

APUNTES IGNACIANOS
(Antigua REFLEXIONES CIRE)
Publicación Cuatrimestral
DirectorConsejoEditorial
Darío RestrepoAlberto Echeverri
Javier Osuna
Alvaro Restrepo
Iván Restrepo
CarátulaDiagramación y Pintura de Bernardo Gantier, S.I., composiciónláser Jesuita bolivianoAna Mercedes Saavedra Arias (Ignacio envía a Francisco Javier a laSecretaria del CIRE India. Marzo 16, 1540).
Fotografía de Pedro Ortiz, S.I.
Redacción,publicidad,suscripciones
CIRE - Carrera 10 N° 65-48
Tels. (91) 2 55 10 55 / 2 55 18 52 / Fax: 57-1-255 17 30
Santafé de Bogotá, D.C. - Colombia (S.A.)
Impresión:
Indo-American Press Service
Suscripción Anual 1998
Colombia:Exterior:
$ 17.000$ 35 (US)
Número individual: $ 4.500Cheques: Colegio MáximoCheques: Comunidad Pedro Fabro- Compañía de Jesús Compañía de Jesús
PEREGRINOS CON IGNACIO
El amor por los pobres y la sencillez de vida que nacen del
Ayudas para el examen de la oración y para el diálogo con el director o con el acompañante de losEjercicios
Con la CG. 34: una ayuda
Entrevista al P. Arrupe: Jesucristo, la muerte, la
Para la "consideración" de los tres grados de humildad odeamor: (EE.nn. 164-168)
Oración a Nuestra Señora: para entrar en cuarta
ABREVIATURAS Y SIGLAS
Aut. :Autobiografía de San Ignacio de Loyola
Cap. :Capítulo
CG. :Congregación General
Const. :Constituciones S.I.
Dto. :Decreto
EE. :Ejercicios Espirituales
HH. :Hermanos jesuitas
NC. :Normas Complementarias a las Constituciones (1995)
NN. :Nuestros
n. :Número
nn. : Números
Oc. :Obras Completas de San Ignacio de Loyola BAC, cuarta edición, Madrid, 1982.
P. :Parte
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997
PRESENTACION
"PEREGRINOS
CON IGNACIO"
Ejercicios Espirituales con las Constituciones y sus Normas Complementarias
El título de estas Guías indica claramente la intención de su autor. El P. Alvaro Restrepo, invitado a acompañar los Ejercicios de San Ignacio a varios grupos de jesuitas de Colombia y otros países después de la última Congregación General de la Compañía de Jesús, quiso ayudar a vivir la experiencia de los Ejercicios a la luz de las Constituciones actualizadas con sus Normas complementarias.
El alma de las Constituciones de la Compañía, su principio inspirador y renovador, son los Ejercicios Espirituales ignacianos. Por eso la mejor manera de comprenderlas, meditarlas y observarlas, con el mismo espíritu con que han sido redactadas, es precisamente retomándolas en el curso de unos Ejercicios, de modo que con la ayuda de Dios sean en verdad "un camino hacia El", como nos lo recordaba el P. General.
Cuando el P. Alvaro se preparaba para hacer una última corrección a estas Guías, fue sorprendido por su nombramiento como Provincial de los jesuitas en nuestra hermana república Argentina; ponía así en práctica, de manera inesperada, la disponibilidad que las mismas Constituciones piden del jesuita. Fue entonces cuando nos confió al Equipo del CIRE la corrección final y la publicación de su trabajo.
El texto del P. Alvaro ofrecía varias alternativas de oración y extensos materiales de lectura para cada meditación; con su consentimiento hemos optado por aducir casi exclusivamente, por motivos de mayor claridad y más fácil manejo, los textos referentes a las Constituciones y Normas Complementarias aprobadas por la CG. 34.
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997
Pero estas Guías no son para utilidad exclusiva de los jesuitas. Estamos convencidos de que la lectura de los textos de las Constituciones y Normas que las completan, son también inspiradoras para otros religiosos y laicos que encontrarán en ellas iluminaciones y sugerencias para traducir concretamente a su propia vida los distintos pasos de los Ejercicios.
Esta publicación quedará, pues, como signo de agradecimiento cordial al P. Alvaro de parte del CIRE, por los múltiples y valiosos servicios prestados a este Centro de Espiritualidad durante su Rectorado en el Colegio Máximo de Bogotá y como expresión de nuestros mejores votos para el cumplimiento cabal de su nueva misión como Provincial de la Provincia Argentina de la Compañía de Jesús.
PROLOGO
Las Guías son de dos clases: los puntos para la oración y algunos temas y textos complementarios.
Los puntos para la oración nos recuerdan ante todo los números del libro de los Ejercicios que más nos pueden servir en los distintos momentos de nuestra experiencia. En segundo lugar encontraremos los pasajes de la Escritura escogidos para cada una de las meditaciones o contemplaciones. Finalmente hallaremos un apartado intitulado: Escritos ignacianos y Documentos de la Compañía. Se han incorporado aquí textos de San Ignacio, del libro "Constituciones de la Compañía-Normas Complementarias", Roma, 1995, y de la CG. 34, que están de alguna manera relacionados con el tema del ejercicio que se propone. Nos pueden servir para llevar a la práctica lo que nos indican las Normas Complementarias en el n. 415, & 1, pag. 424: «Procuren todos, por medio de la lectura y meditación asiduas (en particular, durante los Ejercicios anuales, la renovación de los votos, el retiro mensual, comienzo de año, etc.), conocer cada vez mejor, estimar y amar nuestras Constituciones y el modo peculiar de proceder de nuestro Instituto".
Las instrucciones y textos complementarios nos ofrecen la posiblilidad de profundizar en algún punto de la espiritualidad de la Compañía relacionada con los Ejercicios, y de ayudarnos en la oración.
En todo caso, no olvidemos el consejo de Ignacio: «porque no el mucho saber harta y satisface al ánima, mas el sentir y gustar de las cosas internamente»: (EE. 2).
«San Ignacio, el peregrino, nos ha acompañado constantemente en nuestras deliberaciones y votaciones para recuperar las Constituciones en espíritu de fidelidad creativa»: P. Kolvenbach, 22.03.95.
«A partir de su incesante búsqueda de la presencia y voluntad de Dios, Ignacio elaboró un modo de proceder. Ese modo de proceder se encuentra en la peregrinación de los Ejercicios Espirituales, desde el pecador ama-
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997
do y perdonado hasta el discípulo llamado a trabajar en la viña y a sufrir con Cristo; en la peregrinación de las Constituciones, desde la primera información sobre la Compañía en el Examen General hasta la aceptación madura de la responsabilidad para con la Compañía en las Partes V-X» (CG. 34, dto. 1: “Unidos con Cristo en la misión”, n. 5.)
Es esta íntima relación entre Autobiografía, Ejercicios y Constituciones (hoy renovadas con miras a una puesta en práctica más perfecta, gracias a las Normas Complementarias) la que nos ha inspirado estas páginas.
Se trata de unas sencillas Guías. Confiamos en que puedan ayudar a quienes hacen Ejercicios de 8 o de 10 días, para que repitan creativamente, de la manera más personalizada posible, y a la luz de las «imágenes ignacianas de peregrinación y trabajo", nuestro modo de proceder en Cristo: "su incesante afán por llevar a hombres y mujeres a la reconciliación con el Padre y al amor del Espíritu, su interés comprometido por el pobre, el marginado y el abandonado» (CG. 34, dto. 1, nn. 4-5.)
Ignacianos N° 21 de 1997
INTRODUCCION
PARA PREPARARNOS A PEREGRINAR CON IGNACIO EN LOS EJERCICIOS
(CG. 34 Dto. 1, n. 15, pags. 49-50)
«Los Ejercicios Espirituales son centro y fuente de nuestra vocación, ante todo, porque en ellos experimentamos a Cristo y damos respuesta a su llamada a la Compañía. Son también un medio único para impulsar la renovación y la unión en la Compañía y para ejercer con mayor profundidad nuestra misión apostólica» (Normas Complementarias a la P. VI, n. 231, pag. 345).
Para la primera oración de mañana podemos hacer el siguiente ejercicio:
De las dos imágenes -peregrinación y trabajo- con las que la CG. 34, en su decreto introductorio: «Unidos con Cristo en la misión», n. 4, pag. 49, nos invita a leer y orar el fruto de sus labores, tomemos la del peregrino.
Nos ayudaremos para ello de la Alocución que tuvo el P. General a los PP. y HH. congregados el 6 de enero de 1995, en la fiesta de la Epifanía (cfr. Misión/Cuerpo de la Compañía: libro de la CG. 34, pags. 470-483).
Esta contemplación que nos recuerda a Ignacio el peregrino, nos servirá también a nosotros para examinarnos y despertar las actitudes fundamentales ignacianas con las que debemos iniciar nuestros Ejercicios.
I. LA VISITA DE LOS SABIOS DE ORIENTE
: Mt 2,1-12.
1. La libertad o la necesidad de salir del «lugar» en que estamos. No podemos peregrinar sin disponernos sinceramente a traspasar las fronteras y los esquemas preconcebidos que muchas veces nos encierran y nos aseguran. Estos no nos dejan ser libres para hallar la voluntad de Dios.
A un peregrino no le basta simplemente con recorrer con su mirada o con su fantasía el mapa de su peregrinación. Por supuesto que tenemos la posibilidad de pretender hacer una peregrinación meramentegeográfica,interesanteoideológica.Peroestoseríaunerror. Lo importante en los Ejercicios es dejar que el Evangelio nos abra al don de nosotros mismos en total disponibilidad.
Decía el P. General:
«Como a los escribas tampoco nos faltará capital de inteligencia y de habilidad verbal para encasillar el camino de Ignacio el peregrino en decretos y palabras, en leyes y mensajes. Pero de lo que se trata es de ponerse en camino en pos de las huellas de los Magos, de hacer opciones y rehusar desviaciones, de ‘poner el amor más en las obras que en las palabras’ (EE. 230), de lanzarse personalmente a acciones concretas».
Podemos también caer durante estos días en otro tipo de engaño: el de detenernos y dejar de peregrinar. El miedo a salir de la propia tierra, a cambiar, puede dominarnos. Entonces ya no podremos ser enviados.De ahíesteotrointerrogante queplanteaelP.Kolvenbach:
«¿Somos capaces de abandonar lo que es familiar en el pleno sentido de la palabra, de renunciar a cualesquiera certezas y costumbres, para sumergirnos en las penosas situaciones de la vida de los hombres, sobre todo de los más marginados y desposeídos?».
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997
2. La estrella o la necesidad que tenemos de reorientar nuestra ruta.
El título de los Ejercicios reza así: "Exercicios spirituales para vencer a sí mismo y ordenar su vida, sin determinarse por affección alguna que desordenada sea" (EE. 21). Y en la 1a. anotación (EE. 1), se lee: "Porque así como el pasear, caminar y correr son exercicios corporales, por la mesma manera todo modo de preparar y disponer el ánima, para quitar de sí todas las afecciones desordenadas, y después de quitadas para buscar y hallar la voluntad divina en la disposición de su vida para la salud del ánima, se llaman exercicios spirituales".
«Los sabios de Oriente -indicaba el P. Kolvenbach- podrían haber ayudado a Herodes a encontrar al Rey esperado por su pueblo. Pero con una condición -que vale también para nosotros en estos días-: que ese reconocimiento comportara para él la imposibilidad de seguir reinando como reinaba. En otras palabras: necesitaba un cambio de ruta, de actitud en relación con Dios y con el prójimo. Herodes y los escribas rechazaron ese reto».
3. El camino: del todo singular y generoso.
"Al que rescibe los exercicios, mucho aprovecha entrar en ellos con grande ánimo y liberalidad con su Criador y Señor, ofreciéndole todo su querer y libertad, para que su divina majestad, así de su persona como de todo lo que tiene, se sirva conforme a su sanctíssima voluntad" (EE. 5).
Debemos entrar a los Ejercicios con nuestra vida. Ahora bienpreguntaba el P. General a la Congregación 34: "¿nos hemos puesto en camino arrastrando los pies o ‘procurando andar adelante en la vía del divino servicio’ (Const. 260), más aún, lanzados a ‘correr por la vía de Cristo nuestro Señor’ (Const. 582)?".
«Los Magos -decía el P. Kolvenbach- se dieron cuenta de que el camino hacia la morada del Niño había que emprenderlo a contracorriente. Nuestro camino hacia Dios, como el de Cristo, no puede quedar determinado, pero sí fuertemente condicionado por los manejos del príncipe de este mundo y sus Herodes. Si la ruta bajo la bandera de
Cristo, señalizada por la tríada ‘pobreza, humillación, injusticia’, tolera quedar condicionada por la tríada opuesta ‘riqueza, honores, orgullo’ no es porque no exista otro camino...».
4. «El lugar donde se encuentra el niño» está relacionado con la suerte de nuestros hermanos y hermanas y, en particular, de los más necesitados.
Preguntaba también el P. General:
«¿Podríamos tomar otro camino hacia Dios que el de los pobres, comprometidos con ellos, para ayudar a nuestros prójimos a recordar que el hombre no vive sólo de pan sino de la palabra de Cristo que exige para toda persona humana, sin excepción, la plenitud de su humanidad y la destrucción de toda estructura deshumanizadora?».
5. Para que seamos capaces de indicar a los demás el camino que conduce a Jesús necesitamos una honda experiencia de Dios .
"Por este nombre, exercicios spirituales, se entiende todo modo de examinar la consciencia, de meditar, de contemplar, de orar vocal y mentalmente, y de otras spirituales operaciones, según que adelante se dirá" (EE. 1).
Existe la posibilidad de que pretendamos mostrar el camino a otros confiando ante todo en nuestros discursos y palabras; o sólo con la ayuda de libros -aun con la Escritura- que proclaman lo que es bueno.
Comenta el P. Kolvenbach a este propósito:
"El anuncio de la Buena Noticia no pasa por palabras repetidas y redichas sino por el testimonio de vida, por testigos de carne y hueso que viven proféticamente el Evangelio de Cristo, que encarnan el camino hacia Dios... Si nos damos cuenta de que no somos testigos de carne del Evangelio, deberemos preguntarnos por la causa original de esta deficiencia: ¡penuria de la experiencia de Dios! sea cual sea la forma en que acaezca".
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997
6. Hacer la experiencia de los Ejercicios como verdaderos compañeros.
El texto de Mateo que vamos a orar nos recuerda también que los Sabios de Oriente no peregrinaron cada uno por su cuenta. Iban en grupo.Comocomunidadorante,recemosunospor otros,pornuestra Provincia.
7. Honestidad y gracia suplicada.
"Para lo qual, es a saber para que el Criador y Señor obre más ciertamente en la su criatura, si por ventura la tal ánima está affectada y inclinada a una cosa desordenadamente, muy conveniente es moverse, poniendo todas sus fuerzas, para venir al contrario de lo que está mal affectada... instando en oraciones y otros exercicios espirituales y pidiendo a Dios nuestro Señor el contrario..." (EE. 16).
Nos queda por considerar una última pregunta del P. General a la Congregación. Es quizás también la más importante para nuestros Ejercicios:
"¿Tenemos el «coraje de recibir, de dejarnos transformar en plena gratuidad, a fin de que la Buena Nueva pueda hacerse transparente en nosotros?».
Más que tratar de responder inmediatamente esa interpelación, pidamos a Dios su gracia para conocer en estos días su voluntad y paracumplirlacon generosidad. Asínosdispondremosaabrirnuestros cofres y a ofrecer a Jesús, gracias a la intercesión de Nuestra Señora, nuestros mejores dones.
II. NORMAS COMPLEMENTARIAS A LAS CONSTITUCIONES
Proemio: La experiencia espiritual de los Ejercicios fue la fuente donde brotó el carisma de la Compañía de Jesús y su naturaleza: n. 2, 1; los Ejercicios son la fuente permanente de los dones interiores necesarios para vivir fielmente la gracia de nuestra vocación y lograr los objetivos propuestos: n. 8.
P. III. cap. II De la formación de los novicios, los Ejercicios fueron la experiencia principal y fundamental en la formación del Noviciado: n. 46, 2.
El presupuesto (EE. 22) nos abre a la cultura del diálogo, que debe ser una nota distintiva de nuestra Compañía, que nos ayuda a promover el gran potencial unificador y liberador del diálogo interreligioso a todos sus niveles: n. 265.
TEXTOS
COMPLEMENTARIOS:
Ver LA VERDADERA RENOVACION, pag. 111.
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997
EL PRINCIPIO Y
FUNDAMENTO
EXAMINEMOS NUESTRA
EXPERIENCIA DE DIOS A PARTIR
DE LA PROPIA «AUTOBIOGRAFIA»

«Por esta razón me pongo de rodillas delante del Padre, de quien recibe su nombre toda familia, tanto en el cielo como en la tierra. Pido al Padre que de su gloriosa riqueza les dé a ustedes, interiormente, poder y fuerza por medio del Espíritu de Dios, que Cristo viva en sus corazones por la fe, y que el amor sea la raíz y el fundamento de sus vidas. Y que así puedan comprender con todo el pueblo santo cuán ancho, largo, alto y profundo es el amor de Cristo. Pido, pues, que conozcan ese amor, que es mucho más grande que todo cuanto podemos conocer, para que lleguen a colmarse de la plenitud total de Dios» Ef 3,14-19.
1- Composición de lugar: «... mirar, advertir y contemplar lo que hablan; y reflitiendo en mí mismo, sacar algún provecho» (EE. 115).
Las dos cartas de S. Pablo a Timoteo reciben junto con la de Tito, el nombre de «cartas pastorales» porque están dirigidas a personas
que trabajan con las comunidades. Algunas de las recomendaciones del Apóstol nos pueden ayudar a situar mejor nuestro ejercicio. Escuchémoslas dirigidas a cada uno de nosotros, "como si presente me hallase» (EE. 114).
«Aviva el fuego del don que Dios te dio», 2 Tim 1,6; «Pablo, apóstol de Cristo Jesús, enviado por mandato de Dios nuestro Salvador y de Cristo Jesús, nuestra esperanza», 1 Tim 1,1; «Enseña estas cosas a los hermanos y serás un buen servidor de Cristo Jesús, un servidor alimentado con las palabras de la fe y de la buena enseñanza que has seguido», 1 Tim 4,6; «Pelea la buena batalla de la fe; no dejes escapar la vida eterna, pues para eso te llamó Dios y por eso hiciste una buena declaración de tu fe delante de muchos testigos», 1 Tim 6,12; «Y tú, hijo, saca fuerzas de la bondad que Dios te ha mostrado por medio de Cristo Jesús», 2 Tim 2,1.
2- La petición: «demandar a Dios nuestro Señor lo que quiero y deseo» (EE. 48).
No se trata de ejercitar sólo nuestra memoria. Reconocer y agradecer que el paso de Dios por nosotros es una gracia generadora de experiencia de Dios. En cierto sentido, nuestro ejercicio se asemeja al de la Contemplación para alcanzar amor. Pidamos entonces, con Ignacio, «conocimiento interno de tanto bien recibido, para que yo enteramente reconosciendo, pueda en todo amar y servir a su divina majestad» (EE. 233).
3- El ejercicio.
Dedicaremos sencillamente un buen rato a tratar de hacer emerger desde lo más íntimo la experiencia que tengamos de Dios, para gustar agradecidos y, si es preciso, para redescubrir en el hoy de nuestra vida de jesuitas el «fundamento» de nuestra existencia y de nuestra vocación humana, cristiana y religiosa. Hagámoslo lo más honesta y claramente posible. En esta forma constataremos que nuestra vida en el Espíritu y nuestra vocación a la Compañía no parten ni comienzan sólo ahora con estos Ejercicios. Nuestra vida es una historia de amor, larga y llena de detalles. Nuestra camina-
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997
da hacia Dios y con El está marcada y es orientada por varios «hitos», señal de su acontecer en nosotros y de su voluntad. Comprenderemos, asimismo, si estamos construyendo sobre roca o, quizá, en ocasiones, sobre arena. Este ejercicio nos ayudará a reconocernos y a reconciliarnos con nosotros mismos, con los demás y con Dios.
4- Planteémonos para este fin unos sencillos interrogantes. Recordemos este pasaje del Evangelio: «Felipe le dijo entonces: Señor, déjanos ver al Padre, y con eso nos basta. Jesús le contestó: Felipe, ¿hace tanto tiempo que estoy con ustedes, y todavía no me conoces?», Jn 14,8.
a- ¿Cuándo y a través de qué (personas y cosas), me he sentido más constante y especialmente amado por Dios? (vida, familia, evangelizadores, educadores, formadores, amigos, los pobres). Recordemos también los lugares o sitios donde hemos hallado especialmente a Dios. Pensemos en las comunidades donde hemos vivido, en la Compañía y en sus hombres... Traer a la memoria la ayuda y la misericordia de Dios con ocasión de mis pecados y sufrimientos.
b-
¿Cuándo y por qué motivos he experimentado un movimiento de amor que, haciéndome salir de mi egoísmo, me ha conducido a comunicar vida, a darme, a ser amigo y a hacerme prójimo de los demás (conversaciones, estudios, servicio, apostolados..)?. Y traer a la memoria mis actitudes de compasión, de portador de vida ante el dolor de los demás... Se trata de ese «gastarse y desgastarse» en bien de los otros, que hacía sentirse tan feliz a San Pablo.
c- ¿Tengo la impresión de que, en situaciones concretas, me apodero para mi propio beneficio y honor de algunos de esos dones de vida que Dios me otorga, o que he recibido de los demás y que debería compartir como lo hizo Jesús? ¿O, sencillamente, he enterrado esos regalos de Dios, como lo hizo el tercer hombre de la parábola de los talentos? Lc 19, 20-21.
d- ¿Descubro en mi vida algunas luces, llamadas, deseos persistentes o «toques» de Dios? ¿Cuáles y, sobre todo, en qué circunstancias?.
5- A manera de examen de la oración.
Es significativo el hecho de que durante su vida Ignacio haya querido tomar nota de las gracias que recibía de Dios. Un año antes de morir mostró un fajo de escritos bastante grande a Gonçalves da Cámara (Autobiografía, 1OO). Es posible que destruyese antes de morir la mayor parte de esas notas. Conocemos, además, su Diario Espiritual. Pero lo cierto es que el «peregrino» supo captar y agradecer el paso de Dios por su existencia. Fue esa toma de conciencia, esa auténtica experiencia de Dios, la que lo llevó, como respuesta, a alabar, servir y hacer reverencia a Dios nuestro Señor.
Anotemos brevemente los «hitos» que mayormente nos hayan impactado como señales de la acción y presencia de Dios a lo largo de nuestra vida. Esto nos ayudará para el resto de los Ejercicios, paraeldiscernimiento yparanuestrotrato coneldirector o elacompañante espiritual.
CON LOS DOCUMENTOS DE LA COMPAÑIA
CG. 34: Gratitud de la Compañía para con los jesuitas: dto. 1: «Unidos con Cristo en la misión», nn. 12-14; la experiencia de Dios que ha tenido la Compañía desde la CG. 31: dto. 2: «Servidores de la misión de Cristo», nn. 1-3.
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997
EL PRINCIPIO Y FUNDAMENTO COMO “HORIZONTE” DE NUESTRA PEREGRINACION
INTRODUCCION: meditaremos ahoraELPRINCIPIOYFUNDAMENTOcomomanifestacióndel amor del Padre, gratuito ycomunicador de vida. Aquí Ignacio se muestra como un «MISTICO HORIZONTAL».
1. CON LOS EE.:
Los «puntos»: organización, libertad y personalización, n. 2; ir poco a poco encontrando el ritmo personal de oración: n. 1; la importancia de la afectividad de la fe: nn. 2-3; la presencia de Dios y la adoración: n. 75; la oración preparatoria: n. 46; la importancia del cuerpo en la oración: n. 76; compartir sencillamente nuestra experiencia en la Eucaristía; el Principio y Fundamento: n. 23.
2. CON LA ESCRITURA:
a) El «fundamento» en Jesús y las peticiones que debemos hacer al Padre para vivir nuestro «fundamento»: el Padre Nuestro: Lc 11,1-2 y Mt 6,9-12.
b) El amor, señal de comunión con Dios: 1 Jn 4,7 a 5,5.
c) Conlossalmos: 8,¡«Señor,dueño nuestro, qué admirable es tu nombre en toda latierra»!; 103(102),«Bendicealmamía, al Señor, y todo mi ser a su santo nombre»; 139(138),

3. CON LOS ESCRITOS IGNACIANOS Y DOCUMENTOS DE LA COMPAÑIA:
1. AUTOBIOGRAFIA: La experiencia del Cardoner, n. 30.
2. EXAMEN, n. [3]: el fin de la Compañía, la gloria de Dios, y/o la salvación de las almas (del hombre total): «siendo ella (la Compañía) ordenada a mayor servicio divino y mayor bien universal y provecho espiritual de las ánimas».
3. CONSTITUCIONES, el fundamento de la Compañía de Jesús: Fórmula del Instituto aprobada por Julio III, nn. I-V; el fin de la Compañía exige una adecuada formación en virtud y letras: P. IV, nn. [307-308]; los criterios para el discernimiento de la misión: P. VII, nn. [621-632]; el «supercriterio» de elección: «el mayor servicio de Dios y bien universal»: n. [622].
4. NORMAS COMPLEMENTARIAS, Proemio: de la identidad y misión de la Compañía y de su Instituto: Sección I: De las «Normas complementarias de las Constituciones de la Compañía de Jesús» como expresión de su naturaleza y carisma, nn. 1-5. El espíritu y la finalidad de todas estas normas es "contribuir más al conocimiento, amor, alabanza y servicio de Dios y salvación de las almas". n. 23.
5. CG. 34, ser contemplativos en la acción: dto. 26, «Características de nuestro modo de proceder», nn. 6-8.
TEXTOS COMPLEMENTARIOS:
Ver IGNACIO, UN "MISTICO HORIZONTAL", pag. 112.
Ver LOS EJERCICIOS, PRINCIPAL TAREA PARA ABRIR FUTURO, pag. 114.
Ignacianos N° 21 de 1997
LA LIBERTAD DEL APOSTOL,
CONDICION PARA LA MAYOR GLORIA DE DIOS
«Para mí, sin embargo, mi propia vida no cuenta, con tal de que yo pueda correr con gozo hasta el fin de la carrera y cumplir el encargo que el Señor Jesús me dio de anunciar la buena noticia del amor de Dios»: Hch 20,24.
1. CON LOS EE.:
La acción del Espíritu, n. 6; generosidad, fidelidad y lucha, nn. 12 y 13; el coloquio, n. 54; el examen de la oración, n. 77; el Fundamento, n. 23.
2. CON LA ESCRITURA:
a) «Indiferencia y «magis»: Flp 3,1-16.
b) El discurso de Pablo a los ancianos de Efeso: Hch 20, 17-38.
c) La libertad apostólica de Pablo ante el honor, la riqueza y los dones espirituales: Flp 1, 12-26 y 2 Cor 6, 3-10.
d) El Dios que ama la vida: Sab 11, 24-12, 1.
e) Con los Salmos:

- De «alabanza»: alegría del hombre que agradece la existencia, 8: ¡«Señor, dueño nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra»!; canto a la grandeza de Dios en la naturaleza, 104(103): «Bendice alma mía, al Señor, Dios mío, qué grande eres».
- De «lamentación»: ante el dolor físico y la injusticia, 6: «Señor, no me corrijas con ira»; 12(11): «Sálvanos, Señor, que se acaban los buenos»; La crisis de fe ante el mal y ante la desgracia nacional, 74(73): ¿«Por qué, oh Dios, nos tienes siempre abandonados”?
3. CON LOS ESCRITOS IGNACIANOS Y DOCUMENTOS DE LA COMPAÑIA:
1. AUTOBIOGRAFIA, Ignacio ante la muerte: nn. 32-33.
2. Ignacio da gracias por la vida: EE. nn. 60 y 234-237.
3. La Compañía ante la enfermedad y la muerte: CONSTITUCIONES, P. VI, cap. 4, nn. [595-601]; y Examen, c. 4, n. [89].
4. NORMAS COMPLEMENTARIAS a la P. VI, cap. 5, n. 244: de la enfermedad, la ancianidad y la muerte.
5. CG. 34: presentes con Cristo resucitado allí donde la familia humana está más maltrecha, dto. 2: «Servidores de la misión de Cristo», nn. 4-7; evaluar la planificación apostólica a la luz de la «mayor necesidad», del «mayor fruto» y del «bien más universal», dto. 3, «Nuestramisióny lajusticia», n. 22; laCompañía debe promover el diálogo por la vida, dto. 5, «Nuestra misión y el diálogo interreligioso», n. 4, pag. el jesuita debe respetar las formas en que Dios opera ya en las vidas de los hombres y mujeres: dto. 6, «El jesuita sacerdote», n. 20; el sentido apostólico de la vida de nuestros ancianos: dto. 6: «Sacerdocio ministerial e identidad del jesuita»,n. 29;siempreenbuscadelmagis: dto. 26, nn. 25-27.
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997
6. Nuestros mártires, dto. 2, «Servidores de la misión de Cristo», n. 1; dto. 6, «El jesuita sacerdote», n. 15; dto. 7, «El jesuita hermano», n. 8.
TEXTOS COPMPLEMENTARIOS:
Ver AYUDAS PARA EL EXAMEN DE LA ORACION Y PARA EL DIALOGO CON EL DIRECTOR O ACOMPAÑANTE DE LOS EJERCICIOS, pag. 116.
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997
PRIMERA SEMANA
ANTE EL AMOR MISERICORDIOSO DEL PADRE EN JESUCRISTO
INTRODUCCION: una realidad dolorosa: LOS AREOPAGOS de nuestra cultura dominante. La dinámica del pecado y sus consecuencias sociales.
«Yahvé dijo a Caín: ¿dónde está tu hermano Abel? Contestó: no sé. ¿Soy yo acaso el guarda de mi hermano?»: Gn 4,9.
«¿No ves lo que ellos hacen en las ciudades de Judáy en las calles de Jerusalén? ... Pero más que ofenderme a mí, se ofenden a sí mismos para su propia vergüenza»: Jr 7,16-20.
1. CON LOS EE.:
Una «spiritual operación»: la "lectio divina", n. 1; la composición de lugar: com-poner, organizar: n. 47; «la demanda según subiecta materia»: vergüenza y confusión, n. 48; los 3 pecados, soberbia vs. humildad y libertad, n. 50, el contagio o la solidaridad en el mal, nn. 51-52; el pecado estructural y social: una realidad presente, nn. 45-54; un coloquio esencialmente apostólico, nn. 53-54.
2. CON LA ESCRITURA:

a) Lo que hace impuro al hombre: Mt 15, 1-20; en mi debilidad estoy sometido a la ley del pecado: Ro 7, 14-25.
b) Dos parábolas:
- La viña: Is 5, 1-7 y las amenazas contra los malvados: Is 5,8-25.
- El pecado tiende a ocultarse pero la Palabra de Dios lo manifiesta: David y Natán: 2 Sam 12, 1-7.
c) La conversión, presupuesto para el seguimiento de Jesús: Juan Bautista, la voz que grita en el desierto, Mt 3,1-12; Mc 1,1-8; Lc 3,1-20; el testigo de la luz, Jn 1,1-15.
d) Pablo en el areópago de Atenas: Hch 17, 24-33.
e) Con los Salmos: 32(31): «Dichoso el que está absuelto de su culpa»; 51(50): «Misericordia, Dios mío, por tu bondad»; 130(129): «Desde lo hondo a ti grito, Señor».
3. CON LOS ESCRITOS IGNACIANOS Y DOCUMENTOS DE LA COMPAÑIA:
1. AUTOBIOGRAFIA, Ignacio testimonia de su conversión ejercitando el apostolado en Azpeitia: nn. 88-89.
2. CARTA DE IGNACIO a los hermanos estudiantes del Colegio de Coimbra, 7.05.1547, n. 4: Oc.: «miserable condición de tantas almas y estado desolador en el mundo».
3. CG. 34: particulares situaciones de pecado, dto. 2: «Servidores de la misión de Cristo», n. 4 y nn. 9-13; dto. 3: «Nuestramisión y la justicia», situaciones críticas de injusticia, nn. 11-16; puesta en práctica, nn. 17-24; dto. 5: «Nuestra misión y el diálogo interreligioso», nn. 1-2 y 8; dto. 11, dto. 14, «La Compañía y la situación de las mujeres», nn. 2-4.
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997
CON EL INFORME «SOBRE EL ESTADO DE LA COMPAÑIA»
CG. 34.

EL EJERCICIO ACERCA DEL PROCESO DE MIS PECADOS.
La enseñanza que les dimos sobre el poder y el regreso de nuestro Señor Jesucristo, no consistía en cuentos inventados ingeniosamente, pues con nuestros propios ojos vimos al Señor en su grandeza (...) Esto hace más seguro el mensaje de los profetas, el cual con toda razón toman ustedes en cuenta. Pues ese mensaje es como una lámpara que brilla en un lugar oscuro, hasta que el día amanezca y la estrella de la mañana salga para alumbrarles el corazón»: 2 Pe 1,
1. CON LOS EE.:
Las «afecciones desordenadas», n. 1; repetir, «notando yhaciendo pausaenlos punctos que he sentido mayor consolación o desolación o mayor sentimiento spiritual», n. 62; detectar los principales «hitos» (lugares, conversaciones, oficios) que dan forma al «processo de los pecados», n. 56; los 3 coloquios y la intercesión de María, nn. 62-63; «aborrecer», «interno conoscimiento de mis peccados», «para que sienta el dessorden de misoperaciones», «conoscimientodel mundo», son las claves del cambio y de la conversión, n. 63; la petición: «pedir crescido y intenso dolor y lágrimas de mis pecados" (gracia de consolación), n. 55, 2o; el pecado personal, nn. 55-61.
2. CON LA ESCRITURA:
La vigilancia cristiana: gregorew = vigilar. Y esto, en la espera del Señor que ha de volver: «¡anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven, Señor Jesús!».
A. Examinémonos con las parábolas escatológicas: Mt 24,42 a 25,46:
a) El ladrón: ¿Cuándo no hemos estado preparados y nos hemos dejado robar? ¿Cuándo nos hemos dejado contagiar por los antivalores de la cultura moderna: secularismo, individualismo, hedonismo, consumismo...? ¿Cuándo ponemos nuestra esperanza más en nuestras propias fuerzas y proyectos que en Dios y en su gracia?. ¿Cuándo no hemos custodiado debidamente el amor recibido y nuestros afectos...?.
b) El criado fiel y el infiel: ¿Cuándo no hemos sido los servidores (palabra grata a Ignacio) fieles y atentos y hemos maltratado a los demás? ¿Cuándo somos egoístas y nos negamos a perdonar y a construir la fraternidad de «amigos en el Señor»?. ¿Cuándo criticamos destructivamente a los demás o ejercemos nuestro ministerio sin el debido cuidado y respeto a los otros carismas con los que Dios enriquece a su Iglesia...?.
c) Las 10 muchachas: ¿Cuándo hemos sido despreocupados y poco previsores, y no hemos puesto aceite en nuestras lámparas? ¿Cuándo hemos dejado que nuestro amor personal a Jesucristo se debilite y no damos la debida primacía a la vida espiritual: oración, sacramentos, dirección espiritual, cuenta de conciencia, liturgia...?.
d) El dinero dejado en encargo: ¿Cuándo hemos tenido miedo y hemos escondido el dinero del Señor en la tierra? ¿Cuándo perdemos el tiempo en cosas inútiles o descuidamos nuestra formación inicial o permanente?; ¿Cuándo nuestro ritmo de vida es desorganizado?; ¿Cuándo no nos preocupamos por los problemas de la Iglesia, del país y de la Provincia...?.
e) El juicio de las naciones: «Señor, ¿Cuándo te vimos con hambre o con sed, o como forastero o falto de ropa, o enfermo o en la cárcel, y no te ayudamos?" El Rey les contestará: "les aseguro que todo lo que no hicieron por una de estas personas más humildes, tampoco por mí lo hicieron». Hemos pecado cuando hemos sido incapaces de hacernos prójimos de los demás; cuando, olvidando que también somos pecadores, estamos listos para ver la astilla en el ojo del hermano, lo juzgamos, condenamos o lo alejamos de nosotros; cuando, con la cultura actual, no nos interesamos por los débiles, los pobres, los ancianos, los inválidos, y no tenemos amigos entre ellos; cuando discriminamos las personas en razón del dinero, del prestigio o del poder...
B. El mensaje a la Iglesia de Laodicea: Ap 3, 14-22.
C. Con los Salmos: 23(22): «El Señor es mi pastor, nada me falta»; 123(122); «Atilevanto misojos, ati, quehabitas enel cielo»;143(142): «Señor, escucha mi oración, tú que eres fiel, atiende a mi súplica».
D. Con miras al examen de la oración:
a- ¿Me dejo llevar por un autoanálisis escrupuloso y estéril, pensando que así conoceré lo que es mi pecado?
b- ¿Pacto con mi pecado diciéndome que no soy tan libre, que «esto» no vale la pena, y que «todo el mundo» lo hace?
c- ¿A partir de mis pecados tiendo a redimensionar el ideal de mi entrega a Jesús y a los demás?
d- ¿O confío en la misericordia de Dios, comprendiendo y gustando interiormente el hecho de que El me perdona, me ayuda, me necesita y me quiere?
e- ¿Finalmente, comprendo que debo pagar amor con amor entregándome apostólicamente al servicio del Reino?
3. CON LOS ESCRITOS IGNACIANOS Y DOCUMENTOS DE LA COMPAÑIA:
1. AUTOBIOGRAFIA, Ignacio dado a las vanidades del mundo: nn. 1, 4-9.
2. CONSTITUCIONES P. II: EXAMEN, [93]; CONSTITUCIONES, P. III, "Del conservar y aprovechar los que quedan enprobación", [263]; P. VI, "De lo que toca a los ya admitidos..." , [551]: claridad en la manifestación de los defectos al Superior, Director Espiritual o al confesor.
3. CG. 32: «¿Qué significa ser jesuita? Reconocer que uno es pecador y, sin embargo, llamado a ser compañero de Jesús, como lo fue San Ignacio...»: dto. 2, «Jesuitas hoy», n. 1.
4. CG. 34: «confesemos nuestras muchas faltas», dto. 2: «Servidores de la misión de Cristo», n. 1; dto. 3, «Nuestra misión y lajusticia», nn. 2-3; dto. 4, «Nuestramisióny lacultura», n. 12; dto. 8, «La castidad en la Compañía de Jesús», nn. 1-3; dto. 9, «La pobreza», nn. 2-3, y nn. 8-14; dto. 11, «El sentido verdadero que en el servicio de la Iglesia debemos tener», nn. 20-22.
5. P. KOLVENBACH: Homilía final de la CG. 34 (22.03.95), pags. 493-495.
EL AMOR MISERICORDIOSO DE DIOS EN JESUCRISTO
«Pero Dios es tan misericordioso y nos amó con un amor tan grande, que nos dio vida juntamente con Cristo cuando todavía estábamos muertos a causa de nuestros pecados. Por la bondad de Dios han recibido ustedes la salvación. Y en unión con Cristo Jesús nos resucitó, y nos hizo sentar con él en el cielo»: Ef 2, 4-6.
1. CON LOS EE.:
Un coloquio de misericordia y de acción de gracias a Dios nuestro Señor «porque me ha dado vida hasta agora»: nn. 61, 71; las «tres causas por las que nos hallamos desolados»: n. 322; el sacramento de la reconciliación: nn. 17, 44,2o., 354.
2. CON LA ESCRITURA:
Misericordia: -como sentimiento profundo de Dios (entrañas = rahamim), que se conmueven = (splagkhna). Este verbo se traduce por compasión, ternura y bondad. Lo encontramos aplicado a Jesús ante la gente cansada y abatida, los enfermos y los que no tienen qué comer: Mt 9,36, 14,14; 15,32; 20,34.

-Misericordia como fidelidad de Dios a sí mismo = (hesed), y a su alianza que lo lleva a inclinarse = (hen) hacia el pecador y a solidarizarse con él. «Miseri-corda» = corazón sensible a la miseria. Esta expresión la hallamos en relación con Jesús ante los ciegos, el epiléptico y la mujer cananea: Mt 9,27; 15,22; 17,15.
a) El perdón que Dios nos da: Parábolas del Pastor que encuentra su oveja; de la mujer que encuentra su moneda, y del Padre que recobra su hijo: Lc 15. N.B. Los verbos perder, encontrar y alegrarse, que se repiten en cada una de las tres parábolas, dan la unidad al discurso y recalcan su tema unitario.
La extraña «lógica» del amor de Dios: la parábola de los trabajadores del viñedo: Mt 20, 1-16; la prueba de que Dios nos ama: Rm 5, 6-8.
b) El perdón que debemos dar a los demás: a diferencia de Lucas, en Mateo la parábola de la oveja perdida se aplica a la consideración que se debe tener con respecto a los extraviados (los «pequeños») de la comunidad: Mt 18,10-14.
c) El perdón que nosotros recibimos de Dios por medio del sacramento: orar la fórmula del sacramento de la reconciliación según el segundo o el tercer modo de orar: (EE. 249-257 y 258260).
3. CON LOS SALMOS:
32(31): «Dichoso el que está absuelto de su culpa»; 50(51): «Misericordia, Dios mío, por tu bondad»; 130(129): «Desde lo hondo a ti grito, Señor».
4. CON LOS ESCRITOS IGNACIANOS Y DOCUMENTOS DE LA COMPAÑIA:
1. AUTOBIOGRAFIA. María acompaña a Ignacio en su conversión: nn. 10, 17-18.
2. FORMULAS DEL INSTITUTO aprobadas por Paulo III y Julio III, n. I, pag. 28: «el ministerio... de la consolación espiritual de los fieles cristianos oyendo sus confesiones...»
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997
3. NORMAS COMPLEMENTARIAS P. VI: mantener vigente entre los NN. el espíritu de reconciliación, n. 227, 3o.
4. CG. 34: trabajar por la paz y la reconciliación: dto. 3, «Nuestra misión y la justicia», n. 5; por el diálogo hacemos presente a Dios entre nosotros y nos abrimos nosotros mismos a Dios: dto. 5, “Nuestra misión y el diálogo interreligioso” , nn. 5-8; ecumenismo y reconciliación: dto. 12, «Ecumenismo», n. 1.
TEXTOS
COMPLEMENTARIOS:
Ver PALABRAS DEL P. ARRUPE SOBRE LA ORACION, pag. 118.
SEGUNDA SEMANA
EL REINO O EL AMOR SORPRENDENTE DEL PADRE
QUE NOS TOMA COMO SERVIDORES DE LA MISION DE SU HIJO
«Cualquiera que en nuestra Compañía, que deseamos se distinga con el nombre de Jesús, quiera ser soldado para Dios bajo la bandera de la Cruz, y servir al solo Señor y a la Iglesia su Esposa bajo el Romano Pontífice Vicario de Cristo en la tierra...»: Fórmulas delInstituto aprobadas por Paulo III y Julio III, n. I.
1. CON LOS EE.:
En la oración «comenzar bien, terminar bien y, en el medio, saber ayudarnos». El sentido de las adiciones: un mínimo de estructuras para orar: nn. 73-89 y 90; el ejercicio del Reino: nn. 91-98.

2. CON LA ESCRITURA:
a) Los primeros discípulos: Jn 1,3551.
b) Tres actitudes en los que son llamados:
- Los que declinan el llamado = el hombre rico: Mc 10, 17-31.
- Los que se excusan = la parábola del banquete de bodas: Mt 22, 1-14; En la parábola del sembrador, encontramos la explicación de esta actitud: Mt 13,18-23.
- Los que descubren el llamado con alegría = las parábolas del tesoro escondido y de la perla de mucho valor: Mt 13, 44-46.
c) Con los Salmos: 16(15): "El Señor es mi heredad y mi copa; mi suerte está en su mano: me ha tocado un lote hermoso, me encanta mi heredad"; 110(109): "Oráculo del Señor a mi Señor: siéntate a mi derecha"; 145(144): "Te ensalzaré, Dios mío, mi rey".
3. CON LOS ESCRITOS IGNACIANOS Y DOCUMENTOS DE LA COMPAÑIA
1. AUTOBIOGRAFIA, la visión de La Storta: n. 96.
2. DIARIO ESPIRITUAL, nn. 74-75: Ignacio compañero de Jesús en su quehacer diario por calles y casas.
3. NORMAS COMPLEMENTARIAS Proemio: ser servidores de la misión universal de Cristo en la Iglesia y en el mundo de hoy, n. 4, 1-3 (y 245, 1-3).
4. NORMAS COMPLEMENTARIAS a la P. VI: la obediencia y el discernimiento en nuestra manera de recibir la misión, nn. 149; 150, 1-2; 151, 1-3.
5. NORMAS COMPLEMENTARIAS a la P. VII: la misión actualizada de la Compañía y sus 8 actitudes o condiciones, nn. 245246; disponibilidad real y movilidad para esta misión, n. 255, 1-2.
6. NORMAS COMPLEMENTARIAS a la P. VIII: las exigencias de una misión realizada "en compañía", nn 311, 1-2; 314, 1-2; 315; 326, 3.
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997
7. NORMAS COMPLEMENTARIAS a la P. X: interesarnos por poner todos los medios que nuestro Santo Padre nos propone para la conservación y aumento del cuerpo y del espíritu de la Compañía, nn. 411 y 416.
8. CG. 34: Jesús nos invita a ver en su vida terrena el modelo de la misión de la Compañía: dto. 2, «Servidores de la misión de Cristo»: n. 4.
TEXTOS COMPLEMENTARIOS:
Ver PREDICAMOS A CRISTO HASTA LOS CONFINES DE LA TIERRA, pag. 121.
Ver LA EXPERIENCIA PERSONAL DE JESUS, pag. 123.
Ver CON LA CG. 34: UNA AYUDA PARA ORAR EL EJERCICIO DEL REINO, pag. 124.
EL ACONTECER DE DIOS EN MARIA Y LA RESPUESTA A UNA VOCACION
«Les escribimos a ustedes acerca de aquello que ya existía desde el principio, de lo que hemos oído y de lo que hemos visto con nuestros propios ojos. Porque lo hemos visto y lo hemos tocado con nuestras manos. Se trata de la Palabra de Vida»: 1 Jn 1,1.
1. CON LOS EE.:
Un cambio de registro: la «contemplación»: nn. 101-103; la actualización del misterio: nn. 114 y 109; la petición: n. 104; «reflectir para sacar provecho»: nn. 106, 3o., 107, 108.
N.B. Para «actualizar» el misterio que contemplamos:
- ver las personas, oír lo que dicen, mirar y considerar lo que hacen;
- conversar con las personas y preguntarles acerca del por qué de lo que dicen o hacen.
- interrogarnos acerca de lo que una palabra o un gesto referidos por la Escritura significan y deben comportar para nosotros;
- poner comparaciones tomadas de la vida de la gente con la que trabajamos o que conocemos: cómo reaccionan ellos y cómo reaccionan Jesús, María, los apóstoles...;
- pedirle a Jesús que nos “explique las parábolas”, sus gestos, sus palabras. “Conversar con Jesús, así como un amigo habla con su amigo” (EE. 54), es señal de que nuestra fe es afectuosa.
2. CON LA ESCRITURA
:
a) Un ángel anuncia el nacimiento de Jesús, y María visita a Isabel: Lc 1,2656.
b) El Hijo de Dios es enviado al mundo: el prólogo del Evangelio de S. Juan: Jn 1,1-18.
c) Los antepasados de Jesús o su solidaridadcontodalarazahumana:Lc2,2338.

d) Con la liturgia mariana de las horas: 45(44): «Me brota del corazón un poema bello»; 128(127): «Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos!»; el Magnificat: Lc 1, 46-55.
3. CON LOS ESCRITOS IGNACIANOS Y DOCUMENTOS DE LA COMPAÑIA:
1. DIARIO ESPIRITUAL: María «parte o puerta de tanta gracia»: 15 de Febrero de 1544, nn. 28-31.
2. AUTOBIOGRAFIA: «...preparándose y rogando a la Virgen que le quisiese poner con su Hijo»: Aut. 96. Ignacio la designa, como lo hace en los EE. con el título de «nuestra Señora». El pedía con frecuencia a María, la intercesora ante el Hijo en los EE.: 63, 147, 156, que le «alcanzara la gracia de su Hijo y Señor, para que (yo) sea recibido debaxo de su bandera»: EE. 147. La presencia de María es, para Ignacio, discreta, silenciosa y continua. Más que hablar de ella, prefiere ponerse bajo su protección con el fin de acceder mejor a Cristo, su único Señor.
En el itinerario del «peregrino» hallamos a María en Aránzazu: Aut. 13, en Navarrete: Aut. 13, camino de Monserrat: Aut. 15,
en su vela de armas» Aut. 17 y 18, en Manresa: Aut. 29, en La Storta: Aut. 96.
Para los hechos más decisivos de su vida, Ignacio elige lugares, altares o fiestas marianas: para los primeros votos de los compañeros en París, el santuario mariano de Montmartre, en la fiesta de la Anunciación (15 de agosto de 1534); para su primera Misa, la Iglesia de Santa María Mayor de Roma (Navidad de 1538); para los votos religiosos en la Compañía de Jesús, el altar de la Virgen en la Iglesia de San Pablo Extramuros (22 de abril de 1541).
3. NORMAS COMPLEMENTARIAS a la P. VII: nuevos rostros y manifestaciones de la injusticia en el mundo actual, n. 247.
4. CG. 34: «contemplemos al Hijo encarnado»: dto. 2, «Servidores de la misión de Cristo», n. 4; «el proceso de inculturación del Evangelio de Jesús en la cultura humana es una forma de encarnar la Palabra de Dios en la diversidad de la experiencia humana»: dto. 4: «Nuestramisión y la cultura», nn.3-4; «Si, como Ignacio, nos ponemos a contemplar la tierra junto con la Trinidad en este umbral del tercer milenio del cristianismo, qué es lo que vemos?»: dto. 5: «Misión y diálogo interreligioso», n. 1.
5. P. KOLVENBACH, «Mirad nuestro mundo», (30.05.94): «que el Espíritu Santo nos conceda la mente y actitud de Cristo para poder mirar al mundo con los ojos de Jesús, los ojos de los pobres y desvalidos».
TEXTOS COMPLEMENTARIOS:
Ver MIRAD NUESTRO MUNDO, pag. 126.
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997
EL AMOR POR LOS POBRES Y LA SENCILLEZ DE VIDA QUE NACEN DEL EVANGELIO
EL NACIMIENTO DE JESUS Y SU MANIFESTACION A LOS PASTORES
«... Solamente quiero que conozcan la buena disposición de otros, para darles a ustedes la oportunidad de demostrar que su amor es verdadero. Porque ya saben ustedes que nuestro Señor Jesucristo, en su bondad, siendo rico se empobreció por causa de ustedes, para que por su pobreza ustedes se hicieran ricos»: 2Co 8,9.
1. CON LOS EE.:

La "aplicación de sentidos", como ayuda para cristificar nuestra sensibilidad: nn. 121-125; sus condiciones: "como si presente me hallase": n. 114; ir sin prisa: nn. 76 y 127; silencio interior: nn. 80-81; la "unidad del misterio" n. 116, (la nueva cultura no lineal, orientada hacia la imagen, intuitiva y afectiva): CG. 34, dto. 15, «Comunicación: una nueva cultura», n. 1; el «caminar» y «trabajar»: nn. 111, 112, 116, y dto. 1, «Unidos con Cristo en la misión», n. 4; la contemplación del nacimiento: nn. 110-117 y 265; contemplación de los ángeles y los pastores: n. 265.
2. CON LA ESCRITURA
:
a) Otro significado, complementario y menos racional, de la expresión ignaciana «reflectir para sacar provecho»: nn. 114-116: Moisés y el velo: Ex 34,29-35; el espejo que refleja la gloria del Señor: 2 Co 3,12-18; la carta escrita por Cristo mismo: 2 Co 3,1-3.
b) El nacimiento de Jesús: Lc 2,1-7.
c) Los ángeles y los pastores: Lc 2,8-20.
d) Con los Salmos: 23(22): «El Señor es mi pastor, nada me falta»; 113(112): «Alabad siervos al Señor»; 123(122): «A ti levanto mis ojos, a ti que habitas en el cielo»; 40(39): «Dichoso del que cuida del pobre y desvalido»; 130(129): «Señor, mi corazón no es ambicioso».
3. CON LOS ESCRITOS IGNACIANOS Y DOCUMENTOS DE LA COMPAÑIA:
1. AUTOBIOGRAFIA: entre otros textos que muestran el amor de Ignacio por los pobres y la pobreza, cfr. n. 18: entrega sus vestidos a un pobre; vive en los hospitales: nn. 56, 87-88, 93; visita a un compañero en Ruán: nn. 79-80; vive pobremente y se ordena a título de pobreza: 93; obras en bien de los pobres y preocupación de Ignacio por ayudar a sus compañeros económicamente necesitados: nn. 80, 89, 98.
2. Carta escrita por Polanco, por comisión de Ignacio, a los Padres y Hermanos de Padua, (7.08.1547): Oc., pags. 817-821.
3. NORMAS COMPLEMENTARIAS a la P. VI: de la pobreza, sección IV, nn. 157 a 222.
4. NORMAS COMPLEMENTARIAS a la P. VII: apostolados con los pobres, n. 273; la educación popular y la colaboración entre ésta, las universidades, colegios y centros sociales, nn. 287, 1 y 2; del apostolado social, nn. 298-302.
5. CG. 34: sobre nuestra pobreza y el compromiso con los pobres: la centralidad de nuestro trabajo en solidaridad con los pobres: dto. 2, «Servidores de la misión de Cristo», nn. 7-9; a lo largo de su vida, el jesuita derrochará su tiempo y talento en una gratuidad absolutamente desinteresada; la pobreza que brota de la castidad; nuestra auténtica pobreza: dto. 9, «Pobreza»; laimportanciasocial delasuniversidades:dto. 17,«LaCompañía y la vida universitaria», nn. 2 y 7-8; educación secundaria,primaria ypopularylos pobresymarginados:dto. 18,«Educación secundaria, primaria y popular», nn. 1 y 4; el contexto de las parroquias favorece la vida y solidaridad con los pobres: dto. 19, «El ministerio de las parroquias», nn. 1-3; en solidaridad con los más necesitados: dto. 26: «Características de nuestro modo de proceder, nn. 12-14.
TEXTOS COMPLEMENTARIOS:
Ver ¿OTRO CRISTO?, pag. 128.
EL VALOR DIVINO DE LO HUMANO
“LA VIDA DE NUESTRO SEÑOR
DESDE LOS DOCE HASTA LOS TREINTA”: EE. 271
.«Se te ha dicho, hombre, lo que es bueno, lo que Dios pide de ti: tan sólo practicar la justicia, amar con misericordia y caminar humildemente con tu Dios»: Miq 6, 8.
1. CON LOS EE.:
La preparación de la elección: nn. 134-135; la «vida oculta» de Jesús: n. 271; el niño Jesús en el templo: n. 272.
2. CON LA ESCRITURA:
a) «El Verbo pone su tienda en la familia humana» (CG. 34, dto. 4, n. 3): Jesús niño y joven: Lc 2, 39-40; Lc 2, 51-52. José: Mt 1,18-25; 2,13-15; 2,19-23; 13,53-58; Mc 6,1-6.

b) «De la venida de Christo al templo» Lc 2, 41-50.
c) La vida nueva y los deberes de la vida cristiana: Rom 12, 9-21 y 1P 3,8-17.
d) Con los Salmos: 131(130): «Señor, mi corazónno es ambicioso»;15(14): «Señor, quién puede hospedarse en tu tienda y habitar en tu monte santo?»; 122(121): «Qué alegría cuando me dijeron: vamos a la casa del Señor».
Ignacianos N° 21 de
3. CON LOS ESCRITOS IGNACIANOS Y DOCUMENTOS DE LA COMPAÑIA:
1. AUTOBIOGRAFIA: Ignacio regresa a Azpeitia, y visita las familias de sus compañeros: nn. 87-90.
2. NORMAS COMPLEMENTARIAS a la P. III: Educarse desde el noviciado en la familiaridad con Dios, n. 47; acostumbrarse a una vida abnegada, austera y sobria, n. 49; "vivir como hermanos y favorecer la madurez afectiva", n. 50.
3. NORMAS COMPLEMENTARIAS a la P. VI: la vida en común en la Compañía, n. 174; nuestro modo de vivir común en lo exterior, nn. 176-180; formación permanenete y progreso espiritual, nn. 240-243.
4. NORMAS COMPLEMENTARIAS a la P. IV: de la formación después del Noviciado: de la formación espiritual, nn. 64-75; de la vida comunitaria durante la formación, nn. 76-80; de la formación en los estudios, nn. 81-98; de la formación apostólica, nn. 106-112.
5. NORMAS COMPLEMENTARIAS a la P. VII: de la unión de los ánimos, nn. 311-313; de la vida de comunidad en la Compañía, nn. 314-330.
6. CG. 34: el proceso de inculturación del Evangelio es una forma de encarnar la Palabra de Dios en la diversidad de la experiencia humana: dto. 4, «Nuestra misión y la cultura»: nn. 3-11; «El jesuita hermano», dto. 7; hombres enviados, siempre disponibles para nuevas misiones: dto. 26, «Características de nuestro modo de proceder», nn. 21-24.
EL REINO EN ACCION: UN SABADO DE GLORIA
JESUS SANA Y ENSEÑA
«Jesús fue a Nazaret, el pueblo donde se había criado. El sábado entró en la sinagoga como era su costumbre, y se puso de pie para leer las Escrituras. Le dieron a leer el libro del profeta Isaías, y al abrirlo encontró el lugar donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado para llevar la buena noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar la libertad a los presos y dar vista a los ciegos; y poner en libertad a los oprimidos; a anunciar el año favorable del Señor. Luego Jesús cerró el libro, lo dio al ayudante de la sinagoga y se sentó. Todos los que estaban allí tenían la vista fija en él. El comenzó a hablar diciendo: Hoy mismo se ha cumplido la escritura que ustedes acaban de oír», Lc 4,16-21.
1. FINALIDAD Y SENTIDO DEL EJERCICIO:
a- Su finalidad misma está expresada en la petición: “conocimiento interno del Señor que por mí se ha hecho hombre para que más le ame y le siga” (EE. 104).
b- Jesús nos mostrará que el Reino no es algo político ni político-religioso, sino que es, sobre todo, algo interior que tiene consecuencias sociales profundas. Pero como la semillaquecaeenbuenatierraproduce mucho fruto: «crean en mis obras», dirá el Señor. Es un reino de Verdad, frente a un mundo en el que reina la mentira, la apariencia, en el que se valora a las personas no por lo que son sino por lo que ostentan... Un reino de Vida, frente a un mundo donde la vida se minusvalora, se mata, se manipula

y se comercia... Un reino de Santidad, frente a un mundo que se ríe de los buenos, de los inocentes y en el que lo que cuenta es el placer o el propio provecho... Un reino de Gracia, frente a un mundo autosuficiente, que piensa que no necesita recibir nada de Dios... Un reino de Justicia, frente a un mundo lleno de desigualdades escandalosas, de privilegios injustos; frente a una sociedad que, con frecuencia, no sabe unir la fe con la justicia... Un reino de Amor, frente a un mundo que se nos está volviendo cada día más frío («cuando la juventud se enfría, el mundo entero se pone a tiritar» -decía Bernanos-)... Un reino de Paz, frente a un mundo de discordia entre naciones, etnias, familias, y dentro del corazón de muchos hermanos nuestros.
c- Jesús nos enseña también lo que es ese reino en acción:
1. Lo vincula a su persona.
2. Llega para todos gratuitamente.
3. Es un reino en el que los primeros destinatarios son los pobres: los que no tienen dinero, los enfermos, los niños, las mujeres, las viudas, las prostitutas, los publicanos, los extranjeros, los pecadores. En una palabra, los que a los ojos de una ley estrecha y legalista, no contaban con la bendición de Dios o aparecían como marginados religiosa y civilmente, sin derechos y desintegrados. Jesús nos enseña con palabras y obras que todo hombre y mujer está llamado a disfrutar del amor gratuito del Padre de todos, que es bueno y misericordioso.
2. CON LA ESCRITURA
:
Tomemos uno de los “sumarios” de Marcos en el que nos describe lo que era un día de apostolado de Jesús.
Jesús nos muestra el Reino en acción: Mc 1,21-39.
Hagamos una contemplación sencilla a partir de la lectura
contemplativa de esos pasajes. Para ello hagámonos presentes en las escenas que describe el Evangelio. Veamos lo que hace Jesús. Preguntémosle por qué lo hace. Compartamos las reacciones de la gente y hablemos con ellos. Gustemos algunas palabras o expresiones «clave»: comenzó a enseñar; Jesús se acercó; Jesús sanó toda clase de enfermedades a mucha gente; fue a orar a un lugar solitario; debe anunciar el mensaje... Detengámonos, sin prisas, allí donde sintamos consolación o dificultad, porque el Espíritu nos quiere decir algo. Repitamos la contemplación de aquella parte del texto que más nos gusta...
a- El sábado: En Israel tenía dos connotaciones: un aspecto humanitario: el del descanso; y otro, relacionado con el reposo que tuvo Dios después de la creación. Observar el sábado era mostrarse fiel a la ley de Dios.
b- Jesús en la sinagoga. Se pone allí a enseñar. Habla con autoridad propia, no remitiéndose a autoridades como hacían los maestros de la ley y los fariseos. Además, lo que Jesús enseñaba sonaba a nuevo a la gente. No sólo porque se refería al reino, que había ya llegado, sino porque hablaba de un Dios bueno y misericordioso con el hombre.
c- Pero Jesús no sólo hablaba sino que obraba. Curó a un poseso. Y lo hizo sin temor, tal vez cuando el resto de los presentes hubiera pensado en someter al endemoniado por la fuerza o en retirarse de la sinagoga temerosamente. Pero ésa no es la actitud de Jesús.
Al regresar la gente de la sinagoga, el descanso sabático estaba lleno de Jesús. Todos hablaban de lo que habían presenciado: ¿habían llegado los tan esperados tiempos mesiánicos?
d- Jesús sana a la suegra de Simón. La otra nueva noticia llega a través de las ventanas de las casas del pequeño pueblo. Ella estaba con una fiebre altísima. Jesús se acerca a la mujer y se inclina sobre ella, la toma de la mano y la sana. Sin teatralismo, con una cercanía profundamente humana, tomando en cuenta a la persona.
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997
e- Jesús cura a muchos otros enfermos. Es la expresión de su misericordia. El pequeño pueblo comienza a entusiasmarse. ¿Por qué no llevarle a sus enfermos? Al anochecer, terminado el reposo sabático, comenzó a salir desde todos los puntos del pueblo una procesión de dolientes. Van a la casa de Pedro y de Andrés. Nunca antes se había visto algo así en Cafarnaúm. Las calles bullían como en los días de fiesta grande. Las manos de Jesús eran una bendición: en ellas estaba el espíritu de salud y de vida. Su corazón misericordioso conocía las necesidades de cada uno y las hacía propias. Se estaba cumpliendo lo que profetizó Isaías: «él estaba cargando con nuestros sufrimientos, estaba soportando nuestros propios dolores», 53,4. La gente cantaría entonces esos viejos himnos en honor del Señor, compasivo y misericordioso, que no abandona a su pueblo sino que se vuelve a él: Salmos 126(125): «Cuando el Señor cambió la suerte de Sión», 146(145): «Alaba, alma mía, al Señor»...
f- Y Jesús, de madrugada, se levanta, sale de la ciudad y va a orar aunsitiosolitario.Estabacansadodeeseencuentromultitudinario, de recibir tanta carga, tanto sufrimiento, de comunicar tanta vida. Pero, como había sucedido a la gente del pueblo, también para él había sido una noche de Pascua, del paso salvador de Dios. Y necesita entonces compartir con su Padre esa nueva experiencia del Dios de la vida. Ese sábado había rendido a su Padre un culto en espíritu y en verdad. La gloria de Dios es la vida del hombre.
g- Y vuelven a buscarlo. Pero él no se interesa por su propio éxito ygloria. Parteparaotrossitios paraanunciarelmensaje, paracumplir la misión que le había encomendado su Padre.
EL SENTIDO DE LA LEY EN LA COMPAÑIA
Tengamos ante todo presente dos cosas:
a. Jesús no vino a suprimir la ley y los profetas, sino a darles su pleno valor: Mt 5, 17. Concentra la ley en el doble mandamiento de amar a Dios y al prójimo: Lc 10, 26; la radicaliza identificándola con el deber absoluto de amar: Mt 5, 38-48; la
ley del Espíritu es la que da vida en Cristo Jesús: Rm 8, 2.
b. Insistamos una vez más en la estrecha relación que existe entre la vida de Ignacio (cfr. Autobiografía), los Ejercicios, y las Constituciones.
3. CON LOS ESCRITOS IGNACIANOS Y DOCUMENTOS DE LA COMPAÑIA
1. CONSTITUCIONES: prólogo antiguo (carta de Ribadeneira) que precedía a la primera edición de las Constituciones: Cómo se hicieron y promulgaron. Constituciones de la Compañía de Jesús y Normas Complementarias, 1995, pag. 19-23.
2. El «Proemio» de las Constituciones nos indica ya que las «leyes» que nos van a orientar en el seguimiento de Jesús en la Compañía son leyes espirituales, fruto de la ley del amor: nn. [134, 135]
3. NORMAS COMPLEMENTARIAS a la P. VI: integración de nuestra vida religiosa y apostólica, al servicio de la fe y promoción de la justicia, nn. 223-224; el ecumenismo es una forma de ser cristiano, animada por un gran deseo de comprensión y que busca lo que nos une más que lo que nos separa, n. 268.
4. NORMAS COMPLEMENTARIAS: los Ejercicios anuales, ocasión para leer y meditar las Constituciones: n. 415, 1o.
TEXTOS COMPLEMENTARIOS:
Ver "SPIRITU", "CORDE", "PRACTICE", pag. 129.
Ignacianos N° 21 de 1997
LA «LECTIO DIVINA» O LECTURA
CONTEMPLATIVA
DE LA ESCRITURA
LA «LECTIO DIVINA» MONASTICA:
«Pero la oración ignaciana no termina en la contemplación y el coloquio. Está orientada, dentro de una mística de servicio, a disponernos para en todo amar y servir a Dios nuestro Señor. A conocer y amar a Jesús, a quien contemplamos en los misterios de su vida, para más le servir y seguir (EE. 130). De ahí que a los momentos clásicos de la lectio divina: lectiomeditatio-oratio-contemplatio,nuestra espiritualidadagregue otros otros dos momentos que apuntan a la praxis de la unión con Dios en la acción».
LA «LECTIO DIVINA» IGNACIANA
Se trata de la discretio y de la deliberatio. En otros términos, debo siempre preguntarme cómo ha acontecido Dios en mí, durante la oración o contemplación, y acerca de lo que he de hacer para que mi amor se pueda «poner más en las obras que en las palabras» (EE. 230). San Ignacio nos dice por su parte: «Después, reflictiendo, sacar algún provecho espiritual» (EE. 116,3).
DONDE NO ESTA Y DONDE ESTA JESUS
LAS DOS BANDERAS
«Tengan cuidado de que nadie los engañe...Si entonces alguien les dice: miren, aquí está el Mesías, o miren...allí está, no lo crean...», Mt 24,4-5 y 24,23-26... "porque el Reino de Dios ya está entre ustedes" (Lc. 17,21).
1. CON LOS EE.:
Preámbulo para considerar estados: n. 135; algunas reglas de discreción de espíritus = el combate espiritual del cristiano (Ef 6, 1020): n. 325; soledad, engaño y apertura: n. 326; aprender a conocernos: n. 327; el ángel de luz: nn. 332-333; las dos banderas: nn. 136-148.
N.B. Características de una «justa y necesaria maduración y realización de sí mismo» (Juan Pablo II, Pastores Dabo Vobis, n. 43), necesaria para toda sana elección:
- Aprender a conocernos como somos;
- Saber dar tiempo al tiempo;
- Cambiarnos a partir de nosotros mismos;
- Tomar la debida distancia de las «imágenes condicionantes»;
- Manejar correctamente nuestra sensibilidad.
- Petición: (EE. 139).

2. CON LA ESCRITURA:
Dónde no está Jesús: Codicia: tener para mí (ojo a mis puntos fuertes). Vano honor del mundo: la alabanza, el servicio y la gloria de mi mismo. Soberbia: no necesito de Dios y del hermano “llamo dioses a las obras de mis manos”.
Donde nos apoderamos de la vida y de lo que somos y tenemos para nuestro propio provecho y no para comunicarlo a los demás. Las riquezas (no sólo el dinero), la fama, el poder. «¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde la vida?», Mc 8,36. N.B. «Vida», en griego = vida, alma o uno mismo.
Dónde está Jesús: Pobreza espiritual (pobres por el espíritu) y Actual deseo de oprobio: rechazo instintivo; “si fuere servido y me quiere elegir”. Es la imagen, el prestigio. Humildad: ponernos en nuestro sitio; libertad; magis.
Donde nos abrimos cordialmente para entregarnos con lo que somos y tenemos a Dios y a los demás. «Porque del mismo modo, el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate de una multitud», Mt 20,28.
a) Crisis y confirmación: Mc 8,31 a 9,13. Gustemos interiormente estos pasajes por medio de una lectura contemplativa de la Escritura. Pedro declara que Jesús es el Mesías, pero lo imagina a su gusto e interés; Jesús anuncia su entrega a los hombres a través de su muerte; Jesús reprende a Pedro; Jesús se transfigura para indicar que, a pesar de lo que piensen sus discípulos de El, sí es el Hijo amado del Padre y que ellos deben escucharlo.
b) Los tres coloquios: 147
c) Los verdaderos valores del reino de Dios: Mt 5,3-12 y Lc 6, 20-26.
d) La manera de ser de Jesús: Flp 2,5-11.
e) El diablo pone a prueba a Jesús: Mt 4,1-11.
f) Oración para alcanzar la sabiduría: Sab 8-17 a 9,18.
g) Con los Salmos: 1, «Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos»; 15(14) «Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti»; 37(36): «No te exasperes por los malvados, no envidies a los que obran el mal».
3. CON LOS ESCRITOS IGNACIANOS Y DOCUMENTOS DE LA COMPAÑIA:
1. AUTOBIOGRAFIA: el «enemigo de natura humana», las tentaciones de Ignacio en Manresa, y el modo como las discernió y afrontó: nn. 19-27.
2. CARTAS DE IGNACIO sobre el discernimiento espiritual, a Sor Teresa Rejadell, (18.06.1536) y (11.09.1536), Oc., pags. 657-663
3. EXAMEN: textos fundamentales que Ignacio no teme proponer a la consideración de los candidatos a la Compañía, cap. 4, nn. [101-103].
4. NORMAS COMPLEMENTARIAS a la P. V: lo contrario de la búsqueda de los honores y del prestigio: de los votos simples de los Profesos solemnes, n. 134, pag. 310 y nn. 137-142.
5. NORMAS COMPLEMENTARIAS a la P. VI: nuestra consagración es seguimiento de Cristo pobre virgen y obediente y repudio profético de los ídolos que el mundo esta siempre dispuesto a adorar, n. 143, 1; nuestros votos nos hacen libres, 143, 2; nuestra castidad es apostólica, n. 144, 1-3.
6. NORMAS COMPLEMENTARIAS a la P. VII: condiciones par la misión, su dinámica subyacente y talante del jesuita que pro mueven estas condiciones, n. 246, 1-8; condiciones para po-
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997
der asumir, con realismo y responsabilidad, compromisos en el plano social y colectivo, n. 249.
7. NORMAS COMPLEMENTARIAS a la P. IX: ejercicio de la autoridad como servicio de parte del superior a ejemplo de Cristo, n. 349, 1 y 2; la caridad discreta en el ejercicio de la autoridad por parte del superior, sin afectos desordenados, n. 352; los superiores y directores de obra deben consultar el discernimiento comunitario a los otros, dejar espacios de libertad y urgir lo determinado, n. 354, 1 y 2.
8. CG. 34: los sacerdotes jesuitas han de evitar en sus ministerios modos de proceder contrarios al Evangelio: riqueza y éxito, honores y reconocimiento, poder, orgullo y prestigio: dto. 6, «El jesuita sacerdote», n. 17; el «enemigo de natura humana» y los costos de su acción en la vida humana y en el medio ambiente: dto. 3, «Nuestra misión y la justicia», nn. 8-9.
9. P. KOLVENBACH: el rostro de Cristo contemplado en nuestra oraciónpersonal¿esrealmenteelCristoentero? ¿Noseránuestra oración la del "segundo binario"?... (P. Kolvenbach, "La vida en el espíritu en la Compañía, 26, III, 89).
LA LIBERTAD ANTE LAS
«AFFECCIONES DESORDENADAS»
LOS TRES BINARIOS
«Jesús les preguntó: ¿qué opinan ustedes de esto? Un hombre tenía dos hijos, y le dijo a uno de ellos: hijo, ve hoy a trabajar a mi viñedo. El hijo le contestó: ¡no quiero ir! Pero después cambió de parecer, y fue. Luego el padre se dirigió al otro, y le dijo lo mismo. Este contestó: sí, señor, yo iré. Pero no fue. ¿Cuál de los dos hizo lo que su padre quería?», Mt 21,28-31.
1. CON LOS EE.:
Debemos pedir que nuestro afecto esté arraigado en Jesús pobre: n. 157; los tre binarios: nn. 149-157; este ejercicio ocupa el lugar de la última repetición del día: n. 148; es en clave de oración de súplica: n. 156; pedir en los coloquios (aunque sea contra la carne) ... sólo que sea servicio y alabanza de su divina bondad: n. 157.
EL SENTIDO DEL EJERCICIO DE LOS 3 BINARIOS:

Es un «test» acerca de nuestra afectividad. El afecto, las «affecciones desordenadas», el miedo, el legalismo, tienden a manipular a Dios. Consiguientemente condicionan el ejercicio de la libertad, necesario para toda buena elección.
a- El primer binario decide no ser libre. Es, quizás, el menos peligroso porque no se engaña.
b- El segundo binario o grupo de hombres es el más peligroso: tienden una «trampa». Aunque las ideas están claras el problema no está resuelto. El afecto desordenado es mentiroso, nos ofusca. Cuando deseamos desordenadamente una cosa,
Ignacianos N° 21 de 1997
ésta nos alucina, no nos deja ser libres. Entonces pretendemos manejar a Dios: «quiere quitar el affecto, mas ansí le quiere quitar, que quede con la cosa acquisita, de manera que allí venga Dios donde él quiere». Somos hábiles para percibir el engaño en los demás, no nuestros errores, que justificamos perfectamente.
c- El tercer binario es el característico de la libertad: «no le tiene afección a tener la cosa acquisita o no la tener». Fijémonos bien que no se trata de decir simplemente: «ya no quiero saber nada de esto». Lo que tengo que hacer es usar de mis potencias naturales libre y tranquilamente, «según que Dios nuestro Señor le pondrá en voluntad (para Ignacio todo es gracia, 'acontecer' de Dios en nosotros, con tal de que nos 'dispongamos'), y a la tal persona le parescerá mejor para el servicio y alabanza de su divina majestad» (notemos el profundo respeto de Ignacio por el hombre: éste nunca desaparece simplemente ante Dios).
LOS 3 COLOQUIOS: EE, 156-157.
2. CON LA ESCRITURA:
a) Jacob lucha con un ángel: Gn 32,22-32.
b) La oración para pedir la Sabiduría: Sab 8,21 a 9,18.
JESUS, TRANSPARENCIA E IMAGEN
DEL PADRE EN EL EVANGELIO
EL PASTOR Y SUS OVEJAS
«Que el Dios de la paz, que resucitó de la muerte a nuestro Señor Jesús, el gran Pastor de las ovejas, quien con su sangre confirmó su alianza eterna, los haga a ustedes perfectos y buenos en todo, para que cumplan su voluntad; y que haga de nosotros lo que él quiera, por medio de Jesucristo»: Heb 13, 20-21.
1. CON LOS EE.:
«Juntamente contemplando su vida (comenzaremos) a investigar y a demandar en qué vida o estado se quiere servir su divina majestad»: 135; «demandar lo que quiero... conoscimiento interno del Señor que por mí se ha hecho hombre, para que más le ame y le siga»: nn. 104105.
2. CON LA ESCRITURA:
El pastor y sus ovejas: Jn 10,1-21.
a) “El buen pastor da la vida por sus ovejas” Esta expresión, repetida varias veces en el pasaje de Juan, es la “clave” del texto. Se trata para nosotros y de acuerdo con Jesús, de entregarnos, de servir. No se trata únicamente del martirio: la vida la debemos dar gota a gota en disponibilidad incondicional a nuestra misión. Es todo lo contrario del pastor que se apacienta a sí mismo: Ez 34.

b) «Así como mi Padre me conoce a mí y yo conozco a mi Padre, así también yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí». Se trata de un conocimiento adquirido por experiencia inmediata, no a través de una mera información lle-
Ignacianos N° 21 de 1997
gada desde fuera. Nos es imprescindible el contacto directo con la gente. Aquí cobran toda su fuerza para el jesuita el «ministerio de la conversación» y del diálogo. Conversación y diálogo a la manera de Jesús: con ricos y pobres, con intelectuales y con personas sencillas, con creyentes y no creyentes, con católicos y miembros de otras confesiones y religiones, con hombres y mujeres, con gente buena y con los pecadores.
No se trata, como hemos dicho, de un conocimiento meramente intelectual o de oídas. Debe ser, sobre todo, afectivo, cariñoso. Los profetas no temieron acudir a la imagen de la unión matrimonialparadescribir asíelanunciodeunnuevocomienzo de la relación de Dios con su pueblo: «Israel, yo te haré mi esposa para siempre, mi esposa legítima, conforme a la ley, porque te amo entrañablemente. Yo te haré mi esposa y te seré fiel, y tú entonces me conocerás como el Señor»: Os 2,19-20; 6,6; 10,12.
c) «También tengo otras ovejas que no son de este redil; y también a ellas debo traer». El buen pastor busca a esas ovejas, a aquéllas que están más allá de los límites del propio redil. Esto vale también para nosotros en cualquier misión que nos haya otorgado la Compañía: como Superiores, en el apostolado con los laicos, etc.
Hay mujeres y hombres que aún no conocen a Jesucristo, que buscan en sombras e imágenes al Dios desconocido, que reciben de El la vida, la inspiración y todas las cosas; y el Salvador quiere que todos los seres humanos se salven. «Cuanto hay de bueno y verdadero entre ellos, la Iglesia lo juzga como una preparación del Evangelio y otorgado por quien ilumina a todos los hombres para que al fin tengan vida»: Lumen Gentium, n. 16.
3. CON LOS ESCRITOS IGNACIANOS Y DOCUMENTOS DE LA
COMPAÑIA:
1. AUTOBIOGRAFIA: Ignacio aparece por doquier 'conversando' de las «cosas de Dios», por ejemplo, en el n. 65.
2. FORMULAS DEL INSTITUTO aprobadas por Paulo III y Julio III: el ministerio de la palabra, n. I.
En relación con la misión de los Superiores
3. CONSTITUCIONES, P. IX: De lo que toca a la cabeza y gobierno que de ella desciende, Cuál haya de ser el Prepósito General, nn. [723-735]; P. VI: De lo que toca a los ya admitidos o incorporados en la Compañía cuanto a sí mismos, cuenta de conciencia y misión apostólica: n. [551].
4. NORMAS COMPLEMENTARIAS a la P. IX, De las obligaciones comunes de los Superiores, de la ayuda que prestan a los Superiores sus Consultores y Oficiales, de las cartas de oficio y otros documentos, nn. 349-361.
En relación con el laicado
5. NORMAS COMPLEMENTARIAS a la P. VII: De nuestra colaboración con los laicos en la misión, nn. 305-310; la promoción de la justicia para con las mujeres y el fomento de su presencia en nuestros ministerios y obras apostólicas y en el proceso de toma de decisiones: n. 247,2o.
6. CG. 34, La necesidad de crear comunidades de solidaridad: dto. 3, «Nuestra misión y la justicia», n. 19; cierta inserción en el mundo de los pobres debe formar parte de la vida de todo jesuita: dto. 3, nn. 17-18; el diálogo, conversación espiritual entre iguales: dto. 4, «Nuestra misión y la cultura», n. 17; la Compañía y el diálogo interreligioso: dto. 5, nn. 142-146; dto. 13, «Colaboración con los laicos en la misión»; dto. 14, «LaCompañía y la situación de la mujer en la Iglesia y en la sociedad»; Compañerismo con otros: dto. 26, «Características de nuestro modo de proceder», nn. 15-17.
TEXTOS COMPLEMENTARIOS:
Ver UNA "APLICACIÓN DE SENTIDOS", pag. 131.
«LOS AMIGOS MIOS EN EL SEÑOR»
LA VIDA DE LA COMUNIDAD
«Nuestros muy queridos hermanos Bernabé y Pablo, que se han dedicado por completo a la causa de nuestro Señor Jesucristo": Hch 15, 26.
1. CON LOS EE.:
«Del llamamiento de los apóstoles» o un proceso de formación para la fraternidad: n. 275; para ejercitarnos en la contemplación: «mirar, advertir y contemplar lo que hablan...; mirar y considerar lo que hacen; después reflitiendo, sacar algún provecho spiritual»: nn. 114116.
2. EL GRUPO DE LOS 12 COMO SIGNO Y PARABOLA PARA ISRAEL Y PROTOTIPO DEL CORAZON DE LA IGLESIA: LA VIDA CONSAGRADA
.

a- La verdadera evangelización supone la existencia de una comunidad. Un grupo rabínico de discípulos consistía no solo en el estudio teórico sino en la puesta en práctica de la voluntad de Dios a partir de lo concreto cotidiano. Lo mismo acaeció con el grupo de Jesús; y, esto, tanto más, cuanto que El con-
cebía la vida misma de sus seguidores íntimos como una predicación significativa para todo Israel. Los 12 primero escuchan y aprenden de Jesús que está en medio de la gente y la escucha, y luego enseñan y obran.
b- Numerosos pasajes evangélicos relacionados con la predicación de Jesús al pueblo cobran todo su sentido y vigor cuando se los escucha primero en medio de la comunidad pre-pascual de los 12: «¿cuántas veces deberé perdonar a mi hermano?» Mt 7,3 y Lc 17,3-4; «¿quién es el más importante?»: Mc 9,33-37; «el que no está contra nosotros, está a nuestro favor»: Mc 9,39; la corrección fraterna: Lc 17,3-4; no pretendan «que la gente los llame maestros»: Mt 23,8; etc.
c- Las preguntas de los apóstoles
3. CON LA ESCRITURA:
El sermón sobre la vida de la comunidad: quién es el más importante?, la parábola de la oveja perdida, cómo se debe perdonar al hermano: Mt 18,1-35.
4. CON LOS ESCRITOS IGNACIANOS Y DOCUMENTOS DE LA COMPAÑIA:
1. CARTA DE IGNACIO a Juan de Verdolay (24.07.1537): «los amigos míos en el Señor»: Oc., 6a. edición, 1997, pag. 738.
2. CONSTITUCIONES Y NORMAS COMPLEMENTARIAS: Pronunciamos los votos delante de los de la casa; nace así una mutua responsabilidad: P. V, cap. 3, [525, 533]; y nn. 131,1o. y 132.
3. NORMASCOMPLEMENTARIASalaP.VI:delasolicitudfraterna (manifestación de los defectos y corrección fraterna), nn. 235236.
4. NORMAS COMPLEMENTARIAS a la P. VIII: de la unión de las ánimos y de la vida de comunidad en la Compañía, nn. 311-330
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997
5. CG. 34: Los amigos en el Señor: dto. 1, «Unidos con Cristo en la misión», n. 10; somos una comunidad en solidaridad con los pobres: dto. 2, «Servidores de la misión de Cristo», n. 9; la importancia de la vida fraterna para la castidad: dto. 8, «La castidad en la Compañía de Jesús», n. 21; un ritmo de vida comunitaria equilibrado: dto. 8, n. 22; nuestras comunidades deberíanhacer suyaunahospitalidadprofundamentecristiana:dto. 8, n. 23; un objetivo importante del discernimiento comunitario debe ser nuestro estilo de vida: dto. 9, «Pobreza», n. 12b.
TEXTOS
COMPLEMENTARIOS:
Ver INVOCACION A JESUCRISTO MODELO, pag. 133.
TERCERA SEMANA
EL AMOR DE DIOS LLEVADO
HASTA EL EXTREMO
LA EUCARISTIA
«El siempre había amado a los suyos que estaban en el mundo, y así los amó hasta el fin»: Jn 13, 1.
1. CON LOS EE.:
La contemplación de la Cena como «fundamento» del Misterio Pascual: nn. 190-199 y 289; la unidad del misterio: n. 206, 6a. adición: «trayendo en memoria frequente los trabajos, fatigas y dolores de Christo nuestro Señor, que pasó desde el puncto que nasció hasta el misterio de la passión en el que al presente me hallo».
2.
CON LA ESCRITURA
:
a) Los textos evangélicos con los que Ignacio «compone» la contemplación de la Cena (EE. 289): La Cena del Señor: Mt 26, 2030; y Jesús lava los pies de sus discípulos: Jn 13, 1-30.
N.B. En el n. 289 de los EE. San Ignacio pone de manifiesto: - la 'kénosis', el despojo y la humildad de Jesús; - el amor entendido como servicio; - la fuerza del «enemigo de natura humana» que es vencido por el amor y la entrega de Jesús.
- la necesidad del sacramento.
b) La Eucaristía y la solidaridad con la comunidad: 1 Co 10,14-17 y 11,17-22.
N.B. Participar de la Eucaristía no es sólo un acto personal, conlleva una responsabilidad comunitaria muy seria:
- «Comulgar» con Jesús es ciertamente ser recibidos en El;

- «Comulgar» es estar de acuerdo con El;
- Participar del «cuerpo entregado» nos incorpora en el cuerpo de Cristo para hacer comunidad con él;
- Participar de la «sangre derramada» nos ha de conducir, asimismo, a dar gota a gota, nuestra vida por la comunidad.
c) Jesús en el sagrario:
Escribía el P. Arrupe:
«Muchas veces durante estos últimos años he oído decir: ‘para qué las visitas al Santísimo, si Dios está en todas partes’. Mi respuesta, a veces tácita, es: ciertamente no saben lo que dicen; no hay duda que Dios está en todas partes, pero venid y ved (Jn 1,39) donde el Señor habita: ésta es su casa. Apelo no a argumentos y discusiones, sino a la experiencia que se vive en esa habitación del Señor: el que tiene experiencia se expresa con inteligencia (Si 34,9)»: "La Misa en mi catedral».
El sagrario no es simplemente una «caja para guardar hostias». Es el camino que nos conduce a una triple experiencia del Señor:
Ignacianos N° 21 de 1997
- Experiencia del Otro, de alteridad, de adoración: "Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien porque lo soy».
- Experiencia de cercanía y de amistad: «Ya no los llamo siervos sino amigos».
- Experiencia de fidelidad: «¿Ni siquiera una hora pudiste mantenerte despierto? Manténgase despiertos y oren, para que no caigan en la tentación. Ustedes tienen buena voluntad pero son débiles».
3. CON LOS ESCRITOS IGNACIANOS Y DOCUMENTOS DE LA COMPAÑIA
1) AUTOBIOGRAFIA: eucaristía en Manresa: nn. 20 y 29.
2) DIARIO ESPIRITUAL: la Eucaristía es el eje mismo de su Diario: nn. 6, 7, 75, 77...; en la Misa el movimiento ascendentedescendente es característico de la mística ignaciana. El ir de la altura del Padre a la profundidad de las criaturas por «medio» del Hijo y de María, constituye para Ignacio una verdadera «mística de mediadores». Es fruto de la síntesis armónica que contempló en el Cardoner. También en este sentido Ignacio es un «peregrino» que sube y baja de las alturas de la divinidad y abrazaunaconcepcióndinámicadelaespiritualidadydelmundo: nn. 28-30, Oc., pag. 367; la carne de María en la de su Hijo: n. 31, Oc., pags. 367-368.
3) CONSTITUCIONES: Los votos se pronuncian en la Eucaristía: P. V, cap. 3, nn. [530], [531], [540]; y Normas Complementarias a la P. V: nn. 131, 1o. y 132.
4) NORMAS COMPLEMENTARIAS a la P. IV: fomentar la experiencia espiritual en la formación alimentada cada día con la Eucaristía, n. 65
5) NORMAS COMPLEMENTARIAS a la P. VI: L a Eucaristía centro y fuente de unión de nuestra comunidad: n. 227,1; la
eucaristía diaria, centro de nuestra vida religiosa y apostólica y aprecio por el diálogo cotidiano con Cristo nuestro Señor en la visita al Santísimo Sacramento: n. 227, 2.
6) NORMAS COMPLEMENTARIAS a la P. VIII: la comunidad es también una koinonía, una estrecha participación de vida y de bienes con la Eucaristía como centro, n. 315; foméntese comunidades de sacerdotes, hermanos y escolares en las que compartiendo la Eucaristía... nos hagamos aútenticos amigos en el señor y nos sintamos corresponsables unos a otros en el seguimiento de Jesús y en la misma misión, n. 326, 3.
7) CG. 34: la amistad personal con Cristo, mantenida por la comunión eucarística, nos capacita para lograr la unión de ánimos prevista en la Parte VIII de nuestras Constituciones: dto. 1, «Unidos con Cristo en la misión», n. 11; el sacerdote jesuita y la celebración eclesial de la Eucaristía: dto. 6, «El jesuita sacerdote...», n. 22; la celebración de la Eucaristía debería ocupar el centro de la vida del jesuita: dto. 8, «La castidad en la Compañía de Jesús», n. 19.
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997
LA PASION «EN SECRETO»
GETSEMANI
«Mientras Cristo estuvo viviendo aquí en el mundo, con voz fuerte y muchas lágrimas oró y suplicó a Dios, que tenía poder para librarlo de la muerte; y por su obediencia, Dios lo escuchó. Así que Cristo, a pesar de ser Hijo, sufriendo aprendió lo que es la obediencia; y al perfeccionarse de esa manera, llegó a ser fuente de salvación eterna para todos los que lo obedecen, y Dios lo nombró Sumo Sacerdote de la misma clase que Melquisedec»: Heb 5,7-10.
1. CON LOS EE.:
Considerar el pecado ya no en nosotros sino ante todo desde la persona de Jesús: la petición: n. 203; «la unidad del misterio» que se da entre la 2a. y la 3a. semanas: nn. 116 y 206; las 3 «claves» para orar la 3a. semana: nn. 195, 196, 197; los misterios desde la Cena hasta el Huerto: n. 290; «considerar» a ratos por todo el día las tre maneras de humildad haciendo los tres coloquios: nn. 164168.
2. CON LA ESCRITURA:
La pasión en secreto corresponde al pasaje evangélico de Getsemaní en donde se pone de manifiesto la entrega fiel de Jesús a la voluntad del Padre.
a) Getsemaní: Lc 22,39-53; y los textos paralelos en Mt 26, 36-56 y Mc 14,32-52.
N.B. La purificación de las imágenes que podemos tener de Dios:
- Nuestro Dios es 'débil': locura y escándalo para judíos y griegos:
- Es un Dios al que el amor lo hace impotente para impedir (porque respeta nuestra libertad que es la condición para el amor) que otros se pierdan o que lo abandonen;
- No es un Dios distante: se implica a fondo en nuestra realidad;
- Es un Dios buen samaritano: se compadece del pecador y no quiere hacer bajar fuego del cielo sobre los que no lo aceptan;

- Tenemos que aprender a vivir el problema del dolor, de la marginación y de la pobreza desde el Dios-hombre que experimentó nuestros mismos dolores y pasividades: «¿Es que tú no temes a Dios, tú que sufres la misma condena?»: Lc 23,40.
b) El sacrificio de Cristo: Hb 10,5-7, y Sal 40(39).
c) Con los Salmos puestos en los labios de Jesús: 22(21): «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»; 39(38): «Yo esperaba con ansia al Señor»; 69(68): ¡«Dios mío, sálvame»!.
1) CARTA DE IGNACIO a Juan III de Portugal (15.03.1545). Oc., pags. 699-700, en donde cuenta las persecuciones y procesos que pasó en su vida anterior.
2) AUTOBIOGRAFIA, los procesos de Ignacio tenidos en España: (Alcalá) nn. 57-63; (Salamanca) nn. 64-71.
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997
3) CG. 34: trabajar con Cristo bajo la cruz: dto. 2, «Servidores de la misión de Cristo», n. 4.
4) EXAMEN [101-103], Los grados o maneras o niveles de humildad.
TESTOS COMPLEMENTARIOS:
Ver LA MISA EN "MI CATEDRAL", pag. 137.
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997 73
«LO QUE CHRISTO NUESTRO SEÑOR PADECE
EN LA HUMANIDAD»: EE. 195
LA PASION «PUBLICA»: LOS TESTIGOS DE LA PASION
«El capitán romano, que estaba frente a Jesús, al ver que éste había muerto, dijo: Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios»: Mc 15, 39.
1. CON LOS EE.:
La petición: n. 203; las 3 «claves» para orar la 3a. semana: nn. 195, 196, 197; «offrecer la elección para que su divina majestad la quiera rescibir y confirmar": n. 183; la «consideración» de las tre maneras de humildad o de amor: nn. 164-168; los textos ignacianos sobre la pasión «pública»: nn. 291-298.
N.B. ¿Por qué murió y sufrió Jesús?
- Porque fue muy querido por la gente. Tuvo amigos muy distintos: Zaqueo, María Magdalena, Marta y María, pecadores y publicanos, Nicodemo, los pobres... Esto despertó celos e incomprensiones;

- porque criticó abiertamente las falsas actitudes y la hipocresía de quienes tenían influjo y poder;
- porque denunció una manera de pensar y de actuar de muchos que creían que la ley era más importante que el amor;
- porque admitió en su compañía a los que la sociedad, la religión y la cultura de su patria y de su tiempo despreciaba religiosa y civilmente: los publicanos, las prostitutas, los leprosos, las mujeres...; y, porque con palabras y obras de
Ignacianos N° 21 de
misericordia, mostró a todas esas personas marginadas que el Padre-Dios sí los quería;
- porque antepuso su autoridad a la de Moisés;
- porque dijo que él era el Hijo de Dios: «El sumo sacerdote volvió a preguntarle: ¿eres tú el Mesías, el Hijo de Dios bendito? Jesús le dijo: sí, yo soy... Todos estuvieron de acuerdo que era culpable y debía morir»: Mc 14,61-64,
- porque el pueblo de Israel que esperaba ciertamente un Mesías, nunca se imaginó que ese Mesías fuera un Dios hecho hombre;
- porque, en resumen, obrando como obró Jesús, produjo una crisis radical. Mostró que al Dios de la vida le producía más gozo un solo pecador que se convierte que no noventa y nueve justos que creen no tener necesidad de conversión. Por todo eso se ganó muchos enemigos que no se resignaban a perder sus privilegios: «Entonces los jefes de los sacerdotes decidieron también matar a Lázaro, porque por causa suya muchos judíos se estaban separando de ellos para creer en Jesús»: Jn 12,1011.
N.B. ¿Podría el Padre haber actuado diferentemente con Jesús?
En un mundo de pecado como el nuestro, y supuestos el respeto que Dios tiene por la libertad del hombre y la manera como tomó en serio la Encarnación: ¡no!
2. CON LA ESCRITURA:
La pasión pública corresponde a la Cena y a los misterios de la pasión de Jesús que nos muestran su entrega a sus discípulos y a los hombres todos.
A. Como «telón de fondo»: el 4o. cántico del siervo sufriente: Is 52,13 a 53,12.
B. Los testigos de la pasión de Jesús:
a) La autoridad religiosa: Caifás y Anás: Mt 26,57-67; (EE. 291-292). El dolor de Jesús: ser condenado por los representantes de su Padre, por los que deberían saber discernir la voluntad de Dios.
b) El poder del placer y del dinero: Herodes: Lc 23,6-12; (EE. 294-295). El dolor de Jesús: la vergüenza ante la burla y el manto color púrpura.
c) El poder político: Pilato: Jn 18, 28-19,16; (EE. 294-296). El dolor de Jesús: como sucede hoy en el mundo con tantas personas: el ver que actúa injustamente con él.
d) El pueblo y los soldados: Mc 15,6-15; (EE. 292-293, 295). El dolor de Jesús: la ingratitud y el dolor físico. Recordemos a los encarcelados, a los desplazados, a los enfermos, a los que no se les respetan sus derechos...
e) Los compañeros de Jesús: Lc 22,54-62; (EE. 291, 2o. y 3o). El dolor de Jesús: la amistad traicionada. Y, sin embargo, aun en su sufrimiento, Jesús es el amigo fiel. Dato interesante del evangelista Lucas: «entonces el Señor se volvió y miró a Pedro»; y, después de esto: «le taparon a Jesús los ojos»: Lc 22, 61-63.
f) María y otras mujeres: Jn 19,25-27; (EE. 297, 1o. y 298, 1o). «Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, y la hermana de su madre, María,esposade Cleofás, y MaríaMagdalena. Cuando Jesús vio a su madre, y junto a ella al discípulo a quien él quería mucho, dijo a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego le dijo al discípulo: Ahí tienes a tu madre. Desde entonces, ese discípulo la recibió en su casa»: Jn 19,25-27.
g) El Padre: Mt 27,46 y Lc 23,46. Es el gran testigo de la pasión de su Hijo. El Padre está en silencio. No suprime el mal y el
pecado; pero se hace presente a ellos a través del Hijo, y los vence con el amor.
C. El costado abierto: Jn 19,31-37. El amor del Corazón de Cristo se manifiesta en la pasión. De ahí brotarán el Espíritu, los sacramentos: bautismo y eucaristía.
D. Orar con los Salmos puestos en boca de Jesús y de los hombres y mujeres de nuestro tiempo: 22(21): «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»; 27(26): «El Señor es mi luz y mi salvación»; 69(68): «Dios mío, sálvame».
3. CON LOS ESCRITOS IGNACIANOS Y DOCUMENTOS DE LA COMPAÑIA:
1. FORMULA DEL INSTITUTO, cap. I pags. 27-28: trabajar con Cristo bajo la cruz.
2. AUTOBIOGRAFIA, los procesos de Ignacio tenidos fuera de España: (París), nn. 81 y 86; (Venecia), n. 93; (Roma), nn. 97-98.
3. NORMAS COMPLEMENTARIAS a la P. VII, Corazón Smo. de Jesús, n. 276, 1; a la P. X, n. 410, 1.
4. CG. 34, «aunque Cristo Resucitado está ya en su gloria, por la Cruz se hace presente en el sufrimiento que sigue habiendo en el mundo por el cual murió», dto. 2: «Servidores de la misión de Cristo», n. 4; la situación de los sacerdotes ancianos: dto. 6, «El jesuita sacerdote...», n. 29; el Apostolado de la Oración: dto. 13, «Colaboración con los laicos en la misión», n. 17, (nuestros mártires).
TEXTOS COMPLEMENTARIOS:
Ver ENTREVISTA AL P. ARRUPE, pag. 147.
Ver PARA LA "CONSIDERACION" DE LOS TRES GRADOS DE HUMILDAD O DE AMOR: EE. nn. 164-168, pag. 149.
Ignacianos N° 21 de 1997 77
CUARTA SEMANA
LA VIDA NUEVA EN EL SEÑOR: LAS
APARICIONES A LOS DISCIPULOS Y A TOMAS
INTRODUCCION: el amor resucitado y consolador de Dios.
«Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, pues él es el Padre que nos tiene compasión y el Dios que siempre nos consuela. El nos consuela en todos nuestros sufrimientos, para que nosotros podamos consolar también a los que sufren, dándoles el mismo consuelo que él nos ha dado a nosotros. Porque así como los sufrimientos de Cristo se desbordan sobre nosotros y nosotros sufrimos con él, así también por medio de Cristo se desborda nuestro consuelo. Pues si nosotros sufrimos, es para que ustedes tengan consuelo y salvación; y si Dios nos consuela, también es para que ustedes tengan consuelo y puedan soportar con fortaleza los mismos sufrimientos que nosotros padecemos»: 2 Co 1, 3-6.
1. CON LOS EE.:
La petición de gozo interno en el Señor: n. 221; las dos «claves» o ayudas para orar la 4a. semana: nn. 223-224; las adiciones para la 4a. semana: n. 292; la aparición a los discípulos: n. 304.
2. CON LA ESCRITURA:
N.B. El «telón de fondo» para las contemplaciones de la 4a. Semana lo constituyen las apariciones. Nuestra experiencia de fe se apoya-
rá por tanto en la de esos testigos cuyas vidas se transformaron a partir de la experiencia del resucitado: «Pues bien, Dios ha resucitado a ese mismo Jesús, y de ello todos nosotros somos testigos»: Hch 2,32; 3,15, 1 Co 15,1-8.
Nosotros necesitamos todavía aprender a ver y a apropiarnos de la experiencia de Cristo resucitado, del Señor que vive hoy entre nosotros.Alhacerestascontemplacionesnonos quedemos únicamente en lo que los testigos escogidos por Dios experimentaron: lo más importante es que nos dejemos interpelar y transformar personalmente, en el hoy de nuestravida y apostolado,porel mensajeque las apariciones contienen: paz, confianza en el Señor, fuerza apostólica, amor por la Iglesia...
























































































































a) Jesús se aparece a los discípulos y a Tomás: Jn 20,19-29 y Lc 24, 36-49.
b) Telón de fondo:Colosenses, I, 9-20 y Co. 15.
c) Con los Salmos, para «me alegrar y gozar intensamente de tanta gloria y gozo de Christo nuestro Señor»: 16(15): «Protégeme, Dios mío que me refugio en ti»; 30(29): «Te ensalzaré, Señor, porque me has liberado»; 115(114): «Amo al Señor porque escucha mi voz suplicante». 3.
1. AUTOBIOGRAFIA: n. 99: Ignacio iba creciendo en devoción y en facilidad de encontrar a Dios en todas las cosas.
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997
2. CG. 34, el Cristo Resucitado y la acción de su Espíritu: dto. 2, «Servidores de la misión de Cristo», nn. 4-7, ; la misión de la Compañía como servicio a Cristo Crucificado y Resucitado investiga cómo el Señor se hace presente en la diversidad de las experiencias culturales humanas: dto. 4: «Nuestra misión y la cultura», n. 8; el Misterio Pascual ilumina toda la historia humana: dto. 4, nn. 15-16; el diálogo tiende la mano al misterio deDiosactivoenlosotros:dto.5:«Misiónydiálogo interreligioso», nn. 7-8; la castidad es un aviso profético de que hemos sido creados para una vida futura con Dios: dto. 8, «La castidad en la Compañía de Jesús», n. 8.
TEXTOS COMPLEMENTARIOS:
Ver ORACION A NUESTRA SEÑORA, pag. 153.
LA «CONTEMPLACION DEL RECUERDO» O LA EXPERIENCIA QUE PEDRO
Y JUAN
TIENEN DE JESUS
«Por tercera vez le preguntó: ¿Simón hijo de Juan, me quieres? Señor tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero..., Jesús le dijo: cuida de mis ovejas»: Jn 21, 17.
1. EL SENTIDO Y LA FINALIDAD DE ESTA CONTEMPLACION.
Este pasaje es como un epílogo eclesial al Evangelio de Juan. Se trata entonces de profundizar y gustar interiormente, y a la luz de la resurrección, el fundamento y las consecuencias eclesiales de nuestra vocación. No sólo tenemos que amar y seguir a Jesús. Es preciso también que sepamos quererlo y encontrarlo en la Iglesia, su esposa.
2. CON LOS EE.:
Las indicaciones para orar son las mismas de la contemplación anterior. Ignacio nos daba un consejo: «Mirar y contemplar las personas como si presente me hallase; y después reflexionar en mi interior para sacar algún provecho»: (EE. 114). Pongámonos pues, ahí, junto al lago de Tiberíades. Conversemos con Jesús, con Pedro, con Juan, con los demás discípulos. Hagámosles preguntas; miremos sus reacciones y sentimientos... Si es preciso dediquemos algún tiempoa perfilar nuestra reformade vida, y pidamos a Dios que la confirme.
3. CON LA ESCRITURA:
Jesús se aparece a siete de sus discípulos: Jn 21,1-14.

Palabras de Jesús a Simón Pedro: Jn 21,15-22.
El discípulo a quien Jesús quería mucho: Jn 21,20-25.
Comentarios a estos pasajes.
A - La aparición a los 7 discípulos en el lago de Tiberíades.
a- El escenario: Allí donde había pedido Jesús a Pedro y a Juan que lo siguieran: Mt 4, 18-22.
b- La pesca: El Señor resucitado acontece en donde se vive y se trabaja.Esanochenopescaronnada. Jesúslos 'consuela' como suelen hacerlo los verdaderos amigos: «no podían sacar la red por los muchos pescados que tenían». La escena nos recuerda también quenuestra vocación esla de ser pescadoresde hombres: Mt 4,18-22; Mc 1,16-20. Después de la Pascua tendremos la fuerza «para trabajar con El», como lo pedimos en el ejercicio del Reino.
c- Juan reconoce al Señor: Comenzaba a amanecer: ¡es la luz! La experiencia que Juan ha tenido de Jesús, y su amor por El, no lo engañan. Es como el 'instinto espiritual', “sensus Christi” que encontramos en tanta gente buena que conocemos y que nos ha ayudado con sus palabras y ejemplos a encontrar al Señor: formadores, familiares, gente con la que trabajamos. Una vez más, demos gracias a Dios por esto.
d- Desarrollar el tema de la delicadeza fraterna de Jesús.
e- La eficacia de nuestra misión y de la misión de la Iglesia supone que Jesús esté con nosotros: «Ustedes no pueden dar fruto si no permanecen unidos a mí»: Jn 15,5.
f- Tomó en sus manos el pan y se los dio a ellos: la Iglesia misionera y la Iglesia eucarística están inseparablemente unidas: «De manera que, hasta que venga el Señor, ustedes proclamen su muerte cada vez que comen de este pan y beben
de esta copa»: Ro 11,26. El amor, fruto de la Eucaristía, se muestra hasta en los mínimos detalles: “Al bajar a tierra, encontraron un fuego encendido, con pescado un encima y pan... Jesús les dijo: vengan a desayunarse”: Jn 21, 9-13.
B - El diálogo de Jesús con Pedro.
a- La dimensión personal del amor que consuela: tres preguntas y tres respuestas. Es la oportunidad que brinda el amigo a su amigo de reparar su triple negación.
b- El “fundamento” del ministerio petrino es el amor a Jesús y las ovejas: «Señor, tú lo sabes todo: tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: -Cuida de mis ovejas». Y, de nuestra parte, el presupuesto que debe animar toda nuestra relación de obediencia, afecto y respeto hacia el Romano Pontífice, no puede ser otro que éste: lo que el Papa nos enseña y nos manda es por amor a Jesús y a nosotros.
c- Los efectos de la resurrección en Pedro: la sanación de viejas heridas y remordimientos; la misión apostólica: Pedro será también, en Jesús, el buen Pastor; la fuerza necesaria para ser testigo: «extenderás los brazos y otro te vestirá, y te llevará a donde no quieras ir»; la confirmación de la vocación: «Después le dijo: sígueme»
C - El discípulo a quien Jesús quería mucho.
a- Juan había sido uno de los primeros en seguir a Jesús y había sabido permanecer con El. Jesús había calado muy hondoenelcorazóndeldiscípulo.Juan 'permanecerá'sí,como testigo privilegiado del Verbo de la vida. Con todo derecho, gracias a la experiencia de amor a Jesús de Nazaret, que es ya para él el Señor resucitado. Por eso también podrá decir: «lo que hemos oído y visto con nuestros propios ojos, lo que hemos tocado con nuestras manos: la Palabra de la vida...; les anunciamos a ustedes esta vida eterna...»: 1 Jn 1,1-4.
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997
b- La amistad con Jesús es el fundamento de la amistad entre Pedro y Juan. Pedro quiere conocer el futuro de su amigo. Pero esto es un secreto que pertenece al Señor. El calor de la amistad, la asistencia afectuosa, la comprensión y aun la corrección fraterna, son fundamentales para nosotros: “amigos en el Señor”.
3. CON LOS ESCRITOS IGNACIANOS Y DOCUMENTOS DE LA COMPAÑIA
1.AUTOBIOGRAFIA: el voto de Montmartre, n. 85 y 96.
2.FORMULAS DEL INSTITUTO aprobadas y confirmadas por Paulo III y Julio III, «...y servir al solo Señor y a la Iglesia su Esposa bajo el Romano Pontífice Vicario de Cristo en la tierra», n. I, pags. 28-29; «todos los que hagan la profesión en esta Compañía, no sólo entiendan en el momento de profesar, sino se acuerden durante toda su vida, de que la Compañía entera y cada uno de los que en ella hacen la profesión, militan para Dios, bajo la fiel obediencia de nuestro santísimo señor el Papa, y de los otros romanos pontífices sus sucesores...», n. II., pags. 30-33; voto especial de obediencia al Papa acerca de las misiones, n. II, 31-32.
3.EXAMEN: voto expreso al Sumo Pontífice para ir donde quiera Su Santidad le mandare: n. [7].
4.CONSTITUCIONES: Toda la intención de este cuarto voto de obedecer al Papa era y es acerca de las misiones: P. V, n. [529; De las misiones de Su Santidad: P. VII, nn. [603-617].
5.NORMAS COMPLEMENTARIAS a la P. VII, cap. 2: De las misiones del Sumo Pontífice, nn. 252-254.
EL «NUEVO CAMINO» O LA APARICION A
S. PABLO
«Por último se me apareció también a mí, que soy como un niño nacido anormalmente. Pues yo soy el menos importante de los apóstoles, y ni siquiera merezco llamarme apóstol, porque perseguí a la Iglesia de Dios. Pero soy lo que soy porque Dios fue bueno conmigo; y su bondad para conmigo no ha resultado en vano. Al contrario, he trabajado más que todos ellos; aunque no he sido yo, sino Dios, que en su bondad me ha ayudado»: 1 Co 15, 3-8.
1. CON LOS EE.:
La petición: n. 221; las 2 «claves» para orar los misterios de la resurrección: nn. 223-224; «Aparesció a Sant Pablo, después de la Ascensión (finalmente a mí como abortivo se me aparesció)» n. 311.
2. IGNACIO Y PABLO:

La conversión de Ignacio fue un fiel reflejo de la'aparición' del Señor a Pablo en el camino de Damasco: Ignacio cae herido en Pamplona el lunes de Pentecostés de 1521. Por eso esta aparición tiene para Ignacio un sentido muy especial.
3. CON LA ESCRITURA:
San Pablo no establece diferencia alguna entre la aparición de Jesús a él camino de Damasco y lasaparicionesa otrostestigosde la resurrección que tuvieron lugar antes de la Ascensión.
Ignacianos N° 21 de 1997
Además de 1 Co 15, 3-8, encontramos otras tre referencias en los Hechos de los Apóstoles a ese momento de gracia de Pablo:
- la conversión de Saulo: Hch 9, 1-22;
- su discurso ante el pueblo de Jerusalén: Hch 22, 6-21;
- Pablo presenta su caso ante el rey Agripa: Hch 26, 9-23.
Partiendo de ese acontecer del Señor resucitado en Pablo, gustemos, por medio de la «lectura contemplativa de la Palabra» la peregrinación, el «nuevo camino» de Pablo hacia Jesús y hacia el hermano.
Detengámonos en los efectos de la resurrección en el Apóstol y en la manera como Jesús lo consuela y, Pablo, a su vez, consuela a sus Iglesias.
N.B. Los vocablos griegos parakaleo, paraclesis, de los que proviene paráclito tiene un significado de consolar, exhortar, impulsar...
Veamos estos textos paulinos, u otros que prefiramos.
a- Pablo, unido a Cristo, «es una nueva persona»: 2 Co 5-17. Jesús lo supera, lo aferra, lo consuela y lo impulsa a seguir adelante. Gracias a su experiencia del Señor, se transforma en «evangelizador», en «testigo»: Flp 3,12-14; Flp 3,8-9.
b- Pablo, gracias a la acción del Resucitado, aprende a ser «hermano» en la fe: Hch 9,5; Hch 9,17; Rom 12,9-21; Flm 1, 1719.
c- Pablo y su experiencia de Iglesia: Gal 1,18; 2 Co 11, 28-29; Col 1,24-27; 2 Co 1,3-6.
CON
LOS ESCRITOS
IGNACIANOS Y DOCUMENTOS DE LA COMPAÑIA:
1) FORMA DE LA COMPAÑIA Y OBLACION, Basílica de San Pablo en Roma, lugar de la profesión de S. Ignacio y sus compañeros: Oc., pag. 327, n. 10.
2) FORMULAS DEL INSTITUTO aprobadas por Paulo III y Julio III: «y procure tener ante los ojos mientras viva, primero a Dios, y luego el modo de ser de su Instituto, que es el camino (via quaedam) hacia El, y alcanzar con todas sus fuerzas este fin que Dios le propone; cada uno, sin embargo, según la gracia que el Espíritu Santo le comunique, y el grado propio de su vocación», n. I, pag. 29.
3) CG. 34, dto. 11: «El sentido verdadero que en el servicio de la Iglesia debemos tener», junto con la introducción.
NUESTRA EXPERIENCIA DE PEREGRINACION Y DE TRABAJO DEBE CONTINUAR EN EL MUNDO
LA ASCENSION
«Y mientras miraban fijamente al cielo, viendo cómo Jesús se alejaba, dos hombres vestidosde blancose aparecieron juntoa ellos y les dijeron: galileos,¿por qué se han quedado mirando al cielo?": Hch1,10-11.
1. CON LOS EE.:
Las dos «claves» para orar la 4a. Semana: nn. 223-224; la petición: n. 221; el texto ignaciano: n. 312.
2. IGNACIO Y EL MISTERIO DE LA ASCENSION:
Para él la experiencia de la Ascensión estuvo vinculada a tener que verse 'arrancado' de los santos lugares donde pensaba imitar a Jesús hasta en sus últimos pormenores materiales (las huellas, la piedra) Autob. N. 47, y a 'peregrinar' por el camino de un seguimiento de Jesús que le era totalmente desconocido e indeterminado.
Es así como Ignacio pasa de lo particular y concreto, de Palestina, al servicio a la Iglesia universal bajo la guía del Espíritu.
La Ascensión es, entonces, para Ignacio, el punto final de la 4a. Semana que se abre al trabajo cotidiano por la Iglesia. De esta manera, las dos imágenes ignacianas: peregrinación y trabajo -de las que nos habla el dto. 1, introductorio de la CG. 34: «Unidos con Cristo en la misión», n. 4, cobran hoy para nosotros todo su sentido.
N.B.: Corremos el riesgo propio de una experiencia que concluye: o el del temor de exponernos nuevamente a las dificultades de la vida, o el de pensar que con los Ejercicios las cosas han de cambiar demasiado fácilmente. De ahí la importancia de este ejercicio. El Señor nos mostrará, por una parte, que El, con la fuerza de su
Espíritu, nos acompañará en nuestra vida personal, comunitaria y apostólica. Y, por otra, nos enseñará que tenemos que retomar nuestra vida con el realismo que debe caracterizar la fe y la esperanza adultas: «Con esa esperanza hemos sido salvados. Sólo que esperar lo que ya se está viendo no es esperanza, pues ¿quién espera lo que ya está viendo? Pero si lo que esperamos es algo que todavía no vemos, tenemos que esperarlo sufriendo con firmeza»: Ro 5, 24-25.
El fruto no es para uno mismo. El servidor que tuvo miedo de ir a perder su talento lo enterró. Y su señor no lo alaba propiamente por esto. De ahí la necesidad de volver a nuestra vida común y corriente para que, con la gracia de Dios, seamos «sal de la tierra y luz del mundo»: Mt 5, 13-16.
El fruto de nuestros Ejercicios es imponderable pero no por esto menos real. Jesús dijo también: "con el reino de Dios sucede como con el hombre que siembra semilla en la tierra: que lo mismo da que esté dormido o despierto, que sea de noche o de día, la semilla nace y crece, sin que él sepa cómo. Y es que la tierra produce por sí misma: primero el tallo, luego la espiga y más tarde los granos que llenan la espiga. Y cuando ya el grano está maduro, lo recoge, porque ha llegado el tiempo de la cosecha»: Mc 4, 26-29.
Para cada uno de nosotros el fruto de los Ejercicios ha de ser, sobre todo, el amor renovado por la persona de Jesús y por la Compañía que es “vía quaedam ad Dominum”. «Ustedes aman a Jesucristo, aunque no lo han visto; y ahora, creyendo en él sin haberlo visto, se alegran con una alegría tan grande y gloriosa que no pueden expresarla con palabras, porque están alcanzando la meta de su fe, que es la salvación": 1 Pe 1, 8-9.
3. CON LA ESCRITURA:
Mt. 28,16-20; Mc 16,18-20. Lc 24, 50-53; Hch 1,4-11.
a- La Ascensión nos invita a no huir de las responsabilidades de nuestra vida concreta; nos llama a «ayudar» a los demás.
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997

El Jesús de Nazaret visible, desaparece para dar paso al compromiso apostólico. Y esto, gracias a la experiencia del Resucitado en el Espíritu. Hech. 1, 11
b- La obra de Jesús no está todavía concluida: Ro 8,18-25
c- El Espíritu: Lc 44,49. Así se nos prepara para los relatos de los Hechos: 1,1-11 y 2,1-18.
d- Los testigos: Hch 1,8. Este pasaje es como la síntesis del desarrollo de la historia que narra todo el libro de los Hechos.
e- El mundo como lo veía la Trinidad en la Encarnación. Mt. 28,16-20; Hech 1,6-8.
f- La consolación: Lc 24,52: Ellos, después de adorarlo, volvieron a Jerusalén muy contentos (cfr el texto con el que comenzábamos nuestros Ejercicios: «Cuando los sabios vieron la estrella, se alegraron mucho": Mt 2,9-11).
g- Con el Salmo 67 (68): «Se levanta Dios, y se dispersan sus enemigos».
1.AUTOBIOGRAFIA, las huellas de la Ascensión: n. 47; la apertura a un servicio más universal en la Iglesia: n. 94.
2. NORMASCOMPLEMENTARIAS:deacuerdoconlamisiónapostólica que nos haya dado la Compañía, podemos leer con fruto algunas de estas Normas de la P. VII de las Constituciones: «los ministerios con los que la Compañía cumple su misión»;
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997 91
4. CON LOS ESCRITOS IGNACIANOS Y DOCUMENTOS DE LA COMPAÑIA
los jesuitas se insertan directa y primariamente en el cuerpo apostólico de toda la Compañía; esto exige gran disponibilidad y movilidad de cada uno, "De las misiones del sumo Pontífice, nn. 252-254; 255, 1, "De las misiones de los Superiores de la Compañía y de la selección de ministerios"; "El servicio misional", dimensión internacional de la Compañía, nn. 263, 264-304; "El diálogo Interreligioso" nn. 265-267, pags. 361362; "El ecumenismo", nn. 268-269; "Las instituciones y obras pastorales", nn. 270-276; "El apostolado educativo", nn. 277292; "El apostolado intelectual", nn. 293-297; "El apostolado social", nn. 298-302; "Los medios de comunicación social", n. 303; "De las obras y casas romanas interprovinciales", n. 304.
3. NORMAS COMPLEMENTARIAS a la P. VIII: comunidad de hermanos, testimonio para ser reconocidos como discípulos, n. 313, 2; 315.
4. CG. 34: Señalemos también los siguientes decretos apostólicamente más específicos: dto. 15: «Comunicación: una nueva cultura», nn. 1-9;dto. 16: «Dimensión intelectual del apostolado de la Compañía», nn. 1-9; dto. 17: «La Compañía y la vida universitaria», nn. 1-12; dto. 18: «Educación secundaria, primaria y popular», nn. 1-4; dto. 19: «El ministerio de las parroquias», nn. 1-10.
5. El P.ARRUPE:laresponsabilidadquetenemosde«reengendrar cada día la Compañía».
«La Compañía no es un cuerpo inerte sino una vida que se transmite y se abre por sí misma camino. Algo hay que ir haciendo todos los días y que se va entendiendo en la medida que se va haciendo. San Ignacio murió haciendo y entendiendo cada vez más la Compañía. Es una historia, en fin, dentro de la historia del hacerde Dios conloshombres, unaparte de ese hacer»(Lima, 1979).
TEXTOS COMPLEMENTARIOS:
Ver EXHORTACIONENLAPROFESION(De la Regla de Taizé), pag. 154.
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997
INSTRUCCION
¿QUE NO SON Y QUE SON LOS EJERCICIOS IGNACIANOS?
“Recibe el Evangelio de Cristo del cual has sido constituido mensajero; convierte en fe viva lo que lees; y lo que has hecho fe viva enséñalo y cumple aquello que has enseñado”: Ritual de la Ordenación de los Diáconos.
1. No son un curso de teología o de sociología. Tampoco de sagrada Escritura, sicología o pastoral. Más que de un 'saber' se trata de 'apropiarnos' con la gracia del Espíritu de lo que Jesús es para nosotros, con el fin de poder mejor conocerlo, amarlo y seguirlo en el hoy de nuestra vida.
2. No hacemos esta experiencia espiritual, que es exigente, con el fin de resolver pequeños problemas que tengamos. Para esto nos bastaría con preguntarle a un buen amigo cómo nos ve y en qué debemos cambiar. Y hacer luego, quizá, un retiro breve. San Ignacio nos dice que los Ejercicios no se han de dar si se viere que no se espera del ejercitante «mucho fructo»: (EE. 18).
3. Los Ejercicios son una experiencia personal, fundamentalmente de oración, para que el ejercitante ordenando sus afectos pueda encontrar en el hoy de su vida la voluntad de Dios:
«Por ejercicios espirituales se entiende todo modo de examinar la conciencia, de meditar, de contemplar, de orar vocal y mentalmente y de otras actividades espirituales según que adelante se dirá. Porque así
como el pasear, caminar y correr son ejercicios corporales, de la misma manera todo modo de preparar y disponer el alma para quitar de sí todas las afecciones desordenadas, y después de quitadas buscar y hallar la voluntad divina en la disposición de su vida para la salud del alma, se llaman ejercicios espirituales»: (EE. 1).
4. Los Ejercicios, aunque en su desarrollo siguen la dinámica misma de la revelación tal como nos la presenta la Palabra de Dios, son un método que tiene características y exigencias propias. Por tanto puede hablarse de un camino, de una 'peregrinación espiritual', con etapas bien concretas, originales y orgánicamente vinculadas entre sí.
5. Cada experiencia de Ejercicios es necesariamente nueva, como diferente es año por año nuestra vida, que conoce situaciones y retos distintos. Lo importante es dar ahora el paso que nos pide Dios que demos. Más adelante, el “Dios siempre mayor” (S. Agustín) nos pedirá otras cosas.
6. Para que los Ejercicios nos cambien y nos ayuden a crecer y a madurar espiritual y apostólicamente, son necesarias algunas condiciones:
a- Hacerlos libre y generosamente; no 'porque toca'. Entremos en ellos con mucha generosidad y disponibilidad: (EE. 5).
b- No debemos condicionar desde un comienzo el fruto de los Ejercicios a intereses personales demasiado estrechos e inmediatos que tengamos. Esto nos puede condicionar y paralizar. Abrámonos, en cambio, al 'Dios de las sorpresas', al «Dios siempre mayor».
c- «Con el reino de Dios sucede como con el hombre que siembra semilla en la tierra: que lo mismo da que esté dormido o despierto, que sea de noche o de día, la semilla nace y crece, sin que él sepa cómo»: Mc 4,26-29.
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997
d-
El 'telón de fondo' para una experiencia de Dios auténtica y transformadora en los Ejercicios es necesariamente nuestra vida: 'situada', tal como es hoy por hoy. Es allí donde acontece Jesús. Es esa vida la que será iluminada y cuestionada por la Palabra acompañada de la luz y de la fuerza del Espíritu Santo.
Al entrar en los Ejercicios es posible que lleguemos con problemas, con afectos no ordenados, con heridas del pasado. Es normal: somos pecadores y limitados. Pero todo eso constituye, junto con otras muchísimas cosas buenas, lo que somos. Jamás se arranca de raíz un árbol para transplantarlo con el fin de que produzca más. Si es preciso, se riega, fertiliza y se poda. Y esto es lo que pretendemos con la gracia de Dios en estos días: dar un paso más en nuestra caminada hacia el Señor y hacia nuestros hermanos.
Aunque los Ejercicios pidan un clima de silencio y de retiro, nuestra vida, nuestros estudios, nuestras relaciones y nuestro apostolado no deben quedar por fuera. Es nuestra misma vocación de jesuitas en la Iglesia, nuestro ministerio, los que nos piden y exigen que pasemos incesantemente de la 'mística' a la 'praxis', y que regresemos nuevamente, con las contradicciones y resistencias de la vida, al fuego transformador de la contemplación y del discernimiento. Si esto no fuese así, los Ejercicios -como decía acertadamente un teólogo- serían una de las más sutiles formas de idealismo.
e- Precisamente por esto, los Ejercicios son también una escuela de discernimiento. Durante esta experiencia nos preguntamos qué quiere y qué necesita el Señor de nosotros. Lo hacemos exponiéndonos a la Palabra de Dios y a partir de lo que somos, tenemos y hacemos. Y esa Palabra, como la semilla que cae en tierra buena, dará su fruto porque está acompañada de Espíritu Santo (los Ejercicios son «espirituales»).
f- El fruto de los Ejercicios depende fundamentalmente de dos cosas: de la 'gracia' de Dios que llama y acompaña, y de cada
uno de nosotros que se 'dispone' con generosidad a acoger el don de Dios.
g- Dado que los Ejercicios son también una experiencia de discernimiento espiritual, nos ayudará mucho el confrontar con regularidad lo que acontece en nosotros con el acompañante espiritual.
Ignacianos N° 21 de 1997
EL EXAMEN DE CONCIENCIA COMO ESCUCHA DE DIOS Y CONFRONTACION ORANTE DE LA REALIDAD
CON EL EVANGELIO
1. ALGUNOS TEXTOS:
a) CON LA ESCRITURA:
«El Espíritu nos da vida»: Ro 8, 5-17; «El bien supremo de conocer a Cristo Jesús»: Flp 3,7-14; «Para que yo no me crea más de lo que soy»: 2 Co 12,7-10.
b) PRESBYTERORUM ORDINIS, 18:
"Los ministros de la gracia sacramental se unen íntimamente a Cristo, Salvador y Pastor, por medio de la fructuosa recepción de los sacramentos especialmente por el frecuente acto sacramental de la penitencia, como quiera que, preparado por el diario examen de conciencia, favorece en tanto grado la necesaria conversión al amor del Padre de las misericordias. A la luz de la fe, nutrida por la lección divina, pueden inquirir cuidadosamente los signos de la voluntad de Dios y las mociones de la gracia en los varios acontecimientos de la vida, y hacerse así cada día más dóciles a su misión, asumida en el Espíritu Santo».
c) P. ARRUPE: Carta sobre la “Integración real de vida espiritual y apostólica”, del 1.11.76, en: La identidad del jesuita en nuestros tiempos, Madrid, 1981, pags. 341-348.
d) CONSTITUCIONES Y NORMAS COMPLEMENTARIAS, Examen de conciencia, su importancia y significado, n. 229.
2. DOS MANERAS DE HACER EL EXAMEN DE CONCIENCIA.
a) Examinar lo que hicimos para enmendar los errores. Esto tiene sus ventajas pues nos ayuda a ser más efectivos espiritual, comunitaria y apostólicamente. Pero corremos el riesgo de pensar que el examen es como el 'cuarto de la basura'. Es posible que entonces nos cansemos al constatar día a día nuestros límites; y hasta puede parecernos que el examen sea un ejercicio demasiado voluntarístico. Terminaremos entonces fácilmente por dejarlo.
b) Examinar el motivo profundo por el que hicimos o no hicimos algo. En otros términos, se trata de descubrir el 'espíritu' bueno o malo que está a la raíz de nuestras acciones, omisiones, palabras y pensamientos: cfr. Ro 8, 5-17. En este sentido, el examen es una verdadera 'formación permanente en el Espíritu'. Nos conduce así al discernimiento y, esto, a partir de la vida misma. Nos ayuda a encontrar a Dios en todas las cosas.
3. LOS CINCO PUNTOS DEL EXAMEN: (EE. 43).
a) Dar gracias a Dios por los beneficios que hemos recibido, tanto nosotros como los demás. Es un hacernos conscientes de la continua presencia y acción vivificadora de Dios, como vimos en el Fundamento.
b) Pedir gracia para conocer nuestros pecados. Pero también para conocer el bien hecho y recibido.
c) La actividad misma de 'examinarnos' puede hacerse de 2 maneras:
- Pasando de la 'memoria' al 'espíritu': es decir, examinemos primero los pensamientos, palabras y acciones. Tratemos luego de descubrir el 'espíritu' bueno o malo que nos ha llevado a obrar de tal o cual manera. Por ejemplo: al amor, a la alegría y la paz, a la paciencia, a la amabilidad, a la bondad, a la
fidelidad, a la humildad y al dominio propio; o, por el contrario, a la rivalidad, a los odios y discordias, a los celos, envidias y vicios (Gl 5, 19-25).
- Pasando del 'espíritu' a la 'memoria': comencemos por hacernos conscientes de las 'mociones' o estados espirituales en los que podamos encontrarnos: desolaciones = 'seco, y descontento, triste, tentado...'; o las consolaciones = 'tranquilo y alegre, en paz, con devoción...'. Pasemos luego a considerar los pensamientos, palabras, acciones, omisiones a través de las cuales los diferentes 'espirítus' se han manifestado conduciéndonos a obrar bien o mal.
d) No dejar nunca de lado en el examen de conciencia el examen particular. Entendemos aquí por 'examen particular' aquel punto concreto, aquella actitud espiritual, apostólica, fraterna, que ha sido objeto 'particular' de nuestra reforma de Ejercicios.
e) Si es necesario, porque nuestros pecados, sobre todo si son graves, emergen fácilmente, pedir perdón a Dios por nuestras faltas o, también por las de las personas a las que servimos apostólicamente, o por las de la Iglesia y las de la Compañía.
f) Proponer enmienda con la gracia de Dios: son nuestros propósitos concretos.
4. OTRAS INDICACIONES PARA EL EXAMEN.
a) No dejarlo nunca. El examen es ante todo una manera de orar que nos lleva a encontrar a Dios en nuestro apostolado, en las relaciones con los demás, en nuestras penas y alegrías, en nuestros éxitos y fracasos.
b) En la jornada podemos hacer el examen cuando rezamos las Completas; pero también con más frecuencia. Preguntémonos periódicamente y hasta de modo sistemático, después de cada jornada o al final de nuestras sesiones y encuentros de traba-
Ignacianos N° 21 de 1997 99
jo, sobre la obra que el Espíritu ha hecho en nosotros durante ese tiempo; acerca de lo que el Señor ha querido significarnos; a propósito de lo que no hemos obrado según el Espíritu, etc. Una actitud así, nos irá poco a poco educando para trascender los aspectos puramente técnicos y seculares de nuestro trabajo y desarrollar y vivir nuestro ministerio con la especificidad que nos es propia de amigos, servidores y compañeros de Jesús. Por esto, el examen de conciencia, en palabras del P. Arrupe, es una auténtica 'formación permanente en el Espíritu'.
c) Podemos seguir los cinco puntos del examen o, cuando nos sintamos movidos por el Espíritu, detenernos en alguno de ellos. Por ejemplo, en la acción de gracias.
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997
LAS «MUDANZAS»: (EE. 89)
Es éste uno de los textos más interesantes de San Ignacio acerca del discernimiento espiritual. Desafortunadamente lo conocemos muy poco. Probablemente sea debido a que no se encuentra dentro de las Reglas de discernimiento de la 1a. y 2a. Semanas; o, también, al hecho de que leemos el texto desde una óptica muy limitada: la de la penitencia corporal.
Lo más valioso de esta intuición ignaciana es que tiene en cuenta dos elementos: la gracia de Dios y nuestra libertad para 'disponernos' . A veces no discernimos porque no pasamos de los buenos deseos a la práctica. Nos quedamos entonces atados a nuestros temores o a una excesiva confianza en nosotros mismos. Y, esto, personal, comunitaria o apostólicamente. La recomendación ignaciana del n. 89 de los EE. podemos compararla a un 'cheque en blanco' que entregamos con confianza a Dios.
1. “MUDANZA” quiere decir: cambio, experiencia, experimento, ensayo o prueba.
2. EN SAN IGNACIO :
a) En la AUTOBIOGRAFIA: ver, por ejemplo, los nn. 24 y 25.
b) EXAMEN, las 'experiencias principales', c. 4, nn. [64-79], pags. 60-63. Y esto, “según las personas, tiempos y lugares, con sus ocurrencias”: n. [64]; “y referir al Superior lo que siente del tal ejercitado, para el fin que se pretende en la Compañía”: n. [73].
c) CONSTITUCIONES: De lo que toca al admitir o incorporar en la Compañía: las «luengas y diligentes probaciones»: P. V, c. 4, n. [516].
d) EJERCICIOS: “en tiempo de desolación nunca hacer mudanza
mas estar firme y constante en los propósitos y determinación en que estaba el día antecedente a la tal desolación, o en la determinación en que estaba en la antecedente consolación”: n. 318; “dado que en la desolación no debemos mudar los primeros propósitos, mucho aprovecha el intenso mudarse contra la misma desolación, así como es en instar más en la oración, meditación, en mucho examinar y en alarganos en algún modo conveniente de hacer penitencia”: n. 319.
Y otra mudanza recomendada por los Ejercicios:
“Es de notar que quando nosotros sentimos affecto o repugnancia contra la pobreza actual, quando no somos indiferentes a pobrezao riqueza, mucho aprovechapara extinguirel tal affecto desordenado, pedir en los coloquios (aunque sea contra la carne) que el Señor me elija en pobreza actual; y que él quiere, pide y suplica, sólo que sea servicio y alabanza a su divina bondad": n. 157.
3. EXPLICACION DEL n. 89 de los EE.
a) Cuándo conviene "hacer mudanzas": cuando no hallamos la consolación espiritual, fraterna o apostólica que deseamos.
b) En qué cosas: aunque el texto concreto de San Ignacio se refiere a las penitencias corporales, esta norma de discernimiento es aplicable también a toda nuestra vida espiritual, comunitaria y apostólica. Por ejemplo: a la manera de orar, a la forma como nos relacionamos con los demás, a la manera como hacemos el apostolado, a nuestra disponibilidad, en la evaluación de los proyectos apostólicos, etc.
c) El peligro de engañarnos:
- o por 'temor' de no ser capaces: es la tentación propia a la que atiende San Ignacio en las Reglas de discernimiento de la 1a. Semana;
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997
- o por 'exceso' de confianza en nosotros mismos: es la tentación que trata Ignacio principalmente en las reglas de discernimiento de la 2a. Semana.
d) Dios nuestro Señor nos conoce mejor que nosotros.
e) El fruto de las «mudanzas»: “muchas veces en las tales mudanzas (Dios nuestro Señor) da a sentir a cada uno lo que le conviene".
4. CARTA DE SAN IGNACIO (Elocuente sobre posibles falsas mudanzas), al Escolar Bartolomé Romano, 26.01.1555, Oc., pgs. 10301031.
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997 103
LA ELECCION Y LA REFORMA DE VIDA
1. LA ELECCION:
a) ¿Qué es?: Elegir es escoger, optar por algo. Pero no se trata meramente de un acto racional. Es la respuesta a una llamada, a un don del Espíritu, a una experiencia de Dios. En la 'elección' convergen el amor y la gracia de Dios, sus llamadas, y el 'disponernos' para vencer nuestras “affecciones desordenadas”: «Pido en mi oración que su amor siga creciendo más y más todavía en penetración y en sensibilidad para todo: así podrán acertar con lo mejor": Flp 1, 9-11.
b) Diversos niveles de elección en los Ejercicios:
- LA ELECCION FUNDAMENTAL: se trata de afirmar y de renovar en el hoy el “Principio y Fundamento”. Más que 'optar' por Jesús, en los Ejercicios lo primero es 'disponernos' para que el Señor, por medio de su Espíritu, nos tome con El y seamos de veras sus compañeros de peregrinación.
- OTRAS ELECCIONES MAS PARTICULARES QUE DEBEN ESTAR ARRAIGADAS EN LA ANTERIOR:
Las posibles "decisiones concretas" que tengamos que tomar: por ejemplo, asumir una nueva misión apostólica;
La reforma de vida (EE. 171-173): se trata, en otros términos, de lo que solemos llamar los propósitos; estos son los medios prácticos que dan consistencia a la elección fundamental.
N.B. Cuanto menos sean esos propósitos, más concretos, de mayor efecto multiplicador, y más fáciles de evaluar en el futuro, tanto mejor.
Ignacianos N° 21 de 1997
Por ejemplo: el examen de conciencia, la dirección espiritual, cierta manera particular de concebir en el futuro nuestro ministerio (apostolado más discernido, más fraterno, más cercanoalospobresynecesitados;omitirlascríticasdestructivas; determinar con más claridad la forma, tiempo y sitios para la oración, compromiso con el proyecto apostólico de la Provincia...).
c)Tres tiempos para hacer “elección”: (EE. 175-178). La “elección”, en efecto, se hace 'en el tiempo'.
d)Dos modos para hacer “elección”: (EE. 184-188). San Ignacio quiere que seamos lo más objetivos posible.
“La llamada de Cristo va siempre en contra de los valores que rechazan la trascendencia espiritual y fomentan un tipo de vida centrada en sí mismo” dto. 4, “Nuestra misión y la cultura”, n. 24.
PARA VIVIR LA EXPERIENCIA DE CRISTO
RESUCITADO ENCONTRANDOLO
EN TODAS LAS COSAS
LA «CONTEMPLACION PARA ALCANZAR AMOR»
1. CARACTERISTICAS: esta contemplación se encuentra después de la etapa final de los Ejercicios dedicada al Señor resucitado, que Ignacio denomina 'cuarta semana'. (Cfr. EE. 230-237). Sin embargo, no se identifica con esa etapa, ni es tampoco una simple conclusión de los Ejercicios.
La «contemplación para alcanzar amor» es sencillamenter una manera de orar que nos ayuda a ahondar en la experiencia de Dios a partir de nuestra vida personal, comunitaria y apostólica.
2. EL AMOR VERDADERO. El amor se debe poner más en obras que en palabras, y en la comunicación mutua de lo que se tiene: (EE. 231).
3. LOS PREAMBULOS. La composición de lugar: «ver cómo estoy delante de Dios nuestro Señor, de los ángeles, de los santos que interceden por mí»: (EE. 232). La gracia que pedimos: «pedir conocimiento interno de tanto bien recibido, para que yo, enteramente reconociendo, pueda en todo amar y servir a su divina majestad»: (EE. 233).
4. LOS 4 PUNTOS: a) recordar los beneficios recibidos: (EE. 234); b) mirar cómo Dios está presente en esos beneficios: (EE. 235);
c) mirar cómo Dios trabaja y se compromete conmigo a través de sus dones: (EE. 236); d) mirar cómo todo desciende de arriba, es decir, de nuestro Padre-Dios: (EE. 236).
5. En cada uno de esos puntos: OFRECERME:
«Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer; Vos me lo disteis, a Vos, Señor, lo torno; todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad. Dadme vuestro amor y gracia que ésta me basta»: (EE. 234).
6. COMO EJERCITARNOS EN ESTA FORMA DE ORAR:
a) Considerando el amor que nuestro Padre Dios ha tenido por nosotros, tomemos para ello los 'puntos' ignacianos: (EE. 230237).
b) Haciendo una 'meditación del recuerdo', o sea, tomando conciencia del paso de Dios por nuestras vidas en estos Ejercicios: volvamos entonces a nuestros apuntes personales de estos días y veamos así cuánto nos ha dado Dios.
c) Tomando conciencia de lo que cada uno de nosotros es como don de Dios: esto nos sana, nos reconcilia con nosotros mismos, con Dios y con los demás:
- somos un don de Dios: El nos ha dado la vida; contemplemos con gratitud, los 'talentos' recibidos de Dios;
- reconozcamos y agradezcamos nuestro trabajo y servicio apostólico en favor de los demás como don de Dios para ellos; esto es particularmente conveniente hacerlo cuando administramos los sacramentos, o predicamos, o conversamos con los demás, o nos ejercitamos en las obras de servicio y de caridad;
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997 107
- demos gracias al Padre porque hemos sido creados a imagen de Jesús y, por tanto, somos un «don que viene de arriba». Por su Amor el Padre nos había destinado a ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo, hacia el cual nos ordenó, según la determinación bondadosa de su voluntad: Ef 1,5.
d) El amor de Dios se nos comunica también por mediación de los demás: agradezcamos lo que estas personas (rostros concretos) significan para nosotros: ellas son un regalo y una presencia activa de Dios. Nos dan vida y amor, nos evangelizan, trabajan por nosotros, y en ellas está presente el Señor.
TEXTOS COMPLEMENTARIOS
INTRODUCCION
La verdadera renovación
EL PRINCIPIO Y FUNDAMENTO
Ignacio, un "místico Horizontal"
Los Ejercicios, principal tarea para abrir futuro Ayudas para el examen de la oración y para el diálogo con el director o acompañante de los Ejercicios
PRIMERA SEMANA
Palabras del P. Arrupe sobre la oración
SEGUNDA
SEMANA
Predicamos a Cristo hasta los confines de la tierra La experiencia personal de Jesús
Con la CG. 34: una ayuda para orar el Ejercicio del reino
Mirad nuestro mundo
¿Otro Cristo?
"Spiritu", "Corde", "Practice"
Una "aplicación de sentidos" a partir de nosotros mismos:
Invocación a Jesucristo modelo
TERCERA SEMANA
La misa en "mi catedral"
Entrevista al P. Arrupe: Jesucristo, la muerte, la eternidad
Para la "consideración" de los tres Grados de Humildad o de amor
CUARTA SEMANA
Oración a Nuestra Señora
Exhortación en la profesión
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997
LA VERDADERA RENOVACION
“Si quisiéramos reducir a pequeñas adaptaciones internas el enorme esfuerzo que hizo la Compañía para llevar a cabo esta Congregación General,ellanosejustificaría. Habríasidoundesperdicioirresponsabledetiempo y energía. Ciertamente, quisimos una verdadera renovación y esperamos que, como fruto de la misma, la Compañía afine sus objetivos, profundice su comprensión del camino ignaciano, aumente su vitalidad y sirva mejor al Evangelio. Si logramos esta renovación, los efectos serán perceptibles exteriormente. Esto no quiere decir que corramos detrás de cambios espectaculares o que, como se dice equivocadamente, busquemos una “re-fundación”. Queremos renovarnos al interior de nuestra vocación, profundamente marcados por las huellas de Ignacio”.
PETER-HANS KOLVENBACH, S.J.
Traducido de NORDESTE, Informativo da Provincia dos Jesuitas do Brasil Septentrional, Mayo-Junio/95, Año XXVI, n. 2 p. 19-20.
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997 111
IGNACIO, UN «MISTICO HORIZONTAL»
Los autores están de acuerdo en que las dos aportaciones mayores de Ignacio al patrimonio de la Iglesia universal son el discernimiento de espíritus y la espiritualidad de contemplativos en la acción. También por ahí se convierte Ignacio en interpelador del creyente moderno.
En estos tiempos modernos somos ya muchos los que andamos a la búsqueda de una espiritualidad de síntesis que unifique dialécticamente la contemplación y la acción, que huya por igual del escoramiento espiritualista que olvida al mundo por Dios y de su contrario secular que olvida a Dios por el mundo. Ignacio es un maestro en esta espiritualidad dialéctica. «Es preciso -repetía él- encontrar a Dios en todas las cosas... a El en todas amando y a todas en El conforme a su santísima voluntad».
En otro lugar yo escribía algo que quisiera retomar ahora, a este propósito: «Si toda espiritualidad ha de dar respuesta de una manera más o menos articulada, a la doble preocupación de amar a Dios y de responsabilizarse seriamente del mundo, he ahí una formulación que expresa -más a fondo que la de contemplativos en la acción, dicha acerca de él pero no por él- la espiritualidad de estos místicos horizontales.
Contemplativos en la acción es, a la letra, una fórmula que yuxtapone dos realidades con sus respectivos mundos simbólicos, sin indicar todavía la relación que puedan tener entre sí. La expresión de Ignacio, por el contrario, habla de un doble movimiento según el cual, cuando nos encontramos con el mundo, hay que descubrir en él a Dios y amarlo; y cuando nos remitimos amorosamente a Dios, hay que amar en él a todo el mundo. En su primer movimiento, esta síntesis espiritual prohibe toda huída del mundo para encontrar a Dios, al igual que todo paso intrascendente por él: hay que ser contemplativo en la acción. En su segundo movimiento, esta síntesis prohibe toda ansia de Dios que no sea al mismo tiempo intensa preocupación y amor al mundo: hay que ser activos en la contemplación.
En la Iglesia moderna no acaba de imponerse masivamente una espiritualidad así, por más que se vaya abriendo paso lentamente. Prolifera más bien, al menos en las Iglesias europeas, un tipo de espiritualidad que se inclina visiblemente hacia un espiritualismo desenganchado de los grandes problemas del mundo y cuya explicación, según me temo, deriva tanto o más de la «represión espiritual» producida por la modernidad que del Evangelio. En nombre de los muchos hijos de Dios que sufren la muerte por falta de pan y también en nombre de los que mueren por vivir de solo pan, me niego a pensar que el futuro de Dios vaya por ahí... A la vez quisiera aludir a la importancia de no inclinarse por el lado contrario por parte de aquellos que, en nombre de Dios y desde la experiencia de su amor, quieren tomarse totalmente en serio el mundo.
En todo caso, Ignacio de Loyola está ahí, en medio de la Iglesia, ofreciendo la novedad de su experiencia espiritual y una cierta metodología para entrar en ella. Todo un reto a espiritualidades dicotómicas, que el creyente moderno haría muy bien en aceptar.
José A. García, S.J., Ignacio de Loyola, hoy: interpelaciones al creyente moderno: Catequética, enero-marzo 1991, págs. 6-7. Ver también: "En el mundo desde Dios", del mismo autor, Sal Terrae, 1989, capítulo 6: "Místicos horizontales".
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997 113
LOS EJERCICIOS, PRINCIPAL TAREA PARA ABRIR FUTURO
Está fuera de duda que la principal tarea de la Compañía es refundirse ella misma, desde nuestro tiempo en el ardiente fuego de aquella experiencia espiritual que vivieron Ignacio y los primeros compañeros y que llamaron«EjerciciosEspirituales».Ignaciovolcóesquemáticamenteaquella experiencia, con sobria y poderosa energía de maestro espiritual, en ese monumento-fuente de nuestro estilo e intención de vida que es el Libro de los Ejercicios.
Si hoy, en nuestra cultura secularizada, es preciso que surjan nuevos focos de genuina virulencia religiosa, la forma específica capaz de remodelar la identidad de futuro de nuestra Orden nace de nuevo -no exclusiva, pero sí nuclearmente- de la experiencia de los Ejercicios Espirituales.
Se ha de tener en cuenta el hecho de que tanto en la biografía de Ignacio como en la tradición de la Compañía, los Ejercicios Espirituales van inseparablemente unidos a toda una serie de experiencias a las que él deliberadamente se expuso, y a las que sus seguidores han de exponerse. Me refiero a su exposición duradera a la intemperie de la pobreza; a su cercanía servicial a los más pobres y marginados en hospitales y en la convivencia callejera; a sus tareas de rehabilitación de la mujer prostituida; a su sistemática «pérdida de tiempo» enseñando el catecismo a los niños... Sin estas experiencias que preceden, acompañan y subsiguen a los Ejercicios Espirituales, y los hacen pasar incesantemente de la mística a la praxis, y regresar con las resistencias y contradicciones de la vida irredenta al fuego transformador de la contemplación y discernimiento ignacianos, los Ejercicios serían una de las más sutiles formas de idealismo.
El reto de los Ejercicios Espirituales es, pues, doble: no solo traducir sus
valores y su coherente dinámica a nuestro horizonte y sensibilidad culturales, sino romper la dura costra de la sociedad consumista con experiencias que nos expongan a la pobreza, a la dureza de la marginación, de la injusticia e insolidaridad, de la descalificación social; al aprendizaje, por tanto, de una confianza radical sólo en Dios (y esto vale tanto para nosotros como para los movimientos laicales de inspiración ignaciana).
Alfonso Alvarez Bolado, S.J.: La Compañía de Jesús: Misión abierta al futuro, Colección «Aquí y Ahora», Sal Terrae -15-, 1991, pag. 10.
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997 115
AYUDAS PARA EL EXAMEN DE LA ORACION Y
PARA EL DIALOGO CON EL DIRECTOR O CON
EL ACOMPAÑANTE DE LOS EJERCICIOS
I. EL EXAMEN DE LA ORACION.
1. Es fundamental, pues está estrechamente ligado al discernimiento y nos educa para orar como el Señor lo quiere y necesita de nosotros.
2. Nos dice el libro de los Ejercicios en el n. 77: «Después de acabado el ejercicio, por espacio de un cuarto de hora, sentado o paseándome, miraré cómo me ha ido en la contemplación o meditación; y si mal, miraré la causa de donde procede, y al descubrirla, me arrepentiré, para enmendarme en adelante; y si bien, daré gracias a Dios nuestro Señor, y haré otra vez de la misma manera».
3. Cómo hacer este examen?
a. Pedir gracia a Dios para saber cómo me ha ido en la oración.
b. Constatar las mociones que hemos experimentado durante la oración: ¿consolaciones o desolaciones?
c. Analizar lo que realmente se me dio durante la oración: el por qué de las buenas mociones experimentadas y también el por qué de los posibles engaños o tretas.
d. Considerar si obtuve la gracia que pedí al comienzo de la oración, y ver por dónde me va conduciendo el Señor.
e. Concluir con una acción de gracias.
N.B. Nos puede ayudar mucho para el discernimiento hacer el examen de la oración por escrito.
II. LA CONVERSACION CON EL DIRECTOR O CON EL ACOMPAÑANTE.
1. La ayuda principal que estos pueden prestar al ejercitante está relacionada con el discernimiento de lo que acontece durante los Ejercicios: comprobar cómo los estamos haciendo, animarnos y ayudarnos en las dificultades y tentaciones; procurar disponernos para que seamos dóciles a la acción del Espíritu, principal maestro en los Ejercicios. El director o los acompañantes conviene que sean informados de las consolaciones y de las desolaciones que el ejercitante experimenta con el fin de discernir el significado de esas mociones. Por último, habrán de ayudar al que hace los Ejercicios para que, poco a poco, vaya descubriendo el ritmo y la forma de oración que más le convienen.
2. Esto supuesto, de ordinario la conversación o diálogo que tendrán con cierta regularidad el director o los acompañantes con los que hacen los Ejercicios, versará sobre la experiencia misma espiritual que se hace; y no es preciso que esa conversación sea muy extensa.
3. Es posible que haya otros temas que interesen al ejercitante o que estén afectando su vida. Para esto es más conveniente pedir una cita más amplia.
PALABRAS DEL P. ARRUPE SOBRE LA ORACION
I. Tengo una preocupación.
Dicen que soy optimista. Y sí que lo soy, natural y sobrenaturalmente, por temperamentoyporconvicción, porquecreo que la Iglesia y la Compañía están regidas por el Espíritu Santo.
Sin embargo, tengo hoy una preocupación, que es la oración. Se oyen muchas cosas en Roma y se reciben muchas cartas de alarma: «Padre, ¿a dónde vamos? Hay estos nuevos criterios y orientaciones; hay menosprecio y aun abandono de la oración».
La Congregación 31, consciente de esta situación, estudió el problema extensa y profundamente, en todo su conjunto, con la intervención activa de 196 Padres, y dió el magnífico Decreto de la Oración.
Como General tengo la obligación y la responsabilidad de la ejecución de los Decretos. Y como tenemos un Decreto tan estupendo de la oración, quisiera que lo lean despacio, no en diagonal, y lo mediten para sacar todas las consecuencias.
II. Tres preguntas realistas
Para elaborar un Decreto de la Congregación bien objetivo y práctico, le bastó a la Congregación formular tres preguntas del todo realistas y concretas:
1. ¿Es necesaria la oración personal?
Todos los PP. congregados juzgaron unánimemente que la oración personal es necesaria, y que, por lo tanto, nadie puede dispensarse de esa obligación.
2. ¿Se ora hoy suficientemente en la Compañía?
A juicio de una gran parte de la Congregación, en el año 1965 no se oraba suficientemente en la Compañía.
3. ¿Cómo hacer orar a los Jesuitas?
De nada sirven los Decretos de una Congregación, ni disposiciones del General, ni mandatos del Provincial, ni órdenes de los Superiores para hacer orar a un jesuita si éste no se convence por sí mismo delante de Dios que es su obligación. Libremente orará cada uno, según los dictados de su conciencia.
III. Excusas
«Yo no tengo tiempo para orar». «Yo encuentro a Dios en todo». Son estas dos razones bastante corrientes con que se excusan los jesuitas que no oran.
«Yo no tengo tiempo, porque es tanto el trabajo que tengo»... Bueno, depende del lugar en que pongas en tu escala de valores este punto de la oración. Si lo pones en el fin, no tienes nunca tiempo, porque hay que dormir, comer, estudiar, trabajar, ver televisión, leer periódicos y revistas, etc... y ... claro, no queda tiempo!
Pon la oración en el primer momento, en el primer punto, y entonces sí tendrás tiempo, aunque no comas, ni duermas, ni trabajes, ni veas televisión. Y si no tienes tiempo porque el Rector o el Provincial te dan mucho trabajo, vete con el Decreto de la Congregación y diles que tienes derecho a hora y media si eres escolar y a una hora si no lo eres.
«Que encuentras a Dios en todas las cosas,...¿para qué más oración?»
No hay que ser profeta para anunciarles con mucha probabilidad a estos contemplativos del divinizado naturalismo que, si no oran personalmente, con dedicación expresa, alcabodeequisaños, pronto terminarán pidiendo en el cuarto piso de la Curia una «exclaustratio qualificata» o una «dispensatio ab oneribus, incluso coelibatu», para encontrar así a Dios pacíficamente en todas, absolutamente en todas las criaturas, hasta en las renunciadas el día de los votos. ¡Historia moderna!
IV. Conclusión
En conclusión: que tenemos que conjugar convenientemente la acción apostólica con la unión divina.
No somos monjes. De acuerdo.
Debemos encarnarnos en el mundo. ¡Estupendo! Pero encarnarnos en el mundo para entregarlo a Cristo sin zozobrar nosotros; lo cual supone una energía espiritual fenomenal, supone hombres de oración y unión con Dios, supone ser cada jesuita «alter Christus» o jesuita cien por ciento. Y esto no se consigue más que con la oración. Esto es en lo que yo quisiera insistir y no insisto más.
¡«Dixi et salvavi animam meam»!. (Dije estoy y quedo tranquilo).
Santo Domingo, R. D., 1 de mayo de 1976
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997
PREDICAMOS A CRISTO HASTA LOS CONFINES DE LA TIERRA
¡Ay de mí si no evangelizare! Para esto me ha enviado el mismo Cristo. Yo soy apóstol y testigo. Cuanto más lejana está la meta, cuanto más difícil es el mandato, con tanta mayor vehemencia el amor nos apremia. Debo predicar su nombre: Jesucristo es el Mesías, el Hijo de Dios vivo; él es el que nos ha revelado al Dios invisible, él es el primogénito de toda creatura, y todo se mantiene en él. El es también el maestro y redentor de los hombres; él nació, murió y resucitó por nosotros. El es el centro de la historia y del universo; él nos conoce y nos ama, compañero y amigo de nuestra vida, hombre de dolor y de esperanza; él ciertamente vendrá de nuevo y será finalmente nuestro juez y también, como esperamos, nuestra plenitud de vida y nuestra felicidad.
Yo nunca me cansaría de hablar de él; él es la luz, la verdad, más aún, el camino, la verdad y la vida; él es el pan y la fuente de agua viva, que satisface nuestra hambre y nuestra sed; él es nuestro pastor, nuestro guía, nuestro ejemplo, nuestro consuelo, nuestro hermano. El, como nosotros y más que nosotros, fue pequeño, pobre, humillado, sujeto al trabajo, oprimido, paciente. Por nosotros habló, obró milagros, instituyó el nuevo reino en el que los pobres son bienaventurados, en el que la paz es el principio de la convivencia, en el que los límpios de corazón y los que lloran son ensalzados y consolados, en el que los que tienen hambre de justicia son saciados, en el que los pecadores pueden alcanzar el perdón, en el que todos son hermanos.
Este es Jesucristo, de quien ya habéis oído hablar, al cual muchos de vosotros ya pertenecéis, por vuestra condición de cristianos. A vosotros, pues, cristianos, os repito su nombre, a todos lo anuncio: Cristo Jesús es el principio y el fin, el alfa y la omega, el rey del nuevo mundo, la arcana y suprema razón de la historia humana y de nuestro destino; él es el mediador, a manera de puente, entre la tierra y el cielo; él es el Hijo del hombre por antonomasia, porque es el Hijo de Dios, eterno, infinito y el Hijo de María, bendita entre todas las mujeres, su madre según la carne; nuestra madre por la comunión con el Espíritu del cuerpo místico.
¡Jesucristo! Recordadlo: él es el objeto perenne de nuestra predicación; nuestro anhelo es que su nombre resuene hasta los confines de la tierra y por los siglos de los siglos.
Homilía pronunciada en Manila el 29 de noviembre de 1970, por el Papa Pablo VI.
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997
LA EXPERIENCIA PERSONAL DE JESUS
A propósito de Jn 1,35-51
Como Juan insiste tanto en esta experiencia personal, me viene a la mente una narración de los Padres del desierto, que se me grabó, porque la primera vez que la leí tuve que traducirla del copto. Pero luego ví que era digna de recordarla hasta por otros motivos. Un monje encuentra a otro y le pregunta: “¿por qué será que muchos abandonan la vida monástica? ¿Por qué?”. Y el segundo monje le contesta: “en la vida monástica sucede lo mismo que con un perrito que persigue a una liebre: la persigue y en esa carrera grita y ladra; se le unen muchos otros y todos corren juntos. Pero a un cierto momento todos aquellos que no ven la liebre se cansan y, uno después de otro, desisten; sólo los que la ven, siguen y llegan hasta el final.
La narración concluye: solamente quien ha puesto los ojos en la persona de Cristo crucificado puede perseverar hasta el final.
Carlo M. Martini, El Evangelio de San Juan, Ediciones Paulinas 1982, pg. 163.
CON LA CG. 34: UNA AYUDA PARA ORAR
EL EJERCICIO DEL REINO
A partir del dto. 1: «Unidos con Cristo en la misión», pags. 48-55; y del dto. 2: «Servidores de la misión de Cristo», pags. 68-83.
¿QUIEN ERES?
El Cristo crucificado y resucitado. El que lejos de estar ausente de la historia del mundo, ha iniciado una nueva presencia en él por el Espíritu. El mediador de la acción del Padre que trae la salvación, la justicia y la reconciliación a un mundo todavía quebrantado por sus pecados. El que está presente en todos los que sufren, en todos los oprimidos, y en todos aquellos cuyas vidas están quebradas por el pecado. El que continúa todavía sufriendo en sus hermanos y sigue llevando con ellos constantemente su cruz.
¿QUE PRETENDES?
Cumplir las promesas que Dios hizo al pueblo judío, y seguir convocando a los pueblos para crear una nueva humanidad en el Espíritu, uniendo a todos en un solo cuerpo vivo.
¿COMO VAS A HACERLO?
Viajando por sinagogas y villas, predicando el Reino y yendo a donde la gente vive y trabaja. Porque soy el Cristo Resucitado, la llamada que te hago para que te unas a mí en el trabajo por el Reino, está siempre acompañada de mi poder.
Ignacianos N° 21 de 1997
¿QUE QUIERES DE MI?
Ante todo, te invito a que participes en mi misión como servidor de ella. Unete a mí que soy pobre y toma parte en el misterio de mi pasión y resurrección. Hazte presente, solidario y compasivo en aquellos sitios en los que la familia humana está más maltrecha: allí donde las personas viven, trabajan y sufren. Lleva el Evangelio a sus trabajos y a sus vidas.
Quiero que seas un peregrino en misión. Acepta el reto de trabajar por la integración de la fe y de la justicia y de comprender cómo ha de ser inculturado el Evangelio. Deseo que te embarques con renovado celo en la tarea del diálogo interreligioso. Aprende a coordinar tu destreza profesional y pastoral con la manera ignaciana de proceder. Te pido que, junto con tus «amigos en el Señor», manifiestes cómo, viviendo en mí, se puede hacer felices a los hombres. Finalmente, habla conmigo, así como un amigo habla a otro amigo, y aprenderás a ser un servidor de mi misión.
OFRECERME:
«Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer; vos me lo disteis, a vos, Señor, lo torno; todo es vuestro, disponed a toda vuestra voluntad; dadme vuestro amor y gracia, que ésta me basta»: (EE. 234).
MIRAD NUESTRO MUNDO
Este «tiempo fuerte» de discernimiento en común nos invita a dirigir nuestra mirada al estado de la Compañía de cara a la Congregación General 34, que deberá ser de provecho para el futuro de la Compañía. Tendremos que examinar muy de cerca la vida y actividad de la Compañía y ver hasta qué punto es instrumento que sirve a Dios y del que Dios se sirve para que, «puestos con su Hijo», afrontemos los desafíos actuales. Los pliegos han adoptado con claridad los puntos de vista de esta mirada, elaborando una «composición de lugar» que recorre nuestra historia reciente. Maestro Ignacio consideraba esta mirada indispensable para toda elección. «En toda buena elección, en cuanto es de nuestra parte, el ojo de nuestra intención debe ser simple. Solamente mirando para lo que soy criado, es a saber, para alabanza de Dios nuestro Señor...» (EE. 169).
En las reacciones recibidas sobre los pliegos alguno ha observado que la mirada es más bien la de la Compañía que analiza atentamente las estructuras de nuestro tiempo e interpreta sus causas y condiciones, mientras que en la contemplación de los Ejercicios de la Encarnación (102) «son las tres personas divinas» las que miran «toda la planicie o redondez del mundo”. Esto no obstante, los pliegos introducen esta “composición de lugar» con una oración que pide que «el Espíritu Santo nos conceda la mente y actitud de Cristo para poder mirar al mundo con los ojos de Jesús, los ojos de los pobres y desvalidos»1 .
En el decreto 4 de la CG. 32, esta mirada de la Compañía está claramente tomada de la Santísima Trinidad, que mira a «todas las gentes en tanta ceguedad» (106). El decreto 4 describe las etapas de esta mirada:
"Ignacio y los otros primeros compañeros quisieron, en la experiencia espiritual de los Ejercicios, mirar atentamente al mundo de su tiempo para descubrir sus interpelaciones. (Primero) contemplaban detenidamente como 'las tres divinas personas miraban toda la planicie o redondéz de la tierra'... (después), con Dios, se quedaban conside-
1 Los Jesuitas: Hacia la CG. 34, CIS 75 (1994), 10.
rando ellos mismos a los hombres de su tiempo... (finalmente) buscaban así cómo podrían, en respuesta a la llamada de Cristo Señor, trabajar en la instauración de su Reino" (n. 14).
La CG. 32 reconoce que los postulados han fijado su mirada sobre la tierra (D. 2 n. 4), una tierra en cuyas dos terceras partes no ven lo que debería verse (n. 5): y con todo sólo a la luz del Evangelio podrán los hombres ver más claramente que la injusticia nace del pecado (n. 6). De este modo y con este espíritu de la contemplación de la Encarnación, reconocemos que compartimos la gran ceguera universal de la humanidad si no nos enforzamos por seguir el movimiento de la mirada trinitaria sobre el mundo de los hombres que tiene a Dios como Padre nuestro, al Hijo como Salvador nuestro y a su Espíritu como el amor que ya ahora llena el universo.
Mirando a esta luz trinitaria nuestras luces y nuestras sombras, estamos «unidos en una misma visión de fe, fortificados por la misma esperanza y arraigados en un mismo amor de Cristo» que nos ha querido como compañeros suyos2 . Nuestra mirada no debe depender exclusivamente ni de la carne ni de la sangre; en nuestros análisis administrativos y sociológicos nuestra mirada no debe ver nada que no sea de lo alto, según la expresión de Ignacio, nada que no descienda del Padre de las luces, en palabras de Polanco3 . Sólo así se realiza un verdadero discernimiento en el que el Espíritu nos hace capaces de ver las cosas como las ve el Señor y de hacer las opciones que Cristo ha hecho, de hacerlas hoy y aquí.
Considerando, pues, «cómo Dios nuestro Señor me mira» (EE. 75), pidamos mirar al estado de la Compañía con una mirada que vea a la luz pascual en acción, no obstante nuestras tinieblas, en la vida y en la actividad de la Compañía, para que, puestos junto al Hijo, podamos descubrir la luz que nace de su Luz.
PETER-HANS KOLVENBACH, S.J. 30 de mayo de 1994
2 Cf. CG. 32, D. 4, n. 15.
3 Directorio 71, 310.
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997 127
¿OTROCRISTO?
LA VIDA EN EL ESPIRITU EN LA COMPAÑIA
La irrupción del pobre en la Iglesia interpela a la Compañía de Jesús para seguir las huellas de Cristo que predicó la Buena Noticia a los pobres, empezando por ser pobre él mismo... sobre todo las cartas que provienen de los países donde la miseria y la injusticia son más flagrantes, las que se interrogan sobre el rostro de Cristo contemplado en nuestra oración personal. ¿Es realmente el Cristo entero? ¿No será nuestra oración la del "segundo binario", que busca siempre conciliar el rostro de Cristo con las cosas que no quiere dejar, «de manera que allí venga Dios donde él quiere»? Sólo cuando la contemplación nos identifica con Cristo pobre, que se ha identificado a Sí mismo con los más deprovistos, se realizan las opciones necesarias en nuestro modo y nuestro estilo de vida, en nuestras solidaridades y nuestras preferencias apostólicas (Cfr. CG. 32, dto. 4, nn. 46-47). NVJ., Orientaciones, n. 42, pag. 185.
«Elsíalverdaderoamorpreferencial porlospobres pasaineluctablemente por el sí personal a la persona de Jesús, Hijo del Padre».
Homilía alos juniores en Lima, 26.09.86: Información S. J., nov-dic. 1986, pag. 200
PETER-HANS KOLVENBACH, S.J.
«SPIRITU», «CORDE», «PRACTICE»
Varias veces en nuestras deliberaciones de la «Comisión para la revisión de nuestro Derecho» de la CG 34, y por lo menos una vez en el aula, se hizo mención de los tres principios con los cuales, según Nadal, se deben tratar las cosas de la Compañía para sacar provecho de ellas: «spiritu», «corde», «practice». (Monumenta Historica S.J., Epistolae et Monumenta P. Hieronymi Nadal, tomus V, Commentarii de Instituto S.J., Romae, 1962, pags. 226-229).
- «Spiritu» significa «como cosa que tiene a Dios por principio». La convicción de Nadal es la de que Dios guía y gobierna a la Compañía de múltiples maneras: por la forma como inspiró a Ignacio, por las mociones que produce en su Iglesia, por sus dones y virtudes infusas, por lo que nos manda la Iglesia y lo que nos enseña la luz natural y la experiencia de las cosas, y por aquello a que nos inclinan las virtudes morales. «Así, tenemos que considerar que somos movidos y gobernados por El».
- «Corde» significa "no especulativamente". No basta con comprender que esto es de Dios y ordenado por su Providencia; es necesario aplicar la voluntad y el afecto. ¿Qué sería un hombre sólo con entendimiento y sin voluntad? Un monstruo». Por ello, es necesario, según Nadal, asumir con la voluntad aquello que se comprende como venido de Dios, escucharlo con devoción y gusto, más aún, con ternura, amándolo y aficionándonos a ello.
- «Practice» significa «que debes actuar de acuerdo con lo que entiendes y amas, y guiarte por ello». Lo que se dice en las exhortaciones no es para agradar, sino para ponerlo por obra.
Estas sapientísimas recomendaciones de Nadal son, sin duda alguna, el mejor colofón de estas reflexiones sobre el Espíritu y la Ley en nuestras Constituciones y en las Normas Complementarias. «Debéis unir estas
tres cosas cuando tratáis de alguna virtud, como de la obediencia o la castidad: escuchar como cosa de Dios; amar e inclinaros a ello; y, finalmente, actuar de acuerdo con ello, y tenerlo como regla de vuestros actos».
Tomado de Gerardo Remolina, S.J., «La interior ley de la caridad y amor» (Const. 134), La fuerza del Espíritu y la fuerza de la ley: Manresa, abriljunio 1996, pag. 114.
130 Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997
UNA “APLICACION DE SENTIDOS” A PARTIR DE NOSOTROS MISMOS
SACERDOTES PARA LA IGLESIA Y PARA LOS HOMBRES
No puedo ni debo omitir una última palabra.
San Ignacio, hablando del General de la Compañía de Jesús, dice que son muchas las cualidades necesarias para dicho cargo. Pero, aun cuando faltaren todas las demás, una no debe faltar: la bondad.
Por tanto, os digo: sed buenos.
La maldad parece que está adueñándose del mundo; la maledicencia y la malevolencia ocupan cada vez mayores espacios y penetran cada vez más profundamente. Sed buenos. El sacerdote debe ser ciertamente el hombre de la santidad, de la fe, de la esperanza, de la alegría, de la palabra, del silencio, del dolor. Pero debe, sobre todo, ser bueno: debe ser el hombre del amor.
Si el sacerdote que entra en una parroquia o en cualquier otro lugar donde están reunidos los hombres, encontrase frialdad, extrañeza, contienda y enfriamiento, pero él fuese y apareciese «bueno», ciertamente no podrá realizar milagros y deberá esperar; pero su espera jamás será inútil y, casi con toda certeza, no será prolongada ni extenuante.
Sed buenos. Buenos en vuestro rostro, que deberá ser distendido, sereno y sonriente; buenos en vuestra mirada, un mirada que primero sorprende y luego atrae. Buena, divinamente buena, fue siempre la mirada de Jesús. ¿Lo recordáis? Cuando Pedro fue alcanzado y traspasado por aquella mirada divina y humana, lloró amargamente.
Sed buenos en vuestra forma de escuchar. De este modo experimentaréis, una y otra vez, la paciencia, el amor, la atención y la aceptación de eventuales llamadas.
Sed buenos -y también esto ha sido sabiamente sugerido- en vuestras manos. «Manos que dan, que ayudan, que enjugan las lágrimas, que estrechan la mano del pobre y del enfermo para infundir valor, que abrazan al adversario y le inducen al acuerdo, que escriben una hermosa carta a quien sufre, sobre todo si sufre por nuestra culpa; manos que saben pedir con humildad para uno mismo y para quienes lo necesitan, que saben servir a los enfermos, que saben hacer los trabajos más humildes». Sed buenos en el hablar y en el juzgar; sed buenos, si sois jóvenes, con los ancianos; y, si sois ancianos, sed buenos con los jóvenes.
Mirando a Jesús -para ser imagen de El- sed, en este mundo y en esta Iglesia, contemplativos en la acción; transformad vuestra actividad ministerial en un medio de unión con Dios; estad siempre abiertos y atentos a cualquier gesto de Dios Padre y de todos sus hijos, que son hermanos nuestros.
De un retiro al clero de Cagliari, Italia, dado por el P. Pedro Arrupe, el 11 de marzo de 1976.
Ignacianos N° 21 de 1997
INVOCACION A JESUCRISTO MODELO
Hbr 12.2
1 Pet 1.8
Jn 13.15
1 Cor 11.1
1 Jn 1.3
Cf. Jn 20.25
27; 1.14
Lc 24.39
Jn 15.27
1 Cor 2.16
Jn 14.31
Jn 13.1
Jn 15.13
Fil 2.7
Señor: meditando el modo nuestro de proceder, he descubierto que el ideal de nuestro modo de proceder es el modo de proceder tuyo. Por eso fijo mis ojos en Tí*, los ojos de la fe, para contemplar tu iluminada figura tal cual aparece en el Evangelio. Yo soy uno de aquellos de quienes dice San Pedro: “a quien amáis sin haberle visto, en quien creéis aunque de momento no le veáis, rebosando de alegría inefable y gloriosa”*.
Señor, Tú mismo nos dijiste: “os he dado ejemplo para que me imitéis”. Quiero imitarte hasta el punto de que pueda decir a los demás: “sed imitadores míos, como yo lo he sido de Cristo”*. Ya que no puedo decirlo físicamente como San Juan, al menos quisiera poder proclamar con el ardorysabiduría quemeconcedas“loqueheoído, lo que he visto con mis ojos, lo que he tocado con mis manos acerca de la Palabra de vida; pues la vida se manifestó y yo lo he visto y doy testimonio”*.
Dame, sobre todo, el “sensus Christi”* que Pablo poseía: que yo pueda sentir con tus sentimientos, los sentimientos de tu corazón con que amabas al Padre* y a los hombres*. Jamás nadie ha tenido mayor caridad que Tú, que diste la vida por tus amigos*,culminando con tu muerte en la cruz el total abatimiento,* “kénosis”, de tu encarnación. Quiero imitarte en esa interna y suprema disposición y también en tu vida de cada día, actuando en lo posible como Tú procediste.
Lc 17.16
Lc 1.41-45
Mt 3.17
Mt 10.2, 12
Mc 3.16
Jn 19.26-27
Jn 13.26
Lc 22.48
Jn 21.9
Jn 13.1-20
Mc 2.16; 3.20
Jn 4.8, 31-33
Mt 9.19
Jn 2.1; 12.2
Lc 7.16
Mt 4.2; Jn 4,7;
19.28-30
Jn 4.6
Mc 4.38
Mt 9.36; 14.14; 15.32: 20.34
Lc 7.13
Cf. Mt 9.36; 14.14; 15.32; 20.34
Lc 7.13; 19.41
Jn 11.33; 35.38
Mt 26.37-39
Mt 27.46
Mt 22.16
Mt 8.20
Mt 20.28;
Cf. Flp 2.7
Enséñame tu modo de tratar con los discípulos, con los pecadores, con los niños*, con los fariseos, o con Pilatos y Herodes; también con Juan Bautista aun antes de nacer*; con Juan* y también con el traidor Judas*. Comunícame la delicadezacon que lestratasteenel lagodeTiberíades preparándoles de comer*, o cuando les lavaste los pies*.
Que aprenda de Tí, la manera como te comportabas al comer y beber*; y tomabas parte en los banquetes*, como te portabas cuando tenías hambre y sed*, cuando sentías cansancio tras las caminatas apostólicas* y cuando tenías que reposar y dar tiempo al sueño*.
Enséñame a ser compasivo con los que sufren*; con los pobres, con los leprosos, con los ciegos, con los paralíticos;
Muéstrame cómo manifestabas tus emociones profundísimas hasta derramar lágrimas*; o cuando sentiste aquella mortal angustia que te hizo sudar sangre e hizo necesario el consuelo del ángel*. Y, sobre todo, quiero aprender el modo como manifestaste aquel dolor máximo en la cruz, sintiéndote abandonado del Padre*.
Esa es la imagen tuya que contemplo en el Evangelio: ser noble, sublime, amable, ejemplar; que tenía la perfecta armonía entre vida y doctrina; que hizo exclamar a tus enemigos: “eres sincero, enseñas el camino de Dios con franqueza, no tienes acepción de personas”*; aquella manera varonil, dura para contigo mismo, con privaciones y
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997
Mc 3.20
Mt 9.36
Jn 15.15
Jn 13.23; 19.26
Jn 11.36
Jn 2.1
Mt 26.36-41
Mt 16.18
Lc 22.61
Mc 10.21
Mc 10.23;3.34;5.31-
32
Mc 3.5
Mt 3.14
Mt 8.8
Mt 8.27; 9.33
Mc 5.15
Mc 7.37
Lc 4.36; 5.26
Mc 1.27
Mt 13.54
Jn 18.6
Jn 19.8
Mc 27.19
trabajos*; pero para con los demás lleno de bondad y amor y de deseo de servirles*.
Eras duro, cierto, para quienes tenían malas intenciones; pero también es cierto que con tu amabilidad atraíasa lasmultitudes hasta el punto que se olvidaban de comer*; que los enfermos estaban* seguros de tu piedad para con ellos; que tu conocimiento de la vida humana te permitía hablar en parábolas al alcance de los humildes y sencillos; que ibassembrandoamistad con todos*, especialmente con tus amigos predilectos, como Juan*, o con aquella familia de Lázaro, Marta y María*; que sabías llenar de serena alegría una fiesta familiar, como en Caná
Tu constante contacto con tu Padre en la oración, antes del alba, o mientras los demás dormían* era consuelo y aliento para predicar el Reino.
Enséñame tu modo de mirar, como miraste a Pedro para llamarle* o para levantarlo*; o como miraste al joven rico que no se dedicó a seguirte*; o como miraste bondadoso a las multitudes agolpadas en torno a Ti*; o con ira cuando tus ojos se fijaban en los insinceros*.
Quisiera conocerte como eres: tu imagen sobre mí bastará para cambiarme. El Bautista quedó subyugado en su primer encuentro contigo*; el centurión de Cafarnaún se siente abrumado por tu bondad*; y un sentimiento de estupor y maravilla invade a quienes son testigos de la grandeza de tus prodigios*. El mismo asombro sobrecoge a tus discípulos*; y los esbirros del Huerto caen atemorizados*. Pilatos se siente inseguro* y su mujer se asusta*. El centurión que te ve morir descubre tu divinidad en tu muerte.
Lc 5.8-9
Jn 6.35-59
Mt 5.2
Mt 1.22; 7.29
Lc 4. 22,32
Desearía verte como Pedro, cuando sobrecogido deasombrotraslapescamilagrosa, tomaconciencia de su condición de pecador en tu presencia*. Querría oir tu voz en la Sinagoga de Cafarnaún*, o en el Monte*, o cuando te dirigías a la muchedumbre “enseñando con autoridad”*, una autoridad que sólo del Padre te podía venir*.
Haz que nosotros aprendamos de Ti en las cosas grandes y en las pequeñas, siguiendo tu ejemplo de total entrega al amor al Padre y a los hombres, hermanos nuestros, sintiéndonos muy cerca de Ti, pues te abajaste hasta nosotros, y al mismo tiempo tan distantes de Ti, Dios infinito.
Danos esa gracia, danos el “sensus Christi”, que vivifique nuestra vida toda y nos enseñe -incluso en las cosas exteriores- a proceder conforme a tu Espíritu.
Enséñanostu“modo”paraquesea“nuestromodo” en el día de hoy y podamos realizar el ideal de Ignacio: ser compañeros tuyos, “alter Christi”, colaboradores tuyos en la obra de la redención.
Pido a María tu Madre Santísima, de quien naciste, con quien conviviste treinta y tres años y que tanto contribuyó a plasmar y formar tu modo de ser y de proceder, que forme en mí y en todos los hijos de la Compañía de la Iglesia, otros tantos Jesús como Tú.
Pedro Arrupe, S.J.: El modo nuestro de proceder (18.01.79).
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997
LA MISA EN «MI CATEDRAL»
(P. Arrupe, «En El solo la esperanza...», pp. 58-80.)
Estas notas inéditas se escribieron sin pensar en que alguien había de leerlas un día. Era un desahogo espiritual.
MI CATEDRAL
¡Una mini-catedral! tan sólo seis por cuatro metros. Una capillita que fue preparada a la muerte del P. Janssens, mi predecesor, para el nuevo General... ¡el que fuese! La Providencia dispuso que fuera yo. Gracias al que tuvo esa idea: no pudo haber interpretado mejor el pensamiento de este nuevo General.
La llaman Capilla privada del General. ¡Es Cátedra y santuario, Tabor y Getsemani, Belén y Gólgota, Manresa y La Storta! Siempre la misma, siempre diversa. Si sus paredes pudieran hablar! Cuatro paredes que encierran un altar, un sagrario, un crucifijo, un icono mariano, un zabutón (cojín japonés), un cuadro japonés, una lámpara. No se necesita más... eso es todo: una víctima, una mesa sacrifical, el «vexillum crucis», una Madre, una llama ardiente que se consume lentamente iluminando y dando calor, el amor expresado en un par de caracteres japoneses: Dios-amor.
Muchas veces durante estos últimos años he oído decir: ¿«para qué las visitas al Santísimo, si Dios está en todas partes»?. Mi respuesta, a veces tácita, es: «Ciertamente no saben lo que dicen; no hay duda de que Dios está en todas partes, pero «venid y ved» donde el Señor habita: ésta es su casa. Apelo no a argumentos y discusiones, sino a la experiencia que se vive en esa habitación del Señor.
«El Maestro está ahí y te llama». Aquí brota espontáneamente el «Señor, enséñanos a orar»; «explícanos la parábola». Oyendo sus palabras, se comprende la expresión del entusiasmo popular: «Jamás un hombre ha hablado como habla este hombre», o el de los apóstoles: «¿A dónde vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna»; y se entiende por experiencia el valor del «estar sentado a sus pies escuchando su palabra».
En esta catedral se celebra el acto más importante de toda la vida cotidiana: la Misa. Cristo es el verdadero y sumo sacerdote, el Verbo hecho hombre. Es divino caber en lo pequeño y no caber en el Universo: cabe en este sagrario, pero no cabe en el universo.
EL COMIENZO DE LA MISA
Unido a Jesucristo, yo, sacerdote, llevo también conmigo a todo el cuerpo de la Compañía. Las paredes de la capillita como que quieren resquebrajarse.
Comienza la Misa en este altar que está como suspendido entre el cielo y la tierra. Si miro hacia arriba, se ve la ciudad santa de Jerusalén: «su resplandor es como el de una piedra muy preciosa, como jaspe cristalino». Si miro hacia abajo, se ven «los hombres sobre la haz de la tierra, en tanta diversidad, así en trajes como en gestos, unos blancos y otros negros, unos en paz y otros en guerra, unos llorando y otros riendo, unos enfermos y otros sanos, unos naciendo y otros muriendo..."
Qué profunda impresión la de ver desde este altar, así suspendido, a todos los miembros de la Compañía que están en la tierra, con tantos afanes y sufrimientos en su esfuerzo por ayudar a las ánimas, «enviados por todo el mundo, esparciendo la sagrada doctrina por todos los estados y condiciones de personas». ¡Qué vivos deseos se sienten de que, desde este altar, se precipiten, como cascada inmensa, las gracias y la luz y la fuerza que ahora necesitan!. En
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997
esta Misa Cristo se va a ofrecer, y yo con El, por ese mundo y por esa Compañía de Jesús.
Si de nuevo alzo los ojos a la Jerusalén celestial, veo a la Santidad infinita, «las tres Divinas Personas, como en el solio real o trono de su divina majestad, mirando la haz de la tierra y todas las gentes en tanta ceguedad» (Ej. 106), mientras al mismo tiempo de todos los confines de la tierra se levanta al unísono el clamor de un «peccavimus» = pecamos, que resuena con rumor de catarata.
Al sentirme con el «siervo de Yahvéh» portador de los pecados de la Compañía, especialmente durante mi Generalato, y de los innumerables mios personales, aparezco «despreciable y desecho de los hombres, varón de dolores y sabedor de dolencias, como uno ante quien se oculta el rostro...», deseando se pueda repetir de mí lo que se dice de Cristo: «El soportó el castigo que nos trae la paz»; «fue oprimido y él se humilló y no abrió la boca». Así, mientras oigo el gran acto penitencial de la Compañía: «hemos pecado, somos culpables», yo me siento como «abortivo», indigno del nombre de «hijo de la Compañía».
Esto es precisamente lo que me permite sentir compasión hacia los caídos y extraviados y comprender toda la fuerza de las palabras de la carta a los Hebreos: «puede sentir compasión hacia los ignorantes y extraviados, por estar también él envuelto en flaqueza. Y a causa de esta misma flaqueza debe ofrecer por los pecados propios igual que por los del pueblo».
EL OFERTORIO
Experimento el sentimiento profundo de encontrarme ante el Dios arcano, y siento que me ama como Padre que vive y es fuente de toda vida presente en mí mismo y acepta mi ofrenda.
Ignacianos N° 21 de 1997 139
Tomo la patena, tratando de penetrar con los ojos de Cristo y con la luz de la fe a través de la infinitud del universo hasta el corazón mismo de la Trinidad: «Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este pan...»; y me viene a la memoria simultáneamente el antiguo texto: «que yo, indigno siervo tuyo, ofrezco a Ti, Dios vivo y verdadero»; y, de nuevo, se me presenta toda mi indignidad: "despreciable, desecho de los hombres, varón de dolores, sabedor de dolencias", "y la culpa de ellos él soportará".
¡Tú lo sabes todo, Señor! Mientras levanto la patena, me parece que todos mis hermanos se fijan en ella, sintiéndose presentes. Y la patena se dilata. Van acumulándose en ella «los innumerables pecados y negligencias mías» y de los demás, a una con las aspiraciones y deseos de toda la Compañía. «No puedo cargar yo solo con todo este pueblo: es demasiado pesado para mí». Siento como si las manos de todos los jesuitas del mundo quisieran ayudarme a sostener esta pesadísima patena, rebosante de pecados, pero también de ilusiones, deseos, peticiones... Me parece que el Señor me dice como a Moisés: «tomaré parte del espíritu que hay en tí y lo pondré en ellos, para que lleven contigo la carga del pueblo y no la tengas que llevar tú solo». Y, entonces, como si la patena se aligerara o mis manos se robustecieran, puedo levantarla muy alto como para que esté más cerca del Señor.
«Y también por todos los cristianos vivos y difuntos... y por la salvación del mundo entero». Creo desfallecer, ante toda la malicia humana y sus pecados. Es necesario que extiendas tu mano omnipotente. Sostenido por esa mano puedo continuar: «este pan será para nosotros pan de vida».
Tomo el cáliz con el vino que se convertirá en la sangre de Jesús: «Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este vino... él será para nosotros bebida de salvación». Este vino, fruto de la vid triturada en el lagar, fermentado, se convertirá en la sangre derramada en la Cruz.
Este Cáliz, símbolo del que en Getsemaní te hizo sudar sangre, y que era tan amargo que deseaste no beberlo, dentro de poco será
Ignacianos N° 21 de 1997
cáliz de tu sangre derramada por la salvación del mundo. En él se vierten ahora los sufrimientos de tantos jesuítas que, triturados a su vez, han dado o deben dar la vida por Ti, cruenta o incruentemente; las lágrimas, los sudores... mezcla que, al unirse con tu sangre, se hará suave y dulce. «Bien sabemos que éste es nuestro destino... sufrir tribulaciones..."
Pero, impulsados irresistiblemente por tu caridad («el amor de Cristo nos apremia»), elegimos y pedimos «ser recibidos debajo de tu bandera... pasar oprobios e injurias, por más en ellas te imitar». Ciertamente has oído nuestra oración, pues el cáliz rebosa, pero la caridad nos hace «sobreabundar de gozo en todas nuestras tribulaciones».
PREFACIO
Del corazón mismo de la Compañía brota espontáneamente aquel: «en verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno». Nuestro canto de alabanza se quiere unir al de los ángeles y formar un coro armonioso, en que cada uno cante con su voz en multitud y diversidad de tonos, al modo de aquel coro imponente formado por «una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas... que gritaban con fuerte voz: la salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero». Nuestro canto se quiere unir al de la Compañía triunfante del cielo, al de todos los ángeles y santos.
Siento un silencio imponente. «¡Silencio ante el Señor Yahvéh, porque el día de Yahvéh está cerca! Sí: Yahvéh ha preparado un sacrificio, ha consagrado a sus invitados».
Guardemos, pues, en el silencio de nuestro corazón, como María, todo lo que en «este altar sublime» va a suceder: misterio de la Pascua, en la que «Cristo fue inmolado»; misterio de la Redención del
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997 141
mundo; misterio de la glorificación máxima del Padre.
LA CONSAGRACION DEL PAN Y DEL VINO
Se acerca el momento sublime de la consagración. Unido con todo el cuerpo de la Compañía, identificado con Cristo, teniendo en mis manos la hostia, pronuncio las palabras: «Este es mi cuerpo»: mi cuerpo, el de Cristo. «Este es el cáliz de mi sangre»: momento sublime que no se puede meditar sino en silencio. ¡Cristo convierte el pan en su cuerpo y el vino en su sangre, pero el que pronuncia las palabras sacramentales soy yo! Una tal identificación con él, que puedo decir: esto es mi cuerpo, pero es el cuerpo de Cristo. Todo mi interior arde: ¡como si sintiera al corazón de Cristo latir en lugar del mio, o en el mío! ¡Como si su sangre corriera por mis venas en el momento de la consagración!.
Así se realizó la salvación del mundo: encarnación, muerte, misterio pascual, salvación: todo repetido en este instante en mis manos.
Quedo «lleno de estupor», pero es verdad: «Creo, Señor, ayuda mi incredulidad». ¡Cristo en mis manos! El Cordero que quita los pecados del mundo no en el altísimo trono del Apocalipsis sino en mis manos como pan: vestido de esas especies... ¡Creo! En el instante de la Consagración se realiza la glorificación perfecta del Padre, que se expresará un poco después en la doxología: «Por Cristo, con él y en él, a Ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria».
Me detengo en este momento sublime para «discurrir por lo que se ofreciere» ¿Cómo se ve el mundo desde este altar? ¿Cómo lo ve Jesucristo? Para entenderlo, tengo que dilatar el corazón a la medida del mundo. El Corazón de Cristo es el corazón del cuerpo de toda la Compañía, el que ha de dilatarse y, con él, el de todos y cada uno de nosotros. El nuestro ha de ser un corazón que abrace a todos los hombres sin excepción, como el corazón de Cristo, que
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997
desea la salvación universal: «que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad».
Desde este altar, entre el cielo y la tierra, se ven y se entienden mejor las necesidades de tantos hombres en todo el mundo; se entiende y se siente más profundamente aquella misión: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación». Me siento como lanzado personalmente al mundo y como, si conmigo, toda la Compañía fuera enviada al mundo. Allí está su finalidad, su trabajo, hasta que pueda volver de nuevo a glorificar al Señor después de la gran batalla por el Reino.
Resuena en mis oidos el «yo os envío»; y el «yo estoy con vosotros», que llena de toda confianza. Mi gran compañero es Cristo, que no sólo está en el altar sino que entra dentro de mí y me llena de su divinidad, que me envía a los que no le recibieron. Mi respuesta no puede ser otra que: «Señor, ¿qué quieres que haga»? ¿»Qué debo hacer por Cristo"?
EL PADRE NUESTRO
El Padre de la Compañía: todos hijos del mismo Padre, del Padre que pidió a su Hijo cargado con la cruz en la Storta que recibiese a Ignacio como su siervo, momento en que se confirmó el nombre de «Compañía de Jesús». El Padre nuestro: oración personal y comunitaria perfecta.
«Que estás en los cielos». El jesuita debe mirar siempre hacia arriba, donde está su Padre y su patria. Toda nuestra vida es para el Reino: «venga tu reino». Todos nuestros trabajos no lograrían nada si no tenemos la ayuda divina para implantar ese Reino: por eso, toda la Compañía pide con ahinco que venga ese Reino, porque sabe que, de la respuesta a esa oración, depende el éxito de todas sus empresas.
Ignacianos N° 21 de 1997 143
«Hágase tu voluntad». Hemos de colaborar con la voluntad divina, para lo que es necesario conocerla. Danos el sentido del verdadero discernimiento para saber en todo momento cuál es tu voluntad. No dejes de iluminarnos para conocerla y de fotalecernos para poder ponerla enejecución. Ejecutartu voluntad,estodolo quequiere la Compañía: tu voluntad manifiesta de tantos modos, pero de un modo específico por medio de la obediencia.
Grande, inmensa responsabilidad la mía, al ser Superior General de la Compañia, al que se da toda autoridad. Hágase tu voluntad: que yo nunca sea obstáculo ni llegue a desfigurar, alterar o equivocar tu voluntad para la Compañía. Sería doloroso pensar en esa posibilidad: «nunca permitas que me separe de Ti». «Haz que yo me aferre a tus mandatos». ¡Es una gracia que siento tan necesaria! Por eso, inclinado ante la patena que contiene tu Cuerpo, repito una y otra vez esa oración: mil veces morir antes de separarme de Ti.
«HE AQUI EL CORDERO DE DIOS»
Estoy con los ojos fijos en la hostia consagrada, mientras la presento al Hermano que me acompaña y que ocupa el lugar de todos los jesuitas. Como los discípulos que vieron a Jesús mientras se lo mostraba Juan Bautista. Allí veían un hombre...; aquí vemos solamente un pedazo de pan. Un acto de fe verdadera: creer contra lo que se ve; el acto de fe en la Eucaristía: «es duro este lenguaje: ¿Quién puede escucharlo"? No, Señor, no es duro creer este misterio eucarístico, es más bien motivo de inmenso gozo: «Señor, ¿a dónde quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna».
«Señor, no soy digno, pero dí una sola palabra y mi alma será sana». Como sanaste al hijo del centurión. La Compañía cree que Tú eres su Señor y quiere albergarte bajo su techo: en nuestras casas, en nuestras iglesias en las que quiere visitarte y contribuir a tu glorificación y culto. Pero especialmente desea albergarte en el corazón de cada uno de nosotros y en el tabernáculo de cada comunidad,
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997
donde te visitarán y buscarán en Ti la luz, el consuelo y la fuerza para cumplir con la misión que Tú les has dado.
Entra, Señor, bajo el techo de la Compañía. Te necesitamos; ¡hay tantas crisis de fe, tantas interpretaciones sofisticadas con apariencia de científicamente teológicas...!. Se llega hasta el desprecio de la piedad, considerando esas manifestaciones de una fe sólida e ignaciana como niñerías antiguas, devociones superticiosas. «Y mi alma quedará sana». Señor, no permitas que la Compañía ceda en este punto y degenere de lo que fue S. Ignacio y deseó fuese la Compañía.
Mirando de hito en hito esa hostia blanca, caigo de rodillas, y conmigo los jesuitas, diciendo como Santo Tomás desde el fondo del alma y con fe inquebrantable: «¡Señor mío y Dios mío!»
Señor, custodia a toda la Compañía, custódiame a mí especialmente, ya que me has dado este cargo de tanta responsabilidad. Comunión comunitaria: identificación con Cristo. Alimento que no es tansformado sino que transforma. Cuerpo de la Compañía cristificada: todos unidos y convertidos en un mismo Cristo: ¡qué mayor «unión de corazones»! «Para mí la vida es Cristo», ahora más que nunca.
Qué bien podríamos aplicar aquí las palabras de Nadal: «Acepta y ejercita con diligencia la unión con que te favorece el Espíritu del Señor respecto a Cristo, de modo que llegues a percibir espiritualmente que tú entiendes por su entendimiento, quieres por su voluntad, recuerdas por su memoria; y, que tú, todo entero, tu existencia, tu vida y tus obras se realizan no en ti sino en Cristo. Esta es la perfección suma de esta vida, fuerza divina, suavidad admirable».
Así identificada la Compañía y cada uno de nosotros con Cristo, nuestro trabajo apostólico y la ayuda a las almas será más eficaz: nuestras palabras serán las de Cristo que conoce en cada momento la palabra que conviene. Nuestros planes y modos de apostolado serán precisamente los que el Señor nos inspire, con lo que siempre contaremos con su eficacia... ¡Una Compañía de Jesús verda-
Ignacianos N° 21 de 1997 145
deramente de Jesús; identificada con El!
LA BENDICION FINAL
¡Qué consuelo y emoción la de sentirme identificado con Cristo y dar la bendición, su bendición, a la Compañía universal, una bendición que será eficaz!. A vosotros, operarios repartidos por todo el mundo en medio de tantas dificultades; a vosotros los que estáis atados por la enfermedad al lecho del dolor y ofrecéis vuestra oración y sufrimiento por las almas y la Compañía; a vosotros, Superiores, que tenéis una responsabilidad tan pesada y un cometido tan difícil en los días de hoy; a vosotros los formadores que estáis modelando la Compañía del mañana.
A vosotros Hermanos jesuitas que, en un momento tan decisivo de nuestra historia estáis sirviendo a la Iglesia en la Compañía de un modo a veces tan oscuro y tan callado; a vosotros jóvenes escolares y novicios en quienes la Compañía tiene puesta su esperanza, pues os necesita, y que debéis ser hombres completamente dedicados a la Iglesia y a las almas en la Compañía, e imbuidos del Espíritu de Ignacio del modo más perfecto posible.
A vosotros, muy especialmente, los que vivís en paises privados de la verdadera libertad y que debéis sentir que la Compañía está muy cerca de vosotros y estima vuestra vida difícil. A todos, hasta el último rincón del mundo, hasta la habitación más oculta, os bendiga Dios omnipotente, Padre, Hijo, y Espíritu Santo.
La misa ha terminado. «Id y encended el mundo».
Ignacianos N° 21 de 1997
ENTREVISTA AL P. ARRUPE:
JESUCRISTO, LA MUERTE, LA ETERNIDAD
“Para mí Jesucristo lo es todo. Así se define lo que Jesucristo representa en mi vida: TODO. Desde que entré en la Compañía El fue y es siempre mi ideal, mi fuerza. Pienso que no es necesario explicar más de lo que esto significa: si se quita a Jesucristo de mi vida, todo se deshace como un cuerpo al que se le quita el esqueleto, el corazón, la cabeza”.
“A lo largo de este libro se ha tratado siempre del pasado. Por eso me parece que esta conclusión hubiera debido escribirse más tarde, cuando hubieran pasado los últimos años de mi vida, años que necesariamente pasarán, pero al fin de los cuales quizás no pueda yo dictar mis pensamientos. ¿Cuántos serán estos años? ¿Cómo se desarrollarán? Un misterio más de la vida. Pero es cierto que el fin llegará “cuando menos se espera... como un ladrón” (Lc. 12,39-40).
En realidad la muerte tan temida muchas veces es para mí uno de los acontecimientos más esperados, un acontecimiento que da sentido a mi vida. Se le puede considerar como el fin de la vida o como el umbral de la eternidad. Los dos aspectos me consuelan. Porque el fin de la vida es siempre el de un camino que ha atravesado el desierto para conducirnos a la eternidad - un camino a veces muy difícil porque a medida que las fuerzas declinan, el peso de los años se hace más duro. Pero como la muerte es también el umbral de la eternidad, implica la entrada en una eternidad a la vez desconocida y esperada, el encuentro con el Señor, la eterna familiaridad con El. Como San Pablo me siento “presionado por ambos lados: tengo el deseo de partir y de estar con Cristo" (Fil.1,23), pero no rehuso el trabajo, si puedo ser útil y mientras el Señor quiera.
Eternidad, inmortalidad,visión beatífica, felicidadperfecta... todoesnuevo, no conocemos nada ¿la muerte es un salto al vacío? No, ciertamente, no. Es arrojarse en los brazos del Señor, es oír la invitación que, ciertamente, no hemos merecido, pero que se nos hace con toda verdad: “Bien,
siervo bueno y fiel, entra en el gozo de tu Señor” (Mt,25,21), es la llegada al final de la esperanza y de la fe para vivir en la claridad eterna e infinita (1 Cor.13,8). ¿Cómo será el cielo? Imposible imaginarlo. “Es lo que el ojo no vio, ni el oído oyó, lo que no llegó al corazón del hombre. Todo lo que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Cor.2,9). Espero que sea un consummatum est (Todo está consumado), el último amén de mi vida, el primer Aleluya de mi eternidad, Fiat, Fiat”.
(Tomado de Jean-Claude Dietch, S.J. “Itinerario de un Jesuita”, 1982. Entrevista hecha al P. Pedro Arrupe meses antes de su trombosis del 7 de Agosto de 1981).
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997
PARA LA «CONSIDERACION» DE LOS TRES GRADOS DE HUMILDAD O DE AMOR
1. LA HUMILDAD: Esta actitud, que es un don de Dios, conduce a des-centrarnos de nosotros mismos y a hacernos capaces de abrirnos en profundidad al Otro y a los otros. San Ignacio nos habla de "grados de humildad". No son otra cosa que «niveles» de libertad, de pobreza espiritual o despojo de nosotros mismos, de obediencia a la voluntad de Dios.
Son también grados de "amor". Se lee en los apuntes que el Dr. Pedro Ortiz tomó de los Ejercicios que le dio Ignacio: «maneras y grados de amar a Dios».
2. EL EJERCICIO:
a) Propiamente hablando no es una meditación. Se trata más bien de una «consideración». Es decir, de un «advertir», de un hacernos más conscientes: (EE. 164).
b) Esta «consideración» ha de hacerse «a ratos por el día»: EE. n. 164. Y es bien interesante que Ignacio la ponga en la 2a. semana cuando en el ejercitante ha tenido lugar un proceso espiritual que, arrancando del «Fundamento», ha pasado luego por los ejercicios del pecado, el reino y el conocimiento interno de la persona de Jesús, y que lo ha conducido hasta la «elección». Este momento de la 3a. Semana, a la luz de la «kénosis» de Cristo es un tiempo de sinceridad acerca de nuestra opción por El y del deseo de seguirlo hasta las últimas consecuencias.
c) La «consideración» ha de estar acompañada de la «petición» de parte de «quien desea alcanzar esta tercera humildad ...; y así mismo haciendo los tres coloquios ... pidiendo que el Señor nuestro le quiera elegir en esta tercera mayor y mejor humildad, para más le imitar y servir, si igual o mayor servicio y alabanza fuere a la su divina majestad»: (EE. 164).
3. LAS TRES MANERAS DE HUMILDAD O DE AMOR:
a) La primera humildad: es «necesaria para la salud eterna»: (EE. 165). San Ignacio concibe la salvación como vida o realización en Dios de la persona humana: “El hombre es creado para...” (cfr. Principio y Fundamento). Y el pecado mortal, grave, es todo lo contrario a la manera como el Padre Dios quiere que vivamos en Jesús nuestra vocación y misión apostólica. El hombre es salvado.
Un ejemplo de este grado de amor y de humildad lo tenemos en Jesús: «Finalmente el diablo lo llevó a un cerro muy alto, y mostrándole todos los países del mundo y la grandeza de ellos, le dijo: -Yo te daré todo esto, si te arrodillas y me adoras. Jesús le contestó: Apartaté, Satanás, porque la Escritura dice: Adora al Señor tu Dios, y sírvele solo a él»: Mt 4,8-10. Otros ejemplos: Los Macabeos, o Hechos: obedecer a Dios antes que a ellos.
b) La segunda humildad: «es más perfectahumildad que laprimera»: (EE. 166). Se trata de la 'indiferencia' ignaciana. PerfecciónnosignificaparaSanIgnaciovoluntarismo,sinounamayor plenitud y finura espiritual del amor. Por eso los santos, aunque nos parezca extraño, sufren cuando no son fieles a Dios y al prójimo en cosas pequeñas: para ellos lo que está ahí en juego es el amor. Por otra parte, aun las cosas pequeñas (las que llamaríamos 'pecados veniales') nos atan e impiden que nos entreguemos plenamente a Dios, a los demás, a la Compañía.
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997
4.
Un ejemplo de esta actitud de pobreza espiritual, de acatamiento sin condiciones a la voluntad de Dios y a las inspiraciones del Espíritu, lo tenemos en la Virgen: «Entonces María dijo: -Yo soy la esclava del Señor, que Dios haga conmigo lo que has dicho»: Lc 1,38.
c) La tercera humildad: es perfectísima: (EE. 166). es la culminación de todo un proceso espiritual de des-centramiento, de des-egoización. No es fruto del mero esfuerzo personal sino de la gracia que conduce al deseo de una mayor identificación con la persona de Cristo. “Para mí Cristo crucificado...” (Textos de la libertad del apóstol).
CARACTERISTICAS Y CONDICIONES DE LA TERCERA MANERA DE HUMILDAD :
a) No se trata de absolutizar por sí misma esta opción, pues así sólo reforzaríamos nuestra propia imagen. Lo importante es que esté situada dentro del Principio y Fundamento: el servicio de Dios, la vida del hombre: «si igual o mayor servicio y alabanza fuere a la su divina majestad»: (EE. 168).
b) El móvil de nuestros deseos e intención: "Assí para quien desea alcanzar esta tercera humildad»: (EE. 168). No puede, por tanto, ser otro, que el de «imitar y parescer más actualmente a Cristo nuestro Señor».
c) No elegimos oprobios y pobreza para ser unos «héroes», sino porque el Espíritu nos pide conformarnos más con Cristo: «más pobreza con Christo pobre que riqueza, opprobrios con Christo lleno dellos que honores, y desear más de ser estimado por vano y loco por Christo que primero fue tenido por tal, que sabio ni prudente en este mundo»: (EE. 167).
d) Tenemos en la Compañía ejemplos de hermanos nuestros que, significativamente, han añadido otro voto a los de su consagración religiosa: San Pedro Claver: «esclavo de los esclavos negros»; y San Natal Chabanel quien, el 20 de junio de 1647,
fiesta del Corpus Christi, sella así, con voto, su decisión de permanecer en la misión:
«Jesús, por tu disposición admirable has querido llamarme a ser ayudante de tus apóstoles en este país de los hurones. No me he mostrado digno, pero tengo el deseo de responderte. Yo, Natal Chabanel, en presencia del Santísimo Sacramento, hago mi voto de perpetua permanencia en esta misión de los hurones comprendiendo todo, tal como los Superiores de la Compañía lo dispongan. Te ruego aceptarme como esclavo perpetuo de esta misión y de hacerme digno de este sublime oficio».
Pero hay también jesuitas que viven actualmente en situaciones difíciles y con gran generosidad la actitud espiritual característica del tercer grado de humildad. Y otros muchos la viven auténticamente en medio de una existencia y de un trabajo lleno de realizaciones.
e) Lo mismo tendríamos que decir a propósito de tantos laicos, sacerdotes y religiosos que optan y aceptan generosamente situaciones familiares, de trabajo y personales que no serían fácilmente explicables sin un amor incondicional a Cristo.
5. LOS TEXTOS MAS ELOCUENTES DE LA COMPAÑIA SOBRE EL 3o. GRADO DE HUMILDAD los hallamos en el Examen, cap. 4, nn. [101-103], pags. 69-70. Y San Ignacio los propone a la consideración de «todos los que pidieren ser admitidos en la Compañía».
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997
ORACION A NUESTRA SEÑORA
Para comenzar la primera contemplación de la Cuarta Semana. (EE. 218 ss).
Santa María, Señora nuestra:
Tú acompañaste a Ignacio en los momentos más significativos de su peregrinación con Dios y con los hombres: durante su primera conversión en Loyola, a lo largo de su camino hacia Monserrate y en la vela de armas delante de tu imagen morena, la víspera de la Anunciación. Estuviste particularmente presente en los votos de los amigos en el Señor en Montmartre. Por tu intercesión, el Padre lo puso como tu Hijo en La Storta. El peregrino celebró su primera Misa en el altar de la Natividad en Santa María la Mayor en Roma, y los primeros jesuitas eligieron pronunciar sus votos religiosos delante de tu imagen en la basílica de San Pablo Extramuros. La Compañía inició a su vez su histórica peregrinación apostólica bajo tu maternal protección desde el rinconcito de la capilla de Nuestra Señora de La Strada.
Tú acogiste a Jesús formado en tu seno por el Espíritu de amor, y peregrinaste en la “fe, esperanza y caridad” hasta el pie de la cruz, donde te acogimos como Madre.
Acompáñanos también ahora, en esta Cuarta Semana, Señora de la Asunción, para que acogiendo al Señor resucitado, experimentemos como tú, consuelo y gozo. Ayúdanos a ser testigos de la “vida verdadera” que el Señor nos muestra, en nuestra patria, en nuestras comunidades y más allá de las fronteras. Haz que, amemos “a Jesucristo aunque no lo hayamos visto con nuestros ojos y creamos en él aunque de momento no lo veamos y rebosemos de indescriptible y gloriosa alegría”: (1Pe. 1,8).
EXHORTACION EN LA PROFESION
(De la Regla de Taizé)
Hermano que te confías en la misericordia de Dios, recuerda que Cristo Señor viene en ayuda de tu débil fe y que, comprometiéndose contigo, cumple por ti la promesa.
No hay nadie, en verdad, que habiendo dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, mujer, hijos, o tierra, por mí y por el Evangelio, no reciba cien veces más ahora en el tiempo presente, casas y hermanos y hermanas, y madres e hijos y tierras, con persecuciones, y en el siglo venidero la vida entera.
Es éste un camino opuesto a toda razón humana, pero, como Abraham, no lo puedes recorrer más que por la fe y no por la visión, seguro siempre de que quien ha perdido su vida por Cristo, la volverá a encontrar.
Marcha de ahora en adelante sobre las huellas de Cristo. No te preocupes por el mañana. Busca primeramente el Reino y su justicia. Abandónate, entrégate, y será derramada en tu seno una medida apretada, sacudida, desbordante, pues se usará contigo la medida con que tú hayas medido.
Duermas o veles, de noche y de día, la simiente germina y crece sin que sepas cómo.
Al orar no uses vanas repeticiones como hacen los paganos, que piensan ser escuchados hablando mucho.
Guárdate de desplegar tu justicia ante los hombres para ser admirado. Que tu disciplina interior no te de un aire triste, como un hipócrita que ostenta un rostro descompuesto para que los hombres lo vean. Unge tu cabeza, lava tu cara para que sólo tu Padre que está en el secreto conozca la intención de tu corazón.
Apuntes Ignacianos N° 21 de 1997