3 minute read

Loimportante noeslalínea dellegada, sinocómo llegamosala líneadepartida.

Si nos remontamos a mi época de estudiante secundario, a muchos les sorprendería que hoy esté escribiendo mi propio libro. Poniendo como excusa mi discapacidad, era el peor alumno de la clase. Mis preocupaciones por aquel entonces eran otras. Llegar todos los días al aula suponía para mí un esfuerzo extremo, era extenuante subir las escaleras que para mis compañeros era lo más normal del mundo, y para mí era una barrera que no solo imposibilitaba mi autonomía, sino que me causaba un sufrimiento que los demás no comprendían; subir cada uno de esos escalones provocaba en mí no sólo un dolor físico, sino también emocional. Además, como no existían las mochilas en aquellos años, lo que hubiera facilitado mis desplazamientos; usábamos portafolios que pesaban en exceso por la cantidad de carpetas, cuadernos y manuales para cada asignatura, en un colegio con una doble escolaridad agotadora. Como si todo esto fuera poco, para ciertas asignaturas había que trasladarse de un aula a otra, lo que por momentos me hacía sentir frustrado, deprimido y desmotivado, porque cuando estamos en una situación que nos disgusta, nuestra mente puede comenzar a jugarnos en contra contra, generando mayor estrés, ansiedad y aportando pensamientos negativos. Todo esto hacía que no estuviera en condiciones de prestar la suficiente atención a mis profesores o ponerme a estudiar para los exámenes. La capacidad de mantener el ánimo, la perseverancia y el optimismo frente a las adversidades llegó muchos años después, sin embargo, me di cuenta de que a pesar del paso del tiempo, nunca es tarde para aprender.

Transcurría el año 2015 y yo estaba enfrentando mi desafío de conquistar la cordillera más alta del planeta cuando mis redes sociales comenzaron a tener contenidos diarios. No escribía mucho, en realidad me costaba hacerlo, pero cada vez recibía más mensajes de gente que estaba interesada en conocer un poco más sobre mi vida, y empecé a sentir un deseo profundo de contarle al mundo cómo me sentía en aquel momento y el motivo que me llevó a hacer un cambio radical en mi vida. Y era tal el cambio, que yo deseaba llegar a la cima del Himalaya, no por tener éxito y ser reconocido, sino porque quería demostrarme a mí mismo y a todo el mundo que la discapacidad no es un obstáculo para conseguir cualquier meta que uno se proponga.

Advertisement

Pero cada vez que me disponía a escribir alguna situación, mis horrores de ortografía espantaban a mis correctores. Recuerdo aquel día que Rebeca Bortoleto, una de mis primeras entrenadoras para dar conferencias, me dijo que tenía un problema muy serio en la forma en la que yo redactaba mis textos. Ahí me di cuenta de que había empezado a tener iniciativa para hacerlo mejor y sobre todo optimismo, ya que entrenando, comencé a tener una visión positiva constante de todo lo que conformaba mi vida.

Un día conocí a Carlos Marco, un destacado periodista de una de las emisoras de radio más importantes de Córdoba y por aquel entonces era jefe de noticias; comenzaba su jornada laboral de madrugada, justamente a la misma hora en la que yo despertaba para entrenar. Todos los días nos escribíamos, y empezamos a cultivar una gran amistad. Le comenté de mi dificultad a la hora de redactar correctamente una publicación y él, sin más, se ofreció a corregirlas, ya que también formaba parte de ese grupo de personas que se espantaban con mis redacciones y ortografía.

Después de varias correcciones, empecé a mejorar un poco, pasamos de los horrores a los errores, de lo inentendible a lo entendible, de sentirme incapaz de poder expresar con palabras lo que me pasaba hasta sentirme hoy no sólo capacitado para poder hacerlo, sino apto, preparado y seguro de encontrar la palabra justa para definir cada una de las cosas que ocurren dentro de mi cabeza y de mi corazón, cada emoción que recorre por mis venas, cada detalle de todos los acontecimientos de mi vida. Hoy me siento con una fuerza imparable, y sobre todo, me siento preparado y con la suficiente experiencia como para escribir este libro. No puedo saber cuántas personas como tú están leyéndolo en este momento, pero sí puedo darte las gracias, porque si este libro ha llegado a tus manos, ya formas parte de este gran desafío cumplido.

Porque como siempre digo, lo importante no es la línea de llegada, sino cómo llegamos a la línea de partida.

Jean Maggi

Enero 2024

This article is from: