

APUNTES IGNACIANOS
ISSN 0124-1044
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Darío Restrepo L. Javier Osuna Iván Restrepo
Hermann Rodríguez
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Camaradas de guerra. Escultura de Ana Mercedes Saavedra Arias Pórfido del siglo IV, en San Marcos. Secretaria del CIRE Los compañeros de Ignacio se unieron fraternalmente para una cruzada sin armas.
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ApuntesIgnacianos
Número 29 Año 10
Mayo-Agosto 2000
A la mayor gloria de la Trinidad
CENTRO IGNACIANO DE REFLEXION Y EJERCICIOS - CIRE
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A la mayor gloria de la Trinidad
Mario Gutiérrez J., S.I.
Confesión Trinitaria, fraternidad y servicio por amor en el carisma ignaciano ............................
Darío Restrepo L., S.I.
Javier Osuna G., S.I. Dimensiones de una espiritualidad trinitaria que responda al mundo de hoy
Hermann Rodríguez O., S.I.
Apuntes Ignacianos 29 (mayo-agosto 2000)
Presentación
a glorificación de la Trinidad, de la que todo procede y a la que todo se dirige, en el mundo y en la historia». Este es el objetivo celebrativo del presente año santo del Jubileo señalado por Juan Pablo II. «La mayor gloria de Dios», del Dios Uno y Trino, según el Diario Espiritual, es el lemade Ignacio de Loyola, legado ala Compañía de Jesús. Este es también nuestro propósito con el presente número de Apuntes Ignacianos.
Toda la espiritualidad personal del fundador como también la espiritualidad ignaciana están arraigadas y cimentadas en la Santísima Trinidad de la cual toman su inspiración vital y su fuerza apostólica. Pasamos de la intimidad y de la «confesión» o glorificación trinitaria de Ignacio, a la que debemos tener y dar todos los llamados a vivir animados por su carisma y espiritualidad. Caminamos desde el primer kerygma recibidoenelbautismo(«yotebautizo-consagro-enelnombredelPadre...) hasta la entrega de nuestra vida como un 'gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo'. Entre tanto, «vivimos, nos movemos y existimos» radicalmente unidos al misterio íntimo e inefable de Dios. Cada inspiración y expiración de nuestro ser, imagen y semejanza suyos, es una'confesión' natural de laTrinidad. Pero,como sereslibres quesomos, capaces de amar y de optar, estamos llamados a una proclamación consciente y amorosa de esta realidad fontal de toda existencia. «El
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Presentación
hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor».
La glorificación de la Trinidad: es el tema teológico con que Mario Gutiérrez abre nuestro homenaje al Dios Uno y Trino. Es importante ahondar en las implicaciones que conlleva para suscitar una respuesta consciente y generosa. Jesús nos descorrió el velo y nos permitió vislumbrar el secreto de este misterio, distintivo y constitutivo de nuestra fe cristiana. Por otra parte, también la Vida Consagrada tiene la misión deseruna«confesión-oglorificación-delaTrinidad»(cfr.'VitaConsecrata') de modo que, en consecuencia, su comunidad sea un «signo de fraternidad»ysuapostoladoun«serviciodecaridad». ¿Cómoserelacionan Ignacio y el carisma ignaciano con estos derroteros del tercer milenio para la vida religiosa? Darío Restrepo nos a ayuda a formular esta respuesta.
Los dos artículos siguientes nos revelan las dimensiones de la espiritualidadtrinitariasegúnlaópticadeIgnaciodeLoyola. JavierOsuna analiza la devoción a la Trinidad y el carisma ignaciano, partiendo de la espiritualidad personal de Ignacio (en sus obras) y de su relación con cada una de las Personas para ver su influencia en este carisma. Finalmente, Hermann Rodríguez, de manera sencilla y amena, nos descubre las dimensiones de una espiritualidad trinitaria que responda al mundo de hoy mirando la vida, el Padre, juzgándola desde la Palabra, el Hijo, para construir la comunidad en el Espíritu.
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A la mayor Gloria de la Trinidad
A la mayor Gloria de la Trinidad
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Mario Gutiérrez J., S. I.
Para este año 2000 en la celebración misma del Gran Jubileo el Papa Juan Pablo II nos había señalado un objetivo muy preciso: «Sobre todo en esta fase, la fase celebrativa, el objetivo será la glorificación de la Trinidad, de la que todo procede y a la que todo se dirige, en el mundo y enlahistoria.Aestemisteriomiranlostresañosdepreparacióninmediata: desde Cristo y por Cristo, en el Espíritu Santo al Padre. En este sentido la celebración jubilar actualiza y al mismo tiempo anticipa la meta y el cumplimiento de la vida del cristianismo y de la Iglesia en Dios uno y trino»1 .
Las anteriores insinuaciones del Papa nos sirven de motivación paraahondarunpocoenlasimplicacionesdelaglorificacióndelaTrinidad con todo cuanto supone como respuesta comprometida en el momento actual de la realización de la misión. Esta glorificación marca muy hondamente la vivencia de una espiritualidad auténticamente cristiana y por supuesto ignaciana.
* Doctor en Teología, Universidad Gregoriana, Roma. Profesor en la Facultad de Teología, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, D.C.
1 JUAN PABLO II, Carta Apostólica Tertio Millennio Adveniente 55.
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Mario Gutiérrez J., S.I.
¿EL MISTERIO TRINITARIO ABSOLUTAMENTE INACCESIBLE?
La Trinidad, en efecto, es el misterio constitutivo y distintivo del cristianismo. En la revelación cristiana no existe un Dios puramente uno, como en el judaísmo, en el islamismo y en la conciencia de muchos contemporáneos. El Dios viviente y verdadero de la revelación está en el misterioquelaIglesiaexpresaenladoctrinadelaTrinidaddelaspersonas en la unidad de la naturaleza. Esa «Trinidad, de la que todo procede y a la que todo se dirige, en el mundo y en la historia»2; la que es fuente y finalidad de nuestra vida y afecta directamente el destino humano y el de toda la creación.
Los testimonios de Tomás de Aquino y de Agustín nos facilitan la comprensión de la actitud con que debemos acercarnos siempre al tema trinitario. Elprimeronosdicequehayquehacerlo«concautelaymodestia» y el segundo nos indica que «no hay otro tema a propósito del cual el error sea más peligroso, la investigación más ardua, el descubrimiento más fecundo»3 .
La actitud es, pues, de respeto y adoración; de silencio de fe, ante lo inefable, cuando después de efectuar nuestras aproximaciones comprendamos que es una realidad que nos desborda infinitamente y tengamos que confesar que solo hemos tratado de balbucear4 .
Ahora bien, ¿esta circunspección en la aproximación al tema trinitariopretendeinsinuar lanoutilidaddenuestrosesfuerzospor tratar del tema de Dios?, ¿la Trinidad se queda exclusivamente en el misterio absolutamente trascendente del Dios «que habita en una luz inaccesible,
2 JUAN PABLO II, op. cit.
3 Las palabras de TOMÁS DE AQUINO se encuentran en Summa Th. I, q. 31, a. 2, y las de AGUSTÍN, en De Trin. I, 3, 5: PL 42, 822. Ambos aparecen citados en MILANO A., Trinidad, en Diccionario Teológico Interdisciplinar IV [PACOMIO L. y otros], Sígueme, Salamanca 1983, 556.
4 Algunos se quedan en los rituales y símbolos tradicionales de la liturgia; para otros la Trinidad es sólo un recuerdo de la teología de la iglesia antigua; otros finalmente no van más allá de considerar la doctrina trinitaria como una especulación, una consideración de una matemática teológica para iniciados. I. KANT, padre del idealismo moderno, asegura que de la
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A la mayor Gloria de la Trinidad a quien no ha visto ningún ser humano ni le puede ver»?5, ¿no será posible que lleguemos a conocer la proyección salvífica del misterio trinitario,sobrelabasedeuna confidencia divina iniciada en los primeros días de la historia humana, continuada en forma pedagógica lenta y progresiva, a través de revelaciones parciales, hasta llegar a la revelación plena y definitiva, por la venida de la misma Palabra de Dios, su Hijo hecho hombre?6 .
Jesús de Nazaret descorrió el velo y nos permitió mirar en lo más profundo y secreto del ser y de la vida de Dios. Su revelación en hechos y en palabras nos permitió ver la estrecha vinculación de la revelación del gran misterio de Dios con la salvación-divinización de los hombres y las mujeres de todos los tiempos y lugares.
UNIDADDELATRINIDAD«ECONÓMICA»E «INMANENTE»
La reflexión teológica actual, en orden a la vivencia espiritual cristiana, parte del hecho de que la Trinidad no es un tema aislado, sino queesunmisterio salvífico,puessinolofueranosenoshubierarevelado. Porotrapartetodaslasrealidadesdeexperienciacristianasobrelascuales reflexiona la teología tienen una referencia obligada y una conexión necesaria con este misterio primordial del cristianismo. Es un misterio para nosotros y nos sale al paso dondequiera que se hable de nuestra salvación.
doctrina de la Trinidad, tomada literalmente, no se puede obtener absolutamente nada para la práctica y que es una doctrina que excede totalmente nuestros conceptos (cfr. Der Streit der Fakultäten, A 50, 57). Todas estas indicaciones nos la ofrece MOLTMANN, JÜRGEN, La historia trinitaria de Dios, en El futuro de la creación, Verdad e imagen 58, Sígueme, Salamanca 1979, 107. Tomaremos ideas de esta presentación de Moltmann, pues nos parece muy sugerente para iluminar teológicamente una glorificación de la Trinidad que se proyecte en compromisos concretos y sólidos, dentro de una vivencia auténtica de la espiritualidad cristiana y más cercana a nosotros en la vivencia de la espiritualidad ignaciana. Este mismo autor ha desarrollado su propuesta en su obra Trinidad yReino de Dios. Ladoctrina sobre Dios [Trinität und Reich Gottes], Sígueme, Salamanca 1986.
5 1 Timoteo 6, 16.
6 Cfr. Juan 1, 18.
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En consecuencia, el privilegiar el aspecto salvífico del misterio trinitariopartedelaidentificaciónentrelaTrinidad«económica» osalvífica (la que está en el centro de la economía de salvación) y la Trinidad «inmanente» (en su misteriosa intimidad).
En este supuesto las afirmaciones bíblicas no nos proponen de un modo explícito una doctrina filosófica o dogmática sobre la Trinidad «inmanente», sino que quieren ayudarnos a contemplar la historia de la salvación en la cual la Trinidad opera en autocomunicación de gracia
Es necesario desde todo punto de vista el ir desentrañando todas las profundas implicaciones que el misterio trinitario salvífico contiene para el ejercicio de la fe y de la vida cristiana. De esa manera se irá propiciando el encuentro de los hombres y mujeres de hoy, individual y socialmente, con el Dios de la vida, siendo conscientes de que no en todos los contextos se ofrecen las circunstancias ambientales propicias para ese encuentro.
Deseo anotar, finalmente, que en línea con esa revelación que es autodonación de Dios o salvación para los hombres y mujeres, a pesar de los horrores y desengaños de la historia, se inscriben especialmente las afirmaciones trinitarias del Concilio Vaticano II, con un acento claro en la relación de la Trinidad con la unidad de la Iglesia: pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo7; unión como la de la Trinidad8; la Iglesia hace presente a la Trinidad con el testimonio deunafevivayadulta9;laTrinidadesel«amorfontal»10;losquelainvocan participan en el movimiento de la unidad cristiana11; todos los cristianos profesan la fe en Dios Trino12 .
7 Cfr. Lumen Gentium 4.
8 Cfr. Gaudium et Spes 24; Unitatis Redintegratio 2.
9 Cfr. Gadium et Spes 21.
10 Cfr. Ad Gentes Divinitus 2.
11 Cfr. Unitatis Redintegratio 1.
12 Ibid., 11. En dos de sus documentos centrales el Concilio parte de una visión englobante trinitaria: Lumen Gentium 2-4; Ad Gentes Divinitus 2-4.
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A la mayor Gloria de la Trinidad
LA HISTORIA TRINITARIA DE DIOS
La identificación de la Trinidad inmanente con la Trinidad económicanossitúadirectamente en eldinamismodel Diosde lahistoria. Todas las realidades de esta historia remiten a la trascendencia de Dios, al Padre, si es vivida trinitariamente desde la concreción cristológica y la fidelidad al Espíritu. De esta manera la historia es camino a Dios y de veras la experiencia histórica es experiencia de Dios.
Nos encontramos comprometidos en la historia trinitaria de Dios. Ella es el lugar de encarnación, de práctica y de novedad; es el espacio y el tiempo cualificados para la experiencia de Dios. La persona humana como ser histórico debe dar tiempo a Dios para que acontezca no solo puntualmente, sino a través del tiempo en que se desenvuelve toda una «dialéctica»deprácticasindividualesycomunitarias,positivasynegativas, complementarias y a veces contradictorias. Ahí es donde sucede Dios como Padre y como misterio, como verdad y salvación, o donde es rechazado como ilusión; es el tiempo en que el hombre y la mujer pueden pactar con lo limitado de su creaturalidad o se encaminan hacia algo mayor que ellos, bienaventurado y plenificante.
En la historia vivida trinitariamente el hombre y la mujer caminan hacia Dios, pero no lo poseen, pues en último término es misterio y el misteriosiguesiendomisterio. Loquerealizaelcreyenteesacostumbrarse a Dios y, aunque nunca podrá nombrar adecuadamente su misterio, sí lo puede ver en el hecho de ir hacia El en el seguimiento de Jesús y en el Espíritu del mismo Jesús. En otras palabras, en la vivencia dentro de la historia trinitaria deDios se va accediendo al Padre, se le va conociendo13 .
En la doctrina trinitaria tradicional en la iglesia de occidente se han logrado varias puntualizaciones, que han ayudado a la inteligencia refinada de la fe trinitaria. Se nos ha hablado de procesiones, relaciones, personas y misiones. Acerca de estas últimas se ha afirmado que la misión implicaporunapartelaprocesióneternaoseaelorigenintradivino
13 Cfr. SOBRINO, JON, Dios, en FLORISTÁN, CASIANO-TAMAYO JUAN-JOSÉ, Conceptos fundamentales de Pastoral, Cristiandad, Madrid 1983, 362s.
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de las personas, pero por otra parte añade algo nuevo que consiste en el modo de ser de una persona divina en la historia salvífica. La misión es el compendio de las relaciones divinas entre sí y de su relación común con el mundo14 .
En la revelación no aparece en ningún lugar la afirmación de que el Padre sea enviado. En cambio se asevera con claridad el envío del Hijo y el del Espíritu. El Hijo es enviado por el Padre en cuanto que comienza a estar visiblemente en el mundo al asumir la naturaleza humana en la encarnación; el Espíritu es enviado por el Hijo o, lo que es lo mismo, por el Padre mediante el Hijo, en Pentecostés15 .
La doctrina de la Trinidad en la misión se apoya en la visión de la historia de Cristo mirada a partir de su presupuesto y origen. En la perspectivadelosevangeliosJesúseselMesíasenviadoporDiosalmundo y ha sido ungido con el Espíritu de Dios16. A partir de esta misión de Jesús se ha dado una comprensión cada vez más amplia de la historia de Jesús y de sus efectos17 .
Ahora bien, es necesario entender siempre la misión de Jesús en su totalidad: su origen, su manifestación espacio-temporal y su objetivo. Respecto a su origen y fundamento nos hemos de preguntar si se funda en Dios mismo o es un acontecimiento histórico puramente casual. Siguiendo la reflexión teológica el origen de la misión está en Dios mismo. En El está lo que precede a esta misión: si Dios se manifiesta en la misión de Jesús como Padre que envía y el Hijo enviado lo hace visible en obras
14 Cfr. MILANO, Trinidad 581. Téngase en cuenta toda la síntesis: 576-588.
15 Fuera de estas dos misiones visibles se dan las invisibles que constituyen la inhabitación por la gracia en los justos y que es el hecho mismo de la santificación de la criatura.
16 Cfr. MOLTMANN, op. cit., 110. Marcos mira el inicio del encargo misionero de Jesús en el momento en que recibe el Espíritu en su baustismo (cfr. 1, 9-11); aunque Mateo y Lucas también presentan el bautismo de Jesús, sin embargo retrotraen el comienzo del encargo misionero de Jesús al momento en que es concebido por obra del Espíritu Santo (cfr. Mt 1, 18-25; Lc 1, 26-38). La misión de Jesús para Juan se inicia en la eternidad del Padre, antes de que el mundo existiese (cf r. Jn 1, 1-14).
17 Constato aquí dos expresiones lingüísticas de misión-envío: = el hecho de enviar; = la misión como histórico. Pablo subraya este último sentido (cfr. Ga 4, 4-6) (cfr. MOLTMANN, op. cit., 111).
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A la mayor Gloria de la Trinidad y en palabras, previamente tendrá que ser El en sí mismo Padre. La teologíahaexpresadolasafirmacionesanterioresdeunamanerasintética: la misión ad extra revela claramente la misión ad intra y ésta fundamenta a aquélla. Se pasa de las relaciones históricas de Jesús con el Padre (su Abba), del Padre con el Hijo y con su comunidad en el Espíritu Santo a las relaciones preexistentes en Dios mismo18 .
Seguidamente hemos de considerar la manifestación espaciotemporal de la misión de Jesús. Es la experiencia de la historia de los hombres y mujeres con todas sus vicisitudes juntamente con la historia de Cristo. Es la experiencia de la fe; en ella se pone en acción la misión de Jesús y se opera la reunión de los hombres y mujeres con el Padre, a través de Jesús. En otras palabras es la experiencia de la comunión liberadora con Jesús y con el que lo ha enviado; es la experiencia del Espíritu Santo19 .
También esta misión del Espíritu Santo la hemos de concebir en su conjunto a partir de su origen. Y también aquí pasamos de la misión ad extra a la eterna misión ad intra del Espíritu en el seno de la Trinidad. De lo contrario no podríamos decir que la experiencia del Espíritu es experiencia de Dios ni nuestra comunión con Jesús podría afirmarse como comunión con Dios.
EnelenvíodelHijoydel Espíritunosencontramoscon Diosmismo y en esta historia Dios se corresponde consigo mismo. Por otra parte el misterio de Dios se presenta como un misterio abierto desde la eternidad. Es una apertura para el hombre y para todo el mundo creado, para el mundo no divino. En el envío del Hijo para la salvación del mundo y en el envío del Espíritu Santo para su reunificación con el Hijo y con el Padre se puede comprender como el amor de Dios sale fuera de sí para llevar al mundo a su objetivo final. Es la Trinidad que envía y que busca. La apertura no se limita al aspecto revelatorio de lo que ella es, sino que se abre también a la historia y a la experiencia.
18 De la Trinidad en la misión a la Trinidad en el origen.
19 En Gálatas 4, 2-6 el Apóstol establece un paralelismo entre la venida de Cristo y la del Espíritu. El Espíritu «procede» del Padre y «es enviado» por el Hijo (cfr. Jn 15, 26). También se afirma la «misión del Espíritu por el Padre en el nombre del Hijo» (cfr. Jn 14, 26).
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La apertura de la Trinidad no es una apertura que implique una carenciadeser,sinoquesefundamentaenlaplenitudysobreabundancia de ser del Dios trino. En consecuencia la historia trinitaria nos inserta en esa plenitud eterna y desbordante, en la perfección que se comunica, en la gracia cada vez mayor y en la vida vivificadora. Y es la historia de la vida de Dios que se inaugura por la misión de Cristo y del Espíritu20 .
Podemos retomar la reflexión anterior sobre la historia de Cristo y del Espíritu en su origen, manifestación externa y objetivo para una más plenacomprensión. Estahistoriasepuede considerar desdedosaspectos que no se excluyen, sino que se complementan: el aspecto protológico y el aspecto escatológico21 .
Desdeelaspectoprotológicopodemoshablar delamisióndeCristo por el Padre al mundo (su procedencia del Padre); desde el escatológico, de su resurrección de entre los muertos para ir al Padre (su futuro junto al Padre). Como en toda comprensión histórica nos estamos refiriendo al origen, al principio y fundamento, y al objetivo, al fin y al sentido.
Consecuentemente en la comprensión de la historia de Jesús se debe considerar por una parte su muerte en la cruz tanto a la luz de la vida que vivió y de su misión mesiánica como a la luz de su resurrección y de su futuro escatológico. Ambos aspectos se complementan el uno al otro. También la historia de Cristo ha de contemplarse en la experiencia de la historia del Espíritu a la luz de su misión y difusión y en proyección escatológica.
No hemos, pues, de quedarnos, en la consideración de la historia de Cristo, en la misión del mismo, en su encarnación, su pasión y su muerte. Es preciso que no releguemos a segundo plano los aspectos escatológicos de su resurrección, de su exaltación y de su transmisión delasoberaníaalPadre. Nosetratadedescuidarunodelosdosaspectos,
20 Cfr. MOLTMANN, op. cit., 111-114.
21 Protológico = de protos, primero. Escatológico = de eschatos, último y definitivo.
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A la mayor Gloria de la Trinidad sino de lograr una integración, que es de hecho un mayor desarrollo de la doctrina tradicional de la Trinidad en el origen y en la misión22 .
LA GLORIFICACIÓN DE LA TRINIDAD
La complementariedad entre los aspectos protológicos y los escatológicos en la historia trinitaria de Dios y la apertura a la plena unidad escatológica del mismo Dios nos ayudan a acercarnos a la comprensión teológica de la Trinidad en la glorificación.
En el contexto del Nuevo Testamento gloria () designa la gloria divina, la magnificencia y la belleza divinas; indica tanto la divinidad del Padre como la de Cristo23. En Isaías la gloria de Dios es el futuro del mismo Dios que hay que esperar (40, 5). La resurrección de Jesús mediante la gloria del Padre significa la resurrección en este futuro escatológicodeDios. EnlamuerteylaresurreccióndeCristolaescatología se hace histórica y la historia se hace escatológica. En ese Cristo resucitado y a través de su historia la gloria de Dios penetra en nuestro tiempo; la gloria del Padre se ha anticipado en la glorificación de Cristo y a través de éste ilumina los corazones de los hombres y las mujeres.
La comprensión escatológica de la historia de Cristo a la luz de su resurrección descubrirá, en consecuencia, esta historia como la historia de la glorificación de Dios: el Hijo glorifica al Padre por su obediencia. El Hijo es glorificado en la gloria y para la glorificación del Padre.
¿Qué es lo que estamos afirmando en el fondo? Estamos diciendo que nosotros mismos participamos, en esperanza activa, en el futuro de la historia de Cristo. Tomamos parte en el sufrimiento y en la gloria de Jesús24. La misión de Cristo se consuma en la glorificación de sus seguidores y de toda la creación. En ese sentido es «esperanza de la gloria»25 y esperamos de El la glorificación de nuestro cuerpo para que se
22 Cfr. MOLTMANN, op. cit., 114s.
23 Cfr. Romanos 6, 4: 1 Timoteo 3, 16; Filipenses 2, 11.
24 Cfr. Filipenses 3, 10.
25 Colosenses 1, 27.
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asemeje a su cuerpo glorificado26. El Espíritu Santo es la fuerza que hace conscientey realiza estaglorificación del hombreen comuniónconCristo. Él es quien nos vincula al nuevo ser humano del resucitado27 y a través de Él la gloria escatológica de Jesús influye en nuestra vida presente. La gloria oculta en la actual comunión con Cristo hace dirigir la mirada a la gloria futura en la comunión perfecta con Dios.
Ahondemos un poco más en la acción del Espíritu Santo. Por ella la glorificación de Cristo y del Padre es una realidad iniciada y proyectada finalmente al télos escatológico. El ser humano se glorifica en la glorificacióndeDiosPadreenlaconsumaciónfinal. LahistoriadelEspíritu revelayanticipayaahoralacreaciónglorificadaenlaglorificaciónvenidera e incontrovertida de Dios, en la nueva creación. Es una acción glorificadora del Padre y del Hijo a través de la liberación, la fe y la alegría de los hombres y mujeres, hasta que se dé la reunión y reunificación de los seres humanos y de la creación en Dios Padre, a través de Dios Hijo28 , final escatológico, salvación plena29 .
NUESTRA GLORIFICACIÓN DE LA TRINIDAD
Las reflexiones precedentes sobre la historia trinitaria de Dios y sobre el alcance de una glorificación trinitaria nos llevan a interrogarnos sobre cuál es nuestra responsabilidad concreta en esa historia de diálogo gratuito con la Trinidad salvífica y en qué consiste nuestra glorificación de la Trinidad aquí y ahora para nosotros.
La respuesta a estos interrogantes es ciertamente muy amplia. Nos vemos obligados a circunscribirnos a algunos aspectos y aun así no losasumimosconlatotalprofundidad. Dejamosaloslectoreslainquietud de seguir encontrando los tópicos vivenciales concretos de la vivencia de la glorificación trinitaria.
26 Cfr. Filipenses 3, 21.
27 Cfr. 2 Corintios 3, 7-11.
28 Cfr. 1 Corintios 15, 28.
29 Cfr. MOLTMANN, op. cit., 116-119.
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A la mayor Gloria de la Trinidad
En las páginas de la Autobiografía, que se refieren a su estancia enManresa,nosinsinúamuybreveyrecatadamenteIgnacio,elPeregrino: «Tenía mucha devoción a la Santísima Trinidad , y así hacía cada día oración a las tres personas distintamente. Y haciendo también a la SantísimaTrinidad, leveníaunpensamiento,que¿cómohacía4oraciones a la Trinidad?. Mas este pensamiento le daba poco o ningún trabajo, como cosa de poca importancia. Y estando un día rezando en las gradas del mesmo monasterio las Horas de nuestra Señora, se le empezó a elevar el entendimiento, como que vía la Santísima Trinidad en figura de tres teclas, y esto con tantas lágrimas y tantos sollozos, que no se podía valer. Y yendo aquella mañana en una procesión, que de allí salía, nunca pudo retener las lágrimas hasta el comer, ni después de comer podía dejar de hablar sino de la Santísima Trinidad; y esto con muchas comparaciones y muy diversas, y con mucho gozo y consolación; de modo que toda su vida le ha quedado esta impresión de sentir grande devoción haciendo oración a la Santísima Trinidad»30 .
Este es el primer fundamento de su espiritualidad: «Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo es una relación de amor31, en una historia de amor salvador. Es la Trinidad activa y operante; la «Trinidad económica». En las Constituciones San Ignacio no hace mención explícita de la Trinidad. Quizás por cierta intencionalidad humilde de no descubrir la hondura de su intimidad. Ahora bien en los dos cuadernos del Diario espiritual, salvados de las llamas, es donde descubrimos las relaciones más íntimas del Santo con la Santísima Trinidad. Y es de notar que lo que está en juego es un asunto relacionado con la misión evangélica de la Compañía: la pobreza de las iglesias. Toda la vida y el compromiso de Ignacio fue unaglorificacióndelaTrinidad,que paranosotrosesparadigma:sudeseo debuscar yhallarlavoluntaddeDiosenunamorordenadoydeconseguir siempre el «más», la «mayor gloria» del Señor expresa esa glorificación consciente y continua del Padre, unido a la misión del Hijo, bajo la acción
30 Autobiografía, 28.
31 DHÔTEL, JEAN-CLAUDE, La espiritualidad ignaciana. Claves de referencia, Servidores y testigos 50, SalTerrae,Santander1991, 58. Cfr. ARRUPE, PEDRO, Inspiración trinitariadelcarismaignaciano (Conferencia leída en el acto de clausura del Curso Ignaciano del Centro Ignaciano de Espiritualidad, el 8 de febrero de 1980). Documentos de la Compañía de Jesús 45, Oficina de Prensa e Información de la Compañía de Jesús, Roma 1980, n. 8.
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santificante del Espíritu. Es la respuesta al Padre que le quiso poner con su Hijo y le prometió serle propicio en Roma.
Nuestra misión como cristianos y como jesuitas es una misión al servicio de la misión de Cristo32. Es compartir la misión de la Iglesia, que no existe para ella misma sino para la humanidad entera, proclamando el amor de Dios y derramando luz sobre el don interior de ese amor, con el fin de realizar el Reino de Dios en toda la sociedad humana, no solo en el futuro, sino desde el presente histórico33. Es la glorificación de la Trinidadenel compromisodelaeconomíadelasalvaciónhacialaplenitud escatológica en Cristo Resucitado y bajo la acción del Espíritu Santo. Un compromiso que se quiere encauzar hacia la promoción de la justicia, la creación de una cultura cristiana y el diálogo interreligioso34 .
Ante una historia de injusticia, violencia, división y muerte, como la que estamos viviendo en nuestra patria y que denota un divorcio flagrante entre fe y vida, se hace necesario que tomemos conciencia de la necesidad de comprometernos en la historia trinitaria de Dios para la glorificación de la Trinidad desde un cuidado de los más pobres y necesitados, víctimas de la injusticia, de la discriminación y del desplazamiento por una guerra fratricida. Con la mirada puesta en el télos de plenitud y unificación en Dios, hemos de tomar el compromiso profético de construir una «cultura de la paz», con todo lo que ella implica de discernimiento de la acción del Espíritu de Dios para secundarla generosamente. Es la hora de asumir nuestra espiritualidad de contemplativos en la acción, constructores de un mundo más justo y fraterno.
32 Es precisamente la pretensión de la Congregación General XXXIV de la Compañía de Jesús en sus dos primeros pronunciamientos: Unidos con Cristo en la misión y Servidores de la misión de Cristo.
33 Cfr. Congregación General 34, decreto 2, n. 3.
34 Cfr. ibidem, decreto 3, 4 y 5.
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Confesión Trinitaria, fraternidad y servicio por amor en el carisma ignaciano
Confesión Trinitaria, fraternidad y servicio por amor en el carisma ignaciano
Darío Restrepo L.,
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El derrotero marcado por la Iglesia a la vida consagrada para el nuevo milenio es muy claro, sólido teológicamente y fecundo espiritualmente. El PapaJuan PabloII sintetizóelfrutodel últimoSínodo dedicado a los religiosos en la exhortación postsinodal Vita Consecrata 1 .
Este documento marca los objetivos que debe tener toda vida consagrada en el futuro: en primer lugar, referida a Dios, debe ser una «Confessio Trinitatis» (confesión de la Trinidad); en segundolugar, referida a la Iglesia como comunidad, un «Signum fraternitatis», («signo de fraternidad»), es decir, un reflejo en la tierra de la comunidad trinitaria de conocimientoyamor;yentercerlugar,referidaalasociedad,un«Servitium caritatis» («servicio decaridad»), un amor probado en elservicio a nuestros hermanos, especialmente a los más pequeños, más pobres, más desvalidos2 .
1 Cfr. IX Asambleasinodalsobre laVidaConsagrada( Roma, octubre de 1994);VitaConsecrata, Exhortación Apostólica Postsinodal del Papa Juan Pablo II sobre la Vida Consagrada y su misión en la Iglesia y el mundo, (25 de marzo de 1996).
2 Sobre esta triple estructura, aunque con variaciones de nombre, cfr. CABRA, PIER GIORDANO, Breve meditazione sui voti, Queriniana, Brescia 19784.
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Esta referencia esencial y concreta a la Trinidad pertenece a la vida misma del cristiano y del religioso. No puede ser un dominio privado de los teólogos y especialistas en la materia como lo creen algunos. No se trata de un aspecto particular de la espiritualidad sino de su corazón mismo. Es el primer misterio de la fe y el último como retorno de todo a Dios. La pobreza y mediocridad con que muchas veces se vive la vida cristiana y consagrada proviene de la ignorancia teórica y de la carencia de vivencia práctica del misterio de los misterios: la vida de Dios Uno y Trino en sí misma y de nuestra participación de ella por la gracia. Aquí radica la importancia fundamental del tema de nuestra reflexión.
El connotado teólogo Karl Rahner decía que muchos de nosotros, los cristianos, somos monoteístas pero en el peor de los sentidos. Siendo nuestro Dios un Dios Trinidad de Personas, habiendo sido bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, en la práctica de nuestra vida nos quedamos con una sola: la Persona del Hijo, Jesucristo. Y está bien que seamos, como debemos serlo, cristocentristas pero no exclusivistas. Toda la misión del Hijo fue darnos a conocer a su Padre y a nuestro Padre y llevarnos definitivamente a El, para lo cual nos envió al Espíritu Santo. Nuestra fe y nuestra consagración, (como nuestra vida y apostolado) o son trinitarias o sencillamente no son cristianas.
La vida consagrada como tal, es un testimonio patente de la primacía de Dios, el primer amado, el primer servido... Y precisamente esta referencia primordial define su dimensión fundamental, de ayer y de hoy: la pasión por el Absoluto, por el único definitivo («una sola cosa es necesaria»). De la experiencia del Dios Uno y Trino, de su proclamación, brotan, como de su fundamento más profundo, la comunidad de fraternidad y el servicio apostólico de caridad.
Esta visión de la vida consagrada de cara al tercer milenio, ¿encuentra algún fundamento en Ignacio de Loyola y en su concepción de un nuevo estilo de vida religiosa?
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Confesión Trinitaria, fraternidad y servicio por amor en el carisma ignaciano
«CONFESSIO TRINITATIS»
La palabra 'confesión' se entiende muchas veces como referida principalmente al sacramento de la penitencia. Pero éste no es sino un sentido derivado y muy particular del sentido principal. Esta 'confesión', tantoenelAntiguocomoenelNuevoTestamentoyenlatradicióncristiana de los 'santos' que confiesan su fe es, en primer lugar, la proclamación de la grandeza de Dios y de sus gestos salvadores; una profesión pública y oficial de la fe en El y en su acción. (Y la confesión del pecador solo es verdadera si es proclamación de la santidad de Dios misericordioso). Es una declaración oral, pública y en común de la propia fe; una actitud esencial del ser religioso. Implica, ante todo, una actitud práctica de apertura y de acogida para con sus iniciativas. Compromete a los miembros de la comunidad a prestar su adhesión a aquello que declaran y a obedecer al Señor. Conduce del conocimiento de Dios a la reacción que debe suscitar esta toma de conciencia, la expresión pública de la acción de gracias, de la alabanza, de la bendición3 .
Esta confesión va dirigida directamente a Dios, a diferencia del 'testimonio' que, aunque también tiene por objeto los gestos de Dios, va dirigido en primer lugar a los hombres. No basta con que la Palabra de Dios se reciba y permanezca en nosotros. Debe además ser confesada, proclamada. Jesús fue el primero en confesar públicamente su relación con el Padre. «El dio testimonio por su bella confesión en presencia de Poncio Pilato»4. La confesión pública ofrece también un testimonio a los demás. Cristo hizo esta confesión al confesar o proclamar a su Padre, movido por el Espíritu Santo. El proclamó la verdad y por eso es el modelodeestaconfesión. Comotodaconfesiónauténtica,eslaresonancia en el hombre, en la mujer, de la acción de Dios y se remonta hasta Dios; es producida en nosotros por el Espíritu de Dios que nos hace exclamar con Jesús, Abba, Padre y que nos hace hablar en su nombre. Por eso el o la que confiesa, debe ser una persona del Espíritu (espiritual)5 .
3 Cfr. Salmo 22.23.
4 1 Timoteo 6, 13.
5 Cfr. LEON DUFOUR, X., S.I., Vocabulario de Teología Bíblica, Herder, 1972, 178ss. cfr. Mateo 10, 20.
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Por otra parte, nuestro único Dios, es el Dios de Jesucristo, el Dios Uno y Trino. Nuestra «confesión» se convierte en una «Confessio Trinitatis». «Confesar la Trinidad» es creer y proclamar públicamente nuestra fe en un solo Dios verdadero en tres Personas distintas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, de igual dignidad y gloria. Este fue para nosotros, y debe seguir siendo, el primer kerygma o predicación en el momento de recibir la fe. Apenas nacidos en el seno de una familia cristiana nos confirieron el sacramento del bautismo: «yo te bautizo en el nombrede...», esdecir, yoteconsagroal Padre, alHijoyal EspírituSanto.
Confesión trinitaria del cristiano
La primera confesión de la Trinidad que hace el cristiano, no la hace hablando sino viviendo, existiendo, en forma análoga a la confesión de fe en Dios Trino y Uno hecha por los niños inocentes martirizados quienes confesaron a Dios, «no hablando sino muriendo». Mientras el bautizado no reniegue de su fe en Dios por el pecado, ésta se convertirá en «alabanza de la gloria de su gracia»6 .
Será su compromiso de adulto y de cristiano militante el que debe llevarlo a hacer de toda su vida personal, familiar, profesional y social una confesión explícita de la Santísima Trinidad como testimonio de vida.
Esta confesión de la Trinidad, corazón de nuestra consagración cristiana,laexpresamosfundamentalmenteenelCredo. Quienloconfiesa o proclama hace un gesto que dice cómo la propia existencia está en íntima relación con la fuente de la historia de la salvación, es decir, con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Proclamar el Símbolo de la fe es confesar que su vida personal está de acuerdo con las palabras que proclama, siendo un testigo de la confesión que hacen sus labios. La confesión y el testimonio se convierten entonces en el rostro visible del sublime misterio que inhabita en nosotros: «Vendremos a él y haremos en él nuestra morada»7 .
6 Efesios 1, 6.
7 Juan 14, 23.
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Y esta confesión no se hace solo individualmente sino en la asambleade losbautizados la«ecclesía», laIglesia localy universal,donde por medio de la liturgia se bendice, se alaba y se agradece al Dios Uno y Trino. Parte de esta Iglesia es la comunidad religiosa, imagen de la comunión trinitaria donde el centro es precisamente el Dios-Comunidad y fuente de toda comunidad-comunión-fraternidad.
La vitalidad de la fe se manifiesta en modo pleno en el canto del 'credo', (confesión o proclamación de la Trinidad) durante la liturgia dominical. En el gozo de esta proclamación, se evidencia lo que hace a la asamblea celebrante una auténtica comunidad eclesial [y religiosa] que revive el único y gran misterio salvífico y se siente salvada. Enelcontexto litúrgicode laPalabraescuchaday aceptada, la profesión de fe se convierte en un gran himno, y ayuda a la asamblealitúrgicaavivirel anuncioenactituddealabanzaalPadre8 .
Esta alabanza al Padre, fuente de todo, se hace en Cristo por el Espírituyllevaauncompromisoenlahistoria:hacerdetodosloshombres discípulos de la Trinidad, bautizándolos en su nombre y consagrándolos a ella.
Confesión trinitaria de la vida consagrada
La profesión religiosa de los votos hace del consagrado un apasionado del Reino. Percibe a Dios como su Todo y Absoluto, al que le consagra la renuncia de su todo (pobreza de su ser y tener), por un amor primordial (castidad), y le entrega toda su libertad (obediencia). Con el poeta italiano dice en su corazón:
Toma Señor lo poco que tengo y la nada que soy; dame lo mucho que espero, el Todo que Sois9 .
En esta forma sus votos, atándolo, lo liberan para la mayor gloria del Dios Uno y Trino. La profesión religiosa es «profesión» por sí misma,
8 Nuovo Dizionario di Liturgia, Paoline 1983, p. 1128.
9 Canovani, traducción del italiano.
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esdecir,confesióndelagrandezaabsolutadeDiosydelavocaciónradical a consagrarle todo el ser del llamado a vivir los consejos evangélicos. Por ellos, todo lo que no es Dios se hacer 'relativo' a él: todo el amor de que es capaz el ser humano; todo su ser participado y su tener limitado; toda su libertad y capacidad de realización humana y divina. Solo Dios hace que existamos; solo Dios puede dar lo que poseemos; solo Dios es capaz de hacernos alcanzar la plena libertad.
La vida consagrada es ante todo una confesión del Dios Uno, como único, como el inefable, que no se puede describir en palabras. Dios en su infinita grandeza. Y ante todo se lo proclama «no hablando sino viviendo». Por eso, este estado de vida tiene una clara orientación teocéntrica. Reconoce a Dios como el único elemento unificador de toda su existencia, el único que le puede dar sentido. ¡Sin El, sería imposible vivir! Y hoy más que nunca, ante la grave tentación de la dispersión total, necesitamosestecentrounificadorde todo,únicoPrincipioyFundamento de todo10. No bastan los labios sino que toda la vida de consagración debe ser una perpetua proclamación trinitaria. El (la) religioso/a es la persona completamente seducida por Dios. La vida consagrada es una «pasión de amor» que no se explica con palabras: se la vive o no se la vive.
Pero también, la vida de los consejos evangélicos es una confesión delDiosTrino, de cada una de las Personas divinas. Allí donde se callan la inteligencia y la lengua, canta el corazón ofrecido en holocausto. La verdadera contemplación es pasar de las apariencias a la realidad, dejándonos llevar por el Espíritu al seno de la Trinidad para entrar en una relación personal con cada una de las Personas divinas. Hay que hablar a la Trinidad para poder hablar de la Trinidad. La vida espiritual y religiosa consiste precisamente en ser introducidos en esta esfera trinitaria para llegar a ser hijos del Padre, hermanos del Hijo y templos del Espíritu Santo.
Nuestraconsagraciónoprofesiónreligiosalahicimosprecisamente en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Nuestra vida toda,
10 Cfr. CABRA, PIER GIORDANO, Breve meditazione... p. 10.
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Confesión Trinitaria, fraternidad y servicio por amor en el carisma ignaciano como religiosos tiene que ser un 'gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo', dicho más con el corazón que con los labios. Jesús nos envía a nuestra misión apostólica diciéndonos: «Vayan, pues, a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo»11. Es decir, el Evangelio termina con la misión de confesar, de proclamar la Trinidad; anunciar siempre, en todo lugar y a todos los hombres y mujeres que nuestro Dios es Uno y Trino; que es Padre, es Hijo y es Espíritu Santo y que nosotros estamos invitados, por la gracia, a participar de esta vida trinitaria en plenitud.
La «confessio Trinitatis» de Ignacio de Loyola
Esta confesión o proclamación de la Trinidad estuvo siempre en el corazón y en la boca de Ignacio desde su conversión en Loyola hasta su muerte en Roma. La mística del fundador tuvo la característica de ser una «mística trinitaria» como lo atestiguará luego su Diario Espiritual. Ante la Trinidad infinita, el Todo, Ignacio se hace y se reconoce como nada. Por eso el Dios Trino lo trata «de la misma manera que trata un maestro de escuela a un niño, enseñándole»12 .
En la cueva de Manresa él hace y escribe la esencia misma de sus Ejercicios Espirituales. En ellos, la Primera Semana trata de lo que se atribuye al Padre. El Hijo, Verbo encarnado, aparece al fin de esa semana y luego, en las tres restantes. El Espíritu Santo aparece, no después de Cristo sino en todos los Ejercicios, de principio a fin, obrando en el mismo Jesús, el primer hombre del Espíritu y luego, en el ejercitante, por las mociones descubiertas en el discernimiento que atraviesa todos los Ejercicios.
Son célebres, en la Autobiografía de Ignacio, los 5 puntos que compendian sus experiencias místicas de Manresa y que vienen a ser como un pequeño tratado teológico de los puntos fundamentales de la fe: Dios en su misterio trinitario en primer lugar, la creación, la eucaristía, la humanidad de Cristo y de nuestra Señora con un vivo testimonio de
11 Mateo 28, 19.
12 Autobiografía, 27..
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su experiencia vivida y, finalmente, una síntesis de todo con la eximia ilustración del Cardoner.
Hablando de su primer tiempo de convertido en Manresa, «su primitiva Iglesia», anota:
Tenía mucha devoción a la Santísima Trinidad, y así hacía cada día oración a las tres Personas distintamente (...)13 . Y estando un día rezando en las gradas del mesmo monasterio las Horas de Nuestra Señora, se le empezó a elevar el entendimiento, como que veía la SantísimaTrinidadenfiguradetresteclas,yestocontantaslágrimas y tantos sollozos, que no se podía valer. Y yendo aquella mañana en una procesión, que de allí salía, nunca pudo retener las lágrimas hasta el comer; ni después de comer podía dejar de hablar sinodelaSantísimaTrinidad; y esto con muchas comparaciones y muy diversas, y con mucho gozo y consolación; de modo que toda su vida le ha quedado esta impresión de sentir grande devoción haciendo oración a la Santísima Trinidad14 .
«No podía dejar de hablar sino de la Santísima Trinidad»: encontramos aquí una clara «confesión» o proclamación de la Trinidad hecha por Ignacio, ya desdelos albores de su conversión(Manresa, 1522). El, no solo habla y proclama la Trinidad sino que se sitúa en Ella y desde Ella vive y actúa: 'en la Santísima Trinidad'. (¿Podríamos decir que esta expresión en algo se asemeja al «en Cristo Jesús» de Pablo?). «Toda su vida»sintióuna grandevociónal Dios UnoyTrino. Laexperienciamística de la Trinidad no fue para el fundador algo inmenso pero transitorio. «Toda su vida» estuvo centrada en este misterio inefable y por lo tanto, también toda su existencia fue una «confessio trinitatis».
13 El texto prosigue aquí: Y haciendo también [otra oración] a la Santísima Trinidad [a las tres Personas juntas en su unidad], le venía un pensamiento, que ¿cómo hacía 4 oraciones a la Trinidad? [Trinidad: si son tres, ¿por qué 4 oraciones?]. Mas este pensamiento [¿distracción o tentación?] le daba poco o ningún trabajo, como cosa de pocaimportancia. Autobiografía, 28. Ignacio, en la forma misma de su oración familiar a la Santísima Trinidad, es impactado por el misterio de la unidad divina (una oración a un solo Dios), y de la Trinidad de Personas (una oración a cada una de ellas por separado). Añadimos al texto la explicación entre [ ] para mayor claridad.
14 Ibid.
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Confesión Trinitaria, fraternidad y servicio por amor en el carisma ignaciano
La culminación de su experiencia mística de Manresa es la eximia ilustración junto al río Cardoner:
Y estando allí sentado, se le empezaron abrir los ojos del entendimiento; y no que viese alguna visión, sino entendiendo y conociendo muchas cosas,tanto decosas espiritualescomo de cosas de la fe y de letras; y esto con una ilustración tan grande, que le parecían todas las cosas nuevas. Y no se pueden declarar los particulares que entendió entonces, aunque fueron muchos, sino que recibió una grande claridad en el entendimiento; de manera que en todo el discurso de su vida, hasta pasados sesenta y dos años, coligiendotodascuantasayudashayatenidodeDios,ytodascuantas cosashasabido, aunque las ayunte(junte)todas enuno,no leparece haber alcanzado tanto, como de aquella vez sola15 .
Ignacionodetallólospormenoresdeestagranilustraciónespiritual perosírefirió elhecho, muyimportante, yaqueesel factor másinfluyente de su vida hasta la Storta. Esa experiencia mística ha sido considerada comola«piedrasillar»delcarismaignaciano16. LospadresLaínez,Polanco, Nadal....todos admiten el contenidotrinitariode estavisión delCardoner.
Nadal, por su parte, anota: «Allí recibió (Ignacio) un insigne conocimiento de las personas de la Trinidad y de la esencia divina»17 . En el Cardoner, es introducido a la intimidad del Dios Uno y Trino y ve todo en un encuadre trinitario.
En la Storta18 halló él una plena confirmación trinitaria de su vida y de su obra: no solo Dios Padre le pone con su Hijo sino que se lo da como su servidor. El Padre habla a su Hijo y el Espíritu confirma, sin lugar a duda en el corazón de Ignacio, esta misión. Jamás tuvo la menor duda de la nitidez y profundo significado de esta experiencia mística.
15 Autobiografía, 30.
16 Cfr. ARRUPE, PEDRO, S.I., «La inspiración trinitaria del carisma ignaciano», en La identidad del jesuíta en nuestros tiempos, Sal Terrae, Santander 1981, n° 14, p. 397.
17 NADAL J., Diálogos, nº 8. MHSI, Fontes Narrativi II, 239.(en adelante MHSI, FN)
18 Cfr. Autobiografía, 96.
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Del estudio de estas fuentes brota la profunda convicción de que la llamada de Ignacio en el Cardoner y la confirmación de la Storta tuvieron lugar en el seno de elevadísimas comunicaciones de las Divinas Personas a nuestro fundador19 .
Esta mística trinitaria lo animará toda su vida como lo atestigua el Diario Espiritual. Hasta tal punto queda impregnado de la Trinidad, que la siente, la oye (¿tres teclas sonoras?), la ve en la creación como «contemplativo en la acción». Anota en su Diario Espiritual el día 19 de febrero de 1544:
Engenerallasinteligencias delamisay antes,erancercaelapropiar las oraciones de la misa cuando se habla con Dios, con el Padre o conelHijo,etc.,cercaeloperardelaspersonasdivinas,ydel producir deellas,mássentiendo oviendoqueentendiendo.Todasestas cosas corroborando lo hecho, me animaba para adelante.
Este día, aun andando por la cibdad [ciudad] con mucha alegría interior, un representárseme la santísima Trinidad en ver cuándo tres criaturas racionales, cuando tres animales, cuándo tres otras cosas, y así a la larga20 .
Ignacio proclama la Trinidad en su Unidad (Dios nuestro Señor, la Divina Majestad, etc.) y en su distinción de Personas:
Al Padre parece referir su lema de «la mayor gloria de Dios». En la conclusión de la Formula Instituti S.J. (1550) dice:
Dígnese Jesucristo favorecer estos nuestros débiles comienzos, a gloria de Dios Padre, al cual se dé siempre toda alabanza y honor por los siglos21 .
19 ARRUPE, op. cit., n° 49, p. 411.
20 Diario Espiritual 54 y 55.
21 Constituciones de la Compañíade Jesús. Normas complementarias. Roma 1995, p. 39. Cfr. WRIGHT J., S.I., La gracia de nuestro Fundador.
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Al Hijo, Cristo, se refiere continuamente. A él, sintiéndose realmente como su compañero y puesto con el Hijo, lo proclama con el nombre mismo de su Compañía. Laínez, hablando sobre la experiencia de la Storta afirma que:
Habiendo tomado gran devoción a este Santísimo Nombre, Ignacio quiso llamar a esta Congregación Compañía de Jesús22 .
Al Espíritu Santocon susinspiraciones, laespiritualidadignaciana reserva un lugar muy especial. Más que su nombre, Ignacio proclama su presencia, su acción y sus efectos en nosotros. El mismo prefacio de las Constitucionesadviertelaimportanciacapitaldela ley interiordel Espíritu Santo que le da sentido a la 'exterior constitución'. El Espíritu es además el único que nos permitirá acertar en todo23 y de él tratará, sin nombrarlo explícitamente, a lo largo de todos los Ejercicios Espirituales.
Realmente, Ignacio vive en la santísima Trinidad, la ve en todo, se le presenta en todo y a través de todo. Es el maestro del «buscar en todas cosas a Dios nuestro Señor (...) a El en todas amando y a todas en El...»24 . Desde su conversión hasta su muerte, Ignacio quedó siempre impactado y marcado por este misterio de la vida misma de Dios. Por eso, ya desde Loyola, en testimonio de Laínez, no sabiendo Ignacio nada de teología ni de letras, «por ser hombre simple y no saber sino leer y escrebir en romance, se puso a escrebir della (la Santísima Trinidad) un libro»25 . ¿Cómo se explica esto? El P. Arrupe, citando a DE GUIBERT, J. , S.I., puede ayudarnos a esclarecer este hecho: «Una consideración inicial se impone: toda la aventura mística y trinitaria de Ignacio le ha sido prácticamente impuesta. Es la iniciativa divina. Una 'invasión mística que se apoderó de su alma apenas convertido a Dios y que no le abandonó jamás'»26. De hecho,estelibrosobrelaTrinidad,quenoseconserva, quedóreemplazado por su Diario Espiritual, el mejor testigo de la devoción y de la mística
22 MHSI, FN II, nº 7, p.133.
23 Constituciones 134, 624. (en adelante Const.).
24 Const. 288.
25 MHSI, FN I, 82.
26 ARRUPE, op. cit., n° 5, p. 393.
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trinitaria ignaciana, ya que su verdadero protagonista es el Dios Uno y Trino.
Al final de su Autobiografía dice:
Cuando decía misa tenía también muchas visiones, y cuando hacía las Constituciones las tenía también con mucha frecuencia (...). Lo más eran visiones que él veía en confirmación de alguna de las Constituciones, y viendo unas veces a Dios Padre, otras a las tres personas de la Trinidad (...) que confirmaba27 .
La Santísima Trinidad confirmaba a Ignacio respecto a algunos puntos más difíciles de las Constituciones de la Compañía en los que él buscaba su 'mayor gloria y confesaba su grandeza, sin nombrarla explícitamente sino bajo el nombre genérico de Dios nuestro Señor, Dios nuestro Criador y Señor, el Señor, su Divina Majestad, etc.
Decíamos que el Diario Espiritual es el más claro exponente de lo quesignificóparaIgnaciosurelaciónconlaSantísimaTrinidad,lacumbre. Un estudio de este aspecto en el Diario, realizado ya por excelentes obras, rebasaría los límites del presente artículo28 .
Este breve recuento de algunos de los momentos claves de la relacióntrinitariadeIgnaciodeLoyolasonsuficientesparaque nosdemos cuenta hasta qué punto tenía él clavada en su mente, memoria y corazón esta devoción a las Personas divinas y esta inspiradora y profunda experiencia mística. Por eso no nos extraña que viviendo en la Trinidad, no pudiera dejar de confesarla con palabras y obras, en sus escritos y orientaciones legadas a la Compañía de Jesús.
27 Cfr. Autobiografía, 100.
28 Cfr. THIÓ DE POL, SANTIAGO, S.I., La intimidad del peregrino. Diario Espiritual de San Ignacio de Loyola, Colección Manresa, n° 3.
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Confesión Trinitaria, fraternidad y servicio por amor en el carisma ignaciano
«SIGNUM FRATERNITATIS»
La Iglesia actual define la comunidad típica de la vida consagrada como una «vida fraterna en comunidad»29. Ella misma se ha definido como una Iglesia de comunión y de participación.
Durantesuvidaterrena,JesúsllamóaquienesEl quiso,paratenerlos junto a sí y para enseñarles a vivir según su ejemplo, para el Padre y para la misión que el Padre le había encomendado (Mc 3, 13-15). Inauguraba de este modo una nueva familia de la cual habían de formar parte a través de los siglos todos aquellos que estuvieran dispuestos a «cumplir la voluntad de Dios» (cfr. Mc 3, 32-35). (...) Después de la Ascensión, gracias al don del Espíritu, se constituyó en torno a los Apóstoles una comunidad fraterna, unida en la alabanza a Dios y en una concreta experiencia de comunión (cfr. Hch 2,42-47;4,32-35). La vida de esta comunidad y, sobre todo, la experiencia de la plena participación en el misterio de Cristo vivida por los Doce, han sido el modelo en el que la Iglesia se ha inspirado siempre que ha querido revivir el fervor de los orígenes y reanudar su camino en la historia con un renovado vigor evangélico30 .
La comunidad-fraternidad de la vida consagrada es un elemento característico de la vida religiosa. La «confesión de la Trinidad» lleva a vivir a imagen y semejanza de la Trinidad, modelo de toda auténtica comunidad, signo y desafío ante el individualismo humano: signo de fraternidad. SisomoshijosdelmismoPadre,aimagendenuestrohermano mayor, Cristo, y movidos por el Espíritu, autor del carisma religioso, nos sentimos llamados a vivir la fraternidad evangélica.
Ignacio y la Comunidad
Ignacio de Loyola tiene toda una concepción típica y característica de la comunidad en la vida religiosa, diversa de la concepción tradicional.
29 Cfr. La Vida Fraterna en Comunidad. Documento de CIVCSVA, Roma, 1994; Cfr. Vita Consecrata n° 72, 3°. La PC n° 15 habla del trato fraterno y de la unidad de los hermanos.
30 Vita Consecrata, n° 41, p. 69-70.
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Darío Restrepo L., S.I.
Uno de los problemas que tuvo que afrontar en la no aprobación inicial de su Orden fue precisamente por este capítulo. Su comunidad no tenía las notas de toda comunidad religiosa existente hasta ese momento: hábito, clausura estricta, coro, penitencias por regla, etc.
Enlaexplicacióndeestetipodecomunidadjesuiticadejolapalabra a la autorizada voz del padre Arrupe:
Es curioso que la palabra 'comunidad' no aparece ni una sola vez en las Constituciones, ni hay en ellas nada que pueda considerarse como una teoría o una espiritualidad de la comunidad. Se habla másbiendelas Casas,se hablade la unión -¡ yconqué elocuencia!y los medios que ayudarán a mantenerla, de las cautelas con que hay queprotegerla, y, enlostérminos másenérgicos, delas medidas que hay que tomar contra los que la lesionan. Ignacio habla también del 'cuerpo' de la Compañía, que es quizás su concepción favorita. Es un concepto afín al de cuerpo místico o moral, con su cabeza y sus miembros, con distinción de funciones y coordinación para un fin, para la misión.
Lo interesante es que Ignacio, de quien sabemos por su Diario que fue introducidoalacontemplacióndel gozotrinitariodelacomunidad de personas, nos hadejado en las Constituciones una pista preciosa sobre el fundamento trinitario de todaauténticacomunidad religiosa en el que habrá de basarse cualquier ulterior desarrollo: 'El vínculo principal de entrambaspartes paralaunión delos miembrosentre sí y con la cabeza, es el amor de Dios nuestro Señor; porque estando el Superior y los inferiores muy unidos con la su divina y summa Bondad, se unirán muy fácilmente entre sí mesmos'. El párrafo podría haber acabado aquí pero y todo hubiera quedado suficientemente explicado. Pero Ignacio especifica más, y refleja su concepcióndel descensode todaslascosasdelaTrinidad.Continúa: ...'se unirán muy fácilmente entre sí mesmos, por el mesmo amor que della (de la divina y suma bondad) descenderá y se extenderá a todos los próximos, y en especial al cuerpo de la Compañía' (Const. 671). Para Ignacio, la Compañía como comunidad global de cuantos se han 'reducido a un cuerpo', tiene como fundamento el amor que liga a las tres divinas personas. Este amor hace posible la
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Confesión Trinitaria, fraternidad y servicio por amor en el carisma ignaciano pervivencia como cuerpo de lo que es una 'comunidad para la dispersión'. Sólo manteniendo vivo el relieve de esta impronta trinitaria de su constitutivo, podrá la comunidad ir afirmándose en el futuro en ese papel primordial que en la renovación de la vida religiosa le concede el Concilio Vaticano II. Sólo con la potenciación deesevínculoqueeselamor,puedensuperarselasinnatastensiones anejas al sercomunidad: unidady pluralismo, bienindividual y bien común, diálogo y obediencia, cohesión y dispersión, etc.
Pero, ¿cómo pueden nuestras comunidades ser inspiradas por el modelo de pluralidad personal trinitaria? La respuesta es fácil: 'por el amor y por la misión'. La comunión entre nosotros refleja la 'koinonía' divina en cuanto Dios ha querido vincularnos consigo por amor, para una misión dada por la obediencia, no sólo individualmente, sino en cuanto partícipes de una conspiración apostólica que procede de él 31 .
Paraqueunacomunidadnoseaunasimpleasociación depersonas conun objetivocomúnsinounaauténticafraternidadserequiereelamor, la unidad en la pluralidad y la comunión (koinonía). Estos son precisamente los puntos que, Ignacio, inspirado en la Trinidad, le señaló a la Compañía para que pueda constituir un solo cuerpo.
El 'cuerpo' de la Compañía se cohesiona por el amor de Dios que lo anima, lo conserva y la guarda de los efectos diseminadores que la dispersión apostólica conlleva. La «ley interior de la caridad», sembrada en el corazón por el Espíritu Santo, debe animar a cada miembro de la Compañía para mantener la unión de los ánimos. Ella se convierte en el espíritu para el cuerpo. Solo así seguirá siendo verdadera la significativa frase de San Francisco Javier: «Compañía de Jesús, Compañía de amor»; solo así podrá ser un reflejo y una confesión de la koinonía trinitaria.
31 ARRUPE, op. cit., n° 97, 98 y 99, p. 429-430. Después de la Congregación General XXXIV, las Normas Complementarias a las Constituciones de la Compañía de Jesús han empleado frecuentemente la palabra «comunidad» y le han asignado algunas notas que la asemejan, en parte, a la comunidad-fraternidad de la vida consagrada hoy. Cfr NC, octava parte, cp. 2, 'De la vida de comunidad en la Compañía', nn. 314-330.
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El padre Arrupe continúa su magnífica exposición sobre el tipo característico de comunidad y unión fraterna en la Compañía, pero creo que basten estaslíneas precisasy claras. Ignacio, místico trinitario, tomó parasuobraapostólicadosrasgosfundamentalesdelaTrinidad:launidad en la pluralidad y la misión (Trinidad operante). Será tarea nuestra, en nuestra vida fraterna, no perder la unidad y dinamizar la misión: «un cuerpo (unión, vida fraterna) para la misión (apostolado, servicio de caridad)».
«SERVITIUM CARITATIS»
A imagen de Jesús el Hijo predilecto 'a quien el Padre ha santificado y enviado al mundo' (Jn 10, 36), también aquellos a quienes Dios llama para que le sigan son consagrados y enviados al mundo para imitar su ejemplo y continuar su misión (...) En su llamada está incluida por tanto la tarea de dedicarse totalmente a la misión; más aún, la misma vida consagrada, bajo la acción del Espíritu santo, que es la fuente de toda vocación y de todo carisma, se hace misión como lo ha sido la vida entera de Jesús (...) Se debe pues afirmar que la misión es esencial para cada Instituto...32 .
ElfinaldelEvangeliodeMateo quenoshabladelamisiónuniversal de los apóstoles y de sus sucesores, nos recuerda la obligación de ser misioneros de la Trinidad ante todos los hombres y mujeres de nuestro tiempo a quienes debemos bautizar en su nombre y para su gloria33 .
Nos decía el padre Arrupe que nuestras comunidades en la Compañía de Jesús se inspiranen la pluralidad trinitaria, principalmente en el amor y en la misión. Ya hemos tratado el primero; vemos ahora el aspecto del servicio misionero que nace de este mismo amor. La comunidad de la Compañía de Jesús es esencialmente para la misión y está en función de la misión. Es una comunidad toda ella enfocada al apostolado.
32 Vita Consecrata, n° 72, p. 131.
33 Cfr. Mateo 28, 18.
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Confesión Trinitaria, fraternidad y servicio por amor en el carisma ignaciano
Hayunacaracterísticaparticulardeestainspiración trinitariamuy importante para comprender el tipo de relación de Ignacio con Dios y con los prójimos. Se trata, no de una contemplación trinitaria mística de tipo nupcial (como la de San Juan de la Cruz o la de Santa Teresa de Jesús) que lo lleve a la unión y al reposo en el seno del Dios Trino y uno, sino de una contemplación de la Trinidad operante, actuante en el mundo. De ahí que su «confessio Trinitatis» sea ante todo hacer lo que sea la mayor gloria de Dios. La mística trinitaria ignaciana se define como una mística del servicio por amor que -en términos de la «Vita Consecrata»- se define precisamente como un «servitium caritatis». De aquí nace, en Ignacio, la nueva concepción de la vida religiosa en la Iglesia, como una vida apostólica.
La concepción trinitaria primitiva que él tuvo es la de un Dios Trino que 'trabaja por mí'. En la «contemplación para alcanzar amor» nos va a invitar a «considerar cómo Dios trabaja y labora por mí en todas cosas criadas sobre la haz de la tierra...»34. Sigue la línea del evangelista de la Trinidad, San Juan, en cuyo evangelio Jesús, hablando del sábado, dice: «MiPadresiemprehatrabajadoy yotambién trabajo»35. Yel Espíritu eselqueestátambién siemprealaobra: esel CreatorSpiritus, elAbogado, el Consolador, el Santificador... el que trae, lleva, inspira, mueve a Jesús en todo y por todo; es como el viento, siempre en movimiento36 .
Por eso en los Ejercicios Espirituales vividos por el peregrino en Manresa, y concretamente en la contemplación de la Encarnación37 , contempla una Trinidad operante al exterior:
Cómo las tres personas divinas miraban toda la planicie o redondez de todo el mundo llena de hombres, y cómo, viendo que todos descendían al infierno, se determina en la su eternidad que la segunda persona se haga hombre, para salvar al género humano... El segundo: oír lo (...) que dicen las personas divinas (...): hagamos
34 Ejercicios Espirituales 236; (en adelante EE).
35 Juan 5,17.
36 Cfr. Juan 3, 8.
37 Cfr EE 101-109
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redención del género humano (...). El tercero : (...) mirar lo que hacen laspersonasdivinas,esasaber,obrandolasantísima encarnación38 .
«Mirar lo que hacen» las Personas divinas. La contemplación de IgnacioesladeunDiosoperante,creador,restaurador,santificador,dador de gracias, que pide la colaboración activa de sus criaturas en la misión de salvación del mundo. Este Dios operante es lo que determinó el estilo devidaydeaccióndeIgnacioydelcarismaignaciano. SiCristoseencarnó fue para ser el misionero de su Padre por la fuerza del Espíritu. Y este Cristo misionero, en la contemplación del Rey eterno, invitará a todos a asociarse a su misión de salvación de todo el género humano. El Verbo encarnado que viene de la Trinidad, es un Cristo trabajador, como su Padre, que nos invita a trabajar con él y como él:
Mi voluntad es de conquistar toda la tierra de infieles; por lo tanto, quien quisiere venir conmigo ha de ser contento de comer como yo, y así de beber y vestir, etc.; asimismo ha de trabajar conmigo en el díayvigilarenlanoche,etc.;porqueasídespuéstengaparteconmigo en la victoria, como la ha tenido en los trabajos39 .
En el segundo punto de la segunda parte anota: «(...) considerar que todos los que tuvieren juicio y razón ofrecerán todas sus personas al trabajo»40. Eltercerpunto,finalmente,llevaalfundamentodeestetrabajo: la identificación plena con el Señor del trabajo en sus injurias, vituperios, y pobreza.
Se trata de un trabajo y una misión apostólica al estilo del Hijo, segúnlavoluntaddelPadreylamocióndelEspírituSanto. Eneseservicio, el Padre es la fuente de toda acción, del ser y del poder: «El Padre que permanece en mí, realiza las obras que yo hago»; el Hijo, el modelo (reproducir en nosotros la imagen del Hijo); y el Espíritu Santo, la fuerza
38 EE 102, 107 y 108.
39 EE 93; cfr. EE 95. Para Ignacio el verbo 'trabajar' no solo significa laborar sino también el padecer trabajos, sufrir.
40 EE 96 y 98.
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Confesión Trinitaria, fraternidad y servicio por amor en el carisma ignaciano de la creación y renovación de todo (Creador y renovador de la faz de la tierra)41 .
El jesuita, como su fundador, debe proclamar el kerygma trinitario como auténtico misionero de la Trinidad ya que de ella misma recibe su misión. Anota Ignacio en su Diario Espiritual:
...en esto [elección sobrelapobreza] veniéndome otras inteligencias, es a saber, como el Hijo primero invió en pobreza a predicar a los apóstoles, y después el Espíritu Santo, dando su espíritu y lenguas los confirmó, y así el Padre y el Hijo, inviando el Espíritu Santo, todas tres personas confirmaron la tal misión42 .
ParaélesindudablequenuestroDiosy Señor,suDivinaMajestad, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo están al origen de la misión de la Compañía. Todo el Diario es un patente testimonio de ello.
El apostolado de Ignacio y luego, el de la Compañía de Jesús, es un servicio pero no cualquier servicio. Es un servicio que, para ser de caridad, tiene que nacer del amor y de un amor que pide cada vez más («magis»)43. Pero el amor, tal como lo concibe Ignacio tiene dos notas características y determinantes:
La primera es que el amor se debe poner más en las obras que en las palabras.
La segunda: el amor consiste en comunicación de las dos partes, es a saber, en dar y comunicar el amante al amado de lo que tiene, o de lo que tiene o puede, y así, por el contrario, el amado al amante44 .
Nueva confirmación de que la confesión de la Trinidad ignaciana no puede limitarse a una simple proclamación de palabra sino que hay
41 Juan 14,12; cfr Romanos 8, 29; Salmo 103, 30 y Hechos 2, 2s.
42 Diario Espiritual 15 (lunes 11 de febrero, 1544).
43 Cfr. RESTREPO, DARÍO, S.I., «Más y menos. El proceso del 'magis' ignaciano» : Apuntes Ignacianos 27 (septiembre-diciembre, 1999) 3-30.
44 EE 230 y 231.
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quepasaralservicioapostólicocomprometidoalejemplodeCristo,primer misionero del Padre.
El amor a la Trinidad, como el amor de la Trinidad es y debe ser un amor «activo», un servicio en obras. Además, se trata de un amor según el Espíritu. Este Espíritu, con sus mociones es el que hace que el servicio apostólico de Ignacio y de los suyos sea un servicio hecho según la discreta caridad. Solo así será un auténtico «servitium caritatis».
Ignacio definió significativamente este último punto fundamental de la orientación de la vida consagrada hoy como un servicio por amor. Dice él en sus Ejercicios Espirituales:
...pedir conocimiento interno de tanto bien rescibido recibido, para que yo, enteramente reconociendo, pueda en todo amar y servir a su divina majestad45 .
«En todo amar y servir»: contemplación y acción. Ser «contemplativos en la acción». Así sintetizó Nadal el nuevo «modo de proceder» de la Compañía de Jesús y del jesuita. Esta síntesis ha sido acogida también por muchos Institutos religiosos posteriores que, inspirados en el carisma ignaciano, han tomado este estilo de vida y de apostolado.
CONCLUSION
La Trinidades larealidad fontaldel ser y del hacer, dela existencia y de la acción: en Dios «vivimos, nos movemos y existimos»46. Estamos consagrados al Dios Uno y Trino por nuestra misma existencia como participación de la vida natural y por nuestra filiación divina participada por el sacramento del bautismo. Nacemos y renacemos continuamente en El. Cada inspiración y expiración de nuestro ser es una confesión 'natural' de la Trinidad. Pero como seres libres, capaces de amar y optar, estamos llamados a la proclamación consciente y amorosa de esta fuente
45 EE 233.
46 Hechos 17, 28.
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Confesión Trinitaria, fraternidad y servicio por amor en el carisma ignaciano de vida natural y sobrenatural. Como Ignacio, una vez impregnados de esta asombrosa experiencia trinitaria, no podremos hablar sino en la santísimaTrinidad (enelnombredelPadre,y delHijoydelEspírituSanto). Es decir, no podremos no confesarla, no proclamarla. Por eso afirma el padre Arrupe: «Creo que ni el 'modo de proceder', ni el carisma radical de la Compañía, pueden entenderse y valorarse plenamente si no llegamos hasta arriba del todo: hasta la Trinidad (...). Sólo a la luz de la intimidad trinitaria de Ignacio puede comprenderse el carisma de la Compañía...»47 .
Del vivir en la Trinidad brota la fraternidad como comunidad. Sintiéndonos hijos por la experiencia trinitaria, tenemos que sentirnos por el mismo hecho, hermanos entre nosotros. Siendo 'compañeros' de Jesús, debemos también ser auténticos hermanos y amigos en el Señor entre nosotros. No podemos dejar de ser un «signo de fraternidad» para un mundo fragmentado e indiferente. Y finalmente, viviendo en la Trinidad, reflejándola en la fraternidad, seremos impulsados a servir por caridad en nuestra labor misionera.
Toda la mística de Ignacio y también la de la Compañía de Jesús es una mística trinitaria llamada, como cuerpo fraterno apostólico, a «en todo amar y servir». La mayor gloria de Dios es y será siempre, la mayor gloria de la Santísima Trinidad: Gloria al Padre, gloria al Hijo y gloria al Espíritu Santo.
47 ARRUPE, op. cit., n° 4, p. 393.
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Devoción a la Trinidad y carisma ignaciano
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Los dones místicos que engastaron la experiencia trinitaria de Ignacio de Loyola impresionan a quien se acerca a la Autobiografía, a su Diario Espiritual o a las vidas del Santo escritas a lo largo de más de quinientos años. Lágrimas, visiones, intensas consolaciones, 'loqüela'... Cuando él describe para sí mismo, o con el propósito de ayudar a otros, la forma como contemplaba la Trinidad y la calidad de sus consolaciones [«devoción calorosa y como rúbea»... «tanto que a veces perdía el habla»... «quietándome y regocijándome en gran manera, hasta apretarme los pechos»...], la figura del Santo fundador como que se escapa de nuestro alcance y la percibimos lejana e inimitable.
El peregrino, que mientras reza las horas de Nuestra Señora en las gradas del monasterio de los dominicos siente que se le eleva su entendimiento y «como que veía la santísima Trinidad en figura de tres teclas»; o a quien se le representa «el modo con que Dios había criado el mundo, que le parecía ver una cosa blanca, de la cual salían algunos rayos, y que de ella hacía Dios lumbre», nos deslumbra como el santo cuya vida interior fue particularmente cultivada por Dios para fundar la Compañía de Jesús, pero cuya espiritualidad trinitaria no formaría parte del carisma que supuestamente los jesuitas hemos heredado y
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Devoción a la Trinidad y carisma ignaciano consecuentemente debemos cultivar y acrecentar en nuestra propia vivencia espiritual.
Quizás sea ésta la razón de que, en la práctica, la devoción a la Trinidad no constituya una característica muy explícita de nuestra vida espiritual, a pesar de haber practicado tantas veces los Ejercicios; y de que no hayamos sido formados en una fuerte experiencia trinitaria de Dios. Quizás, también por esto, el Diario Espiritual de San Ignacio ha sido siempre una pieza tan desconocida entre los jesuitas -además de la dificultad para leerlo y entenderlo-; y el fundador de la Compañía es más conocido en la historia como un asceta frío y riguroso, formador de recias voluntades, que como el hombre conducido en todo momento por la consolación del Espíritu Santo, colmado de afecto a cada una de las tres Personas de la Trinidad, cuyo perfil humano pudo trazar Hipólito Jerez a través de «ternuras ignacianas»1 .
Pedro Arrupe invitó a la Compañía de Jesús a redescubrir la inspiración trinitaria del carisma ignaciano, convencido por su propia experiencia espiritual de que la esperada renovación interior y apostólica de la Orden encontrará un formidable impulso dinámico si todos nos empeñamos en descubrir y reproducir en nosotros el «itinerario interior de nuestro fundador, que conduce directamente a la Santísima Trinidad y desciende de ella al servicio concreto de la Iglesia y 'ayuda de las ánimas'»2 .
Será preciso, pues, distinguir entre las gracias especiales con las que Dios engalanó la experiencia trinitaria de San Ignacio - dones personales que el Señor concede graciosamente según «su ordenación divina», y que no forman parte del carisma ignaciano - y la «devoción trinitaria» que sí debe caracterizar la espiritualidad legada por el Santo a laCompañíade Jesús. Másquehablardelamísticatrinitariaquealcanzó el Santo fundador, debemos reflexionar sobre el camino trinitario que él recorrió y que propuso a «todo el que quiera militar para Dios bajo el estandarte de la cruz en nuestra Compañía de Jesús»; el cual ha de
1 JEREZ, HIPÓLITO, S.J., Ternuras Ignacianas, El Mensajero del Corazón de Jesús, Bilbao 1956.
2 ARRUPE, PEDRO, S.J., Inspiración Trinitaria del carisma ignaciano, n.105.
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procurar «mientras viva, primero a Dios, y luego el modo de ser de su instituto, que es camino para ir hacia Él, y alcanzar con todas sus fuerzas este fin que Dios le propone; cada uno, sin embargo, según la gracia que el Espíritu Santo le comunique, y el grado propio de su vocación»3 .
La dimensión trinitaria del carisma ignaciano significa entonces para todo jesuita, no que esté llamado a lograr la mística alcanzada por Ignacio, sino que su acercamiento a Dios estará marcado por la relación trinitaria y la devoción a las tres Personas divinas que vivió el Santo y que dejó a toda la Compañía, principalmente a través de los Ejercicios. Cada jesuita participa de este modo de ser y proceder de la Compañía, aunque cada uno «según la gracia con que le ayudará el Espíritu Santo»; y ha de recorrer este camino, no para conseguir por sí mismo aquellos dones místicos, sino para aparejarse a que «el mismo Criador y Señor se comunique a la su ánima devota, abrazándola en su amor y alabanza, y disponiéndola por la vía que mejor podrá servirle adelante»4 .
CARACTERÍSTICAS DE LA DEVOCIÓN TRINITARIA
DE IGNACIO
Dice la Autobiografía que el peregrino «tenía mucha devoción a la Santísima Trinidad, y así hacía cada día oración a las tres personas distintamente. Y haciendo también a la Santísima Trinidad...»5. Esta práctica la inició ya desde sus primeros meses en Manresa, desde luego conducido por la unción del Espíritu que «en este tiempo le trataba... de la misma manera que trata un maestro de escuela a un niño»6 . Veintidós años más tarde, en su Diario Espiritual, registra esta misma devoción de orar a las tres Personas y también indistintamente a la Trinidad, ya con la madurez del hombre «espiritual y aprovechado para correr por la vía de Cristo nuestro Señor»7 .
3 Fórmula del Instituto 1.
4 Ejercicios Espirituales 15 (en adelante EE).
5 Autobiografía, 28.
6 Autobiografía, 27.
7 Constituciones 582 (en adelante Const.)
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Devoción a la Trinidad y carisma ignaciano
Estaexperienciaespiritualformaparteprincipaldeaquellas«cosas queobservabaensualmaylasencontrabaútiles[y]leparecíaquetambién podrían ser útiles a otros»8, razón que lo movió a escribir los Ejercicios. Explícitamente aconseja al ejercitante, en la contemplación de la Encarnación, «hacer un coloquio, pensando lo que debo hablar a las tres Personas divinas, o al Verbo eterno encarnado, o a la Madre y Señora nuestra»9. Es la forma de proceder que sugiere para todos los ejercicios siguientes durante la Segunda Semana. Es de suponer que al final de los Ejercicios, el ejercitante habrá adquirido una familiaridad para experimentar a Dios, relacionándose con cada una de las Personas, o con el Dios trino, con toda la espontaneidad propia indicada para el coloquio ignaciano10. Otro tanto encontramos en los tres coloquios de la Primera y de la Segunda Semana, en los que se aconseja la petición a Nuestra Señora, al Hijo y al Padre: a la Madre como camino de acceso al Hijo; a éste como mediador ante el Padre; al Padre como dador de todas las gracias que se suplican en los Ejercicios, a través de su Espíritu («todo es don del Espíritu Santo»11). Es también la forma como San Ignacio implorabalaconfirmacióndivinaatravésde«losmediadores»,comoleemos en el Diario Espiritual.
Esta devoción se manifiesta en Ignacio con una ternura y un amor cargado de consolación, a la vez que con delicado respeto no exento de la espontaneidad que en alguna ocasión le permite «indignarse» con la Trinidad y volverse enseguida a pedirle perdón y buscar la reconciliación.
LA DIFERENTE RELACIÓN DE IGNACIO
CON LAS TRES PERSONAS
Llama la atención que en el texto de los Ejercicios no menciona a la Trinidad con este nombre, aunque habla de «las tres Personas divinas», del Padre o del Hijo. Al Espíritu Santo solo se refiere explícitamente 8 veces, 6 en los textos evangélicos de la lista de los misterios de Cristo y 2
8 Autobiografía, 99.
9 EE 109.
10 Cfr. EE 53, 199.
11 Directorio Autógrafo 11.
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en las reglas para sentir en la Iglesia. La presencia del Espíritu es, sin embargo, constante, gracias al discernimiento de las consolaciones: paz interior, gozo espiritual, esperanza, fe, amor, lágrimas, elevación de mente... que «todos son dones del Espíritu Santo»12. Por el contrario, en suDiarioEspirituallareferenciadistintaalastresPersonasyasurelación con cada una de ellas, es muy rica y abundante.
Lo primero que debemos advertir es que el Santo oraba muy frecuentemente a la Santísima Trinidad en sus tres Personas, aunque sin disociar unas de otras, pues «conocía, sentía o veía» la unión de las Tres personas en su actuación, a causa de la unidad de esencia. En la Autobiografía cuenta curiosamente cómo al comienzo de su nueva vida espiritual sentía un nudo, pues al hacer cada día oración a las tres Personas, conversaba también con la Santísima Trinidad y se sorprendía de«cómohacía4oracionesalaTrinidad»13. Estainquietudnolecausaba, sin embargo, mayor problema; pues podía contemplar la unidad de las Personas en el obrar de cada una y caía en cuenta de que el origen de todas las gracias que recibía estaba en el ser divino de la Trinidad. Así, contemplaba la Trinidad en figura esférica de la que derivan el Padre, el Hijo y el Espíritu. Durante la misa del 21 de febrero recibe una especial inteligencia: que «en hablar al Padre, en ver que era una persona de la santísima Trinidad, me afectaba a amar toda ella, cuánto más que las otraspersonas eran en ella esencialmente», otro tantosentíaen laoración del Hijo y en la oración al Espíritu Santo, gozándose de sentir consolaciones de cualquiera y atribuyéndolas a las tres Personas. Este conocimiento o visión («en esta misa conocía, sentía o veía, Dominus scit»), le permite resolver aquella inquietud que tenía sobre las cuatro oraciones: «Me parecía tan grande haber soltado este nudo o cosa semejante, que no cesaba de decirme a mí mismo, refiriéndome a mí: ¿Quién eres tú? ¿de dónde vienes?, etc. ¿Cómo ibas a merecerlo?, o ¿de dónde te viene esto?, etc.»14 .
12 Ibidem.
13 Cfr. Autobiografía, 28.
14 Diario Espiritual 63. En adelante citaremos los textos más difíciles de entender con la versión de THIÓ DE POL, SANTIAGO, S.J. en: La intimidad del Peregrino, Mensajero-Sal Terrae.
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Devoción a la Trinidad y carisma ignaciano
Lo más usual, como puede comprenderse por lo que escribió en el texto de los Ejercicios, era su costumbre de hablar con cada una de las Personas, con un especial matiz de su devoción a cada una de ellas. También en la liturgia de las misas que celebraba, cuando 'se apropiaba' de las oraciones, según su expresión, aprendió a entender un poco más la actuación de las Personas y la propiedad con que esas oraciones se referían a cada una.
Así, el Padre es Aquel de quien todo procede y al que todo se dirige. «El Padre ocupa un lugar excepcional, reconocido como principio fundamental, fuente y raíz de las otras Personas. La esencia divina, para Ignacio, lo lleva primeramente al Padre y después a las otras personas»15 .
El Padre es la fuente de toda gracia, el autor de todo don. De ahí que a los 'mediadores' pide que le alcancen del Padre la gracia especial deseada, mientras que se dirige al Padre pidiendo «que el mismo Señor eterno me lo conceda, y con esto un Pater noster»16. El Padre tiene un proyecto de vida para el hombre, que realiza en la historia por medio del Hijo, conlafuerzadelEspíritu. Resuenaaquíespléndidamentelapalabra de Pablo en el capítulo 15 de la primera Carta a los Corintios, cuando describe el movimiento en que el Mesías, después de haber puesto todos los enemigos bajo sus pies y de someter el universo entero, entregará el reinado a Dios Padre para que El sea todo para todos17. El mismo Ignacio lo expresa de otra manera en la contemplación del llamamiento del Rey eternal: Jesucristo es presentado como rey eterno que llama a todos diciendo: «mi voluntad es de conquistar todo el mundo y todos los enemigos, y así entrar en la gloria de mi Padre»18 .
El sábado 16 de febrero escribe en su Diario Espiritual que en la oración acostumbrada no ha sentido a los mediadores, pero, después de dudar a quién encomendarse primero, con bastante devoción, con una muy grande serenidad y cierta dulzura le «ha parecido que descubría
15 BINGEMER, Mª. CLARA L, Em tudo amar e servir, Loyola, San Pablo-Brasil 1990, 64.
16 EE 63, 147.
17 Cfr. 1 Corintios 15, 24-28.
18 EE 95.
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más al Padre y que me atraía a sus misericordias, sintiendo en mí más propicio y más aparejado para impetrar lo que deseaba (no me pudiendo adaptar a los mediadores), y este sentir o ver creciendo, con mucha abundancia de lágrimas por el rostro, con una grandísima confianza en el Padre...»19 .
A semejanza de la doxología paulina («la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo»20 ), el amor es lo propio del Padre. Un amor que se entrega a los hombres en la gracia del Hijo, por la consolación del Espíritu. Llama la atención que San Ignacio experimenta este amor del Padre como «sus misericordias». El Padre es el Dios, rico en misericordia [en solidaridad compasiva], que lo atrae, para disponerlo a encontrar la mejor manera de servirle; precisamente en ese momento concreto de su búsqueda, cuando trata de descubrir la forma de pobreza que debe abrazar la Compañía para identificarse más con Jesucristo en la misión de «predicar el Evangelio en pobreza».
Su experiencia de Dios Padre nos la comunica en dos lugares muy principales de los Ejercicios: la anotación 15 y la contemplación para alcanzar amor.
En la anotación 15 el santo describe los Ejercicios desde la perspectivadel actuardeDios,quesecomunicadirectamentea «suánima devota, abrazándola en su amor y alabanza, y disponiéndola por la vía que mejor podrá servirle adelante». Es la misma experiencia que anotaba en su Diario; y aunque en este texto de los Ejercicios pareciera que habla indistintamente de la Trinidad, una penetración más profunda de su espiritualidad nos indica que se refiere al Padre, Amor que se da y quiere darse,queinspiraaIgnacioeldeseodeservirleylapeticiónde serrecibido debajo de la bandera de Jesús, y que finalmente acepta su ruego y lo pone con el Hijo: «vio tan claramente que Dios Padre le ponía con Cristo, su Hijo, que no se atrevería a dudar de esto, sino que Dios Padre le ponía
19 Diario Espiritual 32.
20 2 Corintios 13, 13.
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Devoción a la Trinidad y carisma ignaciano con su Hijo»21. Diego Laynez referirá más tarde que a Ignacio «le parecía ver a Jesucristo con la cruz a cuestas y al Padre eterno que le decía a su Hijo: quiero que tomes a éste por servidor tuyo»22 .
En la contemplación para alcanzar amor, el Padre que «atrae» a Ignacio con «sus misericordias», lo llena de confianza en su amor providente, como lo expresara San Juan: «Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él»23. La conciencia de sentir el amor del Padre y de reconocerlo enteramente, reforzará su disposición para«entodoamaryserviraladivinamajestad». SanIgnaciohaalcanzado el Amor, o se ha dejado alcanzar por él. El 12 de febrero registra en su Diario que se había despertado y comenzado a orar antes de levantarse y que«noacababadedargraciasaDiosnuestroSeñormuchointensamente, con inteligencias y con lágrimas, de tanto beneficio y de tanta claridad recibida, no se pudiendo explicar»24. Este calor interior, devoción y amor intenso lo acompañarán durante toda la jornada, después de levantarse, en la misa, «andando a D. Francisco, con él y después veniendo», acordándose de tanto bien recibido y moviéndose a nueva devoción creciente y a lágrimas. Nos encontramos ante un ejemplo de contemplación para alcanzar amor, practicada por Ignacio en la vida corriente.
La expresión de que el Padre lo atraía a sus misericordias da pie para pensar un momento en la riqueza que puede tener para nosotros hoy este acceso al Padre, como el Amor rico en misericordia, que estando muertos nos ha dado vida por Cristo25. En efecto, San Ignacio nos invita a experimentar cercano al Padre que nos atrae con su amor-misericordia, disponiéndonos a servirle de la mejor manera en adelante. La reflexión teológica más reciente, especialmente en América Latina, ha vuelto su atención al concepto de misericordia, recuperando su genuino sentido bíblico, de amor solidario con el hombre en su historia sufriente. La misericordia es como el segundo nombre del amor de Dios y el modo
21 Autobiografía, 96.
22 Fontes Narrativi II, p. 133, (en adelante FN.)
23 1 Juan 4, 16.
24 Diario Espiritual 21.
25 Cfr. Efesios 2, 4.
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específico de su manifestación y actuación respecto a la realidad del mal presente en el mundo. La Encíclica «Dives in misericordia» de Juan Pablo II, la Carta del Padre Arrupe «Arraigados y cimentados en la caridad», el libro de Jon Sobrino, S.J. «El Principio-Misericordia», son muestras suficientes de este interés por retomar la reflexión sobre la misericordia como la fuerza del amor solidario de Dios que se vuelca conmovido sobre el hombre deteriorado o amenazado en su vida y dignidad y actúa para salvarlo.
El Papa Juan Pablo II en la Dives in misericordia afirma con vigor que:
en el cumplimiento escatológico, la misericordia se revelará como amor, mientras que en la temporalidad, en la historia del hombrequeesalavezhistoriadepecadoydemuerte-elamordeberevelarse ante todo como misericordia y actuarse encuanto tal... precisamente porque existe el pecado en el mundo, al que 'Dios amó tanto... que le dio a su Hijo unigénito', Dios que 'es amor', no puede revelarse de otro modo si no es como misericordia26 .
Será, pues, esta relación con el Dios rico en misericordia, la que nos pondrá en el mundo como colaboradores de Jesús, para servirle en su proyecto de dar vida, vida en abundancia. El Papa presenta a Jesús como «sacramento de la misericordia del Padre», aquel que con su estilo de vida, sus palabras y sus acciones, hace al Padre cercano al hombre, «en primer lugar a los pobres, carentes de medios de subsistencia, los privados de libertad, los ciegos que no ven la belleza de la creación, los que viven en aflicción de corazón o sufren a causa de la injusticia social, y finalmente de los pecadores»27. Este amor-misericordia del Padre hecho presente en Jesús «nuevamente encarnado», inspirará, acompañará y plenificaráelmejorservicioaladivinaMajestad,enmediodelasangustias y desafíos del mundo de hoy y del apremiante clamor de los pobres.
26 Dives in Misericordia 52, 82.
27 Dives in Misericordia 13.
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Devoción a la Trinidad y carisma ignaciano
Otro aspecto de la relación de Ignacio con el Padre es su pasión por darle gloria. Aunque la mayor gloria de Dios (A.M.D.G.) para la que fue fundada, existe y trabaja la universal Compañía, es la gloria de la Santísima Trinidad, Jesús nos enseñó en la oración del Padre Nuestro a pedir y a trabajar para que el nombre del Padre sea glorificado; y nos precedió con el ejemplo de su vida, dedicada exclusivamente a agradar al Padre, a buscar su gloria y a llevar a cabo la misión que El le encomendó. La gloria del Padre es que el hombre tenga vida y la Compañía de Jesús tiene su razón de ser en gastarse procurando la mayor gloria de Dios a través del servicio multiforme para llevar vida plena a toda clase de personas. Esto se expresa bellamente en la doxología de la liturgia eucarística, en la que por Cristo, con El y en El, rendimos todo honor y toda gloria al Padre, en la unidad del Espíritu Santo.
DentrodeunamísticatrinitariapodríamosencontrarenelPrincipio y Fundamento de los Ejercicios, más allá de lo que probablemente pensó Ignacio,quelavocacióndelhombrees«alabar»(glorificar)alPadre,«servir» al Hijo en la misión de glorificar al Padre dando vida al mundo, y «hacer reverencia» al Espíritu, dejándonos guiar por su unción en la misión.
La relación de Ignacio con el Hijo es una relación de seguimiento y servicio. Desde su primer encuentro con la persona de Jesús, con la lectura de la vida Christi del Cartujano mientras convalecía en la CasaTorre de Loyola, el corazón de Iñigo se apasiona y se enciende en deseos de imitarlo, a semejanza de los santos. En el largo proceso de conversión y maduración de su fe, durante su permanencia en Manresa, Dios lo va conduciendo como un Maestro de escuela guía a un niño y le descubre el ideal del seguimiento y del servicio de Jesús en la misión.
La humanidad de Jesús es frecuentemente el objeto de su experiencia espiritual; peregrina a Jerusalén para conocer la tierra del Señor, en donde quiere permanecer dedicando su vida a reproducir el camino de Jesús anunciando el Evangelio. Y desde entonces comienza una súplica incesante al Padre, con la intercesión de María, para que quiera «ponerlo con su Hijo y Señor», en solidaridad de vida y trabajo. Es enlavisióndeLaStortacuandoIgnacio,mientrasoraenlasencillacapilla, comprende que su oración ha sido escuchada y que el Padre lo recibe y «lo pone con su Hijo». Tiene aquella experiencia espiritual a la que nos
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hemos ya referido, de que el Padre se dirige a su Hijo que carga con la cruz, y le dice: «quiero que tomes a éste como servidor tuyo»; Jesús se vuelve entonces a Ignacio y le dice: «yo quiero que tú nos sirvas». Desde aquel momento el peregrino no puede ya dudar de que ha sido recibido, con sus amigos, como compañero y colaborador de su Señor. El servicio de Jesús y con Jesús al proyecto del Padre dará origen a la Compañía, dedicada a prolongar la misión de Jesús con las mismas características con que la realizó él con el grupo de sus discípulos (con El y como El).
El nombre de Jesús llena de consolación al Santo. Así lo expresa hermosamente en un pasaje de su Diario: «En el preparar del altar y del vestir, un representárseme el nombre de Jesús con mucho amor, <con mucha> confirmación y con crecida voluntad de seguirle, y con lágrimas y sollozos. En toda la misa, a la larga muy grande devoción y muchas lágrimas, perdiendo bastantes veces el habla; y todas las devociones y sentimientos se terminaban a Jesús, no pudiendo aplicar a las otras personas, sino cuasi la primera persona era Padre de tal Hijo, y sobre esto réplicas espirituales: ¡cómo Padre y cómo Hijo!» (¡qué manera de ser Padre y qué manera de ser Hijo!28).
Unas veces se dirige a él como segunda Persona de la Trinidad, Hijo de Dios, Verbo eterno del Padre; pero otras, las más, al Verbo encarnado, al Hijo de María, a la humanidad de Jesús. La manera como se dirige a Jesucristo en el Diario difiere de la manera como lo hace en los Ejercicios y en la autobiografía. En estos comúnmente lo llama 'Cristo nuestro Señor'; en el Diario «es el nombre «terrestre», tierno e íntimo de Jesús, que viene constantemente a los labios del Santo, sobre todo en la última parte del Diario, cuando debe recurrir con especial insistencia a lamediacióndeJesúsparapoderencontrarnuevamenteantelasantísima Trinidad la gracia que había perdido por su avidez»29 .
LahumanidaddeJesúsenlaqueresidelaplenitudde ladivinidad, selepresentaahoracomo Mediador delantedelPadre:«Despuésasimismo sentir a Jesús haciendo el mismo oficio, en el pensar de orar al Padre,
28 Diario Espiritual 71-72.
29 BINGEMER, op. cit. 81, nota 36.
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Devoción a la Trinidad y carisma ignaciano pareciéndome y sintiendo dentro que él hacía todo delante del Padre y de la santísima Trinidad»30. «Y en el tiempo de la misa, al decir de <Domine Iesu Christe, fili Dei vivi, etc.>, me parecía que veía en espíritu a Jesús, nocomolohabíavistoantes,comodije,blanco,esdecir,ensuhumanidad, y en este otro tiempo sentía en mi ánima de otro modo, es a saber, no así lahumanidad sola, sino queera todomi Dios, etc., conuna nuevaefusión de lágrimas y devoción grande, etc.»31. Anota en este punto Santiago Thió de Pol que san Ignacio identifica la humanidad con el color blanco, tal como lo hace en la autobiografía: en Manresa vio muchas veces con los ojos interiores la humanidad de Cristo «y la figura, que le parecía era como un cuerpo blanco, no muy grande ni muy pequeño, mas no veía ninguna distinción de miembros»32 .
También la presencia de Jesús en la Eucaristía tiene que ver con el color blanco: «Oyendo misa un día, y alzándose el Corpus Domini, vió con los ojos interiores unos como rayos blancos que venían de arriba; y aunque esto después de tanto tiempo no lo puede bien explicar, todavía lo que él vio con el entendimiento claramente fue ver cómo estaba en aquelSantísimoSacramentoJesucristonuestroSeñor»33.Otrotantopuede decirse de la experiencia del modo como Dios había creado el mundo: «que le parecía ver una cosa blanca, de la cual salían algunos rayos, y que de ella hacía Dios lumbre»34. Comenta Thió de Pol: «¡La humanidad de Jesús, como materia original, presencia de la creación y su fin!». La creación entera parte del amor del Padre, por Jesucristo, y camina de nuevo al Padre transfigurada.
En el Diario Jesús aparece ante todo como el único acceso al Padre y garantía de que Ignacio está conformando su propia voluntad con la de Dios: «pareciéndome y sintiendo dentro que él hacía todo delante del Padre y de la santísima Trinidad»35. Cuando de rodillas busca la
30 Diario Espiritual 84.
31 Diario Espiritual 87.
32 Autobiografía, 29. THIÓ DE POL, SANTIAGO, S.J., La intimidad del Peregrino, Mensajero- Sal Terrae, p. 120, nota 119.
33 Autobiografía, 29.
34 Ibidem.
35 Diario Espiritual 84.
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confirmación de Jesús, experimenta que éste se le descubre o lo ve «al pie de la santísima Trinidad, y con esto mociones y lágrimas»36 .
El padre Iparraguirre comenta que:
aun en su Diario Espiritual, en que parece se rompe todo dique y se puede penetrar directamente en el piélago inmenso de las más sublimes comunicaciones trinitarias, la función mediadora de Jesucristoesverdaderamenteextraordinaria.Lanaturalezahumana deJesucristoleservíadepasadizonaturalparasubiralanaturaleza divina... Jesucristo podía realizar esta función porque por sus dos naturalezas estaba íntimamente ligado a los dos extremos. Estaba lo suficientemente cercano por su naturaleza humana para poderse llegar hasta él, y a la vez sumamente elevado, ya que, en cuanto Dios, estaba en la cima. San Ignacio no se olvidaba de contemplar, en cuanto podía, ambas longitudes. Contempla a Jesucristo muchas veces a través de la Trinidad, como impregnado y penetrado del Padre y el Espíritu Santo en circuninsesión trascendente y continua, en posesión total y absoluta de la plenitud divina «al pie de la santísima Trinidad». Esta refracción trinitaria que penetra lo más vitaldelapercepciónignacianadeCristo,eslaclaveparacomprender elpuestodecisivoqueocupaensuespiritualidadlafiguradelSeñor37 .
La mediación de Jesús ante el Padre y la Trinidad tiene un acceso, una puerta de entrada: nuestra Señora. En un primer tiempo del Diario, Jesús actúa como mediador en compañía de la Madre. En la cadena de intercesores que pone el Santo para acceder a Dios aparecen juntos muy frecuentemente la Madre y el Hijo. Curiosamente el texto del Diario que conocemos se encabeza con la anotación correspondiente al 5 de febrero, a pesar de que sus notas ha comenzado a escribirlas desde el día 2. Durante estos primeros días celebra la misa de nuestra Señora. Sus notas dicen: «antes de la misa, en ella y después de ella, con <mucha> abundancia de devoción, lágrimas <interiores y exteriores> y dolor de ojos por tantas, y ver a la Madre y al Hijo propicios para interpelar al
36 Ibid., 88.
37 IPARRAGUIRRE, IGNACIO, S.J., Espíritu de san Ignacio de Loyola, Mensajero, Bilbao 1958, 55.
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Devoción a la Trinidad y carisma ignaciano Padre, lo cual me ha mantenido estable e inclinado a no nada [a no tener rentas], entonces y todo el día; y a la tarde, como sentir o ver a nuestra Señorapropiciaparainterpelar»38.Losdíassiguientesexperimenta«crecida confianza en nuestra Señora»; «un allegarme mucho en afecto a nuestra Señora con mucha confianza»; « mucha devoción y moción interior para rogar al Padre, pareciéndome haber interpelado los dos mediadores y con alguna señal de verlos»39 .
Es interesante notar la diferencia entre el Diario y los coloquios de los Ejercicios con respecto a la intercesión de María. En estos, nuestra Señora es intercesora para con su Hijo: «coloquio a nuestra Señora, para que me alcance gracia de su Hijo y Señor...». Jesús es el único Mediador ante el Padre. En el Diario, en cambio, la Madre y su Hijo juntamente interceden ante la Trinidad; más aún, María misma es intercesora directa para con el Padre. En cierta ocasión, cuando teme haber faltado y hecho avergonzar a nuestra Señora de tener que rogar tantas veces por él, tiene la sensación de que ella se le escondía. Pero una consolación acude a tranquilizarlo: «con un cierto ver y sentir que el Padre celestial se me mostraba <piadoso> propicio y dulce, a tanto, que me mostraba señal que le placería que fuese rogado por nuestra Señora, a la cual yo no podía ver»40. Y al terminar la misa aquel mismo día tiene la experiencia de: «sentir y ver a nuestra Señora mucho propicia delante del Padre, a tanto, que en las oraciones al Padre, al Hijo y al consagrar suyo, no podía que a ella no sintiese o viese, como quien es parte o puerta de tanta gracia que en espíritu sentía»41 .
Jesús es igualmente modelo de seguimiento y guía que lo conduce hasta el Padre por medio de la cruz. Ignacio se siente a su sombra: «En toda la misa tuve mucho amor y <mucha> devoción... no teniendo noticias o visiones distintas de cada una de las tres personas, mas simple advertencia o representación de la Santísima Trinidad. Así mismo, en algunos momentos sentía lo mismo en relación a Jesús, como
38 Diario Espiritual 4.
39 Ibid., 1, 3, 6.
40 Ibid., 30.
41 Ibid., 31.
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siestuvieseasusombra,comosifueramiguía;peroestonomedisminuía la gracia de la santísima Trinidad, antes bien parecía que me unía más a su divina Majestad»42. La humanidad de Jesús como refugio y guía, lejos de dificultar su búsqueda de confirmación en la Trinidad, es su seguridad máxima. Por eso ha dejado en las Constituciones aquella formidable convicción de que en El solo debemos poner nuestra esperanza43 . Experimenta la cercanía, el calor y la ternura de su Señor. La manera como se refiere a él en el Diario difiere de los Ejercicios y de la Autobiografía, como hemos indicado, donde preferentemente trata de «CristonuestroSeñor»,mientrasaquíprefiereelnombreterrenodeJesús, manifestando una relación muy íntima, cercana y tierna, aunque cargada de respeto.
El recuerdo de haber sido colocado por el Padre con su Hijo viene continuamente a su memoria comoun argumento definitivo que confirma su manera de seguir y servir a la divina Majestad. La identificación con Jesúsa cuyacompañía hasidoadmitido,esrazónsuficienteparaseguirlo en suma pobreza y humildad. Su servicio ha de ser realizado con las mismas características del servicio de Jesús al Padre: en abajamiento y cruz. Finalmenterecibelaconfirmación del mismoJesús,quelosatisface plenamente:
al preparar del altar, viniendo en pensamiento Jesús, un moverme a seguirle, pareciéndome internamente que siendo él la cabeza <o caudillo> de la Compañía, era mayor argumento para ir en toda pobreza que todas las razones humanas... me parecía que este sentimiento era suficiente en tiempo de tentaciones o tribulaciones, para estar firme... y pareciéndome en alguna manera ser <obra> de la santísima Trinidad el mostrarse o el sentirse de Jesús, viniendo en memoria cuando el Padre me puso con el Hijo44 .
Ignacio había deseado recibir confirmación precisamente de la santísima Trinidad: en lugar de aceptar la forma como Dios quisiera
42 Ibid., 101.
43 Cfr. Const. 812.
44 Diario Espiritual 66-67.
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Devoción a la Trinidad y carisma ignaciano confirmarlo, pretendía su propia manera con cierta obstinación. Pero ahora, al sentir que le es comunicada por Jesús, experimenta juntamente una fuerza y seguridad que le quitan todo temor para adelante. Ya no hay duda para él de que el servicio ha de prestarse con Jesús y como Jesús,pobreyhumilde. SuscoloquiosconelHijoterminanconlaoración del Anima Christi, que condensa, en la piedad medieval, el deseo de identificación con Jesús en su pasión y muerte, de caminar a su sombra, bajo su protección y de nunca separarse de él.
La relación con el Espíritu Santo, de quien tan escasa mención hace en los Ejercicios y en la Autobiografía, cobra ahora toda intensidad. Ignacio implora también de él la confirmación: «Espíritu Santo eterno, confírmame»; hace oración a nuestra Señora, al Hijo, y al Padre «para que mediesesuEspírituparadiscurrirydiscernir»45. ConversaconelEspíritu, lo ve y lo siente: «un rato adelante, coloqüendo con el Espíritu Santo para decirsumisa,conlamismadevociónolágrimasmeparecíaverleosentirle en [forma de una] claridad espesa o en color de flama ígnea modo insólito [como nunca lo había visto]»46 .
El Espíritu es el don por excelencia del Padre y del Hijo. Quizás sea ésta una razón clara de por qué no se indica en los Ejercicios un coloquio especial al Espíritu Santo, cuando se recomiendan otros tantos a nuestra Señora, al Hijo y al Padre. Porque el Espíritu con sus dones es precisamente lo que se desea y se pide en los distintos ejercicios de oración. En una mística de servicio como es la ignaciana, la consolación del Espíritu es gracia que mueve a seguir y a servir mejor. El Espíritu es el Amor de Dios con que la criatura es abrazada por el mismo Criador y Señor y que la dispone a prestar el mejor servicio en adelante, como lo expresa la anotación 15. Su unción es la ilustración, la inspiración, el calor, la fuerza, que mueven a descubrir la voluntad de Dios y a ponerla en práctica. Ignacio en efecto atribuye todas las consolaciones al Espíritu Santo: «debe [el que da ejercicios a otro] declarar mucho qué cosa es la consolación, yendo por todos sus miembros, como son: paz interior,
45 Ibid., 15.
46 Ibid., 14.
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gaudium spirituale, esperanza, fe, amor, lágrimas y elevación de mente, que todos son dones del Espíritu Santo»47 .
Pero nada mejor que ir a su correspondencia epistolar para comprendermáscabalmentelafunción quetieneparaélel EspírituSanto en el discernimiento de la voluntad de Dios. Sus instrucciones para la misión, sus orientaciones para el buen gobierno de los escolares, o para regir la propia vida, terminan frecuentemente con la recomendación de confiarse a la unción del Espíritu, que dictará en cada circunstancia lo mejor. Así como lainterior ley dela caridadyamor queel Espírituescribe eimprimeenloscorazoneseslaquehadeconservar,regiryllevaradelante a la Compañía en el divino servicio, como escribe en las Constituciones de la Orden; así también la vida y el trabajo de todos sus miembros serán regidos por ese Amor que enseña la «caridad discreta» a todo el que se dispone a buscarla. Al nombrado patriarca de Etiopía, Juan Nuñes, en una larga instrucción apostólica, le recomienda finalmente: «Todo esto propuesto servirá de aviso; pero el Patriarca no se tenga por obligado de hacer conforme a esto, sino conforme a lo que la discreta caridad, vista la disposición de las cosas presentes, y la unción del Espíritu Santo, que principalmente ha de enderezarle en todas cosas, le dictare»48. También en otra carta al mismo le aconseja: «Acerca de la instrucción que pedís para mejor proceder en el divino servicio en esta misión, espero os la dará más cumplida el Espíritu Santo con la unción santa y don de prudencia que os dará, vistas las circunstancias particulares»49. Otra carta suya al P. Urbano Fernandes, Rector del escolasticado de Coimbra, que le pide algunas máximas para el gobierno de los estudiantes, le responde: «Yo no me hallo idóneo ni aun para decir las mínimas; pero el Santo Espíritu, cuya unción enseña todas las cosas a los que se disponen a recibir su santa ilustración, y en especial en lo que incumbe a cada uno de parte de su oficio, enseñe a V.R.; y espero que lo hará, pues le da tan buena voluntad de acertar en lo que es mayor servicio suyo»50 .
47 Directorio Autógrafo 11.
48 Monumenta Ignatiana, Epistolae VIII, p. 690. (en adelante MI. Epp.).
49 MI. Epp. VII, p. 313-314.
50 MI. Epp. III, p. 499-503.
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Con el Espíritu Santo está especialmente ligada la gracia del acatamiento y reverencia, que ocupa un lugar tan importante en el Diario Espiritual, sobre todo en su última parte, a partir del 14 de marzo. El santo tiene entonces una experiencia y una gracia nuevas. La gracia del acatamiento, que es como un segundo nombre del servicio: la de disponerse con total indiferencia al querer divino y conformarse plenamente con la manera como el Señor quiere conducirlo, no pretendiendo más la suya, como confiesa que lo había buscado desordenadamente. Enunaactituddesegundobinario, habríapretendido traer a Dios a su propio deseo en lugar de ir a donde Dios quería51. Ahora se rinde totalmente; ya no insistirá más en pedir lágrimas u otras visitaciones divinas: «era en mí un pensamiento que me penetraba dentro del ánima, con cuánta reverencia y acatamiento yendo a la misa debería nombrar a Dios nuestro Señor, etc., y no buscar lágrimas, mas este acatamiento y reverencia»52 .
Más de treinta veces, entre el 14 de marzo y el 4 de abril, reconoce esta gracia del acatamiento, reverencia y humildad; algunas veces no la halla ni la siente, otras la suplica. «Reverencia amorosa», «acatamiento reverencial», «humildad amorosa», «acatamiento y humildad reverencial admirables»... las palabras se intercambian sin complicación alguna para registrar una nueva actitud a la que ha llegado gracias a la 'visitación', a vecesdeunaPersona,avecesdeotra. Elcalificativode«amorosa»,expresa el sentimiento de una persona a quien el Amor de Dios ha dispuesto para aceptar con gusto y generosidad la vía que se le ha querido mostrar como la mejor de todas, la que siempre tiene que seguir53 .
El resultado de todo el proceso de su búsqueda ha sido el de disponerse, con una indiferencia humilde a hallar a Dios y su voluntad, no por el camino que él cree sino por aquel que Dios desea y señala. Colmado de dones místicos, Ignacio se hace consiente de que ha de purificar continuamente su búsqueda, hasta llegar a la disponibilidad más completa posible. Se da por fin cuenta de que
51 Cfr. EE 154.
52 Diario Espiritual 156.
53 Cfr. Diario Espiritual 162.
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con lágrimas o sin ellas, con visiones o también sin ellas, puede llegar a sentir la paz interior, el gozo espiritual y confirmación por una vía que el Señor le quiere mostrar54 .
La actitud de disponibilidad reverente y amorosa a la unción del Espíritu marca esta relación con la Tercera Persona de la Trinidad. Apropiándonos la oración del Misal Romano, podríamos rezar así: «Padre, lleno de amor, Tú instruyes los corazones de tus hijos con la unción del Espíritu Santo; concédenos ser dóciles a sus inspiraciones, para que podamos discernir y cumplir lo que a Ti te agrada y gozar así de la alegría de tu consolación».
Como lo expuse ya al comienzo, pienso que el «hacer reverencia» a Dios nuestro Señor, de que habla el Principio y Fundamento, puede referirse propiamente al Espíritu Santo; así como el «alabar» se dirige más al Padre, cuya glorificación buscará el hombre comunicando vida; y el «servir» identifica la adhesión al Hijo, Jesucristo, de quien somos seguidores y servidores en la misión. «Hacer reverencia», extendiendo el significado de esta expresión más allá de la demostración de respeto, al de docilidad amorosa a la conducción del Espíritu, para acertar en todas las cosas y garantizar así la autenticidad del seguimiento y del mejor servicio a la voluntad divina. Sin que la alabanza, la reverencia y el servicio, dejen de dirigirse a las tres Personas conjuntamente.
En síntesis, la espiritualidad trinitaria de Ignacio, y la nuestra, consisten en llevar una vida en seguimiento y servicio del Hijo encarnado, Jesús, bajo la conducción del Espíritu, para gloria y alabanza del Padre. Glorificar y santificar al Padre, sirviendo con Jesús y como Jesús a su proyecto salvífico, en reverente y amoroso acatamiento a la unción del Espíritu Santo.
El mismo Ignacio, en la madurez de su espiritualidad trinitaria, nos dejó un texto catequético, que leemos en italiano con el título: «La
54 MEJÍA, RODRIGO, S.J., La dinámica de la integración espiritual. Buscar y hallar a Dios en todas las cosas, CIS, Roma 1980, 197.
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Devoción a la Trinidad y carisma ignaciano summa delle prediche di M. Ignatio sopra la dottrina xtiana» y que traducimos así:
Cuando hacemos la señal de la cruz, ponemos primero el dedo en la frente; y esto significa el Padre, que no procede de nadie. Cuando tocamos nuestro pecho, significamos al Hijo, nuestro Señor, que proviene del Padre y que descendió al vientre de la bendita Virgen María. Cuando ponemos nuestros dedos sobre los hombros, significamos al Espíritu Santo, que procede del Padre y del Hijo. Cuando juntamos las manos de nuevo, simbolizamos que las tres Personas son una única sustancia. Y, finalmente, cuando sellamos nuestros labios con la señal de la cruz, queremos significar que en Jesús, nuestro Salvador y Redentor, habitan el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, un solo Dios, nuestro Criador y Señor, y que la divinidad nunca se separó del cuerpo de Jesús, ni siquiera en la hora de su muerte55 .
«LA INSPIRACION TRINITARIA DEL CARISMA IGNACIANO»
Una vez consideradas las ilustraciones trinitarias de Ignacio, podremos reencontrarlas en las características del carisma ignaciano, con la ayuda del magistral texto del P. Pedro Arrupe, que paso a comentar a grandes trazos.
No sé si la matriz trinitaria del carisma ignaciano está presente en los jesuitas de hoy con suficiente claridad y fuerza y yo me siento inclinado y casi interiormente obligado a procurarlo... Sólo a la luz de laintimidad trinitaria de Ignacio, puede comprenderse el carisma de la Compañía y ser aceptado y vivido por cada jesuita. (Así se expresaba el P. Arrupe al dar comienzo a esa conferencia56. Y más adelante insistía): La perspectiva trinitaria no puede faltar en la renovación de la Compañía57 .
55 MI. Epp. XII, p. 667.
56 ARRUPE, PEDRO, S.J., La Identidad del Jesuita en nuestros tiempos, Sal Terrae, Santander 1981 393, n.4.
57 Ibid., n. 82.
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Esta conferencia, como su autor lo indicó, se compone de tres grandes partes: a) La aventura mística y trinitaria desentrañada de las experienciasespiritualesmásimportantesdeIgnacio:juntoalríoCardoner en Manresa, en la capillita de La Storta y en su Diario Espiritual; b) la matriz trinitaria de algunos elementos del carisma ignaciano, tal como podemos deducirlo de esas experiencias y de los elementos más formalmente explicitados en ellas; c) la iluminación que algunos aspectos del mismo carisma pueden recibir de la Trinidad. Así lo expresa el P. Arrupe: «De la misma manera que Ignacio, en un proceso descendente, traspuso elementos trinitarios en el carisma de la Compañía, nosotros, enun procesoascendente, partiendo de aspectos concretos del carisma, podemos elevar nuestra mirada a la Trinidad para ver cómo se realizan en ella y comprender así más plenamente su significado. El carisma de la Compañía, de ese modo, se enriquece y garantiza su propia pureza...porque es indudable que el carisma ignaciano, al menos en su comprensión y aplicación, admite un desarrollo»58 .
Para nuestro objetivo nos interesa sobre todo el segundo apartado de la conferencia: las características del carisma más formalmente explicitadas en las ilustraciones trinitarias de Ignacio.
Después de explayarse en la «epopeya espiritual» de Ignacio, como la llama, a través de las experiencias del Cardoner, de los años de maduración (entre el regreso de Jerusalén en 1524 y su salida de París en1535), delaStortaydelDiarioEspiritual, elP.Arrupepasaaesclarecer con esa luz algunos elementos de nuestro carisma para comprenderlo más hondamente; las determinaciones concretas sobre nuestra vida y modo de proceder que San Ignacio refiere a «un negocio que pasó por mí en Manresa»59 y que Nadal también explicaba diciendo que el santo daba razóndeporquéhabíadispuestoestooaquello,conestafrase:«meremito a Manresa»60 .
El padre Arrupe señala significativamente cuatro elementos del carisma: a) servicio y misión; b) seguimiento de Jesús humillado en cruz;
58 Ibidem.
59 Memorial de DA CÂMARA, LUIS GONÇALVES, n.137.
60 FN. II, p. 406.
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Devoción a la Trinidad y carisma ignaciano c) contemplación en la acción; d) ascética. Estos cuatro elementos o características están bien entrabados: el servicio y la misión del jesuita son la realización concreta del seguimiento de Jesús pobre y humilde, bajo el estandarte de la cruz, vocación que brota de la contemplación y se alimenta de ella, y a la que constantemente nos «disponemos» mediante la ascética para salir de nuestro propio amor, querer e interés y buscar únicamente los intereses de Jesucristo.
Amar y servir, contemplar y actuar, expresiones similares y complementarias. Porque el amor se debe poner más en las obras que en laspalabras; yla contemplaciónconduce ala acción y a lavez sealimenta de ella.
Servicio y misión
La experiencia trinitaria no lleva a Ignacio a una mística nupcial, comenta el P. Arrupe, ni a una espiritualidad eremítica, penitente y contemplativa. La ilustración del Cardoner lo saca precisamente de sus primeros sueños e intentos, fruto de los comienzos de su conversión a través de las lecturas de convaleciente en Loyola. Entonces su amor a Jesús se proyectaba en la imitación de los santos en austeridad y penitencia. En el Cardoner, con un entendimiento nuevo, escucha una convocatoria. Delacontemplación delaTrinidadpasa alacontemplación de susobras, alactuar de Diosen lahistoria. Sele presentaDios creando el mundo y conduciéndolo a Sí por medio de Jesucristo. Al ver cómo todas las cosas salen de Dios y vuelven a El, Ignacio escucha la invitación a seguir a Jesús, colaborando con él y como él en la misión; se siente movido a entregar su vida a ese proyecto y comienza a pedir ser admitido enserviciodeladivinaMajestad,siguiendoaJesúsenlaspenasytrabajos.
Jesucristo es interiormente conocido y amado no tanto como un modelo cuyas virtudes debe imitar, cuanto como el misionero, realizador del designio del Padre, que quiere conquistar el mundo y los enemigos para entrar en el Reino. La misión de Jesús ha de ser prolongada con las mismas características de incondicionalidad, abajamiento (kenosis), identificación y unión con la voluntad de Dios. Comienza a esbozarse el proyecto de un grupo de compañeros con quienes reproducir el modo de proceder de Jesús con sus apóstoles. La imitación apostólica tomará los
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rasgos de la vida del Señor, discurriendo por Palestina y anunciando la buena nueva a los pobres; predicando en pobreza y humildad.
Me viene a la memoria un bello texto del documento de Puebla, cuya «ignacianidad» me ha impresionado siempre: «Jesús aparece igualmente actuando en la historia, de la mano de su Padre... Como el Padre es el protagonista principal, Jesús busca seguir sus caminos y sus ritmos. Su preocupación de cada instante consiste en sintonizar fiel y rigurosamente con el querer del Padre. No basta con conocer la meta y caminar hacia ella. Se trata de conocer y esperar la hora, que para cada paso tiene señalada el Padre, escrutando los signos de su Providencia... Además, Jesús tiene claro... que se debe liberar el dolor por el dolor, esto es, asumiendo la Cruz y convirtiéndola en fuente de vida pascual»61. Esto es lo que comienza a vivir Ignacio a partir del Cardoner. El «negocio que pasó por mí en Manresa» comienza a configurar lo que llegará a ser un día la Compañía de Jesús, creada para el servicio a la misión de Jesús, en pobreza y sencillez, guiada por el Espíritu a través del constante discernimiento para mantenerse siempre unida a Jesucristo en la búsqueda y cumplimiento de la voluntad de Dios Padre.
En una conferencia anterior, para concluir un curso de espiritualidad ignaciana en Roma, en 1978, el P. Arrupe habló sobre el «servir al Señor y a la Iglesia, su esposa, bajo el Romano Pontífice» y se detuvo a considerar la evolución del ideal de servicio de Ignacio desde Loyola hasta Roma. Hay como tres grandes pasos en la progresiva comprensión de lo que es el mayor servicio divino y ayuda del prójimo a que Ignacio se siente llamado.
«Al principio de su conversión, entendía el servicio divino como en su tiempo lo concebía un caballero que quisiera servir a su rey o señor; como él mismo lo había entendido sirviendo al Duque de Nájera, y aun a la manera como él había imaginado servir a la dama de sus ensueños». Todo estaba puesto en hacer penitencia y obras grandes exteriores como las que había leído en las vidas de los santos. Por eso mismo su primer proyecto es peregrinar descalzo a Jerusalén «con tantas
61 Puebla, 276-278.
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Devoción a la Trinidad y carisma ignaciano disciplinas y abstinencias cuanto un ánimo generoso, encendido de Dios, suele desear hacer»62 .
En Manresa lo espera Dios para orientar el rumbo de su vida. Se produce un cambio radical. Aprende que hay otra manera más perfecta de servir:
yendo por todo el mundo, como los apóstoles de Cristo y bajo la bandera de Cristo, bandera de pobreza y humildad, a esparcir su sagrada doctrina por todos los estados y condiciones de personas. Comprendeque«señalarse»entodoserviciodesuRey eternoySeñor universal, es seguirlo, como lo siguieron los Apóstoles y compartir la vida que él llevó para la salvación de los hombres, siendo pobre con Cristo pobre, humillado con Cristo lleno de oprobios, y estimado por loco por amor de Cristo, que primero fue tenido por tal... En adelante Jerusalén polarizará sus pensamientos y deseos. Se confirma en el proyecto de peregrinación a Tierra Santa. Pero no será ya una peregrinación temporal de sola penitencia y devoción. Decide quedarse para siempre en la tierra de su Señor y predicar en ella a los«infieles»lafeydoctrinacristianaenlasmismas«villasycastillos» en que Cristo había predicado y había sufrido...63 .
Cuando entiende que no puede permanecer en Palestina, comienza a preguntarse: ¿quid faciendum?, ¿qué hacer? ¿Es que el Señor no lo acepta en su servicio, no lo recibe bajo su bandera? El Espíritu suavemente lo va conduciendo a donde él no sabe. Y va descubriendo progresivamente nuevos rasgos y exigencias del servicio. Comprende que necesita doctrina y estudios, el sacerdocio, compañeros. Pero la idea de Jerusalén no lo abandona. Con sus compañeros hacen voto de «ir a Jerusalén y gastar su vida en bien de las almas»64. Al entrar a Roma, enlacapillitadeLaStorta, unanuevaintervencióndivinaimprimeulterior sentido a su servicio. Se siente puesto por el Padre con el Hijo para servir, con sus compañeros. Pero ese servicio no se ha de realizar en Jerusalén, sino en Roma.
62 Cfr. Autobiografía, 8, 9, 14.
63 ARRUPE, op.cit. 294-295.
64 Cfr. Autobiografía, 85.
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«Yo os seré propicio en Roma», experimenta que le dice el Padre. No sabe Ignacio cómo interpretar estas palabras; piensa en los sufrimientos que van a padecer: «No sé qué será de nosotros; talvez seremos crucificados en Roma»65. En La Storta hay, pues, un avance muy grande en la comprensión del servicio: la aceptación trinitaria, la grupalidad, la cruz, la romanidad y el nombre de Compañía de Jesús.
Continuará el discernimiento, en actitud de acatamiento y reverenciadelservidor quetieneunamisiónquecumpliryqueesilimitada en la tarea y en los medios. En el Diario Espiritual, observa el P. Arrupe, Ignacio llega a la Trinidad «encomendándome a Jesús no, para más confirmar en ninguna manera, mas que delante de la santísima Trinidad sehiciesecercademísumayorservicio,etc.,yporlavíamásexpediente»66 . Esladisponibilidadplena:enlaintención,nosenosfijatérmino,buscando siempre la mayor gloria de Dios; en la extensión, todo lo que reclame la caridad; en los medios, cuantos pueden ser ejercitados por la humildad de un simple sacerdote. «No hay ministerio que caiga fuera del campo apostólico de la Compañía, no hay hombre que a él no tenga derecho, no hay medio honesto que quede excluido, no hay logro alguno que dispense del esfuerzo por una ulterior superación»67 .
Recuerda en este punto el P. Arrupe otro momento del Diario, cuando Ignacio tiene una nueva inteligencia: «cómo el Hijo primero envió en pobreza a predicar a los apóstoles, y después el Espíritu Santo, dando su espíritu y lenguas los confirmó, y así el Padre y el Hijo, enviando el EspírituSanto, todastrespersonasconfirmanla talmisión»68. Lateología de la misión que Ignacio hace plenamente suya, está aquí: «Cristo da la misión,laconfirmaelEspírituSantoconsusdones,paragloriadelPadre».
Seguimiento de Cristo en humillación y cruz
El servicio apostólico es para Ignacio seguimiento de Jesús, con él y como él, para glorificar al Padre llevando a cabo su proyecto salvífico.
65 FN. II, p.133.
66 Diario Espiritual 82.
67 ARRUPE, op.cit. 419, n. 70.
68 Diario Espiritual 15.
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Devoción a la Trinidad y carisma ignaciano
Desde La Storta Ignacio es recibido bajo la bandera de la cruz, como había venido pidiéndolo desde Manresa y particularmente en su oración a la Señora. El seguimiento de Jesús estará erizado de hostilidades. El Santo comprende que la persecución será necesaria (hay que «seguirlo en la pena»); pedirá que nunca le falte a la Compañía, pues será «contraprueba de la fidelidad a Cristo, y la señal de que los jesuitas "no son del mundo"». Repasando su vida, advierte que las persecuciones solo le faltaban cuando se apartaba del apostolado.
Pero la cruz no solo significa persecución externa. Es la consecuencia de un seguimiento en humildad, pobreza y abnegación propia. El camino de Jesús exige desprenderse de todo, aun del honor, la buena fama, el reconocimiento social, cuando el mayor servicio del Reino está en juego. Hay, pues, en el carisma de la Compañía, un «magis» que llama al servicio más excelente y comprometido, a señalarse en él. Pero hay también un «minus» que es la participación en el estilo kenótico de vida que llevó Jesús. «Todo el que habla de estar con Dios, tiene que vivircomovivióJesús»69; «todoel queseproponevivir comobuen cristiano será perseguido»70 .
El P. Arrupe presenta dos textos luminosos de Nadal: «De ahí viene que la Compañía, por ser Jesucristo nuestro fundamento y capitán -al cual debemos imitar espiritualmente sobre todo en su mansedumbre y humildad- se llame «mínima» Compañía de Jesús»71. El otro texto «se prestaría a una larga exégesis» porque es una síntesis de cuanto la cruz significaba para Ignacio:
Ayuda ejercitarse y considerar y sentir que seguimos a Jesucristo, que lleva aún su cruz en laIglesiamilitante, aquien nos ha dado por servidores su Padre eterno, que le sigamos con nuestras cruces y no queramosmásdelmundoqueloqueélquisoytomó,scilicet,pobreza, oprobios, trabajos, dolores, hasta la muerte, ejercitando la misión, para que Dios a él le había mandado al mundo, que era salvar y
69 1 Juan 2, 6.
70 2 Timoteo 3, 12.
71 NADAL, HIERONYMI, Commentarii de Instituto S.I., p. 490.
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perfeccionar las ánimas, con toda obediencia y perfección en todas las virtudes. Mas es muy gustosa nuestra cruz; porque tiene ya esplendorygloriadelavictoriadelamuerte,resurrecciónyascensión de Jesús72 .
Contemplativos en la acción
Trinitaria es también en el carisma ignaciano esta nota. Vivió Ignacio la sublimidad de su experiencia trinitaria en medio de las ocupacionesdelgobiernodelaCompañía,desucorrespondenciaepistolar, delasobrasapostólicasqueemprendíaydirigíaenRoma. Nadalodistrae. Llega a tener tal familiaridad y facilidad de encontrar a Dios, que estas gracias trinitarias lo visitan por la calle, en la antesala de los cardenales, en las más inesperadas ocasiones. De ahí que Nadal al recordar este tipo excepcional de oración, que le permitía al Santo sentir la presencia de Dios y el sabor de las cosas espirituales en todo lo que hacía, dice que era «contemplativo en la acción», o -como lo explicaba el mismo Ignacio- que «hallaba a Dios en todas las cosas»73 .
Lacontemplaciónenlaacciónesunaactitudconstantedelespíritu, como un ambiente propicio que le permite impresionarse con las manifestaciones de la presencia amorosa de Dios en todas las circunstanciasdesuvida. Soncomoligerostoquesquesevansucediendo y acumulando a lo largo de la jornada en una conciencia «reconocida» y agradecida por los dones divinos: sencillamente, la contemplación para alcanzar amor; toques que luego los registramos en el examen, como hacía el Santo en su Diario Espiritual por las noches; y los saboreamos en la oración recogida, «ponderándolos con mucho afecto», para hacernos capaces y disponibles para «en todo amar y servir a su divina majestad».
Lacontemplaciónenlaacciónsurgealexperimentarque«elmismo Criador y Señor se comunica a la su ánima devota, abrazándola en su amor y alabanza» y disponiéndola a servirle de la mejor manera posible en el futuro, como indica la anotación 15, varias veces recordada.
72 MI. Epp. IV, p. 678.
73 Ibid., p. 651.
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Devoción a la Trinidad y carisma ignaciano
ParaelP.ArrupeeramuyfamiliareltextodeNadalsobreel «círculo acción-contemplación», que cita en su conferencia:
Este es el círculo que yo suelo decir que hay en los ministerios de la Compañía. Por lo que vos hicisteis con los prójimos y servisteis en ello aDios, os ayudamás encasa en laoración y en las ocupaciones que tenéis para vos; y esa ayuda mayor os hace que después con mayor ánimo y con más provecho os ocupéis del prójimo. De modo que un ejercicio a veces ayuda al otro, y el otro a éste74 .
La oración impulsa la actividad apostólica, pero la actividad a su vez realimenta y promueve la oración. La actividad de la jornada, cuando se realiza en ese ambiente de docilidad a la unción del Espíritu, de acatamiento y reverencia para prestar el mayor servicio por la vía más expediente, es la que va llenando el corazón con los frutos del Espíritu, para desembocar en el remanso de los momentos fuertes de oración. Así explica el P. Arrupe la inspiración trinitaria del jesuita unido con Dios en la acción.
Ascética ignaciana
Comienza el comentario de esta nota con la advertencia de que no le parece objetivo caracterizar la espiritualidad ignaciana por su ascética, como se ha hecho tradicionalmente. Quienes no han penetrado mucho en el conocimiento de los Ejercicios, suelen ver en ellos un método frío, duro y voluntarista, marcado por un fuerte ascetismo del que parecieran ausentes el afecto y la ternura.
Como hemos indicado, la característica de la espiritualidad ignaciana es la de una mística de servicio. «Es un conjunto de fuerzas motrices que llevan simultáneamente a Dios y a los hombres. Es la participación en la misión del Enviado del Padre en el Espíritu, mediante el servicio siempre en superación, por amor, con todas las variantes de la cruz, a imitación y en seguimiento de ese Jesús que quiere reconducir a todos los hombres y toda la creación a la gloria del Padre».
74 NADAL, HIERONYMI, Commentarii de Instituto S.I., p. 328.
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Caracterizada así la espiritualidad ignaciana como mística de servicio, podemos ubicar bien el sentido de la ascética ignaciana. Es en esenciaaquelloqueserequierepara«disponernos»a laaccióndelEspíritu en nosotros; para quitar cuanto «impide de su parte y desayuda a lo que el Señor quiere obrar»75. Tal ascesis comprende la abnegación del propio amor, querer e interés; la purificación de los afectos desordenados que nosquitanlalibertadparasentiryacatarlauncióndelEspíritu;elsilencio interior para estar atentos a la imprevisible comunicación de Dios; el examenconstante(«muchoexaminar»,decíasanIgnacio). Enunapalabra, matar (mortificar) el hombre viejo para permitir que el hombre nuevo se vaya manifestando más, por la penetración de la vida de Jesús en la nuestra.
Pero aun así concebida la ascética, no se trata de un esfuerzo voluntarista, ni de logros buscados a base del propio esfuerzo. Es «disponerse» a la gracia de Dios, como se anota en los Ejercicios: «Para lo cual, es a saber, para que el Criador y Señor obre más ciertamente en la su criatura, si por ventura la tal ánima está afectada y inclinada a una cosa desordenadamente, muy conveniente es moverse, poniendo todas sus fuerzas, para venir alcontrariode loqueestámal afectada...instando en oraciones y otros ejercicios espirituales, y pidiendo a Dios nuestro Señor el contrario»76. Es decir, que el mismo Dios sea quien ordene sus deseosy mudelaafecciónprimera. «Místicatrinitariaignacianayascética ignacianavansiempreenunainsuperablearmonía»,concluyeelP.Arrupe.
Con nuestra reflexión en la primera parte, sobre la experiencia trinitaria de San Ignacio y su modo de relacionarse con las tres Personas, y con el detallado comentario de la conferencia del P. Arrupe, trayendo a cada paso sus propias palabras, creemos haber logrado el propósito de mostrar el contenido trinitario de nuestro carisma.
75 Así se expresa San Ignacio en carta a San Francisco de Borja, MI. Epp. I, p. 339-342. 76 EE 16.
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Dimensiones de una espiritualidad trinitaria que responda al mundo de hoy
Dimensiones de una espiritualidad trinitaria que responda al mundo de hoy
* Hermann Rodríguez O., S.I.
Padre eterno, confírmame. Hijo eterno, confírmame. Espíritu Santo eterno, confírmame. Santa Trinidad, confírmame. Un solo Dios mío, confírmame1 .
INTRODUCCIÓN
Hace algunos días una religiosa en formación me preguntó, sin muchos preámbulos, cuáles podrían ser las dimensiones fundamentales deunaespiritualidadquepudieraresponderalarealidadlatinoamericana.
Una pregunta aparentemente sencilla pero, al mismo tiempo, llena de una gran profundidad. Le respondí rápidamente y sin pensar mucho paraquepudierahacersutarea: «Unaespiritualidadquequieraresponder
* Licenciado en Filosofía y Magister en Sicología Comunitaria de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Doctor en Teología Espiritual de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid. Actualmente es el Superior del Juniorado del Sagrado Corazón de Jesús, en Bogotá. 1 Diario Espiritual 48.
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a nuestra realidad tiene que tener los ojos bien abiertos ante la vida, para contemplar a Dios creador en medio de nuestra historia conflictiva, debe recurrir siempre a la luz que ofrece la Palabra de Dios para discernir sus caminos y nos debe lanzar a la construcción de la comunidad cristiana en todos sus niveles». Pero la pregunta siguió dándome vueltas y he querido desarrollar la respuesta a través de este artículo.
Las tres dimensiones que aparecieron en esta primera respuesta espontánea, están muy conectadas entre sí y constituyen una unidad dinámica que considero muy cercana a la vida misma de Dios uno y trino. Una espiritualidad no es otra cosa que una dinámica vital que nos pone en sintonía con Dios y nos hace obrar según el Espíritu de Dios. Por tanto, no es algo gaseoso, abstracto, elevado, desencarnado. Una espiritualidad es un estilo de vida que se puede ver y comprobar en obras muy concretas.
Parahablar del Diostrinitariodelos cristianos, tenemosquepartir de la base de que todo intento humano por acercarse a la realidad misma de Dios responde a los esquemas humanos del conocimiento y, por tanto, serán imágenes o metáforas que nos acerquen a la verdad pero que, al mismo tiempo, nos ocultan una realidad siempre mayor. Solo podemos referirnos a Dios a través de un lenguaje fragmentario2 .
La vida intradivina ha sido representada muchas veces desde un modelo interpersonal en el que el Espíritu Santo aparece como el «coamado»(codilectus);sinembargo,estaanalogíatienesulímiteenlamedida en que el ser-de-unos-con-otros, en los seres humanos se experimenta como complementación necesaria, mientras que en la Trinidad tiene que contemplarse como perfecta compenetración (pericóresis), como insuperable simultaneidad del ser-sí-mismo y del ser-en-el-otro3 .
Teniendo en cuenta esta limitante, pero manteniéndonos en este nivel de analogía, no resulta difícil entender la acción propia del Espíritu
2 Cfr. HILBERATH, BERND JOCHEN, Pneumatología, en SCHNEIDER T. (Dir.), ManualdeTeologíaDogmática (Biblioteca Herder 199), Barcelona 1996, 599.
3 Cfr. HILBERATH, BERND JOCHEN, Pneumatología, Herder, Barcelona 1996, 201-202.
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Santo como la que hace posible el salir de sí (éx-tasis) y el permanecer unido. El Espíritu Santo haría posible el que el Padre y el Hijo se comunicaran y se abrieran, no solo en el seno de la comunidad divina, sinofrentealhombre,almundoyaltiempo4. Dios,unoytrino,comunidad de amor, vive el misterio de la interacción entre las personas que se necesitan en su diferencia y que no se anulan en una uniformidad ni en una individualidad estéril. San Agustín quiso expresar esta función del Espíritu Santo dentro de la comunidad divina como el Amor. Hablando de la Trinidad, afirma: «Aquí tenemos tres cosas: el Amante, el Amado y el Amor»5;unPadreAmante,unHijoAmadoyelvínculoquemantieneunidos a los dos, el Espíritu Amor.
La misión del Espíritu, como también la misión del Hijo, consiste en la glorificación de Dios y la liberación del mundo. Dios es glorificado enlaliberación y redencióndela creaciónentera;noquiere ser glorificado sin que su creación y la humanidad sea liberada al mismo tiempo6. De manera que esta participación en la vida de Dios a la que hemos hecho referencia y el proceso de comunión que ésta supone, es la función específica del Espíritu: «La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del EspírituSanto sean con todos vosotros»7. Estas palabras de Pablo que reflejan probablemente el culto de la Iglesia primitiva, ponen de manifiesto la relación estrecha que existe entre el amor del Padre, la comunión (koinônía) realizada por el Espíritu Santo y la gracia recibida en Jesucristo.
Partiendo de esta primera comprensión del misterio trinitario, vamos a desarrollar cada una de las tres dimensiones que entran en relación en una espiritualidad trinitaria. La participación del cristiano
4 Cfr. MOLTMANN, JÜRGEN, La Iglesia, Fuerza del Espíritu (Verdad e Imagen 51), Sígueme, Salamanca 1978, 79.
5 Citado en FORTE, BRUNO, La Iglesia de la Trinidad, Salamanca, Secretariado Trinitario, 1996, 36. La cita corresponde a SAN AGUSTÍN, De Trinitate 8, 8, 12 y 8, 10, 14: PL 42, 958 y 860; Obras V, BAC, Madrid 1948, 529 y 535. También se hace referencia a este pasaje de San Agustín en HILBERATH, BERND JOCHEN, Pneumatología, en SCHNEIDER, T. (Dir.), Manual de Teología Dogmática (Biblioteca Herder 199), Barcelona 1996, 569.
6 Cfr. MOLTMANN, JÜRGEN, La Iglesia, Fuerza del Espíritu (Verdad e Imagen 51), Sígueme, Salamanca 1978, 79.
7 2 Corintios 13, 13.
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en la vida de Dios, que es lo que llamamos espiritualidad, hace que la persona entre en la dinámica vital propia de la Trinidad. La dinámica que se crea constantemente entre el Padre creador que se revela en la historia; el Hijo de Dios encarnado en la persona de Jesús, Palabra definitiva de Dios sobre el hombre; y el Espíritu Santo que sigue actuando en medio de los hombres y mujeres para impulsarlos a construir una comunidad de amor.
PRIMERA DIMENSIÓN:
Mirar la Vida: El Padre
No hay que pensar en el aire para que se filtre al último rincón de los pulmones, ni hay que imaginar la aurora para que decore el nuevo día jugando con los colores y las sombras.
No hay que dar órdenes al corazón tan fiel, ni a las células sin nombre, para que luchen por la vida hasta el último aliento.
No hay que amenazar a los pájaros para que canten, ni vigilar los trigales para que crezcan, ni espiar la semilla de arroz para que se transforme en el secreto de la tierra.
En su dosis exacta de luz y de color, de canto y de silencio, nos llega la vida sin notarlo, don incesantemente tuyo,
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Dimensiones de una espiritualidad trinitaria que responda al mundo de hoy trabajador sin sábado, Dios discreto. Para que tu infinitud no nos espante te regalas en el don en que te escondes8 .
LOS DOS LIBROS DE DIOS
San Agustín, decía que Dios ha escrito dos libros; el primero y más importante es el libro de la vida, el libro de la historia que comenzó a escribir en los orígenes de los tiempos y que sigue escribiendo hoy con cada uno de nosotros; Dios no ha terminado su obra creadora, sino que sigue escribiendo este gran libro; pero los hombres y las mujeres fuimos incapaces de leer en este libro los designios de Dios, de manera que escribió un segundo libro, sacado del primero, que sirve como sirven unas gafas; este segundo libro es la Biblia; pero la primera Revelación está en la Historia, en la vida, en los acontecimientos de cada día: tanto en la vida personal, como grupal, comunitaria, social, política, etc...
Esta es la razón por la que la primera dimensión de una espiritualidad hoy es mirar la vida. Allí nos encontramos con lo que Dios quiere de nosotros; allí podemos descubrir lo que Dios está tratando de construir. Se trata de percibir la música de Dios, para cantar a su ritmo, para bailar a su ritmo, para dejarnos invadir por su fuerza creadora. Es como entrar a un río y percibir hacia dónde va la corriente y dejarnos llevar por ella; lo que normalmente hacemos es nadar contra corriente y luchar por no dejarnos llevar por Dios. Esto sería el pecado. La cometa humana, que percibe hacia dónde va el viento y se deja llevar por él, para poder volar... De lo contrario, nos vendremos abajo.
Notenemosqueconsultar comolos griegoseloráculodelosdioses, ocomolosasirios,lasestrellas(astrología),omirar lamano,oelcigarrillo, etc., para consultar lo que Dios quiere en nuestra vida personal, comunitaria y social, solo tenemos que abrir los ojos y mirar... No negar
8 GONZÁLEZ BUELTA, BENJAMÍN, En el aliento de Dios, Sal Terrae, Santander 1995, 31.
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la realidad, no traicionarla ni mentirnos acerca de ella. No ser como el avestruz que piensa que porque deja de mirar la realidad, metiendo la cabeza entre la arena, va a desaparecer el cazador. En este sentido, resulta iluminador el cuento que trae Anthony de Mello en El Canto del Pájaro:
«Usted perdone», le dijo un pez a otro, «es usted más viejo y con más experienciaqueyo y probablementepodráustedayudarme. Dígame: ¿dónde puedo encontrar eso que llaman Océano? He estado buscándolo por todas partes, sin resultado». «El Océano», respondió el viejo pez, «es donde estás ahora mismo». «¿Esto? Pero si esto no es más que agua... Lo que yo busco es el Océano», replicó el joven pez, totalmente decepcionado, mientras se marchaba nadando a buscar en otra parte.(...) Deja de buscar, pequeño pez. No hay nada que buscar. Sólo tienes que estar tranquilo, abrir tus ojos y mirar. No puedes dejar de verlo9 .
Vamos por la vida buscando a Dios, buscando su voluntad; pero vamos tan ocupados en buscar que no somos capaces de mirar y de reconocer lo que es evidente a nuestros ojos: su presencia amorosa, su voluntad, su palabra. Tenemos que liberar nuestra mirada que está cautiva en medio de tantas impresiones que nos ciegan. Tenemos que aprender a estar tranquilos, abrir bien los ojos, y mirar: Mirar nuestra vida, en todas sus dimensiones y en todos los niveles de nuestras relaciones.
No se trata, pues, de difíciles jeroglíficos y adivinanzas; es sencilla; peroaveceslascosasson tansencillas,quenolasvemos;sontansimples, y tan cotidianas, que no les prestamos atención; por eso es fundamental tener ojos limpios y mirar sin miedo la realidad; ya decía Jesús:
En aquel momento, se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo, y dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha
9 DE MELLO, ANTHONY, El Canto del Pájaro, Sal Terrae, Santander 1982, 26-27.
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Dimensiones de una espiritualidad trinitaria que responda al mundo de hoy sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar». Volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: «¡Dichosos los ojos que ven lo que veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron»10 .
Jesús mira la vida; una lista de las cosas de las que habla Jesús en el Evangelio, nos puede dar una pista de lo que hay que mirar en nuestra propia vida; Jesús aprendió lo que aprendió sobre el Reino de Dios, mirando su vida y la vida de su pueblos; solo tomando el Evangelio de Mateo, podemos llegar a una lista como la siguiente; Jesús habla de:
pan, sal, luz, lámparas, cajones, polillas, ladrones, aves, graneros, flores, hierba, paja, vigas, troncos, perros, perlas, cerdos, piedras, culebras, pescados, puertas, caminos, ovejas, uvas, espinos, higos, cardos, fuego, casas, rocas, arena, lluvia, ríos, vientos, zorras, madrigueras,aves,nidos,médicos, enfermos, bodas,vestidos,telas, remiendos, vino, cueros, odres, cosechas, trabajadores, oro, plata, cobre,bolsa,ropa,sandalias,bastones,polvo,pies,lobos,serpientes, palomas, azoteas, pajarillos, monedas, cabellos, árboles, frutos, víboras, sembrador, semilla, sol, raíz, granos, oídos, cizaña, trigo, granero, mostaza, huerto, plantas, ramas, levadura, harina, masa, tesoros, comerciantes, redes, mar, playas, canastas, hornos, boca, planta, raíz, ciegos, hoyos, vientre, cielo, niños, piedra de molino, mano, pie, manco, cojos, reyes, funcionarios, esclavos, cárceles, camellos, agujas, viñedos, cercos, torres, lagar, terreno, labradores, fiestas, invitados, criados, reses, menta, anís, comino, mosquito, vasos, platos,copas, sepulcros, gallinas, pollitos,higueras,vírgenes, aceite, dinero, banco, pastor, cabras...
En estos elementos tan sencillos, descubrió Jesús lo que Dios le pedía y lo que Dios quería hacer con él y con toda la humanidad. Esta actitud de Jesús ante la vida aparece de un modo sorprendente; en el
10 Lucas 10, 21-23.
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texto nos habla de la manera como Jesús contemplaba a la gente que daba limosnas en el templo de Jerusalén:
Jesús se sentó frente al arca del Tesoro y miraba cómo echaba la gente monedas en el arca del Tesoro: muchos ricos echaban mucho. Llegó también una viuda pobre y echó dos moneditas, o sea, una cuarta parte del as. Entonces, llamando a sus discípulos, les dijo: «Os digo de verdad que esta viuda pobre ha echado más que todos los que echan en el arca del Tesoro. Pues todos han echado de los que les sobraba, ésta, en cambio, ha echado de lo que necesitaba todo cuanto poseía, todo lo que tenía para vivir»11 .
Nos puede servir también la imagen de la estereomanía; esos dibujos que al mirarlos de una determinada manera, permiten descubrir imágenes que no se ven en un primer momento o se ven las imágenes en tercera dimensión. No se trata de ver cosas distintas, nuevas, sino de mirar lo mismo, pero con unos ojos nuevos:
Pero Yahveh dijo a Samuel: «No mires su apariencia ni su gran estatura, pues yo le he descartado. La mirada de Dios no es como la miradadelhombre,pueselhombremiralasapariencias,peroYahveh mira el corazón»12 .
Esta manera de mirar es lo que caracteriza a los profetas; una mirada que no es propiamente la del turista, como queda claro en el poemade BenjamínGonzálezBuelta, jesuitaleonésquevive hacemuchos años en la República Dominicana:
¡Ay de aquellos - quesaborean el dulcedelazúcar enplatos refinados,pero no tienen paladar para la amargura del haitiano que corta la caña; - que miran la belleza de las fachadas de los grandes edificios, pero no oyen en las piedras el grito de los obreros mal pagados; - que pasean en carros de lujo por las nuevas avenidas, pero no tienen memoria para las familias desalojadas como escombros;
11 Marcos 12, 41-44
12 1 Samuel 16, 7.
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- que exhiben ropa elegante en cuerpos bien cuidados, pero no se preocupan de las manos que cosechan el algodón... porque dejan resbalar sobre la vida su mirada de turistas y no contemplan detrás de las fachadas con ojos de profeta!
¡Ay de aquellos
- que sólo ven en el pobre una mano que mendiga y no una dignidad indestructible que busca justicia;
- que sólo ven en los numerosos niños marginados una plaga y no una esperanza para todos que hay que cultivar;
- que sólo escuchan en los gritos de los pobres caos y peligros y no oyen la protesta de Dios contra los fuertes;
- que sólo contemplan lo bello, lo sano y poderoso y no esperan la salvación de lo más bajo y humillado... porque no podrán contemplar la salvación que brota en el Jesús encarnado desde abajo!13 .
¿COMO MIRAR LA VIDA?
Mirada de acogida
Hay que mantener una actitud fundamental de acogida de la vida; vamos a aprender de ella; no podemos negarla ni taparla; es fundamental tratardevertodoslosaspectosqueinfluyenenella;descubrir suscausas, las consecuencias de determinados acontecimientos. Por negativo que parezca en un momento dado un acontecimiento, no por eso debemos negarlo. Lavidanosofrecedatosimportantesquetenemosqueinterpretar. Losdatosdelarealidadporsímismosnonosdantodoelmensaje;tenemos que interpretarlos con los ojos de Dios. Un ejemplo de ello puede ser un cuento que oí una vez:
Había una vez un sacerdote que estaba preparando una homilía para sus parroquianos; estaba escribiendo sobre la Divina Providencia; quería explicarle a su comunidad que Dios siempre provee lo que necesitamos para salvarnos. Y mientras el sacerdote escribía, sentado junto a una ventana en un segundo piso, oyó una 13 GONZÁLEZ BUELTA, BENJAMÍN, La Transparencia del Barro, Sal Terrae, Santander 1989, 36-37.
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gran explosión y comenzó a ver que la gente corría en dirección contraria a la represa que estaba un poco más alta a las afueras de la ciudad. Preguntó a alguien que pasaba lo que había ocurrido y le dijeron: «¡Padre, corra, porque la represa acaba de ceder y el agua va a inundar el pueblo en pocos minutos!» El sacerdote se quedó mirando su escrito y se dijo a sí mismo: «Si estoy escribiendo sobre la Divina Providencia, no está bien que yo salga corriendo ante la primera dificultad; esperaré con fe a que el Señor me salve de esta» Unos minutos más tarde el caudal de agua anegaba completamente el primer piso de su casa y ya no se veía gente corriendo. Apareció entonces una pequeña embarcación que venía recogiendo gente en las casas; se acercaron a la casa del cura y le gritaron: «¡Padre, súbase que el pueblo se va a inundar totalmente!» El cura se negó a subir y a desconfiar de su Dios. El agua seguía subiendo y cuando alcanzó el segundo piso, llegó otra embarcación con los últimos rezagados y le volvieron a ofrecer al padre un puesto para escapar; sin embargo el padrecito, lleno de fe se negó de nuevo. Ya cuando le tocósubirsealtejadodesucasa,llegóunaembarcacióndelaDefensa Civil quele conminó asubirseparaquesalvarasuvida.El sacerdote, lleno de fe y esperanza en Dios, se negó rotundamente; como había otras personas atrapadas en otros tejados, los socorristas siguieron recogiendo personas. Por fin el agua cubrió totalmente la casa y el sacerdote, que no sabía nadar, se ahogó.
Cuando el padrecito llegó al cielo, pidió inmediatamente una cita con Dios Padre para que le explicara por qué le había dejado morir ahogado, cuando su fe era inconmovible; Dios Padre sonrió con un gesto cariñoso y le dijo: «¡Pero, hijo, cómo me recriminas esto! Te mandé tres embarcaciones para salvarte y no quisiste subirte a ninguna de las tres»14 .
Asínospasaaveces;estamostanobsesionadosconnuestrapropia manera de entender la realidad y la vida, que negamos la misma realidad quesenosofrece. Lasideaspreconcebidasdelarealidadnosenceguecen;
14 Tomado con algunas variaciones de DE MELLO, ANTHONY, La Oración de la Rana 1, Sal Terrae, Santander 199412, 129-130.
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Dimensiones de una espiritualidad trinitaria que responda al mundo de hoy las cosas no son como deberían ser o como nosotros pensamos que deberían ser, sino como realmente son.
Mirada de fe
Muy conectada con la anterior actitud, está la actitud de fe; para los cristianos, Dios se nos revela en la vida misma; es Dios el que va construyendo el mundo, lo va creando y lo quiere salvar. Sin embargo, esto no se descubre de una manera automática o directa. Necesitamos mirar el mundo con ojos de fe; esto es a veces mirar el mundo no como respuestas, sino como preguntas.
Ante la vida siempre cabe preguntarse qué me pide Dios con esto; no tanto sentir la vida como una respuesta de Dios a un comportamiento o a un determinado estilo de vida. La pregunta clave es qué me pide Dios con este acontecimiento concreto de mi vida personal, de la vida comunitaria,delmundo,etc. Sirvadeejemplolafábuladelzorromutilado, del místico árabe Sa'di, que trae Anthony de Mello, en El Canto del Pájaro:
Un hombreque paseabapor elbosque vio un zorroque habíaperdido suspatas,porloqueelhombresepreguntabacómopodríasobrevivir. Entonces vio llegar a un tigre que llevaba una presa en su boca. El tigre ya se había hartado y dejó el resto de la carne para el zorro.
Al día siguiente Dios volvió a alimentar al zorro por medio del mismo tigre. El comenzó a maravillarse de la inmensa bondad de Dios y se dijo a sí mismo: «Voy también yo aquedarme en un rincón, confiando plenamente en el Señor, y éste me dará cuanto necesito».
Así lo hizo durante muchos días; pero no sucedía nada y el pobre hombre estaba casi a las puertas de la muerte cuando oyó una Voz que le decía: «¡Oh tú, que te hallas en la senda del error, abre tus ojos a la Verdad! Sigue el ejemplo del tigre y deja ya de imitar al pobre zorro mutilado»15 .
15 DE MELLO, Canto del Pájaro, Sal Terrae, Santander 1982, 106.
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A esta fábula añade Anthony de Mello el siguiente comentario:
Por la calle vi a una niña aterida y tiritando de frío dentro de su ligero vestidito y con pocas perspectivas de conseguir una comida decente. Me encolericé y le dije a Dios: «¿Por qué permites estas cosas? ¿Por qué no haces nada para solucionarlo?». Durante un rato, Diosguardósilencio.Peroaquellanoche,deimproviso,merespondió: «Ciertamente que he hecho algo. Te he hecho a ti»16 .
La naturaleza obedece a sus propias leyes y Dios no está manipulándolas para hacernos daño o para premiarnos; no hace estallar volcanes, ni manda enfermedades. Dios creó el mundo y le dio unas leyes que el hombre ha ido estudiando y aprendiendo a manejar; pero todavía no controlamos del todo esas fuerzas naturales. Donde sí puede intervenirDios,perosiempreporlasbuenas,esennuestralibertad. Desde allí puede cambiar las cosas, puede abrir caminos, puede transformar las realidades.
Mirar la vida con fe es estar convencidos de que Dios trabaja en la historiay puede interveniren lamedida enque nosotrosse lopermitimos; parece mentira, pero es así; Dios nunca se impone; Dios propone y señala rumbos, pero nunca se impone; es como un padre que ha formado a su hijo y le da la libertad para que haga lo que vea que es mejor; Dios tiene fe en el hombre, aunque no siempre le respondemos bien.
Mirada múltiple
La realidad y la vida siempre tiene muchas maneras de mirarse; tendemos a mirarla con una actitud negativa y nos perdemos de la mitad de la realidad.
Cuentan que un día se subió a un bus un joven que venía solo con un zapato; se sentó junto a una señora que quedó un poco impresionada; la señora, por romper el hielo le comentó al joven:
16 Ibíd., 107.
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Dimensiones de una espiritualidad trinitaria que responda al mundo de hoy «Veo que ha perdido usted un zapato»; a lo que el joven respondió, «No señora, encontré uno»17 .
Es la gente que siempre ve que la botella está medio vacía y no ve que está medio llena. Toda afirmación sobre la vida es susceptible de ser transformada en una afirmación positiva; no se trata de verlo todo color de rosa, cuando se ve claro que las cosas están mal; pero sí se trata de ver por lo menos las dos caras de toda realidad; en una de ellas, muy seguramente vendrá una salida, una llamada, una pregunta, una esperanza... Heráclito (ca. 540-480 a.C.), uno de los filósofos griegos anteriores a Sócrates decía: «El camino de subida y de bajada es uno solo y el mismo».
Una sobrina me decía hace poco: «En casa, todos están contra mí»; yo le dije: ¿Por qué no piensas si tú no estás contra todos?
Mirada atenta a los prejuicios
Esta actitud es muy difícil; no vemos las cosas como son sino lo quesuponemosquedebemosver;estamosllenosdeprejuiciosyaplicamos nuestros esquemas para leer la realidad; es imposible desprenderse totalmente de todos los prejuicios, pero por lo menos vale la pena estar atentos a estos prejuicios. Un ejemplo de ello es éste:
Un hombre se fue a jugar cartas un viernes santo y perdió todo lo que tenía; volvió a su casa totalmente deprimido y le contó a su mujer que había quedado sin un peso en el bolsillo. La mujer le dijo: «Eso te pasa por jugar en viernes santo; ¿no sabes que es pecado jugarenviernes santo?¡Dios tecastigóy bienmerecidoquelo tienes!» El hombre se volvió hacia su señora y con aire desafiante le dijo: «¿Y qué te piensas tú, que el que me ganó todo jugó en lunes de pascua o qué?»
17 Tomado con algunas variaciones de DE MELLO, ANTHONY, La Oración de la Rana 1, Sal Terrae, Santander, 199412, 46.
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Quién no ha pensado alguna vez que lo que le ha pasado de bueno o de malo tenía que ver con su comportamiento moral; quién no ha atribuido alguna vez un mal a su comportamiento anterior o un bien a sus buenas obras; Dios no está castigando y premiando a la gente por sus obras; los hombres y las mujeres nos ganamos los premios o los castigos solos. No podemos echarle la culpa a Dios de todos los males ni pensar que Dios nos está premiando por portarnos bien.
Hace unos años, cuando en un atentado casi matan a Ernesto Samper Pizano, que estaba saludando a un líder de izquierda que sí fue asesinado, él decía en unas declaraciones en el periódico que aunque se viomuy malyestuvovariassemanasen launidaddecuidadosintensivos, siempre supo que no podía morir así; que él que era un hombre creyente y pacífico, sabía que no podía morir violentamente y que Dios no lo iba a dejar morir. A los pocos días salió un artículo de la esposa de Guillermo Cano, que había sido director de El Espectador, y que fue asesinado unos meses antes por sus críticas a las mafias del narcotráfico; la señora le preguntaba a Ernesto Samper: «Si lo que usted dice es cierto, entonces mi esposo, que murió asesinado violentamente, ¿era un hombre violento que merecía esa muerte?»
Y así podríamos poner muchos otros ejemplos; los que se salvan de la muerte al caer un avión y atribuyen el milagro a la medallita que llevaban o a la oración que hicieron; y los otros que llevaban la medallita y rezaron también su oración, ¿qué? El caso más claro es el mismo Jesús; el hombre más bueno que ha producido la tierra; el hombre más santo, el hombre que vivió en todo fielmente según la voluntad de Dios, ¿por qué murió como murió? Murió solo, abandonado de sus amigos, sintiéndose abandonado del mismo Dios...
Mirada de Discernimiento
Mirar la vida con unaactitud de discernimiento es saber distinguir una cosa de otra; la vida es como una gran pesca, en la que tenemos que separar lo que nos sirve de lo que no nos sirve, lo bueno de lo malo, lo que vemos como voluntad de Dios, de lo que no es voluntad de Dios; o lo que sencillamente no depende de Dios en términos inmediatos.
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El criterio último del discernimiento del cristiano es Jesús. Con esto,pasamosalasegundadimensióndelaquevamosahablar. Tenemos que juzgar la vida desde la Palabra de Dios; y la Palabra de Dios, es Jesús.
SEGUNDA DIMENSIÓN:
Juzgarla desde la Palabra: El Hijo
LA BIBLIA Y LAS GAFAS
Un teólogo carmelita, durante un curso de Biblia en un barrio popular de Bogotá hizo esta dinámica que ayudó mucho a la gente a entender el sentido de la lectura de la Palabra de Dios para los católicos. Estaba en medio de la comunidad y se quitó las gafas y comenzó a contar:
Habíauna vez un señorque pertenecíaaunacomunidad; sunombre era Marcos; todas las semanas participaba de la reunión en la que hablabandelosproblemasdelacomunidad,leíanlaBibliayrezaban juntos. Pero un buen día don Marcos, que ya tenía setenta y dos años, comenzó a saludar a la gente con otro nombre; a doña Belén la saludó como si fuera Angela; a Angela la confundió con Mariela; a Saulo lo confundió con Benjamín; a don José lo saludó como si fuera la señora Josefina.
Todos los que estaban presentes no corrigieron a don Marcos, sino que lo saludaban naturalmente, aunque todos sabían que se estaba equivocando. Algunos se quedaron después de la reunión y comentaronlosucedido;llegaron alaconclusiónqueloquelepasaba a don Marcos era que le estaba fallando la vista, de modo que decidieron hacer una colecta para llevar a don Marcos al médico para que le formulara unas gafas.
Así se hizo; doña Mercedes se encargó de recoger la colaboración de todos y le dijo en privado a don Marcos que fuera al médico; a los quince días llegó don Marcos otra vez a la reunión con las gafas en las manos y mostrándole a todo el mundo sus nuevas gafas; pero, evidentemente, como llevaba las gafas en las manos, volvió a
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confundir a todo el mundo; le decía a Carlos: «¡Mire don Saulo las gafastanbonitas queme regalaron!»;yadoñaBelénle dijo: «¡Cuánto les agradezco doña Josefina por estas gafas tan buenas que me han regalado entre todos! ¡Dios se lo ha de pagar!».
Algunas conclusiones a las que pudimos llegar en el curso fueron éstas:
- Así pasa con la Biblia; la gente la recibe y está muy orgullosa de tenerla, pero no la utilizan para lo que es.
- La Biblia no es para mostrarla a los demás, sino para poder ver a loshermanosquetenemosallado;esparareconocer losrostrosconcretos de los que participan de la comunidad; para reconocer a los que sufren junto a nosotros.
- La Biblia es como unas gafas que nos sirven para ver la realidad con los ojos de Dios; no es para quedarnos viéndola a ella sola y mostrándola orgullosamente a los demás para mostrarles que tenemos Biblia y que nos la sabemos de memoria.
- Los católicos utilizamos la Biblia como medio para reconocer la Palabra de Dios en la vida de nuestra comunidad, en la vida de la gente.
- Tener gafas y no colocárselas es como los que compran la Biblia y luego la colocan en un lugar bien bonito de la casa junto a un Crucifijo y a una imagen de la Virgen. Nunca la abren para leerla en grupo ni personalmente. Es como un adorno más en la casa.
- La Biblia es como unas gafas con las que podemos leer el primer libro que Dios escribió, el libro de la Vida, de la Historia, de los acontecimientos.
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ALGUNAS CLAVES PARA LEER LA BIBLIA
Lo que dice y lo que quiere decir
Lo importante al leer la Biblia es estar atentos al mensaje de fondo que trae determinado pasaje; los regalos que recibimos siempre vienen envueltos en papeles que no son los importantes; hay gente que recibe un regalo, tira el contenido y guarda el papel. El mensaje de la Biblia viene envuelto en formas literarias muy diversas; no podemos quedarnos en la forma literaria, sino ir al contenido. Esto puede quedar más claro con la historia del Huevo de oro:
Un pasaje de un texto sagrado:
Esto dice el Señor: Había una vez una gansa que ponía cada día un huevo de oro. La mujer del propietario de la gansa se deleitaba en las riquezas que aquellos huevos le procuraban. Pero era una mujer muy avariciosa y no podía soportar esperar pacientemente día tras día para conseguir el huevo. De modo que decidió matar a la gansa y hacerse con todos los huevos de una vez. Y así lo hizo: mató a la gansa y lo único que consiguió fue un huevo a medio formar y una gansa muerta que ya no podía poner más huevos.
¡Hasta aquí la palabra de Dios!
Un ateo oyó este relato y se burló: «¿Esto es lo que llamáis palabra de Dios? ¿Una gansa que pone huevos de oro? Eso, lo único que demuestra es el crédito que podéis dar a eso que llamáis 'Dios'...».
Cuando leyó el texto un sujeto versado en asuntos religiosos, reaccionó de la siguiente manera: «El Señor nos dice claramente que hubo una gansa que ponía huevos de oro. Y si el Señor lo dice, tiene que sercierto,pormuy absurdoquepuedapareceranuestras pobres mentes humanas. De hecho, los estudios arqueológicos nos proporcionan algunos vagos indicios de que, en algún momento de lahistoriaantigua,existió realmente unamisteriosagansaque ponía huevos de oro. Ahora bien, preguntaréis, y con razón, cómo puede
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un huevo, sin dejar de ser huevo, ser al mismo tiempo de oro. Naturalmente que no hay respuesta para ello. Diversas escuelas de pensamiento religioso intentan explicarlo de distintos modos. Pero lo que se requiere, en último término, es un acto de fe en este misterio que desconcierta a la mente humana».
Hubo incluso un predicador que después de leer el texto, anduvo viajando por pueblos y ciudades, urgiendo celosamente a la gente a aceptar el hecho de que Dios había creado huevos de oro en un determinado momento de la historia.
Pero ¿no habría empleado mejor su tiempo si se hubiera dedicado a enseñar las funestas consecuencias de la avaricia, en lugar de fomentar la creencia en los huevos de oro? Porque ¿no es acaso infinitamente menos importante decir «¡Señor, Señor!», que hacer la voluntad de nuestro Padre de los cielos?18 .
Es fundamental, al acercarnos a la Biblia, tener muy claro que la verdad que se nos revela allí, es una verdad de sentido, una verdad teológica, y no una verdad científica. Esto no quiere decir que lo que nos revela la Biblia sea mentira; es una verdad distinta y que supone una lectura crítica; el Concilio Vaticano II nos decía en la Constitución dogmática Dei Verbum:
Dios habla en la Escritura por medio de hombres y en lenguaje humano, por lo tanto, el intérprete de la Escritura, para conocer lo que Dios quiso comunicarnos, debe estudiar con atención lo que los autoresqueríandeciryDiosqueríadaraconocercondichaspalabras.
Para descubrir la intención del autor, hay que tener en cuenta, entre otras cosas, los géneros literarios. Pues la verdad se presenta y se enuncia de modo diverso en obras de diversa índole histórica, en libros proféticos o poéticos, o en otros géneros literarios19 .
18 DE MELLO, El Canto del Pájaro, Sal Terrae, Santander 1982, 149-150.
19 Cfr. Concilio Vaticano II, Constitución Dogmática sobre la Divina Revelación (Dei Verbum), n. 12.
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Los géneros utilizados en la Biblia, pues, nos deben ayudar a interpretar lo que querían decir los autores y lo que Dios mismo nos quería revelar con sus palabras. No es lo mismo un texto poético, que un texto histórico, o una parábola, o una comparación.
En nuestra vida ordinaria sabemos distinguir distintos géneros y sabemos darle el valor que merecen, sin rechazar nada de lo que aprendemos de ellos. Sabemos distinguir lo que leemos en un artículo de periódico, o en un libro de geografía, o en una novela, etc. En conclusión, pues, no debemos estar tan atentos y apegados a lo que dicen los autores, sino a lo que querían decir, de acuerdo al género literario que utilizan.
Los dos sentidos de la palabra
Las palabras pueden ser portadoras de unas ideas o reveladoras de una persona. Generalmente estamos más atentos a una cosa o a la otra; le damos prioridad a uno de los dos mensajes; esto es lo que hace la diferencia entre una conferencia y una conversación. En la primera, lo que nos interesa es lo que dice la persona, sus ideas, sus planteamientos, la lógica de sus argumentos; en la conversación no interesan tanto las ideas, y la lógica, sino la persona que tenemos delante y que se nos revela a través de lo que dice.
Junto a la conferencia, podríamos colocar también un libro, un texto escolar, un discurso, un artículo de periódico, un artículo científico, etc. La actitud aquí es de atención a las ideas y en un segundo plano coloco a la persona que lo haya escrito. Por otra parte, cuando leo una carta de un ser querido, un diario íntimo, un testimonio de vida, etc., la atención se centra en la persona que habla, escribe, se revela a través de lo que dice. Lo que dice me interesa, pero tanto en cuanto me revela a la persona. La primera actitud se acerca a la palabra en busca de ALGO, mientras que la segunda actitud se acerca a la palabra en busca de ALGUIEN.
Estos dos sentidos de la palabra humana, los podemos encontrar tambiénenlaBiblia,enlaPalabradeDios. EspecialmenteenelEvangelio, podemos leerlo con una actitud del que se acerca a unas ideas, o del que
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se acerca a una persona. La primera actitud es la del estudioso de la Biblia, el exégeta que trata de entender lo que se dice y por qué se dice. La segunda actitud es la del que se acerca a la Palabra de Dios en busca de una persona que se le revela en ella.
Cuando leamos el Evangelio, pues, no vayamos con la actitud del que va a un texto escolar, del que busca normas, ideas, lógica; vayamos al encuentro de ALGUIEN; y veamos cómo ese alguien se nos revela en lo que dice el texto; ¿cuáles son los sentimientos, las actitudes de Jesús? Su vida ilumina mi vida, pero no me da normas fijas para seguir; Jesús no me quita la responsabilidad de inventar mi propia respuesta ante lo que tengo delante.
Por esto mismo, no hay que ir al Evangelio con la pregunta de ¿qué se manda?; ¿qué se condena?; ¿qué dice que tengo que hacer? Más bien se puede preguntar ¿qué hace Jesús? ¿Cómo reacciona Jesús? ¿qué actitudes tiene ante determinada situación? ¿qué siente Jesús?; y luego si puedo preguntarme, ¿cómo este comportamiento, sentimiento actitud, reacción de Jesús ilumina mi vida hoy? ¿Qué haría Jesús en este caso en el que yo estoy?
Cuentan que una vez un párroco tuvo que dejar su parroquia por unos días y dejó a su vicario al frente de la parroquia; al llegar del viaje, el párroco preguntó al vicario qué cosas especiales habían pasado; el vicario le dijo: «No hubo nada especial; solamente un día, en la misa de siete, llegó una persona que se que es protestante y participó en la misa; estaba pendiente de lo que hacía en toda la celebración y no hubo nada raro en su actitud; pero en el momento de la comunión, vi que esta persona se puso en la fila para comulgar y poco a poco se iba acercando; de modo que yo me pregunté a mí mismo, ¿qué haría Jesús en unasituación similar?» Enese momento el párroco lo interrumpió con una exclamación de asombro: «¡No me digas que hiciste eso!»
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Leer los textos en su contexto
Muchasvecesperdemoselsentidodelostextosqueleemos,porque los leemos separados de su contexto; un ejemplo típico de esto, me parece que puede descubrirse en la siguiente historia:
El comandante en jefe de las fuerzas de ocupación le dijo al alcalde de la aldea: «Tenemos la absoluta seguridad de que ocultan ustedes a un traidor en la aldea. De modo que, si no nos lo entregan, vamos a hacerles la vida imposible, a usted y a toda su gente, por todos los medios a nuestro alcance».
En realidad, la aldea ocultaba a un hombre que parecía ser bueno e inocente y a quien todos querían. Pero ¿qué podía hacer el alcalde, ahora que se veía amenazado el bienestar de toda la aldea? Días enterosdediscusionesenelConsejodelaaldeanollevaronaninguna solución. De modo que, en última instancia, el alcalde planteó el asunto al cura del pueblo. El cura y el alcalde se pasaron toda una nochebuscandoenlasEscriturasy,al fin,apareciólasolución.Había un texto en las Escrituras que decía: «Es mejor que muera uno solo por el pueblo y no que perezca toda la nación».
De forma que el alcalde decidió entregar al inocente a las fuerzas de ocupación, si bien antes le pidió que le perdonara. El hombre le dijo que no había nada que perdonar, que él no deseaba poner a la aldea en peligro. Fue cruelmente torturado hasta el punto de que sus gritos pudieron ser oídos por todos los habitantes de la aldea. Por fin fue ejecutado.
Veinte años después pasó un profeta por la aldea, fue directamente al alcalde y le dijo: «¿Qué hiciste? Aquel hombre estaba destinado por Dios a ser el salvador de este país. Y tú le entregaste para ser torturado y muerto».
«¿Y qué podía hacer yo?», alegó el alcalde. «El cura y yo estuvimos mirando las Escrituras y actuamos en consecuencia».
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«Ese fue vuestro error», dijo el profeta. «Mirasteis las Escrituras, pero deberíais haber mirado a sus ojos»20 .
Si recuerdan, este pasaje está en el Evangelio de Juan; son las palabras de Caifás, el Sumo Sacerdote. Cuando el Sanedrín está discutiendo lo que deben hacer ante Jesús, después de la resurrección deLázaro, Caifáspronunciaestaspalabrasquesonlasentenciademuerte deJesús(Juan11,50). Nobasta,pues,encontrarLArespuestaanuestros interrogantes; es fundamental leer todo el pasaje, todo el texto y si es necesario el capítulo o el libro entero, para entender una frase. Cuando sacamos las frases de su contexto, es muy fácil que nos engañemos.
Esconocidalaquejadepersonasquesonentrevistadasparaalgún periódico o revista y que se quejan porque han colocado frases que efectivamente dijeron, pero son presentadas sin el contexto de la conversación, de la pregunta, etc.
Pero aquí no aparece solo la necesidad del contexto; aparece también la necesidad de leer primero la situación en la que estamos; ya hemos dicho que el Evangelio, o la Biblia no es una fuente infinita de fórmulas para aplicar inmediatamente a la vida; es fundamental mirar a los ojos del que tenemos al frente; mirar a los ojos de la misma realidad a la que queremos responder y ante la cual tenemos que reaccionar.
Cuando Jesús está hablando del amor a los enemigos y la forma de ayudarles a que cambien dice: «(...) al que te abofetee en la mejilla derecha, ofrécele también la otra»21; sin embargo esto no es una norma para aplicar directamente sobre toda realidad; Jesús está hablando de no resistir al mal con mal; invita a vencer el mal con el bien, vencer el odio con amor... Cada uno tiene que ver cómo, de acuerdo a sus circunstancias y SU situación, tiene que responder.
ElEvangeliodeJuannoscuentacómo,cuandoJesúsestabasiendo juzgado por el Sanedrín, el Sumo Sacerdote le pregunta sobre sus
20 DE MELLO, El Canto del Pájaro, Sal Terrae, Santander 1982, 66-6
21 Mateo 5, 39.
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Dimensiones de una espiritualidad trinitaria que responda al mundo de hoy discípulos y su doctrina; Jesús le respondió que siempre había hablado en público, y que no había dicho nada en secreto, que le preguntara a los quelohabíanoído...«Apenasdijoesto, unodelosguardiasqueallíestaba, dio una bofetada a Jesús, diciendo: «¿Así contestas al Sumo Sacerdote?» Jesús le respondió: «Si he hablado mal, declara lo que está mal; pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?»22. Es una reacción distinta, en una situación similar a la de la frase de la que estamos hablando; ¿será que Jesús se contradice? ¿será que Jesús no es coherente con lo que dice? ¿será que Jesús predica pero no aplica, como decimos tanto de muchas personas?
El principio sigue igual: No responder al mal con mal; vencer el mal a fuerza de bien; eso no significa que en cada situación tenemos que inventarnos una respuesta nueva, que sea coherente con el principio, pero no que reproduzca una fórmula. Si esto no fuera así, ¿qué haríamos con afirmaciones como las siguientes?:
Si pues, tu mano o tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo y arrójalo de ti; más te vale entrar en la Vida manco o cojo que con las dos manos o los dos pies, ser arrojado en el fuego eterno. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo y arrójalo de ti; más te vale entrar en la Vida con un solo ojo que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna del fuego23 .
Por tanto, tenemos que tener en cuenta que el Evangelio no es para aplicarse sin más; no se trata de una lista de normas, fórmulas, recetas... Es una vida que nos puede inspirar e ilumina nuestra propia vida,perononoseximedebuscarnuestraspropiasrespuestasanuestras propias circunstancias...
Leer la Biblia en Comunidad
Esta última recomendación se conecta con la siguiente dimensión que vamos a tratar; es claro que cuatro ojos ven más que dos... La clave
22 Juan 18, 22-23.
23 Mateo 18, 8-9.
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de las Comunidades Eclesiales de Base, en América Latina, y de las primeras comunidades cristianas, es el hecho de que no se asume el seguimiento de Jesús como una cuestión personal, privada, individual... Y como el seguimiento de Jesús, tampoco la lectura y la comprensión de la Palabra de Dios.
La gran mayoría de los textos bíblicos fueron escritos para comunidades, para asambleas litúrgicas; no son escritos, a excepción de algunas cartas del NT, para un solo destinatario; se escribieron pensando en comunidades de creyentes que se reunían para celebrar la vida y la fe. De hecho, casi siempre que leemos la Biblia lo hacemos en asambleas litúrgicas; sin embargo, el espacio para la participación en el proceso de lectura e interpretación de la Palabra de Dios se ha concentrado en unos cuantos: los sacerdotes; y ni siquiera los mismos sacerdotes utilizamos la Palabra de Dios como inspiración de nuestras predicaciones, sino que recurrimos a otras fuentes más o menos inspiradoras.
El ideal, pues, es que una comunidadde no más de quince o veinte personas, se pudiera reunir para leer un libro de la Biblia, y comentarlo, dejando que diga algo a la misma vida de la comunidad. En el momento en el que unimos la Vida con la Palabra de Dios, se ilumina la vida de la comunidad. Suele compararse con un bombillo que une dos pequeños cables a través de una resistencia y generan luz. A esto es a lo que llamamos: Construir en el Espíritu.
TERCERA DIMENSIÓN:
Construir la Comunidad: El Espíritu
UN CUERPO PARA EL ESPÍRITU
No basta mirar la vida (primera dimensión) y juzgarla desde la Palabra (segunda dimensión); es fundamental pasar a la acción (tercera dimensión); siguiendo la dinámica de la Revisión de Vida y la dinámica que está a la base de la Teología de la Liberación, tenemos que dar un paso más.
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No todo el que diga: 'Señor, Señor', entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial (...) Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre la roca. Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina»24 .
La tercera dimensión, pues, es un paso hacia la acción; y la acción típica que se desprende de las dos dimensiones anteriores, es la construcción de la comunidad; esta es la acción típica del Espíritu Santo. El texto más claro de todo el NT que se refiere a este proceso de construcción de la comunidad cristiana lo trae Pablo en su primera carta a los Corintios:
Pues del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, no obstante su pluralidad, no forman más que un solo cuerpo, así también Cristo. Porque en un solo Espíritu hemos sido todos bautizados, para no formar más que un cuerpo, judíos y griegos, esclavos y libres. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.
También el cuerpo no se compone de un solo miembro, sino de muchos. Si dijera el pie: «Puesto que no soy mano, yo no soy del cuerpo» ¿dejaría de ser parte del cuerpo por eso? Y si el oído dijera: «Puesto que no soy ojo, no soy del cuerpo» ¿dejaría de ser parte del cuerpo por eso? Si todo el cuerpo fuera ojo ¿dónde quedaría el oído? Y si fuera todo oído ¿dónde el olfato?
Ahora bien, Dios puso cada uno de los miembros en el cuerpo según su voluntad. Si todo fuera un solo miembro ¿dónde quedaría el cuerpo? Ahora bien, muchos son los miembros, mas uno el cuerpo.
24 Mateo 7, 21.24-27.
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Y no puede el ojo decir a lamano: «¡No te necesito!» Ni la cabeza a los pies: «¡No os necesito!»
Más bien los miembros del cuerpo que tenemos por más débiles, son indispensables. Y a los que nos parecen los más viles del cuerpo, los rodeamos de mayor honor. Así a nuestras partes deshonestas las vestimos con mayor honestidad. Pues nuestras partes honestas no lo necesitan. Dios ha formado el cuerpo dando más honor a los miembros que carecían de él, para que no hubiera división alguna en el cuerpo, sino que todos los miembros se preocuparan lo mismo los unos de los otros. Si sufre un miembro, todos los demás sufren con él. Si un miembro es honrado, todos los demás toman parte de su gozo.
Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y sus miembros cada uno por su parte. Y así los puso Dios en la Iglesia, primeramente como apóstoles; en segundo lugar como profetas; en tercer lugar como maestros; luego, los milagros; luego, el don de las curaciones, de asistencia, de gobierno, diversidad de lenguas. ¿Acaso todos son apóstoles? O ¿todos profetas? ¿Todos maestros? ¿Todos con poder de milagros? ¿Todos con carisma de curaciones? ¿Hablan todos lenguas? ¿Interpretan todos? 25 .
Según este texto, el cuerpo es uno (12, 12.13.20); tiene muchos miembros (12, 12.14.18.20); los miembros son diversos (12, 13.15.16.17. 28.29); los miembros están distribuidos según la voluntad de Dios (12, 18.28); los distintos miembros se necesitan unos a otros (12, 21); los miembros más débiles son indispensables (12, 22); los miembros que nos parecen más viles, los rodeamos de mayor honor (12, 23); hay solidaridad entre los miembros, en el sufrimiento y en el gozo (12, 26).
A partir de estas características, vamos a desarrollar algunas de las consecuencias que se siguen para la construcción de una comunidad cristiana.
25 1 Corintios 12, 12-30.
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Dimensiones de una espiritualidad trinitaria que responda al mundo de hoy
LA UNIDAD EN LA DIVERSIDAD
Elcristiano,en cuantoindividualidadytambién encuantoreferido a una comunidad particular, hace parte de un todo más amplio que es el Cuerpo vivo del Señor Resucitado en la historia; esto supone que no es autosuficiente en su existencia, sino que vive en cuanto se abre a una comunión más amplia con otros creyentes. De esta doctrina del Cuerpo deCristo,sedesprenderíaunaeclesiologíaquedifiereaotrasqueaparecen enelmismoNuevoTestamento. LaIglesia,lacomunidaddeloscreyentes, forman, pues, el Cuerpo del Señor resucitado en la Historia.
Estanecesariacomuniónconotrosesunaexigenciairrenunciable, porque«así comonuestrocuerpo, en suunidad, posee muchosmiembros, y no desempeñan todos los miembros la misma función, así también nosotros,siendomuchos,noformamosmásqueunsolocuerpoenCristo, siendo cada uno por su parte los unos miembros de los otros»26 .
En la Iglesia, Cuerpo de Cristo, ningún miembro se basta a sí mismo; ningún miembro puede despreciar a los otros ni considerarlos fuera del cuerpo: «Y no puede el ojo decir a la mano: «¡No te necesito!» Ni la cabeza a los pies: «¡No os necesito!»27. La comunión se da en un movimiento recíproco de reconocimiento; esta comunión supone que los distintos miembros no desempeñamos todos la misma función y que no hay unos miembros más importantes que otros.
Aparece en este texto una fundamentación clara de los distintos ministerios que existen en la comunidad cristiana; todos nos necesitamos mutuamente en la construcción de la comunidad; una Iglesia que se construya desde esta conciencia será una Iglesia que acoja a todos sus miembros en su diversidad reconociendo el valor que tiene su propio servicio y su propio ser.
La comunión exige, pues, el mutuo respeto de los miembros en su especificidad; cada uno debe cumplir su función dentro del cuerpo sin
26 Romanos 12, 4-5.
27 1 Corintios 12, 21.
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despreciar el papel que los otros cumplen; papeles distintos, pero todos necesarios:«Ahorabien, Diospusocadauno de losmiembrosen elcuerpo según su voluntad. Si todos fueran un solo miembro ¿dónde estaría el cuerpo? Ahora bien, muchos son los miembros, más uno el cuerpo.»28 . Unos y otros son necesarios para construir la comunión. La cabeza necesita de los pies y los pies de la cabeza.
La concepción de la Iglesia como un todo vivo en movimiento que supone respeto de los carismas y la dimensión institucional y carismática en contraposición sana y madura, hace que se haga necesaria la corresponsabilidad, deber y derecho de todos los cristianos. El Espíritu viveyhabladesdetodosycadaunodesusmiembros: «enlosmovimientos comunitarios cristianos también está el Espíritu señalando pistas a la Iglesia; ahí también debe ser escuchado y obedecido»29 .
A partir de esta característica descrita por San Pablo, tendríamos que reformular la comunión eclesial:
una reformulación en el estilo de la comunión de todos. Junto al obispo debecontary valer tambiénelcantante; al ladodelsacerdote, el animador laico de un grupo; junto al religioso, el labrador; al lado del pobre querido por Dios por ser pobre, no tanto por ser bueno, el rico convertido a la causa de la justicia. En la Iglesia-toda-Pueblo de Dios, rige una fraternidad evangélica que se expresa en la complementariedad de las funciones y en la superación de la rígida divisióneclesiásticadeltrabajo; nadie tiene elmonopolio deenseñar, sino que todos aprenden uno de otro, siendo discípulos del único Maestro, Jesús30 .
La unidad, pues no es ya uniformismo, sino que se presenta como unanuevaformaderelaciónentrediversosmiembrosquetienenfunciones y características distintas, pero todas ellas necesarias e importantes para la construcción del cuerpo del Señor en la historia. Esto nos lleva a
28 1 Corintios 12 18-20.
29 HERNÁNDEZ MART, LUIS, «Hacia un discernimiento de la jerarquía sobre los movimientos comunitarios de base? : Diakonía 19 (1981) 52.
30 Cfr. Mateo 23, 10. BOFF, LEONARDO, Y laIglesia se Hizo Pueblo, Paulinas, Bogotá 1987, 98-99.
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Dimensiones de una espiritualidad trinitaria que responda al mundo de hoy desarrollar una reflexión en torno al pluralismo que surge de esta nueva manera de entender la unidad.
LA PLURALIDAD
A partir del texto que estamos estudiando, tenemos que reconocer que la diversidad de miembros no es un obstáculo para la unidad; esta diversidad es más bien una condición de la comunión; «Si todo fuera un solo miembro ¿dónde quedaría el cuerpo?»31 .
Sin embargo, es muy importante que la apertura a la pluralidad no nos termine llevando por caminos que no construyen la comunión en el Cuerpo del Señor:
Elpluralismo,comorealidadenriquecedoradelacomunión, es,pues, importante. Pero un pluralismo que, sutil o burdamente, oscureciera lo que es absolutamente claro parala fe cristiana, que justificase ese encubrimiento en nombre de la diversidad de situaciones, culturas y teologías, no logrará la comunión eclesial «cristiana»32 .
Hay cosas que no admiten diferentes interpretaciones y la diversidad de opiniones o prácticas sobre determinados puntos fundamentales, puede resultar encubridoras en lugar de enriquecedoras.
¿Cuál es, entonces, el criterio que permite reconocer el pluralismo sano del pluralismo encubridor? ¿Cómo llegar a discernir la diversidad queconstruyelacomunión yla diversidadquefavoreceelindividualismo? La respuesta la podemos encontrar en los versículos finales del texto que estamos estudiando.
31 1 Corintios 12, 19.
32 SOBRINO, JON, Comunión, conflicto y solidaridad eclesial: Mysterium Liberationis, II, Trotta, Madrid 1990, 234.
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LA COMUNIÓN ALREDEDOR DE LOS MÁS DÉBILES
En el Cuerpo del Señor, los más débiles deben ser tratados con especial cuidado: «Más bien los miembros del cuerpo que tenemos por mas débiles, son indispensables, y a los que nos parecen más viles del cuerpo, los rodeamos de mayor honor. Así a nuestras partes deshonestas las vestimos con mayor honestidad. Pues nuestras partes honestas no lo necesitan. Dios ha formado el cuerpo dando más honor a los miembros que carecen de él, para que no hubiera división alguna en el cuerpo, sino que todos los miembros se preocuparan lo mismo los unos de los otros. Si sufre un miembro, todos los demás sufren con él. Si un miembro es honrado, todos los demás toman parte en su gozo»33 .
Los miembros que tenemos por más débiles, los que parecen más viles,laspartesmásdeshonestas,sonlasquehanrecibido,porlavoluntad de Dios, un cuidado mayor; es alrededor de estos miembros, ya pasando el símil de la Iglesia como Cuerpo del Señor, como debe construirse la comunión a la que invita Pablo:
¿Cuál es entonces el centro real de la Iglesia universal que genera comunión porque atrae o tiene capacidad de atraer cristianamente a las demásiglesias locales? Yalohemosdicho; esecentroes movible. Hoy es laIglesiade los pobres, iglesias prácticamente todas ellas en el Tercer Mundo. Eso es así de hecho y debiera serlo de derecho. Pero lo es precisamente –y esto hay que recalcarlo– porque la comunión que busca prioritariamente esa Iglesia de los pobres no es haciadentrode ellamismayde las demásiglesias,sino lacomunión con un mundo de pueblos crucificados34 .
Este texto de Jon Sobrino, en el que se describe a la Iglesia de los pobres,comoelcentroaglutinadorde todalaIglesia,nosrecuerdatambién que en todas las comunidades cristianas locales, hay miembros más débiles que deben constituirse en centro de la comunión de las iglesias. Los pobres, los marginados, los que sufren, los que lloran, los que han
33 1 Corintios 12, 22-26.
34 SOBRINO, op. cit., p. 235.
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Dimensiones de una espiritualidad trinitaria que responda al mundo de hoy sidodeclaradosmalditospornuestrasociedad,debenseguirsiendo,como en las primeras comunidades, y sobre todo, como lo fue en la práctica de Jesús de Nazaret, el centro de nuestra comunión. Es alrededor de estos sacramentos de la presencia de Dios en los que se nos revela de una manera más clara la llamada a vivir construyendo el Cuerpo del Señor en la historia.
Solo así, la Iglesia podrá, efectivamente, seguir siendo sacramento universal de salvación para todo el mundo; ser fieles a esta propuesta paulina de comunión en el Cuerpo del Señor, supone que la Iglesia dejará de lado otros esquemas organizacionales que reproducen, con demasiada frecuencia, las estructuras verticales y poco cristianas de nuestras sociedades:«Sabéisquelos jefesdelanacioneslasdominan comoseñores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestroservidor,y elquequieraserelprimeroentrevosotros,serávuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos»35 .
A MODO DE CONCLUSIÓN
El Camino de Emaús
Para concluir este artículo, quisiera presentar una reflexión en torno a un pasaje muy leído entre nosotros, que me parece que refleja claramente estas tres dimensiones fundamentales de una espiritualidad trinitaria;eselpasajedelosdiscípulosdeEmaús, quenospresentaLucas al final de su Evangelio:
Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distabasesentaestadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo quehabíapasado. Y sucedió que,mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos; pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran. El les dijo: «¿De
35 Mateo 20, 25-28.
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qué discutísentrevosotros mientras vais andando?»Ellos se pararon conaireentristecido.UnodeellosllamadoCleofáslerespondió:«¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?» El les dijo: «¿Qué cosas?» Ellos le dijeron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron. Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos yatres días desde que esto pasó. El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro, y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que hasta habían visto una aparición de ángeles, que decían que él vivía. Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron.» El les dijo: «¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?» Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras. Al acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le forzaron diciéndole: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado». Y entró a quedarse con ellos. Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su lado. Se dijeron uno a otro: «¿No estaba ardiendo nuestrocorazóndentrode nosotros cuando nos hablabaenel camino y nos explicaba las Escrituras?» Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, que decían: «¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!» Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan36 .
36 Lucas 24, 13-35.
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Mirar la Vida
Este pasaje, claramente catequético, tiene una estructura eucarística; la eucaristía también sigue, más o menos, la dinámica que venimos explicando. Dos discípulos de Jesús, después de su muerte en la cruz, van de camino «conversando entre sí sobre todo lo que había pasado». El Señor se acerca y se une al camino que llevan ellos sin que ellos lo reconozcan; hablan de la primera dimensión; están mirando sus vidasyloquehapasadoentreellos;Jesússeinteresa porsuconversación y poco a poco les va escuchando.
Juzgar desde la Palabra
UnavezJesúshaescuchado loquehapasado,comienzaailuminar esa realidad con las Escrituras: «Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras». Después ellos mismos van a reconocer que al escuchar estas explicaciones les ardía el corazón. Al llegar al pueblo, Jesús hace como si fuera a seguir su camino, pero ellos lo invitan a seguir, le piden que se quede con ellos: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado». Aparece aquí la atención que dan al peregrino, al forastero, al que no es de la comunidad, pero puede recibir algo de ellos; la sorpresa es que este compartir con el débil es también enriquecedor para ellos; se sientanalamesayalpartirelpan,símboloclarodeunavidadecomunidad abierta a los más sencillos, reconocen que es el mismo Jesús el que está delante de ellos.
Construir en el Espíritu
La sorpresa que se lleva uno, cuando lee este texto sin muchos prejuicios, es que a pesar de que la tarde había caído y ya no solo estaba declinando el día, sino que ya había entrado la noche, no tienen el menor reparo en salir inmediatamente hacia Jerusalén al encuentro de los Doce; sientenlaimperiosanecesidaddeanunciarloquehanrecibidoy,almismo tiempo, la imperiosa necesidad de construir la comunidad en el Espíritu del Resucitado que acaban de experimentar partiendo con ellos el pan.
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LA DINÁMICA DE LA VIDA DE DIOS
Esta dinámica que va de la Vida a la Palabra y de ésta a la Construcción de la Comunidad, es la dinámica de la vida de Dios:
Dios Padre de la Vida
Dios Padre, fuente de la vida, creador del cielo y de la tierra; es el artífice de toda la realidad; la está creando y está tratando de salvarla constantemente. ElDiosPadredelaVidaesel queserevelaenlahistoria, en la realidad, en los acontecimientos de nuestra vida. Dios Padre, el que nunca descansa; el que siempre está trabajando y revelándose a todos a través de la Creación entera.
La Palabra hecha Carne
Dios Hijo, la Palabra hecha carne, es el que ha hecho posible que conozcamos plenamente el proyecto de Dios sobre los hombres y sobre toda la creación. La Palabra de Dios, encarnada es Jesús de Nazaret, completamente dócil a la acción del Padre y que nos revela el rostro de Dios plenamente. Jesús, el hijo de María, el carpintero de Nazaret, fue un hombre de su tiempo. Como muy bien lo afirma el Concilio, Jesús «trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obra con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre»37 .
Sinembargo, sucaracterísticamástípicaesquevivióunaapertura fundamental a la voluntad de su Padre Dios, que le llevó a conformarse de tal modo a él, que para sus amigos más cercanos y para nosotros, desde la fe, llega a ser uno con El: «Yo y el Padre somos uno»38; esta afirmación de identidad llega a su expresión más plena en la respuesta que pone Juan en labios de Jesús ante la petición de Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta»39, a lo que responde Jesús: «¿Tanto
37 Cfr. Concilio Vaticano II, Constitución Pastoral Gaudium et Spes, n. 22.
38 Juan 10, 30.
39 Juan 14, 8.
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Dimensiones de una espiritualidad trinitaria que responda al mundo de hoy tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre»40 .
Jesús ofrece, pues, un espacio de humanidad totalmente disponible y totalmente abierto al amor misericordioso de Dios Padre. Es precisamente en esta humanidad de Jesús, que se hace totalmente obediente a la voluntad del Padre, donde se nos revela la divinidad de Jesús. Jesús, verdadero hombre -igual a nosotros en todo, menos en el pecado-, es verdadero Dios. Su obediencia plena a la voluntad del Padre, es lo que lo convierte -en palabras de la Carta a los Hebreos- en «causa de salvación eterna para todos los que le obedecen»41 .
De tal manera Jesús se conformó con la voluntad del Padre, de tal manera Dios Padre conformó a Jesús con su voluntad, que la persona humana de Jesús, desde su límite, se hizo transparencia plena de Dios, «resplandor de su gloria e impronta de su sustancia»42. Se hizo «Imagen de Dios invisible, Primogénito de toda la creación»43 .
Su obediencia llegó hasta la muerte y muerte de cruz: «Por lo cual Dios lo exaltó y le otorgó el Nombre que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en losabismos, y todalenguaconfiese queCristoJesúsesSEÑORparagloria deDiosPadre»44. LadivinidaddeJesúseslaplenaobedienciaalavoluntad del Padre; esta obediencia es la que lo constituye en causa de salvación; con otras palabras lo afirma San Pablo en la carta a los Romanos: «En efecto, así como por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo todos serán constituidos justos»45 .
Todosloshombreshemosrecibidounamismavocación,unamisma llamada, con Jesús, a participar de la vida de Dios como hijos: «Bendito
40 Juan 14, 9.
41 Hebreos 5, 9.
42 Hebreos 1, 3.
43 Colosenses 1, 15.
44 Filipenses 2, 9-11.
45 Romanos 5, 19.
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sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo; por cuanto nos ha elegido en él antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor; eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia con la que nos agració en el Amado»46 .
El Espíritu que construye la Comunidad
Dios Espíritu Santo, es el que impulsa la historia hacia la plenitud; esel EspíritudeDiosPadreydeDiosHijo; lafuerzacreadoradelaHistoria que empuja todo hacia la consumación final. Su actividad más típica, como ya hemos dicho, es la construcción de las personas en comunidad. En el libro de los Hechos de Apóstoles, se ve claramente su acción en la construcción de la Iglesia naciente y sigue presente hoy entre nosotros.
LadinámicadeestaEspiritualidadtrinitaria,esladinámicapropia de la vida de Dios. En la medida en que nos dejemos llevar por esta fuerza histórica, iremos caminando hacia la construcción del Reino de Dios entre nosotros. La Primera Carta de San Juan nos recuerda que, «ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es»47. Y esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia, que nos gloriamos de profesar en Cristo Jesús, Señor Nuestro.
46 Efesios 1, 3-6.
47 1 Juan 3, 2.
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