Apuntes Ignacianos 30. Conflicto y reconciliación cristiana

Page 1


APUNTES IGNACIANOS

ISSN 0124-1044

Director Carátula

Darío Restrepo L. Camaradas de guerra. Escultura de Pórfido del siglo IV, en San Marcos. Fotografía deLeonardo von Matt.

Consejo Editorial

Javier Osuna Diagramación y Iván Restrepo composición láser

Hermann Rodríguez

Ana Mercedes Saavedra Arias Secretaria del CIRE

Tarifa Postal Reducida: Impresión:

Número 912 - Vence Dic./2000 Editorial Kimpres Ltda. Administración Postal Nacional. Tel. (91) 260 16 80

Redacción, publicidad, suscripciones

CIRE - Carrera 10 N° 65-48

Tels. (91) 6 40 50 11 / 6 40 01 33 / Fax: 57-1-640 85 93 e-mail: cireir@latino.net.co

Bogotá, D.C. - Colombia (S.A.)

Suscripción Anual 2001

Colombia: Exterior: $ 33.000 $ 42 (US)

Número individual: $ 12.000

Cheques: Comunidad Pedro FabroCompañía de Jesús

Cheques: Juan Villegas

Conflicto y reconciliación cristiana

'Lo esencial es invisible a los ojos': del conflicto a la reconciliación

Edwin Murillo A., S.I.

Apuntes para la vivencia del conflicto y la reconciliación social desde el seguimiento de Jesús ...........

Jairo López H., S.I.

¿Cómo afrontar el conflicto en una perspectiva no violenta? .................................................................

Alberto Degan, m.c.c.j.

Aportes de San Ignacio para una espiritualidad del conflicto ...............................................................

Hermann Rodríguez O., S.I.

En memoria de Monseñor Oscar Arnulfo Romero

Hermann Rodríguez O., S.I.

«La comunión que desata los nudos impuestos por los guerreros» .......................................................

Horacio Arango, S.I.

Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000)

Presentación

uando ustedes tengan noticias de que hay guerras aquí y allá, no se asusten. Así tiene que ocurrir; sin embargo, aun no será el fin»(Mc. 13, 7). Esta sentencia del Evangelio de Marcos, a la vez que advertencia sobre la omnipresencia del conflicto y la confrontación, «así tiene que ocurrir», es invitación a hacerle frente sin ceder al pánico y al derrotismo «no se asusten (…) aun no será el fin». La diversidad, el pluralismo y aun lacontradicción yel conflicto, entran enel presupuestode laconvivencia humana; por lo tanto, a lo que realmente deberíamos temer es a no saber afrontarlo, o peor todavía, a ser indiferentes a él.

En esta etapa de la historia del país, en que a causa de múltiples factoresseacrecientalaconfrontaciónyseescalalaguerra,hemosquerido dedicar este número de Apuntes Ignacianos a bucear en el hondo mar del «conflicto y la reconciliación cristiana»,muyconscientesdequealabordarlo, quizás solo podamos aportar una gota de agua dulce en un inmenso océano. Sin embargo, como cristianos sabemos que estamos en el mundo para hacer de él un mundo «otro», un mundo nuevo y una tierra nueva, donde la muerte y su fúnebre cortejo no sean subsidiados por quienes precisamente están llamados a dar y a respetar la vida.

Cincoartículosintegranesteestudio. Elprimero, de Edwin Murillo, tratadepenetrarlaentrañadelconflictocomoconstitutivodelserhumano; ¿qué relación hay entre el conflicto interior y el exterior?; ¿asumimos el

Apuntes Ignacianos 30(septiembre-diciembre 2000) 1-2

Presentación

conflictocomounfinocomoundinamismodelserhumano? Elarticulista haceunanálisisdeladefinición,loselementosylasmanerasdeaproximar el conflicto, hasta llevarlo a las puertas de la reconciliación cristiana. Allí, Jairo López retoma el argumento para abordarlo directamente desde la dinámica del Espíritu, sin prescindir de la ayuda que para su transformaciónpuedanbrindarnoslastécnicashumanas. Elseguimiento de Jesús conlleva el conflicto, y en su transformación está inextricablemente implicada la cruz, pero con un definido sesgo de redención-liberación y muy ligada a los criterios demarcados por el Evangelio.

Enseguida, Alberto Degan se pregunta: ¿puede la violencia llegar a ser justa?; ¿en qué consiste exactamente la no violencia si ha de llegar a convertirse en verdadera alternativa? Apoyado en los líderes, maestros y mártires de la no-violencia y en las experiencias vividas en la historia reciente, nos la presenta como la manera cristiana más auténtica de asumir los conflictos y enfrentarlos.

En la sección más directamente ignaciana, pero remontándose hasta las diferencias entre las columnas de la Iglesia, Pedro y Pablo, y a la manera como buscaron solucionarlas, Hermann Rodríguez nos aporta algunos datos tomados de la experiencia de Ignacio en situaciones personales, comunitarias y sociales, que pueden brindarnos alguna luz en la conformación de una espiritualidad del conflicto, si los asumimos con una fidelidad creativa en la misión apostólica de la reconciliación. En un segundo artículo, a manera de cuento, nos refresca la memoria de Monseñor Oscar Romero, en la celebración de los 20 años de su martirio y en homenaje a este pastor que encaró cristianamente un conflicto comparable al nuestro.

Finalmente reproducimos la carta circular que, con motivo de la fiesta de San Pedro Claver S.I., Patrono de los Derechos Humanos, y como invitación a afrontar la situación violenta que vive el país, dirigía a sus compañeros jesuitas el Provincial de la Compañía de Jesús en Colombia, Horacio Arango.

Apuntes Ignacianos 30 (septiemebre-diciembre 2000) 1-2

'Lo esencial es invisible a los ojos': del conflicto a la reconciliación

'Lo esencial es invisible a los ojos': del conflicto a la reconciliación

En el mes de Septiembre de 1932, Sigmund Freud escribe una carta al científico Albert Einstein titulada «El Porqué de la Guerra», en la que afirma que los conflictos de intereses entre los hombres son solucionados mediante el uso de la fuerza, al igual que en todo el reino animal, pero a los conflictos entre los hombres se agrega la dinámica conflictiva que se deriva de las diferencias en las opiniones, las cuales alcanzan las mayores alturas de abstracción, y que parecerían requerir otros recursos para su solución.

Según esto, habría que afirmar que dentro de una misma colectividad no se puede evitar la solución violenta de los conflictos, y que la teoría freudiana que acabamos de mencionar sería una de tantas otras formas con que los seres humanos hemos fundamentado el sinnúmero de hechos conflictivos y violentos, que han caracterizado gran parte de la historia de la humanidad.

* Profesional en Relaciones Internacionales, Universidad Jorge Tadeo Lozano, Bogotá. Especializado en Resolución de Conflicto y Magister en Filosofía de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 3-22

ParaFreud, respondiendoaEinstein, en los sereshumanoshabita uninstintodeodioydestrucción,queactúafacilitandoelenardecimiento. Los instintos de los hombres pertenecen a dos categorías: los que tienden a conservar y unir - Eros- o los instintosque tienden a destruir y a matar - thánatos -; es una tensión permanente entre el amor y el odio que se hace presente en la cotidianidad de la vida. Por lo tanto, que los seres humanos estemos constantemente dispuestos a la guerra no es extraño, ya que el primer productor de la misma es la destrucción que nos habita. Sin embargo, también mantenemos presente el instinto que favorece el establecimiento de vínculos afectivos entre los hombres: el Eros; pero esta vinculación afectiva requiere una identificación estrecha que tome los elementos comunes entre los hombres, despierte el sentimiento de comunidad entre los mismos y funde la estructura de la sociedad donde se vivan relaciones estables entre los grupos humanos.

Así, comúnmente afirmamos que el conflicto es inherente al ser humano desde su individualidad y esencia, e inmediatamente nos viene el pensar en la constante actitud problemática de la vida. Inclusive, nos colocamos en la tarea de sustentar y defender cada irrupción conflictiva que se presenta en los diversos ámbitos sociales en los que los hombres nosdesenvolvemos. Pero,másalládebuscarrespuestaalaconflictividad social, considero importante dar una mirada de fe al primer ámbito de manifestación del conflicto: el ser humano, puesto que no podemos interiorizar ningún conflicto externo, si no existiera previamente un conflicto interior. Conflicto íntimo que es el que hace eco a esos externos y el que les da el carácter de interioridad, para así asumir los conflictos como medios dinamizadores que nos brindan la posibilidad de avanzar haciael cumplimientode nuestramisión deser cocreadores de un mundo donde quepamos todos.

En este orden de ideas, tenemos que en el pasado mes de Julio, la prensa nacional publicó un reportaje en el que revelaba la noticia de que en Colombia se asesina a una persona cada veinte minutos. Aún más, durante la última década, el promedio de muertes en Colombia ha sido

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 3-22

'Lo esencial es invisible a los ojos': del conflicto a la reconciliación de 25.000 asesinatos por año1. Durante los seis primeros meses de este año han sido asesinadas 12.921 personas. Los grupos al margen de la ley han secuestrado cerca de 1.418 personas.

Estos son solo algunos de los datos que marcan el denominado «horizontedesentidosocialcolombiano»,marcadoporasesinatos,torturas, masacres, secuestros. Entre los más sonados en los últimos tiempos tenemos:secuestrosmasivoscomoeldelospasajerosdelAvióndeAvianca (1999), el de los feligreses de la iglesia La María, en Cali (1999); atentados a la población civil como en Machuca (1999) y Roncesvalles (2000), utilizando armas infrahumanas como los cilindros de gas, entre muchos otros sistemas para matar; desarticulación de la dignidad humana en hechos violentos como el llamado «collar bomba» que le colocaron a una mujer como presión para adquirir elevadas sumas de dinero, hecho que terminó con la muerte de la señora y del agente de policía que trataba de desactivar el artefacto explosivo y que fue repudiado por la comunidad internacional. Esto es solo una muestra en un país donde el conflicto es asumido como fin en sí mismo y no como dinamismo del ser humano.

Esta situación de conflicto y violencia que vive Colombia es una realidadquehemosvenidoproblematizandoalolargodemásdecincuenta años, exigiendo a la experiencia respuestas universales para darle explicación y sentido a toda una historia de violencia que nos define y determina, como queriendo confirmar radicalmente en nuestro caso la respuesta que Freud daba a Einstein.

En medio de las contradicciones que definen la vida de un país donde la vida y la muerte se deslizan despreocupadamente, surgió en 1986 la «Declaración de Sevilla sobre la Violencia», donde las autoridades de Sevilla y los representantes de UNESCO – España afirmaban que:

. Es científicamente incorrecto decir que hemos heredado de nuestros ancestros animales la tendencia a hacer la guerra.

1 REDACCIÓN JUDICIAL. «Cifras sobre criminalidad durante los primeros seis meses de 2000», El Espectador, Bogotá, Columna: Tema del día, Julio 17 de 2000, p. 2 A.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 3-22

. Es científicamente incorrecto decir que la guerra o cualesquiera otras formas de conducta violenta estén genéticamente programadas en nuestra naturaleza humana.

. Escientíficamenteincorrectodecirqueenelcursodelaevolución humanaha habidounaseleccióna favorde lasconductasagresivassobre otras clases de conductas.

. Escientíficamenteincorrectodecirquelossereshumanostienen un «cerebro violento».

. Es científicamente incorrecto decir que la guerra es causada por un «instinto» o responde a una motivación singular.

Largos períodos de conflicto y violencia nos han conducido a considerar al ser humano como un sujeto conflictivo y violento por naturaleza, implicándose el uno en el otro como los primeros rayos de luz de un amanecer se mezclan con la tierra. Es decir, es ya común escuchar que todo conflicto degenera en violencia y que la violencia es conflicto. Sin embargo, la misma experiencia nos ha llevado a encontrar rasgos peculiares en todo el ámbito conflictivo, que lo hacen, sí, algo constitutivo del ser humano, pero no causa inevitable de la violencia.

Es importante que nos detengamos por unos minutos en esta observación y dejemos que la propia vida nos enseñe a vivir de manera creativa el conflicto que nos habita y nos permita transformarlo en un medio de crecimiento personal y comunitario, en la medida en que nos dispongamos a asumirlo en nuestra vida, como dato de nuestra propia humanidad. En otras palabras, tratemos de apropiarnos de la frase del libro «El Principito»: Lo esencial es invisible a los ojos, para que se nos devele una realidad que nos hemos negado a leer. Tal como lo afirma Estanislao Zuleta en su texto «Elogio de la Dificultad»:

Puede decirse que nuestro problema no consiste solamente ni principalmente en que no seamos capaces de conquistar lo que nos proponemos, sino en aquello que nos proponemos; que nuestra desgracia no está tanto en la frustración de nuestros deseos como en la forma de desear (...) Deseamos una vida sin riesgos, sin lucha,

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 3-22

'Lo esencial es invisible a los ojos': del conflicto a la reconciliación sin búsqueda de superación y sin muerte. Y por lo tanto, también sin carencias y sin deseo: un océano de mermelada sagrada, una eternidad de aburrición. Metas afortunadamente inalcanzables, paraísos afortunadamente inexistentes.

Una sociedad mejor es una sociedad capaz de tener mejores conflictos. De reconocerlos y de contenerlos. De vivir no a pesar de ellos, sino productivae inteligentemente de ellos. Que soloun pueblo escéptico sobre la fiesta de la guerra, maduro para el conflicto, es un pueblo maduro para la paz.

Paracomenzar,debemosevitarlosextremismosquenoscircundan. Ni la justificación de la violencia, supuesta consecuencia del conflicto, ni la búsqueda de una paz fundada en paraísos inexistentes, nos aportarán luces para la salida de esta oscuridad. Solo la interpelación que nos hace la realidad que nos circunda en nuestra cotidianidad, maravillosa y desconcertante, es la que nos brinda la posibilidad de ver para saber qué sabemosdelo queestásucediendoanuestroalrededor (...)porquelo esencial es invisible a los ojos.

Nos proponemos solamente hacer una aproximación al conflicto y sus generalidades. No es objetivo de este escrito brindar un profundo análisisdela'resolucióny/otransformacióndeconflictos',solobuscamos una ubicación teórica que nos lance al momento en que la experiencia de Dios desborda los límites de nuestra irracionalidad y así podamos comprender que los conflictos innatos en nosotros tienen posibilidad de sertransformados,conlaconcienciadeserenriquecidosporladiferencia, que al mismo tiempo que me distancia me acerca al otro y a los otros, a través de la reconciliación como oportunidad.

¿QUÉ ES EL CONFLICTO?

En una situación como la que vivimos en Colombia, hablar de conflicto se ha convertido en una moda más en medio de tantas otras que nosinvaden;loquenosllevaacreerqueloscomprendemosyquepodemos abordarlos desde todos los ángulos humanos posibles.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 3-22

Después de las dos guerras mundiales, desde la década de los años 50, el conflicto ingresó como materia de estudio de diversas disciplinas del conocimiento. Entre las áreas que más lo han trabajado estánlasociología,lapolitología,elderecho,lasicología,lafilosofía,hasta llegar a crear un área específica de 'resolución y/o transformación de conflictos'. Sin embargo, elconceptocomotal, tieneunasraíces comunes que podemos hallar en los diccionarios caseros:

Conflicto es un vocablo que proviene del latín conflictus y significa «acción de chocar juntos». Esto nos lleva a entenderlo como «pelear, combatir, dar batalla, venir a las manos, disputar», entre otros. Se nos presenta así la concepción negativa del conflicto, donde las tendencias contradictorias se vislumbran a raíz del choque, colisión, lucha o pugna. Es decir, el conflicto es el campo de batalla donde se desarrolla nuestra existencia.

Con el ánimo de ampliar nuestro horizonte conceptual referente al término conflicto, podemos recurrir a las definiciones que dan algunos teóricos del mismo, que lo ubican como un factor clave en el desarrollo humano:

. conflicto es una situación en la que un actor (una persona, una comunidad, un Estado, etc.) se encuentra en oposición consciente con otro actor (del mismo o de diferente rango), a partir del momento en que persiguen objetivos incompatibles (o percibidos como tales), lo que los conduce a una oposición, enfrentamiento o lucha2 .

. conflicto, es una oposición entre grupos o individuos por la posesión de bienes escasos o la realización de valores mutuamente incompatibles3 .

2 VISAS, VICENC, Introducción al Estudio de la paz y de los conflictos. Ed. Lerna, 1987.

3 ARON, RAYMOND, Paz y Guerra entre las naciones. Alianza Editorial, 1985.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 3-22

'Lo esencial es invisible a los ojos': del conflicto a la reconciliación

. conflicto es una lucha por los valores, por los bienes escasos (como los recursos), la potencia y el status. Lucha en la que el objetivo de los antagonistas es el neutralizar, perjudicar o eliminar el contrario4 .

. El conflicto consiste en un enfrentamiento o choque intencional entre dos seres o grupos de la misma especie, que manifiestan una intención hostil, uno respecto a los otros, generalmente en relación a un derecho y que para mantener, afirmar o restablecer el derecho intentan romper la resistencia del otro, eventualmente recurriendo a la violencia, la cual puede, si se presenta el caso, tender a la eliminación física del otro5 .

. El conflicto aparece cuando un individuo, una comunidad, una nación o, incluso, un bloque internacional, desea algo que no puede ser conseguidoamenosqueseaacostadeotroindividuoogrupoquetambién lo desea6 .

En síntesis, podemos decir que el conflicto es el enfrentamiento o luchaquesepresentacuandopersonasogruposseoponenentresíporque sus propósitos son o parecen incompatibles. Se genera porque las personasque convivenal interiordeunacomunidad, enocasiones, deben actuar frente a una misma situación y al hacerlo chocan, ya sea porque cada quien ve el problema de forma diferente o porque tienen intereses o necesidades distintas.

ELEMENTOS DE UN CONFLICTO

Siendo constitutivo del ser humano, el conflicto entra a formar partedelamismadinamicidaddelavidaysecaracterizaporlossiguientes tres elementos que nos facilitan la identificación de una situación conflictiva:

4 COSER, LEWIS A., Las funciones del conflicto social. Fondo de Cultura Económica, 1961. COSER, LEWIS A., Nuevos Aportes a la Teoría del Conflicto Social, 1967.

5 FREUND, JULIEN, Sociologie du conflict, 1983.

6 CURLE, ADAM, Conflictividad y pacificación, Herder 1977.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 3-22

1. Intereses: Son las cosas o beneficios (materiales, espirituales, académicos o científicos) que buscan las personas. Hacen que para conseguirlos las personas actúen de una u otra manera, es decir, determinan las actitudes de las personas en conflicto. Conocer los intereses nos ayuda a comprender el conflicto tal como es y a ampliar las posibilidadesparaencontrar una solución concertada; esdecir, conjunta. La mejor manera de conocer los intereses es preguntarnos: ¿Qué quieren laspersonas? ¿Por qué loquieren? ¿Por qué estan importantepara ellas? ¿Por quéuna persona buscaque seresuelva su problemade determinada manera?

2. Necesidades: son las condiciones imprescindibles (estabilidad económica,salud,vivienda,autoestima,reconocimiento,etc.)quemotivan a una persona a actuar en un conflicto. Es importante identificarlas acertadamente, ya que éstas son el mínimo necesario que debe garantizarse para que las partes queden satisfechas con el acuerdo. Para determinarlas podemos preguntarnos: ¿Qué es lo que verdaderamente busca cada parte, y por qué?

3. Valores: son el conjunto de elementos culturales (tradiciones, creencias,costumbres,entreotros)queunapersonainteriorizaylahacen actuar de una u otra manera. Para conocerlos y ver cómo influyen en el conflicto,podemospreguntarnos: ¿Porquéelindividuotienedeterminada actitud frente al problema? ¿Qué elementos de su cultura hacen que reaccione de esta manera?

Enesteordendecosas,cuandotratamosdeaprehenderlarealidad de crisis que estamos viviendo en Colombia, muchas veces deseamos pasarporellaalavelocidaddelviento. Constantementenospreguntamos: ¿hasta cuándo durará esta situación? ¿Por qué este grupo hace esto o aquello? Nos invaden interrogantes de fondo que van acompañados de imaginarios inexistentes, como el diálogo en medio de le guerra y las desapariciones forzadas, la paz sin un solo conflicto, o las armas como única solución posible para salir de la crisis.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 3-22

'Lo esencial es invisible a los ojos': del conflicto a la reconciliación

MANERAS DE ACERCARNOS A LA REALIDAD

Teniendo en cuenta nuestra crisis generalizada, nos atrevemos a afirmar que en Colombia existen dos maneras fundamentales de acercamiento vital al conflicto. No son las únicas, sino que son un aporte para que podamos acceder de alguna forma a este hecho.

Nosotroscolombianos,inmersosenunadifícilsituacióndeconflicto y violencia, podemos acceder a nuestra realidad tal como es en verdad, humana y/o evangélicamente.

Acceder al conflicto de manera humana es tratar de sobrevivir a una realidad que creemos nos desborda y que nos lleva muy pronto a asumir una fuerte actitud de resistencia, mezclada con sentimientos de temor y evasión y expresada frecuentemente en deseos de esquivar la realidad dicendo: «este secuestro, esta masacre... no es conmigo ni con los míos».

Con solo acercarnos a las generalidades del conflicto, podríamos corroborar que la situación es más compleja de lo que pensamos. No es fácil tener en cuenta herramientas como las siguientes:

. Los conflictos se traducen a través de personas. Por lo tanto, las personas condicionan el conflicto. Es decir, el esposo o la esposa condiciona el conflicto familiar, al igual que la reacción de los hijos.

. Por ende, la manera de actuar de las personas determina el desarrollo de un conflicto.

. Creemos que los valores, intereses y actitudes de las personas son los mismos en todos; sin embargo, un conflicto está condicionado por las personas, el contexto, la situación, la cultura, entre muchos otros factores que es importante tener en cuenta al momento de vernos involucrados activa o pasivamente en una situación conflictiva.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 3-22

. Es importante que tengamos muy en cuenta el género, pues una mujer reacciona y enfrenta de manera distinta el conflicto que un hombre.

. La percepción de la realidad es un punto clave para tener en cuenta.

Es así como la teoría de la 'resolución y/o transformación de conflictos' nos hablade Roles, como espaciosy actitudes quecaracterizan las diferentes maneras de asumir humanamente el conflicto. Entre estos roles tenemos:

1. El distante: siente que el mundo es una amenaza y prefiere retirarse y no asumir un rol activo. Nunca se compromete con nada por temoralerror. Permanecesiempredistanteyencapsulado. Tienemuchas barrerasdeprotección,porlotantolecuestaserasertivo. Eshiperanalista: antes de llevar a cabo una acción la piensa mil veces. Se aferra a las cosas rutinarias, no acepta retos y quiere que todo funcione siempre igual. No es capaz de encarar situaciones difíciles.

2. El Intimidador: atemoriza a los otros para lograr sus objetivos yparaelloutilizaunaactitudagresiva. Tienemiedoaquenoloconsideren importante, por lo tanto es incapaz de demostrar vulnerabilidad. La vida es un campo de batalla. No se contacta con sus sentimientos porque está siempre en lucha. No soporta el control.

3. El Inquisidor: ve la vida como un juego de ingenio. Es muy observador y siempre es capaz de detectar errores. Socava las ideas que las otras personas presentan, jugando a ser el «abogado del diablo». Aparece siempre como objetivo, pero en realidad es irónico. Busca ser el último en hablar para decir lo más inteligente.

4. La Víctima: siente que todo el mundo es injusto con él. Necesita siempre de la protección de otros y se considera indefenso. Cree que todos los problemas le pasan solo y exclusivamente a él. Le cuesta mucho poner límites y generalmente la gente abusa de ello. Se queja constantementeperonoescapazdehacernadaparacambiarlasituación.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 3-22

'Lo esencial es invisible a los ojos': del conflicto a la reconciliación

5. El Tiburón: avanza lenta y cautelosamente. Solo permite que se le perciba su hermosa «cola», la cual desliza tranquilamente porque se encuentra en su habitat que conoce muy bien. Aprovecha mucho a los distantes y a las víctimas para devorarlos. Su objetivo es claro: devorar a quien no comparte con él los mismos intereses, valores y/o necesidades.

6. La Carpa: teme toda situación conflictiva en su vida. Cede en todo momento y circunstancia todo lo que esté en juego dentro de un conflicto. Sonlapresapreferidadelostiburones,pueselhuirdelconflicto los hace más «atractivos» para ser devorados.

7. El Delfín: expresa coherentementela confianzay lacooperación que este animal manifiesta en la realidad. Son personas que revelan un altogradodeconfianzayquelesgustaabrirespaciosalamisma. Bastante aptosparalacooperación. Sedeslizanalegrementeensuhabitatyexpresan sus puntos de vista con claridad. Es un rol que abre las posibilidad para abordar la realidad evangélicamente.

Elconflictosegeneracuandosepresentaunaescasezdeposiciones orecursos: «cuandodos agentes oactoresperciben quenopueden ocupar un mismo espacio al mismo tiempo, o cuando no pueden gozar de lo que necesitanodeseansinqueelotroseveaprivadodeello»7. Entodoconflicto percibimos una dinámica de búsqueda de intereses, valores y/o necesidades incompatibles o excluyentes. Por eso, cada parte en el conflicto intenta ganar el control de los recursos, conquistar posiciones, con el ánimo de influir en el contexto social o comunitario en el que se encuentre. Es una lucha constante por el poder.

De aquí, sobre todo, se desprende la opinión generalizada que los conflictos son negativos, pues son abordados como causa primera de todoactoviolentoydejanmarcascruelesenelinteriordecadaserhumano que los vive. De aquí nacen también las llamadas «falsas ilusiones» que anotábamos antes, que claman por una ausencia total de los conflictos, lo cual es imposible.

7 CARDÓ FRANCO, CARLOS, «Firmes en la esperanza, una espiritualidad para tiempo de conflicto» : Cuadernos de Espiritualidad - Perú, 56 (1991) 9.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 3-22

La realidad nos indica que siempre que existan seres humanos, con diversidad de comprensiones, intereses, necesidades, valores y capacidades, surgirán los conflictos. Por ello, la invitación que se nos haceesaabrirlasposibilidadesdeabordarlosconflictos evangélicamente, a resaltar lo positivo que tiene todo conflicto y/o crisis.

Vivir evangélicamente la conflictividad innataen elserhumano esapropiarnosdeunanuevalecturadelarealidad. Másalládelaruptura que causa en nosotros la realidad de crisis en la que nos encontramos, debemos colocarnos por encima de los fenómenos que manifiestan el conflicto y lanzarnos a percibir el fondo de la problemática desde una óptica evangélica. Abordar el conflicto desde el Evangelio es tocar el fondo de los problemas, explicarlos desde las causas mismas, dar razón de ellos y tratar de darles sentido. Es hacer posible la característica peculiar de los conflictos como positivos que son.

Debemos aprehender que los conflictos forman parte de la existencia humana, que pueden ser vividos de un modo cristiano, hallándoles un sentido y una dirección en la que nos podamos apoyar para crecer en identidad personal y social; siempre teniendo en cuenta que elconflicto, lacrisis, nos abrea nuevosmodosde expresión, anuevos sistemas de relación y a nuevas formas de coexistencia con los otros.

Una prueba de lo anterior la podemos hallar en los textos de la resurrección, que manifiestan el inmenso caudal de amor misericordioso queDiosdesbordaparanosotrosenJesús. Escomoreleernuestrahistoria de salvación en tónica de reconciliación como oportunidad.

Pero, podemos preguntarnos: ¿por qué los relatos de la resurrección para abordar evangélicamente el conflicto? Haciendo referencia a esto, Robert J. Schreiter en su libro «El ministerio de la Reconciliación»afirmaque«losrelatosrelacionadosconelmisteriopascual -pasión,muerteyresurrección-ocupanunlugarcentralenestadinámica. Nos ofrecen un patrón con elcual podemos descubrir cuál es el verdadero poder, cuál el sentido del sufrimiento y la muerte, cuál la manera de vencer al mal, cuál el contenido de nuestra esperanza en Dios».

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 3-22

'Lo esencial es invisible a los ojos': del conflicto a la reconciliación

Schreiter parte de la experiencia que Pablo tuvo del resucitado. Ésta la expresa cuando afirma en Filipenses 3, 10-11 que «conocerle a él, el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos, hecho semejante a él en la muerte, tratando de llegar a la resurrección de entre los muertos». Es el «poder de su resurrección» una energía dinámica y transformadora que no se limita a restablecer la situación que existía con anterioridad, sino que desencadena una transfiguración de cada ser humano que accede a este misterio pascual.

En este sentido, tenemos que el punto central para experimentar al resucitado está en la apropiación que debemos tener de la pasión y muerte. La configuración con el resucitado parte de la configuración con su pasión y muerte. En otras palabras, abordar evangélicamente el conflicto implica que asumamos la crisis, el conflicto mismo, como oportunidad de transformación.

Veamos con más detalle este proceso desde un texto de la resurrección. En Marcos 16, 1-8 y/o Juan 20, 1-18 se nos narra la experiencia que tuvieron las mujeres. Es un nuevo día para empezar de nuevo, en medio de la desesperanza y el desconcierto que les ha dejado la tarde del viernes, tres mujeres avanzan por un camino, en un país invadido, donde el Estado recurre a la violencia con el ánimo de reafirmar su poder. En ese tiempo las ejecuciones se llevan a cabo en lugares públicos, al borde del camino, en basureros, para resaltar que los ejecutados no son más que basura humana. Los condenados son crucificados y debilitados, mueren por asfixia.

Uno de los tres hombres ejecutados la tarde del viernes se había portandomuybienconellas. Eraunmaestroqueleshabíapermitidoseguirlo enunasociedadenlaqueestosoloerapermitidoparaloshombres. Una de ellas era María Magdalena, a quien ese hombre le había cambiado la vida.

Las tres se dirigen a un espacio rocoso que había sido excavado con el ánimo de albergar allí un sepulcro. Claro está que lo normal era que los crucificados vivieran la postrera humillación: descolgados de la cruz, sus cuerpos eran arrojados a un basurero. Aquella mañana se acercan ellas al sitio donde fue sepultado su maestro y se encuentran con que la piedra ha sido corrida y el cuerpo ha desaparecido.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 3-22

Irónicamente, en mediodeunasociedadexcluyente, losevangelios nos narran que después de su resurrección, Jesús se apareció primero a lasmujeres. Porende,loshombresnocreenenlosrelatosdelasmujeres. Es decir, precisamente ellas, las que no eran dignas de trato humano, las que no podían ser testigos en ningún caso, las destinadas única y exclusivamente al hogar, son las que primero experimentan el poder transformador de la resurrección.

Aun con grande escándalo, Jesús las había tratado de forma diferente. Les permitió acompañarlo en sus predicaciones, las trató con dignidad y respeto. Incluso, se dedicó a enseñarles, respetando su mentalidad y sus ideas. Ese maestro insistía en que el Reino de Dios que estaba por llegar cambiaría todo el «esquema» humano: los marginados ocuparían el lugar principal, los considerados inferiores se convertirían en los primeros.

Las mujeres que lo habían acompañado en el momento de su muerte se encontraron desconcertadas cuando no hallaron su cuerpo. Según el relato de Marcos ellas huyeron llenas de miedo. En el relato de Juan,MaríaMagdalenaquedasolajuntoalsepulcroyexpresasulamento: «se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto».

Schreiter nos afirma, haciendo referencia a este relato, que esas mujeressonahoratestigosdelaresurrección. Reaccionanconperplejidad y desconcierto. El recuerdo de la muerte está muy reciente para ser aquietado por el mensaje. Ellas no ven a Jesús, ha desaparecido. De esta forma, la mujer se nos devela como sujeto activo en un proceso de 'resolución y/o transformación de conflictos'; esto lo podemos corroborar con el papel que han jugado las madres de los policías y soldados secuestrados aquí en Colombia. Han sido ellas, movidas por el amor de madre y por el sentimiento de ausencia - vacío que deja la desaparición de sus hijos-, las que se han movilizado pacíficamente para que el Estado tome las riendas de la situación y busque mecanismos de salida ante la encrucijada.

Es así como el relato de la sepultura se centra en la muerte y en la sensación de ausencia y abismo que experimentan quienes todavía se encuentran bajo la conmoción provocada por la violencia y la muerte.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 3-22

'Lo esencial es invisible a los ojos': del conflicto a la reconciliación

Como lo podemos ver en el caso de las madres colombianas que han entregado un hijo en este medio convulsiuonado de conflicto y violencia.

En una cultura como la nuestra, los varones son quienes originan laviolenciacotidianaenlamayoríadeloscasos. Porotrolado,lasmujeres son quienes se dedican a reestructurar los espacios que han roto los varones con su agresividad. Inclusive, en ciertas ocasiones son ellas las únicas sobrevivientes al paso del opresor.

Jesús entendió desde sus entrañas esta realidad. Las mujeres desempeñanunpapeldecisivoenlosprocesosdereconstrucciónpersonal y/o social. Son ellas las víctimas, en la mayoría de los casos, quedando con la misión de reconstruir la sociedad a través de mecanismos alternativos de resolución pacífica. Son un medio para cicatrizar y para seguir caminando.

Schreiter afirma que Jesús se apareció a ellas, primero, porque «son ellas las que suelen tomar la iniciativa en la reconciliación, promoviendo gestos que suelen resultar cruciales para facilitarla. Ellas son,porantonomasia,lasembajadorasdelareconciliación. Ensutrabajo, que consiste en crear y animar círculos de reconciliación (...)»8. Ante unos hombres temerosos y dispersos, como estaban los apóstoles, son ellas las que experimentan el desconcierto de la transformación y llevan la noticia, en medio de la confusión y del desconcierto que las invadió, porqueal fin yal cabolaresurrección no es unaexperiencia quepodamos apresurar ni anticipar, sino que parte del reconocimiento de María Magdalena (¡Rabbuní! -Maestro-), dando paso a la gracia de la transformación, que le permite la reconciliación con la vida que pasó por la muerte.

Sin embargo, el reconocimiento no se da en un solo paso. En el relato de Juan, Pedro y Juan entran al sepulcro, Pedro «cree» pero sin entender el significado. Por ende, el reconocimiento supone varios pasos como:

8 SCHREITER, ROBERT. El Ministerio de la Reconciliación, Sal Térrea, Santander 1998, 50.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 3-22

. Descubrir que uno ha sido trasportado a un nuevo estado, aunque todavía no se perciba con claridad lo que supone la nueva condición.

. Avanzar lenta y paulatinamente en actitud de relectura de la vida.

. Percibir y apropiarse de la nueva condición.

. Iniciar exploración del nuevo e inexplorado territorio.

. Iniciar reconstrucción social con una nueva misión.

Sonestoslospasosquedebeiniciarcadaserhumano,cadafamilia, que haya sido fraccionado(a) por el conflicto, para poder vislumbrar el horizonte de sentido transformador u oportunidad que tiene toda crisis en nuestra vida. Siempre y cuando sea abordada evangélicamente.

Por último, es importante anotar el símbolo que nos deja el hecho del sepulcro vacío que, acompañado del desconcierto, la confusión y el miedo que invade a las mujeres, revela el paso del conflicto a la reconciliación. Tengamos en cuenta los golpes que ellas han recibido: el trauma que implicó todo el proceso de ejecución sigue en la memoria de lasmujeres, elentierrotuvieronquehacerloatodaprisa yen esamañana las cosas cambian completamente: el sepulcro está abierto y el cuerpo ha desaparecido. No logran hallar explicaciones.

El sepulcro es el espacio en el que pueden liberar el inmenso dolor que las invade. Pero les han violado ese espacio y todas las posibilidades de encauzar el dolor se les fueron de las manos. Al cúmulo de golpes se añade el de la ausencia del cuerpo, de la vida.

No podemos perder de vista que, para todo el que vive un conflicto la presenciafísicadel otro, dela otreidad, esimportante comomecanismo de canalización de todos los confusos sentimientos que inundan una situación de crisis. En situaciones de desaparición forzada, masacres, y otras manifestaciones de violencia como las que vivimos en Colombia, la posibilidad de saber dónde están los muertos es vital. La ausencia,

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 3-22

'Lo esencial es invisible a los ojos': del conflicto a la reconciliación mezcladaconelsentimientodeincertidumbre,ahondalasraícesdeldolor y la desesperanza.

El «agujero negro» que se construye en un conflicto cuando nos invadelaausenciadelotro,nosdejasinidentidadyrompetodaposibilidad de relación. Es lo que han experimentado cristianos que han sido torturados cruelmente en medio de un vacío de Dios; aunque sabían que él está con los oprimidos, no podían sentir su presencia.

En este contexto, la reconstrucción de la relación, base fundamental de la reconstrucción social, se hace posible en la medida en que el otro se me devela como lo que es: «Otro», así esté vivo o muerto. Es éste un medio que nos permite canalizar dolores internos y profundos y que posibilita la apropiación de la realidad conflictiva como oportunidad de crecimiento. Ya lo afirma Emmanuel Levinas cuando dice:

El rostro en el que se presenta al Otro -absolutamente otro- no niega el mismo, nolo violentacomo laopinión,laautoridado lo sobrenatural taumatúrgico. Permanece al nivel de quien lo recibe, sigue siendo terrestre. Esta presentación es la no-violencia por excelencia, porque, enlugardeherirmilibertadlallamaalaresponsabilidadylainstaura. No-violencia,mantienesinembargo lapluralidaddelmismoydelotro. Es paz. La relación con el otro -absolutamente otro- que no tiene fronteras con el Mismo, no se expone a la alergia que aflige al Mismo en una totalidad y sobre la que reposa la dialéctica hegeliana. El Otro noesparalarazónunescándaloquelaponeenmovimientodialéctico, sinolaprimeraenseñanzarazonable,lacondicióndetodaenseñanza. El pretendidoescándalode laalteridad,suponelaidentidadtranquila del Mismo, una libertad segura de sí misma que se ejerce sin escrúpulos y a quien lo extraño sólo trae malestar y limitación. Esta identidad sin tacha, liberada de toda participación, independiente en el yo, puede perder sin embargo su tranquilidad si lo otro, en lugar de atacarlo al surgir en el mismo plano que él, le habla, es decir, se muestra en la expresión, en el rostro y viene de lo alto9 .

9 LEVINAS, EMMANUEL, Totalidad e infinito, Ediciones Sígueme, Salamanca, Traducción de Daniel E. Guillot, 1977.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 3-22

De esta forma, abordar evangélicamente el conflicto, implica una apropiación en nuestras vidas de la experiencia de la resurrección. Ésta no es otra cosa que el paso por la pasión y muerte, por la crisis, que nos lanza a desconciertos, temores, desesperanza y ausencia, pero que nos consolida en la transformación y nos lanza a ser reconstructores de sociedades. Es experimentar que en el resucitado está la reconciliación como oportunidad.

DEL CONFLICTO A LA RECONCILIACIÓN

Alfinalizarestabrevereflexióndesdelasgeneralidadesdelconflicto y las diversas maneras de abordarlo, tenemos que desde nuestra misma experiencia de Dios están dadas las posibilidades de abordar creativamente el conflicto y lanzarnos a ser reconstructores de espacios comunitarios donde sea posible vivir un proceso de transformación de los conflictos desde la experiencia de la reconciliación cristiana.

En Jesús, Dios sale de sí mismo y se nos da, a cada uno en particular y a la comunidad. Dios se humaniza en el ser humano, lo crea dándosele en función del otro. Es lo que llamamos comunión. Se forma deestamaneraunadimensióncomunitariaquehaceposibleexperimentar la construcción del Reino.

Dios acontece en una humanidad marcada por la conflictividad, como lo anotábamos con anterioridad. Es una humanidad llamada a la comunidad que se asemeja a un cuerpo: vivo, dinámico, armónico (...) «semejante a Cristo». Este cuerpo está invitado a hacer posible el Reino de Dios a través de la solidaridad; es decir, reconociéndome en el otro, tal como es, logro apropiarme el misterio de la comunión con Dios. Es así como accedemos al proceso de transformación. Es la reconciliación con Dios, con nosotros mismos, con los otros, con la vida.

Schreiter afirma que el proceso de reconciliación tiene las siguientes fases:

1. FaseInicial:lasrelacionesdepoderdeunasociedadenconflicto comienzanaexperimentarcambios. Sehaceevidenteunatransformación.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 3-22

'Lo esencial es invisible a los ojos': del conflicto a la reconciliación

Crece la inestabilidad interna porque los oprimidos van afirmando su posición frente a los opresores.

2. Transformación: se inicia la transición a través de un acontecimiento fundamental simbólicamente. Posteriormente este acontecimiento va acompañado por otros menos significativos, pero relevantes. Aquí la reconciliación se vislumbra como posibilidad.

3. Reajuste:comienzalareconstruccióndelasociedad. Sedefinen y consolidan los cambios respectivos, y se comienzan a dar los pasos para implementar elementos con visión de futuro.

Además, cristianamente la reconciliación cuenta con el amor que Dios derrama sobre el corazón de cada uno de los seres humanos como resultado de la reconciliación que él mismo lleva a cabo en Cristo Resucitado. Para profundizar personal o comunitariamente este aspecto, recomiendo 2 Corintios 5, 17-20.

En el citado texto, San Pablo nos comparte lo que es la reconciliación desde la experiencia pascual:

1. La reconciliación es obra de Dios: es él quien a través de Cristo la inicia y la lleva a su culminación en nosotros.

2. La reconciliación tiene más de espiritualidad que de estrategia. Es gracias a la acción de Dios que se hace posible la reconciliación. Esto implicaelcultivodeunarelaciónestrechaconDios(prácticasespirituales) paracrear espacios para laverdad, la justicia, la curación, la irrupción de nuevas posibilidades; originar nuevas comunidades fundadas en la esperanza, capaces de imaginar y celebrar un futuro nuevo.

3. La experiencia de la reconciliación hace tanto de las víctimas como de los agresores nuevas criaturas (2 Cor 5, 17).

4. El proceso de la reconciliación por excelencia, el que pone en marcha la creación de una nueva humanidad, lo podemos encontrar en la historia de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 3-22

5. El proceso de reconciliación sólo alcanzará su fin cuando Dios lleve a cabo en Cristo la consumación definitiva del universo.

En síntesis, afirmar que del conflicto podemos pasar a la reconciliación, como oportunidad de transformación, es corroborar que la misma vida conflictiva es un proceso en el que se desata el acontecer de Dios en nosotros mismos con el ánimo de abrirnos continuamente al servicio del otro, de la «otreidad», que nos devela el rostro misericordioso del Padre en Jesús Resucitado.

Para ello, debemos acceder a la Transformación de los conflictos en nuestra vida en clave de Seguimiento de Jesús, donde sea posible abordar el conflicto como Espiritualidad y no tanto como Estrategia. Es posible hablar de la Espiritualidad del Conflicto como una opción que nace desde nuestras misma entrañas cuando hacemos nuestras las palabras de San Pablo en la Segunda carta a los Corintios:

Pero llevamos este tesoro en recipientes de barro, paraque aparezca que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no de nosotros. Atribulados en todo, más no aplastados; perplejos, más no desesperados; perseguidaos, másno abandonados;derribados, más no aniquilados. Llevamos siempre en nuestros cuerpos por todas partes el morir de Jesús, a fin de que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Pues, aunque vivimos, nos vemos continuamente entregados a la muerte por causa de Jesús, a fin de que tambiénlavidade Jesússe manifieste en nuestracarne mortal10 .

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 3-22

Apuntes para la vivencia del conflicto y la reconciliación social desde el seguimiento de Jesús

Apuntes para la vivencia del conflicto y la reconciliación social desde el seguimiento de Jesús

Jairo López H., S.I.*

Quieroreferirmealasrealidadesdelconflictoylareconciliación desde una espiritualidad que tenga como fundamento el seguimiento de Jesús. Considero que una verdadera transformación de los conflictos solo es posible desde una vida en el espíritu, igual que acontece en los auténticos procesos de reconciliación. Esto no quiere decir que las técnicas y estrategias que se han descubierto por parte de los estudiosos de las ciencias sociales y humanas no sean válidas; prestan una enorme ayuda y pueden facilitar las fases de distensionamiento y conciliación, pero cuando se trata de evoluciones más complejas, tanto en la transformación de conflictos como en la reconciliación, la espiritualidad llega hasta realidades más hondas y posibilita la culminación de los procesos.

Pretendo hacer un acercamiento a la realidad del conflicto y la reconciliación social para encontrar algunas pautas que ayuden al seguidor de Jesús en su vivencia. No es una tarea fácil y sobre ella poco se ha reflexionado y escrito. Más aún, la complejidad del conflicto que vivimos actualmente en Colombia, condiciona la posibilidad de asumirlo

* Licenciado en Filosofía, Magister en Estudios Políticos, Realiza estudios de Teología en la Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá. Colabora en el Programa por la Paz de la Compañía de Jesús.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 23-35

enplenitud. Pretendosolamentedaralgunosrasgosypistasquepermitan la configuración de esa espiritualidad en medio de una realidad tan conflictiva y necesitada de reconciliación, y teniendo como telón de fondo mi vivencia de ella desde los que sufren la guerra. La reflexión de los teólogoslatinoamericanosmehaservidodeinspiracióndesdelosprimeros años de mi proceso espiritual en la Compañía de Jesús.

En primer lugar haré una reflexión en torno al seguimiento de Jesús como espiritualidad; en un segundo momento me referiré a la vivencia del conflicto desde Jesús, que lo vivió en carne propia, para abordar, por último, el tema de la reconciliación desde la espiritualidad cristiana.

LA ESPIRITUALIDAD, DESDE EL SEGUIMIENTO DE JESÚS

La espiritualidad cristiana se entiende como el vivir según el espíritu de Jesucristo, recreando y concretizando en la propia existencia y en una situación histórica determinada, las motivaciones, las actitudes fundamentales y la conducta de Jesús1. La espiritualidad es la fuerza y el dinamismo que Jesús otorga a la persona que asume su propuesta, desde la fe y el compromiso.

Vivir según el espíritu, como lo expresa Leonardo Boff, «es vivir filialmente frente a Dios en la devota obediencia a su voluntad; fraternalmente con los hermanos y señorilmente frente al mundo como un libre señor, responsable por el recto orden de las realidades mundanas»2 .

El dinamismo de una espiritualidad cristiana proviene de la encarnación de Dios en nuestra historia, en la persona de Jesús. Seguir a Jesús implica, a su vez, vivenciar la encarnación en la historia personal y en la historia social. El seguimiento de Jesús no es algo estático sino procesual, y se adapta a las historias personales y sociales, constituidas

1 Cfr. ESPEJA, JESÚS, La espiritualidad cristiana, Verbo Divino, Navarra 1992, 45.

2 BOFF, LEONARDO, Vivir en el Espíritu según el Espíritu, Indo-América Press Service, Bogotá 1983, 41.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 23-35

Apuntes para la vivencia del conflicto y la reconciliación social desde el seguimiento de Jesús en«signosdelostiempos». Nosepuedepensarunaespiritualidadcristiana no encarnada en la historia de cada persona, comunidad y sociedad.

En Jesús, los cristianos encontramos la manera plena de ser humanos y de humanizar a todos nuestros semejantes; en él nos brinda Dios, como una gracia, su amor benevolente y transformador. Y cuando la libertad del hombre y la gracia de Dios se encuentran y sintonizan, sucede lo que aconteció en Jesús: una entrega en servicio a los demás.

Unido a lo anterior está el explicitar la vida del espíritu por medio deencuentrosconelSeñorquenosacompañaenlahistoria. Estoequivale a una toma de conciencia de cómo Dios nos va guiando y cómo respondemos a sus llamados constantes. Implica que hay que tener momentospara laoración. El compromisohistóricoconel Reinonecesita de los momentos de diálogo y encuentro con Jesús. De allí que es necesario un sano equilibrio: oración y práctica3. Para el seguidor de Jesús, la espiritualidad es un momento primero, que implica una experiencia de relación con Jesús.

Vivir según el espíritu o espiritualidad no es substraerse del peso delavida,nidelaopacidaddelaexistenciaterrena,nidelastribulaciones, enfermedades, angustias, ni de la sujeción al imperio de la muerte. Vivir según el espíritu implica un asumir todas las realidades humanas y sentirse llamado a vivirla desde un llamamiento superior, dentro de un contexto social.

Se trata de favorecer lo que conduce a Dios en medio de la historia y de transformar aquello que no conduce a una orientación de la vida según el querer de Dios. Querer de Dios que no es distinto al de cada persona, vivido de manera limpia y diáfana. Sin embargo, por nuestra contingencia, no podemos vivir totalmente según el espíritu, siempre nos sentiremosdivididoseimpelidosabuscar laliberación ylareconciliación. Encontramos conflictos interiores que debemos asumir desde el espíritu para que seamos reconciliados. Se necesita una liberación interior que

3 Cfr. SOBRINO, JON, Liberación con Espíritu. Apuntes para una nueva espiritualidad, Sal Terrae, Santander 1985, 7.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 23-35

llamamos conversión. Convertirnos al espíritu del Evangelio que nos lleva a una liberación.

La fidelidad a la propuesta de Jesús se da en una solidaridad con las personas que sufren y en la lucha por una verdadera justicia. La solidaridadconelmundodelospobresesmuyimportanteparaelseguidor de Jesús; ellos le revelan el rostro de Dios y le dan esperanza y fuerza para construir, con ellos, desde ellos y como ellos, un mundo en fraternidad y justicia. La opción de Jesús fue de vivir en una pobreza personal y social, al mismo tiempo que hizo opción por la gente más sencilla de su tiempo. Jesús no comulgó con aquellas situaciones de injusticia que llevaban a un empobrecimiento de sus seguidores como personas. En ese sentido predicó una justicia para todos.

Una espiritualidad huérfana de la solidaridad y de la compasión humana pierde fácilmente su horizonte cristiano, para encerrarse en sus propiospostulados,prácticasyritos. SeguiraJesúsimplicalasolidaridad con el pobre en orden a aliviar su sufrimiento inmerecido, al tratar de establecer, desde ellos, la justicia y el derecho4. La solidaridad con los marginados y dolientes da fuerza a la relación con el Dios que en ellos clama justicia y en sus sufrimientos padece.

Seguir a Jesús es incorporarse a la espiritualidad que vive nuestra gente, que pasa por el sufrimiento y la injusticia, pero también por la gratuidad,porlaesperanzayporlaluchaincansableporunmundomejor, con una infinita confianza en Dios.

Sentir el amor misericordioso de Dios en Jesús es fundamental para sentir la solidaridad de Dios con el hombre, y desde allí sentirse llamados a ser solidarios con los demás. Se sale de sí para ir al otro en una solidaridad traspasada por un amor que empuja a construir comunidad.

Elsalirdenosotrosesmotivadoeiluminadoporunaespiritualidad de un Dios Trinitario que nos lanza a un proyecto comunitario. No

4 Cfr. GUTIÉRREZ, GUSTAVO, Hablar de Dios desde el sufrimiento del inocente, Lima, CEP 1986, 121.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 23-35

Apuntes para la vivencia del conflicto y la reconciliación social desde el seguimiento de Jesús podemos entendernos como cristianos sin una inserción real en la sociedad, desde nuestras comunidades de creyentes. El cristiano es un ser en el mundo, vuelto hacia los demás, en libertad, promoviendo la fraternidad entre los hombres.

Las cruces propias de un seguimiento radical de Jesús no son extrañas, y se asumen como un aspecto propio de una vivencia honesta del cristianismo. Tenemos que ser conscientes que la propuesta de Jesús es contraria a la lógica del poder actual y a las distintas violencias que destruyen la vida; conlleva persecuciones y críticas que hay que afrontar desde la fe y la esperanza cristiana5. Este aspecto lo abordaremos en el siguiente punto, desde el conflicto.

EL CONFLICTO, DESDE EL SEGUIMIENTO DE JESÚS

Lo que denominamos como «las cruces», en el lenguaje de la espiritualidad, no es otra cosa que los sufrimientos, conflictos y contradicciones de la vida, tanto en el ámbito personal como social. La cruz es un hecho de la condición humana. El conflicto es uno de los modos más habituales como se presenta la cruz en la condición humana. Al igual que la cruz, los conflictos no tienen un sentido negativo, son algo que está allí, solo que pueden ser vividos como algo redentor, como algo salvífico, desde una transformación6 .

La conflictividad es una característica no deseada, pero inevitable, de toda práctica humana que intenta incidir en la transformación de una situación y estructura injustas. Solo una actitud de «lavarse las manos» está exenta de conflicto.

En ocasiones los conflictos se dan por el simple hecho que somos distintos, limitados y a veces incompatibles. El conflicto en sí es un hecho muchas veces inevitable, pero a menudo está ligado y reforzado también por el egoísmo y el pecado. En este segundo caso es atribuible a un mal moral.

5 Cfr. SOBRINO, JON, Misterium Liberationis II. Espiritualidad y seguimiento de Jesús, Trotta, Madrid 1990, 466-467.

6 Cfr. GALILEA, SEGUNDO, El camino hacia la espiritualidad, Paulinas, Bogotá 1985, 230ss.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 23-35

Como ya lo insinuamos en la parte anterior, los conflictos son situaciones que están presentes en nosotros mismos y en nuestras relaciones. El hecho de tomarse en serio el seguimiento de Jesús ya conlleva sus conflictos, tanto en el ámbito personal como en los ámbitos sociales.

El conflicto es algo que atraviesa toda la vida de Jesús, no como algo accidental, sino como un proceso que Jesús asume. Proceso que lo lleva hasta el hecho extremo de su muerte en soledad. Conflicto consigo mismo, con sus familiares, con sus discípulos, con el poder religioso y con el poder político. Conflicto dado por su fidelidad a la voluntad de Dios, de construir un Reino en justicia y derecho; es decir, una sociedad contraste en igualdad y sin exclusión7 .

Jesús no teme el conflicto; incluso lo provoca con el fin de denunciar las estructuras excluyentes del poder religioso. Pero no lo enfrenta irresponsablemente, confiado en un escape mágico o en una intervención depoder. Enseñaa susdiscípulos loscriteriosparaafrontar esosconflictosproducidosporlasestructurasinjustas:radicalidad,desde la marginación, creación de nuevos espacios de construcción del Reino enlaspersonasylascomunidades ydisponibilidadalperdón,entreotros.

Jesúsviveenconflictoconlarealidad,porquelaquieretransformar de raíz. Vive en conflicto con la religión, porque está guiada por el interés y no por la gratuidad. Está en conflicto con el «centro» político religioso, porque Él vive en la «frontera» y desde la radicalidad. Vive en conflicto con la gente, a quien ayuda a salir de su consciencia ingenua.

La práctica de Jesús es una práctica incluyente; no es neutral, opta por los pobres. Convoca a todos, pero a su causa adhieren aquellos que se sienten necesitados. Desde esa solidaridad con los marginados vive la fidelidad a la voluntad de Dios.

7 El libro de BRAVO, CARLOS, Jesús hombre en conflicto, CRT, México 1986; nos trae todo una narrativa teológica del conflicto desde el Evangelio de Marcos. He tomado algunos de sus planteamientos para este ensayo.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 23-35

Apuntes para la vivencia del conflicto y la reconciliación social desde el seguimiento de Jesús

En Jesús, el conflicto no se da por odio, resentimientos y deseos de venganza. En Jesús el conflicto está motivado por el amor; es un reclamoalassituacionesyestructurasquenopermitenconstruirelReino de Dios. Jesús siempre está dispuesto a acoger y perdonar a todo el que acepte su propuesta de fraternidad en justicia.

Tampoco el conflicto se asimila a violencia. El conflicto puede conducir a la violencia. Jesús vivió esta situación en carne propia. La violencia no resuelve nada, ella nunca trae bienes, al contrario trae angustias, lágrimas, zozobra y muerte8 .

Vivir según el espíritu implica superar todo odio e instinto de egoísmoyvenganzaqueson concretizacionesdelproyectosegúnla carne. Vivir según el espíritu encierra una total reconciliación inclusive con el enemigo. Quien en su vida asume el seguimiento de Jesús como suyo, comienza a actuar como Dios, que ama a los ingratos y a los malos (Lc 6, 35) y da el sol y la lluvia a justos e injustos (Mt 5, 45)9 .

La vivencia del conflicto de Jesús es «anticipativa» del conflicto del cristiano. Desde entonces no es válida la idea que lo verdaderamente cristiano es vivir sin conflicto. Para un seguidor de Jesús es imposible eludirlos. QuiensetomeenseriolapropuestadeJesúsdeberáenfrentarse a los poderes que siguen configurando proyectos de muerte para la gente; y ante ellos deberá seguir rebelde, proponiendo como correctivo y como norma la solidaridad con el pobre.

En definitiva, el conflicto tiene carácter normativo para los cristianos y cristianas que quieran proseguir la causa de Jesús. No se tratadeunaespiritualidadconflictivanidesobrevalorarenmaneraalguna el conflicto. Tampoco se trata de crear una espiritualidad del conflicto; es una espiritualidad desde el seguimiento de Jesús que conlleva el conflicto, pero que nos ayuda a vivenciarlo y transformarlo, desde la experiencia de la cruz. En el seguimiento de Jesús encontramos criterios

8 Cfr. MONSEÑOR ROMERO, Homilía ¡Basta ya!, citado por Jesús Espeja, en Espiritualidad y liberación, Cep, Lima 1986, 145.

9 Cfr. BOFF, op. cit., p. 43.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 23-35

para vivir los conflictos: desde el amor, la misericordia, el perdón, la reconciliación,lafraternidad,lasolidaridadconlosmáspobres,lajusticia.

Así como en nuestro interior y en nuestras comunidades encontramos conflictos, en la sociedad nos encontramos con las contradicciones. Contradicciones que muchas veces vienen dadas por los sistemas políticos y económicos. Hay que tomar conciencia, desde el espíritu, de esas contradicciones que han llevado a los conflictos sociales y políticos, para buscar su transformación.

LA RECONCILIACIÓN DESDE EL SEGUIMIENTO DE JESÚS

Después de haber realizado el recorrido por algunos aspectos del seguimiento de Jesús y haber dado una mirada al conflicto en esa misma perspectiva, pretendo en esta parte recoger algunos rasgos de la reconciliación cristiana. Necesariamente debemos volver sobre algunos puntos ya tratados, pero ahora explícitamente desde la dimensión de la reconciliación.

En las contradicciones y conflictos sociales y políticos hay unas víctimas generalmente los más pobres y, como ya hemos dicho, el asumir esas contradicciones y conflictos tiene para el cristiano como referente obligado el seguimiento de Jesús10 .

La reconciliación se engendra en una vivencia de la fe, nace de una espiritualidad, y crece como una tarea moral. Solo podemos vivirla alimentados en el amor misericordioso de Dios que experimentamos, impulsadosporlaesperanza,yexigidosmuchasvecesporunvencimiento propio. La reconciliación es una espiritualidad, no un proceso

10 Para el desarrollo de este tema sigo muy de cerca, además de los teólogos latinoamericanos, los planteamientos de SCHREITER, ROBERT J. en sus libros Violencia y Reconciliación, Sal Terrae, Santander 1998 y El ministerio de la reconciliación, Sal Terrae, Santander 2000.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 23-35

Apuntes para la vivencia del conflicto y la reconciliación social desde el seguimiento de Jesús administrativo o de meras estrategias, como suele abordarse desde las ciencias sociales y humanas11 .

En cuanto espiritualidad, ofrece una visión de la realidad que reconoce la acción reconciliadora de Dios en el mundo y se articula en respuestaalamisma. Tambiénesunaformadevidaynosolounconjunto de tareas concretas por realizar y completar. Desde la vida en el espíritu es posible el perdón, el vencerse a sí mismo, dar amor, alimentar la esperanza, fomentar la misericordia y ofrecer reparación.

Así como la espiritualidad para vivir el conflicto está unida a la experiencia de pasión-muerte de Jesús, también la vivencia de la reconciliación cristiana está basada en la sangre y la cruz, pero especialmente en la resurrección.

En la resurrección de Jesús vemos al Señor resucitado esforzarse por curar las divisiones y abrir paso a una nueva vida. Una visión de la reconciliación lograda por la sangre de Cristo, ilumina el sentido que la resurrecciónpuedetenerennuestrotiempo. Laresurrecciónnosasegura que es posible la esperanza12 .

Damos reconciliación porque hemos sido reconciliados en Cristo. El amor divino es el fundamento de la reconciliación a la que estamos llamados. Sentirnos amados desde la misericordia de Dios y por ende perdonados y reconciliados, es una gracia o don que tenemos los que creemos en Cristo. El perdón de Dios se convierte en nuestros corazones en fuente inagotable de perdón con nosotros mismos, con aquellos con quienes convivimos y con la misma sociedad. Nuestro servicio es de reconciliación, en tanto hayamos experimentado la reconciliación en nuestras vidas y en tanto nos percatemos que Dios nos amó primero (1 Jn 4, 11) cuando todavía éramos pecadores (Rm 5, 8)13 .

11 Para un análisis de los distintos enfoques de la reconciliación encontramos el texto de GALTUNG, JOHAN, Tras la violencia, 3R: reconstrucción, reconciliación, resolución, Red Gernika 1998. Especialmente el capítulo VIII, p. 77-100.

12 Cfr. SCHREITER, R., El Ministerio de la reconciliación, op. cit., p. 142-143. Todo este libro trae un interesante análisis de los relatos de la resurrección del Señor desde la reconciliación.

13 Cfr. SOBRINO, JON, «América Latina: Lugar de pecado, lugar de perdón» : Concilium 204 (marzo 1986) 228.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 23-35

Cuando los cristianos, desde el seguimiento de Jesús predicamos la reconciliación, el perdón y la paz, debemos hacerlo por medio de una búsqueda de cambio de estructuras y de la liberación de los hombres para que puedan vivir con dignidad. Predicar el perdón y la paz a los pobressin exigir laconversión aquienesprovocan laviolencia, sin buscar alternativas a las situaciones de injusticia social y política, es profanar la opción de vivir según el espíritu14. Inspirados en esta propuesta, los seguidores de Jesús vivencian esta liberación como una opción espiritual que se despliega en las distintas dimensiones de su vida personal, comunitaria y social.

Entonces,enuncontextodeviolenciacomoelnuestro,nopodemos hablar de reconciliación cristiana en el ámbito social si no hay, además de cicatrizar las heridas del recuerdo y aceptar el perdón, una transformación de las estructuras sociales que provocan, promueven y justifican la violencia.

La reconciliación cristiana busca una paz sostenible y duradera, en contradicción con una paz apresurada que trivializa la violencia física o psíquica, la pacificación que no libera a las personas de las estructuras que las esclavizan o la mera reconciliación alcanzada mediante técnicas y estrategias de resolución de conflictos.

Es necesaria una reconciliación social que acompañe el proceso de reconciliación espiritual. La reconciliación social es una puesta en marcha de procesos y estructuras que ayuden a la reconstrucción de sociedadesfracturadas,siempreapartirdelaverdadylajusticia. También tiene que ver con asumir el pasado, castigar a los opresores y ofrecer algún tipo de reparación a las víctimas. La finalidad de un proceso como este es la creación de un espacio de seguridad y una atmósfera de confianza que haga posible el fortalecimiento de la sociedad civil15 .

14 Cfr. BOFF, op. cit., p. 43-44.

15 «La amnistía y el indulto son el equivalente social -legal- del perdón.Técnicamente hablando la sociedad no puede perdonar a los agresores, porque el perdón es un acto moral. La sociedad puede conceder una amnistía o un indulto, como también puede optar por el castigo. Pero no puede perdonar.

La amnistía y el indulto no son lo mismo. La amnistía es el olvido legal de los hechos que han

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 23-35

Apuntes para la vivencia del conflicto y la reconciliación social desde el seguimiento de Jesús

La reconstrucción social no puede partir de cero. Hay que asumir el pasado y develar la verdad que fue ocultada por las mentiras y por la violencia. Cristianamente no es posible la famosa frase de «perdón y olvido», pues desde nuestra fe es necesaria la reparación del daño hecho. Noolvido,noquieredecirvenganza,odio. Significahacer«memoria»desde el amor de Dios experimentado. Es decir que, perdonar significa recordar de una manera diferente, desde la vida en el espíritu, buscando la reconciliación, que a su vez es vuelta a la hermandad16 .

En la búsqueda de la paz son necesarios procesos de superación de las injusticias provocadoras de violencias, lo cual incluye otros tantos procesos de conciliación de voluntades, y solo desde allí se hace posible una verdadera reconciliación cristiana. Es una propuesta que le apuesta a una utopía humana y cristiana y que va más allá de simples acuerdos y leyes, por muy eficaces que éstas sean17 .

La reconciliación cristiana parte desde los más vulnerables (los pobres,lasvíctimas) eimplicaunaopciónradicalporellos. Esunaopción de ese amor, que implica nuestra entrega. De allí que los cristianos en estos procesos de reconciliación no podamos ser neutrales, tenemos una opción radical por los que más sufren. La solidaridad con las víctimas es el camino de entrada a esta opción cristiana. Debe haber una especial preocupación por los más débiles, procurando la rehabilitación de su ocurrido. Significa que lo ocurrido, sea lo que sea, no será investigado, y que los presuntos responsables no tendrán que responder de ninguna acusación ni asumir ninguna culpa o castigo por los hechos.

El indulto, legalmente, significa que no habrá castigo. No implica olvidar que los hechos han ocurrido; se limita a declarar que los responsables no serán castigados. Técnicamente, el indulto deja la puerta abierta a posibles vistas o a un juicio y su correspondiente sentencia».

Cfr. SCHREITER, El ministerio de la reconciliación, p. 173-174

16 Cfr. Ibíd., p. 99. Para este punto encontramos en la Revista Concilium ya citada, el artículo de ELIZONDO, V., «Perdono, pero no olvido», p. 249-262.

17 En losprocesosde reconciliación socialsonmuyimportantes lascomisionesde reconciliación. Estas consisten en la conformación de un grupo de personas que desde su autoridad moral dinamizan los procesos de reconciliación de los ciudadanos de una sociedad; sobre todo, aquellos que están enfrentados. Ellas deben intentar llegar hasta la verdad de lo que realmente sucedió durante el período de la violencia; debe conducir al fortalecimiento de la ley, por medio de un proceso democrático y evaluable. Pero en especial buscar vías para el desagravio y reparación para la víctimas.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 23-35

dignidad, desde la justicia y la verdad. Lo cual no quiere decir que sea excluyente, pues hay que ir también a los agresores procurando su conversión.

En esta línea nos dice Jon Sobrino: «Jesús ama a los oprimidos estando con ellos y ama a los opresores estando contra ellos: de esta forma, Jesús es para todos»18. A los opresores les brinda la posibilidad de convertirse haciéndoles ver su pecado; y cuando se convierten, Él los acoge.

La verdad y la justicia son dos exigencias para la auténtica reconciliación. Verdad entendida en contraposición a las mentiras que prevalecen en la situación de violencia. Se trata de releer los procesos de violencia desde la verdad y la justicia. En los procesos de reconciliación hay que ir a los hechos, a los recuerdos, para sanarlos desde la verdad y para brindar la reparación y restitución desde la justicia. Será necesario conceder amnistías, pero estas deben estar precedidas por procesos de verdad y justicia, para que sea posible la sanación de las heridas y sea auténticamente cristiana.

A MANERA DE CONCLUSIÓN

Hemos esbozado algunos rasgos de la espiritualidad del seguimiento de Jesús como marco vital para abordar el conflicto y la reconciliación social. He sostenido que en la vida según el espíritu desde el seguimiento de Jesús encontramos la mejor manera para abordar los procesosdetransformacióndeconflictosylavivenciadelareconciliación.

El conflicto es, no solo algo inherente al cristiano, cuanto honesto cuando sucede en la búsqueda de alternativas de vida para aquellos a quienesselesniega. Peropor esemismohechotambiénlareconciliación, vivida desde la misericordia de Dios para con la humanidad, resulta imprescindible en el seguimiento de Jesús. Tanto el conflicto como la reconciliación se han de vivir en consonancia con el designio del Padre

18 SOBRINO, «América Latina...» op. cit., p. 229.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 23-35

Apuntes para la vivencia del conflicto y la reconciliación social desde el seguimiento de Jesús para con la sociedad: la construcción del Reino de Dios que es vivencia de la fraternidad entre todos, en justicia y derecho.

La solidaridad con las víctimas es el lugar donde el cristiano vive el conflicto y la reconciliación, en la búsqueda de la liberación de todas las estructuras y situaciones que destruyen la fraternidad; es decir, en la construcción de comunidad, a la manera del Resucitado.

En Colombia esta es una tarea que está por hacerse. ¡Necesitamos tanto de una vivencia de nuestros conflictos desde una reconciliación auténticamente cristiana! Solo así alcanzaremos la paz sostenible y duradera, desde la justicia y el derecho.

Porúltimo,podemosdecirquelosseguidoresdeJesússonaquellos que trabajan por la paz y que no han hecho de la lucha y la violencia un fin, ni se acostumbran a ella. Por el contrario, en estos tiempos de lucha y violencia, buscan una transformación de los conflictos y una vivencia de la reconciliación, desde un cambio estructural de las situaciones que han llevado a ello, tanto en las personas como en la sociedad. Tarea que implica afrontar conflictos y cruces, pero que desde la vivencia de la resurrección, está afincada en la esperanza.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 23-35

¿Cómo

afrontar el conflicto en una perspectiva

no violenta?
* Alberto Degan, m.c.c.j.

LOS CRISTIANOS FRENTE A LA VIOLENCIA

El hombre sin fusil

Hace muchos años salió una película intitulada «El hombre sin fusil». Era la historia de un cristiano que, en nombre de Jesús, se negaba a usar las armas, y tenía que justificar esta opción ante los demás. Hoy todavíaentreloscristianoselqueoptaporunrechazoradical delaguerra, delaviolenciaydelosejércitostieneque'justificarse'. Lanorma,también en nuestras comunidades, es admitir la violencia de la guerra como algo desagradable pero necesario en algunos o muchos casos. El que intenta ser fiel a la no-violencia evangélica y rechaza, por ejemplo, la estructura militar, es mirado con desconfianza y debe explicar los motivos de esta 'extraña'convicción alosqueseconsideranseguidoresdeCristo,«Príncipe de la paz».

* Alberto Degan, nacido en Italia, es Hermano misionero comboniano en formación. Es Licenciado enLenguas modernas y actualmente adelanta sus estudios de Maestría en Teología, en la Pontificia Universidad Javeriana. El presente artículo fue presentado como trabajo final del Seminario sobre Espiritualidad de la Liberación con el P. Hermann Rodríguez Osorio, S.J.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 36-54

¿Cómo afrontar el conflicto en una perspectiva no violenta?

Teología de la guerra y teología de la paz

Muchas veces, también los que desearían abrazar la no-violencia -frenteaunconflictocausadoporunaagresiónounaprolongadaopresiónse encuentran 'obligados' a ceder a la violencia como mal 'inevitable' y mal'menor'. Deaquísurgeestainquietud: ¿porquéloscristianosasumen siempre una actitud de rendición frente a la guerra? ¿por qué pensamos que afrontar un conflicto necesariamente implica el uso de la violencia?.

Yo creo que esta resignación a la violencia es un fruto de nuestra herencia cultural y religiosa. En efecto, -abandonando la no-violencia evangélica radical de los cristianos de los primeros tres siglos- la Iglesia postconstantinianahaelaboradounadetalladísimateologíadelaviolencia (y de la guerra) que todavía ejerce un hondo influjo sobre nosotros. El punto de partida de esta teología es la aceptación de la guerra como realidad humana inevitable. En lugar de cuestionar, en nombre del evangelio, la legitimidad de la violencia, se prefirió adoptar y 'cristianizar' la teoría pagana de la 'violencia justa'.

Laprincipal preocupaciónde estateologíaeradefinir con exactitud lascondicionesyloslímitesdeestaviolenciaadmisible. Estepensamiento teológico desarrolló, sobre todo en el Renacimiento, una casuística que intentaba responder a todo tipo de duda. Por ejemplo, a la pregunta de si es lícito hacer guerra los domingos, en el día del Señor, después de profundas reflexiones Cayetano respondió que se puede hacer pero sólo después de comulgar.

Desgraciadamente,frenteaestaelaboradísimay'refinada' teología de la guerra, no se ha desarrollado una teología de la paz. Por eso, herederos de esta tradición, los cristianos parecen no tener los instrumentos teológicos y culturales para afrontar un conflicto en la perspectiva de la no-violencia evangélica.

«Oh, ¡si tú entendieras el camino de la paz! Pero ahora ha quedado oculto a tus ojos» (Lc 19, 42). Según Enzo Bianchi, no sólo Jerusalén, tampoco los cristianos hemos entendido ni acogido este camino: «La llegada de Jesús no instaura paz en la Iglesia ni entre los hombres, porque

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 36-54

este Mesías, desarmado y no-violento, no es reconocido ni acogido. Pero nos deja la indicación del camino de la paz que deberíamos emprender»1 .

LOS PRINCIPIOS DE LA NO-VIOLENCIA

La lección de Gandhi

Este «camino de la paz» del Evangelio, paradójicamente, los cristianos lo hemos redescubierto en el siglo pasado gracias sobre todo al testimonio de un no-cristiano: Gandhi. El Mahatma solía decir que los cristianos son los únicos que no logran reconocer en la no-violencia el corazón de la predicación y de la vida de Jesús. Inspirándose en buena parte en el Sermón de la Montaña, Gandhi llegó a la definición de la noviolencia como «Satyagraha», o sea, «Fuerza de la verdad» o «Fuerza del Amor». Según esta definición, el «Satyagraha» es el modo de ser de Dios, un modo de ser del cual también los hombres participan y están llamados aparticiparcadavezmás. Enotraspalabras,elSatyagrahaeslapresencia de Dios en el hombre: la «fuerza del amor» que Dios ha puesto en nuestra conciencia. Por eso, el principio base de la no-violencia2 es reconocer en todo ser humano un valor absoluto: «El hombre tiene tan alto valor que el proprio Dios dio su vida por él, sin tomar ni destruir nunca la vida de otro hombre. Ésta es la raíz más honda del Evangelio»3 .

Y así, frente a las ideologías dispuestas a sacrificar a la «causa» y al ideal la vida de otros hombres, Gandhi solía afirmar: «Hay muchas causas por las cuales estoy dispuesto a dar la vida, pero no hay ninguna causa por la cual esté dispuesto a matar». En esta misma perspectiva, Adolfo Perez Esquivel afirma que no existe ninguna violencia justa sino

1 BIANCHI, ENZO, La pace: dono e profezia, Qiqajon, Bose 1991, 182...

2 Siguiendo la lección de Gandhi, según el cual la no violencia no es simple rechazo de la violencia sino una fuerza positiva que actúa en la conciencia del hombre, en este pequeño ensayo se adopta la versión de la palabra sin guión. Cuando se escribe 'no-violencia' con el guión, en efecto, parece que se subraya solo el sentido 'negativo' de la palabra, o sea, el negarse a usar la violencia. Para Gandhi, en cambio, el Satyagraha es mucho más.

3 GOSS, JEAN, La noviolencia: sus métodos de acción a partir de experiencias concretas, en La noviolencia evangélica: fuerza de liberación, Fontanella, Barcelona 1978, 78.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 36-54

¿Cómo afrontar el conflicto en una perspectiva no violenta? solo «causas justas»4,por las cuales el cristiano, siguiendo el ejemplo de Jesús, está dispuesto a luchar y a pagar un caro precio a nivel personal, sin matar a nadie. Como dice Schillebeeckx, el modelo de la praxis cristiana es «el amor desarmado y desarmante del Crucificado»5 .

La no-violencia como reacción a la injusticia

Laprincipalequivocaciónacercadelano-violenciaesqueamenudo se la confunde con la pasividad: mucha gente identifica al no-violento con el que no reacciona ante una agresión. También el término «paz» generalmente se lo relaciona con una tranquilidad inactiva y con la falta deluchaodeconflicto. Porejemplo,«generalmente nodecimos 'este hombre lucha en paz, trabaja en paz'. En cambio, decimos que 'este hombre medita en paz, descansaenpaz'. Lapaz laasociamosalacalmayalatranquilidad de la cama más que al compromiso del viandante». Estas palabras de ToninoBello,unobispoitaliano,apuntanalanecesidaddeunarevolución de mentalidad que nos lleve a comprender que el compromiso por la paz y la no-violencia no tiene nada que ver con una banal 'vida pacífica', sino que requiere una enérgica acción contra la injusticia, perseverancia, sufrimiento y disponibilidad a afrontar incomprensiones.

SegúnLanzadelVasto,discípulocristianode Gandhi,propiamente sepuedehablarde no-violencia solodondehayun conflicto. Solocuando nos encontremos dentro de una situación de opresión podremos saber si somos o no somos no violentos, porque no-violencia quiere decir sobre todo capacidad de indignación y de reacción frente a la injusticia y a la prepotencia. En este sentido el Satyagraha, más que a la violencia, se opone a la cobardía y a la indiferencia. En efecto, el cobarde es el que no reacciona a la prepotencia, mientras el violento es el que reacciona con métodos violentos. Frente a estos dos extremos, el no-violento es el que reacciona a la injusticia con métodos no-violentos. La no-violencia, entonces, supone ante todo «ser capaz de batirse»6. Por eso, hablando por absurdo, Gandhi decía: «Si hay que elegir entre la violencia y la huida

4 PÉREZ ESQUIVEL, ADOLFO, «Escuchar el silencio de Dios» : Concilium 184 (1983) 110.

5 SCHILLEBEECKX, EDWARD, «Celo por el evangelio de la paz» : Concilium 184 (1983) 137.

6 MULLER, JEAN MARIE, Gandhi: la sabiduría de la noviolencia, Desclee de Brower, Bilbao 1995 84.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 36-54

miedosa no puedo más que preferir la violencia a la cobardía... Mientras no hay ninguna esperanza de ver convertirse a un cobarde en no violento, esa esperanza no está vedada a un hombre violento»7 .

Así, según Gandhi, y contrariamente a lo que generalmente se piensa, un guerrillero movido por una sincera pasión por la justicia está más cercano a Dios y a la no-violencia que un ciudadano 'tranquilo' e indiferente que se queda siempre en pantuflas, aceptando pasivamente lo que le proponen e imponen los poderosos.

Eficacia ilusoria y eficacia real

Sin embargo, a pesar de la preferencia dada al violento contra el cobarde, Gandhi está convencido de que el dilema entre 'violencia' y 'esterilidad política' es un falso dilema: la verdadera opción se da entre 'eficacia real' y 'eficacia ilusoria'. La violencia es aparentemente eficaz, porque el efecto de bombas y cañones yo lo veo en seguida. Sin embargo, siesverdadque«elcaminosehaceal caminar»,elproductodeuncaminar violento no podrá menos de ser un camino violento. Gandhi, contestando el principio de que «el fin justifica los medios», sostenía que entre fines y mediosexistelamismarelación queentrelasemillayelfruto:unasemilla podrida no puede dar un fruto sano. Así un medio violento no puede dar, como fruto, la paz y la no-violencia. «Recurrir a los malos medios no es oponer resistencia al mal, sino, por el contrario, entrar en el mal y agravarlo»8. Dicho en otras palabras, el fuego no se apaga con otro fuego.

El ejemplo típico es el de la revolución bolchevique en Rusia: una violencia, supuestamente 'justa', usada en reacción a la violencia injusta y criminal del régimen zarista ha producido un régimen igualmente violento y opresor.

Setrata,entonces,deoptarentreunaeficaciailusoria,quemodifica la situación solo en superficie, cambiando únicamente el color de la violencia y de la opresión, y una eficacia real, que actúa en profundidad, promoviendo un cambio lento pero efectivo de todo el hombre. Con

7 MULLER, Op. cit., p. 81-84.

8 DEL VASTO, LANZA, Las cuatro plagas, Buenos Aires 1961, 303.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 36-54

¿Cómo afrontar el conflicto en una perspectiva no violenta?

respecto a este problema, Häring hace este comentario: «Nuestro mundo violento, pensado por completo para el éxito y el incremento de las riquezas, está obsesionado por lo que puede hacerse. En la medida en que el interés se concentra en lo factible y en el éxito rápido, crece el desprecio de lo vital y la ceguera frente a la ética bíblica del 'llevar fruto con amor'. La no-violencia representa más que cualquier éxito externo en el terreno de lo factible; sirve a la 'vida del mundo'. Es pan para la vida del mundo»9 .

A este propósito, hay que decir que muchas veces nosotros pensamos en la paz como punto de llegada, como producto final de una acción 'eficaz' por la justicia social. Eso es parcialmente verdadero, pero, en términos bíblicos, la paz no es solo punto de llegada sino también punto de partida. En cierto sentido, no es la justicia la que produce paz, sino la paz la que produce justicia. Ser hombre de paz quiere decir reconocer a Dios como Padre y amar a todos los hombres y mujeres como mis hermanos y hermanas: solo este amor puede empujarme a comprometerme por una verdadera justicia. Si yo no soy hombre de paz, si yo no renuncio a todo sentimiento de violencia y de venganza dentro de mí, mi lucha por lo que yo considero justicia no podrá producir verdadera paz.

La no-violencia como manera de afrontar un conflicto

«Sabemos por una dolorosa experiencia que la libertad nunca la concede voluntariamente el opresor. Tiene que ser exigida por el oprimido»10. Estas palabras de otro gran profeta de la «fuerza del amor», Martin Luther King, deberían quitar todas las dudas sobre posibles ingenuidades de los no violentos frente a la dureza de los conflictos y a la urgencia de la liberación. El problema, en una perspectiva no violenta, no es si afrontar o no el conflicto, sino cómo afrontarlo. Y para eso hay dos prerequisitos fundamentales.

9 HÄRING, BERNARD, La no violencia: una forma de cultura y de esperanza, Herder, Barcelona 1989, 124.

10 LUTHER KING, MARTIN, Por qué no podemos esperar, Barcelona 1964, 110.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 36-54

Elprimeroessaber distinguirentreelmalquesequierecombatir y la persona que lo comete. Por eso, Martin Luther King daba esta advertencia a sus 'discípulos': «Nunca os dejéis humillar tanto que os dejéis contagiar por el odio»11 . Y Gandhi solía repetir: «Amo a los ingleses, pero lucho contra el Imperio británico».

El segundo prerrequisito es la disponibilidad al riesgo y al sacrificio. A quien se compromete por una solución no violenta de los conflictos, «lo menos que pueda ocurrirle es arriesgar mucho y sufrir mucho. Si uno tiene miedo de arriesgar, de sufrir y de morir, no sirve ni para la no-violencia ni para la violencia»12 .

Por lo que se refiere a la manera concreta de afrontar la violencia, Lanza del Vasto individua cinco actitudes distintas13. La primera actitud posible, en el caso en que la violencia no nos afecte personalmente, es la neutralidad: frente a la opresión del poderoso sobre el débil, yo puedo quedarme neutral y no tomar ningún partido, dejando, de hecho, que el opresor esclavice al oprimido. La segunda actitud es la capitulación: en este caso, frente a las amenazas del violento yo cedo a su voluntad. La tercera reacción posible es la pelea, el responder a la violencia con otra violencia, devolviendo golpe por golpe. La cuarta posible reacción es la fuga. Enfin,laquintaactitudposibleesla«reglatáctica»delano-violencia enunciadaenel Evangelio:«Sitepeganenlamejilladerecha,ofrecetambién la izquierda. Si quieren arrancarte el manto, da también la túnica».

Generalmente nunca se toman en serio estas palabras de Jesús; en la mejor de las hipótesis, se les atribuye un valor poético-hiperbólico como mera expresión de una invitación genérica a tener paciencia con los prepotentes. La crítica 'laica' al Sermón de la Montaña es que no se puede traducir en práctica política. Por ejemplo, Weber hace una distinción entre 'ética de la convicción' y 'ética de la responsabilidad'. Según esta línea de pensamiento, los no violentos son profetas que solo quieren tener encendida la llama de la convicción pura; en cambio, los

11 HÄRING, Op. cit., p. 84.

12 DEL VASTO, LANZA, Op. cit., p. 310.

13 DEL VASTO, LANZA, Che cos’é la nonviolenza, Jaca Book, Milano1990, 14-15.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 36-54

¿Cómo afrontar el conflicto en una perspectiva no violenta? políticosadoptanunaéticadelaresponsabilidad,realísticamentesabiendo que el instrumento principal de la política es la fuerza.

A estas objeciones los maestros de la no-violencia responden diciendo que Jesús no predica las Bienventuranzas como 'buenas intenciones' piadosas y poéticas sino como el único instrumento eficaz de transformación evangélica de la realidad.

Lareglade«ofrecer la otramejilla»presuponelafeenlapresencia de la Verdad en el corazón de cada ser humano. Lo que pasa es que muchas veces hay incrustaciones que cubren y esconden la Verdad situada en el fondo de nuestra conciencia: en esta perspectiva, el hombre que comete el mal es fundamentalmente un hombre ciego, un hombre queseestáequivocandoyquevaencontradesímismo. Porconsiguiente, mi objetivo no debe ser derrotar al 'enemigo' sino hacerle caer las incrustaciones que le impiden ver la Verdad dentro de sí mismo. Cuando un hombre se encuentra desnudo frente a la Verdad y al Amor, ya no puede más seguir sirviendo a la Mentira y a la Violencia. Esa era la convicción de Gandhi, que podríamos calificar de ingenua «si no supiéramos que es el fruto de medio siglo de experiencias llevadas por él hasta las conclusiones extremas»14 .

La estrategia no-violenta del «ofrecer la otra mejilla» consiste en empujar al enemigo a hacer dos veces más mal del que pensaba, para que algo en su alma oscura se mueva. En efecto, el que te ha pegado injustamente, sabe, de manera confusa, que ha cometido una injusticia: se lo dice Algo en el fondo de sí mismo, la Verdad que él intenta acallar. Por eso él espera y, en cierto sentido, necesita que se le devuelva la bofetada, porque, de alguna manera, el bofetón restituido justificaría el bofetón dado, y además lo justificaría a dar otro. En cambio, si en lugar de recibir la bofetada que espera se le invita a repetir el error, algo en su conciencia empieza a volcarse.

Cuando nosotros cometemos un 'pequeño mal', tendemos a autojustificarnos («se trata de un pecadito venial»), y nuestra conciencia

14 DEL VASTO, LANZA, Las cuatro plagas, Buenos Aires 1961, 303.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 36-54

lo soporta mejor. En cambio, si el mal que cometemos se redobla o se triplica, nuestra conciencia, habitada por la Verdad, no logra soportarlo tan fácilmente y toda nuestra autojustificación se resquiebra. Y así se consigue la finalidad de la acción no-violenta, que no es la 'destrucción' del adversario sino la reconciliación y el encuentro con él en la Verdad.

LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN Y LA VIOLENCIA

Todo lo que se ha dicho hasta ahora plantea, con referencia al contexto latinoamericano, una inquietud: ¿la no-violencia puede ser mensaje de esperanza también para los oprimidos de nuestro continente?

En realidad, la «fuerza de la Verdad» se ha practicado y se sigue practicando en América Latina, que ya cuenta con una larga lista de confesores de la no-violencia: entre ellos Helder Cámara y Adolfo Perez Esquivel, Premio Nobel de la Paz y exponente de SERPAJ.

Sin embargo, a pesar de estos importantes testimonios, hay que reconocer que hasta ahora pocos teólogos de la Liberación han abrazado con plena convicción la no-violencia como parte integrante de su elaboración teológica. En esta sección, sin ninguna pretensión de ser exhaustivos, intentaré presentar y cuestionar algunas tendencias de la Teología de la Liberación sobre este asunto.

¿La violencia como amor eficaz?

En primer lugar, hay que decir que ningún teólogo de la Liberación exalta la violencia. Al contrario, la Teología de la Liberación se propone combatir y liberar al mundo de la violencia estructural que causa tantas muertesinocentes. Paracombatirestaviolenciaestructural,sinembargo, la mayoría de los teólogos de la Liberación piensan que, en algunos casos, esinevitable acudir aunacontra-violencia comomal menor. Hayalgunos casos, dice Jaén, «en los que es el amor... el que produce ciertas violencias»15 .

15 JAÉN, NÉSTOR, Hacia una Espiritualidad de la Liberación, Sal Terrae, Santander 1987, 116.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 36-54

¿Cómo afrontar el conflicto en una perspectiva no violenta?

Detrás de esta afirmación está la convicción de que, en algunos casos, el amor, para ser eficaz, tiene que utilizar la violencia. Según muchos teólogos, en efecto, «la opción por la vía armada es consecuencia del análisis racional sobre la acción más efectiva, y por eso a veces es necesario matar por amor»16. «Si la via armada es tácticamente eficaz para la liberación de los pobres» piensa Assmann, «entonces es un acto moral»17 .

JuanHernández Pico,quehaestudiadomásendetalleesteasunto, afirma que en los evangelios «brilla por su ausencia una condena explícita de los Zelotes»18 y, basándose sobre todo en algunos pasajes del Antiguo Testamento,llegaalaconclusióndeque«laBiblia...preparaparadiscernir en la violencia un instrumento humano cautamente utilizable en casos límites»19. Yo pienso que es verdad que en el evangelio falta una condena específica contra éste o aquél grupo violento, pero Jesús hace mucho más,pronunciandopalabrasaúnmásvinculantes,queserefierenatodos: «Todos los que empuñenespada, deespadaperecerán»(Mt26,52). Muchos exegetas observan que con estas palabras Jesús no condena solo a los que utilizan la espada sino a los que simplemente la empuñan, o sea, a losquepiensanresolverproblemasconlaviolencia. Entonces,sitomamos en serio estas palabras que Jesús pronunció en un caso límite, cuando lo estaban buscando para matarlo, creo que no se pueda afirmar que la Biblia nos invita a aceptar la violencia como un instrumento «cautamente utilizable».

La opción entre violencia y no-violencia

A veces se propone un caso límite, por ejemplo el del padre que quiere defender a su hija de la violencia de un delincuente, para afirmar

16 LAMPE, ARMANDO, «La Teología de la Liberación y la violencia» : Christus México (Julio 1997), 46.

17 LAMPE, ARMANDO, «La Teología de la Liberación y la violencia» : Christus México (Julio 1997), 46.

18 HERNÁNDEZ PICO, JUAN, Revolución, violencia y paz, en Mysterium Liberationis, Tomo II, Trotta Madrid 1990, 608.

19 Ibídem., p. 609-610.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 36-54

que el uso de la violencia «en ciertos momentos límite puede ser no solo legítimo sino hasta necesario»20 .

Gandhi también decía que en el caso límite de un desequilibrado mental que amenaza a un grupo de niños es lícito usar violencia, pero de eso sacaba consecuencias distintas. En la opinión de Gandhi no es correcto partir de un caso límite para sacar un criterio moral general. En verdad, los que basan su argumentación sobre un caso límite generalmente aceptan la violencia como manera normal de reaccionar a otra violencia, dejando la «fuerza del amor» como excepción reconocidamente más agradable, que se puede realísticamente practicar solo en algunos casos limitados.

La posición de Gandhi es opuesta: en su opinión la no-violencia eslanorma,lamaneranormaldeafrontarlaviolencia,mientraslareacción violenta hay que dejarla como excepción, inevitable en algunos pocos casoslímite. En otraspalabras, paraGandhi la opción por la no-violencia no es una simple cuestión de oportunidad que dependa de las circunstancias, sino una opción de fe en la Verdad.

A esta opinión del Mahatma se contrapone la de algunos teólogos latinoamericanos, según los cuales «la decisión de si en un momento determinado hay que utilizar la táctica armada o no armada no depende de criterios de la fe cristiana, sino del análisis científico de la realidad»21 .

TambiénMarcianoVidal,en suobra Moral Social,habladelegítima opción entre violencia y no-violencia. Vidal contrapone la ética de la violencia (legítima) a la ética del fanatismo (antievangélica). En esta perspectiva violencia y no-violencia son dos opciones éticamente lícitas cuando el fin que se quiere conseguir es la justicia.

Frente a todas estas afirmaciones emerge una pregunta: ¿para los cristianos la opción entre violencia y no-violencia es solo una cuestión de racionalidad o de fe? ¿es solo una cuestión de eficacia práctica o

20 JAÉN, op. cit., p. 117.

21 LAMPe, op .cit., p. 46.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 36-54

¿Cómo afrontar el conflicto en una perspectiva no violenta? atañe un aspecto central del Evangelio? ¿es lícito, o sea, es evangélico matar en nombre del amor y de la fraternidad?

¿Más cristiano o simplemente cristiano?

A esta inquietud algunos teólogos responden afirmando que, aunque en ciertos casos la violencia es necesaria, hay que reconocer que la no-violencia es «el camino más típicamente cristiano», el que «favorece más la experiencia de Dios»22 .

Ahora, si decimos con Gandhi que la no-violencia es la «fuerza de la vida», la «fuerza del amor» que Dios ha puesto en el corazón de cada ser humano, desde un punto de vista evangélico ¿es correcto afirmar que la «fuerza de la vida» (la no-violencia) es un poquito más cristiana que la «fuerza de la muerte» (la violencia)? ¿Puedo decir que la «fuerza del amor» favorece un poquito más la experiencia de Dios que la «fuerza del odio», y que hay que usar la una o la otra dependiendo de las circunstancias? En otras palabras: ¿entre «fuerza de la vida» y «fuerza de la muerte» hay solo una diferencia de gradación (una es más típicamente cristiana que la otra) o hay una oposición?

En verdad, también algunos opositores de la Teología de la Liberación, usando un lenguaje parecido, dicen que la no-violencia es un camino «más conforme» a las enseñanzas de Jesús23. Sin embargo, Jesús nosdice:«¡Ojaláentendieras el camino de lapaz!»(Lc19,42). Este«camino de la paz», entonces, ¿es simplemente una opción más agradable, un camino más cristiano, o es el único, verdadero camino cristiano? Parece claroqueaquí Jesúsusalapalabra«camino»nosimplementeen elsentido de 'medio', de algo funcional a un objetivo, sino como un objetivo en sí mismo, algo de lo cual no se puede prescindir.

22 JAÉN, op.cit., p. 118.

23 Por ejemplo, la Instrucción sobre Libertad cristiana y Liberación dice que «lo que se llama hoy 'resistencia pasiva' abre un camino más conforme con los principios morales» (n. 79).

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 36-54

Sabiduría y locura

Para justificar la legitimidad de la violencia en algunos casos, Jaén dice que también la Iglesia «con su sabiduría de siglos» no «ha prohibido en la actualidad la existencia de ejércitos con sus capellanes militares»24 . A mí me parece que esto demuestra que la sabiduría de la Iglesia, muchas veces, es una sabiduría mundana y no evangélica: la Iglesia, de hecho, sigue sosteniendo la teoría pagana de la violencia justa, cuya última versión, paradójica, es la llamada «guerra humanitaria» o «masacre humanitaria». Enlapráctica,loscristianos,enlugardeanunciarlalocura de Dios, preferimos adaptarnos a la sabiduría y la realidad del mundo, limitándonos a introducir algunos correctivos que humanicen la deshumanización.

En verdad, después de la experiencia de todos estos años, hoy algunos teólogos, como José Comblin, reconocen que «la guerrilla se ha mostrado ineficaz en América Latina para lograr la liberación de los pueblos»25. Yo pienso que, desde este punto de vista, el caso colombiano es emblemático: la guerrilla marxista, nacida supuestamente para liberar al pueblo, por muchos aspectos se ha convertido en un instrumento de opresióndelpueblo, conmuchosepisodiosdeviolenciacontracampesinos inermes.

Creo que todo eso debería empujarnos a buscar una alternativa en el «camino de la paz» indicado por Cristo, convencidos de que, si de verdad creemos en él, este camino «puede ser de una extraordinaria eficacia»26, como afirma también Jaén.

LA ACCIÓN NO-VIOLENTA: UNA ALTERNATIVA REAL

Un ejemplo histórico: la resistencia noruega

Aunque la no-violencia nunca podrá realizarse plenamente en esta tierra,noseríacorrectoreducirlaamerautopía:lano-violenciaestambién

24 JAÉN, op. cit., p. 118.

25 LAMPE, op. cit., p. 47.

26 JAÉN, op. cit., p. 118.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 36-54

¿Cómo afrontar el conflicto en una perspectiva no violenta? realidad, es la «fuerza de la Verdad» realmente presente y operante en el corazón del hombre, y que en algunas situaciones históricas ha dado resultados 'reales', concretos y visibles (véase la lucha y el testimonio de Gandhi, Martin Luther King, Nelson Mandela, Vaclav Havel, etc.).

Como ejemplo histórico de lucha no-violenta, querría referirme brevemente a la resistencia del pueblo noruego contra los invasores nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Después de dos años de ocupación, los alemanes impusieron como jefe de Estado el presidente de los nazis noruegos, Quisling. El gobierno Quisling, claramente, era un gobiernofantoche controlado por el Reichcomissar, el representante de Hitler.

En enero 1942 Quisling publicó una ley que obligaba a los profesores a inscribirse en el sindicato nazi y a educar a los alumnos según los 'ideales' del nacionalsocialismo. Los profesores noruegos decidieron desobedecer: el 90% de ellos envió una carta al Ministerio de Educación, en la cual se decía: «Declaro no poder educar a los jóvenes noruegos según los principios de la ideología nazi, porque eso va en contra de miconciencia. Elserpartedel nuevo sindicato nazi meobligaríaacometer acciones contrarias a mis deberes profesionales. Por eso no puedo declararme miembro de esta nueva organización».

El gobierno, en respuesta a esta carta, despidió a algunos profesores,perolosdemássiguierontrabajandosininscribirseenelnuevo sindicato. Así, para evitar una clamorosa humillación, Quisling decidió cerrar los colegios por un mes a causa, se dijo, de falta de combustible. Entonces 200.000 padres de alumnos enviaron una carta de protesta al gobierno,informandoquenoibanainscribir asushijosenlaorganización estudiantil nacionalsocialista.

Aestepuntoelgobiernodecidióreaccionarcon'fuerza', y aprisionó a mil profesores: a algunos los mandaron al campo de concentración de Felstad, en el extremo Norte del país; otros fueron condenados a trabajos forzados. Sin embargo, a pesar de estas 'presiones', de 15.000 profesores solo 30 cedieron y aceptaron entrar en el sindicato nazi. Así, al fin, el gobierno Quisling tuvo que capitular: el 25 abril de 1942 el Ministerio reabrió los colegios, renunciando a exigir la inscripción en el sindicato nazi. Cuandoregresaronaltrabajo,todoslos profesoresnoruegosleyeron

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 36-54

esta declaración a sus estudiantes: «El deber de los profesores no es sólo el de trasmitir nociones. El profesor debe también enseñar el sentido de la justicia y el amor a la verdad. Si un profesor enseñara algo contra su conciencia traicionaría su vocación. Y eso yo no puedo hacerlo y no lo haré: se lo prometo». Quisling tuvo que aceptar la derrota.

Las características de la acción no-violenta

El ejemplo noruego sirve muy bien para ilustrar las características de la acción no-violenta. Ante todo, la victoria sobre Quisling costó la vida de algunos profesores que murieron en el campo de Felstad; de los demás que se opusieron a las decisiones del Ministerio de Educación ninguno utilizó la violencia. Todo eso parece una puesta en práctica de estas bellas palabras de Jean Goss: «Es preciso que el cristiano acepte el precio de la lucha noviolenta.... sufriendo todo eso a la luz del mismísimo misterio redentor. El combate no-violento es una actuación cívica y política del Misterio redentor»27 .

La segunda característica de la acción no-violenta que resalta en laresistencianoruegaeselsaber involucraralamayoríadelapoblación. La lucha de los profesores noruegos tuvo éxito porque, frente a todo un pueblo que se rebela, el tirano no puede más que ceder. En efecto, la nocooperación, que es la gran arma de la acción no-violenta, se basa en el principio de que el gobierno tiene poder en la medida en que el pueblo se lo conceda. En este sentido, la acción no-violenta es una acción 'democrática', porquerequierelaparticipación activa detodos: «Hombres y mujeres, jóvenes y niños, viejos y enfermos, participan en la lucha según sus aptitudes. De forma democrática y fraternal, un pueblo se levanta para liberarse a sí mismo y a sus adversarios: todos son indispensables»28 .

Esaeslafuerza, yalavezla'debilidad', delano-violencia: requiere el apoyo de una gran parte de la población. Mientras las ideologías que prevén el uso de la violencia exigen sobre todo el compromiso activo de

27 GOSS, op.cit., p. 122.

28 Ibídem., p.87.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 36-54

¿Cómo afrontar el conflicto en una perspectiva no violenta?

una pequeña 'vanguardia', la acción no-violenta funciona solo con la colaboración de toda la población. Eso presupone que la mayoría ya haya hecho una opción responsable por la «fuerza de la Verdad».

La Iglesia como «gimnasio de no-violencia»

De aquí se ve la urgencia y la necesidad de una educación en la no-violencia. El trabajo de concientización es particularmente difícil en esta época de pensamiento único neoliberal, que quiere adormecer las conciencias, pero es un requisito fundamental para cualquier acción noviolenta. Hay que educar y educarnos en la «santa desobediencia» a las leyes injustas y a las ideologías que quieren manipular al hombre. La objeción de conciencia, según Gandhi, pertenece a la esencia del ser humano: renunciar a la objeción de conciencia querría decir renunciar a ser hombre y a ser mujer.

Creo que esta educación y concientización debería ser una de las tareas principales de la comunidad cristiana; pero preguntémonos sinceramente: ¿cuántos de nosotros creemos en la no-violencia? Las comunidades cristianas, desde hace mucho siglos, están acostumbradas a convivir con «escuelas de muerte», los cuarteles, donde los hombres aprenden distintas y refinadas técnicas para matar a sus semejantes. Desgraciadamente, en nuestras comunidades todavía no hemos logrado construir «escuelas de paz», donde se eduque en la cultura y en el Evangelio de la no-violencia. Hay que ser muy claros sobre este punto: el Evangelio de la no-violencia todavía no ha penetrado en la práctica y en el corazón de los cristianos.

Cuando el profeta Isaías dice: «Ustedes harán arados de sus espadas» y «No se adiestrarán para la guerra» (2, 4), usa un tiempo futuro que indica el tiempo mesiánico. Sin embargo, a diferencia de los judíos, los cristianos creemos que el Mesías ya ha llegado; entonces, para nosotros, el futuro mesiánico debería ser un presente, o sea, deberíamos decir: «Los cristianos hacemos arados de nuestros tanques y no nos adiestramos para la guerra». En cambio, los países cristianos son los más armados, lo que constituye una contradicción evidente.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 36-54

De acuerdo con las palabras de Isaías, la comunidad cristiana debería ser el espacio en el que se des-aprende la guerra; y la guerra se des-aprende aprendiendo la no-violencia: la Iglesia debería ser un «gimnasio de no-violencia». Con esta expresión quiero decir que la noviolencia no tienerecetas prefabricadas: en cada contextohay que utilizar y crear técnicas y estrategias distintas. En este sentido tenemos que experimentar nuevos ejercicios, entrenando y valorizando nuestra creatividad. Como dice Jean Goss, «la acción no-violenta es fundamentalmente creadora; invita a cada cual a descubrir las fuerzas latentes de verdad que esconde dentro de sí, comprometiéndolas a dar prueba de imaginación y espíritu de iniciativa»29 .

Porconsiguientelano-violenciaestambién una fuerzaliberadora: empezando por pequeños gestos y pequeñas iniciativas, rompe la impotencia que se siente frente a la violencia armada y ofrece un espacio a la creatividad de los desarmados. En este sentido, la revolución noviolenta contra Marcos en las Filipinas, y la resistencia de los negros americanos, guiados por Martin Luther King, contra policías brutales y perros feroces es ejemplar.

En verdad, los cristianos tenemos una fuerza revolucionaria potencial considerable. Lo que nos falta para convertirla en fuerza real es la fe en la 'locura' de la no-violencia evangélica. Nuestra principal y más reconocida 'virtud' es la prudencia, que muchas veces degenera en una mera 'falta de osadía'. Y así, por ejemplo, la mayoría de los cristianos apoyamos la violencia de los ejércitos y nos limitamos a decir que -en algunos casos- sería mejor usar técnicas no-violentas. En cambio, si de verdad creyéramos en el Evangelio, deberíamos decir: «Tenemos que hacernos promotores de una alternativa a la violencia y a la guerra, queremos destruir las espadas y los tanques, y queremos empezar hoy, porque éste es el proyecto de Dios en el cual creemos». Si eso no lo decimos y no lo hacemos los cristianos, seguidores del «Príncipe de la Paz», ¿quién debería decirlo y hacerlo?

29 Ibídem., p. 86.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 36-54

¿Cómo afrontar el conflicto en una perspectiva no violenta?

El verdadero problema, entonces, es cuánto queremos invertir, en términos de convicciones, de tiempo y de energías, en este gimnasio de no-violencia. Como dice Muller, «invertir para estudiar todas las posibilidades ofrecidas por la no-violencia es precisamente lo que no hemos hecho hasta ahora y, por consiguiente, es lo que debemos hacer hoy. Sin ello, debemos temer llegar a ser incapaces de enseñar la esperanza a nuestros hijos»30 .

La no-violencia dentro de la Iglesia

Naturalmente,paraser'constructoresdeno-violencia'hayprimero que convertirse a ella: no podemos enseñar y trasmitir lo que no somos y lo que no vivimos. Una Iglesia que no acepte en su interior un diálogo franco y sincero en la búsqueda de la Verdad no puede ser «gimnasio de no-violencia». Como decía Häring, es necesario que «la no-violencia pueda aclimatarse en la Iglesia de una forma ejemplar e irradiar desde ella a todo el mundo»31 .

En este sentido, habría también que pensar en la necesidad de algunas acciones de resistencia no-violenta dentro de la misma Iglesia. En Italia, hace 20 años, hubo una iniciativa intraeclesial de protesta noviolenta en una diócesis del norte: el nuevo obispo, al entrar en su nueva diócesis, canceló muchas iniciativas que algunos grupos laicales habían desarrollado en los años precedentes. Entonces, cien laicos y laicas organizaron por algunos días un silencioso y pacífico sit-in en el patio de la Curia, hasta que el obispo aceptó encontrarlos y escucharlos.

El verdadero realismo

Pienso que algunos recientes episodios de la escena política internacional han demostradoloquelosmaestrosdelano-violenciadicen desde siempre, o sea, que la verdadera utopía es la violencia, porque en ningún lugar la violencia ha conseguido los resultados que se había prefijado. Además del ejemplo de los grupos armados colombianos que,

30 MULLER, op.cit., p. 104.

31 HÄRING, op.cit., p. 213.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 36-54

en muchos casos, se han convertido de liberadores en opresores del pueblo, hay que recordar la intervención de la Otan en Yugoslavia. La «masacre humanitaria» que se ha perpetrado en Kosovo y Serbia supuestamente para conseguir la paz ha producido, de hecho, una «limpieza étnica» peor que antes, y una cotidianidad violenta que tampoco la Fuerza Internacional de 'Paz' logra gobernar o simplemente controlar.

A este respecto, me parecen proféticas las palabras que el cardenal Lercaro pronunció hace más de 30 años: «En el libro del Génesis la violencia es como efecto del ingreso de Satanás en la historia de los hombres. Por eso –en nuestro mundo violado por Satanás– todo nuevo acto de violencia introduce energía satánica en nuestra historia: energía que el hombre no logra dominar. Esta historia, por otro lado, confirma lo que dice el Nuevo Testamento, según el cual el único modo para vencer la violencia no es el responder con otra violencia 'defensiva', sino salir del sistema de la violencia insertándonos en la economía de la gracia. El que a la violencia sufrida opone una iniciativa de paz entrega a Dios la resolución del problema y le provoca a actuar, o sea, introduce en la historia una energía divina, que es la sola que puede contrarrestar el 'mysterium iniquitatis'»32 .

Frentealadestrucciónyaladeshumanizacióncrecienteprovocada por la violencia, en todo el mundo y en nuestro país, cada día nos damos más cuenta de que el único verdadero realismo que pueda salvar nuestra historia es la 'utopía' evangélica del «vencer el mal con el bien» (Rm 12, 21). Es éste el «camino de la paz» predicado por Cristo, el único camino verdaderamente humano y verdaderamente cristiano. ¡Ojalá lo entendiéramos!

32 LERCARO, GIACOMO, Discorsi sulla pace, Edizioni San Lorenzo, Reggio Emilia 1991, p. 75-76.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 36-54

Aportes de San Ignacio para una espiritualidad del conflicto

Aportes de San Ignacio para una espiritualidad del conflicto

Hermann Rodríguez O., S.I.

*

«Pluralidad de pareceres que a nadie debe sorprender que se diese entre nosotros, débiles y frágiles, cuando también entre los príncipes mismos de la santísima Iglesia y columnas de ella, los Apóstoles, y entre otros muchos perfectísimos varones con los cuales ni de lejos somos dignos de compararnos, diversa y hasta a las veces contrariamente sentían, y por escrito nos legaron sus opuestas opiniones» Deliberación de los Primeros Padres, 1539

INTRODUCCIÓN

Vivimos en Colombia una situación muy compleja de enfrentamientos y agresiones violentas que no pueden dejar tranquilo a nadie que quiera seguir al Señor Jesús, Príncipe de la Paz.

* Licenciado en Filosofía y Magister en Psicología Comunitaria de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Doctor en Teología de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid. Actualmente es el Superior del Juniorado del Sagrado Corazón de Jesús y profesor de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana en Bogotá.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 55-66

El P. Provincial de la Compañía de Jesús en Colombia, recientemente, ha vuelto a hacer un llamado vehemente a todos los jesuitas que peregrinamos en este país, para recordarnos que nuestra misión, en medio de esta «horrible noche», es «trabajar para quebrantar el yugo de la muerte, deslegitimando la guerra de todos los actores armados y optando por la paz del Señor, que lejos de dejarnos tranquilos nos pone del lado de la justicia, de los pobres doblemente empobrecidos por la violencia, del lado de la verdad, en síntesis, del ladode todas las víctimas, cuyo rostro expresa los rasgos del Resucitado»1 .

Comounaportemásaestatareaquenosimponelarealidadviolenta del país, queremos reflexionar sobre las luces que nos ofrece san Ignacio consupropiavida,enelmanejoylaresolucióndelosconflictosquevivimos hoy. No pretendemos encontrar soluciones fáciles a tan complejos problemas, pero sí descubrir en la experiencia misma de Ignacio y sus primeros compañeros, algunas pistas que nos ayuden a responder con una fidelidad creativa, ante las situaciones de conflicto que vivimos diariamente en nuestras relaciones personales, comunitarias y sociales.

ACOGER LAS DIFERENCIAS

Eltextoqueencabezaesteartículorecogeladiversidaddepareceres que puede encontrarse en cualquier grupo humano y que estaba muy presente entre los primeros compañeros de san Ignacio al fundar la CompañíadeJesús. Eneldocumentosobrela Deliberacióndelos Primeros Padres, de 1539, se afirma que esta diversidad de pareceres tenía su origen en otra diversidad: «...y siendo algunos de nosotros franceses, otros españoles, otros saboyanos, otros cántabros, nos dividíamos en diversidad de pareceres y opiniones acerca de nuestro estado»2 .

1 ARANGO, HORACIO, La comunión que desata los nudos impuestos por los guerreros, Circular del P. Provincial a los jesuitas de Colombia, 9 de septiembre de 2000. Cfr. páginas 76-86 de esta revista.

2 Seguimos la traducción de La Deliberación de los Primeros Padres publicada en DHÔTEL, JEAN-CLAUDE, Discernir en Común, Santander, Sal Terrae 1989, 13-19. La edición crítica latina se encuentra en MHSI, vol. 63, MI, serie III, Const. I, 1-7. Otra traducción en castellano se puede encontrar en: CABRÉ, ANTONIO; MIR, MIGUEL Y DE LA TORRE, JUAN JOSÉ (Eds.), Cartas de San Ignacio de Loyola, t. I, Madrid, 1874, 423-433.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 55-66

Aportes de San Ignacio para una espiritualidad del conflicto Había unidad entre ellos en el sentido de que todos buscaban la voluntad de Dios, según la vocación recibida, «pero cuanto a los medios más expeditos y provechosos para nosotros y para los prójimos, había pluralidad de pareceres»3. Nos encontramos, entonces, con diversidades objetivas: origen, culturas, lenguas y formación; pero además de esto, que sería algo dado de antemano y con lo que habría que contar siempre en cualquier grupo humano, aparecen también diferencias subjetivas: diversidad de pareceres y opiniones4 .

En este texto se afirma, claramente, que esta diversidad no debe sorprender anadie, puestoque «entre los príncipes mismos de la santísima Iglesiay columnas de ella, los Apóstoles, y entre otros muchos perfectísimos varones con los cuales ni de lejos somos dignos de compararnos, diversa y hasta a las veces contrariamente sentían, y por escrito nos legaron sus opuestas opiniones»5. Entre las columnas de la Iglesia no sólo hubo diversidad, sino también es posible encontrar sentimientos y opiniones contrarias.

Un ejemplo de estas contradicciones entre los príncipes mismos de la santísima Iglesia, se puede encontrar en la Carta a los Gálatas, donde Pablo cuenta su enfrentamiento con Cefas en Antioquía, a propósito de su comportamiento frente a los gentiles: «Más cuando vino Cefas a Antioquía,meenfrentéconélcaraacara,porqueeradignodereprensión» (Gál 2, 11). Y más adelante, el mismo Pablo afirma: "... en cuanto vi que no procedían con rectitud, según la verdad del Evangelio, dije a Cefas en 3 Ibíd.

4 «En marzo de 1539 los compañeros que están reunidos alrededor de Ignacio de Loyola eran nueve: cinco españoles (Ignacio, Francisco Javier, Diego Laínez, Alfonso Salmerón y Nicolás Bobadilla), dos franceses (Juan Coduri y Pascasio Broët), dos saboyanos (Pedro Fabro y Claudio Jayo) y un portugués (Simón Rodrigues). De ellos, seis hicieron el voto de Montmartre en 1534, y los otros se reunieron poco a poco en París, después de ausentarse de allí Ignacio en 1535. Pero las diferencias de nacionalidades, de edades, de antigüedad en la amistad espiritual, eran sin duda menores que las temperamentales. Hombres como Bobadilla y Rodrigues no eran fáciles de gobernar, e Ignacio mismo, cuando luego sea su superior, encontrará muchas dificultades con estos compañeros de los primeros tiempos»: DHÔTEL, JEAN-CLAUDE, Discernir en Común, Santander, Sal Terrae 1989, 24.

5 DHÔTEL, JEAN-CLAUDE, Discernir en Común, Santander, Sal Terrae 1989.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 55-66

presencia de todos: «Si tu, siendo judío, vives como gentil y no como judío, ¿cómo fuerzas a losgentiles ajudaizar?»" (Gál 2, 14)6. Estos y otros ejemplos de las diferencias entre otros muchos perfectísimos varones nos han sido transmitidospor escrito, como loanotael documento, queriendo justificarodarunsentidopositivoalapluralidaddepareceresyopiniones que aparecían entre ellos.

Si estas diferencias entre los apóstoles no se hubieran acogido y resuelto a través del diálogo fraterno, tal vez la Iglesia nunca hubiera dejado de ser una pequeña secta circunscrita al ámbito palestinense; el salto que significó el anuncio del Evangelio a los gentiles no puede compararse con ninguno de los procesos de transformación que luego se han dado en veinte siglos de historia de la Iglesia.

Una primera enseñanza que nos deja esta referencia a la Deliberación de los Primeros Padres es el hecho, innegable, de que la diversidad y aún la contradicción de opiniones y pareceres existente en medio de los grupos humanos, no puede ser obstáculo en el proceso de búsqueda de la voluntad de Dios. Es casi un presupuesto que hay que tener presente y con el cual hay que contar. Sería ilusorio pensar en un grupo humano en medio del cual no aparezcan estas diferencias y contradicciones.

Para hablar de una espiritualidad del conflicto, hay que partir de la constatación de la diferencia entre los seres humanos que buscan en común y que no pueden negarse a afrontar las contradicciones existentes entre ellos. Estanislao Zuleta, pensador colombiano, afirma esto mismo en una excelente conferencia pronunciada en 1980, cuando recibió el título de Doctor Honoris Causa en Psicología de la Universidad del Valle y que ha sido publicada de nuevo recientemente:

En lugar de desear una relación humana inquietante, compleja y perdible, que estimule nuestra capacidad de luchar y nos obligue a cambiar, deseamos un idilio sin sombras y sin peligros, un nido de

6 Se puede consultar el capítulo 15 de los Hechos de los Apóstoles en el que se recoge ampliamente las discusiones que se dieron en el llamado «Concilio de Jerusalén».

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 55-66

Aportes de San Ignacio para una espiritualidad del conflicto amor y por lo tanto, en última instancia un retorno al huevo. En lugar de desear una sociedad en la que sea realizable y necesario trabajar arduamente para hacer efectivas nuestras posibilidades, deseamos un mundo de la satisfacción, una monstruosa sala-cuna de abundancia pasivamente recibida. (...) Adán y sobre todo Eva, tienen el mérito original de habernos liberado del paraíso, nuestro pecado es que anhelamos regresar a él7 .

Saber afrontar los conflictos, las contradicciones y las diferencias es una de las características típicas de una comunidad y de una persona madura; una comunidad o una persona inmadura tratará de ocultar o disimular las diferencias para no asustarse; se comportará como el avestruz que esconde la cabeza cuando ve el peligro, pensando que por no verlo, éste desaparece. Lo importante es saber manejar estas situaciones para descubrir caminos nuevos que surgen de la crisis y de la contradicción, como nos lo enseñan aquí san Ignacio y sus primeros compañeros.

EXPONER LAS PROPIAS CONVICCIONES

En lavida de san Ignacio,antesdeser nombradoSuperior General de la Compañía de Jesús, como después de haber asumido este cargo, puedendescubrirsevariosmomentoscríticosenlosqueselepuedeacusar de no haber sabido obedecer según él mismo entendía y explicaba la obediencia; a este propósito puede consultarse el excelente artículo de Carlos Palmés sobre su práctica de la obediencia8 .

7 ZULETA, ESTANISLAO, «Elogio de la Dificultad» : Revista Semana-Colombia 959 (septiembre 1825 de 2000) 126.

8 Cfr. PALMÉS, CARLOS, «Algunos casos de la obediencia personal de San Ignacio» : Manresa 34 (1962) 263-280. Palmés se propone en este artículo, estudiar algunas críticas que se han dado con respecto a la obediencia misma de Ignacio de Loyola; el ex-jesuita Miguel Mir ha escrito que San Ignacio fue un gran teórico de la obediencia y que la exigía con mucha rigidez, pero que al mismo tiempo, tuvo serios fallos en su propia práctica personal de la obediencia, para lo cual cita tres momentos claves: 1) En Alcalá y Salamanca, donde evadió las órdenes de los respectivos tribunales que le mandaban no predicar ni enseñar hasta haber estudiado... Lo que hizo fue irse a otra parte para seguir haciendo lo mismo... 2) Ante el deseo del Papa de hacer obispos a Jayo, a Canisio y hacer cardenal a Borja; Ignacio no sólo

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 55-66

Es conocida la manera como Ignacio reaccionó ante la posibilidad de que algunos jesuitas fueran nombrados obispos o cardenales. Para él era claro que debía oponerse con todas sus fuerzas; y también era consciente que los que querían nombrarlos eran, a su vez, fieles a las inspiraciones del Espíritu Santo, que puede mover a una persona, por determinadas razones, a una cosa, y a otro, a otra, por otras razones, como lo escribió en 1552, al saber que el Emperador Carlos V le había pedido al Papa Julio III que concediese el capelo cardenalicio a Francisco de Borja:

Cerca del capelo me paresció daros alguna razón de lo que por mi ha pasado (...) Andando en este ruego diversas veces, cuándo con este temor, cuándo con el contrario, finalmente en el tercero día yo me hallé en la sólita oración, y después acá siempre con un juicio tan pleno y con una voluntad tan suave y tan libre para estorbar, lo que en mí fuese, delante del Papa y cardenales, que si no lo hiciera, yo tuviera y tengo para mí por cosa cierta, que a Dios nuestro Señor no daría buena cuenta de mí, antes enteramente mala.

Con todo esto, yo he tenido y tengo que, seyendo la voluntad divina que yoenestome pusiese,poniéndose otrosal contrario,ydándoseos esta dignidad, que no había contradicción alguna, pudiendo ser el mismo espíritu divino moveme a mí a esto por unas razones y a otros al contrario, por otras, veniendo a efecto lo que el Emperador señalaba; haga Dios nuestro Señor en todo como sea siempre su mayor alabanza y gloria9 .

Ya en 1546 y 1547, Ignacio se había opuesto al nombramiento que el Papa quería hacer de Claudio Jayo como Obispo de Trieste10 .

no atiende a la menor insinuación del Superior legítimo, que sería el Papa, sino que hace todo lo que está en sus manos para impedir esta voluntad... 3) Su actitud ante las órdenes que se le dan con respecto al escolar Octaviano Cesari... Aquí la obediencia de Ignacio se da a regañadientes y no hay obediencia de juicio...

9 DE LOYOLA, IGNACIO, Obras, BAC, Madrid5 1991, 909-910.

10 Cfr. Ibíd., 791-795, donde se recogen la carta de Ignacio a Fernando de Austria, Rey de Romanos, hermano del Emperador Carlos V, y algunos apartes de la carta del P. Bartolomé Ferrão, escrita en nombre de San Ignacio y dirigida al P. Miguel Torres, en la que explica las razones que tiene el mismo Ignacio para oponerse a este nombramiento.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 55-66

Aportes de San Ignacio para una espiritualidad del conflicto Incluso, en la carta de Bartolomé Ferrão, se afirma que «de sete (sic) años a esta parte, se han ofrecido cuatro obispados a cuatro de los nuestros, de los cuales si uno solo se admitiera, fácilmente le seguirían los otros, lo que Dios impida»11. Pedro de Rivadeneira nos ofrece los apartes de una cartaqueIgnacioescribióconmotivodelobispadodeJayo,quenosparece interesante traer a colación:

Temo, dice, beatísimo Padre, que por este camino perdamos el fruto de todos los trabajos con que nuestra Compañía hasta hoy, por la misericordia de Dios ha servido a su Iglesia. Porque, secándosenos la pobreza y humildad, que son las raíces, ¿cómo no se secarán los frutos que en ella se sustentan? En grande peligro veo que nos ponen esta nueva planta; no quería que la codicia y ambición nos arranque todo lo que con la caridad y con el menosprecio del mundo hasta agora ha crecido. Quiero decir, Padre santo, que algunos de los sueltos de las cadenas del mundo se han acogido al puesto desta nuestra Religión (que es hechura de Vuestra Santidad) y que desean subir alcieloporlosescalonesdelapobrezayeldespreciodel mundo, por ventura volverán atrás, viendo que se les cierran los caminos para lo que buscan, y se les abren otros para lo que vienen huyendo del mundo. Y al revés, podría ser que hubiese otros, y no pocos, que picasen en este sabroso y dulce cebo, y deslumbrados y ciegos con el engañoso y aparente resplandor de las mitras y dignidades, viniesen a la Compañía, no por huír la vanidad del mundo, sino por buscar en ella al mismo mundo12 .

Propiamente no se trata de una negación de la obediencia, sino que Ignacio apela, precisamente, al hecho de que con este nombramiento se desvirtuaría la misma obra del Papa, pues la Compañía de Jesús es como el mismo Papa la aprobó y es su hechura. Rivadeneira nos refiere másadelantecómotambiénIgnacioseopuso,en1553,aldeseodelmismo Don Fernando, Rey de Romanos, quien quería nombrar a Pedro Canisio como Obispo de Viena, y en 1555, en el mes de octubre, el Papa Paulo IV

11 Ibíd., 794.

12 DE RIVADENEIRA, PEDRO, Vida del Bienaventurado Padre Ignacio de Loyola, Fundador de la Religión de la Compañíade Jesús, Madrid, Administración del Apostolado de la Prensa 1920, 277.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 55-66

quiso hacer cardenal al Maestro Laínez. A todo ello Ignacio se opuso siempre, defendiendo así el buen ser de la Compañía, según había sido aprobada por la Sede Apostólica13 .

La enseñanza que podemos recoger de esta experiencia de San Ignacio es la necesidad de saber exponer las propias convicciones con claridad, haciéndonos responsables de ellas para descubrir la voluntad de Dios. El conflicto no es anticristiano; el conflicto, asumido como un proceso de diálogo en el que se busca la verdad en el ir y venir de los argumentos, exige plantear claramente las posiciones, las razones y los sentimientos de las partes, con la convicción profunda de que nadie es dueño absoluto de las respuestas sino que éstas se van revelando en el mismo diálogo sincero y transparente.

FIRMEZA Y SUAVIDAD

Pedro de Rivadeneira afirma que entre las mayores virtudes de Ignacio de Loyola estaba el saber hermanar la severidad con la suavidad, que son dos cosas que difícilmente se hallan juntas: «Era espantoso a los rebeldes, y suavísimo a los humildes y obedientes; más de suyo siempre era más inclinado a la blandura que al rigor»14. Y más adelante, en su biografía, amplía esta característica de su modo de gobierno dejándonos ejemplos y anécdotas llenas de vitalidad:

Si alguno de los nuestros le pedía cosa que le pareciese a él que la debía negar, negábala, pero de tal manera, que dejaba sabroso al que se la pedía, dando, cuando convenía, las razones por qué no erabienconcederla. Y cuando concedíacon lo que le pedían, dábales también las causas por las cuales se les podía negar; y esto para que el que no alcanzaba lo que deseaba no fuese descontento, y el que lo alcanzabalo tuviese en más y no se lo pidiese muchas veces15 .

Llamalaatención,enestadescripción,elhechodequeSanIgnacio procurara dar las razones de su decisión con el fin de que la persona no

13 Cfr. Ibíd., 281-282.

14 Ibíd., 523.

15 Ibíd., 525.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 55-66

Aportes de San Ignacio para una espiritualidad del conflicto quedara descontenta y sin entender las motivaciones que llevaban al superior a negar una cosa; por otra parte, daba al que le concedía algo, razones por las cuales se le podía haber negado el permiso, haciendo sentir la importancia de lo que se le concedía y para evitar abusos. Ciertamente, un modo de gobierno abierto al diálogo y a la racionalidad de la obediencia y no sencillamente, como se ha creído muchas veces, un autoritarismo a ultranza, que no da espacio a una sana comprensión de las razones que tiene el superior para conceder o negar un permiso determinado.

En este sentido, es claro que para Ignacio había dos elementos que debían combinarse con mucha maestría en las relaciones con sus hermanos de comunidad: por un lado, estimular la auténtica indiferencia ante las diversas posibilidades, y reconocer también las inclinaciones naturales del sujeto hacia una u otra alternativa. San Ignacio exigía de los súbditos una total indiferencia, pero dejaba que las personas manifestaranconlibertadsusinclinaciones;sabíaqueesmuydifícilllevar adelante tareas frente a las cuales la persona siente repugnancia y tenía claro que ninguna cosa, por la fuerza, es durable16. Resulta de una gran sabiduríaprácticalaformacomoRivadeneiraresumelaactituddeIgnacio ante sus hermanos de comunidad:

En las cosas fáciles, ordenaba a algún amigo y confidente que hablase alapersonacuyainclinaciónqueríasaber, y aque la sacase dél. En las cosas dificultosas, mandaba que después de hecha oración le diese por escrito tres puntos: el primero, si está aparejado para hacer a tal cosa, ordenándosela la obediencia; el segundo, si tiene inclinación a ella; el tercero, si se le dejase en su mano hacerla o no hacerla, qué haría. Y como el santo Padre era tan padre y tan amoroso con todos sus hijos, así ellos se le mostraban hijos

16 Cfr. Ibíd., 525-526. En esta misma línea, podemos citar a Hugo Rahner cuando dice: «¿No nos viene a la memoria el dicho sapientísimo de S. Felipe Neri: 'Si quieres que se te obedezca, no impongas nada por mandato'? Ciertamente Ignacio siempre que manda, presupone no s solo la fundamental resignación del súbdito, que sin duda aprecia en mucho, sino también la discreción del mismo que, pensando con el Superior y actuando con responsabilidad propia, alguna vez no ejecuta materialmente lo que se le mandó»: RAHNER, HUGO, Sentido Teológico de la Obediencia en la Compañía de Jesús, en Participantes en la Misión de Cristo (Estudio sobre la obediencia), Colección Renovación 5, México 1973, 107.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 55-66

obedientes, y leentregabansuscorazonesparaquedispusiesedellos y de todas sus cosas sin contradicción y repugnancia; porque por este amor no solamente era padre y maestro, sino también dueño y señor de sus súbditos17 .

Pedir por escrito estos tres puntos, supone una disposición al diálogo abierto en el que aparezcan los dos elementos mencionados anteriormente: indiferencia, inclinación del sujeto y un tercer elemento que es la responsabilidad del súbdito ante la acción misma: ¿Qué haría si se le dejase en su mano la decisión? Esta forma de actuar crea un clima de apertura y disposición que hace las cosas más fáciles. No se trata, entonces, simplemente de basar las relaciones entre los miembros de la comunidad en la disciplina religiosa, sino de crea un verdadero clima de caridad fraterna y una auténtica amistad en el Señor.

Pero junto a esta suavidad que mostraba en sus relaciones fraternas, Ignacio solía ser muy firme en sus decisiones; podemos encontrar algunos ejemplos de su aguda severidad, como el siguiente caso que ofrece Rivadeneira:

(...) y estaba tan puesto en no sufrir ni tener en ella [en la Compañía] a persona que la pudiese perturbar, que habiendo despedido en Colonia el Padre Leonardo Kessel (que era santo varón y Superior) ocho de los nuestros, de quince que había en su colegio, porque se habían amotinado, y por persuasión de Gerardo Holandes (sic) no querían obedecer; y teniendo después escrúpulo dello, juzgando que porventurahubiesebastadodespedirunoodos,ocuatro,lascabezas de aquel motín;escribiéndolo anuestro Padre,ypidiéndolepenitencia por ello, le respondió que no tuviese escrúpulo de lo que habíahecho, porque estababienhecho,sinoquedespidieselossietequequedaban si no eran quietos y obedientes, y tales que pudiesen servir en la Compañía a Dios nuestro Señor.

17 DE RIVADENEIRA, PEDRO, Vida del Bienaventurado Padre Ignacio de Loyola, Fundador de la Religión de la Compañíade Jesús, Madrid, Administración del Apostolado de la Prensa 1920, 607-608.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 55-66

Aportes de San Ignacio para una espiritualidad del conflicto

Y el mismo Padre [Ignacio], el año de 1555, en la Pascua del Espíritu Santo, despidió juntos once o doce del colegio de Roma, y entre ellos a un primo del duque de Vibona, que se había casado con una hija de D. Juan de Vega, virrey de Sicilia, a quien la Compañía tenía muy grande obligación, y nuestro Padre no menos respetos. Lo cual digo para declarar el celo que el santo Padre tenía, y no para que ahora los Superiores fácilmente despidan a los súbditos, que no se debe hacer sin grandísima consideración; que aquellas eran causas grandes y particulares, y examinadas por un varón tan santo y tan prudente como lo era nuestro bienaventurado Padre18 .

Todo esto, pues, para referirnos a esta doble característica del modo de proceder de Ignacio, sobre el cual venimos hablando: firmeza y suavidad. La doctrina y la práctica ignaciana nos llevan a concluir que la norma no ha de ser ni el rigor ni la blandura, sino la búsqueda sincera de la voluntad de Dios. En este sentido, el manejo de los conflictos comunitariosoapostólicosexigedenosotroslacapacidaddenocerrarnos al diálogo fraterno, pero sí llegar a él teniendo una suficiente claridad y firmezaennuestraposiciones,demaneraquenoseevadanlasdificultades sino que se afronten con sinceridad.

CONCLUSIÓN

Como lo habíamos afirmado al comienzo de nuestra reflexión, no setratadeencontrarsolucionesfácilesantelosconflictosquevivenuestro país o que se dan en nuestras relaciones apostólicas y comunitarias; el intento ha sido descubrir algunas pistas para fortalecer dinámicas de concertación y diálogo, inspirados en la experiencia de san Ignacio y sus primeros compañeros. Se trata de una colaboración en el intento por deslegitimar la guerra y la violencia en la resolución de los conflictos que nos afectan a todos los niveles. Si queremos ser auténticos servidores de lamisióndeCristo, Príncipe delapaz,tenemosque«evitarquelosarmados de esta guerra fratricida que se libra en Colombia logren apoderarse de nosotros»19 .

18 Ibíd., 616-617.

19 ARANGO, HORACIO, La comunión que desata los nudos impuestos por los guerreros, Circular del P. Provincial a los jesuitas de Colombia, 9 de septiembre de 2000. Cfr. páginas 76-86 de esta revista.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 55-66

Terminamos proponiendo un esquema de trabajo para la reflexión personal o la búsqueda comunitaria de formas nuevas para afrontar y manejar los conflictos.

SUGERENCIAS PARA LA ORACIÓN

Mirar la vida

Recorrermividacomunitariaoapostólicayreconocerlosconflictos que vivo actualmente. Mirarlos sin temor y ponerles nombre. Aceptarlos y tratar de descubrir cómo los estoy manejando.

¿Con quién o quiénes tengo problemas o situaciones conflictivas en este momento?

¿Cuáles son los motivos de los conflictos que vivo en mi vida comunitaria o apostólica?

¿Cómo estoy afrontando o negando estos conflictos?

¿De qué manera los conflictos comunitarios afectan la misión que realizamos?

Juzgarla desde la Palabra

Lucas 9, 49-56:«¿quieres que digamos que baje fuego del cielo...?»

Mateo 20, 20-28:«se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo...»

Gálatas 2, 11-21:«cuandovinoCefasaAntioquíameenfrentéconél...»

Construir la comunidad misionera desde el Espíritu

¿Cómo se manejan los conflictos en estos textos?

¿Quéactitudesmíasfrentealosconflictosquevivopuedencambiar a la luz de la Palabra de Dios?

¿Qué ayudas puedo conseguir para aprender a manejar los conflictos comunitarios o apostólicos que vivo actualmente?

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 55-66

En memoria de Monseñor Oscar Arnulfo Romero

En memoria de Monseñor Oscar Arnulfo Romero

XX Aniversario de su martirio

* Hermann Rodríguez O., S.I.

BREVE BIOGRAFÍA

Monseñor Oscar Arnulfo Romero nació el 15 de agosto de 1917 en Ciudad Barros, El Salvador. Fue ordenado sacerdote en el año 1942 y ejerciósulabordesdealgunoscargosimportantes. En1970fuenombrado obispoauxiliardeSanSalvadoryen1974obispodeladiócesisdeSantiago deMaría. Porúltimo,el3defebrerode1977se posesionócomoArzobispo de San Salvador. Un mes después fue asesinado el sacerdote jesuita Rutilio Grande, acontecimiento que llevó a Monseñor Romero a comprometerse más decididamente en la defensa de los derechos de los más pobres de su país. Después de tres años de denuncias y acciones proféticas a favor de la paz y la justicia para todo el pueblo, fue asesinado mientras celebraba la eucaristía, el 24 de marzo de 1980.

Celebramosen estos díaslos20añosde sumartirioy presentamos este escrito inspirado en su memoria como un homenaje a este profeta latinoamericano que supo vivir una auténtica espiritualidad para el conflicto y sigue diciendo muchas cosas a nuestro pueblo colombiano, sumido en una guerra fratricida que no parece tener fin.

* Licenciado en Filosofía y Magister en Psicología Comunitaria de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Doctor en Teología de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid. Actualmente es el Superior del Juniorado delSagrado Corazón de Jesús y profesor de Teología de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana en Bogotá.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 67-75

LA TRANSFIGURACIÓN DE UN SUEÑO

Las últimas palabras de un Obispo adolorido

Me extrañaba que conservara en su habitación, junto a las fotos de su familia y de sonrientes niños del pueblo, una rosa roja, marchita y seca, pegada a la figura desteñida de un obispo. Nunca me había preguntado por la historia que habría detrás de este raro símbolo que compartía ese espacio de alegrías y amistades que era su corcho.

Esa mañana, en la que Segismundo se marchó de nuestro lado para siempre, se explicó no sólo este misterio, sino el misterio de su vida y de su muerte. Como un relámpago en medio de una noche cerrada, se transfiguraron las sombras en imágenes claras y distintas. Se reveló para mi la verdad última de su vida y la pasión última de su muerte. Por eso,aunqueséqueestásmuylejos,queríacontarteloquemisojosvieron, lo que mis oídos oyeron y lo que mi corazón sintió en aquel momento.

Hacía varios meses estaba un poco inquieto. Su trabajo habitual en medio de la gente sencilla de esta parroquia le tenía muy preocupado. Siempre había vivido un poco mal las tensiones naturales que traían sus labores. Señalclaradeelloeraesaúlceraqueloatormentabaenelsilencio de las noches cálidas y espesas de este pequeño pueblo. Muchas veces me despertaban sus vómitos sangrantes de media noche. Trataba de no hacer ruido, pero sus arcadas dolorosas y la inconfundible queja sorda que emitían sus entrañas, aparecían como viejos y conocidos personajes en medio de mis habituales pesadillas.

Al día siguiente, su rostro, ya de por sí descolorido por este clima hirsuto y macilento, se teñía de un tono grisáceo, más parecido al color de los cadáveres después de cuatro días de estar bajo la tierra. Muy seguramente el muerto de Betania había tenido mejor semblante aquel día en que su amigo, entre lágrimas y sollozos, quiso gritar, desde lo más hondo de sus entrañas, ese bendito: «¡Lázaro, sal fuera!».

Noeraalgoconcretoydefinidoloquelehacíasufrir. Eraelconjunto de una realidad más dura que su alma, que le iba carcomiendo la

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 67-75

En memoria de Monseñor Oscar Arnulfo Romero esperanza desde dentro y lo iba encerrando, cada vez más, en su soledad acompañadadecadadía. Pasabalamañanadelantedeeseviejoarmatoste que algún día mereció el nombre de máquina de escribir y que seguía funcionando porque la necesidad de la gente supera incluso las leyes de la mecánica. Una tras otra, iban llegando las solicitudes de partidas de bautismo o defunción, lo mismo que las intenciones para la misa vespertina, que cada día tenía una lista más larga de almas benditas que rescatar del segundo y definitivo purgatorio.

Si sólo fuera eso, la cosa sería pan comido; lo complicado era que en el fondo de todas y cada una de las tantas visitas diarias al despacho parroquial,habíaunahistoriallenadepenasydoloresqueélibaayudando a cargar. Como un cirineo colectivo, Segismundo se iba echando encima, una a una las pesadas cruces desgarradas de su gente, y en el mismo movimiento, iba repartiendo entre los rostros que salían de este sencillo encuentro, una sonrisa amanecida de esperanza. De vez en cuando le oía cantar el más hermoso de sus versos, al que un trovador popular le había regalado una bella melodía que acompañaba su rima solitaria:

Yo no tengo más oficio

Que remendar corazones; Cerrar la sangrienta herida Que está manando dolor; Aunque la mía entre tanto, Mientras curo las ajenas, Se vaya abriendo a jirones, Como el botón de la flor...1

Era más que su retrato. Era su vida detenida y arrebatada esplendorosamente en una cadencia sin tiempo. Su oficio divino y diario, a horas y deshoras, mientras comía, dormía o trabajaba, era ser una trinchera humana y cálida para resguardar el miedo y la fragilidad de una humanidad «agobiada y doliente»; parecía la encarnación del sueño del salmista que repite incansable:

1 CALLE, ANTONIO JOSÉ, S.I., Poesía inédita.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 67-75

Sé tú mí roca de refugio, el alcázar donde me salve, porque mi peña y mi alcázar eres tú2 .

Esta vocación de baluarte y protector, era la respuesta de Dios a unpueblosumidopermanentementeentrelosabismosdeunaconmoción interior. Además de los dolores íntimos y silenciosos de cada uno de los rostros que pasaban por sus ojos diariamente, Segismundo cargaba el sufrimiento secular de una sociedad desarticulada y enferma; una sociedadenfrentada porla guerrairracional quemuchasnochessedibuja de bombas y metrallas, o se enciende entre granadas y esplendores, que oscurecen aún más la horrible noche que no acaba de cesar.

Hacía muy poco tiempo habían caído asesinados por la guerrilla, casi en el marco de la plaza, un teniente y dos soldados. Pocos días después enterrábamos, en medio del llanto y los gritos desesperados de una madre herida, a un joven que prestaba su servicio militar en otra zona del país. Había tenido la suerte, según el parecer popular, de morir al pisar una mina quiebrapatas. Otros siete compañeros quedaron para siempre mutilados, con un brillo de odio inextinguible entre sus ojos.

La víspera de la fiesta de la Virgen del Carmen, los soldados que custodiaban las sombras de la noche, asesinaron a Carlos. Había bajado de los sembrados de coca que están más allá de las montañas, para celebrar con una sola borrachera sus diez y seis años y el encuentro definitivo con la muerte.

Por otra parte, no dejaban de aparecer amenazas de los grupos paramilitares que reclamaban el control de la zona. Esta complicada acumulación de circunstancias lo habían llevado a estar más tiempo del habitual hincado ante el doloroso Cristo que preside nuestra iglesia. No es una talla bonita, ni tiene una proporción medida. Es el Cristo que trajo a cuestas cuando lo enviaron a esta parroquia. Los almanaques ya olvidaron el tiempo transcurrido. Cada uno de sus fieles, siente a

2 Salmo 30, 3-4.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 67-75

En memoria de Monseñor Oscar Arnulfo Romero Segismundo como nacido en este pueblo, retoño agradecido de una palmera de aceite.

Muy de mañana, el día anterior, a la hora del café negro y amargo que nos rescata por fin de las garras de la noche, llegó llorando a nuestra puerta la esposa de Esteban, el de la escuela. A las dos de la madrugada, habíanallanadosucasa. Sinmediarpalabra,se habíanllevadoaEsteban a la estación de policía. No era la primera vez que esto pasaba. En muchasocasionesSegismundohabíaidohastaelcuartelpidiendolibertad para algún preso. Sin embargo, la respuesta era la misma: «¡El detenido está incomunicado! No hay orden de soltarlo hasta que responda a los interrogatorios a los que debe ser sometido según la ley».

Eraun muchachobueno. Despuésdesuprimeracomunión,siguió colaborando en la parroquia. Poco a poco Segismundo lo había visto crecer delante de Dios y de su pueblo. Siempre inquieto, quiso quedarse de maestro, cuando casi todos sus compañeros levantaron el vuelo en busca de mejores horizontes, atraídos por las metrópolis seductoras. Su centro estaba aquí. Al lado del camino. Donde se encuentra el herido campesino que ha sido despojado y maltratado por los siglos de los siglos. Su trabajo era sencillo y ordenado. No le bastaba que los niños aprendieranasumaryaleer;queríaqueaprendieranavolar. Comunicaba con su enseñanza algo más que la materia obligada del ministerio. Les encimaba el Espíritu. Un maestro total.

Eravalientealdenunciarlasinjusticiasyeramuyclaroalcondenar toda violencia. Sabía estar al lado de los pobres campesinos que venían de vez en cuando en romería. Llegaban caminando o en camiones, pidiendo solución a sus problemas. Traían solamente sus tristezas y unafedecarboneros,másdescalzaquesuspies. Erauntrabajopeligroso. Un hombre de verdad, en medio de una cueva de mentiras. Un hombre de justicia, en torno a un carrusel sin caballitos para todos.

Cuando llegamos al cuartel ya habían sacado su cadáver. No supo soportar los habituales estímulos de un interrogatorio despiadado. Tampoco supo responder a sus preguntas. No supo mentir, vender a sus hermanos,perdersudignidad,dejardeserhumano...nosupo...nosupo... El comandante responsable, escribió en el informe su versión del

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 67-75

accidente: «Quiso atacar al soldado que lo custodiaba y éste, en defensa propia, lo desnucó de un garrotazo en la cabeza». Otra explicación habría quedar alasquemadurasenlasplantasdesuspies,oalagua quetodavía respiraba en sus pulmones.

Esatardelovelamosenlaiglesia. Todoelpuebloquedóparalizado. Los niños de la escuela le hacían guardia. La tensión podía palparse en todaspartes. Enlosbares, lasesquinas delaplaza, en lacocinarutinaria de la tarde, la vida de Esteban se hacía denuncia desgarrada.

Segismundo perdió el habla todo el día. Parecía una represa sosteniendo con sus fuerzas el torrente. Sólo así pudo mover más tarde, las pesadas turbinas de la luz y la esperanza. Su silencio era paciente. Su dolor era infinito. Las preguntas le asaltaban como avispas, cada vez conaguijonesmás dolientes. Cuandoalfinllególanocheacubrirnuestra vergüenzaynuestrosueño,pudoversedesdelejoselresplandorpalpitante de las velas, los velones y velitas que se iban derritiendo de tristeza a las puertas de la iglesia.

Como era mi costumbre, aseguré las puertas del templo y pasé las trancas que protegen las ventanas de la casa. Sentí lo que sintieron los apóstoles aquella noche triste en el cenáculo, después de la pasión de su maestro. Mientras tanto, Segismundo seguía adormilado y arrullado en su rítmica mecedora de caoba, único rincón donde sabía reclinar su cabeza. No me atreví a molestarlo; a lo mejor desde su cama no habría podido entrar confiado hasta el silencio de sus sueños.

El primer canto del gallo me despertó antes de las cinco. Ese día preparé yo el café, que Segismundo seguía tomando en contra del parecer de los galenos. Nunca les hizo caso. Bueno, en realidad no sólo a los médicos, tampoco hacía caso al señor obispo, ni se paraba ante ninguna autoridad. Fue un esclavo de su Señor Jesucristo, y el resto: «¡que se arreglen como puedan!», solía decir. Fue un rebelde manso y un protestante muy católico.

A las diez de la mañana estaba todo listo. Mucha gente había llegado hasta la Iglesia. Los soldados en la plaza, con fusiles desafiantes, tenían una mirada de vergüenza. El calor se iba haciendo insoportable.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 67-75

En memoria de Monseñor Oscar Arnulfo Romero

Los ventiladores del techo, giraban con un ruido cansado y parecían incapaces de mover el aire que se iba haciendo poco a poco más espeso.

Los maestros prepararon la liturgia. Después de la proclamación del Evangelio, lo primero que se oyó, como un lamento, fue un voz sorda que gritaba: «¡Perdónalos, Señor, porque no saben lo que hacen!» Era la voz de Crisóstomo, el bobo del pueblo, primo hermano de Blasillo, el que conocisteenValverdedeLucerna. Siempreestabaenprimerafilayrepetía frases a su antojo. Segismundo, pausadamente, llegó hasta el púlpito. Seagarróconfuerzaparanocaer. Laspalabras,apretadasensugarganta, como espadas de dos filos, no acertaban a salir.

Por fin su inconfundible tono paternal, rasgó el silencio de arriba a abajo: «Hermanas y hermanos, voy a salir unos minutos del templo. Os pido encarecidamente que permanezcáis aquí, entonando algunos cantos de resurrección, mientras regreso». Sin más explicaciones, bajó del presbiterio. Se acercó al féretro donde yacía el cuerpo inmóvil de Esteban y le dio un beso. Caminó lentamente hacia la puerta. La gente todavía sorprendida, fue girando a su paso, hasta que se perdió de mi vista entre la multitud. Poco a poco se fue extendiendo entre nosotros una suave melodía resucitada:

«Nada nos separará...

Nada nos separará...

Nada nos separará...

Del amor de Dios...»

No sabíamos lo que estaba sucediendo. El tiempo fue pasando lentamente, adornado con cantos y plegarias. Cuando el reloj del campanario dio las once, me acerqué al micrófono y pedí a tres miembros de la comunidad que me acompañaran para ir a buscar a Segismundo. Estaba muerto sobre la calle polvorienta y bajo un sol canicular, justo en frente del cuartel que había sido testigo de sus últimos gritos y dolores. Los soldados no habían querido salir por temor al pueblo. Esperaban llenos de miedo dentro del edificio a que llegara la turba descontrolada a tomar venganza.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 67-75

Uno de los soldados, como el centurión romano del Gólgota, reconoció en Segismundo la voz y el rostro de Dios. Él, que lo vio desplomarse con el corazón estallando entre su pecho, me repitió más tardelasúltimaspalabrasquesalían como ráfagasdesuboca, pocoantes de morir: «¡NO MATARÁS! ¡NO MATARÁS! ¡NO MATARÁS!

No era el único lugar que había visitado; antes había caminado hasta el puerto y se había metido entre las cantinas y tiendas que frecuentan los compradores de pasta de coca. Llegan casi a diario en las chalupas. Vienen escondidos detrás de unas gafas de sol y con cadenas de oro grueso que cuelgan de sus cuellos. Les gusta ir luciendo el arma camuflada que llevan entre el cinto y los fajos de billetes de todos los colores. Van y vienen transportando muerte. Llevan droga para matar lejos y traen billetes manchados de sangre para alimentar a un pueblo que se hace matar por vivir.

Tambiénvisitólosbares, ala salidadel pueblo,dondepasanlargas horas vigilando, militantes de los grupos guerrilleros y paramilitares de la zona. Por todas partes lo vieron revestido con casulla blanca; brillaba más que el mismo sol que caía inclemente sobre el pueblo. Su voz, recordaba el brazo fuerte y extendido del Dios de Moisés, que era incapaz de soportar la esclavitud de Egipto. Pero, al mismo tiempo, hacia sentir la brisa suave que refrescó el rostro de Elías en el Horeb. Todos los que lo vieron caminando y gritando por el pueblo, supieron que Dios había querido poner de nuevo su tienda entre nosotros. Todos supieron por qué aquel pequeño pueblo había sido bautizado con el extraño nombre de «Monte Tabor».

Después de varios días de llanto y desconcierto, hemos ido entendiendo, y sobre todo sintiendo, lo que hizo estallar en mil pedazos su fuerte corazón. En su pequeño escritorio, entre cartas amigas y una biblia que se ha ido deshojando lentamente, encontré a los pocos días un libro abierto en la última página. Era una colección de homilías. Era la historia de una vida, como la suya, crucificada con su pueblo. Tenía subrayado con lápiz rojo las últimas palabras de un obispo adolorido:

Hermanos, son de nuestro pueblo, matan a sus mismos hermanos campesinos y ante una orden de matar que dé un hombre, debe

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 67-75

En memoria de Monseñor Oscar Arnulfo Romero

prevalecer la ley de Dios que dice: NO MATAR (...) En nombre de Dios,pues,y en nombre deeste sufrido pueblo cuyoslamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡Cese la represión!3 .

Aquella rosa roja, marchita y seca, que había ido estallando en jirones deesperanza, era el secreto de su vida;era el símbolomás sagrado de todo su santoral; había sido robada a los pies de una tumba abierta y resucitada para siempre, en el fondo de una catedral que sigue pidiendo justicia para todos.

GuardaesterecuerdodetuamadoSegismundoynodejesdecontar a tus amigos en esas tierras lejanas, las pascuas sufrientes y resucitadas de tu pueblo. Un abrazo.

3 SOBRINO, JON, Monseñor Oscar A. Romero. Un obispo con su pueblo, Santander, Sal Terrae 1990, 64.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 67-75

«La comunión que desata los nudos impuestos por los guerreros»

* Horacio Arango, S.I.

Q«No teman a los que pueden quitarles la vida. Teman en cambio al que puede matar su espíritu...» Mateo 10, 28.

ueridos hermanos y compañeros en la misión apostólica:

Desde 1997 he dirigido una carta en el mes de Septiembre a toda la Provincia. He procurado desde entonces, de acuerdo a la misión que me ha sido confiada, animar el ministerio apostólico de cada uno de los jesuitas, de las Obras y Comunidades que sirven al pueblo de Dios en diversos contextos regionales y en la compleja realidad del país. Estas cartas anuales a la Provincia pretenden expresar la búsqueda espiritual para hallar las formas acertadas de responsabilidad frente al país. Han sido escritas frente al Señor, quien es el centro de nuestras vidas y a quien servimos, esperando que puedan convertirse en pistas de reflexión personal y comunitaria.

* Provincial de la Compañía de Jesús en Colombia. Carta circular dirigida a los jesuitas, el 9 de septiembre de 2000.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 76-86

«La comunión que desata los nudos impuestos por los guerreros»

He querido que estas cartas anuales sean entregadas en la fiesta de San Pedro Claver, servidor de los pueblos negros y patrono de los Derechos Humanos, para significar una tradición de la Provincia encarnada en Claver y en tantos otros de nuestros compañeros jesuitas, hermanos, escolares y sacerdotes, que entregaron sus vidas para buscar espacios de dignidad, para remediar el dolor de este país y anunciar el amor solidario de Dios con esta nación. Entrego de nuevo esta carta y pido a todos mis hermanos y compañeros hacer un alto en el camino para acoger la reflexión propuesta.

San Ignacio de Loyola nos propone en los EE. (II Semana) contemplar lo que los hombres hacen en el mundo, mirar nuestro drama, las miserias de la historia humana. Al atender con los ojos del espíritu al mundo comprenderemos que hiriendo, matando, hemos fabricado el infierno y tal vez podemos entender por qué el camino de la salvación se hace justamente en la encarnación. Dios no ha rehusado este mundo trágico, no ha vuelto el rostro para no mirarlo, lo ha asumido en el amor ysolidaridaddeCristoJesús,yeseeselcaminoparanosotros:comprender bienelmundo,mirarbienalagente,nodejarquelosquenacenymueren, los que ríen y lloran, los que hieren y matan, pasen inadvertidos para nosotros, para comprender los desafíos de la historia y sumar nuestro trabajo a la lucha de Dios por una tierra sin odios y sin violencias.

El primer punto es ver las personas, las unas y las otras; y primero, las de la haz de la tierra, en tanta diversidad, así en trajes como en gestos; unos blancos y otros negros, unos en paz y otros en guerra, unos llorando y otros riendo... unos naciendo y otros muriendo... El tercero: después mirar lo que hacen las personas sobre la haz de la tierra, así como herir, matar, ir al infierno, etc.; asimismo lo que hacen las personas divinas, es a saber, obrando la santísima encarnación...1

La insistencia en mis cartas anuales sobre el contexto de la guerra en Colombia, se explica, porque ello corresponde a nuestra más profunda inspiración ignaciana que nos lleva a contemplar la historia trágica del

1 Ejercicios Espirituales 106, 108.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 76-86

sufrimiento y las guerras para unir nuestras manos y trabajos a la acción de Dios, a su encarnación en la realidad.

EVOCANDO TESTIMONIOS DE NUESTRA TRADICIÓN

«El cristianismo no conoce el odio», decía insistentemente desde el púlpitodelaiglesiadeSanMiguel. Sinvacilacióndenunciabalaamenaza deunpoderpolíticoymilitardispuestoalaeliminacióndetodadisidencia, delosdiferentes,delasrazasconsideradasinferiores. Entrelosasistentes había con frecuencia hombres adustos que toman nota de sus palabras. En junio de 1937 fue arrestado y encarcelado. En el juicio insistió en sus críticas. Fueadar alacárcel, cojeando, porlasheridasdelagran guerra. Una vez recobró la libertad no se detuvo, su predicación seguía perturbando a los burdos agentes secretos, a la dirigencia del partido de gobierno y a las autoridades del país. De nuevo la cárcel en 1938. No había elección, pensaba; o la fe o la aceptación de la muerte y de la barbarie. En 1939 fue «internado» para acallarlo, en un campo de concentración. En la prisión su salud llegó a estar tan mal que ellos, los organizadores de la muerte, decidieron recluirlo en un Monasterio para evitar que muriera como un mártir y su propaganda de guerra se viera empañada por un obstinado y viejo sacerdote. Allí, silenciado a la fuerza, tuvo que soportar la prisión hasta el final de la guerra para recobrar la libertad. Habíapasadomuchosmesesencarcelado,habíaconocidomucho más de cerca el dolor y el sufrimiento de las víctimas al compartir con ellas su destino. Era el precio de la dignidad.

Esta invocación a la memoria del beato Rupert Mayer, nuestro hermano jesuita castigado por el nazismo, un testigo de la fe en tiempos de guerra, nos sirve hoy para pensar en nuestra propia situación, en el lugar del mundo y en el tiempo en el cual nos corresponde rendir un testimonio sobre Jesús. La Iglesia, al declararlo beato, ha reconocido la validez de esta oposición profética del P. Mayer a la violencia demencial del nazismo.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 76-86

«La comunión que desata los nudos impuestos por los guerreros»

EL CORAZÓN HUMANO ENVENENADO POR LA GUERRA

De la misma manera que la Alemania nazi forjó la imagen del enemigoabsoluto,alcualhayqueexterminar,otrassociedadeshanvivido la catástrofe de guerras sin cuartel, y sobre todo, de la guerra hecha con justificaciones ideológicas y políticas para mostrar cuan justa y legítima resultalaeliminacióndelos otros,esosquesiempreson perversosporque son el adversario. En tiempos del P. Mayer la guerra se hizo contra enemigos internos y externos. En Colombia hemos vivido durante más de medio siglo en medio de ciclos de violencia que se interconectan, la figuradelenemigointernocomoenemigoabsolutodelcualnodebequedar vestigio alguno.

Hago esta anotación para que tomemos conciencia de la brutal virulencia que tienen los conflictos armados internos2 en los cuales los enemigos no son extraños y distantes, los de tierras lejanas, sino los próximos, los vecinos, aveceslosque antesfueron amigos. Esta cercanía geográfica y cultural pareciera incendiar los odios hasta niveles inverosímiles. La guerra que hemos vivido entre colombianos, llegando a identificar al otro, al adversario como enemigo absoluto, nos ha llevado a la perversa idea de la necesidad de la desaparición de esos otros para que pueda existir nuestro proyecto de sociedad (nuestro proyecto o mi proyecto, da igual aquí el uso del posesivo). Las acciones de las partes enfrentadas en la guerra actual o en las guerras relativamente cercanas de nuestra historia nos han mostrado la incapacidad para el diálogo y la aceptación de los otros, a quienes como adversarios o enemigos se les niega toda dignidad humana. Deben desaparecer, esa es la consigna de los guerreros. Está justificada toda acción contra ellos, incluso la mutilación de los cadáveres, aún más, debe impedirse a los familiares y vecinos sepultarlos con honor.

2 ¿Cómo podría caracterizarse mejor la mentalidad que preside las luchas intestinas que con las horrendas palabras que, según Suetonio, pronunció el emperador Vitelio en el campo de batalla de Bedriac? Cuando sus compañeros le dijeron que los cuerpos de sus adversarios políticos, largo tiempo sin sepultura, no olían bien, respondió: «el cadáver de un enemigo huele siempre bien, y huele todavía mejor cuando es el de un compatriota». PICTET, JEAN, Desarrollo y principios del Derecho Internacional Humanitario.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 76-86

Esta misma lógica de exterminio bajo la figura de los enemigos absolutos se extiende hasta aquellos que pueden ser sospechosos y sobre todo a los amigos de los enemigos, en algo así como una satanización colectiva de poblaciones que están a la fuerza ligadas a los grupos que se combaten, por su cercanía geográfica, porque son comerciantes y tienen que vender todos sus productos, porque son campesinos y sus productos alimentan al adversario. Hasta el agua que beben los enemigos debería ser, en esta lógica brutal, envenenada, no importa si quema el paladar de multitudes y destruye el entorno.

De ahí, de la lógica del exterminio, a las acciones de depuración de todo indeseable, hay un paso, un paso que han dado a saltos todas las fuerzas enfrentadas en el conflicto armado colombiano. Sin excepción todos los actores armados de la guerra en Colombia han practicado el exterminio de reales o supuestos delincuentes comunes, han impuesto sus leyes, las que ellos consideran justas y aceptables, rubricadas con la punta de sus armas.

La guerra interna colombiana ha tenido grandes transformaciones enlosúltimosaños,entreellas,laconsolidacióndeterritoriosbajocontrol de diversos actores armados del conflicto. En este sentido se afirma que hay guerra por territorios. Sin embargo lo que los guerreros pretenden no son solo lugares geográficos sino adhesiones voluntarias o forzadas. El territorio en disputa es la gente, somos nosotros, sobre todo, es la población más indefensa e inerme de extensas regiones, casi todas caracterizadas por el abandono del Estado.

El código de los guerreros, marcado por el exterminio y la intolerancia, pretende instalarse en lo profundo del corazón humano. Determinaconfrialdadquienesmerecenvivir,quienesdebenirse,quienes pueden hablar, quienes deben morir y sobre todo, logra con mucha frecuencia volver turbias las aguas desde las que se nutre el espíritu de una sociedad. Su mayor triunfo es la aceptación de la violencia como condición indispensable para crear el futuro.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 76-86

«La comunión que desata los nudos impuestos por los guerreros»

EL EVANGELIO Y LA OPCIÓN POR LA PAZ

«Saben que está mandado: Amarás a tu prójimo sin tener que amaratu enemigo, Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, oren por los que los persiguen...»

Mateo 5, 38-39.43-44.

Hacer el bien a los que matan no significa, en la perspectiva del pacifismo cristiano, tolerar la injusticia de los armados, callar, ser cómplices. Se devuelve el bien a cambio del mal cuando el cristiano se pone del lado de las víctimas y desnuda ante los violentos su torpeza y su sin sentido. El cristiano ora y trabaja para que su propia acción tenga el valor de cuestionar las prácticas de los violentos.

Entre aquellos que pueden justificar con argumentos religiosos la guerra y la violencia, y quienes se oponen a matar o validar la muerte de los adversarios, se entretejen los pacifismos anestesiantes, las posiciones ambiguas frente a la opresión de las armas. Y están también los que no seenteraronnuncadeloqueocurría,aunquelosgritosdelosdestrozados rompían el corazón, están los que no les importa, no tienen tiempo, no ven a los heridos por las guerras envueltos en sus afanes. Estos últimos, los desinteresados y los que duermen tranquilos mientras multitudes lloran, se acercan sorprendentemente a los verdugos.

Nadieoptapor lapaz y contralaviolenciafácilmente enescenarios donde prevalece la lógica torpe de la guerra. Cuesta mucho, a veces, con mucha frecuencia, cuesta la vida. Cuando los jesuitas asumimos auténticamente la perspectiva de Dios, que es la misma de Jesús, y situamos la acción como una denuncia de todo poder que destruye, entonces todos los armados, los que ejercen poder con las armas, coinciden en algo: ese debe morir. Cuesta mucho también asumir la perspectiva de Jesús porque el odio, cuando estalla la muerte, inunda el interior de los seres humanos, contamina, fomenta rencores e insolidaridades que no se vencen fácilmente y que amenazan a todos, incluso a quienes han puesto al Señor como su fortaleza. Por todo ello, por las amenazas y por las provocaciones de la guerra, la opción por la paz, al estilo de Jesús de Nazaret, es un gracia, algo que nos es concedido

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 76-86

superandonuestrafragilidad,eltemor,laincapacidadparaamar,perdonar y servir en tiempos de guerra.

Es indispensable para nosotros, en la coyuntura de violencia que atraviesa el país, mirar atentamente la praxis y el mensaje del Señor Jesús. Con su propio testimonio desvirtuó toda violencia, y al mismo tiempo no calló su voz que proclamaba felices a los pobres, a los perseguidos por la justicia, a los que trabajan por la paz. Por fidelidad a la voluntad del Padre, al anuncio y construcción del Reino, el galileo expusosuvidaanteelpoderpolíticoymilitardesutiempo. Ensupobreza y debilidad habitaba Dios entre nosotros y su resurrección en nosotros es la prueba irrefutable del triunfo de la vida sobre la muerte.

NO TEMAN A QUIEN PUEDA QUITARLES LA VIDA, SINO A QUIEN PUEDE MATAR SU ESPÍRITU

Desde una perspectiva de fe recordamos ahora las palabras de Jesús: No teman a quien puede quitarles las vida, teman más bien a quienpuedematarsuespíritu. Laguerrahaenvilecidoanuestrasociedad, atalpuntoquelosniñosyniñassonvíctimasfrecuentesdelfuegocruzado, de los «errores militares» y de las explosiones de toda clase de armas no convencionales y artefactos instalados en caminos y carreteras. Nos ha envilecido tanto que casi dos millones de personas lo perdieron todo, se hundieron en la marginalidad por la guerra, y los sobrevivientes podrían contar escenas dantescas de horror y sufrimiento. Por este pesado fardo delaguerraenelcorazónesimprescindibleparanosotrosvigilarlacalidad del corazón. ¿Será que aquellos que pueden matarnos, de hecho han logrado ya su triunfo al corromper nuestro corazón?

Para evitar que los armados de esta guerra fratricida que se libra en Colombia logren apoderarse de nosotros, para impedirles que nos sometan al código de los guerreros que no tolera nada distinto al poder de las armas y a la imposición de la lógica de amigos y enemigos, creo que debemos insistir en unas pistas o luces que protejan la vida:

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 76-86

«La comunión que desata los nudos impuestos por los guerreros»

Asumir el punto de vista de los vencidos

Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y lo asaltaron unos bandidos, le quitaron la ropa, lo apalearon y se fueron dejándolo medio muerto. Casualmente bajó por ese camino un sacerdote, quien al verlo dio un rodeo y siguió su camino. Lo mismo hizo un levita que pasó por ese lugar... En cambio un samaritano que iba de viaje, al llegar a donde estaba el hombre y verlo, se conmovió, se acercó, le lavó las heridas con aceite y vino y se las vendó; luego lo montó sobre su propia bestia y lo llevó a una posada, donde acabó de cuidarlo...3

Es indispensable que nosotros, enviados a anunciar el mensaje depaz,justiciayreconciliacióndelevangelio,escuchemosenprimerlugar a los vencidos, a las víctimas de esta confrontación. Los armados tienen su historia, la cuentan a su acomodo, justifican sus acciones, engañan, mienten. Casi siemprecon los muertos caetambién la verdad. La verdad es la primera baja de las guerras y Colombia no es la excepción. Nuestro contactoconlascomunidadescampesinasdelValle,delMagdalenaMedio, con los pobres de los barrios populares de Barranca, de Medellín, de Cali, Bogotá, de Tierralta, con los desplazados forzosos, con estudiantes y padres de familia, con tantos hermanos afectados por la violencia, nos deberá ayudar a reconstruir la verdad de las víctimas, la verdad de Jesús atado al madero y nos ayudará a devolver a la gente el derecho a contar su historia y a desnudar la arbitrariedad y perversión de los actores armados del conflicto. Para ello, para ponernos del lado de las víctimas, de su propio relato, es necesario que su situación nos conmueva y acercarnos, curar sus heridas y cuidar de la vida que todavía queda entre los afectados por la guerra y todas las violencias.

Impedir que el odio nos robe el espíritu

Como ustedes saben,entrelos paganoslosjefesgobiernancontiranía a sus súbditos, y los grandes hacen sentir su autoridad sobre ellos. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que entre ustedes

3 Lucas 10, 30-34.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 76-86

quiera ser grande, deberá servir a los demás; y el que entre ustedes quieraserel primero,deberásersu esclavo. Porque, delmismo modo, el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida como precio por la libertad de muchos.4

Nosotros no estamos exentos del poder con el cual la guerra pervierte el corazón humano. Por la cercanía afectiva de las personas afectadas, por las amenazas que hemos sufrido, por los imaginarios favorables al uso de la violencia, por haber crecido en un país con tradiciones de guerra, los colombianos y colombianas vivimos en la línea divisoria entre la convivencia civilizada y la confrontación armada. Aún más, tal vez no es necesario empuñar las armas para obstaculizar el surgimiento y consolidación de una cultura de paz. Basta que el odio, la intolerancia, la indiferencia y la incapacidad para el diálogo se apoderen de nosotros. En nuestras relaciones cotidianas en las comunidades y obras, entre nosotros y con los compañeros y compañeras apostólicas, se define la calidad de la fraternidad y la posibilidad de contrarrestar la lógica de la guerra en la que estamos viviendo. El mensaje del Señor nos propone claramente un camino distinto al de toda dominación. Entre ustedes no debe ser así, decía Jesús, al cambiar radicalmente los valores de la sociedad de su tiempo -y del nuestro- que también como antes tiene por menos el servicio y la entrega de la vida.

Denunciar la perversión de la guerra

Apenas dijo esto, un sirviente que estaba ahí le dio una bofetada a Jesús y le dijo. «¿Así contestas al SumoSacerdote?». Jesúslerespondió: «Sihablémal, muestra en qué está lo malo; pero si hablé bien, ¿por qué me pegas?». Juan 18,22-23.

Para no permitir que los armados dominen nuestro corazón es indispensable mantener la perspectiva profética de nuestra vocación. Si bien es cierto se requiere proceder con cuidado evitando la reacción violentade losactoresarmadosquepueden bloquearmuchosdenuestros

4 Mateo 20, 25-28.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 76-86

«La comunión que desata los nudos impuestos por los guerreros» trabajos, sin embargo tenemos un compromiso ético con la verdad, con las víctimas, y sobre todo, está de por medio la fidelidad al evangelio. Los actores armados han empobrecido mucho más a los sectores populares, han fracturado todos los proyectos sociales y políticos, e imponen su código de muerte de manera inmisericorde. En ese contexto es condición de fidelidad con el Dios de la vida mostrar con hechos y palabras, particularmente con el amor que protege a los inocentes, la inmoralidad de esta guerra y la necesidad de su superación por mecanismos pacíficos.

EMPEÑADOS EN CONSTRUIR LA COMUNIÓN

COMO RESPUESTA DE FIDELIDAD AL SEÑOR, EN MEDIO DE LA REALIDAD DEL PAÍS

Desde finales de la década de los ochentas la Provincia se hizo hondamente sensible a los múltiples problemas engendrados por la situación de muerte del conflicto armado y de otras violencias. Por la gracia del Señor hemos ido creando respuestas ante el país, con grandes dificultades y esfuerzos. Las acciones por la paz, la atención de las víctimas,laeducaciónparalaconvivencia,soncaminosporlosquehemos ido transitando y debemos reconocer su importancia y las enseñanzas que nos dejan estos servicios para derrotar los códigos de muerte que pretenden imponernos los guerreros.

También hemos aprendido en los últimos años la importancia de la formación efectiva de un Cuerpo Apostólico en el cual los servicios, ministerios y obras de la Provincia son asunto de todos, expresión corporativa de una misión asumida en la unidad del espíritu. Todas nuestras búsquedas de comunión y solidaridad, nuestros esfuerzos para delimitar un Proyecto Apostólico de la Provincia, son expresiones de la acción de Dios. En un contexto de fragmentación, en medio de la destrucciónmoralqueocasionaelconflictoarmado,lamutuacooperación, la búsqueda de sinergias, el estímulo a la solidaridad y a las alianzas, al trabajo en equipo, los esfuerzos para forjar un Proyecto Apostólico de todos, son una respuesta que confronta desde la perspectiva de Dios la lógicabrutalytorpedelaguerra. Seconviertenenlacríticamásprofunda y eficaz contra las disoluciones provocadas por los odios.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 76-86

El seguimiento de Jesús es el criterio radical de discernimiento de nuestra vocación y de todos los trabajos apostólicos de la Provincia. El encuentro personal con Jesús no podremos vivirlo ni comunicarlo a los hombres y mujeres de nuestro país si no podemos construir juntos un proyecto común de servicio, de entrega y responsabilidad con el destino de Colombia. Por eso los invito a todos ustedes para que juntos optemos con toda generosidad por el camino que desata los nudos que nos han impuesto durante décadas los que hacen la guerra, los que siembran violencia, el camino de la comunión y la solidaridad.

Queridos hermanos y compañeros:

Escribo a ustedes esta carta en la fiesta de San Pedro Claver, patrono de los Derechos Humanos, en un escenario social y político del país donde se conjugan expectativas frágiles de paz con la violencia de una guerra desbordada que amenaza la existencia de la nación. Para nosotros se presenta la exigencia de preparamos para vivir el mensaje del Señor en tiempos de guerra y odios, en medio del código torpe e inhumano de los guerreros. Nuestro deber es trabajar para quebrantar el yugo de la muerte, deslegitimando la guerra de todos los actores armados y optando por la paz del Señor, que lejos de dejarnos tranquilos nos pone del lado de la justicia, de los pobres doblemente empobrecidos por la violencia, del lado de la verdad, en síntesis, del lado de todas las víctimas, cuyo rostro expresa los rasgos del Resucitado.

Que Dios nuestro Padre nos ayude a ser fieles a este desafío descomunaldetrabajarcontralaguerraenunodelosrinconesdelmundo más adverso para la vida.

Apuntes Ignacianos 30 (septiembre-diciembre 2000) 76-86

Adpostal

Llegamos a todo el mundo

CAMBIAMOS PARA SERVIRLE MEJOR

A COLOMBIA Y AL MUNDO

ESTOS SON NUESTROS SERVICIOS

VENTA DE PRODUCTOS POR CORREO

SERVICIO DE CORREO NORMAL

CORREO INTERNACIONAL CORREO PROMOCIONAL CORREO CERTIFICADO

RESPUESTA PAGADA

POST EXPRESS

ENCOMIENDAS

FILATELIA

CORRA FAX

LEATENDEMOS EN LOS TELEFONOS

243 88 51 - 341 03 04 - 341 55 34 9800 15 503 FAX 283 33 45

Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.