculos viciosos neuróticos que oprimen y permiten abrirse libre y conscientemente a la aceptación de si mismo y al manejo de sus emociones.
Los principios son seis, a saber:
La sugestión
Se trata de producir en la persona determinadas ideas, motivaciones, impulsos y formas de comportamiento o, por el contrario, hacer desaparecer otras, independientemente del juicio lógico y racional de aquel, amparándose únicamente en el prestigio y autoridad que ante él posee el terapeuta, que desea, quiere y asume la responsabilidad de ayudarle en su acompañamiento.
Objetivo: alcanzar un cambio sintomático en la persona.
Conclusión: tanto en los Ejercicios Espirituales como en la psicoterapia en momentos de dificultad, confusión, tristeza, depresión, desolación o, lo contrario, crecida y desproporcionada emoción, alegría, consolación, exhorta, anima, impulsa, frena, aconseja, sugiere, etc. para que la persona abandone ese estado, y en equilibrio y en paz tome decisiones que lo lleven a elegir verdades conscientes o a aceptar y elegir la voluntad de Dios.
La Abreacción
La abreacción o llamada ventilación consiste en facilitar a la persona la descarga emocional de sus afectos a través de la verbalización de aquellos hechos y circunstancias que se hallan ligados consciente o inconscientemente a los mismos, es decir, el proceso de evacuación de emociones bloqueadas mediante la evocación y verbalización de recuerdos reprimidos. Se trata, pues, de abrir ventanas para respirar aire nuevo, vomitar el viciado y oxigenarse para asumir procesos en nueva dirección.
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Perspectivas e implicaciones psicológicas del acompañamiento en los Ejercicios Espirituales
Objetivo: intenta un alivio de la tensión emocional.
Conclusión: en los Ejercicios Espirituales y en la psicoterapia el acompañante debe tener como cualidad y carisma una gran capacidad de escucha y, en efecto, en los encuentros personales, con respeto y con interés atenderá todas las emociones, ideas, sentimientos, deseos, pulsiones y mociones que la persona exprese. Es terapéutico y constructivo el desahogo, el sentirse escuchado y el escucharse, pues la elaboración del discurso, aunque a veces aparezca incoherente, dispone y abre procesos cognitivos, afectivos y volitivos que facilitan a la persona su auto-redimensionamiento respecto a su psique y a su espíritu.
El Aconsejamiento
El terapeuta ofrece indicaciones acerca de las nuevas pautas de conducta como alternativa de un nuevo estilo de vida, diferente al círculo vicioso que condenaba a repetir fatalmente la inconsistencia intrapsíquica, mediante defensas y comportamientos que llevaban a vivir síntomas perturbantes que hacían a la persona sufrir ella misma y también a los demás.
Objetivo: ofrece indicaciones, pautas de conducta, ejemplos y consejos para hacer reaccionar a la persona.
Es terapéutico y constructivo el desahogo, el sentirse escuchado y el escucharse
Conclusión: al igual que el terapista, en los Ejercicios Espirituales, san Ignacio de Loyola a través de los puntos, las reglas, las anotaciones, preámbulos etc., sugestivamente presenta ejemplos, comparaciones, historias, y metáforas que pretenden mover a la persona para abandonar los asedios del enemigo, los afectos desordenados y su vida de pecado, tocando el corazón, el entendimiento y la voluntad para cambiar y ordenar la vida.
La Confrontación
Se intenta dirigir la atención de la persona a situaciones, conflictos, e incoherencias, que ha pasado por alto por excesiva rapidez y su-
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En
los Ejercicios Espirituales como en la psicoterapia el que acompaña vuelve sobre lo vivido
perficialidad y están causando perturbaciones serias en ella, y en su relación con los demás.
Objetivo: plantea opciones, enfrenta a la persona con alternativas y cuestionamientos que desenmascaran la mentira o la racionalización, ofreciendo elementos para tener un insigth, descubriendo partes disociadas de su yo, las negativas consecuencias de su realidad y así adquirir una visión más objetiva de sí y de la realidad.
Conclusión: en los Ejercicios Espirituales como en la psicoterapia, el acompañante puede llegar a captar y percibir claramente que el acompañado debe ser ayudado mediante una confrontación, que se elaborará con elementos que la misma persona ha ofrecido en forma disgregada, para ayudarle a integrar los elementos dispersos e inconexos que necesita que se le ayude a descubrirlo en su propio itinerario.
Clarificación
No pretende llevar al conocimiento del inconsciente, sino más bien ampliar su consciente que está perturbado por efectos de la neurosis inconsciente y, así, llegar a un máximo conocimiento de sí mismo que le permita mayores posibilidades en el ejercicio de su libertad. La persona llega a un mayor conocimiento de sus emociones, de sus sentimientos, de su relación consigo mismo, con los demás y del significado de su comportamiento.
Objetivo: propone un mayor conocimiento del propio yo, con información de análisis y síntesis a través de la repetición de esquemas vetustos neuróticos y de los nuevos oxigenados, abiertos y liberadores.
Conclusión: en los Ejercicios Espirituales como en la psicoterapia el que acompaña vuelve sobre lo vivido, analizado, confrontado, y explicado, a manera de repetición, para abordar el yo en todos sus aspectos, para ampliar y clarificar el conocimiento de sí y de lo que Dios quiere de él.
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Perspectivas e implicaciones psicológicas del acompañamiento en los Ejercicios Espirituales
La Interpretación
Es el instrumento específico que después de un largo proceso terapéutico ayuda a que la persona liberada de sus perturbaciones y sufrimientos, en una libre aceptación de sí mismo y de los demás, ponga al descubierto su realidad, su psicogénesis, sus conflictos intrapsíquicos y el control de sí mismo, asumiendo consciente y libremente sus nuevos parámetros de vida.
Objetivo: ayudar al acompañado para que obtenga una visión global de sí mismo, de sus procesos inconscientes y conscientes de la psicogénesis, la neurosis y los efectos positivos de romper conscientemente el nefasto y cruel círculo vicioso que lo ahogaba.
Conclusión: san Ignacio de Loyola acompaña al ejercitante para interpretar conjuntamente lo terrible que era su vida de pecado lejos de Dios y de los hermanos, mostrándole cómo en las manos de Dios es un hombre nuevo llevado por el Espíritu, invitándolo para ofrecerle su libertad, su memoria, su entendimiento, su voluntad, su haber y su poseer para que disponga todo según su voluntad. La interpretación lleva a la persona que se buscaba en él, en los demás y en las cosas, a buscar y hallar a Dios en todas las cosas y a todas las cosas en El. Se trata de una reinterpretación de toda la existencia.
CONCLUSIÓN FINAL
San Ignacio de Loyola intuyó que el maravilloso instrumento de santidad que son los Ejercicios Espirituales no podía darse en forma solipsista, pues ahogaría al hombre en su racionalización, intelectualización y proyección defensivas; ni tampoco en espiritualismos evasivos que dispararían al hombre fuera de la realidad, refugio que evitaría la confrontación de su situación de pecado. Su genialidad consistió entre otras en el conocimiento profundo del ser humano que necesita de la ayuda de los demás para conocerse a sí mismo y para llegar a Dios, por eso se destaca importante y prominente la persona del acompañante que es el medio, el catalizador y el instrumento para guiar, presentar, esbozar, sugerir, ventilar, aconsejar, confrontar, clarificar e interpretar, de-
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Juan Vicente Córdoba Villota, S.J.
jando a la criatura con el creador, pero garantizando el realismo de todo el proceso y la libertad para que Dios pueda actuar.
Es impresionante como la psicología siglos más tarde rescatará consciente e inconscientemente los pincelazos y diseños científicos y espirituales de la futura ciencia de la psicología que san Ignacio intuyó, desarrolló, comprobó y verificó en la práctica de los Ejercicios Espirituales.

QUITAR DE SÍ TODAS LAS AFECCIONES DESORDENADAS
PARA BUSCAR Y HALLAR LA VOLUNTAD DIVINA
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Ignacio de Loyola, EE. 1.
Ejercicios Espirituales y Psicoterapia Gestalt
Hernando
Gálvez Arango, S.I.*
lobjetivo de este artículo es aportar algunos elementos de la Terapia Gestalt (TG) que puedan integrarse en el acompañamiento de los Ejercicios Espirituales de san Ignacio; y más que en técnicas, conviene fijarse en actitudes de fondo que puedan enriquecer la forma de acompañar la experiencia espiritual.
El «Acompañamiento Gestáltico» más que pretender cambiar a una persona, quiere trasmitir un modo peculiar de vida, una filosofía subyacente, a través de un conjunto de actitudes fundamentales; trasmisión que es experiencial más que teórica.
La TG descansa en una postura filosófica implícita que se trasmite del terapeuta al paciente, o a quien se entrena, por medio de sus procedimientos, sin necesidad de explicitación. Y más aún: me gustaría sugerir que la asimilación experiencial de la Weltanschauung implícita es una clave oculta para el proceso terapéutico1
Esta filosofía de vida se explicita a través de un núcleo central de tres actitudes básicas que son, centrarse en el presente, responsabilizar-
* Superior de la Comunidad Pedro Fabro. Asesor pastoral y Coordinador de Orientación en Fe y Alegría, Regional Bogotá.
1 CLAUDIO NARANJO, La vieja y la novísima gestalt, Editorial Cuatro Vientos, Chile 1990, 19.
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se de la propia existencia y darse cuenta. De estas tres actitudes nos centraremos, más en la actitud de darse cuenta o consciencia.
LAS EMOCIONES Y SENTIMIENTOS
Tal vez el aporte más significativo que puede ofrecer la TG a los Ejercicios Espirituales es su peculiar manera de privilegiar, entender y afrontar el mundo emocional; ámbito que no es, de ninguna manera ajeno a la espiritualidad ignaciana, y que sí conviene explicitar.
Comencemos por exponer, brevemente, cómo surgen las emociones y sentimientos en el ser humano2 El niño nace con unas capacidades de conocer y sentir que va desarrollando a medida que se pone en contacto con su ambiente. Inicialmente, dispone de una energía indiferenciada, que lo lleva a contactar y explorar el ambiente. Unos contactos le resultan agradables y los repite, y otros, desagradables y los evita. Unos, le facilitan la sobrevivencia y le satisfacen sus necesidades; otros, le hacen daño y lo frustran.
El conjunto de estas experiencias va constituyendo en él un proceso evaluativo diferenciado. La energía, que en un comienzo era indiferenciada se va especializando o diferenciando. En TG a estos usos evaluativos especializados les llama emociones o sentimientos. A los que tienen un resultado agradable se les llaman emociones «positivas»; éstas satisfacen necesidades y aportan bienestar; las «negativas» causan daño, insatisfacción y malestar. Es así como la persona aprende las emociones primarias: miedo, afecto, tristeza, enojo y alegría.
En la TG las emociones y sentimientos son entendidos como energías orientadoras que nos anuncian si tenemos alguna necesidad personal que atender o una amenaza que afrontar; y, además, proveen energía para dar respuesta a lo que juzguemos oportuno hacer.
2 Cfr. WILLIAM PASSONS, Gestalt approaches in Counseling, Holt Rinehart and Winston, Chicago 1975, 183.
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Es de gran importancia que usted se haga consciente de la continuidad de su experiencia emocional. Una vez que la emoción se ha entendido no como amenaza al control racional de la vida, sino como guía que ofrece la única base sobre la cual puede ordenarse la vida racionalmente, entonces el camino está abierto para el cultivo de la consciencia continua de sus sabios reclamos a la acción3 .
Muy coincidente esta cita de los teóricos de la TG con las intuiciones de san Ignacio que ve en el mundo emocional (mociones experimentadas y discernidas) una orientación para ordenar la vida.
San Ignacio, capta, de raíz, la función básica de las emociones, como dinamismos orientadores y dinamizadores de la vida humana, con su doble polaridad de bienestar o malestar. Y como hombre de profunda fe ve, en ellas, indicios que, discernidos, pueden enrumbarlo por el camino de la voluntad de Dios.
Desde el tiempo de la convalecencia en el Castillo de Loyola, aparece en él una gran habilidad para hacerse consciente de su vertiente emocional; esta consciencia lo aboca a importantes insights en este ámbito. Una muestra de lo afirmado se puede advertir, cuando dice que se le abrieron los ojos4 .
Había todavía esta diferencia: que cuando pensaba en aquello del mundo, se deleitaba mucho; mas cuando después de cansado lo dejaba, hallábase seco y descontento; y cuando en ir a Jerusalén descalzo, y en no comer sino hierbas, y en hacer todos los demás rigores que veía haber hecho los santos, no solamente se consolaba cuando estaba en los tales pensamientos, mas, aun después de dejado, quedaba contento y alegre. Mas no miraba en ello, ni se paraba a ponderar esta diferencia, hasta en tanto que una vez se le abrieron un poco los ojos, y empezó a maravillarse desta diversidad, y a hacer reflexión sobre ella, cogiendo por experiencia que de unos pensamientos quedaba triste y de otros alegre, y poco a poco viniendo a conocer la diversidad de los espíritus que se agitaban, el uno del demonio y el otro de Dios5 .
3 PERLS, HEFFERLINE, Y GOODMAN, Gestalt Therapy, Dell Publishing Co., New York 1951, 100.
4 Autobiografía 8.
5 IGNACIO DE LOYOLA, Obras de san Ignacio de Loyola, B.A.C., Madrid 61997, 103, 106.
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Hasta aquí, nos damos cuenta que Ignacio descubre, observando su mundo emocional, dos espíritus o fuerzas que se agitan dentro de él y la forma peculiar de actuar de cada uno, y sus efectos en él. Cabe también destacar que Ignacio aprende todo esto por propia experiencia. A renglón seguido afirma que,
Y cobrada no poca lumbre de aquesta lección, comenzó a pensar más de veras en su vida pasada, y en cuánta necesidad tenía de hacer penitencia della. Y aquí se le ofrecían los deseos de imitar los santos, no mirando más circunstancias que prometerse a sí con la gracia de Dios de hacerlo como ellos lo habían hecho. Más todo lo que deseaba de hacer, luego como sanase, era la ida de Jerusalén, como arriba es dicho...6
De la observación de su mundo interior Ignacio no sólo advierte espíritus que se agitan en él, sino que hace consciente una necesidad (hacer penitencia); encuentra, además, información y orientación (lumbre) e impulso o energía para la acción (deseos de imitar los santos... hacerlo como ellos lo habían hecho... deseaba de hacer).
Queda claro que el ámbito emocional, así sea en forma intuitiva, no fue desconocido a san Ignacio, más aún, lo vivió en forma muy parecida a lo que vendría a ser descrito por la TG: las emociones y sentimientos como energías orientadoras y reveladoras de necesidades interiores que atender oamenazas que afrontar; además, proveedoras de energía que conduce a acciones pertinentes. Sólo que, en Ignacio, todo el mundo emocional es revestido de un sentido de fe: tanto las necesidades interiores como las amenazas al crecimiento espiritual, son vistas como insinuaciones del buen omal espíritu, según lo descubra en su discernimiento. Para un seguidor de la espiritualidad ignaciana no es extraño que a Dios se le encuentre en todas las cosas y, por tanto, en el mundo emocional.
Si nos fijamos en los Ejercicios Espirituales que son trasparencia de la evolución y maduración de estas primeras intuiciones de Ignacio, veremos que el proceso espiritual descrito en las Anotaciones y Reglas de discernimiento, tanto de la Primera como de la Segunda Semana, ver-
6 Ibíd., p. 106.
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san sobre las afecciones, y no podría ser de otra manera, pues éstas son el meollo de los Ejercicios,
... todo modo de preparar y disponer el ánima, para quitar de sí todas las afecciones desordenadas, y después de quitadas para buscar y hallar la voluntad de divina... se llaman ejercicios espirituales7 .
Las afecciones abarcan, en un ser humano, todo lo que son necesidades, tendencias, motivaciones, actitudes, sentimientos, emociones, intereses, deseos y, por consiguiente, conductas. En síntesis, los Ejercicios son una educación de la afectividad cristiana ordenada a buscar y hallar la voluntad de Dios. Por tanto, una persona que quiera ser acompañante de Ejercicios no puede menos de ser versada en todo lo relacionado con la afectividad.
Perteneciendo nosotros a generaciones con una marcada influencia de la modernidad, hemos privilegiado la razón con desmedro de la afectividad; y no nos es fácil virar hacia la polaridad debilitada por nuestra formación, porque así lo hemos bebido culturalmente y es casi contracultural cultivar lo sensorial y afectivo, porque nos faltan herramientas para hacerlo. Además, se respira cierta desconfianza por la dimensión afectiva de nuestra personalidad, porque se la percibe como ligera, superficial, peligrosa o quizá más propia de mujeres. Y no falta quien la sienta como nido de concupiscencia.
Los Ejercicios son una educación de la afectividad cristiana ordenada a buscar y hallar la voluntad de Dios
Todo esto va ligado a la dualidad cuerpo-espíritu, también heredada, y con profunda raigambre cultural. Por esta razón, vinculamos nuestra identidad al espíritu y a la mente; en una palabra, al factor psíquico de nuestra personalidad. No tenemos la forma de expresar la corporeidad como esencial al yo, y usamos un genitivo, que denota que el cuerpo es una posesión de la mente o del espíritu. Nos referimos al cuerpo de la misma forma que lo hacemos con cualquiera de nuestras posesiones: mi vestido, mi casa, y así, «mi cuerpo».
7 Ibíd., p. 221.
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El punto de transición o enlace entre el cuerpo y la psique es la sensación, que
... es un fenómeno psicofisiológico provocado por la acción de los estímulos, externos e internos, en los órganos sensoriales y que comporta un conocimiento primario8 .
Lo más común es que vivamos bastante desconectados de nuestras sensaciones corporales. En una ocasión atendiendo a una religiosa que me fue remitida, le pregunté, «¿cómo te sientes?» su respuesta, casi inmediata fue, «muy bien...» le pedí que cerrara sus ojos y se diera cuenta cómo sentía su pecho... en pocos segundos, me respondió, «siento como una tempestad de desierto». Más adelante, me comentó que venía en contra de su voluntad.
No nos debe parecer extraña esta anécdota dada la poca educación que hemos recibido en el área de nuestros sentimientos; y si es correcto lo que venimos afirmando con relación a ellos, como fuente de información y orientación, podemos deducir la cantidad de información y conocimiento de nosotros mismos que nos estamos perdiendo. Y si Dios se comunica con nosotros por mociones interiores, es evidente la sordera involuntaria a sus reclamos y gemidos...
Por esta razón, nos viene muy bien la insistencia primaria de la TG en centrarse en las sensaciones corporales, para captar el lenguaje integral de nuestro ser y no sólo los mensajes de la razón.
De lo dicho hasta aquí, debe quedar también muy claro, que no basta con centrarnos en los sentimientos, sino referirlos siempre a las sensaciones como confirmación de su autenticidad; porque también es frecuente que nos engañemos respecto de los propios sentimientos, pensando que sentimos una cosa, cuando, en realidad, puede ser otra. El Focusing ha trabajado muy bien este aspecto; y, de hecho, su funcionamiento es como el de una cámara fotográfica con la cual hay que realizar una labor de «enfoque», hasta que nos proporcione la nitidez necesaria
8 ANA GIMENO-BAYÓN, Comprendiendo cómo somos, Dimensiones de la personalidad, Desclée De Brouwer, Bilbao 21996, 133.
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Ejercicios Espirituales y Psicoterapia Gestalt para una buena fotografía. Así, el Focusing busca que el sentimiento corresponda a la sensación sentida (felt-sense) que es preconceptual9 .
Siendo hijos de una cultura predominante intelectual y racional, podemos enriquecernos con otras corrientes culturales menos contaminadas de dualismo y con una mejor valoración e integración de la dimensión corporal10 .
La TG, con su enfoque fenomenológico-existencial, se centra en la experiencia concreta de la persona, en lo que está viviendo y sintiendo en este momento y espacio concretos. Rehuye la intelectualización, el análisis, el diagnóstico, la interpretación, privilegiando la vivencia y la experiencia inmediata. Desde la inmediatez del contacto consigo misma, a la persona se le ayuda a conocerse y aceptarse tal como es.
Un sistema, como éste, que ha desarrollado y privilegiado lo corporal, experiencial, existencial y organísmico, le viene muy bien conocerlo al acompañante de Ejercicios Espirituales, pues Ignacio, desde los mismos comienzos de su experiencia espiritual estaba atento a sus vivencias interiores, y a los movimientos que en su ánima se causaban.
Para él es obvio que Dios se comunica a su criatura por movimientos interiores o mociones, que no pueden ser captadas en otra forma distinta que por los mecanismos normales de nuestra afectividad o emocionalidad: sensaciones, sentimientos, estados de ánimo...
En mi experiencia tanto de acompañante espiritual, por varios años, en trabajo con religiosos y religiosas, como también de ser acompañado espiritualmente, me he dado cuenta que el tipo de entrevista que se desarrolla, siendo un diálogo acerca de situaciones personales, se torna, sin embargo, en impersonal y genérico. De esto me he hecho más consciente aún, al aprender y practicar otro tipo de escucha –el gestáltico–que con su actitud volcada a lo existencial y emocional ha desarrollado
9 Cfr. EUGENE GENDLIN, Focusing, Proceso y técnica del enfoque corporal, Mensajero, 21988, 33.
10 Para ahondar este tema, Cfr. JAMES KEPNER, Proceso corporal, Un enfoque Gestalt para el trabajo corporal en psicoterapia, Manual Moderno, México, D.F. 1992.
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modalidades propias de escucha que hacen muy distinto el tipo de entrevista que se genera.
La escucha que se suele ofrecer, en los Ejercicios, va orientada a hablar acerca de los temas personales y mociones del ejercitante. El haber recuperado el «lenguaje» de las emociones es un avance notable que hay que reconocer. Sin embargo, la TG puede ofrecer formas especializadas de escucha integral. Una escucha que rehuye el hablar acerca de los temas, porque considera que, en esta forma, el diálogo se desarrolla desde la razón e, incluso, si se habla de los sentimientos es en forma impersonal, en tiempo pasado, sin mayor contacto e implicación con lo corporal.
La TG favorece la entrevista vivencial: se escucha integralmente, enfocándose hacia las emociones y las sensaciones corporales que subyacen a las emociones; y se le da gran importancia al lenguaje no verbal.
Si nosotros no atendemos a nuestro mundo emocional que, como hemos dicho nos provee de orientación y energía en determinada dirección, y no lo armonizamos con nuestro dinamismo espiritual, estaremos fomentando una especie de esquizofrenia malsana, que nos hará sentir peligrosamente divididos en nuestra interioridad.
Conviene insertar aquí un tema que dejará muy en claro la necesidad de incluir la dimensión corporal, no sólo en la entrevista de acompañamiento espiritual, sino en todo el trabajo de los Ejercicios Espirituales ignacianos.
EL CAMBIO PERSONAL
Personas que han hecho muchas veces la experiencia de Ejercicios, con muy buena voluntad y esfuerzo sincero, se encuentran con que los Ejercicios no los cambian como quisieran.
Hay un interrogante fuerte y central con relación a los Ejercicios, y es, ¿por qué los Ejercicios no nos cambian? interrogante que ha sido abordado por Carlos Cabarrús en un conocido artículo sobre el tema. Puede ser de interés el aportar otras reflexiones sobre la misma pregunta.
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EL DESCUBRIMIENTO DEL FOCUSING
Hay un descubrimiento interesante, que condujo a Eugene Gendlin, compañero de investigación de Carl Rogers, a hacer un aporte significativo a la Psicología Humanista y a estructurar una técnica que denominó «Focusing» (Enfoque corporal). Por la importancia del asunto, voy a citar una página del libro The power of focusing,
En los comienzos de los años 60, el Profesor Eugene Gendlin en la Universidad de Chicago comenzó a investigar la pregunta: «¿Por qué la psicoterapia ayuda a unas personas, pero no a otras?» Él y sus colegas analizaron grabaciones de cientos de sesiones terapéuticas. Ellos grabaron la totalidad del proceso terapéutico, de la primera a la última sesión, con muchos terapeutas y clientes. Después pidieron a los terapeutas y a sus clientes que valoraran si la terapia había sido exitosa, y también aplicaron tests psicológicos para determinar si había habido cambios positivos. Si los tres estaban de acuerdo –el terapeuta, el cliente y el test–entonces ese proceso terapéutico era usado en el estudio. El resultado condujo a establecer dos grupos de grabaciones: psicoterapias exitosas versus psicoterapias no exitosas.
Entonces los investigadores compararon las cintas para ver si podían determinar que constituía la diferencia entre éxito y fracaso. Primero escucharon a los terapeutas en las cintas. El sentido común sugeriría que sería algo, en el comportamiento de los terapeutas, lo que determinaría si la terapia era, o no, exitosa. Seguramente los terapeutas en los casos exitosos fueron más empáticos, más genuinos, más aceptantes o más brillantes... Sin embargo, de hecho no hubo diferencia significativa en el comportamiento del terapeuta. En los dos grupos de grabaciones, los terapeutas era esencialmente semejantes. Los terapeutas estaban haciendo su mejor esfuerzo –y algunos clientes estaban mejorando, mientras los otros no–.
Entonces, los investigadores escucharon a los clientes en las cintas, y fue ahí cuando lograron un fascinante e importante descubrimiento: había una diferencia entre los clientes de las terapias exitosas y los de las no exitosas. Y era una diferencia que se podía escuchar en los clientes en la primera o segunda sesión. Cualquier cosa que fuera, no era algo que los clientes exitosos aprendieron cómo hacer en la terapia; era algo que ellos ya estaban haciendo, capaces de hacer, cuando cruzaron la puerta del consultorio.
Gendlin y los otros investigadores encontraron, para su sorpresa, que podían predecir el éxito en la terapia escuchando las cintas de las dos
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primeras sesiones terapéuticas de cualquier persona. Oyendo al cliente, podían de hecho decir, si la terapia sería, en último término, exitosa o no! ¿Qué era esto? ¿Qué era lo que los investigadores podían oír en las cintas, que les permitía predecir si la terapia sería exitosa?
Lo que ellos escuchaban era esto: en cierto momento en la sesión, los clientes exitosos en su terapia disminuían la velocidad de su discurso, se volvían menos articulados, y comenzaban a buscar tentativamente las palabras para describir algo que estaban sintiendo en el momento. Si usted oyera las cintas, escucharía algo como esto: «Hmmm. Cómo describiría yo esto? Es algo exactamente aquí. Es ... mmm ... es ... no es exactamente rabia ... mmm». Frecuentemente los clientes mencionaban que experimentaban este sentimiento en el cuerpo, diciendo cosas como, «Es exactamente aquí en mi pecho», o «Tengo un sentimiento extraño en mi estómago».
Por tanto, los clientes exitosos en la terapia tenían una consciencia corporal vaga y difícil de describir que estaban directamente sintiendo durante la sesión. En contraste, los que tuvieron una terapia no exitosa permanecieron articulados a través de toda la sesión.
Permanecieron arriba en la cabeza. No sintieron algo en el cuerpo, y nunca sintieron directamente algo difícil de describir. No importa cuánto analizaron sus problemas, o los explicaron, o pensaron acerca de ellos, o los lloraron, su terapia no fue exitosa11 .
La TG ya venía trabajando los mensajes que provienen del cuerpo, y este hallazgo de Gendlin confirma, aún más, que la intuición gestáltica era la correcta. Además, el Focusing no se considera como una terapia, ni una técnica terapéutica, sino como una habilidad que la persona, si no posee, puede desarrollar. El aporte del Focusing a la TG es el aportar una forma de abordar más en detalle la conexión entre sensación y sentimiento. Por tanto, la TG lo puede asumir dentro de su repertorio de intervención terapéutica.
En la misma dirección y con parecidas conclusiones, afirma John B.Enright, en su artículo, An Introduction to Gestalt Techniques.
Sería imposible en esta introducción articular plenamente este concepto fundamental de consciencia (awareness) con su análogo en el psicoanáli-
11 ANN WEISER CORNELL, The Power of Focusing, New Harbinger Publications, Inc., Okland, CA 1996, 2.
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sis (insight), sin embargo, una breve consideración de su relación sí puede ser de utilidad. Bastante temprano en la historia del psicoanálisis, sus teóricos y terapeutas se preocuparon de que el insight no siempre producía los deseados y esperados cambios terapéuticos. Un insight parecía exitoso; otro, muy semejante, parecía no llevar a ninguna parte. En el intento de dar cuenta de esta diferencia se introdujo una distinción entre insight intelectual y emocional, siendo éste último el efectivo. El terapeuta gestalt diría que el insight «emocional» se basó en una expansión de consciencia (awareness) de una relación organismo-ambiente en curso, con su efecto positivo y sentido de descubrimiento asociado, mientras que el insignt «intelectual» le faltó ese crucial enraizamiento en lo actual12 .
¿Qué conclusiones podríamos sacar, de los dos testimonios anteriores, para el tema que nos atañe del acompañamiento espiritual?
Es obvio que es distinta una sesión de acompañamiento espiritual a una sesión de psicoterapia, por varias razones; pero lo que sí es cierto es que aquí hay algo que nos debe hacer pensar y es que en las dos modalidades de entrevista (psicoterapia y acompañamiento espiritual) se está buscando tocar áreas profundas del ser humano en procura de un cambio; y que los cambios se dan cuando la persona logra una conexión o contacto con su parte corporal y no sólo trabaja los problemas en la cabeza.
Es cierto, también, que sin conocer los descubrimientos o afirmaciones anteriores, se han dado cambios indudables, en personas que han hecho los Ejercicios en su historia de más de cuatro siglos, sin embargo, vale la pena prestar atención y explorar lo que acontece en esa zona profunda del ser humano donde se enraíza, cualquier experiencia humana, y por tanto, también la de los Ejercicios.
Que las intuiciones de san Ignacio de guiarse no sólo por razones, sino por mociones afectivas, pueden ser avaladas y profundizadas, al conectarlas con la dimensión sensorial, con los hallazgos de Gendlin.
12 FAGAN and SHEPHERD, Gestalt Therapy now, Harper & Row, Publishers, New York 1971, 119.
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Seríamos seres más armónicos si pudiéramos incorporar en nuestros discernimientos y decisiones la dimensión corporal y descubrir en ella mociones del espíritu
El proceso de escuchar su cuerpo en una forma aceptante y respetuosa, y oír los mensajes que su yo interno le está enviando. Es un proceso de honrar su sabiduría interior, haciéndose consciente de la sutil forma de conocimiento que le habla a usted a través de su cuerpo. Los resultados de escuchar su cuerpo son insight, distensión física, y cambio de vida positivo. Usted se entiende mejor, se siente mejor, y actúa en formas que con mayor probabilidad crearán el tipo de vida que desea13 .
Esta sabiduría interior a la que se refiere la autora, para nosotros, son las semillas del Verbo, los gemidos y súplicas del Espíritu como dice san Pablo en su carta a los Romanos, interpelándonos, desde lo más profundo de nuestra corporeidad.
Qué importante desarrollar en nosotros la actitud de escucha atenta a los mensajes que nos está enviando nuestro cuerpo y, a veces, cada vez más fuertes, por medio de somatizaciones severas, que tampoco sabemos interpretar. Seríamos seres más armónicos si pudiéramos incorporar en nuestros discernimientos y decisiones la dimensión corporal y descubrir en ella mociones del espíritu.
EL DARSE CUENTA O CONSCIENCIA
Una de sus mayores insistencias, en el trabajo gestáltico, es en la consciencia de sí; es una actitud que se suele llamar darse cuenta. Se busca que la persona vaya logrando un gran acerbo de datos y observaciones de sí misma, que el terapeuta no analiza, ni interpreta, pero sí anima a aceptar, y no evadir, ni negar lo que vaya aflorando. Todos estos son datos que, por su propia dinámica, buscan constituirse en totalidades con significado. Gestalt significa, precisamente, totalidad o configuración.
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Hemos dicho que es central la actitud de darse cuenta. Darse cuenta, ¿de qué? particularmente, de sus sensaciones corporales, sentimientos, reacciones, estados de ánimo, sueños, etc. El terapeuta, durante las sesiones, está muy atento a todo esto y, además, al lenguaje no verbal de su acompañado. Fritz Perls, sicoanalista y fundador de este sistema terapéutico, solía invitar a las personas con las que trabajaba, a bajarse de la cabeza e irse al cuerpo. Desconfiaba mucho de los engaños de la razón, las justificaciones, el hablar «acerca de», sin consciencia corporal...
Perls se gastó su vida ayudando a pacientes y miembros de sus grupos a hacerse más conscientes de su potencial y a descubrir y cambiar partes de ellos mismos. Buscaba formas para que el paciente encontrara y recuperara sentimientos, deseos y comportamientos inconscientes. Asumía que para vivir satisfactoriamente, necesitamos tener todas las cartas sobre la mesa, es decir, tener completa consciencia.
Este concepto que es central en la TG y es descrito así, por Erving y Miriam Polster,
La toma de consciencia, bien empleada, sirve para mantenernos al día con nosotros mismos. Es un proceso incesante, accesible en todo momento: no una iluminación única y esporádica que sólo se puede alcanzar (como el insight) en ocasiones o condiciones especiales. Está siempre disponible a modo de una corriente subterránea de la que puede surgir, en caso necesario, el manantial de una experiencia reparadora y vivificante. La focalización en la propia consciencia mantiene al sujeto inmerso en la situación presente, aumenta el impacto de la experiencia terapéutica, así como el de las experiencias más comunes del diario vivir. Cada toma de consciencia sucesiva es un paso que lo acerca a la articulación de los temas fundamentales de su vida, y un paso también hacia la expresión de esos temas14 .
Otros elementos importantes en el darse cuenta son estos:
El darse cuenta no es lo mismo que introspección: ésta es un proceso puntual de mirada interior con algún propósito particu-
14 ERVING Y MIRIAM POLSTER, Terapia Gestáltica, Amorrortu Editores, Buenos Aires 1991, 201.
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lar; suele ser evaluativa; mientras que el darse cuenta es un proceso continuo de presencia atenta a la experiencia que se está realizando en el momento presente, ya sea de sensaciones, sentimientos, fantasías, pensamientos, comportamientos; no es interpretativo, evaluativo o diagnóstico.
El Darse Cuenta está orientado a un insight emocional: aporta datos que, en un momento dado, constituyen, en forma espontánea, totalidades que se llaman gestalten (plural de gestalt en alemán).
Contribuye a integrar partes del sí mismo que han sido rechazadas, reprimidas o negadas.
Cada una de estas gestalten está dinamizada por una necesidad emergente que conduce a acciones tendientes a satisfacerla.
Se trata de un tipo de experiencia inmediata, pero hay que distinguirla de otros estados de consciencia. La consciencia se desarrolla con y es parte integral de una transacción organismo-ambiente; está basada siempre en la percepción de la situación actual.
Si usted ha desechado de su consciencia experiencias y sentimientos importantes y dolorosos, y ellos ahora actúan inconscientemente, ¿cómo puede tomar decisiones inteligentes y adaptarse a las coyunturas de la vida? usted no ve las cosas en forma real; no conoce sus propias necesidades; no responde apropiadamente. Los terapeutas gestálticos le ayudan a identificar sus asuntos inconclusos. Esto quiere decir, hacerse consciente de sus heridas, miedos, necesidades y resentimientos que están todavía sepultados en su inconsciente y que continúan distorsionando su visión de la realidad. Por lo cual, se han diseñado experiencias y estrategias para acrecentar la consciencia de estas experiencias emocionales que en secreto desarticulan nuestras vidas y trasladan el pasado al «aquí y ahora» e interfieren con nuestras decisiones actuales. La principal actitud para este propósito es la consciencia continua.
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CONCLUSIONES
Este artículo pretende haber sido un llamado a centrar más el interés de los acompañantes de Ejercicios Espirituales en el ámbito de las afecciones que fue central en la intuición de san Ignacio, y a su enraizamiento corporal; a bajarnos, «tanto cuanto» sea necesario de la cabeza al cuerpo; de la reflexión y cognición a las sensaciones corporales, sentimientos y emociones.
¿No estará el CIRE demasiado centrado en lo cognitivo, siendo leal a su misma identidad como Centro de Reflexión? ¿no tendríamos que ir dando un viraje necesario, experiencial y no sólo reflexivo, a todo lo que tiene que ver con la experiencia, vivencia, sentimientos con el fin de ser más fieles a la ignacianidad que privilegia el sentir sobre el saber?15 .
¿No se podría enriquecer a san Ignacio con los aportes de disciplinas contemporáneas que han ido haciendo camino en la vertiente de lo corporal, sensorial y emocional y que centran, precisamente ahí, la posibilidad de facilitar el cambio?
Estas actitudes e ideas gestálticas han sido expuestas para mostrar posibles fuentes de investigación y de práctica. No se pretende, con esta presentación, que una persona pueda llevar a la práctica las mismas. Requeriría de mayor ilustración y entrenamiento para ver, cómo se manejan estos instrumentos de Crecimiento Humano.
Dios trabaja en todo el ser humano, y por tanto, su presencia puede ser detectada y escuchada, también, en las sensaciones corporales, sentimientos y necesidades, que pueden orientarnos en el discernimiento espiritual.
15 Cfr. Ejercicios Espirituales 2.
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El acompañamiento en los Ejercicios, visto desde la perspectiva laical
María Cristina Ochoa Hurtado
* Le hablaba Yo pensando en su inefable grandeza. Me levantaba al Cielo para salvar la distancia que me separaba de El, tan encumbrado y tan inmenso. Mas me parecía que mi palabra no alcanzaba y no podía subir tan alto. Me desconsolaba pensar que, con mi débil voz, no podía llegar a que me escuchase. Hasta que El me dijo: –No me llames como si estuvieras lejos. –Estamos los dos juntos1 .
INTRODUCCIÓN
Deseo compartir con ustedes algunas reflexiones que surgen principalmente de mi experiencia personal de fe y de la vivencia de los Ejercicios Espirituales de san Ignacio; Ejercicios, que han hecho posible, tomar conciencia del acontecer de Dios en mi historia personal como ser humano en la condición de mujer, en mi historia social, como pareja, como mamá, como educadora, como animadora de comunidades de base,
* Directora de Pastoral en el Colegio san Juan Berchman de Cali.
1 MANUEL MARÍN TRIANA S.J., Remanso de peregrinos.
Apuntes Ignacianos 40 (enero-abril 2004) 130-143
El acompañamientos en los Ejercicios, visto desde la perspectiva laical como acompañante de Ejercicios Espirituales. Reconocer el paso de Dios a través de los acontecimientos de mi vida ha sido una gracia del Espíritu Santo que me anima, renueva e impulsa a ser testigo de su amor y a comunicarlo a otros y otras.
Abordar el tema del acompañamiento en los Ejercicios, visto desde la perspectiva laical y de género implica necesariamente presentar una visión diferente de los mismos y del tema concreto que tratamos.
En un primer apartado presento una visión personal acerca de ¿qué son los Ejercicios Espirituales de san Ignacio? ¿qué se requiere para vivir la experiencia de los Ejercicios? y, para ¿qué sirven o cuál es la finalidad de los mismos?.
Al hablar del acompañamiento en los Ejercicios Espirituales ignacianos, es un imperativo hablar de un(a) acompañado (ejercitante) y de un(a) acompañante, de la relación que se establece entre quien se ejercita y quien orienta la experiencia, mediada por la gracia del Espíritu, cohabitando e interactuando en una relación personal que se hace comunitaria. Requiere inclusive, hablar del ejercicio mismo de «acompañar».
En este mismo contexto, hago un breve comentario, acerca de la participación de los laicos y laicas en la Iglesia, sobre el sentido mismo de ser y hacer Iglesia hoy, y por supuesto abordar el tema: cuando el acompañante es un laico, laica.
No sería fiel a mi condición de género femenino si no abordo un apartado sobre el ser mujer hoy y vivir un apostolado concreto en la Iglesia, donde el pensar, el sentir y el saber teológico, ha sido exclusividad del género masculino, hablaré desde la dimensión del Dios Padre–Madre que hoy estamos reconstruyendo, tan necesario en estos tiempos de caos, oscuridad y muerte; donde se hace necesario recuperar la ternura, la gratuidad, la solidaridad, la vida, para hacer posible el Reino de Dios.
¿Qué son los Ejercicios Espirituales de san Ignacio?
Son un conjunto de ejercicios de oración, de meditación y de contemplación que fueron diseñados y estructurados de manera sistemática
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por san Ignacio cuando aún era laico. Parten de su experiencia personal, de reconocer esa presencia del espíritu operando en él y transformándolo desde dentro2 , experiencia que siendo personal se hace comunitaria y comunica y anima a otros a vivirla.
Podemos decir que los Ejercicios Espirituales son ante todo una experiencia afectiva del amor de Dios por el género humano, amor que nos es comunicado, como entrega, como don gratuito.
¿Qué se requiere para vivir la experiencia de los Ejercicios Espirituales Ignacianos?
Se requiere, de quien vive la experiencia, el uso de sus facultades tanto físicas como mentales, de comprensión, memoria, entendimiento, imaginación, sensibilidad, docilidad, libertad y voluntad. Parten de la experiencia vivida por san Ignacio durante 30 días y, a partir de allí, durante toda su vida.
Quien vive esta experiencia y sale tocado y movido por la presencia y la fuerza del Espíritu que habita en él o ella, no podrá apartarse de esa realidad, lo que le permite ser consciente de que Dios está trabajando y obrando en su vida interior, es decir que vive un proceso de confrontación, de conversión. Para vivir esta experiencia profunda se requiere el ejercicio continuo de la oración, del discernimiento, de la pausa ignaciana diaria, importante y necesario cuando se está inmerso en una sociedad tan congestionada como la nuestra.
Los Ejercicios Espirituales son ante todo una experiencia afectiva del amor de Dios por el género humano
Una de las condiciones fundamentales propias de la experiencia ignaciana es el ser acompañado(a) en el camino de vida en el espíritu. Yo me atrevo a decir que los Ejercicios Espirituales ignacianos son una experiencia trinitaria, es decir; comunitaria.
2 Expresión del P. Gustavo Baena, S.J.
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El acompañamientos en los Ejercicios, visto desde la perspectiva laical
¿Para qué sirven los Ejercicios Espirituales Ignacianos?
Sirven para un mayor y mejor conocimiento de sí mismo(a), para saber qué fuerzas interiores mueven mi vida, para un mayor conocimiento del mundo, de las cosas y de Dios. Para saber cuál es la voluntad de Dios para mi vida, qué quiere Dios para mí. Para que conozca a Jesús y amándolo y siguiéndolo en el servicio sea posible la realización del Reino de Dios, reino de amor y de justicia para todos y todas aquí y ahora.
Los Ejercicios comienzan con los deseos y terminan con la elección o reforma de vida. La anotación uno expresa el punto de llegada de los Ejercicios, o sea que el ejercitante encuentre «la voluntad divina en la disposición de su vida para la salud del ánima»3. Sea en «la elección de un determinado estado»4 o bien en la reforma o enmienda del estado en el cual ya lo ha situado la voluntad de Dios5 .
EL ACOMPAÑAMIENTO EN LOS EJERCICIOS ESPIRITULES IGNACIANOS
Al hablar del acompañamiento en los Ejercicios Espirituales ignacianos, es necesario hacer referencia a un «acompañado» (ejercitante), a un «acompañante» (guía, orientador) y al ejercicio mismo de «acompañar».
¿Quién es el Acompañado o Ejercitante?
Es una persona que desea por voluntad y en libertad, fruto de una decisión responsable tener una fuerte experiencia de encuentro personal con Dios, ese Dios que lo(a) habita, pero a veces por la prisa y las circunstancias de la vida se constituye en un ausente, es decir; presencia que se experimenta como una ausencia.
Todo ejercitante al iniciar la experiencia de los Ejercicios ha sido elegido por Dios mismo, lo primero que hay que consentir es «creer lo
3 Ejercicios Espirituales 1.
4 Cfr. Ejercicios Espirituales 4.
5 Cfr. Ejercicios Espirituales 5.
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increíble»: que su deseo de comunión y de intimidad precede siempre al suyo, que es él quien tiene planes e iniciativas y palabras que decirle; y por eso, lo mejor que uno puede hacer es abrir la puerta y abrir un espacio, poner en práctica el ejercicio de la libertad, « al que recibe los ejercicios mucho aprovecha entrar en ellos con grande ánimo y liberalidad con su Criador y Señor, ofreciéndole todo su querer y libertad, para que su divina majestad, así de su persona como de todo lo que tiene, se sirva conforme a su santísima voluntad»6, poniendo todos los medios para escuchar, captar y comprender la voluntad de Dios para su vida, se establece una relación, interacción entre Dios y la persona, la persona y Dios, y en esa relación el ejercitante se va haciendo consciente de esa presencia que es ante todo presencia de un alguien amoroso que lo ha creado y sigue creando para ser feliz. Se da cuenta que su vida tiene sentido.
Dicha felicidad radica en el gozo del seguimiento del Señor, felicidad que El promete: nacer de nuevo, perder el miedo, confiar en que has sido perdonado(a), estar seguro(a) de ser querido(a) tal como uno es.
Cuando el ejercitante va avanzando en la experiencia de los Ejercicios en la Primera Semana, que es antropológica, y de allí pasa al proceso en Segunda, Tercera y Cuarta Semana, que son contemplaciones y meditaciones que posibilitan un conocimiento más profundo e interno de Jesús, sus actitudes, acciones y su vida; se hace posible para el ejercitante un aprendizaje de cómo Dios se reveló en Jesús y se dio por completo en Cristo para la salvación de la humanidad hasta hoy y por siempre; es para el ejercitante el testimonio de amor, más grande acontecido en la historia. De todo este conocimiento trabajado en oración y confrontado con la propia historia, con la propia vida, con la propia realidad, surge el sentido del servicio y del compromiso, el dar–se, el donar-se.
Es necesario anotar que esta experiencia de los Ejercicios está al servicio de todos los seres humanos hombres y mujeres creyentes, cristianos; sin embargo, es necesario precisar que no es una experiencia para ser vivida por todos y todas, ya que en cuestiones espirituales no
6 Ejercicios Espirituales 5.
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El acompañamientos en los Ejercicios, visto desde la perspectiva laical todos estamos en disposición de trabajar; sobre este punto, san Ignacio hace una referencia interesante que dice:
Según la disposición de las personas que quieren tomar ejercicios espirituales, es a saber, según que tienen edad, letras o ingenio, se han de aplicar los tales ejercicios; porque no se den a quien es rudo, o de poca complisión, cosas que no pueda descansadamente llevar y aprovecharse con ellas... Asimismo, si el que da los ejercicios viere al que los recibe ser de poco subyecto o de poca capacidad natural, de quien no se espera mucho fruto, más conveniente es darle algunos destos ejercicios leves... no proceder adelante en materias de elección, ni en otros algunos ejercicios que están fuera de la primera semana; mayormente cuando en otros se puede hacer mayor provecho, faltando tiempo para todo7 .
Es entonces cuestión no sólo de desear, querer y tener buena actitud para vivir la experiencia, requiere también de condiciones personales, que tiene que ver con las aptitudes, ser apto(a) para.
En las cartas de Ignacio se encuentran dos elementos claves para el ministerio de los Ejercicios:
Deben hacerse con la ayuda de un acompañante
Para «hacerlos enteramente, se requieren sujetos capaces e idóneos para ayudar al prójimo una vez que los hayan hecho»8 .
Nos encontramos entonces con otro sujeto de los Ejercicios Espirituales: El acompañante.
¿Quién es el Acompañante?
Es ante todo una persona hombre o mujer, creyente, que tiene un profundo conocimiento de Jesús y de la propuesta de su Reino, que ha vivido la experiencia de los Ejercicios Espirituales y desde esta vivencia se ha sentido llamado(a) a ejercer el apostolado del acompañamiento, siendo testigo y comunicando a otros y otras esa experiencia del Espíri-
7 Ejercicios Espirituales 18.
8 Cfr. Ejercicios Espirituales 20.
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El acompañante, es eso, el que «acompaña» una experiencia de Dios.
No quien intenta dar una experiencia de El
tu, que lo(a) va transformando y de lo cual va tomando conciencia.
San Ignacio orientaba al ejercitante hacia una toma de conciencia de la experiencia de Dios, para dos cosas concretamente:
Distinguir el desorden de sus afectos y descubrir la voluntad de Dios en esa misma experiencia, al respecto, dice:
De manera que el que da (los ejercicios) no se decante ni se incline a la una parte ni a la otra; más estando en medio, como un peso, deje inmediato obrar al Criador con la criatura, y a la criatura con su Criador y Señor»9 .
El acompañante, es eso, el que «acompaña» una experiencia de Dios. No quien intenta dar una experiencia de El.
Es fundamental que el ejercitante crea y confíe en su acompañante y este a la vez en su acompañado y le exija sobre aquello que esté en capacidad de dar, porque ello permite una relación transparente, fluida y de respeto mutuo. «Es sencillamente aceptar la legitimidad del otro(a)».
El acompañante además de la fe que profesa, de haber vivido la experiencia de los Ejercicios en las cuatro semanas o 30 días, debe también tener un conocimiento de toda la estructura de los Ejercicios Espirituales, de la pedagogía que subyace en ellos y fortalecer su formación teológica, espiritual, moral y ética.
El acompañar a otro(a) en una experiencia en el Espíritu, requiere de quien acompaña conocer los deseos, motivaciones, necesidades, temores, frustraciones, sueños y esperanzas, un poco su psicología; es necesario, en este sentido ir profundizando en el conocimiento de la persona, poder leer su situación personal, cuál es el concepto que tiene de sí misma, su autoestima, percibir sus dolores, temores, sus heridas, sus preguntas, sus alegrías y esperanzas, en un segundo momento poder
9 Ejercicios Espirituales 15.
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El acompañamientos en los Ejercicios, visto desde la perspectiva laical intuir cómo están las relaciones con los(as) otros(as) y por supuesto la relación con Dios.
El acompañar Ejercicios es un magisterio–ministerio como lo fue el de Jesús, quien fue tomando conciencia y comprendiendo su misión, el sentido de su vida y lo va comunicando, testimoniando; lo va enseñando a descubrir a todos y todas, como semillas del Reino esparcidas por el camino. Jesús, percibe y siente que es don del Padre, acoge, asume con transparencia, humildad y alegría su misión y así la vive; el sentido de su vida desde entonces es «estar» «disponible»; es este el «dar–se» que experimenta el acompañante laico(a), a la vez que percibe el don de Dios en la experiencia del ejercitante, su manera de acontecer, su paso, su presencia; y, es su misión ayudar al ejercitante a tomar conciencia de ese acontecimiento. El acompañante está llamado a ser transparencia de Cristo Misericordioso, de ese Dios que como dice el padre Baena «Se agacha a recoger la miseria humana».
El conocimiento de sí mismo como acompañante es fundamental, el ser consciente que lo que hago al acompañar no lo hago en nombre propio sino que soy un instrumento de Dios, en este sentido debo conocer mi psicología, mi estado interior, mi relación con Dios, tener siempre presente de dónde provienen las intenciones de ejercer el apostolado del acompañamiento, la pregunta siempre será: ¿Por qué y para qué acompaño una experiencia Espiritual?. Es entonces, un «llamado» de Dios, llamamiento del Rey Eternal a ser y dar testimonio con la propia vida, de su vínculo filial y amoroso con el mundo, con la humanidad, a través de nosotros y nosotras.
¿Qué significa Acompañar?
El verbo «acompañar» denota: «Estar al lado, ir al lado, juntar una cosa a otra, existir una cosa simultáneamente con otra, participar en los sentimientos de otro»10. «Ir con alguien, estar con alguien, hacer compañía, ir o estar con algo»11 .
10 Acepción del Nuevo Diccionario Ilustrado Sopena. Editorial Ramón Sopena, S. A. Provenza 95. Barcelona 1981.
11 MARÍA MOLINER, Diccionario del uso del Español, Credos S. A., Madrid 21998.
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Podemos entonces decir que «acompañar» es una experiencia de la vida diaria; sin embargo el «acompañar Ejercicios Espirituales» tiene unas implicaciones, que es necesario precisar por que se trata fundamentalmente de acompañar un proceso interior de crecimiento en la fe, el sentir la fuerza y la presencia del Espíritu actuando en la vida del ejercitante, a través del encuentro con el Señor en la oración, en el discernimiento, y que él mismo lo reconozca; esto nos indica, una condición de reciprocidad, que puede considerarse como una actitud de solidaridad, por que también el acompañante vive en esta experiencia, la presencia del Espíritu, de la cual se hace mediador y es su misión captar esos movimientos interiores del ejercitante para poder ir al lado, estar con el ella, animarlo y ayudarle en este camino de por dónde lo quiere llevar Dios, y así lograr el fruto deseado: «Buscar y hallar la Voluntad de Dios», de la petición eje que atraviesa toda la experiencia. Esta función se puede desempeñar desde la postura laical, que significa (Laos, es decir, miembro común del pueblo), no es la actitud del consagrado, que se considera muchas veces, poseedor privilegiado de ese don de Dios.
Cuando se inicia el encuentro entre el ejercitante y el acompañante es lógico que cada uno llegue a esa dinámica espiritual con los prejuicios y temores propios de un encuentro nuevo con alguien que le resulta desconocido, por eso el que acompaña debe lograr que su acompañado tome conciencia de esos «bloqueos afectivos e intelectuales»12 y ayudarlo a que vaya sintiendo la libertad y la disponibilidad necesarias para que nazca un entusiasmo, y la experiencia se constituya en gozo que lo lleve a confrontarse y a confrontar las estructuras que lo rodean.
Este proceso se realiza a través de una serie de entrevistas o encuentros que son claves para que la persona que hace los Ejercicios pueda compartir la materia de sus reflexiones y de su discernimiento, de su proceso, que incluye avances o dificultades encontradas en el camino de oración. Es necesario además que se entre en un ambiente de confianza donde el ejercitante se sienta acogido, escuchado, atendido aún en cuestiones que pueden aparecer de poca importancia pero que pueden ser
12 OMAR FRANCA, S.J., Ejercicios Espirituales para creyentes adultos: Apuntes Ignacianos 12 (1994) 30.
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El acompañamientos en los Ejercicios, visto desde la perspectiva laical significativas para el avance del proceso del ejercitante u obstaculizar el mismo proceso; especialmente cuando se acompaña a quien vive la experiencia por primera vez, y que se llega con los temores y miedos propios de lo desconocido.
CUANDO EL A ACOMPAÑANTE ES UN LAICO(A). SU PARTICIPACIÓN EN LA COMUNIDAD IGLESIA
La pretensión de este apartado consiste en hacer un breve comentario acerca de la participación de los laicos y laicas en la comunidad Iglesia desde la Primera Comunidad de Cristianos, Iglesia Primitiva, y resignificar el sentido de ser y hacer Iglesia hoy.
El texto de los Hechos de los Apóstoles, expresa el sentido auténtico de la comunidad cristiana:
Perseveraban en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones. Y todos estaban atemorizados y eran muchos los prodigios y señales que se hacían por medio de los apóstoles. Y todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común. Todos los días con un solo corazón frecuentaban asiduamente el templo, partían el pan en las casas, tomaban juntos el alimento con alegría y sencillez de corazón alabando a Dios y hallando favor ante el pueblo13 .
Encontramos en este texto que es en la vida cotidiana donde se hace Iglesia y, aquí los laicos y laicas jugamos un papel fundamental; analicemos un poco el texto bíblico: los apóstoles fueron los llamados, los escogidos, los que se decidieron por seguir a Jesús, eran según la historia, hombres del pueblo, pescadores, que vivían su vida con sencillez, eran iletrados, sin títulos académicos, ni reconocimiento social, ni económico, ni político, eran integrantes del grupo, que por su fe y en el seguimiento de Jesús experimentaron la fuerza del Espíritu operando en ellos, sin ser maestros titulados «enseñaban» y toda la comunidad de la cual formaban parte, los reconocían por sus enseñanzas y perseveraban en ellas; o sea, que la comunidad les creía.
13 Hch 2, 42-47.
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La comunidad se mantenía fiel a la comunión (a la Pascua, es decir a la vida, a la celebración, a la alegría, al gozo, a la esperanza). A la fracción del pan, todos y todas participaban del pan Eucarístico, partícipes de la vida de Cristo Resucitado. Se mantenían unidos en la oración, oración como fundamento de la vida, como experiencia que permite tomar conciencia de lo que pasa en la vida de cada uno(a) y, en la vida de la comunidad.
Qué significa: «Y todos los creyentes vivían unidos y tenían todo en común» que se estableció entre ellos la hermandad, la fraternidad, la solidaridad, la unidad, nadie era más que nadie, ni menos que nadie; todos y todas eran iguales en la convivencia, en las relaciones, en la repartición de bienes, no acumulaban, ni atesoraban, se ayudaban mutuamente, asistían al templo, no vivían en este, era el lugar donde se recogían con un solo corazón, para meditar, contemplar y encontrar respuestas a su vida de creyentes.
Partían el pan en las casas, tomaban juntos el alimento con alegría y sencillez de corazón; es decir, todos y todas tenían acceso al alimento, ninguno se quedaba sin recibirlo, es el pan que da sustento al cuerpo, pan que sustenta la vida, pan al que todos y todas tenemos derecho, pero que sin embargo gran parte de la población mundial carece de el.
Reconocían a Dios como su Creador y Señor, lo alababan, y le agradecían.
Encontramos en este texto, muchos elementos que se constituyen en fundamentos de la Iglesia desde los tiempos de Cristo, hasta las diversas formas de vivir el cristianismo hoy, ser Iglesia. Realidad inspirada por el Evangelio, por la palabra de Dios, comprendida, entendida y meditada desde la propia realidad, la propia historia. Toda ella iluminada a la luz de Dios, nuestra actividad en la producción en la reproducción de la vida, en la economía, en la política, en la vida familiar, intelectual y amorosa; nada escapa a Dios, él lo penetra todo, el hombre y la mujer de fe, viven sus alegrías, tristezas y tribulaciones y a través de la oración encuentran el sentido de su vida, en la relación e interacción con lo Supremo.
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El acompañamientos en los Ejercicios, visto desde la perspectiva laical
¿Cuál es nuestro compromiso cristiano como comunidad?
Significa que la «casa» en el mundo ha sido confiada a nuestro talento, a nuestra habilidad, competencia y trabajo, hemos sido invitados(as) a ser «productores y productoras de sentido» para sensibilizar conciencias, para contagiar valores solidarios, para sanar relaciones, para generar actitudes de respeto, de tolerancia, para fomentar el diálogo entre las religiones y la colaboración entre todos los que estén dispuestos a comprometerse concretamente por la causa de lo humano, según el Proyecto de Dios.
Dios es un Dios encarnado en el mundo, en la historia, en el compromiso por la vida y es desde esta perspectiva que el «acompañamiento espiritual» de los laicos(as) adquiere sentido y significado. El poder testimoniar desde la propia vida, desde las luchas diarias la presencia del espíritu.
La «gracia» del evangelio está en vivir la vida cristiana como algo en lo que tenemos que poner toda nuestra iniciativa, nuestro esfuerzo y nuestra dedicación y, es ante todo don gratuito de Dios.
Dolores Aleixandre dice: «Creer no es poseer un perchero donde colgar los dogmas, sino abrirse al asombro de que Dios nos busque, tenga planes e iniciativas y palabras que dirigirnos».
Desde esta perspectiva retomemos el concepto de laico, desde dos fuentes:
«laico» significa (Laos, o sea, miembro común del pueblo).
«laico» tomado del «vocabulario eclesiástico» lo define específicamente como «intra-eclesial» es decir, el seglar hombre o mujer consiente de la misión, de la vocación de servicio que inspirada desde el evangelio de Jesús, nace desde su «gracia bautismal»14 apostólica y eclesialmente comprometida.
14 Concilio Vaticano II. Lumen Gentium II.
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Es necesario volver a la fuente del Evangelio, resituar el sentido y la participación de los laicos y laicas en dicha comunidad, hay ministerios propios de los(as) «consagrados» pero por el «Bautismo» todos y todas hemos sido sumergidos completamente en el gran sacramento que es Jesucristo; a través del cual, vamos siendo sacramento mismo de Dios.
Es nuestro compromiso, hacerlo visible con nuestra propia vida, es encarnar los valores del Evangelio: la gratuidad, la acogida, la solidaridad, el respeto, la tolerancia, la justicia, el amor.
Desde esta perspectiva laical, retomemos desde el sentido de género femenino el acompañamiento en los Ejercicios Espirituales.
SER MUJER CREYENTE HOY: SER MUJER ACOMPAÑANTE
Es necesario en estos tiempos retomar la propia reflexión y reconocer la propia trayectoria del saber y del quehacer teológico, confrontarlo con otros puntos de vista, acercarse a los conceptos a las definiciones, a los textos para hacer una relectura interpretada a la luz de la vida, de la historia que ayuden a una renovación de sí misma, de las propias concepciones y comprensiones.
El ser mujer e identificarse como tal, ha implicado en esta época un proceso constante de auto-conocimiento, de auto-aceptación, de auto-cuidado, de autoestima, de reconciliación con el propio género y con el otro sexo, el recuperar el sentido, el gozo de la vida, la alegría del seguimiento. Ha sido necesario ver la sociedad, el cosmos, la antropología y la teología con ojos de mujer, con sentido de mujer, con intuición y perspectiva de mujer.
Hoy se hace necesario reconocer que la teología no es asunto de hombres, ni de exclusividad de la «academia»; desde el conocimiento y la creatividad el pensamiento teológico contribuye a ver la realidad de distintas maneras; a escuchar las inquietudes, interrogantes y preguntas de la gente, especialmente la voz de los(as) excluidos(as) y marginados(as) de la sociedad y analizarlos a la luz de los signos de los
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El acompañamientos en los Ejercicios, visto desde la perspectiva laical tiempos, de los ritmos teológicos y desde la lógica de Dios interpretar su paso, su acontecer en situaciones concretas de la vida diaria, es el compás marcado entre teología y vida cotidiana y vida cotidiana y teología.
Podemos entonces preguntarnos: ¿Qué es el quehacer teológico de la mujer?
La teología desde la perspectiva de la mujer, no es un discurso sobre la mujer, ni aunque sea un discurso reivindicativo. Tampoco se trata de que haya mujeres hoy haciendo reflexión teológica, como se encuentran en el ámbito de la reflexión intelectual.
Esta perspectiva de la teología desde la mujer creyente y comprometida que planteo en todo el texto, es un asunto de la relectura del mensaje cristiano hecho desde la óptica, la situación y la sensibilidad de la mujer de hoy.
La relectura del evangelio hecho desde esta perspectiva, implica ante todo profundizar en la relación que Jesús establece con la mujer, el reconocer el rostro de Dios Padre y Madre; el Dios que reivindica el amor, la ternura, la gratuidad, la confianza, la fraternidad, la solidaridad.
La mujer acompañante en los Ejercicios Espirituales por su estructura mental, corporal, afectiva, por su sensibilidad frente a sí misma, frente a la vida, al mundo y a Dios mismo, reproduce los rasgos y actitudes del Dios Madre en el ejercicio de «acompañar», es capaz de «estar al lado de...», «ir con...» tiene la capacidad de ayudar a gestar unas nuevas relaciones muy humanas y fraternas, para hacer visible el Reino de Dios entre nosotros y nosotras. Es la portadora de la presencia y la fuerza de Pentecostés.
El Espíritu Santo que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo... os guiará hasta la verdad plena15 .
15 Jn 14, 26.
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El acompañamiento a los
laicos en los Ejercicios Espirituales
Julio Jiménez Dorado, S.I.*
Me parece «justo y necesario» compartir con los lectores de la revista «Apuntes Ignacianos» algunas enseñanzas aprendidas durante 22 años de trabajo con laicos.
Los participantes en los Ejercicios Espirituales Acompañados (EEA) son profesores de nuestros 11 colegios y de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá y Cali. También son aceptados para vivir la experiencia, alumnos, el cuerpo administrativo de dichas instituciones, padres de familia, y personas que trabajan, en general, en nuestras obras Fe y Alegría, Servivienda. Los llamados «invitados especiales», son aquellas personas que tienen alguna relación con las obras y que desean tener una experiencia profunda con Dios, al estilo de Ignacio.
Considero importante recordarles:
El origen de este apostolado y su conservación ha sido un don del Señor manifestado en el apoyo de los diversos directores de
* Rector del Colegio san Bartolomé La Merced en Bogotá. Coordinador nacional de los Ejercicios Espirituales Acompañados. Director de Ejercicios Espirituales Acompañados para profesores y padres de familia.
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El acompañamiento a los laicos en los Ejercicios Espirituales
obra de la Provincia Colombiana, en la Asociación de Colegios Jesuitas de Colombia (ACODESI), en las Asociaciones de Padres de Familia de cada colegio y en un equipo de jesuitas y de laicos que no sólo han vivido la experiencia sino que están formados en espiritualidad ignaciana y la viven como una opción fundamental. Hemos participado en estos años, 62 jesuitas y 18 laicos, en su mayoría mujeres, y una religiosa.
El propósito del proyecto es ofrecer el mes de Ejercicios siguiendo lo recomendado por el Maestro Ignacio que cada ejercitante tenga su acompañante. Así lo hemos cumplido. Durante el año hay tres oportunidades para hacer Ejercicios en esta modalidad: durante la Semana Santa en Cali, Medellín y Bogotá; en Bucaramanga, el mes de julio y en septiembre en La Ceja (Antioquia). Se han beneficiado, aproximadamente 2000 personas.
El origen del proyecto «comenzó en Galilea», se intensificó con la experiencia de Ignacio de Loyola y se actualizó con el visionario Pedro Arrupe S.J. que en 1978 convocó a través del «CIS» de Roma a una reunión con el fin de orientar las Comunidades de Vida Cristiana (CVX) según la espiritualidad ignaciana.
La historia de la forma como llegaron los EEA a Colombia está relatada en «Apuntes Ignacianos»1 .
Algunos ejercitantes realizan su mes de Ejercicios en año y medio. Entre ellos algunos que poseen el carisma son preparados por el CIRE con el fin de poder prestar un buen servicio acompañando a otros para el encuentro con el Señor. El grupo más numeroso ha sido de 83 ejercitantes con sus 12 acompañantes en la casa de Ejercicios Villasunción de Bucaramanga.
1 Cfr. DARÍO RESTREPO, S J., XX Aniversario de los Ejercicios Espirituales acompañados con laicos: Apuntes Ignacianos 32 (2001) 46. JULIO JIMÉNEZ S J., Los Ejercicios Espirituales acompañados para laicos. 20 años de búsqueda: Apuntes Ignacianos 34 (2002) 58.
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Julio Jiménez Dorado, S.J.
ENSEÑANZAS DE 22 AÑOS DE APOSTOLADO CON LAICOS
Los directores de nuestras obras apostólicas de la Provincia al estar convencidos de la bondad de la experiencia, se convierten en promotores de la misma. Siempre hay aspirantes y nunca ha faltado el apoyo económico tan necesario para personas que no están en capacidad de sufragar todo el costo.
Son de vital importancia las tres reuniones preparatorias para clarificar las motivaciones de los aspirantes. Tanto la selección como la inducción se hacen indispensables. En la primera reunión se suele invitar a aquellos que ya han hecho la experiencia para que den su testimonio.
Cuando las personas ya han vivido algún tipo de retiro, de uno, dos o tres días se percibe la diferencia.
Cuando van por primera vez a hacer los EEA de 9 o 10 días, la mayoría realizan lo que podríamos llamar unos Pre-Ejercicios y algo de Primera Semana.
Los que van por primera vez aprenden a ejercitarse en «El arte de orar»2 siguiendo las adiciones de Ignacio:
Preparación de cada oración.
La petición eje o petición central
Saber Comenzar.
Saber Dialogar.
Saber Terminar.
Saber Discernir.
Saber Confrontar con el acompañante.
Importancia del «Aquí y Ahora» en la oración.
Esta secuencia ha sido de gran ayuda y los laicos la siguen con gran fidelidad. Para el discernimiento de cada oración hemos diseñado
2 JULIO JIMÉNEZ D., S.I., El Arte de Orar, Indo-American Press Service, Bogotá 11984.
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El acompañamiento a los laicos en los Ejercicios Espirituales un esquemita que nos permite ayudarle a identificar las mociones que son fundamentales en este proceso, algunos se valen de elementos como el dibujo, las metáforas etc... Esto facilita enormemente el encuentro con el acompañante.
Todos los que inician por primera vez la experiencia tienen temor al silencio y al acompañante. Sin embargo, con el correr de los días, descubre que son condiciones indispensables para realizar adecuadamente su experiencia con Dios.
Para quienes permanecen en el nivel denominado «Pre-Ejercicios», además de aprender a orar y a confrontarse con un acompañante, toman conciencia de las imágenes falsas o incompletas de Dios. A través de una charla que permite ver el Dios en que creemos y sentir al verdadero Dios actuando en nuestra historia.
Todos los que inician por primera vez la experiencia tienen temor al silencio y al acompañante
Los que van por primera vez se inician en el proceso de aprender a discernir, tarea nada fácil, pero indispensable para aprender a detectar lo que Dios pide a cada uno. Lo mismo podríamos decir de la oración según san Ignacio, el ofrecimiento de obras y el Examen Diario, que lo hemos llamado la Pausa Ignaciana, que no es otra cosa, que el examen, pero que lo hemos llamado así para evitar los condicionamientos que tiene la palabra «examen» entre los laicos, no familiarizados con la terminología ignaciana.
Todos los ejercitantes descubren el sentido de la liturgia y de los sacramentos: se renueva el bautismo y se les da la oportunidad de la confesión. Algunos, con la asesoría del acompañante, ven necesario celebrar la unción de los enfermos, cuando observan heridas que son obstáculo para su proceso vital. La Eucaristía tiene un sentido especial que se recobra a través de la secuencia ignaciana.
Durante la noche abrimos un tiempo para ensayar los cantos y escuchar los planteamientos acerca de la oración y del sacramento de la conversión, según el P. Gustavo Baena, S.J., esto les abre nuevos horizontes de comprensión.
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Julio Jiménez Dorado, S.J.
Es una enorme ventaja cuando los ejercitantes, que quieren seguir en el proceso, no dejan tanto tiempo entre una experiencia y otra. Cuando no lo logran hacer, es volver a repetir la secuencia ignaciana ya que en muchos de los casos después de haber vivido una semana de Ejercicios dejan enfriar su relación con Dios.
Se han dado casos significativos. Por ejemplo, un ejercitante que iba por tercera vez, según la secuencia de los Ejercicios Espirituales y según lo que el acompañante observa y cree conveniente debería continuar con la Tercera Semana.
Sin embargo, en los primeros días, tanto el ejercitante como el acompañante se dieron cuenta que el cansancio y el estado de salud del ejercitante eran signos evidentes del desorden en que se encontraba. En este caso, el ejercitante tuvo que descansar tres días… Volvió a profundizar, a meditar y a permitirse sentir cuál es su Principio y Fundamento entonces comprendió que debía volver sobre ésta, que es una de las meditaciones claves de los Ejercicios Espirituales de san Ignacio .
También hemos aprendido que mientras el ejercitante no experimente la misericordia del Dios revelado por Jesús, no puede pasar a la Segunda Semana.
Los acompañantes deben estar atentos a la dimensión comunitaria de los Ejercicios Espirituales. Se debe insistir que es una experiencia personal más no individualista ya que se tiene sentido en comunidad. La toma de conciencia del pecado social abre nuevos horizontes de responsabilidad fraterna.
Ha sido interesante comprender que después de abordar el Principio y Fundamento de Ignacio, hay que sugerirle al ejercitante que elabore su propio Principio y Fundamento con su oración respectiva. Esta ha sido la forma para que la oración no se quede en un nivel plenamente racionalista sino que parta de la propia vida.
En los primeros años no presentábamos la meditación del infierno. Pero a raíz de las declaraciones del Papa Juan Pablo II y con las
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El acompañamiento a los laicos en los Ejercicios Espirituales explicaciones de los jesuitas en la revista «Civiltà Cattolica», la meditación del «sin sentido» produce mucho fruto.
Con el correr del tiempo nos fuimos dando cuenta de las principales heridas psicológicas y morales de los ejercitantes. Las más frecuentes son aquellas que menciona el P. Ignacio Larrañaga en una de sus conferencias que escuchamos durante el almuerzo y otras que hemos detectado. Teniendo presente siempre que como seres humanos que somos tenemos muchas debilidades y heridas pero que no debemos esperar a sanar todas y cada una de ellas porque el Señor a lo largo de nuestra vida se va haciendo cargo de ellas, claro está si se lo permitimos. Por ejemplo:
Negación de la realidad.
No aceptación de los progenitores.
No aceptación de la figura física.
No aceptación de las limitaciones biológicas y enfermedades.
No aceptación de la personalidad.
No aceptación de la propia historia.
Dificultad para la reconciliación con el hermano
Apegos y adicciones a cosas y personas.
Abortos espontáneos, provocados, o bebés que han nacido sin vida.
Sanación de las heridas de la infancia.
La necesidad de perdonarse a sí mismo y perdonar a los de más.
Sanación de la vida afectiva sexo-genital.
Perdón y sanación en las relaciones de pareja.
Reconciliación por medio de una carta.
Oración para elaboración de duelos.
Para parejas separadas: oración de aceptación de su estado de vida.
En algunos casos muy específicos se invita, en forma privada, a celebrar el Sacramento de la Unción de los Enfermos como medio de sanación y presencia del Resucitado en medio del sufrimiento.
Cuando asisten los profesores de nuestras instituciones educativas observamos que el fruto es el siguiente: una comprensión existencial del Proyecto Educativo de la Compañía de Jesús. Con que la experiencia
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Julio Jiménez Dorado, S.J.
de los EEA y las investigaciones realizadas por ACODESI, estamos elaborando una nueva «Ratio Studiorum» propia para Colombia.
SUGERENCIAS PARA UN ADECUADO ACOMPAÑAMIENTO
A MODO DE DIRECTORIO - AD HOC-
Me parece que así como los primeros jesuitas se preocuparon lo suficiente para elaborar unos Directorios específicos, que nacían de su experiencia, y que se deben tener en cuenta, así también debemos agregar aquello que vamos descubriendo. De esta manera, los EEA para laicos del siglo XXI serán cada vez mejores, e iremos respondiendo así a los tiempos, lugares y personas.
La misión del Acompañante es ser instrumento pecador en las manos de Dios
Las sugerencias que damos son del orden práctico y nacieron de lo que hemos ido observando:
Se recomienda la lectura frecuente y, especialmente, el conocimiento de las Anotaciones con que san Ignacio encabeza su libro de los Ejercicios3 .
Consideramos que todo acompañante debe leer el Directorio del P. Polanco quien al ser el fiel secretario del Maestro Ignacio estuvo muy cerca del creador de los Ejercicios Espirituales.
Estar plenamente convencido de que la misión del acompañante es ser instrumento pecador en las manos de Dios, frente al encuentro que el mismo Señor quiere tener con el ejercitante. Por tanto, la actitud del acompañante debe ser humilde y llena de fe. Algunos acompañantes inician la entrevista con el acompañado mediante una breve oración.
3 Cfr. Ejercicios Espirituales 1, 2, 5, 6, 8, 12, 15 y 17.
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El acompañamiento a los laicos en los Ejercicios Espirituales
El acompañante ha de ser un «espectador activo» frente a la obra que el Espíritu realiza en el acompañado.
Es necesario que el acompañante procure y manifieste constantemente una actitud de escucha pero especialmente en lo que se refiere al proceso de discernimiento de las mociones que surgen en el ejercitante en su oración y en general durante el día así como las que surgen en él durante el proceso de acompañar a otro en ese encuentro.
Se ha de valorar la que hemos llamado la «Hoja Reina», cuyo objetivo es servir de instrumento en el discernimiento de cada Ejercicio de oración. Se convirtió en un medio eficaz para saber detectar las mociones aunque el lugar por excelencia para detectarlas es el corazón.
Tomar conciencia de la realidad de la transferencia y contratransferencia que, en no pocas ocasiones se da en el desempeño del acompañamiento. Es muy importante conocer y analizar el artículo del P. Cabarrús, S.J. sobre el particular.
Como en cada experiencia hay varios acompañantes, unos sacerdotes y otros laicos, se debe hacer énfasis en lo que se refiere al secreto de oficio. Si el acompañante laico se encuentra con el caso de alguna situación compleja de uno de sus acompañados, puede consultar el asunto con un acompañante sacerdote, pero dentro de la reserva que suponen estos intercambios.
Los acompañantes deben participar de todas las actividades comunitarias del grupo para que así den testimonio de estar involucrados en todo el proceso de la experiencia y se apoyen mutuamente.
En caso de que el acompañado necesite para la entrevista un tiempo más largo de la media hora indicada por la mañana y por la tarde, se puede aprovechar el tiempo después del almuerzo, de la cena o durante el ensayo de cantos de la noche. Así se da la posibilidad, a quien le corresponde el turno siguiente, de que pueda cumplir con su horario de oración.
Es necesario que se conozca con anterioridad el material que se va a repartir. Cuando se entrega al ejercitante la hoja-guía o puntos
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Julio Jiménez Dorado, S.J.
para cada oración, no es necesario leérsela, dado que debe ser suficientemente clara.
Cuando el acompañamiento se hace fuera de los sitios indicados, se debe tener en cuenta que los otros ejercitantes normalmente pueden estar haciendo su oración. Murmullos, comentarios y risas, interrumpen el silencio exigido. Los acompañantes, por tanto, entre sí, también deben guardar silencio, a no ser en el lugar destinado a su descanso.
Si algún acompañante tiene amigos(as) entre los ejercitantes, a quienes no le corresponde acompañar, debe interrumpir, por esos días, toda relación con ellos. Se ha visto, con el tiempo, que esto es muy sano y liberador. Lo contrario produce tensión y «ruido» en el ejercitante y finalmente se convierte en obstáculo para la experiencia de encuentro del «criador con su criatura».
En este mismo sentido es aconsejable que el acompañamiento, si no es en un caso excepcional, no lo haga quien de antemano conoce muy íntimamente al ejercitante. Se deja más libre el camino a la acción de Dios.
En las primeras reuniones de los acompañantes, en las cuales se reparten los acompañados, tener la suficiente libertad para declararse impedido. Cada persona tendrá sus razones de fondo que no hay necesidad de explicar en el equipo de acompañantes.
Cuando un ejercitante pide alguna ayuda a otro acompañante, éste deberá informar de ello al que le fue señalado. Se ha dado el caso de algunos ejercitantes que tienden a acudir a varios acompañantes y esto puede confundirlo en su proceso. No debemos olvidar que el que actúa es Dios y con actitudes como estas se podría estar demostrando falta de confianza en la experiencia.
Es importante que los acompañantes tengan el conveniente descanso y que se encuentren para compartir, en los sitios y horas señalados.
En la reunión de acompañantes por la noche, iniciada con una breve oración, se evalúa el día y se hacen, siempre con asertividad y
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El acompañamiento a los laicos en los Ejercicios Espirituales cariño, los reflejos que se consideren necesarios. De poco sirven los comentarios o críticas que se hacen después de la experiencia, cuando ya ha pasado el momento de aplicar la solución inmediata.
El acompañante debe evitar proyectar su proceso personal al ejercitante y si no está en condiciones de hacerlo es mejor que se abstenga de prestar el servicio por un tiempo. Es muy significativo una frase de san Juan de la Cruz con respecto al que antiguamente se llamaba el director espiritual: «Los tres mayores enemigos del crecimiento interior son el diablo, uno mismo y el director espiritual»4

El acompañante ha de ser un «espectador activo» frente a la obra que el Espíritu realiza en el acompañado
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Acompañar en el
espíritu de los tiempos
Mónica Mendiwelso Bendek*
Quisiera iniciar esta intervención poniendo de manifiesto que mis vivencias en el marco del acompañamiento que ofrece la espiritualidad ignaciana, no son tan numerosas como me hubiese gustado afirmar en el preámbulo de estas palabras. Puedo incluir en ese inventario el haber recibido acompañamiento en Ejercicios Espirituales en dos oportunidades y, adicionalmente, el haber colaborado con un grupo de acompañantes jesuitas, en otra oportunidad, apoyando con el aporte que puede ofrecer un trabajo desde la perspectiva corporal.
Debo, sin embargo, añadir que mis antecedentes en relación con procesos de acompañamiento no se limitan a los eventos anteriormente mencionados. En los últimos veinte años he recibido acompañamiento espiritual, de manera continuada, con distintas personas y en procesos de diferente duración y naturaleza. Adicionalmente, me desempeño como acompañante de procesos de formación e integración humana a partir de la movilización interna que genera un trabajo continuado desde la dimensión corporal, actividad fundamental de la Escuela de Autoindagación por el movimiento que actualmente dirijo.
* Directora de la Escuela de Autoindagación por el movimiento.
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Acompañar en el espíritu de los tiempos
Hechas estas salvedades penetremos ahora en el horizonte de la pregunta que nos convoca en este panel: ¿qué es lo que puede favorecer ono el acompañamiento espiritual?. Personalmente, me gustaría aproximarme a una contestación, abordando dos de los principales retos que, desde mi punto de vista, se abren a los procesos de acompañamiento espiritual en la época específica que estamos viviendo. Al hacerlo, quisiera recoger no sólo mis experiencias como persona que ha sido acompañada, sino también las experiencias que he podido capitalizar acompañando a otras personas y conociendo sus vivencias.
Considero que el primer reto que se abre al acompañamiento espiritual en la época que vivimos es el de ser acompañantes en un mundo caracterizado cada vez más por la continua circulación de tradiciones culturales a través del espacio geográfico planetario, con lo que ello implica e implicará en la aparición de nuevos fenómenos culturales, caracterizados algunos por el sincretismo, otros posiblemente por la multiculturalidad, e incluso tal vez por una cierta tendencia transcultural.
Permítanme ofrecer algunos elementos para comprender el escenario de esta afirmación.
En algún momento del día 15 de junio de 1952, Mircea Eliade, el destacado historiador de las religiones, escribía en su diario personal: «Tengo que decir en alguna parte que el fenómeno capital del siglo XX no ha sido –y, sobre todo, no será– la revolución del proletariado como predecían los marxistas hace setenta-ochenta años, sino el descubrimiento del hombre no europeo y de su universo espiritual»1. Anunciaba incluso, como resultado de ese encuentro, la posibilidad de un segundo renacimiento, que acaso podría ser obstaculizado o demorado por el difícil acceso a las fuentes que imponen las barreras lingüísticas.
Hacia la misma época empezaba ya lo que años después vino a llamarse 'la gran peregrinación': el desplazamiento continuado de numerosos occidentales hacia otras latitudes, anhelando beber directamente en las tradiciones espirituales de estas culturas. El fenómeno se alimen-
1 MIRCEA ELIADE, Fragmentos de un diario, Espasa-Calpe, Madrid 1979, 116.
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taba de las tendencias contraculturales que emergían en Europa, era la expresión de una especie de 'hambre de sentido' que, en algunos casos parecía la simple expresión de un deseo de escapismo.
Es mucho lo que ha sucedido desde entonces... Si seguimos la huella de esas dos tendencias iniciales diríamos que tal como lo imaginó Eliade, los artistas, los filósofos, los investigadores de la cultura, interesados en lo que se vislumbra a través de la ventana del pensamiento no europeo, hemos tenido que conformarnos con el material que nos entregan los filólogos, los orientalistas, intuyendo en muchos casos que hay innumerables piezas sueltas, algunas de las cuales hemos intentado confrontar con las pocas voces autorizadas, y reconocidas dentro de sus propias tradiciones, que han entrado en diálogo abierto con occidente.
Por su parte, lo que empezó como una gran peregrinación, fue adquiriendo las formas más inesperadas. Quienes se desplazaron llevaron consigo no sólo el ánimo de su búsqueda, sino también las huellas de su propia tradición, con lo que ella podría tener de deseable e indeseable. Entre más elaboradas y distantes eran entre sí las culturas, han sido mayores los efectos y éstos se han dado en ambas direcciones. Justamente por la complejidad de las culturas implicadas, tiene un lugar de honor en todo este panorama el encuentro con la variedad de las formas religiosas de Asia central, Subcontinente Indio y Extremo Oriente. Muchas de aquellas tradiciones han consolidado movimientos vigorosos en occidente y han ido penetrando de maneras inimaginables en nuestro universo cotidiano.
Las voces más serias, de entre todos aquellos que por búsqueda personal o aventura intelectual se han expuesto al reto que genera el encuentro con otro mundo cultural, han hecho evidente que la comprensión de un universo simbólico diferente demanda un proceso profundo, y a veces doloroso, de re-educación, que aunque hace tambalear nuestro sentido de identidad y pertenencia, puede también hacer emerger, formas más amplias, ricas y complejas de nuestro modo de ser individual y colectivo.
A las dos tendencias antes mencionadas se suman otros fenómenos, uno de ellos, quizás el más desconcertante y silencioso, ha sido
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Acompañar en el espíritu de los tiempos
denominado por Michel Rondet S.J. 'espiritualidad fuera de las fronteras'2: diversas personas que dan testimonio de experiencias espirituales que no se inscriben dentro de los referentes de su cultura de origen, ni dentro de los de ninguna otra cultura, y que, por tanto, no se remiten de manera natural a una tradición religiosa en particular. Personas que han guardado silencio durante décadas o que aún guardan silencio, buscando hacer inteligible su experiencia para sí mismos, plenos de preguntas y avanzando en medio de una profunda soledad.
La industria cultural ha creado un fenómeno multifronte que reitera una vez más su habilidad para hacer suyo incluso lo que se le opone
Como si no fuera bastante, en medio de este complejo escenario, la industria cultural ha creado un fenómeno multifronte que reitera una vez más su habilidad para hacer suyo incluso lo que se le opone. Cientos de instrumentos con propósitos pseudoespirituales mezclados con auténticos objetos sagrados, una amplísima literatura donde los más burdos textos de divulgación se mezclan con la literatura sagrada y donde las obras de autoayuda comparten anaquel con el repertorio de los mejores orientalistas. Viajes constantes de pseudomaestros de oriente y occidente movilizando un mercado descomunal, territorio éste donde las formas más inesperadas del ilusionismo, la superstición, el espiritualismo ingenuo y la psicopatología han encontrado el mejor de los territorios abonados. Movimiento de masas que, no obstante, también exige ser interpretado y donde parecería que anhelamos purgar los desatinos de un cierto proyecto cultural gobernado por el racionalismo extremo, el etnocentrismo, la desacralización de la materia...
He aquí los principales elementos del escenario. ¿Qué tiene que decir frente a todo esto la espiritualidad ignaciana? ¿Qué tiene que decir frente a esta especie de 'hambre simbólica', de hambre de sentido, que en los casos más lamentables está dispuesta incluso a ceder frente a las migajas de productos descompuestos o de dudosa calidad?
2 MICHEL RONDET, Espiritualidades fueras de las fronteras: Selecciones de teología Vol 36, 143 (1997) 197 a 202.
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No vale aquí afirmar que se trata de un fenómeno que no nos concierne y frente al cual podemos seguir afirmando nuestro territorio en total independencia. Algunas expresiones, teorías y técnicas que se usan actualmente en Ejercicios, o en el proceso de formación de acompañantes, por ejemplo, son el resultado del encuentro intercultural, aunque en muchos casos ni siquiera lo sabemos... Cuando se habla de 'cuerpos' por ejemplo, induciendo un estado de relajación, no imaginamos que estamos aludiendo a la descripción de los 'koshas' o envolturas que describe la antropología védica y que incorporaron en Occidente las técnicas de relajación progresiva. Cuando nos sorprende el Eneagrama como herramienta de autoconocimiento parecemos ignorar que se trata de un recurso traído a Occidente por un maestro armenio desde Asia Central en los albores del siglo XX y que éste finalmente llegó hasta nosotros por la indiscreción de uno de sus discípulos, para citar apenas un par entre los múltiples ejemplos posibles.
LA TENDENCIA MULTICULTURAL FORMA PARTE DE NUESTRO TIEMPO
Qué tiene que decir frente a todo esto una espiritualidad que encuentra su piedra angular en el discernimiento? ¿de qué manera podrá aportar elementos para discernir en medio de la creciente complejidad cultural?
No cuenta responder al cuestionamiento que representa esta pregunta mezclando de manera apresurada los subproductos culturales con el fenómeno colectivo donde universos enteros están saliéndose mutuamente al encuentro.
No ayuda tampoco tomar la ruta del encasillamiento, la simplificación, o la caricatura. Sea cuando hablamos de la tendencia espiritual de masas refiriéndonos a ella como una especie de 'espiritualidad light', osea incurriendo en apreciaciones que no hacen justicia al carácter milenario y sagrado de algunas tradiciones, ni a su realidad profunda, como cuando afirmamos que el Budismo es un sistema ateo que persigue una especie de gran vacío mientras elude la acción o la compasión o, cuando nos referimos a ciertas técnicas del yoga como 'recursos prometéicos'.
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La caricatura encubre a veces el miedo y nada nos produce más temor que lo que no comprendemos. Pero en un tiempo en que la industria cultural nos atiborra con literatura de un común denominador: hacer elemental lo complejo, inmediato lo arduo, ligero lo profundo, la primera tarea espiritual es no agravar la ya creciente confusión.
¿Cómo podría relacionarse la espiritualidad ignaciana con quienes en exploraciones interculturales han encontrado sentidos existenciales que les han permitido configurar un proyecto de vida más integrador? y ¿cómo acoger la increíble soledad que genera el vivir experiencias frente a las cuales nuestra propia tradición carece de categorías? ¿qué proponer a unos y a otros? ¿Acaso, si viniesen a nosotros, les ofreceríamos un listado de dogmas a verificar para saber si aún pueden ser recibidos o no en el sistema de creencias donde han nacido? o ¿tal vez nos arriesgaríamos a esgrimir nuestra capacidad de restringirles el acceso a algunas celebraciones comunitarias como la eucaristía?
¿Qué puede ofrecer la espiritualidad ignaciana a quienes se han desplazado por fuera de su cultura y su religión y han encontrado en ello experiencias desafortunadas?
No haría bien ignorar en esos casos que hay motivaciones profundas que conducen a elegir de manera impropia, a desoír las alarmas, a deslegitimar el sentido del juicio. No sería prudente por lo tanto promover conversiones apresuradas, modelando sobre el barro caliente de la decepción.
Son precisamente todos estos 'encuentros posibles' insinuados en los últimos párrafos los que nos permiten penetrar en el que visualizo como el segundo gran reto que se abre a la espiritualidad ignaciana. En medio de lo que se ha vuelto coloquial llamar 'la variedad de las ofertas espirituales', considero que aquello que puede llegar a convertirse en la mayor diferencia significativa es la cualidad y calidad de las interacciones humanas propuestas al interior de las relaciones de acompañamiento.
Para lograrlo podríamos hacer uso del bagaje considerable que hombres y mujeres, a todo lo largo y ancho del planeta han acumulado durante el último medio siglo, al exponerse con intensidad inusual a
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diferentes formas de acompañamiento haciendo en ello un aprendizaje mayor, sea por el listado de éxitos o por el repertorio de fracasos, y hayan sucedido ellos dentro de tradiciones foráneas o dentro de nuestras propias formas religiosas.
El acompañante es un ser humano en desarrollo, al que no hay que pedirle respuestas omniabarcantes sobre toda clase de tópicos
Tendríamos que incorporar que el acompañamiento espiritual es una mediación, pero también una relación, una relación humana, teñida de todos nuestros matices sicológicos, una poderosa interacción que hace salir a la superficie nuestras auténticas condiciones de integración humana... Tendríamos que acoger el aporte de la sicología occidental y hacer visibles las proyecciones que aparecen en las relaciones de acompañamiento, movilizándonos positivamente para proteger al acompañado de sus propias fantasías y deseos de perpetuar una búsqueda espiritual caracterizada por el autoengaño, el enamoramiento o la dependencia; tendríamos que revelarle que el deseo de sentirse aceptado, elegido, reconocido, le conduce a comportamientos caracterizados por la inautenticidad y la complacencia, poniéndole en condiciones que lo exponen a diferentes formas de abuso: sea en lo económico, lo afectivo, lo intelectual, e incluso lo corporal.
Sería necesario que también enseñáramos que el acompañante es un ser humano en desarrollo, al que no hay que pedirle respuestas omniabarcantes sobre toda clase de tópicos, incluidos aquellos en los cuales careciera de toda experiencia personal. Sería vital desenmascarar las tendencias colectivas a la idealización que construyen un entorno de irrealidad y soledad alrededor de los acompañantes espirituales. Sería, además, formativo reconocer que los acontecimientos no superados de la historia personal de los acompañantes y la presión que ejercen las dimensiones no integradas de sí mismos, son fuerzas al acecho que pueden irrumpir violentamente en escena... Sería liberador nombrar colectivamente los fantasmas y reconocer que los acompañantes pueden generar situaciones de ambigüedad afectiva o sexual como resultado de su propia falta de integración, vulnerabilidad o aislamiento y que esto sucede con menos excepcionalidad de lo que sería cómodo reconocer.
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Acompañar en el espíritu de los tiempos
Con la más completa desnudez y espíritu compasivo deberíamos hacer explícito que acompañantes y acompañados tenemos que encarar las circunstancias en las cuales vulneramos nuestra propia libertad y la de otros, y deberíamos hacerlo no porque queramos inscribirnos en un tipo de espiritualidad superyóica, sino porque reconocemos que se trata de una relación especialmente sacralizada donde se encuentra en juego la integridad de nuestro propio camino espiritual.
Creo también que sería conveniente dejarnos interpelar por la gran variedad de formas de acompañamiento que hoy conocemos, concedernos la libertad de comprender otras formas de ordenamiento interior y lo que en ellas han encontrado los hombres de nuestros tiempo.
Si nos atreviésemos a incorporar estas ideas pilares en nuestra pedagogía espiritual... Si lográsemos hacer algo así... Entonces, quizás estaríamos en condiciones de ofrecer una incomparable herramienta de discernimiento y protección espiritual de nuestros hermanos y contemporáneos, que se traduzca en un incremento real de sus condiciones de libertad y autonomía. Estaríamos también extendiéndoles una invitación a la sinceridad, la hondura y la seriedad, sin importar el color de las creencias donde se ubiquen. Pero al mismo tiempo se trataría de una invitación conjunta al desarrollo de un auténtico espíritu de fineza, que sea capaz de movilizarse aún entre lo completamente extraño, dispuesto a ser interpelado por el espíritu de los tiempos y abierto, con osadía, pero también con prudencia, al diálogo permanente que representa el encuentro con las formas siempre inesperadas del misterio.
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¿Qué me ha ayudado y qué no, en mi experiencia de acompañamiento en los Ejercicios Espirituales?
Dairo Orozco Molina, S.I.*
i experiencia de Ejercicios corresponde a unos de mes y cinco de ocho días, sin lugar a dudas, cómo bien pueden apreciar ustedes se trata de un itinerario muy corto.
Cuando reflexionaba sobre la pregunta, venían a mi mente y a mi corazón distintas imágenes de lo que han significado para mi las distintas experiencias. Me preguntan ahora: ¿Qué me ha servido, qué no del acompañamiento que he recibido?
Los primeros Ejercicios que recibí obedecían a una situación muy particular y especial, pues se trataba de realizar a través de éstos una elección, una opción de vida; enfrentaba en ese momento la pregunta ¿de qué manera se quiere servir el Señor, de mi vida? Respuesta que fui descubriendo a través de la acción Dios, tanto en mí, como en el diálogo con el acompañante. Entretanto, se abría un nuevo horizonte de lo que es el discurrir espiritual, descubría como en una relación mediada por la palabra me abría unas inmensas profundidades del encuentro con el Señor a través del acompañamiento.
* Estudiante de filosofía. Acompañante de Ejercicios Espirituales.
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¿Qué me ha ayudado y qué no, en mi experiencia de acompañamiento en los Ejercicios Espirituales
Es Dios quien está actuando en la vida del acompañante
Me sirvió mucho la confianza, la transparencia, la generosidad del corazón para poder entablar un diálogo amplio y con una claridad meridiana; donde quedaba flotante la palabra en su soledad, en su frágil vibración, en su nada; pues, era ella misma quien hablaba en su ser enigmático y en su desnuda precariedad. De igual manera, percibía que cuando menos atento estaba a ser receptivo a esta apertura o la generosidad del corazón; más dificultad tenía en la acogida del misterio de Dios. Se trataba entonces, de una fidelidad constante al proceso mismo de dejarse acompañar.
La experiencia vivida de los siguientes Ejercicios, ha estado teñida por otros matices –aunque permanecen algunos puntos fijos–. Me ha ayudado mucho tener siempre la convicción de que es Dios quien está actuando en la vida del acompañante; de que es Dios quien me pide que abandone a recorrer lugares siempre nuevos. Para lograr estos efectos, me he servido de pedirle al Señor que sea transparente en la vida de quien es depositario de su experiencia en mi vida.
No todo lo que he recibido en los acompañamientos me ha ayudado, ha habido momentos en que la experiencia interior en que ese juego libre del espíritu se despliega sobre mi acontecer, ha sido poco atendido; en que la palabra ha experimentado su precariedad. No me ha ayudado mucho un acompañante que no se interese por mi proceso, u otro que se limite a repetir frases de cajón o llenas de lagares comunes, o quizás otro que no posea la sensibilidad suficiente para percibir el movimiento o la novedad de Dios en mi vida.
Sin embargo, han sido muchas más las cosas que me han ayudado que aquellas que no. En este proceso, he podido descubrir con grande asombro, que no necesariamente son los grandes talentos los que permiten responder a la experiencia de Dios, sino el humilde don de sí mismo. Esa humildad que nos abre a la acogida, a la confianza, a la transparencia y en último término ha mostrar lo que realmente somos y llevamos por dentro.
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El arte de acompañar
Tatiana Sotomayor*
El espíritu sopla donde quiere, oyes el ruido pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Eso pasa con todo el que ha nacido del Espíritu1 .
EL ACOMPAÑAMIENTO EN LA ESPIRITUALIDAD IGNACIANA
En nuestras vidas son muchas las experiencias vitales que tienen elementos propios del acompañamiento. Encarnamos rasgos de la figura del acompañante cuando nos desempeñamos como padres o madres, como maestros, e incluso cuando trabajamos como terapeutas; en todos esos casos desempeñamos servicios ministeriales para crear belleza, vida libre, desarrollo y verdad.
Ahora, en particular, el acompañamiento ignaciano se expresa en forma de 'diálogo espiritual', entendido éste como una comunicación
* Coordinadora de Ejercicios del Centro Pastoral san Francisco Javier de la Pontificia Universidad Javeriana en Bogotá. Miembro del Equipo de apoyo CIRE.
1 Jn 3, 8.
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interpersonal en la que el acompañante ayuda al acompañado en su crecimiento espiritual apoyando particularmente en el área de clarificación y discernimiento. En dicho contexto de 'conversación clarificante' se capacita al acompañado para comprender, objetivar y articular su camino espiritual y para discernir y responder a las mociones del Espíritu en su propia vida.
El arte de acompañar
Aprender a acompañar es aprender a reconocer cómo la gracia de Dios opera en cada hombre y en cada mujer
Visto de esta forma, podemos decir que el acompañamiento es un arte y como tal necesita de artesanos. Es un camino pedagógico en el que se debe tener la capacidad de mirar con profundidad para reconocer una historia santa, un camino de salvación, es una senda que debe desarrollar nuestra capacidad para seguir a Cristo, aún en las dificultades y sin desfallecer. Podríamos pensar que se necesitaría un maestro sabio y con gran experiencia que pudiera aclarar las dudas que habitan en nuestro corazón, pero no, los verdaderos maestros son los que saben callar ante la complejidad de la tarea, invitando a hacer caminos propios más allá de cualquier receta que facilitara nuestras búsquedas.
Aprender a acompañar es aprender a reconocer cómo la gracia de Dios opera en cada hombre y en cada mujer, y lo hace de una manera propia, adecuada a su historia, a su personalidad y a sus deseos más profundos. El Dios de Israel es un Dios que sabe acompañar y lo hace con suma delicadeza. Lo vemos en su relación con Moisés, con Abraham y con David.
En el nuevo testamento, Jesús es el Maestro, y se nos presenta como un hombre acompañado y acompañante de camino. Recordemos, por ejemplo, el texto de Lucas «En el camino a Emaús»2 . En los acontecimientos que nos relata el evangelista, se nos muestra el acompañamiento como un encuentro entre caminantes. En medio del desencanto se cruza un caminante nuevo que pregunta: ¿qué van conversando? Los dos discípulos desean estar con Él y, poco a poco, casi sin darse cuenta,
2 Cfr. Lc 24, 13-35.
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Tatiana Sotomayor
experimentan que el corazón les arde. La expresión «quédate con nosotros» no es sino la manifestación del anhelo del retorno anunciado. Seducidos ellos por las palabras de Jesús son invitados a cambiar la lectura de los hechos. La consecuencia es que su alejamiento se hace relativo porque Jesús se une a ellos, allí donde ellos mismos pensaban haberse alejado de la comunidad y de todo su pasado reciente.
En el acompañamiento las preguntas son fundamentales. Algunas son invitaciones del acompañante: ¿en qué estás? ¿para dónde vas? ¿quién es Dios para ti?. Otras, son el fruto de nuestro propio trabajo de interiorización y encuentro con Dios: ¿quién soy yo para Él? ¿cómo me siento? ¿qué me está diciendo ahora? ¿a qué me invita en este momento de mi vida?. Preguntas que requieren desarrollar toda nuestra capacidad de recibir, de escuchar, y posteriormente, de ayudar a releer la realidad con ojos nuevos para finalizar celebrando.
LO QUE GANAMOS AL SER ACOMPAÑADOS
El acompañamiento es el cuidado de una persona única que tiene existencia propia delante de Dios. Todos necesitamos ser acompañados: nadie se construye solo. Somos peregrinos de principio a fin, caminantes... y cuando hacemos el camino solos, es más fácil caer en manos de asaltantes. En el acompañamiento confiamos nuestra vida a otro, vamos haciendo camino juntos. Así el otro puede reflejar, comentar, ayudar a discernir la obra de Dios, y a través de su voz y su presencia permitirnos reconocer la acción del mal espíritu... la cizaña. Lo que no siempre es fácil, pues aunque todos los seres humanos queremos ser honrados y vivir en la verdad, sentimos temor a tomar contacto con lo profundo de nosotros mismos... tememos dar el paso hacia un encuentro más desnudo con Dios.
El encuentro entre acompañante y acompañado es el espacio de valoración de lo interpersonal como el lugar privilegiado de la 'gracia'. El acompañamiento nos libera de la soledad y del encierro haciéndonos crecer en transparencia.
Resultaría peligroso hablar de la relación acompañante–acompañado como si formara un sistema cerrado y único; como si no hubie-
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El arte de acompañar ra un tercero actuando en ello y como si existiera un modelo ideal de relación que todos habrían de reproducir. La materia prima y la reserva principal de nuestro actuar como acompañantes será nuestra historia, nuestras fuerzas y debilidades, la obra particular de Dios que cada uno de nosotros es.
LA PERSONA DEL ACOMPAÑANTE: SU DELICADA INJERENCIA EN LA RELACIÓN
Conscientes del muy delicado papel del acompañante en el reconocimiento que el acompañado pueda hacer de su existencia única ante Dios, es de vital importancia conservar presentes algunas guías generales que pueden orientar nuestra acción.
Ante todo, el acompañante deberá ser él mismo. No se trata de aprender a comportarse de una determinada manera, como si esta ayuda fuera una destreza exterior a él mismo, más bien deberá esforzarse conscientemente y con humildad en ser auténtico y coherente. El acompañante representa a Dios que sale al encuentro. Si es bondadoso, respetuoso y compasivo, si la bondad, el respeto y la compasión del Señor pasan por él, se logra una verdadera mediación.
Adicionalmente, es fundamental estar en contacto con los sentimientos y acoger las intuiciones. Mientras se acompaña a alguien lo que se siente y lo que se experimenta es una señal y apunta a algo que deberá ser descifrado, de ahí el valor de aprender a confiar en lo que surge espontáneamente, abrirse a la intuición, que como los grandes deseos sobreviene. La intuición surge como don del ser. La intuición es algo que el Señor pone para la persona que acompaña. Es fundamental tomarla en serio con mucho sentido común, discernimiento y sentido de fe, sin temor paralizante. Lo que quiere decir que no se llega lejos ayudando solamente desde la cabeza sino desde todo lo que uno es: cuerpo, razón, afectividad...
Por otra parte, el acompañamiento requiere desarrollar un sentido común de la vida, una mirada realista. El acompañamiento espiritual no es ni espiritualismo ni sicologismo. Un sentido común maduro, fruto de la experiencia en la fe, va a lo profundo e integra. Este sexto sentido, que
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Tatiana Sotomayor
se cultiva, no solo permite comunicar y actuar en libertad, sino que también impide jugar con las personas ensayando métodos psicológicos o tratando casos que superan la competencia y requieren de un especialista en la materia.
Actuar en libertad y con realismo nos permite también acoger desde lo hondo: acoger incondicionalmente, sin enjuiciar o moralizar. La acogida permite al otro ser él mismo. El asombro facilita estar abierto a lo que el Señor realiza en la persona.
Para ser acompañantes es también fundamental ser conscientes y aprender a manejar las transferencias y contratransferencias. A veces la persona que es acompañada proyecta cosas que no son, es importante la toma de conciencia de lo que sucede porque también el acompañante podrá experimentar sentimientos hacia el acompañado que no siempre corresponden.
ACTITUDES ESPERADAS Y NO ESPERADAS DE
UN ACOMPAÑANTE
Nunca se insistirá lo suficiente en la importancia de ser discretos como acompañantes espirituales. Saber guardar bajo reserva todo aquello que otras personas confían al acompañante es un presupuesto básico de nuestra tarea. Puede lesionar profundamente el que la vida confiada al acompañante durante los Ejercicios, o en un determinado momento en que alguien necesita ser escuchado, sea comentada con otros, vulnerando la confianza de la persona en cuestión y quizás haciendo daño a su buen nombre.
La persona que acompaña está para ayudar no para agradar. Esto implica ser amable en el trato, pero honesto y claro en lo que como acompañante se debe hacer y reflejar. Debemos cuidar también que el acompañamiento no se convierta en un encuentro entre amigos, o de hacernos cargo de la suerte del acompañado con actitudes paternales o maternales que no producen sino dependencia quitando libertad, gratuidad y belleza. Cuando esto se da es bueno preguntarse qué estamos haciendo, qué parte nuestra está entrando en la relación para perturbarla.
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El arte de acompañar Trabajar en la verdad no siempre agrada, la cirugía duele pero sana; así también en el caminar cristiano.
Acompañar es además aprender a ser compasivos. Si hay algo que caracteriza a Jesús es la compasión, ese sentir y padecer con el otro. En el acompañamiento de personas la compasión va más allá de la empatía que puede ser sutilmente selectiva y no siempre duradera.
El respeto por los tiempos y momentos de la persona es otra condición a observar. El ritmo de quien es acompañado no es casi nunca nuestro ritmo. El crecimiento profundo y verdadero requiere tiempo y muchas veces se da en el silencio de la acción y de la vida: es el ritmo del buen Dios que respeta nuestros pasos. El valor de la espera está ligado a la confianza del dinamismo interior de la persona y en lo que Dios está haciendo en ella.
La disposición para integrar fe y vida es otra actitud valiosa en el acompañamiento. Muchas personas llegan al acompañamiento porque sienten algún tipo de desintegración en su vida. Se parte en muchos casos de algo vivido como desintegrado, algo que duele, que no se ajusta al ideal. Revalorar lo bueno en las personas, en la dinámica de la historia de salvación, es toda una tarea. Sobre esa base se construye. En el acompañamiento espiritual, muchas veces, ayudar es ayudar a aceptar o aceptarse, a convivir con los hechos, con la propia historia.
No ayuda 'predicar' ni querer que otros repitan las experiencias. Lo que a una persona le ha servido no necesariamente va a ayudarle a otro. Claramente no es una ayuda hablar en abstracto ni juzgar moralmente al acompañado, aún cuando deben indicarse las implicaciones éticas de sus actos. Evitando, eso sí, proponer normas de conducta que no sean asumidas como pautas de vida, siendo esto lo que hacían los fariseos y el Evangelio nos muestra cómo sus prácticas fueron rechazadas por Jesús.
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Tatiana Sotomayor
DESEMPEÑARSE COMO ACOMPAÑANTE ESPIRITUAL
El arte de acompañar es personal, ligado a un carisma. A veces creemos que con el solo hecho de tomar cursos se nos avala como acompañantes; ¡qué equivocados estamos!; no es cuestión de conceptos.
Es vital el tener siempre presente que el Espíritu Santo trabaja por igual en el acompañante y en el acompañado
Lo que más importancia tiene es tomar conciencia de la experiencia vivida por uno mismo en el acompañamiento, pues nadie puede acompañar si no ha sido acompañado, debemos hacer memoria en profundidad de cómo ha sido nuestra experiencia, de las personas más significativas y por qué, de los hechos y actitudes que ayudaron y los que no lo hicieron, de aquellas personas que no se desempeñaron debidamente... desentrañar las causas.
En ese ejercicio es siempre útil objetivar con alguien el servicio de acompañar a otros. Tener un grupo de referencia, compartir con otras personas que acompañan, no para conversar sobre las personas que son acompañadas, sino para conversar con otros sobre mi forma de acompañar, mis dudas, mis reservas, mis dificultades etc. Tener un grupo de acompañantes como referencia sirve para darme cuenta de muchos fenómenos que ocurren en el ministerio de acompañar, sobre todo me permite descubrir mi estilo personal de trabajo, fomentando lo positivo y modificando lo que no ayuda.
Es vital el tener siempre presente que el Espíritu Santo trabaja por igual en el acompañante y en el acompañado. En los Ejercicios Espirituales solemos decir que no se sabe quien hace más Ejercicios si el acompañante o el acompañado. Esta convicción de fe tiene que ser consciente y actuante desde el inicio del proceso hasta el final, cuanto más vívida sea, más acompañamiento profundo habrá.
Si una persona está buscando crecimiento espiritual y emprender un camino con el Señor, buscará muy posiblemente un acompañante
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El arte de acompañar que dé señales de haber ensayado él mismo este camino, que tenga experiencia y conocimiento de cómo «estar con» otra persona dejando que sea ella misma delante de Dios. El acompañante tendrá por tanto que ser capaz de escuchar cuidadosa, activa y perceptivamente. Deberá ser una persona que a medida que se da el proceso pueda ayudar al acompañado a tomar conciencia de su fuerza-en-el-Señor, permitiendo ser movido, ser desinstalado por esa fuerza... deberá ser una persona que pueda confiar en los criterios más hondos y válidos del crecimiento cristiano y que pueda estimularlo y permitirle responder a su manera a la acción transformadora de Dios. El acompañante volverá una y otra vez al Evangelio para beber del estilo, actitudes y camino propuesto por Jesús. La calidad y modo como Jesús acompañó y formó a los doce, como grupo humano y como personas, deberá ser siempre inspiración, referente y fuente para quien se arriesga a acompañar a otros buscadores de una vida toda en el Espíritu.
Finalizo recordando lo que he dicho anteriormente: el acompañamiento espiritual es un asunto de gracia. Es el Señor actuando en el que pide ayuda y en el que se presta para acompañar. Por eso el fruto del acompañamiento será siempre desproporcionado en relación al proyecto de ayuda del acompañante y a su trabajo. ¡Y es maravilloso que así sea¡ Tenemos así una señal de que es el Señor quien obra, más allá de nuestra siempre limitada capacidad de intervención.
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Mi experiencia vital en el acompañamiento de los Ejercicios
Espirituales
Amanda Valdés Parra*
INTRODUCCIÓN
S
e me ha pedido que comparta en este simposio desde mi experiencia vital como persona que ha sido acompañada en diversos momentos de la vida en Ejercicios espirituales. No es por tanto una exposición teórica del saber, sino cómo he vivido mi relación real en los acompañamientos.
Parto de la siguiente constatación:
No da igual quién sea el acompañante.
En cada experiencia he ido aprendiendo la importancia de tener un buen acompañante en los Ejercicios, pues son las experiencias reales, y no las ideas, las que nos ayudan a crecer en el camino espiritual que san Ignacio propone.
Para complementar la contribución he consultado a otras personas, laicos y religiosos, sobre el tema y he constatado una gran coincidencia con mis propias vivencias. Agradezco los aportes que me hicieron.
* Provincial de las Religiosas Calasancias Hijas de la Divina Pastora. Miembro del Equipo de apoyo del CIRE.
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Mi experiencia vital en el acompañamiento de los Ejercicios Espirituales
Al hablar de acompañamiento estamos suponiendo un modo determinado de relación entre dos personas y del encuentro entre Dios y una persona concreta. Ese encuentro con Dios está mediado de alguna manera por el encuentro entre el acompañado y el acompañante; y no desconocemos que el acompañamiento afecta a las dos personas. La relación de acompañamiento conlleva riesgos que el acompañante ha de estar capacitado para correr y saber manejar.
PRESUPUESTOS
No da lo mismo un acompañante que otro. Un acompañante bien preparado en el conocimiento que dan las ciencias sobre la persona humana tiene más capacidad, o al menos más herramientas para ayudar a su acompañado en esa aventura que son los Ejercicios; puede percibir mejor los movimientos del ejercitante, puede hacer mejores reflejos. Un acompañante con gran calidad humana para acoger y animar, puede ayudarle a atravesar por el desierto; un acompañante que ha vivido la dificultad y los enredos de la vida, como Ignacio, tiene más capacidad para entender los laberintos en que a veces se enreda una persona que hace Ejercicios.
En mi experiencia no basta conocer y haber hecho los Ejercicios de san Ignacio para ser buen acompañante. El P. Chércoles, S.J. hace la comparación con el que conduce un vehículo: nadie va seguro en un coche, dice, cuando el conductor conoce perfectamente el código de circulación y ha superado todas las pruebas reglamentarias, pero no tiene práctica en guiar un automóvil. Percibo que algunos acompañantes suponen que si siguen exactamente el libro de los Ejercicios, los resultados son automáticos, y corren el riesgo de menospreciar elementos importantes y válidos de las ciencias humanas que sin duda san Ignacio hubiera utilizado de haberlos tenido a mano.
He tenido la gracia de tener acompañantes sabios, realmente versados en las honduras del espíritu, conocedores de los recovecos de la sicología femenina, que expresa las mociones de modo diferente a la masculina, y se enfrenta de modo distinto a la experiencia de Ejercicios. Gracias a ellos puedo decir que me he formado en la escuela de los Ejercicios de Ignacio, y es lo que me permite estar hoy aquí.
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Amanda Valdés Parra
También he tenido acompañantes inseguros o que se insegurizan ante mis mociones o ante la forma en que estas se expresan. El acompañamiento se mueve en el misterio de la fe, pero he comprobado que no siempre el acompañante tiene la fe necesaria para captar y hacer un reflejo a las mociones del ejercitante.
Voy a intentar precisar lo que acabo de decir intercalando lo que me ha ayudado y lo que no.
SER ACEPTADA
Al acompañante se le pide una actitud receptiva que facilite la comunicación, dado que al acompañado se le ha pedido una gran apertura. Sin un clima de mutua aceptación es difícil que el ejercitante verbalice el movimiento interior de su espíritu.
Transmitir aceptación implica un auténtico interés del acompañante por los procesos del que se ejercita. Para mí ha sido de vital importancia sentirme aceptada: en mi condición de mujer, en mis formas de expresión, en mis dificultades para precisar los sentimientos y las mociones, en mis características caracterológicas y de formación, en mis limitaciones personales, aceptada con mis avances, retrocesos, prejuicios y temores que surgen en los diferentes momentos de los Ejercicios.
Sin un clima de mutua
aceptación es difícil que el ejercitante verbalice el movimiento interior de su espíritu
Las condiciones ambientales en que se da la entrevista, son ya una forma de aceptación del otro. Por ejemplo, si no puedo concentrarme paseando, o si la presencia de otras personas me inhibe, o si el lugar donde se realiza la entrevista es muy abierto y no quiero que otras personas me vean llorar, o si es muy cerrado, son aspectos sencillos que hay que cuidar porque pueden interferir en la capacidad comunicativa del ejercitante. Algunas personas se sienten agredidas si las miran de frente, otras no se sienten escuchadas si no las miran de frente. A veces la ubicación en el espacio provoca una determinada manera de relación. Un buen acompañante se da cuenta.
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Mi experiencia vital en el acompañamiento de los Ejercicios Espirituales
Adaptarse a las condiciones de cada uno es una forma de mostrar aceptación. Por eso, la habilidad del acompañante para intuir el modo y el momento oportuno para cada persona, será de gran importancia para crear esta atmósfera de aceptación.
Por el contrario, cualquier predisposición implícita o explícita del acompañante a juzgar, condenar o minusvalorar, hará que el ejercitante no se sienta aceptado.
La aceptación puede también mostrarse en la flexibilidad que se brinda para que el ejercitante pueda expresar de otra manera lo que no consigue verbalizar; por ejemplo sugiriendo ejercicios corporales, escuchar el cuerpo, experimentar mociones con la naturaleza, la danza, el modelado, la pintura, la música. Esta adaptación ayuda a algunos ejercitantes a romper bloqueos, a descubrir el modo concreto en que Dios les habla, a afrontar asuntos que directamente les resultan atemorizantes pero que de modo proyectivo logran sacar a la superficie.
SER ESCUCHADA
En el acompañamiento me ha sido de gran ayuda la capacidad de escucha del acompañante. Escucha hecha no solo con los oídos, sino desde y con el corazón. Escucha activa que no es silencio y observación, que presta atención no solo a lo que oye, sino que es capaz de captar el mundo vivencial, el lenguaje de los gestos, de los tonos de voz, de la postura de la persona a quien acompaña.
La actitud de escucha del acompañante, su oportuno silencio o su oportuna intervención, posibilitan a menudo que el ejercitante pueda traducir a palabras las vivencias oscuras no reflejadas claramente en el campo de la conciencia. Hay circunstancias en las que el que hace Ejercicios vive, siente, desea sinceramente expresarse y no lo consigue. En ese caso una pregunta oportuna abre la ventana, ilumina, trae a la conciencia eso que el ejercitante no logra expresar. Esta es una de las técnicas –por llamarla de algún modo– que más me ha ayudado a elaborar mis procesos interiores, a aterrizar mis experiencias. El arte de saber preguntar con sabiduría es un gran don para quien tiene la tarea de acompañar.
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Amanda Valdés Parra
Quiero traer una experiencia de una ejercitante que me parece puede iluminar lo que acabo de decir:
«A mi primer acompañante casi no lo recuerdo, lo sentí algo distante y como despreocupado».
«Con la acompañante laica me sentí muy bien, claro que no por ser laica, sino por su capacidad de percepción». Ella me preguntaba mucho sobre mis sentimientos. Ninguno de mis otros acompañantes había hecho tanto énfasis como ella, quien además de ayudarme a precisar lo que sentía (que se me complicaba distinguir), hacía que identificara en qué momento de la oración se había originado.
Con la mayoría de los acompañantes se percibe que la relación del ejercitante con Dios es lo más importante; son expertos en situar la conversación en ese plano de la relación con Dios, aunque sin dar la sensación de que los problemas vitales, de los cuales la persona que hace Ejercicios siempre quiere hablar, no le interesan. Sin embargo, algunos acompañantes abordan el acompañamiento desde una perspectiva demasiado intelectual (racional). Ahí la relación con Dios parece que se hace secundaria. Así lo expresa una ejercitante:
Mi acompañante, muy racional. Yo también, así que siento que no me aportó gran cosa ese acompañamiento, los dos nos enredamos en discusiones intelectuales.
En alguna ocasión tuve un acompañante que me sacaba continuamente del área de los sentimientos y me conducía al terreno de lo racional.
SER CONOCIDA
Cuando el acompañante ha conocido mi historia personal con sus luces y sombras, el contexto humano social en que me muevo, los factores que influencian o condicionan mi manera de percibir la realidad, se ha facilitado el diálogo en las entrevistas y ha permitido con más facilidad la adaptación de los Ejercicios a mi realidad y a mi situación concreta.
Cuanto más hábil es el acompañante para percibir estos aspectos personales, mejor puede ayudar a quien se ejercita, aunque no se deten-
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Mi experiencia vital en el acompañamiento de los Ejercicios Espirituales ga en ellos ni ponga en ellos el acento, pues lo más importante en el proceso de acompañamiento es la experiencia de fe, que acontece en la complejidad de la persona. San Ignacio prevé esta complejidad y la expresa en las reglas de discernimiento.
Tanto el acompañante como el que se ejercita tienen como horizonte final a Dios, pero para ayudar a ser dócil al Espíritu Santo es muy útil conocer como funcionan el hombre y la mujer en su realidad compleja y diferenciada.
Un acompañante que me ayudó mucho y diría que me ayudó a soltar amarras en el camino de la relación con Dios fue el que me condujo a explorar y reconocer los bloqueos que me estaban impidiendo reconocer y gustar las mociones del Espíritu, y por tanto responder a su gracia.
SER REFLEJADA
Es el mismo Dios quien orienta y conduce al ejercitante hacia su misterio; los dialogantes son Dios y el ejercitante, pero es este un diálogo asistido en los reflejos, en los que el acompañante ayuda a captar cómo Dios me dice las cosas y cómo me hace entender.
El acompañante como el que se ejercita tienen como horizonte final a Dios
Alguna vez he dado con algún acompañante que quiere ser tan discreto que me ha dejado sin interlocutor y me he sentido perdida. El que acompaña asiste al diálogo entre Dios y la criatura; su delicada tarea es «facilitarlo», ayudar al ejercitante a quitar obstáculos para que el dicho diálogo no solo se desarrolle con la mayor facilidad posible sino para que el mismo creador y Señor, en palabras de Ignacio, pueda obrar inmediate1 y ciertamente en la criatura2. Es decir, el que acompaña COOPERA a la obra inmediata del Creador con la criatura y de la criatura con su Creador.
1 Ejercicios Espirituales 15.
2 Ejercicios Espirituales 16.
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Amanda Valdés Parra
El que me hayan ayudado a «darme cuenta», a reconocer e interpretar el acontecer de Dios, a abrirme a la acción del Espíritu con una insinuación, con una observación, con una pregunta, trayendo algo de otra entrevista, resumiendo, ha sido de mucha ayuda en los Ejercicios.
Cuando el acompañante se siente inseguro ante las mociones del acompañado no puede acompañar bien. (En alguna ocasión concluí que de ese tema no podía hablar con el acompañante porque con su actitud mostraba que no quería oír hablar al respecto. Se mostraba ausente o inhibido) En cambio cuando el acompañante sabe reflejar ayuda a hacer integraciones.
A veces las mociones del ejercitante le revuelven problemáticas al acompañante de tal manera que se bloquea.
Traigo a continuación una nota de una ejercitante laica que puede servir de ilustración al respecto:
El segundo acompañante lo sentí nervioso e indeciso; además tuve la percepción de que ciertos dilemas que se me presentaron, lo tocaron a él, o se sentía reflejado, no sé como explicarlo, pero lo notaba muy preocupado y nervioso.
En cambio mi ultima acompañante era una mujer muy segura, y aunque todo el tiempo me escuchaba y poco intervenía, utilizaba preguntas para hacerme caer en cuenta de ciertas cosas, eso me sirvió mucho, pues no era que ella me dijera, si no por medio de preguntas y de que yo precisara en algo que había pasado por alto, que me ayudaba vislumbrar mociones. Es algo que no puedo explicar pero mi última acompañante tenía un don para ayudar a ubicarme, sin entrar en detalles, en mi mar de confusiones.
SER ANIMADA
Otro aspecto que me ha sido muy útil en los Ejercicios ha sido la actitud animadora, alentadora, del acompañante. La capacidad de dar ánimo se pone muchas veces a prueba en el proceso de Ejercicios y es percibida por el que se ejercita.
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Mi experiencia vital en el acompañamiento de los Ejercicios Espirituales
Ser estimulada es ser ayudada a explorar, a saborear las experiencias de Dios. Un acompañante me enseñó a profundizar y gozar los toques de Dios con una pregunta insistente que me obligaba a volver sobre la vivencia. Esta actitud esta relacionada con otras que siento en mi experiencia no menos importantes:
La Paciencia: la capacidad de animar se expresa en la paciencia y magnanimidad del acompañante, sobre todo en los momentos de crisis, de bloqueos en la comunicación, de vacilaciones en la forma de comunicarse, como bien recomienda Ignacio para los periodos de desolación.
El estar libre de prejuicios: alguna vez tropecé (porque no fue un verdadero encuentro) con un acompañante que tiene una cierta fobia para acompañar mujeres consagradas. Esto lo hizo impaciente y desatento, cosa que se reflejaba en el desinterés por la persona que acompañaba, en una cierta hostilidad no manifiesta, pero que una mujer intuye con relativa facilidad.
Confianza: el clima de confianza que necesita un acompañado para abrirse es otro aspecto que tiene mucha importancia en el proceso. Es verdad que para que la confianza se dé, el ejercitante ha de llegar dispuesto a hacer la experiencia, a ser sincero, a abrirse, pero también es cierto que la confianza se gana, que la actitud del acompañante importa mucho en este sentido.
La cordialidad es una cualidad que ayuda mucho a la conversación en la entrevista. Un acompañante hosco, rígido o muy tímido, puede bloquear al ejercitante. Las mujeres somos en general más sensibles a estas actitudes, nos afectan a la hora de comunicarnos.
Confiabilidad: el acompañado necesita poder confiar en la confidencialidad de lo que se habla en las entrevistas. Cuando no se da de forma absoluta, se pierde la confianza y el proceso de acompañamiento se malogra.
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Amanda Valdés Parra
Para terminar, quiero recordar que de las 20 anotaciones que Ignacio da para realizar los Ejercicios, están dedicadas en su gran mayoría a quien los da, explicándole cómo se debe establecer la relación con quien los recibe para que éste logre sus objetivos.
El acompañante es un estimulador de la experiencia; lo que le interesa es que el ejercitante escuche la voz de Dios. No puede ser un ser indiferente al proceso que haga el ejercitante. A mi parecer, en una buena medida el acompañante juega un papel decisivo en los Ejercicios.
Considero que es una inapreciable gracia de Dios el contar en los Ejercicios con un buen acompañante. Ojalá que todos nos vayamos preparando cada día mejor para realizar el sagrado ministerio de acompañar, que es un arte y una vocación.

Apuntes Ignacianos 40 (enero-abril 2004) 172-180

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